Sobre Lenguas y Protolenguas

September 14, 2017 | Autor: J. Gorrochategui | Categoría: Historical Linguistics, Basque Studies, Comparative Linguistics, Basque linguistics
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Descripción

KOLDO MITXELENA KATEDRAREN III. BILTZARRA III CONGRESO DE LA CÁTEDRA LUIS MICHELENA 3rd CONFERENCE OF THE LUIS MICHELENA CHAIR

SUBTÍTULO

¥

Ricardo Gómez, Joaquín Gorrochategui, Joseba A. Lakarra & Céline Mounole (arg./eds.)

2013 Vitoria-Gasteiz

CIP. Biblioteca Universitaria Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea. Cátedra Luis Michelena. Congreso (3.º 2012.Vitoria-Gasteiz) Koldo Mitxelena Katedraren III. Biltzarra = III Congreso de la Cátedra Luis Michelena = 3rd Conference of the Luis Michelena Chair / Ricardo Gómez … [et al.](eds. = arg.). – Vitoria-Gasteiz: Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea, Argitalpen Zerbitzua = Servicio Editorial, 2013. – XXII, 770 p. : il., map. ; 24 cm. – (Publicaciones de la Cátedra “Luis Michelena” = “Koldo Mitxelena” Katedraren Argitalpenak ; 5) Textos en euskara, español e inglés. D.L.: BI-1849-2013. – ISBN: 978-84-9860-911-0 1. Euskara (Lengua) – Congresos. 2. Michelena, Luis, 1915-1987. I. Gómez, Ricardo, ed. lit. 811.361(063)

Argitalpen hau ondoko ikerketa proiektu eta taldeen barruan sartzen da / Esta publicación se enmarca en los siguientes proyectos y grupos de investigación / This publication has been developed in the framework of the following research projects and groups: — “Historia de la lengua vasca y lingüística histórico-comparada” (HLMV-LHC) (Eusko Jaurlaritza, GIC. IT698-13), — “Monumenta Linguae Vasconum (IV): textos arcaicos vascos y euskera antiguo” (Espainiako MINECO, FFI2012-37696), — “Onomástica aquitana e ibérica: datos y evaluación lingüística” (Espainiako MINECO, FFI2012-36069-C03-01), — “Hizkuntzalaritza Teorikoa eta Diakronikoa: Gramatika Unibertsala, Hizkuntza Indoeuroparrak eta Euskara” (HiTeDi) (UPV/EHU, UFI11/14).

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means, electronic, mechanical, photocopying, recording, or otherwise, without the prior permission of the University of the Basque Country Press. Debekatuta dago liburu hau osorik edo zatika kopiatzea, bai eta berorri tratamendu infomatikoa ematea edota liburua ezein modutan transmititzea, dela bide elektronikoz, mekanikoz, fotokopiaz, erregistroz edo beste edozein eratara, baldin eta copyrightaren jabeek ez badute horretarako baimena aurretik eta idatziz eman.

© Ricardo Gómez, Joaquín Gorrochategui, Joseba A. Lakarra & Céline Mounole (arg./eds.) © Egileak / Los autores / The authors © Euskal Herriko Unibertsitateko Argitalpen Zerbitzua Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco ISBN: 978-84-9860-911-0 Lege gordailua/Depósito legal: BI - 1.849-2013

Sobre Lenguas y Protolenguas* Joaquín Gorrochategui UPV/EHU

1. La publicación de Apellidos Vascos en 1953 y de Textos Arcaicos Vascos en 1964 constituyen los extremos temporales de un decenio prodigioso en la producción científica de Michelena, en el que se suceden obras que asentarán de modo sólido y hasta entonces no conocido diversos aspectos de la filología vasca.1 En el mismo periodo publica Lenguas y Protolenguas (1963), obra no centrada directamente en asuntos vascos, sino de carácter teórico y metodológico sobre un aspecto central de la lingüística histórica y comparada, el de la reconstrucción lingüística. Como él mismo anuncia en el inicio del libro, no es un ensayo de formalización de la técnicas de la reconstrucción,2 sino una reflexión personal sobre la comparación y la reconstrucción lingüísticas por parte de un practicante de la disciplina en un campo atípico, como es el de la lengua vasca,3 aunque buen conocedor de ella en los campos generosos de las lingüísticas románica e indoeuropea. El tema que aborda Michelena en este librito no es en absoluto novedoso. Antes bien, se trata de un tema trillado por la práctica brillante de varias generaciones de comparatistas; incluso desde el punto de vista de la génesis, concepción y finalidad del libro, cuenta con el precedente clásico de A. Meillet (1925).4 A pesar de lo cual logró suscitar el reconocimiento ge* Este trabajo se ha realizado en el marco de los siguientes proyectos y grupos de investigación: 1) FFI2012-36069-C03-01 del MINECO; 2) IT698-13: Historia de la Lengua Vasca y Lingüística Histórico-Comparada (HLMV-LHC) del GV; 3) UFI11-14 de la UPV/EHU. 1 Destaco “De onomástica aquitana” (1954), “Antiguas consonantes vascas” (1957), Historia de la Literatura Vaca (1960), Fonética Histórica Vasca (1961) y Sobre el pasado de la lengua vasca (1964) 2 Asunto que le preocupaba mucho a Michelena, y del que pocos años antes había tratado Hoenigswald (1960) en una obra que tendría mucha influencia. 3 El mismo en una ocasión se autodefinió como “comparatiste en chômage”, dado el aislamiento genético de la lengua vasca (OC I: 216). 4 De la misma manera que el opúsculo del afamado indoeuropeísta francés fue el resultado de unas conferencias, que a modo de curso, pronunció en Oslo, así también Lenguas y Protolenguas es el fruto de unos cursos que Michelena dictó sobre estos temas en la Universidad de Salamanca durante los años 1961 y 1962. R. Gómez, J. Gorrochategui, J.A. Lakarra & C. Mounole (arg./eds.), Koldo Mitxelena Katedraren III. Biltzarra - III Congreso de la Cátedra Luis Michelena 3rd Conference of the Luis Michelena Chair. UPV/EHU, Vitoria-Gasteiz 2013, 613-642.

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neral de lingüistas históricos de campos diferentes, desde romanistas a indoeuropeístas, así como de historiadores de la lengua, que consideraron este librito de apenas 80 páginas uno de los textos más influyentes de la lingüística española de su época.5 2. Aunque en el libro se mencionen muchos de los temas clásicos de la comparación y la reconstrucción, no es un estudio sistemático ni exhaustivo de los mismos, ni siquiera de unos cuantos, sino que el interés del autor se centra en indagar sobre el grado de confianza que inspiran los métodos de reconstrucción, a la vez que reflexionar sobre sus límites. Michelena está en una posición propicia para este cometido, ya que por un lado ha aprendido los fundamentos de la disciplina en el estudio de la gramática histórica del latín, del griego, y en la comparación indoeuropea, sin olvidar su afición a la lingüística románica,6 mientras que, por otro lado, los ha aplicado a levantar casi de la nada el edificio de una gramática histórica de la lengua vasca, describiendo por primera vez un panorama sistemático de la evolución de los sonidos, poniendo orden en un gran número de datos sueltos, relacionando procesos acaecidos en dialectos diferentes, estableciendo cronologías (antiguas o recientes, absolutas o relativas) de cambios fonéticos, iluminando etimologías, reconstruyendo sistemas protohistóricos, etc. Esta experiencia personal de pionero lo ha llevado a dos convicciones: a) los métodos de reconstrucción lingüística tienen validez general, de modo que pueden ser aplicados eficaz y provechosamente a la lengua vasca, a pesar de los mitos y de opiniones seudocientíficas sobre su particular idiosincrasia, todavía bien extendidas.7 b) los métodos de que se dispone no poseen una capacidad ilimitada, sino que tanto por razones externas debidas a la inexorable atrición del tiempo, como por los propios requisitos internos del método, tienen sus límites, de cuya existencia todo reconstructor debería ser consciente. 3. Teniendo siempre presente ese marco conceptual general, el autor insiste en varias ideas. Una de ellas es la separación o distinción entre método 5 El libro fue reimpreso por la Universidad de Barcelona con motivo de la concesión del Doctorado Honoris causa (1986), más tarde por la Universidad del País Vasco (1990). Una nueva edición revisada y mejorada ha aparecido en el tomo I de las Obras Completas (2011: 1-98). Una versión inglesa, Languages and Protolanguages, con prefacio de J. Gorrochategui apareció en la colección de la Cátedra Michelena en 1997. 6 Michelena siempre decía, siguiendo en esto como en tantas otras cosas a Meillet, que la lingüística románica era un complemento saludable para un indoeuropeísta, ya que constituye un campo en el que la riqueza comparativa y la existencia documentada de la lengua ancestral plantean problemas y escenarios sin paralelo en el campo indoeuropeo. 7 Esta validez de los métodos ya había quedado brillantemente demostrada por Bloomfield (1946) en su reconstrucción del algonquino, así como por muchos otros acerca de otras familias lingüísticas.

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y realidad, entre el plano metodológico y el plano ontológico, coincidiendo en esta cuestión con las opiniones desarrolladas por Coseriu.8 (1) Hay que establecer, en otras palabras, una distinción radical —en cuanto al valor, a la certidumbre y a la riqueza— entre los conocimientos cimentados sobre datos históricos y los resultados conseguidos por medio de los procedimientos de reconstrucción más penetrantes e ingeniosos (L&P: 15).

Esta separación tiene reflejo en varios niveles. 1. Para empezar, en la misma definición entre “lengua” y “protolengua”, ya que la primera pertenece al reino de la historia, de lo sucedido o realmente acaecido, dado y constatable —dentro de los límites de la documentación—, mientras que la segunda es el producto, o mejor constructo, de unas técnicas aplicadas a un conjunto de datos que se ponen en relación. Por esta razón no es lo mismo una historia de una lengua, donde el historiador hace un relato basado en fuentes fechables y asignables a lugar concreto, en el sentido del correr del tiempo, que la reconstrucción de su pasado, donde el lingüista para hacer el relato de la prehistoria, como si fuera historia —fictio historiae—, antes tiene que reconstruir el pasado desandando el tiempo en sentido contrario. De ahí que muchas veces los tan traídos y llevados árboles genealógicos se hayan comprendido tan mal, cuando se los ha tomado como expresión de la fragmentación de una familia lingüística, es decir, como reflejo de un desarrollo histórico, en vez de tomarlos como lo que son, la expresión o plasmación del resultado de los métodos de reconstrucción.9 2. En esta distinción la “historia” tiene preeminencia sobre la “prehistoria”, como la sincronía la tiene sobre la diacronía. De aquí surge un corolario práctico: quien quiera dedicarse a la prehistoria de una lengua y a la reconstrucción de sus fases más antiguas debe conocer perfectamente la historia documentada de esa lengua. Toda reconstrucción realizada por advenedizos, personas que no conozcan bien su historia, será deficiente y correrá el riesgo de proponer hipótesis aventuradas. El campo vasco ha dado muestras sobradas de este hecho, tanto a nivel profesional, como es el caso de Schuchardt, como al más abundante de los amateurs, entre los que últimamente contamos con la insólita propuesta de Forni (2013).10 Ahora bien, ¿está el esPor ejemplo en su libro (Coseriu 1958), que aparece citado varias veces por Michelena. Como dice Michelena: “ese árbol [según Lane] ‘no es más que un diagrama de la aplicación del método comparativo a la reconstrucción de familias de lenguas’. Parece mentira que a los lingüistas, gentes de letras por lo común, se les suponga carentes de imaginación hasta el punto de creer que no van a ser capaces de reconocer e interpretar un tropo cuando tropiecen con él” (L&P: 80). 10 Véase una crítica en el mismo número de JIES, Gorrochategui & Lakarra (2013). A medio camino entre los polos extremos que pueden ser Schuchardt y Forni podemos colocar a Vennemann, ya que aunque sea un profesional de renombre en algunos dominios de la lingüística su conocimiento de la lengua vasca, su lingüística y filología es nulo. 8 9

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pecialista y buen conocedor de una familia de lenguas a salvo de reconstrucciones e hipótesis comparativas arriesgadas, cuando no claramente deficientes? La experiencia nos enseña que no siempre es el caso; así, recientemente J. Koch, un celtista experimentado en comparación lingüística, ha propuesto interpretar el tartesio11 como lengua céltica, no meramente indoeuropea, elaborando incluso una gramática histórica del “nuevo” grupo celta ampliado con el tartesio; el conocimiento especializado que posee sobre las distintas lenguas célticas le proporciona amplio material para sus hipótesis comparativas, aunque la mayoría de las veces sobrepase ampliamente los límites que la prudencia y el oficio en el arte exigen.12 Como decía el gran indoeuropeísta C. Watkins, recientemente fallecido, haciendo suyas las palabras de Malkiel sobre las virtudes que debía poseer todo practicante de la etimología, la comparación y la reconstrucción, en las que tras señalar las que atañen al ingenio y a la profesión [“1) an inventive mind, producing the felicitous association of isolated facts; 2) finesse in marshalling phonology, grammar, and semantics; 3) a combination of erudition and delicacy in handling language and culture;”], no olvida mencionar también “4) a flair for when to stop” (Watkins 1990: 300). 4. El hecho de ser conscientes de la distinción entre los dos planos, el ontológico y el metodológico, no quiere decir que no haya relaciones entre ambos ni que no se pueda pasar de uno a otro. Así, junto a la opinión aceptada de que la historia de una lengua es un relato sobre documentos, está el hecho insoslayable de que, incluso para hacer historia, es imprescindible la comparación, cuya aplicación principal es la reconstrucción. En el fondo, una historia exige comparar documentos, fases lingüísticas distintas, variedades dialectales diferentes, y establecer las líneas de conexión entre todos esos elementos. La ventaja que se tiene es que, al comparar documentos de fases temporales distintas, el documento más antiguo proporciona los ancestros de las formas atestiguadas en los documentos más recientes, pudiendo de este modo constatar los extremos de un cambio, ya sea fonético, morfológico y hasta sintáctico. Pero esa labor no es en sí automática, sino que tiene que ser positivamente establecida, tras una valoración de la comparación, de manera análoga a como se comparan dos cognados inter-lingüísticos. El hecho de que lat. audio y español oigo estén en los dos extremos de la cadena de documentos para la expresión de la 1.ª pers. sing. del pres. ind. del verbo ‘oír’, no significa que la forma reciente derive directamente de la antigua. La comparación nos dice que la forma española debería ser *oyo, y que por 11 Denomino aquí tartesio, tal como lo hace el propio Koch (2010), a la lengua atestiguada en epígrafes del Suroeste peninsular, especialmente en el Algarve portugués, redactados mediante un sistema de escritura propio y aún no enteramente descifrado; Schmoll llamó a esta lengua “Südlusitanische” y durante mucho tiempo se la ha solido llamar de un modo más neutro o descriptivo como lengua de las lápidas del Suroeste. 12 Véase en Gorrochategui (2013) una breve crítica a la propuesta de Koch (2010).

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tanto oigo ha sufrido la influencia de formas como traigo, digo, etc. En otras palabras, el historiador de la lengua no está eximido de ejercer la comparación lingüística. Esta capacidad para “corregir” la historia le viene al historiador de la lengua —actuando en esta ocasión como comparatista— del poder predictivo de las formulaciones de la lingüística histórica o diacrónica sobre los cambios lingüísticos, especialmente fonéticos. Es un punto crucial sobre el que vuelve a menudo Michelena en varios lugares del libro. Uno de los efectos prácticos de la capacidad de corrección de los datos históricos consiste en la detección e identificación de falsos. El método consiste en hallar elementos anacrónicos o pertenecientes a otras variedades en un documento que se supone de tal fecha o lugar. Es bien sabido que recientemente hemos tenido que aplicar estos criterios en la valoración de los hallazgos epigráficos de Iruña-Veleia correspondientes a las campañas de 2005 y 2006 (vide Gorrochategui 2011a y 2011b). Curiosamente en esta actividad el historiador de la lengua está aparentemente trocando e invirtiendo la jerarquía o preeminencia de los planos antes citados, ya que está dando más valor al sistema ordenado y coherente de conocimientos e hipótesis evolutivas que a supuestos documentos tangibles. En el fondo, la detección de falsos es un ejemplo de la validez de los métodos de comparación y reconstrucción lingüística y de la confianza que suscitan en los lingüistas históricos. 5. Si bien es cierto que el método comparativo, si le aplicamos el dictado evangélico de “por sus obras los conoceréis”, ha demostrado poseer una innegable utilidad práctica, Michelena quiere ir más allá de ese reconocimiento e intenta hallarle alguna justificación teórica al fenómeno, definir algún principio donde se asiente la fecundidad comprobada del método. Constituye una larga doctrina, remontable a los neogramáticos, que el conjunto de las técnicas de reconstrucción se sustenta en el principio de la regularidad del cambio fonético; o en otras palabras, en la noción de la predictibilidad del cambio, aunque su comprobación quede limitada al pasado, de modo que podría ser definida con mayor precisión como “retrodicción”.13 Por otro lado, la capacidad de recuperación de cambios pasados es limitada, como demostró Hoenigswald al postular que la fusión fonológica —el cambio consistente en la fusión de dos fonemas de un estado de lengua anterior en uno solo en un estadio posterior— es irreversible y por tanto el estadio ancestral irrecuperable, a no ser que tengamos información residual cuya razón de ser se deba a la situación anterior. Para decirlo con ejemplos, desde el punto de vista lingüístico para el hablante español que haya perdido la distinción entre la /l/ palatal y la continua /y/ (halla /haya) resulta imposible saber, sin conocimientos históricos específicos —la ortografía es un reflejo 13 Michelena (1969: 111 = OC I: 129-130) lo denomina retrovisión, “Porque, como la adivinación de Epiménides [cita de Aristóteles Rhet], va enderezada al pasado, no al futuro”.

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o producto de conocimiento histórico—, el origen distinto de cada forma, de la misma forma que le sucede al hablante vasco de dialectos donde no se hace la distinción entre sibilante apical y dental (hasi / hazi). Como hemos visto, la grafía y muy particularmente las faltas ortográficas, en las que se grafían de modo incorrecto las formas concernidas en una fusión fonológica, sirven de gran ayuda para la detección del cambio producido: es clásico el ejemplo de la fusión de los diptongos /ou/ y /oi/ > /S/ en posición inicial en el paso del latín arcaico al latín clásico (*ous7 > !ro; *oinos > !nus). El hecho de que en un epitafio del siglo I a.C. (CIL I2 1861) hallemos la forma plouruma por lo que en latín clásico es pl!rima, cuando en otra famosa inscripción anterior (la de L. Escipión hijo del Barbado, CIL I2 8, 9) tenemos la forma ploirume ‘plSrim.’ con la grafía etimológica, nos pone en el camino de detectar la fusión entre fines del s. III y comienzos del s. II a.C.14 Las cuestiones de grafías son hechos residuales, aunque no de naturaleza lingüística. Hay casos, sin embargo, en que los indicios para la recuperación de la fusión son de índole propiamente lingüística, como la existencia de perturbaciones o resultados no esperados en la evolución de algunos sonidos que han sufrido la influencia de algunos de los sonidos involucrados en la fusión, antes de que ésta se produjera; el caso clásico es el de la palatalización sufrida por las consonantes velares del indo-iranio ante vocal anterior (-i, -e), antes de que todas las vocales /a, e, o/ se fundieran de manera incondicionada en /a/. Esto explica que la forma de perfecto del verbo ‘ver’ en sánscrito sea dadárLa, con reduplicación da- de la inicial de la raíz dárL, mientras que el perfecto de ‘hacer’ sea cak"ra, donde la reduplicación tiene una palatal, ca-, respecto de la consonante velar de la raíz k"r. Esta disimetría se explica asumiendo que la vocal de la reduplicación era /e/, mientras que la de la raíz era no palatal —en concreto /o/ por otras razones como el alargamiento debido a la ley de Brugmann—, todo lo cual viene confirmado por la comparación externa: gr. dédorka ‘he visto’. 6. Las leyes fonéticas, entendidas como reglas de transformación, proporcionan siempre para cada elemento de la lengua ancestral un reflejo regular en la lengua descendiente. Si por medio de estas reglas el elemento x de la lengua L aparece como x’ en L’ y como x’’ en L’’, se obtendrá al mismo tiempo una correspondencia regular entre los reflejos: x’ : x’’ : etc. Las correspondencias fonéticas son, por tanto, la traza que dejan las leyes fonéticas en las lenguas descendientes. Uno de los problemas principales que se le plantea al comparatista es la de no confundirse al catalogar cada una de las lenguas que compara como 14 Aparentemente también puede explicarse del mismo modo la forma plous, por lo que será en lat. clásico pl!s, de la famosa inscripción que recoge la decisión del senado romano sobre la regulación de las Bacanales del año 186 a.C., aunque otras explicaciones de tipo analógico no falten. Otro ejemplo claro es couraverunt (Hadria, Picenum, CIL I2 1894) en vez del correcto coiraverunt, lat. clásico c!raverunt.

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ancestro o descendiente. Michelena trata el problema planteado por Pulgram, el cual afirmaba que era teóricamente imposible hacer la distinción sin que mediara información histórica o externa. Sin embargo la solución, al menos en casos de comparación normales, es fácil y se sitúa en un plano lógico. Teniendo en cuenta por un lado que entre los cambios fonéticos la fusión, como hemos visto, es irrecuperable y, por otro, que la escisión arbitraria de los fonemas es imposible, de ello resulta lógicamente que será lengua ancestral aquella de la que se puedan derivar unívocamente, mediante reglas de transformación, los elementos de las otras, siendo esto imposible en el sentido contrario. Nos hallamos, pues, ante la explicitación de un criterio formal, en otras palabras, de un lenguaje matemático en cuanto que concierne a relaciones entre estructuras, entendido más como “un modelo aplicable a todo tipo de relaciones, funciones, estructuras o sistemas”, que como una ayuda en la cuantificación y tratamiento estadístico de datos lingüísticos. Como puede apreciarse, el hecho crucial es la “imposibilidad de la escisión arbitraria del fonema”, algo que Michelena resalta en el libro, aunque sin formularlo aún con toda la consciencia matemática con que lo hará pocos años más tarde, en la reseña a Sproget de Hjelmslev. (2) Las reglas de transformación no son, pues, otra cosa que las conocidas leyes fonéticas, (…) Y, a propósito de esto, queremos insistir en que cuando Bonfante, al tratar de los métodos de reconstrucción distintos de la comparación, incluye entre ellos “the method of impossibility of spontaneous scission” (§ 10), coloca las cosas en un plano distinto del que les corresponde. En efecto, incluso una consideración superficial de los métodos de reconstrucción debe poner completamente en claro que el enunciado “un fonema no puede escindirse espontáneamente en dos o más fonemas, independientemente de todo condicionamiento” no es la descripción de un método que deba ser colocado al lado de los demás métodos de reconstrucción, sino que es la expresión del principio mismo, del postulado esencial, de los métodos de reconstrucción tomados en conjunto. Estos, en cuanto reglas de operación, sólo existen gracias a ese postulado y no podrían funcionar sin él (L&P: 29).

Estas reglas de transformación establecen relaciones precisas entre las formas ancestrales y las de sus descendientes, que Michelena a veces califica de homólogas. El término “homología” expresa en origen una noción de la biología, en concreto, una referencia a las semejanzas existentes entre dos organismos en virtud de su origen común; en este sentido se opone a la noción de “analogía”, mediante el que se definen las semejanzas superficiales, en morfología y función, a las que se ha llegado por evolución coincidente, por azar, presión ambiental, etc.

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Michelena ha intuido la naturaleza de esta relación entre ancestro y descendiente; tiene una idea vaga, cuya formalización no logra definir con nitidez, aunque la roza en el siguiente texto: (3) Para demostrar que esto no es así basta volver a examinar sobre el papel el algoritmo transformativo. Nuestras reglas, por su simple lógica interna, permiten deducir unívocamente (al menos en muchísimos casos favorables) las formas del estado más reciente a partir del más antiguo, pero no a la inversa. Las reglas son, en cuanto a lo esencial, de sentido único, y no debe inducirnos a error el trueque frecuente de > por lat. cecini no significa lo mismo que lat. cecini < pre-lat. *cecanai; del primero, conocidas las reglas del juego, se deduce el segundo como de 7 × 8 se obtiene 56, pero, para llegar a *cecanai a partir de cecini, hace falta saber las reglas de transformación y bastantes otras cosas que no están incluidas de ningún modo en éstas: en cecini, -i podría proceder también de otros diptongos y de *-i (cf. domini gen. sing., domini nom. pl., domi loc.), -i- en sílaba no inicial podría también continuar una vocal breve distinta de *a (L&P: 31).

Como he dicho, esto lo logra en la reseña al libro Sproget (Lenguaje) de Hjelmslev. Aquí establece claramente que la relación entre la lengua madre y las lenguas hijas es de “homomorfismo”, ya que las reglas de transformación son de uno-a-uno o de muchos-a-uno, sin que estén permitidas las relaciones de uno-a-muchos ni de muchos-a-muchos. En otras palabras constituye una “función matemática”. (4) Nos hace falta una explicación (…) y la poseemos ya en la noción de función, no en el sentido glosemático de “dependencia en general”, sino en el preciso de aplicación (application, mapping, Zuordnung) de un conjunto en o sobre otros. Más exactamente, definiremos la función como un tipo determinado de aplicación (single-valued), que sea unívoca a la derecha y total a la izquierda (rechts-eindeutig, links-total), o en términos menos esotéricos, que cada elemento de expresión del conjunto origen (E, de L, donde la falta de subíndice suple al asterisco) tenga su imagen, valor o proyección en otro u otros (E1, E2 … En, formados por las unidades diferenciales de los estados documentados de lengua L1, L2 … Ln), de modo, además, que cada uno de ellos no tenga más que una imagen en los estados de lengua derivados: x (R E) ! f1 (x) (R E1), f2 (x) (R E2), etc. (Michelena 1969: 116 = OC I: 135)

Hay que señalar, asimismo, que el concepto de función matemática ofrece una explicación al hecho de la irrecuperabilidad de la fusión total, ya que ésta deja una sola huella en la descendencia, lo mismo que si se tratara de un cambio de uno-a-uno. En otras palabras, mientras que toda función f de uno-a-uno

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con dominio X y rango Y tiene una función inversa, escrita f-1, que es la función de Y en X, una función f de muchos-a-uno no tiene función inversa. Michelena volverá sobre el tema de forma sucinta, resaltando el núcleo del formalismo, en su lección inaugural del curso 1981-82 (OC I: 221-2). 7. Para aclarar la noción de anterioridad en lingüística diacrónica y el problema de la diferenciación entre líneas colaterales y la línea de filiación directa, recurre a unos pocos ejemplos clásicos. En primer lugar, llama la atención sobre el hecho de que la existencia de correspondencias regulares no es condición suficiente para una conclusión de parentesco genético, ya que los préstamos (es decir, la línea colateral no debida a filiación directa) también muestran patrones regulares, como puede verse en los siguientes ejemplos vascos y alemanes: (5) Alemán Artz Insel Kessel Meister Pflanz-en Pfirsich Föhn

Euskara atxeter lintzura katillu maizter landa-tu mertxika afoinu

Latín archiater insula catillu(m) magister planta-re persica favoniu(m)

Las correspondencias son debidas también a un origen común, aunque en este caso en vez de una madre se trate más bien de una madrastra; ello configura esquemas de homología (L&P, 76). Este comportamiento regular que muestran los préstamos ha provocado en ocasiones, en especial cuando son numerosos, cierta ofuscación en la comprensión cabal de las correspondencias y de sus consecuencias para el establecimiento del parentesco lingüístico. Solamente así se puede comprender la conclusión a la que llega Pisani, un conocido y experimentado indoeuropeísta italiano del s. XX: (6) se noi non conoscessimo le altre lingue germaniche, probabilmente considereremo l’inglese una lingua romanza come il francese ecc., fortemente influenzata da un sostrato ignoto (Pisani 1964: 89s).

De la misma manera que existe un modo interno propiamente lingüístico para diferenciar entre ancestro y lengua descendiente, sin necesidad de información histórica externa como pensaba Pulgram, de igual manera las series de correspondencias que una lengua presenta con otras, aparte de ser mutuamente excluyentes, pueden adjudicarse a ámbitos diferenciados de la lengua, de modo que el lingüista pueda asignar unas a la herencia y otras al préstamo. Esta distribución ya fue vista por Rasmus Rask en su pionero trabajo fundacional y ha constituido siempre un criterio clasificatorio de primer orden. Vuelve a ser expuesto por Michelena en el siguiente texto:

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(7) Dentro de estos límites,15 no por imprecisos menos reales, entendemos, por consiguiente, que es perfectamente hacedero separar ambos estratos de homologías. Existen, por una parte, como todos saben, criterios formales que permiten el análisis: en cualquier diccionario etimológico se distingue de hecho entre las semejanzas de uno y de otro orden que se constatan entre griego y latín, por ejemplo, o entre inglés y francés. Por otra, cuando las homologías se observan con frecuencia entre elementos del léxico básico, con todo lo que este concepto entraña de vago, y entre índices gramaticales, nos creemos con pleno derecho a afirmar que las lenguas mismas, no sólo las formas coincidentes, están emparentadas entre sí, en el sentido genético de que no son más que variedades diversificadas de una antigua lengua común (L&P: 76).

Las similitudes y diferencias en el vocalismo románico, en especial entre los tres subsistemas básicos a los que se pueden reducir todos los romances —a saber, el “romance común”, el sardo y el rumano—, le dan pie para ejemplificar varios aspectos importantes de la reconstrucción, como es el concepto de triangulación, correspondencia y proyección a la protoforma. Pero también le sirve para definir mejor la noción de “anterioridad” y “posterioridad” en lingüística diacrónica. Vale la pena detenerse un poco en su argumentación, porque establece muy de pasada un debate sobre un texto de Dámaso Alonso, que es de interés para otro aspecto central de la lingüística comparada, que no es tratado aquí por Michelena (L&P: 36): (8) Dámaso Alonso se manifiesta de la siguiente manera: “No parece caber duda de que de todos los sistemas vocálicos que hemos mencionado, el más arcaico es el B, común al sardo y a la zona fronteriza lucano-calabresa, ni que a éste debe seguir en antigüedad el rumano (la apertura de i > e sería, por tanto, más temprana que la de u > o). En época aún más tardía se habría originado el tipo A (‘común románico’)”. Ahora bien, si nos atenemos al sentido preciso que a “anterior” y “posterior” o a términos equivalentes hemos asignado hasta ahora, es claro que ninguno de estos sistemas vocálicos es más antiguo, o más reciente, que otro. Lógicamente, B no es más antiguo que A, ya que de un sistema de cinco vocales no puede salir uno de siete, ni tampoco es A más antiguo que B, a pesar de que distinga un mayor número de unidades: es simplemente más informativo...

15 Pocos párrafos antes Michelena reflexiona sobre las dificultades de la distinción entre herencia y préstamo para periodos muy alejados de la prehistoria, sosteniendo la idea de que el establecimiento de una familia lingüística solo tiene sentido entre ciertas fechas, dependiendo de la riqueza y virtualidad del material comparativo.

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El método comparativo, el juego de las reglas de transformación, nos impone, pues, la adopción del esquema siguiente, limitado a los sistemas vocálicos:

X A

B

C

En este pasaje, en el que parece contradecir la opinión de Dámaso Alonso, Michelena se limita a establecer una relación de anterioridad-posterioridad entre cada uno de los romances entre sí, para llegar a la conclusión de que ninguno de ellos es el ancestro de los demás, sino que están al mismo nivel en un plano generacional, de modo que hay que postular una protolengua (X), a cuya definición los tres descendientes aportan al mismo nivel; de ello obtiene un diagrama arbóreo con tres ramas. De la cita de Dámaso Alonso se desprendería, sin embargo, otro diagrama diferente, similar al siguiente, con escisiones binarias: (9) Protolengua 1a. Fus. timbre ant. 1b. Fus. timbre post.

X Sardo (–)

Resto (+)

Rumano (–)

Rom. común (+)

La diferencia entre ambas presentaciones estriba en que el objetivo de cada árbol o diagrama es diferente, ya que mientras Michelena está estableciendo el criterio para la reconstrucción de la protolengua, Dámaso Alonso ya lo ha dado por hecho y está intentando vislumbrar la evolución del sistema original latino a cada uno de los romances, y de pasada, la relación interna de los romances entre sí; en otras palabras mientras el árbol de Michelena es un diagrama simple de la familia, donde se expresan en un plano diferente la lengua ancestro de las descendientes, el diagrama (9) afecta a la subclasificación de la familia. Para ello ha tenido en cuenta el criterio de la fusión del timbre vocálico, descomponiendo el cambio ocurrido en dos procesos fonológicos distintos, por un lado la fusión de timbre y por otro la fusión de cantidad, ordenados cronológicamente. En este sentido, la fusión de timbres se daría en primer lugar en la parte anterior del sistema vocálico, lo que produciría la primera escisión de la comunidad lingüística entre sardo conservador y el resto de las hablas con la fusión innovadora. Más tarde, dentro de este ámbito se produciría en una parte de él —lo que constituirá el romance común— una segunda innovación que afecta a la fusión de timbre de las vocales posteriores, separándolo del rumano que se mantendría con-

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servador a este respecto. Después de ambos procesos escalonados de fusión de timbres se perdería la cantidad vocálica, que era necesaria como condicionante para la fusión de timbres, ya que no hay que olvidar que se funden , × M, y 7 x × N. Este escenario presenta sin embargo un detalle interesante para el historiador-reconstructor: se tiene que colocar en un estadio más reciente la fusión de cantidad, aun siendo un fenómeno que afecta a todos los romances por igual. Esto, por regla general, choca con uno de los criterios de reconstrucción más empleado, a saber, el de proyectar a la protolengua o al estadio común todos aquellos rasgos compartidos por todas las lenguas descendientes. La aparente contradicción es resultado de la diferencia de planos en que trabaja la reconstrucción comparativa y la subclasificación; según la primera, de los romances que no tienen oposición de cantidad vocálica no se puede obtener directamente una protolengua con esa oposición, sino que se llega a ella a lo sumo a través de la reconstrucción interna a partir del producto de la comparación. En la subclasificación partimos de un estadio original conocido, el latín, con oposición de cantidad. Y a la hora de hacer el árbol evolutivo de los romances, como la fusión de la cantidad vocálica no ofrece ninguna variabilidad entre ellos, que sirva como criterio de subclasificación, simplemente se la trata como un rasgo plesiomorfo, más específicamente simplesiomorfo, ya que las tres ramas (sardo, rumano y románico común) han coincidido en el mismo tratamiento, una vez separadas del tronco común (del árbol). Podríamos, incluso, proponer otras cronologías y escenarios parcialmente diferentes; por ejemplo, imaginemos que en un principio solamente en sardo se produce la fusión de cantidad, lo cual lo separaría de modo innovador del resto de los romances, que aún seguirían siendo conservadores; luego les aplicaríamos a éstos las dos reglas consecutivas de fusión de timbres del mismo modo que en el escenario anterior; y en tercer lugar, les aplicaríamos también la fusión de cantidad. Tendríamos un árbol idéntico al anterior, en cuanto grafo, con el sardo como lengua más alejada, pero con aplicaciones diferentes de las nociones de innovación y conservación. Por el criterio de simplicidad, se tendería a escoger el primer árbol, ya que allí hay que aplicar la fusión de cantidad solo una vez, mientras que en el segundo hay que aplicarla en dos ocasiones diferentes. 8. Si el método de reconstrucción tiende a proyectar a la protolengua los rasgos comunes compartidos por todas las lenguas descendientes, surge el problema del caso inverso: si adjudicar a la protolengua o no algún segmento que no tenga presencia en ninguna de las lenguas descendientes. El criterio básico, aplicado generalmente por los reconstructores, es el de proyectar las correspondencias —por el fenómeno de la triangulación citado antes—, ateniéndose así al principio proclamado con claridad por Meillet de que el comparatista se atiene exclusivamente a la correspondencia [“la correspondance seule est donc objet de science” (L&P, 40)]. Siguiendo este criterio, la lin-

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güística indoeuropea tradicional reconstruyó tres series de dorsales para la lengua madre: palatal *O : velar *k : labiovelar *kw. (10) *%: ‘100’: ind. ant. Latám : av. sat)m : esl. ant. sPto :: lat. centum : gr. T-UKLV? : gót. hund *k: ‘carne cruda’: ind. ant. kravíQ : av. xr!ra- ‘sangriento’: esl. ant. krPvR ‘sangriento’, kry ‘sangre’ :: lat. crúor : gr. UWXK= ‘carne’ : ing. ant. hr,aw 'crudo' : al. ant. hr7 > roh. *kw: ‘rueda, carro’: ind. ant. cakrá- [t%-] : esl. ant. kolo :: gr. HY97= : ingl. ant. hw,ol (< *hweula- < *hwegwla- < IE *kwekwlo-). (Datos a partir de Sihler 1995: 151ss).

Fue el propio Meillet quien contribuyó de manera más efectiva a reconstruir solamente dos series para el Indoeuropeo, pero no por un criterio probabilístico de no proyectar elementos no atestiguados en las lenguas descendientes, sino como resultado de una reducción de las tres series de correspondencias a dos por razones estrictas de distribución contextual de los reflejos; es decir, propuso que la serie velar aparte de poseer pocos ejemplos éstos sospechosamente se reducían a contextos poco propicios a la palatalización, de modo que pensó que las serie palatal y puramente velar remitían originariamente a una única serie, que se oponía a la labiovelar. El problema planteado por Greenberg, según las palabras de Michelena, es diferente: La probabilidad de que se observen por azar semejanzas en tres lenguas es el cuadrado de la probabilidad que existe de que se observen solamente en dos. De la misma manera la probabilidad de que la protolengua poseyera tres órdenes distintos cuando ninguno de sus descendientes conocidos distingue más que dos decrece rápidamente a medida que van apareciendo nuevos testigos independientes (L&P: 37-8).

En primer lugar, es curioso que Greenberg en los estudios dedicados años después a la comparación masiva o macro-comparación no se atuviera a lo expresado por él mismo en la primera frase de este párrafo y tomara como cognados probativos elementos que a todas luces no son más que resultados azarosos de similitudes externas. Pero en lo que afecta al segundo punto, precisamente la lingüística indoeuropea ha proporcionado casos de nuevos hallazgos que han venido a corroborar la reconstrucción efectuada a partir de la proyección de las correspondencias. El problema de la reconstrucción de las laringales es un caso paradigmático. Es conocido que, antes del desciframiento del hitita en 1917, ninguna de las numerosas lenguas de la familia presentaba esta clase de sonidos en su sistema fonológico. Cuando Saussure propuso la reconstrucción de unos “coeficientes sonánticos” en 1878, luego denominados “laringales”, lo hizo por razones exclusivamente comparativas, es decir, a partir de correspondencias fonéticas del tipo ind. ant. " : gr. Z : lat.

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" con su respectivo grado cero ind. ant. a : gr. A : lat. a, frente a la serie ind. ant. " : gr. [ : lat. ,, con su grado cero ind. ant. i : gr. R : lat. a y la última serie ind. ant. " : gr. >: lat. 7, con grado cero ind. ant. i : gr. 7 : lat. a. El hitita vino a probar, tal como demostró Kurylowicz en 1925, que un fonema de tipo laringal transcrito reflejaba una de las series propuestas por Saussure. Igualmente, aunque los testimonios sean menos concluyentes, parece que ciertos datos del luvita, una lengua anatolia estrechamente relacionada con el hitita, avalan la reconstrucción de las tres dorsales indoeuropeas, al mostrar reflejos independientes de los tres fonemas originales. (11) *]: zart ‘corazón’, cf. gr. U^W: lat. cor : got. haírto :: prus. a. seyr : arm. sirt. *k: kars- ‘cortar’, cf. hit. kars- : gr. _URW/RUVP[= ‘de cabellera no cortada’: lat. caro, carnis ‘carne’ : osc. carneis (gen.) ‘parte’ :: ind. a. krS ntáti : av. k)r)ntaiti. *kw: kwa- / kwi- pron. interrog., cf. lat. quis : gót. hwas (ing. who, what) :: ind. a. kas, cid. (Datos a partir de Watkins 1995: 69; Kimball 1999: 257).

Todo ello viene a reforzar en casos un tanto extremos —en los que la existencia de muchas lenguas podría en principio sugerir la improbabilidad estadística de una pérdida generalizada de algún elemento o rasgo—, lo que ya era admitido de modo general en la práctica de la reconstrucción: el valor crucial de la correspondencia fonética. Un ejemplo ilustrador lo ofrece el comportamiento de los dos dialectos del romaní en lo que respecta al tratamiento de los sonidos sibilantes del sánscrito. Tanto el romaní europeo como el romaní sirio solamente conocen dos sibilantes en sus sistemas: una dental /s/ y otra palatal chicheante /%/, aunque la comparación entre cognados ofrece tres correspondencias distintas: % : %; % : s; s : s. (12) Glosa seis labio cien diez serpiente mes

Romaní europeo `os vu`t `el de` sap mas(ek)

Romaní de Siria `as o`t sai das sap mas

Correspondencia `:`; s:s `:` `:s `:s s:s s:s

(Datos a partir de Fox 1995: 72-3).

Al contar con la ventaja de disponer de las formas ancestrales sánscritas de todos los vocablos concernidos en las correspondencias, se comprueba que cada una de las correspondencias refleja un sonido diferente del sánscrito: (13) QaT, oQha-, Latám [%], daLa, sarpá-, m"s-: a - % - s

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Otra cuestión interesante, que no haremos más que apuntar, es la idoneidad de la materialidad fonética del elemento reconstruido a partir de la proyección de la correspondencia a la protolengua. Según lo dicho hasta ahora, estamos legitimados para proyectar tres fonemas sibilantes a la protolengua a partir de las correspondencias a) % : %, b) % : s, c) s : s. Otra cuestión distinta es decidir en concreto cómo será cada uno de los tres protosegmentos; en aplicación de los criterios más comunes, como el de economía de los cambios o el de análisis de componentes, lo lógico sería proponer algo parecido a: a) *%, b) *&, c) *s, una propuesta que no coincide enteramente con lo atestiguado en la lengua real sánscrita.16 9. Tras haber discutido las nociones centrales de la lingüística comparada, que hacen referencia a la línea de transmisión y la regularidad del cambio fonético en esa línea, con los efectos que ello produce en la limitación de la variabilidad lingüística entre las lenguas derivadas de un mismo ancestro, Michelena trata en la segunda parte de su libro —que coincide con los tres últimos capítulos— diversos aspectos puntuales, tanto de naturaleza práctica como teórica, de la comparación lingüística. Así en la distinción entre “lengua” y “protolengua”, que afecta especialmente al ámbito de la metodología, trata de la noción de uniformitarismo científico, así como de la simplificación como una de las características de las hipótesis científicas. Se detiene en una característica inherente a las protolenguas, en cuanto constructos que son obtenidos mediante aplicación de ciertos métodos, como es su carácter incompleto por definición, aunque puedan presentar precisiones a nivel fonético y no solo fonológico. En el asunto de la datación de las protolenguas evalúa de pasada la aportación de la glotocronología, que en aquellos años gozaba de cierto predicamento,17 para asignarle un papel marginal: La identificación de términos emparentados, que es la operación básica, es común a la glotocronología y al método comparativo tradicional. Mejor dicho, esta determinación solo puede hacerse según los procedimientos comparativos tradicionales y nada que éstos no descubran podrá descubrirse … En particular nos parece ilusoria la esperanza de Swadesh de que la glotocronología puede demostrar parentescos salvando lapsos de tiempo ante los cuales la comparación clásica suele confesarse incompetente (L&P: 61-2).

En esta parte del libro hay dos cuestiones que, en mi opinión, habrían merecido un poco más de atención, a saber, a) la relación entre

16 La cuestión de la determinación fonética del protosegmento reconstruido es tratado por Michelena en las página 41 y ss. 17 A. Tovar logró la colaboración de varios lingüistas, entre ellos Swadesh y Michelena, para aplicar el método a las relaciones del euskara (Tovar et al. 1961); siguió pensando en la virtualidad del método durante bastante tiempo, quizá durante toda su vida, ya que dedicó algún que otro trabajo posterior a las lenguas amerindias.

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método comparativo y reconstrucción interna y b) la subclasificación lingüística. 9.1. Michelena trata de reconstrucción interna en varios lugares de su libro, como no podía ser de otra manera, aduciendo no solo ejemplos clásicos de reconstrucción en el ámbito del griego antiguo (variación alomórfica ekh- / hek- / -skh- del verbo ekh7 ‘tener’) o del latín (reconstrucción del morfema de participio de pasado latino a partir de la variación -do- / -to-, incluso -so-), sino también ejemplos de cosecha propia extraídos de la lengua vasca (variación alomórfica ardo : ardan-; gazta : gaztan-, etc.). La reconstrucción interna es posible porque todas las lenguas conservan elementos generados en fases anteriores de su historia, que conviven con otros más recientes; es decir, porque contienen elementos, ya sean morfemas o fonemas, que presentan una variación interna, susceptible de ser reducida, por comparación, a una unidad anterior. Reconstrucción interna y reconstrucción externa o comparativa se reducen en el fondo a una misma cosa: se basan en los mismos principios y emplean esencialmente las mismas técnicas. Además, en la práctica, se dan asociadas, sin que nos molestemos, muchas veces en separar explícitamente lo que corresponde a una y a otra (L&P: 39).

La reconstrucción interna se usa, por necesidad, en casos de lenguas aisladas o sin parientes, para el esclarecimiento de las fases prehistóricas de una lengua entre el nodo reconstruido superior y sus primeros testimonios escritos, estableciendo la cronología relativa de los cambios fonológicos habidos en el intervalo y, finalmente, para avanzar algo en el esclarecimiento de la prehistoria de protolenguas obtenidas por el método comparativo, cuando éstas son tratadas como sistemas aislados sin protolenguas parientes (así la reconstrucción de los coeficientes sonánticos del indoeuropeo por Saussure). Aunque se basen en los mismos principios y técnicas, parece estar bastante extendida la idea de una mayor confianza en la virtualidad o capacidad reconstructora del método comparativo, tal como vemos en el siguiente texto de Ringe. The methods of I(nternal) R(econstruction) are generally less reliable than the standard methods of comparative reconstruction (CR) for the following reasons. Many of the changes that occur naturally in languages over time eliminate language structures in unrecoverable ways. These include the replacement of lexemes by completely different words (…); the syntactic merger or loss of grammatical categories (…); the leveling of morphophonemic alternations (…); the unconditioned merger or loss of phonemes; and other, less common processes (…). CR circumvents the effects of these changes by adducing evidence from related languages or dialects in which the same changes have not occurred; IR has no comparably straightforward means of “undoing” the changes (Ringe 2003: 244).

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No cabe duda de que existen innumerables casos en que la comparación alcanza fases más ricas y completas que la reconstrucción limitada a una sola lengua; el caso del vocalismo románico es claro: por cada lengua de manera independiente no se alcanzaría más que siete proto-vocales, en el caso más afortunado, mientras que por la comparación se obtienen nueve. Pero existen ocasiones —seguramente no frecuentes y probablemente limitadas a los ámbitos concretos en los que se aplica la reductio ad unum del método— en que la fase lograda mediante reconstrucción interna puede ser más antigua que la fase de lengua común, en la que hay que residenciar todas aquellas características compartidas por las lenguas hijas. Las lenguas eslavas sirven para aclarar esta cuestión. Todas las lenguas eslavas presentan unas innovaciones compartidas con respecto a las demás lenguas indoeuropeas, como son las dos palatalizaciones de consonantes velares: una en que las antiguas consonantes velares *k y *g (a su vez procedentes de labiovelares indoeuropeas *kw y *gw o velares no palatales) se palatalizan en ' y ž respectivamente, ante vocales anteriores; y otra en que se palatalizan ante vocales anteriores secundarias procedentes de antiguos diptongos, con resultados que no se confunden con las palatales del proceso anterior: c y z. Como el último cambio es dependiente de la diptongación (p. ej. *ai, *oi > , ), o dicho de otro modo están en un ‘feeding order’), tiene que ser posterior, cronológicamente hablando, a la primera palatalización; por eso los eslavistas hablan de primera y segunda palatalización del eslavo, como se puede apreciar en los siguientes ejemplos del ruso antiguo (siglos XI-XIV): (14) Primera palatalización: peku (1.ª sg.) - pe"eši (2.ª sg.) ‘cocer’ mogu (1.ª sg.) - možeši (2.ª sg.) ‘poder’ Segunda palatalización: r?ka (nom. sg.) - r?c? (loc. sg.) ‘río’ ruka (nom. sg.) - ruc? (loc. sg.) ‘mano’ noga (nom. sg.) - noz? (loc. sg.) ‘pierna’ (Datos de Le Feuvre 2006: 25-7; cf. Alvarado & Igartua 2007: 93-6).

Estas alternancias se conservan en todas las lenguas eslavas, al menos en sus fases más antiguas: p. ej. en ruso moderno se han perdido las alternancias originadas por la segunda palatalización como consecuencia de nivelaciones de paradigma de naturaleza analógica (ruso mod. ruka-ruke ‘mano’), aunque se conservan en ucraniano (ruka / ruci) y en bieloruso (ruka / rucU), las otras dos lenguas orientales del grupo.18 Según lo visto, teniendo en cuenta 18 No entramos en la consideración de los datos del dialecto de Novgorod, que aparentemente no muestran haber sufrido la segunda palatalización; a diferencia de la nivelación ocurrida en ruso moderno, en el dialecto de Novgorod la falta de palatalización se da también en términos poco proclives a la nivelación paradigmática, p. ej. k?le ‘entero’ vs. rus. ant. c?lP. (Le Feuvre 2006: 22-3, 27, 61; Igartua 2005: 109).

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que todas las lenguas eslavas presentan testimonios de la existencia de estas alternancias, el método comparativo proyecta al nudo anterior, a la fase del llamado eslavo común, todo el juego de alternancias entre alomorfos que hemos visto en cada una de las lenguas. Pero, si hiciéramos un ejercicio de reconstrucción interna a partir de los elementos de cada lengua por separado, reconstruiríamos sin duda un estadio anterior sin variación alomórfica, tal como apreciamos por el siguiente ejemplo del eslavo antiguo eclesiástico: (15) a) Formas de paradigma alternante del eslavo antiguo con los tres alomorfos: ‘lobo’: vlRkP (nom. sg.) / vlR"e (voc. sg.) / vlRc?xP (loc. pl.) b) Establecimiento de reglas ordenadas 1. k → " / _e, i 2. [-pal, + pal] [oi, ai] → b 3. k → c / _b c) Reconstrucción del proto-morfema no variante: → *vlck-

En otras palabras, el resultado de la reconstrucción interna, a este respecto, sería una fase más antigua que la lograda por la comparación de cognados, una fase que en parte presentaría elementos ya eslavos como la eliminación de labiovelares o el tratamiento de las sonantes silábicas (como /ld /), pero anterior a las palatalizaciones que caracterizan tan típicamente a todas las lenguas eslavas. Esta llamativa paradoja se debe sin duda, aparte de a una conservación generalizada fuera de lo común de las alternancias en todas las lenguas del grupo, a una diferencia en los objetivos de cada uno de los métodos reconstructores: la reconstrucción interna es un método intrínsecamente reductor, parte de una variación entre formas relacionadas para conseguir una unidad anterior, mientras que el método comparativo compara correspondencias produciendo resultados más ricos, más informativos que los deducibles de cada una de las lenguas por separado. 9.2. Como hemos dicho, Michelena trata en este libro de los métodos de reconstrucción y de su producto, las protolenguas, pero no se ocupa de otros aspectos que han interesado grandemente a los lingüistas históricos, como es la cuestión de la clasificación interna de las lenguas de una familia. Desde que la lingüística indoeuropea logró a mediados del s. XIX hacerse una idea cabal de la extensión de la familia, empezó a preocuparse de la filogénesis de las lenguas y a plasmar sus ideas mediante grafos arbóreos o Stammbäume, cuestiones también en boga en la biología evolutiva del momento. Es evidente que los descubrimientos de nuevas lenguas de la familia, como el tocario, el hitita o el micénico entre fines del s. XIX y mediados del s. XX, debía tener su reflejo inmediato en la imagen del árbol, ya que su sola presencia planteaba una reconsideración de las relaciones familiares desde el principio. La historiografía de la disciplina nos muestra cómo no hubo ningún problema en aceptar la indoeuropeidad del hitita, aunque sí enormes discrepancias a la hora de explicar sus características y las relaciones con el resto de

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las lenguas; si se pensaba que el hitita había perdido muchas de las características indoeuropeas simplificando su sistema verbal y nominal, no había que modificar la protolengua, pero si se pensaba que las características del hitita eran arcaísmos (p. ej. el genus commune), entonces su colocación en una rama exterior al tronco del resto de las lenguas le proporcionaba un peso enorme a la hora de la reconstrucción de la renovada protolengua; se llegó así a hablar de una nueva familia “Indo-hitita” con dos grupos: el anatolio y el indoeuropeo clásico. Aunque esta versión fuerte o extrema no es la mayoritaria actualmente entre los especialistas, todo el mundo admite que el anatolio es el primer y más antiguo desgajamiento del tronco familiar. Las discrepancias no se limitan a las ideas sobre la posición de las nuevas lenguas recién descubiertas, sino que afectan prácticamente a cualquier lengua dentro de cada rama y a las propias ramas dentro del árbol. Se ha discutido largamente sobre las relaciones de la rama osco-umbra y latinofalisca entre sí y de sus vinculaciones con el celta, y dentro de éste, con las ramas goidélica y britónica, estableciendo vínculos cruzados por parejas, como proponía Walde (1917) o simplemente totales, como en la hipótesis ítalo-celta (Meillet 1933: 20ss.), o negándolos (Schmidt 1991-92). En la concepción del itálico son causa de debate la posición de una lengua marginal como el véneto, así como el tratamiento de los nuevos materiales del sudpicénico, los dialectos menores de los Apeninos y dialectos presamnitas del territorio osco (cf. Rix 2002). Y en la concepción del celta tenemos desde los que han pensado en una división antigua entre goidélico y britónico, expresada en la diferencia de tratamiento de la labiovelar sorda indoeuropea (*kw > qu / p), a los que creen más bien en una partición del celta insular frente al continental. Todos estos casos nos demuestran que las cuestiones de subclasificación dentro de una familia están sujetas a interpretaciones variables de los datos; dependiendo de a qué rasgo se le dé un peso decisivo, es decir, se le considere innovación crucial y antigua, se obtendrá un árbol acorde con ese criterio. Si se piensa que la separación centum / satem es crucial —como pensaban en el s. XIX a tenor del conocimiento que se poseía entonces— obtendremos un esquema como el de Schleicher con una primera división entre ambos grupos; de modo parecido Schmidt, al conceder un peso significativo a la isoglosa -en / -an en el tratamiento de la nasal sonante */nd /, separa al goidélico del resto del grupo en la evolución del celta (Schmidt 1991-92: 280). En lo que toca a los principios teóricos siempre se ha tenido claro desde Leskien por parte de los lingüistas históricos que la agrupación de lenguas en un nudo superior —reflejo en el grafo de una fase común— solo está legitimada por una coincidencia en innovaciones particulares compartidas (cf. Schmidt 1991-92: 284). Hay que señalar que este criterio no ha sido utilizado prioritariamente en la filogénesis biológica más que en fechas muy posteriores, en el marco de la cladística sistemática, en la que se diferencian conceptos como sinapomorfía —que expresa precisamente las innovacio-

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nes compartidas asignables al ancestro común— de otros como plesiomorfía —en nuestra disciplina serían los arcaísmos conservados— u homoplasia, es decir, las innovaciones paralelas. Pero el hecho de que, a pesar de partir de un criterio metodológico tan claro, resulte difícil alcanzar un acuerdo general sobre la subclasificación dialectal en el interior de las familias lingüísticas, como hemos visto someramente en la historia de la lingüística indoeuropea, nos señala las dificultades de la empresa. El lingüista debe separar, en primer lugar, todo aquello que no sea heredado o patrimonial, es decir, los préstamos; empresa a veces fácil, pero otras erizada de enormes dificultades. Debe separar todas aquellas similitudes que hayan podido producirse por innovación paralela; aquí puede basarse, en ciertos casos afortunados, en la cronología relativa de cada una de las innovaciones en su respectiva línea de transmisión para decidir si son asignables a unidad o no (p. ej. aunque el griego y el indio antiguo ambos posean una regla de disimilación de aspiradas, la conocida ley de Grassmann, su aplicación en cada una de las lenguas se produce en momentos evolutivos diferentes); pero en muchas ocasiones dependerá solo de su criterio de experto para valorarlo de un modo u otro, con la consiguiente disenso que ello acarrea entre los especialistas. Por último, el concepto de innovación implica saber la dirección del cambio, lo cual es por lo general factible con cierta confianza en la fonología, pero mucho más problemático en el léxico, e incluso, en la morfología.19 Se da la paradoja de que la similitud morfológica es un argumento mucho más fuerte de cognación que la similitud fonética —y por tanto un material más apreciado para el establecimiento del parentesco— pero más problemático a la hora de decidir sobre su carácter arcaico o innovador, que es crucial para decidir sobre la sinapomorfía. Las dificultades intrínsecas al propio material explican que la lingüística indoeuropea, a pesar de haber comenzado a preocuparse de este asunto hace mucho tiempo, no haya logrado un consenso en la elaboración de un árbol filogenético de todas las lenguas indoeuropeas. Todo el mundo está de acuerdo en que existen diez grupos perfectamente definidos más un número de lenguas fragmentarias mal conocidas cuya clasificación es insegura, de los cuales el anatolio es el más alejado; existen también dos agrupaciones que suscitan la confianza de la mayoría: el grupo indo-iranio y el balto-eslavo; pero la topología del resto del árbol es fluctuante dependiendo de los criterios adoptados. 19 Una prolongada reflexión sobre el estatus de cada una de las diferentes isoglosas morfológicas, atendiendo a diferentes criterios como el área mayor, áreas periféricas, motivación en otras partes de la gramática, etc., han ido apuntando hipótesis razonables de direccionalidad: p. ej. antigüedad del morfema *-7s de nom. pl. de los sustantivos temáticos, frente a la variante *-oi del griego, latín y eslavo; antigüedad de *-r como marca de medio pasiva frente al sistema desinencial en *-toi, etc. En los últimos años los estudios de gramaticalización proponen hipótesis de direccionalidad del cambio morfológico que pueden ser aplicados de modo general a casos en los que no existen muchos datos comparativos que proporcionen criterios suplementarios.

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Frente a este panorama en la lingüística histórica, vemos que otras disciplinas con las que aquella comparte objeto de estudio, como es la genética de poblaciones, utilizan árboles filogenéticos con gran profusión y confianza. Muchas veces, especialmente en los inicios de los estudios sobre genética de poblaciones liderados por Cavalli-Sforza sobre marcadores clásicos que necesitaban de interpretación histórica para los mapas con gradación clinal de los componentes principales, se buscaba en la distribución o en la clasificación lingüística el correlato causal de la distribución poblacional. La clasificación de poblaciones a gran escala y la pulsión generalizada a unir datos genéticos y lingüísticos han ejercido una gran presión sobre la lingüística histórica para que propusiera clasificaciones a una escala mucho mayor de la que proporcionaba el método comparativo tradicional; de ahí, los métodos léxico-estadísticos renovados, las propuestas macro-comparativas de Greenberg y sucesores, así como nuevas propuestas de etnogénesis dentro de la familia indoeuropea con el propósito de unirlas con el panorama que va emergiendo de los estudios sobre genética de poblaciones. La mayoría de estas propuestas son insatisfactorias para los lingüistas históricos, aunque gocen de una amplia audiencia entre especialistas de otras disciplinas y del público general. Ante esta situación incómoda, algunos han propuesto un programa de aplicación de los mismos métodos cuantitativos utilizados en genética a datos lingüísticos. Two general reasons why comparative linguistics must urgently adopt a quantitative approach: either to test and confirm existing methods, rule out least robust ones or develop new approaches within linguistics; or to contribute to the formulation and assessment of correlations between language families and potentially parallel constructs in archaeology and genetics (McMahon & McMahon 2003: 14-15). If we wish to alert such colleagues [geneticists and archaeologists] to the unreliable nature of Greenberg’s method, and to prevent them from gravitating towards such problematic results, we must be able to argue against those methods numerically (McMahon & McMahon 2003: 20). However (…,) there is a major difference between tree-drawing methods in biology and linguistics: while biologists regard classification as a quantitative discipline, and use computer programs to identify the best, or most parsimonious tree from the whole range of possible trees, linguists tend to work more intuitively, so that classifications are acceptable, broadly speaking, if our colleagues agree that they are acceptable. (...) this intuitive approach is inherently problematic, and we shall consider below the feasibility of adopting some tree-drawing and tree-selection programs from biology (McMahon & McMahon 2003: 23).

No solo A. McMahon y su grupo de Edimburgo sino también otros grupos interdisciplinares como el americano de D. Ringe o el neozelandés de Atkinson están trabajando en la aplicación de métodos numéricos de clasificación filogenética para datos lingüísticos. Se observan planteamientos y me-

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todologías diferentes. No solamente hay que contar con métodos filogenéticos diferentes, así unos que están basados sobre distancias entre taxa y otros sobre el valor de cada carácter, sino también sobre el procedimiento de generación del árbol, si uniendo progresivamente los cercanos, si atendiendo a la máxima parsimonia (de modo que se favorezca el menor número de cambios necesarios) o a la máxima compatibilidad (de modo que quede el menor número de caracteres fuera del árbol), etc.,20 sino que también en lingüística, al contrario que en genética de poblaciones donde todas las hipótesis se montan últimamente sobre datos del ADN mitocondrial y del cromosoma Y, los propios datos iniciales son muy variables. Unos se limitan solamente al léxico, normalmente una lista de 200 términos considerados relevantes a nivel general (McMahon & McMahon 2003), mientras que otros establecen una base de datos mixta, compuesta de elementos léxicos, fonológicos y morfológicos (Ringe et al. 2002), algunos de los cuales están cargados con mayor peso que otros a la hora de su contribución al árbol. Y además, en estos dos casos al menos, hay una evaluación lingüística tradicional del material escogido para la aplicación, de modo que los métodos filogenéticos numéricos se convierten más bien en una presentación más objetiva de decisiones previas, pero no en métodos independientes capaces de proporcionar resultados novedosos. Con ello no quiero negar la utilidad de su aplicación, ya que todo ejercicio de formalización es intrínsecamente beneficioso en sí mismo. Una ventaja adicional de estos métodos filogenéticos consiste en que son capaces de generar no solo árboles (los cuales ya sabíamos los lingüistas históricos que eran por la propia naturaleza del método, ‘árboles podados’), sino también estructuras reticulares. De esta forma se da expresión gráfica a uno de los problemas tradicionales de la lingüística histórica: el tratamiento de las relaciones trasversales, de la difusión areal, etc., cuestiones que congeniaban mejor con la llamada teoría de las ondas de J. Schmid.21 10. En los apartados anteriores hemos intentado resaltar las aportaciones principales de la obra, así como señalar las cuestiones menos tratadas en ella. Como toda obra humana, esta también es hija de su tiempo y refleja el estado de conocimiento alcanzado así como los intereses en boga entre los lingüistas del momento. Una cosa se desprende de su lectura de modo claro: el admirable conocimiento que tenía Michelena de las tendencias de la lingüística a nivel mundial, a pesar de la general situación de aislamiento de la universidad española de la época y de su particular condición personal alejada de toda institución académica oficial. Cuando a inicios de los años 70 se enseñaban en los cursos comunes de la carrera de Filosofía y Letras los principios 20 Para una evaluación de los distintos métodos, tras comparación de sus respectivos resultados con lo conocido por la disciplina, véase Nakhleh et al. (2005). 21 “We need to devise appropiate methods for inferring non-treelike networks of linguistic diversification for character data, and a means of deciding whether a tree or a network is appropiate in difficult cases” (Ringe et al. 2002: 112).

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de la lingüística estructural, ya fuera en su vertiente más sincrónica y española siguiendo las investigaciones de Alarcos o en su vertiente más diacrónica a través de los estudios de los helenistas Rodríguez Adrados o Ruipérez, Michelena en este libro ya muestra que ha leído bibliografía generativa, habiéndose percatado de que esta corriente presenta evidentes analogías con los procedimientos de la lingüística diacrónica en el modo de acercarse a la explicación del fenómeno de la lengua. Lo hace de pasada, sin mayor insistencia ni precisión alguna: Por consiguiente, el signo > no es otra cosa que el símbolo ——> que tanto usa la gramática transformativa (L&P: 28).

Había en la gramática generativa o transformativa ciertas cuestiones que le agradaban, empezando por un interés manifiesto y consciente por la formalización. Se añadían ciertos principios como la universalidad de la gramática que hacía teóricamente comparables las lenguas humanas, en oposición al estructuralismo que insistía en los sistemas cerrados en sí mismos. Y por último estaba el aparato transformacional que unía la estructura profunda con la superficial que recordaba llamativamente las cronologías relativas de los cambios fonológicos tan habituales en lingüística diacrónica. Nociones como adición de regla, reordenamiento de reglas, feeding rule, bleeding rule o alpha-switching rule se convirtieron en normales en la actividad investigadora de Michelena en la década siguiente y fueron aplicados a la explicación de divergencias dialectales vascas.22 10.1. En esta obra tampoco tienen reflejo los importantes estudios sobre tipología que se iniciarán precisamente en ese año con la publicación del estudio seminal de Greenberg (1963) sobre el orden de constituyentes, aunque alguna observación tipológica del autor norteamericano ha sido recogida en un rápido comentario (p. 52) sobre la posibilidad de cambio en el tipo de una lengua. Los estudios tipológicos siempre estuvieron presentes, hasta entremezclados en una medida mayor o menor, en el horizonte de la lingüística histórica, desde sus inicios con Schlegel hasta la obra de un especialista de la talla de Trubeckoj (1939), aunque el logro de la escuela neogramática fue separar nítidamente los campos de acción de una y otra disciplina, cultivando el estudio histórico y comparativo de las lenguas. La tipología languideció durante años en el ámbito cada vez más encastillado de la lingüística indoeuropea, de modo que solo alguna figura como Sapir, cuyo objeto eran lenguas 22 Una valoración de los resultados y de las esperanzas abiertas por la gramática generativa a cuestiones diacrónicas es la reseña de Michelena (1971) al libro de King. Con el paso del tiempo fue limitando en gran medida su confianza en los logros de la escuela y en 1985 llega a decir: “Soy el primero en pensar que las cuestiones teóricas son fundamentales, solo que su valor suele tener como patrón de medida el número y el valor de los resultados prácticos: la sintaxis puede servir aquí (...) como piedra de toque. Por resumir, en este campo limitado yo esperaría mucho más, por personalizar, de Greenberg que de Chomsky, por no salir de los Estados Unidos” (OC I: 180)

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de otras familias y otros tipos, escribió páginas brillantes y enormemente sugerentes como las que leemos en su Language (1921). También la fonología estructural, al proponer sistemas fonológicos, llegó a un conocimiento empírico de los sistemas realmente existentes, de modo que este conocimiento pudiera servir bien de guía o bien de control en la reconstrucción de protolenguas; es importante en este sentido el toque de atención de Jakobson (1957) sobre la reconstrucción de un indoeuropeo con una sola serie de sonoras aspiradas, que generó interesantes reacciones en el campo y nuevas revisiones del indoeuropeo reconstruido, como la de Gamkrelidze-Ivanov (1972). Los estudios tipológicos iniciados por Greenberg, cultivados primero en la costa californiana y más tarde en todo el mundo, han ampliado enormemente la base empírica de nuestro conocimiento sobre las estructuras de las lenguas naturales del mundo, han observado atentamente las relaciones y vinculaciones entre diferentes partes de la gramática, estableciendo universales, implicaciones, frecuencias estadísticas, naturalidad y rareza de ciertas estructuras o elementos, etc., de modo que han proporcionado un marco muchísimo más robusto para la toma de decisiones atinadas en las hipótesis sobre reconstrucción de protolenguas como en la evolución de estadios prehistóricos de las lenguas. 10.2. Michelena recuerda en más de una ocasión que la ciencia, a pesar de asentarse en datos empíricos, por naturaleza variados y multiformes, procede mediante simplificaciones y reducciones para hallar modelos y estructuras regulares en la heterogeneidad de los datos. En la actividad científica, como en la política, la conducta que se atiene al “dividir para vencer” resulta siempre a la larga la más razonable. Si a la división de las dificultades se puede añadir una simplificación —que puede parecer arbitraria y brutal— de los objetos, mejor que mejor, porque sólo así puede progresar en muchos dominios el conocimiento humano.

Y añade luego un ejemplo traído de la física, con un punto de ironía y malevolencia tan característicamente suyos: Para tomar un ejemplo de uno ajeno al nuestro, se hizo posible determinar la trayectoria de un proyectil cuando se empezaron a dejar a un lado sus propiedades (tamaño, forma, materia que lo constituye) hasta convertirlo en un punto grave, no menos mitológico que el šwa indoeuropeo que tanto irritaba a Bartoli (L&P: 55).

Esta es la justificación principal, unida a su evidente utilidad práctica, en favor de la postura neogramática de la regularidad del cambio fonético. Es evidente que existen excepciones, algunas recalcitrantes, o una variación incómoda en los resultados de lo que se supone debía ser una ley fonética regular, pero todo ello no impide asumir la evidencia de que existen patrones y comportamientos regulares en la evolución de los sonidos, que deben responder a alguna especie de ley. Sin negar que cada palabra pueda tener su propio recorrido, al final del proceso cada uno de los ítems llega al mismo puerto,

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como las hojas caídas en un río son todas ellas gobernadas por una misma corriente, según símil de Menéndez Pidal, que cita en extenso Michelena: Todas son llevadas por la misma corriente, como multitud de hojas caídas en un río; cada hoja sigue su curso especial, tropieza acaso con obstáculos que la desvían, la retrasan o la detienen, pero todas están sometidas a la misma fuerza, ora las arrastre, ora solamente las empuje, y sería ceguedad empeñarse en observar el curso de cada una sin darse cuenta de la corriente que las domina a todas (L&P: 72).

De la misma manera que los estudios dialectológicos y los atlas lingüísticos proporcionaban datos incómodos para la nítida ordenación neogramática de datos, las lenguas mixtas y especialmente las lenguas criollas constituían otro escollo para la idea de que toda lengua procedía de la evolución en el tiempo de un único ancestro. Como decía Meillet, si hubiera que admitir que las lenguas tienen más de un ancestro, sería imposible la reconstrucción lingüística. Ante estos fenómenos, la postura de Michelena es “dividir” los problemas, para atenerse a la línea principal y regular, dejando de lado los casos especiales a la espera de explicaciones concretas o de teorías más globales. En mi opinión no hubo que esperar mucho para que un nuevo acercamiento teórico más global y comprehensivo empezara a dar solución a algunas de las paradojas que habían dominado la lingüística hasta ese momento. Weinreich, Labov & Herzog (1968) supuso el germen de un planteamiento del cambio lingüístico que pretendía reconciliar los hechos observados de la heterogeneidad lingüística con el deseo teórico de hallar orden y estructura; asumieron la heterogeneidad y variación intrínsecas de los estadios de lengua sincrónicos no como un problema sino como un factor determinante del cambio y procedieron a estudios detallados del comportamiento de la heterogeneidad lingüística en vinculación a otros factores sociales, observando los procesos de difusión de las novedades en la comunidad. Los estudios sobre cambios “en progreso” llevados a cabo por Labov en los años posteriores (tras la prematura muerte de Weinreich a los 41 años en 1967) han permitido comprender cómo se extiende alguna variante innovadora del sistema tanto por toda la comunidad de hablantes como por el conjunto del léxico, sin que a veces alcance la totalidad del territorio o los efectivos. La disputa neogramática, alimentada tradicionalmente por los dialectólogos, se recrudeció en los años ’70 por los estudios de los lingüistas chinos Wang & Cheng que proponían que el cambio lingüístico, a diferencia de lo que predicaban los neogramáticos, no estaba gobernado por condiciones fonéticas y se difundía por el léxico de manera progresiva. Los estudios minuciosos de Labov confirmaron, sin embargo, tres características del cambio fonético: que toda palabra de una clase dada se ve afectada; que los cambios parecen ser graduales; y que existen los más detallados modos de condicionantes fonéticos, sin indicación por lo general de constricciones gramaticales

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(Labov 1981: 277), aunque también daban explicación a la irregularidad de ciertos resultados, bien capturados por la difusión léxica, como consecuencia de la extensión gradual del cambio a los ítems léxicos y a su correlación con factores de índole social.23 11. No quiero terminar estas reflexiones sobre Lenguas y Protolenguas sin hacer una referencia al estilo y a los recursos narrativos y argumentativos que utiliza el autor. Nadie que conozca la obra de Michelena ha dejado de reconocer la íntima unión existente en su escritura entre la precisión científica de los conceptos y la soltura en la expresión de sus ideas. A todo ello se suma en este libro un empleo atractivo y sugerente de los símiles. El recurso a comparaciones de fenómenos, procesos u estructuras observables en otras disciplinas distintas de la lingüística, para aclarar nociones o métodos de ésta última, ha sido utilizado desde los primeros momentos de la disciplina. El acierto de Michelena es haber ampliado el espectro de las comparaciones a ámbitos diferentes de la biología, con la que tradicionalmente ha sido comparada, p. ej., la separación de lenguas o Sprachgliederung con la especiación de las especies biológicas y el correspondiente árbol genealógico. Las comparaciones con la biología son inevitables,24 pero Michelena nos propone que quizá el mejor paralelo para el Stammbaum de lenguas sea el stemma codicum de la crítica textual de los filólogos. En este texto no hace demasiados llamados a las matemáticas o a la teoría de conjuntos, aunque sea un tema central para la comprensión de la relación entre sistemas lingüísticos emparentados (véase supra § 6), siendo más numerosos los símiles del campo de la física o de la geología. Para justificar la necesidad o utilidad de un cierto grado de ficción, trae a colación las creaciones ficticias o imaginarias de la física: Entre otros ilustres precedentes, recordaremos, por vía de muestra, el ente bidimensional que recorre incansable, sin hallar nunca los límites de su universo, la superficie finita de una esfera, o el hombre de Einstein que, mientras su ascensor se precipita desde el último piso de un rascacielos, observa los efectos de la caída libre en el sistema cerrado en que se encuentra durante los cortos instantes que preceden al choque definitivo. Podríamos invocar también al demonio de Maxwell que abre la puertecilla cuando ve acercarse una molécula rápida y la cierra al aproximarse una partícula lenta. En comparación con éstos, nuestros personajes, aunque entes de razón, parecen de carne y hueso (L&P: 21).

23 Las investigaciones sobre “cambio en progreso” arrojan luz sobre la transición de un estadio A a otro posterior B, que en la formulación neogramática de “ley fonética” era presentada como una mera constatación del cambio entre un input y un output, a modo de hipótesis de caja negra. 24 Nosotros mismos hemos citado en este trabajo nociones habituales de esa ciencia, como ‘homología vs. analogía’ o las de la cladística sistemática. Véase sobre este tema Hoenigswald & Wiener (1987).

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O cuando trata sobre las relaciones de anterioridad-posterioridad entre diversos estadios diacrónicos en la línea del tiempo: El tiempo, en los esquemas de la lingüística diacrónica y no en las lenguas mismas, es un tiempo irreversible, en el sentido de lógicamente irreversible. Los esquemas funcionan bien en el sentido del tiempo, pero cuando intentan remontar su curso, la indeterminación, como en termodinámica, es cada vez mayor: se pueden imaginar estados anteriores muy diferentes que den razón de otro más reciente (L&P: 34).

La geología es mencionada varias veces —también en otros escritos diferentes de éste—, por tratarse, a pesar de las apariencias y de la opinión popular, de una “ciencia histórica”, que versa tanto de la descripción de las diferentes estructuras que constituyen la tierra y de sus relaciones, como de (la reconstrucción de) los procesos históricos y dinámicos que han dado lugar a las estructuras:25 En geología encontramos en primer lugar un estudio sincrónico de los elementos que forman la tierra, de sus relaciones y combinaciones, que correspondería a la descripción lingüística; viene luego una teoría general de los cambios en la constitución y disposición de esos elementos (la geodinámica) y, finalmente, como consecuencia de lo anterior una investigación que, utilizando todos los indicios que proporciona la ordenación actual de esos elementos —partiendo, como si dijéramos, de la sincronía, de un estado dado de lengua—, intenta reconstruir su disposición anterior y escalonar los datos en una perspectiva diacrónica (L&P: 18).

Es igualmente la ciencia que escoge para introducir el principio de “actualismo”, más conocido como del “unitarismo o uniformitarismo científico”, cuando critica la idea de Tovar sobre el contacto de lenguas en las sociedades prehistóricas: Lo natural, a nuestro modo de ver, es pensar que los fenómenos de interferencia lingüística han sido en el pasado, cercano o remoto, esencialmente análogos a los que podemos observar directamente, del mismo modo que es natural suponer que aquellas lenguas no diferían en sus propiedades fundamentales de las que ahora hablamos o conocemos. Esto no es más que una transposición de lo que en geología llaman “actualismo”, la doctrina según la cual los procesos prehistóricos no hubieron de ser muy diversos de los que nos es dado observar en nuestros días. Por ello, para poder valorar con fundamento el alcance de la influencia de unas lenguas sobre otras, debemos basarnos en encuestas como la de U. Weinreich, que utiliza materiales seguros en lo posible y por lo general de fácil verificación (L&P: 79).

25 A juzgar por los Índices generales de sus Obras Completas, Lyell es citado más veces que Darwin.

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Aurkibidea / Índice / Table of contents

Hitzaurrea / Prólogo / Preface . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

XVII

TXOSTENAK ETA KOMUNIKAZIOAK / PONENCIAS Y COMUNICACIONES / INVITED PAPERS AND COMMUNICATIONS El topónimo Treviño y la prevalencia de errores de historiografía lingüística The place name Treviño and the prevalence of errors in linguistic historiography JOSEBA ABAITUA ODRIOZOLA (Universidad de Deusto) & MIKEL UNZUETA PORTILLA (Diputación Foral de Bizkaia). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

3

Kolokazioak: OEH eta egungo erabilera Collocations: The OEH and contemporary use XABIER ALTZIBAR & JUAN CARLOS ODRIOZOLA (UPV/EHU) . . . . . . . . . . . . .

23

Euskal aditz jokatuaren osaeraz eta jatorriaz zenbait ohar Some observations on the origin and composition of conjugated verbs in Basque BORJA ARIZTIMUÑO LOPEZ (UPV/EHU) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

41

Txistukarien neutralizazioa mendebaldeko euskaran XVI-XVIII. mendeen bitartean (lehen hurbilketa) Sibilant neutralisation in Western Basque between the 16th and 18th centuries (an initial approach) UDANE ATUTXA (UPV/EHU) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

61

Euskalkien historiaz: Lapurdi eta Nafarroa Garaia On the history of Basque dialects: Labourdin and High Navarrese IÑAKI CAMINO (UPV/EHU) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

77

XIV

AURKIBIDEA / ÍNDICE / TABLE OF CONTENTS

Aparición y evolución de esquemas de valencia no canónicos y ergatividad The appearance and evolution of non-canonical valency pattern systems and ergativity DENIS CREISSELS (Universidad de Lyon II) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

141

Euskal azentueren historiaz On the history of the Basque accentual systems ANDER EGURTZEGI & GORKA ELORDIETA (UPV/EHU) . . . . . . . . . . . . . . . . . .

163

Basque spatial cases and the ergative-absolutive syncretism RICARDO ETXEPARE (IKER-UMR5478, CNRS) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

187

Las reglas del juego. Notas para una noción de ley morfológica The rules of the game: Notes for a notion of morphological law CARLOS GARCÍA CASTILLERO (UPV/EHU) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

213

Instrumentalaz gogoratuz, instrumentuaz haratago. Kasuaren izaera tipologian eta euskararen bilakabidea Recalling the instrumental, beyond the instrument: The nature of the case in typology and the evolution of Basque IVÁN IGARTUA (UPV/EHU) & EKAITZ SANTAZILIA (UPNA/NUP & UPV/EHU)

227

Hasperenaren galera Iparraldeko euskaran The loss of aspiration in Northern Basque OROITZ JAUREGI (UPV/EHU) & IRANTZU EPELDE (IKER-UMR5478) . . . . . .

245

Euskarazko egitura erresultatiboen diakronia The diachrony of Basque resultative constructions DOROTA KRAJEWSKA (UPV/EHU) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

263

Euskararen historiaurrearen berreraiketa sakonagorako: forma kanonikoa, tipologia holistikoa, kronologia eta gramatikalizazioa Towards a more profound reconstruction of prehistoric Basque: Canonical form, holistic typology, chronology and grammaticalisation JOSEBA A. LAKARRA (UPV/EHU) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

275

Le Dauphin itsasontziko euskarazko gutunak (1757): lehen hurbilketa The letters in Basque from the ship Le Dauphin (1757): An initial approach XABIER LAMIKIZ (UPV/EHU), MANUEL PADILLA (UPV/EHU & IKER-UMR 5478) & XARLES VIDEGAIN (UPPA & IKER-UMR5478). . . . . . . . . . . . . . . .

325

Euskaldunen jatorria eta berezitasun genetikoa eztabaidan The debate on Basque origins and genetic singularity SAIOA LÓPEZ, NESKUTS IZAGIRRE & SANTOS ALONSO (UPV/EHU) . . . . . . . .

343

Ergatibitate hautsiaz. Zergatik ote da orainaldia iraganaldi/irrealisa baino ergatiboagoa? Split ergativity: Why is the present more ergative than the past/irrealis? MIKEL MARTÍNEZ ARETA (UPV/EHU) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

353

AURKIBIDEA / ÍNDICE / TABLE OF CONTENTS

XV

Ohar bat [partizipioa + joan/eraman, eroan] perifrasiaren diakroniari buruz A note on the diachrony of the periphrasis [participle + joan ‘go’ / eraman, eroan ‘bring’] CÉLINE MOUNOLE (UPV/EHU) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

369

(Des)genitibizazioaren historiaz gehiago: genitibozko subjektu iragangaitzak (ISGEN) ekialdeko euskaran More on the history of (de)genitivization: Intransitive subjects genitive (ISGEN) in Eastern Basque MANUEL PADILLA MOYANO (UPV/EHU & IKER-UMR5478) . . . . . . . . . . . .

383

Basque in the Becerro. Basque names and language in the Becerro Galicano of San Millán DAVID PETERSON (UPV/EHU) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

405

Euskararen dialektalizazioaren hastapenetarantz: konbergentzia eta dibergentzia prozesuak Erdi Aroan Towards the beginnings of Basque dialectization: The process of convergence and divergence in the Middle Ages URTZI REGUERO UGARTE (UPV/EHU) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

431

Uribeko Corpus Onomastikoa (UCO) The Onomastic Corpus of Uribe (UCO) ANDER ROS CUBAS (Barakaldoko HEO) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

445

Aspectos del desarrollo de la lingüística histórica en los siglos XIX y XX Aspects of the development of historical linguistics in the 19th and 20th centuries PIERRE SWIGGERS (Universidad de Lovaina) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

467

Testuak kokatuz dialektologia historikoan: egiteetatik metodologiara Situating texts in historical dialectology: From acts to methodology KOLDO ULIBARRI ORUETA (UPV/EHU). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

511

Euskal Filologia. Zer (ez) dakigu 25 urte beranduago? Basque Philology: What do(n’t) we know twenty-five years later on? BLANCA URGELL (UPV/EHU) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

533

Vasco y gascón en el Thesaurus Polyglottus (1603) de Megiser Basque and Gascon in the Thesaurus Polyglottus (1603) by Megiser JOSU M. ZULAIKA HERNÁNDEZ (Eusko Ikaskuntza) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

571

Oharrak Nerbioi ibarreko euskara zaharraz eta Viva Jesús testuaren jatorriaz Notes on the old Basque of the Nervion Estuary and the origins of the Viva Jesús text ENEKO ZULOAGA (UPV/EHU) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

593

XVI

AURKIBIDEA / ÍNDICE / TABLE OF CONTENTS

KOLDO MITXELENAREN OBRA 25 URTE GEROAGO / LA OBRA DE LUIS MICHELENA 25 AÑOS DESPUÉS / KOLDO MITXELENA’S WORK 25 YEARS LATER Sobre Lenguas y Protolenguas About Lenguas y Protolenguas JOAQUÍN GORROCHATEGUI (UPV/EHU). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

613

La lingüística ibérica antes y después de Luis Michelena Iberian linguistics before and after Luis Michelena JAVIER DE HOZ (Universidad Complutense) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

643

Apellidos Vascos eta Mitxelenaren onomastika lanak Apellidos Vascos and Mitxelena’s onomastic work PATXI SALABERRI ZARATIEGI (UPNA/NUP & Euskaltzaindia) . . . . . . . . . . . .

673

Fonética histórica vasca, hitz eraketaren morfonologia eta neutralizazio erraldoiak Fonética histórica vasca, word formation morphonology and massive neutralization MIREN LOURDES OÑEDERRA (UPV/EHU) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

699

Textos Arcaicos Vascos 50 urte geroago Textos Arcaicos Vascos fifty years later GIDOR BILBAO (UPV/EHU) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

717

Euskal literaturaren historiaz Koldo Mitxelenak finkatu zuen eredu historiografikoa The historiographic model established by Koldo Mitxelena on a history of Basque literature JON CASENAVE (Université de Bordeux 3 & IKER-UMR5478) . . . . . . . . . . .

729

Koldo Mitxelena, crítico de cine en euskera durante el franquismo Koldo Mitxelena, film critic in Basque language during the Franco years JOXEAN FERNÁNDEZ (Euskadiko Filmategia & Université de Nantes) . . . . . .

743

English Abstracts of the Articles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

755

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