Sor Juana Inés de la Cruz y la política académica de la ideología de género

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Descripción

Sor Juana Inés de la Cruz y la política académica de la ideología de género. Alejandro Soriano Vallès

Recientemente apareció el nuevo libro de Stephanie Kirk, Sor Juana Inés de la

Cruz and the Gender Politics of Knowledge in Colonial Mexico ,1 que contiene una extensa e ideologizada crítica de mi biografía Sor Juana Inés de la Cruz. Doncella

del Verbo.2 En sus páginas, la autora da fe de estar al corriente de los hallazgos de Perú,3 de los hallazgos de Puebla,4 y del hallazgo del testamento de José de Lombeyda,5 que corroboran, según he probado extensamente,6 que la Décima Musa ni desafió a la Iglesia católica ni fue hostigada por ella. No obstante, Kirk, confrontada con el apabullante peso de la evidencia que la contradice, pero inconmovible en la ideología feminista y de género que la alienta, maniobra afanosamente a lo largo del texto con el designio de mantener viva la leyenda negra de Sor Juana.7 1

Nueva York, Routledge, 2016 (versión Kindle). Hermosillo, Editorial Garabatos, 2010. 3 Kirk, op. cit., cap. 1, n. 37. Cf. José Antonio Rodríguez Garrido, La Carta atenagórica de Sor Juana. Textos inéditos de una polémica. México, UNAM, 2004. 4 Kirk, op. cit., cap. 1, apartado 4. Cf. Rodrigo Vera, “Inéditos sobre Sor Juana reviven la polémica con Octavio Paz”. Proceso, núm. 1764, 22 de agosto de 2010 y, además de Soriano Vallès, op. cit., Apéndice 2, Alejandro Soriano Vallès, Sor Filotea y Sor Juana. Cartas del obispo de Puebla a Sor Juana Inés de la Cruz. Toluca, FOEM, 2015. 5 Kirk, op. cit., cap. 1, n. 41. Cf. Rodrigo Vera, “El enigma de la biblioteca de Sor Juana”. Proceso, núm. 1793, 13 de marzo de 2011 y Alejandro Soriano Vallès “Los libros de Sor Juana”. Vida conventual femenina (siglos XVI-XIX). Manuel Ramos Medina, compilador. México, Centro de Estudios de Historia de México Carso, 2013. 6 Cf., entre otras, mis obras arriba citadas. 7 Según la cual, en palabras de Gerard Flynn (Sor Juana Inés de la Cruz. Nueva York, Twayne Publishers, Inc., 1971, pp. 13-14), “the general image of Sor Juana presented by these books was that of a cunning woman who entered the convent in order to have a private study. She dissembled her thoughts and spoke with tongue in cheek because a clever intellectual such as she had to beware of the Inquisition and the Jesuits. She fooled both Church and State. She acted hypocritically, she disdained religion, she became a modern heretic. This series of books has created a new black legend, a leyenda negra sorjuanista, which like all enthralling legends must concern the critic. The picture of a rebellious Sor Juana is indeed a romantic one; it appeals to the imagination. But it does not square with reality, for Sor Juana has left a clear testament of her religious persuasion and loyalty to the Crown in the autobiographical Replay to Sor Filotea and in many plays and poems…” Cf. asimismo Alejandro Soriano Vallès, Doncella del Verbo, pp. 300-302 y 2

2 Parte principal de su proceder consiste en demeritar los documentos históricos mencionados. Para lograrlo, o se satisface con sólo indicar su existencia, o los examina de manera incompleta o, incluso, altera su número. Ejemplo de esta clase de estratagemas es la impugnación del documentado aserto de Doncella del Verbo según el cual en México una gran mayoría secundó a la poetisa, y quienes la fatigaron por el asunto de la Carta atenagórica fueron “escasos individuos de mediana categoría”.8 De acuerdo con Kirk, esta afirmación no pasa de ser un “blanket statement”.9 Paradójicamente, ella, sin analizar el

contenido de las fuentes en que me baso, se conforma con dar a sus lectores (y ello porque está obligada a cumplir con el requisito historiográfico ) únicamente las referencias de

las mismas.

Mediante esta

conveniente disimulación la

investigadora cree haber salido airosa del aprieto en que se encuentra, pero lo que repulsa como “blanket statement” son los positivos testimonios del Discurso apologético y de Pedro Muñoz de Castro, ofrecidos por Rodríguez Garrido a la opinión pública desde 2004.10 A través suyo sabemos que realmente la gran mayoría de los involucrados en la polémica de la Carta atenagórica11 apoyó a la poetisa; y a través suyo sabemos también que, además de tener de su lado a alguien del rango del obispo de Puebla, era, en efecto, “singular el cariño de la República” hacia ella.12 Es palmario que la crítica feminista norteamericana, al advertir la contundencia de las evidencias, prefiere soslayarlas. Esta usanza no es infrecuente en su libro. Un caso notable es el de las tres cartas (conocidas) que el mitrado angelopolitano dirigió a Sor Juana; cartas que Kirk reduce a dos (“in both of the letters Fernández de Santa Cruz wrote to her”13 y “two missives”).14 Semejante sustracción obedece a que la intérprete, pese a tener las pruebas

históricas en contra, se obstina en que el prelado, como una de las “autoridades Alejandro Soriano Vallès, “Sor Juana y sus libros”, Relatos e historias en México. Núm. 40, diciembre de 2011, pp. 57-63. 8 Soriano Vallès, Doncella del Verbo, p. 298. 9 Kirk, op. cit., cap. 1, n. 37. 10 Cf. Rodríguez Garrido, op. cit. 11 Soriano Vallès, Doncella del Verbo, pp. 273-313. 12 Rodríguez Garrido, op. cit., p. 132. Y Soriano Vallès, Doncella del Verbo, p. 299. 13 Kirk, op. cit., cap. 1, apartado 4; la cursiva es mía. 14 Ibid.; la cursiva es mía.

3 eclesiásticas” que —según su dictado— la habrían perseguido, mantuvo con la religiosa una relación cuya “meta era silenciarla” (“to carry out his goal of silencing her”).15 Dado que las cartas descubiertas en la Biblioteca Palafoxiana16 acaban de echar por tierra tan decaída suposición, Kirk tiene cuidado de circunscribir sus citas a una sola de ellas, y esto sesgadamente. De tal suerte, cree haber salido del apuro cuando, sin presentar el estudio

del total de la Carta de Puebla, se circunscribe a unos pocos renglones, comentándolos de modo parcial y en consonancia con la falsa visión de la vida de Juana Inés que, tutelada por la ideología de género, se empeña en exponer. Al escamotear así la integridad del contenido de la carta (el cual glosa truncadamente y a conveniencia, sin ofrecer las citas correspondientes), la exégeta feminista se aventura a asegurar que, aunque para mí el obispo anima a la monja a abarcar (“embrace”) el estudio de la teología, “he offers no plan of study, recommends no texts, calls upon her to produce no writings”.17 Más allá de cuestionar ahora si ésta debería haber sido la función de Fernández de Santa Cruz, lo cierto es que la

lectura completa de la Carta de Puebla revela que —no para mí, sino para cualquiera que la lea enteramente y sin banderías— el prelado en verdad alienta a la Fénix a dedicarse a la teología. Aunque Kirk asevere lo contrario, es fácil comprobar en el mismo libro que ella critica cómo el obispo —son sus palabras— le “aconsej[a] que estudie prácticamente dos horas al día en la mística teología”.18 Topamos, entonces, con algunas de las razones que llevaron a nuestra experta en “gender studies” a brindar un examen incompleto de los documentos. Es, justamente, en la Carta de San Miguel (cuya existencia Stephanie Kirk oculta a sus lectores) donde Fernández de Santa Cruz le dice a Sor Juana: Ya es tiempo de que V. md. dé maduros y sazonados frutos; y pues está en estado de poder enseñar, no dé pasos ociosos al aprender. Cíñase con constancia a un asumpto, donde mezcle V. md. algo afectivo de la voluntad y a que pueda reducir las más especiosas noticias de cuanto ha leído. El que a mí se me ofrece es 15

Ibid., cap. 4, apartado 9. Cf., passim, Soriano Vallès, Sor Filotea y Sor Juana… 17 Kirk., op. cit., cap. 1, apartado 4. 18 Soriano Vallès, Doncella del Verbo, p. 475; cf. también Soriano Vallès, Sor Filotea y Sor Juana…, 16

p. 109.

4 amparo y desamparo de Dios en Saúl, en que puede V. md. explayarse en documentos políticos, morales y místicos…19

Como se ve, es ostensible el fingimiento de Kirk tocante a que a la jerónima el mitrado “ni le ofreció plan de estudio, ni le recomendó textos, ni la invitó a componer escritos”. No es difícil, luego, concluir que —opuestamente a lo que la comentarista estadounidense pretende— el obispo sí anhelaba promover públicamente las capacidades de la monja. Ello es indudable cuando descubrimos en la Carta de

Puebla uno de los motivos que lo llevaron a imprimir la Carta atenagórica (motivo del que, por cierto, Kirk no se da por enterada): Debo poner en la noticia de V. md. que uno de los principales motivos que hubo el que la sacó a luz [él mismo] fue desear manifestar a la Europa, a donde han ido algunas copias, que la América no sólo es rica de minas de plata y oro, sino mucho más de aventajados ingenios…20

Como tan concluyentes demostraciones de admiración y orgullo desacreditan la pretensión feminista de que las “autoridades eclesiásticas” se confabularon contra la Décima Musa, Stephanie Kirk, además de ocultarlas, debe recurrir al subterfugio de desempolvar el apócrifo “proceso” con que, según Elías Trabulse, el arzobispo de México la habría “juzgado” en “secreto”. Aparentemente, la intérprete feminista no sabía en 2016 que la legitimidad de este “proceso secreto” fue seriamente cuestionada 18 años antes, en 1998,21 de forma que hoy aún aguarda justificación.22 No obstante, la representante de los “gender studies” lo califica de “recent [!] historical investigations”,23 y se atreve a

19

Cf. Soriano Vallès, Doncella del Verbo, p. 484. Ibid., pp. 469-470. 21 Cf., passim, Antonio Alatorre y Martha Lilia Tenorio, Serafina y Sor Juana. México, El Colegio de México, 1998. 22 Cf. Alejandro Soriano Vallès, La hora más bella de Sor Juana (México, Conaculta/ Instituto Queretano de la Cultura y las Artes, 2008, p. 192, n. 8), donde aclaro cómo en noviembre de 2007 habían pasado doce años desde que en 1995 Trabulse diera a conocer, sin jamás probarla, la “existencia” del mentado “proceso secreto”. Evitando poner a sus lectores al tanto de estos datos, Kirk (op. cit., cap. 1, apartado 5) me reclama haber “vehemently disputed the version of events of Trabulse…” 23 Kirk, op. cit., cap. 1, apartado 4. 20

5 fundar en él (sin ser capaz —obviamente, dada su irrealidad— de citar siquiera una línea del que llama “Trabulse’s documenting [!] of the secret episcopal trial”)24 la declaración, categóricamente sostenida a lo largo de su obra, de que las “ecclesiastical authorities” confiscaron la biblioteca sorjuanina. Contrariamente y cual era de esperar, la especialista en feminismo desdeña las evidencias históricas que impugnan esta indemostrable aserción. Así, sobre el testamento de José de Lombeyda, que certifica que, como dijeron sus biógrafos

primigenios, la madre Juana vendió sus libros voluntariamente,25 Kirk, sin citar una sola de sus palabras ni informar su ubicación bibliográfica, se ciñe a glosarlo para, evadiendo su estudio a través del uso infundado de adverbios como “apparently” (aparentemente) y “seemingly” (supuestamente), poner en duda que tenga carácter probatorio.26 Al notar, por fin, la gran fragilidad de las objeciones que opone a mi trabajo, la hermeneuta cree hallar cierto sustento27 en determinada interpretación de las cláusulas concernientes al espolio del arzobispo de México; interpretación que (Kirk, tan atareada en rebatirme, debería saberlo) yo refuté en 2008.28 Desde el inicio de su obra29 la exégeta —dando por hecho que yo estoy obligado a someterme a los mandatos de lo “políticamente correcto” impuestos por la tiránica izquierda relativista globalizada a que ella pertenece— me reprocha haber “excedido la cortesía del discurso académico” (“surpassed the politeness of academic discourse”). Es curioso que diga esto quien, al resistirse a aceptar las

pruebas históricas y manipular los datos para “tener razón” a como dé lugar, entrega a sus lectores sólo informes ad hoc. Tal proceder —que no es ni muy cortés ni muy académico— se ve engalanado con un poco de contumelia cuando Kirk, menospreciando la férrea estructura argumentativa y documental de mi biografía de la Décima Musa, asegura simplistamente que el autor “suena muy parecido a un hagiógrafo del siglo XVII” (“sounding very much like a seventeenth-

24 25

Ibid., cap. 1, apartado 5.

Cf. Soriano Vallès, “Sor Juana y sus libros”… Kirk, op. cit., cap. 1, apartado 5. 27 Ibid. 28 Cf. Soriano Vallès, La hora más bella…, pp. 173-188. 29 Kirk, op. cit., “Introduction”, n. 4. 26

6 century hagiographist”);30 lo que, dentro de la terminología de los “gender studies” sorjuanistas, no constituye precisamente un elogio. Como al fin y al cabo el objetivo del libro de Stephanie Kirk no es descubrir la verdad sobre la vida y el pensamiento de Juana Inés sino imponer la visión ideologizada de la narrativa feminista y de los “gender studies” prevalente en las universidades de su país (para la cual la fe de la Iglesia que profesaba la monja ha sido siempre un gran inconveniente), parece que, verbigracia, sí está dentro de la “politeness” del “academic discourse” hablar sin empacho de la “limitante y limitada filosofía ortodoxa católica” (“limiting and limited orthodox Catholic philosophy”)31 y motejar de “abyectos” los ejercicios de la ascética cristiana (“abject activities of asceticism”).32 Palmariamente, la ideología que Kirk representa ha abusado del empleo de lo que en ella se denomina “retórica” (i. e., afirmar lo contrario de lo que la letra del texto dice). Como ésta es una técnica muy cómoda para exprimir a los papeles cualquier significación preestablecida, la intérprete norteamericana puede, desde su desenfrenado equivocismo, acusarme tranquilamente de hacer una lectura “literal” de los mismos.33 Empero, la propiedad hermenéutica obliga al estudioso a dejarse guiar por lo que la letra de los textos dice,34 sin determinar anticipadamente (a la manera de Stephanie Kirk y sus consocios de la anticristiana ideología de género) el contenido de la elucidación. Kirk se incomoda porque —según su expresión— yo “desprecio” (“disdain”) “décadas de valiosas aportaciones académicas” anteriores a mí (“decades of valuable scholarship that have come before him”);35 las que, entre otros asuntos, habrían hecho avanzar el entendimiento de “la relación del género con el poder en la Iglesia católica” (“the relationship between gender and power in the Catholic Church”).36 En tanto éste es el tema de su libro, es patente que la investigadora estadounidense no se refiere a todos los estudios de las décadas pasadas (por 30

Ibid., cap. 1, apartado 5. Ibid., “Postscript”. 32 Ibid., cap. 5, apartado 12. 33 Ibid., cap. 1, apartado 5. 34 Cf. Soriano Vallès, La hora más bella…, pp. 19-42. 35 Kirk, op. cit., cap. 1, n. 17. 36 Ibid. 31

7 ejemplo, no se refiere a los católicos, a los que ella desprecia cuando no incluye

los estudios de la relación de Sor Juana con la Iglesia de críticos como Alfonso Méndez Plancarte —a quien, cuando por otro asunto llega a mencionar, a diferencia de lo que hace con sus partidarios anticlericales, libres de epítetos en el

texto, Kirk clasifica como “conservative Catholic Sor Juana scholar”),37 sino exclusivamente a los que comparten su doctrina. Ahora bien, si, más allá de tan indebida generalización, consideramos que — para seguir con la muestra anterior—, luego de 6 años de haberse hecho públicos los trascendentales hallazgos de Puebla, los cofrades de Kirk no han tenido a bien, no digamos examinarlos a fondo e intentar añadirlos de forma íntegra a sus “valiosas” (“valuable”) pesquisas, pero (excepto ella, aunque de modo parcial) ni siquiera han apetecido reconocer su existencia, se entenderá por qué la comentarista no está en posición de reconvenirme. Efectivamente, la descripción que da en su obra de “la relación del género con el poder en la Iglesia católica” con respecto a Sor Juana, queda cabalmente desmentida al leer (completos y sin exclusión) los documentos de la Biblioteca Palafoxiana. Al revés de lo que el libro de Kirk y la mayoría de los análisis feministas y de “gender studies” han propuesto durante décadas, las “autoridades eclesiásticas” no sólo no hostigaron a la poetisa, sino la impulsaron a destacar. Relacionado con ello, Stephanie Kirk recusa la fe religiosa que con su

existencia y con sus escritos la monja jerónima tan repetida y tan enfáticamente proclamó. Como la crítica norteamericana no desea verla, para los fines de su ideologizada disertación sencillamente no existió. Por eso, carece de sustento la imputación tocante a que yo me sirvo de las obras de la poetisa únicamente para “realzar” (“enhance”) mi “visión particular de México como el más ortodoxo de los países católicos” (“whose works serve only to enhance his own particular vision of Mexico as the most orthodox of Catholic countries”).38 Detrás de la innegable “politeness” de este “academic discourse” (donde, arbitrariamente, se me acusa de utilizar a la Fénix para mi personal beneficio), además del dogma feminista y de los “gender studies” —sostenido tozudamente 37 38

Ibid., cap. 1, apartado 4. Ibid., cap. 1, n. 17; la cursiva es mía.

8 contra todas las evidencias en el libro de Kirk— de que la Iglesia persiguió a la Décima Musa por ser —desde una espuria irreligiosidad— una “adelantada” de dichas doctrinas, está la estigmatización de México en su calidad de ( pésimo, para colmo de males) país católico. Tan siniestro dictamen, entonces, es complemento del que —a semejanza del de Kirk— a lo largo de las décadas se ha negado a reconocer la profunda fe católica de Sor Juana Inés de la Cruz (la cual, por mor de la verdad, exhibí al detalle en las páginas de Doncella del Verbo). La meta, pues, de Stephanie Kirk y de otros exégetas de su signo ha sido, durante décadas, despojar a la poetisa mexicana de sus más íntimas creencias para, así, en el falseado marco de una lastimosa nación bajo el influjo de la “limitante y limitada filosofía ortodoxa católica” y de un impío “enfrentamiento” con ella, estar en condiciones de contarla con mayor facilidad entre los partidarios

avant la lettre de la colonización ideológica que proviene del Aquilón.39

39

De hecho, el libro de Stephanie Kirk, lejos de ser un exposición histórica con todas las de la ley, se inscribe, como muchas de las que ahí se citan, en la corriente del “presentismo”, que cual bien explica Darío Fernández-Morera (The Myth of the Andalusian Paradise. Wilmington, ISI Books, 2016), es “an academically sponsored effort to narrate the past in terms of the present and thereby reinterpret it to serve contemporary «multicultural», «diversity», and «peace» studies, which necessitate rejecting as retrograde, chauvinistic, or, worse, «conservative» any view of the past that may conflict with the progressive agenda”.

9

Bibliografía

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