“Sobre miradas y destrucciones : los británicos y la arquitectura medieval española”, Academia : Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, núm. 90 (2000), pp. 9-25.

September 7, 2017 | Autor: Matilde Mateo | Categoría: Medievalism, Historiography (in Art History), Medieval Spanish Art
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Descripción

AcADEMIA Bolet(n de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

PRIMER SEMESTRE DE 2000. NUMERO 90

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REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE SAN FERNANDO

SOBRE MIRADAS Y DESTRUCCIONES: LOS BRIT ANICOS Y LA ARQUITECTURA MEDIEVAL ESPANOLA'.

Matilde Mateo

L a destruccion de monasterios y conventos medievales a rafz de la desamortizacion de Mendizabal produjo airadas reacciones entre los amantes de! arte en Espana . Una de ellas fue la de Pedro de Madrazo, quien denuncio los peligros de las demoliciones incontroladas en un artfculo publicado en El Artista2. Entre sus argumentos, resalta su preocupacion por la imagen de Espana en Europa. "cQue dirfo de nosotros los extrangeros?'', se preguntaba con temor. "Si el gobierno no ataja esta fatalidad que nos amenaza", advertfa , "no estranemos que los estrangeros nos acusen de barbaros". En su opinion, Espana no solo resplandecerfa por su incultura, sino que tambien perderfa uno de sus mayores atractivos: su patrimonio artfstico. Con tono de alarma, el artfculo conclufa pintando en tintes apocalfpticos lo que para Madrazo y sus lectores podrfa ser el pear de las escenarios: "i Vendra un estusiasta anticuario desde las orillas del Baltico, y al fijar la planta sabre un sepulcro en el pavimento de una iglesia demolida par el esfuerzo de las hombres, retrocedera asombrado dejandonos una mirada de desprecio!". Esta preocupacion par "el que dirfo las extranjeros" era una reaccion ante las difamaciones de la "leyenda negra" y se convirtio en una constante de la intelectualidad espanola decimononica. Su papel coma instigador de las estudios medievalistas esta fuera de toda duda , pero cabe preguntarse, sin embargo, si las aprensiones de Madrazo, compartidas par muchos otros, eran justificadas. cCo ndujeron las destrucciones y enajenaciones del patrimonio medieval a la temida mirada de desprecio? cPercibieron las extranjeros el estado de nuestros monumentos de la misma forma que las espanoles? La abundancia de comentarios sabre nuestro arte medieval vertidos par las britfoicos en el siglo XIX permite dar, al .menos, una respuesta parcial a estas preguntas, limitada al caso de su pafs ya ese area temporal.

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Los britanicos, efectivamente, miraron nuestro arte con otros ojos. Su bagaje cultural era diferente, como tambien lo era su interes, pues, al fin y al cabo, no se trataba de su patrimonio artfstico. Eso determinaba un punto de partida distinto, y, en ultima instancia, otra forma de percibir las cosas3. La vision espafiola estaba alimentada por sentimientos de corte patriotico, asf como por simpatfas o antipatfas hacia los acontecimientos politicos que desencadenaron las sucesivas olas destructoras de nuestro patrimonio 4 . Muy pocos britfoicos compartfan , sin

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tos de juicio eran otros, su tono menos apasionado. Los britfoicos evaluaron el estado de conservacion de nuestros monumentos en comparacion con los suyos, los cuales tenfan una historia de vandalismo y restauraciones propia y mucho mas larga. Tambien aplicaron SU propia concepcion del gotico y de la res-

tauracion arquitectonica, diferente , en ambos casos, de la espafiola. Todos estos factores condicionaron su percepcion del arte hispano. El resultado fue una vision distinta , compleja, y contradictoria, cuya contraste con la espafiola presenta cierto interes. Como temfa Madrazo , sf hubo miradas de desprecio, aunque no siempre por las razones que el pensaba. Lo que el no se esperaba, y no deja de ser sorprendente, es que tambien hubo miradas de aprecio. LA ESPERADA MIRADA DE DESPRECIO Aunque las demoliciones fueron criticadas por los britfoicos, estas no cambiaron significativamente su juicio acerca de como los espafioles trataban su patrimonio medieval. Por el contrario, era una crftica que confirmaba la opinion ya preexistente de que los espafioles no sabfan apreciar su propio arte. Esta creencia -prevaleciente durante toda la primera mitad de! siglo XIX- estaba alimentada por prejuicios acerca de los espaiioles y otros factores , entre los cuales las destrucciones y enajenaciones que siguieron a las desamortizaciones no eran mas que uno entre otros muchos5. Seglin el influyente viajero e hispanofilo Richard Ford, los espafioles trataban los restos arqueologicos como si fuesen basura, y los contemplaban "con la familiaridad y desprecio de un beduino"6. Muchos otros compartieron su opi-

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ni6n . Un viajero , por ejemplo, comentaba asombrado c6mo los espanoles se sentaban en las entradas de las catedrales a jugar a las cartas o echarse una siesta, completamente indiferentes a la belleza de! marco que !es rodeaba 7 , mientras que otro conclufa que "el visitar una iglesia con el mero fin de contemplarla era una idea que estaba mas alla de la capacidad de! entendimiento del espano("8. Los britfoicos achacaron esa actitud a la idiosincrasia nacional y a una excesiva familiaridad con los monumentos . Pero estas explicaciones estaban encaminadas mas a alimentar el complejo de superioridad britfoico que a establecer un analisis imparcial sobre el porque de la diferente actitud de britanicos y espanoles ante los monumentos medievales. Las razones eran otras. Parad6jicamente, el aprecio de lo medieval suele ir unido a su maxima muestra de desprecio, es decir, su destrucci6n. Fue este un factor que pocos britanicos tuvieron en cuenta a la hora de juzgar la indiferencia espanola. Si los britfoicos eran mas apreciativos, se debfa , en parte , a que los espanoles no habfan sometido su patrimonio a las atrocidades sufridas por el britanico9. En este sentido, los britfoicos llevaban un adelanto de siglos con respecto a los espanoles. En Gran Bretana, el interes arqueol6gico por lo medieval se remonta a la disoluci6n de los monasterios decretada por Enrique VIII durante la decada de 1530, mientras que en Espana no encontramos un paralelo hasta la desamortizaci6n de Mendizabal en la decada de 1830. El retraso espanol en la destrucci6n de! patrimonio medieval , aunque loable, contribuy6 al retraso en su aprecio . Cuando finalmente se empez6 a consolidar en Espana un gusto por lo medieval , los britfoicos ya llevaban siglos estudiando sus monumentos, y mas de medio siglo restaurando sus fabricas y construyendo en neog6tico . Eso situ6 a los britfoicos varios pasos por delante de los espanoles, si bien la distancia se fue acortando a medida que transcurrfa el siglo XIX . Es este desfase lo que explica que , pese a que espanoles y britfoicos aplicasen los mismos criterios y condenasen las mismas remodelaciones, restauraciones y demoliciones , sus respectivas visiones no coincidiesen, sin embargo , casi nunca en el tiempo . El resultado fue un continua descontento por parte britfoica respecto a la forma en que los espanoles trataban su patrimonio. El desfase se hace muy evidente en sus respectivas reacciones ante las restauraciones o las intervenciones realizadas en otros estilos. A comienzos de! siglo XIX, las iglesias medievales britfoicas ofrecfan una unidad estilfstica que contrastaba con la mezcolanza habitual de las espanolas. Mientras en la Espana de los siglos XVI y XVII se anadieron impresionantes capillas, ornatos , puertas y secciones enteras de las fabricas en estilos renacentistas y barrocos , la situaci6n en Gran Bretana era diferente . Alli, bien se continu6 empleando el g6tico , o bien , mas frecuentemente - y con la notable excepci6n de la catedral de San Pablo en Landres- abundaron , en su lugar, las destrucciones y abandonos , espoleadas en un primer momenta por la disoluci6n de los monasterios y, posteriormente, por los sucesos de la Guerra Civil. Solo en el siglo XVIII experimentaron las fabricas remodelaciones importantes con el fin de enmascararlas bajo un disfraz clasicista. Esta tendencia , sin embargo , no durarfa mucho tiempo , y ya a mediados de siglo se empezaron a poner en practica restauraciones en un estilo g6tico idealizado y purgado de otros estilos. Asf

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pues, no es de extranar que los britanicos se espantasen ante la pervivencia en Espana de renovaciones clasicistas y clasizantes que ellos ya habfan abandonado. La remodelacion neoclasica de la puerta occidental de la catedral de Burgos, por ejemplo, efectuada en 1794, fue duramente criticada por Lady Holland 10 poco despues de su realizacion . Tambien condenaron la practica de calear el interior de los templos. Las catedrales de Toledo y Santiago , asf como la iglesia de San Isidoro y la catedral de Leon , fueron atacadas por este motivo. El caleado era una costumbre tan extendida que los britanicos consideraron como algo excepcional el hallazgo de un monumento sin pintar 11 . Fue tambien una practica longeva, contra la cual se empezarfan a levantar voces espanolas a mediados de! siglo XIX 12 . El afan restaurador de los britanicos en persecucion de una unidad de estilo no hizo mas que intensificarse durante la primera mitad de! XIX, hasta ta! punto que a mediados de siglo apenas quedaba una iglesia medieval intacta en Cran Bretana. La situacion en Espana era, sin embargo, la contraria, pues no serfa hasta mediados de siglo cuando se comenzarfan a llevar a cabo las primeras restauraciones . Esto determino una actitud diferente ante las intervenciones renacentistas y barrocas que adornaban gran parte de! patrimonio medieval espanol. Los britanicos las consideraron abominables y abogaron por su eliminacion, mientras que los espanoles, orgullosos de las renacentistas y mas o menos tolerantes de las barrocas, permanecieron indiferentes ante el problema. Una excepcion son las famosas diatribas de Ponz y otros contra los excesos churriguerescos. No obstante, estas no son comparables a las protestas britanicas, pues lo que se pretendfa era una substitucion por estilos clasicistas, cuando los britanicos solo habrfan aceptado, ya en epoca de Ponz, su substitucion por estilos medievales. Resulta curioso observar como los britanicos convirtieron a la catedral de Leon en blanco favorito de sus ataques, reclamando precozmente una restauracion que los espanoles llevarfan a cabo unas decadas despues. El viajero C.A. Hoskins, por ejemplo, argumento que la catedral no mereda el apelativo de Pulchra Leo11i11a a no ser que se la restaurase a su "prfstino estado". lncapaz de tolerar su aspecto, declaro que habfa que "desgarrar todo [el] esplendido oropel, destruir el abominable coro que obstrufa la vista en perspectiva, demoler el enladrillado que cegaba las ventanas de las naves laterales, raspar el caleado que cubrfa las paredes y la pintura amarilla que recubrfa los capiteles de los pilares y las excelentes tumbas antiguas" 13 . En otras palabras, someterla a una restauracion purista e idealizada como las que se estaban realizando en su pafs. Su opinion fue compartida por otros viajeros. Con anterioridad, por ejemplo, S.S. Widdrington , ya habfa calificado la superposicion de estilos de esa catedral como "barbaridades sucesivas", y comentado en tono ironico que los artifices de las "enormes masas de escultura y dorados de! siglo XVII , que profanaban los esplendidos edificios de los siglos XII , Xlll y XIV" debfan de haber trabajado "bajo los efectos de un delirium tremens" 14 . En su opinion, lo que Espana necesitaba era la creacion de una "Junta de Conservacion o Purificacion" encargada de garantizar que las remodelaciones estuviesen en perfecta armonfa con la fabrica original, y de "limpiar" los templos de los al tares que los afeaban 15 . A la vista de la historia de la restauracion en Espana durante la segunda mitad de siglo, las palabras de Widdrington resultan profeticas, aunque, afortunadamente, nunca llego a haber una "Junta de Purificacion".

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Interi o r de la Ca tedral de Sa nti ago de Composte la . Fac hada princ ipal de Santa M arfa de l Ma r. Barcelo na.

Cuando finalmente se emprendio la restauracion de la catedral de Leon durante la segunda mitad de! siglo, los britanicos, sin embargo, tampoco estuvieron satisfechos, ni con esta, ni con otras restauraciones entonces llevadas a cabo en Espana 16. Las restauraciones espanolas segulan mayoritariamente los dictados de Viollet-le-Duc a favor de una unidad de estilo ideal y, si bien esta practica habrfa hecho las delicias de los britfoicos durante la primera mitad de siglo, ahora les pareda deleznable . lnfluenciados por las teorfas de Ruskin , los britanicos cambiaron radicalmente su vision de la restauracion monumental en una direccion opuesta a la de Viollet-le-Duc. Segiln Ruskin , el eliminar las transformaciones sucesivas de una fabrica equivalla a privarla de su memoria, puesto que solo ellas permitfan aprehender inmediatamente su antigtiedad, su historia e incluso la historia de! pals. Consecuentemente, la mayorfa de los britfoicos que visitaron nuestro pals durante la segunda mitad de siglo estaban a favor de conservar y afianzar lo existente, en lugar de demoler para volver a construir en un estilo purificado. Esta postura , aunque contaba con simpatizantes en Espana, no triunfarfa hasta finales de siglo, creando un nuevo desfase entre britanicos y espanoles. Es el caso bien conocido de Street, el prestigioso arquitecto neogotico e historiador de nuestro arte medieval , quien realizo tres viajes por Espana en 1861 , 1862 y 1863 17 . En contraste con los compatriotas que le precedieron, Street, quien era un convencido ruskiniano , considero que las intervenciones de! pasado dotaba a los edificios de un atractivo unico . Por primera vez, la

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Vista general de la catedral de Zamora.

amalgama estilfstica de las iglesias espafiolas era valorada como sfntoma de un grado de conservacion excepcional y no como prueba de indiferencia hacia el arte medieval. Desde este punto de vista, Street contemplo con preocupacion la creciente moda restauradora que se estaba extendiendo en Espana. Critico la remodelacion de! entorno urbanfstico de la entrada meridional de la catedral de Burgos, y se espanto ante la osadfa y excesiva intervencion de! plan de restauracion de la catedral de Leon 18 . Lamento, con razon , que el arte y la historia saldrfan perdedores durante el proceso y exhorto a los espafioles a que, en su lugar, concentrasen sus esfuerzos en afianzar las fabricas en ma! estado -cimborrio de la catedral de Zamora , por ejemplo- con el fin de prevenir similares restauraciones en un futuro 19. Hasta aquf hemos visto como los britanicos efectivamente censuraron la forma en que los espafioles trataban a sus monumentos medievales. Los comentarios examinados, sin embargo, se limitan a catedrales e iglesias, es decir, a los templos regidos por el clero secular, por lo que las acciones criticadas -remodelaciones y restauraciones- nada tienen que ver con las desamortizaciones. Esto indica que la "mirada de desprecio" temida por Madrazo existirfa de todos modos, aunque las demoliciones no hubiesen tenido lugar. La destruccion programada, vandalica y accidental de! patrimonio medieval ni cambio ni empeoro la opinion britanica sobre los espafioles . Simplemente la confirmo. Y, sobre todo , !es preocupo, porque efectivamente fue muy considerable, especialmente en el caso de la arquitectura civil - castillos principalmente- y en el de las propiedades de! clero regular -monasterios y conventos-. La contemplaron mas desde un punto de vista estrictamente artfstico, lamentando la perdida de un patrimonio de gran antigi.iedad y valor artfstico , que como sfntoma de la idiosincrasia del espafiol. Los espafioles, aunque tambien adoptaron ese punto de vista , fueron proclives a interpretar esa destruccion como sfntoma de los males que aflijfan a la socie-

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dad espaiiola. Su objetividad se vio asimismo mas afectada por los sucesos politicos que desencadenaron las sucesivas destrucciones. Y al tratarse de su propio patrimonio, su apasionamiento fue mayor e incluyo argumentos de corte patriotico ausentes en los comentarios britanicos, tales como la preocupacion por el impacto que tendrfa en el futuro desarrollo de! arte espaiiol, o la perdida de las huellas visibles de un glorioso pasado20. Estas diferencias no implican que los britanicos no fuesen tan crfticos, o mas, que los espaiioles. Al igual que estos, culparon de la tragedia a los especuladores sin escrupulos, que demolfan los edificios con el fin de vender su material constructivo, y a los "exaltados reformistas", calificados muy adecuadamente por Ford como "arquitectos de ruinas"2 1. Sus comentarios tambien reflejan su asombro ante la dimension de! deterioro del patrimonio espaiiol. Ford lo resumio sucintamente en una frase : "Destruir ha sido la actividad nacional desde 1836"22. Esta opinion serfa corroborada decadas despues por el arquitecto Mathew Digby Wyatt, quien visito Espana en 1872. Los estragos causados por los excesos de! Sexenio Revolucionario , la desamortizacion de 1868 y la ineficaz legislacion sobre la proteccion de! patrimonio, fueron enumerados con horror en su libro: destrucciones en revueltas anti clericales (iglesias de San Miguel de Sevilla, San Juan de Lerida y San Miguel de Barcelona), incendios accidentales como el de! Alcazar de Segovia, demoliciones para abrir nuevas calles (Casa Gralla , Barcelona) y derrumbes de obras en mal estado (techo de la Casa de! lnfantado, Guadalajara )23. Su conclusion fue similar a la de Ford: "Visitar ahora una ciudad espaiiola, llevando en mente las glorias de! pasado seiialadas por el laborioso Ponz, constitufa una de las pruebas mas llamativas de 'la vanidad de los asuntos humanos', y de la tendencia a destruir inherente al hombre"24 . Ni Ford ni Wyatt se contentaron con ser meros espectadores impasibles, sino que tomaron carta en el asunto . Ford envio una carta a las autoridades espaiiolas urgiendo una intervencion gubernamental que supervisase el destino de las propiedades desamortizadas 25 . Por su parte, M . Digby Wyatt, propuso y puso en practica lo que eJ COnsideraba COmO Ja unica medida aJ alcance de SU manO: preservar para la posteridad lo que aun quedaba por medio de dibujos lo mas exactos posibles. El gobierno espaiiol estaba llevando a cabo una medida similar con la publicacion de la seri e Monumentos Arquitect6nicos de Espafia (Madrid, 1859-1886). Pero, nuevamente, el criteria britanico iba dos pasos mas adelante: mientras la serie espaiiola se concentraba en la arquitectura eclesiastica, Wyatt se concentraba en la domestica. Los britanicos divergieron de los espaiioles en otros dos aspectos. Uno fue su apreciacion de los edificios antiguos por su condicion de documentos historico-artfsticos y al margen de cualquier consideracion estetica, lo cual no !es permitio aceptar ninguna demolicion , ni siquiera la de aquellos edificios que, como habfa sugerido Madrazo, "en vez de dar ornato, solo clan a la poblacion un aspecto lugubre y miserable"26. Y la otra fue su apreciacion cris tiana de! arte medieval , que Jes llevo a oponerse, sobre todo en el caso de Street, a que los edificios eclesiasticos se destinasen a funciones que no fueran religiosas , ni siquiera como museos o colegios como defendfa alglin amante de! arte espaiio]27. En este sentido, y aunque no se trate de una obra desamortizada, el caso de la catedral vieja de Lerida , convertida en

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cuartel por los franceses en 1807, fue uno de los que mas llamo la atencion de los britanicos. Merece la pena reproducir cual era su condicion, ta! y como nos relata un viajero: "La entrada occidental de la iglesia esta bloqueada; una serie de fortificaciones mal construidas afean terriblemente el acceso , y el claustro esta dividido en dormitorios para los soldados. Las her; mosas proporciones de! interior estcin ocultas - hasta donde eso es posible- por un suelo que se extiende a media altura de las columnas, y con un segundo suelo a la altura de los capiteles en algunos lugares. El coro esta cerrado con tablas; la nave toscamente dividida en com partimentos por medio de vallas de madera; mientras que las condiciones de salubridad se limitan a un derroche de escayola y caleado -ya nada mas-"28. Les parecfa una autentica barbaridad que una catedral como esa, la cual , segt1n la opinion autorizada de Street, "merecfa por si sola el viaje desde lnglaterra", se encontrase sometida a una de las "profanaciones mas crueles"29 _Los britanicos no podfan compartir la opinion de los romanticos espaiioles de que "la mano del tiempo y el furor de las guerras" habfan dotado a esta arruinada iglesia de "una nueva sublimidad"30_ Su espfritu anticuario nose lo permitfa, ni tampoco su valoracion religiosa de! gotico, la cual !es llevaba a estremecerse horrorizados al "contemplar una obra tan noble, y tan sagrada, transformada para usos tan viles, y con tan poco proposito"3 l _ LA MIRADA ROMANTICA ARRUINADA Cabrfa esperar que tanta destruccion al menos complaciese la sensibilidad romfotica de los

britanicos, especialmente su entusiasmo por las ruinas a traves de las opticas pintoresca y sublime32. Sin embargo no fue asf, y solo encontramos unos casos contados en las ultimas decadas del siglo. Las ruinas espaiiolas, por lo general , carecieron de atractivo pintoresco para los britanicos33 _ Otro tanto se puede decir de su valoracion sublime, pues aunque tanta destruccion !es inspiro un horror considerable, este no iba acompaiiado de! placer necesario para convertirlo en una experiencia autenticamente sublime. El problema radica ba en las ruinas en sf, pues los britanicos sf que las miraron con ojos romcinticos . Lo que arruino su disfrute estetico fue su modernidad , real y aparente . Efectivamente, comparadas con las ruinas britanicas, muchas de las cuales tenfan varios siglos de antiguedad, las espaiiolas eran ciertamente recientes. Tampoco presentaban el aspecto que ellos esperaban en una ruina medieval. El clima seco espaiiol no permitfa el crecimiento de una vegetacion exuberante que disimulase su modernidad o las dotase de un mfnimo atractivo pintoresco. Por este motivo, los britfoicos tendieron a percibirlas mas como escombros que como rui-

nas susceptibl es de disfrute estetico . La principal excepcion fue el monasterio de Poblet, cuyo prestigio pasado, y los multiples avatares de su decadencia y final cafda, lo habfan convertido en "una atraccion para artistas y turistas procedentes de Europa y America"3 4 . Su disfrute , aun asf, fue effmero, tardfo y espoleado por un age nte externo , la publicacion de Las ruina s de Poblet ( 1885 ) de Victor Balaguer35_ Este libro , mas cercano a una novela gotica que a un estudio cientffico, rela taba con todo detalle la historia y cafda de! monasterio . En el , los britanicos encontraron una serie de historias extraordinarias y truculentas -como el relato terrorffico de la visita a

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Pl antas de San Vi cente de Avi la y de Sa n Antolfn de Medina del C ampo.

las ruinas en la noche de difuntos- con las que alimentar su imaginaci6n y asf conseguir el estado de foimo melanc6lico que el aspecto ffsico de! edificio no les podfa inspirar. Aun asf, incluso estas ruinas -ya bastante restauradas y limpias de maleza en las ultimas decadas de! siglo- decepcionaron a mas de un viajero . Como denunciaba uno de ellos: "Para que un monasterio nos interese, no basta con que este en ruinas. Deberfa tener tambien sus sombras profundas, sus buhos , y la posibilidad de un fantasma . Erguido y brillante ta! y como esta, todo blanco y polvoriento a la luz de! dfa , Poblet carece de ese aspecto venerable de tristeza y desolaci6n que deberfa acompanar al recuerdo de la vida monacal , jun to con todo lo demas que pertenece a un pasado remoto e irrevocable''36. La ausencia de una valoraci6n romantica de! deterioro de la arquitectura espanola ofrece un contraste parad6jico con la relativa frecuencia con que aplicaron esa valoraci6n a la percepci6n global de! pafs, percibido como una gran ruina moral , polftica y econ6mica, o incluso a las catedrales mismas , las cuales, pese a no estar ffsicamente en ruinas , fue ron concebidas como organismos agonizantes debido a la creciente secularizaci6n de la vida espaiioJa 37 . Tambien contrasta con la apreciaci6 n de los espanoles, los cuales, privados de termino de comparaci6n para las ruinas medievales, y percibiendolas con la distorsi6n que proporciona la mirada desde dentro , no pusieron objeciones ni a su aspecto ni a su escasa antigi.iedad, y las describieron e ilustraron con frecuencia 38 . LA INESPERADA MIRADA DE APRECIO

El escaso atractivo romantico de las ruinas espanolas ante los ojos britfoicos hizo que estos, por lo general , no !es prestasen mucha atenci6n , ni las ilustrasen con bellos grabados . De

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esta forma crearon, inadvertidamente, una imagen distorsionada de! patrimonio espanol en el que apenas aparecfan edificios arruinados o en avanzado estado de deterioro. Las crfticas en este ultimo sentido, junto con las dirigidas a las intervenciones restauradoras o en otros estilos, pese a ser en ocasiones virulentas , no llegaron a constituir un leitmotiv de! discurso britanico sobre la arquitectura medieval espanola. Es mas , inesperadamente, los britanicos concluyeron que catedrales goticas espanolas se encontraban en un excepcional buen estado de conservacion. Esta opinion fue divulgada por las dos gufas de viajes britanicas mas populares sobre Espana , la de Ford, quien afirmo que las catedrales espanolas conservaban "su diseno inmaculado e intacto, con toda la simetrfa y disposicion de los planes originales"39 , y la de Henry O 'Shea, quien dictamino que "el buen estado de conservacion de [los edificios] era llamativo"40 . Tambien fue suscrita por el mayor especialista en nuestro arte medieval durante el XIX, Street, quien se congratulaba de la posibilidad de "estudiar los restos genuinamente antiguos en su estado primitivo"41 , asf como por James Fergusson , autor de la primera historia de la arquitectura mundial en ingles, y cuyo prestigio le habfa granjeado el epfteto de "el Vitruvio de la epoca moderna". Resulta sorprendente que cuatro autores de tanta autoridad y prestigio coincidiesen en resaltar que las iglesias espanolas conservaban intacto su diseno original medieval. Y todavfa mas si te nemos en cuenta que esta vision tan positiva no solo se desarrollo a partir de los anos cuarenta, cuando nuestro patrimonio ya habfa sufrido los efectos de guerras y desamortizaciones , sino que incluso sobrevivio hasta finales de siglo, pese a los actos vandalicos de! Sexenio Revolucionario y las numerosas intervenciones restauradoras, sucesos conocidos por los britanicos. A todas luces, este juicio parece lo suficientemente paradojico como para requerir explicacion. La imagen romantica de "primitivismo" que se habfa forjado para Espana, segUn la cual todo permanecfa como en el pasado, debio de desempenar, sin duda , un importante papel 42 . Pero hay tambien otros factores tanto o mas importantes. A diferencia de la gran mayorfa de los amantes de! arte espanoles, estos britanicos posefan un amplio conocimiento de primera mano de la arquitectura medieval europea. Es decir, que cuando afirmaban que la espanola se habfa preservado de forma envidiable, no hablaban en terminos absolutos, sino relativos, tomando como marco de referencia el contexto europeo y en especial el de su propio pafs. Y puede que sus argumentos no carezcan de razon. Desde el punto de vista cuantitativo, las destrucciones vandalicas ocurridas en Espana eran , en su opinion, bien pocas si se comparaban con las llevadas a cabo en la Revolucion Francesa o en las diversas reformas y revueltas inglesas43 . Y otro tanto se podfa decir de las restauraciones, ya que, como senalo Street, afortunadamente Espana se habfa visto libre de la oleada restauradora que habfa desfigurado el patrimonio britanico y el de otros pafses europeos 44 . Apenas hubo restauraciones durante la primera mitad de siglo, y aunque sf las hubo, yen abundancia , durante la segunda mitad, su numero no era comparable al de otros pafses. Espana no conto con movimientos eclesiologicos de importancia que reclamasen la adaptacion de los templos a una liturgia ideal , ni tampoco con "grandes restauradores" a lo James Wyatt, Gilbert Scotto Viollet-le-Duc, empenados en mejorar sistematicamente las fabricas medievales conforme a su concepcion ideal del gotico 45.

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Tambien hay que tener en cuenta la gran influencia que la eclesiologfa ejercio en la percepcion del gotico en la epoca victoriana. Aunque de todos es sabido que el gotico era considerado como el estilo cristiano por excelencia, conviene recordar aquf la increfble predominancia y consecuencias que esta valoracion tuvo en Cran Bretana. Desde esta perspectiva , el gotico paso a ser juzgado por su efectividad religiosa , al margen de cuestiones formalistas y estructurales. Hubo ademas en Cran Bretana una serie de movimientos eclesiologicos como el Oxford Movement , la Cambridge Camden Society, y el Ritualism , que canalizaron la valoracion religiosa del gotico en una direccion muy particular4 6 . La efectividad religiosa de los edificios paso a depender directamente de la brillantez del ritual , determinada esta no solo por la liturgia propiamente dicha , Sino tambien por la parafernalia que la rodeaba, desde la iluminacion a las vestimentas del prelado , pasando por el mobiliario eclesiastico. El fin de estos movimientos era restaurar la liturgia de las iglesias britanicas al esplendor que tenfa en la Edad Media , y sus debates con frecuencia giraban en torno a cuestiones como el numero adecuado de cirios encendidos en un altar, la utilizacion de bancos para los fieles o la frecuencia de los servicios liturgicos. Dentro de este contexto, el gotico fue examinado como escenario perfecto para una liturgia cuyo caracter y eficacia se querfa recuperar. Se potencio asf su concepcion como un espacio primordialmente ritual, en el que las dependencias auxiliares (sacristfas, tesoros, claustros, etc. ), asf como los pulpitos, retablos , sillerfas, vidrieras, escultura monumental y otras decoraciones, se consideraban tan importantes o mas que el diseno formal del alzado y la planta, o que el ti po de arco y pilar utilizados . En resumen , el templo gotico se concibio como un todo que englobaba tanto la estructura arquitectonica como su ornamentacion en el sentido mas amplio de la palabra. Desde esta perspectiva eclesiologica, nuestros templos medievales sf que podfan alardear de una magnffica conservacion, sobre todo en comparacion con las desnudas iglesias anglicanas . Los britanicos se maravillaban ante el hecho de que nada pareciese haber sido destruido o trasladado a un museo , y de que las iglesias exhibiesen todavfa retablos , sillerfas, imagenes y mobiliario que bien eran medievales , o , si eran posteriores , conservaban la ubicacion y finalidad del diseno arquitectonico medieval -o al menos asf lo crefan ellos- 47 . Segun Street, "el mobiliario liturgico y las dependencias auxiliares tenfan un interes sin rival en otras partes del mundo"4 8 . Por su parte , Fergusson afirmaba que la riqueza y cantidad de altares , tumbas , rejas , vidrieras y cuadros de las iglesias espanolas no tenfa paralelo en Francia o lnglaterra , cuyos templos estaban privados de estos elementos por culpa de expolios , negligencia y restauraciones 4 9. Ambos , pues , coincidfan en subrayar la superioridad espanola a este respecto. La unica competencia podrfa haber sido Italia , pero los britanicos no lo consideraron asf debido al escaso numero de sus catedrales goticas y a sus rituales , criticados por su excesivo dramatismo y frivolidad50_ Consecuentemente, los britanicos concluyeron , en frase del influyente Fergusson , que "solo en Espana nos vemos transportados ante la presencia ffsica de la iglesia medieval". lncluso en el caso de catedrales como la de Toledo , visiblemente afectada por el paso del tiempo y las reformas , "todavfa se conservaba lo suficiente", opinaba Fergusson , "para permitir que

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el arquitecto comprendiese y recrease la vision gloriosa de Ia catedral tal y como habfa sido su apariencia en el lejano pasado"5 t. En opinion de los expertos britanicos, a pesar de las modernizaciones , demoliciones y restauraciones, el patrimonio medieval espafiol podfa presumir, en el siglo XIX, de ser el mejor preservado de Europa52. Es sin duda en este juicio donde la vision britfoica ma~ se aleja de la espafiola, sirviendole de necesario contrapunto. Ni la vision britanica ni Ia espafiola fueron objetivas, sino que fueron el fruto de sus respectivos horizontes de expectativas, los cuales modelaron su especial forma de mirar. Ambas padecieron distorsiones y condicionantes que, aunque quizas no puedan ser del todo corregidos, sf pueden al menos ser expuestos por su contraposicion mutua. Los espafioles evaluaron Ia destruccion decimononica comparandola con el relative buen estado del patrimonio medieval nacional en siglos anteriores. Desde esta perspectiva, el proceso adquirfa dimensiones apocalfpticas, pues muchos fueron los monumentos afectados y en un perfodo de tiempo relativamente corto. Su complejo de inferioridad y su desconocimiento de la historia de destruccion de! patrimonio europeo no harfan mas que aumentar sus aprensiones. Los britanicos, sin embargo, contemplaron la situaci6n con una perspectiva amplia que tomaba como marco de referencia Europa. Si bien este punto de vista les Ilevo a ridiculizar el atraso espafiol en Ia valoracion de Io medieval, tambien les permitio reconocer -aunque no Io formulasen asf- que dicho atraso presentaba ventajas, pues habfa librado los edificios de restauraciones sistematicas y preservado su concepcion liturgica. En su opinion, "el estudiante de arquitectura tenfa mucho que ver, admirar y aprender en Espafia"53. Asf pues, no fueron Ios "anticuarios del Baltico", a los que hacfa referencia Madrazo, los que retrocedieron espantados ante tanto destrozo , sino mas frecuentemente los espafioles, como comprobamos en las palabras de Piferrer a proposito de Ia enajenada catedral de Lerida, cuando aconseja al viajero que "huy[ese] indignado de aquel recinto" 54 . No deja de ser tambien ironico que fuese precisamente Ia tan temida comparacion con Europa Ia que en ultima instancia arrojase un balance positive. Mientras Ios ojos de Ios espanoles, testigos directos y avergonzados, solo pudieron descubrir destruccion , Ios ojos de Ios britanicos, velados por la eclesiologfa y encaramados en su atalaya europea, supieron descubrir valores positives que transformarfan la temida mirada de desprecio en un inesperado aprecio. NOTAS El contenido de este artfculo fue presentado en una comunicaci6n titulada "La destrucci6n del patrimonio arquitect6nico medieval hispanico a traves de ojos britanicos", en el curso sobre Medievalismo y neomedievalismo en la arquitectura espanola: el siglo XIX, del 29 de septiembre al 1 de octubre de 1995, organizado en Avila por la Universidad Complutense de Madrid y la Fundaci6n Cultural Santa Teresa. Debo advertir queen este artfculo utilizo el termino "medieval" en su sentido restringido, aplicado al arte cristiano de la Edad Media. 2. MADRAZO , Pedro de , "Demolici6n de conventos", El Artista , Ill , ( 1835-1836) 97-100. 3. Muchas de las afirmaciones contenidas en este artfculo sobre la actitud de los britanicos hacia el arte 1.

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medieval , la restauraci6n de edificios medievales y el arte medieval espaiiol , son de caracter general y -hasta la fecha- indisputado. Es por ello que no proporcionare informaci6n bibliografica puntual sabre las mismas. El lector interesado podra encontrar mas informaci6n sabre estos temas y abundante bibliograffa en los siguientes estudios. Para la visi6n britanica del arte medieval espaiiol vease mi tesis doctoral , La vision def arte medieval cristiano en Espana (siglos XVIII-XIX), Universidad de Santiago de Compostela , 1994 (disponible en microficha ). Sohre la condici6n y polftica restauradora britanica vease COBB, C ., English Cathedrals. The Forgotten Centuries. Restoration and Change from

1530

to the Present Day, Lan-

dres , 1980; COCKE, TH. , "Pre-Nineteenth Century Attitudes in England to Romanesque Architecture", Journal of the British Archaeological Association , 3• ser., XXXVI ( 1973 ) 72-97; COCKE, TH ., Attitudes to the Restoration of Major Medieval Buildings in England from c. 1550 to 1775 , tesis doctoral inedita, Courtauld Institute, Universidad de Landres, 1982. Sohre la apreciaci6n y criticismo del arte medieval en Cran Bretana veanse BIZARRO , T W. , Romanesque Architectural Criticism. A Prehistory, Cambridge, 1992; BROOKS , C. , Gothic Revival , Landres, 1999; FRANKL, P. , The Gothic. Literary Sources and Interpretations through Eight Centuries, Princeton , 1960 y MORRIS , K.L. , The Image of the Middle Ages in Romantic & Victorian Literature, Landres, Sydney y New Hampshire, 1984; y MUTHESIUS, S. , The High Victorian Movement in Architecture. 1850-1870, Landres y Boston , 1972 . 4. Al igual que en el caso de la actitud britanica, afirmaciones contenidas en este artfculo sabre la actitud de los espaiioles hacia el arte medieval , la restauraci6n de edificios medievales y el arte medieval espaiiol , son de caracter general , e igualmente es por ello que no proporcionare informaci6n bibliografica puntual sabre las mismas. El lector interesado podra encontrar mas informaci6n en los siguientes estudios. Sohre la restauraci6n monumental veanse NAVASCUES PALACIO, Pedro, "La restauraci6n monumental como proceso hist6rico: el caso espaiiol, 1800- 1950", en Curso de mecanica y tecnologra de los edificios antiguos, Madrid , 1987, pp. 285-329; NAVASCUES PALACIO , Pedro, "La catedral de Le6n: de la verdad hi st6 rica al espejismo erudito", en Medievalismo y neomedievalismo en la arquitectura espanola. Aspectos genera/es . Actas def Primer Congreso. Avila, septiembre 1987 , Avila, 1990, pp. 17-66; NAVASCUES PALACIO , Pedro , Arquitectura Espanola, 1808-1914, Summa Artis XXXV** , Madrid , 1993 ; CONZALEZ-VARAS IBANEZ, Ignacio, Restauracion monumental en Espana durante el siglo XIX, Valladolid, 1996; CONZALEZ-VARAS IBANEZ, Ignacio, La catedral de Leon, historia y restauracion ( 1859-1901 ), Leon , 1993; CONZALEZ-VARAS IBANEZ, Ignacio, La Catedral de Sevilla (1881-1900) CONZALEZ-VARAS IBANEZ, Ignacio, El debate sobre la restauracion monumental , Sevilla, 1994; ORDIERES DIEZ, Isabel, Historia de la restauracion monumental en Espana ( 1835-1936), Madrid , 1995; RIVERA, Javier, Historia de las restauraciones de la catedral de Leon : "Pulchra Leonina ": la contradiccion ensimismada, Valladolid, 1993. Sohre la historiograffa , pensamiento arquitect6nico y actitud hacia el arte medieval veanse ARRECHEA MIGUEL, Julio, Arquitectura y romanticismo. El pensmniento arquitect6nico en la Espana def XIX, Valladolid, 1989; CALATRAVA, Juan A. , "La visi6n de la historia de la arquitectura espaiiola en las revistas romanticas", en Historiografra def arte espaliol en los siglos XIX y XX, Madrid, 1995, pp. 53-62 ; HENARES, Ignacio y CALATRAVA, Juan , Romanticismo y teor(a def arte en Espana, Madrid, 1982; HERNANDO, Javier, Arquitecti1ra en Espalia, 1770-1900, Madrid , 1989; HERNANDO , Javier, El pensamiento romantico y el arte en Espana , Madrid, 1995; ISAC, Angel , Eclecticismo y pensamiento arquitectonico en Espana . Discursos, revistas, cong resos, 1846-1919, Granada, 1987; NAVASCUES PALACIO , Pedro y GUTIERREZ ROBLEDO , Jose Luis, eds., Medievalismo y neomedievalismo en la arquitectura espaiiola. Aspectos genera/es. Actas def Primer Congreso. Avila, septiembre 1987, Avila, 1990; NAVASCUES PALACIO , Pedro y GUTIERREZ ROBLEDO , Jose Luis, eds. , Medievalismo y neomedievalismo en la arquitectura espaiiola. Las Catedrales de Leon. Castilla y Leon I. Actas de los congresos de septiembre 1992 y 1993 , Avila, 1994; SAZATORNIL RUIZ, Luis, "Historia, historiograffa e historicismo en la arquitectura romantica espaiiola", en Historiografra def arte espanol en los siglos XIX y XX, Madrid, 1995, pp. 63-75 .

Sohre mirada s y de strn ccio ne s: los britanicos y la arquitectura medieval espa>iola

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5.

La indiferencia espaiiola hacia su arte formaba parte de la imagen negativa que Espana tenfa en Europa desde el siglo XVIII. Era esta una imagen sumamente estereotipada en la que se resaltaba la incultura espaiiola. El enfasis en los escasos logros intelectuales del espaiiol inclufa su ignorancia arquitectonica, no solo desde el punto de vista de su apreciacion, sino tambien de su creacion. Por otra parte, los britanicos solfan mirar con desden a otros pafses, incluyendo europeos como franceses o italianos. Sobre la imagen de los espaiioles en lnglaterra vease GUERRERO , A.C. , Viajeros britdnicos en la Espana def

6.

7. 8. 9.

siglo XVIII, Madrid, I 990, y KRAUEL HEREDIA, B., Viajeros britdnicos en Andaluc(a, de Christopher Harvey a Richard Ford ( 1760-1845 ), Malaga, I 986. FORD , Richard , A Handbook for Travellers in Spain and Readers at Home , Londres, I 845 , I, p . I 66. Esta gufa de viajes fue la mas popular sobre nuestro pafs durante el siglo XIX, siendo objeto de numerosas reediciones. Su contenido es bastante erudito e incluye abundante informacion sobre el arte. Las traducciones de los originales ingleses son mfas yen ellas he primado la inteligibilidad sobre la literalidad. ROSCOE , T. , Jenning s Landscape Annual, or the Tourist in Spain , Londres, I 835- I 838, Ill , pp. 72-73. El comentario es relativo a la catedral de Burgos. AN6NIMO , "An Ecclesiological Tour in Portugal", He Ecclesiologist, XIV ( I 853 ) 260. Con ello no quiero decir que el retraso espaiiol en la destruccion mas o menos sistematica del patrimonio medieval fuese el unico factor a tener en cuenta. Hay muchos otros factores que contribuyeron al precoz medievalismo de los britanicos, relacionados con sus practicas arquitectonicas, concepciones

esteticas y la polftica. I 0 . VASSAL, E. , Thelounial of Elizabeth Lady Holland ( 1791-1811 ), ed. por el Earl of llchester, Londres, I 908 , pp. 171 - 172. I I . Para los comentarios de los edificios leoneses vease WIDDRINGTON, S.E. (previamente Capitan

Cook ), Spain and the Spaniards in 1843 , Londres, I 844, II , p. 55; STREET, G.E ., Some Account of Gothic Architecture in Spain , Londres, I 869 ( I a ed. I 865) , p. I 24; y HOSKINS, G.A. , Spain , as It Is , Londres, I 851 , II , p. 244. Para la catedral de Toledo, vease WELLS , N.A. , The Picturesque Antiquities of Spain , Londres, 1846, p. 126; FERGUSSON, J. , The Illustrated Handbook of Architecture, Londres, I 855, II, p. 830; y MANNING, S. , Spanish Pictures Drawn with Pen and Pencil, Londres, 1870, p. 115 . Para la de Santiago vease FORD , op. cit., 1869 (4' ed.), pp . 228-229. Con respecto a lo excepcional que resultaba un interior sin calear vease

LOCKINGTON, W.N. , ''The Cathedral and Town of Avila, Spain", The Builder ( 1864) 7, y FORD, op. cit, II , p. 580. 12 . Veanse, por ejemplo, las quejas al respecto de QUADRADO , Jose Marfa, "Del vandalismo en Arqui-

tectura", Semanario Pintoresco Espanol, 47 (23. XI. I 851 ) 375-376, 48 (30. XI. 185 I ) 378-379, y 49 (7. XII. I 851 ) 385-387, y las de CARDERERA, Valentin , "Dos palabras contra la mania de reformar los edificios antiguos", Revista Hispano-americana , I ( 1848 ) 227.

t 3. HOSKINS, op. cit., II , p. 244. 14. WIDDRINGTON, op. cit , II , p. 58. I 5.

Ibidem.

16. Veanse, por ejemplo, SCOTT, S.P. , Through Spain , A Narrative of Tiravel and Adventure in the Peninsula , Lon-

dres y Filadelfia, 1886, p. 319; THOMAS, M ., A Scamper through Spain and Tangier, Londres, I 892 , pp . 6970, sobre la catedral sevillana; y GADOW, H., In Northern Spain , Londres, I 897, p. 134, sobre la cate-

dral de Leon. 17. El libro de STREET, Some Account of Gothic Architecture in Spain , Londres, 1865 , fue el primer estudio del

arte medieval espaiiol realizado segiln una metodologfa de corte moderno. Fue tambien extremadamente influyente, convirtiendose en la principal fuente de informacion sobre el tema. Fue traducido al castellano por el arquitecto Roman Loredo y publicado por la editorial madrileiia de Saturnina Calleja en I 926.

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Sohre miradas y de slruccione s, lo s britdnico s y la arquilectura medieval espaiiola

18. STREET, op cit ., p. 27 nota a pie de pagina (Burgos), y p. I 06 (Leon ). 19. Ibidem , p . 94. 20. Yease MADRAZO, op. cit ., p. 89; BALAGUER, Victor, Ui s ruinas de Poblet, Madrid , 1885, pp. 268-269; CARDERERA, op. cit , p. 228; y ESCOSURA, P. de la, Ui Espana Art(stica y Monumental , Paris, 1844, II , pp. 3-4. Sabre la postura britanica vease, por ejemplo, FORD, op. cit ., I, p. 153, asl como su carta a Addington , 18 de noviembre de 1841 , The Letters of Richard Ford.

1797-i 858 ,

ed. por PROTHERO , Rowland E.,

Landres, 1905, p. 178 . 21. FORD, op. cit., I, p. 153 . En el bando britanico hubo una importante excepcion a esta vision, la de Widdrington . Este viajero recorrio Espana entre 1829 y 1831 , regresando nuevamente en 1843, por lo que tuvo oportunidad de ver con sus propios ojos los estragos de la desamortizacion . Sin embargo, su profundo anticlericalismo le llevo a culpar solamente al clero del deterioro de nuestro patrimonio artlstico. Tambien llego a aseverar que los conventos no sufrieron con la desamortizacion , y que la unica excepcion de la que tiene noticia fue el empleo de algunas tumbas procedentes del convento de Santo Domingo de Leon en la fortificacion de la ciudad (op. cit., II , p. 48 ). La mayorfa de sus compatriotas, por el contrario, opinaban que la arquitectura medieval se hubiese preservado mejor si hubiese permanecido en manos del clero. Para el caso espanol vease, por ejemplo, MADRAZO, op. cit ., p. 91 . 22. FORD, op cit., I, p. 153 .

23 . DIGBY WYATT, M ., An Architect's Note-Book in Spain . Principally Illu strating the Domestic Architecture of that

Country, Landres, 1872, p. VI. Para mayor informacion sabre la fortuna de estos monumentos vease MERINO DE CACERES, J .M , El Alcazar de Segovia , Leon , 2001 ; y NAVASCUES, P., A!NAUD , JM y MERINO DE CACERES, J .M ., El patio de la Casa Gralla . Una reconstrucci6n , Madrid, 1997. 24. Ibidem , pp . VI-Vil . 25 . Ford escribio su carta probablemente informado de lo que estaba ocurriendo en Espana por su buen amigo Valentin Carderera, ya que el britanico habfa abandonado el pals en 1832, antes de que tuviese lugar la desamortizacion de Mendizabal. Ford comenzo a escribir su Handbook en 1840, cuando las consecuencias de la desamortizacion eran obvias, de ahl sus numerosos comentarios al respecto. Hay que anadir que Ford tampoco se fiaba mucho de la Comision Central de Monumentos, pues temfa que el nivel de corrupcion e inoperabilidad burocratica que solfan caracterizar a dichas juntas le restasen eficacia. 26. MADRAZO , op. cit ., p. 89 . Habrla que matizar que la valoracion de la arquitectura medieval desde un punto de vista arqueologico -artlstico tambien existio en Espana. Sin embargo, en un primer momenta se limit6 a los eruditos y nose verla reflejada en la practica restauradora hasta las ultimas decadas del siglo XIX. 27. Vease el comentario de Street respecto a la desamortizacion de la abadla de Veruela (STREET, op. cit, p. 389). La enajenaci6n de bienes eclesiasticos con esos fines fue defendida por los estamentos oficiales y tambien por MADRAZO (op. cit., pp. 90-91 ), aunque su aprobaci6n no fue unanime en Espana. Vease, para una postura contraria, QUADRADO, J .M ., "Dos palabras sabre demoliciones y reformas", en Ensayos religiosos, politicos y literarios , Palma de Mallorca, 1894, Ill , p . 297. 28. LOMAS, J., Sketches in Spain , from Nature, Art and Life, Landres y Edinburgo, 1884, p. 363 . 29. STREET, op. cit ., p. 346., y LOMAS, op. cit., p. 363 , respectivamente. 30. PIFERRER, P., Reuerdos y Bellezas de Espana , Barcelona, I (Principado de Cataluna), pp. 320-321. Vease tambien MADOZ, P., Diccionario geografico, Madrid , 1847, X, p . 240. 31 . STREET, op. cit., p. 347. 32. Utilizo los conceptos de pintoresco y sublime como categorlas esteticas tal y como fueron definidas por la sensibilidad romantica britanica por Uvedale Pricey Edmund Burke. Lo pintoresco se caracterizaba por su irregularidad, variedad , superficies rugosas y asimetrla . Lo sublime por su capacidad de provocar una reacci6n de horror placentero en el espectador.

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33. Hay algunas excepciones, como la valoraci6n pintoresca de las ruinas del convento de las Carmelitas (Burgos) por parte de David Roberts y Tomas Roscoe (ROSCOE , op. cit., III , pp. 77-78). Durante las ultimas decadas del siglo XIX, se encuentran apreciaciones pintorescas del claustro de San Juan de los Reyes (incendiado por los franceses en 1808 ). 34. STODDARD, CA. , Spanish Cities, Londres, 1892, p. 36. No es extrano que la azarosa historia de Poblet cautivase la imaginaci6n de europeos y nacionales. La primera exclaustraci6n se produjo en 1820, pero su destrucci6n sistematica no comenzarfa hasta 1835, cuando se dispers6 la reducida comunidad que entonces lo habitaba y fue objeto de un violento saqueo. Alano siguiente se profanaron sus tumbas, las cuales recibirfan ubicaci6n final en la catedral de Tarragona. Sobre estos y otros avatares de su restauraci6n vease BASSEGODA NONELL, J. , "Neomedievalismo en Cataluna. La restauraci6n del Monasterio de Poblet", en Medievalismo y neomedievalismo en la arquitectura espaiiola: aspectos genera/es ... , ed. por NAVASCUES, P. y GUTIERREZ ROBLEDO J.L. , op cit , p. 124. 35. Vease supra , nota 20. Balaguer habfa publicado previamente Losfrailes y sus conventos (Madrid y Barcelona, 1851 ) en donde tambien se inclufan leyendas relativas a Poblet y su fundaci6n , pero fueron sus Ruinas de Poblet las que realmente proporcionaron una vision romantica de su destrucci6n. Uno de los viajeros que visit6 Poblet teniendo en mente las historias de Balaguer fue STODDARD , op. cit. A.J.C. Hare fue uno de los escasos viajeros que , sin embargo, fue capaz de una valoraci6n sublime de sus ruinas con anterioridad a la obra de Balaguer (HARE, A.J.C. , Wanderings in Spain , Londres, 1873, p. 55 y ss). 36. GALLENGA, A. , Iberian Reminiscences , Londres, 1883, II, p. 361. Vease tambien WORKMAN, F.B. y HUNTER, W., Sketches Awheel in fin de siecle Iberia , Londres, 1897, pp. 36-37. 37. Sobre el pafs como ruina vease FORD, op. cit., I, p. 168. Sobre las catedrales vease WELLS, op. cit., pp. 124-126. 38. Veanse, por ejemplo, las ilustraciones de Francisco Javier Parcerisa en PIFERRER, P. et al. , Recuerdos y Bellezas de Espana, Madrid, 1839-1865. 39. FORD, op. cit., I, p. 152. 40. H. O 'SHEA, A Guide to Spain , Londres, 1865, p. XXV. 4 t. STREET, op. cit., p. 432. 42 . Esta era una creencia decimon6nica muy extendida que se aplicaba a muchas otras culturas y especialmente al Pr6ximo Oriente, donde se crefa que todo permanecfa tal cual era en epoca bfblica . La imagen romantica de Espana la presentaba como un pafs en el que concurrfan las caracterfsticas de "oriental" y "atrasado" para afianzar la creencia de que nada habfa cambiado desde la Edad Media. 43. FORD, op. cit., I, p. 152, y STREET, op. cit. , p. 33. Hay que puntualizar que tanto Ford como Street visitaron nuestro pafs antes del Sexenio revolucionario, por lo que no fueron testigos de su efecto destructor en el patrimonio espanol. 44. STREET, op. cit , p. 432. 45 . Me refiero a movimientos o sociedades eclesiol6gicas como las que dieron pie a publicaciones peri6-

46.

47. 48 . 49. 50 .

24

dicas como The Ecclesiologist en Gran Bretana, Anna/es Archeologiques en Francia, dirigida por Didron , y Koiner Domblatt en Alemania, dirigida por A. Reichensperger. Para mayor informaci6n sobre el movimiento eclesiol6gico en Gran Bretana vease YATES, N. , Anglican Ritualism in Victorian Britain, 1830-1910, Oxford, 1999. El lector interesado en el tema encontrara en el una actualizada informaci6n bibliografica sobre temas y movimientos especfficos. FORD , op. cit , I, p. 152. STREET, op. cit, p. 432. FERGUSSON, J ., A Handbook of Architecture, Londres, II , p. 830. Vease por ejemplo el comentario al respecto de WIDDRINGTON, S.S. , Sketches in Spain during the Years 1829, JO, 3 1, & 3 2 , Londres, 1834, I, pp. 227-229.

I Sohre

mirada s y de stru cc ione s: lo s britanico s y la arquitectura medieval espaiiola

51. FERGUSSON, op. cit , ll , p . 830. 52 . A este respecto es tambien de sefialar una carta de John Charles Robinson , publicada en The Times , el 27 de noviembre de 1877, yen version reducida en The Daily Telegraph , el 1 de diciembre de 1877, sobre la conservaci6n del patrimonio eclesiastico espafioL Robinson era el experto por excelencia en arte espafiol en la lnglaterra victoriana, coleccionista de arte y conservador del Museo de South Kensignton (hoy en dfa Victoria & Albert Museum ). En esa carta Robinson insiste en la riqueza del patrimonio eclesiastico espafiol, "todavfa mas asombrosa si se considera que durante cien afios, la norma del dfa ha sido la destrucci6n, dilapidaci6n y expoliaci6n". El motivo de su carta, por cierto, era protestar por el escaso celo del cabildo toledano en la protecci6n de la sillerfa de coro, al observar ciertas mutilaciones realizadas con un cuchillo. 53 . O 'SHEA, op cit , p. XXV 54. PIFERRER, P., Recuerdos y bellezas de Espana , I, 1839, p . 325 .

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