Sobre la Quanta Cura de Pío XI

August 18, 2017 | Autor: Victoria Meneghetti | Categoría: Doctrina Social de la iglesia y Ciencias Humanas, Doctrina Social de la Iglesia
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Descripción

ENCÍCLICA QUANTA CURA DEL PAPA PÍO IX Victoria Meneghetti [email protected] Ficha de caracterización del texto -AUTOR: Papa Pio IX Nombre secular: Giovanni Maria Mastai Ferretti. Nace en 1972 en Senigallia (Estados Pontificios) y muere en Roma en 1878. Fue ordenado sacerdote el 10 de abril de 1819. De julio 1823 a junio 1825 fue uno de los miembros de la Misión en Chile dirigido por el delegado apostólico Monseñor Giovanni Muzi. El 24 de abril de 1827 fue nombrado arzobispo de Spoleto. El 14 de diciembre de 1840 recibió el capelo cardenalicio. El 16 de junio de 1846, en la cuarta votación, con 36 votos de un total de 50 cardenales presentes en el cónclave, fue elegido Sumo Pontífice a la edad de 54 años. Su predecesor fue Gregorio XVI y su sucesor León XIII. El 3 de setiembre de 2000 el Beato Papa Juan Pablo II lo beatificó. Fue un largo proceso que se inició en 1907 cuando el Papa San Pío X ordenó la introducción de la Causa de beatificación del mismo1. -ANTECEDENTES DEL DOCUMENTO a) Documentos anteriores: - Gregorio XVI, Encíclica Mirari Vos, 15 agosto 1832 - San Agustín, Epístola 105 al. 166, - San León, Epístola 164 al. 133, parte 2, edición Vall - Pio VI, Epístola al Cardenal De la Rochefoucault, 10 marzo 1791 - Constituciones apostólicas: Clemente XII In eminenti; Benedicto XIV Providas Romanorum; Pio VII Ecclesiam; León XII Quo graviora - San Ignacio M. ad Philadelph. 3 - San Celestino, Epístola 22 ad Synod. Ephes. Apud Const. Pág. 1200 - San Inocencio, I Epístola 29 ad Episc. Conoc. Carthag. Apud Const. Pág. 891 - San León, Epístola 156 al 125 - Pío VII, Epístola Encíclica Diu satis 15 mayo 1800 - San Cipriano, Epístola 11 - San Bernardo, Serm. De duodecim praerogativis B.M.W. ex verbis Apocalypsis b) Referencias a documentos del propio autor: - Pío IX, Encíclica Qui pluribus, 9 noviembre 1846

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Tomado de la Homilía de Juan Pablo II en la Misa del Papa por la beatificación de 5 siervos de Dios del domingo 3 de setiembre de 2000: http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20000903_pius-ix_it.html consultado el: 17/04/2012 – 10:52

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Pío IX, Alocuciones pronunciadas en el Consistorio, 9 Diciembre 1854 y 9 Junio 1862

-ANÁLISIS DEL TEXTO Quanta Cura fue una encíclica publicada el 8 de diciembre de 1864 acompañada del documento Syllabus complectens praecipuos nostrae aetatis. La encíclica Quanta Cura fue un medio poderoso del que se valió el Sumo Pontífice Pío IX para delimitar y condenar a aquellos que consideraba, eran los principales errores y las falsas doctrinas de su tiempo. En un contexto histórico en el que el poder temporal de Roma vio sus cimientos sacudidos, la Quanta Cura se trató de un mecanismo más a través del cual la Santa Sede recordó a sus obispos las implicancias de sus roles y la necesidad de mantenerse firmes en la doctrina. Los conceptos iluministas comenzaban a difundirse. La libertad de cultos, hija de la Revolución Francesa, se propagaba con rapidez y el liberalismo en toda su extensión abría el camino hacia el siglo XX. El evolucionismo y las corrientes científicas de diversa índole condenaban fuertemente al dogmatismo romano. Por todo ello la Quanta Cura condenó principalmente al liberalismo y al secularismo que pretendía eliminar la influencia de la Iglesia de la órbita educativa y social. -MOTIVACIÓN DEL DOCUMENTO Pío IX escribe este documento para prevenir, proteger y asegurar la fidelidad de las almas en virtud de las grandes dificultades que se acometen hacia toda la Institución. … el defender y vindicar con la augusta Religión católica los fueros de la verdad y de la justicia, solícitos por extremo de la salud de las almas. Haciendo uso del rol de pastor universal de los fieles, el Sumo Pontífice establece: hemos procurado excitar vuestra eximia vigilancia episcopal, y una vez y otra vez hemos amonestado con todo nuestro poder y exhortado a todos Nuestros muy amados los hijos de la Iglesia católica, a que abominasen y huyesen enteramente horrorizados del contagio de tan cruel pestilencia. Por tanto, el Papa, haciendo uso de su poder, exhorta a sus fieles a mantenerse unidos a la Esposa de Cristo aludiendo a las vicisitudes de los nuevos tiempos como pestes o enfermedades, que por contagio se extienden por pueblos enteros. -EL MOMENTO HISTÓRICO DE SU ELABORACIÓN Y DIFUSIÓN Desde 1848 Europa se vio sumergida en una insurrección liberal muy fuerte que se levantó contra las principales potencias europeas. En Italia el liberalismo se expresó a través de la unificación. Tras la toma de los Estados pontificios el papa debe huír de Roma. Las iglesias fueron saqueadas a la vez que se incautaron las obras de arte. De este modo quedó abolido el poder temporal del papa y se proclamó la II República romana. La lucha contra la masonería se había desatado ya. El papa emitió una serie de documentos y encíclicas condenando la toma de los Estados Pontificios. Por ejemplo

una carta encíclica a los Obispos de Italia sobre el tema (Noscitis et Nobiscum el 8/12/1849); Qui Nuper (19/1/1860) que se refería a los problemas de los Estados pontificios; Nullius Certe (19/1/1860), sobre la defensa de los Estados Pontificios. Por intervención de las tropas francesas, la República romana cayó y el Papa pudo volver a la capital de la Santa Sede en 1850. A partir de aquel momento puso en práctica políticas de profunda intransigencia hacia el poder laico y sus exigencias y la masonería. Es precisamente en dicho contexto en que Pío IX escribe la Encíclica Quanta Cura a la que anexa el documento Syllabus. En ellos se enumeran y definen los enemigos de la fe católica con una fuerte intransigencia. -DESCRIPCIÓN DE CONTENIDO DE LA ENCÍCLICA QUANTA CURA Líneas generales: Defender y reivindicar la única y verdadera religión. En defensa de la Verdad y la Justicia, el Sumo Pontífice, pastor de las almas, demarca todo aquello que no sólo es ajeno a la doctrina romana sino que es excluyente de la misma. De este modo, Pío IX muestra una fuerte intransigencia frente a las corrientes liberales que pretenden secularizar los Estados y las sociedades. Adjetivos como enfermedad para categorizar a los hechos que contradicen la Esencia de Roma muestran que, la salud y por tanto lo normal y natural era la adscripción a la fe católica. Todo lo contrario a ello se consideraba atacaba la Salud y el bienestar de los fieles, una enfermedad, que en caso de no ser remediada, se contagiaba fácilmente. Percepción de la época y los “signos de los tiempos”: Pío IX percibe que se encuentra inmerso en una época oscura, demoníaca. Los signos de los tiempos como el surgimiento de la Masonería, la ciencia y el auge y la entronización de la razón por encima de todo concepto metafísico, son nefastos para la doctrina católica de la religión romana. La sociedad se está transformando, secularizando y el liberalismo comienza a asentarse. El poder temporal de los papas comienza a vivir un período crítico.

La doctrina: los elementos fundamentales 1. - Importancia de la figura del sucesor de San Pedro, pastor de las almas instituido en el cargo por el mismo Jesucristo. Justificación del rol y consecuente importancia de sus palabras y dictámenes. 2. - Condena a la libertad de cultos 3.- Condena a la secularización de la educación/ Importancia del poder civil de la Iglesia 4. - Condena al liberalismo Fragmentos que refieren a dichos postulados fundamentales: /Citas de acuerdo a las normas básicas de mención de documentos/. 1. - Con cuanto cuidado y vigilancia los Romanos Pontífices, Nuestros Predecesores, cumpliendo con el oficio que les fue dado del mismo Cristo Señor en la persona del muy bienaventurado Pedro, Príncipe de los Apóstoles, y con el cargo que les puso de apacentar los corderos y las ovejas, no han cesado jamás de nutrir diligentemente a toda la grey del Señor con las palabras de la fe, y de imbuirla en la doctrina saludable, y de apartarla de los pastos venenosos, es cosa a todos y muy singularmente a Vosotros, Venerables Hermanos, bien clara y patente. Y a la verdad, los ya dichos Predecesores Nuestros, que tan a pechos tomaron en todo tiempo el defender y vindicar con la augusta Religión católica los fueros de la verdad y de la justicia, solícitos por extremo de la salud de las almas, en ninguna cosa pusieron más empeño que en patentizar y condenar en sus Epístolas y Constituciones todas las herejías y errores, que oponiéndose a nuestra Divina Fe, a la doctrina de la Iglesia católica, a la honestidad de las costumbres y a la salud eterna de los hombres han levantado a menudo grandes tempestades y cubierto de luto a la república cristiana y civil. 2. - Y contra la doctrina de las sagradas letras, de la Iglesia y de los Santos Padres, no dudan afirmar: «que es la mejor la condición de aquella sociedad en que no se le reconoce al Imperante o Soberano derecho ni obligación de reprimir con penas a los infractores de la Religión católica, sino en cuanto lo pida la paz pública.» Con cuya idea totalmente falsa del gobierno social, no temen fomentar aquella errónea opinión sumamente funesta a la Iglesia católica y a la salud de las almas llamada delirio por Nuestro Predecesor Gregorio XVI de gloriosa memoria (en la misma Encíclica Mirari), a saber: «que la libertad de conciencia y cultos es un derecho propio de todo hombre, derecho que debe ser proclamado y asegurado por la ley en toda sociedad bien constituida; y que los ciudadanos tienen derecho a la libertad omnímoda de manifestar y declarar públicamente y sin rebozo sus conceptos, sean cuales fueren, ya de palabra o por impresos, o de otro modo, sin trabas ningunas por parte de la autoridad eclesiástica o civil.» Pero cuando esto afirman temerariamente, no piensan ni consideran que predican la libertad de la perdición (San Agustín, Epístola 105 al. 166), y que «si se deja a la humana persuasión entera libertad de disputar, nunca faltará quien se oponga a la verdad, y ponga su confianza en la locuacidad de la humana sabiduría, debiendo por el contrario conocer por la misma doctrina de Nuestro

Señor Jesucristo, cuan obligada está a evitar esta dañosísima vanidad la fe y la sabiduría cristiana» (San León, Epístola 164 al. 133, parte 2, edición Vall). 3. - Y también dicen impiamente que debe quitarse a los ciudadanos y a la Iglesia la facultad de dar «públicamente limosna, movidos de la caridad cristiana, y que debe abolirse la ley que prohíbe en ciertos días las obras serviles para dar culto a Dios,» dando falacísimamente por pretexto que la mencionada facultad y ley se oponen a los principios de la mejor economía pública. Y no contentos con apartar la Religión de la pública sociedad, quieren quitarla aun a las mismas familias particulares; pues enseñando y profesando el funestísimo error del comunismo y socialismo, afirman «que la sociedad doméstica toma solamente del derecho civil toda la razón de su existencia, y por tanto que solamente de la ley civil dimanan y dependen todos los derechos de los padres sobre los hijos, y principalmente el de cuidar de su instrucción y educación.» Con cuyas opiniones y maquinaciones impías intentan principalmente estos hombres falacísimos que sea eliminada totalmente de la instrucción y educación de la juventud la saludable doctrina e influjo de la Iglesia católica, para que así queden miserablemente aficionados y depravados con toda clase de errores y vicios los tiernos y flexibles corazones de los jóvenes. Pues todos los que han intentado perturbar la República sagrada o civil, derribar el orden de la sociedad rectamente establecido, y destruir todos los derechos divinos y humanos, han dirigido siempre, como lo indicamos antes, todos sus nefandos proyectos, conatos y esfuerzos a engañar y corromper principalmente a la incauta juventud, y toda su esperanza la han colocado en la perversión y depravación de la misma juventud Pues todos los que han intentado perturbar la República sagrada o civil, derribar el orden de la sociedad rectamente establecido, y destruir todos los derechos divinos y humanos, han dirigido siempre, como lo indicamos antes, todos sus nefandos proyectos, conatos y esfuerzos a engañar y corromper principalmente a la incauta juventud, y toda su esperanza la han colocado en la perversión y depravación de la misma juventud. Por lo cual jamás cesan de perseguir y calumniar por todos los medios más abominables a uno y otro clero, del cual, como prueban los testimonios más brillantes de la historia, han redundado tan grandes provechos a la república cristiana, civil y literaria; y propalan «que debe ser separado de todo cuidado y oficio de instruir y educar la juventud el mismo clero, como enemigo del verdadero progreso de la ciencia y de la civilización.» 4. - Aunque no hayamos, pues, dejado de proscribir y reprobar muchas veces los principales errores de este jaez, sin embargo, la salud de las almas encomendadas por Dios a nuestro cuidado, y el bien de la misma sociedad humana, piden absolutamente que de nuevo excitemos vuestra pastoral solicitud para destruir otras dañadas opiniones que de los mismos errores, como de sus propias fuentes, se originan. Las cuales opiniones, falsas y perversas, son tanto más abominables, cuanto miran principalmente a que sea impedida y removida aquella fuerza saludable que la Iglesia católica, por institución y mandamiento de su Divino Autor, debe ejercitar libremente hasta la consumación de los siglos, no menos sobre cada hombre en particular, que sobre las naciones, los pueblos y sus príncipes supremos; y por cuanto asimismo conspiran a que desaparezca aquella mutua sociedad y concordia entre el Sacerdocio y el Imperio, que fue siempre fausta y saludable, tanto a la república cristiana como

a la civil (Gregorio XVI, Epístola Encíclica Mirari 15 agosto 1832). Pues sabéis muy bien, Venerables Hermanos, se hallan no pocos que aplicando a la sociedad civil el impío y absurdo principio que llaman del naturalismo, se atreven a enseñar «que el mejor orden de la sociedad pública, y el progreso civil exigen absolutamente, que la sociedad humana se constituya y gobierne sin relación alguna a la Religión, como si ella no existiesen o al menos sin hacer alguna diferencia entre la Religión verdadera y las falsas.»

ANÁLISIS DE LOS FRAGMENTOS Primer fragmento: (Importancia de la figura del sucesor de San Pedro, pastor de las almas instituido en el cargo por el mismo Jesucristo. Justificación del rol y consecuente importancia de sus palabras y dictámenes) El fragmento seleccionado, del comienzo de la Encíclica, considero patenta la idea mencionada anteriormente. Esto es la importancia de la figura del Sumo Pontífice y por tanto la fuerza de sus palabras. Él les dijo: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos» (Mt 13, 15-20) Como Vicario de Cristo en la tierra, el Papa tiene el rol de velar por la salud de las almas pues Dios mismo hecho hombre así lo estableció. Por ello, en la Quanta Cura, como afirma lo han hecho sus predecesores, en virtud de la responsabilidad de su cargo, establece que es imperioso condenar herejías y errores que se están difundiendo. En 1869, poco después de la emisión de la Quanta Cura, se llevó a cabo el XX Concilio Ecuménico, Vaticano I. En la Cuarta sesión, celebrada el 18 de julio de 1870, se aprobó la Constitución Dogmática Pastor Aeternus sobre la Iglesia de Cristo que declaró el dogma de la infalibilidad papal. Segundo fragmento: (Condena a la libertad de cultos) La libertad de cultos afirman las corrientes liberales, según establece Pío IX en el fragmento citado, es condición indispensable de una sociedad moderna y liberal. El Sumo Pontífice se apoya en San Agustín y lo que el mismo define como libertad de perdición. Cita además la Encíclica Mirari Vos. En ella, el papa Gregorio XVI condena, como consecuencia del indiferentismo religioso, la libertad de conciencia promovida por el liberalismo político. Todo ello respondiendo a pensadores como Lamennais, Lacordaire y Montalembert que ya, luego de la Restauración pretendían separar a la Iglesia del Estado.

La libertad de cultos y la creciente idea de secularización que azota los tiempos de Pío IX lo llevan a respaldarse en su predecesor que ya había apelado fuertemente contra este tipo de liberalismo. En el contexto de la época de Pío IX, todo pensamiento, religión, ideología contraria a la doctrina de la Iglesia católica apostólica romana, era considerada herética. Las sociedades europeas comenzaban a vivir profundos cambios. La masonería crecía fuertemente. La Iglesia, dado el contexto italiano de la unificación, no se encontraba en condiciones de analizar la situación. Más por el contrario condenó fuertemente toda corriente liberal en virtud de la defensa de la Augusta religión que se veía reciamente hostigada. Tercer fragmento: dada la importancia poder civil de la Iglesia, condena la secularización de la educación S.S. Pío IX explicita cómo es nefasta la eliminación de la influencia de la Iglesia sobre la educación que debe ser separado de todo cuidado y oficio de instruir y educar la juventud el mismo clero, como enemigo verdadero del progreso de la ciencia y de la civilización. Condena fuertemente la influencia de corrientes liberales en esta materia pero principalmente nombra al comunismo y al socialismo. Estas que afirman que la educación debe ser un derecho civil de los padres respecto a sus hijos. Partiendo siempre de la base de que todo lo ajeno a la doctrina de Roma es considerado anti natural, dichas concepciones respecto a la secularización de la educación, atentan fuertemente contra la Iglesia. Por tanto, es un terreno más en el que Pío IX se expresa intransigentemente en contra y en la Encíclica Quanta Cura exhorta a sus obispos a lo mismo. Pío IX era muy consciente que perder influencia sobre la educación, era perder no sólo gran parte del poder civil actual sino del futuro. La separación de la Iglesia del Estado, según expresa el Papa, significaría un perder las riendas del verdadero Fin. Considera que extirpado lo religioso de la esfera civil, las sociedades caminarán en torno a la perdiciónCuarto fragmento: Condena al liberalismo Las alusiones y las condenas al liberalismo, aunque no de manera directa, son muchas y se encuentran a lo largo y ancho del documento. Las cuales opiniones, falsas y perversas, son tanto más abominables, cuanto miran principalmente a que sea impedida y removida aquella fuerza saludable que es la Iglesia católica…. Nuevamente refiriéndose a la salud, naturaleza que implica la religión católica, condena a las corrientes liberales que considera perversas pues alejan a las personas de su verdadera esencia. Establece que la relación entre el Sacerdocio y el Imperio fue siempre fausta y saludable. Por ello condena a la vez a los naturalistas que establecen que el progreso se encuentra en una sociedad secularizada.

Montevideo, 17 de abril de 2012.

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