Sociedad de la desinformación

Share Embed


Descripción

Sociedad de la desinformación Carlos Alejandro Charcousse Maracaibo, Junio 2012 A lo largo de la historia, los medios de comunicación han sido factor fundamental para las formas de pensar de la población. Fueron, son y serán generadores de conductas, pensamientos y actitudes de los seres humanos. Son conocidos como el cuarto poder de una sociedad, son persuasivos por naturaleza y pueden llegar a convertirse en la herramienta de mayor plusvalía para conseguir objetivos económicos, políticos, religiosos, etc. Víctor Gordoa, mexicano y autor del libro El poder de la imagen pública, afirma que esos 3 poderes públicos de cada nación, no son más que un velo utilizado para ocultar los verdaderos regidores de un país. Para Gordoa, los poderes reales de un Estado son el económico, el político y los medios de comunicación, siendo este último vital para el correcto desarrollo de los dos primeros. Nos encontramos así con un panorama remoto que coloca a los mass media en el pedestal de cualquier territorio del mundo. La historia de los medios de comunicación pudiésemos fragmentarla en 3 partes que, para su momento, fueron totalmente innovadoras. La escritura y la imprenta fueron las 2 primeras grandes creaciones comunicativas de la historia, conforman la primera etapa de los medios de comunicación —una etapa de mucha lectura, pudiese afirmarse—. La segunda etapa lleva la tilde audiovisual, y es que la radio, a principios del siglo XX, y la televisión, cerca de mediados de este, revolucionaron las comunicaciones del mundo. Era la oportunidad de escuchar y ver acontecimientos por medio de aparatos electrónicos. Otros pocos vieron algo que se alejaba de esos benevolentes objetivos mencionados anteriormente. Sigmund Freud, padre del psicoanálisis fue quizás una de las personas del segundo grupo, y es que más allá de estudiar los objetivos reales de los medios, Freud se enfocó en las conductas racionales e irracionales de los seres humanos. Este enfoque de Freud sería vital para la utilidad y función de los medios de comunicación.

Freud determinó que las conductas sexuales y agresivas permanecen dentro de los seres humanos, incluyendo a los niños. Estas afirmaciones serían imprescindibles para las acciones que se tomaran en varias naciones del mundo en cuanto a la comunicación. Una parte de la sociedad compartió las teorías de Freud mientras que otra, más grande que la primera, y encabezada por la iglesia católica, rechazó rotundamente los planteamientos del judíoalemán.

Sin embargo, no sería Freud el mayor beneficiado de sus hallazgos sino su sobrino Edward Bernays, quién, radicado en Estados Unidos, utilizó las ideas de su tío para enseñarle a los medios de comunicación cómo podían manipular a la sociedad. Bernays utilizó la teoría de Freud primero para descubrir y luego enseñar a los medios cómo crear falsas necesidades a la población, un arma infalible para las grandes empresas comerciales del momento. Es conocido por algunos como el padre de la publicidad, otros simplemente lo catalogan como un nombre importante dentro de ésta; pero más allá de las opiniones, Bernays fue colaborador esencial para las ideas y el desenvolvimiento de la publicidad como la conocemos hoy en día. La publicidad fue uno de los sectores más beneficiados con las teorías de Freud y de cómo las utilizó su hábil sobrino. Bernays le dio un vuelco al mundo de los negocios, en especial al de las grandes marcas de los Estados Unidos, pues enseñó cómo podían crear necesidades irreales —y hasta irracionales— con el fin de vender un producto. Era el principio de la sociedad de consumo. Los primeros pasos de la publicidad datan desde hace siglos, característica que aunada a su permanente utilidad, la sitúan como una herramienta de gran poder a la hora de influir en las masas, pues puede jugar un papel a favor de manejo de conductas, pensamientos y hasta en la toma de acciones. La empresa Coca-Cola es un ejemplo evidente de lo que la publicidad puede lograr para una organización; más allá de la fórmula de su producto y de lo mejor o peor que sea su competencia, esta herramienta logró y sigue haciendo que Coca-Cola, luego de más de 100 años como empresa, sea la marca más conocida del mundo. Todo esto ratificado por los más grandes estudios y federaciones relacionadas a la publicidad.

Edward Bernays fue sin duda uno de los más grandes personajes que pudo descifrar el objetivo al cual debía llegarse con la publicidad e incluso la propaganda, pues fue partícipe de campañas para políticos en Estados Unidos y creador del concepto de las antorchas de la libertad, donde se utilizó por primera vez a las mujeres y al cigarrillo, representado un ideal, representando cómo las mujeres podían liberarse de un yugo opresor que mantuvieron contra ellas por décadas. El cigarrillo fue una herramienta muy útil en ese tiempo para simbolizar esa campaña pero más allá de la utilización de ese producto, el verdadero concepto creativo de Bernays iba un paso adelante; él utilizó un nombre que estaba relacionado con cada ciudadano de esa nación, una campaña con la que todas las personas de alguna u otra forma se sintiesen identificadas, para así conseguir el éxito de la misma; él iba por la liberación, por la igualdad, por la defensa de las féminas en Estados Unidos y el mundo. De la mano de este arte, Bernays creaba las relaciones públicas como un método de apoyo a la publicidad, además de ser un eje importante dentro de cada institución, empresa u organización. Varias décadas después, el trabajo de este diestro personaje sigue teniendo validez y, más aún, se consagra cada día debido a su importancia dentro de cualquier ente o persona para las comunicaciones, tanto internas como externas. Desde ese punto de vista, es fundamental para el desarrollo de un país, para la consolidación de su democracia y soberanía, el correcto manejo y uso que se le den a las relaciones públicas. Juan Jacobo Rousseau, creador del término opinión pública, afirma que nunca ha existido ni existirá una democracia verdadera, pues “es contrario al orden natural que gobierne la mayoría y que la minoría sea gobernada”. Basándonos en esto, pudiésemos afirmar que la democracia real no existe y que lo justo para una nación sería lo que más le conviniese a una población según la opinión pública. Pero entonces, ¿qué sería la opinión pública? Rousseau la define como una actitud por encima de un pensamiento; el mexicano Víctor Gordoa, afirma que es una alianza inseparable entre la gente receptora de los medios. Otros autores la relacionan con la respuesta de un grupo frente a temas o contextos netamente políticos. Más allá de definiciones teóricas del término, si nos vamos a su sentido práctico, la opinión pública calaría como la respuesta de un grupo de la sociedad frente a problemáticas y situaciones de interés

público, entendiendo éste como el interés de la sociedad o por lo menos grupos grandes dentro de ella. Entendemos, entonces, cómo la publicidad y la propaganda pueden influir de manera incuantificable en las conductas y acciones humanas, utilizando a los medios de comunicación masiva para esta tarea; todo esto conociendo las teorías de Freud acerca de la mente humana y teniendo la capacidad de utilizar estas poderosas armas a beneficio de un producto, un candidato o un ideal, que al final significan lo mismo y sólo cambian los sustantivos. Esto es lo que creó la sociedad de consumo, y que por décadas la consolidó e hizo que emigrara fuera de los Estados Unidos y se perpetuara en muchas naciones del mundo, alienando, ideologizando y mediatizando por años para ahora hacer una labor casi imposible, el intentar cambiar el modo de pensar consumista y capitalista del planeta que año a año hace que la tierra se destruya un poco más, que centenas de niños y personas mueran en África a raíz del hambre, que mantiene formas de gobiernos añejos y dictatoriales en parte de Asia y que denigra el papel de la mujer en la sociedad de las naciones árabes. A esto nos enfrentamos los que modestamente quisiéramos contribuir con algún cambio y que, fijándonos en el principio de este proceso, ratificaría una vez más las palabras del gran pensador hindú Mahatma Gandhi cuando, de manera general pero contundente, aseveró: “¿La civilización occidental? Bueno, sería una excelente idea”. Todo esto nos lleva a encontrarnos en la actualidad con un mundo totalmente diferente al de Freud y Barneys, un mundo diferente al de Gandhi y a cómo se hacía la publicidad hace 30, 20 o incluso 10 años. La sociedad, con su modo de vida, ha entrado en un proceso de cambio constante y veloz, que crea una especie de inconformismo en cuanto al consumo de la población; esto pudiésemos catalogarlo de esta manera desde la llegada de internet, a finales de la década de los ‘80 y principios de los ‘90, cuando esta rede se hizo comercial y abierta a las personas. Es así como llegamos al tercer gran paradigma comunicacional de la historia; el primero fue conformado por la escritura y la imprenta, como mencionaba al principio, el segundo fue una etapa audiovisual con la llegada de la radio y la televisión y el tercero es justamente la llegada de la era digital con la internet y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Vivimos en un contexto digital y tecnológico, es un espacio de blogs, web, redes sociales, medios de forma digital, además de mantenerse la mayoría en su manera tradicional (radio, televisión e impreso); eso hace que entremos en una cápsula de desinformación dentro de tanta información.

Cada persona está expuesta a diario a miles de contenidos que, por su cantidad y diversidad, hacen que la persona no se contextualice en la realidad ni que pueda conocer acerca de nada a cabalidad. A esto se enfrentan las empresas, los políticos, la iglesia, cada uno de nosotros durante cada día de nuestras vidas; a un mundo lleno de datos pero faltos del verdadero conocimiento, de la verdadera consciencia que en algún momento de la historia pudiese contrarrestar los efectos alienantes de las grandes élites comerciales, que dentro o fuera de la palestra pública dominan al mundo por encima de cualquier ley, por encima de cualquier castigo. En un simple mapa mental, las grandes élites utilizan los mass media y las tecnologías para alienar, manipular y dominar a los hechos que producen o directamente a la opinión pública, para acabar con su significado inicial, el de luchar, el de debatir, y esto afecta directamente a la democracia, no a la utópica de la que se habla en los libros sino a la práctica que, por lo menos, garantiza los derechos primordiales de cada nación. La publicidad y la propaganda pueden contribuir al adormecimiento de las masas y por ende a colaborar con los objetivos de esas grandes empresas, personajes o instituciones. La oportunidad de luchar en contra de esto, y de mantener viva la democracia por encima de esa relación que la vincula a la publicidad y da como resultado esta sociedad de consumo antes mencionada, somos y seremos siempre los humanos. Por ahora, ésta seguirá siendo la sociedad de la desinformación.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.