Sofía Casanova en tránsito (1914-1918)

June 7, 2017 | Autor: Pedro Ochoa | Categoría: Gender History, Great War, Feminism, Public Space
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Descripción

SOFÍA CASANOVA EN TRÁNSITO: 1914-1918*.

Pedro Ochoa Crespo IFS-CCHS, CSIC / Universidad Complutense de Madrid

"En general, el lengauje y el estado de las cosas sociopolíticas

coinciden en forma distinta a como pueden percibirlo los propios hablantes."1 Reinhart Koselleck “Las interpretaciones del pasado – las historias que la gente se cuenta a sí misma con el objetivo de explicarse cómo consiguieron el lugar que habitualmente ocupan – están a menudo en un profundo y ambiguo conflicto con la interpretación institucionalizada de una cultura. […] Muchas de esas ambigüedades se elevan cómo cuestiones de género en cuanto a clase, y el desarrollo del género dentro de una clase y cirucunstancias particulares.”2 Carolyn Kay Steedman "Pero no abandonemos las armas, ni siquiera en los tiempos más difíciles. La injusticia social debe seguir siendo denunciada y combatida. El mundo no mejorará por sí sólo."3 Eric J. Hobsbwam " […] cuando es bien sabido, pensó Archimboldi, que la historia, que es una puta sencilla, no tiene momentos determinantes sino que es una profileración de instantes, de brevedades que compiten entre sí en monstruosidad."4 Roberto Bolaño

El nombre propio de una mujer y una referencia cronológica de un proceso histórico fundamental para la comprensión del siglo XX, titulan y determinan el significado y el objetivo de esta investigación: desentramar las posibilidades de práctica socio-cultural y política de un sujeto, * Esta aproximación a la investigación de la biografía de Sofía Casanova ha sido posible gracias a la financiación del Ministerio de Educación y su programa de Formación del Profesorado Universitario (FPU), referencia AP 20091832. 1 KOSELLECK, Reinhart, Futuro pasado: para una semántica de los tiempos históricos, Barcelona, Paidos, 1993, p. 208. 2 STEEDMAN, Carolyn Kay, Landscape for a good woman: a story of two lives, New Jersey, Rutgers University Press, 1987, pp. 6-7. La traducción es mía. 3 HOBSBAWM, Eric J., Años interesantes. Una vida en el siglo XX, Barcelona, Critica, 2003, p. 379. 4 BOLAÑO, Roberto, Dos mil seiscientos sesenta y seis, Barcelona, Anagrama, 2010, p. 993

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su tránsito, dentro de un tiempo concreto. Como dijo Dominick LaCapra, contradiciendo las palabras de Bolaño que encabezan este texto y a quien, asimismo, debo el título de este trabajo, cualquier representación historiográfica realizada como el resultado de la pura contingencia y acontecimientos disyuntivos es "en sí misma una aboslutización sospechosa, la imagen especular invertida de las quimeras de un yo por completo estable, una identidad plenamente determinada y una historia continua, progresiva."5 Así, pues, a pesar de las tendencias que exhortan a la comprensión histórica a través del análisis del mero suceder contingente de los acontecimientos 6, y de las contradicciones, tensiones y ambigüedades que deberían recorrer este discurso si es fiel a sus impliaciones teóricas, el objetivo aquí es el de analizar las relaciones entre los individuos y los procesos sociales en la historia puesto que en esas imbricaciones se encontrarían lo que Judith Butler reconoce como “posibilidad política” y, por lo tanto, de cambio y agencialidad histórica. Es por eso por lo que trataré de recorrer las fronteras epistemológicas, históricas asimismo, entre lo público y lo privado en la vida de Sofía Casanova, mostrando los límites entre la representación y la representabilidad de sus discursos y prácticas socio-culturales en ese aspecto, sugiriendo de ese modo la dificultad de encontrar diferencias significativas entre el espacio público y el privado 7. La decisión de centrar el análisis en las fechas de la Primera Guerra Mundial está motivada por dos cuestiones: por un lado, la Gran Guerra ha sido significada en la historiografía como un proceso histórico que actuó de forma traumática en muchas de las tendencias culturales que la provocaron 8; pero, por el otro, el acontecimiento de la Guerra del 14 incluye un cambio subyacente en las relaciones entre los sexos y que ha sido, asimismo, soslayado en la mayor parte de las representaciones historiográficas mayoritarias9. Ambos procesos determinaron la vida de Sofía Casanova.

5 LACAPRA, Dominick, Historia en tránsito. Experiencia, identidad, teoría crítica, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2006, p. 21. 6 Véase ROLDÁN Concha y MORO Óscar (eds.), Aproximaciones a la contingencia. Historia y actualidad de una idea, Madrid, Catarata, 2009. En esta obra se pone de manifiesto la importancia en la historia de los acontecimientos contingentes y de la propia contingencia como articuladora de muchos proesos históricos. Sin embargo, y también en ella, se muestra a lo contingente como un fenómeno que no puede aislarse de las estructuras discursivas y de práctica socio-cultural en los diferentes tiempos históricos. 7 BUTLER, Judith, Lenguaje, poder e identidad, Madrid, Síntesis, 2009, p. 34. 8 Véase WINTER Jay M. y PROST, Antoine, The Great War in history: debates and controversies, 1914 to the present, Cambridge, Cambridge University Press, 2005. 9 Para una descripción general del proceso, véase CAINE, Barbara y SLUGA, Glenda, Género e historia: Mujeres en el cambio sociocultural europeo, de 1780 a 1920, Madrid, Narcea, 2000. En este sentido, la particularidad de este proceso es vista en varias obras como paradójica, puesto que en primera instancia la Primera Guerra Munidal podría parecer un retroceso respecto a la situación de las mujeres en los espacios públicos, cuando muchas de ellas quedaron adscritas laboralmente a la retaguardia del frente (labores de enefermería en su mayoría), sin una particippación activa en las batallas. Sin embargo, el acontecimiento produjo momentos de oportunidad de cambio, PERROT, Michelle, Mi Historia de Las Mujeres, Buenos Aires, Fondo de Cultura Economica, 2008, p. 120.

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¿PROBLEMAS DE TEORÍA U OPORTUNIDAD HISTORIOGRÁFICA? El uso de las teorías feministas en este trabajo no viene determinado tan sólo por el hecho de que Sofía Casanova fuera una mujer, se sintiera una mujer en su vida o que ella tuviera un pensamiento concreto sobre las posibilidades discursivas y de acción de las mujeres, y la relación que ellas deberían tener con el poder masculino heterosexual 10. A mi modo de ver, es en las teorías feministas donde se pueden encontrar las herramientas para resolver uno de los mayores problemas que acosan a la historiografía actual: el de la dualidad entre el análisis objetivador de los sujetos, problemático en cuanto a que constriñe la capacidad de los sujetos, y la mera descripción de los discursos y las prácticas de los individuos que tienen como fin el no violentar la propia subjetividad de los mismos. En cierta medida, algunos trabajos de microhistoria han afrontado esta cuestión con un éxtio relativo, renegando de la imposibilidad marcada por Michel Foucault para la representación de los sujetos en el pasado mediante un trabajo de observación del otro, asumiendo los caracteres intersubjetivos y hermenéutivos de dicha actividad intelectual 11. Sin embargo, en las teorías microhistóricas habituales12, el análisis de la relación de lo público-privado, capital para indagar en la capacidad de acción de los sujetos y de la construcción y autorrepresentación de la identidad de los mismos, no se acomete de manera sistemática puesto que no se presta suficiente atención a las cuestiones que la categoría de género hacen emerger y que aparecen como básicos para encarar ambos problemas. Por lo tanto, la historiografía debe introducir herramientas apropiadas y que, desde mi perspectiva, se encuentran dentro de los heterogéneos discursos que conforman las teorías feministas. En este sentido, resultaría adecuado evitar la disociación epistemológica entre la relación de lo público y lo privado, con la construcción de las identidades de los sujetos. Desde una posición lejana a las posturas feministas, Jürgen Habermas entiende la opinión pública como un producto de la cultura burguesa en el que la distinción entre lo público y lo privado marca el significado final y funcional de esas prácticas socio-culturales. Según el filósofo alemán, fue a lo largo de los siglos XVII y XVIII cuando se produjo la definitiva separación de los espacios público y privado, un 10 HOOPER, Kirsty, A Stranger in My Own Land: Sofia Casanova, a Spanish Writer in the European Fin De Siècle, Nashville, Vanderbilt University Press, 2008, pp. 1-22. 11 SERNA, Justo y PONS, Anaclet, Cómo se escribe la microhistoria: ensayo sobre Carlo Ginzburg, Madrid, Cátedra, 2000, p. 178; GADAMER, Hans-Georg, El giro hermenéutico, Madrid, Cátedra, 2007 y DILTHEY, Wilhelm, Dos escritos sobre hermenéutica: El surgimiento de la hermenéutica y los Esbozos para una crítica de la razón histórica, Madrid, Istmo, 2000. Las cuestiones en torno a la subjetividad y la intersubjetividad pueden hallarse en un primer estadio de investigación en la filosofía fenomenológica, cuyo origen está en HUSSERL, Edmund, Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1993. También, véase, por ejemplo, una investigación sobre la intersubjetividad en un marco historiográfico en PASSERINI, Luisa, Memoria y utopía: La primacía de la intersubjetividad, Valencia, Universitat de València, 2006. 12 Véase, por ejemplo, GINZBURG, Carlo, “Microhistoria: dos o tres cosas que sé de ella,” Revista d’història moderna, Nº 12, (1994), pp. 13-42.

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proceso que culminó con el posterior desarrollo de las teorías político-sociales del liberalismo 13, ya que inscribió el fenómeno de la opinión pública dentro de las sociedades democráticas. Para Habermas, sin los espacios y posibilidades que procuran las sociedades democráticas-liberales, gracias a los derechos individuales y colectivos que ofrecen, no es posible desarrollar la deliberación pública. El espacio público se opuso al privado en el momento en el que lo privado comenzó a circunscribirse al ámbito familiar, quedando lo público como el lugar en el que los ciudadanos practicaban el ejercicio de la razón. A pesar de que el autor alemán piensa que los espacios privados y públicos se mezclan en una unidad inextricable14, en su obra ofrece una panorámica de la opinión pública excesivamente limitada a las funciones políticas, íntimamente relacionadas con el ejercicio del poder político en cuanto a régimen jurídico, estableciendo de esta forma la existencia de un límite preciso entre los espacios público y privado. La crítica hacia la obra de Habermas es la que ha capitalizado en gran medida el desarrollo de las teorías de la esfera pública. Así, tanto para Jordi Sopena como para Rubén B. Dittus 15, uno de los mayores problemas que ofrece la teoría habermasiana es el hecho de la reducción del significado de lo político al ámbito institucional, lo que conlleva, entre otras cosas, la homogeneización del espacio público y la omisión de fenómenos estéticos tales como la literatura, que también han servido para articular el pensamiento político de las sociedades16. Si se considera que la política es un elemento fundamental para articular la esfera pública, que los sujetos que componen las sociedades son políticos y que no es posible reducir los lugares de comunicación de los agentes históricos a través de una separación dual en compartimentos estancos de lo público y lo privado, entonces habría que retomar la reflexión de Hannah Arendt, para quien la definición de lo público y lo privado se modula en un lugar que ella denomina esfera social. En esta esfera social arendtiana también las actividades relacionadas con la pura supervivencia se permiten aparecer en público17. En este sentido, Teresa de Lauretis ofrece un ejemplo interesante sobre la 13 HALASZ, Alexandra, The marketplace of print. Pamphlets and the public shpere in early modern England Cambridge, Cambridge University Press, pp. 162-163: Modulando su definición en torno al concepto de conflicto de interés, Halasz hace plausible el fenómeno de la opinión pública desde el momento en que la emergencia de la circulación de los panfletos, durante el s. XVI, articula una gran variedad de conflictos de interés. El interés general de los panfletos, continúa, enlazaría con un mercado neutral, lo que produciría el final de la particularidad primaria del mercado de los panfletos en cuanto a su autorregulación. Desde ese momento se produciría, dice Halasz, la ruptura entre Estado, mercado y esfera pública. 14 HABERMAS, Jürgen, Historia y crítica de la opinión pública. La transformación estructural de la vida pública, Madrid, Gustavo Gili, 1981, p. 45. 15 SOPENA, Jordi, “El fenómeno de la opinión pública: líneas de investigación en Europa”, Ruta. Nº1 (2008), p. 7. Sopena llega a decir que Habermas separa el espacio político y del espacio literario; También DITTUS, Rubén B., “La opinión pública y los imaginarios sociales: hacia una redefinición de la espiral del silencio.”, Athenea digital, Nº 7, (2005), pp. 61 – 76. 16 BOURDIEU, Pierre, Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario, Barcelona, Anagrama, 2002, p. 98. 17 ARENDT, Hannah, La condición humana, Barcelona, Paidós, 2005, p. 65.

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indeterminación de los límites que separan lo público y lo privado durante el periodo del que me ocupo en este trabajo. Para esta autora, el contenido de un libro simboliza lo que Virginia Woolf trató de representar a través de su reivindicación de Una habitación propia (1929), esto es, la conquista de la independencia en el ámbito privado como medio para ocupar también el espacio público. Así, si para Virginia Woolf tener acceso a una habitación propia dentro del universo doméstico, en la medida en la que esto contribuía a la independencia de las mujeres, podía constituirse en una lanzadera hacia el universo público, para Lauretis el libro escrito, que las mujeres de la época utilizaban sistemáticamente para canalizar sus preocupaciones privadas e íntimas, permitía que estas preocupaciones trascendieran el ámbito doméstico para inscribirse en el ámbito político y por lo tanto público. En mi opinión, además, esta lógica no se circunscribe únicamente al contenido del libro como pretende Lauretis, sino también al objeto mismo, a la materialidad del libro, que adquiere una doble dimensión pública y privada (por ejemplo, la naturaleza a un mismo tiempo subjetiva e intersubjetiva de la lectura) 18. Por otro lado, en un comentario al trabajo de Joan Kelly, The Doubled Vision of Feminist Theory (1979), Lauretis especifica que si lo personal es político, no existiría la esfera pública ni la privada; lo que existiría, en cambio, serían relaciones de género, clase, raza, etc., dentro de las cuales las mujeres desempeñarían diversas agencias19. Judith Butler, por su parte, a través de la figura mitológica de Antígona, apunta a la posibilidad política que aparece cuando se muestran los límites de la representación y la representabilidad del parentesco por parte de un agente histórico 20, sugiriendo de ese modo la dificultad de encontrar diferencias evidentes entre el espacio público y el privado. Como se observa, existe una corriente filosófica que se dirige hacia el vaciado de contenido en la separación epistemológica entre lo público y lo privado. Pero ¿qué hay de la historia? Joan W. Scott, que también apuesta por desplazar la construcción jerárquica de las lógicas binarias 21, defiende que la autorrepresentación del mundo no sería “fruto del impacto de la realidad sobre la subjetividad de los individuos, sino de una cierta aprehensión discursiva de la realidad” 22. Es decir, 18 Entre muchas, véase AUERBACH, Erich, Mímesis: la representación de la realidad en la literatura occidental, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1950; CHARTIER, Roger, El mundo como representación. Estudios sobre historia cultural, Barcelona, Gedisa, 2002; DARNTON, Robert, Los best sellers prohibidos en Francia antes de la revolución, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2008; COHEN, Margaret, The sentimental education of the novel, Princeton, Princeton University Press, 2002; MCKENZIE, D. F., Bibliografía y sociología de los textos, Madrid, Akal, 2005. 19 LAURETIS, Teresa de, Diferencias: etapas de un camino a través del Feminismo, Madrid, Horas y horas, 2000, p. 42. 20 BUTLER, Judith, El grito de Antígona, Barcelona, El Roure, 2001, p. 16. 21 SCOTT, Joan W., “El género: una categoría útil para el análisis histórico”; en AMELANG, James S. y NASH, Mary, Historia y género, Valencia, Alfons el Magnànim, 1990, p. 42. 22 CABRERA, Miguel Ángel, “Lenguaje, experiencia e identidad. La contribución de Joan Scott a la renovación teórica de los estudios históricos,” en BORDERÍAS, Cristina (ed.), Joan Scott y las políticas de la historia, Barcelona, Icaria, 2006, p. 243.

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la existencia o no de una construcción dual y en compartimentos separados de lo público y privado, resulta tan fundamental a la hora de analizar un periodo histórico como atender a la experiencia y a la generación de discursos por parte de los agentes históricos implicados en esta problemática 23. Resumiendo, el objetivo sería articular la experiencia subjetiva y la teoría en aquellos lugares en los que la agencia histórica de los sujetos converge o diverge, observando de esta forma las dislocaciones y tensiones que se producen en los discursos sobre lo público y lo privado puesto que en las teorías de la construcción continua de las identidades y de la historización constante de los significados de nuestras prácticas sociales, la disociación no existe en absoluto y ambas cuestiones, privado-público e identidad, se entrelazan hasta formar un constructo teórico-empírico indivisible. Mary P. Ryan apunta, por otro lado, a un proceso fundamental para la comprensión del significado histórico de la dualidad entre lo público y lo privado desde una perspectiva feminista. A su modo de ver, es en la modernidad cuando las dicotomías conceptuales se cargan de un significado de género debido a la propia naturaleza del proceso de construcción de esos discursos. Siguiendo en esta dirección, la autora propone la visión de los espacios privados derivados a las mujeres no como un deyecto de lo público, sino como un lugar de crítica y de creación de lo público en otras condiciones de producción. Sería, pues, el género lo que estaría en la frontera epistemológica entre lo público y lo privado24. Desde el estudio de los vestidos, y teniendo en cuenta las problemáticas generadas por Foucault y el psicoanálisis en torno al deseo, la historiadora Carole Turbin apunta a una posibilidad analítica circular del problema: "De este modo, las prendas diseñadas para aparecer en una representación pública (incluyendo la ropa interior que es una parte visible de la construcción del significado del cuerpo), producen en privado sensaciones íntimas y fantasías que, a la vuelta, tienen implicaciones públicas, sociales. Esta perspectiva de la ropa expande la noción que lo privado significa íntimo, enfatizando que lo privado no debe ser exclusivamente algo individual sino socialmente significativo, reemplazando el dualismo público / privado a través de una noción circular de público / privado / público."25. Según Ronald Inglehart y Reinhart Kosselleck, utilizando la terminología propuesta por Braudel de los diferentes tiempos en la historia, la dependencia temporal de los discursos en los diferentes 23 En este sentido, véase ELSHTAIN, Jean Bethke, Public Man, Private Woman. Women in Social and Political Thought, Princeton, Princeton University Press, 1981. 24 RYAN, Mary P., “The Public and the Private Good: Across the Great Divide in Women’s History,” Journal of Women’s History, Vol. 15, Nº 2, (2003), p. 14. “En resumen, lo público y lo privado son análogos a otros pares de conceptos usados, como pueden ser individuo / colectivo, casa /trabajo, íntimo / anónimo, el mercado libre / estado. Estas construcciones duales de lo público y lo privado tienen su particularidad ulitilidad de análisis y se pueden vincular durante tiempos y lugares específios. En el momento histórico en el que los sistemas socialaes de occidente hicieron la transicón a la modernidad, estas dicotomías presentaron un particular y vívido contraste marcado por el género.” La traducción es mía. 25 TURBIN, Carole, “Refashioning the Concept of Public / Private. Lessons from Dress Studies,” Journal of Women’s History, Vol. 15, Nº 1, (2003), p. 46. La traducción es mía.

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procesos históricos que se relacionan entre sí, produciría la existencia de un diálogo entre los mundos simbólicos conformados en tiempo largo y aquellos otros construidos en tiempo corto y relacionados con la cotidianeidad. Este diálogo determinaría en buena medida la actuación de los sujetos26. De esta forma, nos encontraríamos de frente a una realidad cambiante que conjugaría su significación a través de las comunicaciones entre los discursos cotidianos y aquellos que se mantienen con el paso del tiempo. En estos discursos, además, no se incluirían únicamente los mensajes institucionales o aquellos producidos dentro de las publicaciones periodísticas, sino que se verían implicadas también otras herramientas de comunicación como el arte (pintura, fotografía, literatura, etc.) o la producción científica, que servirían igualmente para mediatizar los contenidos de la esfera pública27. ¿Y qué aporta un estudio microhistórico con necesidades metodológicas feministas a la producción historiográfica sobre la Gran Guerra? Existe una abundante literatura que sugiere un cambio en el discurso tras el verano de 1914 y en la mayor parte de estos, los cambios son presentados como el resultado de una llamada cultura del pesimismo28, pero, y tal y como dijo Tony Judt, muchas de las discontinuidades que se representan en la historiografía poseen una complejidad que excede la interpretación habitual protagonizada por Eric J. Hobsbwam, según la cual el siglo XIX terminaría con el asesinato del heredero del imperio austro-húngaro en junio de 1914; sería entonces cuando daría comienzo los tiempos de la destrucción moral y física de Europa, consecuencia de la industrialización de la guerra y las políticas de masas 29. En cualquier caso, Judt 26 KOSELLECK, Reinhart, Los estratos del tiempo. Estudios sobre el pasado, Barcelona, Paidós, 2001; e INGLEHART, Ronald, El cambio cultural en las sociedades industrializadas avanzadas, Madrid, CIS, 1991. Así, mientras que Koselleck dice que existen elementos lineales y elementos recurrentes en cualquiera de los procesos históricos que se quieran estudiar. Por ello, continúa Koselleck, se hace necesario estructurar los diferentes estratos temporales que contienen esos elementos, recurrentes o no. Los estratos, al igual que en la geología, remitirían los unos a los otros, sin que se pudiera discernir el significado de cada uno sin tener en cuenta a los otros y su articulación conjunta. Por otro lado, Inglehart alude a la continuidad de elementos que podríamos denominar como de larga duración en las sociedades, que posibilitan su presencia continua al haber sido adquiridos por las sociedades de una manera continuada a lo largo de una considerable cantidad de tiempo. A su vez, el sociólogo alude a la dificultad para que esos caracteres culturales puedan desaparecer del mundo simbólico de esas sociedades mediante procesos históricos de corta duración. A pesar de que su obra está referida a las sociedades posteriores a la II Guerra Mundial, a mi modo de ver podría utilizarse su conclusión para las opiniones públicas de las sociedades del periodo de entreguerras al haber ciertas similitudes en su estructura socio-cultural. 27 Véase CHARLE, Christophe; SCHRIEWER, Jürgen y WAGNER, Peter (eds.) Trasnational international networks. Forms of academic knowledge and the search for cultural identities, Franckfurt, Campus Verlag, 2004. 28 Véase, por ejemplo, FUSSELL, Paul, La Gran Guerra y la memoria moderna, Madrid, Turner, 2006; CARR, Edward Hallet, La crisis de los veinte años, 1919-1939: una introducción al estudio de las relaciones internacionales, Madrid, Los libros de la Catarata, 2004; o FUSI AIZPURÚA, Juan Pablo, “La crisis de la conciencia europea,” en Manuel CABRERA, SANTOS JULIA, y MARTÍN ACEÑA (comp.), Europa en crisis (1919 – 1939), Madrid, Pablo Iglesias, 1991, pp. 312-333. Desde una perspectiva feminista encontramos obras como: KENT, Susan Kingsley, Aftershocks: politics and trauma in Britain, 1918-1931, Hampshire, Palgrave Macmillan, 2009. 29 JUDT, Tony, Sobre el olvidado siglo XX, Madrid, Taurus, 2008, pp. 27-29. El trabajo de Hobsbwam que encierra las explicaciones sobre el significado de la contemporaneidad en el mundo occidental, auténtico éxito comercial y que también cita Judt, es HOBSBAWM, Eric J., Historia del siglo XX: 1914-1991, Barcelona, Critica, 2001. Es reseñable, por su parte, la apropiación de ese discurso historiográfico incluso por propuestas derivadas de un análisis

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no aludía a otro proceso fundamental acontecido durante los años que rodean a la Primera Guerra Mundial: a pesar de citar a Virginia Woolf, personaje vital para la comprensión del dicurso feminista durante el periodo de entreguerras, el historiador estadounidense soslayó la tensión en los discursos y en las prácticas socio-culturales entre los sexos, el cambio producido por la presencia cualitativa de las mujeres en espacios dominados habitualmente por los hombres. La misma Woolf encaraba la necesidad de una profundización en estos espacios, un incremento cuantitativo de la indepencia social y política de las mujeres, cuyas propias características identitarias, escribía la autora inglesa, provocarían un nuevo equilibrio en las relaciones entre los sexos y, por extensión, en los espacios políticos30. Es preciso añadir, asimismo, la convivencia de varias posibilidades de acción y aparición pública de las mujeres. Por ejemplo, derivada de la retórica antiguerra del socialismo feminista en Estados Unidos, la ciudadanía, la inclusión de las mujeres en la vida cívica se producía a través de la defensa de la vida de sus hijos y no por medio de la generación constante de soldados31. Las contradicciones y las tensiones entre estas opciones de acción política también formaban parte de las caracterísiticas del proceso aparecido por la Primera Guerra Mundial. Por lo tanto, desde la historiografía feminista se exige no ya sólo la visibilización de estos procesos en los relatos históricos, sino que, además se enfrenten con los discursos que no han tomado en consideración los relatos que tienen al género como categoría de análisis principal. El dualismo púbico y privado entorpece y enmascara la comprensión de los roles sexuales y sus esterotipos32. En este sentido, y como dijo Denise Riley, la inestabilidad de las identidades, los tŕansitos por los que discurren las vidas de los sujetos que se analizan en la disciplina histórica, es condición necesaria para que la categoría género funcione y pueda ser relacionada con otras categorías de análisis33. Por ello, considero que la metodología microhistórica propone medios que

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de género. Veáse, por ejemplo: CORBIN, Alain; COURTINE, Jean Jacques y VIGARELLO, Georges (eds.), Historia del cuerpo, Madrid, Santillana Ediciones, 2005. Entre otros extractos: “Basta entrar en cualquier habitación de cualquier calle para que esta fuerza sumamente compleja de la feminidad le dé a uno en la cara. ¿Cómo podría no ser así? Durante millones de años las mujeres han estado sentadas en casa, y ahora las paredes mismas se hallan impregnadas de esta fuerza creadora, que ha sobrecargado de tal modo la capacidad de los ladrillos y de la argamasa que forzosamente se engancha a las plumas, los pinceles, los negocios y la política.” WOOLF, Virginia, Una habitación propia, Barcelona, Seix Barral, 2004, pp. 119-120; Para una pequeña muestra de las actividades en los partidos políticos de algunas mujeres, con el objetivo de mostrar también las prácticas políticas tradicionales: KERSHAW, Angela, Forgotten engagements: women, literature and the Left in 1930s France, New York, Rodopi, 2007. KENNEDY, Kathleen, “Declaring War on War: Gender and the American Socialist Attack on Militarism, 19141918,” Journal of Women’s History, Vol. 7, Nº 2, (1995), p. 28: “Las políticas de maternidad sirvieron como antídoto a la dominación masculina, la cultura militar que privilegiaba la experiencia de la guerra. Siguiendo a la vanguardia de las contemporáneas “social-feminsitas” teóricas, los historiadores examinamos como las políticas de la maternidad constryeron un único y efectivo espacio políticos a las mujeres en políticas internacionalistas y pacifistas.” La traducción es mía. LONG, Judy, Telling women’s lives: subject/narrator/reader/text, New York, New York University Press, 1999, p. 105. En concreto, Riley dice que: “El término «mujer» ha sido historica y discursivamente construido, y siempre relativamente, respecto a otras categorías las cuales cambiaban por sí mismas. «Mujer» es una colectividad en la

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favorecen la indagación entre la actividad individual y colectiva; el espacio público, esto es, una estructura social cuya existencia depende, al menos según las definiciones formales de este fenómeno, de una colectividad ¿qué sentido tiene un trabajo microhistórico, una biografía si cabe? Es decir, ¿cómo puede una biografía ofrecer luz a un fenómeno que no puede ser entendido sin poner atención a las múltiples conexiones intersubjetivas que construyen la comunicación en los espacios público y privado? La biografía ha pasado de ser un género fronterizo con el trabajo periodístico, centrado en los grandes personajes de la historia a los que tenía por grandes ejemplos moralizadores de la sociedad, a convertirse en un método histórico que, sin desatender la rigurosidad de la crítica de las fuentes, tal y como señala Giovanni Levi, debe ahondar en la representación de los relatos históricos mediante un acercamiento a la literatura, puesto que es desde la literatura desde donde se ha conseguido significar el fenómeno de la inestabilidad de la identidad con mayor nitidez34. Y en la identidad, precisamente, se encuentran muchas de las claves para la comprensión del fenómeno de la esfera pública. SOFÍA CASANOVA, ENTRE ESPAÑA Y POLONIA. Un sucinto repaso a la bibliografía académica en torno a la vida de Sofía Casanova presenta tres grandes referencias dedicadas a su vida: los trabajos de Kirsty Hooper 35, Ofelia Alayeto36 y María Rosario Martínez Martínez37, algo que muestra la excasa repercusión de la biografía de la autora gallega en el pensamiento español. Además, tan sólo los trabajos de Martínez Martínez 38 y Antón M. Pazos, sumados a la edición de María Victoria López-Cordón de La revolución bolchevista (1990)39 y Sobre el volga helado (1999) de Fernando Otero Macías40, aparte de la pequeña nota laudatoria tras la muerte de Sofía por parte de Camille Pitollet en 1958 41, son las otras obras

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que las personas femeninas pueden ser situadas en muchas diferentes posiciones, así que esa aparente continuidad de «mujer» no puede ser tomada en consideración; «mujer» es sincrónica y diacrónicamente erráticca como colectivo, mientras que el individual «ser una mujer» [being woman] es también inconstante, y no puede poveernos un fundación ontológica del sujeto.”; RILEY, Denise, “Does a Sex Have a History?,” en Joan W. SCOTT (ed.) Feminsm and history, Oxford, Oxford University Press, 1997, p. 18. La traducción es mía. HERNÁNDEZ SANDOICA, Elena, Tendencias historiográficas actuales. Escribir historia hoy, Madrid, Akal,, 2004, pp. 408-421. HOOPER, Kirsty, op. cit. ALAYETO, Ofelia, Sofía Casanova: (1861-1958): Spanish, Poet, Journalist and Author, Potomac, Scripta Humanistica, 1992. MARTÍNEZ MARTÍNEZ, María Rosario, Sofía Casanova: Mito Y Literatura, Madrid, Universidad Nacional de Educación a Distancia, 1995. Aparte del anteriormente citado, que no es sino su tesis doctoral en la UNED, la autora publicó esa misma obra a través de las insitituciones autonómicas gallegas: MARTÍNEZ MARTÍNEZ, María Rosario, Sofía Casanova: Mito Y Literatura, Santiago de Compostela, Secretaría Xeral da Presidencia, 1999. LÓPEZ CORDÓN, María Victoria (ed.), Sofía Casanova: La revolución bolchevista. Diario de un testigo, Madrid, Castalia, 1990. OTERO MACÍAS, Fernando (ed.), Sofía Casanova: Sobre el Volga helado, Madrid, Asociación española de eslavistas, 1999. PITOLLET, Camille, “Unas notas sobre Sofía Casanova”, Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, Nº 34, (1958).

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aparecidas en el mercado editorial español sobre Sofía. Asimismo, y concluyendo con las limitaciones de este texto para la comprensión histórica, en esta breve aproximación microhistórica sólo se considerarán de manera sistemática las apariciones de Casanova en el diario ABC, tomando como ejemplo la metodología de Nerea Aresti en torno a las masculinidades en el primer tercio del siglo XX en España42. Un análisis de los discursos y prácticas de Casanova en el mundo literario español y polaco excedería el espacio disponible para esta representación historiográfica. Las abstracciones culturales y, por lo tanto, históricas con las que encorsetamos a los sujetos poseen “cualidades resbaladizas”43. Categorías como reportera, poetisa, novelista, mujer, burguesa, amante, liberal, católica moderada, admiradora de Hitler y luego horrorizada ante sus acciones, enfermera voluntaria durante la Gran Guerra, abandonada en su matrimonio, liberal, madre, amiga, intelectual, anti-comunista, pacifista, inmigrante, pro-franquista, gallega o española pueden ofrecer una idea del agente histórico Sofía Casanova. Sin embargo, una lista de estas características, contradictorias incluso entre ellas mismas, no consigue representar la vida de Sofía durante los años en los que se inscribe este estudio tal y como se pretende, además de esencializar y normalizar los caracteres de la protagonista. Los años de la Gran Guerra fueron determinantes en la vida de millones de europeos y en la protagonista de esta biografía no existió una excepción en ese aspecto. Si a Steffan Zweig, cuyos textos suelen antojarse como melancólicos de un tiempo social burgués y ordenado, le causó estupor el retroceso de las libertades y el nacimiento del fascismo derivados de la Gran Guerra44, el principal acontecimiento que impactó a Sofía Casanova, en cuyos escritos se observa igualmente una melancolía similar hacia un pasado burgués, pero también, en buena medida, católico y monárquico, fue el de la revolución de octubre en Rusia. ¿Cómo se construyó ese mundo simbólico social y político ideal de la autora gallega para verse tan afectado por la irrupción del comunismo? ¿Cómo se manifestaban esos ideales políticos y sociales en los medios públicos como podían ser sus crónicas para el diario ABC? ¿Qué relación pudo producirse entre su concepción de lo público y la revolución soviética? ¿En qué medida su identificación como mujer católica, inmigrante, liberal y monárquica afectaron a su encontronazo con el mundo revolucionario? Y, ¿cómo se acomodó en los nuevos espacios discursivos de la esfera pública para pasar de identificarse como una pacifista enconada durante la Primera Guerra Mundial, a aparecer como una ferviente defensora del levantamiento militar y de la larga duración de la Guerra Civil española ya que su deseo era el derrocar al infiel comunista? 42 ARESTI, Nerea, Masculinidades en tela de juicio. Hombres y género en el primer tercio del siglo XX, Madrid, Cátedra, 2010. La historiadora vasca realiza un análisis pormenorizado de la prensa española respecto a ciertos juicios relativos a la violencia entre los sexos. Asimismo, para Aresti: “"Los discursos no son ideas ni expresiones lingüísticas de la realidad, ssino mediaciones que estructuran las identidades y la accción humana" p. 18. 43 ARESTI, Nerea, “La categoría de género en la obra de Joan Scott,” en BORDERÍAS, Cristina (ed.), op. cit. p. 229. 44 ZWEIG, Stefan, El mundo de ayer: memorias de un europeo, Madrid, Círculo de Lectores, 2002.

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El camino seguido por Sofía entre las oportunidades históricas a las que tuvo acceso fue ambiguo y contradictorio, en un continuo hacerse su identidad respecto a las posibilidades a su alcance. Con anterioridad a la Primera Guerra Mundial, las publicaciones de Sofía Casanova fueron de escasa relevancia comercial en España, si bien es cierto que su nombre era respetado entre las autoridades académicas y literarias gallegas, llegando a formar parte, incluso, de la Real Academia Gallega de las Letras. A su vez, la propia Sofía Casanova, incrustrada dentro de una red de relaciones cortesanas que le permitían tener la oportunidad de asistir unas recepciones con Alfonso XII (en una relación que iba más allá de su situación social, según Martínez Martínez) 45, durante su vida entre A Coruña y Madrid mantuvo contacto con autores de prestigio social e incluso político como Emilia Pardo Bazán. Algunas de las obras que publicó fueron: Poesías, Madrid, Imprenta de A.J. Arias, 1885; El doctor Wolsk: páginas de Polonia y Rusia , Madrid, Sucesores de J. Cruzado a cargo de F. Marques, 1895; Fugaces, La Coruña, Andrés Martínez Editor, 1898; Bartek el vendedor. (Traducción directa del Polocao por Sofía Casanova), Madrid, R. Velasco, Impresor, 1902; Sobre el Volga helado. Narración de viajes, Madrid, R. Velasco Impresor. 1903; Más que amor. Cartas, Madrid, R. Velasco Impresor, 1908; Lo eterno, Madrid, Narración española, 1908; Enrique Sienkiewcz. ¿Quo Vadis? (Primera versión española traducida del polaco por Sofía Casanova), Madrid, La novela de ahora, Casa editorial de Saturnino Calleja Fernández, 1908; Princesa del amor hermoso. El cuento semanal (24), año XII, 1909; Kowalewska, Zofia. Una nihilista. (Traducción de Sofía Casanova), Madrid, M. Pérez Vijjavicencio, 1909; La mujer española en el extranjero, Madrid, R. Velasco Impresor, 1910; El pecado, Biblioteca de autores gallegos, Vol X, Madrid, Imprenta de alrededor del mundo, 1911; El cancionero de la dicha, Madrid, R. Velasco Impresor, 1911; Exóticas, Madrid, Sucesores de Hernando, 1913; “La madeja: comedia frívola en tres actos y en prosa” Los contemporáneos, 241, 191346. Así pues, poesía, novela y algún esnsayo recorren su producción literaria, una agencia pública desarrollada durante los tiempos sociopolíticos de La Restauración. La cotidianeidad de Sofía Casanova estuvo marcada por la enclaustración en el mundo privado del hogar tras contraer matrimonio en 1887 con Vicenty Lutoslawski; poco a poco fue tomado distancia de su pasado literario (retomado a principios del siglo XX como medio de expresión de su cárcel matrimonial). Le estaba vedado en gran medida acudir a los lugares públicos frecuentados 45 MARTÍNEZ MARTÍNEZ, op. cit., pp. 37-66. La autora explica que las estancias de Sofía dentro de la Corte para leer su obra poética al rey no marcaban su posición social en un escalafón superior puesto que, a su modo de ver, fue una serie de contingencias de la sociabilidad entre las clases medias y las altas, sumadas a los gustos literarios de la monarquía española lo que condujo a Casanova en presencia de Alfonso XII. En mi opinión, estos acontecimientos literarios no pueden desligarse de la estracción social y sexual de Casanova 46 La lista de las publicaciones de Sofía Casanova ha sido extraída de la obra de Ofelia Alayeto y cojetada en la Biblioteca Nacional, en concreto en la dirección web que sigue: http://catalogo.bne.es/uhtbin/webcat; visitado el 26 de julio de 2011.

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por su marido y únicamente podía participar en alguna de las veladas que se celebraban en los salones. A pesar de considerarse a sí misma como depositaria de los valores familiares y, por extensión, de los valores domésticos y privados del matrimonio, en esas reuniones ella misma se convertía en generadora y catalizadora del discurso público al abordar ciertas temáticas que se encontraban inscritas de forma explícita en ese ámbito (especialmente, temas de carácter jurídicopolítico)47. Pese a todo, cuando su matrimonio se disolvió, la influencia de su madre viuda, así como las necesidades culturales que se derivaban de su situación de mujer católica que priorizaba el hogar ante todo lo demás, y las necesidades económicas provocadas por la revolución soviética, que le bloquearon el acceso al patrimonio familiar de los Lutoslawski, Sofía mantuvo un doble juego por el cual su matrimonio seguía en pie a efectos legales, aunque en la práctica la pareja vivía separada. En España, el diario ABC la presentaba tras la Gran Guerra como viuda con el objeto de mantener la imagen de Casanova como un ejemplo de mujer defensora de las tradiciones. Esta imagen se acentuaría aún más durante la II República y la Guerra Civil 48. En este sentido, las contradicciones intrínsecas del dicurso y la práctica social de Sofía Casanova se representan en la forma de identificación de la autora gallega respecto a las posibilidades sociales de las mujeres, y de ella misma en particular. Así, mientras que en La mujer española en el extranjero (1910), Sofía criticaba la dominación masculina sobre las mujeres y lo describía como un proceso que había impedido la modernización de España49, en su agencia histórica cotidiana privilegiaba lo que ella consideraba como el espacio de las mujeres, la casa y el mundo privado de la familia. PACIFISMO EN TIEMPOS DE GUERRA Y REVOLUCIÓN. Los enfrentamientos bélicos de la Primera Guerra Mundial comenzaron en agosto de 1914, pero la tensión diplomática y mediática entre los estados que participaron directa o indirectamente empezaron antes50. Así, y en relación con la colaboracción de Sofía Casanova en las páginas del diario ABC, las agencias y la prensa europea, mayoritariamente por parte los estados que se enfrentaron en las trincheras, pusieron en marcha unos mecanismos de control propagandístico en la prensa de los estados neutrales51. En España durante la guerra se produjo una confrontación 47 48 49 50

HOOPER, Kirsty, op. cit., pp. 23 – 51. MARTÍNEZ MARTÍNEZ, María Rosario, op. cit., pp. 724 - 745. HOOPER, Kirsty, op. cit., pp. 2-5. FERRO, Marc. La Gran Guerra. 1914-1918, Madrid, Alianza Editorial, 1998, p. 16; también GOBERNA FALQUE, Juan Ramón, “Conceptos en el frente. La querella de la «kultur» y la «civilisation» durante la Primea Guerra Mundial”, Historia Contemporánea, Nº 28, (2004), pp. 425 – 437. 51 ÁLVAREZ GUTIERREZ, Luis, “Intentos alemanes para contrarrestar la influencia francesa sobre la opinión pública en los años precedentes a la Primera Guerra Mundial” en Españoles y franceses en la primera mitad del siglo XX, Madrid, Centro de estudios históricos, Departamento de Historia Contemporánea, 1986, pp. 1 – 22. En cuanto a la propaganda aliada, de mayor efectividad sin duda: MONTERIO, Enrique, “Luis Araquistain y la propaganda aliada durante la Primera Guerra Mundial”, Estudios de historia social. Nº 24 – 25, (1983), pp. 245 – 266. Otra obra relacionada con la mediación en la opinión pública española, en este caso por parte de Estados Unidos, dentro de las

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discursiva entre los seguidores de la Entente (aliadófilos) y los simpatizantes con los Imperios Centrales (germanófilos). Muchísimos autores han visto en esta confrontación discursiva una especie de preludio de la posterior Guerra Civil, llegando a calificar dicho proceso como guerra civil dialéctica52. En este proceso debe inscribirse la participación de Sofía Casanova en el ABC. Alfonso Lazo Díaz, en su trabajo sobre el diario madrileño durante la Revolución Rusa, presupone una nuetralidad y objetividad del ABC durante la Guerra del 14, basando sus sentencias en la permisividad hacia sus corresponsales “cercanos” a la Entente expresarse con libertad dentro de un diario con una clara tendencia germanófila53. Sin embargo, el uso que se hizo de las crónicas de Sofía Casanova, la publicación estratégica de sus textos (contando con la dificultades que tuvo la autora gallega para hacer llegar sus relatos desde Polonia y Rusia), sugieren una neutralidad recelosa de los intereses de los Imperios Centrales 54. ¿Supo Sofía Casanova las formas en las que se publicaban sus textos? Es más que probable que tuviera conocimiento sobre la actividad social y política en España, puesto que en más de una ocasión alude en sus crónicas a la labor humanitaria patrocinada por Alfonso XIII55, aunque también es posible que no tuviera más que difusas noticias respecto a ello56. Especulando en este caso, considero improbable que ella tuviera información sobre las formas de publicar por parte del ABC debido a los problemas con las comunicaciones en el frente oriental para la prensa. En cualquier caso, las comunicaciones por medio de la prensa supusieron una herramienta de intuición por parte de los europeos (los alfabetizados y lectores, por supuesto) respecto al conflicto cultural que tuvo lugar entre 1914 y 191857. Es admisible decir que a pesar de la no intervención del estado español en los combates, su

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políticas de Wilson por determinar la posición estadounidense dentro de la contienda bélica, es la de MONTERIO JIMÉNEZ, José Antonio, “Imágenes, ideología y propaganda: la labor del Comité de Información Pública de los Estados Unidos en España (1917 – 1918)”, Hispania: revista española de historia, Vol. 68, Nº 228, (2008), pp. 211 – 234. ROMERO, Francisco, “España y la Primera Guerra Mundial. Neutralidad y crisis.” en BALFOUR, Sebastian y PRESTON, Paul (eds.), España y las grandes potencias en el siglo XX, Barcelona, Crítica, 2002, pp. 17-33. LAZO DÍAZ, Alfonso, La Revolución Rusa en el diario ABC de la época, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1975, p. 33. MARTÍNEZ MARTÍNEZ, María Rosario, op. cit., pp. 275-288. ALAYETO, Ofelia, op. cit., pp. 64 – 78. GONZÁLEZ FERNÁDEZ, Enrique, “La obra humanitaria del rey Alfonso XIII durante la Primera Guerra Mundial”, Mar oceana: revista del humanismo español e iberoamericano, Nº 2, (1995), pp. 283 – 296. IRIYE, Akira, “Culture and power: International relations as intercultural relations”, Diplomatic history, Nº 3, (1978), pp. 115 – 128; IRIYE, Akira. Cultural internationalism and world order, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 1997. Por otro lado, Akira Iriye señala lo que es una obviedad para él: que las relaciones internacionales son también, en el fondo, unas relaciones culturales. Para ello, propone un armazón teórico basado fundamentalmente en Geertz y Foucault, definiendo así los términos de cultura y poder, y explicitando luego su teoría bajo una comprobación empírica basada en las relaciones de China, Japón, Estados Unidos, y Europa durante el siglo de la barbarie, el s. XX. Aunque esas comprobaciones empíricas estén alejadas de nuestro tema, es posible la utilización de sus teorías a la hora de abordar las relaciones internacionales tras la Gran Guerra, puesto que no parecen existir procesos que interfieran en los significados que él propone: encontrar la relación entre el poder y la cultura, subordinando una a otra en la medida en que los datos sancionan sus tesis; esta será la cuestión principal para proyectar el significado de las relaciones internacionales como relaciones culturales.

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participación indirecta en la Primera Guerra Mundial, formalmente como estado neutral, determinó en gran medida los procesos históricos que tuvieron lugar entonces. La producción historiográfica habla de un gran impacto económico coyuntural que terminó por agravar las condiciones sociales de las clases bajas58; además, el proceso histórico de la guerra de los sexos influyó de manera decisiva en el devenir español tras la Guerra del 14 59. Es imposible desligar ambos procesos históricos, siendo un ejemplo de la relación el fenómeno pacifista feminista acaecido durante la guerra y después de ella y que podría vincularse, a mi modo de ver, con la difuminación de los espacios políticos asignados (públicos o privados según fuera en cada caso) a cada sexo60. Sofía Casanova también participó del pacifismo feminista a través de su actividad en el ABC, puesto que en sus crónicas enfatizaba la decadencia de los hombres por apostar por una línea belicista que, alimentada por la industrialización, fabricaba matanzas en masas en los frentes y algunas persecuciones en la retaguardia con los civiles. Aparte, la autora gallega cooperó a través de la Cruz Roja como enfermera en el frente oriental de la Guerra del 14. Sofía, aliadófila en cierta medida, pero corresponsal en la prensa afín a los Imperios Centrales, evidenció en sus textos las vivencias cotidianas de la huida de los pueblos ruso y polaco mezcladas con noticias de los frentes 61. Sofía se consideraba, principalmente, como una mujer católica que tenía responsabilidades propias de su sexo respecto a su familia. Separada ya de su marido, y siendo según sus propias palabras el cuidado de los medios mantenedores del hogar y la familia su mayor obligación, su presencia en los periódicos españoles sumada a su actividad médica la situaban en el espacio político reservado según el discurso mayoritario para los hombres. Las contradicciones respecto a su agencia histórica y a su discurso de autorrepresentación identitario, conforman el momento del cambio histórico en Sofía como sujeto histórico. Estas contradicciones serán mostradas de forma más evidente en la conferencia que ofreció el 25 de abril de 1919 en el Centro del Ejército y la Armada en Madrid: ante un público mayoritariamente militar y masculino, Sofía Casanova criticó duramente las condiciones sociales y políticas que habían derivado en el conflicto de la Gran Guerra, atacando la naturaleza masculina de los conflictos bélicos, pero disculpándose en gran medida por ser ella “sólo una

58 BARRIO ALONSO, Ángeles, La Crisis Del Régimen Liberal En España, 1917-1923, Ayer 63, Madrid, Marcial Pons, 2006. 59 ARESTI, Nerea, Médicos, donjuanes y mujeres modernas: los ideales de feminidad y masculinidad en el primer tercio del siglo XX, Bilbao, Euskal Herriko Unibertsitatea, 2001. 60 PORTOLÉS, Carmen Magallón, Mujeres en pie de paz: Pensamiento y prácticas, Madrid, Siglo XXI de España Editores, 2006, pp. 51-54. El acontecimiento más significativo en el plano institucional fue el Primer Congreso Internacional de Mujeres por la Paz, celebrado en La Haya el 28 de abril de 1915. Más de mil asistentes en representación de más de un centenar de organizaciones de países beligerantes y neutrales, propusieron una agenda política para buscar la paz y buscar la mediación para ello de los estados neutrales. 61 “Nuestra vida aquí es un continuo mortificante ejercicio de paciencia. Pasan meses y meses sin que sepamos de nuestros familiares y amigos quedados o muertos en Polonia. Mi comunicación con España es Indeciblemente difícil, y las noticias tan ansiadas del frente francés son parcas, inexpresivas, lentas” ABC, 24 abril 1916, p. 3.

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mujer”62. La notoriedad pública alcanzada al calor de sus publicaciones en el ABC, reputación que Casanova observaba con distancia, podría explicar los aplausos obtenidos por su discurso entonces, pero ¿cómo se puede comprender el distanciamiento teórico auto-impuesto por parte de Sofía de los medios políticos debido a su sexualidad y su actividad real en los espacios públicos como cronista, novelista y testido de la guerra y la revolución? En Piedralén, Carlos Gil Andrés especula con la posibilidad de la actuación de los sujetos sin la conciencia activa de su identidad y condición social63. Quizás sea esa la forma de acercarse a la comprensión del tránsito de Sofía Casanova durante la Primera Guerra Mundial. Los momentos de cambio histórico presentan contradicciones y tensiones entre los procesos que chocan entre sí continuamente en el quehacerse diario de las sociedades y los sujetos. Otras reconocidas feministas expresaron sus expectativas respecto al futuro y su análisis de la guerra y los cambios en las relaciones entre los sexos de muy diversas maneras. Así, Gertrude Stein mantuvo una actitud crítica respecto a la masculinidad y su responsabilidad en las guerras, aunque es cierto que su discurso ofrece más detalles sobre la II Guerra Mundial 64. Por su parte, Virginia Woolf, contestando a la pregunta de cómo evitar la guerra, alude a la necesidad de la integración educacional, social y política de las mujeres para conseguir un mundo racional y pacífico. Asimismo, la autora inglesa alude a la imposibilidad de contestar a esa pregunta en su totalidad hasta que ese proceso integrador de las mujeres no haya acontecido 65. Katherine Mansfield, de una manera mucho más sutil que su admirada Virginia Woolf, acomete desde la pena familiar por la muerte de su hermano en el frente occidental el análisis: para ella, la guerra disuelve la vida privada y pública por un problema político, dejando a los sujetos y a sus redes de sociabilidad fracturadas 66. En estas obras, no se explicita la guerra de sexos pero sí se intuye el salto cualitativo de las mujeres respecto a lo público. Por otro lado, diferían de los textos pacifistas habitualmente citados en las representaciones historiográficas que la obra de Erich M. Remarque ejemplifica a través de la muestra del pesimismo67. La observación en esas obras estaba más dirigida hacia la melancolía sobre un tiempo que se terminaba y a la irresponsabilidad de los políticos, aunque no evidenciaban la diferencia sexual y el poder derivado de las relaciones sexuales en sus discursos como uno de los 62 ALAYETO, Ofelia, op. cit., p. 104. 63 GIL ANDRÉS, Carlos, Piedralén: Historia de un Campesino: De Cuba a la Guerra Civil, Madrid, Marcial Pons, 2010. Por otro lado, esta intuición también fue presentada por Kathleen Barry en la historiografía feminista, aludiendo a que: “Cuando la intencionalidad está marcada por la conciencia, la subjetividad de las mujeres se torna política”, en BARRY, Kathleen, “The New Historical Syntheses: Women’s Biography,” Journal of Women’s History Vol. 1, No. 3 (1990), p. 85. La traducción es mía. 64 STEIN, Gertrude, Guerras que he visto, Madrid, Debolsillo, 2003. 65 WOOLF, Virginia, Tres Guineas, Madrid, Editorial Lumen, 2000. 66 MASNFIELD, Katherine, Diario/ Diary: Katherine Mansfield, Madrid, Editorial Lumen, 2008. 67 REMARQUE, Eric Maria, Sin novedad en el frente, Barcelona, Edhasa, 1994.

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problemas. Sin embargo, cabe preguntarse si esa muestras de la cultura del pesimismo no serían sino otra muestra más de los cambios en las relaciones de poder y sus consecuencias, como por ejemplo podría ser la relación entre los sexos68. Sofía Casanova tuvo dificultades económicas durante la década de 1920, vivida entre España y Polonia, debido a la disolución de las propiedades familiares de los Lutoswlasky tras la Revolución de Octubre y la Gran Guerra. Sin embargo, se reeditaron muchas de sus obras antiguas, novelas nuevas y vio publicadas sus crónicas de la guerra y la revolución: De la guerra: Crónicas de Polonia y Rusia, Madrid, R. Velasco Impresor, 1916; De la revolución rusa en 1917, Madrid, Renacimiento, 1918; Impresiones de una mujer en el frente oriental, Madrid, Imprenta Gráfica Exelsior, 1919; “Triunfo de amor: novela inédita de Sofía Casanova”, La novela corta, (186), año 4, 1919; Viajes y aventuras de una muñeca española en Rusia, Burgos, Hijos de Santiago Rodríguez, 1920; La revolución bolchevista, Madrid, Biblioteca Nueva, prefacio de 1920; “Episodio de guerra” La novela corta (299), 1921; Princesa rusa, Madrid, Publicaciones Prensa Gráfica, II, nº56, 1922; “Kola el bandido”, La novela semanal (7 julio), 1922; En la corte de los zares: del principio y del fin de un imperio, Madrid, Librería y Editorial Madrid, 1924; “El dolor del reinar” La novela semanal (213), 1925. Su presencia en la prensa, sobre todo en ABC, seguía siendo significatia debido a la autoridad que se le había entregado como testigo de la guerra y la revolución. En este sentido, el aumento en la visibilidad pública de Sofía Casanova, al igual que muchas otras escritoras en España, no parece ofrecer la visión de un cambio cuantitativo debido a la guerra de sexos69. Entre otros ejemplos, en la floreciente producción historiográfica europea, se observa un fenómeno similar al literiario, puesto que el salto cualitativo no reflejaba la tensión e incluso la negación de la transformación por parte de la masculinidad dominate70. Pero hubo un acontecimiento dentro del periodo que se analiza en este trabajo que marcó más si 68 RODRÍGUEZ FOUZ, Marta, “Héroes y villanos: la derrota de la conciencia moderna en la experiencia de entreguerras” en BERIAIN RAZQUIN, Josetxo (ed.), Modernidad y violencia colectiva, Madrid, CIS, 2004, pp. 251 – 280. 69 BOCK, Gisela, La mujer en la historia de Europa: de la Edad Media a nuestros días. La construcción de Europa, Barcelona, Crítica, 2001; BOCK, Gisela, “Equality and Difference in National Socialism Racism,” en SCOTT, Joan W (ed.), op. cit., pp. 267-290; SINHA, Mrinalini, “Gender in the Critiques of Colonialism and Nationalism: Locating the ‘Indian Woman’,” en SCOTT, Joan W (ed.). op. cit., pp., 477-504. En numerosas ocasiones las apariciones de las mujeres en los espacios políticos y sociales eran considerados como una usurpación por parte de los hombres, como un fenómeno circunstacial debido a la Guerra del 14 y que debía terminarse con la firma del armisticio en noviembre de 1918. Sin embargo, ese proceso no tuvo lugar y la tensión discursiva y de agencia en este sentido mostraba el cambio en las relaciones sexuales durante el periodo de entreguerras. 70 ZEMON DAVIS, Natalie, “‘Women’s History’ in Transition: The European Case,” en SCOTT, Joan W. (ed.), op. cit., pp. 81 – 82. Los ejemplos de los que habla Zemon Davis son: Lice Clark, Working life of women in the seventeeth century (1919): una socialista fabiana estudiante de la London School of Economics; Jew Leon Abersour, La femme et le feminisme en France avant la Revolution (1923); hasta 1940, Fevbre no se interesó por estas investigaciones. Ambas fueron a archivos locales, jurisdiccionales, finiancieros y administrativos, traspasaron las fuentes de los panfletos y memorias de aristócratas habituales para hacer libros de historia sobre mujeres; relacionaban la separación de poderes públicos y privados con la situación y represión de las mujeres.

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cabe a Sofía Casanova que la Gran Guerra: la Revolución de Octubre en Rusia. Cuantitativamente, el número de crónicas que envió y le fueron publicadas en ABC es bastante superior respecto al momento anterior de la Guerra del 14 71. Su relación con la corte española y sus ideas monárquicas le abrieron las puertas para realizar críticas amables hacia el régimen ruso pre-soviético. La fama que obtuvo Sofía en Madrid tras la Primera Guerra Mundial provino, principalmente, de su trabajo como cronista y sus vivencias como testigo de una revolución que había conmocionado al mundo europeo de la época. ABC presentaba a Casanova como testigo exclusivo de su periódico, siendo, asimismo, el periódico de mayor tirada nacional 72. Se ha señalado con anterioridad la reedición de sus obras anteriores y las nuevas obras que publicó tras su regreso de San Petersburgo; además, su presencia en conferencias y las muestras de prestigio público y político, incluída la entrega de la máxima distinción militar (la Cruz de Beneficiencia el 9 de noviembre de 1919) 73, situó a Sofía Casanova en el espacio público con un discurso pacifista, crítico con la masculinidad que había provocado la guerra y desde el segundo tercio de 1918, anti-comunista. Hubo, por supuesto, más testigos occidentales durante la revolución bolchevique y también dejaron su experiencia escrita y editada por el entramado editorial europeo74, pero ¿cómo se manifestó su quehacerse continuo como sujeto en pleno periodo revolucionario? ¿qué posibilidades de agencia individual tenía Sofía Casanova durante su estancia en Rusia? Y, en este sentido ¿el nacimiento de la URSS estuvo vinculado a la guerra de sexos?75 La producción historiográfica sobre la Revolución de Octubre es amplísima, aunque, como muchos otros procesos que significan las grandes narraciones históricas, adolece de falta de investigaciones feministas76. Esta investigación no pretende solventar ese vacío, pero sí ofrecer 71 Hasta marzo de 1917, Sofía Casanova había publicado 73 artículos en ABC respecto a la Primerra Guerra Mundial. En marzo de 1919 llegó a Francia tras viajar por Rusia y Polonia, hasta ese momento, la autora gallega había sido publicada en el periódico madrileño en 148 ocasiones. Datos obtenidos en www.hemeroteca.abc.es/detalle.stm 72 LAZO DÍAZ, Alfonso, op. cit., pp. 27-28. 73 ALAYETO, Ofelia, op. cit., p. 119. 74 REED, John, Diez días que estremecieron al mundo, Madrid, Txalaparta, 2007. 75 En este sentido, véase SCHRAND, Thomas, “Soviet ‘Civic-Minded Women’ in the 1930s: Gender, Class, and Industrialization in a Socialist Society”, Journal of Women’s History, Vol. 11, No. 3, (1999), pp. 126-150. 76 Entre muchas monografías: HILL, Christopher, La revolución rusa, Barcelona, Ariel, 1985; FERRO, Marc, La revolución rusa, Madrid, Grupo 16 D.L., 1985; FERNÁNDEZ, Antonio, La revolución rusa, Madrid, Istmo, 1990; FITZPATRICK, Sheila, La revolución rusa, Buenos Aires, Siglo XXI, 2005; CARR, Edward H., La revolución rusa de Lenin a Stalin. 1917-1929, Madrid, Alianza, 2009; FIGES, Orlando, La revolución rusa, 1891-1924: la tragedia de un pueblo, Barcelona, Edhasa, 2010. Por otra parte, también produjo un gran número de trabajos en los primeros años de su existencia, así, por ejemplo: de CHESSIN, Sergio, La locura roja: aspectos y escenas de la revolución rusa: 1917-1918, Barcelona, Industrias gráficas Seix Barral Hermanos, 1920; GASSET, Rafael, La humanidad insumisa: la revolución rusa y el problema social en España, Madrid, El imparcial, 1920; SALDAÑA, Quintiliano, La revolución rusa: la constituión de 10 de julio de 1918, Madrid, Reus, 1919; POKROVSKI, Mikhail, La revolución rusa: historia de sus causas económicas, Madrid, Editorial España, 1931; GRAMSCI, Antonio, Revolución rusa y Unión Soviética, Barcelona, Ediciones La Torre, 1976; LUXEMBURGO, Rosa, La revolución rusa y otros escritos, Madrid, Miguel Castellote, D.L., 1975; TROTSKII, Lev, Historia de la revolución rusa, Madrid, Veintisiete Letras, 2007. Sin embargo, en cuanto a las investigaciones que tienen al género como categoría de análisis fundamental, las referencias son escasas, siendo lo habitual presentar las revoluciones del mundo

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significados de la revolución a través de la experiencia de Sofía Casanova y su trabajo como cronista del ABC. En este sentido, los relatos de la autora gallega no eran una representación de las relaciones entre los sexos y los problemas de las mujeres de una forma evidente, sino que tras una narración de la cotidianeidad intercalada con descripciones de los grandes acontecimientos revolucionarios que a su juicio se fueron sucediendo, se puede vislumbrar algunos de las tensiones en ese aspecto y su experiencia individual y familiar. Sin duda, uno de los textos más conocidos de Sofía sobre la Revolución de Octubre es aquel en el que se entrevista con Trotski en diciembre de 1917 y que fue recopilado en el libro La revolución bolchevista: diario de un testigo (1920)77. Heredera de la tradición de paternalismo social de la Rerum Novarum (1891)78 y con un sentimiento pacifista como ya se vio más arriba, Casanova no criticó la revolución en sus primeras fechas sino que alabó su existencia y la continuación de las reformas iniciadas en los primeros meses de 1917 con el gobierno liberal. Sólo cuando el gobierno bolchevique acaparó las críticas occidentales por sus decisiones revolucionarias, entre otras las de Sofía, cuando los muertos se amontonaban y el pan no alimentaba a la población de San Petersburgo, la cronista gallega se apartó defintivamente de las corrientes maximalistas. Aún así, trató de comprobar las noticias que excedían lo que ella consideraba como normal para las políticas comunistas; de este modo, críticó las noticias falsas respecto a las ingerencias del partido en la vida de las mujeres y familias 79, y alabó la búsqueda constante de la paz por parte de la revolución. El fusilamiento de dos familiares (Mariano y José Lutoslawski) le hizo perder cualquier esperanza en el futuro que ella pretendía para Rusia. Sofía llegó a Madrid en la primavera de 1919 y vio como ella misma era ya una representante de un mundo que estaba agonizando. Desde entonces, concentró sus esfuerzos periodísticos (que duraron hasta 1945) a criticar el “peligro comunista”, convirtiéndose de esta forma en testigo de una pedagogía moral anticomunista que se propagó en la prensa española durante la década de 1920. Su fervor anticomunista pudo llevarla a posicionarse en contra de la II República y a favor de Franco e incluso de Hitler. Pacifista, al igual que numerosos intelectuales de la Primera Guerra Mundial, escribió en ABC duras crónicas a favor del contemporáneo bajo el prisma del feminismo como en: ROWBOTHAM, Sheila, Women, resistance, and revolution: a history of women and revolution in the modern world, New York, Pantheon Books, 1972; trabajos exclusivos respecto a la revolución rusa hay pocos y suelen ser descriptivos como el de VORONINA, Olga, “El movimiento de las mujeres en la URSS: historia y situación actual”, Poder y libertad: revista teórica del Partido Feminista en España, Nº 12, (1990), pp. 28-38; sin embargo, trabajos como PHILIPS, Laura L., “In Defense of Their Families: Working-Class Women, Alcohol, and Politics in Revolutionary Russia.”, Journal of Women’s History Vol. 11, Nº. 1 (1999), pp. 97-120, parecen mostrar una nueva tendencia en la última década. 77 CASANOVA, Sofía, La Revolución Bolchevista: Diario De Un Testigo, Astorga, Akrón, 2008, pp. 53-61. En cuanto a la publicación original del texto: ABC, 16 diciembre 1917, pp. 7-9 78 CALLAHAN, William J., La Iglesia Católica En España (1875-2002), Barcelona, Crítica, 2002, pp. 97-127. 79 En concreto las noticias del Zaria Rosia referente a la nacionalización de las mujeres proyectada por el Soviet de Schwalinska; CASANOVA, Sofía, La revolución..., op. cit., pp. 130-131.

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prolongamiento de la guerra española para extirpar el comunismo latente en los republicanos80. Sin duda, se produjo algún tipo de transformación en su mundo simbólico y desde entonces se posicionó vehementemente a favor del orden político y social. Su diferenciación de lo público (la nación, el estado) y lo privado (la religión y la familia) suponía la adecuación de unos espacios naturales para hombres y mujeres. Según un estudio de Judy Long, en las autorrepresentaciones, en las prácticas y los discursos que hablan sobre el yo, en los relatos autobiográficos, la primacía de lo público respecto a lo privado jerarquiza y establece los lugares de actividad histórica para el propio sujeto en relación a su sexualidad 81. El acomodo de los textos políticos de Sofía en este caso y debido a su propia agencialidad histórica tras la Guerra del 14, ya fuera mediante la “disculpa” por meterse en asuntos de hombres, o amparándose en la “piedad cristiana antibelicista” que la guiaba a contraponer dos sensibilidades distintas, puede ser resultado de varios procesos en los que ella era protagonista: “la heroica, masculina y viril, que se deja engañar por el fervor patriótico y la fuerza de la propaganda, y la realista, que con objetividad femenina […] desconfía de los grandes principios”82. ¿Fue Sofía Casanova, tal vez, en la guerra de los sexos una represetante de un mundo que termina y que chocaba todavía con las tensiones de los discursos generados por la Guerra del 14? Sofía Casanova dudaba de la necesidad del feminismo sufragista como elemento articulador de las necesidades de la sociedad y de las mujeres 83. La tensión existente en el discurso de Sofía respecto a lo público y a lo privado, favorece, creo, las tesis sobre la necesidad de analizar la contingencia de los acontecimientos y la oportunidad de elección de los individuos en su cotidianeidad, limitada, a su vez, por los limites contextuales e intersubjetivos del ser histórico84.

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ALAYETO, Ofelia, op. cit., pp. 129-145. LONG, Judy, op. cit., p. 107. LÓPEZ-CORDÓN, Victoria, op. cit., p. 22. MARTÍNEZ MARTÍNEZ, María Rosario, op. cit., p. 722. Sofía Casanova tenía una impresión negativa del movimiento sufragista a pesar de pensar que el voto femenino sería beneficioso para sus intereses políticos. 84 BUTLER, Judith, Lenguaje..., op. cit., p. 35. Sobre las rupturas de significado histórico durante un acontecimeintoproceso: Butler pone el ejemplo del lenguaje del odio respecto a su propio discurso y el citar por parte de ella el discurso del odio mismo para explicarlo y analizarlo. Esto me parece importante para explicar una cesura temporal, porque se demuestra que nunca acontece una transformación total: “El puente discursivo rompe con los anteriores, pero no de una forma absoluta. A pesar de su aparante «ruptura» con el pasado, el presente discurso sólo se puede leer con respecto al pasado con el que rompe. Sin embargo, el presente contecto elabora un nuevo contexto para el hablar, un contexto futuro, aún sin perfilar y que, por lo tanto, no es exactamaente un contexto. […] En este sentido, un «acto» no es un evento momentáneo sino un cierto tipo de red de horizontes temporales, una condensación de iterabilidad que excede el momento al que da lugar."

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