Sonia Lira: «Heidegger sin sospechas». Reportaje y Entrevista a Jorge Acevedo Guerra
Descripción
Sonia Lira
Revista Qué Pasa Nº 1500 Santiago de Chile, Lunes 10 al 17 de enero de 2000
Heidegger sin sospechas Un nuevo libro profundiza en los aspectos centrales del pensamiento del filósofo alemán, aunque su autor —el académico chileno Jorge Acevedo— prefirió omitir antecedentes que aclaran su actitud frente al nazismo. Reivindicando las meditaciones sobre el ser y la existencia aparece nuevamente Jorge Acevedo diluyendo la niebla heideggeriana en un escrito para todos los mortales. -‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐-‐ Más Información Personas * MARTIN HEIDEGGER Organizaciones * UNIVERSIDAD DE FRIBURGO Temas * FILOSOFIA * TECNICA * PENSAMIENTO * ONTOLOGIA
Si hay un pensamiento para el siglo XXI es el de Martin Heidegger. Así opina el profesor Jorge Acevedo, autor de un nuevo libro sobre el filósofo alemán. "Precisamente, Heidegger se hace cargo de los grandes problemas de la modernidad, que son los problemas que durante el 2000 habría que tratar, entre comillas, de «superar»", agrega el director del Departamento de Filosofía de la Universidad de Chile. Heidegger y la época técnica (Editorial Universitaria, 1999) es uno de los tantos títulos que intelectuales chilenos han dedicado al autor de Ser y tiempo (1927), obra capital de la filosofía contemporánea. El pensador germano — responsable de la última mirada global sobre el hombre— provoca una enigmática atracción entre sus pares en Chile. 1
Algunos ejemplos: la segunda traducción de Ser y tiempo al español es obra del profesor viñamarino Jorge Eduardo Rivera, quien en 1997 quiso dar una opción de lectura, más simple y fluida, que la realizada por el español José Gaos en 1951. En 1987, otro chileno, Víctor Farías, lanzó Heidegger y el nazismo, con una gran repercusión internacional, ya que proponía que la vinculación del ex rector de la Universidad de Friburgo con la ideología nacional socialista era algo más que un simple desliz. Por último —sin contar textos ya clásicos en las aulas universitarias, como Filosofía, Ciencia y Técnica, traducción de Francisco Soler editada por Acevedo—, el año pasado Carla Cordua publicó Filosofía a destiempo. Se trata de un conjunto de ensayos donde la profesora hace notar que en la vida y en la obra de Heidegger existe una cierta discontinuidad que explicaría su adhesión y posterior alejamiento del nazismo. Entre las líneas escritas con cierta sospecha sobre la faceta más controvertida del pensador, las opiniones de Acevedo parecen más serenas. A diferencia de sus colegas, el académico no observa aspectos zigzagueantes en la vida y obra del filósofo y descarta en sus escritos todo atisbo de algo parecido a lo que podría entenderse como nazismo. "Hay personas que han adoptado una especie de actitud policíaca, inquisitorial frente a Heidegger, de policía secreta". En dos ocasiones, ha preferido dejar afuera de sus libros los antecedentes que maneja sobre este incómodo asunto. "Su exclusión fue una opción personal. Simplemente considero que ciertas polémicas son infecundas, que no llevan a ninguna parte", explica. En Heidegger y la época técnica, el autor prefirió profundizar su reflexión sobre la técnica moderna —esencia del pensamiento heideggeriano— en siete capítulos que abordan su relación con el arte, la educación, los medios de comunicación social, la naturaleza, la siquiatría y Dios (ver recuadro). Al margen de este libro, quedó un capítulo completo con datos que esclarecen de manera más sutil la actitud de Heidegger frente al régimen totalitario. El texto fue finalmente publicado por la Revista de Ciencias Sociales de la Universidad de Valparaíso y leído en un mesa redonda que contó con la participación del propio Farías.
2
Para nadie es un misterio que el filósofo alemán asumió la rectoría de la Universidad de Friburgo en 1933 y que para ello fue necesario que coqueteara con el partido de Hitler, como por lo demás hizo gran parte de la Alemania de entonces. Quienes se han dedicado a demostrar los vínculos del pensador con el nazismo afirman que fue un grupo de profesores adictos al régimen el que lo postuló al cargo, asunto que Acevedo desmiente: "No es así, prueba de ello es que fue elegido rector por unanimidad menos un voto. Naturalmente, no podemos pensar que todos ni la gran mayoría de los profesores de la Universidad de Friburgo eran nacionalsocialistas". El académico de la Universidad de Chile también cuestiona a quienes esperaron del autor de Ser y tiempo una actitud premonitoria sobre las consecuencias que traería el nazismo para Alemania y el mundo. "Así como no hay derecho, creo, a exigir clarividencia respecto de la marcha de la historia, tampoco hay derecho a exigir comportamientos heroicos". Por lo demás, el profesor agrega que bajo regímenes autoritarios el miedo puede llegar a ser algo "serio". Y luego aventura una hipótesis que explicaría por qué el filósofo nunca renunció al partido: teniendo un hijo combatiendo en el frente ruso había que pensarlo dos veces antes de atreverse a renunciar a la colectividad, gesto que perfectamente podría haberle costado la vida al joven soldado. Según Acevedo, Heidegger se dio rápidamente cuenta de su error: en febrero de 1934, antes de completar dos años como rector, renunció tras negarse a reemplazar a los decanos de Derecho y Medicina por facultativos adictos al régimen. Además, había prohibido las quemas de libros que planificaban llevar a cabo la Asociación Estudiantil y la Juventud Hitleriana. Otro tema —quizás el más espinudo y el de más difícil resolución— se relaciona con uno que otro elemento positivo que el filósofo alemán vio en un comienzo en el nacionalsocialismo. ¿Cuál? "Que en este movimiento se daría la unión entre lo que Heidegger llama la esencia de la técnica y el hombre contemporáneo", explica Acevedo. En todo caso, ello no establece una relación directa entre su pensamiento y el que sustentó al régimen de Hitler: sólo se trataría del diagnóstico de una enfermedad. Un diagnóstico con el que los nazis, obviamente, no estuvieron de acuerdo. Por último, Acevedo contrasta lo tosco y poco elaborado de la ideología de Rosenberg —uno de los cerebros del nazismo— con la profunda reflexión heideggeriana, desestimando cualquier vinculación de su pensamiento con los horrendos hechos históricos que el nazismo provocó: "Sería una desmedida exageración que asigna a la filosofía un poder casi instantáneo que jamás ha poseído". 3
«El filósofo está teniendo la razón» -‐ ¿Cree que se ha intentado boicotear el legado de Heidegger al acusarlo de complicidad con el nazismo?. -‐ Sin duda. Creo que hay personas con intereses, ya sea teóricos o políticos, a quienes no les conviene que su obra sea acogida sin trabas. -‐ ¿A quiénes no les podría convenir y por qué?. -‐ A las personas que están muy comprometidas con lo que se llama el mundo moderno, el mundo de la producción. Les resulta incómodo que un pensador haga hincapié en los límites del desarrollo, del progreso, que junto con un anverso muy atractivo tiene un reverso muy oscuro. Hay también pequeñas envidias, personas que han adherido a diversas posturas filosóficas, zigzagueando de una manera vergonzosa. -‐ ¿Por qué se afirma que Heidegger es quien entrega la última mirada global del hombre desde la filosofía?. -‐ Precisamente, en Heidegger y la época técnica trato de demostrar que el filósofo hace una especie de diagnóstico de la época contemporánea, específicamente de nuestro siglo, de lo que está ocurriendo y de lo que puede ocurrir. Ahora, yo no lo llamo exactamente un diagnóstico, porque uno podría pensar que después va a venir un pronóstico y finalmente una eficaz terapia. Heidegger no pretende tanto. En verdad, él es mucho más modesto y humilde. -‐ ¿En qué consiste este diagnóstico?. -‐ Da cuenta de los rasgos más radicales, más profundos, de la época técnica que es nuestra época: por ejemplo, la globalización. -‐ ¿Cómo llegó la técnica a transformarse en el aspecto más significativo del hombre moderno? -‐ Aquí hay algo un poco misterioso, pero podríamos decir que el pensamiento de Occidente se despliega como una especie de voluntad de poder total que trata de dominarlo todo. Esto es lo mismo que Heidegger llama esencia de la técnica o "imposición", en el sentido de que escapa al mero control de los hombres. -‐ ¿Que estemos en la época técnica significa que el hombre tocó fondo?. -‐ Lo técnico no hay que entenderlo como algo negativo, sino como algo equívoco, algo ambiguo. Tiene su indudable positividad que, por lo demás, los progresistas aplauden a cada momento. Pero también tiene lados oscuros, por ejemplo, la polución del ambiente. En el libro aparece un capítulo dedicado al siquiatra alemán Hubertus Tellenbach, donde manifiesto que la depresión estaría relacionada con las manifestaciones de la época técnica: la televisión, internet, el carácter competitivo, la urgencia por ser superior a los demás, el hombre convertido en una mercancía. 4
-‐ Heidegger habla de una nueva dimensión del ser humano: la Cuaternidad, que parece un concepto algo esotérico. -‐ Aparentemente es esotérico: esta reunión del cielo, de la tierra, los mortales y lo divino. No se trata de que volvamos todos a ser campesinos y dejemos de lado las máquinas y los tractores, sino de una actitud más respetuosa frente a la tierra, a los otros hombres y a nosotros mismos. -‐ ¿Qué falta para que esta dimensión humana se exprese?. -‐ Tal vez haya que recordar esa frase de Heidegger: "Ya sólo un Dios puede salvarnos". Quizás, una instancia suprahumana que actúe de una manera misteriosa y provoque una transformación. Esto no les gusta a los humanistas, quienes consideran que el hombre es el centro de todo y que si el mundo no va mejor es, simplemente, porque el hombre no quiere. Pero resulta que Heidegger está teniendo la razón. -‐ ¿Qué sucede con la política en la era de la técnica?. -‐ La política se aviene muy bien con todo esto. La política es, en el fondo, maquiavelismo y el maquiavelismo también es una forma de la modernidad, de la voluntad de poder. El Estado moderno es una forma de la técnica, un Estado que ha llegado a tener un poder absolutamente inédito. Antiguamente, era imposible aniquilar a la gente como, por ejemplo, ocurrió hace poco en Belgrado. -‐ ¿Como se pueden leer, desde Heidegger, estas últimas elecciones, después de las cuales se asegura que emergió un "nuevo Chile"?. -‐ Después de estas elecciones, lo único que va a existir son dos modalidades del mundo técnico. No existirá ningún cambio decisivo. Por lo demás, no podemos culpar ni a los candidatos ni a los partidos: nadie puede proponer algo decisivamente distinto. -‐ ¿Qué sucedió con los candidatos alternativos?. -‐ Todos esos planteamientos son, lamentablemente, poco serios. Se basan en la ensoñación. Ellos saben perfectamente que sus proyectos históricos son inviables. No hay salida frente a algo que escapa a la mera voluntad humana. -‐ En su obra, Heidegger entrega algunos "consejos" para sobrevivir dentro del mundo técnico... -‐ Sí, lo que en castellano se ha traducido como "serenidad" y en inglés como "desasimiento". Tenemos múltiples aparatos técnicos, como Internet, la televisión, pero debemos mantener la suficiente distancia para que no nos devasten en nuestra esencia. Carla Cordua trabaja muy finamente esta idea que, en mi opinión, va a ser un principio ético fundamental dentro de este mundo técnico: sentir los ritmos de la naturaleza: el calor del verano, el frío del invierno, las horas a lo largo del día. Además, Heidegger piensa que los modos de pensamiento válidos no son sólo los de la ciencia física o los de la economía, sino que también está la poesía, la filosofía, el arte en general. Todo eso hay que asumirlo con mucha seriedad. 5
Lihat lebih banyak...
Comentarios