¿Son lenguas, las lenguas de signos? (2016)

May 25, 2017 | Autor: Maria Josep Jarque | Categoría: Sign Languages, Linguistics, Deaf Education
Share Embed


Descripción

Jarque, M.J. 2016.¿Son lenguas, las lenguas de signos? A Horno, M. C., Ibarretxe, I., & Mendívil, J., L. (eds.) Panorama actual de la ciencia del lenguaje. Primer sexenio de Zaragoza Lingüística (pp. 61-84). Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza (PUZ).

¿SON LENGUAS, LAS LENGUAS DE SIGNOS?

MARIA JOSEP JARQUE1 (Universidad de Barcelona) 1. Introducción: prejuicios lingüísticos Una de las sorpresas más comunes que expresan las personas cuando explico que me dedico profesionalmente a describir y contrastar las lenguas de signos, hace referencia a su diversidad. «¡Ah! ¿Pero hay un lenguaje de signos en cada país?» suelen comentar. El desconocimiento de la existencia de la diversidad de las lenguas signadas está ligado, generalmente, al hecho que a menudo las personas (e incluso los medios de comunicación y muchos profesionales del ámbito de la educación) se refieran a la comunicación de las personas sordas como lenguaje de signos y, por tanto, se considere un sistema gestual y, por consiguiente, universal. Y es que circulan muchas leyendas urbanas sobre la comunicación de las personas sordas signantes. Algunas de las más populares son: o El lenguaje de signos es una suerte de mímica o pantomima universal. o El lenguaje de signos consiste en hacer letras con las manos. o Las lenguas de signos son lenguas artificiales, creadas por los educadores de niños y niñas con sordera. o Son versiones signadas de las lenguas habladas: siguen el mismo orden de palabras pero en vez de producir sonidos se hacen movimientos con las manos. o En realidad, son lenguas «inferiores» que comparten una sola gramática, bastante simple y tienen algunos signos universales y otros propios. o La comunicación en las lenguas de signos es muy elemental. Tienen pocas palabras y las estructuras gramaticales son muy básicas.

1

Este trabajo se inscribe en el grupo de investigación Gramática y diacronía (GRADIA) de la Universidad de Barcelona (AGAUR 2014SGR994) y en el proyecto de investigación FFI2013-43092-P (Ministerio de Economía y Competitividad). Quisiera agradecer la colaboración de Carme Jarque en la realización de las ilustraciones y a Quer Mas por ceder su imagen en las fotografías.

1

En algunos de estos prejuicios lingüísticos encontramos tres malentendidos (o lagunas de conocimiento) importantes. El primero es considerar que hay una única lengua de signos, un tipo de lenguaje corporal. La investigación desarrollada durante los últimos 50 años ha puesto de manifiesto la existencia de un gran número de lenguas signadas, así como su diversidad en cuanto a familias y características sociolingüísticas (Jepsen, De Clerck, Lutalo-Kiingi y McGregor, 2015). Actualmente se desconoce su número exacto, pero la última versión del Etnologue, un inventario de las lenguas del mundo, incluye 138 lenguas signadas (www.ethnologue.com). Muchas todavía no han sido descritas y, por tanto, dista mucho de ser exacto. Solo en la Unión Europea se han documentado 31 (Wheatley y Pabsch, 2010) y 23 en África (Kamei, 2004). El segundo error proviene de la creencia que la gestualidad es universal. Los estudios sobre multimodalidad en la comunicación humana han descrito la diversidad en la gestualidad y en los elementos paralingüísticos que intervienen en la comunicación entre culturas y han destacado la importancia de abordar esta diferencia en el contexto educativo multilingüe (de Saint-Georges y Weber, 2013) En tercer lugar, si bien es cierto que muchos elementos de las lenguas de signos pueden coincidir aparentemente con elementos gestuales, constituyen sistemas diferentes. Existe un tipo de relación diacrónica: los gestos constituyen la materia prima de muchos elementos y construcciones lingüísticas en las lenguas de signos, pero mediante procesos de rutinización, esquematización, categorización y automatización se «convierten» en elementos lingüísticos (Wilcox, Rossini y Pizzuto, 2010; Jarque, 2011). Por ejemplo, el gesto de elevación de cejas que a menudo acompaña las preguntas en muchas lenguas habladas ha devenido la marca gramatical de pregunta cerrada, de oración condicional y de tópico en un buen número de lenguas signadas (Jarque, en prensa). Por otro lado, las lenguas de signos son lenguas naturales (también denominadas lenguas étnicas) en el sentido que han emergido y evolucionado enmarcadas por una cultura de usuarios nativos que utilizan dicha lengua con una finalidad comunicativa. Son lenguas naturales el español o el aragonés. Las lenguas naturales se contraponen a las lenguas planificadas, como el esperanto. Estas son consideradas lenguas artificiales por el hecho que han sido diseñadas y construidas, total o parcialmente, por seres humanos a partir del estudio de las lenguas naturales. En el área de la sordera se considera una creación artificial el sistema de signos internacional, basado en acuerdos explícitos entre signantes de diversas lenguas de signos.

2

Las lenguas de signos han emergido en la interacción social entre personas sordas gracias, fundamentalmente, al agrupamiento de niñas y niños sordos en los internados y escuelas específicas y, ya de adultos, en las actividades de socialización organizadas por las entidades de personas sordas signantes. Desconocemos cuándo se originaron. Las primeras referencias de que disponemos, pongamos por caso, sobre la lengua de signos española (o LSE) están vinculadas a la educación de los niños y niñas sordos y se remontan al siglo XVI y concretamente al monje benedictino Fray Ponce de León. Disponemos de referencias incompletas a su trabajo gracias a la obra de uno de sus discípulos, Juan Pablo Bonet, pedagogo y logopeda aragonés. El estudio Reduccion de las letras y Arte para enseñar áblar los Mudos, publicado en 1620, constituye hasta el momento el primer documento que refiere la comunicación de las personas sordas. En él se incluye el alfabeto manual de Melchor Sánchez de Yebra, también discípulo de Ponce de León, y la descripción de su método para enseñar basado en la explicación del significado mediante la lengua de signos (Cabeza-Pereiro e Iglesias-Lago, 2015). Sin embargo, la primera descripción propiamente lingüística es de finales del siglo XVIII, de la mano del jesuita y lingüista Lorenzo Hervás y Panduro, también considerado uno de los padres de la lingüística comparada. En la obra Escuela española de sordomudos o Arte para enseñarles a escribir y hablar el idioma español, editada en 1795, incluye un listado de signos relativos a las partes de la oración, un breve glosario con 115 entradas y la descripción de algunas estructuras sintácticas de la LSE (Cabeza-Pereiro e Iglesias-Lago, 2015). Mención especial merece el Diccionario de mímica y dactilología de Francisco Fernández Villabrille, profesor del Colegio Nacional de Sordomudos de Madrid. Este volumen, editado en 1851, constituye la primera obra lexicográfica sobre la LSE: comprende 1.547 signos y la descripción de las características de su producción. Con relación a la lengua de signos catalana (o LSC), las primeras referencias están vinculadas a la cesión del Saló de Cent del ayuntamiento de la ciudad condal al maestro Juan Albert Martí para la educación de los niños sordos a principios del siglo XIX (Ferrerons, 2001; Fernández-Viader, 2008). En cuanto a obras relacionadas con la lengua, disponemos únicamente, hasta el momento, de la obra del claretiano Jaime Clotet La comunicacion del pensamiento por medio de las señas naturales o sea reglas para entenderse y hacerse entender de un sordomudo, publicada en 1866. Se trata de un pequeño tratado gramatical sobre la comunicación de las personas sordas donde aborda cuestiones relacionadas con la forma de los signos, las partes de la oración, el orden de los elementos, cómo se expresa el modo, el tiempo, la persona, etc. 3

En la obra de Clotet, sorprende que a pesar que analiza la comunicación de las personas sordas con los instrumentos conceptuales de las gramáticas latinas clásicas (caso, declinación, partes de la oración, etc.) continúa refiriéndose con los términos una «especie de lenguaje» o «mímica». Y es que a menudo el uso de las palabras para referirnos a entidades nos ciega en la comprensión ajustada. Las lenguas de signos son lenguas genuinas, lenguas de pleno derecho, no sistemas de comunicación gestuales o sistemas de representación/producción de otras lenguas. Es por ello, que la denominación más adecuada es lengua de signos seguida del gentilicio, y no lenguaje de signos. El término lenguaje se reserva para identificar la capacidad humana para la comunicación y los diferentes instrumentos, los sistemas lingüísticos, lenguas. También se utiliza lengua para las diversas modalidades de expresión: lengua oral (o hablada) y lengua escrita. Y en este sentido cabría incluir lengua signada o lengua signada táctil (o apoyada), con relación al uso de la lengua de signos por parte de personas con sordoceguera. Sin embargo, ¿podemos afirmar que son auténticas lenguas con rotundidad? ¿Somos capaces de argumentar por qué son lenguas? Todas estas preguntas nos conducen, en realidad, a cuestionarnos: ¿qué son las lenguas?, ¿cómo podemos definir qué es una lengua?, ¿qué características muestran las lenguas?... En los siguientes apartados abordaremos estas cuestiones y aportaremos argumentos que nos permitan dilucidar si las lenguas de signos son auténticas lenguas a partir de la propuesta clásica de rasgos definitorios de las lenguas del lingüista americano Charles F. Hockett. 2.

Los rasgos que definen las lenguas

Hockett propuso en el artículo The Origin of Speech (Hockett, 1960) trece propiedades que según él eran universales y caracterizaban las lenguas humanas y las diferenciaban de los sistemas de la comunicación animal. Las quince propiedades son: (1)

Canal auditivo-vocal: las lenguas se transmiten por la vía vocal y su recepción es por la vía auditiva.

(2)

Trasmisión irradiada: las señales no pueden dirigirse y son recibidas por múltiples receptores porque la recepción es direccional.

(3)

Transitoriedad (o evanescencia): la señal lingüística, una vez producida, se desvanece rápidamente.

(4)

Reciprocidad (o intercambiabilidad): todos los usuarios son al mismo tiempo emisores y receptores de mensajes lingüísticos.

(5)

Retroalimentación total (o feedback completo): el usuario recibe su enunciado en el mismo momento en que lo produce y, por tanto, puede modificarlo o corregirlo. 4

(6)

Especialización: los órganos productores y los elementos lingüísticos solo se utilizan para la comunicación y no cumplen otras funciones.

(7)

Semanticidad: las expresiones lingüísticas resultan de una unión convencional entre la forma y el significado y tienen significados estables.

(8)

Arbitrariedad: la forma y el significado de los elementos lingüísticos no guarda relación de semejanza, no está motivada, no muestra iconicidad.

(9)

Carácter discreto: los diversos sonidos son discriminables entre sí y nos permiten diferenciar las palabras que los forman.

(10)

Dualidad de articulación (o doble articulación): las lenguas se estructuran en dos niveles: uno formado por elementos sin significado (los fonemas) y otro por elementos con significado (los morfemas, palabras, etc.).

(11)

Productividad (o creatividad): las lenguas disponen de recursos para crear nuevas palabras, frases y textos según las necesidades comunicativas de sus usuarios.

(12)

Desplazamiento: las lenguas nos permiten hablar sobre cosas y hechos que no ocurren en el entorno inmediato ni en el momento de la conversación.

(13)

Transmisión tradicional: las lenguas se aprenden dentro de un grupo cultural, mediante el aprendizaje y traspaso de una generación a otra, no emergen por instinto.

No todos los rasgos son igual de relevantes. En primer lugar, al considerar la importancia de la escritura como modalidad de expresión de las lenguas las propiedades relacionadas con la producción hablada quedan relegadas a un segundo plano. A saber, el canal vocal-auditivo, la transmisión irradiada y la recepción direccional; y la transitoriedad. También los estudios lingüísticos desde la perspectiva cognitiva han puesto de manifiesto que arbitrariedad e iconicidad son dos polos de un continuo que conviven en las lenguas (Dingemanse, Blasi, Lupyan, Christiansen y Monaghan, 2015). Todas las lenguas, independientemente de la modalidad de producción y recepción, incluyen elementos arbitrarios y elementos icónicos, aunque pueden diferenciarse en el grado. En este sentido, el hecho que, en las lenguas signadas, los articuladores sean visibles y más autónomos respecto al movimiento que los órganos de fonación, permite la conceptualización de estos como entidades con características que pueden asemejarse a otras entidades y establecer así relaciones de tipo metafórico y metonímico y, por tanto, favorece la presencia de iconicidad (Jarque, 2005). Más recientemente, los lingüistas han destacado la importancia de los rasgos desplazamiento, carácter discreto y dualidad de articulación, que serán el foco de los siguientes apartados (Yule, 1985).

5

3. Las lenguas nos permiten imaginar y viajar: el desplazamiento Las lenguas naturales nos permiten ir más allá del ahora y el aquí. El contenido de la comunicación puede estar alejado en tiempo y espacio del momento y lugar en el que se esta se establece. A diferencia de otras especies, esta propiedad permite a los humanos crear ficción y describir posibles mundos futuros (Yule, 1985). Las comunidades de personas sordas signantes han desarrollado formas específicas de expresión de los propios anhelos, vivencias, experiencias y valores compartidos. De hecho, la comunidad sorda cuenta con una sólida tradición de poesía, teatro y cine creado y expresado en lenguas signadas. También es una constante la organización de certámenes locales, nacionales e internacionales que contribuyen, sin duda alguna, a la construcción como comunidad lingüística y cultural. Ilustramos esta dimensión cultural mediante carteles de eventos (Figura 1).

Figura 1. Carteles de festivales culturales de la comunidad Sorda

Además, la poesía en las lenguas en la modalidad gesto-visual constituye ya un área de estudio en sí misma (Pizzuto, Russo y Giuranna, 2001; Sutton-Spence, 2005). También son interesantes la actividad de interpretación y traducción de poesía escrita originalmente en una lengua oral a una lengua de signos, como del español a la LSE (Herrero y Nogueira, 2007). En todas estas manifestaciones artísticas, pero también en las conferencias y en los cursos vehiculados en una lengua de signos, se pone de manifiesto el rasgo del desplazamiento. 4. Con pocas piezas podemos crear mucho: carácter discreto y dualidad de articulación Las lenguas son sistemas, es decir, están formadas por elementos que se combinan según unas condiciones y unos patrones (normalmente denominados reglas) para llevar a cabo diferentes funciones: la expresión de ideas y sentimientos, la construcción del conocimiento compartido, su representación, etc. Podemos imaginarnos que las lenguas son parecidas a los juegos de combinación de piezas como el Lego Duplo, que se basan en la creación de objetos, espacios y mundos a partir del ensamblaje de bloques de plástico (Figura 2). 6

Figura 2. El juego del Lego Duplo

El Lego Duplo incluye pocos tipos de piezas que no representan nada. Las hay de dos, cuatro, seis, ocho pernos, etc. Estas a su vez se diferencian también por el color (verde, azul, rojo, etc.) y la altura (simple o doble). Según cómo las combinemos podemos obtener infinidad de objetos muy diversos (edificios, paredes, etc.). Las lenguas se comportan de forma similar. Los elementos materiales básicos que no son nada en concreto, “sin significado”, son pocos. En el caso de las lenguas habladas, estos se denominan fonemas y el español cuenta con 24. Lo que nos permite crear elementos diferentes en el juego del Lego Duplo es que las piezas se diferencian entre ellas, fundamentalmente, según tres criterios: el número de pernos, la altura del bloque y el color. En las lenguas habladas, las diferencias entre los fonemas se estable, fundamentalmente, a partir de cuatro criterios: 

según la corriente del aire necesaria, los fonemas son obstruyentes (/d/, /s/...) o sonantes (/m/, /l/...).



según la vibración de las cuerdas vocales, el fonema es sordo (/p/, /t/...) o sonoro (/b/, /d/...).



según el lugar de articulación, puede resultar del contacto de los labios (/p/, /b/...), de la lengua con la zona dental (/d/, /t/...).



según el modo de articulación, tenemos fonemas oclusivos (/p/, /b/...) o fricativos (/f/, /s/...).

Esta habilidad para diferenciarse que tienen los elementos se denomina en la terminología de Hockett «carácter discreto». Se trata de una propiedad que nos permite identificar las unidades menores que forman las palabras, dividirlas, combinarlas, manipularlas, etc. De forma parecida a las piezas del Lego, los fonemas se combinan para formar morfemas y palabras, elementos que ya tienen significado. Este rasgo de las lenguas se denomina doble articulación o dualidad de articulación. Es decir, las lenguas naturales están organizadas en dos niveles estructurales: (i) un 7

nivel formado por unidades mínimas que no tienen significado por ellas mismas (nivel fonológico) y (ii) un nivel formado por unidades superiores con significado (nivel morfológico, sintáctico y textual/discursivo), que resultan de la combinación de las unidades sin significado. ¿Y las lenguas de signos? ¿De qué «bloques de plástico» dispone? ¿Cómo se diferencian? ¿Cómo se combinan? Antes de responder es fundamental pensar primero en cuáles son los articuladores. ¿Qué partes del cuerpo se mueven para crear las señales lingüísticas? En las lenguas de signos los articuladores fundamentales son las manos, los brazos, pero también el torso y muchos de los elementos que conforman la cara: las cejas, los ojos, la nariz, las mejillas, los labios, la lengua y la barbilla. La forma, posición y/o movimiento de estos articuladores y su combinación da lugar a dos tipos de signos: los signos manuales y los signos no manuales. Los signos manuales equivalen a las palabras. William Stokoe (1960) fue uno de los primeros lingüistas en explicar que los signos no eran entidades holísticas, no analizables. Sino que estaban formados por tres elementos que se combinaban de forma simultánea. A estos tres elementos los denominó: configuración de la mano, lugar de articulación y movimiento. La configuración de la mano hace referencia a la forma que adopta esta parte del cuerpo. Principalmente, esta varía según: (a) los dedos que participen, (b) si estos están extendidos, flexionados, cerrados, etc.; (c) si están juntos, separados o enlazados, etc. Por ejemplo, podemos encontrar pares mínimos según la configuración, es decir, signos que se diferencian únicamente por las características de la mano. Observad la diferencia entre el signo LUNES (Figura 3a) y el signo JUEVES (Figura 3b) en la lengua de signos catalana (o LSC).

Figura 3a. LUNES

Figura 3b. JUEVES

El parámetro del movimiento incluye la trayectoria (recta, circular, etc.) y/o la manera del movimiento de la(s) mano(s) (simple, repetido, etc.), así como otras cualidades. Observad por ejemplo la diferencia entre el movimiento del signo ENSEÑAR (Figura 4a) y el signo CUIDAR (Figura 4b) en la LSC. 8

Figura 4a. ENSEÑAR

Figura 4b. CUIDAR

Mientras el primero consiste en un corto desplazamiento repetido, el segundo corresponde a un movimiento de rotación del hombro. Los tipos de movimiento pueden ser muy diversos: direccionales (cambios en la ubicación de la mano), internos (cambio de configuración), etc. Por otro lado, el parámetro lugar de articulación se refiere bien a la parte del cuerpo que contacta con o donde se sitúa la mano o manos, bien al lugar del espacio sígnico donde se ubican. Por ejemplo, la diferencia entre el signo ROJO (Figura 5a) y el signo RECORDAR (Figura 5b) estriba en la zona de la cara que corresponde al lugar de articulación: los labios, en el primero y la frente, en el segundo.

Figura 5a: ROJO

Figura 5b: RECORDAR

El espacio sígnico es el espacio tridimensional alrededor del cuerpo del signante. Corresponde a la zona resaltada en gris en la Figura 6. Ejemplos de signos producidos en el espacio neutro en el plano horizontal serían los signos LUNES y JUEVES referidos anteriormente (Figura 3a y 3b, respectivamente).

9

Figura 6. Espacio sígnico

Investigaciones posteriores han propuesto diferentes taxonomías para los parámetros formativos. Por ejemplo, respecto a la lengua de signos española disponemos de las propuestas de Rodríguez González (1992), Muñoz Baell (1999) y Herrero Blanco (2009). Actualmente la clasificación que goza de mayor consenso entre los lingüistas de las lenguas de signos establece que los signos están formados además de por la configuración de la mano, el lugar de articulación y el movimiento, por la orientación y el componente no manual. La orientación se refiere hacia dónde mira la palma de la mano y los nudillos. Este parámetro nos permite diferenciar entre signos nominales como PROFESOR (Figura7a.) o ALUMNO (Figura 7b.), pero también formas verbales de un grupo de verbos, como por ejemplo la diferencia entre 'yo te aviso' y 'tú me avisas' en LSC.

Figura 7a. PROFESOR

Figura 7b. ALUMNO

Respecto al componente no-manual, incluye la posición que adopta y/o el movimiento que realizan el torso, la cabeza y los elementos faciales (cejas, ojos, nariz, labios y lengua, principalmente). Así, por ejemplo, la elevación de cejas diferencia una oración interrogativa cerrada de su correspondiente declarativa en un buen número de lenguas signadas (Jarque, en prensa). El movimiento que realiza la lengua constituye uno de los morfos de la expresión formal

10

del aspecto durativo en la lengua de signos española y en la lengua de signos catalana (MoralesLópez y colaboradores, 2000; Jarque, aceptado). 5.

Inventamos juegos nuevos a partir del material del que disponemos: productividad

Otra de las propiedades de las lenguas es que permiten a sus usuarios crear nuevos elementos según sus necesidades a partir de los elementos y recursos ya existentes. A medida que surgen nuevas situaciones o nuevos objetos, los usuarios de las lenguas ponen en marcha recursos lingüísticos para producir y comprender nuevas palabras, nuevas expresiones, nuevas oraciones y nuevos textos. Esta propiedad de las lenguas corresponde al rasgo que recibe el nombre de creatividad o productividad en la propuesta de Hockett. Los usuarios y los expertos crean palabras y términos a partir de diferentes tipos de procedimientos (Cabré, 1993). La mayor parte de procedimientos descritos en las lenguas románicas también ha sido documentada en las lenguas de modalidad viso-gestual (Jarque y colaboradores, 2012). En ocasiones, se crean nuevas formas mediante morfemas derivativos, como bajista a partir de bajo, o mediante la reduplicación de la palabra, como es el caso de la creación del signo GASTRONOMIA en LSC a partir de COMER; mientras en otras combinamos palabras ya existentes, como el signo HIPÓCRITA en LSC creado a partir de CARA y DOS. En ambos casos se trata de procedimientos de tipo formal porque se inventa una nueva forma. Sin embargo, son tantas otras las ocasiones en las que los usuarios reciclamos las palabras. A veces, empezamos a utilizar una palabra en un contexto semántico innovador y a fuerza de repetirlo, bien modificamos su significado, bien lo añadimos a la lista de otros, convirtiéndose así en una palabra polisémica. Por ejemplo, el signo CAFÉ en LSC también tiene las acepciones 'Brasil' y 'bar'. En este caso son procedimientos de tipo semántico. En otras ocasiones, reciclamos la palabra en un contexto sintáctico diferente, modificando su categoría léxica (procedimiento funcional). Por ejemplo, la palabra coral como adjetivo remite a «Perteneciente o relativo al coro» (DRAE). Sin embargo, película coral no está relacionada con la música, sino que define una película donde se produce un entrecruzamiento de crónicas dramáticas y, por tanto, los protagonistas son todo un grupo de personas. Sería un ejemplo el clásico de Robert Altman Vidas Cruzadas. La palabra incluso se ha empezado a utilizar bien recientemente en el ámbito político en la expresión presidencia coral para referirse a una presidencia colegiada, formada por más de un presidente o un presidente y diversos vicepresidentes con responsabilidades cercanas a rango de presidente.

11

Finalmente, otra forma de ampliar el cabal léxico es fruto de los fenómenos de contacto con otras lenguas. Son los procedimientos denominados de incorporación. Uno de los más conocidos consiste en adoptar la palabra de la otra lengua, como sorpasso o vendetta en español procedentes del italiano. En las lenguas signadas se observan préstamos entre lenguas signadas de topónimos relativos a los países. También se producen calcos, tanto semánticos como estructurales, de las lenguas habladas con las que conviven. Es especialmente productivo el procedimiento denominado inicialización. Consiste en la substitución de la configuración del signo por otra configuración que corresponde a la letra inicial de la palabra equivalente en la lengua hablada mediante el uso del alfabeto dactilológico. Observad, por ejemplo, las diferencias en la configuración de la mano de los signos CONDICIONES (Figura 8a.) y REGLAS (Figura 8b).

Figura 8a. CONDICIONES

Figura 8b. REGLAS

El signo CONDICIONES se produce con la configuración de la mano derecha donde todos los dedos están extendidos. En cambio, un derivado de este signo, el signo REGLAS, se ha creado a partir de la substitución de la configuración por la correspondiente a la letra R, tal como se muestra en la figura 8b. Las lenguas de signos disponen de un cabal léxico no tan extenso como lenguas como el español o el inglés por la sencilla razón que sus usuarios, en términos generales, no han podido acceder a la formación en el nivel profesional y/o universitario hasta bien recientemente debido a las limitaciones del sistema educativo que no ha facilitado la accesibilidad a los contenidos. Sin embargo, es fundamental destacar que lo crucial en las lenguas es disponer de herramientas para crear palabras o signos según las necesidades de los usuarios. En palabras de Franquesa (2008:71): “La riqueza de una lengua no depende del número ni de la naturaleza de las palabras que la componen, sino de la potencialidad de crear nuevas y de ponerlas en funcionamiento en todo tipo de discursos y situaciones”. 12

La creatividad de las lenguas de signos no se manifiesta solo en el léxico, también en la gramática y en la organización textual. Las lenguas de signos han desarrollado recursos para expresar morfológica o sintácticamente las categorías gramaticales (el aspecto, la modalidad, la persona gramatical, el tiempo, etc.). Así, los valores aspectuales en la LSE y la LSC se codifican mediante la expresión morfológica (expresada en cambios en el movimiento del signo y en el componente no-manual), la expresión perifrástica (unión de verbo auxiliar, con significado gramatical, y verbo léxico) y el uso de partículas (Morales-López y colaboradores, 2000; Jarque, aceptado). Respecto a la modalidad, se expresa, fundamentalmente, mediante morfemas gramaticales libres, perífrasis y construcciones formadas por un verbo cognitivo (pensar, creer, etc.) seguido del verbo léxico o una proposición. Respecto a la expresión de la persona gramatical varía en función del tipo de verbo (Morales-López y colaboradores, 2005). Así, por ejemplo, en la lengua de signos catalana el verbo COMPRENDER puede modificar la orientación de la mano activa y el punto inicial y final del movimiento del signo para indicar quien es el agente (el sujeto) o el destinatario de la acción (el paciente o beneficiario). Observad cómo se expresa el significado 'yo te comprendo' en las figuras 9a y 9b.

Figura 9a. Articulación inicial

Figura 9b. Articulación final

Yo te comprendo

Yo te comprendo

La articulación inicial del verbo parte de un punto distante al cuerpo del signante, que corresponde en este tipo de verbos (verbos retrodireccionales) al paciente de la acción, y concluye en un punto cercano enfrente del cuerpo del signante, que corresponde al agente. En cambio, observad cómo se produce la forma verbal equivalente al significado 'tú me comprendes' en la figura 10a y 10b.

13

Figura 10a.Articulación inicial

Figura 10b.Articulación final

Tú me comprendes

Tú me comprendes

En la figura 10a. el signo inicia el movimiento en la localización que corresponde al paciente y finaliza en el correspondiente al agente. El espacio sígnico es utilizado para expresar pronominalmente la persona gramatical. Esta variación en la localización del movimiento del signo en función del agente y del paciente está vinculada a uno de los aspectos más creativos y relevantes de las lenguas signadas: el uso del espacio para codificar información gramatical y discursiva. Las lenguas de modalidad gesto-visual hacen uso del espacio conceptualizado, generalmente, en tres planos: el plano horizontal, el plano vertical y el plano transversal (Figuras 11) (elaboradas a partir de Engberg-Pedersen, 1993 y Barberà, 2014).

Figura 11a. Plano horizontal

Figura 11b. Plano vertical Figura 11c. Plano transversal

El plano horizontal puede incluir diferentes localizaciones que se asocian a los participantes en la acción mediante el signo de indicación. En el caso de la producción de ‘yo te comprendo’ el movimiento se ha iniciado en una localización específica a la izquierda del signante. En cuanto al plano vertical, las principales funciones asociadas están vinculadas a la expresión de la referencia (Herrero Blanco, 2009; Barberà, 2014). Tanto en la LSE como en la LSC, las localizaciones altas en el plano corresponden a la expresión de información locativa (ubicación alta, por ejemplo), deixis social (por ejemplo, una posición elevada en una jerárquica) 14

y no especificidad (referencia no identificable). En contraposición, las localizaciones bajas indican la ubicación por defecto, posición baja en la jerarquía o igualdad y especificidad (el referente es identificable). El plano transversal es utilizado en un gran número de lenguas de signos para la expresión del tiempo (Engberg-Pedersen, 1993). En la lengua de signos danesa una línea imaginaria transversal al cuerpo del signante es dividida en secciones que corresponden a las diversas divisiones temporales: a la altura del cuerpo del signante corresponde al presente, mientras que el espacio enfrente al futuro y el posterior al pasado. A mayor distancia física, le corresponde mayor distancia temporal (Figura 12).

pasado

pasado reciente

presente

futuro futuro futuro próximo

lejano

Figura 12. Divisiones de la línea temporal básica

En cuanto a las construcciones sintácticas, las diferentes modalidades oracionales (declarativas, interrogativas, negativas e imperativas), así como otras estructuras sintácticas (condicionales, relativas, comparativas, adversativas, etc.) se expresan mediante marcadores producidos por el componente no manual, especialmente por las cejas y el movimiento de la cabeza, y en menor medida por partículas o marcadores específicos (de negación, condicionales, de relativo, etc.). Con relación al nivel textual o discursivo, se han documentado recursos en la LSE y en la LSC que contribuyen a la cohesión del texto de diferente tipo: estructuras de tema-rema, estructuras de foco, estructuras de acción construida (clasificadores), uso de marcadores y conectores discursivos, y uso del espacio (Morales-López y colaboradores, 2000; MoralesLópez, Reigosa-Varela y Bobillo, 2012; Barberà, 2014). Por ejemplo, el plano horizontal es utilizado es este sentido: si el signante está abordando tres temas en su discurso puede 15

introducirlos y a continuación de cada uno realizar un signo deíctico hacia una ubicación en el espacio: a su derecha (a), a la zona central (b) o a la izquierda (c) (Figura13) (Barberà, 2014).

Figura 13. Localizaciones en el plano horizontal

A lo largo del discurso, el signante puede reintroducir la referencia únicamente mediante la indicación a esa ubicación. 6. Aprendemos jugando con otros e inventamos nuestras reglas del juego: transmisión cultural Como indicábamos en el apartado 2, uno de los rasgos que definen las lenguas es que se transmiten entre personas en el contexto de una cultura. Los niños no expuestos a una lengua, no la desarrollan instintivamente. Este rasgo se denomina transmisión cultural (Yule, 1985). En nuestro contexto, las lenguas se aprenden, principalmente, en el seno de la familia y en la escuela. Los padres y las madres, principalmente, son quienes aseguran la transmisión lingüística en situación de conversación. La interacción es el marco fundamental en el que tienen lugar los diferentes procesos intersubjetivos de atención conjunta, gestión de la interacción y de estrategias que conducen y favorecen la adquisición de las lenguas (Gràcia, 2001; Tomasello, 2003; Galván y del Río, 2009). Los estudios sobre la manera como aprenden las lenguas signadas los niños y niñas en las familias signantes muestra que los adultos utilizan estrategias favorecedoras similares a las utilizadas por los adultos de familias con lenguas habladas (Marschark y colaboradores, 2002; Spencer y Harris, 2006). La escuela también es el otro contexto fundamental de adquisición/aprendizaje lingüístico, especialmente aquellas que adoptan una perspectiva educativa bilingüe intermodal donde la lengua de signos es tanto contenido curricular como una de las lenguas vehiculares de aprendizaje (Marschark y colaboradores, 2002; Plaza-Pust y Morales-López, 2008). 16

Por otro lado, las personas sordas que no provienen de una familia signante ni que han asistido a una escuela bilingüe, usualmente aprenden la lengua de signos cuando entran en contacto con entidades del movimiento asociativo sordo, formando parte de una asociación de personas sordas o de una asociación de familias con hijos sordos. En todas estas situaciones la lengua signada es aprendida en situación de interacción natural, en el contexto de un grupo cultural. Por otro lado, en algunos países, los colectivos de personas sordas signantes se han conformado en minorías lingüísticas y culturales porque la lengua de signos no solo constituye el instrumento de comunicación fundamental en las actividades que organizan (actos culturales, cursos de formación, comisiones de trabajo, etc.) y en la relación interpersonal, sino que también se ha convertido en un instrumento y símbolo identitario (Gras, 2006; Morales-López, 2008). La competencia en lengua de signos y su uso se considera un elemento fundamental per formar parte de la comunidad. La conciencia como minoría lingüística minorizada ha supuesto que los usuarios, el tejido asociativo y los profesionales de la lingüística y la educación reivindicaran un reconocimiento legal de las lenguas. Este reconocimiento ha tomado formas diversas según los estados (Timmermans, 2005; Reagan, 2010; Quer, 2012).Las principales fórmulas legislativas han sido: (a) lengua oficial (Nueva Zelanda o Irlanda del Norte); (b) reconocimiento en la constitución (Austria, Finlandia, Portugal, Uganda, Venezuela, etc.); (c) reconocimiento legal mediante una ley específica (Brasil, Eslovaquia, República Checa, Tailandia, etc.), o en el marco de una ley estatal de acceso a la comunicación vinculada a la discapacidad o diversidad funcional (Turquía, España, etc.) o de una ley de educación (Estados Unidos, Islandia, Noruega, etc.). En España, la Ley estatal 27/2007, de 23 de octubre, reconoce las lenguas de signos españolas (LSE y LSC) y regula los medios de apoyo a la comunicación oral de las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas. En cambio, la ley catalana Ley 17/2010 del 3 junio 2010 adopta una perspectiva estrictamente lingüística y cultural, y reconoce la LSC como patrimonio lingüístico catalán. Además, establece las bases para su regulación, para la docencia, el aprendizaje en las escuelas y la acreditación profesional para el desarrollo de las actividades de interpretación. También se incluye mención en los Estatutos de Autonomía de Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana, Islas Baleares y Extremadura).

17

7. A modo de cierre En este trabajo hemos ilustrado cómo las lenguas de signos muestran los rasgos cruciales que tradicionalmente han caracterizado las lenguas habladas a partir de la propuesta de Hockett (1960): desplazamiento, carácter discreto, dualidad de articulación, creatividad y transmisión cultural. Posteriormente al artículo de 1960, Hockett publica un nuevo trabajo en el que amplía la lista de rasgos a dieciséis (Hockett y Altmann, 1968). Las tres nuevas propiedades son prevaricación (las lenguas pueden utilizarse para mentir); reflexividad (las lenguas tienen recursos que nos permiten pensar y hablar sobre las propias lenguas) y aprendibilidad (los hablantes de una lengua pueden aprender otra). Los tres rasgos también se observan en las lenguas signadas. El primero, la capacidad para producir y comprender mensajes falsos es particularmente relevante en el desarrollo de las habilidades relacionadas con la cognición social y la Teoría de la mente, es decir, en la comprensión metacognitiva de los pensamientos y deseos del otro (Tomasello, 2003). Los resultados de un buen número de investigaciones sobre el desarrollo de la cognición en personas sordas evidencian que las personas sordas signantes de familias signantes obtienen puntuaciones en las pruebas de teoría de la mente similares a sus pares oyentes. En cambio, las personas sordas que no han adquirido una competencia completa en una lengua (hablada o signada) obtienen puntuaciones inferiores. El dominio funcional de una lengua constituye el requisito para el desarrollo completo de la cognición social (Marschark y Spencer, 2015). El segundo rasgo definitorio, la capacidad metalingüística, se pone de manifiesto en la actividad de los equipos de investigación que analizan las lenguas signadas utilizando como lengua vehicular la propia lengua, así como en los cursos de formación de profesores y especialistas de lenguas de signos que organizan entidades del tejido asociativo sordo y del ámbito académico. También los diferentes proyectos terminológicos en lenguas de signos del ámbito de la lingüística (Jarque y colaboradores, 2005). Respecto al tercer rasgo, podemos afirmar que es especialmente relevante. Algunos prejuicios todavía persisten en el campo de la educación relacionados con la adquisición y el uso de las lenguas de signos, como por ejemplo que el aprendizaje de una lengua signada interfiere en el aprendizaje de las lenguas habladas, que el uso de una lengua signada es negativo para los niños y niñas sordos con implantes cocleares, etc. Sin embargo, los diferentes estudios muestran una correlación entre el nivel de competencia lingüística en la lengua hablada y en la lengua de signos y cómo las lenguas de signos constituyen sistemas lingüísticos que posibilitan el acceso completo a los contenidos y a la construcción del conocimiento (Marschark y Spencer, 2015). 18

En síntesis, las lenguas de signos muestran las propiedades cruciales y definitorias tradicionalmente asociadas a las lenguas habladas. Realizan todas las funciones lingüísticas y se estructuran en los diferentes niveles que son objeto del estudio de la lingüística. Son lenguas naturales, lenguas de pleno derecho. Su investigación proporciona luz para comprender, en toda su complejidad, la capacidad humana para desarrollar recursos comunicativos a partir de los elementos corporales y culturales de que dispone. Referencias BARBERÀ, G. (2014): «Use and functions of spatial planes in Catalan Sign Language (LSC)», Sign Language Studies, 14.2: 147-174. CABEZA-PEREIRO, C. Y S. IGLESIAS-LAGO (2015): «Spanish Sign Language (LSE)»,en J. Jepsen Bakken, G. de Clerk, S. Lutalo-Kiingi y W. B. McGregor (eds.), Sign Languages of the World. A comparative Handbook, Berlin, De Gruyter Mouton y Ishara Press. CABRÉ, M. T. (1993): La terminología. Teoría, metodología, aplicaciones, Barcelona, AntàrtidaEmpúries. DE SAINT-GEORGES, I. y J.J. WEBER (2013) (eds): Multilingualism and Multimodality. Current Challenges for Educational Studies, Rotterdam, Sense Publishers. DINGEMANSE, M., D.E. BLASI, G. LUPYAN, M.H. CHRISTIANSEN y P. MONAGHAN(2015): «Arbitrariness, Iconicity, and Systematicity in Language». Trends in Cognitive Science 19(10):603-15. ENGBERG-PEDERSEN, E. (1993): Space in Danish Sign Language: The semantics and morphosyntax of the use of space in a visual language, Hamburg, Signum-Press. FERNANDEZ-VIADER, M.P. (2008): «Modelos actuales de educación bilingüe para los sordos en España». Rivista di psicolinguistica applicata », viii ( 3): 31-49. FERRERONS, R. (2001): «Acerca del maestro de sordos Juan Albert y Martí», DifuSord, Sec. Documentos. http://difusord.blogspot.com/ FRANQUESA, E. (2008): La terminologia. Un mirall del món, Barcelona, Universitat Oberta de Catalunya. GALVÁN-BOVAIRA, M.J., y DEL RÍO, M.J. (2009): «El desarrollo del lenguaje y la identificación de patrones interactivos comunicativos y lingüísticos madre-bebé», INFAD. Psicología de la Infancia y la Adolescencia, 1.1: 67-73. 19

GRÀCIA, M. (2001): «Intervención naturalista en la comunicación y el lenguaje en ámbito familiar: un estudio de cuatro casos». Infancia y Aprendizaje, 24: 307-324. GRAS, V. (2006): La comunidad sorda como comunidad lingüística: Panorama sociolingüístico de la/s lengua/s de signos en España, Tesis doctoral, Universidad de Barcelona. HERRERO BLANCO, À. (2009): Gramática didáctica de la lengua de signosespañola (LSE), Madrid, Ediciones SM. HERRERO, Á. y NOGUEIRA, R. (2007) «The Loving Hand: Spanish Poetry in Spanish Sign Language», The Sign Language Translator and Interpreter, 1(2): 37-58. HOCKETT, CH. F. (1960):«The Origin of Speech», Scientific American, 203: 88-111. HOCKETT, CH. F. y S.A. ALTMANN (1968): «A Note on Design Features», en Th.A. Sebeok (ed.) Animal Communication: Techniques of Study and Results of Research, Bloomington, Indiana University Press: 61-72. JARQUE, M. J. (aceptado):«The coding of aspectual values in periphrastic constructions in signed languages», en M. Garachana, S. Montserrat y C.D. Pusch (eds.), From composite predicates to verbal periphrases in Romance languages, Amsterdam, John Benjamins. JARQUE, M. J. (en prensa):«What about? Fictive question-answer pairs across signed languages». En E. Pascual y S. Sandler (eds.), The Conversation Frame: Forms and Functions of Fictive Interaction, Amsterdam, John Benjamins. JARQUE, M.J. (2005): «Double mapping in metaphorical expressions of thought and communication in Catalan Sign Language», Sign Language Studies, 5.3: 292-316. JARQUE, M. J. (2011):«Lengua y gesto en la modalidad lingüística signada», Anuari de Filologia. Estudis de Lingüística, 1: 71-99. JARQUE, M. J., M. BOSCH-BALIARDA, J. M. SEGIMON, I. CODORNIU, M. E. PALOMO, E. SERRANO, M.P.FERNÁNDEZ-VIADER

Y

C. GARCÍA (2005). «Proyecto de terminología del ámbito

lingüístico en Lengua de Signos Catalana», comunicación presentada en el II Congreso Nacional de la Lengua de Signos Española. Universidad de Valladolid, Valladolid, 15-17 setiembre 2005.

20

JARQUE, M. J., I. CODORNIU, M. BOSCH-BALIARDA, M. P. FERNÁNDEZ-VIADER, C. GARCÍA, E. SERRANO y J.M. SEGIMON (2012):«Procesos de lexicalización en la LSC: procedimientos de combinación», Anuari de Filologia. Estudis de Lingüística, 2: 141-176. JEPSEN, J.B., G. DE CLERCK, S.LUTALO-KIINGI y W.B. MCGREGOR (2015): Sign Languages of the World. A Comparative Handbook,Berlin, de Gruyter Mouton y Ishara Press. KAMEI, N. (2004): «The Sign Languages of Africa», Journal of African Studies (Japan Association for African Studies) Vol.64, March, 2004. MARSCHARK, M.y P. SPENCER (2015) (eds), The Oxford Handbook of Deaf Studies in Language, Oxford, Oxford University Press. MARSCHARK, M., H.G. LANG y J.A. ALBERTINI (2002): Educating deaf students: From research to practice, New York, Oxford University Press. MORALES-LÓPEZ, E. (2008): «La llengua de signes com a vehicle de comunicació i de capital simbòlic», en À. Massip Bonet (ed.), Llengua i identitat, Barcelona, Universitat de Barcelona: 29-36. MORALES-LÓPEZ, E., C. REIGOSA-VARELA y N. BOBILLO-GARCÍA (2012): «Word order and informative functions (topic and focus) in declarative utterances of Spanish Sign Language», Journal of Pragmatics, 44, 474–489. MORALES-LÓPEZ, E., R. BOLDÚ, J.A. ALONSO, V. GRAS-FERRER y M.A. RODRÍGUEZ-GONZÁLEZ, M.A. (2005): «The verbal system of Catalan Sign Language (LSC)», Sign Language Studies 5.4: 529-532. MORALES-LÓPEZ, E., C. PÉREZ, C. REIGOSA, E. BLANCO, N. BOBILLO, C. FREIRE, B. MALLO y G. PREGO (2000): «Aspectos gramaticales de la Lengua de Signos Española», en Martínez Sánchez et al. Apuntes de Lingüística de la Lengua de Signos Española, Madrid, Centro N.S.E.: 69-131. MUÑOZ BAELL, I. (1999): ¿Cómo se articula la lengua de signos española? Madrid, CNSE. PLAZA-PUST, C. y E. MORALES-LÓPEZ (2008) (eds.): Sign bilingualism. Language development, interaction, and maintenance in sign language contact situations, Amsterdam, John Benjamins: 223-276. QUER, J. (2012): «Legal paths to the recognition of sign languages: A comparison of the Catalan and Spanish Sign Language acts», Sign Language Studies, 12.4: 565-582.

21

REAGAN, T. (2010): Language policy and planning for sign languages, Washington DC, Gallaudet University Press. RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, M.A. (1992): Lenguaje de signos, Madrid, ONCE y CNSE. PIZZUTO, E., T. RUSSO y R. GIURANNA (2001): «Italian Sign language (LIS) Poetry: Iconic properties and structural regularities», Sign Language Studies, 2.1: 84-112. SPENCER, P.E., y M. HARRIS (2006): «Patterns and effects of language input to deaf infants and toddlers from deaf and hearing mothers», en B. Schick, M. Marschark y P.E. Spencer (eds.), Advances in the Sign Language Development of Deaf Children, Oxford, Oxford University Press: 71- 101. STOKOE, W. C. (1960). «Sign Language Structure: An Outline of the Visual Communication Systems of the American Deaf», Studies in linguistics: Occasional papers, 8. Buffalo, Dept. of Anthropology and Linguistics, University of Buffalo.SUTTON-SPENCE, R. (2005): Analysing Sign Language Poetry, Basingstoke, Palgrave Macmillan. TIMMERMANS, N. (2005): The status of sign languages in Europe, Strasbourg, Council of Europe Publishing. TOMASELLO, M. (2003): Constructing a Language. A Usage-Based Theory of Language Acquisition, Harvard, Harvard University Press. WHEATLEY, M. y A. PABSCH (2010): Sign Language Legislation in the European Union, Brussels, EUD. WILCOX, S., P. ROSSINI y E.A. PIZZUTO (2010): «Grammaticalization in sign languages», en D. Brentari (ed.), Sign languages, Cambridge, Cambridge University Press: 332–354. YULE, G. (1985): The study of language, Cambridge, Cambridge University Press.

22

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.