SÓLO LAS OBRAS CARGADAS DE TRADICIÓN ESTÁN CARGADAS DE FUTURO

August 31, 2017 | Autor: S. Rodríguez-Becerra | Categoría: Cultural change, Cultura Popular, Tradicion, Folclore
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SÓLO LAS OBRAS CARGADAS DE TRADICIÓN ESTÁN CARGADAS DE FUTURO ´ Publicado en Tradición. Cien respuestas a una pregunta (A. Carril y A. B. Espina Barrio, eds.), pp.185-186. Diputación de Salamanca, 2001

Salvador Rodríguez Becerra Universidad de Sevilla

Esta frase atribuida a Valle Inclán apostaba por la herencia cultural en el desarrollo de las sociedades y especialmente en las artes literarias, pero no sólo en ellas. Las rupturas drásticas o revolucionarias aparte de dolorosas son ineficaces; por otra parte, no concebimos una sociedad que corte voluntariamente con todo su pasado, como tampoco concebimos otra que no vaya dejando en el camino, sin lucha interna: estructuras, formas, valores, creencias y comportamientos. La tradición es un término ambiguo y frecuentemente se convierte en armas arrojadiza de unos contra otros, porque, admitámoslo definitivamente, la discrepancia entre conservacionistas e innovadores probablemente es tan vieja como el hombre. A modo de ejemplo diremos que la tradicional feria de abril de Sevilla con más cien años de antigüedad en nada se parece ni en sus objetivos ni en sus expresiones a como la concibieron sus creadores, dos ediles del ayuntamiento sevillano, uno vasco y otro catalán, y que desde el principio se vio envuelta en la polémica entre conservacionistas e innovadores. La tradición se crea y se destruye cada día, no podemos seguir alimentando la angustia que sienten algunos con “esto se acaba” o “no cambie su forma de hacer botijos”, expresiones, las primeras que hemos leído en textos muy antiguos y las segundas que oímos decir a personas románticas y enamoradas del quehacer de un artesano o de unas formas estéticas; estas personas querrían detener su propia evolución -a veces desaparición-, sin tener en cuanta que el artesano es un ciudadano que tiene que buscarse la vida como cualquier otro. El horizonte de nuestra vida es muy corto, y, frecuentemente damos categoría de permanente y tradicional a aquello que nos ha rodeado en nuestra experiencia vital, especialmente en nuestra infancia. Continuamente somos testigos de narraciones de personas que cuentan como fueron actores o testigos de la creación de tradiciones que para la mayoría de sus conciudadanos son inveteradas. Los antropólogos sabemos que la tradición se crea en el devenir de los tiempos pero también “se inventa”. El “como siempre”, sabemos que con frecuencia solo oculta ignorancia o falta de penetración histórica. Es pertinente hacer una referencia a los conceptos de pureza, autenticidad, originalidad y otros similares que se citan frecuentemente como adjetivos adjudicados a las tradiciones por no pocos aficionados o enamorados de la tradición. Esto conceptos son básicamente erróneos cuando nos referimos las tradiciones porque desconocemos quien otorga estas patentes a la cultura; el dilema actual es ¿conservamos las tradiciones adaptadas con nuevas expresiones o funcionalidades, o las perdemos definitivamente en aras de la pretendida pureza?. En este sentido y a modo de ejemplo, diremos que las cuadrillas de ánimas del oriente andaluz no son una alegoría decadente del pasado sino una aportación creativa y lúdica del tiempo presente; en definitiva no es fértil ni sano fetichizar una determinada etapa del pasado o algunos elementos de ella que constituyen la tradición. La tradición y su defensa no puede entenderse como inmovilismo y encastillamiento, a 1

pesar de que muchos así lo entienden, sino que, puesto que el cambio es consustancial con la sociedad, debemos mantener un actitud abierta y comprensiva hacia las nuevas formas culturales, porque la mejor forma de conservar la tradición es la renovación consciente y fundamentada en un conocimiento profundo de nuestra cultura del pasado y presente. No suelen ser muy exitosas las actitudes numantinas nacidas del apego a aquellos elementos culturales que nos acompañaron en nuestro proceso de socialización y que frecuentemente solo constituyen vivencias personales, valiosas para las personas en su trayectoria vital, pero alejadas frecuentemente de la realidad objetiva. La mejor defensa de nuestras señas de identidad es el estudio profundo y la difusión más amplia a todas las capas de la sociedad de nuestra cultura, que es tanto como decir nuestras tradiciones, tarea en la que desde la Fundación Machado y para Andalucía anda empeñada desde su creación en 1985. En última instancia no podemos olvidar que lo más importante es la vida de los hombres y sus múltiples formas de entender las relaciones con la naturaleza, el mundo de lo sobrenatural y entre ellos mismos, y que éstos son dueños de su destino y sólo a ellos toca decidir que hacer con su cultura. A nosotros como estudiosos de ella nos cumple advertir de los derroteros que toma y de sus ventajas e inconvenientes, para proporcionar elementos de juicio para que luego la sociedad decida. En síntesis, el “arte de vivir” estaría en renovar sin romper dramáticamente con el pasado, reelaborando a partir de lo actual y adaptándolo a las necesidades futuras.

Salvador RODRÍGUEZ BECERRA es Titular de Antropología de la Religión. Universidad de Sevilla. Presidente de la Fundación Machado. Estudios: Sevilla, Madrid y Pennsylvania. Trabajo de campo: Guatemala y Andalucía. Director: Demófilo (37 números). Autor: Exvotos de Andalucía (1980), Las fiestas de Andalucía (1985), Religión y Fiesta (2000). Editor: La Religiosidad popular, 3 vols. (1989), Santuarios andaluces (1995), Religión y cultura (1999), El diablo, las brujas y su mundo (2000).

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