Sobre la posibilidad o necesidad de \"Explicar a Hitler\"

July 23, 2017 | Autor: J. Mejia Quintana | Categoría: Violence, Agency, Nazismo, Banality of Evil
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Descripción



Profesional en Artes liberales, Socióloga, estudiante de Maestría en Filosofía. Universidad del Rosario.
No queda tan claro si realmente dicha orden no existió, de hecho El Munich Post "informó que había descubierto un plan secreto a través de una fuente dentro de la SA de Hitler en el que el partido de Hitler había preparado órdenes especiales para la solución de la cuestión judía en cuanto tome el poder, instrucciones que son absolutamente seretas" (Rosenbaum, 1999, pág. 92). Más allá de si hubo o no la orden, todo sucedió como si la hubiera, y es eso lo que hay que mirar.
Ver: Hannah Arendt
SOBRE LA POSIBILIDAD O NECESIDAD DE EXPLICAR EL MAL. Reseña crítica a Explicar a Hitler de Bon Rosenbaum
Por: Juliana Mejía Quintana
"El silencio era necesario en parte porque los secretos eran literalmente impronunciables, en parte porque la pena por hablar de ellos era la muerte, y finalmente porque sobrevivir sólo era posible mediante una deliberada negativa a aceptar la verdad" (Rosenbaum, 1999, pág. 321)
El aura del secreto que puede esconderse tras las acciones de Hitler y lo que fue el holocausto se inscribe en lo impronunciable que puede llegar a ser la maldad del hombre contra sus iguales. El libro de Bon Rosenbaum, Explicar a Hiltler, da cuenta de los múltiples intentos de acercamiento a esta polémica, un primer debate es si se debe usar la palabra mal para definir a Hitler. Si bien sus actos fueron innegablemente malos, "lo que se discute es la naturaleza de la mente y la motivación del perpetrador" (Rosenbaum, 1999, pág. 23).
Pero la "explicación" no debe reducirse a Hitler, debe ser buscada en la historia y en todos aquellos que participaron de la burocracia de la Alemania nazi, renunciando al uso de su juicio y escondiéndose bajo al argumento del cumplimiento del deber. La importancia de no reducir la búsqueda de un porqué del Holocausto a Hitler, está en que, como lo expresa el autor, "la voluntad de Hitler, su intención sola, fueron necesarias pero no suficientes para su éxito" (Rosenbaum, 1999, pág. 45).
De ahí que las primeras explicaciones centradas en desviaciones sexuales tanto de él como de sus padres o abuelos, la desaparición de su pueblo, entre otras, no aportan mucho al intento de explicar a Hitler, más bien, generan una saturación o morbo respecto al tema; sin embargo, cabe rescatar al respecto, que el sembrar la duda de la posible ascendencia judía en Hitler, generó en él la necesidad de eliminar la posibilidad de probar estas hipótesis; no obstante, como se puede observar en Mi lucha, Hitler daba más peso a las causas de su resentimiento nacionalista que a su pasado familiar, lo cual no cierra la posibilidad de que esta omisión de hablar sobre su pasado sea intencional.
Dejando este punto de lado, el debate central del libro está en la pregunta de si es posible o no explicar a Hitler, y más aún, si se debe hacer. Posturas como las de Lazmann, aseguran que "embarcarse en el intento de entender a Hitler, comprender todos los procesos que transformaron a esa criatura inocente en un asesino masivo, es correr el riesgo de hacer "comprensibles" sus crímenes, y con eso, para Lanzmann, admitir la posibilidad prohibida de tener que perdonar a Hitler" (Rosenbaum, 1999, pág. 20). Contrario a ello, creo que es mayor el riesgo que trae dejar sus acciones en el olvido, la sociedad necesita que se haga ese intento en aras de no olvidar, y más importante aún, de generar consciencia del alcance de la maldad humana, para no permitir que sucesos como los del Holocausto se repitan.
En palabras de Bullock "ver a Hitler como una persona como usted y yo no es necesariamente una versión más leve, sino que puede ser más sombría y más perturbadora. Sólo una visión tremendamente sombría de la naturaleza humana puede encontrar un Hitler, o incluso un potencial Hitler, dentro de cada uno de nosotros" (Rosenbaum, 1999, pág. 135) comparto fuertemente esta postura, sin embargo no creo que se trate de una visión sombría del hombre, sino de una necesidad de mostrar lo que podemos llegar a hacer si no se es consciente de la debilidad humana y la necesidad de los otros.
El punto clave es, entonces, el de reconocer la humanidad de cada persona. Hitler nunca se acercó a los campos de muerte personalmente, lo cual en vez de llevar a negar la conciencia de Hitler frente a lo que estaba sucediendo, demuestra que es más fácil hacer el mal cuando se deshumaniza al otro, Hitler lo hizo ignorándolo o haciendo la vista ciega, Himmler y los que estaban directamente en el campo lo hacían deshumanizando directamente a sus víctimas desde cosas aparentemente tan simples –aunque para nada lo eran- como la homogeneización de la "ropa", el corte de cabello, y la asignación de números.
El hecho de que Hitler no fuera personalmente a los campos de muerte, y que no haya prueba de una orden directa de solución final, genera el debate sobre si Hitler era consciente de lo que fue el Holocausto, y si lo era, la pregunta se trasforma en si había rectitud de consciencia al respecto.
Para Trevor-Roper, Hitler no puede ser considerado conscientemente malo porque él estaba "convencido de su propia rectitud", esto podría ayudar a entender el suicido de Hitler como "su acto final de autodefinición" (Rosenbaum, 1999, pág. 13), sin embargo para Roper, esa rectitud no exonera el crimen del genocidio, entre otras cosas porque este no es atribuible sólo a Hitler.
Quisiera proponer, que la teoría de la rectitud, no explica correctamente la conciencia de Hitler, sino que más bien esa rectitud correspondía a un auto-engaño que le permitía cumplir el propósito de la Solución Final sin sentir culpa alguna, es –como lo define Bullock- el resultado de "el actor que llega a creer en su actuación", y esto hace que se llegue incluso a "una complacencia consciente en la horrenda transgresividad del proceso de deshumanización" (Rosenbaum, 1999, pág. 268).
Una de las posturas más fuertes en contra del argumento de la rectitud, la da Lang quien basado en el argumento de que "Hitler y los nazis hicieron muchos esfuerzos por mantener en secreto la Solución Final, pretende demostrar que eran conscientes del mal que estaban cometiendo (Rosenbaum, 1999). Bajo la misma línea argumentativa, Lang da cuenta de la importancia del tema de la des-humanización de las víctimas que he venido tratando.
Afirma que "la brutalidad y degradación sistemáticas (…) atestigua con fuerza mayor aún que el propio exterminio, la condición esencialmente humana reconocida a los judíos desde el principio (…) no es cierto que pensaban en los judíos como gérmenes infecciosos o encarnaciones de la enfermedad, en realidad, primero tenían que reducirlos consciente y deliberadamente a ese estado subhumano para que la subsecuente masacre resultara "tolerable" para los humanos" (Rosenbaum, 1999, pág. 263), y esto reafirma la conciencia del mal, en aras de rebatir el argumento de la rectitud.
Es difícil pensar que en un régimen tan burocratizado no hubiera conciencia del mal que se hacía, por lo menos en lo referente a los altos mandos (Hitler, Himmler, Eichmann, entre otros); con base en esto, quiero defender la definición de Hitler, no como un loco (lo cual permitiría omitir la responsabilidad), sino como un criminal político que subió al poder sobre la mentira que él creó, la puñalada por la espalda, ratificando así que el inicio de su odio es una cuestión de resentimiento y sed de venganza nacionalista producto de la derrota alemana.
Tal vez Hitler y todo el sistema nazi sean inexplicables como totalidad, pero las víctimas y la historia necesitan un intento de explicación que ayude a hacer consciencia de los crímenes cometidos para no repetirlos, y que deje precedente de la responsabilidad de acción y omisión, no solo de Hitler, sino también de todo el aparato burocrático. "El hecho de que en algunos aspectos no se puede comparar, de que en algunos aspectos no tiene precedentes, no la saca del campo de la naturaleza humana o de la comprensión humana: lo convierte en un hecho nuevo y perturbador de la naturaleza humana, no necesariamente en un misterio metafísico que debemos sacralizar" (Rosenbaum, 1999, pág. 331).
Lo que enmarca la cantidad de teorías frente a la explicación de Hitler es, por un lado, la necesidad de no olvidar y de señalar una responsabilidad, y por otro, lo que no se quiere aceptar: la banalidad del mal, el hecho de que cualquiera de nosotros puede ser victimario; así, "la posición acerca de la importancia del papel personal de Hitler en el Holocausto suele reflejar la posición sobre la posibilidad o la relevancia del agente autónomo, de la libertad de escoger el mal, y la responsabilidad por las consecuencias de esa elección" (Rosenbaum, 1999, pág. 45).
Siempre se acude al discurso víctima, victimario, y en este caso, el victimario es de tal magnitud que parece inexplicable, parece no tener humanidad. Pero despojarlo de su humanidad es repetir lo que se hizo con los judíos mientras entraban a los campos de concentración. Por eso creo que no es válido hablar –como Irving- de Hitler y Hitler, porque aunque los actos de una infancia inocente, del Hitler sin víctimas, se pierdan en el hombre que comandó la Alemania Nazi, la identidad que es narrada pertenece a la misma persona. Y lo que esto muestra es que cualquier persona puede llegar a cometer actos barbáricos, de ahí la importancia de seguir contando la historia, de intentar explicarla sin exonerar a quienes la protagonizaron, porque solo si no se deja caer en el olvido, se puede hacer conciencias de que dejar de reconocer al otro como ser humano, dar espacio al fomento del resentimiento y el odio, pueden llevar a cualquiera a ser "un hombre inexplicable" como Hitler.
Tal vez lo importante no sea culpar a alguien, o algo, sino hacer que no se repita.

Bibliografía
Rosenbaum, R. (1999). EXPLICAR A HITLER La búsqueda de los origenes de su maldad. México: Siglo XXI.




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