S.P.S.L - El Príncipe de Maquiavelo

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Descripción

Universidad Nacional Andrés Bello. Licenciatura en Filosofía. Historia de la Filosofía Moderna II. Ignacio A. Scheid A. Invierno, 2013. Santiago, Chile.

: “EL PRINCIPE” DE NICCOLÒ MACHIAVELLI

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Universidad Nacional Andrés Bello. Licenciatura en Filosofía. Historia de la Filosofía Moderna II. Ignacio A. Scheid A. Invierno, 2013. Santiago, Chile.

“Mi recreación, mi predilección, mi cura de todo platonismo ha sido en todo tiempo Tucídides. Tucídides y, acaso, El Príncipe de Maquiavelo son los más afines a mí por su voluntad incondicional de no dejarse embaucar en nada y de ver la razón en la realidad, - no en la , y aun menos en la …” Friedrich Nietzsche.

“La teoría de Maquiavelo no marca una época porque su análisis, conclusiones y recomendaciones proporcionasen experiencias sustancialmente nuevas, pues antes que él muchos gobernantes y políticos habían conformado su conducta siguiendo las pautas que él recomendó. Lo que hay de nuevo y lo que marca una época es la forma cándida y descarnada en que percibe los hechos, la manera en que se enfrenta a ellos y los expresa sin miedo.” Erich Kahler.

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ÍNDICE Nota al lector……………………………………………………………………………...4 Introducción………………………………………………………………………………5 Machiavelli: hombre y obra...…..……..…………………………………………………..6 El príncipe, o de cómo se obtiene, mantiene y acrecienta el poder………………………10 Palabras finales…………………………………………………………………………...35 Bibliografía…………………………………………………………………………….....36

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NOTA AL LECTOR Me gustaría, antes de que se comience a leer el trabajo, que se lea la siguiente acotación con respecto al estilo expositivo de El Príncipe: el libro El Príncipe se caracteriza por presentar cada capítulo como si fuera una carta, un mensaje o, incluso, un discurso; teniendo como receptor, apegándonos al lector ideal del libro, el futuro príncipe de Italia. De tal manera que lo escrito se presenta como un mensaje directo a alguien en segunda persona. Cada capítulo se compone por un título que expone el tema a tratar, el desarrollo lo componen, generalmente en el siguiente orden, un contexto prefacio que ubique en un contexto el tema, luego un grupo de consejos con su justificación, luego alrededor de tres ejemplos históricos, ya sean batallas o personajes particulares, los cuales son examinados de forma precisa en base al tema, y, para terminar, una conclusión o síntesis. Expongo esto para que no exista un dejo de extrañeza con respecto a la lectura de algunas citas, ya que el texto se podría considerar como un tratado y, como tal, esperar que esté escrito en forma neutra o en primera persona singular o en tercera persona plural, pero nunca dirigido a alguien, como un escrito epistolar; cosa que en parte es.

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INTRODUCCIÓN Nicolás Maquiavelo es uno de aquellos personajes despreciado por todos pero leído por nadie. La frase. “el fin justifica los medios”, inexistente en su obra, aplastó la verdad de su persona, entró por un oído de muchos pero de muy pocos salió; en aquellos que se quedó, cegó sus ojos, tapó sus oídos y apioló sus manos, de tal manera que nunca se han podido enterar por sí mismos de la grandeza de este hombre renacentista. Aquella frase y la terrible aura de maldad que se ha ido formando en rededor de su libro Il Principe (“El Príncipe”) han terminado por poner ante Maquiavelo y sus potenciales lectores un gran muro, sólo traspasable por aquellos que se atreven a ver por sí mismos, por quienes, no satisfechos con escuchar que el fuego quema, acercan la propia mano para experimentar cuan caliente es. Maquiavelo, el gran conocedor de la historia y de la moral, grabó en su libro aquí trabajado, como en una cinta magnetofónica, la voz de la experiencia de cientos de victorias y derrotas en la historia, para así educar a quien estuviese destinado a unificar y mantener unida a su Italia querida, que, para ese entonces, sólo era un conjunto inestable de principados. El libro “El Príncipe”, estudiado para este trabajo, se puede dividir, a grandes rasgos, en seis secciones: sobre los tipos de principados (I-IV); sobre la adquisición y mantención del principado (V-XI); sobre la milicia (X-XIV); sobre la moral o el comportamiento del príncipe con respecto al Estado bajo su poder y con los Estados extranjeros (XV-XIX); y sobre el actuar del príncipe con respecto a quienes le rodean (XXXXIII); además posee un “apéndice”, o una sexta sección, compuesta por tres escritos, uno referente a las faltas que ocasionaron el estado de entonces de Italia, otro referente a la fortuna y, el último, una exhortación para devolver a Italia su antigua gloria. Este informe intenta comprender la obra en su totalidad. De tal manera que expondrá, principalmente, las conclusiones de Machiavelli concernientes a los diferentes principados, su obtención y al comportamiento del príncipe a fin de mantenerse en el poder. 5

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MACHIAVELLI: HOMBRE Y OBRA Nicolás Maquiavelo (Niccolò Machiavelli) nace en Florencia el 3 de Mayo de 1469. Hijo de una familia aristocrática en decadencia, Maquiavelo (“Machiavelli” desde ahora) se desempeñó como hombre teórico y práctico, destacando como historiador y funcionario público, además de ser un hombre de gran humor y simpatía. Siendo para nada el hombre diabólico y mendaz que se podría creer a partir de su mala fama. Machiavelli se ha ganado un puesto en la historia del pensamiento siendo catalogado, generalmente, como filósofo, no obstante, su trabajo dista mucho del de un pensador que se centra en los problemas concernientes a las primeras causas y principios y a la estructura metafísica de la realidad. Machiavelli no es alguien que se preocupe por la correcta definición o caracterización de cosas como , , , etc. Sino que se ocupa de la realidad fáctica de aquellos conceptos. Ni siquiera trabajó en una teoría de la historia o de la naturaleza humana, sólo caracterizó aquella en razón de una visión realista del carácter del ser humano (visión tal vez un poco pesimista para algunos). La importancia de Machiavelli radica en la creación de una nueva rama del conocimiento. Hoy en día llamaríamos “ciencia política” a esa rama. Él es quien separa el estudio de la política del estudio de la ética (que busca la correcta forma en la que debiera desplegarse la vida humana, por lo cual también comprende la dinámica del poder subyacente a la estructura social y su uso por parte de la administración pública, es decir, la política). Esta unión ético-política nace en la Grecia clásica y prosigue en la escolástica medieval en donde se supeditó al estudio de la teología cristiana siendo dirigida por ella. Machiavelli pasa por sobre los eslabones de la cadena teología-filosofía-ética-política yendo directamente al estudio de la política, pero desde los hechos, desde la empiria, desde los sucesos acaecidos a lo largo de la historia, de donde obtiene las conclusiones que ayudarán a ejecutar la mejor administración pública posible. Como él mismo dice: “el hombre prudente debe intentar siempre seguir los caminos antes andados por los grandes hombres, e imitar a aquellos que han sobresalido de manera extraordinaria sobre los 6

Universidad Nacional Andrés Bello. Licenciatura en Filosofía. Historia de la Filosofía Moderna II. Ignacio A. Scheid A. Invierno, 2013. Santiago, Chile. demás, para que aun cuando su virtud no alcance la de éstos, se impregne un poco, al menos, de ella.” (Maquiavelo, 2003, p.43)

En Machiavelli la pregunta es por la obtención, conservación y administración del poder, y para responder a ella busca la respuesta en el estudio de la historia centrándose en aquellos personajes de gran talla para aprehender su manera de llegar a ser lo que fueron. Él expresa una gran preocupación por la correcta administración, ya sea de la república o del principado, la cual, dice, sólo se puede lograr con un correcto y asiduo estudio de la historia, para así conocer las maneras en la que los grandes hombres obtuvieron el poder y lo administraron. En el proemio a Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio se expresa de esta manera con respecto al estudio de la historia (o a la falta de éste): “Ni tampoco la medicina es otra cosa sino las experiencias hechas por los antiguos médicos, sobre las que fundaron los actuales juicios. Sin embargo, cuando se trata de ordenar la república, mantener el estado, gobernar el reino, organizar el ejército y llevar a cabo la guerra, juzgar a los súbditos y acrecentar el imperio, no se encuentra príncipe ni república que recurra a los ejemplos de los antiguos. Esto procede, en mi opinión, (…) de no tener verdadero conocimiento de la historia, y de no extraer, al leerla, su sentido, ni gozar del sabor que encierra.” (Maquiavelo, 2012, p. 28)

Del estudio de la historia (incluso de un conjunto de experiencias personales y ajenas con las personas) se pueden extraer cualidades generales concernientes a algo así que se podría llamar “naturaleza humana”. Aquellas cualidades se mantienen en los seres humanos resistiendo la corrosión del tiempo y la cultura. Machiavelli aconseja un correcto conocimiento y cuidado con estas cualidades generales humanas, que esquematiza como sigue: “de los hombres, en general, se puede decir esto: que son ingratos, volubles, hipócritas, falsos, temerosos del peligro y ávidos de ganancias; y, mientras les favoreces y no los

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Universidad Nacional Andrés Bello. Licenciatura en Filosofía. Historia de la Filosofía Moderna II. Ignacio A. Scheid A. Invierno, 2013. Santiago, Chile. necesitas son todo tuyos, te ofrecen la sangre, los bienes, la vida y los hijos, como ya dije antes; pero, cuando viene la necesidad, te dan la espalda.” (Maquiavelo, 2010, p. 86)

A partir de consideraciones como esas1, y otras más, a Machiavelli se lo ha considerado pesimista, más bien se le podría considerar como a un pensador realista. Si bien puede ser el estadista y toda su compañía administrativa personas muy versadas en los acontecimientos pasados y en la vida de grandes hombres, con una gran experiencia en los huesos siempre existe un margen de error al llevar a cabo las decisiones políticas, y toda clase de decisiones. Surge aquí en el pensamiento de Machiavelli la noción de “fortuna”. La fortuna comprende todo lo que le adviene al hombre, independiente de su voluntad, sean bienes o males (se podría comparar al uso en el lenguaje actual de la palabra “suerte” y sus derivados, dependiendo de los sucedido, “buena suerte”/ “mala suerte”). Depende de la virtud del hombre el reaccionar debidamente a la situación y tomar al toro salvaje por los cuernos. De esta manera aprovechará la oportunidad y se alzará virtuoso frente a las masas de gentes que temen actuar. Dice Machiavelli de cuatro ejemplos usados en el capítulo VI de “El Príncipe”: “Y examinando sus acciones y su vida, se ve que no consiguieron de la fortuna nada más que la ocasión, que les proporcionó la materia sobre la cual plasmaron la forma que mejor les pareció: sin ocasión, la virtud de su ánimo se habría extinguido y sin esa virtud, la ocasión se les habría presentado en vano.” (Maquiavelo, 2003, p.44)

No obstante, muy brillante puede ser la virtud de un hombre o de un pueblo, puede que brille como el fuego de Prometeo y traiga dádivas a los hombres, pero, aun así, la bestia indomable de la fortuna ruge, amenaza y golpea, imprevisible, las proposiciones humanas, llegando a interferir el lucubrar humano a fin de no fallar. Como expone en el capítulo 29

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Véase también, por ejemplo: Maquiavelo, El Príncipe, caps. VI, IX, XVIII

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(La fortuna ciega las mentes de los hombres cuando no quiere se opongan a sus designios2) del L. II en Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio; trayendo a colación una serie de malas jugadas realizadas por el pueblo romano (cosa inconsecuente con ellos mismos, algo casi nunca visto) al ser atacado por los Galos, pero pudiendo, al final, salir victoriosos gracias a un capitán, al cual , que volvió precisamente con un “ejército romano intacto”, con lo cual pudo salvar Roma, más bien el Capitolio, que fue lo único que se defendió de manera como acostumbraban los romanos y en donde se resguardaron cenadores y capitanes. Con respecto a ésto apunta Machiavelli: “de modo que, después de haber leído lo que aquel pueblo había hecho antes durante muchos años al leer lo que hizo entonces no se puede de ningún modo creer que se trate del mismo pueblo” (Maquiavelo, 2012, p. 291)

Cabe aquí la pregunta, en relación con el título del parágrafo: “¿qué designio tenía la fortuna?” Machiavelli dice aquí que la fortuna deseaba el posicionamiento del capitán desterrado, Camilo, en un grado más alto y, para esto, organizó los sucesos de tal manera que no estuvieran a la altura del pueblo romano. Tal libertad dada a la fortuna haría pensar en una divinidad en el trabajo de Machiavelli y esto en una religión. Ambos temas, el de la divinidad y el de la religión, así como también los de virtud y fortuna, dan la oportunidad de derramar una gran cantidad de tinta, no obstante, haciendo honor a la calidad de introducción de esta sección, cabe apuntar que para Machiavelli la religión posee un valor cohesionante y paideutico, indicando que con ella se posibilita la felicidad al promover las buenas costumbres, las cuales engendran buena fortuna y ésta el éxito de las empresas. 3

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Título que hace referencia a la frase de Tito Livio con respecto a los hechos descritos es este parágrafo: “Adeo obcaetad animos fortuna, cum vim suam ingruentem refringi non vult” (“Así siega las mentes la fortuna, cuando no quiere que sus golpes sean obstaculizados”) 3 Cf. Maquiavelo, 2012, L. I, caps. 11 – 15.

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“EL PRÍNCIPE”, O DE CÓMO SE OBTIENE, MANTIENE Y ACRECIENTA EL PODER

1: SOBRE LOS TIPOS DE GOBIERNO Procederé a citar in extenso el capítulo I (Quod sint genera principatuum et quibus modis adquirantur): “Todos los Estados, todos los dominios que han tenido y tienen soberanía sobre los hombres, han sido y son o repúblicas o principados. Los principados o son hereditarios, caso de aquello en los que impera desde hace mucho tiempo el linaje de su señor, o son nuevos. Y los nuevos, o son totalmente nuevos, como fue Milán para Francesco Sforza, o son como miembros añadidos al Estado hereditario del príncipe que los adquiere, como es el reino de Nápoles para el rey de España. Los dominios adquiridos de este modo o están acostumbrados a vivir bajo un príncipe o están habituados a ser libres, y se adquieren o con las armas ajenas o con las propias, por fortuna o por virtud.” (Maquiavelo, 2010, p. 21)

Expongo en su totalidad el capítulo primero por comprender éste los diferentes estados de organización políticas que, según Machiavelli, han existido; ya sea república o principado, sea hereditario o nuevo, et caetera, además de las formas de obtenerlos (y mantenerlos), ya sea por virtud o fortuna, propia/s o ajena/s. En cierta forma este texto engloba la totalidad de temas a tratarse en el libro. Como Machiavelli mismo dice, todos los Estados son, o repúblicas o principados; en las primeras la elección del monarca, Presidente para el caso, recae en el pueblo que será gobernado por él, es el pueblo quien decide quien detentará el máximo rango en la jerarquía de los poderes estatales, no se presenta, como en el caso segundo, el monarca a través de su propia imposición, ya sea mediante ardides, fortuna o fuerza militar. En El Principe, 10

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Machiavelli se encarga del estudio de los principados, no de las repúblicas, como él dice a comienzos del capítulo II: “No voy a reflexionar sobre las repúblicas, al haberlo hecho por extenso en otra ocasión (refiriéndose a “Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio” ––“Discursos” desde ahora—). Me ocuparé sólo del principado (…) y examinaré la forma en que estos principados se pueden gobernar y conservar.” (Maquiavelo, 2010, p. 23. La cursiva es mía.)

Y los principados pueden ser hereditarios o nuevos. Son hereditarios cuando se ha mantenido a través del tiempo una constitución no democrática, ya sea bajo el mando de una misma familia o de diferentes familias. Esa constitución, o estructuración políticoadministrativa establece que el principado sea gobernado, o por el príncipe y sus ministros designados por él, o por él y por varones que poseen su título por gracia de sangre y no por designio del príncipe4. Los principados nuevos son aquellos en que un principado ya formado ataca una provincia cuya constitución era democrática, de tal manera que la provincia atacada se adhiere al principado ya existente pasando a formar parte de él como provincia o región.

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Maquiavelo, El Príncipe, IV.

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2.0: DE LA LLEGADA AL PODER Como ha dicho Machiavelli en el primer capítulo, los dominios se adquieren o por virtud o por fortuna y éstas pueden ser o ajenas o propias. Por virtud (virtú) Machiavelli entiende la habilidad práctica en la política, el saber práctico, el actuar valeroso y, principalmente, prudente, saber mentir, actuar, poder prever y atacar en el mejor momento, saber cuánto y cuándo dar o quitar. Comencemos por las acciones virtuosas propias que permiten sacar a Excalibur de la roca: “Aquellos que, (…), por vías virtuosas llegan a príncipes, adquieren el principado con dificultad, pero les es fácil mantenerlo; y las dificultades que encuentran al conquistar el principado, nacen en parte de las nuevas formas e instituciones que se ven forzados a introducir para sostener su Estado y su seguridad. (…) porque todo innovador tiene como enemigos a cuantos eran beneficiados por el orden viejo” (Maquiavelo, 2003, p.45).

Un factor muy importante al momento de erigirse príncipe es el armamento y la fuerza en general del personaje, si la debe pedir o la puede ejercer libremente. Si pertenece al primer caso lo más probable es que fracase, en cambio, si es capaz de ejercerla cuando lo desee, lo más probable es que salga victorioso5. Ningún gran hombre es capaz de mantener su dominio si no está armado, si no es capaz de ejercer la fuerza, aun por muy extenso que sea el cielo de su virtud, si no es capaz de agitar la tierra, los hombres que le siguen poco a poco comenzarán a darle la espalda, porque 6. En cuanto al instante, al momento, ese momento que nos gustaría que se detuviera conservando toda su hermosura, pero que no, se escabulle entre los dedos; ese parpadeo que pasa como una flecha a través de cada uno, es algo que sólo sabe aprovechar quien detenta la virtud necesaria. Aquel toma la flecha al vuelo y se desenvuelve conforme a la situación, 5 6

Maquiavelo, op. Cit, VI. Ídem.

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dando muestra de toda su virtú; y ambas cosas: la fortuna, o el momento, y la virtud, se necesitan entre ambas para crear algo grande: “Estas ocasiones, por tanto, colmaron los deseos de los hombres, y su excelente virtud hizo que aquella ocasión fuera conocida; todo lo cual aportó nobleza y prosperidad a sus respectivas patrias.” (Maquiavelo, 2003, p. 45).

Ahora, los casos en que tanto la virtud como la fortuna le son ajenas al monarca y éste es sentado en el trono por gracia de terceros: “Estos están simplemente supeditados a la voluntad y fortuna de quien les ha concedido el Estado, que son dos cosas inmensamente volubles e inestables y no saben ni pueden mantener aquel cargo.” (Maquiavelo, 2003, p. 49)

Con estos príncipes ocurre, en cierto sentido, todo lo contrario que con aquellos que llegaron al poder por propia habilidad: “Quienes de simples particulares llegan a príncipes sólo con ayuda de la fortuna, con poco esfuerzo alcanzan el poder, pero en cambio han de luchar mucho para conservarlo; en su camino no encuentran ningún obstáculo, se diría que vuelan; pero todos los problemas surgen una vez instalados. (…) Además, los Estados que surgen de repente, como todas las demás cosas de la naturaleza que nacen y crecen de prisa, no pueden tener las raíces y ramificaciones correspondientes, de manera que la primera adversidad los destruye.” (Maquiavelo, 2003, pp. 49-50).

Puede, no obstante la manera de llegar al poder, convertirse el afortunado en un gran monarca si posee la virtud necesaria para mantenerse en su jugoso nuevo puesto. Como en el caso de Marco Aurelio, que accedió al trono iure hereditario y .7 Existe una tercera manera que, hablando estrictamente y desde Machiavelli, queda exenta de ser considerada dentro de las formas o virtuosas o afortunadas de llegar al poder; 7

Maquiavelo, op. Cit, XIX.

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y esta es la que se basa en acciones criminales. Si bien, siguiendo a Kant al criticar la ética aristotélica, se puede afirmar que es posible realizar crímenes virtuosamente, de tal manera que la Virtud recaería en otro aspecto de la vida humana, Machiavelli sigue considerando la virtud como un saber práctico liderado por la prudencia y el valor, sin embargo, el actuar (virtuosamente) de manera incorrecta, o criminal, es algo que destituye del “hombre virtuoso” su calidad de “virtuoso”, de tal manera que no es digno de ser ubicado entre hombres dignos de alabanza, ya que: “no se puede considerar virtud el asesinar a sus ciudadanos, traicionar a los amigos, no tener palabra, ni piedad, ni religión; estos medios harán ganar poder pero no gloria. Porque si se considera la virtud de Agatocles al enfrentar y vencer los peligros, y su grandeza de ánimo a la hora de soportar y superar las adversidades, no se ve por qué se le deba considerar inferior a cualquier otro excelentísimo capitán; pero, en cambio, su feroz e inhumana crueldad, así como sus innumerables maldades no admiten que sea honrado entre los hombres más excelentes. No se puede, pues, atribuir a la fortuna o a la virtud lo que él consiguió sin una ni otra.” (Maquiavelo, 2003, p.64)

Aun8 siendo las acciones incorrectas de la talla de las de Agatocles algo totalmente despreciable puede dárseles un buen uso. son las crueldades que buscan el bienestar para el pueblo. En lo posible se han de hacer bruscamente, de golpe, de tal manera que sea algo grande y cruel que cese de una vez, sin acrecentar el historial de crueldades de quien la realiza, . Mal usadas son las acciones crueles que sólo son en pos de su autor y, cual bola de nieve que desciende por una colina, se acrecientan, en frecuencia y maldad. Aquel príncipe que realice acciones deshonrosas y desee mantenerse en el poder, ha de luchar por hacer un buen uso de su maldad y, así, , se podrá mantener en el escalón más alto. Si, por el contrario, insiste en hacer un mal uso de su crueldad,

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Maquiavelo, op. Cit , VIII

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pronto la voz de Dios hará que sus rodillas besen el suelo y una fría caricia se deslice por su cuello9. Por último, algo muy importante a tener en cuenta: “un príncipe ha de comportarse con sus súbditos de manera que nada, bueno o malo, le haga cambiar; porque, cuando con los tiempos adversos viene la necesidad, ya no estás en condiciones de hacer el mal, y el bien que haces ya no te aprovecha, porque no será juzgado sincero y nadie te lo agradecerá” (Maquiavelo, 2003, p. 68)

En la primera manera de llegar al poder el príncipe ha de poseer virtud en buen grado, también fortuna; para los dos casos siguientes, estrictamente hablando, el príncipe carece de virtud; y, para este cuarto y último caso el príncipe no necesita 10. Este caso corresponde al principado civil, y aquí es príncipe quien es elegido por un grupo, ya sea el pueblo ya sean nobles. El pueblo alza sobre él a un hombre a fin de poder defenderse de sus opresores y los “grandes”, en vista de la dificultad que trae defenderse del pueblo, eligen a alguien extraño a ellos para otorgarle poder y usarlo como mediador, como fachada tras la cual pueden desfogar sus criminales apetitos. Ya sea el príncipe levantado por los grandes o por el pueblo, o de cualquier otra manera, debe siempre tratar de de ser amado por el pueblo, en especial si es puesto por los grandes y el pueblo no tiene una buena imagen de él, ya que, así, al recibir el pueblo regalos de quien nunca pensó que le daría se sentirá más en deuda con el príncipe y le tendrán gran afecto11.

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vox populi, vox Dei. Maquiavelo, op. Cit. IX. 11 Maquiavelo, 2010, p. 57. 10

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En los otros casos en que el pueblo no esté directamente en contra de los grandes ni en contra de él, el príncipe debe tener conocimiento de la relación de analogía entre la salud del cuerpo humano y la salud del cuerpo social. Ambos se basan en el equilibrio de humores12, habiendo en la nación dos: el pueblo y los poderosos13, 14. Lo que el príncipe ha de hacer es, como ya se dijo, agradarle al pueblo, ser bueno con él, servirle, venga de donde venga, y Maquiavelo no expone aquí una serie de razones positivas basadas en una teoría ética correspondiente al príncipe, cosa que en realidad nunca trabaja, su obra gira en torno al actuar del príncipe con respecto a temas específicos, de lo cual se pueden extraer conclusiones generales pero muy difícilmente un sistema ético; y este caso no es la excepción ya que el príncipe ha de actuar de manera beneficiosa con el pueblo porque, de hacer lo contrario y tenerlo como enemigo, al ser numeroso, no podrá estar tranquilo, ya que la multitud lo puede atacar en cualquier momento y, aún matando a cierto número, muchos más irán a por él, siéndole imposible deshacerse de todos, así, 15 y, para lograr esto necesita saber mandar y ser valeroso, no amedrentarse frente a la adversidad ni carecer de otras cualidades y debe lograr, con su valor y sus instituciones, mantener despierto el ánimo de todos. De esta manera se procurará sólidos cimientos16. Con respecto a su relación con los poderosos, en el caso de que deba a ellos su actual posición, el príncipe debe tener mucho cuidado, ya que se encuentra rodeado por muchos que desean calzar sus zapatos y son “astutos y previsores”, así que, como en un tenebroso nido de víboras sedientas de sangre, puede recibir una fatal mordida desde 12

Maquiavelo, 2010, IX, pp. 55 - 56. Cf. Maquiavelo, Discursos, L. I, 4. 14 Maquiavelo, 2010, loc. Cit. 15 Maquiavelo, 2010, p. 57. 16 Maquiavelo, 2010, p. 58. 13

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cualquier flanco. Con el pueblo, no pasa esto, ya que sólo desea no ser oprimido y vivir tranquilo, así que muy pocos desean combatir contra él por la corona y son más manejables, no como los poderoso que son muy difíciles de manejar y de satisfacer.

3: EL BIENESTAR DEL PUEBLO ES LA SUPREMA LEY 17 Este apartado del presente trabajo, debido a la extensión, importancia y tópicos abarcados por el tema en la obra del autor, tendrá un desarrollo un tanto diferente al de los apartados anteriores, i. e. se procederá a exponer un visión general del príncipe, en cuanto persona y desenvolvimiento, y luego se especificará trabajando ciertas cualidades en particular del príncipe y cómo las ha de desarrollar éste. Esto permitirá abundar más en el tema y ser más preciso otorgando un poco más de libertad de expresión. Uno de los principales objetivos del príncipe es agradarle al pueblo, el príncipe es amado por el pueblo y para nada necesitará estructuras defensivas como murallas o impugnables castillos, ya que 18 y esto, además, considerando que: “la mejor fortaleza que pueda existir es no ser odiado por el pueblo, porque por muchas fortalezas que tengas, no te salvarán si el pueblo te odia; ya que una vez han tomado las armas, a los pueblos no les faltan nunca extranjeros que los ayuden” (Maquiavelo, 2003, p. 153)

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Maquiavelo, El Príncipe, XVI. Maquiavelo, 2012, L. II, 24.

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Con esto es ya posible intuir la postura de Machiavelli con respecto al príncipe que construye fortalezas19, y que es: “el príncipe que tiene más miedo al pueblo que a los forasteros, debe construir fortalezas”20. Claramente las fortalezas, en cuanto que son grandes estructuras macizas, también son construidas para la defensa del pueblo contra ataques externos; en este caso resultan necesarias, pero si se establecen con el fin de defender al príncipe de sus súbditos, resultan, entonces, perjudiciales. Con respecto a lo primero sólo me limitaré a citar lo siguiente, que, en gran parte, encierra la apreciación de Machiavelli con respecto al tema: “al príncipe que tenga buenos ejércitos le resultará útil tener en los puertos y fronteras de su Estado algunas fortalezas que retengan al enemigo hasta que pueda contraatacar, pero no será necesario que las tenga. Pero si el príncipe carece de un buen ejército el tener fortalezas en su país o en sus fronteras le resultará inútil y dañoso: dañoso, porque las perderá fácilmente, y una vez perdidas, se volverán en contra suya… [Así] el príncipe que puede hacerse con un buen ejército no debe edificarlas. Es mejor que fortifique la ciudad donde reside, que la mantenga bien aprovisionada y mantenga a sus ciudadanos bien dispuestos para resistir el empuje del enemigo, hasta que un acuerdo o una ayuda exterior libere la ciudad. Todas las otras medidas resultan costosas en tiempos de paz e inútiles en tiempos de guerra.” (Maquiavelo, 2012, pp.279-280)

En el segundo caso, resultarán nocivas las fortalezas porque, al poder el príncipe defenderse de sus súbditos con total seguridad, ya sea mediante un ejército constantemente preparado o a través de una fortaleza, insistirá en sus malos pasos, abusando del pueblo, y esto puede continuar de generación en generación, hasta que el pueblo mismo se revele o el dominio sea atacado por extranjeros, ya que “es imposible que una república o principado consiga permanecer tranquila, gozando su libertad y su restringido territorio, porque aunque no moleste a nadie, los demás la molestarán a ella”21 (la cursiva es mía). No pudiendo 19

Cf. Maquiavelo, Discursos sobre la primera Década de Tito Livio, L. II, 24 y El Príncipe, XX. Maquiavelo, El Príncipe, p. 153. 21 Maquiavelo, 2012, p. 255. 20

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resistir más los contantes y despiadados abusos por parte de los vergonzosos gobernantes, el pueblo, airosamente levantado, avanzará como un dragón humano por las sombrías calles de la ciudad, clamando las penas del infierno para quien inmerecidamente infla su pecho; y el déspota se puede defender clamando piedad al cielo por su insignificante existencia, pero: “todas las fuerzas y violencias que se empleen para mantener a raya a un pueblo resultarán inútiles excepto estas dos: tener siempre en campaña un buen ejército (…) o dispersar, exterminar, desorganizar y dividir a los súbditos de tal manera que no puedan causar ningún daño. Porque si los empobreces, 22, si los desarmas, 23, si matas a los jefes, los otros podrán seguir ofendiéndote y sus cabezas renacerán como las de la hidra.” (Maquiavelo, 2012, p. 273)

Machiavelli prosigue en El Príncipe y en Discursos su trabajo en torno a la construcción, existencia y utilidad de las fortalezas, pero este apartado versa sobre la relación entre el príncipe y el pueblo del cual es servidor, por ende, se extrajo las consideraciones maquiavelianas de los correspondientes capítulos que tratan este asunto en referencia a las fortalezas; y, para terminarlo y pasar al hueso del apartado: “Las fortalezas son útiles o no según los tiempos [y] teniendo en cuenta, pues, todas estas cosas, honraré al que construya fortalezas y al que no las construya; y censuraré a todo aquel que, fiándose de las fortalezas, desdeñe ser odiado por el pueblo.” (Maquiavelo, 2003, p. 153 - 154)

¿Cómo ha de ser un príncipe, entonces? Si de los hombres por lo general se puede decir que son ingratos, volubles, hipócritas, falsos, temerosos del peligro, et cetera, y el príncipe también es hombre, entonces, por lógica consecuencia, ha de tener un carácter acorde a la mayoría de las cualidades antes dichas, en tanto que es humano, pero más que todo, el príncipe ha de saber mentir, ha de saber danzar sensualmente frente a su nación y a las extranjeras cubriéndose y descubriéndose como considere preferente. El príncipe, para 22 23

Juvenal, sátira VIII. Virgilio, Eneida, L. I.

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el “infame” Machiavelli, ha de ser un gran animal tricéfalo, una triada compuesta por un humano, un león y una zorra, “es, pues, necesario ser zorra para conocer las trampas y león para atemorizar a los lobos”24. Argumenta a favor de su postura con una observación atractiva: “El hecho de tener por preceptor a un ser que es medio bestia y medio hombre, no quiere decir otra cosa que el príncipe necesita saber ser una y otra cosa; y que sin ambas naturalezas no podrá conservar su poder.” (Maquiavelo, 2003, p. 125)

Ha de saber ser, de todas las bestias, zorra y león, para combatir mediante la fuerza y sobrevivir en el hostil ambiente político, y debe saber ser hombre para combatir del modo propio de los hombres, pero que no siempre es suficiente, es decir, mediante las leyes. Puede lo anterior sonar crudo y desagradable, pero se debe recordar que el florentino es un hombre desapegado de toda consideración metafísica pura, incluso su concepto de “fortuna” depende en gran parte de lo actuado por los hombres, de su educación, de sus leyes, de sus costumbres, muy poco se podría pensar en Machiavelli algo desarraigado de las decisiones humanas. En este hombre la palabra “utopía” no tiene cabida, ni siquiera poéticamente, y tras de sus apreciaciones políticas, consejos

y

conclusiones generales existe el más puro y ferviente deseo de construir una nación fuerte, unida, virtuosa, presta a realizar hasta lo último a fin de mantener su integridad. No obstante lo anterior, no se ha de considerar la parte por el todo y anteponer a un estudio sobre Machiavelli su El Príncipe, que es un tratado hecho en vistas de ser aplicado en tiempos de crisis, como los que rodeaban su producción25. Mucho más cercano a su pensamiento, pero no contradiciendo El Príncipe26, se encuentra Discursos, texto en donde Machiavelli se muestra como un partidario de la democracia. Pero volvamos a Machiavelli y su realismo político:

24

Maquiavelo, 2003, XVIII, p. 124 Véase El Príncipe, XXVI (“Exhortación a liderar Italia y librarla de los bárbaros”) y Buckhardt, 1982. 26 Para una mejor comprensión de esta situación, véase Discursos, L. I, 2. 25

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Universidad Nacional Andrés Bello. Licenciatura en Filosofía. Historia de la Filosofía Moderna II. Ignacio A. Scheid A. Invierno, 2013. Santiago, Chile. “siendo mi intensión escribir algo útil para quien lo lea, me ha parecido más conveniente ir directamente a la verdad efectiva de la cosa que a la imaginación de la misma. Y muchos se han imaginado repúblicas y principados que nunca se han visto ni se ha sabido que existieran realmente; porque hay tanta distancia entre cómo se vive y como se debería vivir que quien deja de lado lo que se hace por lo que se debería hacer aprende antes su ruina que su preservación: porque un hombre que quiere hacer de bueno en todo, inevitablemente labrará su ruina entre tantos que no son buenos. De aquí que si un príncipe quiera mantenerse como tal es necesario que aprenda a poder ser no bueno y a usar o no usar esa capacidad según la necesidad.” (Maquiavelo, 2010, p. 79)

…aprender a poder no ser bueno…, como nuestro autor no es filósofo, no presenta una definición ni un intento de una según su sistema, él sólo recomienda cómo actuar, y el príncipe de turno ha de saber no ser bueno, eso no quiere decir “ser malo”, sino que “necesita tener un ánimo dispuesto a moverse según se lo exijan los vientos de la fortuna y las variaciones de las cosas y (…) no alejarse del bien, si puede, pero saber entrar en el mal si es necesario”27. Como dije anteriormente, trabajaré este apartado de forma un tanto diferente, comenzando con: a) La milicia28 “los principales fundamentos que pueden tener los Estados, tanto nuevos como viejos o mixtos, son buenas leyes y buenas armas”29

Para Machiavelli la posesión de un buen ejército, de buenas armas, de sabios generales y valientes guerreros es algo de vital importancia; 30. La existencia de una buena milicia contribuirá a mantener 27

Maquiavelo, 2010, p. 90. Véase El Príncipe, XII XIII, XIV y Del Arte de la Guerra. 29 Maquiavelo, 2003, XII. 30 Maquiavelo, El Príncipe, XIX. 28

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la seguridad de la nación impidiendo que ésta sea atacada por extranjeros, los cuales son uno de los dos miedos que ha de tener el príncipe31. Además sus aliados lo pueden ayudar a mantener bajo control esta situación, los cuales, si son más débiles, aceptarán ser sus aliados por miedo a ser atacados.

Con respecto al príncipe y su relación con la guerra, debe aquel ser el señor de ésta: “no debe un príncipe, pues, tener otro objetivo, ni otra preocupación, ni considerar cosa alguna como responsabilidad personal, excepto la guerra y su organización y reglamentación, porque este es un arte que compete exclusivamente a quien manda… cuando los príncipes han pensado más en los refinamientos que en las armas, han perdido su Estado” (Maquiavelo, 2003, p. 105)

Para ser un buen general y lograr ser respetado por sus soldados, el príncipe debe prepararse prodigiosamente, tanto física como mentalmente, debe ejercitarse en la equitación y el manejo de armas, debe conocer como la palma de su mano todo el terreno bajo su legislación, a fin de estar preparado para cualquier ataque por cualquier flanco, así se podrá anticipar y contraatacar rápidamente, podrá saber además la seguridad que otorga cada lugar, tanto de día como de noche; y, obviamente, el príncipe debe estudiar las vidas de grandes hombres, como Ciro, Alejandro, Escipon, Cesar, y practicar aquello que aprenda referido a las virtudes que ellos poseían, y conocer también sus vicios y sus victorias y derrotas.

Machiavelli, como ardiente partidario del nacionalismo, también es un gran defensor de la milicia y las armas nacionales en contra de las mercenarias32. Para él, el ejército debe estar compuesto sólo por hombres pertenecientes al dominio que, aunque no militares de profesión, si sean entrenados periódicamente.

31 32

El otro es el pueblo. Es el gran tema tratado en su Del Arte de la Guerra. Véase también los caps. XII, XIII de El Príncipe.

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b) La liberalidad y la parsimonia33. Machiavelli contrapone la liberalidad, o magnanimidad o generosidad, a la parsimonia, o moderación, y desarrolla los problemas referentes al despliegue de una u otra cualidad, qué ocurre si se insiste mucho en una u en la otra y cuando usar una u otra. Se ve en este capítulo lo complicado que ubicarse, a los ojos del pueblo, en un virtuoso justo medio, ya que, por un lado, si se es un tanto generoso, todo el que rodee al monarca deseará que lo sea con él y el monarca puede actuar condecentemente y perder mucho son darse cuenta hasta que sea demasiado tarde. Y, por el otro, si es un tanto tacaño, o muy mesurado, puede llegar a ser odiado si no realiza acciones que den cuenta del dinero que posee. Sería bueno ser tachado de liberal, pero la liberalidad no prescinde de los elementos de la suntuosidad, de manera que se consumirán rápidamente todos los recursos del dominio y, para mantener la fama de liberal, se tendrá que gravar fuertemente al pueblo y ponerse inquisitivo, haciendo todo lo posible para ganar dinero, lo cual le atraerá el odio popular al príncipe. Así, es imposible ejercer la liberalidad de forma manifiesta sin ser perjudicado por ella. No obstante lo anterior, resulta útil la liberalidad y es totalmente recomendable, cuando un privado se encuentra en vías de ser príncipe, ahí sí es necesario ser liberal. Otro caso similar es cuando un príncipe o un general se encuentra en un saqueo, aquí también puede ser liberal, ya que está gastando lo que no es de él, lo cual no le perjudica; además, de no ser liberal en este caso y no permitir que el ejército se adueñe de un botín, se arriesga a que él no le siga y se revele. Sólo perjudica ser liberal con lo propio, ya que “no hay nada que se consuma tanto a sí mismo como la liberalidad”. En lo concerniente a la parsimonia o al directo contrario de la liberalidad: la tacañería, resulta mucho más conveniente tener esta fama, la de tacaño, que la de liberal, ya que la tacañería genera un infamia sin odio y es mucho mejor al considerar las

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El Príncipe, XVI

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consecuencias de la liberalidad, la cual, mientras se ejerce se pierde la capacidad para ejercerla y uno se convierte o en pobre o en despreciable o, para huir de la pobreza, en alguien rapaz y odioso34. Y, siendo considerado tacaño, uno se abstiene de robar a sus súbditos, puede defenderse, no cae en la pobreza y el desprecio y no se ve forzado a convertirse en rapaz.35

c) La crueldad, el temor y el amor.36 Entre tener fama de compasivo y tener fama de cruel, es elegible la de compasivo. Pero la compasión ha de ser usada con cuidado, de tal manera que, por ejemplo, no vaya a ser que, por evitar ser tachado de cruel, se dañe a una comunidad entera. Pero como es muy difícil evitar ser tachado de cruel haciendo un correcto uso de la compasión, es mejor hacer un buen uso de la crueldad, de tal manera que unos cuantos castigos ejemplares a algunos particulares son mucho mejores que permitir los disturbios, la desunión y la anarquía que, junto con sus asesinatos y rapiñas, traen consigo la destrucción de la nación. Al final es mucho más compasivo quien ejerce la crueldad ejemplarmente que quien, por no ser cruel explícitamente, permite desordenes que pueden llegar a ser terribles. “No obstante debe ser [el príncipe] ponderado en el creer y en el actuar, no tener miedo de sí mismo y proceder moderadamente con prudencia y humanidad, para que la excesiva confianza no lo haga incauto y la excesiva desconfianza no lo haga intolerable” (Maquiavelo, 2010, p. 85)

La aplicación de la crueldad ha de ser, también, usada en vista de provocar temor en la comunidad, como se podría extraer de lo anterior, a fin de evitar estados caóticos posteriores, pero se debe ser cauto, ya que lo mejor es ser temido pero no odiado y lo

34

Maquiavelo, 2010, pp. 82 – 83. Maquiavelo, 2010, p. 82. 36 El Príncipe, XVII. 35

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mejor, si se combina la crueldad con los movimientos expuestos en las siguientes letras (d y e), es ser temido y amado; pero resulta mucho mejor ser temido: “resulta mucho más seguro ser temido que amado, cuando se tiene que prescindir de una de las dos, (…) [porque] los hombres tienen menos reparos en ofender a quien se hace amar que al que se hace temer; porque el amor está mantenido por un vínculo de obligación, que dada la malicia humana, se rompe por cualquier motivo de utilidad propia; mientras que el temor se mantiene por miedo al castigo, y ese nunca te abandona” (Maquiavelo, 2003, p. 120)

Cuando el príncipe o el general están con sus ejércitos y tienen bajo sus órdenes a multitud de soldados, entonces es diferente el grado de crueldad a utilizar, de tal manera que “es absolutamente necesario no preocuparse de que le llamen cruel, porque sin esa fama nunca se mantiene al ejército unido ni dispuesto para ninguna acción”37 Expone como ejemplo, Machiavelli, a Aníbal, el cartaginés, quien poseía una gran virtud como general, pero que, sin , su no había bastado para llevar a cabo las grandes hazañas que logró38.

d) Las apariencias39. Como dijimos anteriormente el príncipe ha de saber muy bien como danzar en la arena política, simulando y disimulando, a fin de cubrir sus planes y artimañas, “y los hombres son tan simples y obedecen tanto a la necesidad del momento que el que engaña encontrará siempre quien se deje engañar”40. Y aquello que más ha de intentar simular el

37

Maquiavelo, 2010, p. 87. Se podría contraponer la figura cruel, aunque virtuosa, de Aníbal, con la de Agatocles, virtuosa, pero cruel, y ver que en el papel de príncipe vale mucho más la virtud que la crueldad, llegando ésta a eclipsar todo destello de virtud. Cosa que no ocurre en el papel de general, en donde la crueldad es prioritaria y la virtud ha de estar, sino a un igual nivel, muy cerca de ella. 39 El Príncipe, XVIII. 40 Maquiavelo, 2010, p. 90. 38

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príncipe son

estas cinco cualidades: compasión, lealtad, humanidad, integridad,

religiosidad: “un príncipe debe tener gran cuidado de que jamás salga de su boca cosa alguna que no esté llena de las cinco cualidades ya mencionadas, y que cuando se le vea y se le oiga, parezca todo compasión, todo lealtad, todo integridad, todo humanidad, todo religión. Y no hay cosa más necesaria que deba aparentar poseer que esta última cualidad.” (Maquiavelo, 2010, p. 90)

Trae a colación Machiavelli a Alejandro VI y a Fernando el Católico (aunque a éste no lo nombra), para utilizarlos como ejemplos, ya que ambos resultaron muy exitoso en sus empresas y siempre se basaron en engaños, no faltándoles alguien a quien engañar, y predicando la paz y la lealtad, estando más alejados de ellas que cualquier otra persona; sin embargo, de no optar por este comportamiento, habrían perdido todo.

e) Lo que atrae el odio y lo que atrae prestigio41. A diferencia del Imperio Romano, a los príncipes del entonces de Machiavelli y a los actuales (presidentes) les es más necesario satisfacer al pueblo que satisfacer a los soldados. Los emperadores romanos debían luchar contra la ambición de los poderosos, la insolencia del pueblo y, además, la crueldad y avidez de los soldados: “Y eso era tan difícil, que ocasionó la ruina de muchos, ya que es casi imposible satisfacer a la vez a los soldados y al pueblo, pues el pueblo amaba la paz y por eso amaba a los príncipes moderados, mientras los soldados preferían un príncipe con espíritu militar, que fuese insolente, cruel y rapaz; y querían que ejercitara esas características contra el pueblo para poder duplicar su paga y poder desahogar su codicia y crueldad.” (Maquiavelo, 2003, p. 135)

41

Las acciones que hacen odiable a un príncipe y a las que lo hacen loable las nombra nuestro autor a lo largo y ancho del texto aquí trabajado (principalmente lo primero), pero de forma específica en los caps. XIX y XXI. También Discursos, L. III, 23.

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Justamente el ser insolente, cruel y rapaz son cosas odiadas por el pueblo, y algo que el príncipe debe evitar a toda costa es ser odiado por el pueblo, pero si no tiene esas características será depreciado por el ejército; aquí se hace más explícita la variedad de facetas que ha de tener un príncipe, ya que, además de elegir dos fieras: el león y la zorra, debe ser, a la vez, dos personas: príncipe y general, ya que los asuntos de la guerra son lo que le es más propio, como vimos arriba. El príncipe puede evitar gran cantidad de odio al no interferir rapazmente en la vida de sus súbditos, “porque los hombres olvidan antes la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio”42: “le hace odioso, sobre todo, como ya he dicho, el ser rapaz y usurpador de los bienes y da las mujeres de sus súbditos: de eso ha de guardarse; que siempre que no se les quita ni los bienes ni el honor, la mayoría de los hombres viven contentos.” (Maquiavelo, 2003, p. 131) A la acción de robar del patrimonio del pueblo, se le suma la de privarlo de ganancia,

cosa que, al final de cuentas, es igual. Luego vendría parecer soberbio y engreído, lo que resulta sumamente odioso, aunque de ello se derive ningún perjuicio43. Siguiendo a esto hay una serie de acciones no deseables de observar en un príncipe, por ejemplo: las que provocan ser considerado voluble, frívolo, afeminado, pusilánime, irresoluto44. Tener en cuenta todas estas consideraciones es algo muy importante, ha de evitar las acciones que le atraigan el odio , tomando en cuenta que, como hemos dicho, entre otras cosas de la misma laya, llevarse bien con el pueblo es uno de los deberes del príncipe y el amor del pueblo es la mejor defensa, “atraerse el odio sin obtener ningún provecho es una decisión absolutamente temeraria y poco prudente” (Maquiavelo, 2012, p. 389)

42

El Príncipe, 2010, p. 86. Discursos, L. III, p. 23. 44 El Príncipe, 2003, p. 131. 43

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Una de las razones por las cuales el poco leído autor es partidario de la democracia, es la libertad, para él la libertad es imprescindible para engrandecer el espíritu humano y el Estado, ya sea mediante las obras de arte, el trabajo intelectual o los negocios. Procederé a citar un párrafo que engloba un conjunto de acciones recomendables para que el príncipe sea amado. Cabe destacar que es una flor que se abre en la noche, ya que el libro posee en toda su extensión una gran cantidad de indicaciones de cómo evitar el odio, pero muy pocas líneas en comparación que hablen sobre cómo ser amado: “un príncipe debe mostrarse también amante de la virtud, acogiendo a los hombres virtuosos y honrando a los que sobresalen en algún arte. Además debe animar a sus ciudadanos para que puedan ejercer tranquilamente sus actividades., ya sea en el comercio, en la agricultura o en cualquier otra actividad de los hombres, y que nadie tema mejorar sus posesiones por miedo a que se las arrebaten ni abrir un negocio por miedo a los impuestos. Más bien, debe establecer premios para quien quiera hacer estas cosas y para quien piense en mejorar de alguna forma su ciudad o su Estado. Además de todo esto, debe entretener al pueblo en las épocas convenientes con fiestas y espectáculos. Y como cualquier ciudad está dividida en corporaciones o barrios, debe tener en cuenta estos colectivos, reunirse con ellos de vez en cuando y dar ejemplo de humanidad y munificencia45, pero manteniendo siempre asegurada la magnificencia de su dignidad.” (Maquiavelo, 2010, p. 112)

También, como es de suponer, expone Machiavelli las cualidades contrarias a aquellas dignas de desprecio antes indicadas: “[un príncipe debe] ingeniárselas para que en sus acciones se reconozca grandeza de ánimo, valor, seriedad, fortaleza. Y en lo que hace a los tejemanejes privados entre sus súbditos intentará que su sentencia sea irrevocable, ofreciendo tal opinión de sí que nadie piense en regañarlo ni en burlarlo. (…) El príncipe que da de sí esta imagen adquiere una gran reputación, y contra alguien tan reputado difícilmente se conjura; difícilmente se ataca al que se sabe que es excelente y respetado por los suyos46… Y sobre todo un príncipe debe ingeniárselas para que cada una de sus acciones le proporcione fama de gran hombre e 45 46

Generosidad extremada. Maquiavelo, 2010, p. 93.

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Universidad Nacional Andrés Bello. Licenciatura en Filosofía. Historia de la Filosofía Moderna II. Ignacio A. Scheid A. Invierno, 2013. Santiago, Chile. ingenio excelente. (…) También se estima a un príncipe cuando es un verdadero amigo y un verdadero enemigo, es decir, cuando sin ningún comedimiento se manifiesta a favor de alguien o en contra de algún otro.”47

Salta a la vista aquí, y considerando lo que hemos dicho en el resto del texto, lo que subyace en la base de las consideraciones éticas de Machiavelli, a saber, el miedo; ya sea si consideramos el actuar del pueblo hacia el monarca, en un sentido potencial, o si consideramos el actuar, a la vez, del monarca con el pueblo, en cuanto a lo que éste debe hacer. El miedo, en efecto, es lo que domina el actuar de los hombres, lo que los lleva a formar las ciudades y su administración 48. Es el miedo a los enemigos externos lo que lleva a los hombres a unirse en una comunidad y levantar sobre ellos a alguien a quien se le ha entregado gran poder, es al miedo lo más seguro a lo que el príncipe debe apelar para dominar y el miedo al pueblo lo que lo lleva a actuar a su favor.

4: LA CREACIÓN DE NUEVOS ESTADOS Y AVASALLAR LO EXTRAÑO “El mejor modo de engrandecer una república y conquistar un imperio es acrecentar el número de habitantes de la ciudad, rodearse de compañeros y no de súbditos, mandar colonias que defiendan los países conquistados, entregar el botín al tesoro público, dominar al enemigo con correrías y batallas, no con asedios, mantener al erario rico y a los particulares pobres y prestar mucha atención a los ejercicios militares”. (Maquiavelo, 2012, p.255)

Como indicación general ante cualquier movimiento de imposición de un principado por sobre otro podemos anotar: “Cuando un príncipe adquiere un Estado nuevo que como un miembro más se añade al que ya poseía, es necesario entonces desarmar aquel Estado, a excepción de quienes en el momento de la conquista fueron tus partidarios; e incluso a aquellos, con el tiempo y 47 48

Maquiavelo, 2010, p. 110. Véase Discursos, L. I, 1 y ss.

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Universidad Nacional Andrés Bello. Licenciatura en Filosofía. Historia de la Filosofía Moderna II. Ignacio A. Scheid A. Invierno, 2013. Santiago, Chile. aprovechando las ocasiones, hay que hacerles blandos y afeminados, y organizarse de tal manera que todas las armas de tu Estado se hallen únicamente en manos de tus soldados, que estaban ya de tu lado en el antiguo Estado”. (Maquiavelo, 2003, p. 150)

Ahora pasemos a desgranar. Como ya indicamos más arriba, existen diferentes tipos de dominios: las repúblicas y los principados, cada uno tiene sus ventajas y desventajas y se conquistan de manera diferente. En este apartado desarrollaremos las formas de conquistas correspondientes a cada uno según Machiavelli. Comencemos por los Estados hereditarios: “en los Estados hereditarios y acostumbrados al linaje de su príncipe hay menos dificultades para conservarlos que en el caso de los nuevos, porque basta con no relegar el orden establecido por sus antepasados y adaptarse a los acontecimientos imprevistos (…).” (Maquiavelo, 2010, p. 23)

Con respecto a estos tipos de Estados, el autor no expone abundante tinta, siendo lo anterior lo central. No así con los principados nuevos que son un nido de problemas, . Los problemas que surgen con los principados nuevos, o “mixtos” como los llama tanto en la cita como en el título del capítulo, se producen, primero, con aquellas personas que ayudaron al príncipe, 49. Aquellos que facilitan escaleras o entradas para que se introduzcan las huestes del futuro nuevo príncipe desean ser recompensados de alguna manera, esto lo puede o no lograr el futuro príncipe. Puede llegar a hacerlo, pero, más seguramente, no del modo como se habría imaginado quien prestó el favor político, lo cual podría incitar a moverse al lado de los enemigos del nuevo príncipe, grupo principalmente compuesto por aquellos a quienes el príncipe ofendió al llegar al poder. Hasta este punto el príncipe tiene problemas con un pequeño grupo de personas, grupo que puede ser cada vez mayor dependiendo de para cuantos su advenimiento al poder 49

Cf. Maquiavelo, 2012, L. II, cap. 1

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haya significado una afrenta. El grupo puede llegar a ser el pueblo mismo, lo cual es lo peor que le puede ocurrir a cualquier príncipe, ya que está en su papel agradarle al pueblo. El pueblo que ha sido adherido al principado puede ser o no serlo. Cuando es de la misma provincia, o por lo menos, de la misma lengua, las dificultades para mantenerlo no son muchas. Principalmente, aconseja Maquiavelli, se han de mantener las condiciones anteriores de vida, ya que ; y procurar , ya que, de quedar vivo algún bastardo del antiguo régimen, el pueblo, al creer que al cambiar de Señor mejorará su situación, puede verse tentado a revolucionarse y buscar algún vástago del anterior príncipe y darle el poder que podría haber recaído sobre él de no haber irrumpido el nuevo príncipe. Da como ejemplo de lo que se debe hacer el trato del reino de Francia con provincias ubicadas a su norte. Otra serie de problemas con los nuevos principados surge cuando éstos se encuentran en una provincia que no comparta ni las costumbres ni el idioma ni las instituciones del príncipe que la avasalla, [la cursiva es mía]. Este es uno de los tantos capítulos en que se hacen notar la capacidad estratégica de Machiavelli, su pericia, conocimiento de la práctica política y su erudición en sucesos históricos. ¿Cómo, entonces ha de llevar un príncipe nuevo el reinado de un principado nuevo en una provincia, tierra o territorio, que no comparte con él ni las costumbres, ni las instituciones ni siquiera el idioma? Ya se ha dicho que una buena idea es ir a establecerse a la nueva provincia, y esto por muy buenas razones: “Porque estando en la región, ves cómo nacen los desórdenes y raudamente les puedes dar solución, mientras que estando lejos los conoces cuando son grandes y ya no tienen remedio. Así, además, la provincia no es despojada por tus funcionarios y los súbditos están contentos porque puede acudir con facilidad al príncipe, con lo que tienen más razones para amarlo, si quieren ser buenos, y para temerlo, si quieren ser de otra manera; y los 31

Universidad Nacional Andrés Bello. Licenciatura en Filosofía. Historia de la Filosofía Moderna II. Ignacio A. Scheid A. Invierno, 2013. Santiago, Chile. extranjeros que quisieran asaltar este Estado tendrían que pensarlo muy bien. En fin, que si vive en el nuevo Estado, es muy difícil que pueda perderlo.” (Maquiavelo, 2003, p. 21)

De no ir personalmente el príncipe a establecerse en la nueva provincia, puede también recurrir a las colonias, acto muy bien considerado por Machiavelli. Lo que en cierto modo mediaría entre el Príncipe mismo y la construcción de colonias, es el establecimiento de grandes contingentes de caballería e infantería, de los cuales dice Machiavelli que son tan inútiles como útiles las colonias. Las colonias, en cambio, son como cadenas que unen al Príncipe con el nuevo territorio. Son de gran economía, tanto material como moralmente, ya que no producen tanto gasto como el mantenimiento de gente armada sin un establecimiento duradero que no puede producir su propio consumo, como sí lo puede hacer la colonia; no obstante, para eso requiere de terrenos, y estos terrenos entregados a las nuevas colonias serán producto de la expropiación a los antiguos habitantes. Ahora es cuando entra en consideración la economía moral de las colonias en comparación con la mera mantención de un ejército. Para Machiavelli las repercusiones sociales de la expropiación son, en este caso, algo que no debieran preocupar, ya que son muy pocas las personas, en comparación con el Reyno, que se llega a dañar expropiando, a saber, sólo los habitantes de los terrenos. Estas personas a las que se les ha quitado las tierras no se pueden vengar, así que es posible prescindir de ellas, ya que los hombres . Además, en este estado es imposible que logren hacer algo que ponga en riesgo la integridad del Príncipe, ya que se encuentran “pobres y dispersos”. Como efecto secundario de las expropiaciones ocurre que quienes quedaron con sus propiedades no desean infringir las leyes por miedo a sufrir el mismo traro, más aun, no deberían atacar al Estado ya que no fueron afectados por la expropiación. Muy por el contrario, con el constante desplazamiento de los ejércitos se ofende e incomoda a una gran cantidad de personas, lo cual pone en peligro el proyecto encarnado en la nueva conquista.

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Consideremos que la provincia adherida al principado triunfante se establecía bajo una constitución democrática. Para conservarlos50, de mejor manera se puede, además de trasladarse ahí a vivir o establecer colonias, dejarla vivir bajo sus leyes cobrando un tributo y crear una oligarquía representante del poder Estatal que mantenga el orden, o destruirla. Cualquiera sea la opción elegida, siempre, . No obstante todo el apoyo de los ciudadanos, dominar una ciudad-estado es una de las empresas más difíciles que un príncipe puede designarse, siendo el destruirla su mejor decisión, “pues, en verdad, no hay mejor forma de poseerlas que la ruina. Y quien se hace dueño de una ciudad acostumbrada a vivir libre, y no la destruye, que espere ser destruido por ella; porque en caso de rebelión, siempre hallará refugio en el nombre de la libertad y en sus antiguas instituciones, que no se olvidan nunca, ni por el paso del tiempo ni por los beneficios recibidos”. (Maquiavelo, 2010, pp. 37 - 38)

En el caso que se conquiste una ciudad-estado acostumbrada a vivir bajo un príncipe, la empresa resulta mucho más fácil, ya que sus ciudadanos son mucho más lentos en organizarse para elegir dirigentes y para levantarse en armas, puesto que no saben vivir libres. No así en el caso de conquistar una república, puesto que en ellas “hay más vida, más odio, más deseo de venganza; no las deja, ni puede dejarlas reposar el recuerdo de su antigua libertad” (Maquiavelo, 2010, p. 38). Una vez establecida y segura la conquista, estando la nueva provincia a disposición del Príncipe, éste debe trabar amistad con pueblos débiles a su alrededor: “Quien se encuentre en una provincia diferente, como ya he dicho, debe además convertirse en dirigente y defensor de los vecinos menos poderosos, ingeniárselas para debilitar a los poderosos y guardarse de que bajo ninguna circunstancia entre en ella un extranjero tan poderoso como él” (Maquiavelo, 2010, p. 28).

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Maquiavelo, El Príncipe, V.

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El trabar amistad con los pueblos vecinos es una de las maneras que tiene el Príncipe de hacer aliados, otra es que voluntariamente los vecinos más débiles se le acerquen, ya sea para pedirle protección o .

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Universidad Nacional Andrés Bello. Licenciatura en Filosofía. Historia de la Filosofía Moderna II. Ignacio A. Scheid A. Invierno, 2013. Santiago, Chile.

PALABRAS FINALES Me gustaría terminar exponiendo una última cita, dedicada originalmente, claro está, al príncipe, pero que también es algo que podemos ejercer en nuestro desenvolvimiento diario como zoon politikón que es el humano. Es una serie de indicaciones que apuntan a un desempeño virtuoso de diversas cualidades en base al perpetuo cambio de las cosas, de los tiempos y de las personas. Se le puede dar una lectura y otra, lo cual apoya la propuesta por un Machiavelli siempre contemporáneo y acomodable al vivir de los ciudadanos comunes, no sólo de los grandes políticos: “asegurarse contra los enemigos, ganar amigos, vencer o con la fuerza o con el fraude, hacerse amar y temer por los pueblos, hacerse seguir y reverenciar por los soldados, eliminar a quienes pueden o deben ofenderte, innovar el antiguo orden, ser severo y agradable, ser generoso y liberal, eliminar la milicia desleal, crear otra nueva, conservar la amistad de reyes y príncipes de manera que tengan que favorecerte con cortesía o atacarte con respeto.” (Maquiavelo, 2003, 56)

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Universidad Nacional Andrés Bello. Licenciatura en Filosofía. Historia de la Filosofía Moderna II. Ignacio A. Scheid A. Invierno, 2013. Santiago, Chile.

BIBLIOGRAFÍA Burckhardt, J (1982). La Cultura del Renacimiento en Italia. España: Edaf De Gandillac, M. (1997). Historia de la Filosofía: Filosofía del Renacimiento. 10ª edición. España: Siglo XXI. De la Cueva, R. (1996). La Idea de Estado. 5ª ed. México: UNAM/FCE. Gordon, G. (1946). Historia de los Filósofos Políticos. Argentina: Peuser. Kahler, E. (1998). Historia Universal del Hombre. 2ª ed. México: FCE. Lefort, C. (2010) Maquiavelo. Lecturas de lo político. España: Trotta. Maquiavelo, N. (2003). El Príncipe. Argentina: Libertador Maquiavelo, N. (2010). El Príncipe. Del Arte de la Guerra. Argentina: Aguilar. Maquiavelo, N. (2012). Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio. 5ª ed. España: Alianza. Nietzsche, F. (2002). El Crepúsculo de los Ídolos. 3ª ed. España: Alianza. Windelband, W. (1951). Historia de la Filosofía Moderna, Tomo 1. Argentina: Nova,

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