Soy Diáspora y #YoTampocoMeQuito

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Descripción

Decir #yonomequito asumiendo que irse es lo mismo que quitarse, y asumiendo que no quitarse es conformarse a lo que los que tienen el poder nos han espeta’o en la isla es contrario a la misma idea de lo que es ser Puertorriqueñx. Es culpar injusta y maldireccionadamente a más de 6 millones de Puertorriqueñxs que han tenido, han decidio, o se han visto forzadxs a emigrar a otros países. Puerto Rico es una nación de más de 8 millones de personas que están en todas partes del mundo. Como parte de esta diáspora entiendo que es tanto mi responsabilidad como mi deber luchar por la tierra a la que anhelo regresar y luchar por los derechos de todos los que están en la tierra en la que ahora mismo estoy parado. Esta es la razón por la cuál #YoTampocoMeQuito.

Con dos maletas Les escribo desde un lugar en el que mi persona adolescente nunca imaginó se encontraría. A los 12 años, cuando visité por primera vez los Estados Unidos en la ciudad de Nueva York (y creía que todo el país era como Manhattan) escribía:

“Es un país muy diverso con muchos edificios altos y mucho que hacer. Me gustaría seguir visitándolo pero no creo que jamás viviría en él ya que la vida aquí es muy fría, rápida y sin alma. La gente está muy enfocada en sólo ganar dinero y no hay tiempo para quererse. La realidad es que no hay lugar como Puerto Rico y no creo que jamás viviría en el imperio."

Ahora, a mis 28 años, les escribo desde ese imperio--desde el mismo en que declaré mi desdén, mi desprecio, y mi ultimatum a nunca vivir por esta tierra en la cual ya he sembrado raíces literal y figurativamente. Les escribo desde un lugar en el cuál he sufrido los abates de la diferencia, el sufrimiento de la nostalgia, y el

dolor de la distancia. Les escribo también desde ese lugar en el que he creado comunidad tanto con los que antes eran los despreciados “gringos” como con otras comunidades diaspóricas--en especial la comunidad Mexicana y la comunidad Negra. Cuando primero me fui de Puerto Rico a los Estados Unidos a mis 18 años, era con la intención de estudiar, conseguir mi grado en Sociología Ambiental, y regresarme a las luchas por el ambiente, los derechos laborales, la independencia y el socialismo, que tanto activaron mi adolescencia en la isla. Muchos protestaron mi partir, en especial mi papá quién creía que podía desarrollar mis conocimientos y mi profesión tanto como aportar a las luchas quedándome en la isla. No fue una decisión fácil, pero al final decidí irme con dos maletas y el siguiente mantra:

Ya mismo regreso a hacer el trabajo que tengo que hacer. Vivía con la idea que mi tiempo acá en la diáspora era tiempo “vacío” para desarrollar destrezas que luego se traducirían en trabajo concreto a favor de los proyectos en la isla que me importaban. No había porque involucrarse en estas tierras foráneas ya que aquí sólo estaba de paso e involucrarse sería una distracción a la meta final. Así pasé mis primeros años en el norte del estado de Wisconsin mientras atendía la universidad ambientalista Northland College y acumulaba mi propia deuda astronómica.

Nuevo mural en proceso en la Milla Boricua en Chicago enseñando a la diáspora construyendo la ciudad con sus maletas.

Pasaron los años y pasaron las luchas en la isla: la huelga de los maestros, Paseo Caribe, la huelga de la UPR. Veía desde la distancia y sufría viendo a mi papá dando frente al opresor sin importar su precaria salud, viendo a mis mejores amigos recibiendo macanazos y siendo arrestados. Y yo, acá, sentado. Mientras tanto, por acá también se daban luchas en contra de los gasoductos, en contra de la guerra, en contra de la opresión policiaca y la austeridad. Y yo, decía, esas no son mis luchas. Buscaba cómo justificar mi activismo. Escribiendo ensayos para profesores, escribiendo papers y haciendo mi tesis sobre Puerto Rico. Pero la realidad era que vivía en tanta contradicción conmigo mismo que me estancaba. Ya era mi tercer año de universidad. Estaba cerca de graduarme y tenía visibilizada una posible extensión en mi estadía. La crisis económica en EU tanto como en Puerto Rico estaban en un punto clave de desesperación y desesperanza,

estaban despidiendo a miles en la isla y tanto mis amigos como mi familia me decían que “la cosa está difícil”: talvéz un doctorado ayudaría en lo que se arreglan las cosas en Puerto Rico. Llego a mi cuarto año y ya tengo el pie afuera de la universidad, decido solicitar a la universidad en Milwaukee, WI, la ciudad más grande en el Estado para hacer una maestría allí en Sociología en lo que cambian las cosas talvéz. Mientras esto ocurre, la huelga en la UPR se activa a un punto que no se había visto en décadas. Mi corazón palpitaba por mi isla que ya sentía un poco más cerca de mí. Una noche de Octubre dormía inquietamente pues me habían llamado de la isla para decirme que la condición de mi papá había empeorado y se encontraba hospitalizado. A las 3 de la mañana timbró el teléfono. Al contestar era la voz de mi tío diciéndome lo que nadie en el exilio jamás quiere escuchar:

No estuviste allí fue lo que mi corazón tradujo de su mensaje. “No estuviste allí” fue lo que realmente escuché cuando me informó que mi padre había muerto. Esto también es parte de lo que significa ser diáspora: No estar estando al mismo tiempo. Mi padre era un luchador por la independencia y el socialismo en Puerto Rico que para mi es símbolo de lo que es ser un revolucionario inquebrantable e inquitable (sí, yo sé que eso no es una palabra). Inevitablemente entré en crisis como consecuencia de su muerte. Regresé a los Estados Unidos y me encerré en mi cuarto, saliendo sólo para asistir clases. No entré en el ciclo de abuso de las sustancias, pero si abusé de la nostalgia y la culpa. Entré en ese juego vicioso del qué pude hacer: ¿Y si hubiera estado allí, todavía estaría vivo? ¿Y si hubiera estado en la huelga, estaría orgulloso de mi como lo estuvo de mis amigo? Así fue por meses hasta que en las redes sociales empezaron a aparecer noticias de que algo inusual estaba pasando en el medio oriente. Aprendí cómo estrimiar a AlJazeera English en mi televisor y me pegué a la pantalla durante todo el proceso arduo, bello, desesperador,y esperanzador de esas luchas de pueblo. Veía

a través de esa pantalla cómo millones de personas se movilizaron no sólo en sus países si no a través del mundo para cambiar algo que parecía incambiable: poderíos que parecían eternos e inmutables. Cuando vi los fuegos artificiales triunfalmente explotar por encima de los cientos de miles en el Tahrir Square, lloré. Lloré porque en ese momento me di cuenta que hasta dentro de los espacios más aparentemente inmutables e inmovibles hay espacio para la esperanza. Lloré porque también vi que los que allí luchaban no eran sólo los patrios nacionales del Egipto, si no todxs aquellxs que querían construir un Egipto, un medio oriente verdaderamente liberado y autónomo--solidario. También aprendí del rol que jugó la diáspora Egipcia y las diásporas solidarias que dieron ayuda tecnológica y de otros recursos a los que estaban en el terruño para hacer la lucha triunfar. Fue entonces que caló de verdad lo que es el mensaje detrás de #YoTampocoMeQuito--la lucha se tiene que dar en cada esquina del mundo para que pueda triunfar. Ahora, dejo claro que #YoTampocoMeQuito es una idea y esfuerzo colectivo de las diásporas organizadas en Chicago bajo el grupo Chicago Boricua Resistance del que escribo como miembro organizador y activista.

Llevo 10 años en la diáspora. ¡Tengo Puerto Rico en mi corazón! #YoTampocoMeQuito --su servidor de este escrito

Por qué #YoTampocoMeQuito Si todavía tengo su atención, y no lxs perdí con mi historia, quiero explicarles por qué el Chicago Boricua Resistance está tirando la campaña #YoTampocoMeQuito en respuesta a #YoNoMeQuito. No vengo a hablar de cómo la campaña #yonomequito al mismo tiempo que nos excluye nos vilifica, pues creo que la compañera La Karla Figueroa lo explicó muy bien aquí: https://lacefaleablog.wordpress.com/.... Vengo a decir que #YoTampocoMeQuito es un llamado a la acción para todas las diásporas. Dentro de este momento crucial tanto en la historia de nuestra isla como en la historia de nuestro hemisferio y del mundo, decir #YoTampocoMeQuito es más que un llamado al reconocimiento. Es un llamado a la unidad y la lucha solidaria a través de todas las bases en las que nos encontramos.

En mi juventud tuve una fase de nacionalista en la cuál, de haber existido la campaña #yonomequito en aquél entonces, me hubiera sentido muy llamado a la misma. Me hubiese puesto mi guayabera y mi sombrero blanco y me hubiera tirado al concierto con mi bandera monoestrellada junto a la de Lares (sí, eso hubiera pasado. Yo no era un niño normal). Hubiera mirado mal a quién sea que estuviese hablando inglés al lado mío y lo más seguro hubiera dicho algo

xenofóbico, machista, y racista sin ninguna conciencia de haber hecho lo mismo. Este es el riesgo que se corre cuando se tiran campañas absolutistas que no permiten espacio para el pensamiento crítico y auto-crítico en favor de un sentir nacionalista. Ahora, les dejo con una pregunta a todxs mis conocidxs que se llaman nacionalistas (o actúan como tales)--lxs mismxs que defienden el Español como si fuera un idioma liberatorio y anti-imperialista (Really, pai? Gimme a break!); lxs mismxs que son rápidos para apuntar a las contradicciones de otros pero que no tienen la capacidad de mirar a su alrededor (o en un espejo) sin notar que su propia persona (el supuesto Taíno-Negro-español) tiene tanto al oprimido como al opresor en su ADN; lxs mismxs que (como yo en mi adolescencia) cantan cosas feas del resto del mundo y se creen que “no hay tierra mejor que Puerto Rico”; lxs que creen que la lucha sólo se puede dar dentro de la isla. A estxs aislacionistas, lxs que están prendíxs con la campaña #yonomequito que asumen que el que se fue se quitó, les pregunto: Piensen en sus ídolos patrios. En esas mujeres y hombres próceres que son tanto símbolo como pilar de la historia de nuestra nación de Borinquen... Empecemos con nuestros próceres del Grito. Segundo Ruiz Belvis y Ramon Emeterio Betances, quienes fundaron desde el exilio el comité revolucionario de Puerto Rico en la República Dominicana.

Aquí o allá, nunca me quité y no me quito. #YoTampocoMeQuito

¿Quién se atreve a decir que ellos, desde Venezuela, Francia, España, Chile, República Dominicana, Haiti, Cuba, Saint Thomas (y por ahí sigue la lista), se quitaron? ¿Quién se atreve a decir que Julia de Burgos se quitó cuando escribió desde Nueva York, o en Cuba; o cuando murió en las calles de El Barrio en Manhattan? ¿Quién de ustedes se atreve a decir que Albizu Campos se quitó--cuando cursó sus estudios en Vermont y luego en Harvard, o cuándo se voluntarizó a la infantería Estadounidense? ¿Quién dice que Luisa Capetillo se quitó cuando estaba organizando trabajadores en Tampa, Nueva York, Cuba y la República Dominicana? ¿Quién le reclama a Juan Atonio Corretjer su tiempo en Nueva York cuano apoyaba no sólo la causa de la independencia de Puerto Rico si no que también las causas de Nicaragua y Haití entre otros países? Y de toda esta lista de próceres o ídolos patrios, que han sido (en su mayoría) adoptados por los nacionalistas, que vivieron o están en la diáspora: Filiberto Ojeda Ríos, Oscar López Rivera, Lolita Lebrón, Lola Rodriguez de Tió, Rafael Cancel Miranda, María de las Mercedes Barbudo... O de los Puertorriqueños que llevaron Puerto Rico al mundo: Noel Estrada, Lolita Cuevas, Roberto Clemente, Mónica Puig, Rafel Hernández... (las lista de nombres sigue).

¿Quién se quitó?

Julia de Burgos tirando la verdad...

Puerto Rico/Borinquen/Borikén no es sólo una isla en el Caribe, es una nación mundial de personas que comparten una experiencia común y tienen un anhelo compartido por regresar a un mismo terruño que nunca ha dejado de ser suyo. Somos, y por mucho tiempo hemos sido, una nación en la diáspora. Igual que Irlanda, Palestina, y muchas otras naciones, tenemos una tierra que es nuestra pero no nos pertenece. Una tierra que, ha pesar de las incesantes y violentas ocupaciones, no ha cesado de ser punto de ensueño, de inspiración, y de acción para aquellos que nacieron allí y los que nacieron afuera.

I don't need nadie to tell me si soy Boricua!

Lxs Puertorriqueñxs, Boricuas, y Diaspo-Ricans tenemos el mismo derecho que cualquier otra nación, grupo, y comunidad de personas a la autodeterminación y la autonomía. Tenemos el derecho a vivir en paz, con justicia, y buena calidad de vida donde sea que estemos parados. Y tenemos el deber de luchar por estos derechos en todas partes del mundo. También tenemos la responsabilidad de luchar, en solidaridad, con cualquier grupo que igual que nosotros existe y ha existido bajo la opresión. Por eso, para mi, el decir #YoTampocoMeQuito es mi llamado a la lucha cuando esté en las calles por #BlackLivesMatter para poder vivir en paz sin temor a que la policía asesine a nuestrxs niñxs y jóvenes por su color de piel, por los derechos de lxs niñxs de Chicago a tener escuelas de calidad gratuitas, por los derechos de las personas LGBTTQIA, por los derechos de lxs Palestinos, por las naciones indígenas, por la defensa del ambiente, por el

derecho a la justicia reproductiva, y por cualquier causa que avance la meta final de liberación mundial con solidaridad.

Solidaridad con Puerto Rico

Puerto Rico es una isla, pero no puede sobrevivir aislada. Cuando hablamos de independencia y autodeterminación tenemos que estar clarxs que nuestra liberación esta intrínsicamente ligada a la liberación de las Antillas, de las Américas, de África y el resto del mundo. Los que decimos #YoTampocoMeQuito sabemos que al irnos de Puerto Rico nunca nos quitamos de luchar y nunca nos quitaremos.

¡Que la lucha sea más grande que la crisis! ¡Que sea internacional y sin cesar hasta lograr la completa liberación de la humanidad! Los que nos fuimos ya sabemos que no tenemos nada más que perder.

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