SOCIOESPACIALIDADES DE LA SALUD EN UN INQUILINATO DE NIQUITAO

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Descripción

Espacialidades de la Salud en un Inquilinato de Niquitao

Atanael Barrios Loaiza

Instituto de Estudios Regionales INER

Universidad de Antioquia Medellín, Colombia

Diciembre de 2012

Espacialidades de la Salud en un Inquilinato de Niquitao

Trabajo de investigación para optar al título de Magíster en Estudios Socioespaciales (Segunda cohorte)

Atanael Barrios Loaiza Autor

Robert Dover Director

Maestría en Estudios Socioespaciales Instituto de Estudios Regionales INER

Universidad de Antioquia Medellín, Colombia Diciembre de 2012

Dedicatoria A mi gigante Sebastián y mi pequeña Martina, mis hijos, porque con sus imágenes me llenaba de fuerza para continuar las largas horas de trabajo. A mi tía Betty, por su permanente capacidad de creer en mí. A Dios por saber hacerse presente en mí y… A mí, porque sin mí, jamás habría podido culminar este trabajo.

Agradecimientos Es una obligación pero sobre todo un gusto poder dar gracias a todas y todos aquellos que de una forma u otra contribuyeron con esta causa. Muchas gracias a los y las participantes directos de esta investigación, a las familias de Niquitao que me abrieron las puertas y cortinas de sus piezas para regalarme su tiempo y testimonios de vida. A ellos y ellas les deseo la mejor de las venturas en sus restantes experiencias de vida. Gracias doña María Victoria Monsalve Q.E.P.D. Gracias para Wilson Mario Rodallega, quien se despojó de sus recelos muy rápidamente, dándome su permiso y voto de confianza para escudriñar ese mundo del inquilinato Los Andes. Gracias indudablemente al Doctor Robert Dover por asesorarme en este trabajo y muy especialmente por su confianza y apoyo en las vicisitudes, así como a los jurados de este trabajo los Doctores Eryka Torrejón Cardona y Guillermo Correa Montoya por sus valiosas observaciones. Gracias al Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia por ser mi escuela estos últimos tres años y por darme la oportunidad de ser su egresado. Agradezco de corazón a mis pocos familiares, a Carlos por darme su ayuda en los últimos días y a todas y todos mis amigos por su valioso apoyo anímico, por apostarle a que sí realizaría una maestría y por respetar mis ausencias por el mismo motivo. Finalmente agradezco a quienes hayan dudado de mis capacidades para esta tarea, porque pesar de ello, jamás me lo demostraron con suficiencia. A todos ellos y ellas gracias…totales!

Resumen A la luz del repertorio teórico de los estudios socioespaciales, especialmente desde el enfoque de la Geografía Humana (Tuan) y en asocio con las psicologías Ambiental y Humanista, se elabora una investigación sobre el tema de salud en un inquilinato del sector Niquitao de la ciudad de Medellín. Se toman como punto de partida una contextualización del sector y sus habitantes destacando aquí muy especialmente su condición de marginalidad y pobreza; una exposición puntual de los elementos centrales del marco teórico; y los aspectos metodológicos de la investigación, para proceder a examinar conceptos centrales como los de lugar y salud antes de entrar a exponer los diferentes hallazgos. El tema de la salud se explora para destacar sus dimensiones espaciales de materialidad, de representación y de experiencia; es decir, su trialéctica espacial (Lefebvre), sus posibles espacialidades (Soja). El estudio del problema de habitar en el inquilinato conlleva a la formulación de unas categorías de inquilino, que estriban en su nivel de conformidad con esta forma de hábitat. Los fenómenos del ejercicio del poder en un espacio de heterotopía (Foucault) a través de las prácticas del inquilinato, dan cuenta de funciones institucionales de sus espacialidades que inciden de diversas formas sobre la salud de sus moradores. Se profundiza en el asunto de la salud en estos lugares a la luz de la perspectiva del Desarrollo y la Seguridad Humana (Alkire), examinando cada uno de sus elementos más determinantes en contraste con la vida cotidiana del inquilinato Los Andes. Así, finalmente se revisa la situación de centro-periferia de Niquitao evaluando las relaciones escalares del inquilinato con su vecindario y de este con el sector San Lorenzo en general, de manera que debatiendo conceptualizaciones como Gradiente Social de la Salud (OMS) y Amplificación de la Privación (Macintyre) se evalúan las influencias que esta condición de centralidad y periferia simultánea tiene sobre la salud de sus habitantes.

Palabras Clave: Niquitao, Inquilinato, Espacialidades, Salud, Marginación, Trialéctica espacial, Geografía Humana, Psicología Ambiental, Psicología Humanista, Poder, Institucionalización, Espacio, Hábitat.

Abstract In accordance to the repertoire of the studies into the sociospatial theory, especially from the viewpoint of Human Geography (Tuan) and in association with the Environmental and Humanistic psychologies, is made a research on the issue of health in a housing tenancy on the Niquitao sector in Medellin city. As a starting point, is taken a contextualization of the sector and its inhabitants highlighting especially their marginalization and poverty status; a precise exposure of the central elements in the theoretical and methodological aspects of the research is made, to proceed to examine core concepts as health and place before going to expose the different findings. The issue of health is explored to highlight its spatial dimensions of materiality, representation and experience, namely, its spatial trialectic (Lefebvre), its possible spatialities (Soja). The study of the problem of living in the housing tenancy leads to the formulation of tenant categories, which depends on their comfort level with this type of habitat. The phenomena of the power exercise in a space of heterotopia (Foucault) through tenancy practices, inform about institutional functions of its spatialities in various ways that influence the health of its inhabitants. It delves into the issue of health in these areas in the light of the Development and Human Security (Alkire) perspectives, examining each one of its most crucial elements in contrast to the daily life of the Los Andes housing tenancy. So finally, the status of centerperiphery relations of Niquitao is reviewed, evaluating scalar relations between the housing tenancy and its neighborhood and this neighborhood with the San Lorenzo area in general, so debating the conceptualizations: Social Gradient (WHO) and Deprivation amplification (Macintyre), the influences that this condition of simultaneous centrality and periphery has on the health of its inhabitants are evaluated.

Keywords: Niquitao, Housing Tenancy, Spatialities, Health, Marginalization, Spatial Trialectic, Human Geography, Environmental Psychology, Humanistic Psychology, Power, Institutionalization, Space, Habitat.

Lista de Gráficos y Tablas

Gráfico 1-1 La matriz geográfica o de la espacialidad. Fuente: Peña (2011)......................................................................................................................34 Gráfico 3-1 Matriz de Espacialidades del Inquilinato Los Andes. Fuente: elaboración propia…………………………………………………………………….76 Tabla 5-1 Viviendas según estrato socioeconómico. Fuente: Alcaldía de Medellín (2011)………………………………………………………………………..161 Tabla 5-2 Población según estrato socioeconómico de la vivienda. Fuente: Alcaldía de Medellín (2011)…………………………………………………………161 Tabla 5-3 Hogares según estrato socioeconómico de la vivienda. Fuente: Alcaldía de Medellín (2011)…………………………………………………………162

Lista de Fotografías

Fotografía 1-1 Plaza de Mercado y estación de ferrocarril -1920, Medellín, Colombia. Fuente: Wikimedia Commons (2012)…………………………….……8 Fotografía 1-2 Fotografía Satelital Área Sector Niquitao en la Actualidad. Fuente: SITE Alcaldía de Medellín ………………………………………………....13 Fotografía 2-1 Baños comunitarios en Los Andes. Fuente: Elaboración propia…………………………………………………………………………………..…48 Fotografía 3-1 Imagen comparativa entre detalles de la pieza de un inquilino inconforme (izquierda) y detalles de la de uno conforme (derecha). Fuente: Elaboración propia…………………………………………………………..……..….66 Fotografía 3-2 Cocina comunitaria del inquilinato Los Andes. Fuente: Elaboración propia……………………………………………………………..….….70 Fotografía 4-1 Único patio en Los Andes. Fuente: Elaboración propia…...121 Fotografía 5-1 Fotografía Satelital Área del vecindario de Los Andes - Escala 1:750. Fuente: SITE Alcaldía de Medellín …………………………………..……137 Fotografía 5-2 Olla en los bajos del puente de la oriental, población altamente flotante. Fuente: Secretaría de Bienestar Social - Universidad de Antioquia (2009)……………………………………………………………………….144 Fotografía 5-3 Los Andes y su Centralidad. Fuente: SITE Alcaldía de Medellín……………………………………………………………………………..…..157

Lista de Mapas

Mapa 1-1 Primer plano de Medellín. Fuente: Sociedad de Mejoras públicas (1925)………………………………………………………………….……………………6 Mapa 1-2 Mapa de localización de La Candelaria en Medellín. Fuente: Wikimedia Commons (2012)……………………………………………..…………….7

Lista de Planos Cartográficos

Plano cartográfico 1-1 Barrio Colon-Niquitao. Fuente: Alcaldía de Medellín Ver Anexo A………………………………………………………………………….….11 Plano cartográfico 1-2 Comuna 10 La Candelaria. Ver Anexo B.

Contenido INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................ 1 UNIDAD UNO: Preguntas Caminos Enfoques Socioespaciales ..................................................... 4 ¿Qué es Niquitao? ........................................................................................................................... 5 ¿Y…quiénes son los moradores de los inquilinatos en Niquitao? ................................................. 14 Los Inquilinatos y la municipalidad ............................................................................................... 24 ¿Cuáles son los Referentes Teóricos para esta Investigación? ..................................................... 27 El Giro Espacial .............................................................................................................................. 27 ¿Qué es una Espacialidad? ............................................................................................................ 29 ¿Cuál es la Perspectiva Socioespacial para esta Investigación en Niquitao? ................................ 33 ¿Qué Aporta la Psicología a esta Investigación Socioespacial? .................................................... 36 ¿Por qué la Pregunta por la Identidad? ........................................................................................ 38 ¿Cuál fue Entonces la Aproximación Metodológica? .................................................................... 39 UNIDAD DOS: El Inquilinato “Los Andes” ¿Un lugar? ................................................................ 43 El Lugar desde la Geografía Humanística ...................................................................................... 44 El lugar Percibido: las Materialidades del Inquilinato. .................................................................. 47 El Lugar Representado y Vivido: Imágenes y Experiencias del Inquilinato ................................... 49 El Inquilinato Los Andes ¿Lugar o No-Lugar? ................................................................................ 53 UNIDAD TRES: Habitar en Niquitao y en “Los Andes” ............................................................... 57 ¡Estar Ahí, en el Mundo! ............................................................................................................... 58 ¡Estar Ahí! ¿En el Inquilinato? ....................................................................................................... 59 1.

El inquilino inconforme ..................................................................................................... 60

2.

El inquilino indiferente ...................................................................................................... 61

3.

El inquilino conforme ........................................................................................................ 61

¿Amor o Rechazo hacia este Lugar?.............................................................................................. 62 ¿Habitar una Heterotopía? ........................................................................................................... 66 Drogarse en la pieza .................................................................................................................. 68 Preparar los alimentos, lavar la ropa y usar el baño en lugares comunitarios y horarios establecidos............................................................................................................................... 69 Las cámaras de vigilancia. ......................................................................................................... 71

La limitación de espacios para la socialización. ........................................................................ 72 Prácticas y Producción del Espacio Heterotópico: el lugar límite ................................................. 72 El inquilinato como Institución - El ejercicio del Poder ................................................................. 76 UNIDAD CUATRO: La Salud en Estos Lugares ........................................................................... 89 Espacio y Salud .............................................................................................................................. 90 Ahora bien… ¿qué es la salud? ...................................................................................................... 95 ¿Salud y Seguridad Humana en Niquitao? .................................................................................... 97 Salud y bienestar en “Los Andes”: condiciones ............................................................................ 99 La Pobreza ............................................................................................................................... 102 El Hacinamiento ...................................................................................................................... 103 La Falta de Vivienda Propia ..................................................................................................... 105 El Desarraigo ........................................................................................................................... 107 El Abuso Sexual como Realidad............................................................................................... 109 El Abuso Sexual como Riesgo Potencial .................................................................................. 110 La Mala Nutrición .................................................................................................................... 111 Las Condiciones Insalubres...................................................................................................... 111 La Insuficiencia en la Prestación de los Servicios de Salud ..................................................... 113 Las Limitaciones en el Acceso a las Medicinas ........................................................................ 114 La Auto-medicación y Auto-tratamiento ................................................................................ 115 La Violencia ............................................................................................................................. 116 La Drogadicción ....................................................................................................................... 116 Las Formas de Habitar ¿Están en Relación con la Salud? ........................................................... 118 Los Andes: ¿Salud y Desarrollo?.................................................................................................. 124 ¿El Sistema de Salud Discrimina o Excluye al Inquilino? ............................................................. 127 UNIDAD CINCO: Niquitao Vecindario y Salud ......................................................................... 132 ¿Barrio o Vecindario?: Primera Aclaración ................................................................................. 133 ¿Por qué los Vecindarios en las Investigaciones de Salud? ........................................................ 133 El Gradiente Social de la Salud en el Vecindario ......................................................................... 134 ¿Riesgos en el Vecindario para la Salud? .................................................................................... 136 La vecindad con las vías mencionadas .................................................................................... 137 La localización del inquilinato en la cuadra............................................................................. 140

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La vecindad con la zona verde de la adyacente interconexión entre la avenida Oriental y la calle San Juan (La Magdalena) y los bajos del puente ............................................................ 143 ¿Recursos o Privaciones del Vecindario? .................................................................................... 147 ¿Resiliencia o Resistencia? .......................................................................................................... 149 El vecindario: ¿En el Centro de la Marginalidad?........................................................................ 152 ¿Pero…se trata efectivamente de una Condición de Centro Periferización? ............................. 156 CONCLUSIONES .................................................................................................................... 166 BIBLIOGRAFÍA....................................................................................................................... 173

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INTRODUCCIÓN Este escrito presenta en cinco unidades temáticas y de discusión los resultados de una investigación realizada como parte de los requisitos para optar al título de Magister en Estudios Socioespaciales del Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia. La investigación se desarrolló con habitantes de “Los Andes”, inquilinato del sector Niquitao del barrio Colón y la más grande de las viviendas multifamiliares compartidas del sector que adquiere tal denominación, con el objetivo de examinar las espacialidades que son producidas y vivenciadas por estas personas y que inciden sobre su salud. En la Unidad Uno se presenta la información necesaria para conocer el contexto específico de la investigación, lo que implica las características de generales de la comuna 10 La Candelaria y el sector de San Lorenzo, para centrarse en Niquitao como espacio geográfico del barrio Colón y como conjunto de representaciones para la municipalidad y la ciudadanía en general. Se hace además una exposición de los referentes teóricos de la investigación, lo que comprende el llamado “Giro Espacial” como promotor del paradigma de las actuales ciencias socioespaciales, el concepto de espacialidad por su transversalidad a todo el trabajo, el concepto de Heterotopía de Foucault como referente de lectura para los hallazgos, la Geografía Humanística como perspectiva socioespacial adoptada, la Psicología y sus aportes a la investigación y el concepto de identidad por su interdependencia con el de lugar. A este punto, se aclara cuál fue la aproximación metodológica, centrándose en el Enfoque Biográfico y en la técnica del Relato de Vida como herramienta principal del trabajo. La Unidad Dos versa sobre el concepto de Lugar, presentando su abordaje desde la geografía humanista que lo condiciona al sentido. De esta modalidad de espacio se destacan sus dimensiones materiales en tanto espacio percibido, así como las de representación y experiencia, en tanto espacios representados y vividos, haciendo permanente alusión a Lefebvre y Soja. Se discute además alrededor de la posibilidad de que el inquilinato Los Andes no sea verdaderamente un lugar, con base en los fenómenos de movilidad, propiedad y pertenencia. La Unidad Tres se concentra en el asunto del Habitar en este inquilinato, partiendo de las reflexiones filosóficas del Dasein de Heidegger y, consecuentemente del Habitar, conllevando a la formulación de tres posibles tendencias tipológicas de inquilinos de las que se consideran sus relaciones afectivas hacia este lugar, 1

desde el amor -topofilia- hasta el rechazo -topofobia-. A este punto de la discusión se consideran las implicaciones de habitar este inquilinato en correspondencia con el concepto de Heterotopía, examinando de sus prácticas más características, aquellas como de posible desviación, desde donde se propone una matriz de espacialidades del inquilinato Los Andes. Se discute a la luz de Michel Foucault las relaciones de poder y las funciones de institucionalización que inciden sobre los moradores de este lugar. En la Unidad Cuatro se expone el abordaje del problema de la salud desde una perspectiva socioespacial, tomando como foco teórico el concepto de espacialidad, disertando sobre el de salud de la OMS y discutiendo desde la perspectiva de la Seguridad Humana y la Geografía Humana las implicaciones sobre la salud que conlleva habitar estos lugares. Adentrados en este asunto y luego de sondear las concepciones de salud de los inquilinos a la luz de su situación socioeconómica, se procede a examinar algunos de los componentes de la Seguridad Humana en contraste con la realidad del inquilinato Los Andes, tales como la pobreza, el hacinamiento, la falta de vivienda propia, el desarraigo, el abuso sexual, la mala nutrición, las condiciones insalubres, las insuficiencias en la prestación de los servicios de salud, las limitaciones en el acceso a las medicinas, la auto-medicación y auto-tratamiento, la violencia y la drogadicción. Todas estas prácticas propias del habitar en Los Andes y Niquitao se contrastan con la dimensión de la salud, con el ánimo de observar tendencias entre los tipos de inquilinos propuestos. La discusión conduce al tema del desarrollo, ya que Niquitao y sus habitantes están en el medio geográfico y político de una ciudad con “vocación de desarrollo”, para considerar las posibles consecuencias para la salud de esta especial relación, particularmente, la probabilidad de que los inquilinos sufran formas de discriminación por parte de los sistemas de salud y del Estado. Finalmente, en la Unidad Cinco se presentan las razones por las cuales es importante considerar las implicaciones que el vecindario tiene sobre la salud, partiendo del concepto de Gradiente Social de la Salud para evaluar los riesgos, recursos, representaciones y relaciones que se tejen en torno a la salud en el vecindario de Los Andes, destacando a este punto la capacidad de resiliencia que sus residentes exponen. Es así como se valoran aspectos como la vecindad con las vías aledañas, la localización en la cuadra, la vecindad con la manga adyacente y los bajos del puente de interconexión entre estas vías. Se relativizan estos aspectos con base en el concepto de Amplificación de la Privación, para así pasar a profundizar en la condición de centro-periferia simultánea de Niquitao y sus posibles consecuencias sobre la salud. En este sentido, se enfatizan los desplazamientos históricos de esta población a la luz de las representaciones que 2

de ella ha tenido tradicionalmente la municipalidad, y cómo estas dan pie a sus intervenciones sobre estos lugares y sus moradores; cuestionando finalmente, las posibles resistencias que estás personas podrían oponer a dichas intervenciones.

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UNIDAD UNO: Preguntas Caminos Enfoques Socioespaciales

¿Qué es Niquitao? Los barrios Colón, San Diego y Las Palmas configuran el llamado sector de San Lorenzo, el cual pertenece a la comuna 10 de la ciudad de Medellín, reconocida bajo el nombre de “La Candelaria”. Con un área comprendida entre las calles 45 y 40, Colón es más comúnmente conocido por los medellinenses como Niquitao, ya que este es el nombre de la popular carrera 44 que le atraviesa de norte a sur. Para comprender cómo Niquitao ha llegado a ser el tipo de lugar que es, resulta necesario un breve repaso histórico del desarrollo de la comuna La Candelaria, que debe remontarse a la aún muy joven Medellín de 1770, fecha correspondiente a los primeros diagramas de la ciudad que fuera fundada en 1616. El modelo de organización espacial colonial fundante de Medellín, inspirado en la geométrica arquitectura española, consta primordialmente de manzanas cuadradas cuadrículas- instaladas alrededor de una plaza principal que, a su vez, se custodia por una iglesia mayor. Así comenzó a configurarse, con los retos y excepciones que imponía la topografía local, el paisaje urbano del valle del Aburrá, que gracias a la importancia comercial con la que ya contaba este poblado, el mandatario Juan del Corral elevaría a la condición de ciudad en 1813. Medellín sería enaltecida en 1826 con su nombramiento como capital de Antioquia, año en que se fundaría el cementerio San Lorenzo en el ahora sector del mismo nombre –de la actual comuna 10-, que desde sus inicios hasta su clausura se conocería como “el cementerio de los pobres”, y que fuera el único de la ciudad hasta 1844. Tal era entonces la importancia para la ciudad de la comuna 10 La Candelaria, el área más densamente poblada en la parte centro-oriental del río que atraviesa el valle de Aburrá, tal como se observa en los mapas iniciales de Medellín, y que por lo tanto se constituiría como área residencial del centro fundacional; es decir, del centro histórico y patrimonial de la ciudad.

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Mapa 1-1 (1925).

Primer plano de Medellín. Fuente: Sociedad de Mejoras públicas

En el ocaso del siglo XIX Medellín empezaría a cobrar relevancia política y económica. Don Pedro Justo Berrío (1827 - 1875) promovería una época de progreso y especiales avances para la ciudad, como lo fueran el tranvía, el ferrocarril y la construcción de carreteras. De manera simultánea, Medellín iría cobrando la calidad de centro intelectual para pensadores y académicos. Sin embargo, era una ciudad que había crecido prácticamente sin planeamiento desde las dos centurias anteriores. Para la época, Medellín era todavía sólo un poblado grande, de calles empedradas, prácticamente sin servicios públicos, carreteras o telecomunicaciones.

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Mapa 1-2 Mapa de localización de La Candelaria en Medellín1. Fuente: Wikimedia Commons (2012).

Desde la ciudad de Medellín se estimuló fuertemente la industrialización de la región a principios del siglo XX, durante el periodo de la Primera Guerra Mundial y en la década de los 30, en gran medida gracias a la bonanza del oro y el café, lo que llevó a adjetivar la ciudad con el remoquete de ciudad industrial, para resaltar el exacerbado espíritu empresarial en el pueblo antioqueño de entonces. Comenta Jorge Márquez Valderrama (2012): “En los años 1920, Medellín se convertía en una capital industrial y comercial conectada por ferrocarriles y carreteras con numerosos distritos de dentro y fuera del departamento. Las actividades motoras de ese proceso de crecimiento económico y demográfico fueron el cultivo del café, la minería y, en menor grado, el comercio y la industria”. De hecho, para 1945 la ciudad ya sumaba 800 fábricas, siendo las de producción textil las predominantes. Progresivamente, el crecimiento económico disparó el demográfico, atrayendo cada vez más a los campesinos a la prometedora ciudad, migración que además se vio acentuada por la mejoría de los sistemas de transporte y por la llegada de refugiados, desplazados a causa del incremento de la violencia en las zonas rurales del departamento, momento histórico que se denominaría la época de “La Violencia”. 1

Fuente: Wikimedia Commons (2012). En línea: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Mapa_La_Candelaria-Medellin.png Consultado en Diciembre 26 de 2013.

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El sector de la Candelaria se convirtió en foco de artesanos, posada de la briosa clase obrera que empezaba a definir los destinos de Medellín, y como consecuencia este centro fue así perdiendo paulatinamente su vocación de zona residencial de la clase media de la ciudad, para ser centro de acopio de los recién llegados de todas partes y de los trabajadores. Los radicales cambios del urbanismo en Medellín, tales como la construcción de la plaza de mercado o Plaza de Cisneros en la zona que adquiriría el nombre de Guayaquil, como lugar de recepción por su traslado del, hasta entonces, mercado tradicional del parque de Berrío, así como la edificación de la Estación Central del Ferrocarril de Antioquia frente a esta plaza, es decir, muy próxima al área de San Lorenzo en la Candelaria, le fueron ratificando definitivamente al sector de Niquitao su categoría de centralidad urbana de Medellín. Este sería el momento de nacimiento de las pensiones para los inmigrantes -los inquilinatos de hoy- según el historiador Jorge Orlando Melo (1997), quien además afirma que “para 1875 la ciudad ya ha llegado a San Juan, donde se establecerán dos hitos urbanos en el paso del siglo: la plaza de Mercado y la estación de ferrocarril”. Fotografía 1-1 Colombia.

Plaza de Mercado y estación de ferrocarril -1920, Medellín, Fuente: Wikimedia Commons (2012)2.

Décadas después de este periodo de efervescencia económica y cultural, durante los años 70 del siglo pasado el sector de Niquitao sufriría la construcción de las avenidas San Juan y Oriental, las cuales, si bien valorizaron el sector, presionaron 2

Wikimedia Commons (2012). En línea: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Plaza_de_Mercado_1920_(Fachada)-Medellin.jpg Consultado en Diciembre 26 de 2013

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a los restantes habitantes originales a desplazarse hacia otros sectores por fuera de la centralidad. Así, estas dos vías generaron un particular impacto en el tejido social del sector al romper abruptamente las dinámicas espaciales pre-existentes; alterarían las relaciones económicas y sociales ya establecidas con los barrios y espacios adyacentes a Colón, como San Antonio y la Plazuela de San Ignacio, bastión de la centralidad histórica del sector. El impacto de estas construcciones estaría no sólo dado en términos de una mayor interconexión con el resto de la ciudad, sino que también se definiría por la ruptura de la identidad de un barrio nacido con vocación residencial, y que inclusive aún hoy lucha por seguir presente en las relaciones con el centro tradicional y representativo de Medellín, a pesar del quebranto que a ese nivel impusieron dichas obras: Esto aconteció para los habitantes del barrio Colon- Niquitao, con la construcción de la Avenida Oriental y San Juan, que dividieron el territorio común socialmente construido entre los habitantes de los barrios del centro, alejando sus referentes, destruyendo su tejido, erradicando sectores (caso barrio San Antonio y partes de Colon), y finalmente excluyéndolos del centro tradicional (Díaz Rendón, A. 2011).

Una manera de entender el impacto disruptivo que las avenidas San Juan y Oriental tuvieron sobre el barrio Colón y el sector San Lorenzo en general, es a través de la revisión del número de equipamientos con los que contaba el sector en su época de apogeo, en comparación al progresivo declive de estos emplazamientos y servicios posterior a la construcción de las mencionadas vías. Respecto a las instituciones educativas, por ejemplo, Díaz Rendón (2011) afirma que “el barrio llegó a contener hasta once (11) centros educativos antes de la construcción y ampliación de la avenida oriental y de la Calle San Juan, disminuyendo a dos centros educativos en la actualidad, careciendo de espacio público, infraestructura educativa sustancial, e incluso centros de salud, o presencia de casas de gobierno” La cronista Patricia Gómez (2012) de la Biblioteca Luís Ángel Arango, describe como en los años 50’s la indolencia de las políticas de la administración municipal de entonces hacia el centro patrimonial e histórico de la ciudad se evidenciaron en el informe del Plan Piloto de Medellín, presentado por Lester Wiene r y José Luis Sert -arquitectos y urbanistas extranjeros de la empresa foránea Town Planning Associates, de reconocida reputación por sus obras de envergadura en toda América-. En dicho documento de 1950, estos profesionales recomendaron a la municipalidad el traslado de la Plaza de Mercado Cisneros y de la Estación del Ferrocarril, aduciendo que eran factores negativos para la ciudad debido a su localización. Wiener y Sert se inspiraban en el movimiento fordista del uso eficiente del suelo, para beneficio y extensión de la sociedad industrializada de 9

Medellín. Gómez afirma que a causa de la obediencia ciega de la administración municipal a estos urbanistas, ignorando los valores de la ciudad tradicional, se conduciría “el desarrollo de Medellín hacia la destrucción de su principal unidad básica urbana, el centro histórico; hacia la desarticulación del espacio urbano y hacia la pérdida de identidad que hoy padecemos” (Gómez, 2012). La destrucción del sector de San Antonio, así como desaparición del espacio tradicional en la Plaza de Cisneros a causa de las repetidas ampliaciones de la calle San Juan, inauguraron el despedazamiento del centro histórico, lo que se traduciría en repercusiones negativas para el sector de Niquitao que se vivencian todavía, especialmente en materia de seguridad y habitabilidad. El declive de la era dorada de Niquitao coincidió con las políticas de urbanización residencial en boga por aquellos días de inicios del siglo XX, que promovían el modelo de las urbanizaciones y de las edificaciones residenciales en altura como la solución al problema del desbordado crecimiento demográfico, con base en este ya mencionado “uso más eficiente del suelo”. Además, de este sector de centralidades iniciales de la ciudad empezarían a retirarse las principales empresas y factorías que hasta entonces animaban la economía de la ciudad como la Compañía Colombiana de Tabaco, lo que provocaría el progresivo abandono, tanto de sus inmuebles como de las viviendas que servían de residencias a los múltiples obreros. Esta situación atraería al centro de Medellín a personas que vieron una oportunidad de arrendar a muy bajo costo las propiedades infrautilizadas y/o abandonadas, principalmente personas como los artesanos, los mecánicos de diversa índole, así mismo que a la población de escasos ingresos.

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Plano cartográfico 1-1 Barrio Colon-Niquitao. Fuente: Alcaldía de Medellín3 Ver Anexo A.

Durante la reciente década de los 70 del siglo pasado, Medellín comenzó uno de sus periodos más difíciles con el surgimiento de las sangrientas mafias colombianas del narcotráfico. La agudización de los problemas sociales sería una constante hasta la captura o muerte de sus grandes capos y el desmantelamiento paulatino de sus organizaciones, que a la fecha de hoy continúa. La estela de la era narco perdura entre las diferentes clases sociales de Medellín, en su institucionalidad, en su cultura popular, y así mismo entre las prácticas de parte de su población, siendo sectores como Barrio Triste y Niquitao centros de acopio de vendedores y consumidores de sustancias ilegales, promoviendo la aparición y consolidación de imaginarios de estigmatización sobre los mismos, con las consecuencias que esto genera para la población y los espacios mismos en términos de descuido, exclusión y apatía del estado, inclusive hacia sus despojos patrimoniales más notorios. El 14 de julio del año 2007 se cerraron oficialmente las puertas del cementerio San Lorenzo, luego de un muy vergonzoso ocaso debido al abandono estatal y, por ende, a los “deshonrosos” usos a los que fue destinado al final de sus años de servicio por toda clase de agentes sociales. La cronista Cristina Cardona resume el pesaroso destino del San Lorenzo hasta su cierre definitivo como campo santo: “Unos afirman que en el lugar se llevaron a cabo rituales satánicos, profanación de tumbas y saqueos; otros dicen que el espacio fue el proveedor de dientes, 3

Alcaldía de Medellín. http://poseidon.medellin.gov.co/geonetwork/srv/es/main.home. Consultado en enero 11 de 2013.

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cráneos, mandíbulas y huesos para los traficantes de órganos; algunos más expresan que el sitio fue campo de batalla de bandas delincuenciales, buscadores de tesoros, expendedores de droga, ladrones y adictos” (Cardona, 2011).

La experiencia de las ciencias sociales respecto al tema de las consecuencias que acarrea el abandono administrativo de los gobiernos sobre sus colectividades humanas, es pródiga dando cuenta de las múltiples problemáticas sociales que emergen y que derivan en la estigmatización, a veces arbitraria, de los barrios y de sus comunidades. Para el caso de Niquitao como barrio de la centralidad tradicional e histórica olvidada de Medellín, no hubo excepción en cuanto a las patologías sociales consecuentes. El investigador de la Universidad Nacional de Colombia Avelino Díaz lo expone claramente: “(…) la violencia callejera, el tráfico de sustancias prohibidas, y mercados de productos y servicios ilegales y moralmente inaceptables y el desarrollo de actividades ilegales, gracias a que el abandono administrativo, y el deterioro físico de la zona permite la impunidad real o percibida por parte de los perpetradores; Esta situación expone a la estigmatización a los barrios ubicados en estas áreas ya que el imaginario de la ciudad con respecto a ellos es que son Barrios a los que no se puede ir” (Díaz Rendón, 2011).

Después de muchos años en las tres recientes décadas -particularmente- el sector de Niquitao pasó a ser considerado un problema urbanístico y social para el centro de la ciudad, registrando un alto déficit de vivienda, de problemas de delincuencia y de desempleo. Las recientes intervenciones de la municipalidad han intentado recuperar el sector San Lorenzo y especialmente a Niquitao para la ciudad, haciendo del olvidado cementerio un parque cultural, dotando el área de mejores vías de acceso, nuevos colegios públicos y, supuestamente, una mayor inversión para el componente social. Desde el 2005 se demolieron totalmente los restos de la antigua Plaza de Mercado para permitir a continuación, bajo la alcaldía de Sergio Fajardo, la construcción de la nueva sede de la Biblioteca EPM y la controversial Plaza de las Luces. El tratamiento que la administración de Medellín viene recientemente dando al centro tradicional y representativo metropolitano, bajo los criterios del Plan Parcial San Lorenzo4 (Alcaldía de Medellín, 2010), tiene como objetivo cardinal una renovación del sector que viabilice progresivamente la solución a sus conflictos, permitiendo así su recuperación funcional para el resto de la ciudad. Claro está, este propósito de renovación urbana y desarrollo se 4

Los avances más significativos a la fecha de este plan son la construcción del Colegio Héctor Abad y la restauración del Parque Cementerio San Lorenzo.

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enmarca en el modelo vigente de representaciones e imaginarios de ciudad que guía las políticas de la municipalidad. Fotografía 1-2 Fotografía Satelital Área Sector Niquitao en la Actualidad. Fuente: SITE Alcaldía de Medellín5.

Es así como la historia de Niquitao narra diferentes usos vocacionales del suelo, desde el residencial en sus inicios, pasando por el comercial e industrial, hasta el del olvido y marginación; con muy poca participación de la comunidad en la toma de decisiones respecto a estas políticas de uso, las cuales fueron exclusividad del Gobierno municipal y de la administración pública de la época que, eso sí, no desentonaban con los intereses económicos de los actores burgueses predominantes en la economía local. Difícilmente Niquitao ha conservado su calidad de barrio a pesar del costo humano del desplazamiento de una parte significativa de sus primeros habitantes. El suelo y el territorio han sufrido multiplicidad de intervenciones a lo largo de la historia de la ciudad dejando marcas en la comunidad que aún hoy pueden ser rastreadas en la idiosincrasia y las prácticas de las personas que moran el sector y sus inquilinatos. Finalmente, algunas de las diferencias socioespaciales entre Niquitao y el resto del sector San Lorenzo y La Comuna 10, como producto de las relaciones escalares entre estos espacios y que puedan tener incidencia alguna sobre el 5

Alcaldía de Medellín. En línea: http://www.medellin.gov.co/MapGIS/web/swf/MAPGIS_FLEX.jsp Consultado en Enero 7 de 2013.

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componente de salud y bienestar de sus moradores, serán atendidas hacia el final de esta exposición al considerarlas en el conjunto de los fenómenos de centroperiferización de Niquitao, y de las socioespacialidades de salud en su vecindario. Ver anexo B. Plano cartográfico Comuna 10 "La Candelaria". Escala 1:14.000 Fuente. DAPM (2009).6

¿Y…quiénes son los moradores de los inquilinatos en Niquitao? Para acercarse a examinar mejor las maneras de producción espacial y sus relaciones con la salud de algunos de los habitantes de inquilinatos en Niquitao, es menester presentar una caracterización de las condiciones contextuales de estas personas que posibilite una mejor comprensión de las personalidades de los participantes de la investigación. La siguiente caracterización ofrece el panorama de algunos elementos sociales y biográficos de los participantes que ayudan a identificar sus particularidades dentro del entramado físico y simbólico que representa la producción espacial. Ahora bien, la experiencia profesional del investigador en la zona de Niquitao, barrio Colón, data del año 2008 en intervenciones psicosociales que priorizaron la población infantil de los inquilinatos, precisamente por la reconocida complejidad de problemáticas que esta población enfrenta en el sector. A partir de estas experiencias a las que, de alguna manera, se les da continuidad en este trabajo, se ha levantado un perfil de la población del sector San Lorenzo, prestando especial atención a la comunidad del barrio Colón por su alta confluencia de inquilinatos. Claro está, a la mirada del investigador acerca de la caracterización de este colectivo humano se le suman otras de expertos de diferentes investigaciones e intervenciones, así como las correspondientes a las administraciones municipales recientes. Para empezar, y como muestra de lo anterior, la Alcaldía de Medellín en convenio con la Universidad de Antioquia realizó durante el año 2009 un censo de la población de habitantes en situación de calle7, grupo poblacional entendido como “sectores sociales cuyo ámbito de subsistencia es la calle, bien como único espacio de trabajo -la informalidad- o bien, como espacio de vida”. Debido a la naturaleza de sus hallazgos y para efectos de sus análisis, se propuso dividir este grupo poblacional en dos categorías principales: Habitantes De la calle y 6

Municipio de Medellín. Departamento Administrativo de Planeación. En línea: http://poseidon.medellin.gov.co/geonetwork/srv/es/main.home Consultado en: diciembre de 2012 7 Secretaría de Bienestar Social - Universidad de Antioquia (2009). Realización del Censo de habitantes de calle y en calle de la ciudad de Medellín y sus corregimientos. Centro de Estudios de Opinión –CEO.

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habitantes En la Calle. Este estudio, en el que se censaron en total 24.352 habitantes en situación de calle, encontró que de cada seis (6) habitantes en situación de calle, sólo uno (1) corresponde con la primera tipología –“habitante de la calle”-, ya que los cinco (5) restantes, coinciden con la definición de “habitantes en la calle”, es decir, personas que una vez finalizan sus actividades cotidianas de trabajo o “rebusque” callejero regresan a alguna modalidad de vivienda, sea una casa, una residencia –entiéndase aquí también el inquilinato- o un hotel. Consecuentemente, este estudio presenta las siguientes definiciones: 

Habitante de la calle: Es la persona de cualquier edad, que generalmente, ha roto en forma definitiva los vínculos con su familia y hace de la calle su espacio permanente de vida.



Habitante en la calle: Es la persona de cualquier edad, que hace de la calle el escenario propio para su supervivencia y la de su familia, alternando la casa, la escuela y el trabajo en la calle, generalmente se observan ejerciendo la mendicidad, en espectáculos circenses, ventas ambulantes, en labores de reciclaje o ejerciendo la prostitución en los principales corredores económicos de la ciudad de Medellín, entre otras actividades propias de esta población. Es importante resaltar que ellos cuentan con un lugar donde llegar: la casa de su familia, la habitación de una residencia o un pequeño hotel.

Sin lugar a dudas, y dado que este trabajo de investigación gravita en el tema de la salud y el espacio -con un marcado énfasis en el hábitat-, la primera característica a destacar de la población participante en esta investigación, dígase un grupo moradores de un inquilinato de Niquitao, es la de su condición de ser habitantes en la calle, definición que, como se aprecia claramente, se enfoca con demasía en connotar la calle como el escenario de consecución de los recursos para la subsistencia, dejando de lado otras posibilidades que, en términos existenciales, la calle le ofrece a estas personas. Esta primera característica, privilegiada aquí por su relación con la dimensión espacial de los actores, realza la identificación de los denominados habitantes en la calle con la calle, de manera que les vincula muy directamente con las exterioridades de la vida cotidiana y de manera más clara con la indigencia. Este primer asocio con la indigencia encontrará fuertes correlaciones en el análisis de resultados –presentados más adelante- debido a su correspondencia con los fenómenos de marginación, exclusión, privación y pobreza; fenómenos que, entonces, también hacen parte de las características de la población abordada en este trabajo; evidencia y muestra 15

de ello, es que los participantes de la investigación P4 y P128, varones de 56 y 60 años respectivamente, obtienen su sustento diario gracias a la mendicidad. Ahora bien, la población de habitantes de inquilinatos en el barrio Colón está compuesta en parte por residentes solitarios, como los dos sujetos antes mencionados, pero en su gran mayoría lo está por grupos de familias donde la tipología prevaleciente es la monoparental, luego la extensa y la compuesta, y finalmente en menor proporción la nuclear. Sin embargo, para el caso puntual de esta investigación, las prevalencias tipológicas fueron diferentes, ya que se contó con la participación de doce (12) personas pertenecientes a siete (7) familias, clasificadas así:    

cuatro (4) familias nucleares una (1) familia monoparental materna una (1) familia compuesta una (1) familia extensa

La diferente literatura sobre la economía de los habitantes de Niquitao –que coincide con las observaciones del investigador en campo, con los testimonios de los participantes y con la definición misma de los habitantes de y en la calle- indica que en la gran mayoría de los casos estas personas se ganan la vida gracias a las actividades de comercio informal, las ventas ambulantes, la mendicidad (“el retaque”), los micro-actos circenses de semáforo, la prostitución -incluyendo el comercio sexual infantil-, y otras formas de rebusque en las que caben tanto las de tipo legal como ilegal. Arboleda (2007), al referirse a los habitantes de los inquilinatos de Niquitao, afirma que “(…) es de los grupos más estigmatizados, se le relaciona con delincuencia, vive del rebusque, de la informalidad, y por ello le favorece el modo de operar de los inquilinatos”. Valga destacar a este punto que de los doce participantes de esta investigación ninguno hace parte de la economía formal, ninguno devenga un salario, ninguno está afiliado a un sistema laboral de pensiones o cesantías; es decir, todos y todas hacen parte del universo de la subsistencia informal del centro de la ciudad de Medellín. Detalles de la modalidad de ingresos económicos de los participantes de esta investigación: 

la participante P1 es sostenida por su esposo que trabaja con reciclaje en la bodega contigua al inquilinato

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Para estas y las siguientes referencias numéricas de los participantes, ver anexo “Sistematización de Información Protegida Inquilinos Niquitao”.

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     



el participante P2 subsiste gracias a que trabaja en ventas ambulantes en su tiempo libre, ya que la responsabilidad mayor del sostenimiento del hogar recae en su madre de 68 años –la participante P10- que también sobrevive de “la misma chaza de chicles y cigarrillos”. la participante P3 vive de lo que gana su hija de 14 años mediante su explotación sexual. Los participantes P4 y P12 subsisten gracias a la mendicidad. la participante P5 vive de lo que consigue de labores domésticas ocasionales. la participante P6, a sus 69 años de vida, se gana la vida realizando el aseo al inquilinato. el participante P7 subsiste gracias al “rebusque” en las calles. el participante P8 también se gana la vida trabajando con una “chaza” en ventas ambulantes, y con ello sostiene a su esposa –la participante P9- y a sus dos hijos. La participante P11 era sostenida por las ventas callejeras de su yerno. Falleció por enfermedad durante la investigación.

La dependencia de los habitantes de inquilinatos de estas formas de economía informal ha sido acreditada en parte al bajo nivel educativo y de formación para el trabajo de muchas de estas personas, pero también a las restricciones explícitas e implícitas que el sistema laboral les impone como barrera ante una posible contratación -tales como la edad, referencias personales, experiencia laboral, condición de salud y estrato socioeconómico- entre otras causas. En el caso de las familias monoparentales maternas -la mayoría de las monoparentales- las madres son generalmente las proveedoras económicas del grupo familiar. Esta tendencia de un progresivo aumento de los hogares de la estructura familiar caracterizada por la jefatura femenina, es una situación que ha sido promovida por diferentes factores sociales y demográficos: maternidad adolescente sin apoyo del compañero masculino, aumento de separaciones de hecho, eventos de viudez y otros factores apuntalados en problemáticas macro sociales como la violencia y el desplazamiento. Los casos de las participantes P6 y P10 ilustran esta situación, siendo especialmente dramáticos en tanto que en el primer caso se trata de una abuela que vela por una hija y un nieto adictos al sacol, y otros dos nietos, siendo uno de ellos un bebé de la mima hija enferma. La participante P10 es una anciana que vela por sus dos hijos mayores de edad, pero ambos con condiciones especiales de salud psicológica (autismo leve y retardo mental moderado). 17

La mayoría de estas mujeres cabeza de hogar de Niquitao trabajan a veces en horarios nocturnos, dedicando también parte de su tiempo diurno al “rebusque”, situación que incrementa la vulnerabilidad de sus hijos debido a que al ausentarse de sus hogares por el trabajo en muchas ocasiones les dejan solos en el inquilinato o inclusive en la calle, con poco o nulo acompañamiento protector de un adulto comprometido. Es evidente que tal situación deja a los niños, niñas y adolescentes expuestos a una variedad de riesgos, entre los cuales, los mayores en los inquilinatos de Niquitao son los de ser violentados sexualmente, y ser inducidos al consumo de sustancias psicoactivas; sin dejar de lado todos los otros riesgos implícitos en la falta de supervisión de un adulto responsable. Las participantes P6 y P10 ilustran de nuevo lamentablemente este problema, ya que para la primera, tanto su hija como su nieto terminaron adictos al sacol, y la segunda, se ve obligada a cuidar permanentemente de los depredadores sexuales de dentro y fuera del inquilinato a su hija discapacitada. A la luz de esta situación, cobra paradójicamente sentido que algunas madres y padres de Niquitao dejen con frecuencia a sus hijos encerrados en la pieza del inquilinato, ya que si a primera vista esto podría entenderse como una forma de descuido o abandono parental, por el contrario, resulta ser una de las pocas estrategias que tienen para protegerlos de los riesgos de abuso a que estarían expuestos de dejarles afuera o con la puerta de la pieza desasegurada. Esta situación argumenta la necesidad de continuar haciendo investigación en las comunidades de inquilinato para evitar caer en interpretaciones maliciosas de los inquilinos sin una comprensión clara de sus prácticas. Desafortunadamente, se ha identificado en esta investigación así como en otras de las que da cuenta la literatura, que al interior de estas familias se presentan con frecuencia preocupante, situaciones de vulneración de derechos de los niños y niñas que, también a veces, son promovidas o permitidas por sus padres, siendo la más común de ellas el trabajo infantil, entendiéndose por esto “cualquier trabajo que supere una cantidad mínima de horas, dependiendo de la edad del niño o niña y de la naturaleza del trabajo. Este tipo de trabajo se considera perjudicial para la infancia y por tanto debería eliminarse” UNICEF (2012). Queda claro que si bien la naturaleza del trabajo que realizan algunos de estos niños y niñas podría ser lícita (siempre y cuando se ajuste a los requerimientos de horas de trabajo, edad y remuneración que la ley dictan), está ampliamente registrado que en Niquitao los niños y las niñas también hacen parte de actividades económicas de naturaleza ilícita tales como la explotación sexual comercial y su alquiler para la mendicidad, la delincuencia y el comercio de drogas y armas. Elizabeth Arboleda (2007) afirma que los familiares y conocidos de los niños, niñas y adolescentes de Niquitao que sufren la explotación sexual 18

comercial, son plenamente conocedores de este “oficio” que desempeñan, con el agravante de que hay grupos armados en el territorio que “autorizan, asignan, vigilan y cobran administración sobre cada servicio prestado”. La recomendación de eliminar el trabajo infantil que hace UNICEF se funda en que estas formas de “trabajo” evidentemente exponen a los niños, niñas y adolescentes a tensiones y riesgos físicos, sociales o psicológicos que perjudican el desarrollo integral al que tienen derecho. De nuevo, es importante destacar la necesidad de examinar las prácticas del trabajo infantil en los inquilinatos, en tanto una mirada superficial del fenómeno dejaría al margen del análisis serio las razones que se juegan en la dinámica interna de Niquitao. Como ejemplo, la participante P10 ha llevado a la calle a su hija para trabajar con ella, inclusive durante la mayor parte de su infancia -excepto durante un lapso en que su hija mayor, funcionaria de Bienestar Familiar, le quitó la custodia de la hija menor, su hermanita-. Sin embargo, la participante ha dejado claro al investigador que de no haberlo hecho así, su hija con discapacidad cognitiva seguramente ya habría sido víctima de abuso sexual en el inquilinato. Volviendo a las tendencias de la vida comunitaria del barrio Colón, y en especial Niquitao, un aspecto de carácter psicológico que se advierte en la mayoría de los habitantes de inquilinato es una tendencia a la no planificación de metas a mediano y largo plazo. Predomina entre ellos y ellas una especie de cultura de la incertidumbre, del día a día, del hoy y del ahora, donde se experimenta el futuro como signado de manera similar al de los progenitores que corrieron con suerte análoga en tanto que pobres y marginados, y proyectando a la vez esta misma perspectiva de vida sobre sus hijos. En varios de los participantes de esta investigación se notó está tendencia de poca planificación, con algunos casos excepcionales como el participante P2, quien a sus 24 años de edad está finalizando su bachillerato nocturno y planea iniciar un pequeño negocio para cuidar a su madre y a su hermana. Sobre las formas de ser de los inquilinos de Niquitao se ha dicho en ocasiones que son población de alta movilidad intra-urbana. No obstante, en esta investigación en especial, la experiencia de los participantes en cuanto al fenómeno de movilidad no es tan significativa como los imaginarios externos suponen. Las familias declaran llevar años en el mismo inquilinato o en el mismo sector de Niquitao, testimonian desde ocho hasta veinte años de radicación en la zona, lo cual contradice definitivamente el supuesto de que por su condición de habitantes en la calle no tienen estabilidad residencial. No puede, en todo caso, ignorarse, y sobre todo desde una investigación de una muestra pequeña de doce participantes, la existencia de personas que transitan por los inquilinatos,

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población de movilidad flotante que puede mudarse con frecuencia del inquilinato, del sector y hasta de la ciudad. Otro imaginario urbano sobre las personas de Niquitao, pero que en esta ocasión sí coincide con la experiencia directa del investigador y con muchas de las declaraciones de los participantes, es el relativo a la problemática psicosocial de la drogadicción. En cinco (5) de las siete (7) familias participantes en la investigación hay al menos un integrante que consume sustancias psicoactivas, a lo que se suman los participantes P4 y P12 (sin familia en la edificación). Está claro -y sobre esto se ahondará más adelante- que no es un mito ni un prejuicio de la investigación la presencia de estas sustancias y su consumo en Niquitao, y en el interior mismo del inquilinato Los Andes. De otro lado, en una caracterización de esta población tan particular no pueden descartarse los significativos componentes de la pobreza y la exclusión, los cuales hacen parte de las realidades tácitas y simbólicas de los inquilinos de Los Andes. Si bien en los capítulos siguientes se discuten ambos aspectos con suficientes elementos de sustentación, de entrada resultan incluso deducibles a partir de la primera característica de los inquilinos aquí señalada: la de habitante en la calle. En una investigación de la Universidad de Antioquia titulada Representación social del habitante en situación de calle (Tamayo, W., Navarro, O. 2009) al cuestionar a 10 habitantes en situación de calle acerca de los motivos que llevan a las personas a vivir de tal manera, arrojó como resultado razones asociadas con una difícil condición socioeconómica: el desempleo, el desplazamiento forzado rural e intra-urbano y “la dificultad que dicen tener para trabajar como venteros ambulantes debido a la reglamentación del espacio público”, entre otras. Es así como en esta investigación sobre las espacialidades de salud en Niquitao, se cuenta con un ejemplo más del drama social del desplazamiento forzado en el caso de la participante P1, quien narra cómo uno de sus hijos y su esposo fueron asesinados en dos eventos diferentes por grupos armados ilegales en su territorio de origen, lo que motivó su desplazamiento a la ciudad, y su llegada definitiva al inquilinato. En el estudio antes mencionado de la Universidad de Antioquia se indagaron además las causas que, según los mismos habitantes en situación de calle, motivan la vida en la calle. Algunas de las respuestas más comunes se centraron en problemas intra-familiares de violencia y de falta de entendimiento con otros miembros de la familia, lo que derivaba finalmente en una forma de expulsión explícita desde el seno de la familia de alguno de sus miembros hacia la calle, a pesar de que no contase con los recursos necesarios para su sustento. Un caso de separación tal, según su propio testimonio, llevó al participante P4 de esta 20

investigación en Niquitao a la calle, derivándose luego a la calidad de indigente, para posteriormente pasar a ser inquilino de Los Andes. Según la investigación mencionada de Tamayo y Navarro, queda además otra posibilidad que lleva a una persona a la vida callejera, como habitante de la calle tanto como habitante en la calle: la elección personal. Los entrevistados por los investigadores de la Universidad de Antioquia señalaron una habituación a esta forma de vida, reconociendo que la calle les ofrece la posibilidad de mayor libertad. El caso de los inquilinos de Los Andes aquí entrevistados es, sin embargo, más diverso, más heterogéneo, dando al investigador la posibilidad metodológica de agruparlos en, al menos, tres diferentes categorías basadas en su grado de conformidad o inconformidad con el habitar en inquilinatos, fundada a su vez en su misma intencionalidad de Hábitat, las cuales se discutirán más adelante. Esta preocupación del investigador obedece a que no sólo las fuentes consultadas sino también los testimonios de muchos inquilinos dan fe de que existe un fenómeno de alta permanencia de estos moradores en los inquilinatos, pero que también se presenta el nomadismo de los habitantes ocasionales o inquilinos “flotantes” que rentan sólo por uno o por pocos días un cuarto, para pasar a alojarse luego en otro del mismo sector o distante de este. En ambos casos, entre inquilinos permanentes y flotantes, se encuentran quienes han elegido el habitar en inquilinatos como un estilo de vida -por decisión propia-, considerando quizá dicha práctica de alojamiento como la más conveniente a su caso; así como se encuentran también otros que, en cambio, han recurrido a ella por fuerza mayor -por imposición-, debido a múltiples razones9. De lo anterior se desprende una situación problema de gran interés para ambos casos de inquilinos, tanto flotantes como permanentes, y es que siendo amparados y regulados por las mencionadas prácticas administrativas de estos establecimientos, que les permiten habitar en ellos desde pocos días hasta muchos años, es presumible que estas personas vivencien unas experiencias particulares diferentes a las de los habitantes de la casa de familia regular o tradicional, y que entonces desarrollen diversos vínculos de arraigo a dichos lugares de hospedaje (la pieza y el inquilinato) y a sus entornos directos (la cuadra, el vecindario, el barrio o la comuna). De esta presunción se desprende que estás personas tendrían formas de habitar y producir espacialidades10 9

En su documento de socialización de resultados del censo 2010, el Departamento Administrativo de Planeación de Medellín manifiesta que encontró 1.185 habitantes de los inquilinatos (118 inquilinatos) entre población flotante y residente, algunos de hasta 20 años de permanencia en el sector. De estos inquilinos, varios expresaron que les gustaba vivir en el sector, mientras otros contaron que estaban allí debido a que fueron víctimas de desplazamiento. 10 Véase una explicación amplia del concepto espacialidad y su abordaje en esta investigación en los fundamentos teóricos expuestos más adelante en esta unidad.

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disímiles a las de los habitantes de modelos de vivienda convencionales, ya que estas formas de habitar de los inquilinos dependen directamente de factores tales como: prácticas relacionadas con la pobreza y exclusión, y con la salud y movilidad; procesos de significación, como la pertenencia y la identidad; percepciones, como aquellas sobre la arquitectura o el entorno directo; representaciones referidas al inquilinato, como la no-propiedad sobre la pieza o las referidas a las políticas públicas de la salud; entre otros factores más. A partir de estas primeras consideraciones podría entonces asumirse que efectivamente existen diferentes tipologías de residentes de inquilinatos en Niquitao, entre las que serían viables una de tipo permanente (habitantes constantes de estos espacios) arraigados o no al inquilinato, así como otra de tipo flotante (habitantes transitorios de estos espacios); y en ambos casos estarían aquellas personas que han elegido está forma de vivienda por decisión propia y las que lo han hecho por causa de fuerza mayor. Aunque son múltiples los interrogantes que pueden ser formulados respecto a las condiciones de vida de estos inquilinos, -habitantes en la calle-, sus prácticas sociales internas, su acceso a bienes y servicios, etc., es el tema de su salud (física y mental) el objetivo general de esta investigación, en tanto que entre las hipótesis iniciales de partida estaba que la implícita condición de vulnerabilidad que estas personas enfrentan, corresponde a situaciones de deterioro social que pueden incidir negativamente sobre su salud; esto de acuerdo con las consideraciones que hace la alcaldía de Medellín (2010), entre otras fuentes, de las características estructurales y de las prácticas sociales presentes en los inquilinatos del sector Niquitao, las cuales serían visiblemente adversas a los parámetros necesarios para el mantenimiento de un bienestar adecuado: “en el barrio Colón -sector Niquitao- por el contrario, se presenta un deterioro de la vivienda típica, en donde se han subdividido en unidades habitacionales precarias (inquilinatos), degradando las condiciones de habitabilidad y generando patologías sociales como hacinamientos, promiscuidad y violencia...” De hecho, para determinar la vulnerabilidad de esta población, la administración municipal tomó, en el marco del censo 2010, los resultados de la encuesta socioeconómica realizada en algunos inquilinatos de Niquitao en donde se identificaron variables para su calificación, siendo la de “Vivienda con más de un hogar” la que otorgaba el mayor puntaje para la categoría de “vulnerabilidad”. Es decir, que este tipo de mirada diagnóstica que la municipalidad ha tenido sobre los habitantes de los inquilinatos los inscribe entonces en la categoría de vulnerabilidad social, pero además y consecuentemente en la de exclusión social, dado que ambas categorías son frecuentemente relacionadas en la tradición de las ciencias sociales, económicas y políticas. 22

Esta imbricación está también implícita en algunas de las caracterizaciones que ha expuesto la administración municipal de Medellín en el mismo documento, acerca de los residentes de inquilinatos en Niquitao: “(…) las condiciones socioeconómicas así mismo son diferentes entre barrios, encontrándose unos estados de pobreza y marginalidad y exclusión bastante avanzados entre la población del sector de Niquitao”. Podría llegar a pensarse entonces que esta inscripción en las categorías de vulnerabilidad social y exclusión social inspire unas políticas de atención en salud diferenciadas para esta población. Sin embargo, y a pesar del panorama presentado, en el mismo estudio de la municipalidad que da pie a las anteriores aseveraciones, se da cuenta -por ejemplo-, de la existencia de sólo un equipamiento de salud en el sector (Centro de Salud Guayaquil - Metrosalud). Este resulta sin duda insuficiente tratándose de la población de tres barrios, de los que en tan sólo uno de ellos, Colón, existen al menos 118 inquilinatos, donde residen 1.185 habitantes de los que el 38% están desempleados, el 48% están en el régimen subsidiado de salud (SISBEN), y el 46% no tiene ninguna afiliación; a lo que además se suma que el 51.4% de estas personas no tiene ningún ingreso, y que aunque el 46.8% tienen ingresos, estos son inferiores a un salario mínimo mensual legal vigente, proveniente en la mayoría de los casos de las ventas ambulantes, según datos de la alcaldía de Medellín (2010). Con lo descrito hasta ahora sobre las características de los moradores de los inquilinatos de Niquitao se plantean entonces las condiciones de una situación compleja de la que bien podrían desprenderse diferentes asuntos a problematizar en el campo de los intereses de los estudios socioespaciales. Esta investigación en particular, se adentra en esta situación avizorando un problema como motivo central: la producción de espacialidades de salud en diferentes habitantes de un inquilinato de Niquitao. Estos moradores, a pesar de las diferentes razones por las que habitan estas edificaciones, comparten un mismo espacio y unos factores comunes que inciden sobre su salud y que están asociados directamente con ese hábitat; estos factores se conjugan con unas formas específicas de percibir, de simbolizar y de vivir que se tejen en las espacialidades en combinación con elementos de diversa índole, tales como la previa planificación que hace la municipalidad sobre sus entornos directos, o las múltiples prácticas e imaginarios de los inquilinos como respuesta a sus requerimientos de salud, o las características tangibles de la edificación misma y el entorno próximo.

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Los Inquilinatos y la municipalidad María Victoria Rivera, socióloga y funcionaria del DAPM (Departamento Administrativo de Planeación Municipal) de la ciudad de Medellín, hacia finales del año 2010 realizó una conferencia para la presentación del Plan Estratégico Habitacional de Medellín 2010-2020 (Alcaldía de Medellín, 2010), apoyada en el documento de igual nominación que fue diseñado por funcionarios responsables de la planeación municipal. En esta exposición, especialmente interesante para el tema de las intervenciones urbanísticas en Niquitao, Rivera hace un recorrido por los fundamentos normativos y políticos que sostienen las diferentes propuestas de diseño e intervención que se han llevado y se siguen llevando a cabo en el sector San Lorenzo (al que está inscrito Niquitao), en términos de habitabilidad. En el aparte sobre “Delimitación del Sistema Municipal Habitacional”, la funcionaria explicó que el Plan Estratégico Habitacional está enmarcado en unos componentes de “Cobertura y Calidad”, y unas variables estratégicas de “Desarrollo Institucional y Modelo de Gestión” que pretenden atender a los cambios socio-demográficos, a las dinámicas poblacionales, y a unos derechos constitucionales de la vivienda y el hábitat; componentes que comprenden entre otros temas los relativos a la valoración del patrimonio familiar y colectivo, y a los asentamientos precarios, haciendo especial énfasis aquí en los cuartos de Inquilinatos. En este sentido, la funcionaria declaró que existe aún una tendencia creciente y perjudicial de estos servicios de vivienda por falta de reglamentación y control en su prestación, por lo que presentó entonces el régimen de arrendamiento de vivienda urbana Ley 820/03, que en su artículo cuarto y dentro de su clasificación de los tipos de contratos, observa los tipo “compartido”– “pensión”, disponiendo que “El gobierno nacional reglamentará las condiciones particulares a las que se deben sujetar dichos arrendamientos”. Igualmente dispone las obligaciones del arrendador (art.8) en caso de vivienda compartida: “mantener en adecuadas condiciones de funcionamiento, de seguridad y de sanidad las zonas o servicios de uso común y garantizar el mantenimiento del orden interno de la vivienda” (Alcaldía de Medellín, 2010). En ese sentido, el Decreto Reglamentario 051 del 2004, dispone que las alcaldías son autoridades administrativas competentes para ejercer las funciones relativas a “Matriculas de Arrendadores”, así como para establecer “Sistemas de Inspección, Vigilancia y Control” sobre las personas que ejercen actividades de arrendamiento de bienes raíces para vivienda urbana. Ahora bien, los delineamientos de lo que se ha nombrado como Desarrollo Urbanístico para la Vivienda Compartida, define mediante el Art. 232 la Vivienda Compartida como una “Tipología de vivienda que reconoce formas de habitar, en la que varios grupos familiares vulnerables comparten la misma unidad 24

habitacional, reservando para cada grupo algunos espacios privados y compartiendo otros espacios comunes”. Dice el mismo artículo que esta tipología de vivienda presenta dos maneras: Vivienda compartida por hogar compuesto. Ocupada por un máximo de 6 familias. Se reservan como espacios privados los espacios dormitorios. Sostenimiento compartido y solidario. El Inquilinato. Edificación de propiedad particular, acondicionada para arrendar a grupos socioeconómicamente vulnerables. Corresponde a una actividad lucrativa de carácter privado.

Así pues, los inquilinatos, como modalidad de vivienda compartida, presentan como características esenciales: (…) áreas privadas de dormitorios, uno por grupo familiar, con servicios sanitarios independientes o comunes y otras áreas comunes como espacio social, zona de lavaderos, secado de ropas y cocina. Este tipo de vivienda requiere de un administrador, establecimiento de tarifas y de un Manual de Convivencia donde se defina la forma de utilización de los espacios comunes y privados. Los nuevos proyectos de inquilinatos no podrán contemplar la localización de más de 15 familias. El administrador o dueño podrá recibir asesoría de las Secretarías Municipales. (Alcaldía de Medellín, 2010).

Una vez definidos los inquilinatos y adentrados en el tema, Rivera presentó algunos de los datos de partida de la municipalidad para el análisis de esta forma de hábitat. Por ejemplo, que al año 2008 según el Sisbén, 4.844 hogares habitaban en cuartos de inquilinatos, de los cuales el 40,12% estaban en las comunas 10 y 4, (la 10, La Candelaria, es la correspondiente a Niquitao), de tal manera que en la Comuna 10 el 64% de estos hogares estaba en los barrios Las Palmas, Colon, San Diego, Prado, La Candelaria y Estación Villa. Mientras que en la comuna 4, el 80.54% de estos hogares estaba en Moravia, San Pedro, Miranda, Campo Valdés 1, Manrique Central y Sevilla. Para el diseño de este Plan Estratégico Habitacional, se recurrió además a los datos colectados por un estudio de 173 inquilinatos distribuidos en los barrios Colón (Niquitao-102), San Pedro (Lovaina-44) y San Benito (27); estudio que se logró gracias a un convenio entre FOVIMED/UNALMED11, desde el cual se diseñó una propuesta de intervención para inquilinatos que, contemplando los aspectos 11

Fondo de Vivienda de Interés Social del Municipio de Medellín/Universidad Nacional de Medellín.

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socioculturales, técnicos, económicos y jurídicos, fuese viable de realizar para el Municipio de Medellín. Explicó Rivera que de los 642.660 hogares que se estimaba habitaban en Medellín al 2008, el 32%, es decir, 199.698 hogares habitaban en 193.726 viviendas de condiciones precarias, incluyendo claro está, los inquilinatos, hogares que estaban clasificados en los niveles 1 a 3 de pobreza según el mismo instrumento estadístico (Sisbén). También para la Escuela del Hábitat y la Alcaldía de Medellín (2007), el barrio Colón se caracteriza a la fecha por reunir la mayoría de los inquilinatos del centro de la ciudad. Dichos inquilinatos son, entonces, espacios habitacionales que, a causa de sus condiciones problemáticas y del consecuente cubrimiento que han hecho los medios de comunicación con especial énfasis en ellas, son asociados por el resto de la ciudadanía con deterioro social y físico -tal como lo expresa Sánchez (2008)- y además, con la pobreza como factor determinante de la marginalidad y de la consecuente exclusión social que sobrellevan sus moradores, especialmente los que habitan los inquilinatos de este barrio Colón, el cual es designado por ellos y por la mayoría de los medellinenses, incluyendo a las autoridades locales, como “Niquitao”. Ahora bien, estos modelos de vivienda compartida tienen, entre sus particulares prácticas de administración, unas formas de regulación del acceso a algunos servicios básicos, un sistema de multas por infracción a normas de convivencia y un modo de cobro diario del alquiler de “la pieza” (un cuarto de alquiler en el inquilinato); esta forma de pago permite que sus moradores puedan ocuparlos sólo como lugares de tránsito. Sin embargo, lo que se comentó antes en la caracterización de los inquilinos y que quedará ratificado en esta investigación, es que en muchos casos algunas de estas personas habitan de manera permanente los inquilinatos. Un fenómeno tal que posibilite el arraigo a unos espacios que por sus condiciones podrían esperarse tan sólo como de uso transitorio, genera múltiples preguntas a la investigación socioespacial. Una de ellas y de significativa importancia es, si habitarlos induce o no a tales relaciones especiales de arraigo, a unas formas específicas de apropiación y ocupación de estos lugares entre las que sería posible, de hecho, una de enraizamiento profundo según lo afirma Cuervo (2008). De esta forma, un inquilinato se constituiría en “la casa”, el hogar de los inquilinos, y así mismo en una dimensión más de su territorialidad en tanto escala local más próxima, provista de una importante dote de significaciones y de posibilidades de interacción social; es decir, el inquilinato podría o no establecerse como el nicho natural para la emergencia de una identidad situada, la de los inquilinos de Niquitao, la identidad de unas personas que se fundaría, en parte, gracias a una tendencia mayor hacia la permanencia que hacia la peregrinación.

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¿Cuáles son los Referentes Teóricos para esta Investigación? Esta investigación fue desarrollada -entre otras razones- como requisito para optar al título de Magister en Estudios Socioespaciales del Instituto de Estudios Regionales (INER) de la Universidad de Antioquia; razón que obligó al investigador a abordar la cuestión con el respaldo de dicho conjunto articulado de conceptos -los estudios socioespaciales-, en tanto ofrece capacidad explicativa sobre los fenómenos en los que se apuntala la pregunta o problema de interés para este caso: ¿cómo se presentan las espacialidades de la salud en un inquilinato de Niquitao? De esta forma, para inscribir una investigación en el marco de la ciencias socioespaciales, debe recurrirse entonces a la fundamentación y organización teórica que a partir de mediados del siglo XX ha venido constituyendo lo que se ha dado a conocer en el campo de las ciencias sociales como “la época del espacio” o “el giro espacial”, de suerte que en su epistemología confluyen diferentes saberes que apuntan hacia un proyecto de configuración teórica que continúa aún en construcción.

El Giro Espacial Desde la Modernidad, el espacio fue sometido a una subordinación con respecto al tiempo que perduró hasta finales del siglo XX y que aún hoy, a pesar del avance epistémico, persiste en las ciencias sociales. Pero ¿cuándo comenzó tal privilegio del tiempo sobre el espacio? Resulta necesario mirar hacia la Modernidad y hacia los esfuerzos de la filosofía por tramitar el espacio hasta su ingreso en la teoría social. Frente al espacio objetivo propuesto en los reduccionismos cientificistas, la filosofía planteaba por contraposición el espacio subjetivo; y dado que desde Kant hasta Heidegger (filósofos de la Modernidad) la subjetividad consciente fue asociada a la interioridad mientras que el espacio era asociado a la exterioridad (exterior a la subjetividad), el espacio pasó así a presentarse como ordenador de la objetividad y como consecuencia, perdiéndose todo interés hacia él por parte de la filosofía. A finales del siglo XIX la teorización social estaba reducida a dos corrientes, por una parte estaba una de pretensión y orden cientificista, aquella de corte ortodoxo y hegemónico para el análisis y teorización social; y por la otra, una teoría crítica social, basada en unas variantes críticas en franca oposición a la rigidez, reduccionismo y cientifismo de la primera. La hegemonía de una dupla tal como tiempo-historia sobre otra como espacio-geografía, llegó a su máximo nivel en la primera mitad del siglo XX, cuando la geografía dejó de tener cualquier 27

importancia en los debates teóricos al quedar limitada a la mera acumulación, clasificación y representación objetiva de materialidades, con funcionalidad militar, económica y de administración imperial. Martín Heidegger (2009) en su obra Sein und Zeit (Ser y Tiempo) de 1927, plantearía una reducción del ser al tiempo al concebir el espacio, ya no como exterior a la subjetividad, sino como exterior al ser, generando una, así entendida, “división epistemológica”, que demarcaría la ruptura entre el tiempo (que para la filosofía se constituía en “la cosa digna de ser pensada”) y el espacio (cuyo estudio quedaría reducido por la ciencia a un “mero calcular”). Esta separación entre tiempo y espacio será la característica de la filosofía, las teorías sociales y demás estudios de la modernidad. Sólo a finales de los años 60 del siglo XX empezaron a surgir planteamientos reivindicatorios del papel del espacio en la teoría social crítica, los que fueron luego denominados como Geografías Posmodernas y se vieron representados entre otros autores por Henry Lefebvre con su teoría crítica de la producción social del espacio; o por Foucault, con su propuesta de heterotopías y su concepción de “espacio externo” (vivido y socialmente producido). Sin embargo, estas concepciones fueron acalladas durante otro par de décadas hasta que en los años 90's y gracias a su influencia, comenzó a florecer una llamada “época del espacio” o “giro espacial” en el que tiempo y espacio interactúan de manera compensada. Esta investigación se acoge entonces a diferentes presupuestos teóricos de algunos de los autores quienes exploran las vertientes reflexivas e investigativas sobre el espacio, dentro de este nuevo paradigma que representa el giro espacial, haciendo énfasis específicamente en aquellos que versan directa o indirectamente sobre los elementos centrales que fundamentan las preguntas esenciales de la situación a investigar; en todo caso, estos elementos son los referidos principalmente al inquilinato como lugar y como hábitat, a las prácticas y experiencias de salud de sus habitantes, al sentimiento de pertenencia, a las significaciones del lugar y la salud, a la interacción social y experiencia situadas, entre otros más; teniendo como eje gravitacional el concepto de espacialidad, una noción que se desarrolla justamente dentro de los fundamentos teóricos de los estudios socio-espaciales, y que resulta además ineludible precisarla aquí en comparación, o mejor aún, en complementariedad a la de espacio. Espacialidad se toma aquí primordialmente a partir de su concepción por el geógrafo social Edward Soja (1996), quien la introduce en The trialectics of spatiality (parte de su obra Thirdspace) para desarrollar el concepto de “tercer espacio”, apoyándose a su vez en una de las obras centrales del pensamiento socioespacial, el trabajo del filósofo francés Henry Lefebvre, La production de l´space / The production of space (1974/1991). 28

¿Qué es una Espacialidad? En la primera parte de “Plan of the present work”, capítulo inicial de The production of space y a manera de contextualización conceptual, Henry Lefebvre (1974/1991) denuncia la dicotomía instituida por el pensamiento lógico cartesiano occidental entre el espacio (reino) mental y el espacio social, y no aprueba las flojas justificaciones centradas en una inevitable ruptura entre ambos espacios, dada a entender como natural, en donde lo mental concentra toda forma de espacialidad en sí mismo en una suerte de abstraccionismo que dista mucho de poder explicar las verdaderas relaciones entre lo humano y su espacio. Lefebvre hace además una amplia disertación acerca de los tres espacios sobre los que gravita su obra: los espacios concebido, percibido y vivido; y desarrolla su “dialectique de triplicité”, es decir, un modo de reflexionar que se fundamenta en la idea de que dos términos nunca son suficientes, sino que se hace necesaria la concurrencia de uno tercero. Queda claro entonces que lo que Lefebvre procurará e igualmente intentará conseguir Edward Soja a manera de maniobra analítica, es ir más allá del esquema cerrado del pensamiento binario y/o dicotómico y, por lo tanto, considerar un nuevo paradigma a través del cual pueda llegarse a la reconciliación de los elementos que componen todo binomio, y no a su exclusión: "Este tercerizar-en tanto-Otredad crítico es el primer y más importante paso en la transformación de la lógica categórica y cerrada del ya sea/o, a la lógica dialécticamente abierta del ambos/y también” (Soja 1996)12. Es entonces Edward Soja en Thirdspace: Journeys to Los Angeles and Other Real-And-Imagined Places, quien retoma lo esencial de la mencionada obra de Lefebvre: la triada conformada por la práctica espacial (el espacio percibido), las representaciones del espacio (el espacio concebido) y los espacios de la representación (el espacio vivido); lo que Soja nos presenta entonces como la emergencia de “una trialéctica”, entendida por cuenta del ingreso a la ecuación diádica dialéctica (percibida así por Soja) de un “tercerizar-en tanto-Otredad” (Thirding-as-Othering), es esto lo que constituye una espacialidad. La incursión de un tercer término es inherente a las dos dialécticas fundamentales: sociedadespacialidad y sociedad-historicidad, entendidas ya no como dualismos clásicos gracias a las intelecciones de Lefebvre. Soja ahora pasará de la dialéctica sociedad-espacio, intrínsecamente histórica, a la configuración de esta trialéctica socioespacial (las trialécticas del ser), las espacialidades. Es en este desarrollo teórico en que Soja, remitiéndose a la triada de Lefebvre, renombra sus espacios así: Primer Espacio (Firtspace), el espacio percibido de Lefebvre que engloba el mundo material de la naturaleza donde cabe un análisis 12

Traducción propia.

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empírico a partir de los principios del positivismo cientificista, ya que se trata de los tangibles, tanto naturales como urbanísticos, del espacio. Un Segundo Espacio (Secondspace), es el espacio concebido de Lefebvre que recoge las representaciones mentales e imaginarias del espacio y, por lo tanto, comprensible desde las intelectualizaciones y los razonamientos. Y finalmente, un Tercer Espacio (Thirdspace), el espacio vivido de Lefebvre que engloba los dos espacios anteriores y constituye un espacio real-representacional donde lo opuesto y lo contradictorio tienen cabida. De esta manera Soja busca dar origen a una nueva y peculiar episteme: Pensar trialécticamente es una parte necesaria de la comprensión del Tercerespacio como una composición ilimitada de los mundos-de-la-vida que están radicalmente abiertos y abiertamente radicalizables; que están, todos incluidos y transdisciplinariamente en su alcance, tanto políticamente focalizados como susceptibles a la elección estratégica; que nunca son totalmente cognoscibles, pero cuyo conocimiento, no obstante, guía nuestra búsqueda de un cambio emancipador y la libertad de la dominación. El pensamiento trialéctico es difícil, ya que desafía a todos los modos convencionales de pensar y a todas las epistemologías que se dan por sentadas. Es desordenado, indisciplinado, constantemente envolvente, no fijo, nunca presentable en construcciones permanentes13. (Soja 1996)

Este Tercer espacio es el que Soja propone como fuente de inspiración para la imaginación geográfica, este espacio vivido está esculpido y dominado por la política y la cultura y, por lo tanto, la dominación y opresión que se ejerce sobre los seres humanos en ese sentido conlleva a una nueva forma de subjetividad: “que todas las relaciones sociales se vuelven reales y concretas, una parte de nuestra existencia vivida, sólo cuando están espacialmente "inscritas", es decir, representadas concretamente en la producción social del espacio” (Soja 1996) En resumen, Soja entiende la espacialidad como una trialéctica (concepto que acuña en complementariedad al de dialéctica) que permite comprender cómo es que las estructuras sociales, al igual que los hechos y sus actores, etc. emergen y se desarrollan en total relación con ese tercer componente (junto a historia y sociedad) conocido como “el espacio”. La espacialidad es entonces la trialéctica que comprende los tres espacios mencionados por Lefebvre en su trabajo: el espacio percibido, el espacio concebido y el espacio vivido; los cuales Soja llama respectivamente primero, segundo y tercer espacio; es entonces “producto social y parte integral de la construcción material y estructuración de la vida social” como 13

Traducción propia.

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lo describe Romano (2010). La espacialidad se refiere al espacio social como resultado de la acción social, siendo simultáneamente producida y constitutiva de dicha acción. De lo expuesto hasta aquí se desprende que no es entonces conveniente para las ciencias sociales considerar los fenómenos espaciales sólo dialécticamente, cómo ha ocurrido con la dupla tiempo-sociedad, ya que se estaría ignorando la ineludible participación del espacio; así que la pertinencia del concepto espacialidad está dada en tanto que Soja pretende superar ese pensamiento dialéctico promoviendo este concepto, apelando al entendido de que el espacio es, en parte, un producto de la interacción social, razón por la cual está afectado por el tiempo con lo que queda así sujeto siempre al cambio, ya que es el tiempo lo que lo pone en condición de producción. Ahora bien, se entiende que Soja, con el ánimo de demostrar el carácter transdiciplinar y dialógico del análisis espacial desarrollado por Lefebvre, ha propuesto así toda esta lectura alternativa de su obra. En términos muy amplios, esta clave de lectura tan particular para interpretar la obra de Lefebvre tiene inspiración en El Aleph, cuento de Jorge Luis Borges (2000), en donde se define precisamente a Aleph como “el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos”, es decir, un espacio de simultaneidad de los demás espacios. A partir de esta característica esencial, Soja fue capaz de instituir una significativa correspondencia entre la teoría de Lefebvre y el relato de Borges: "La producción del espacio está llena de referencias tipo Aleph sobre la incapacidad del lenguaje, los textos, los discursos, las geografías e historiografías para captar al máximo los significados de la espacialidad humana" (Soja 1996)14 Otro pensador ineludible al momento de intentar comprender con amplitud el concepto de espacialidad y de problematizar el espacio en la ciencia socioespacial, gracias a un pensamiento igualmente trialéctico, es Michel Foucault, quien con la triada conceptual Saber, Poder y Espacio, insiste al igual que Lefebvre en la existencia de un espacio de la otredad, sólo que Foucault le enuncia a través del concepto de Heterotopía. Pues bien, yo sueño con una ciencia -y sí, digo una ciencia- cuyo objeto serían esos espacios diferentes, esos otros lugares, esas impugnaciones míticas y reales del espacio en el que vivimos. Esa ciencia no estudiaría las utopías -puesto que hay que reservar ese nombre a aquello que verdaderamente carece de todo lugarsino las heterotopías, los espacios absolutamente otros. Y, necesariamente, la ciencia en cuestión se llamaría, se llamará, ya se llama, la heterotopología. Pues 14

Ídem

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bien, hay que dar los primeros rudimentos de esta ciencia cuyo alumbramiento está aconteciendo. (Foucault, 1967)

El pensamiento trialéctico de Foucault es desplegado especialmente aquí, en Utopías y Heterotopías, conferencia que pronunciara el 7 de diciembre de 1966 en France-Culture, durante un ciclo de emisiones radiofónicas dedicado a la relación entre literatura y utopía. Esta conferencia es, de hecho, considerada el momento inicial de su trabajo posterior Des espaces autres (De los espacios otros), también llamado el "texto sobre las heterotopías", que fuera redactado en el año 1967. De los espacios otros se cimenta entonces en el concepto de Heterotopía y advierte sobre la naturalización de la polarización de los espacios. Esta polarización espacial constituye sin duda una limitante para el entendimiento de la espacialidad heterotópica, y por ende, en un encubridor del status quo puesto que invisibiliza los terceros espacios y con ello inhibe y desdeña los impulsos hacia las transformaciones sociales. El pensamiento trialéctico de Foucault le permite formular que esos lugares, bajo la forma de contra-emplazamientos que llama heterotopías, pueden adquirir formas muy diferentes. Respecto a ellos afirma: También existen, y esto probablemente en toda cultura, en toda civilización, lugares reales, lugares efectivos, lugares que están diseñados en la institución misma de la sociedad, que son especies de contra-emplazamientos, especies de utopías efectivamente realizadas en las cuales los emplazamientos reales, todos los otros emplazamientos reales que se pueden encontrar en el interior de la cultura están a la vez representados, cuestionados e invertidos, especies de lugares que están fuera de todos los lugares, aunque sean sin embargo efectivamente localizables (Foucault, 1967).

A lo largo de la discusión sobre los hallazgos de esta investigación se propondrá que el inquilinato Los Andes y su vecindario se constituyen en verdaderas Heterotopías, y cómo esta condición es eje gravitacional de prácticas, percepciones y representaciones que inciden sobre la salud de sus habitantes. Una vez expuestas estas consideraciones teóricas de Henry Lefebvre, Edward Soja y Michel Foucault, se puede sintetizar entonces que aquí se tiene por espacialidad el concepto que, en las ciencias socioespaciales, comprende el pensamiento trialéctico del espacio, es decir, el espacio en que convergen en total interacción los tres espacios que describiera Lefebvre, un concepto totalmente distante de la formulación tradicional y reduccionista del espacio geométrico, material o ambiental que había prevalecido en la geografía previamente al giro 32

espacial. Así mismo, vivenciar o experimentar la espacialidad hace referencia a la condición de los sujetos de ser agentes en la producción socioespacial, es decir, la condición de determinación recíproca que significa ser afectados por la producción socioespacial y de afectarla simultáneamente, dada la condición de su experimentación sensible y sus consecuentes transacciones simbólicas con los demás y consigo mismos.

¿Cuál es la Perspectiva Socioespacial para esta Investigación en Niquitao? Luis B. Peña Reyes, docente e investigador de la Universidad Externado de Colombia y doctor en Geografía Social de la Université de Rennes, en su texto Algunos elementos metodológicos para pensar espacialmente en Ciencias Sociales, ofrece una revisión práctica de los cursos actuales de formación universitaria respecto al análisis socioespacial, demostrando la existencia de una suerte de polarización en su interior entre dos grandes tendencias investigativas: de un lado está la tendencia hacia el análisis de los procesos sociales, afectados por las distribuciones espaciales; y del otro, la tendencia hacia el análisis de estas distribuciones con su consecuente instrumentación estadística, informática y matemática. Es en este sentido que Peña, para proponer un examen de los estudios socioespaciales, categoriza como horizontalidades la descripción de la localización de los fenómenos abordados, y como verticalidades, “la interpretación de las configuraciones espaciales mediante tres grandes ejes: las relaciones entre los sujetos y el lugar, las relaciones sociedad-naturaleza y las relaciones entre la sociedad y el espacio” (Peña, 2011). Esta investigación sobre las espacialidades de la salud en Niquitao se ampara en la primera tendencia investigativa y en el primer eje - las relaciones entre los sujetos y el lugar, en tanto coincide con la visión de que el espacio se representa y produce en tanto es objeto de atribución de valores, sentidos y significados; razón por la que indaga estos elementos de orden eminentemente psico-sociológicos, con el concepto de espacialidad como telón de fondo para su estudio.

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Gráfico 1-1 La matriz geográfica o de la espacialidad. Fuente: Peña (2011).

Ahora bien, este eje o dominio de las relaciones entre los sujetos y sus lugares puede abordarse, según Peña, desde tres grandes grupos de trabajo: a) las geografías del comportamiento, b) la geografía humanística y c) las reflexiones sobre clase, sujetos y estructuración del espacio. A la luz de la matriz de la espacialidad de Peña, y dado que esta investigación pone su énfasis sobre nociones centrales como: lugar, significación, hábitat, identidad, vivencia e interrelación social entre otras; es posible posicionarla, sin lugar a dudas, entre los intereses de la Geografía Humanística. Sin embargo, resulta necesario ampliar las razones de tal suscripción, esclareciendo la perspectiva de abordaje de los fenómenos socioespaciales propia de la Geografía Humanística, y esbozando de paso las directrices con las que esta disciplina posibilita igualmente afrontar los factores de la salud en esta investigación. Dicho esto, las características de la geografía humanística son, de acuerdo con Peña (2011): 



Un enfoque basado en la experiencia humana, la conciencia y el conocimiento de los lugares. Esta investigación se adentra en los sentimientos, ideas, experiencias y comportamientos relativos a las espacialidades que inciden sobre la salud de varias personas habitantes de un inquilinato en Niquitao. Experiencias significativas. Pone su énfasis en la experiencia partiendo del presupuesto de que la vivencia se configura a partir de la significación que 34









los inquilinos otorgan a sus espacios y prácticas sociales de salud (Interacción simbólica). El sentido de pertenencia e identificación con el lugar. Se hace una indagación por los procesos identitarios de lugar (inquilinato) y su incidencia sobre la salud de los inquilinos. (Lugar y no-lugar de Relph-1976) Los vínculos de afecto o de rechazo hacia los lugares. Se pesquisan los apegos y desapegos tanto a las piezas de residencia en el inquilinato, como al sector de Niquitao (los conceptos topofilias/topofobias/toponegligencias de Tuan-2007). El modo de producción de los movimientos cuasi-inconscientes y cotidianos en el lugar. Se Incluye la descripción y análisis de comportamientos espacializados y espacializadores, tanto saludables como no saludables de los inquilinos. La categoría de lugar, el sentido o sentidos de lugar. Esta investigación se preocupa por conocer sentidos asociados a unos espacios delimitados como el sector de Niquitao, el inquilinato y la pieza, que incidan sobre las condiciones de salud de sus habitantes. En este sentido, la categoría de Hábitat o Habitar se toma como eje articulador de todos estos sentidos de lugar.

La geografía humanística posibilita también la acometida de otros temas de interés de esta investigación. La movilidad de los inquilinos del inquilinato Los Andes, en relación con su condición de habitar permanentemente o sólo transitoriamente este lugar y sus posibles correlaciones con la salud; siendo sin duda importante acudir a los conceptos de lugares no auténticos o sentido de lugar no auténtico de Edward Relph (1976). La inequidad, las formas como las diferentes variables de pobreza socioeconómica están entrelazados con los factores que afectan la salud de los inquilinos de Los Andes, y como tienden a sostener prácticas de reproducción socioespacial. De nuevo el énfasis se pone en las representaciones devenidas de las experiencias de vida de los inquilinos como individuos y como posible comunidad. La capacidad de agencia en la elección del inquilinato como modo de vivienda, debido a que la elección del hábitat puede estar condicionada por las experiencias y representaciones subjetivas que los individuos poseen acerca de la casa, de la cuadra, el barrio y la ciudad; experiencia que si bien se ve afectada por racionalismos pragmáticos generalmente de orden económico, lo está también por los afectos, emociones y sentimientos que los espacios suscitan una vez se hacen lugares. Otra razón más de la afiliación de esta investigación a la geografía humanística, es de carácter personal, resultante de la formación profesional en psicología del 35

investigador y de su preferencia por dos corrientes de dicha disciplina: la psicología ambiental y la psicología humanista. La psicología ambiental se basa en el estudio de las relaciones del sujeto humano con el medio ambiente en el que vive, considerando que dicho medio ambiente no es un espacio neutro ni vacío de significados, en tanto es producido culturalmente y funge como tramitador de significaciones que afectan permanentemente la psique humana. Por su parte, la psicología humanista coincide con algunos de los mismos presupuestos epistemológicos de la geografía humanística: el existencialismo de Heidegger y Sartre, y la fenomenología de Husserl, entre otros.

¿Qué Aporta la Psicología a esta Investigación Socioespacial? La absoluta convicción de que la experiencia humana está subordinada al lugar en donde ocurre, y que dicho lugar es también y simultáneamente tocado por la experiencia de los participantes, de manera tal que se da por sentada la existencia de una permanente configuración recíproca entre experiencia humana y lugar, es la mayor de las razones por las cuales un psicólogo, especialmente uno de orientación humanista, reconozca incuestionablemente en los estudios socioespaciales una beta promisoria de formulación teórica e investigación, con potencial repercusión en la psicología y en las demás ciencias sociales. De la misma manera como han sido formuladas como intereses para esta investigación, entre las clásicas preocupaciones de la psicología han estado los pensamientos, las experiencias, las percepciones, las emociones, las representaciones mentales, los sentidos y sentimientos, por mencionar sólo algunos de los fenómenos entre la larga lista de objetos de esta disciplina, que dice versar sobre las experiencias subjetivas y comportamientos sociales e individuales del ser humano. Sin embargo, el asocio de todos estos fenómenos al espacio, dimensión en la que ineludiblemente se despliegan, había sido menospreciado en gran medida hasta el advenimiento del ya mencionado “giro espacial” y, coincidente con el surgimiento de la llamada “psicología ambiental” que centra su interés primordial en el análisis de la relación del individuo con el espacio inmediato en el cual trabaja, estudia, se recrea, sufre, sueña, vive en general. Estas preocupaciones, tan afines a los estudios socioespaciales y muy especialmente a su vertiente geográfica humanística, parten entonces del reconocimiento de que el espacio no es una esencia neutra, no es un receptáculo de acciones y cosas, sino que el espacio es un productor del espectro social y, simultáneamente, una producción del mismo, por lo que entonces está signado

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por las elaboraciones culturales de una sociedad en su conjunto y/o por las realizadas por los sujetos a través del uso cotidiano de su subjetividad. Investigar socioespacialidades de la salud en los inquilinatos, a través del encuentro de la psicología con los estudios socioespaciales, es partir del presupuesto de que el inquilinato es un lugar que suscita representaciones y significaciones en torno a sí, que más que simples productos del funcionamiento cognitivo y comportamental del sujeto, son complejas experiencias subjetivas desarrolladas en, con y para dicho lugar; es conjeturar además que los espacios del inquilinato condicionan estos procesos psicológicos de las personas de manera que ellas le reproducen o modifican a través de las diferentes manifestaciones culturales. La mirada socioespacial sobre los inquilinatos y sobre cualquier otro lugar, determina que su relación con la experiencia humana no está limitada sólo al presente, sino por el contrario, está siempre en directa relación con el pasado y el futuro en tanto que las transformaciones del espacio son las que dan cuenta de la temporalidad de la experiencia. Esta historia de las experiencias del inquilinato y del inquilinato de las experiencias, en relación a la salud, o dicho de otra manera, el recuento de la salud en el transcurrir cotidiano de ese lugar, apuntala en ella la historia colectiva e individual de los inquilinos, el acopio experiencial psicológico de esos seres humanos. Es esta entonces la manera como la psicología, a través del lente de los estudios socioespaciales, puede prestarse a la investigación del contexto espacial de las experiencias humanas relativas a la salud en un inquilinato; a la forma en la cual los inquilinos se apropian o no de su hábitat, y a la forma como este espacio vital reconstituye las significaciones de los inquilinos que lo habitan. El alcance de esta alianza conceptual en esta investigación incluye el interés por la generación de procesos identitarios en el inquilinato, y sus posibles relaciones con las condiciones socioespaciales de la salud del mismo, lo que claro está, trasciende la miope impresión del espacio como una dimensión meramente accidental del comportamiento humano, hacia una más vasta de él como configurador de la subjetividad humana y, simultáneamente, en permanente configuración por ella. Al reconocer esta condición de constitución y consecuencia, es decir, la configuración recíproca permanente entre espacio y sentido, que hace de ambos tanto productor como producto, se está por ende admitiendo la posibilidad de reconocer que el espacio condiciona los procesos identitarios de las personas al interior de sus familias y comunidades. Se reconoce también que el espacio incide directamente sobre sus posibilidades económicas, educativas, relacionales y de bienestar en general, así como que el espacio está empotrado entre las múltiples variables de los sujetos, tales como los valores, intereses, movilidad, significados, economía, inequidad social, posicionamiento político, etc. lo que abre un campo 37

muy amplio de posibilidades de abordaje desde la psicología hacia el interior de los estudios socioespaciales y viceversa. El concepto de “lugar” es entonces uno de los muchos posibles a explorar y el más directamente asociado al de “hábitat” que, dependiendo de las escalas de investigación, puede llegar a revestir la mayor importancia para efectos metodológicos y teóricos.

¿Por qué la Pregunta por la Identidad? Con el ánimo de ahondar sobre la relación entre los espacios del inquilinato y los sentimientos de arraigo o pertenencia, o de desapego e indiferencia que las personas desarrollan hacia ellos, es pertinente abordar el concepto de identidad partiendo de la presunción que su instauración sólo puede concebirse circunscrita a un espacio y prácticas sociales determinados, a unas estructuras locales físicas naturales y artificiales (construidas), y que las personas asumen su identidad subjetivamente en unas ocasiones y objetivamente en otras, sí y sólo sí, como apuntalada en ese mundo físico y social configurativo del espacio vital. Así entonces, conforme a esta lógica interaccionista para la explicación del origen social de una identidad localizada, o más bien, situada, en este caso la del inquilino en Niquitao, puede seguirse con que dicha identidad es el producto de la internalización de las principales atribuciones de valor y representación, tanto las asignadas desde fuera de los límites del lugar -el inquilinato- por los vecinos del sector y el resto de la población de la ciudad, como las compartidas (practicadas) por los habitantes de estas edificaciones. Se trata entonces, desde esta perspectiva, de autoatribuciones y heteroatribuciones identitarias referidas a las mencionadas condiciones de marginalidad y pobreza, y cargadas además del prejuicio social que sindica a Niquitao como sector vergonzante para la ciudad de Medellín. Por lo expuesto hasta ahora podría llegar a aseverarse que la resultante de estas operaciones socioespaciales de asignación y aceptación de atribuciones de identidad sobre los habitantes de unos lugares tan particulares y cargados de sentidos, como lo son los inquilinatos, y como lo es Niquitao, por ser su principal zona de localización en el centro de Medellín 15, pueda sustentar que la exclusión socioespacial implícita en los contenidos de dichas asignaciones identitarias se cristalice efectivamente en estas personas, provocando en ellas fenómenos ambiguos de adaptación y resistencia a tal exclusión, que necesariamente repercutan sobre su propio bienestar social.

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Según un estudio de la Gerencia del Centro, en el sector de Niquitao había 124 inquilinatos en el año 2008.

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Sin embargo, ¿qué entender por identidad situada en la contextualización de los inquilinatos y sus moradores? Es posible contrastar las anteriores proposiciones sobre la posibilidad de existencia de una identidad situada, con otras como las del sociólogo Zygmut Bauman (1999), quien ofrece una interesante posibilidad de aproximación a esta noción al proponer, en el marco de lo que denomina sociedades líquidas, el desvanecimiento de las pautas y configuraciones se suelen ser consideradas para el establecimiento de lo que se entiende como identidad: “esos códigos y conductas que uno podía elegir como puntos de orientación estables, y por los cuales era posible guiarse, escasean cada vez más en la actualidad”. Resulta entonces necesario contrastar los abordajes tradicionales de los procesos identitarios para el estudio de una posible identidad de inquilino de Niquitao, con las nuevas formas de afrontar la identidad que atienden a las características de ser que imponen las sociedades postmodernas a causa de la licuefacción del espacio, tal como lo afirma Bauman.

¿Cuál fue Entonces la Aproximación Metodológica? La aproximación metodológica en esta investigación fue de tipo cualitativo dadas las características de las variables a ser consideradas y por sus intereses mismos. Adoptó además un carácter explicativo, ya que centró su interés en explicar por qué ocurre un fenómeno como el de la producción de espacialidades de la salud por un tipo específico de población, dígase los residentes del inquilinato Los Andes. Siendo estas sus principales características, esta investigación hizo fundamentalmente acopio de técnicas etnográficas tales como la inmersión en campo; entrevistas cualitativas hacia la obtención de relatos de vida; observación participante; grupos focales; estudio de documentos escritos, fotográficos o audiovisuales; técnicas destinadas claro está a la consecución de información valiosa. En esta investigación se optó de manera categórica por el Enfoque Biográfico, una perspectiva en la cual cobra sentido la utilización de la técnica del relato de vida, la que se acogió principalmente por su carácter testimonial. Además, el enfoque biográfico es tributario de distintas corrientes de pensamiento, como el existencialismo, la fenomenología y la hermenéutica, de las que algunas son completamente afines a los pilares de la geografía y psicología humanística. Se considera al enfoque biográfico como un enfoque hermenéutico porque los seres humanos, habitual y espontáneamente, estamos relatando aspectos o situaciones de la vida a otros o inclusive a nosotros mismos. Desde un “narrador” 39

en primera persona, es decir, desde “sí mismo”, el sujeto humano hace relatos cotidianos sobre cómo se define o sobre su posición frente a determinada cuestión, o sobre cómo se siente, etc., y estos relatos son un primer nivel de interpretación de su experiencia. Los relatos nos precisan y diferencian de otros, por lo que cumplen una función en la edificación de lo que llamamos identidad. Como tal, estos relatos sobre las experiencias de la vida no necesariamente son estables y coherentes, ya que son de carácter cambiante y poseen contradicciones y ambivalencias, pero cuando cambian es alrededor de otra narración que pueda otorgarles un nuevo sentido. Se considera también al enfoque biográfico como un enfoque existencial ya que el relato de la existencia de uno mismo involucra una permanente definición sobre aquello que uno es. Heidegger (1997) dice al respecto que a menudo en la vida cotidiana se oculta la radicalidad que esto implica, así que los individuos hablamos como si lo que narramos no nos estuviese develando a nosotros mismos a través de la posición que tomamos al narrarlo. Entonces al entrevistar un sujeto sobre una parte de su vida, se le está haciendo además la solicitud de tomar una posición frente a lo que relata. Así pues, con el relato de vida el entrevistado tiene que optar por asumirse o no a sí mismo como producto de las condiciones en las cuales le ha tocado ser y estar, en términos existenciales. Es necesario tomar en cuenta que el relato “no narra fragmentos exclusivamente subjetivos, ni sociales, ni físicos, sino que da cuenta de una totalidad singular y compleja; razón por la que el relato de vida es en sí una técnica para el estudio del modo en que un fenómeno se organiza biográficamente” (Cornejo, Mendoza y Rojas 2008), de allí su pertinencia para el estudio de una socioespacialidad. Cada uno de los pasos de la investigación siguió como derrotero la propuesta que sobre el enfoque biográfico, y que especialmente sobre el relato de vida expone Michel Legrand (1992) en L’approche biographique (el enfoque biográfico), y que según Cornejo, Mendoza y Rojas (2008) consta de los siguientes momentos: 

En lo posible a lo largo de todo el proceso de la investigación, una puesta en disposición clínica que trabaje sobre el vínculo previo con el tema a investigar y que intente dilucidarlo: ¿Por qué la elección del tema? ¿Por qué investigarlo? ¿Para qué investigarlo? ¿El interés surge de una experiencia personal? ¿Cuál? En este caso, el interés del investigador por este tema es producto de experiencias profesionales de intervención previas con los habitantes de Niquitao, en las que se pudo conocer de primera mano algunas de las características particulares de esta forma de vivienda y de sus habitantes, y que le han resultado de gran interés para la investigación socioespacial. 40



Una preparación teórica (…) la forma de una revisión crítica de la literatura científica pertinente al tema, orientada a aumentar las potencialidades de la investigación. Sobre esta investigación, ya se han expuesto previamente los referentes teóricos y enfoques que la soportan.



Respecto a cuántos narradores convocar, las decisiones serán en gran parte determinadas por las características, propósitos y orientaciones particulares de cada investigación, así como por criterios relativos al tiempo disponible para realizar la investigación (…) De acuerdo a nuestra experiencia y la de otras investigaciones, no debería pensarse en un número inferior a 12 participantes. En esta investigación se opta por entrevistar a 12 inquilinos del inquilinato Los Andes, de ambos sexos, adultos de edades heterogéneas, sin predilección por cantidad de tiempo habitando ese tipo de vivienda, ni por las motivaciones o razones que los llevaron a optar por o derivar en ella.



Es importante dirigirse a los potenciales participantes de la investigación entregándoles información tanto en lo referido al contenido y objetivos de la investigación, como respecto a las modalidades y procedimientos que implicará su participación. En esta investigación se informó a los participantes que el tema a tratar era su salud como inquilino de Los Andes, para lo cual se les harían tres o cuatro visitas con el ánimo de entrevistarles durante una hora aproximadamente y grabar dicha entrevista si lo consentían, explicándoles con suficiencia que la información no tenía interés comercial ni judicial, mientras que sí lo tenía para efectos académicos y uso reservado de la Universidad de Antioquia.



El consentimiento informado de los participantes. Comprende las principales características y requerimientos de la participación, así como aspectos relativos a la confidencialidad, anonimato y la posibilidad del participante de retirarse en cualquier momento de la investigación sin que esto tenga consecuencia alguna. En esta investigación se informó con claridad a cada participante sobre las condiciones de total libertad de su participación, tanto para ingresar como para retirarse de la investigación, como de permitir o no la toma y publicación de fotografías y las grabaciones de las entrevistas.



La Presentación de los Investigadores. Aclarar a los participantes o a las personas que nos contactarán con ellos, de la manera lo más clara posible, que somos investigadores, pertenecientes a cierta institución, trabajando 41

sobre un tema. Para esta investigación se informó a cabalidad a los participantes sobre la condición del investigador como tal, y sobre la institución universitaria para la que se realizaba el trabajo, destacando que obedecía a intereses académicos personales (trabajo de grado para optar al título de magister). 

La Recolección de los Relatos: las Entrevistas. La utilización de un cuaderno de campo del narratario (entrevistador), ha tenido como función principal acompañar el proceso de recolección de los relatos así como de los análisis que se van realizando en esta etapa. Para esta investigación las entrevistas se hicieron en dos periodos con un intervalo de un año, de manera que el primer periodo fue entre los meses de marzo y abril de 2011, mientras que el segundo periodo fue durante los mismos meses en el año 2012. El total de declaraciones fueron categorizadas en el archivo de sistematización de la información (material presentado a los jurados académicos) para efectos de análisis y categorización de la información. Así mismo, se llevó un diario de campo con el fin de recoger información de contexto y semiótica de importancia.



El Análisis de los Relatos. (…) diversos autores señalan que no existe un método único para el análisis de los datos (…) Más bien, los métodos se definen en consideración de los objetivos de la investigación, del fenómeno estudiado y de ciertas consideraciones epistemológicas y metodológicas acerca de la construcción de conocimiento científico, planteando una diversidad de posibilidades. Para el asunto específico de esta investigación se ha optado una lógica de tipo transversal para todos los casos, determinando las principales unidades temáticas para el análisis en relación con el fenómeno en estudio.

En síntesis, el abordaje metodológico de la investigación escogió como principal herramienta el relato de vida, en tanto que posibilitó recoger fragmentos de la subjetividad y singularidad de cada uno de los participantes y permitió ahondar en la incertidumbre e impredictibilidad de la experiencia existencial de cada uno de ellos y ellas. Con esta metodología no se aspiraba llegar a pretensiones de verdad concluyentes acerca de las espacialidades de la salud que experimentan estas personas de Niquitao, sino más bien, de recoger y analizar esas experiencias ontológicamente subjetivas relacionadas con la producción espacial de la salud, para observar algunas posibles tendencias entre ellas y formular algunas aproximaciones hipotéticas al respecto en términos de espacialidades. 42

UNIDAD DOS: El Inquilinato “Los Andes” ¿Un lugar?

El Lugar desde la Geografía Humanística Algunas de las características de la década de 1960 y principios de los 70’s eran la carrera espacial, el positivismo lógico y el paradigma cuantitativo, cuyos parámetros de cientificidad se erigían en una manera de ver el mundo y la gente en él como objetos más que como sujetos, así que las personas eran más a menudo entendidas como agentes de orden racional viviendo en un mundo racionalizable. El enfoque en el lugar se tornó entonces en una parte central de la crítica humanista hacia esta manera reduccionista y mecanicista de pensar acerca de la naturaleza del mundo y del habitar humano en él. En su trabajo Espacio y Lugar de 1977, el geógrafo Yi Fu Tuan ofrece una muestra de esta crítica al comparar las perspectivas más cientificistas con la riqueza de la perspectiva experiencial. Lo que no podemos decir en un lenguaje científico aceptable tendemos a negarlo u olvidarlo. Un geógrafo habla como si su conocimiento del espacio y el lugar fuesen derivados exclusivamente de los libros, mapas, fotografías aéreas y encuestas estructuradas sobre el terreno. Escribe como si la gente estuviese dotada de mente y de visión, pero como si no tuviesen otros sentidos para aprehender el mundo y encontrar significado en él. Él y el arquitecto planificador tienden a asumir familiarmente el hecho de que estamos orientados en el espacio y lugar de crianza en vez de describir y tratar de entender lo que “Estar en el mundo en realidad es” (Tuan, 1977).16

Tuan hace pues una crítica al “ser humano racional” contemplado así por la ciencia y la economía, ese ser humano que calcula fríamente todas las opciones antes de tomar una decisión racional. Tal perspectiva sobre la humanidad está dejando de lado el rasgo humano por excelencia, el sentido, y por lo tanto, está dejando de lado el lugar, porque es el sentido el que hace lugar a una localización dada. Además de las reflexiones de filósofos europeos, tales como las de Heidegger, inspiradas en la filosofía del sentido así como en la fenomenología, los geógrafos humanistas reclamaron que la geografía necesitaban pensar en la gente como seres humanos que saben, sienten y subjetivan todo, y no como objetos o seres únicamente racionales, por lo que era imperativo para la geografía verdaderamente humana lograr mayores niveles de conciencia sobre el sentido como la forma en que la humanidad habita y experimenta el mundo, con lo que el concepto de lugar se hacía fundamental ya que tiene la cualidad de describir una 16

Traducción propia.

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de las formas para relacionarse con el mundo al comprender que a través de las acciones inscritas en él, el lugar, los seres humanos estamos siempre produciendo sentido en el mundo. Pero entonces, si la atención se pone en las acciones dotadas de sentido la experiencia se torna en un concepto de enorme importancia para la perspectiva humanista de lugar. Esta investigación, fiel a estos parámetros de la geografía humanista -así como de la psicología humanista- privilegia la relación "entre" las personas y el mundo a través de las dimensiones de la "experiencia", es decir, a través de la subjetividad; así, en palabras de Tuan “lo dado no puede ser conocido en sí mismo. Lo que puede ser conocido es una realidad que es una construcción de la experiencia, una creación del sentimiento y del pensamiento''17 (Tuan, 1977). Es gracias a la experiencia que los seres humanos bajamos del mundo de lo etéreo de las ciencias una idea como la del espacio, haciendo de ella una noción comparativamente vívida y significativa, es decir, la noción de lugar. Lo que empieza como espacio indiferenciado se convierte en lugar a medida que llegamos a conocerlo mejor y dotarlo de valor… las ideas “espacio” y “lugar'' se necesitan mutuamente para su definición. Desde la seguridad y estabilidad de lugar somos conscientes de la apertura, libertad y amenaza del espacio, y viceversa. Por otra parte, si pensamos en el espacio como el que permite el movimiento, entonces el lugar es pausa; cada pausa en el movimiento hace que sea posible que la localización sea transformada en lugar. (Tuan, 1977)

Entonces, fueron los geógrafos humanistas en la década de 1970 quienes recuperaron el concepto de lugar, al menos como una fracción significativa del espacio geográfico. Sin embargo, este concepto no fue inventado por los geógrafos ya que fueron los filósofos griegos clásicos quienes fundaron la filosofía del lugar, en particular Platón y Aristóteles con sus escritos. Platón (428-348 AC) definió y desarrolló los conceptos “chora” y “Topos” con la intensión clara de relatar los orígenes de la existencia y el proceso de "devenir", que en sus términos, es un proceso que involucra tres elementos: lo que se convierte o deviene, aquello que es el modelo para llegar a ser, y un elemento final que nombró “chora” que es el lugar o escenario en el cual llegar a ser. Este último concepto implica la cosa que está en el proceso del "devenir" en el espacio y la extensión espacial misma. Platón utiliza el término Topos a menudo de manera indistinta con chora, pero es por lo general más específico, en tanto como un lugar alcanzado, siendo Chora, en cambio, un lugar en el proceso de devenir.

17

Traducción propia

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Aristóteles (384-322 AC) sería quien puntualizaría mucho más acerca del concepto de lugar. Con Aristóteles aparece una filosofía muy amplia y fecunda sobre el lugar como el punto de partida para todas las otras formas de existencia. Para él, el lugar era un punto de arranque necesario para comprender el espacio, tanto como infinito como vacío, así como también el movimiento y por ende el cambio. Diría en su momento que el lugar “Tiene prioridad sobre todas las otras cosas” (Aristóteles en Casey, 1997). Desde su particular manera de pensar, este filósofo relacionaba el cambio y el movimiento como mutuamente dependientes, razón por la que consideraba primero necesario entender que “el tipo más general y básico de cambio es el cambio con relación al lugar, que llamamos la locomoción'' (Casey, 1997). Para Aristóteles todo lo existente por necesidad tiene un lugar; así que refiriéndose al lugar afirmaba “que aquello sin lo cual nada puede existir, si puede existir sin lo otro, debe necesariamente ser lo primero'' (Casey, 1997). Luego de Aristóteles los filósofos retornaron progresivamente hacia el concepto del espacio como una idea supuestamente más profunda, y fue solo hasta finales del siglo XIX y principios del siglo XX que el concepto de lugar volvió a florecer como un concepto central para la filosofía, específicamente gracias a Martin Heidegger. A partir de estas primeras consideraciones, de este necesario marco explicativo sobre el concepto de lugar, puede entonces pasarse a desarrollar una discusión sobre los hallazgos del inquilinato como lugar a la luz de sus características propiedades de sentido que hacen que, como concepto, se encuentre en el centro de los intereses de la geografía humanista en la actualidad. El inquilinato resulta ser fundamentalmente un lugar, un sitio significativo que combina perfectamente su localización con unas instalaciones y unos sentidos de lugar. Siendo que la localización se refiere a un punto absoluto en el espacio, es decir, a un conjunto específico de coordenadas y distancias mensurables desde otras localizaciones, entonces la localización se refiere al específico “dónde” del lugar, que para el caso de Niquitao es estar atravesado por la avenida del mismo nombre, es ser parte integral del barrio Colón en el sector San Lorenzo del centro de Medellín; y para el inquilinato o residencia Los Andes, es estar en Niquitao, en el centro de la cuadra que sirve de esquina entre la avenida Oriental y la calle San Juan, es decir, es estar diagonal a la curva del puente que interconecta ambas vías principales del centro de la ciudad, y tener como dirección la carrera 46 número 42-70.

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El lugar Percibido: las Materialidades del Inquilinato. Las instalaciones del lugar se refieren a la configuración material del inquilinato y su entorno inmediato en las que se dan las relaciones sociales, lo que implica, perceptualmente hablando, la forma en que estos lugares se ven, se perciben sensorialmente. Se destacan entonces los aspectos tangibles y visibles (perceptibles) de Niquitao, el inquilinato y la pieza, lugares que determinan el espacio percibido de Lefebvre o el primer espacio de Soja, desde el referente de las espacialidades de la salud. Los Andes, el mayor inquilinato de Niquitao, es de entrada un gran emplazamiento material, es decir que es, en parte, unas instalaciones físicas; tiene un balcón, ventanas, patio de ropas, cocina, diferentes pisos, escalas, etc. Tiene una estructura material que, en parte, hace que sea un lugar. En cualquier lugar dado al interior del inquilinato Los Andes se encuentra toda una combinación de materialidades, significados y prácticas; esta investigación ofrece algunos resultados sobre tres lugares de diferente escala en los cuales ha puesto un marcado énfasis, que de menor a mayor tamaño son: la pieza, el inquilinato y el vecindario. Partir del análisis del lugar desde sus instalaciones materiales es empezar desde lo más obvio, ya que sin duda muchas veces lo más recordado de los lugares es su estructura material. Los lugares son a menudo reconocidos en términos de las estructuras materiales que se han convertido en sinónimos de ellos. Entonces así como Nueva York tiene rascacielos, Sao Paulo favelas y China murallas; o mejor, así como el barrio Prado Centro tiene casas patrimoniales y el barrio el Poblado la Milla de Oro, Niquitao tiene inquilinatos, y entre ellos el de Los Andes, una de las materialidades reconocibles por los habitantes del vecindario, entre otras características por el hecho de ser el más grande de los inquilinatos de Medellín, una enorme casa de dos pisos con 70 piezas -en la actualidad están en construcción otras diez- en los que conviven 200 personas aproximadamente. Solo hay cuatro baños, un patio, siete lavaderos y un balcón para atender las necesidades de todos sus inquilinos. Además, otras de las materialidades propias de los lugares y que por lo tanto inciden directamente sobre su producción, son las cosas materiales que están en ellos y que pasan a través de ellos. Para el caso de Niquitao, el inquilinato y las mismas piezas, son materialidades recurrentes el reciclaje, la suciedad y las drogas ilegales; los vehículos que circulan por las avenidas adyacentes al vecindario; y las mismas personas con sus peculiaridades. Los efectos de las materialidades sobre la salud son analizados en la unidad siguiente que versa específicamente sobre el tema, ya que estas percepciones del lugar, que son 47

especialmente significativas para la investigación en tanto son algunas de las más recurrentes, están en directa relación con la salud. Además, a pesar de que dos inquilinos hacen una declaración a favor del inquilinato como limpio, en otras afirmaciones espontáneas se contradicen, afianzando la impresión de que la suciedad es efectivamente percibida por todos como un rasgo de las materialidades del inquilinato. _ ¿Usted los baños aquí cómo los encuentra? _Horribles (…) taquiaos (…) la misma gente que les hace los daños (…) Porque ellos aquí le arriendan a todo mundo y así no debe de ser (…) todos los viciosos, los que reciclan se roban los tanques, se roban las llaves de los... (baños) P10 (Mujer). 68 años. Familia de 3 (hijo e hija) (Familia monoparental materna), sustento por la madre.

Llama la atención el hecho de que no hubo manifestaciones contra el bajo número de baños (cuatro) para una población superior a las doscientas personas. En el aparte siguiente sobre las prácticas de los inquilinos se atiende la constante situación de las filas de espera para su uso, pero sin duda la percepción de incomodidad sobre este ítem no es mayor gracias a que los inquilinos están condicionados y normalizados por un sistema de horarios que evita que las congestiones sean mayores, de ahí que la percepción de que los baños sean insuficientes podría así ser bien controlada. Fotografía 2-1 Baños comunitarios en Los Andes. Fuente: Elaboración propia.

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Con relación al piso o nivel de ubicación de la pieza, los inquilinos no manifestaron preferencia por un piso sobre otro, y respecto a preferencia por algunas piezas sobre otras, quedó claro que hay una tendencia a preferir la pieza arrendada actualmente sobre las demás; esto se debe a que todos los inquilinos del estudio llevan varios años en el inquilinato, lo que les ha dado tiempo para conocer la totalidad de las piezas e irse acomodando en las de su preferencia en la medida en que han sido desocupadas por otros. Al respecto debe decirse que muchas de las piezas son de un área de un metro y medio por dos metros veinte centímetros aproximadamente, y solo las que dan a exteriores como el patio trasero o la fachada y el balcón del inquilinato son de mayor tamaño y tienen ventanas con buena ventilación y luz solar, mientras que las correspondientes a los pasillos solo tienen un pequeño recuadro abierto a nivel del cielo raso a manera de ventana, con unos 40 centímetros de largo por 30 centímetros de altura, que permiten sólo la tenue entrada de luz artificial. Las percepciones respecto a la buena o mala arquitectura del inquilinato son de diversa índole, pero respecto a las piezas en particular siempre hay reclamo por su reducido tamaño, aunque no todos y todas se sientan hacinados (esto se amplía en el capítulo siguiente por sus implicaciones sobre la salud).

El Lugar Representado y Vivido: Imágenes y Experiencias del Inquilinato La idea de sentido ha venido cobrando importancia capital para las nociones de lugar desde la década de 1970 en la Geografía Humana. De hecho, ahora se entiende que la localización se convierte en lugar cuando se convierte en significativa. Por lo tanto la dirección carrera 46 número 42-70 es tan sólo la localización de Los Andes, mientras que “Los Andes” es el lugar que ocupa esa localización; de manera tal que es el sentido lo que marca la enorme diferencia. Pedirle a un taxista que le lleve a la dirección carrera 46 número 42-70 es una acción que puede desembocar una reacción muy diferente en el taxista, a la que tendría si se le pide que le lleve al inquilinato “los Andes” de Niquitao, dadas todas las representaciones que pueden implicar esos espacios para dicho sujeto. Así mismo cualquier reforma urbanística o arquitectónica que la municipalidad de Medellín anuncie en el barrio Prado Centro, tal como demoler un viejo edificio, será aceptada o resistida de manera quizá muy diferente por los medellinenses a si la misma acción se anuncia sobre un viejo edificio de Niquitao que sirve de inquilinato. Tanto la primera como la segunda acción pueden ser representadas como ataques directos o mejoras a los lugares diferenciados que ambos barrios 49

son, de manera que la significación de ataque o mejora se funda sobre las imágenes colectivas que ambos barrios soportan, las cuales pueden llegar a modificarse en tanto que: “mientras que los significados son compartidos, nunca son fijados de una vez por todas y están siempre abiertos a los contra-significados producidos a través de otras representaciones” (Cresswell, 2009) En términos generales los inquilinos entrevistados concuerdan que tanto en el interior del inquilinato como en el vecindario en general, el consumo de sustancias psicoactivas es muy notable, convirtiéndose ese significado en transversal a un sinnúmero de representaciones y prácticas. Este tema se abordará ampliamente más adelante y especialmente para discutir sus implicaciones en la salud. _ ¿Qué no te gusta de Niquitao en general? _La prostitución, el alcoholismo y el vicio, mucha drogadicción! P8 y P9, de 27 y 24 años respectivamente. Pareja joven con tres hijos (Familia nuclear), sustento por ambos Padres

Las instalaciones físicas, estos espacios percibidos son promotores de representaciones de todo tipo, de manera que si el barrio Prado Centro por sus materialidades evoca historia arquitectónica de ciudad, y el barrio el Poblado la prosperidad económica de una élite de ciudad, Niquitao con sus materialidades evoca otras representaciones. Sus habitantes reconocen la influencia histórica del vicio en el sector como plaza de expendio y como centro de consumo. Así como los interiores de las piezas, los bajos del puente de interconexión entre San Juan y la Avenida Oriental y su manga adjunta han sido escenario permanente durante los últimos años de estas prácticas; es decir, que estos espacios físicos hacen parte integral de unas espacialidades con específicas repercusiones sobre la salud física y mental de todos. _Sector complejo, es mucha drogadicción… de unas temáticas muy profundas que no llega al caso tocar aquí, pero digamos que ha sido un sector, pues, muy vertiginoso en cuanto a lo social…en cuanto a lo moral hay mucha descomposición, toda esta manzana de acá, pero igual, uno tiene que aprender a convivir con eso. P2 (Hombre) 24 años. Familia de tres (mamá y hermana) (Familia monoparental materna) sustento por la madre

Los sentidos de Niquitao, del inquilinato Los Andes y de cada pieza como lugar se refieren a la nebulosa mayor de significados asociados a ellos: los sentimientos, pensamientos y las emociones que evocan y que se materializan en las 50

prácticas. Los significados hallados por la investigación son algunos de carácter individual y otros de carácter colectivo, atendiendo a las propiedades de los insumos principales de información, es decir, de los relatos de vida; significados que pueden estar basados entonces en la biografía personal o compartida con los demás inquilinos. Los sentidos compartidos del inquilinato como lugar que es, están fundados gracias a las representaciones sociales que los inquilinos y no inquilinos tienen sobre el mismo, así como en las prácticas y experiencias que se dan en él y que pueden mantener o eventualmente modificar dichas representaciones, de manera que, aunque muchos medellinenses no han habitado, ni siquiera estado de paso por un inquilinato de Niquitao, cuando se les pregunta por este tipo de lugares demuestran tener alguna representación de ellos, ya que de los inquilinatos de Niquitao se han divulgado conjuntos de significados en la difusión que los medios han hecho de las noticias, buenas y generalmente malas, producidas en ellos. Algunos de estos significados compartidos hallados en la investigación son aquellos que hacen referencia a la vulnerabilidad que los niños y niñas adquieren al habitar en estos lugares, por causa de las dos variables que todos y todas perciben y se significan como las de mayor permanencia e importancia: la prostitución y la drogadicción. _ ¿Usted cree que los niños viven seguros aquí? _ No, ninguno, aquí todo niño que llega fracasa (…) en el vicio, todas las niñas se prostituyen, y los muchachos se vuelven ladrones, se vuelven sacoleros. P10 (Mujer),68 años. Familia de 3 (hijo e hija) (Familia monoparental materna), sustento por la madre

_Este no es ambiente para los niños, porque por ejemplo en estos sectores se ve mucho vicioso, pues, se ve mucha cosa… P5 (Mujer con 4 niñas y 3 niños) 33 años (Familia nuclear) sustento por ambos Padres.

Estos significados de Niquitao y de sus inquilinatos comprenden, tanto las meras representaciones que los no-habitantes de estos espacios tienen de ellos, así como la fusión entre representaciones y prácticas apuntaladas en estos lugares de quienes si les habitan, de manera que los sentidos compendian tanto el espacio concebido de Lefebvre –segundo espacio de Soja- para extraños y propios, como el espacio vivido de Lefebvre –tercer espacio de Soja- para los propios. Pero además Niquitao, sus inquilinatos y sus piezas como lugares que son, se practican; es decir que los habitantes de Niquitao y los inquilinos hacen cosas dentro de estos espacios y lo que hacen es en parte responsable de los 51

significados que como lugares puedan tener, tal como se ha venido exponiendo. Así como muchos lugares quedan con la impronta de los acontecimientos más notables en ellos por su carácter extraordinario, hay otros que quedan marcados por la fuerza que da la reiteración de ciertas prácticas en ellos, prácticas mundanas, propias de la vida cotidiana, pero que resultan precisamente siendo un elemento más significativo de los espacios, en este caso, de los inquilinatos y sus piezas y del mismo vecindario en general. Estos tres lugares son continuamente revelados a medida que sus habitantes viven su día a día, siendo las prácticas más frecuentes, de acuerdo a los relatos de vida logrados, las siguientes:     

Salir a trabajar con sus “chazas” en las ventas ambulantes. Salir a buscar material de reciclaje para venderlo. Salir de noche a practicar la prostitución o “rebusque”. Cocinar en la cocina comunitaria. Trabarse en la pieza o en las inmediaciones.

Tal como lo afirma Cresswell (2009), “sentir que tenemos un lugar depende en gran parte de la práctica y, muy especialmente, de la reiteración de la práctica en forma cotidiana. El espacio se convierte en un lugar cuando se utiliza y se vive. La experiencia está en el corazón de lo que significa el lugar”. Las prácticas en estos espacios de la pieza, el inquilinato y sus inmediaciones, se tienen que ceñir en todo caso a los obvios límites que las estructuras materiales permiten, de manera que si bien sería posible bañarse en la pieza con un balde, no es posible jugar un partido de micro-futbol dentro de ella por una simple cuestión de dimensiones. Algunas de las prácticas más notorias que evidencian esta condición de limitación que las materialidades de estos tres espacios imponen o promueven, y que tienen relación con la salud, son aquellas relativas al aseo, la alimentación, el sueño y el acondicionamiento físico, lo cual es ampliado en la unidad cuarta específica sobre la salud. Reconociendo que en estos lugares sus materialidades, significados y prácticas están entrelazados, se puede afirmar consecuentemente que la topografía física del lugar se determina en la medida que sus habitantes hacen cosas de acuerdo con los significados que esperan que su lugar rememore; es decir, que cuando se inscriben algunos significados en el paisaje material, obtienen una medida de permanencia en el lugar gracias a las acciones de la gente. Sin embargo, las prácticas suelen ajustarse a un cierto sentido de lo que es correcto en un lugar específico. En este sentido llama la atención que el consumo de sustancias psicoactivas dentro del inquilinato, si bien no se promueve directamente, si se admite mientras que el inquilino lo haga al interior de su pieza: 52

_ (…) los ratones, había unos que me pelaban los dientes, y le doy comida a los gatos (…) con este le voy a tirar al que me salga por aquí (refiriéndose a un ratón) y después me iba a mover y si hago alguna cosa de pronto riego el bazuco, me vale más el coso, voy a darle comida a los gatos. P4 (Hombre) 56 años. Vive solo

El Inquilinato Los Andes ¿Lugar o No-Lugar? El geógrafo humanista Edward Relph (1976) en su obra Place and Placelessness (Lugar y Carencia de Lugar)18, argumenta que algunos lugares en los EEUU se han ido convirtiendo en lo que denomina como carencia de lugar, exponiendo entre algunas razones para ello: la vertiginosa velocidad del mundo moderno, la producción en masa y un énfasis en la “disneyficación” y “museoficación” de espacios, o sea lo que considera la construcción de espacios que son copias falsas de lugares verdaderos. Relph se lamenta y denuncia la inautenticidad de estos espacios argumentando que es imposible ser un nativo existencial de ellos; es decir, ¿cómo ser oriundo de Disneylandia o de McDonalds? Así Relph lleva su denuncia hasta las inertes urbanizaciones contemporáneas producidas en masa, para derivar su análisis en el problema de la identidad, ya que considera además imposible generar apego significativo a estos espacios en tanto que, según él, son para el tránsito y nunca para establecerse y echar raíces. En la misma línea de discusión, ya Martín Heidegger (1951) se había anticipado a afirmar que: “Sin embargo, no todas las construcciones son moradas. Un puente y el edificio de un aeropuerto; un estadio y una central energética; una estación y una autopista; el muro de contención de una presa y la nave de un mercado son construcciones pero no viviendas.” Siguiendo este tipo de reflexión sobre los lugares, más recientemente el antropólogo francés Marc Augé (1992) ha hecho uso de un concepto muy similar al de Relph, pero con una variación idiomática inglesa, “nonplace” (traducible al castellano como no-lugar) para referirse muy específicamente a sitios como los aeropuertos, terminales de transporte, estaciones de servicio en las autopistas y, en general, a todos aquellos espacios de tránsito que siempre, indirectamente, se están refiriendo a algunos otros lugares. La diferencia con Relph en este concepto radica en que Auge no considera que tales “no lugares” sean inauténticos, les ve más como una de las tantas nuevas condiciones y maneras de existir en la modernidad. 18

Traducción propia.

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Al retomar la discusión sobre Los Andes como inquilinato y mirar sus posibles semejanzas con la carencia de lugar o con los no-lugares para intentar entender si tiene alguna de sus propiedades, surge de inmediato la pregunta por la movilidad de sus residentes, ya que esta característica es una de las causas principales del nonplace y del plecelessness establecidas por los dos autores; además, porque Auge señala que el no-lugar en su forma pura en realidad no existe, ya que los lugares del mundo real contienen diferentes grados de no-lugar y de lugar. A este respecto, ya se ha expuesto arriba que los resultados de los relatos de vida de los inquilinos revelan que el inquilinato es un verdadero lugar, en tanto que sobre él se entremezclan representaciones, materialidades y experiencias que lo establecen como espacialidad y, en consecuencia, como dotado de sentido. Sin embargo, retomando a Relph y Augé y contrastando el inquilinato con la carencia de lugar y el no-lugar, sobresalen algunos relatos de los inquilinos dando cuenta de sentimientos de desarraigo debido a la no posesión del cuarto alquilado, sentimientos que son permanentemente suscitados en la vida cotidiana, ya que el pago diario de la pieza es, junto con la consecución de la comida, las dos preocupaciones más latentes en la vida diaria de los inquilinos: _ ¿Ustedes sienten esta pieza como suya? _No, porque aquí uno debe de pagar la dormida (…) llevo aquí 7 años viviendo en esta pieza y no la siento como mi casa P8 y P9, de 27 y 24 años respectivamente. Pareja joven con tres hijos (Familia nuclear) sustento por ambos Padres

_Si aquí únicamente es Dios y plata. Aquí el que paga vive y el que no, suerte, váyase. P1 (Mujer) 43 años. Familia de 4 - (Familia nuclear) sustento por el Padre.

Otros relatos exteriorizan una movilidad implícita en la condición de ser inquilino, una suerte de permanente azar en la posibilidad de ya no estar, que se traduce en el estado psicológico de una permanente anticipación a la posibilidad de marcharse. Esta permanente preocupación hace parte de la vida cotidiana de los inquilinos de Niquitao y se recoge de diversos testimonios y literatura sobre el tema; por ejemplo: “Al igual que Lina, sus vecinas Claudia y Leidy tienen guardada la ropa en costales porque saben que de un momento a otro se tienen que ir y lo que más temen es un desalojo” (Gómez, 2008).

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_Mi ropa la tengo ahí es en una caja de cartón (…) no nos gusta cargar nada, pa una corotiada salir con los coroticos y ya. P3 (Mujer) 42 años. Familia de 4 (2 adolescentes y esposo) (Familia compuesta) sustento por una hija

También se produjeron relatos sobre algunas de las consecuencias del conflicto armado colombiano, tal como el desplazamiento violento de algunas personas del que fuera su lugar de origen, lo que implica una condición de sujetos desterrado. Estudios psicológicos en este tema como los revisados por Hernando Millán (2012), muestran que las personas desplazadas pueden presentar “confusión en la identidad y en la imagen de la comunidad, es decir perdida de pertenencia y sentimientos de incredulidad y hostilidad hacia la sociedad”. En todo caso es sabido que las condiciones de pobreza en las que quedan los desplazados no les garantizan en lo más mínimo estabilidad residencial: ...hay gente que se ha venido a vivir aquí, de barrios populares, pues lastimosamente, los han desplazado por la violencia. Entonces han venido a dar aquí. No han tenido dónde más vivir. P2 (Hombre) 24 años. Familia de tres (mamá y hermana) (Familia monoparental materna) sustento por la madre

En este sentido, escritores como Tuan y Relph han sostenido con frecuencia que la movilidad excesiva conspira contra los sentidos de lugar. Así pues, prematuramente podría asumirse que el permanente sentimiento de no posesión sobre la pieza, sumado al destierro del lugar de origen o residencia previo, con sus consecuentes desórdenes sobre la identidad, señalarían la posibilidad de que el inquilinato Los Andes representase una carencia de lugar o un no-lugar, dado que ambos casos se cimentarían en la posible experimentación del inquilinato como un espacio transitorio, un sitio de paso, lo que de hecho tiende a presentarse como configuración afectiva en sólo algunos inquilinos. Sin embargo, y como finalmente Auge señala al aseverar que el no-lugar en su forma pura no existe, Los Andes se constituye como lugar a pesar de algunas características de no-lugar, gracias a la dote se sentidos que sus residentes le otorgan y reproducen, razón por la que además, permanecen residiendo en él durante inclusive muchos años eliminando la característica temporal de lugar transitorio necesaria para inscribirle en un nolugar puro. Así pues, si bien los inquilinatos fueron originalmente concebidos como residencias de paso para los viajeros, terminaron constituyéndose en lugares reales para el habitar permanente de muchas personas. Desde los principios de la geografía humanista ha habido tentativas de pensar las formas en que el lugar 55

está en proceso y cómo el proceso hace el lugar; como ya se expuso en las producciones de Platón y Aristóteles sobre chora y topos el lugar tenía mucho que ver con el proceso de llegar a ser. Pues bien, los inquilinatos son el chora, el espacio en el que devienen unas formas de habitar de unas personas que definen el devenir de este espacio en la categoría de lugar, no como lugar de tránsito –no como un no-lugar por definición- sino como un verdadero lugar. Como se advirtió antes, en la apuesta metodológica de esta investigación se optó por el enfoque etnográfico en parte por su orientación fenomenológica, porque esta vertiente recoge el desarrolló las ideas del filósofo Edmund Husserl de que la conciencia es siempre conciencia de algo, o en otras palabras, que la conciencia incluye en su interior algún objeto del que se es consciente de, del que se tiene representada su esencia. Sin duda, esto ayuda también al reconocimiento de que el inquilinato Los Andes es un verdadero lugar, debido a que el devenir de este espacio reside en la conciencia de lugar de sus inquilinos, son ellos justamente quienes marcan el devenir de este espacio gracias a que ellos y ellas portan la esencia del lugar en que residen, con lo que al inquilinato no le resta más que producirse en respuesta a lo que Husserl llama la intencionalidad, condición de la conciencia que implica que está siempre en relación a algo, es así la portadora de una "referencialidad", o sea la relación entre la conciencia y el mundo, lo cual sin duda como se ha visto, es central en las formulaciones de la geografía humanista sobre la idea de lugar.

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UNIDAD TRES: Habitar en Niquitao y en “Los Andes”

¡Estar Ahí, en el Mundo! Habitar, en términos del existencialismo, es un proceso de estar en el mundo. La vida humana se lee desde la perspectiva del habitar como un proceso relacional inmediato pero a la vez permanente en el medio ambiente (espacio y lugar), en el que se considera que los organismos son generalmente, excepto en algunos casos, móviles, sensibles, participantes, respondientes, intercambiantes, hacedores, usuarios, recordadores y cognoscentes. Esta visión sostiene un muy estrecho vínculo con la fenomenología, razón por la que se encuentra en oposición a los enfoques cartesianos, es decir, a aquellos de carácter racionalista y dicotómico. Para Heidegger, ser un ser humano es estar en la tierra como un ser mortal, es decir, que eso es precisamente lo que significa habitar, con lo que habitar adquiere la premisa de la subjetividad humana. Ahora bien, habitar establece además una perspectiva desde la que la vida humana y no humana puede ser contemplada gracias a su subordinación con el cuerpo, que inevitablemente tiene que estar en un lugar y en el centro de su propio espacio. Habitar es por lo tanto fundamental en el análisis de Niquitao y del inquilinato Los Andes, en tanto que se relaciona profundamente con las personas, el espacio, el lugar y las relaciones entre ellos, estando ellos en el centro espacial de referencia de sus existencias. La génesis del concepto habitar, como se presenta aquí, se remite al ensayo ya visitado de Heidegger (1951) Building Dwelling Thinking (Construir, Habitar, Pensar). De esta manera, para Heidegger estas tres acciones son los tres componentes necesarios para cualquier abordaje del espacio que debe tener en cuenta el filósofo, especialmente si el espacio a estudiar es la vivienda, ya que en ella el ser humano deviene en esencia. La formulación de Heidegger adquiere tal profundidad que emitirá la sentencia de que quién no está pensando en que construye y habita su vivienda, simplemente está, lo cual no es habitar sino un simple permanecer. Habitar entonces implica una visión ecológica de cómo los seres humanos y los animales (todos los organismos) hacen y habitan "mundos de vida” a través de registros de prácticas específicamente corporales. A través de este concepto se puede considerar los lugares y paisajes como extensiones temporales y entramados en que toda clase de seres, cosas y procesos, establecen relaciones específicas y se asientan dentro de la variedad de patrones que bosquejan el mundo. Es por esto que el giro hacia la "perspectiva del Habitar” está a menudo explicado en comparación con la "perspectiva de la construcción". La última sigue acusada 58

de entender el pensamiento y la acción humana como algo aislado del mundo y, por lo tanto, como una manera o posición de imponer el mundo, en algunos casos y literalmente, para construir sobre él planos concebidos de forma idealizada, tal como lo denuncian tanto Lefebvre (1974) como Soja (1996) en sus consideraciones sobre las representaciones del espacio o segundo espacio, respectivamente. El punto de vista desde el habitar señala que cualquier forma de vida se desprende del mundo. En este sentido, el pensamiento socioespacial reclama que los seres humanos son, a la vez que productores del espacio, un proceso que está siendo constantemente afectado, producido por el espacio mismo, de manera que se da esa suerte de reconfiguración recíproca ya antes mencionada, en el que sujeto y espacio se están reconfigurando mutua y permanentemente, entre otras cosas, porque las prácticas humanas están dotadas del sentido que, subjetiva e inter-subjetivamente, los seres humanos les asignan. De esta manera, la perspectiva del habitar recupera la idea de que cualquier forma de vida se desprende del mundo, y sin duda la vida humana, cuya propiedad más notable es la capacidad de simbolizar todas las dimensiones de su existencia, no puede dejarse al margen de una génesis de este tipo. Para el caso de Niquitao y Los Andes, su inquilinato más grande, la amplitud de esta perspectiva permite abordar múltiples temas de interés a esta investigación, aunque partiendo del hecho de reconocer la inconveniencia de separar los elementos en sí mismos inseparables del habitar, pero intentando describirlos y discutirlos en unas posibles categorías.

¡Estar Ahí! ¿En el Inquilinato? Una muy buena ilustración de las continuidades de la vida cotidiana como dimensión esencial del habitar, la hace Heidegger a través de una memorable narración en la que describe una casa de campo campesina de 200 años en el Bosque Negro alemán -su refugio real para la producción filosófica-. Esta cabaña está construida sobre el lado de una colina de cara al viento del sur, cerca de prados y de un muelle que le suministra sustento. Heidegger describe rasgos del techo que le dan a esta casa la forma de refugio de invierno y de las tormentas; describe además sus habitaciones, objetos, camas, mesas, cunas y santuarios; la expresión de las vidas allí vividas. De esta manera muestra Heidegger como la vida habitada se articula y se practica a través de las continuidades de los elementos, los seres, los procesos, los materiales, los artefactos y las acciones. Partiendo del Dasein Heideggeriano, en tanto que la existencia humana es, sí y sólo sí, la existencia "en el mundo" y que de esta idea de estar en el mundo se ha 59

desarrollado su noción de Habitar, se presentan aquí algunos resultados sobresalientes que dan cuenta del inquilinato Los Andes como hábitat, pero dejando la discusión referida a las implicaciones sobre la salud para ser abordadas ampliamente en la unidad cuarta dedicada a este tema. En términos del Ser Ahí, la condición existencial de ser un habitante de inquilinato, específicamente de Los Andes, puede darse al menos bajo tres posibles tendencias tipológicas distinguibles según los hallazgos de la investigación, no dejando de reconocer que las taxonomías son siempre arbitrarias para el fenómeno humano y que aquí, específicamente, las manifestaciones de los inquilinos que posibilitan esta clasificación se presentan con regularidad en ellos, pero pueden también desaparecer esporádicamente, o inclusive, aparecer otras de carácter aparentemente contrario pero igualmente contingentes, en tanto que se trata de declaraciones, actitudes, gestos y hasta prácticas que siempre encarnan valoraciones subjetivas -mundos de sentido-. No debe olvidarse que el enfoque metodológico de la investigación se inclinó por uno biográfico, y que sus cualidades hermenéuticas disponen que, si bien los seres humanos relatamos aspectos o situaciones de la vida definiendo así una posición, precisándonos y diferenciándonos, los relatos sobre las experiencias de la vida no necesariamente son estables y coherentes, sino más bien de carácter cambiante, con contradicciones y ambivalencias. Así pues, se propone aquí una clasificación simplemente porque ilustra tendencias de las valoraciones y disposiciones subjetivas de los inquilinos de los Andes hacia tres posiciones respecto del habitar, en todo caso, bien diferenciables. 1. El inquilino inconforme: es uno que tiende a manifestar en sus declaraciones consientes no sentirse perteneciente al lugar, a pesar de que se muestre en otras manifestaciones subjetivas, verbales y actitudinales perteneciente a él en tanto que sujeto adaptado, aunque insatisfecho. Su resistencia a considerarse perteneciente a este lugar estriba en que en su análisis de las condiciones de la vida diaria del inquilinato y el vecindario, las significaciones que les adjudica son de valor negativo. _ No me merezco vivir en Niquitao y he sido nacido y criado por acá. P8 de 27 años. Hombre joven con tres hijos (Familia nuclear) sustento por ambos Padres

_Nunca, ni es el lugar para mí ni pertenezco a él (…) entre el gremio de gente que vivimos aquí no todos somos lo mismo ni pensamos lo mismo. _...ver de que nosotros tenemos derecho a vivir en otra clase de ambiente, pues, mucho menos hostil, un ambiente que se acomode más a nuestra 60

forma de ser, un ambiente en el cual nosotros podamos vivir en paz, más tranquilos, un ambiente en donde no haya tanta persona conflictiva, y así. P2 (Hombre) 24 años. Familia de tres (mamá y hermana) (Familia monoparental materna) sustento por la madre

2. El inquilino indiferente: es uno que tiende a manifestar en sus declaraciones consientes indiferencia a ser perteneciente o no al lugar. Este tipo de inquilino está mejor acondicionado psicológicamente al inquilinato que el inconforme, dado que se muestra en otras manifestaciones subjetivas, verbales y actitudinales perteneciente a él en tanto que sujeto adaptado, aunque indiferente. Su indiferencia a considerarse perteneciente o no al lugar estriba en que en su análisis de las condiciones de la vida diaria del inquilinato y el vecindario, las significaciones que les adjudica son de valor ambiguo. _ ¿A usted le da cosita, le da miedo si dice que vive en Niquitao? _Yo no soy de aquí, también, a mí nadie me conoce…así que me miren feo me da lo mismo. P3 (Mujer) 42 años. Familia de 4 (2 adolescentes y esposo) (Familia compuesta) sustento por una hija

_A Usted ¿Niquitao le gusta o le molesta? _Ah, desde que uno no se meta con nadie... P1 (Mujer) 43 años. Familia de 4 - (Familia nuclear) sustento por el Padre.

3. El inquilino conforme: es uno que tiende a manifestar en sus declaraciones consientes sentirse perteneciente al lugar, y se muestra en otras manifestaciones subjetivas, verbales y actitudinales, perteneciente a él en tanto que sujeto bien adaptado y satisfecho. Su aceptación a considerarse perteneciente al lugar estriba en que en su análisis de las condiciones de la vida diaria del inquilinato y el vecindario, las significaciones que les adjudica son de valor positivo. _ Afortunadamente, esto lo tenemos aquí es como un refugio (lleva 23 años allí). P12 (Hombre) 60 años. Vive solo

_ ¿Para vos qué significa vivir aquí en el inquilinato? _ Pues pa’ los que tenemos tranquilidad, un descanso, con que uno se consiga la platica de la pieza. _ ¿Usted siente que este es su hogar? 61

_Pues por el momento sí, porque no tenemos más donde refugiarnos. P4 (Hombre) 56 años. Vive solo

¿Amor o Rechazo hacia este Lugar? Vale la pena aclarar que esta formulación de posibles tipologías no se ciñe ni inspira en las proposiciones que el geógrafo humanista Yi-Fu Tuan (1974) hace en su obra Topofilia, en la que presenta este concepto como el conjunto de relaciones de tipo emocional y afectivo que adhieren a los seres humanos a ciertos lugares, independientemente de su tipo y función -la vivienda, la cuadra, el vecindario, el barrio o la ciudad-. Tuan presenta cuatro categorías para el estudio del concepto de lugar con base en este conjunto de relaciones: topofilia, topofobia, topolatría y toponegligencia, organizando los estados afectivos hacia los lugares en una gama que oscila entre el amor (topofilia) y el rechazo (topofobia). Sin embargo, al contrastar los hallazgos de esta investigación con estas cuatro categorías, se vislumbran unas relaciones afectivas al inquilinato muy particulares por su aparente ambigüedad, debido a que algunas declaraciones que podrían ser prematuramente consideradas como reflejo de una condición de topofobia, semejantes a sentimientos de rechazo al inquilinato o al vecindario y asociadas con el miedo y la inseguridad, se recogen de los relatos de todos y cada uno de los participantes, existiendo una gradación de incoherencia entre la experiencia de rechazo y su declaración abierta en el discurso; es decir; esta gradación en la incoherencia interna, discernible en el enfoque biográfico adoptado, se refiere a la articulación consecuente entre las manifestaciones consientes de no-pertenencia al lugar (expresadas entre otras declaraciones como rechazo), versus las manifestaciones subjetivas verbales y actitudinales (dígase también “inconscientes”) que sugieren alguna pertenencia al lugar vía la adaptación al mismo (expresadas también en otras declaraciones como aceptación); es decir, que si bien un inquilino manifiesta en su discurso consciente algún rechazo por el inquilinato, demuestra estar tan adaptado al mismo que ha desarrollado afectos de pertenencia a él. Es así entonces que no puede afirmarse que una condición de topofobia se presente de manera explícita en ninguno de los tipos de inquilinos formulados aquí; más bien, puede decirse que entre los dos extremos de inquilinos, de conforme a inconforme, se presenta que: 

Las manifestaciones de rechazo al inquilinato y al vecindario por parte de los inquilinos inconformes son de menor incoherencia con su experiencia de habitar en ellos, dado que su tendencia es a preferir un hábitat que se han representado como de mayor bienestar (la vivienda familiar tradicional). 62

_ ¿Usted diría que este es su hogar? _ Este es mi hogar pero como yo lo llevo con mi señora y mis hijos, pero en el modo de vivir no es hogar, para mí el hogar es la familia no el ambiente donde vivimos. _ ¿Qué es lo que más le gusta de vivir aquí en Los Andes? _ Que esta pieza es la más grande, y la ventana. _ A mí lo que más me gusta es que estoy viviendo en una parte central, de que yo salgo de aquí a trabajar y yo me voy caminando, mientras que si yo estoy viviendo en un barrio sé que me toca pagar pasaje de subida, de bajada. P8 de 27 años. Hombre joven con tres hijos (Familia nuclear) sustento por ambos Padres

(Ambas declaraciones son del mismo inquilino inconforme).



Las manifestaciones de rechazo al inquilinato y al vecindario por parte de los inquilinos indiferentes son de mediana incoherencia con su experiencia de habitar en ellos, dado que no tienen una tendencia a preferir habitar en otro modelo de vivienda en particular. _ Vinimos de Anserma Viejo Caldas porque mi marido me trajo, yo no conocía, y vivimos en inquilinatos porque a él le gusta así. _ ¿A Usted le da cosita, le da miedo si dice que vive en Niquitao? _ Yo no soy de aquí también, a mí nadie me conoce…así que me miren feo lo mismo da también pa' mi... P1 (Mujer) 43 años. Familia de 4 - (Familia nuclear) sustento por el Padre

(Ambas declaraciones son del mismo inquilino indiferente).



Las manifestaciones de rechazo al inquilinato y al vecindario por parte de los inquilinos conformes son de mayor incoherencia con su experiencia de habitar en ellos, dado que su tendencia es a proceder de un hábitat que se han representado como de menor bienestar (la situación de calle u otro violento del que fuera desplazado). _ Si esto es como un horno cuando se cierra la puerta (…) si traigo una arepa (que) vence dentro de ocho días, y al otro día por la mañana está toda mona.

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_ Dormía debajo de este puente, donde llegaba la policía a cada rato "vea ayúdeme a sacar ese muerto que está al lado suyo"…tan tan tan cayó uno al lado, sobrevivientes de esa época. P4 (Hombre) 56 años. Vive solo

(Ambas declaraciones son del mismo inquilino conforme).

En todo caso, el concepto de Toponegligencia de Tuan aplicado aquí como ausencia de filiación, una forma de desapego que pueda describir a los inquilinos como si hubiesen limitado su experiencia con el inquilinato o la pieza a una relación instrumental de tipo sujeto-objeto, sólo es próximo a la comprensión de la tendencia tipológica del inquilino inconforme aquí propuesta, mientras que los conceptos de topofobia o topofilia son de mucha menor coincidencia o cercanía en tanto vivencia subjetiva- a esta investigación. Una posición toponegligente en la que estos lugares son percibidos más como simples espacios a ocupar, que como verdaderos lugares para el hogar, desdibujando así el sentido de habitar al vivir allí con pocos afectos de pertenencia, resulta cercano a las manifestaciones de algunos inquilinos pero muy distante de las de otros que se significan más estos lugares con sentimientos ambiguos de rechazo y/o aceptación, haciéndolos así verdaderos lugares, en tanto que dotados de sentidos muy a pesar de sus contradicciones. Los resultados indican que los inquilinos indiferentes se aproximan más (por su configuración afectiva) a esta condición de toponegligencia, mientras que los otros dos tipos, tanto inconformes como conformes, independientemente de su grado de incoherencia respecto a sus manifestaciones de rechazo al inquilinato y a Niquitao (como tendencia), dotan su espacio con más significados de hábitat; es decir, que el inquilinato, especialmente la pieza, está constituida con manifiesto desagrado como el espacio para la familia -el hogar, si bien no como su casa-, o con menor desagrado como el espacio para estar “bien” –el único refugio restante-. En ambos casos se trata de un lugar. Es así como: 

Los inquilinos inconformes se han esmerado por hacer de su pieza su casa en tanto su hogar, su casa no como propiedad privada material sino como una representación socioespacial análoga de la familia, confiriéndole a su espacio más personal una dote de significación que es coherente con su condición de tender hacia otro tipo de hábitat representado como de mayor valía (la vivienda familiar tradicional). _¿Y siente este espacio como suyo?

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_Pues no, nunca se me ha metido esa idea, siento el calor mío y el de mis hijos pero no la siento como mía. P10 (Mujer) 68 años. Familia de 3 (hijo e hija) (Familia monoparental materna) sustento por la madre.



Los inquilinos indiferentes no parecen tener una motivación particular por hacer de su pieza su casa. La relación con estos espacios es más de consumo, manifestando una especie de desconexión con ellos que se traduce en un habitar desinteresado, desarraigado. _ Vinimos de Anserma Viejo Caldas porque mi marido me trajo, yo no conocía, y vivimos en inquilinatos porque a él le gusta así. P1 (Mujer) 43 años. Familia de 4 - (Familia nuclear) sustento por el Padre



Los inquilinos conformes encuentran en su pieza su casa en tanto refugio, su casa no como propiedad privada tangible sino como representación socioespacial de protección, confiriéndole a su espacio más personal una dote de significación que es coherente con su condición de proceder de otro tipo de hábitat significado como de menor valía (la calle o un lugar de menor bienestar). _ ¿Usted siente que este es su hogar? _ Pues por el momento si, porque no tenemos más donde refugiarnos. P4 (Hombre) 56 años. Vive solo

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Fotografía 3-1 Imagen comparativa entre detalles de la pieza de un inquilino inconforme (izquierda) y detalles de la de uno conforme (derecha). Fuente: Elaboración propia.

Se recuerda en todo caso que estas clasificaciones se presentan como un ejercicio para facilitar la comprensión de tres posibles tendencias tipológicas distinguibles en el habitar del inquilinato, sin olvidar que se trata justo de eso, de tendencias diferenciables, más nunca de estructuras fijas, especialmente si se recurre de nuevo a las categorías de chora y topos -Platón y Aristóteles- y su relación con los conceptos de lugar y devenir; que subrayan la importancia cardinal del lugar en el proceso de llegar a ser. De esta manera los inquilinos, como sujetos en devenir, habitan un chora pudiendo representarse otro hacia al cual tienden, un lugar que parcialmente les destinaría una forma de ser. Para el caso de los inquilinos inconformes ese lugar sería el modelo de vivienda tradicional en contraposición al inquilinato, mientras que para los inquilinos conformes sería el mismo inquilinato en contraposición a la calle.

¿Habitar una Heterotopía? Sobre el inquilinato Los Andes se han reseñado ya algunas de sus prácticas cotidianas más significativas, en donde algunas de ellas se apuntalan directamente en el lugar haciendo de este el hábitat donde efectivamente se es. En lo que sigue, se describirán y estudiarán estas prácticas habituales del inquilinato en términos de su significatividad como hábitat, y se intentará presentar 66

este tipo de hábitat -el inquilinato Los Andes y también su vecindario- como una Heterotopía en términos foucaultianos. Foucault (1976) en De los Espacios Otros, define el concepto de Heterotopía de la siguiente manera: También existen, y esto probablemente en toda cultura, en toda civilización, lugares reales, lugares efectivos, lugares que están diseñados en la institución misma de la sociedad, que son especies de contra-emplazamientos, especies de utopías efectivamente realizadas en las cuales los emplazamientos reales, todos los otros emplazamientos reales que se pueden encontrar en el interior de la cultura están a la vez representados, cuestionados e invertidos, especies de lugares que están fuera de todos los lugares, aunque sean sin embargo efectivamente localizables. Estos lugares, porque son absolutamente otros que todos los emplazamientos que reflejan y de los que hablan, los llamaré, por oposición a las utopías, las heterotopías.

De acuerdo con sus características y muy especialmente con su función, Foucault reconoce dos tipos fundamentales de heterotopías: de Crisis (ya en desaparición) y de Desviación, siendo las segundas aquellas en las que son localizados -por fuerzas reguladoras del orden social- las personas cuyas conductas se consideran socialmente inaceptables en tanto que desviadas con respecto a los estándares convencionales o las normas exigidas por algún ente regulador. Como ejemplo de este tipo de Heterotopía, Foucault habla de los centros psiquiátricos y de reposo; de las cárceles y también de los geriátricos a los que incluye afirmando que la vejez ha sido convertida en estos tiempos modernos en una crisis, puesto que los ancianos (ya en retiro laboral) tienen mucho tiempo libre, es decir, no son productivos, lo cual constituye una desviación respecto a la norma que impone la modernidad de estar ocupados y ser provechosos. De esta manera Foucault presenta las heterotopías como unos contra-espacios que son habitados por unas categorías de personas, y en esas categorías, siguiendo la idea del autor, bien puede ser incluida la de los marginales -de hecho lo hace en su Curso en el Colegio de Francia entre 1974 y 1975- ya que la marginalidad se refiere a la condición que enfrentan las personas de ser excluidas por múltiples factores -entre ellas posibles conductas de desviación- de los sistemas sociales, como los educativos y productivos, siendo así separadas de la vida social del ciudadano común. Como lo expresa Depetris (2006), la marginalidad es “una situación de aislamiento y exclusión de personas o grupos en un sistema social del que no participan, ni gozan de los privilegios de los demás miembros. La marginación puede estar asociada a situaciones de 67

pobreza”. Según lo visto en la primera parte de este documento, se han descrito unas condiciones socio-económicas de los habitantes de Niquitao, particularmente de los inquilinos, desde las que puede afirmarse que estas personas están inscritas en una categoría de marginalidad. Estas características que seguirán siendo ampliadas en descripción y argumentación a lo largo de este trabajo incluyen, entre otras: el expendio y consumo de sustancias psicoactivas, la supervivencia a través de la recuperación de basuras (reciclaje), la prostitución y explotación sexual, la mendicidad y la delincuencia; prácticas que no son reconocidas como aceptables dentro de los cánones sociales convencionales, dentro de los parámetros de la institucionalización, y que por lo tanto, le son adjudicadas -y hasta cierto punto admitidas e inclusive inducidas- a grupos humanos que pueden entonces así considerarse como “desviados” en términos foucaultianos. Esta condición de desviación y de marginalidad aparece con regularidad en las producciones de los relatores de esta investigación, siendo un componente ineludible para la comprensión de la producción del ser de los inquilinos en Los Andes y sus espacialidades, en tanto que son habitantes de una Heterotopía, y que sus cualidades de marginalidad se hacen transversales a las diferentes prácticas que se dan en ella, tal como se expone a continuación:

Drogarse en la pieza Drogarse al interior del inquilinato es una de las prácticas más comunes por algunos de sus habitantes. Acontece con gran regularidad, siendo una situación de carácter casi-permanente, de manera que en diferentes momentos del día y hasta adentrada la noche, se siente fluir por los corredores el olor a marihuana y a bazuco, principalmente. Se constituye así en una de las continuidades del ser en las materialidades (las drogas) que hacen de algunos inquilinos, “viciosos”. La práctica del consumo se hace en la pieza, la que se constituye un lugar perfecto para ello. Sólo algunos enseres llenan sus rincones y la periferia de la cama, que sin duda es el objeto central y más sobresaliente de cada pieza, y que más parece a la subjetividad del investigador, una celda de prisión que un cuarto para estar o vivir en la cotidianidad. Estas piezas “invitan” a estar en la cama, exhortan al adormecimiento, a una existencia soñolienta, aturdida, sedada; en tanto que no ofrece mayores posibilidades de movilidad o actividad por principio de reducción del espacio y carencia de recursos de distracción, porque para el caso de la mayoría de los inquilinos no se cuenta con los aparatos que ha dispuesto la modernidad para el ocio y el entretenimiento y que así hagan la vida en la pieza más soportable para estar (otra forma de aturdimiento, en todo caso) tales como televisores, neveras, ventiladores, video-juegos, computadores, etc. La supuesta ventana que muchas piezas tienen, es tan sólo una abertura pequeña a ras del cielo raso con vista a ninguna parte, de manera que cumple como abertura de 68

ventilación y no como ventana. “Trabarse” -drogarse- en la pieza es una ratificación de una forma de ser para algunos inquilinos, una manera de ser ahí en el inquilinato. _Yo me conformo con comprar dos o tres trabitas, la platica de la pieza y alguna cosita pa’ hacer de comer. P7 (Hombre) 23 años. (Familia de Esposa e hija) (Familia nuclear) sustento por ambos cónyuges.

_Ya ahora me fumo cuatro o cinco cocos no más. P4 (Hombre) 56 años. Vive solo

_Si, es que no. Ellos sólo deben consumirlo (el vicio) directamente en las piezas. P6 (Mujer) 69 años. Familia de 5 (Familia extensa) sustento por la abuela.

Preparar los alimentos, lavar la ropa y usar el baño en lugares comunitarios y horarios establecidos. Cocinar es otra práctica muy común en tanto necesaria dentro del inquilinato. Las parrillas de gas –anteriormente de petróleo- se han dispuesto en el patio trasero de la edificación, reduciendo drásticamente la zona de lavado de ropas y de juegos para los niños y niñas. Esta labor acontece con base a un rígido sistema de turnos para su uso por los inquilinos, durante unos horarios muy regulares y coincidentes con las franjas horarias de cocina en una casa familiar tradicional, sólo que hay establecido un horario de cierre de la cocina y una vez vencido dicho horario la administración corta el suministro de gas y ya nadie puede ni siquiera calentarse una sopa. Es obvia la importancia de cocinar, pero su especial regulación en cuanto al horario y lugar asigna a los inquilinos una suerte de forma de ser particular y diferenciada del habitante corriente de un modelo de vivienda tradicional, en tanto que tales regulaciones no se dan normalmente en dichos lugares; es decir, un lugar como la cocina que es privado para la mayoría de ciudadanos por estar enquistado en una propiedad privada -o al menos arrendadacomo lo es la casa de residencia, en el inquilinato es en cambio público y además de tiempo y condiciones de uso reguladas. Esa forma de ser respecto de la cocina tiende a asemejarse a la del sujeto institucionalizado, cuyas prácticas se regulan en tiempo y forma.

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_...ya a las 9:30 o 10:00 pm ya debo de estar aquí porque ya no me dan tiempo de hacer la comida. Si, si yo a las diez y media de la noche no he cocinado, me tengo que venir con la comidita de allá (refiriéndose a los fogones comunitarios) y me tengo que acostar sin comer. P10 (Mujer) 68 años. Familia de 3 (hijo e hija) (Familia monoparental materna) sustento por la madre.

Fotografía 3-2 Cocina comunitaria del inquilinato Los Andes. Fuente: Elaboración propia.

Se da una situación muy similar con el lavado de ropas y con el uso de los baños, el último caso con la particularidad de que se hace pública una práctica usualmente mucho más privada que la de cocinar; esto se evidencia ya desde la acción de salir de la pieza envuelto en la toalla del baño. El investigador pudo constatar en diferentes ocasiones como, inclusive las mujeres, niños y niñas, circulan por los corredores en estas condiciones, ya que el baño no es el mejor lugar para vestirse con las ropas limpias, entre otras razones porque suele haber alguien esperando su turno para usarlo, por lo que se requiere de una mayor diligencia en el procedimiento que se logra en parte al desvestirse y vestirse en la pieza y no en este sitio. Una semejanza más con la vida cotidiana de las instituciones. ...No, no, no (dirigiéndose a su hermana) Venga, vaya cámbiese al baño. Vaya cámbiese al baño que yo estoy… Y qué pena con el muchacho… yo estoy aquí ocupado (…) ¿Qué se va a poner de ropa? Venga cámbiese en el patio. P2 (Hombre) 24 años. Familia de tres (mamá y hermana) (Familia monoparental materna) sustento por la madre.

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Finalmente, existen horarios para la entrada y salida de todos y todas, inclusive un horario -diez de la noche- para apagar todas las luces desconectando la energía eléctrica de las piezas y corredores. Horarios instaurados a la fuerza por razones de seguridad y economía. En una ocasión, el investigador se encontró con que la reja de la entrada principal había sido cerrada dentro del horario normal de acceso a la residencia para evitar que unos maleantes entraran a ajusticiar a un inquilino. Otra de las razones es la necesidad de evitar que algunos de los inquilinos salgan en las noches a delinquir o comprar drogas, ya que la administración ha tenido malas experiencias por cuenta de estas prácticas y decidió tomar medidas en el asunto, entre las que también está la de cobrar las salidas por fuera de los horarios regulares (a manera de peaje o multa) para desestimular el gasto imprudente del dinero en sus inquilinos y con ello prevenir que incumplan con la obligación del pago diario de su pieza. _ ¿y qué tiene de bueno? (los horarios de salida y entrada). _ Que si vos tenés diez mil pesos, vos la pensás, vas a comprar tu traba, pago tres mil de salida y tres mil de entrada, me quedan cuatro mil (...) más bien me aguanto hasta mañana y me gasto mis diez mil (...) P7 (Hombre) 23 años. (Familia de Esposa e hija) (Familia nuclear) sustento por ambos cónyuges

Las cámaras de vigilancia. Se tiene instalado un circuito cerrado de televisión para la supuesta prevención y vigilancia de actos de robo, violencia y/o vandalismo. La administración del inquilinato espera así regular estratégicamente inclusive hasta los posibles altercados entre vecinos, sumando además al repertorio de regulaciones multas económicas y personales, tales como desalojos o restricciones al ingreso de parientes y amigos; de forma que así se limita una vez más la privacidad, a la manera de una institución reeducativa o re-socializadora y queda explícita la imposición de normas para el control de la exaltación emocional inadecuada, llevándolas a aspectos intrínsecos de la psique de los inquilinos. _Se ha visto peleas aquí pero ahí mismo está la multa, llaman a los dos que sean y "usté me paga veinte y usté veinte" eso es lo que paga aquí, porque aquí adentro no se puede peliar. P1 (Mujer) 43 años. Familia de 4 - (Familia nuclear) sustento por el Padre.

_ ¿A vos no te da miedo que te roben? 71

_Aquí hay cámaras. P12 (Hombre) 60 años. Vive solo.

La limitación de espacios para la socialización. Dadas las restricciones de espacio, en tanto que Los Andes no cuenta con las áreas de socialización y esparcimiento per cápita suficientes, como sí suelen presentar las viviendas regulares familiares, tales como salas de estar, balcones, jardines, solares y terrazas; las condiciones de la vida social habitada están también, como lo expone Heidegger, articulándose a través de las continuidades de las acciones posibles con las limitaciones y obligaciones que este espacio impone; en este caso, limitaciones del espacio material del inquilinato: _ ¿Dónde les gusta más socializar con los vecinos? _Con uno que otro vecino, en el mismo cuarto de uno, en el patio hay veces cuando uno está lavando, no hay lugar elegido para uno sentarse a dialogar. P3 (Mujer) 42 años. Familia de 4 (2 adolescentes y esposo) (Familia compuesta) sustento por una hija

Se propone así discutir en el marco de estos hallazgos que con esta serie de regulaciones en el inquilinato se está imponiendo, en la rutinización de normas sobre las prácticas más comunes y necesarias, por demás, una forma de ser ahí institucionalizada, que regula las más importantes formas de convivencia y prácticas posibles en este lugar, de manera, que si bien esa forma de ser ahí obedece principalmente a los intereses de la administración, ejerce un poder de condicionamiento progresivo sobre los inquilinos en tanto que se apuntala en las continuidades de los elementos, procesos, materiales, artefactos y acciones que erigen una manera de única de ser.

Prácticas y Producción del Espacio Heterotópico: el lugar límite En la unidad siguiente sobre la salud se volverá a discutir esta condición de ser ahí institucionalizado, para analizar los efectos que tiene a la base de las prácticas más comunes dentro del inquilinato que afectan la salud, incluyendo la de drogarse en la pieza, claro está. Por ahora, se sostiene la argumentación sobre este resultado con base en las ideas de Heidegger relativas al (re)diseño de las 72

ontologías de la vida y a la comprensión de cómo la vida se vive en el espacio, el lugar y los paisajes, proposiciones que han sido acogidas en varias disciplinas como la antropología y la sociología y respaldadas por las obras de investigadores de pensamiento post-heideggeriano como Tim Ingold. La obra de Ingold sobre el habitar se establece en dos artículos principales: La Temporalidad del Paisaje de 1993 (The temporality of landscape) y Construir, Habitar y Vivir: cómo las personas y los animales se constituyen a sí mismos en sus hogares en el mundo de 1995 (Building, dwelling, living: How people and animals make themselves at home in the world). En estos textos, el autor presenta su perspectiva del habitar como ''la inmersión de la persona organismo en un medio ambiente o mundo de la vida como una condición ineludible de la existencia''. El mundo continuamente llega a ser con y alrededor del habitante, y sus componentes adquieren significado a través de su incorporación a un patrón regular de actividad de la vida cotidiana. Hay una continuación manifiesta del habitar de Heidegger, pero también hay una importante diferencia y es que en Heidegger la vida habitada era considerada como erosionada hasta el punto de la extinción a causa de la modernidad. Para Ingold en cambio “el habitar es la forma inevitable de la vida. Todos los seres vivos habitan, por lo que se convierte en un universal aplicable a la vida humana y no humana''; es decir, que no condiciona como lo hace Heidegger- el habitar a las dotaciones de sentido trastocadas por la modernidad. Las cualidades de cada vida habitada pueden ser notablemente diferentes ya que todo de la vida, sus habilidades y prácticas, se derivan finalmente de una ecología de la acción que se extiende a través de las articulaciones entre los seres vivos/materialidades/prácticas, en una especie de hibridación. Se evidencian los resultados de esas continuidades de la vida cotidiana en Los Andes y en Niquitao en general, ya que estos espacios y la vida en ellos siempre se están desarrollando, y ese mundo de la vida que así se desarrolla inevitablemente es internalizado por sus habitantes. Respecto a la condición de la infancia, Ingold describe cómo los niños humanos, así como los jóvenes de muchas otras especies, crecen en ambientes suministrados por el trabajo de sus antecesores, y por esa misma razón vienen a traducir las formas de su habitar en sus cuerpos: en actitudes, representaciones, habilidades específicas, vulnerabilidades y sensibilidades. _Entonces ¿usted cómo está pagando la piecita, porque ella (la hija mayor) les ayudaba (“prostituyéndose”)? _La niña, la otra, usted sabe, ella también cogió ese trabajo.

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P3 (Mujer) 42 años. Familia de 4 (2 adolescentes y esposo) (Familia compuesta) sustento por una hija

Sin duda alguna, en Los Andes existe una interacción constante de relaciones entre los elementos, el espacio, los cuerpos y el tiempo, en tanto que hay producción espacial. Los inquilinos hacen el inquilinato través de sus cuerpos, reiterando una y otra vez las prácticas de la vida cotidiana. Niquitao los marca y a sus prácticas, puesto que ellos le habitan siendo moldeados por el constante seguir de las rutinas, de aquí para allá, tal como las acciones de los recicladores que permanentemente llevan al inquilinato objetos recuperados de la calle que pudiesen ameritar ser comprados directamente por los administradores o por los trabajadores de la bodega. En repetidas ocasiones el investigador fue testigo de las visitas a la administración de indigentes y recicladores en general, llevando toda clase de artículos en moderado o buen estado para su venta, de manera que la presencia de conocidos y desconocidos con las características propias de quienes viven de esta actividad, en esta situación de calle, subiendo y bajando las escalas de acceso a Los Andes, se distingue especialmente por los costales llenos de cartón, latas y otros elementos reciclables. En otras ocasiones el investigador presenció como el primer corredor (frente a la administración) servía de lugar de separación y almacenaje de material reciclado, actividad en la que suelen participar varios de los inquilinos. La presencia continua de recicladores en el inquilinato propicia unas dinámicas particulares de socialización que van desde la aceptación por unos al rechazo por otros. _ ¿Usted los baños aquí cómo los encuentra? _Horribles (…) taquiaos (…) la misma gente que les hace los daños, por qué? Porque ellos aquí le arriendan a todo mundo y así no debe de ser (…) todos los viciosos, los que reciclan se roban los tanques, se roban las llaves de los...(baños). P6 (Mujer) 69 años. Familia de 5 (Familia extensa) sustento por la abuela (ella)

Todas estas condiciones y prácticas relacionadas con el reciclaje, sin lugar a dudas constituyen una especie de función alterna del inquilinato: un lugar de acopio de lo recuperado en la calle que aún tiene valor y que por lo tanto puede ponerse de nuevo en circulación para el beneficio social. Función alterna del inquilinato respecto a materialidades objetivas que perfectamente podría asemejarse y correlacionarse, so pena de caer en una metáfora psicológica romántica y políticamente impugnable, a una función de rehabilitación o restitución de subjetividades análoga y simultánea a la de las materialidades, función de paso 74

desde la marginalidad y el abandono hacia la inclusión y reincorporación social: este inquilinato como lugar límite entre el afuera y el adentro social de las cosas y las personas. Evidentemente no logra así escapar a la memoria del investigador el nefasto y ominoso apelativo de “desechables” que se abrió paso en la sociedad colombiana de los últimos años para referirse a los habitantes en situación de calle, remoquete que les aniquila políticamente como ciudadanos, simbólicamente como sujetos, y a veces, hasta físicamente por la acción concreta de la criminalidad. Esta función alterna del inquilinato Los Andes y propia de la supervivencia de muchos marginados, se suma a las demás características del lugar que han permitido considerarle aquí y hasta ahora como una verdadera heterotopía, la de un emplazamiento en que “todos los otros emplazamientos reales que se pueden encontrar en el interior de la cultura están a la vez representados, cuestionados e invertidos” (Foucault, 1967). Esta función le da a este inquilinato la condición de ser un lugar de transición, que se sitúa en las fronteras entre lo familiar y lo desconocido, entre la vivienda tradicional y la condición de calle, entre la satisfacción y la insatisfacción en cuanto a la atención médica, entre la utilidad y la inutilidad, entre la desviación y la normatización y, posiblemente, entre la vida y la muerte. _ ¿Para vos qué significa vivir aquí en el inquilinato? _ Significa el último punto de poder estar. P4 (Hombre) 56 años. Vive solo

Se propone la siguiente imagen como una matriz alternativa que ilustra gráficamente estas espacialidades de Los Andes.

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Gráfico 3-1 elaboración

Matriz de Espacialidades del Inquilinato Los Andes. Fuente: propia.

En todo caso, no se puede dejar de lado el hecho de que Niquitao y sus inquilinatos, como el de Los Andes, están inmersos en el centro geográfico y administrativo de la capital de Antioquia, y que ello genera fundamentalmente todo un flujo muy complejo de variables de orden económico y social que les afecta. Si bien las reflexiones de Heidegger e Ingold sobre el habitar son ilustradas en contextos rurales aparentemente armoniosos y auténticos, esto no significa que el poder, la confrontación y la economía estén necesariamente excluidos; eso es un verdadero imposible. Los resultados alrededor de la no-propiedad sobre la pieza, las condiciones de inequidad, la situación del trabajo informal y de la eficiencia o no del sistema de salud, entre otros, no niegan las relaciones que Ingold destaca a la vez que dan cuenta de procesos muy complejos, variados y controversiales.

El inquilinato como Institución - El ejercicio del Poder Una revisión inicial del carácter de lo institucional dice que las instituciones pueden ser definidas de manera diferenciada, ya sea como organizaciones formales del tipo de las ONG’s, las asociaciones de voluntarios, las educativas, las militares, las hospitalarias, las policiales o las mismas gubernamentales; pero además, las 76

instituciones pueden comprenderse como los más amplios conjuntos de hábitos, normas y valores que estructuran la acciones de las personas (Mackinnon, 2009). El concepto Institucionalización enfatiza entonces conductas y prácticas que suelen ser dadas por obvias, que han sido naturalizadas al haberse convertido en rutinas a través de una operación de normatización. Ahora bien, esta investigación en el inquilinato Los Andes, afianzada en la geografía humana como subsidiaria de los estudios socioespaciales, indaga en general por la forma de habitar en este inquilinato y sus relaciones socioespaciales con la salud, y en ese sentido reconoce los fenómenos de institucionalización que se dan en la conformación de la gestión y organización de este lugar; esta es la razón por la que, gracias a los relatos de vida de los participantes y a la orientación etnográfica adoptada, surge un interés particular por las prácticas o niveles de actividad internas que hacen que el inquilinato opere y se reproduzca, entre otras cosas, por principios de institucionalización y, consecuentemente, por el papel que cumplen dichos principios sobre la población correspondiente al vecindario en Niquitao, ya que si efectivamente tienen ese efecto institucional, coincidente además con las características heterotópicas antes destacadas, inciden entonces en la formación y administración de la vida social del sector. Considerar también el inquilinato Los Andes en términos de sus propiedades como dinámica de institucionalización, es acoger la idea de que las instituciones tienen fuertes influencias sobre la existencia humana en términos del poder que ejercen sobre ella, ya que se consolidan justamente como centros de ejercicio del poder. Así, por definición general: Las instituciones son mecanismos de orden social y cooperación que procuran normalizar el comportamiento de un grupo de individuos (que puede ser reducido o coincidir con una sociedad entera). Las instituciones en dicho sentido trascienden las voluntades individuales al identificarse con la imposición de un propósito en teoría considerado como un bien social, es decir: normal para ése grupo. Su mecanismo de funcionamiento varía ampliamente en cada caso, aunque se destaca la elaboración de numerosas reglas o normas que suelen ser poco flexibles y moldeables.19

Esta definición permite inferir que esta normas tienen como fin la regulación de unas prácticas, es decir que puede retomarse de nuevo el principio de producción del espacio por las prácticas sociales y de las prácticas sociales por el espacio, principio de reconfiguración recíproca para, esta vez a la luz del poder que se ejerce a través de ellas, reconsiderar la producción del espacio del inquilinato 19

Definición de Institución en Wikipedia

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como un proceso permeado por el poder. Las prácticas de institucionalización como pivote de análisis para esta cuestión de la producción del espacio del inquilinato Los Andes. Es conveniente retomar aquí lo que el geógrafo humanista Allan Pred (1984) propone: una perspectiva del lugar como proceso, donde las actividades de personas e instituciones que producen las estructuras sociales y son a la vez producidas por ellas, están saturadas con el poder. El lugar se produce a través de las prácticas, tal como ya se ha sustentado aquí, y dichas prácticas se producen en un lugar a través de un reiterativo e invariable proceso para producir lugares. Pred se refiere entonces a "los proyectos institucionales”, procedimientos que tienen el poder de dirigir y construir los caminos de los individuos. Algunos de estos proyectos institucionales tienen un mayor impacto que otros sobre “las rutas diarias y trayectorias de vida de personas concretas y, por tanto, sobre los detalles del desarrollo de la conciencia individual y su socialización'' (Pred, 1984). Es así como se puede advertir alguna suerte de modelo implícito de proyecto institucional en Los Andes, uno que no está establecido en ningún contrato textual o verbal de arrendamiento, ni en las regulaciones mismas que la municipalidad hace sobre los inquilinatos, ni en la misión comercial como propiedad privada en el negocio de la vivienda compartida. Se trataría de un proyecto institucional nacido y sostenido de las representaciones, prácticas y vivencias de algunos de sus inquilinos a modo individual, pero con efectos sobre todos y cada uno de ellos y sobre el espacio, a la manera de un bien social. Este proyecto se materializa en una especie de orientación hacia la rehabilitación personal desde unas formas de ser contrarias y representadas como menos saludables, por corresponder a prácticas de drogadicción e indigencia, o de grupos sociales asociados a ellas: dicho proyecto es en sí mismo una espacialidad de la salud. _ ¿Para vos qué significa vivir aquí en el inquilinato? _ Significa un control, que viven muy controlados, porque el amigo (se refiere a uno de sus vecinos a su lado) ya le ha contao la historia de lo loco que ha sido, en cambio él así se controla, sabe que se consigue lo de la piecita, lo de la fumaita, y viene aquí y se encierra, (...) y por decir aquí hay muchas normas y muchos límites, entonces se controla en un sentido de no tirarse en la calle o volvese un indigente otra vez, de no hundirse más en el vicio (...) entonces ese es el control, que se mantiene limitao. P7 (Hombre) 23 años. (Familia de Esposa e hija) (Familia nuclear) sustento por ambos cónyuges.

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_ En esta residencia no vive mucho marica, mucho homosexual, mucho travesti por lo mismo, porque acá hay mucho control (…) ya limitaos a las normas de acá, y también está así como en base de eso, de tirar un control y de no descarriasen mucho. P4 (Hombre) 56 años. Vive solo

Esta espacialidad producida como resguardo de la salud y de comportamientos más “normales”, de carácter heterotópico y apuntalada en el proceso de institucionalización en Los Andes, no es sólo una cuestión de hábito, ni se dirige al cuidado de sus moradores, sino que principalmente es una cuestión de poder. Prueba de ello es que en Los Andes la administración permite algunas prácticas con base, más que en la limitada capacidad adquisitiva de los inquilinos, en que dicha capacidad monetaria esté dirigida a incrementar eficazmente la posibilidad de pago del arriendo diario; es decir, que el poder desde la administración de Los Andes es ejercido centrándose fundamentalmente en sus propios intereses económicos, ejerciendo regulaciones orientadas más hacia el cumplimiento del pago diario de la pieza por parte del inquilino, que hacia el cuidado de su salud y bienestar. _ ¿Y de los horarios, qué opina? _ Ah eso si es lo maluco de aquí, le cobran a uno tres mil después de las once, pero como nosotros casi no salimos pa’ nada. P8 y P9, de 27 y 24 años respectivamente. Pareja joven con tres hijos (Familia nuclear) sustento por ambos cónyuges.

_ Aquí el reglamento es todo por la plata, paga tres mil, porque no saben si usted sale a comprar algo bueno (…) o va a comprar algo malo, como saben que más de uno sale es a comprar vicio entoes por uno chupan todos, pague!! P5 (Mujer con 4 niñas, 3 niños y esposo) 33 años (Familia nuclear) sustento por ambos cónyuges.

Sin duda, y siguiendo la definición de institución reseñada antes, en Los Andes se procura normalizar el comportamiento de los inquilinos, trascendiendo las voluntades individuales que se someten a la imposición de un propósito que, en teoría, es el de permanecer en el inquilinato, lo cual es un requerimiento natural en términos de necesidad básica de refugio para este grupo de personas -y de 79

además de salud para otras-. Entonces es comprensible que los inquilinos acepten y reconozcan las numerosas reglas o normas como necesarias, a pesar de las incomodidades que les representan por ser poco flexibles, pero moldeables de acuerdo al beneficio económico que le traiga a la administración. _ ¿Qué opina de los horarios para cocinar, entrar, lavar? _ A mí me parece pues hasta bueno el reglamento porque si no fuera así no estaría el inquilinato tan organizado, sería todo un desastre. P11 (Mujer) 58 años. Familia de 5 (hija, yerno, y dos nietos) (Familia compuesta) sustento por la hija y el yerno

_ ¿Durante el día se siente cómoda aquí? _ No, me siento incómoda por (…) todo, vea aquí para uno lavar es por días, por horas (...) si ahora mismo me dan ganas de tomarme un tinto no me lo puedo tomar. P10 (Mujer) 68 años. Familia de 3 (hijo e hija) (Familia monoparental materna) sustento por la madre (ella).

A pesar del efecto institucionalizador del inquilinato Los Andes sobre sus inquilinos, no es posible afirmar que ellos se representen a sí mismos como una comunidad. Esta condición, altamente dependiente de los sentimientos de pertenencia o arraigo, y que para el caso en cuestión son tan ambiguos y disímiles, reduce la probabilidad de establecer pautas de autocuidado de la salud, de carácter comunitario: _ Nunca, ni es el lugar para mí ni pertenezco a él (…) entre el gremio de gente que vivimos aquí no todos somos lo mismo ni pensamos lo mismo. P2 (Hombre) 24 años. Familia de tres (mamá y hermana) (Familia monoparental materna) sustento por la madre.

_ Habemos gente aquí que nos matamos los unos a los otros por cualesquier pendejada. Internamente aquí se ve mucha cosa desagradable pues, como la prostitución, el vicio (…) porque todo mundo sabe. P1 (Mujer) 43 años. Familia de 4 - (Familia nuclear) sustento por el Padre (su cónyuge).

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_ Aquí son muy rígidos con el pago más que todo con esa gente viciosa, porque los que aquí tenemos familia somos muy responsables, pero los viciosos no.

Ahora bien, es importante rediscutir todo el asunto a la luz de otros ejes de pensamiento; hacer una disertación de mayor profundidad política sobre cómo efectivamente se dan estos fenómenos de institucionalización en el inquilinato y preguntarse además ¿a qué tipo de poder obedecen?, ¿Qué incidencia tienen sobre la configuración de las identidades en Niquitao? y, ¿Qué posible incidencia tienen sobre la salud de las personas? Se entiende a partir de la definición general de institución dada anteriormente que las instituciones normalizan, y que lo hacen a través de la instauración de normas que finalmente tienen como fin la regulación de las prácticas, entonces esa normalización atiende a un propósito que se le impone a la población normalizada, y ese propósito que se impone como bien grupal ni es evidente ni deja de ser controvertible, quizá por su naturaleza misma de oscuridad, quizá por las bases ideológicas que lo originan y su cuestionable legitimidad, quizá por las cualidades de las prácticas que impone en la vida cotidiana, y definitivamente quizá por el tipo de personas que produce. Tantos interrogantes simultáneos y entrelazados bien ameritarían todo un trabajo de tesis doctoral, pero se hace necesaria al menos una revisión básica de sus posibilidades de resolución en cuanto al tema que este trabajo aborda; es decir, la preocupación por una mejor comprensión del hábitat de Niquitao como configurador de las identidades de los inquilinos en tanto que habitantes heterotópicos, y cómo estas identidades derivan en prácticas y formas de ser específicas que definen las diferentes dimensiones de los sujetos, entre ellas la de la salud. Para intentar ligar el poder con la existencia habitada en el inquilinato Los Andes y con una dimensión tal como la salud, se hace indispensable entonces volver sobre Michel Foucault, pero ahora sobre sus consideraciones sobre el poder y el sujeto; es decir, la humanidad como sujeto del poder. Foucault (1988) desarrolla en su ensayo titulado El Sujeto y el Poder, un abordaje epistémico y metodológico del poder, y se procura llegar a la difícil conceptualización del mismo. Su énfasis está inicialmente puesto en tratar el asunto del poder como ejercicio -el poder concebido como acción-, los medios a través de los cuales es ejercido y sus efectos en las personas sobre las que se ejerce. En su primer intento de definición -del ejercicio del poder- Foucault dice que “designa los relacionamientos entre ‘compañeros’ (…) en un entramado de acciones que inducen a otras acciones y que se concatenan entre sí”. Es decir, que el poder es un entretejido de relaciones humanas que no pueden ser 81

separadas entre sí en el campo de la comunicación, en el de la técnica de transformación de las materialidades y en el de la dominación en sí misma, sino que por el contrario, debe ser considerado como un entramado indisoluble, así el relacionamiento entre estos tres dominios del poder no sea ni constante ni uniforme. En este sentido, las disciplinas serán fórmulas establecidas que realizan los ajustes entre estos tres reinos del poder. En Vigilar y Castigar (1975) dirá Foucault que “A estos métodos que permiten el control minucioso de las operaciones del cuerpo, que garantizan la sujeción constante de sus fuerzas y les imponen una relación de docilidad-utilidad, es a lo que se puede llamar las "disciplinas". Hasta aquí, Foucault explica que la sociedad moderna se esmera por mantener un ejercicio fundado entonces en ajustar permanentemente y de manera racional y económica “las actividades productivas, los recursos de comunicación y el papel de las relaciones de poder” (Foucault, 1988). De manera que puede entenderse que el poder tiene sus intereses en ser ejercido y mantenido en la vida cotidiana como todo aquello que ata al individuo a sí mismo, a una identidad configurada por ese ejercicio del poder que le somete, además, a los otros; es decir, que el poder se acciona también sobre la subjetividad generando sumisión, y si bien las prácticas de poder no son tan evidentes como las de dominación o explotación, si se mantienen correlacionadas a éstas. Foucault (1975) Es decir, que se entiende que el poder se ejerce sobre la gente para mantenerle, desde sus propios cimientos subjetivos como identidad, atado a unas circunstancias particulares de su tiempo y lugar que le hacen un sujeto para la producción económica. El ejercicio del poder se materializa así en el estado moderno que, dice Foucault, reactivó la técnica de las instituciones cristianas que procuraba garantizar la salvación y que él llama “poder pastoral”, haciéndola parte de su estructura totalizadora e invocando la salvación ahora a la manera de la garantía de unas condiciones terrenales como la salud y el bienestar. Es decir, que ahora la salvación no se dirige a las almas sino a los cuerpos. Al respecto, Foucault (1975) dice: “En primer lugar, la escala del control: no estamos en el caso de tratar el cuerpo, en masa, en líneas generales, como si fuera una unidad indisociable, sino de trabajarlo en sus partes, de ejercer sobre él una coerción débil, de asegurar presas al nivel mismo de la mecánica: movimientos, gestos, actitudes, rapidez; poder infinitesimal sobre el cuerpo activo”. A esta técnica de control Foucault la llamará aquí “Anatomía del poder”. Así, en la modernidad el ejercicio del poder se ejerce sobre la corporeidad de los sujetos a través de las disciplinas y es dirigido principalmente a su subjetividad, de ahí el grado de profunda sutileza que puede inclusive llegar a exponer y consecuentemente el de oscuridad para la conciencia, su poca obviedad, parte del 82

método del entramado de las relaciones de poder que permite burlar las resistencias racionales para instalarse en las subjetividades. Finalmente, la sujeción a los sistemas sociales que procura que el sujeto esté bien articulado a la estructura, que sea idóneo a ella y consecuentemente que sea un sujeto productivo: “El momento histórico de las disciplina es el momento en que nace un arte del cuerpo humano, que no tiende únicamente al aumento de sus habilidades, ni tampoco a hacer más pesada su sujeción, sino a la formación de un vínculo que, en el mismo mecanismo, lo hace tanto más obediente cuanto más útil, y al revés” Foucault (1975). Ahora bien, aterrizando esta disertación directamente sobre Niquitao y el inquilinato Los Andes, puede preguntarse ¿cómo se da que este inquilinato funcione con principios institucionalizadores? Esta breve introducción del poder y la disciplina desde Foucault, permite hacerse muchas preguntas que podrían oscilar entre la escala social moderna de la superestructura de occidente -en la que se subsume Medellín- y la escala local e íntima del inquilinato mismo, lo que derivaría en dos diferentes análisis, claro está, estrechamente relacionados. La pregunta de partida, en todo caso, puede ser ¿qué tan útil y obediente es el inquilino de Niquitao? Es decir, ¿Qué tan dócil, ajustado y productivo le puede resultar al paradigma social del estado moderno del que Medellín hace parte en su administración municipal, el morador promedio de un inquilinato de Niquitao? Si se vuelve sobre las características de la población de esta investigación descritas en la primera unidad- se destacará de nuevo su condición de habitante en situación de calle, y con ella todos los factores asociados a esa categoría, especialmente los de marginalidad. El trabajo informal, las prácticas de mendicidad, prostitución, drogadicción y hasta delincuencia, hacen parte de un repertorio reconocido no sólo por los Medellinenses en general, sino por las administraciones municipales pasadas y recientes como inherente a la población de Niquitao. Más arriba, en este mismo escrito se les nombró como habitantes desviados en una heterotopía. Es así como es factible pensar que el morador promedio de los inquilinatos de Niquitao no es el sujeto esperado por el estado moderno en tanto no se ajusta a las características de sumisión y productividad que esta sociedad disciplinar demanda. No parece el inquilino de Niquitao un sujeto sujetado por el sistema productivo, no lo parece al menos desde estas consideraciones iniciales, pero quizá sea uno de los más sujetados de todos los posibles sujetos si se amplía y profundiza esta disertación alrededor justamente de su condición de miseria. ¿La marginación socioeconómica sería otra forma del ejercicio de poder sobre los no-sujetados, sobre los cuerpos menos dóciles?

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Efectivamente, hacer parte del sistema productivo y así “encajar muy bien” en la sociedad moderna tiene sus recompensas; los sujetos normatizados las conocemos bien y nos procuramos la salvación en la vida terrenal bajo la forma del bienestar -como bien lo enseña Foucault- y sometiéndonos al sistema, encarnado fundamentalmente en las disciplinas que el estado mantiene y perfecciona de acuerdo a los acontecimientos. Acceder a un buen nivel de educación, a un buen trabajo, consolidar una familia nuclear y estable, producir y comprar muchas cosas, educar bajo los mismos principios a la prole y morir dejando mayor riqueza material que la heredada en el nacimiento, son las recompensas que brinda la alienación y las que no se evidencian en lo absoluto en la vida cotidiana de los inquilinos de Niquitao. De ahí la aseveración que estas personas no sean el sujeto domeñado esperado por la modernidad. Pero entonces ¿se ejerce un poder de castigo a quienes no encajan en las directrices del estado moderno, como los inquilinos de Los Andes? Foucault (1975) habla de un castigo disciplinario cuya función sería la de reducir las desviaciones, un castigo correctivo, una función normalizadora que se funda en un sistema doble de gratificación-sanción -que en psicología experimental fue desarrollado por el conductismo como condicionamiento operante- regido a su vez por el sistema de valores polares del bien y el mal. Explica el filósofo que los aparatos disciplinarios establecen así unas categorías en las que se jerarquizan a las "buenas" y a las "malas" personas, unas con relación a las otras, de manera que “se opera una diferenciación que no es la de los actos, sino de los individuos mismos, de su índole, de sus virtualidades, de su nivel o de su valor” por lo que, finalmente, la disciplina de la sociedad recompensará a los ajustados, a los dóciles con los beneficios del bienestar y castigará a los desviados “haciendo retroceder y degradando” (Foucault, 1975). Bien puede decirse entonces que la marginación es una forma de castigo social para los no alienados, para los ineptos, para los indisciplinados. Foucault (1975) profundiza su observación al respecto: Este poder de castigar se alinea con los sistemas de producción de los que toman sus efectos, “así en una economía servil los mecanismos punitivos tendrían el cometido de aportar una mano de obra suplementaria y de constituir una esclavitud “civil” al lado de la que mantienen las guerras o el comercio”(…) “El cuerpo sólo se convierte en fuerza útil cuando es a la vez cuerpo productivo y cuerpo sometido” (…) “Este saber y este dominio constituyen lo que podría llamarse la tecnología política del cuerpo”

Pero ¿Quiénes son entonces estos inadaptados para el sistema estatal moderno que ejerce el poder de alienación? Foucault plantea en su texto Los anormales de (1974-1975) un serie de intelecciones acerca de la fusión moderna entre la 84

judicialización y la medicalización de las personas que trasgreden la norma, de manera que se asiste en la modernidad a la patologización de la justicia y a la judicialización de la psicopatología, con un intercambio de roles cada vez más entre el juez y el perito o experto médico. Esta inconveniente hibridación articula en ese reino de los recursos de la comunicación del poder- un discurso acerca de los desviados que gravita en un eje doble de perversión-peligro; es decir, que el sujeto anormal (a-normal) se define por una condición ambigua de contenidos personales de desviación mental y de desviación de la norma social. Así pues, el componente de perversión de esta dupla atañería al discurso de la moralización del niño, mientras que el componente de peligro le compete al discurso del miedo, “un discurso -dice Foucault (1974-1975)- cuya función será detectar el peligro y oponerse a él”. Tamayo y Navarro (2009) en su investigación exploratoria titulada Representación social del habitante en situación de calle, en la que entrevistaron a diez Habitantes en Situación de Calle y a diez operadores del Sistema de Atención al Habitante de Calle de la ciudad de Medellín, obtuvieron entre otros resultados en sus entrevistas a ambos grupos y sobre el tema del uso del espacio público, que los habitantes en situación de calle eran entendidos más como victimarios que como víctimas, porque supuestamente están siempre dispuestos a aprovecharse de los otros. Los investigadores dicen a este respecto que “Como ha ocurrido en otros temas, encontramos una tendencia a categorizar de manera negativa el “ellos”, los que hacen daño para diferenciarse del “nosotros” los que “respetamos las normas” (Tamayo y Navarro, 2009)”. Más adelante en Los Anormales, Foucault se remite a las políticas y prácticas que a finales de la edad media se seguían para el tratamiento de los leprosos y que consistían esencialmente en una expulsión de los mismos hacia un territorio de confinamiento por fuera de los límites de la comunidad; es decir, prácticas de marginación social. Con este ejemplo, el filósofo ilustra la manera como todavía se da tratamiento a un amplio espectro de anormales: “ahora bien, esa es la forma en que se describe, y creo que aún en la actualidad, la manera en que se ejerce el poder sobre los locos, los enfermos, los criminales, los desviados, los niños, los pobres. En general, se describen los efectos y los mecanismos de poder que se ejercen sobre ellos como mecanismos y efectos de exclusión, descalificación, exilio, rechazo, privación, negación, desconocimiento; es decir, todo el arsenal de conceptos o mecanismos negativos de la exclusión” Foucault (1974-1975).

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Pero…si se castiga con la marginación a los desadaptados ¿acaso no están ellos sujetados, son acaso más libres? Sin lugar a dudas responder esta pregunta implicaría todo un esfuerzo filosófico que extralimita las posibilidades e intereses puntuales de este trabajo, pero sí es posible dar un paso inicial en sus consideraciones en aras de aproximarse al asunto de la salud de los inquilinos en Niquitao. Se llega así entonces, a partir de las ideas de Foucault, a que los inquilinos de Los Andes corresponderían a la definición de anormales, en tanto no sujetos a las normas de engranaje de distribución del trabajo previsto por el estado moderno, lo que les aseguraría una mirada clasificatoria psicopatológica-judicial por parte del mismo -y de la sociedad alienada- hacia ellos. A esta ineptitud para la adaptación a la vida económica le seguiría como fórmula de castigo la exclusión, la imposición de una condición de parias que por lo tanto les exceptuaría de la salvación terrenal materializada en el bienestar. Así las cosas, ¿aún se podría suponer algún mínimo beneficio de la condición de no sujeción a las normas? Al indagar por la dimensión de no-sujeción a la norma por parte de los habitantes en situación de calle, Tamayo y Navarro (2009) en su trabajo encontraron que tanto operadores como habitantes en situación de calle consideraron que esta forma de vida es un acostumbramiento, y que para los segundos vivir en la calle es la posibilidad de libertad “dicen que les gusta vivir en la calle, que la calle los hace fuertes, etc.; aunque contradictoriamente dicen tener que depender de los no habitantes en situación de calle (caridad).” La contradicción anterior señala una condición de dependencia que anula, en sí misma, la idea de utópica libertad de los habitantes en situación de calle. Estos usuarios del Sistema de Atención al Habitante de Calle participantes de la investigación de Tamayo y Navarro, no pernoctan en inquilinatos sino en la calle misma, con lo que ingenuamente se pensaría que tienen mayor libertad en tanto mayor desajuste a la normalización estatal; sin embargo, dependen de los adaptados al sistema de producción económico para su subsistencia: la mendicidad, el trabajo informal en la calle, la delincuencia, la prostitución y otras formas de dependencia del Otro que distan de la idea romántica de libertad total por oposición al sistema económico social. No habrá Seguridad Humana sin la satisfacción de las necesidades básicas (Alkire, 2004); no habrá libre desarrollo de las potencialidades humanas sin la satisfacción de las necesidades básicas (Maslow 1968), por lo tanto, no habrá realmente libertad. Queda además por examinar, en todo caso, el inquilinato Los Andes a la luz de las restricciones que desde su administración impone a sus habitantes. Sus formas específicas de institucionalización. Otra serie de limitaciones y normas que inhabilitan la idea de libertad de los desviados que habitan estas formas de 86

residencia, a quienes entonces podrá designárseles en lo que sigue como anormales, no como no-sujetos del sistema por no ajuste a la norma, sino como anormales en tanto que resistentes a la norma pero sujetados a ella a través de la marginación como castigo, un mecanismo de intimidación contra el rechazo a la sujeción a las normas, y que es propio del establecimiento del estado moderno que sujeta a ciertas personas no bien ajustadas a ciertas condiciones de vida, a una suerte de confinamiento existencial por fuera de la sociedad, al margen de ella tal y como la concibe y determina el sistema. Las funciones institucionales del inquilinato Los Andes se evidencian en las prácticas -ejercicio del poder- que se imponen como requisito para estar allí y que se han discutido anteriormente, como la disposición del circuito cerrado de televisión -función que expone Foucault (1975) como panoptismo-; la regulación de las actividades de aseo, de cocina y hasta del sueño, con la implantación de horarios; la limitación de los espacios de socialización. De estas prácticas, se subrayó anteriormente la de drogarse en la pieza y en el inquilinato como una que ofrecía una versión de función de institucionalización especial, una de carácter de rehabilitación personal que realmente se derivaba de unos intereses de orden económico y de control de usuarios por parte de la administración del inquilinato. No se trata pues de una propuesta de control de la salud, como en las instituciones hospitalarias –si se desea creer tal cosa- sino más bien de una de control de la economía de los inquilinos, pero que además se imbrica con las voluntades de mantenimiento vital de algunos de ellos, y que por ende resulta en una opción de vida, de refugio y de posible mejoramiento de la salud por mayor control del consumo de sustancias ilícitas. Esta función institucionalizadora de control socioeconómico de una población confinada a un espacio específico como el inquilinato Los Andes, es decir, este ejercicio de poder socioespacial de carácter institucional que se evidencia en las prácticas de este inquilinato, deriva involuntariamente así en otra función institucionalizadora alterna pero de control de la salud de esta población: una socioespacialidad de la salud. En ambos casos en inquilinato funge como institución, en ambos casos afirma la instauración de identidades tanto de los inquilinos inconformes que experimentan el malestar de resistir todas las normas, como de los inquilinos conformes que las vivencian como una constricción que les impide el abandonarse a sí mismos al deterioro, la enfermedad y la muerte. Para finalizar esta disertación sobre el ejercicio del poder en el inquilinato, bien vale preguntarse si acaso el estado no es precisamente el productor socioespacial del modelo de vivienda compartida de inquilinato. ¿Acaso no le resulta necesario y conveniente localizar las poblaciones humanas que le son ineptas, inaceptables e incontrolables? Someterlas a un espacio específico debe serle garantía de otra 87

forma de control además de la marginación, ya que no le sería conveniente una población castigada con la marginación sin una localización fija, “sin control”, dispuesta en múltiples puntos indeterminados de sus ciudades. Tal “abominación” ha de ser una situación impensable para el estado moderno y su ideario de la civilidad, el desarrollo y la pulcritud de los derechos humanos. En este sentido, es esperable que se les asigne a estos a-normales unas heterotopías para su buen manejo; pues bien, el inquilinato es una de ellas, prevista para los desviados que no se ajustan adecuadamente a los hospitales psiquiátricos, ni a las fábricas, ni a las cárceles, ni a los ancianatos, ni al ejército, y por su condición de vivos ni al camposanto. Que sea el maestro Foucault (1975) quien cierre este apartado. Refiriéndose al asunto de la disciplina, se remite a lo que denomina El Arte de las Distribuciones para destacar las prácticas espaciales del ejercicio del poder. Allí presenta estas consideraciones: A cada individuo su lugar; y en cada emplazamiento un individuo. Evitar las distribuciones por grupos; descomponer las implantaciones colectivas; analizar las pluralidades confusas, masivas o huidizas. El espacio disciplinario tiende a dividirse en tantas parcelas como cuerpos o elementos que repartir hay. Es preciso anular los efectos de las distribuciones indecisas, la desaparición incontrolada de los individuos, su circulación difusa, su coagulación inutilizable y peligrosa; táctica de antideserción, de antivagabundeo, de antiaglomeración.

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UNIDAD CUATRO: La Salud en Estos Lugares

Espacio y Salud Adentrarse en el problema de presentar las correlaciones que existen entre espacio y salud para este trabajo en particular, requiere como primera medida circunscribirse a las escalas del espacio que aquí se abordan, dígase entonces “el inquilinato” y “la pieza” hasta esta instancia de la presentación, y “el vecindario” en una posterior; es decir, restringirse al concepto espacial de “lugar” referido a estas especificidades. Como segunda medida, se demanda enfatizar en la perspectiva socioespacial mediante la que se ha abordado esta investigación, es decir, la Geografía Humana en asocio con la Psicología Ambiental y Humanista. Con este pequeño reencuadre teórico se invita a retomar la experiencia de los actores -lo que incluye de manera cuidadosa la del investigador mismo- como eje central, tanto de los contenidos meramente descriptivos, como de las formulaciones analíticas a que puedan dar paso los materiales colectados en la investigación. Podría parecer que al aventurarse a establecer los efectos que estos lugares pueden tener sobre la salud, se corre el riesgo de caer en un campo de incertidumbres respecto a su validación, dada la prevalencia que la experiencia subjetiva tiene en este estudio; pero el énfasis en el mundo subjetivo es precisamente la veta metodológica para la psicología y geografía humana mientras que el énfasis en el mundo objetivo lo es para las ciencias positivas. Es menester exorcizar la sospecha de no cientificidad que generalmente se deposita sobre las investigaciones que gravitan en los testimonios de los actores, sus relatos de vida y la observación participante del investigador, ya que excluye y devalúa la experiencia per sé como el instrumento más verídico para el examen de la realidad estudiada, en especial, cuando esta realidad estriba en las vivencias de un fenómeno como el de la salud. Ahora bien, para adentrarse en este asunto podría partirse de una proposición básica que correlaciona dos componentes de análisis: que tanto la infraestructura material de que dispone un colectivo humano (dimensión física - lugar) como el funcionamiento de dicho colectivo (vida social – mundo de la vida cotidiana) pueden influenciar la salud de las personas participantes del mismo. Desde el principio de esta presentación se ha establecido que uno de los preceptos iniciales es que la consideración de la vida social es ineludible si se ha de hablar de producción espacial, aseveración nacida y sustentada precisamente a la luz de la teoría socioespacial, y subrayada bajo la premisa de la reconfiguración recíproca entre el sujeto y su espacio. Así pues, espacio y sociedad son inseparables en esta discusión, pero ¿cómo atender también y simultáneamente el problema de la salud de una comunidad 90

humana? La respuesta aquí no debe desligarse del concepto mismo de espacialidad. La propuesta teórica inicial de este trabajo provista por los estudios socioespaciales, nacida en la obra de Lefebvre The production of space (1974/1991) y retomada por Edward Soja en su trabajo Thirdspace: Journeys to Los Angeles and Other Real-And-Imagined Places (1996), deriva en el concepto de espacialidad, que es entendida como la trialéctica que reúne los tres espacios percibido, representado y vivido- por lo que permite comprender cómo es que las estructuras sociales, los hechos y sus actores emergen y se desarrollan en total relación con el espacio. Así pues, la proposición básica recién planteada respecto a la correlación entre infraestructura material (espacio percibido) y funcionamiento social de un colectivo (espacio vivido) y su influencia sobre la salud, debe complementarse, para ser fieles a la propuesta teórica y no caer en nuevas dicotomías, con el mundo representacional de la salud de los involucrados (espacio concebido), de manera que el concepto trialéctico de espacialidad comprenda los diferentes factores que inciden sobre la salud en relación continua con el espacio, a la manera de una síntesis entre el espacio y las materialidades de la salud, las ideas e imaginarios sobre la salud y las experiencias de la salud. Esta incursión en el problema de la salud parte así de la intelección de comprenderla, no como un espacio en sí misma, sino como espacialidad, es decir, como una suerte de coincidencia y de influencia recíproca entre los componentes materiales, intelectuales y vivenciales relacionados con la salud que están apuntalados en el espacio. Tampoco debe perderse de vista que de la trialéctica espacial que representa la espacialidad, el espacio vivido debe ser “la materia prima para la imaginación geográfica” según lo propone Soja (1996), y que la geografía humana es, de hecho, la que abandera la intención de darle al mundo experiencial la mayor relevancia en la investigación socioespacial. De este espacio vivido de la política y la cultura, ya se había advertido aquí que Soja lo considera el espacio para la materialización de la subjetividad. De manera que podría rastrearse en la investigación las formas como se han materializado en el espacio las subjetividades nacidas de las experiencias relativas a la salud de los inquilinos. Es evidente que ante la necesidad de examinar las espacialidades de la salud en el inquilinato Los Andes, se ha hecho también forzoso estudiar directamente las características de los lugares planteados -la pieza y el inquilinato- y lo seguirá siendo más adelante -el vecindario- como espacios de las materialidades, 91

paralelamente a las características personales y sociales de la comunidad de inquilinos -como representaciones del espacio y espacio de las representacionesque pudieran promover o afectar la salud. Empecemos aquí el análisis de los diferentes componentes que inciden sobre la salud de esta población con otra consideración de importancia que da crédito a los presupuestos teóricos. Si las comunidades se ven moldeadas por sus espacios vitales, sus espacios de la vida cotidiana, esto quiere decir que las características individuales de los sujetos están siendo afectadas por el espacio mismo. De tal manera que, por ejemplo, para evaluar su incidencia sobre la salud, sería reduccionista adjudicarle a las características individuales de un inquilino su condición de trabajador informal, desatendiendo a que esta forma de economía le es sugerida y, en algunos casos, precisada por las condiciones del lugar, de su espacio inmediato de existencia, de su hábitat. Para el caso de esta investigación, la centralidad de Medellín implica unas economías de mercado laboral puntuales, las que no todas le resultan disponibles al habitante de inquilinato, quien es un tipo de sujeto con unas específicas condiciones de vida que no le favorecen para postularse con buen pronóstico de ingreso a la economía formal. En este mismo sentido, Incluso la oferta escolar -y su correspondiente nivel de calidad- disponible al inquilino en su sector de residencia, pesan sobre su “decisión” de ganarse la vida con la economía informal. Los investigadores Macintyre, Ellaway y Cummins (2002) en un trabajo titulado Place effects on health: how can we conceptualise, operationalise and measure them? (Los efectos del lugar sobre la salud: cómo podemos conceptualizarlos, operacionalizarlos y medirlos?) plantean tres tipos de explicación para lo que denominan variaciones geográficas en la salud; es decir, todas las variables que inciden positiva o negativamente sobre la salud de las personas de acuerdo a su posición en un espacio geográfico particular. Las tres modalidades de explicación son entonces:   

la composicional: dirige la atención sobre las características de los individuos concentrados en lugares particulares. la contextual: dirige la atención sobre las estructuras de oportunidad en el espacio físico y social local. la colectiva: dirige la atención sobre las características socio-culturales e históricas de las comunidades.

Para esclarecer su propuesta, ofrecen el siguiente ejemplo: (…) los niños de zonas desfavorecidas no juegan al aire libre debido a que sus familias no tienen jardines o los recursos para llevarlos a jugar a los parques (una explicación basada en el recurso composicional); porque se han provisto muy 92

pocos parques públicos de juego, y no hay buenas conexiones de transporte público con los que existen (una explicación basada en el recurso contextual), o porque dentro de la cultura local prevaleciente jugar no es visto como algo importante para los niños, o no se considera conveniente o seguro que los niños jueguen con extraños en lugares públicos (una explicación colectiva)20.

Sin lugar a dudas, la propuesta es interesante si se tiene como objetivo operativizar y medir las variables de incidencia sobre la salud, pero si se observa con atención, cada una de estas modalidades explicativas puede ser subsumida por el concepto de espacialidad, ya que estas variables se estudian respecto a un asunto particular de la vida que por ende no puede desligarse de su espacio de realización; recuérdese que el concepto de espacialidad atiende más a la comprensión de unidad entre la vida individual y social con el espacio, que a la necesidad de separar sus componentes entre ellos, y entre ellos y el espacio, con lo que evita de paso la recaída en dicotomizaciones innecesarias y hasta imprudentes si lo que se desea es justamente resaltar la complejidad e interconectividad entre las causas de una situación humana con su dimensión espacializada y espacializadora. La siguiente intelección, basada en la propuesta de categorización anterior, ayuda a ilustrar este punto: Las características de los sujetos, o sea la explicación composicional, no puede desenlazarse inadvertidamente de las estructuras de oportunidad en el espacio físico y social de un inquilinato en Niquitao, es decir, de la explicación contextual; por ejemplo, la delgadez corporal de estos inquilinos, notoria en la gran mayoría de ellos y ellas, obedece a condiciones de hambre crónica asociada a una economía pobre e informal, inclusive de mendicidad, que implica no tener el poder adquisitivo para una adecuada nutrición. Además, la percepción del investigador sobre este asunto a lo largo de la experiencia es que los inquilinos han naturalizado el hambre en su propio contexto -asunto que se trata más adelante en relación al concepto de resiliencia-, de manera que aguantar hambre hace así parte de las características socio-culturales e inclusive históricas de esta gente, lo que haría parte entonces de la explicación colectiva. Ahora bien, ¿no es acaso una postura naturalizada de resistencia física y psicológica frente al hambre una característica de estas personas, una vez cada una la ha introyectado para sí mismo? Por supuesto, de nuevo se vuelca la clarificación sobre la explicación composicional, demostrando la indivisible interrelación entre estas explicaciones. Ahora bien, para volver sobre el concepto guía de espacialidad de Soja, se formula aquí que si se subordina la propuesta de conceptualización anterior a la 20

Traducción propia.

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de espacialidad, bien pueden identificarse subsumidos sus motivos explicativos en los tres espacios de la trialéctica espacial, siempre y cuando se observen en relación con la salud. Por ejemplo, características de los inquilinos tales como sus imaginarios sobre lo que es la salud, o acerca de los médicos o de la atención a la que disponen etc., son comprensibles como parte del espacio concebido de la salud -espacio de las representaciones- si se examinan con exclusiva relación a la condición de habitante de inquilinato de Niquitao, es decir, como concepciones apuntaladas a este lugar específico. El hecho de que los inquilinos, debido al régimen subsidiado de salud que les corresponde, sólo tengan acceso a un centro médico de Metrosalud, del que con frecuencia se les remite a otros centros de atención en otros barrios, es una condición de materialidad de la salud, parte de su espacio percibido -mundo físico- y por lo mismo, una condición que hace parte de las estructuras de oportunidad de salud que estas personas tienen -o explicación contextual-. Finalmente, la tendencia a auto-medicarse optando por tratamientos mágicos o de la tradición popular, deviene de unas prácticas culturales que, por diferentes razones, tienen asiento en la idiosincrasia de los inquilinos de Niquitao; de manera que si bien esto hace parte de la explicación colectiva, se refiere también al mundo de las experiencias populares en salud de los inquilinos, a su espacio vivido en las piezas del inquilinato al momento de atenderse por sus propios medios un incidente de salud. Sin lugar a dudas, la integralidad del concepto de espacialidad posibilita sin mucho esfuerzo advertir nuevamente el circuito de las correlaciones entre estos espacios, de manera que las causalidades explicativas no obedecen necesariamente a una linealidad definida, si no que por el contrario, más parece que se reconfiguran las unas a las otras recíprocamente, propiedad de la producción de las espacialidades. En conclusión, bajo cualquier caso, la mirada de integralidad entre espacio y las variables de salud debe prevalecer en los análisis dada la naturaleza multifactorial de las problemáticas humanas, y a que dicha integralidad es subyacente a una trialéctica espacial que se sintetiza bajo el concepto de espacialidad; de manera que, si bien en lo que sigue se abordan las variables de la salud de forma diferenciada, se procurará no dar cabida a dicotomizaciones entre las características materiales del lugar y las psicosociales de los inquilinos, manteniendo en la discusión sus correlaciones constantemente señaladas o insinuadas para que sean como mínimo inferidas por el lector.

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Ahora bien… ¿qué es la salud? Para efectos de precisar y destacar el significativo componente social de la salud, que a este punto resulta ineludible, es menester remitirse a la conceptualización que la OMS (Organización Mundial de la Salud) hace de la salud, la cual es punto de referencia directa de las concepciones y políticas estatales colombianas al respecto. En su constitución de 1948, la OMS (1998) define la salud como: Un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad o dolencia. Dentro del contexto de la promoción de la salud, la salud ha sido considerada no como un estado abstracto sino como un medio para llegar a un fin, como un recurso que permite a las personas llevar una vida individual, social y económicamente productiva. La salud es un recurso para la vida diaria, no el objetivo de la vida. Se trata de un concepto positivo que acentúa los recursos sociales y personales, así como las aptitudes físicas.

Ahora bien, respecto a la dimensión psicológica de la salud, la OMS (2010) establece que: La salud mental no es sólo la ausencia de trastornos mentales. Se define como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.

El énfasis puesto a este punto en la salud mental se debe a que es ampliamente aceptado en la actualidad, en gran medida gracias a la psicología y demás ciencias de la salud, que la relación entre salud emocional y física es profunda, de manera que cada una incide irrefutablemente sobre la otra tanto positiva como negativamente. Se hace entonces evidente, partiendo de estas conceptualizaciones de la OMS, que la salud mental de las personas puede únicamente ser entendida como parte de una integralidad conformada por todas las dimensiones de la existencia, así como de una adecuada funcionalidad de sus relaciones vitales con el medio ambiente; razones por las que no pueden ser separados bienestar emocional y físico, ni tampoco estos de las condiciones culturales, sociales, materiales, espirituales y espaciales de la vida cotidiana. Tal como lo expresan Urrego y Cocoma (1999) “es imposible aproximarse de manera realista a la salud mental de los individuos (las familias o las comunidades) si no se consideran en forma simultánea sus condiciones de salud o enfermedad física, su situación socioeconómica, sus circunstancias materiales de vida y sus fuentes familiares y sociales de identidad, reconocimiento y autoestima”. 95

Se llega aquí entonces a otro concepto necesario para profundizar en la discusión, el de “Inequidades de la Salud”, que significa la variación o diferencias de salud entre diferentes grupos humanos debido a características particulares tales como el acceso o no al empleo, el nivel educativo, la capacidad adquisitiva, etc. Es en este sentido que la salud de una población como la de los inquilinos de un inquilinato de Niquitao esté íntimamente asociada a sus condiciones culturales, habitacionales, laborales, pero sobre todo, a su estatus económico, que como se ha mostrado aquí ya en varias ocasiones, es de una alta precariedad, hasta ser considerado como el de “habitantes en situación de calle”. La extrema pobreza es entonces un asunto de interés epidemiológico si se tiene en cuenta que en este contexto de Niquitao muchas familias se ven obligadas a vivir en el hacinamiento que caracteriza a los inquilinatos -tema ampliado más adelante-. El asocio entre los espacios de miseria como los inquilinatos de Niquitao y una mala salud física y emocional es complejo. La relación entre salud y factores de privación social y económica se evidencia en que, por ejemplo, se tenga que habitar en una vivienda inconveniente para el correcto desenvolvimiento de las dimensiones de la vida -la salud entre ellas-, así que por lo general los niños y las niñas terminan padeciendo de manera directa e indirecta los efectos de un poder adquisitivo familiar bajo. Para Urrego y Cocoma (1999) esta relación entre salud y miseria predispone a una mayor probabilidad de que los bebés de las familias más desfavorecidas mueran, o que tengan más enfermedades y deficiencias en su desarrollo tales como retrasos del habla y desórdenes comportamentales y nutricionales, aspectos de la salud que en la actualidad ayudan a medir y definir la salud y se consideran dos categorías fundamentales: morbilidad y mortalidad. La morbilidad representa la tasa de enfermedad de una población específica durante un periodo específico; dicho de otra manera, es la ausencia de buena salud y la presencia de una enfermedad de algún tipo en una comunidad durante un tiempo “X”. La mortalidad es, en cambio, la tasa de muerte de una población específica durante un periodo específico, de manera que la mortalidad prematura es un indicador de poca salud, que se conoce como “baja expectativa de vida”. Se requiere entonces contrastar elementos básicos de las definiciones de salud de la OMS tales como: “un estado de completo bienestar físico, mental y social” o “(el individuo) puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”, con las percepciones, representaciones y vivencias en la experiencia de los sujetos a la luz de los parámetros fundamentales de la geografía y psicología humanista. El concepto de espacialidad en el que gravita esta obra -que comprende los tres espacios- como trialéctica producida alrededor del asunto de la salud, deberá configurarse con el espacio de las representaciones de salud, el espacio de sus materialidades y el de las experiencias vividas de los 96

actores en torno a ella, y sin lugar a dudas, será siempre posible cotejar lo explicitado por la OMS con estos espacios del inquilinato y Niquitao, teniendo especial consideración por el último de los espacios, el mundo vivido, para seguir en coherencia con la propuesta humanista de este trabajo.

¿Salud y Seguridad Humana en Niquitao? Las definiciones de salud anteriores remiten de manera explícita a la idea de bienestar, la que se atiene además a una compleja coincidencia de factores que, para el caso de la población examinada, sobresalen por su ausencia o deficiencia dada la marcada condición de inequidad socioeconómica que le asiste. Proseguir discutiendo el problema de la salud para una población en condiciones de vulnerabilidad debido a esta precaria situación y desde el punto de vista socioespacial, permite muchas posibilidades en cuanto al desarrollo de las ideas; así que para este caso, en el que se examinan los resultados en el marco de la geografía humana, se considera interesante contrastar el problema de la salud de los inquilinos de Los Andes con la propuesta analítica de la Seguridad Humana, problematizando sus elementos determinantes a la luz del espacio que este inquilinato -y Niquitao en general- representa. Pero ¿qué es entonces la Geografía Humana? Como lo explica Gibson (2009), definir la geografía humana ha sido relativamente complicado dados distintos factores tales como la aparente subordinación de esta con la geografía clásica, pero muy especialmente debido a la dificultad para encontrar paradigmas propios, preguntas propias de investigación y de identificar, también como propios, algunos pensadores claves. Así, algunos autores se han inclinado por investigar diferentes temas en esta misma área disciplinaria: geografía social, geografía histórica, geografía regional, ciencia espacial, geografía urbana, relaciones humano/medioambiente, geografía de la salud, geografía feminista, etc. Con tan amplia gama de posibilidades investigativas o de reflexión al interior de esta disciplina, ¿por qué no abordar -por ejemplo- el tema de la seguridad humana respecto al caso de los inquilinatos de Niquitao en la ciudad de Medellín? En un entorno considerado por todos los actores (incluyendo a sus mismos moradores) como de alta vulnerabilidad social, donde se evidencian tan fácilmente las desigualdades sociales, el asunto de la seguridad humana se vislumbra prometedor, dada la posibilidad de extrapolar las diferencias e inequidades desde los inquilinatos y algunos de sus espacios periféricos “acaudalados”, hacia las propias entre los países del norte y los del sur; un simple ejemplo de ello es el hacinamiento de los “marginados” sociales en los inquilinatos de Medellín, 97

llegados allí por el desplazamiento y la exclusión, y un correlato en las enormes migraciones rurales en los países del “tercer mundo” (marginales también) hacia sus ciudades medianas o capitales. Paralelamente se hace así inevitable el entrecruzamiento con las concepciones de Desarrollo que se originan en organizaciones mundiales como la ONU, y que permean por consiguiente la concepción de seguridad. ¿Cómo entender entonces la seguridad humana a la luz de las nuevas geografías que se preocupan por los humanos y su relación con sus espacios? O acaso ¿de qué se trata una seguridad humana a la luz de la geografía humana en espacios de exclusión social? Está segunda pregunta parte del entendido de que estos espacios, los inquilinatos, constituyen verdaderos espacios de exclusión, es decir, espacios donde se materializa la expresión territorial de las prácticas de las diferencias (sociales, económicas, políticas, ideológicas, etc.) en donde la dignidad humana se ve seriamente amenazada. El imperativo categórico fundamental (entendido desde su noción Kantiana como obligación absoluta e incondicional) de la concepción de seguridad humana que se viene abriendo paso desde el Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) de 1994, es el respeto por la dignidad humana, respeto que obviamente implica que las personas tengan la cobertura y calidad suficiente en materia de salud. Esto ha impulsado, sin lugar a dudas, la probabilidad y necesidad de comprender la seguridad humana de una manera más holística; pero además, ha complejizado mucho más las posibilidades de hacer del concepto un instrumento viable en el diseño de políticas públicas, sobre todo en el contexto latinoamericano y específicamente el colombiano, donde la presencia estatal en sus diversas facetas no ha podido ser garante del cubrimiento de las necesidades básicas de sus nacionales, y mucho menos de su seguridad, y en ella, su salud, en particular desde los últimos cincuenta años cuando la violencia proveniente de múltiples actores “legales” e ilegales, se ha ensañado en contra de los colombianos. Esta nueva comprensión holística de la seguridad humana se ve determinada en la multi-dimensionalidad de su conceptualización; es decir, que esos cambios en la verticalidad y horizontalidad del concepto, que pasó de la seguridad estatal a la personal y a contemplar nuevas formas de seguridad, como las advertidas por Emma Rothchild (2007), fijan ahora unos componentes que permiten valorar la seguridad de las personas de acuerdo a niveles de satisfacción o cumplimiento básico en cada uno de ellos: salud, alimentación, economía, personal, comunitario, habitacional y medioambiental, entre otros.

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¿Será posible entonces examinar a la luz de cada uno de estos componentes, si una población específica, como la de los habitantes de Los Andes del sector Niquitao en la ciudad de Medellín, disfruta, al menos en el nivel más básico, de esta llamada Seguridad Humana y así de su dignidad? Se proponen aquí algunas reflexiones en el marco de los hallazgos, haciendo gravitar los diversos componentes de la Seguridad Humana alrededor de uno de ellos central a esta exposición, el de la salud, ya que desde una revisión rápida, más no superficial, de estos aspectos determinantes para el caso de los inquilinos de Los Andes, emergen múltiples dudas en torno a que dichos habitantes realmente gocen de tal condición, de hecho, se llega finalmente a concluir a partir de estas revisiones, que alrededor de estos componentes se configuran espacialidades adversas a la salud y, por ende, contrapuestas a la seguridad humana.

Salud y bienestar en “Los Andes”: condiciones Como componente central en la propuesta de la Seguridad Humana, la salud es el resultado de la interrelación entre los diferentes medioambientes humanos: biológico, económico, físico, químico, social, cultural, etc. Si estos medioambientes son compatibles y favorables a las necesidades básicas de las personas, promoviendo y permitiendo un adecuado desenvolvimiento de su funcionalidad, entonces se considera que se cuenta con un medioambiente saludable y se estarían garantizando así las condiciones para una verdadera seguridad de las personas. En este sentido, el psicólogo ambiental Lawrence Roderick (2002) afirma que “la salud no es considerada como una condición abstracta sino por el contrario, la habilidad que tiene una persona para alcanzar su potencial y para responder positivamente a los retos de la vida diaria”. Puede ya claramente inferirse que las conceptualizaciones en torno a lo que es la salud para la OMS, de la propuesta de Seguridad Humana y de la perspectiva de la psicología ambiental son coincidentes, razón por la que resulta redundante a este punto seguir afirmando que tanto las condiciones espaciales como sociales sí impactan las relaciones humanas y pueden inducir diferentes estados de salud en las personas. Es por esto que puede considerarse desde ya que la capacidad de una dependencia estatal como la Secretaría de Salud de Medellín y de cualquier otra ciudad “tercermundista” para garantizar el bienestar y la salud, es limitada, ya que siempre se requerirá de la intervención coordinada con los demás sectores de las administraciones municipales. La alta correlación entre salud, bienestar y desenvolvimiento de las funcionalidad humana, implica que a todas estas ideas subyace la de satisfacción de 99

necesidades, tal y como lo formulara el psicólogo humanista Abraham Maslow (1968) postulando en este mismo sentido una organización jerárquica de las necesidades, de manera que las inferiores -deficitarias- son las que garantizan la sobrevivencia de las personas, mientras que las superiores -de crecimientollevarán a las personas al desarrollo satisfactorio de sus potencialidades garantizándoles así su bienestar. Desde este mismo parámetro teórico Macintyre et al (2002) orientan su conceptualización de las variables necesarias para que las personas tengan una vida saludable en un contexto socioeconómico y sociocultural específico. Así que incluyen en ellas: aire limpio, agua potable, alimentos nutritivos y no venenosos, refugio del medio ambiente, protección contra amenazas a la persona y sus propiedades, protección contra enfermedades y contaminantes, educación, salud, trabajo remunerado, medios de intercambio económico, acceso a la información, transporte, relaciones personales de amistad y amor, y finalmente, la participación en actividades de crecimiento y regocijo espiritual. Considerando las condiciones de inequidad y pobreza que padecen las personas que habitan los inquilinatos de Niquitao ya antes mencionadas, es evidente que esta jerarquía de necesidades no está siendo satisfecha. Sin embargo, sigue en pie la propuesta de enfatizar en la experiencia como foco prioritario de discusión, de manera que se hace necesario revisar las percepciones de los inquilinos de los Andes respecto a la salud -a la luz de estas diferentes variables- para tratar de identificar el grado de satisfacción subjetiva respecto a ella, ateniéndose al reconocimiento de que la significación relativiza la realidad de los fenómenos, idea que se materializa en teorías como la de Amplificación de la Privación (Macintyre, 2007), o la de Pobreza Relativa Asthana (2009) -a ampliarse más adelante-. El enfoque psicosocial se acentúa entonces en el componente psicológico debido a que los modelos limitados a los factores materiales, no integrales o que desconocen la trascendencia de la valoración que hacen las personas de sus experiencias, no pueden explicar a cabalidad las implicaciones del espacio sobre la salud. _Entonces ¿qué es tener salud? _tener vida…para mí la salud es vida P10 (Mujer) 68 años. Familia de 3 (hijo e hija) (Familia monoparental materna) sustento por la madre (ella).

_pero… ¿qué entendés vos que es la salud? _pues no estar enfermo, estar alivíao…¿qué más?

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P12 (Hombre) 60 años. Vive solo.

_ ¿Para usted qué es la salud? Qué cree que es? _no, pues tener ánimos, no estar llevao por alguna enfermedad ni estar uno por ahí lidiando con alguna cosa que se lo lleve a uno de un momento a otro. P6 (Mujer) 69 años. Familia de 5 (Familia extensa) sustento por la abuela (ella)

Llama la atención el hecho de que casi todas las representaciones de los inquilinos respecto a la salud -mundo concebido- se remiten esencialmente a la dimensión corporal; es decir, que a su entender la salud se reduce a la ausencia de enfermedad física, y no consideran -en sus relatos- de manera explícita que la salud se componga de otras variables. El asocio de la salud con el espectro más amplio del bienestar, fue sólo restituido en la declaración del inquilino P2, estudiante del grado once quién demostró siempre una mayor fluidez y alcance académico en sus participaciones que el resto de sus compañeros de residencia. _ ¿Para vos qué es la salud? __Una pieza fundamental en la vida de uno…o sea, no solamente el campo de la salud física si no tener salud mental, también psicológica, emocional (…) la salud es como tener una plenitud consigo mismo en el campo…pues…digamos que...espiritual también. P2 (Hombre) 24 años. Familia de tres (mamá y hermana) (Familia monoparental materna) sustento por la madre.

En este sentido, es recomendable sospechar, desde la discriminación conceptual que aquí se establece, de otras declaraciones de los inquilinos en las que aseveran contar con buena salud cuando sus condiciones de bienestar e inclusive otros de sus relatos de experiencias de enfermedad tienden a demostrar justamente lo contrario. Campbell (2011) afirma que la asociación entre privación y amplias categorías de morbilidad es innegable, de manera que el objetivo de la sospecha no es el de desvalorizar en ningún caso la percepción de salud -o bienestar- que manifiesten tener los inquilinos a la manera de una experiencia subjetiva, si no la de relativizarla a la luz de este punto de la discusión, reconociéndole su valor de verdad que bien puede materializarse como resiliencia psicológica -asunto ampliado más adelante-. Sería claramente una ingenuidad dejar pasar que varios de los inquilinos que manifestaron en algunos de sus relatos ser personas saludables, narraron también en otros experiencias de 101

agravamientos de su salud o dificultades crónicas de salud, ambigüedad que debe subrayarse y que devela unas condiciones de salud y bienestar que tienden a coincidir con los postulados antes defendidos con base en los hallazgos de otras investigaciones. Veamos algunas de las condiciones que se experimentan en el inquilinato Los Andes respecto a la salud y bienestar de sus moradores:

La Pobreza Es evidente en Los Andes que los factores relativos a la nutrición y los relativos a la economía están estrechamente ligados, por claras razones para este caso, entre otras porque una parte considerable de la población de habitantes del inquilinato Los Andes sobrevive gracias a la economía informal, con las subsecuentes condiciones de bajos ingresos y mínimas o nulas prestaciones laborales como primas, cesantías, pensiones, prestamos de vivienda, cajas de compensación familiar, pólizas contra accidentes o enfermedades laborales y, claro está, las seguridad social de atención en salud. _ Mi mamá no trabaja con nadie, mi mamá trabaja con la chaza. Ella también es vendedora ambulante. P2 (Hombre) 24 años. Familia de tres (mamá y hermana) (Familia monoparental materna) sustento por la madre.

_ ¿Y en qué zona de Medellín trabajás vos generalmente como vendedor? _ Por la Bayadera, por Barriotriste, por el barrio Colombia, allí arriba, y no más. P8 (Hombre) 27 años con tres hijos (Familia nuclear) sustento por ambos cónyuges.

Así pues, la inmensa mayoría de los inquilinos de Los Andes sobrevive con ingresos muy inferiores al salario mínimo legal y sin los beneficios salariales que ofrece el empleo formal; de esto da cuenta la alcaldía de Medellín (2010) al afirmar que “los hogares encuestados poseen bajos ingresos económicos, pues el 48% afirma vivir de un salario mínimo, y el 16% por debajo de este valor. El 72% (212) de los hogares señalan que su jefe de hogar no se encuentra trabajando”. Por lo tanto, si las condiciones de empleo y remuneración del mismo no están garantizadas para los inquilinos, las repercusiones negativas se ven a todos los

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niveles del cubrimiento de necesidades básicas, y por ende de la Seguridad Humana, siendo la canasta familiar una de las más afectadas en estos casos. _ Las tres comidas, por ejemplo, las tres comidas ¿a veces no se ven? _ No, no, a veces no, es que no se ven. Es que no es que sea a veces, mi amor, es que aquí no se ve. Nunca. P1 (Mujer) 43 años. Familia de 4 - (Familia nuclear) sustento por el Padre (su cónyuge).

El Hacinamiento En términos del habitar, uno de los aspectos más llamativos en la vida de las personas participantes en la investigación y de Niquitao en general, relativo a la salud como componente de la multi-dimensionalidad en la conceptualización de la Seguridad Humana, es sin lugar a dudas, el hacinamiento. La alcaldía de Medellín (2008) ha informado que 51 inquilinatos presentan una ocupación con más del doble de su capacidad, encontrando que una pieza es ocupada hasta por 8 personas. _ ¿Vivir hacinados les genera problemas de salud o no? _Si, aquí de pronto muchas enfermedades, hay personas que vienen enfermas, no podemos vivir en un gremio de estos, varios baños para todos, varias duchas para todos… P10 (Mujer) 68 años. Familia de 3 (hijo e hija) (Familia monoparental materna) sustento por la madre (ella).

Pero ¿cómo afecta el hacinamiento directa o indirectamente la salud de las personas? La literatura existente al respecto afirma que en condiciones de hacinamiento y donde no se cuenta con los adecuados servicios domiciliarios, se presenta una mayor predisposición a los problemas de salud mental, a desarmonía entre las parejas, así como a un mayor índice de maltrato infantil (OPS, 1990). El hacinamiento y las características estructurales de Los Andes obligan a sus habitantes, entre otras situaciones, a la necesidad de turnarse en el uso de los baños, lo que implica que las condiciones de salubridad se vean afectadas negativamente en tanto que entre los turnos de uso de los mismos no se hace limpieza ni de las duchas ni de los sanitarios. Si bien el inquilinato cuenta con servicio de aseo -que realiza una de las inquilinas participante en la investigación-, dicho servicio se presta en unos horarios determinados, es decir, que no es 103

permanente durante el día, razón por la que en los horarios pico los inquilinos hacen uso de estos servicios en muchas ocasiones en el estado de suciedad en que los deja quien acaba de retirarse de ellos. Sin lugar a dudas, este es uno de los factores relativos a las prácticas espaciales que más preocupa, dadas las posibles situaciones de contagio y pandemia que se pueden suscitar. _ ¿Usted a veces encuentra los baños sucios? _ Ah sí, en horas de la mañana que la gente comienza a levantase. P11 (Mujer) 58 años. Familia de 5 (hija, yerno, y dos nietos) (Familia compuesta) sustento por la hija y el yerno

Ahora bien, Evans (2003) sostiene que la literatura de investigación psicológica revela una relación positiva entre el número de personas por habitación y la angustia, es decir, que a mayor número de personas en la pieza habrá un mayor estado anímico de angustia, fundamentalmente de estrés emocional y fisiológico negativo -distrés-; aunque advierte que es necesario excluir a aquellas personas que viven solas, ya que esta condición está bien documentada como correlato de enfermedad mental. Evans presenta estos datos en analogía con las poblaciones institucionalizadas, tales como presos y estudiantes universitarios, mostrando cómo también existe correlación entre el hacinamiento y el distrés psicológico, reacción que se presenta también en unidades residenciales luego de un periodo de seis meses. Los relatos sobre el hacinamiento dan muestra que hace parte de las condiciones que afectan el bienestar anímico de los inquilinos, y para el caso de Los Andes, es necesario además considerar algunas de las particularidades arquitectónicas de la edificación que tienden a acentuar el distrés. Para Dunn (2009), algunas de estas características “como la diferenciación inadecuada del espacio o largos y estrechos corredores, pueden intensificar el sentido del usuario del control”. Estas características espaciales relacionadas con el hacinamiento encajan con las encontradas en Los Andes, en tanto que tiene largos, estrechos y poco iluminados corredores que se caracterizan además por la corta proximidad entre una puerta de acceso a la pieza con la vecina, dando una sensación (al menos al visitante) de institucionalidad, de monotonía y regularidad, de despersonalización. Lo que Dunn advierte es que tal estrechez y proximidad con los vecinos produce en los habitantes un sentimiento de “incapacidad para regular la exposición a lo que nos rodea”; de manera que en el caso de Los Andes implicaría un sentimiento de falta de control sobre el espacio habitado junto al de ser controlado mediante el espacio mismo -los estrechos corredores monitoreados por cámaras de televisión lo 104

justifican-. Es relevante que se trate aquí de una percepción de falta de control sobre un espacio percibido, representado y vivido como adverso, ya que la tendencia general de los relatores es a reconocer el inquilinato como dotado de rasgos negativos para la salud, para el sano desarrollo integral de los menores de edad y para la seguridad. Este efecto de distrés a causa de las condiciones estructurales propias del hacinamiento en esta edificación, podrían aliviarse un poco si en lo exteriores de las piezas los inquilinos contasen con una mayor cantidad de espacio disponible y una apertura visual del perímetro, pero estas condiciones no están dadas en Los Andes. Debe en todo caso advertirse que una evaluación psicológica o fisiológica de los inquilinos con el ánimo de medir correlaciones entre hacinamiento y su salud emocional o física, sobrepasa los intereses y las posibilidades de esta investigación, pero es pertinente destacar la coincidencia entre los resultados presentados por psicólogos ambientales de renombre como Evans y Dunn, con los que arroja este estudio sobre socioespacialidades de la salud en Los Andes. _ ¿Qué opina de la arquitectura de este edificio? _ Muy mal hecha, ya vio lo que arriba están haciendo, eso es "hacinación", estrechando la gente. P9 (Mujer) 25 años. (Familia nuclear con tres hijos). Sustento por ambos cónyuges.

_ ¿Usted socializa con sus vecinos aquí? _ No ve que la sala antes ya… (Se refiere a que la sala fue desaparecida por la construcción de una nueva pieza)…aquí le ven a uno un lugar donde uno pueda entretenese con la gente entonces hacen una pieza ahí...hacinamiento se llama eso! P3 (Mujer) 42 años. Familia de 4 (2 adolescentes y esposo) (Familia compuesta) sustento por una hija

La Falta de Vivienda Propia La percepción de propiedad sobre la vivienda tiene, entre otras implicaciones sobre la salud, algunos alcances psicológicos significativos debido a que es el lugar base de apuntalamiento y expresión de la identidad. Esto obedece a que la vivienda se convierte en el lugar para la expresión del prestigio, la identidad, la reputación y el estatus social personal y familiar, por una parte, y de control por el otro, de acuerdo a las estipulaciones de las disciplinas de la psicología ambiental y la geografía humana, que reconocen que el conjunto de los significados adjudicados a la casa del hogar (entendida básicamente como el lugar de habitación de la familia) es un factor influyente sobre la salud. Este presupuesto 105

está en correspondencia con los argumentos de que la correlación pobreza-salud, es en parte un producto de la percepción y representación que de la propia pobreza hace la gente21. El reconocimiento de que la pieza del inquilinato no es propia es un factor más de esta ecuación entre pobreza y salud, dado que en Colombia la casa es generalmente el pasivo más importante de la mayoría de los hogares. Para el caso del inquilinato Los Andes, la no-posesión y no-exclusividad de las familias inquilinas sobre el inquilinato y la pieza se traduce además en otra consecuencia: en condiciones de higiene precarias. Hay poco cuidado por lo que se percibe como público en comparación con lo percibido como privado o personal; desafortunadamente el desaseo incluye los lugares donde se realizan las tareas de limpieza personal y preparación de los alimentos, es decir, dos de los principales espacios de prácticas que repercuten sobre la salud de las personas. La alcaldía de Medellín (2008) también ha afirmado que “de estos inquilinatos, 32 se encuentran en alto grado de deterioro, 84 no cumplen indicadores de sanidad, el 65% tiene los servicios públicos desconectados”. _Suelen pegar cuadros y cosas para tapar lo feo de la pared, ¿es por adornar? -No, vea, muchos, por tapar, porque a uno, como le digo, a uno le dan pena las paredes, y todo. Muchos, no les gusta poner nada porque les gusta es vivir así sin nada... Hablándolo francamente en la cochinada. P1 (Mujer) 43 años. Familia de 4 - (Familia nuclear) sustento por el Padre (su cónyuge).

_No, porque esto se mantiene muy sucio, por tanto peladito, o cuando llueve que eso se empantana por todas partes, se riegan papeles... ¿no ve como está de sucio? Y con lo que más pendiente me mantengo yo es con los baños. Que allá eso entran y hacen lo que hacen y no lo vacean... Es que eso ya coge mal olor eso ahí, entonces sí me toca volver a organizar eso. P6 (Mujer) 69 años. Familia de 5 (Familia extensa) sustento por la abuela (ella)

Sin embargo, existen otras posibles consecuencias sobre la salud mental asociadas a la no-posesión sobre la vivienda, es decir, sobre la pieza, que se debe al significado sociológico atribuido a la limitación entre el interior del hogar y el mundo externo. Esta característica de valor social es común a casi todas las culturas, de manera que la vivienda permite escalonar las relaciones sociales a través de la invitación a alguien en calidad de huésped, ya que esta práctica opera 21

Más adelante se presenta el concepto Gradiente Social de la Salud.

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simbólicamente tornando a la relación más cercana. Es decir, que la vivienda y el hogar se funden en un único espacio, un sitio importante para el desarrollo y mantenimiento de las relaciones sociales, tanto con las personas integrantes de la familia como con los otros. Contar con un nicho para el mantenimiento del apoyo social tiene una importancia ya revisada en las ciencias de la salud como un factor influyente y significativo del bienestar anímico, por lo que resulta importante que ese espacio esté adecuado tanto para promover como para mantener los vínculos sociales. Aunque no cabe en este trabajo analizar la salud psicológica de los inquilinos de los Andes, si es pertinente destacar algunas de las declaraciones que permiten establecer que, independientemente de las tipologías de inquilino aquí formuladas, estas personas superponen los límites de su casa a los de su pieza, no a los del inquilinato, del que manifiestan más extrañeza que apropiación, pero están permanentemente al tanto de que la estadía en la pieza está condicionada al pago diario del arriendo, lo que deriva en los consecuentes estados de distrés y ansiedad que manifiestan experimentar. _ Este es mi hogar pero como yo lo llevo con mi señora y mis hijos, pero en el modo de vivir no es hogar, para mí el hogar es la familia no el ambiente donde vivimos. P8 (Hombre) 27 años con tres hijos (Familia nuclear) sustento por ambos cónyuges.

_ Yo desde que salgo de la puerta de mi pieza digo "ya no estoy en mi casa" P10 (Mujer) 68 años. Familia de 3 (hijo e hija) (Familia monoparental materna) sustento por la madre (ella)

_ El estrés (es) uno estar pensando y pensando en la misma situación de uno y no tener como. ¿Sí? por ejemplo, yo debo tres o cuatro piezas, pa’ yo quitarme ese estrés de que van a venir a quitarme la pieza entonces entrego el televisor!! P6 (Mujer) 69 años. Familia de 5 (Familia extensa) sustento por la abuela (ella)

El Desarraigo Pero otra de las consecuencias de estas reconocidas no-posesión y noexclusividad sobre los inquilinatos y la pieza por parte de sus habitantes, implica derivar en un sentimiento de privación respecto del territorio, es decir, que lleva a pasar del tema de la seguridad personal al de la comunitaria. Esta consideración obliga, inicialmente, a partir del reconocimiento de la necesidad que cada sujeto 107

tiene de pertenencia a una comunidad social; es decir, que se requiere entonces y primero que nada sentirse miembro de un colectivo. Sin embargo, la concepción de comunidad está apuntalada en la de territorio, así que una de las condiciones que tienen en común las diferentes personas de un grupo humano “X” para ser comunidad es el sentimiento de pertenencia respecto de su territorio. Pero ¿será acaso posible desarrollar arraigo bajo un sentimiento constante de posibilidad latente de desalojo y migración, y bajo una relativa no-pertenencia al territorio y a la comunidad circundante? El caso de algunos de los inquilinos en Niquitao es el de frecuente movilidad intra-urbana, el de mudanza recurrente. _ Hay gente que se ha venido a vivir aquí de barrios populares, pues lastimosamente los han desplazado por la violencia. P11 (Mujer) 58 años. Familia de 5 (hija, yerno, y dos nietos) (Familia compuesta) sustento por la hija y el yerno

_ ¿Vos vivís aquí en el inquilinato hace cuánto tiempo? _ En esta última parte, llevo viviendo casi ocho años...nosotros de aquí nos hemos ido y hemos vuelto. Y nos hemos ausentado de aquí por mucho tiempo, a veces, pero hemos vuelto. P1 (Mujer) 43 años. Familia de 4 - (Familia nuclear) sustento por el Padre (su cónyuge).

Como se viene sustentando, existe una importante correlación entre el factor de desarraigo y el de percepción de propiedad sobre el espacio directo de la pieza, o mejor dicho, las significaciones del hábitat referidas a la posesión o no del mismo, que en el caso de los inquilinos, es la de no-posesión de una casa, la condición de ser no-propietarios. Al examinar su correlación con la salud se encuentra también que las posiciones de los inquilinos entrevistados respecto al sistema de salud al que acceden son diversas. Para algunos de ellos su condición de ser inquilinos que arriendan día tras día una pieza no incide negativamente en la atención en salud a la que acceden; para otros, dicha condición es indiferente a la calidad y acceso a este servicio; mientras que para los demás sí incide negativamente. No hay entonces una tendencia clara en este sentido. Sin embargo, esta investigación aborda sentidos, percepciones, representaciones y prácticas sobre el espacio y la salud que no necesariamente son coherentes entre sí -lo que se entiende como natural en el enfoque biográfico-, de manera tal que un inquilino puede representarse el servicio de salud que se le ofrece como bueno, mientras que sus relatos espontáneos sobre sus vivencias al respecto develan claras inconsistencias con esta representación. 108

_ ¿Vos sentís que te reciben bien? (refiriéndose a Metrosalud). _ Bien, sí. Pues el recibimiento es cálido, es, son hospitalarios, son acogedores... ¡Ah, viene, viene! Suba, que tal y tal cosa. Y allá le dan la citación para que venga tal y tal día, y así. P5 (Mujer con 4 niñas, 3 niños y esposo) 33 años (Familia nuclear) sustento por ambos cónyuges.

_ ¿Ustedes creen que si vivieran en otro barrio tendrían mejor atención en salud? _ Es lo mismo, antes nos pueden apoyar más que a cualquier persona así tenga dinero. P8 y P9, de 27 y 24 años respectivamente. Pareja joven con tres hijos (Familia nuclear) sustento por ambos cónyuges.

_ ¿O sea que vos a veces sí has ido al médico y no te han atendido, pues, o te han dado es eso, o qué? _ Siempre me han atendido, pero el proceso es muy lento es muy negligente... Es, por decirlo así, vea, muy ineficaz. Y es, por decirlo así, muy mediocre. O sea, algo es algo y peor es nada, y uno no puede ser desagradecido. P2 (Hombre) 24 años. Familia de tres (mamá y hermana) (Familia monoparental materna) sustento por la madre.

El Abuso Sexual como Realidad Entre las actividades de trabajo informal más recurrentes están el reciclaje y las prácticas de prostitución que, si bien en el país no son ilegales, no están legalizadas y por lo tanto no están reguladas; es decir, no se les brinda a las prostitutas los beneficios de un estatus laboral legal, lo que reduce sus posibilidades de acceso a ciertos derechos como la salud. Desafortunadamente, entre estas prácticas del “rebusque” propias de algunos inquilinos de los Andes y de Niquitao en general, se admite y promueve el abuso sexual infantil, ya que algunas de las “prostitutas” son menores de edad, con lo que su nominación no debe ser tal si no la de niñas en condición de abuso, explotación y comercio sexual, de acuerdo a la legislación nacional conocida como el Código de Infancia y Adolescencia del 2006. 109

_ Entonces ¿usted cómo está pagando la piecita porque ella (la hija mayor que está hospitalizada en el HOMO) les ayudaba ("prostituyéndose)? _ La niña, la otra, usted sabe, ella también cogió ese trabajo. P3 (Mujer) 42 años. Familia de 4 (2 adolescentes y esposo) (Familia compuesta) sustento por una hija.

_ Si veo en muchas madres, que yo no sé, son como insuficientes pa’ criar los hijos o qué? o la falta de dinero… y se pegan es de ellas (se refiere a la práctica de "prostituir" las hijas). P10 (Mujer) 68 años. Familia de 3 (hijo e hija) (Familia monoparental materna) sustento por la madre (ella).

El Abuso Sexual como Riesgo Potencial La situación que obliga a los inquilinos a compartir los servicios sanitarios tiene otras implicaciones en otra dimensión de la salud. Los muy reducidos espacios físicos de cada pieza promueven una práctica entre los inquilinos que invierte la relación socioespacial de lo público/privado. Consiste en que los inquilinos e inquilinas salen envueltos(as) en sus toallas hacia las duchas comunitarias, y regresan de igual manera a sus piezas una vez concluyen su aseo personal. Los testimonios referidos a la presencia de sujetos con predisposición al abuso sexual de niños, niñas, adolescentes y mujeres adultas, son recurrentes y consecuentes con las informaciones recogidas en el rastreo bibliográfico previo, así como durante la investigación. Estas circunstancias derivan en una constante preocupación para algunos de los habitantes de Los Andes, lo que además de afectar su salud emocional por los niveles de distrés a los que los puede conducir, representa la preocupante probabilidad de que esta amenaza se haga realidad con las nocivas consecuencias para la salud física y emocional de la víctima y sus familiares. Debe recordarse además que, como se ha expuesto antes, algunas adolescentes están en condición de abuso sexual bajo la modalidad de comercio sexual de menores de edad, lo cual ratifica la probabilidad de que un abuso sexual se presente propiciado por la práctica de los inquilinos de desplazarse por el inquilinato cubiertos tan sólo por una toalla. _Cuando va a hacer otra diligencia más importante me toca acompañala (…) porque no falta el…si…el insuficiente que le diga alguna cosa, que la mire, que la gateé, a mí ya me ha tocado aquí pelear y dar machete (…) si, o cuando la ven por ahí en los pasillo que les da por tocala (...) de la traba porque el uno tira bazuco, el otro tira sacol, el otro tira pepas... 110

P10 (Mujer) 68 años. Familia de 3 (hijo e hija) (Familia monoparental materna) sustento por la madre (ella).

La Mala Nutrición Cocinar en el inquilinato es una práctica correlacionada con el hacinamiento y las características estructurales de Los Andes, y que si bien no deriva necesariamente de las condiciones socio-económicas de pobreza de sus habitantes, sí se suma a ellas para acentuar sus consecuencias sobre la salud, ya que la cocina es otra de las instalaciones comunitarias en Los Andes que genera unas especiales consecuencias. La necesidad de turnarse el uso de las cocinas con horarios y condiciones delimitadas, con tiempos de uso muy reducidos debido a una muy alta demanda de este servicio, genera otra serie de consecuencias que resultan contrarias a la salud cuando los inquilinos circunstancialmente no logran adherirse a las normas que regulan esta práctica. Sin duda, este es otro aspecto opuesto a lo que acontece en los modelos de viviendas tradicionales, que implica que a veces los inquilinos no puedan comer en algún momento del día por estar fuera de su horario de cocina; o que parte de los alimentos en preparación sean hurtados; o que al no poder calentar los alimentos tengan que ser consumidos fríos. _ Ya a las 9:30 o 10:00 pm ya debo de estar aquí porque ya no me dan tiempo de hacer la comida, si, si yo a las diez y media de la noche no he cocinado, me tengo que venir con la comidita de allá (refiriéndose a los fogones comunitarios) y me tengo que acostar sin comer. P1 (Mujer) 43 años. Familia de 4 - (Familia nuclear) sustento por el Padre (su cónyuge).

_ Ayer me quedó el almuerzo crudo porque estaba era lavando (acerca del cierre del gas para la cocina en una hora determinada). P3 (Mujer) 42 años. Familia de 4 (2 adolescentes y esposo) (Familia compuesta) sustento por una hija

Las Condiciones Insalubres La suciedad de las instalaciones es un aspecto particular de Los Andes y su vecindario que se hace recurrente en las declaraciones de los inquilinos, y que además coincide con la observación del investigador y el rastreo bibliográfico previo. Estas condiciones antihigiénicas, además de obedecer a cualidades estructurales de la edificación, son también sin duda el resultado de comportamientos directamente ligados a la salud como prácticas espaciales; es 111

decir, que estos hábitos sociales repercuten en la configuración espacial del lugar, dotándolo de ciertos significados y, con ello, revirtiéndose de nuevo sobre las prácticas singulares y colectivas. Respecto a las prácticas espaciales como noción en el trabajo de Henry Lefebvre, Andy Merrifield (2000) expresa que “las prácticas espaciales pueden ser reveladas por el desciframiento del espacio y tienen afinidades cercanas con el espacio percibido, con las percepciones que la gente tiene del mundo, de su mundo, particularmente con respecto a su mundo cotidiano y su respectivo espacio”22. _ ¿Usted por qué cree que a veces la gente deja el baño sucio? _ Porque yo me imagino esto: que ellos muchas veces creen que están en la manga. Y como en la manga no tienen que vaciar... Entonces, hacen lo que hacen y salen. Aquí también es lo mismo. _ ¿Muchos de ellos, a veces, eh, defecan en la manga? _ Hombre... Pero, más, son los hombres. Y como es en el puente que se mantienen... Creen que están debajo del puente o están por ahí en la calle o detrás de un muro, que lo hacen... P6 (Mujer) 69 años. Familia de 5 (Familia extensa) sustento por la abuela (ella)

Es decir, que a la luz de la teoría socioespacial de Lefebvre, en un inquilinato como Los Andes se dan prácticas cotidianas relativas a la salud, y en este caso a la higiene, que obedecen a la configuración espacial particular de estos espacios urbanos -como demuestra el testimonio anterior sobre el inquilinato y su vecindad con la manga adyacente al puente- y que, simultáneamente, propician la reproducción de los mismos -las prácticas en la manga que luego se reproducen en el inquilinato-. Se entiende además desde Lefebvre que estas prácticas espaciales ligadas a la reproducción de los inquilinatos como espacios hábitat, se anudan a ciertas condiciones que el poder estatal, en este caso la municipalidad, impone sobre los mismos y sus habitantes, y de las cuales se desprenden proyecciones y acciones dirigidas a la administración y control de diversos aspectos de estas poblaciones, tales como los de la salud y la seguridad. _Yo te pregunto, ¿eso que acabás de decir que es, pues, muy importante, vos de dónde lo sacás: de tu experiencia propia o de la de los vecinos?

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Traducción propia

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_De mi experiencia propia y la de los vecinos que se han quejado del sistema de salud aquí en Colombia. P2 (Hombre) 24 años. Familia de tres (mamá y hermana) (Familia monoparental materna) sustento por la madre.

La Insuficiencia en la Prestación de los Servicios de Salud Considérese entonces la atención hospitalaria a estas personas a sabiendas de que la enorme mayoría de los habitantes de inquilinatos pertenecen a los estratos 0 y 1 de la población, tal como lo ha señalado la alcaldía de Medellín y reafirmado por uno de inquilinos de Los Andes, en el siguiente testimonio: _Hay gente de estrato cero, hay gente de estrato uno y uno que otro por ahí de estrato dos. Pero muy pocas familias, por ahí tres. P2 (Hombre) 24 años. Familia de tres (mamá y hermana) (Familia monoparental materna) sustento por la madre.

Si bien los inquilinos de Los Andes pertenecen, por su nivel socio-económico, a los estratos 0 y 1 del Sisbén, la directriz estatal es que los habitantes de los inquilinatos sean clasificados en el momento de la encuesta en el nivel 0 de este instrumento estadístico de focalización individual que identifica los hogares, las familias o los individuos más pobres y vulnerables en Colombia, con el fin de que esta población pobre sea la beneficiaria de programas de atención social. Así pues, la oportunidad que tienen los inquilinos en Niquitao de recibir atención médica oportuna y eficiente estriba fundamentalmente en la pertenencia a dicho sistema estadístico, con las limitaciones en atención médica especializada y cobertura en medicamentos propias del mismo. Podría preguntarse entonces, ¿el servicio de atención médica prestado a estas familias cubre suficientemente sus necesidades de salud? Los relatos de los inquilinos de Los Andes sobre este tipo de experiencias son de diversa índole, sin embargo, la respuesta a esta pregunta difícilmente llegaría a ser afirmativa al contrastar aquellos de sus relatos fundados en representaciones con otros fundados sobre experiencias directas con el servicio. _ No obstante, pues, el noventa por ciento, noventa y cinco por ciento de la población del país tiene cobertura total en salud; pero hay que ver, una cosa es la cobertura total en salud y otra cosa es qué clase de calidad se le da a la salud para atender a los beneficiarios del sistema, tanto contributivo como subsidiado de salud.

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P2 (Hombre) 24 años. Familia de tres (mamá y hermana) (Familia monoparental materna) sustento por la madre.

Las Limitaciones en el Acceso a las Medicinas Es claro que la pobreza representa una dificultad para el goce de servicios de salud particulares, a los que sólo en casos muy excepcionales, como algunas emergencias, los inquilinos de Los Andes pueden acceder. Igualmente, estas condiciones de pobreza de los inquilinos limitan el acceso a medicinas de mejor calidad que las que su sistema de salud les suele proveer -usualmente genéricas o de bajo precio-, o les limita las posibilidades de movilizarse para reclamar las drogas que este Régimen Subsidiado de Salud les ofrece de manera incuestionable para sus tratamientos. En este sentido, la Seguridad Humana en términos de salud se ve seriamente afectada debido a que estás personas, ya en estado de vulneración principalmente por la pobreza, no logran hacerse debidamente a los medicamentos apropiados para el tratamiento de sus enfermedades. Esta situación problema radica en las representaciones mentales negativas que algunos inquilinos tienen acerca de las medicinas prescritas por los médicos del sistema; en los inconvenientes estatales para la disposición de un adecuado presupuesto para la salud; en las serias dificultades recientemente denunciadas por los medios acerca de la corrupción en este sistema; y en los problemas de orden burocrático que finalmente hacen de dicho sistema de salud un régimen indolente frente a los quebrantos de salud de esta población de los inquilinatos, sumando así a sus diferentes dificultades socio-económicas “otro palo en la rueda”, un requisito para la entrega de medicamentos basado en una supuesta capacidad de desplazamiento de los inquilinos, que presupone erróneamente además que poseen un capital disponible para la misma. _ Tengo que ir a la clínica San Rafael a pedir una cita con el cirujano, (…) a Itagüí (…) si a mí me mandaron orden pero la orden fue que pidiera la cita. P3 (Mujer) 42 años. Familia de 4 (2 adolescentes y esposo) (Familia compuesta) sustento por una hija

_ ¿Y no puede pedir eso por teléfono? _ No, allá no dan citas por teléfono. (…) y no tengo a quien mandar porque no mantengo plata pa' pagar mandaos. P11 (Mujer) 58 años. Familia de 5 (hija, yerno, y dos nietos) (Familia compuesta) sustento por la hija y el yerno

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_ Porque aquí lastimosamente la mayoría de gente, el noventa por ciento de la gente no tiene poder adquisitivo para adquirir un medicamento que le cure de pronto un mal grave, como estábamos diciendo ahorita. P2 (Hombre) 24 años. Familia de tres (mamá y hermana) (Familia monoparental materna) sustento por la madre.

La Auto-medicación y Auto-tratamiento Sobre la anterior situación problema que afecta la salud de los inquilinos y así su Seguridad Humana, se expuso que una de sus causas son las representaciones mentales negativas que algunos de ellos tienen acerca de las medicinas prescritas por los médicos del sistema de salud; sin embargo, este escepticismo comprende también la figura de los médicos y el sistema en sí, de manera que algunos inquilinos optan en varias ocasiones por una serie de prácticas alternativas para sustituirlos a la hora de atender sus enfermedades. Esta investigación muestra una tendencia muy marcada en algunas de estas personas hacia prácticas “curativas” tradicionales de orden mágico o no, de manera que algunas de estas prácticas poseen cualidades de las medicinas ancestrales, mientras que otras son, desde la perspectiva del investigador, del orden de la superstición. No es objetivo ni capacidad de esta investigación valorar la cientificidad de estas prácticas “medicinales”, ni siquiera lo es ofrecer un juicio de valor sobre ellas; sin embargo, sí resulta de interés estudiar cómo se dan y se mantienen en un hábitat caracterizado por la marginalidad social. En este sentido, es en las márgenes sociales donde caben las prácticas marginales de la salud que son valoradas como ciertas, y ya se ha aceptado aquí una clave de comprensión del inquilinato como heterotopía, como contra-espacio en el que un emplazamiento real como lo es un hospital con todas sus características de higiene y rigurosidad médica, se ve aquí no sólo cuestionado, sino además invertido. _ Para bajar la fiebre, por ejemplo, si usted tiene una fiebre muy impresionante, entonces usted llega y se mete al baño, al baño de agua fría. Luego se arropa bien arropado y se pone una media mojada. Y eso le baja la fiebre. P11 (Mujer) 58 años. Familia de 5 (hija, yerno, y dos nietos) (Familia compuesta) sustento por la hija y el yerno

_ Entonces, a usted le dijeron que tenía hepatitis y usted qué, ¿qué ha tomado para eso?

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_ No... No, pues yo ahí sí me puse pilas. Yo hice el tratamiento por diez años, que a mí me mandaron (…) Pero casero. Si no fue el médico sino el abuelito mío que me dio. Con el cilantro de sabana y la raíz de azafrán, y hígado licuado con mora. P1 (Mujer) 43 años. Familia de 4 - (Familia nuclear) sustento por el Padre (su cónyuge).

La Violencia En el tema de la seguridad personal, la conceptualización de seguridad del PNUD se orienta conforme a la filosofía del freedom from fear, o libertad frente al temor del uso de la violencia en todas sus formas en contra de las personas. Para el caso de los inquilinos de Los Andes y de Niquitao en general, la seguridad personal se compromete a causa de la presencia de actores armados que conforman las bandas de control del mercado de estupefacientes, que por décadas han permanecido en el sector y son determinantes de prácticas tales como el control de territorio, la regulación de la convivencia entre vecinos y el ajuste de cuentas. Allí concurren además, consumidores de drogas, prostitutas, jíbaros y otros personajes propios del lumpen medellinense. Es por estas razones que el sector San Lorenzo, y muy especialmente Niquitao, ha sido reconocido por eventos delincuenciales de diferente orden desde hace muchos años, confiriéndosele una connotación violenta duradera, de estigma social entre los demás habitantes de Medellín y los suyos propios: _ Dormía debajo de este puente, donde llegaba la policía a cada rato "vea ayúdeme a sacar ese muerto que está al lado suyo"…tan tan tan (onomatopeya de una balacera), cayó uno al lado, sobrevivientes de esa época… P4 (Hombre) 56 años. Vive solo

_ ¿A usted le molesta o no vivir frente a un puente tan transitado? _ Uno se acostumbra, lo que no me gusta es vivir en piezas con ventana hacia la calle porque aquí ya se han hecho atentados con petardo. P9 (Mujer) 25 años. (Familia nuclear con tres hijos). Sustento por ambos cónyuges

La Drogadicción De nuevo, es factible apoyarse en las nociones de Lefebvre (1974/1991) para explicar un poco más esta situación: las nociones de representación del espacio y espacios de la representación; ambas se ligan respectivamente a los llamados 116

segundo y tercer espacio de Soja (1996), siendo este último el espacio de la vida cotidiana que dicho autor relaciona además con el lado clandestino de la vida social. Partiendo de estos conceptos, se deriva en la intelección de que las representaciones que, tanto habitantes como visitantes de Niquitao, tienen de este lugar, promueven la durabilidad del estigma de zona de tolerancia que a la fecha le acompaña. Estas representaciones compuestas de símbolos e imágenes tejidas sobre Niquitao, están inmersas en la experiencia cotidiana de sus habitantes, e inclusive, en la ocasional de sus visitantes, ya que incitan ciertas prácticas y experiencias sociales reproductoras del espacio y relativas a la salud, que se superponen a los emplazamientos físicos; lo que Lefebvre denominaría los espacios de la representación. Sin lugar a dudas, el estigma de zona de tolerancia pervive como esencia socioespacial en tanto que algunos propios y visitantes replican una y otra vez las prácticas de consumo de sustancia, tanto al interior del inquilinato como en sus alrededores. Esta práctica reproduce el espacio tanto físico como psicológico en los consumidores de “vicio”, y dicho espacio reproduce a estos consumidores y produce a otros más que ingresan en este complicado mundo de las adicciones. Uno de los hallazgos más significativos es la comprobación de que Niquitao es una sociespacialidad de expendio y consumo de sustancias ilícitas, dado que en él se presentan en total consistencia los tres espacios de Soja y de Lefebvre: un primer espacio de materialidades impregnadas de esta práctica, tales como los bajos del puente, las aceras de la cuadra, la manga vecina y las mismas piezas, es decir, emplazamientos físicos marcados, dispuestos y reproducibles para el consumo de sustancias psicoactivas. Ese segundo espacio representado como zona de tolerancia existe en la mente de muchos de los habitantes de Medellín que tienen alguna concepción acerca de este espacio; prueba de ello son los innumerables reportes de prensa que dan cuenta de esta condición, y los testimonios de todos los participantes de la investigación. Y finalmente, Niquitao y Los Andes constituye un espacio en el que esta práctica es vivida día a día por habitantes y visitantes, de manera que su vivencia del lugar está atravesada por el consumo de bazuco, marihuana y sacol, entre otros. Así la sociespacialidad como espacio de confluencia de estos tres espacios está dada, de manera que la práctica del consumo y venta de estas sustancias es una condición socioespacial que influye directamente sobre la salud. _ ¿Usted cree que ellos son los culpables de que a usted le haya dado asfixia? _ A fondo no porque a eso hay que echarle también que mucho trasnocho, mucha marihuana. P12 (Hombre) 60 años. Vive solo.

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_ ¿Usted se siente segura en su pieza? (…) Y en el inquilinato? _ Pues no, tampoco, (…) por lo pelaos, porque a mí no me gusta dejarlos aquí solos, me preocupa que ellos (los administradores) le alquilan a la gente pa’ que venga a tirar vicio aquí, pues esto aquí no es seguro ni pa' ellos. P10 (Mujer) 68 años. Familia de 3 (hijo e hija) (Familia monoparental materna) sustento por la madre (ella).

Las Formas de Habitar ¿Están en Relación con la Salud? Como se ha expuesto al momento, tanto las relaciones sociales, el Dasein en tanto Ser Ahí en el habitar, como los hábitos en el inquilinato, operan y se transforman por múltiples razones; y entre ellas se ha argumentado la incidencia sobre la salud del hecho de que el inquilino no pueda asumir el espacio físico de la pieza como de su propiedad, a excepción de los enseres y objetos que esta contiene. Esta circunstancia impacta la integración del inquilino con el resto de habitantes del inquilinato y el vecindario, estableciendo una gama de formas de ser respecto al habitar de las que se perciben las tres tendencias de inquilinos inconforme, indiferente y conforme- de las que ya se ha dado cuenta en la unidad sobre este tema. Es así como de la misma manera pueden distinguirse tres tendencias de salud respectivas a cada tendencia de habitar: Esa primera tipología formulada, la del inquilino inconforme, ese que tiende a manifestar en sus declaraciones consientes sentirse no perteneciente al lugar, pero que demuestra estar adaptado aunque insatisfecho con su hábitat, también se orienta a realizar prácticas en el lugar con las que intenta mantener condiciones favorables a la salud, en tanto que tiende a un tipo de hábitat de tipo convencional, que no es el que corresponde al inquilinato sino al de vivienda familiar tradicional. En este sentido, este tipo de inquilino procura prácticas homologables tanto a las del tipo de hábitat al que tiende, como al que está adaptado, con sus correspondientes incidencias sobre la salud.

_ ¿Vivir hacinados les genera problemas de salud o no? _ Si, aquí de pronto muchas enfermedades, hay personas que vienen enfermas, no podemos vivir en un gremio de estos, varios baños para todos, varias duchas para todos. P2 (Hombre) 24 años. Familia de tres (mamá y hermana) (Familia monoparental materna) sustento por la madre.

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_ ¿Y Vos cómo te cuidás? _ En el lavar la ropa, los tendidos, que si aquel tiene gripa no dejarlo juntar con él (refiriéndose a su niño). P9 (Mujer) 25 años. (Familia nuclear con tres hijos). Sustento por ambos cónyuges.

En la segunda tipología formulada, la del inquilino indiferente, ese que tiende a manifestar en sus declaraciones consientes indiferencia a ser perteneciente o no al lugar, y que por lo tanto demuestra estar adaptado y estar conforme con su hábitat, también se orienta a realizar prácticas en el lugar que son acordes a las habituales del inquilinato, independientemente que mantengan condiciones favorables o no favorables a la salud, en tanto que tiende a este tipo de hábitat. En este sentido, este tipo de inquilino procura prácticas homologables con las del tipo de hábitat al que está adaptado, con sus correspondientes incidencias sobre la salud. _ Doña (P1), y ¿usted cómo sabe que tiene que usar esos inhaladores, si no ha ido al médico? _ No, vea, como el muchacho (nombra a un administrador) el dueño de este hotel (...) él sufría asma, entonces él me enseñó a mí cómo me los echaba. P1 (Mujer) 43 años. Familia de 4 - (Familia nuclear) sustento por el Padre (su cónyuge).

En la tercera tipología formulada, la del inquilino conforme, ese que tiende a manifestar en sus declaraciones consientes sentirse perteneciente al lugar, y demuestra estar adaptado y satisfecho con su hábitat, también se orienta a realizar prácticas en el lugar que son acordes a las habituales del inquilinato y de la calle, independientemente que mantengan condiciones favorables o no favorables a la salud, en tanto que tiende a este tipo de hábitat y al que la condición de calle representa. En este sentido, este tipo de inquilino procura prácticas homologables con las del tipo de hábitat del que proviene y al que está adaptado, con sus correspondientes incidencias sobre la salud. _ Yo me conformo con comprar dos o tres trabitas, la platica de la pieza y alguna cosita pa’ hacer de comer. P4 (Hombre) 56 años. Vive solo

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¿Cómo pensar asequible entonces la seguridad comunitaria bajo las condiciones de extrañeza socio-espacial que experimentan los inquilinos inconformes? Cabe hacerse esta pregunta para volver al tema de la seguridad comunitaria, una vez revisada la salud como una dimensión de esta seguridad, en términos de los sentimientos de arraigo y pertenencia al hábitat. La seguridad política de la visión del PNUD abraza fundamentalmente una promesa de supervisión para que los derechos humanos básicos de los ciudadanos sean promovidos y respetados por los Estados, que las personas puedan acceder a las posibilidades de mercado y demás oportunidades sociales en medio de un ambiente de paz. Para los inquilinos de Loa Andes esta manifestación de seguridad se ve reducida debido a que la libertad del miedo (freedom from fear) no está garantizada, al igual que tampoco lo está la libertad de las necesidades (freedom from want), según se ha expuesto previamente. Es decir, se ha sustentado ya que a raíz de su condición socio-económica la mayoría de estas personas no poseen las condiciones necesarias para el acceso suficiente al mercado de bienes y servicios tales como la canasta familiar, el empleo o la vivienda propia, condiciones que serían necesarias para su seguridad de acuerdo con Alkire (2004). Además y subsecuentemente, su capacidad de injerencia en la toma de decisiones políticas en relación a sus destinos puede verse igualmente afectada. Aunque seguramente podría asumirse que entre la amplia gama de preocupaciones de los inquilinos de Niquitao las de carácter medioambiental y de esparcimiento podrían ser las de menor importancia, no está de más su examen, dado que la recreación y sana socialización hacen parte de los atributos de esta Seguridad Humana. Es evidente a los ojos de un visitante promedio que la relación de espacios verdes y de recreación o socialización por número de habitantes del inquilinato Los Andes es insuficiente, dado el fenómeno de hacinamiento que se sufre dentro de estos espacios (el inquilinato y las piezas). Es interesante que aunque para los inquilinos entrevistados en la investigación, si bien la percepción de hacinamiento es una tendencia homogénea, la percepción de que no existen los suficientes espacios para la socialización sea heterogénea, pero aun así debe entrar en consideración en el análisis de la Seguridad Humana, en cuanto a la salud. _ ¿Usted socializa con sus vecinos aquí? _ No ve que la sala antes ya…aquí le ven a uno un lugar donde uno pueda entretenese con la gente, entonces hacen una pieza ahí...hacinamiento se llama eso!

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P3 (Mujer) 42 años. Familia de 4 (2 adolescentes y esposo) (Familia compuesta) sustento por una hija

Fotografía 4-1 Único patio en Los Andes. Fuente: Elaboración propia.

Todos estos miramientos hechos hasta ahora respecto a la seguridad humana en su concepción más amplia, gravitando en torno a la salud, y en lectura de comparación con las condiciones del habitar de los inquilinos de Niquitao, conlleva necesariamente a la discusión sobre la equidad en la participación de la riqueza en la ciudad de Medellín, en el respeto por las libertades fundamentales de los ciudadanos y en la responsabilidad que debe soportar el estado de ser promotor y garante líder de ambas acciones. Esta concepción amplia de seguridad abarca entonces y sin lugar a dudas la dimensión política potencial de los inquilinos, pero acaba de desnudarse en el hilo argumentativo de esta exposición una relación de subordinación de unas facetas de la seguridad respecto a otras; es decir, se infiere con relativa facilidad que para alcanzar el disfrute de la seguridad política es muy importante (por no decir de una vez, necesario), primero disfrutar de seguridad alimentaria, económica y personal. En declaraciones de Tadjbakhsh (2008): Si el desarrollo humano tiene que ver con las personas y ampliar sus opciones para llevar la vida que ellas valoran, la seguridad humana reconoce las condiciones que amenazan la supervivencia, la continuación de la vida diaria y la dignidad de los seres humanos. La seguridad humana se refiere a la garantía de la continuación del desarrollo humano, su prerrequisito, al igual que la priorización de sus variables más urgentes. 121

Es decir, que la seguridad humana es requisito indispensable para el avance del desarrollo humano, del que la dimensión política debe ser, en todo caso, parte esencial pero supeditada al previo cumplimiento de otros niveles de seguridad. Ya se había advertido antes que desde la psicología humanista puede observarse que este ordenamiento jerárquico de las seguridades que se deben garantizar a los inquilinos en pro de su seguridad política, se corresponde con la escala de necesidades humanas a satisfacer como requisito para el real desarrollo humano, realizada por el psicólogo Abraham Maslow (1968) y compendiada en una formulación ampliamente conocida como la pirámide de Maslow. Es posible identificar la visión de desarrollo humano de este autor como un correlato de la doctrina de la seguridad humana, especialmente en la versión de la Comisión sobre Seguridad Humana que según Alkire (2004) la define como: “proteger el núcleo vital de toda vida humana de una forma que enaltezca las libertades humanas y la realización de las personas” Maslow también enfatiza que las personas logran satisfacer sus necesidades de autorrealización, sólo gracias al cumplimiento de unas necesidades básicas sobre las que se erigen otras de nivel superior. Específicamente, parte de las necesidades fisiológicas como de satisfacción prioritaria antes de anhelar siquiera un estadio de realización personal. Desde esta perspectiva psicológica se descubren de nuevo serias dificultades de suficiencia en las condiciones básicas para el bienestar de los inquilinos de Los Andes, dificultades ya planteadas aquí junto con los hallazgos y fuentes bibliográficas que respaldan la afirmación de que se trata de una población marginada, cuya condición más sobresaliente es la de ser una comunidad vulnerable en múltiples sentidos: _ Yo arranqué con mis hijos a las 4 de la mañana, agua Dios misericordia (…) a las 8 de la mañana hacían la primer llamada, agua Dios misericordia porque no escampó, el frío nos arrumó, el hambre nos arrumó, sin con que tomanos un tinto. P10 (Mujer) 68 años. Familia de 3 (hijo e hija) (Familia monoparental materna) sustento por la madre (ella).

_ ¿Y usted dónde cocina? _ Ahí en mi pieza. Con una pipeta (de gas). P3 (Mujer) 42 años. Familia de 4 (2 adolescentes y esposo) (Familia compuesta) sustento por una hija

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_ Duré más de quince días pidiendo una cita (por un dolor de cabeza) y nunca me la dieron. (Refiriéndose a Metrosalud) P5 (Mujer con 4 niñas, 3 niños y esposo) 33 años (Familia nuclear) sustento por ambos cónyuges.

_ Y a los diez años padecí viruela y me tuve que salir de estudiar, tuve que abandonar los estudios... Estaba en segundo de primaria y tuve que abandonar el colegio, la escuela, por eso. P2 (Hombre) 24 años. Familia de tres (mamá y hermana) (Familia monoparental materna) sustento por la madre.

Testimonios como estos impiden dar por sentado que tanto la seguridad, requisito que ocupa la segunda posición en la pirámide de Maslow, como la siguiente de afiliación, estén siendo satisfechas a los inquilino de Los Andes, es francamente discutible. En los términos de pre-requerimiento que la pirámide propone para desarrollar este esperado potencial de decisión política de los inquilinos sobre sus destinos, en aras de alcanzar su seguridad humana integral, resulta una consecuencia lógica inferir que es una tarea dificultosa pretender alcanzar un refinamiento intelectual o espiritual, o un buen nivel de participación política con el estómago vacío o con un inminente peligro de agresión a la integridad física o psicológica. Al llegar al final de esta discusión sobre la seguridad humana en relación especial a la salud de los inquilinos, puede resumirse que al argumentar las condiciones de existencia de los habitantes de inquilinatos de Niquitao, como el de Los Andes, se hace inevitable la pregunta por su nivel de seguridad humana, por su dignidad y por como efectivamente dichas condiciones tendrían que apuntar a un desarrollo humano del orden de la seguridad integral y de la autorrealización, donde la expresión y ejercicio político serían un signo de dicho beneficio. En palabras de Amartya Sen (2000), uno de los principales promotores del tema y quien presidió la Comisión sobre Seguridad Humana junto a Sadako Ogata: “Para lograr la seguridad bajo estas circunstancias, y tratar de garantizar una vida diaria segura en general, necesitamos provisiones económicas y sociales (…) pero también participación política, especialmente de los débiles y los vulnerables, en tanto que su voz es vitalmente importante”.23

23

Traducción propia.

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Los Andes: ¿Salud y Desarrollo? A lo largo de esta presentación se han expuesto diferentes argumentos que dan cuenta de la correlación entre la salud y la condición socioeconómica, sobre todo a la luz de una seguridad humana que implica que su goce integral depende, en términos concretos, de alcanzar un aceptable nivel de desarrollo económico y social. Se ha mostrado, para no haberle dado por sentado desde un principio, que hay una correlación positiva entre marginalidad y vulneración a la salud. Se considera pues que la relación entre la salud y el desarrollo económico está bien establecida, pero una prueba más de ello es que la tasa más alta de muerte infantil se da por causa de enfermedades infecciosas en los países de más bajos ingresos, por razón de la desnutrición y la falta de saneamiento. Hasta ahora, las condiciones intrínsecas de habitar en Los Andes plantean insuficiencias en la provisión de un ambiente con el saneamiento e higiene adecuados, más que por razones estructurales -aunque bien se requiera de un mejor aprovisionamiento de servicios sanitarios, entre otras mejoras- por razones de los hábitos anti-higiénicos de algunos de sus inquilinos. Las posibilidades de estar expuestos a componentes infecciosos por causa de estas prácticas, tales como los agentes patógenos fecal-oral comprometidos en enfermedades diarreicas y otras más, que agravan el estado de salud de personas con desnutrición, están a la orden del día; lo que es de hecho característico de las condiciones de vida de muchas personas en el mundo por su situación de pobreza, entre las que se encuentran los inquilinos de Los Andes. Es sabido además que tanto la mala nutrición como la depresión debilitan el sistema inmunológico humano, con lo que los marginados resultan más vulnerables a infecciones que los adinerados, y de caer enfermos, el ciclo de “mala nutrición - inatención médica e infección” aumenta el riesgo de padecer en el futuro episodios más graves y prolongados de enfermedad, por lo que la condición de pobreza acerca progresivamente a los pobres más a la muerte. _ ¿A usted le han explicado cómo es que se tiene que cuidar esa pierna? _ Si, que tengo que mantenerlo alto y no andar mucho porque se me hincha, vea ahí está como hinchado (…) y sin embargo me mantengo andando, aquí es donde más ando, porque usted sabe que para uno lavar la loza, y ayudarle a la hija mía y tender la ropa y todo. P11 (Mujer) 58 años. Familia de 5 (hija, yerno, y dos nietos) (Familia compuesta) sustento por la hija y el yerno

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Asthana (2009) afirma que “a medida que la riqueza media de un país aumenta, tiende a haber una mejora en los niveles de vida y una subsiguiente disminución de enfermedades que están asociadas con la pobreza y la mortalidad infantil”. De lo que se trata entonces es de afianzar un indicador muy importante para las ciencias de la salud: la esperanza de vida. Este índice mejora a medida que la carga de mortalidad de una región obedece más a las enfermedades no transmisibles como las crónicas o degenerativas, que a las de transmisión. Este proceso, dice Asthana (2009), se conoce formalmente como "transición epidemiológica", concepto con el que se comparan las condiciones de salud de las regiones con relación a su nivel de desarrollo. Sin embargo, desde la geografía crítica ha sido posible cuestionar este concepto ya que se apoya en el supuesto occidental, muy discutible, de que los mal llamados “países en desarrollo” simplemente calcan la experiencia de desarrollo de los llamados “desarrollados”. Sin embargo, la globalización viene impactando a los países y comunidades más pobres en sus sistemas de producción, en sus finanzas, sus comunicaciones, en su tasa de consumo por habitante, en sus relaciones sociales, en sus dinámicas políticas y por ende en sus sistemas de gobierno, entre otras dimensiones más de la vida individual y colectiva que impactan la salud, de una forma tal que su crecimiento y desarrollo no se da precisamente de manera lineal o progresiva como estaba previsto en las representaciones del espacio o espacio concebido de los gurúes de la economía “primer-mundista”. Sin duda, Niquitao, y sus habitantes en general, están en el medio geográfico y político de una ciudad que se aprecia a sí misma por su vocación de desarrollo, ciudad comercial, turística y prestadora de servicios; y esto tiene sus consecuencias. El politólogo Juan Restrepo Castro (2012), investigador de la Personería de Medellín, ha realizado un estudio muy reciente sobre la pobreza e inequidad en esta ciudad, evaluándola como la más inequitativa del país en cuanto a la distribución de la riqueza. Como se ha venido sustentando, sin duda esto incide negativamente sobre la salud de los más pobres, ya que en sociedades así, altamente desiguales, donde la gran riqueza es posesión de una minoría privilegiada, hay un número significativamente grande de personas de bajos ingresos cuya salud también es muy deficiente. Los datos de Restrepo son categóricos respecto a la inequidad de Medellín: Sumado a esta realidad, según cifras nacionales, nuestra ciudad se ubica como la más desigual entre las capitales más importantes del país en distribución de la riqueza. Con un coeficiente GINI del 0,566 (GINI: no indica nivel de pobreza pero sí los niveles de equidad en la distribución de la riqueza, siendo 1 total desigualdad en la distribución de la riqueza y 0 absoluta igualdad). Medellín puntea en la lista de las capitales más desiguales en Colombia, generando profundas desigualdades a nivel de seguridad económica y seguridad humana. 125

Asthana (2009) a su vez sostiene, al referirse al concepto de pobreza relativa, que “la desigualdad de ingresos tiene un efecto directo en la salud (por encima de los efectos añadidos a causa de los ingresos individuales) debido a los efectos psicosociales de tener un estatus social bajo en una sociedad desigual”; lo que significa, en otras palabras, que la percepción que una persona tiene de su pobreza como mayor en comparación con la condición económica de su contexto social inmediato tiene efectos negativos en su bienestar emocional, algunos de los cuales, de acuerdo a esta investigadora, son por ejemplo: estrés, mayor riesgo de enfermedad coronaria, depresión y una peor función del sistema inmunológico. _ ¿Qué riesgos ve usted para la salud? _No sé, el ambiente, el espacio, en una casa de estas de inquilinato nunca se para nadie, cuando no es uno el que está enfermo por una cosa está el otro, está el otro, pero aquí más que todo la gente se muere es de estrés, de soledad, ¿si? yo aquí porque no me he dejao morir pero yo ya era pa que me hubiera muerto y no. P10 (Mujer) 68 años. Familia de 3 (hijo e hija) (Familia monoparental materna) sustento por la madre (ella).

El resultado de la inequidad social en Medellín se hace notorio de maneras múltiples. La evidente pobreza urbana puede ser rastreada en la ciudad en los cordones de miseria, en los asentamientos periféricos de los desplazados por la violencia, en las laderas más espigadas de los barrios populares, hasta en la mayoría de los semáforos del centro de la ciudad, donde se realizan toda clase de minúsculos espectáculos callejeros por “una monedita de buena voluntad” de los conductores de los vehículos. Todas estas manifestaciones de pobreza advierten a los especialistas en salud que, al igual que la población rural pobre, los residentes pobres de la ciudad, muchos de ellos habitantes de tugurios e inquilinatos, están en mayor riesgo de desnutrición y en exposición a agentes medioambientales que afecten su salud. _ Tantas cochinadas que ellos entran, que piden comida, sobrados, piden cosas podridas, piden gordos... Entonces, eso llegan y ¡pum! lo tiran a la caneca. Y esa caneca de acá es la pudrición más grande, ahí ese punto. Y todas esas cosas infectan a las personas. P6 (Mujer) 69 años. Familia de 5 (Familia extensa) sustento por la abuela (ella).

_ ¿Cómo te conseguís la carnita, por ejemplo? _ Voy donde un carnicero y le digo "amigo me regala un huesito pa’ hacer una comidita" 126

P4 (Hombre) 56 años. Vive solo

Pueden advertirse otras consecuencias sobre la salud, tanto física como psicológica, a causa de la percepción de pobreza incrementada que los inquilinos tienen de sí, y que se manifiesta en el consumo de drogas ilícitas como mecanismo para responder a los sentimientos de inconformidad, frustración y desamparo. De manera semejante, el comercio sexual es comprendido como una de las escasas y más comunes oportunidades de hacer dinero. Sin embargo, esta investigación no ahonda en las razones por las que estos dos fenómenos se presentan en el inquilinato y el vecindario, ya que ello sobrepasa sus posibilidades; más bien, sí resulta necesario contemplarlas como socioespacialidades, en tanto que están imbricadas en el espacio de Niquitao y del inquilinato como contra-espacios heterotópicos donde estas “conductas de desviación” son posibles, y hasta esperadas; y eso sí, examinar cómo impactan la salud de las personas, aunque para esta tarea, el conocimiento general sobre los efectos de las adicciones y las enfermedades de transmisión sexual resulta suficiente. _ Y…a mí, por mi guevonada, que yo… _ ¿Consumís vicio? _Sí. P12 (Hombre) 60 años. Vive solo.

_ ¿Cuánto le cobra a uno una prostituta por aquí? (…) ¿Te han pedido mil pesos apenas? _ ¡Ahhhemaría….aquí uno se come una vieja por un gramo! (Refiriéndose a drogas ilegales) P7 (Hombre) 23 años. (Familia de Esposa e hija) (Familia nuclear) sustento por ambos cónyuges.

¿El Sistema de Salud Discrimina o Excluye al Inquilino? La correlación positiva entre desigualdades en salud e inequidad social es pues indiscutible, lo que obliga a preguntarse ahora si acaso, así como los inquilinos de Los Andes son conscientes de su pobreza y marginalidad económica, ¿así mismo 127

perciben alguna marginalidad e inequidad en cuanto a la prestación de los servicios de salud dispuestos para ellos? Los hallazgos de esta investigación dan cuenta de que, en términos generales, la percepción sobre este asunto no es generalizada, tiende a ser más bien heterogénea. Es decir; en las tipologías de inquilino inconforme e indiferente se presenta cierta tendencia de menor importancia a percibir el sistema de salud como deficiente, tanto por la calidad de los médicos, como de los medicamentos prescritos y ofrecidos, como del sistema en general; sin embargo se trata de una tendencia solamente, ya que si bien en estos relatos los usuarios se manifiestan descontentos, los mismos relatores tienden a manifestar en otras declaraciones y de otras formas no verbales una suficiente conformidad con el servicio. _ O sea, siempre me han atendido (refiriéndose al sistema de salud), pero el proceso es muy lento, es muy negligente... Es, por decirlo así, vea, muy ineficaz. Y es, por decirlo así, muy mediocre. O sea, algo es algo y peor es nada, y uno no puede ser desagradecido. _ ¿Y le toca madrugar mucho para pedir un ficho? _ No. Si yo, por ejemplo, voy ahora, ahora me dan un ficho para mañana. P11 (Mujer) 58 años. Familia de 5 (hija, yerno, y dos nietos) (Familia compuesta) sustento por la hija y el yerno

_ ¿Usted en qué ve esa insensibilidad (de los médicos)? _ En que todo eso es negocio, si me entiende, (…) no es que yo hable de los médicos sino que es que hay mucho médico mediocre y más que todo en esas instituciones, eso del Sisbén por ejemplo, somos Sisbén uno y eso en que nos favorece? en nada! P8 (Hombre) 27 años con tres hijos (Familia nuclear) sustento por ambos cónyuges.

En las ocasiones en que manifiestan aceptación del sistema de salud, esta es más bien tímida, una suerte de tolerancia estoica tanto de la calidad como de la cobertura del servicio, quizá, entre otras cosas, por su reconocimiento de que se fundamente en el Sisbén como instrumento estadístico nacional, y que por lo tanto, la misma calidad de servicio médico se le ofrece también a los ciudadanos procedentes de otros sectores de la ciudad y de otras formas de vivienda. Así que en este aspecto particular, sí es muy clara la tendencia a no vivenciar discriminación alguna por su condición de habitantes de inquilinato.

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_ ¿Usted cree que por ser de un inquilinato no le prestan buen servicio de salud? _ No, es que el inquilinato no tiene nada que ver con eso. P4 (Hombre) 56 años. Vive solo

_cómo podría mejorar la atención que les ofrecen en Metrosalud? _En que yo me imagino que si el Sisbén salió pa’ la gente de escasos recursos debiera de cubrirle todo, no? P5 (Mujer con 4 niñas, 3 niños y esposo) 33 años (Familia nuclear) sustento por ambos cónyuges.

Pero para el caso de los inquilinos tipo conforme (con la forma de habitar) se ha encontrado una tendencia más clara al inconformismo con el servicio de salud y una más clara percepción de inequidad en el mismo; es decir, que efectivamente sí se perciben como discriminados por el sistema de salud por su condición de marginalidad; sin embargo, dicha discriminación y marginalidad la experimentan y manifiestan más con relación a su previa condición de habitantes de calle, que con su condición de habitantes de inquilinato. Esto tiende a ratificar que la vivencia de un hábitat particular si tiene correlación positiva sobre las prácticas y percepciones de salud de las personas; es decir, da cuenta de una socioespacialidad de la salud. _ Pero por decir algo, si llega algún puñaleao en un taxi o algo, eso lo atienden de una pero es porque ya se está muriendo. P7 (Hombre) 23 años. (Familia de Esposa e hija) (Familia nuclear) sustento por ambos cónyuges.

_ Entonces él (un médico) cuando me vio me dijo "sabes qué, vos ahí no tenés nada" (con una herida de machete en la mano), con esto aquí partido, esto eran como fuentes de agua de las venas partidas. P4 (Hombre) 56 años. Vive solo

_ ¿Sabés porque me echaron de la clínica el otro día que iba asfixiao?, mucho accidentao de moto, esos hospitales llenos. P12 (Hombre) 60 años. Vive solo.

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Desafortunadamente, si bien los inquilinos pueden llegar a percibir la atención en salud que reciben como buena o aceptable, esto no es necesariamente cierto. En esta investigación se contó con la participación de una señora de cincuenta y ocho años de edad, quien padecía de una ulcera varicosa en una de sus piernas. La señora relató en diferentes ocasiones estar conforme con el servicio al que accedía de manera frecuente para el control de su enfermedad -gracias a su perseverancia para la solicitud del servicio y para el acceso al mismo- y de hecho se manifestaba satisfecha con los resultados obtenidos a pesar de la incomodidades que el sistema le imponía, especialmente de desplazamientos que le significaban un gasto económico y un esfuerzo físico significativos, dadas sus precarias condiciones económicas y las heridas de su pierna. _ De las enfermedades que le han dado a usted lo que hace que vive en inquilinatos, ¿cómo la han atendido en los centros médicos? _ Pues bien, por ejemplo ahora que estoy yendo a Belén me han atendido muy bien. _Usted sabe que, uno va donde el médico y me lavan la pierna, yo hasta quedo hospitalizada en Belén, me lavan la pierna, me echan una cosa y la otra, pero yo la tengo más pequeña (la úlcera). Pero ahora tengo que ir a pedir una cita con el cirujano pero no he podido ir por esta (señal con la mano que hace referencia al dinero). P11 (Mujer) 58 años. Familia de 5 (hija, yerno, y dos nietos) (Familia compuesta) sustento por la hija y el yerno

En el transcurso del tiempo de la investigación se presentó un intervalo en el que se perdió contacto con esta inquilina por algunos meses, pero recientemente en la culminación del trabajo de campo, pudo informarse de la muerte de esta señora a causa de una gangrena que había invadido gran parte de su cuerpo, incluyendo algunos de sus órganos vitales. Si bien es cierto que las úlceras varicosas encierran un sinnúmero de dificultades para su tratamiento ya que implica una infección muy resistente, sí es también cierto que la paciente visitaba con mucha frecuencia, de hecho semanalmente, el centro de salud para recibir curaciones y para ser remitida a consulta médica en caso de agravamiento, situación que debe corresponder al juicio responsable y profesional del personal médico del centro de atención hospitalaria. Aun así, la enfermedad se expandió de manera contundente hasta causarle la muerte, sin que durante el tratamiento médico nadie se percatara de la gravedad de su enfermedad. Así pues, sin duda la efectividad del servicio médico que recibía la señora puede ser puesta en cuestionamiento, muy a pesar de que la percepción de la paciente hubiese sido de satisfacción. 130

La hija de esta señora relata respecto al tema: _...entonces ella murió fue de la “cangrina” (…) ella iba donde el médico y le decían que estaba muy bien, que dizque ella le estaba secando la herida, que estaba muy bien y todo eso, y nunca le vieron que tenía “cangrina” y nunca le mandaron a hacer un examen, el último examen que yo le mandé a hacer fue una endoscopia porque que también tenía una herida muy grande en el estómago.

En este último recorrido se ha expuesto la correlación directa entre las desigualdades socioeconómicas y las de la salud, siendo las últimas en parte un reflejo de las desigualdades sociales más ampliamente definidas. Otra manera de decirlo, centrándose en el tema específico del inquilinato, es que las condiciones de pobreza y marginalidad de los inquilinos de Los Andes representan una vulneración directa de su salud, acentuando así aún más la misma marginalidad al dificultarles la posibilidad de supervivencia, sobre todo si se tiene en cuenta que la mayoría de ellos dependen de prácticas de trabajo informales, con la consecuente carencia de seguros y compensaciones salariales en caso de incapacidad médica, lo que a su vez sigue, a manera de ciclo vicioso, profundizando la pobreza y la enfermedad. La enfermedad se convierte así en un precursor de la indigencia y de la muerte, ya que el espacio del inquilinato, o mejor dicho el lugar del inquilinato, con su característica de lugar de transición o frontera entre la vivienda tradicional y la calle, deja a los inquilinos más enfermos en gran vulnerabilidad de quedar en condición de calle o de morir. Las desigualdades en salud que afectan negativamente a los inquilinos de inquilinato persisten y se encuentran acentuadas en la ciudad de Medellín de manera severa a causa de la tremenda brecha económica entre clases sociales, brecha que sustenta una amplia y polarizada jerarquía social en la que, al parecer, los beneficios para la salud están radicalmente condicionados a una situación socioeconómica en incremento, la cual es claramente ajena a estos inquilinos, a quienes un ciclo perverso de pobreza-enfermedad les supedita así a un estancamiento en la mejoría del servicio de salud; mientras que en el lado opuesto, un estatus socioeconómico mayor tiende a garantizar mejores condiciones de salud, ya que representa en términos económicos una mayor capacidad adquisitiva de la salud.

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UNIDAD CINCO: Niquitao Vecindario y Salud

¿Barrio o Vecindario?: Primera Aclaración Se continúa aquí la discusión sobre las características socioespaciales que inciden de manera directa o indirecta sobre la salud de las personas participantes de la investigación, pero ahora con relación al vecindario, haciendo a este punto una importante aclaración, y es que se antepone aquí la preferencia de observación por el vecindario y no por el barrio, ya que el concepto “barrio” representa más una división administrativa del estado, de distribución, planeación –espacio concebidoy control político del territorio, mientras que “vecindario” implica condición de vecindad, es decir, que tiene la importante connotación espacial de proximidad directa, con sus consecuentes efectos sobre la socialización y las significaciones compartidas. Por vecindario, entonces se debe entender un área geográficamente delimitada alrededor de la casa de una persona, que además está provista de un grupo de significados comunes a sus habitantes, lo que le hace un lugar. Otra consideración para optar por referirse al vecindario y no al barrio en esta discusión, es que el barrio Colón, al que está inscrito Niquitao, tiene una verdadera heterogeneidad de habitantes y modelos de vivienda, donde algunas de las condiciones hasta ahora discutidas sobre los inquilinos de Los Andes no se aproximan para nada a las de otros de sus habitantes; por ejemplo, en lo referente a propiedad privada, al hacinamiento, nutrición, drogadicción, pobreza e institucionalización, por mencionar algunos de los aspectos más antagónicos. Sin embargo, la relación de proximidad geográfica con otro tipo de emplazamientos como el Centro Administrativo La Alpujarra y los centros comerciales, se consideran más adelante en esta discusión por su especial dinámica socioespacial de centro-periferia.

¿Por qué los Vecindarios en las Investigaciones de Salud? Las ciencias sociales y de la salud se interesan cada vez más por indagar cuáles de los componentes determinantes de la salud, son de origen social, de manera que crecen las investigaciones sobre la incidencia que los entornos cotidianos como la vivienda o los vecindarios, tienen sobre ella, pero sin duda, destacando el papel central que la pobreza y la inequidad tienen en la comprensión y discusión de sus hallazgos, en tanto que no es igual la calidad de salud de un grupo social de estrato socioeconómico alto, comparada con la de uno bajo, lo que implica un gradiente social de la salud -que se discute más adelante-.

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Si bien el interés por la capacidad que tienen los entornos de afectar la salud se había focalizado particularmente en los ambientes laborales, como da cuenta Evans (2003) en su artículo The Built Environment and Mental Health (el Entorno Construido y la Salud Mental), las preguntas por la vivienda y el vecindario se vienen multiplicando y con ello las investigaciones al respecto. La vivienda y los barrios en los que están empotradas las mismas, son espacios con sus correspondientes dimensiones físicas como emplazamientos; es decir, que implican una serie de materialidades como parte de su composición perceptual. Estas materialidades son acumulaciones que difieren de un lugar a otro, en gran parte por el poder adquisitivo de sus pobladores, y tales diferentes materialidades acumuladas bajo la regulación que la capacidad económica permite, tienen efectos sobre el bienestar y la salud de las personas, en términos generales, sobre su Seguridad Humana. Así, los impactos directos que las diferencias acumulativas tienen en las condiciones cotidianas de la vida de las personas más pobres, son también diferentes a los de las condiciones cotidianas de la vida de las más pudientes. Efectivamente, estos impactos se manifiestan de forma inevitable como diferencias en la salud, y se pueden evidenciar ahí, a través de, por ejemplo, los síntomas que delatan la presencia de un tipo de enfermedad o de un cuadro epidemiológico cuando afecta a un colectivo humano. En este último caso, no puede dudarse que la coexistencia en un lugar explícito termina siendo un factor de alta incidencia en la salud de las personas, ya sea por el poder de contagio por proximidad de una enfermedad, o por la presencia y/o disposición de las materialidades comunes a todos los miembros del colectivo. De ahí ese creciente interés de la geografía y un sinnúmero de otras ciencias sociales en los últimos años, por la comprensión de la incidencia de la vivienda y los vecindarios sobre la salud.

El Gradiente Social de la Salud en el Vecindario La Organización Mundial de la Salud -OMS- (2012) propone el concepto "Gradiente social de la salud" que viene siendo utilizado especialmente por la epidemiología y que se refiere, explícitamente, a que las personas de mayor nivel socioeconómico tienen un mejor estado de salud: Los más pobres entre los pobres, en todo el mundo, son también los que tienen peor salud. Dentro de los países, los datos muestran que en general cuanto más baja es la situación socioeconómica de una persona, peor salud tiene. Existe un 134

gradiente social de la salud que discurre desde la cúspide hasta la base del espectro socioeconómico. Se trata de un fenómeno mundial, observable en los países de ingresos altos, medianos y bajos. La existencia de un gradiente social de la salud implica que las inequidades sanitarias afectan a todos.

Esta descripción de la OMS da cuenta de que la concordancia entre el estatus socioeconómico y la salud, no es estrictamente una función de la miseria, sino que es una que corresponde a todos los estratos sociales, de manera que, inclusive, puede apreciarse como diferencias de salud entre personas que viven muy por encima del nivel de subsistencia, con lo que se quiere decir que el gradiente social de la salud da cuenta también de las principales causas de enfermedad y muerte en las sociedades opulentas. Ahora bien, sobre el problema de habitar Niquitao y en particular, habitar en el inquilinato Los Andes; ya se ha expuesto, entre otros argumentos, que se trata de personas en condición de marginalidad y pobreza; que dicha condición es percibida por sus habitantes –la totalidad de los relatores de este estudio lo hace-; y que además afecta su salud de diversas formas -teniendo en cuenta este gradiente-. La pobreza está afianzada en estos lugares que ofrecen diferentes condiciones adversas a la salud de sus habitantes, pero que además, promueve el origen y mantenimiento de algunas prácticas que también afectan la salud. Respecto a algunas de las consecuencias sobre la salud que implica el habitar en el inquilinato Los Andes y en Niquitao que ya se han presentado aquí, se ha indicado parcialmente su naturaleza psico-social, es decir que se han analizado en parte algunos de los significados investidos por los inquilinos a sus circunstancias espaciales respecto de su salud. No se ha propuesto, en todo caso, a la luz del gradiente social de la salud, revisar posibles efectos negativos en la salud de los inquilinos como resultado de comparaciones que ellos mismos hagan con otros grupos sociales en situaciones económicas más envidiables, o entre ellos mismos, ya que no es ese un interés de esta investigación, aunque sí se hayan rastreado las percepciones sobre la atención médica que reciben en su sistema de salud, incluyendo entre otras posibilidades la perspectiva de un gradiente social. Así pues, el conjunto de descripciones y consideraciones hechos hasta ahora sobre la salud de los inquilinos de Los Andes, recogiendo como elementos transversales el tipo de hábitat, el tipo de inquilino, la marginalidad y la pobreza, sustentan la tesis de que las condiciones de la vivienda son un elemento de fundamental importancia en las geografías de la vida cotidiana, y por extensión, de un interés substancial para los estudios de salud.

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¿Riesgos en el Vecindario para la Salud? De la misma manera como se describió antes la existencia de elementos medio ambientales adversos a la salud en el inquilinato (poca ventilación, pipetas de gas en las piezas, plagas, suciedad, aire enrarecido por el consumo de drogas, entre otros), en el vecindario se da una situación análoga –o exactamente igual dependiendo del elemento examinado- que bien merece ser revisada dado que se trata del entorno inmediato del inquilinato Los Andes, y por ende de elementos propios del hábitat. Se hace imprescindible examinar las variables socioespaciales de Los Andes en su relación con el vecindario para cualquier estudio relativo a la salud de sus residentes, ya que, como se ha dicho, estas variables inciden directa e indirectamente sobre el bienestar de sus habitantes en gran medida debido a que, siendo el inquilinato el eje de referencia para su actividad diaria, les precisa entonces irremediablemente a una proximidad relativa con los factores de riesgo para su salud, así como con algunos posibles recursos para su mantenimiento. De hecho, una forma de abordar una investigación puntual sobre las estructuras de riesgo y oportunidad de la salud (tales como las que se han presentado hasta ahora, de incidencia investigada o presumida) que subyacen a los factores propios del vecindario, es la tipificación que propone Dunn (2009) con las categorías de riesgos, recursos, relaciones y representaciones; lo que denomina entonces como “Las cuatro R’s”. Estas cuatro R’s “tienden a demostrar la variación espacial significativa, lo que significa que las personas que viven en los diferentes barrios tienen diferentes niveles o tipos de exposición”, una concepción entonces muy afín a la de Gradiente Social de la Salud de la OMS. Es posible sin duda adentrarse en la discusión de estos cuatro factores desde diferentes puntos de partida, pero aquí se opta por iniciar desde una dimensión esencial a los estudios socioespaciales; la localización. Así entonces, la primera observación geográfica de interés, es que el inquilinato Los Andes está localizado en el cuadrante que limita por el norte con la calle 43 del barrio Colón y por el occidente con el puente de la Avenida Oriental, vías que forman la intersección conocida como La Magdalena, a sólo una cuadra de la avenida San Juan. Tanto la Avenida Oriental como San Juan son dos de las más grandes vías arterias del centro de la ciudad, razón por la cual están siendo permanentemente transitadas por gran cantidad de vehículos automotores y peatones, condición que merece atención debido a que, como se ha afirmado antes, los emplazamientos físicos también están compuestos por las cosas que se mueven en ellos. Esta localización determina el vecindario de Los Andes, el cual estaría así compuesto por todo el cuadrante del inquilinato con sus calles frontales, laterales y sus aceras 136

(lo que popularmente se nomina como “la cuadra”), las dos vías mencionadas, el puente con sus bajos y la intersección La Magdalena, los cuales tienen importancia capital en las relaciones socioespaciales de la salud del vecindario.

Fotografía 5-1 Fotografía Satelital Área del vecindario de Los Andes - Escala 1:750. Fuente: SITE Alcaldía de Medellín24.

La vecindad con las vías mencionadas: los inquilinos de Los Andes hacen declaraciones disímiles respecto a la favorabilidad de la proximidad a estas vías, de forma tal que no pareciese haber alguna tendencia predominante a partir de ellas; sin embargo, desde la experiencia del investigador en la zona y desde las apreciaciones de algunos de los inquilinos, se entiende la importancia que atribuyen a esta vecindad, es decir, que pueden confirmarse las representaciones acerca del vecindario como localizado convenientemente para la consecución de los ingresos para la supervivencia diaria. Se ha argumentado que las formas de trabajo informal a las que recurren muchos de los inquilinos, por definición “población en situación de calle”, están apuntaladas en la centralidad de la ciudad, es decir, que dependen de la dinámica social y comercial del centro de la ciudad de Medellín, así que para estos 24

Alcaldía de Medellín. En línea: http://www.medellin.gov.co/MapGIS/web/swf/MAPGIS_FLEX.jsp Consultado en Enero 7 de 2013.

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inquilinos e inquilinas que sobreviven de las ventas callejeras de confites, cigarrillos y demás productos menores; del lustrado de zapatos; del reciclaje; de la prostitución; del expendio de drogas; del lavado de parabrisas y microespectáculos en los semáforos; y hasta de la mendicidad y la delincuencia; habitar justo entre estas dos grandes vías representa la mayor disponibilidad geográfica de acceso a sus lugares de trabajo y de “rebusque”, lo que sin duda reduce sus gastos significativamente ya que pueden desplazarse para realizar estas prácticas a pie; además optimiza el tiempo disponible para las mismas ya que no se tienen que movilizar a zonas lejanas. La vecindad con la avenida Oriental y la calle San Juan implica representaciones de valor positivo del vecindario como recurso que les comunica y sitúa fácilmente con los lugares de trabajo, representaciones que promueven el establecimiento y mantenimiento de relaciones y prácticas neurálgicas para su sobrevivencia. _ ¿Y en qué zona de Medellín trabajás vos, generalmente, como vendedor? _ Por la Bayadera, por Barriotriste, por el barrio Colombia, allí arriba, y no más (todos próximos al inquilinato). P7 (Hombre) 23 años. (Familia de Esposa e hija) (Familia nuclear) sustento por ambos cónyuges.

_ ¿Qué es lo que más le gusta de vivir aquí en Los Andes? _ A mí lo que más me gusta es que estoy viviendo en una parte central, de que yo salgo de aquí a trabajar y yo me voy caminando, mientras que si yo estoy viviendo en un barrio sé que me toca pagar pasaje de subida, de bajada. P8 (Hombre) 27 años con tres hijos (Familia nuclear) sustento por ambos cónyuges.

_ Ah él está por ahí (refiriéndose a su esposo), me parece que está es en la pieza, pero el a veces lava carros, recicla, él hace lo que le resulte. P3 (Mujer) 42 años. Familia de 4 (2 adolescentes y esposo) (Familia compuesta) sustento por una hija

Esta localización en el centro de la ciudad es un valioso recurso para el mantenimiento de la salud desde la perspectiva de la adquisición de ingresos, con las consecuentes relaciones y representaciones. Pero es simultáneamente un riesgo para la salud, ya que estas prácticas de sobrevivencia implican la informalidad laboral y, por lo tanto, condiciones como la falta de protección formal 138

contra enfermedades y accidentes laborales; implican también los peligros propios de la calle que comprometen, tanto la salud física por exposición a agentes químicos y biológicos del ambiente causantes de enfermedades, como la integridad física y psicológica como consecuencia de los accidentes o de la acción de acosadores sexuales y la delincuencia callejera. A esto se debe añadir que la práctica ilegal del comercio sexual de niños, niñas y adolescentes -dejando de lado el importante componente penal que implica-, así como la práctica de la prostitución, si bien representan los ingresos para la manutención de algunas de estas familias, encarnan a la vez un significativo riesgo de contagio de enfermedades de transmisión sexual, de embarazos indeseados y posibles abortos, e inclusive, de riesgo de maltrato y violencia contra las personas que la ejercen, entre las que no sólo se cuentan niñas, adolescentes y mujeres, sino también varones que siendo parte o no de la llamada comunidad LGTB, sobreviven de estas prácticas. _ Yo por ejemplo me puedo salir a pedir así (y expande a voluntad su abdomen para mostrar e hinchar una hernia), yo trabajaba en construcción y levantándome un bulto de cemento…pero como no estaba asegurao. P7 (Hombre) 23 años. (Familia de Esposa e hija) (Familia nuclear) sustento por ambos cónyuges.

_ ¿A usted por qué le dan gripitas por ejemplo, por su trabajo? _ Mi amor, porque yo me lluevo mucho! (debido a su trabajo en la calle). P10 (Mujer) 68 años. Familia de 3 (hijo e hija) (Familia monoparental materna) sustento por la madre (ella).

_ A mí lo que me molesta es que Dios no lo quiera se le salga un hijo de uno y, ahí esté por un carro (atropellado)… P9 (Mujer) 25 años. (Familia nuclear con tres hijos). Sustento por ambos cónyuges.

_ Entonces ¿usted cómo está pagando la piecita? porque ella les ayudaba (prostituyéndose)? _ La niña, la otra, usted sabe, ella también cogió ese trabajo (refiriéndose a que su segunda, hija también menor de edad, es explotada sexualmente). P3 (Mujer) 42 años. Familia de 4 (2 adolescentes y esposo) (Familia compuesta) sustento por una hija

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_ Vos…las mujeres con las que tenés sexo ¿lo has hecho con condón? _No, es que no prefiero es hacer nada (…) ¡ellas no piden condón, ella no quiere sino ver el bazuco, la plata! P4 (Hombre) 56 años. Vive solo

La localización del inquilinato en la cuadra: la cuadra en cuestión tiene más características de una zona industrial que de una residencial; de hecho, solo Los Andes y otro inquilinato vecino son las únicas edificaciones con ese propósito habitacional en ella, aunque para ambos casos, a lo largo de la acera el peatón sólo se encuentra con una puerta que da a unas escaleras, el acceso al inquilinato, único indicio sobre la acera además del balcón, de la existencia del inmueble residencial Los Andes. El resto de las edificaciones tienen otras vocaciones como bares, talleres y bodegas, siendo en todo caso la dinámica de trabajo de la bodega de reciclaje contigua a Los Andes, la más llamativa de la cuadra. Justo al lado de Los Andes un gran portón metálico resguarda esta bodega propiedad de los mismos dueños del inquilinato, y que también es dirigida de manera conjunta desde la oficina de administración de Los Andes, con la ayuda de cámaras de seguridad. La localización en la cuadra de la bodega de acopio de reciclaje representa un recurso para la salud, en tanto que de él logran sustento varias de las familias tal como se ha expuesto ya antes, por lo que resulta innecesario justificar más su valía en este sentido. Varios de los inquilinos trabajan en ella y para ella como organizadores del material o recuperándolo de las calles para traerlo a vender en ella. Es así como la bodega promueve el mantenimiento de algunas de las relaciones socioespaciales propias de Niquitao; es decir, esta bodega da soporte, entre otras, a las relaciones socioespaciales del reciclaje directamente asociadas con la mendicidad, que hacen parte de las representaciones sociales que tiene la ciudadanía desde fuera de Niquitao y los residentes desde dentro del vecindario, como lugar de reunión de indigentes y marginales. Sin embargo, el tejido de relaciones y prácticas correspondientes a la dinámica de la bodega, representa también unos riesgos para la salud. Las declaraciones que algunos inquilinos hacen de las actividades relativas al reciclaje respecto de la salud, tienen connotaciones negativas y develan una suerte de categoría también negativa sobre el tipo de inquilino al que se asocian, ya que algunos de los participantes en la investigación manifiestan inconformidad por su presencia, acusándoles justamente de prácticas que degradan las condiciones de salud para todos los residentes de Los Andes:

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_ ¿Y usted por qué cree que se encuentra el baño sucio, a veces? _ (…) Esos recicladores son muy puercos. Esos recicladores llegan y se sientan y así como se sientan, así se paran y dejan eso. P6 (Mujer) 69 años. Familia de 5 (Familia extensa) sustento por la abuela (ella).

Es válida en todo caso la preocupación de que la inmediata contigüidad con la bodega de reciclaje represente unos riesgos para la salud, en tanto expone a los inquilinos a toxinas y plagas propias de este tipo de lugar de acopio de material recuperado de la calle, justamente por su naturaleza misma. La humedad, ácaros de polvo, mohos, bacterias, roedores, insectos, hongos, etc., son ejemplos de los contaminantes y plagas que pueden migrar al inquilinato por contigüidad -vía estructura física- o llegar a él entre la ropa y demás pertenencias de los inquilinos recicladores, o inclusive en su propio cuerpo, para generar, entre otras consecuencias, enfermedades de diversa índole por infección y contagio. _ Aquí ha habido hasta chinches, cucarachas, ratas, ratones… P10 (Mujer) 68 años. Familia de 3 (hijo e hija) (Familia monoparental materna) sustento por la madre (ella).

_ Y esas cucarachas…uno no puede dejar por ahí una ollita con alguna aguapanelita, porque ahí se meten esas berriondas a joder. P12 (Hombre) 60 años. Vive solo.

_ Sí. Mucha cucaracha, esas piezas no las pintan mi muchacho. Vea esta gente como tienen…y vea esas piezas por dentro... Uno porque es muy aseadito y le gusta mantener todo organizadito, pero esas personas que son tan…hay veces, como tan desorganizadas, les sobran las pulgas, los moscos, todo. P1 (Mujer) 43 años. Familia de 4 - (Familia nuclear) sustento por el Padre (su cónyuge).

Pero sin lugar a dudas, la cuadra en sí representa un riesgo para la salud psicológica de los residentes. Las ya suficientemente sustentadas condiciones de marginalidad están asociadas, para el caso de Niquitao, con esas “conductas de desviación” que desfavorecen un desarrollo bio-psico-social saludable de los menores de edad, y la tranquilidad emocional de los residentes, especialmente de aquellos que no comulgan con estas prácticas e inclusive, la salud general de los 141

mismos “desviados”. La presencia de delincuentes y “viciosos” en el inquilinato y el vecindario –asunto sobradamente manifestado por los participantes de la investigación- afecta la seguridad física y psicológica de todos en el vecindario por razones obvias, inclusive no tan obvias, como aspectos de la psicología más profundos como el sentimiento de amor propio, según Macintyre et al (2002), quienes afirman que la reputación de un vecindario per se, es decir, la manera como es representado y percibido tanto por sus habitantes como por sus planificadores y proveedores puede influenciar el auto-estima de sus residentes, así como de quienes entran y salen del vecindario. De nuevo, se aplica la misma formulación: la presencia de delincuentes y drogadictos en este espacio, tomando el inquilinato como lugar de residencia y el vecindario en general como lugar margen en el que su presencia es, de alguna manera, admisible justamente por la configuración socioespacial de Niquitao – zona de tolerancia-, reproduce el espacio a través del mantenimiento y promoción de estas prácticas, relaciones y representaciones, internalizadas y vivenciadas por sus habitantes. _...como también otras personas sólo viven aquí por placer porque son ladrones (…) entonces aquí les queda más fácil pa'…no mantienen en un solo punto estable como pa' no “carteliase” (dejarse encontrar por sus enemigos o la policía). P7 (Hombre) 23 años. (Familia de Esposa e hija) (Familia nuclear) sustento por ambos cónyuges.

_ Porque toda aquella persona que dice en otro lado "yo vivo en Niquitao" si no es un ladrón es un vicioso, que no es de buenas mañas, van a estar a toda hora poniéndole cuidao! P8 (Hombre) 27 años con tres hijos (Familia nuclear) sustento por ambos cónyuges.

_ Hombre, esto es como una necesidad pal' que vive acá, claro que hay gente que no cabe sino en partes así como estas (…) la gente que es viciosa, usted sabe que en los barrios no les arriendan. P10 (Mujer) 68 años. Familia de 3 (hijo e hija) (Familia monoparental materna) sustento por la madre (ella).

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La vecindad con la zona verde de la adyacente interconexión entre la avenida Oriental y la calle San Juan (La Magdalena) y los bajos del puente: estos bajos y la zona verde próximos son espacios que sirven para el consumo de sustancias psicoactivas y para la estadía continua de indigentes, quienes además de aprovechar este espacio para cocinar en fogatas improvisadas, también se drogan y satisfacen sus necesidades fisiológicas en él, lo que profundiza el estigma de degradación que tiene el sector Niquitao del que ya se ha dado cuenta en la parte inicial de este informe. En ese sentido, esta zona del vecindario no se aprecia como un recurso provechoso para la salud, ya que el contexto de marginalidad des-potencializa esa posibilidad, como se verá al estudiar el concepto de amplificación de la privación más adelante. Las representaciones de los residentes en torno a este espacio confirman esta consideración, en tanto le reconocen como lugar de la indigencia y del consumo de drogas ilegales. _ ¿Usted por qué cree que a veces la gente deja el baño sucio? _ Porque yo me imagino esto: que ellos muchas veces creen que están en la manga, y como en la manga no tienen que vaciar... Entonces, hacen lo que hacen y salen. Aquí también es lo mismo (…) Pero más son los hombres. Y como es en el puente que se mantienen... Creen que están debajo del puente o están por ahí en la calle o detrás de un muro, que lo hacen... P6 (Mujer) 69 años. Familia de 5 (Familia extensa) sustento por la abuela (ella)

La correlación mendicidad/adicción literalmente se respira en los bajos de esta interconexión y en “la manga” -zona verde-, independientemente del día o la hora a la que se pase por allí, ambos componentes suelen hacer presencia y estar en interrelación; hacen parte del conjunto de representaciones que da origen a su nominación como “zona de tolerancia”. Los funcionarios de espacio público pasan de vez en cuando a “retirar” de allí a los indigentes, habitantes en situación de calle y/o consumidores de sustancias, pero una vez se van estos funcionarios, sus “habitantes naturales” regresan; entonces, desde la entrada y el balcón de Los Andes y demás edificaciones del vecindario, especialmente las ubicadas hacia la esquina norte (hacia la interconexión), se respiran los aromas del bazuco, la marihuana y el sacol tan característicos del lugar, y se observa a sus responsables en estas prácticas, ya sea sentados en el cordón de la acera del frente (parte baja del puente de la Avenida Oriental) o en la manga de la oreja de la interconexión vial, un lugar más auto-apropiado por los indigentes. En todo caso, la percepción, representación y vivencia de esta condición de consumo, catalogada como negativa -inclusive por algunos inquilinos consumidores de sustancias ilícitas- es

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una constante en los relatos de todos y cada uno de los participantes de la investigación. _ ¿El sector complejo, es qué? _Sector complejo: es mucha drogadicción (…) hay mucha descomposición, toda esta manzana de acá, pero igual, uno tiene que aprender a convivir con eso. P2 (Hombre) 24 años. Familia de tres (mamá y hermana) (Familia monoparental materna) sustento por la madre.

Fotografía 5-2 Olla en los bajos del puente de la oriental, población altamente flotante. Fuente: Secretaría de Bienestar Social - Universidad de Antioquia (2009)

Es claro que estos lugares –la manga y los bajos de la interconexión adyacentes sí representan riesgos para la salud de los residentes. Diferenciar entre aquellos que no realizan estas prácticas de aquellos que sí lo hacen para considerar los impactos diferenciados en su salud, parece un tanto innecesario debido a la obviedad de que aquellos partícipes de estas prácticas se afectan directamente con las drogas y se exponen a contagios por los intercambios de materiales propios de los rituales de la adicción a las drogas, tales como agujas y pipas; mientras que quienes no son partícipes se afectan de manera indirecta; sin embargo, existen otras consecuencias de estas prácticas que merecen ser consideradas, como la exposición a ser objetivo de los mal llamados “grupos de limpieza social” que de vez en vez ejecutan a los marginados en la ciudad, tales como prostitutas, indigentes y drogadictos. 144

_ Dormía debajo de este puente, donde llegaba la policía a cada rato "vea ayúdeme a sacar ese muerto que está al lado suyo"…tan tan tan (onomatopeya de disparos) cayó uno al lado…sobrevivientes de esa época. P4 (Hombre) 56 años. Vive solo

De nuevo, si bien los daños directos de la adicción los reciben los adictos, los indirectos los reciben los residentes del vecindario quienes se ven afectados en la salud psicológica propia y muy especialmente la de sus niños, niñas y adolescentes. Así, el tejido de relaciones establecido en el vecindario en el que las adicciones e indigencia son parte del espacio, en tanto naturalizadas –a pesar de la inconformidad que algunos manifiestan-, da mantenimiento a las representaciones del espacio mismo como zona de tolerancia, lo cual a su vez y simultáneamente, promueve y mantiene las relaciones de adicción y mendicidad. Una socioespacialidad de la salud configurada literalmente como círculo vicioso. _ ¿Usted cree que los niños viven seguros aquí? _ Pues mire esa mía grande (refiriéndose a su hija mayor), no le falta sino que coja el vicio de la bazuca porque cojen vicios. Pa’ los que están aquí, sí, esto no es vida pa’ los niños aquí, y más si son mujeres. P1 (Mujer) 43 años. Familia de 4 - (Familia nuclear) sustento por el Padre (su cónyuge).

_ ¿Vos creés que aquí los pelaos cogen vicios o no? _ Demasiados, porque aquí todo el mundo tira eso. P8 (Hombre) 27 años con tres hijos (Familia nuclear) sustento por ambos cónyuges.

_ ¿Qué no te gusta de Niquitao en general? _ La prostitución, el alcoholismo y el vicio, mucha drogadicción. P2 (Hombre) 24 años. Familia de tres (mamá y hermana) (Familia monoparental materna) sustento por la madre.

Ahora bien, en la Unidad Cuatro de este texto dedicada al tema de la salud, al examinar las posiciones de los inquilinos entrevistados respecto al sistema de salud al que acceden, se afirmó que dichas posiciones son heterogéneas y 145

controversiales en tanto que para algunos de ellos su condición de ser inquilinos que arriendan día tras día una pieza no incide negativamente en la atención en salud a la que acceden, mientras que para otros sí lo hace. Sin embargo, también se advirtió que los sentidos, percepciones, representaciones y prácticas sobre el espacio y la salud, no necesariamente eran coherentes entre sí, por lo que un inquilino podría representarse su servicio de salud como bueno –como efectivamente algunos lo hacen-, mientras que sus relatos espontáneos sobre vivencias develarían inconsistencias a ese respecto, recordando que esta es una propiedad del enfoque biográfico. Es en ese sentido que algunos de los relatos de inquilinos tipo conforme, es decir, de aquellos originales de lugares representados por ellos mismos como de menor bienestar –la calle, por ejemplo- tienden a informar de negligencia y menor calidad en la prestación de servicios de salud para ellos. Así pues, es presumible que el estigma de marginalidad bajo la forma de indigencia o miseria que cobija a los inquilinos residentes de este vecindario, pueda eventualmente convertirse en un riesgo para su salud, en tanto reduzca la calidad de atención en salud que reciben en los centros de atención médica, ya sea por la burocracia natural de las instituciones públicas, o por un tratamiento desventajoso que hagan los funcionarios a cargo de los requisitos y trámites para el acceso al servicio, que encubra sus propios prejuicios hacia esta población. Dunn (2009) sostiene que las investigaciones en salud muestran que la perspectiva de éxito en la solicitud o el acceso a pruebas de diagnóstico, así como el tiempo de atención que dan los médicos, o hasta el seguimiento del paciente, varían inversamente con la condición socio-económica del mismo. Afirma además que otras tendencias parecidas han sido encontradas, tales como que a grupos de personas más pobres se les dan estancias más reducidas en las instalaciones hospitalarias; y en el mismo sentido, que son “ciertas minorías reportadas como menos probables de ser remitidas para cirugía que otros grupos con necesidades comparables”. Estos resultados tienden a confirmar que efectivamente existen prejuicios socioeconómicos que se traducen en la forma en que estos pacientes son asistidos medicamente. Se orientan a ratificar la inequidad de salud asociada a la marginalidad, es decir, las formas arraigadas de exclusión por causa de la condición socioeconómica de las personas dentro de los sistemas de salud, confirmando también la validez del gradiente social de la salud. _ (Respecto a la señora que falleció por gangrena, relata su hija) entonces ella murió fue de la “cangrina” (…) ella iba donde el médico y le decían que estaba muy bien, que dizque ella le estaba secando la herida, que estaba muy bien y todo eso, y nunca le vieron que tenía “cangrina” y nunca le mandaron a hacer un examen, el último examen que yo le mandé a hacer fue una endoscopia porque que también tenía una herida muy grande en el estómago.

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_Cuando esto…llegué y eran las 11 de la noche y me dijo el doctor: "hombre, yo ahora estoy merendando, eso es una guevonada, déjeme merendar"…eso fue en la General (Hospital General). P4 (Hombre) 56 años. Vive solo

_ ¿A vos cómo te atienden? _ En la General por urgencias. Pero la semana pasada no me atendieron esos HP's…Asfixiao! nada! que tenía que ir no sé a dónde, es que nosotros los habitantes de la calle no tenemos Sisbén. P12 (Hombre) 60 años. Vive solo.

Hasta ahora, en la discusión sobre los efectos del vecindario sobre la salud de sus moradores, queda la certeza de que se trata de un problema de complejidad, ya que se advierte que algunas de las particularidades del vecindario de Los Andes pueden afectar negativamente varias dimensiones de la salud, con mayor acento en ciertas ocasiones y lugares, y con mayor daño para algunos subgrupos de la población. Sin duda, se seguirá requiriendo más investigaciones que amplíen y ahonden en este asunto, en aras de esclarecer estas relaciones. En ese sentido, a continuación se hace un esfuerzo por ejemplificar cómo una profundización en este asunto debe relativizar el impacto de las características espaciales del vecindario en relación a la salud de sus habitantes.

¿Recursos o Privaciones del Vecindario? Uno de los presupuestos básicos sobre la salud en los que ha gravitado esta discusión, afianzado particularmente en los hallazgos de la geografía y la psicología ambiental, es que las prácticas relacionadas con la salud están significativamente condicionadas por las particularidades del entorno inmediato; es decir, se trata aquí de una afirmación que permite presumir que si un inquilino reside en un vecindario sin instalaciones deportivas tendrá entonces menores oportunidades de hacer deporte debido a esta condición estructural. La configuración de influencias negativas y/o positivas a las que el vecindario expone a un habitante, determinará entonces unas tendencias de impacto sobre su salud, de manera que emplazamientos de servicios como hospitales, parques, gimnasios, lugares de oferta de trabajo, inclusive centros espirituales como las 147

iglesias, todos relacionados con la localización de la vivienda en un vecindario específico, permiten entender los efectos directos e indirectos de los entornos de la vivienda sobre la salud, el bienestar y la seguridad de las personas. Lo que se sugiere es en general que las condiciones de privación individual o familiar (por ejemplo, los bajos ingresos o la mala salud) aumentan de acuerdo al nivel de privación o carencia del entorno inmediato (por ejemplo, la falta de oportunidades de trabajo o de oportunidades para la sana actividad física). Es así como Sally Macintyre (2007), investigadora en el tema de las inequidades en la salud, ha examinado los vecindarios como una variable más que incide sobre el estatus socio-económico de las personas y, por ende, es un factor más de la conocida ecuación: inequidad social + inequidad económica = mala salud. Su análisis gravita alrededor de la "amplificación de la privación", concepto que se ha venido usando desde principios de años 90’s en las ciencias de la salud para describir lo que entonces se consideraba era un patrón común en el que la carencia de recursos comunitarios incrementa la pobreza habitacional. Macintyre cuestiona la linealidad de esta ecuación afirmando que dicho patrón “puede ser menos estandarizado de lo que inicialmente sugerimos. Sea o no que tal patrón se cumpla, dependerá del recurso en cuestión, el contexto regional o nacional, y la época histórica”, y de esta forma relativiza el problema enfatizando su complejidad. _Mi amor, el deporte mío es caminar. A las siete u ocho de la mañana salgo a comprar el desayuno y yo me levanto, me tomo un tinto, me fumo un cigarrillo (…) pero me troto esta loma de aquí hasta allá (…) esta lomita de acá, que a mí me parece que me hace bien (...) ahora a las nueve o diez de la noche hago lo mismo, entonces estos pelaos se ponen a verme (...) los días domingo, como ella es atleta (refiriéndose a la hija) por entrenarla (...) me voy…entonces yo troto parejo con ella. P10 (Mujer) 68 años. Familia de 3 (hijo e hija) (Familia monoparental materna) sustento por la madre (ella).

El anterior relato es de una señora de 68 años de edad que, si bien dice realizar esta “actividad deportiva”, también afirma en otros testimonios que la vida en inquilinatos le ha afectado su salud, que ha pasado hasta una semana enferma sin recibir ayuda alguna, que se agripa a causa de la lluvia mientras trabaja en la calle, que ha sido operada hasta tres veces en un mes, que se siente enferma en su vejez, que está desnutrida, y otras quejas más referidas a tropiezos para su salud. La imagen de esta anciana trotando para mantenerse saludable bajo unas condiciones de salud tan adversas como las que manifiesta, podría incluso 148

interpretarse como una práctica más riesgosa que saludable para ella. Es decir, que si bien Macintyre relativiza la linealidad supuesta en la correlación positiva entre pobreza y mala salud, esta relativización de la amplificación de la privación no puede dejar de contrastarse contra el contundente y complejo fondo configurado por las condiciones de pobreza y miseria de estas personas. Al ampliar la discusión para todo el vecindario del inquilinato Los Andes, es posible también relativizar todas las variables de manera que las características medioambientales no sean necesariamente determinantes de efectos negativos sobre la salud. Sin embargo, la condición de marginalidad de estas personas -con las prácticas de desviación implícitas en este caso- permite comprender de nuevo que, si bien no necesariamente son determinantes, sí se constituyen en verdaderos obstáculos para la promoción y disfrute de una vida más saludable. Por ejemplo; el vecindario cuenta con la calle frente al inquilinato que a veces los jóvenes del mismo y sus vecinos cierran para jugar un partido de futbol, improvisando las porterías tal como la práctica popular del futbol callejero dicta; sin embargo, la posibilidad de un accidente vehicular o de inhalar el aire saturado de marihuana u otras sustancias está siempre presente, ya que es inherente a las condiciones de la cuadra. De otra parte está la zona verde adjunta a la interconexión vial, en la que bien se podría realizar alguna actividad física saludable como el yoga o trotar, pero estando expuesto a las mismas condiciones de seguridad y ambientales. La pregunta en todo caso es si estos emplazamientos promueven o por el contrario inhiben dichas posibles prácticas de salud. Macintyre afirma al respecto: Además, el mismo recurso podría ser promotor de la salud para algunas personas pero perjudicial para la salud a otros; por ejemplo, la proximidad a terrenos baldíos o abandonados podría facilitar juegos de pelota entre los jóvenes o juegos espontáneos entre los niños (y por lo tanto ser considerado como promotor de la salud) pero a la vez parecer amenazante y un medio eficaz de disuasión para mujeres que salen a correr o para ancianos que salen a caminar. Del mismo modo el significado social y la importancia simbólica de algunos recursos también puede variar, por ejemplo, recientemente se ha reportado que los escenarios tales como bosques, los cuales se ven a menudo como promotores de salud, pueden ser vistos como "atemorizantes" por algunas personas.

¿Resiliencia o Resistencia? Conocer los contenidos y efectos que sobre el bienestar de estas personas, específicamente sobre su salud, tienen sus propias representaciones de salud, es 149

una tarea tan compleja que bien merece una investigación aparte. Sin embargo, de los relatos y manifestaciones diversas de los inquilinos se desprenden impresiones contradictorias que dan cuenta de una tendencia individual a menospreciar sus quebrantos de salud, de manera tal que se describen como personas saludables cuando se les pregunta directamente por ellos, mientras que en otras declaraciones dan cuenta de enfermedades pasadas y presentes, algunas de relativa gravedad: _ Vea que yo sí soy muy aliviada... Aunque la gripa y esta asfixia… _ Porque tengo, ¿cómo es que se llama eso? Dizque cataratas. Y yo no sé; yo veo común y corriente. Yo porque no sé leer, pero donde yo supiera leer, pero yo veo mucho para lejos. P10 (Mujer) 68 años. Familia de 3 (hijo e hija) (Familia monoparental materna) sustento por la madre (ella).

_ Y me dijo (el médico): "vos tenés una hernia, esa hernia te la tenemos que operar". Yo no le paré bolas a eso. Ahora. Yo no le paré bolas a eso (…) Sí, no le paré bolas. ¿Cuál hernia?, dije. P3 (Mujer) 42 años. Familia de 4 (2 adolescentes y esposo) (Familia compuesta) sustento por una hija.

_ Si, que tengo que mantenerlo alto (un pie ulcerado) y no andar mucho porque se me hincha, vea ahí está como hinchado (…) y sin embargo me mantengo andando, aquí es donde más ando, porque usté sabe que para uno lavar la loza, y ayudarle a la hija mía y tender la ropa y todo. P11 (Mujer) 58 años. Familia de 5 (hija, yerno, y dos nietos) (Familia compuesta) sustento por la hija y el yerno

_ Decían: "ese viejito está que se muere" y yo era así (se encorva y cojea para graficar la escena), con un costalito, bajaba a barrio triste y mientras bajaba y volvía a subir ya tenía que pensar en irme a dormir, no podía de los dolores, me cagaba en la ropa. P4 (Hombre) 56 años. Vive solo.

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Pero ¿cuáles son las razones de este aparente menosprecio por la propia enfermedad o de esta capacidad para enfrentarla? El concepto de resiliencia se fundamenta en la capacidad que tiene una persona o un colectivo para sobreponerse a las dificultades de diferente tipo -lo que incluye, claro está, las de salud- y seguir proyectándose en el futuro a pesar de tales acontecimientos desestabilizadores, que son generalmente condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves. Relatos como los anteriores dan aparente cuenta de que algunos inquilinos desarrollan personalidades resilientes para enfrentar una vida de carencias y dificultades, basadas mayoritariamente en su marginalidad a causa de su pobreza económica. Pero ¿existe este tipo de fenómeno a nivel comunitario que pueda reconocerse como una capacidad propia de las personas del vecindario para enfrentar las dificultades de salud? Algunos relatos señalan prácticas que corresponderían a formas de resiliencia comunitaria, en tanto estrategias de solidaridad social, mientras que otros, por el contrario, señalan que tal solidaridad no existe; es decir, que no existe tendencia alguna a partir de las manifestaciones de los inquilinos participantes de la investigación, hacia una resiliencia comunitaria que por ende se constituya un factor de protección de la salud en el vecindario: _ Yo he llevao gente (…) hace por ahí tres días me tocó llamar los bomberos pa' que sacaran una señora asfixiada de una pieza (por qué XXX -el administrador) estaba ocupao y en eso hay que colaborarles a ellos también (...) y lo que lo ocurrió a esa señora me puede ocurrir también a mí. P1 (Mujer) 43 años. Familia de 4 - (Familia nuclear) sustento por el Padre (su cónyuge).

_ No, aquí nadie le ayuda a nadie nada, yo me he visto 4, o 5 o 8 días tirada en esa cama y nadie pregunta por nada, aquí hay muy mala vecindad. P10 (Mujer) 68 años. Familia de 3 (hijo e hija) (Familia monoparental materna) sustento por la madre (ella).

_ Como estamos en un gremio cuando el inquilino le nace de corazón le colabora a esa persona que está enferma, cuando no, que se alivie como pueda. P2 (Hombre) 24 años. Familia de tres (mamá y hermana) (Familia monoparental materna) sustento por la madre.

Retornando al asunto de las representaciones de bienestar, lo que han encontrado algunos investigadores del Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de 151

Antioquia es que el concepto que las comunidades manejan de bienestar no es estrictamente producto de su socialización sociocultural, ni tampoco exclusivamente de una imposición política o legislativa, sino que procede más bien de una negociación permanente y diferenciada que se da en los diferentes campos y espacios de interacción cotidiana (Dover y Puerta 2007). Es así como se desprende que las negociaciones de sentido de bienestar están apuntaladas en las diferentes espacialidades, y para el caso de este vecindario de Los Andes en Niquitao, apuntaladas en unas espacialidades céntricas y marginales a la vez. Las especificidades de estas relaciones socioespaciales que definen las representaciones y prácticas de bienestar, en este caso, de salud, se afianzan en los fenómenos identitarios, y así consecuentemente, la identidad en el caso de los inquilinos de Niquitao, está socioespacializada centro-periféricamente.

El vecindario: ¿En el Centro de la Marginalidad? Aquí se vive al día. Una mañana no hay agua, la otra tarde no hay luz. Los niños parece que se multiplicaran en las habitaciones y todos los olores se mezclan: así se vive en un inquilinato de Niquitao. (Gómez, 2008)

Lo expuesto hasta ahora sobre Niquitao y Los Andes está fundamentado en el análisis de las fuentes recopiladas previamente y durante la investigación, los relatos y manifestaciones de todo tipo de los participantes, y en la experiencia directa del investigador en ese sector de la ciudad, tanto en calidad de simple ciudadano, como de profesional que ha participado de acciones psicosociales en el mismo. Las dinámicas socioespaciales de Los Andes implican, como se ha formulado, la configuración de tendencias identitarias o tipologías de inquilinos de una gama diversa que se juega entre el sentido de pertenencia y el desarraigo, tanto al inquilinato como a Niquitao en general. Resulta de interés en todo caso estudiar las maneras como se presenta la integración del inquilinato a un vecindario de unas características tan particulares, que resultan más propias a los cordones de pobreza periféricos de las ciudades “tercermundistas” contemporáneas, que a las de un sector localizado justo al lado del corazón comercial y administrativo de una de ellas. Se esperaría que los habitantes de un sector tan privilegiado geográficamente disfrutaran de unos buenos servicios, tanto de salud como de otras índoles, por su proximidad directa a la infraestructura comercial y de servicios del corazón de Medellín, partiendo del supuesto, claro está, de que la disposición de los emplazamientos privados y especialmente los públicos en las ciudades se concibe y localiza generalmente bajo los términos en los cuales la población inmediata, es decir, los habitantes locales de los sitios de intervención urbanística, puedan tener acceso a ellos. 152

Pero, ¿hacen parte los habitantes de Niquitao del target comercial y de servicios de la zona? Se formula este interrogante sobre la base de aceptar que San Diego, uno de los barrios inmediatamente vecinos al barrio Colón (Niquitao), ha sido reconocido tradicionalmente en la ciudad más por su vocación comercial que por la residencial, de lo que da cuenta el posicionamiento que el Centro Comercial San Diego ha mantenido a lo largo de los últimos años. ¿Acaso por el contrario los habitantes de Niquitao sufren algún grado de exclusión de los sistemas de atención y de infraestructuras municipales diseñadas en su condición de públicas, para el bienestar de los usuarios, independientemente del lugar de procedencia y residencia que tengan en la ciudad? Que Niquitao haya sido hasta ahora reconocido y representado por la municipalidad, principalmente por su condición de marginalidad, puede rastrearse en diversos documentos públicos. El Plan Centro, por ejemplo, diseñado por la alcaldía de Medellín en el año de 1968, presentaba ya desde entonces unas estrategias de “limpieza y recuperación”, precisamente porque asociaba a este sector de las inmediaciones del cementerio San Lorenzo con deterioro, gaminismo, población flotante, drogadicción y prostitución, entre otras características (Arboleda 2007). Ahora bien, la representación de un sector de la ciudad comprende no sólo la forma en que dicho sector está representado por sus residentes, sino también por cómo lo hacen los forasteros. De acuerdo con sus investigaciones Jim Dunn (2009) afirma que existen evidencias de que la reputación de un barrio se asocia con el estado de salud de sus habitantes, es decir, que la implicaciones sobre la salud pueden ser el resultado tanto de efectos directos como indirectos de la reputación; de donde se desprendería que los habitantes de Niquitao podrían, de hecho, internalizar la mala reputación del sector –según lo que plantea Dunn- resultando en una pobre autoestima e inclusive, en dificultades con su salud mental. Este autor igualmente sostiene que “la reputación de un barrio puede indirectamente tener un efecto de auto cumplimiento25, por el cual los servicios, la infraestructura, la inversión y la migración refuerzan y reproducen las características negativas de un barrio”. A este punto resulta fácil preguntarse si la mala reputación de Niquitao que sus habitantes y extraños, incluyendo las autoridades municipales, han internalizado del sector y su población, se ha materializado a manera de exclusión social; es decir, a manera

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La psicología y la sociología se apoyan con frecuencia en el concepto Profecía Autorrealizada acuñada por el sociólogo Robert K. Merton (1964), quien formalizó su estructura y sus consecuencias en su texto Teoría y Estructura Sociales. Allí ofrece la siguiente definición: La profecía que se autorrealiza es, al principio, una definición “falsa” de la situación que despierta un nuevo comportamiento que hace que la falsa concepción original de la situación se vuelva “verdadera”.

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de imposición de restricciones en el acceso a bienes y servicios para los habitantes de este vecindario. A pesar de su centralidad urbana, el sector de Niquitao soporta unas dinámicas socioespaciales diferentes de las áreas habitacionales y comerciales de su entorno, es decir, diferentes de las de ciertos lugares en los barrios fronterizos Las Palmas y San Diego, donde sus habitantes quieren desmarcarse de Niquitao por su imagen lumpenizada. Estas dinámicas socioespaciales del inquilinato Los Andes, de su vecindario y de Niquitao, en relación a los demás sectores aledaños, representan las relaciones inter-escalares de los inquilinos con la centralidad gubernamental de Medellín, materializada a unas pocas cuadras de allí en el Centro Administrativo La Alpujarra, y a la vez con los sectores comerciales, habitacionales y recreativos aledaños, como lo son aquellos establecidos en el corazón mismo de la ciudad en San Diego, Las Palmas y San Antonio, y en los parques vecinos de San Antonio y San Ignacio. Así es como estas relaciones inter-escalares de los habitantes de Los Andes conllevan al problema de su estatuto como margen y centro simultáneo; es decir, de una condición centro-periférica. Esto es, que Niquitao sirve de margen social y por lo tanto de espacio de los marginados -propiedades de una condición heterotópica ya sustentada- pero a la vez está localizado en el centro de la ciudad y en el centro de las pretensiones de transformación urbanística de la municipalidad por su misma condición geográfica. Así pues, por su localización, sus habitantes estarían en condición de disfrutar los beneficios que la centralidad urbana dispone para una buena “calidad de vida”, para el “Bienestar”; sin embargo, su realidad no es consecuente con tal presupuesto. De hecho, la invisibilización de Niquitao a pesar de su centralidad urbana se evidencia, por ejemplo, en el caso de su cementerio –ahora convertido en parque-. Afirma el historiador Mauricio Hoyos “Misteriosamente el cementerio, estando en el centro de la ciudad se volvió invisible. Nadie sabía de él, estuvo ahí siempre pero nadie lo volvió a ver y así resistió los cambios culturales, económicos y sociales, y la ciudad siguió creciendo, nunca lo vio” (Cardona, 2011). En el año 2010 la Universidad de Antioquia contó con la visita de la profesora Estelle Victoria Lambert de la Universidad de Cape Town, quien propuso una interesante reflexión en torno a los espacios de bienestar y su relación con las condiciones de centro o de periferia, cuestionando el supuesto ampliamente generalizado de que mientras más periférico sea un sector habitacional, mayor será su déficit en servicios y espacios para el bienestar de sus pobladores; igualmente, destacó como necesaria una relativización del concepto Bienestar para que sea acorde a la significación idiosincrática que las personas tienen de él. Se concluyó entonces, en los espació de discusión abiertos a propósito de su 154

visita, que básicamente bienestar es la reunión efectiva de condiciones y expectativas que un colectivo de personas tiene para estar bien. El bienestar social por lo tanto incluye aquellas cosas que una comunidad considera que inciden de manera positiva sobre su calidad de vida: un empleo digno, recursos económicos para satisfacer las necesidades, vivienda, acceso a la educación y a la salud, tiempo y espacios para el ocio y la recreación, etc., sin lugar a dudas, un concepto muy afín al de Seguridad Humana aquí ya discutido. Nótese claramente que, pese a que esta noción de Bienestar Social comprende elementos de contenido subjetivo (como sería materia de discusión el qué se entiende por recreación o por empleo digno), está en todo caso fuertemente asociada a factores económicos objetivos. Nótese además que no es posible reducir la idea de bienestar a la de salud, en tanto la salud es sólo una parte del complejo de bienestar; y que debe además reconsiderarse conceptualmente ya que requiere una comprensión más amplia que la habitualmente circunscrita a la dimensión puramente biológica, por lo que tendría entonces que incluir variables integradas a espacialidades, tales como las prácticas, experiencias y representaciones asociadas al acceso al agua, al aire puro, al esparcimiento, a condiciones dignas de trabajo, etc. El caso de los habitantes de Los Andes y sus prácticas socioespaciales de salud relacionadas con el vecindario es complejo, pero muestra cómo algunas implicaciones sobre su salud sí están efectivamente apuntaladas en el espacio: _ Los inhaladores... Y eso ¿quién se los da? _ Vea, como eso es tan caro, eso no lo cubre el Sisbén. Entonces como vienen por aquí locos vendiendo (…) entonces mi marido me los compra. (…) Sí. Mi marido les mira la fecha de vencimiento, y, desde que no estén vencidos, mi marido me los compra, y me los mantiene ahí... P1 (Mujer) 43 años. Familia de 4 - (Familia nuclear) sustento por el Padre (su cónyuge).

_ ¿A usted por qué le dan gripitas por ejemplo, por su trabajo? _ Mi amor, ¡porque yo me lluevo mucho! (debido a que trabaja en la calle). P10 (Mujer) 68 años. Familia de 3 (hijo e hija) (Familia monoparental materna) sustento por la madre (ella).

_ No, dejaron de estudiar (refiriéndose a sus dos hijas), la menor me dejó de estudiar y la mayor me cogió el vicio del sacol y se va pa' abajo pa' la cuarenta, allá donde se van todas a rebuscasen (comercio sexual infantil). 155

P3 (Mujer) 42 años. Familia de 4 (2 adolescentes y esposo) (Familia compuesta) sustento por una hija.

_ Este no es ambiente para los niños, porque por ejemplo en estos sectores se ve mucho vicioso, pues se ve mucha cosa… P5 (Mujer con 4 niñas, 3 niños y esposo) 33 años (Familia nuclear) sustento por ambos cónyuges.

¿Pero…se trata efectivamente de una Condición de Centro Periferización? La condición de centralidad de este vecindario está dada en la geografía urbana de Medellín, “ofreciendo” a Niquitao y al barrio Colón en general una amplia gama de servicios y espacios relacionados con el bienestar social. Así, a pocas cuadras de distancia está el Centro Administrativo La Alpujarra, el parque de las luces, la Biblioteca de EPM (Empresas Públicas de Medellín), el sendero peatonal comercial de Carabobo, el parque San Antonio, el mall comercial de San Diego, la autopista de Las Palmas, la Avenida Oriental, la nueva Institución Educativa San Lorenzo, las oficinas de la Registraduría Nacional en las Torres de Bomboná, la estación San Antonio del Metro, el centro de servicios de Comfama, el parque San Ignacio, la Estación Central de la Policía Metropolitana, dos centros culturales con énfasis en el teatro, las iglesias de San Antonio y San Ignacio, algunas instalaciones bancarias y al menos unas once instituciones entre gubernamentales y no-gubernamentales que ofrecen servicios de atención social. Tal oferta de bienes y servicios representa un alto grado de centralidad que obedece en gran medida a la misma centralidad geográfica de la ciudad, lo que los habitantes de Medellín han denominado tradicionalmente como el centro. Estas consideraciones espaciales se ven reflejadas en las disposiciones que las administraciones municipales tienen del territorio. Es así como desde el Plan Parcial San Lorenzo (Alcaldía de Medellín, 2010), se ejecutó recientemente la obra física del colegio Héctor Abad Gómez, para dar aún mayor énfasis al posible impacto de dicho plan, es cual es, sin lugar a dudas, la generación y/o recuperación de centralidad en el sector San Lorenzo. La intención de conservar el aspecto y valor patrimonial del antiguo cementerio haciéndole el foco del parque aún no se ha alcanzado, en tanto que la comunidad no se ha apropiado de la obra como tal con ese fin; es decir, todavía no es el blanco de las prácticas de socialización comunitarias que la alcaldía de la ciudad pretendía desde la concepción misma del proyecto –divorcio entre el espacio concebido y el vivido-.

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Fotografía 5-3 Los Andes y su Centralidad. Fuente: SITE Alcaldía de Medellín26.

Sin embargo, la condición de margen, de periferia social, está dada en las condiciones culturales, económicas, de hábitat, de salud (lo que incluye las ambientales), legales, laborales, educativas y deportivas, es decir de bienestar social y seguridad humana de los habitantes de los inquilinatos de Niquitao. Como ya se ha mostrado, múltiples han sido las caracterizaciones que de ellos se han hecho y por diferentes actores, que dan cuenta de su alto grado de marginalidad, la cual dificulta en gran medida la posibilidad de acceder a tal oferta de bienes y servicios. Otro ejemplo, es que en el año 1975 el municipio en su estudio llamado “El problema de los tugurios en la ciudad de Medellín y posible solución”, caracterizó los habitantes del sector aledaño a la actual Alpujarra como hacinados; promiscuos; habitando en la miseria física, económica y moral, y en espacios sucios de prostitución; hambrientos; desnudos; ignorantes; etc. (Arboleda 2007). Otra muestra de la marginalidad que persigue a estas personas se evidencia en algunas declaraciones de sus vecinos directos, por ejemplo las que hiciera Gustavo Vélez, presidente de la Junta de Acción Comunal del barrio Las Palmas – vecino a Niquitao-, que está también influenciado por el Plan Parcial San Lorenzo, al diario El Tiempo. Vélez expresó que es preocupante que la Administración Municipal aún no hubiese tomado medidas en cuanto a la erradicación de las “plazas de vicio” que han perdurado por años en Niquitao, y refiriéndose al nuevo colegio que la municipalidad construyó en la zona, afirmó:

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Alcaldía de Medellín. En línea: http://www.medellin.gov.co/MapGIS/web/swf/MAPGIS_FLEX.jsp Consultado en Enero 7 de 2013.

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“Yo no mandaría a un hijo mío a estudiar a un colegio, que está ubicado al frente de los sitios donde venden droga, donde permanentemente hay indigentes, donde hay inquilinatos, que no le ofrecen un modo de vida digno a sus ocupantes”27. (Santamaría, 2008)

La condición centro-periférica de Niquitao coincide con la formulación hecha aquí en la unidad sobre el hábitat- de que Los Andes y Niquitao son verdaderas heterotopías, fundamentalmente por la consideración que su población reúne los requisitos de desviación que propone Foucault. Igualmente, para consolidar la proposición de que se trata de heterotopías, se ha planteado que el inquilinato Los Andes cumple un rol institucionalizador debido a prácticas o niveles de actividad internas que hacen que funcione, entre otras formas, como institución, y que dicho papel afecta la población interna pero además al resto de habitantes del vecindario; así pues, esta característica particular de institucionalizar es también propia de las instituciones que Foucault declara como Heterotopías. Asumir entonces que Los Andes actúa como una institución sobre un vecindario de personas “desviadas”, es reconocer que es un lugar localizado en las márgenes de las convenciones aceptables de la sociedad Medellinense; es admitir que existe un lugar -porque verdaderamente es un lugar por sus dotaciones de sentido- que por sus características estaría siendo concebido por la municipalidad para existir en la periferia de la ciudad, como ocurre cada vez más con las cárceles, cementerios y psiquiátricos, a lo largo y ancho del mundo, tal como lo ilustra Foucault. Sin embargo, este particular vecindario de Niquitao se localiza en pleno corazón de la ciudad y en él existe precisamente porque es allí donde su población puede estar: son las características específicas del centro de la ciudad las que les atraen, mantienen y reproducen allí. Foucault (1984) en “De los espacios otros” (Des espaces autres), al presentar el concepto de Heterotopías, les define como lugares propios de toda cultura, de toda civilización, lugares reales en contraposición a las utopías, “especies de lugares que están fuera de todos los lugares, aunque sean sin embargo efectivamente localizables”, y a sus habitantes como desviados con respecto a la media o a la norma social exigida. También Henry Lefebvre (1974/1991) se refiere la existencia de lugares específicos para la enfermedad y la locura: “algunos especialistas suponen que la enfermedad y la locura tienen su propio y peculiar espacio”28. Ya se ha estimado aquí que, para el caso especial de este vecindario 27

Santamaría, Julio. Comunidad denuncia falta de control sobre las plazas de vicio. Niquitao revivirá para la ciudad. 2008 28 Traducción propia.

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en Niquitao, puede considerarse dentro de estas categorías sociales de desviación a los indigentes, los recicladores, los delincuentes, los drogadictos, las prostitutas; en fin, a los excluidos, a los marginados, y en consecuencia, a la población de inquilinos en Niquitao. La proposición de Los Andes como heterotopía foucaultiana se extiende entonces al vecindario, un lugar fuera de otro lugar (del centro de la ciudad), por lo tanto periferia a pesar de su centralidad, con las consecuencias que tal condición trae a la salud y bienestar general de sus habitantes. Pero, ¿cuáles podrían ser las consecuencias sobre la salud de esta evidente y contradictoria condición centro-periférica? Entendiendo que la marginalidad está aquí enfatizada en la condición socioespacial de los habitantes (no obviamente en la localización geográfica del sector), la primera suposición sería que estos pobladores no se benefician de la oferta de bienes y servicios que representan bienestar social. Sin duda, se trata de un a priori que debe ser sustentado o desvirtuado, pero que se inspira definitivamente en un presupuesto originado en la lamentable tradición humana de excluir a las personas que coinciden con características como las descritas de los habitantes de este vecindario, y en la historia real de exclusión que los usuarios de los inquilinatos de Niquitao llevan a cuestas. Por ejemplo, como lo expone Arboleda (2007), los anteriores habitantes del sector en el que se construyó el centro administrativo la Alpujarra fueron desplazados de allí por ese mismo motivo, aunque parte de esta población encontró albergue en sectores céntricos como Niquitao. Los registros históricos dan cuenta que la población que habita los inquilinatos de Niquitao ha sido ya antes “movilizada” de su lugar de asentamiento (en su momento fueron desplazados de San Juan y del sector de la plaza Cisneros), en tanto que las administraciones municipales han concebido estos espacios para propósitos distintos al de ser hábitat de estos grupos humanos. Ejemplos que apoyan esta dura afirmación, son las consideraciones que ha hecho la Alcaldía de Medellín desde su Departamento Administrativo de Planeación, en su documento Plan Parcial Parque San Lorenzo, donde en su numeral 5.1. Características de la Población, hace las siguientes afirmaciones refiriéndose a los habitantes de Niquitao:    

“unos estados de pobreza y marginalidad y exclusión bastante avanzados entre la población del sector de Niquitao”. “El proceso de pauperización del barrio puede leerse a partir de la presencia de los inquilinatos…” “El sector de Niquitao concentra, sobre una tercera parte de su territorio, una población marginal…” “Principal característica socioeconómica de este conglomerado poblacional es la escasez de recursos”. 159

Afirma además la alcaldía que para el barrio Colón sector Niquitao, se tienen datos socioeconómicos y poblacionales muy precisos, pero a pesar de esta afirmación, no se comprometen a decir cuál es su estrato socioeconómico. Lo cierto es que posteriormente en el numeral 8.8 Vivienda, se propone, como parte de la formulación del plan: “Incentivar una oferta de vivienda de interés social de estrato 3” cuando la gran mayoría de los habitantes de inquilinatos como Los Andes son de estrato 0 y 1, conforme a su propia caracterización y a algunos relatos en esta investigación: _ Hay gente de estrato cero, hay gente de estrato uno, y uno que otro por ahí de estrato dos, pero muy pocas familias, por ahí tres. P2 (Hombre) 24 años. Familia de tres (mamá y hermana) (Familia monoparental materna) sustento por la madre.

Se presume entonces que la condición de periferia social de Niquitao ha llevado a la administración municipal a concebir otros usos y pobladores para esta centralidad urbana; preconcepciones espaciales hechas desde los planificadores, desde los centros de gobierno, del tipo de preconcepciones que Edward Soja (1996), al revisar la triada espacial en la teoría de Henry Lefebvre, identificó en su segundo espacio como los espacios para las representaciones del poder y la ideología, del control y la vigilancia, donde se apuntalan los factores para la administración de la población que no suelen ser consensuados sino impuestos, y así, convertidos a veces en factores de exclusión socioespacial o adaptación socioespacial forzada. En ese sentido, Arboleda (2007) afirma que las nuevas políticas de inversión sobre el Sector San Lorenzo (donde se localiza Niquitao) se han acometido de manera tan desbordante que están “dificultando las sinergias de permanencia y la asimilación, y favoreciendo las dinámicas de remplazo y superposición. Esto puede generar rupturas, fragmentaciones, recogimientos, desplazamientos y eliminación”. De hecho es bastante significativa la coincidencia de la perspectiva de urbanización futura para Niquitao y la encuesta de calidad de vida del sector en 2011, en términos de invisibilización contundente de los habitantes de inquilinato. Como se subrayó antes el proyecto de urbanización se orienta a un público de estrato socioeconómico tres (3) o lo que en la nueva categorización equivale a un estrato nivel medio, mientras que los miles de habitantes de inquilinato del sector correspondan a los niveles 0 y 1 de la encuesta SISBEN, es decir, a los estratos socioeconómicos bajo y bajo-bajo; sin embargo, al revisar el perfil socioeconómico de la comuna diez -donde se localiza Niquitao- en el documento Encuesta de Calidad de Vida (Alcaldía de Medellín, 2011) se advierte de inmediato que esta 160

población no es considerada como habitante del vecindario ni por el ítem de tipo de vivienda, ni por los de hogares o población según el estrato socioeconómico de la misma. Es decir, que se evidencia aquí una manera de cierto ejercicio del poder, de invisibilización política de estas personas. A continuación las tablas de dicho documento que sustentan esta aseveración: Tabla 5-1 Viviendas según estrato socioeconómico. Fuente: Alcaldía de Medellín (2011).

Tabla 5-2 Población según estrato socioeconómico de la vivienda. Fuente: Alcaldía de Medellín (2011).

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Tabla 5-3 Hogares según estrato socioeconómico de la vivienda. Fuente: Alcaldía de Medellín (2011).

Alejandro Grimson (2009) profundiza en la idea de que el vecindario es un ámbito posible de la política, por lo tanto un ámbito de ejercicio de poder estatal, pero también de ejercicio político factible para los desfavorecidos. Afirma que sobre los barrios intervienen, entre otros, los intereses inmobiliarios para comprimir y expandir sus fronteras en función de intereses económicos y cambios urbanos. En este sentido, el Plan Parcial San Lorenzo es claro en sus pretensiones: Incentivar a los inversionistas privados para que inviertan en el desarrollo de nuevos núcleos habitacionales a través de la canalización de los subsidios para vivienda de interés social y la participación de la Administración Municipal como facilitador en el proceso de desarrollo de los proyectos inmobiliarios.

Es innegable y clara la relación de poder que se ejerce sobre los ciudadanos desde los gobiernos, resulta necesario para la administración de las poblaciones humanas, pero también es claro que en muchas ocasiones los gobiernos determinan arbitrariamente sus destinos cuando sus intereses son más económicos que humanitarios. Es pertinente reflexionar sobre el tema a la luz de Foucault, donde lo fundamental de su idea de poder es su definición como entramado de relaciones. Es de suponer que el estado imponga su poder de gobierno sobre la población de habitantes de Niquitao a través del manejo del espacio en tanto imposición de modelos para relacionarse con él y en él, pero esto puede derivar justamente en una exclusión del mismo de manera directa o encubierta. La representación del espacio, ese segundo espacio de Lefebvre, permite entender que el estado se impone a veces bajo la creencia de que las intervenciones sobre el mismo condicionan los comportamientos de sus pobladores, y si los pobladores le resultan “inapropiados” a sus intereses sobre un espacio específico, es de suponer que su intervención puede implicar la obligación forzosa de adaptarse o de 162

marcharse a otro lugar. Es decir, que si el ciudadano no puede o no quiere cambiar para adecuarse al ideal que el estado tiene del habitante o del espacio que habita, resultará necesariamente excluido de ese espacio físico o del entramado de relaciones necesarias para habitarlo en las condiciones de bienestar, también determinadas por el estado, a pesar que no sean coincidentes con las concebidas o posibles para sí mismos por los pobladores. Macyntaire (2007) ofrece un ejemplo que ilustra este tipo de dinámicas de intervención estatal que se realizan desde los imaginarios de los planificadores del espacio, sin un acercamiento prudente a las experiencias de los residentes: Un estudio realizado en Glasgow sobre la apertura de una gran cadena supermercados en un vecindario pobre que antes carecía de uno, sugiere que los principales beneficiarios pueden haber sido gente de fuera del área que se cambiaron a este supermercado, en lugar de la gente local que continuó sus compras en pequeñas tiendas locales y / o no percibió que el supermercado había sido diseñado para ella.

Es innegable que las relaciones centro-periféricas en las sociedades humanas implican una dimensión política, es decir, de poder tal como lo expone Foucault; pero también Soja (1996) da cuenta de ello enfatizando en la preferencia política compartida con Lefebvre por los espacios de la representación, los vividos, preferencia devenida no de una condición ontológica sino de una elección política central en la obra del filósofo francés, ya que estos espacios vividos se constituyen en el terreno para la generación de lo que Soja denomina “contraespacios”, o sea, espacios para la resistencia que los marginados sostienen contra los órdenes de poder dominantes que les son impuestos. Los habitantes de una centro-periferia como Niquitao, bien podrían tratar de excluirse de participar en los modelos de intervención que se les imagina pertinentes desde la centralidad, que a veces tienden a desconocerles como habitantes válidos del sector, y así resistirse de alguna manera a una administración y dominación arbitraria o indolente. Ahora bien, suponer esta resistencia como posición colectiva en Niquitao es algo incierto, dado que tendría que partir de una consciencia comunitaria, de una suficiente cohesión social de inquilinos que, de acuerdo con las discusiones expuestas en torno a los sentimientos de pertenencia o arraigo a Niquitao (factores esenciales en la fundación de procesos identitarios), sigue siendo improbable. Una hipotética posición de resistencia, según lo visto aquí, tendría que apoyarse en una muy tenue identidad comunitaria. Sin embargo, la permanencia y persistencia de estas personas en este vecindario, replicando día a día las mismas prácticas de apropiación y reproducción del espacio, gravitando cada una sobre sus propios 163

intereses individuales o familiares, bien puede entenderse como una forma de resistencia contra las disposiciones estatales del uso y vocación del suelo. En palabras de Soja, refiriéndose a los espacios vividos: Ellos son los “espacios dominados”, los espacios de las periferias, las márgenes y los marginados, los “tercer mundos” que pueden ser encontrados en todas las escalas, en la corpo-realidad del cuerpo y de la mente, en la sexualidad y la subjetividad, en las identidades individuales y colectivas desde lo más local hasta lo más global. Son los espacios elegidos para la lucha, la liberación, la emancipación”29 (Soja 1996).

29

Traducción propia.

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CONCLUSIONES

Teniendo en cuenta que el punto de partida para este estudio fueron las ciencias socioespaciales, propias del nuevo paradigma que representa el giro espacial, con aportaciones y paralelismos constantes de la psicología, es válido afirmar que el recaudo de los hallazgos hacia esta parte final da cuenta de la plena diversidad de tópicos que pueden ser abordados a partir de un asocio disciplinar tan promisorio. La producción de espacialidades de salud por algunos habitantes de un modelo de vivienda tan particular como lo es un inquilinato, se fundamenta en el indiscutible hecho de que sus moradores, a pesar de las diferentes razones por las que habitan estos lugares, comparten un mismo espacio y unos factores comunes asociados directamente con ese hábitat que inciden indudablemente sobre su salud. No puede entonces dejarse de lado la definición de habitantes en condición de calle que les corresponde a los inquilinos de Los Andes, ni tampoco la consideración de que la mera definición de inquilinato como una tipología de vivienda con formas de habitar para varios grupos familiares vulnerables, ya establece unas condiciones de carácter comunal y de inequidad social que ameritan especial consideración. Una de las primeras conclusiones de significativas consecuencias para el resto de la discusión, y que parte de su condición como espacio para el habitar, es que a pesar de las posibles aparentes dudas el inquilinato Los Andes se configura como lugar, está dotado de las características necesarias de sentido que demanda la geografía humanística para tal categorización a pesar del permanente sentimiento de no posesión sobre la pieza, o de destierro del lugar de origen o residencia previo, con sus consecuentes incidencias sobre la identidad; por esa razón muchos inquilinos permanecen residiendo en él inclusive durante muchos años, con lo que se salda la duda sobre sus niveles de estabilidad y migración. Se concluye además al respecto que el devenir de este espacio reside en la conciencia de lugar de sus inquilinos, puesto que ellos y ellas portan una intencionalidad, una conciencia, unas representaciones y vivencias de este lugar con la que le reproducen. Como espacio percibido, el inquilinato está provisto de las materialidades y entorno inmediato en las que se dan las relaciones sociales, así que dichas materialidades se recombinan permanentemente con significados y prácticas que inciden sobre la salud de sus habitantes. Un ejemplo contundente de tal incidencia a partir de estas materialidades lo constituye el hecho de que en esa enorme casa de dos pisos con 70 piezas en los que conviven 200 personas aproximadamente, solo haya cuatro baños, un patio, siete lavaderos y un balcón. Así que factores como la suciedad y el hacinamiento se apuntalan en las materialidades y generan 166

además la necesidad de unos condicionamientos conductuales para hacer uso efectivo de ellos. El examen del inquilinato como lugar representado y vivido lleva a la conclusión de, que en términos generales, los inquilinos entrevistados concuerden que tanto en el interior del inquilinato como en el vecindario, el consumo de sustancias psicoactivas sea el rasgo experiencial más notable, lo que confiere un significado de carácter transversal y condicionante a un sinnúmero de otras representaciones y prácticas, especialmente, a aquellas que hacen referencia a la vulnerabilidad que los niños y niñas adquieren al habitar en estos lugares, como lo es también el abuso sexual infantil bajo la encubridora apariencia de la prostitución. Sin embargo, otras prácticas frecuentes como trabajar en las ventas ambulantes, reciclar, prostituirse, cocinar, usar los baños y drogarse, son otras de las más notorias que están especialmente supeditadas de una forma u otra a las materialidades que estos espacios imponen o promueven, y todas tienen implicaciones sobre la salud. Al examinar la pregunta por el inquilinato y su vecindario en Niquitao como lugares para ser, es decir, para habitar unos lugares que son centro espacial de referencia de sus existencias, de sus mundos de vida, a través de registros de prácticas específicamente corporales, se llegó a la conclusión de que la condición existencial de ser un habitante de Los Andes, puede darse al menos bajo tres posibles tendencias tipológicas distinguibles, una clasificación que ilustra tendencias de las valoraciones y disposiciones subjetivas de los inquilinos de los Andes hacia tres posiciones bien diferenciables respecto al habitar: un tipo de inquilino inconforme que tiende a manifestar en sus declaraciones consientes no sentirse perteneciente al lugar a pesar de que se muestre en otras perteneciente a él aunque insatisfecho, y por ende apunta a otro modelo de vivienda de mayores condiciones de bienestar. Otro tipo de inquilino indiferente que tiende a manifestar en sus declaraciones consientes indiferencia a pertenecer o no al lugar y se muestra en otras perteneciente a él aunque indiferente, y por ende no apunta a un modelo de vivienda particular; y finalmente un tipo de inquilino conforme que tiende a manifestar en sus declaraciones consientes sentirse perteneciente al lugar, y se muestra en otras perteneciente a él y satisfecho, y por ende apunta a este mismo modelo de vivienda por venir de otro de menores condiciones de bienestar. Así mismo al contrastar los conceptos de topofilia, topofobia, topolatría y toponegligencia, se concluye que no puede afirmarse que una condición de topofobia se presente de manera explícita en ninguno de los tipos de inquilinos, y que más bien sí puede decirse que entre los dos extremos de las tipología se presentan niveles de incoherencia relativa entre las manifestaciones de rechazo al 167

inquilinato y al vecindario, y las experiencias de habitar en ellos. Inclusive, una posición de toponegligencia seguiría siendo contraria a las conclusiones alcanzadas sobre el inquilinato y el vecindario en Niquitao como verdaderos lugares. Esto permite entender además la causa de los niveles de poca movilidad en muchos de los inquilinos. Otra importante conclusión que tiene trascendencia a las demás discusiones desde el abordaje analítico del inquilinato y de Niquitao como lugares a habitar, es que se trata de verdaderas heterotopías de desviación, ya que estos lugares están siendo habitados por personas cuyas conductas se consideran socialmente inaceptables en tanto que desviadas con respecto a los estándares convencionales o las normas regidas y administradas por el ente regulador del estado moderno, tales como el expendio y consumo de sustancias psicoactivas, el reciclaje, la prostitución, la mendicidad y la delincuencia -la condición de ser habitantes en condición de calle ya es suficiente a este respecto-. Así mismo, se discutió que prácticas como preparar los alimentos, lavar la ropa, usar el baño y la ducha, en lugares comunitarios y con horarios rigurosamente establecidos, constituyen una forma de ser ahí institucionalizada; es decir, que se concluye que en una modalidad ciertamente heterotópica, Los Andes funciona de alguna manera no explícita como una institución, ya que se trata de las continuidades de la vida cotidiana que así es inevitablemente internalizado por sus habitantes; y se alcanzan a diferenciar funciones de institucionalización de orden económico que inciden en la instauración de prácticas de salud favorables a algunos inquilinos. En otras palabras, al reconocer el flujo del poder en el tejido relacional del inquilinato Los Andes, se concluye que se presenta una especie de proyecto institucional nacido y sostenido de las representaciones, prácticas y vivencias de algunos de sus inquilinos a modo individual, pero con efectos sobre todos y cada uno de ellos y sobre el espacio, y a la manera de un bien social. Esta especie de proyecto se materializa en una orientación hacia la rehabilitación de unas formas de ser entendidas por ellos mismos como menos saludables, por corresponder a prácticas de drogadicción e indigencia. Dicho proyecto es en sí mismo una espacialidad de la salud. Puede concluirse entonces que el inquilinato Los Andes es un lugar de transición que se sitúa entre las fronteras de lo familiar y desconocido, entre la vivienda tradicional y la condición de calle, entre la satisfacción y la insatisfacción de la atención médica, entre la utilidad y la inutilidad, entre la enfermedad y la rehabilitación y, finalmente, entre la vida y la muerte. Con tales consideraciones se configura una matriz de espacialidades de este lugar.

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De las tipologías de inquilinos aquí establecidas devienen también unas relaciones específicas correspondientes con la salud, de manera que el inquilino inconforme tiende a realizar prácticas orientadas mantener condiciones favorables a la salud; el inquilino indiferente tiende a realizar prácticas en el lugar que son acordes a las habituales del inquilinato, mientras que el inquilino conforme, tiende a realizar prácticas en el lugar que son acordes a las habituales del inquilinato y de la calle; todas estas prácticas con consecuencias diferenciables favorables o no favorables a la salud. Gracias a la discusión sobre la dimensión de la salud para los habitantes de la pieza, el inquilinato y el vecindario de Niquitao desde la perspectiva de la Seguridad Humana, la cual parte del imperativo categórico del respeto por la dignidad humana, se llegó a la conclusión de que dicha dimensión no está garantizada a los inquilinos debido a que factores como la pobreza e inequidad, el hacinamiento, la falta de vivienda propia con sus correspondientes percepciones de no-propiedad y desarraigo, entre otros, van en directa contravía de dicha concepción de seguridad humana, ya que afectan de diferentes maneras la salud de los inquilinos por sus consecuencias tales como el estrés, las condiciones antihigiénicas, la insuficiencia y tramitología en la atención médica, la posibilidad real y latente del abuso sexual infantil y de mayores, la mala nutrición, las prácticas de auto-medicación y auto-tratamiento frente a la enfermedad, la insuficiencia de espacios para la socialización, la violencia y la drogadicción. De esta manera se configuran espacialidades adversas a la salud que se contraponen a la seguridad humana. Frente a la preocupación por indagar si acaso el sistema de salud que presta su atención a los inquilinos les discrimina o excluye, se concluyó que hay una tendencia menor hacia esta percepción por parte de los inquilinos inconformes e indiferentes, mientras que es al contrario para el caso de los inquilinos conformes quienes tienden más hacia el inconformismo con el servicio de salud que les provee el Sisbén. Sin embargo, el caso de una señora participante de la investigación que falleció en el transcurso de la misma, evidenció que no necesariamente la realidad de la prestación de este servicio coincide con las percepciones y representaciones aceptables del mismo. Esto da pie a concluir que las condiciones de pobreza y marginalidad de los inquilinos de Los Andes, hacen parte de un ciclo vicioso que profundiza la misma pobreza y la enfermedad. Coincidente con la proposición del gradiente social de la salud, se concluyó que las desigualdades en salud respecto al inquilinato Los Andes se acentúan a causa de la tremenda brecha económica entre las clases sociales de Medellín, en la que, al parecer, los beneficios para la salud están radicalmente condicionados a una

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buena situación socioeconómica, condición ajena a los habitantes del inquilinato Los Andes y a la gran mayoría de los habitantes del vecindario en Niquitao. A este punto, se reconoció la importante influencia que sobre la salud de las personas tienen los vecindarios en los que residen, acogiendo aquí como guía de valoración de los mismos, sus riesgos, recursos, relaciones y representaciones. Para el caso de Los Andes se concluye que hay unas características más sobresalientes a ser consideradas, tales como: la vecindad con las vías adyacentes de San Juan y la Avenida Oriental, la que implica representaciones de valor positivo del vecindario en tanto que se trata de un valioso recurso para el mantenimiento de la salud desde la perspectiva de la consecución de ingresos, pero que a la vez representa un riesgo para la misma por implicar las desventajas del trabajo informal. La localización en la cuadra, destacando en ella la bodega de acopio de reciclaje que también representa un recurso para la salud por ofrecer sustento a varias familias, pero que también promueve el mantenimiento de algunas de las relaciones socioespaciales del reciclaje directamente asociadas a la mendicidad, y por ende, representa así unos riesgos para la salud al exponer a los inquilinos a toxinas y plagas. Así mismo se concluye que existen riesgos para la salud psicológica de los residentes del inquilinato y del vecindario en general, debido a que las condiciones de marginalidad están asociadas aquí con esas conductas de desviación que desfavorecen el desarrollo y estado bio-psico-social saludable todos y todas. En este mismo sentido se reconoce la influencia de la vecindad con la manga y los bajos del puente de interconexión entre la avenida Oriental y la calle San Juan, ya que dicha vecindad no se aprecia como un recurso para la salud, al estar estos espacios también directamente afectados por las prácticas de desviación propias de su marginalidad, es decir, como efecto de la amplificación de la privación. Es así posible concluir que existe alrededor del vecindario una espacialidad de la salud configurada literalmente como un círculo vicioso, en tanto que el tejido de relaciones establecido en el vecindario, en el que las adicciones e indigencia son parte del espacio, da mantenimiento a las representaciones de estos lugares como zona de tolerancia, lo cual a su vez y simultáneamente promueve y mantiene las relaciones de adicción y mendicidad. Se concluye así que es presumible que el estigma de marginalidad que cobija a los inquilinos residentes de este vecindario, puede eventualmente convertirse en un riesgo para su salud, en tanto reduzca la calidad de atención en salud que reciben, ya sea por la burocracia natural de las instalaciones públicas, o por una lectura desventajosa que hagan los funcionarios a cargo de los requisitos y trámites, para encubrir sus propios prejuicios sobre esta población. Como síntesis de esta relación del vecindario con la salud de sus moradores, vale decir que se trata de un problema de complejidad en el que se 170

advierte que algunas de las particularidades del vecindario de Los Andes pueden afectar negativamente varias dimensiones de la salud, con mayor acento en ciertas ocasiones y lugares, y con mayor daño para algunos subgrupos de la población. Sin embargo, a pesar de la pertinencia de la relativización de la amplificación de la privación asociada generalmente a la marginalidad, para el caso de este vecindario resulta necesario concluir que es ineludible y contundente su impacto sobre las condiciones de salud de estas personas, aun la noción de Bienestar Social que comprende elementos de contenido subjetivo está fuertemente asociada a factores económicos objetivos. Otra de las conclusiones sobre las espacialidades de salud en Niquitao es que estos inquilinos son resilientes, ya que de sus relatos y manifestaciones se desprenden impresiones que dan cuenta de una tendencia individual a menospreciar sus quebrantos de salud, sobreponiéndose a dificultades de diferente tipo, y aunque algunos relatos señalan prácticas que corresponderían a formas de resiliencia comunitaria, otros por el contrario, sugieren que tal resiliencia, que por ende sería un factor de protección de la salud en el vecindario, no existe. El desarrollo de las discusiones llevó a concluir que Niquitao se configura como una centro-periferia socioespacial, lo que le ratifica además en su condición heterotópica, ya que aunque el lugar y sus habitantes se localizan en un sector tan privilegiado geográficamente, no están en el centro del influjo de algunos recursos y servicios que hacen parte de su entorno, pero que parecen estar dirigidos a otros tipos de públicos, quizá por la consideración de que su población reúne los requisitos de desviación que Foucault propone. A esto se suma el agravante de que el estigma social del vecindario y sus residentes puede indirectamente tener un efecto de auto cumplimiento, lesionando la auto-estima y así la salud psicológica de los residentes, y promoviendo la reproducción de los prejuicios y exclusión social que derivan en restricciones en el acceso a bienes y servicios para estos habitantes. En ese mismo sentido se concluyó, con base en los registros bibliográficos, que la población que habita los inquilinatos de Niquitao ya ha sido antes desplazada de su lugar de asentamiento debido a que las administraciones municipales de turno han concebido estos espacios para propósitos distintos al de ser hábitat de estos grupos humanos. De hecho, el Plan Parcial vigente para este sector propone incentivar una urbanización de interés social de estrato tres, cuando la gran mayoría de los habitantes de inquilinatos como Los Andes son de estratos inferiores, con lo que se materializaría el poder estatal en una intervención que puede implicar, para estas personas, la obligación forzosa de adaptarse o de marcharse a otro lugar. Sin embargo, ya que estos espacios vividos se constituyen 171

en el terreno para la generación de espacios para la resistencia que los marginados sostienen contra los órdenes de poder dominantes que les son impuestos, bien puede entenderse como una forma de resistencia contra las disposiciones estatales del uso y vocación del suelo en Niquitao -muy a pesar de su baja cohesión social- la permanencia y persistencia de estas personas en este vecindario, replicando día a día las mismas prácticas de apropiación y reproducción del espacio, gravitando cada una sobre sus propios intereses individuales o familiares.

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