Sobre Paicuqui, puna salada catamarqueña:¿candelaria o san francisco en la puna?

September 18, 2017 | Autor: F. Alicia Ana | Categoría: Arqueologia
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Descripción



- SERRANO, Antonio: "Historia Cultural del Tucumán Prehispánico". Ed. Barcelona, 1967.
- SCHOBINGER, Juan: "Prehistoria de Suramérica" Ed. Labor, 1969.
- ALCINA FRANCH, José: "Manual de Arqueología Americana". Ed. Aguilar, 1965.


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Arqueología en Paycuquy, puna salada catamarqueña: ¿candelaria o san francisco en la puna?
Comentarios al informe "Paycuquy" de Osvaldo Maidana, 1971.

Alicia Ana Fernández Distel, Espacio de Arte Nicasio Fernández Mar, Alberro 223, 4624, Tilcara, [email protected]

Lo que se denomina "etapa formativa" en Argentina tiene cierta similitud con lo que en Centroamérica se denominó pre-clásico. La arqueología local tomó el término de Willey y Phillips (1958), con él se quería indicar un modelo de vida sedentaria-aldeana, con la incorporación de tres tecnologías básicas: cerámica, metales y telar, junto a la agricultura intensiva del maíz y otros vegetales y la ganadería de camélidos. Es decir que siempre se enfocó al Formativo como una etapa de "productores".
En el noroeste argentino valliserrano el término pronto se reveló insuficiente y se terminó por hablar de un Formativo Inferior o más antiguo y un Formativo Superior, más reciente. El límite está en los 300-400 años DC; lo que es anterior (San Francisco, Las Cuevas-Vaquerías, Campo Colorado-La Poma, Candelaria I y Tafí Mollar, Río Diablo o Condorhuasi I ,Saujil Costa de Reyes , Ciénaga I -La manga-), pasa a revistar en el Formativo Inferior.
Lo antedicho proviene de investigaciones publicadas hasta 1980 y sirvió para corroborar la raíz antigua de la cerámica de los valles andinos del noroeste y su extrema variedad. Hacia el final de esa década incursiones arqueológicas (con fechado de C 14) en la puna jujeña dan lugar a pensar en un Formativo Inferior alto andino o puneño. Así, Pedro Krapovickas (1977 en adelante) comienza a anunciar dataciones en La Quiaca Vieja y Cerro Colorado que están comprendidos entre 140 y 380 DC. Con elementos indicadores formativos tales como casas encimadas de adobe y barro (pueblos en montículo) y cerámica con énfasis en el pulido como es típico del Formativo. En cerámica se realizaron además de ollas con modelados zoomorfos en los cuellos, pipas, figurinas, tembetás. En piedra también hay trabajos escultóricos, morteros y palas.
En realidad lo que viene a documentar Krapovickas es la extensión sur de un polo formativo centrado en Bolivia, donde para la época de estos trabajos había datos endebles pero alentadores como el de la aldea Huancarani (Walter 1966).
Creo que puede considerarse al Formativo de la cuenca puneña del Río Pilcomayo (el de Cerro Colorado y La Quiaca) como desvinculado de los desarrollos formativos de los departamentos argentinos lindando con Chile: en Jujuy (Cochinoca y Rinconada), en Salta (La Poma y Los Andes, en Catamarca (Antofagasta de la Sierra). El peso que acá tiene la franja de selva de montaña (la nuboselva con sus culturas San Francisco y Candelaria) del lado argentino y la franja costera oceánica de Chile con desarrollos afines a Faldas del Morro.
Esos mencionados departamentos quedaron comprimidos por dos poderosos generadores de cultura formativa, con fechas de inicio de la cerámica cayendo en el 1500 AC. Que para el O de la era y hasta el 600 DC la puna tuviese asentamientos aldeanos tempranos (del Formativo) es un hecho concomitante con tal compresión. Pero también por razones paleoclimáticas.

El clima en la puna argentina hacia el año Cero

Para no desplegar tantas citas, acudo a la síntesis que hace Cardich (1980: 23) sobre resultados de glaciólogos, paleobotánicos y meteorólogos que trabajaran sobre el paleoclima del holoceno en Sudamérica.
Está comprobado según el autor citado, quien también realizó análisis sedimentológicos en cavernas peruanas, que entre los 300 años AC y los 500 DC hay una fase climática bonancible, donde las temperaturas se incrementan llegando a un pico en el año 140 DC.
El retroceso glacial se hace marcado y el agua abunda en las altipampas, con más razón en las cuencas cerradas como Guayatayoc-Salinas Grandes o Antofagasta, por sólo citar las más importantes.
Todo el desarrollo formativo o del Periodo Intermedio (Medio) peruano-boliviano goza de esta bonanza climática .Y, según Cardich (1980: 23-24) la eclosión del horizonte Tiahuanaco Wari (Periodo Medio) sería concomitante con una arreciamiento del frío a partir del 500 DC. La crisis agroclimática al descender la temperatura habría comprimido a la gente a salir obligadamente a zonas algo más bajas, formándose un centro como Wari.
De grupos desorganizados como los que estamos acostumbrados a registrar en la arqueología del formativo de Salta y Jujuy, pasaron a ser grupos cobijados por un poder central.
No me quiero extender en estas consideraciones pues en relación a paleoambiente, en este mismo taller hay una mesa específica.

Candelaria y San Francisco según Antonio Serrano, mentor de las investigaciones en Paycuquy.

Antonio Serrano (lógicamente también su ayudante Osvaldo Maidana) fue un arqueólogo interesado en los desarrollos formativos de las tierras bajas del noroeste argentino y sus aportes al perfilado de lo que llamó "Cultura San Francisco" son indudables. En su "Líneas fundamentales de arqueología salteña" (1963) coloca a Candelaria y a San Francisco como dos eclosiones subandinas paralelas, arrancando en el año O y llegando al 800 DC. Careciendo de fechados radiocarbónicos, la presunción tiene su lógica.
La fuerte influencia del maestro Serrano, hace que cuando O. Maidana llega al Salar del Hombre Muerto (parte catamarqueña) y encuentre rastros de una aldea de casas circulares, indudablemente formativa, hable de la presencia Candelaria en la Puna. Es que para 1971, cuando se publica el trabajo sumario de Paycuquy, no se habían realizado trabajos como los de Cochinoca 39 (Fernández Distel 1998), Huancar Piscuno (Fernández Distel 2006), Matancillas y Urkuro (Muscio 2000), Casa Chávez (Olivera 1991), Las Cuevas, Cerro El Dique y Potrero Grande (Cigliano, Raffino, Calandra 1976, Raffino 1977) por sólo citar aldeas con su planta bien discernida.
Los años de 1980 a 2000 traen también varios informes de formativo en niveles en cuevas de la puna argentina y una cantidad de datos radiocarbónicos y de análisis de AMS tomados del lado chileno y que llevan al presunto "Candelaria" a un extremo 1000 AC (entre 1000 y 400 AC se desarrolla Tulán 54 en el salar de Atacama- Núñez 1994). Denominador común parecen ser la cerámica corrugada y las pipas en alfarería gris pulida. Las preguntas sobre si la cerámica era elaborada en el lugar o producto de importación, recién comenzaron a surgir en la ciencia argentina a partir de pioneros métodos físicos cuya aplicación en Los Andes, se desencadenó en Perú.
Me refiero a los aportes de Shimada, Sosa, Wagner en la década de 1990, tendientes no sólo a identificar arcillas crudas con arcillas quemadas, sino técnicas y temperaturas de cocción. El anclaje y buena adaptación al hábitat de estos "formativos" en las cuencas cerradas altiplánicas no sólo se corroboró por estos análisis físicos (Fernández Distel 2003) sino que también por el extenso y buen uso de metales trabajados "en frío" (Núñez 1994, Fernández Distel 1998), buena presencia de obsidianas con fuente de aprovisionamiento en la misma puna, cuarzos, sustancias colorantes y el omnipresente arte rupestre en.las rocas volcánicas de esos yermos.
El siglo XXI se abrió con trabajos de exégesis de los "formativos clásicos", valiendo nombrar a M.E. de Feo con sus excavaciones y levantamientos de plano de aldea en la Quebrada del Toro (2007), L. Núñez balanceando los formativos inferiores y los superiores o tardíos y mostrando también planos de aldeas (2005), los míos propios ofreciendo planos de una aldea formativa inferior puneña unicomponente -2006-. Interesante es ver que una "aldea" del formativo inferior puede ser muy amplia con 25.000 metros cuadrados como Huancar-Piscuno, medición que no implica dispositivos agropecuarios desarrollados- porque en el formativo inferior no los había-. Tampoco se aumenta la cifra de la superficie por la presencia de patíos internos que en los planos observados (por ejemplo Huancar o Tres Cruces) no los había.

La mención de "Candelaria en puna"
No se debe sólo a Serrano-Maidana, como antes dije. También se habla de esta presencia para Casa Chávez Montículos 1, y Tres Cruces. También se introducen en la literatura sobre el tema, menciones de presencias Vaquerías y San Francisco.
La posición de los arqueólogos respecto al reconocimiento de un "Candelaria" en Puna sería el de contar con tales características:
Cerámica negra o gris grabada con motivos geométricos rectilíneos, pintada en negro y rojo sobre crema, cerámica roja lisa pulida o negra o gris pulida. El engobe crema aplicado sobre un pulido previo. El engobado rojo y el grabado, vasos modelados con aplicaciones al pastillaje de ojos, cejas, boca o apéndices zoomorfos, pipas tubulares sin modelados.
La ausencia de urnas para niños que caracterizaría a Candelaria I y de urnas para adultos típicos de Candelaria II (Heredia 19868) se obvia: no aparecen en este "Candelaria de la puna".
Curiosamente esto de las urnas de base convexa y con modelados antropomorfos se ubica en la Fase San Pedro de Atacama I, del lado chileno.

Citas sobre Paycuquy, ubicación exacta
Está en el Departamento Antofagasta de la Sierra. Más precisamente a 25 kilómetros al Norte en dirección a Salta. Algunos informantes hablan que este es territorio en litigio interprovincial entre Salta y Catamarca. Una arqueóloga, recientemente, citó a Paycuquy por un hallazgo descontextualizado, presuntamente también del Formativo, pero sin haber visitado el sitio (Escola, 2004). Sobre el bagaje de objetos en piedra, más antiguos, sólo queda la información que da el documento a continuación.


BIBLIOGRAFÍA

Cardich, Augusto
1980 El fenómeno de las fluctuaciones de los límites superiores del cultivo en Los Andes: su importancia. Relaciones de la Soc. Arg. de Antrop, 14 (1) ns. Buenos Aires, 7-31.

Cigliano, E. M, R. Raffino y H. Calandra
1972 Nuevos aportes para el conocimiento de las entidades alfareras más tempranas del Noroeste argentino. Relaciones de la Soc. Arg. de Antrop. 6, (ns), Buenos Aires, 225-236.

1976 La aldea primitiva de las Cuevas (Peía, de Salta).Relaciones de la Soc. Arg. de Antrop., 10, ns, Buenos Aires, 73-130.

De Feo, Marta Eugenia
2007 Revisando antiguas cuestiones: nuevas evidencias acerca de la cronología y En el sitio Tres Cruces (Quebrada del Toro, Salta). Cuadernos, 32, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, S.S. de Jujuy.

Dougherty, Bernardo
1977 Análisis de la variación cerámica en el Complejo San Francisco. Obra del centenario del Museo de La Plata, tomo E, Antropología, La Plata, 237-252.

Escola, Patricia
2006 Chungara 36, publicación especial t.1, Arica.

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1998 Arqueología del Formativo de la Puna jujeña (1800 AC-650DC). Centro Argentino de Etnología Americana, Buenos Aires.

Fernández Distel, Alicia Ana
2003 Hallazgos tempranos de alfarería y de arcillas crudas en Cochinoca 39, Jujuy, Argentina. Trabajo presentado al simposio "Emergencia y diversidad del proceso formativo temprano en Los Andes" en el marco del 51 Congreso Internacional de Americanistas, Santiago de Chile, 2003. 2006.
2006 Una aldea formativa en el altiplano argentino, primera excavación en Huancar - Piscuno (Jujuy, Argentina. Revista Andina, 42, Cuzco, 197-217.

Heredia, Osvaldo R.
1968 La cultura candelaria: algunos elementos para su estudio. Revista Ciencia e Investigación, 10, Buenos Aires.

Korstanje, M.A.
1998 Desempolvando antigüedades: consideraciones sobre el repertorio cerámico Vaquerías. Mundo de Antes, 1, Tucumán,69-122.

Krapovickas, Pedro.
1955 El yacimiento de Tebenquiche (Puna de Atacama). Publicaciones del Instituto de Arqueología III, Fac. de Fi. y Letras, UBA, Buenos Aires. 1977 Arqueología de Cerro Colorado, Departamento Yavi, Jujuy. En: Obra del Centenario del Museo de La Plata, Tomo II: Antropología, La Plata.

López, Gabriel
2007 Ocupaciones humanas a lo largo del holoceno en Pastos Grandes, Puna de Salta: el aso arqueológico del sitio multicomponente "Alero Cuevas". Actas del XVI Congreso Nacional de Arqueología Argentina, tomo III, San Salvador de Jujuy, 145-150.

Maidana, Osvaldo R.
1971 Paycuquy, informe preliminar. Museo de Ciencias Naturales de Salta, Salta.

Muscio, Hernán
2000 Arqueología de San Antonio de Los Cobres, Puna de salta, primeras interpretaciones del registro de superficie. Estudios Sociales del NOA, año 4, N° 2, Tilcara, 121-166.

Núñez, Lautaro
1994 Emergencia de complejidad y arquitectura jerarquizada en la Puna de Atacama: Las evidencias del sitio Tulán 54. En: Taller de Costa a Selva (Tilcara), Instituto Interdisciplinario Tilcara. 2005
2005 La naturaleza de la expansión aldeana durante el formativo tardío en la cuenca de Atacama. Chungara, 37/2, Arica.

Olivera, Daniel
1991 El formativo en Antofagasta de la Sierra (Puna meridional Argentina): análisis de sus posibles relaciones con contextos arqueológicos agro-alfareros tempranos del Noroeste Argentino y Norte de Chile. Actas del XI Congreso Nacional de Arqueología Chilena, tomo II, Santiago de Chile, 61-78.

Raffino, Rodolfo
1977 Las aldeas del formativo inferior de la Quebrada de El Toro (Peía, de Salta).Obra del Centenario del Museo de La Plata, u, Antropología, La Plata, 253-300.

Serrano, Antonio
1963 Líneas fundamentales de arqueología salteña. Salta, imprenta oficial Tarrago, Myriam Noemí
1984 La historia de los pueblos circumpuneños en relación con el altiplano y los andes meridionales. Estudios Atacameño, 7, San Pedro de Atacama.

Walter, V. H.
1966 Archaeologischen Studien in der Kordilleren Boliviens,2. Baessler Archiv

Willey, G.G. y Phillips, P.
1958 Theory and method in American Archaeology. University of Chicago


Tiestos de un reciente hallazgo de Formativo en puna salteña, Foto Javier Patané Araoz, 2011

MUSEO DE CIENCIAS NATURALES DE SALTA


Departamento de Antropología
Sección Arqueología.



PAYCUQUY


Informe Preliminar


Por


Osvaldo R. Maidana








Salta
1971




INTRODUCCION
En julio de 1970, la gentileza del Dr. Julio Barrancos Mooney, decidió nuestra anexión a su entonces proyectado viaje por regiones de la Puna de Atacama, atendiendo a su propósito de realizar un trabajo antropológico relacionado a su especialidad: "análisis de las condiciones bucales de los grupos aborígenes".
Este viaje fue una realidad durante la segunda semana del mes de abril de 1971. Su amable invitación, permitió a quien presenta este ensayo, arribar a tan alejados lugares, sorteando los inconvenientes que esta clase de viajes supone.
Destacamos por otra parte la actividad del Ing. Juan Carlos Semino, a cargo del yacimiento boratero de "Mina Tincalayu", quien puso a disposición del Dr. Mooney el vehículo de la compañía inglesa y atendió a la Comisión con particular benevolencia. TINCALAYU fue en esta oportunidad nuestro centro de operaciones y posibilitó los éxitos del viaje.
Nuestra gratitud se extiende también al geólogo David G. Plaza, quien analizó las muestras, a la señorita Irma Morales por los dibujos, a Teodoro Chafatinos, geólogo, con quien, como en otras oportunidades, aclaramos problemas de su especialidad, a Alfio Crivelli a cuyo cargo estuvo lo fotográfico, y a las autoridades de nuestra Casa que posibilitan la edición.

LA PUNA
Rendimos nuestro homenaje al hombre de la región puneña. Al hombre del pasado, sobre el que nos referiremos luego, y al actual poblador de aquellas altas regiones, donde el tiempo pareciera que hubiese realizado un alto en su camino, para cubrir con siglos, el aparente árido desierto de Atacama.
A este hombre de indomable espíritu, que pervive de en aquellas latitudes, desairando los poderosos atractivos de la ciudad luz, para volcarse de lleno a una vida de real sacrificio y lucha contra la cruel y agarradora hospitalidad de una región, donde otra clase de satisfacciones llenan el ánimo y el día de la alta montaña.
El hombre de América, está presente aquí. En esos curtidos rostros; en sus virtudes reconocidas por sus empleadores actuales. Todo ello no dice otra cosa, que su reivindicación no está lejana.
Cuando pensamos en aquellas familias, sumergidas voluntariamente en el fondo absoluto de desérticas quebradas, donde el viento blanco nace y crece, y la lucha por la existencia semeja las primeras etapas de la humanidad, no podemos menos que quedar atónitos ante la magnitud biopsíquica cuya estructura supone romper todos los límites de la razón. Allí, la realidad hace añicos toda elaboración racional. El hecho se impone.
Nuestra marcha veloz, llegó y dejó atrás los salares de Cauchari, Pocitos, Laguna Seca, Hombre Muerto. Zona de apagados volcanes del Cuartario.
Resulta muy difícil describir la impresión que causan los salares cuando la ruta se abre paso sobre ellos. Primero aparecen como enormes espejos de agua, luego, campos nevados, extensas planicies blanco parduzcas, y finalmente vertientes de agua cristalina con sus corrientes aprensadas entre hielos. Nada de eso es verdad. Son gruesas capas de materia cáustica.
El centro del área del salar, es blanco resplandeciente. En sus orillas, ásperas planicies, engañosos campos de aterrizaje, gigantescas lijas, que al recibir la arena de las laderas que los circunscriben, cobran formas caprichosas.
La imaginación del poblador de ciudades deslumbrantes, no puede alcanzar la existencia real de toda una familia sumergida en el seno ancestral de una quebrada y adonde el bramido de un poderoso supersónico que surca el espacio, llega como un fenómeno sidéreo, sin ningún sospechado nivel de proximidad.
La atracción de los quedos murmullos del ámbito puneño, de los silbos de aves o del viento, los aromas de las flores silvestres y escondidas en las vegas, la vida salpicada de acaeceres furtivos, asincrónica, y cargada de valores mágicos, míticos y telúricos ha sido evidentemente mucho más fuerte que, la angustiada existencia en el fondo oscuro de los grandes conglomerados humanos.


SALTA – TINCALAYU
El largo trayecto desde la ciudad de Salta hasta el inmenso salar del Hombre Muerto, parece duplicarse, debido a la continua ascensión que de Campo Quijano se inicia. Este pueblito con 1520 m. sobre el nivel del mar, es la puerta de entrada a la gran Quebrada del Toro, con su camino de cornisa casi permanente y a la cual abandonamos en Puerta Tastil para aparecer después emergiendo en el Abra de Muñano a los 3.953 metros de altura. A nuestra izquierda se yergue el imponente nevado de Acay cuya cumbre está a los 5.950 m.
Pronto dejamos atrás la población de San Antonio de los Cobres, para enfrentarnos a una nueva pendiente de marcada cornisa denominada Chorrillos, alcanzando el Alto del Tocomar. Los 4.560 metros se hace sentir. A nuestra izquierda, un espectador quedo: el nevado de Queva: 6.130 metros, como nada.
A poco de andar bajando un trecho pasamos por la Vega del Tocomar, cuyas aguas termales no son explotadas en la actualidad.
Campo Amarillo nos acerca ya a Olacapato, población con estricto semblante puneño. Allí el ferrocarril levanta sobre sus rieles, el borax y los grandes bloques de mármol que la zona entrega.
Desde el Salar Cauchari, nuestro rumbo es ahora SW., y tras una curva franca hacia el sur, para no parar hasta la estación Salar de Pocitos, donde nos despedimos de la compañía del tren que parte rumbo a Chile atravesando el salar, mientras nosotros por la ruta 53 nos dirigimos marginando el enorme Salar Quirón o Pocitos hasta el del Hombre Muerto, cuyo cuerpo mayor pertenece a nuestra vecina provincia de Catamarca.
En el Salar del Hombre Muerto, levantamos campamento, con todas las comodidades inimaginables, gracias a la amable recepción del ingeniero a cargo de la "Mina Tincalayu" y a quien ya dejáramos mencionado.
Volcanes apagados, como si recién lo fueren, nos presentan aspectos difíciles de describir. Sus conos parecen que todavía estuvieren humeantes, y sus laderas por la oxidación de los basaltos fueron teñidas del rojo violáceo, mientras el manto eruptivo de los mismos que al pie de sus laderas cubren grandes zonas, será el desconsuelo de los neófitos en la búsqueda del Paleolítico Americano.
Todo ello nos habla de la gran actividad eruptiva de la región de los grandes salares actuales, y resulta insuficiente la imaginación para trasladarse a esas remotísimas edades. Nos ha quedado el silencio de la Puna y su panorama aparentemente desolado.
Mientras los ojos escudriñan el paisaje desde la cabina de un veloz vehículo por muy buenos caminos de tierra, o desde las líneas de acero por donde se desplaza la locomotora, todo parece yermo y sin vida.
Sin embargo, se agita en ella una febril actividad vital. No es fácil habitar aquellas regiones, pero la vida no la ha abandonado.
La vegetación de altura nos muestra una rica variedad de especies aromáticas. La mayoría, pequeñas y resinosas. Han de sobrevivir a la altura, los fríos, el sol con sus ultravioletas sin atenuantes, las nieves y los vientos.
La fauna de la zona aledaña a nuestro yacimiento es también altamente especializada. Millones de palomas se levantan a la vera del camino. Teros de altura, patos, queos, guayatas, parinas, utilizando las denominaciones vulgares. Tropas escasas de vicuñas, tal vez las últimas, se acercan para denunciar la implacable persecución del hombre cazador.
Respecto, a esto pensamos, que ni los cazadores más feroces del Paleolítico Inferior, fueron tan bárbaros como ciertos cazadores y pescadores de nuestros días; ya que aquella actividad guiada por el instinto de conservación llevaba a conformarse con la primera pieza lograda o tenía límites. Nuestros actuales cazadores y pescadores ultra trogloditas, que llegan en muy buenos vehículos a estas regiones, se vanaglorian de matanzas completamente inútiles. Metrallan toda una manada de vicuñas o pescan seiscientas truchas en dos días "por deporte". Tiros, redadas, dinamitas, son sólo producto de una agresividad jamás superada y evidentemente incontrolada y regresiva.
Tal vez un día, que no sea tarde, puedan ser aplicadas las leyes protectoras, y un detente sea el límite a esta saña actual.

PAYCUQUY
La presunción de lejanos acontecimientos humanos en la región, nos la hicieron nacer las extrañas formaciones graníticas que emergen en la ventosa y fría Llanura del "Campo de la Punilla". Grandes moles rocosas de extrañas formas, inducen a pensar en refugios. Revisamos dos de ellos, próximos al camino.
En una de estas formaciones encontramos objetos sospechosos. A partir, andamos con más cuidado.
La gran vega de PAYCUQUY, estaba destinada a entregarnos el recóndito mensaje. A la margen izquierda del arroyo, una terraza granítica ofreció las posibilidades. Nuestra rápida recorrida fue infortunada.
Fueron los "resguardos" próximos a la acequia los que contenían cuanto aquí presentamos.
El Paleolítico Americano yacía.
La vieja vega, habría sido en remotas épocas el lugar propicio para solazar y amenizar con su frescura, verdor y aguas cristalinas, el espíritu aventurero del primer explorador.
Las industrias que hemos levantado en rápido reconocimiento nos ofrecen una secuencia de períodos que interconectamos.
El atractivo de la vega, debe haberlos hecho volver una y mil veces a sus márgenes después de sus recorridas, de sus cacerías tras los ágiles animales salvajes de la puna.
Raíces de tubérculos que la humedad del sitio hacían brotar, complementarían las frugales comidas, y de a poco habránse aproximado a los ensayos creativos que engendrara la imaginación en aquellos albores de vida comunitaria en primitivo sedentarismo.
Por eso, antes de entrar a describir las industrias líticas del cazador nómade, pensamos en la oportunidad de expresar la satisfacción de haber encontrado junto a ellas, probablemente como uno de los nexos entre las puntas tardías intrusas ya en lo agro-alfarero, la muy antigua cerámica Candelaria.
Fragmentos, que nos confirmaron sobre la secuencia que establecimos para Osma, acerca de la antigüedad de la cerámica (Candelaria, con sus pipas grises y sus vasos grabados en sus primeras formas geométricas.
También en esta vega, los tiempos neolíticos se anuncian claramente. La revolución del cultivo hace su aparición. Más tarde eclosionará en la vida urbana, justamente a pocos kilómetros al sur de la actual población de Antofagasta de la Sierra, frente a otra vega con mejores y mayores posibilidades de retención.
Desde el "mirador", hoy denominado "Pucará", se advierten las innumerables viviendas agrupadas y distribuidas en la gran planicie a la margen derecha del arroyo antofagastino.
Volvamos a PAYCUQUY. Denominamos "defensas" o "abrigos", a bloques de piedra que natural o intencionalmente colocados están cubriendo una hectárea aproximadamente de este espectacular lugar.
Exuberante vegetación de pastos y gramíneas cubren la vega. A su izquierda, un peñón con las más caprichosas formas, sirve de doble abrigo, dando al sitio la sensación de una hondonada acogedora donde pueden pasarse las horas sin el apremio de su abandono.
Junto a estas defensas, similares aunque en menor cantidad que Colomé, y en un único piso revisado, dimos con los materiales que someramente describimos, postulando secuencias.

INDUSTRIALIZACION DE LA PIEDRA
RODADOS DE BASALTO, discoidales y oblongos, que al ser utilizados en tareas percutivas se les fragmentaron en sus filos.
Estos instrumentos, no presentan signos de elaboración previa. La impresión que recibimos, es que fueron sólo seleccionadas por sus formas funcionales y manuables.
En un segundo momento ubicamos las LASCAS EN FORMA DE PECTEN, en las que se advierte claramente que una cara estuvo a disposición de la intemperie, en consecuencia es evidente su meteorización, mientras que el dorso no muestra estos indicios.
Suponemos para ellas que, o aprovechando un debilitamiento en la estructura del cuerpo ígneo fue extraída mediante un buen golpe, o bien naturalmente separada del cuerpo, fue utilizada luego. Presentan fracturas posteriores o sea filos mellados.
Las dimensiones del diámetro mayor oscilan entre los 120 y 150 mm.. Siempre en basalto negro.
Finalmente los DISCOS ELABORADOS EN BASALTO, donde los golpes desbastadores de un núcleo convencional proporcionan varios filos, dando al instrumento mayores posibilidades de uso.
Estos nos hacen recordar a la industria precerámica de Colomé, y Viñaco (Salta), descubierta por Serrano, dándose para la primera una antigüedad próxima a los 6.000 años a. de C.. "La industria de Colomé, se relaciona con la de Llullaillaco y con la precerámica que describe Niemeyer para Conanoxa en Chile, con una antigüedad de 5.700 años"().

LOS PROYECTILES
Suponemos que los instrumentos amigdaloides elaborados a los que nos referimos, cumplieron también función proyectante. Por esta razón, los incluimos entre los proyectiles juntamente con las puntas que son ya objetos francamente definidos y evidentemente trabajados por las manos del cazador antiguo.
Son fragmentos laminares de basalto negro de forma elipsoidal con una cara plana y la opuesta con indudables rastros de labor, similares a las raederas lanceoladas de S. de Bórmida().
Luego las puntas lanceoladas, también monofaciales, que bien pueden homologarse al "proto-ayampitín" de Viscachani. La industria Viscachani, más antigua, sin puntas de lanza que descubre Ibarra Grasso, denominándolo "Viscachanense I", posee instrumentos amigdaloides similares a los discos elaborados, y a los cuales parecen suceder las primeras pre-puntas.
Estos dos conjuntos, nos llevan a relacionar la actividad paleolítica de los paycuquienses, a las del yacimiento boliviano de Viscachani, o al Saladillense de la Puna Jujeña.
"La industria saladillense, localizada en la Puna Austral en Jujuy y Lípez, industria que se distingue por la presencia de puntas faliáceas de talla monofacial que no tiene relación alguna con el Ayampitinense"().
Este saladillense fue originariamente descubierto por Nordenskǰold, descrito por Boman, determinado como tal por Menghin y estudiado por Cigliano en el sitio epónimo. Parece claro que su área de dispersión es bastante amplia, pues son varios los lugares que las poseen.
Y, finalmente las puntas bifaciales, apuntando ya al tipo Ayampitín.
Ayampitín, dotado por el radiocarbono en 6.000 años a. de C., fue identificado por Alberto Rex González y Osvaldo F. A. Menghin en 1950, en un sitio de la Pampa de Olaén, provincia de Córdoba. Con anterioridad, dice Schobinger, en 1940, Rex González y Aníbal Montes habían realizado el descubrimiento inicial, sito en este gran complejo post glacial andino.

CERAMICA
En un mismo piso encontramos también la cerámica gris tipo Candelaria, incluso los fragmentos de la pipa pulimentada.
No encontramos otro material, por lo que suponemos que aquí se da el nexo entre las poblaciones paleolíticas y los ceramistas a través de los creadores de la cerámica gris bien cocida.
Resulta obvio, que debemos volver al sitio para revisar con mayor prolijidad las zonas aledañas y remover los pisos de los abrigos o defensas a cuyos pies recogimos en rápida ojeada cuanto aquí se expone.
Nuestro intento interpretativo puede traducirse de la siguiente manera:
El sector puneño presentado, volcánico y post glacial, fue visitado por primera vez por el hombre paleolítico en épocas anteriores a las fechadas por el radiocarbono. Un cazador nómade y errante, desprovisto de instrumentos trabajados.
La secuencia industrial puede corresponder a las que han sido bastante estudiadas por los investigadores que hemos citado, y los que implícitamente quedan comprendidos en razón de su dedicación a este problema.
Es decir, que la actividad humana en PAYCUQUY, no puede ser menor a los 12.000 años.
Dado que no hemos encontrado, junto a las industrias líticas otra cerámica que la someramente indicada, pensamos en su antigüedad y situación de nexo con los procesos posteriores que se advierten en los lugares próximos al yacimiento, es decir con los períodos que corresponden al sedentarismo o primeros pastores del Altiplano.


BIBLIOGRAFÍA
ALCINA FRANCH, José: "Manual de Arqueología Americana". Ed. Aguilar, 1965.
AUSTRAL, Antonio G.: "La talla por percusión". En revista ETNIA Nº 3, 1966.
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BORMIDA, Amalia Sanguinetti de: "La industria del yacimiento de Laguna Colorada (Pcia. de Jujuy) (Estudio tipológico-comparativo) Rev. ETNIA Nº 2, 1965.
BORMIDA, Marcelo y María del C. ETCHEVERRY: "El yacimiento precerámico arcaico d el Sótano" (San Antonio Oeste, Pcia. de Río Negro). Rev. ETNIA Nº 4, 1966.
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