Sobre la intertextualidad y el plagio entre Neruda y Tagore

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Descripción

Sobre la intertextualidad y el plagio entre de Neruda y Tagore
Ana Cecilia Sánchez González

"Intertextualidad" es un término acuñado por Julia Kristeva en 1969, en una serie de trabajos en los que estudia el pensamiento del crítico literario ruso Mijaíl Bajtín. El término se fundamenta en la noción bajtiniana del dialogismo entre los textos o enunciados:
El objeto del discurso de un hablante, […] no llega a tal por primera vez en este enunciado, y el hablante no es el primero que lo aborda. El objeto del discurso, por decirlo así, ya se encuentra hablado, discutido, vislumbrado y valorado de las maneras más diferentes; en él se cruzan, convergen y se bifurcan varios puntos de vista, visiones del mundo, tendencias. El hablante no es un Adán bíblico que tenía que ver con objetos vírgenes, aún no nombrados, a los que debía poner nombres.
M. Bajtin, Estética de la creación verbal, p. 21
Para Kristeva, la intertextualidad se refiere a que "todo texto es la absorción o transformación de otro texto". Según el Instituto Cervantes es "la relación que un texto (oral o escrito) mantiene con otros textos (orales o escritos), ya sean contemporáneos o históricos", es decir, las influencias literarias que se incluyen en las obras propias. Las formas explícitas de intertextualidad, como son la cita y la alusión, son autorizadas en el ámbito literario, como reconocimiento al influjo, a la concepción no-original de los textos. Sin embargo, también existe la forma no explícita de intertextualidad: el plagio. "Plagiar" es definido por la Real Academia de la Lengua Española como "Copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias". La noción del plagio surge a partir de que se empezó a defender la autoría de los escritos como propia e inalterable en el Medioevo, ya que previamente las obras eran consideradas como un patrimonio y no se les adjudicaban a un único autor.
La intertextualidad puede tomar muchas formas. El caso a analizar es una paráfrasis, que a pesar de ser considerada como una práctica legítima, veremos que la línea que la separa del plagio es en extremo delgada.
El poeta chileno Neftalí Ricardo Reyes Basoalto, conocido por su seudónimo Pablo Neruda, publicó en 1924 Veinte poemas de amor y una canción desesperada, obra que lo situó como uno de los poetas más destacados de Latinoamérica. En 1935, Neruda es acusado de haber plagiado el "Poema 16" de sus Veinte poemas de amor y una canción desesperada de la obra de otro poeta, el hindú Rabandarath Tagore (Premio Nobel de Literatura 1913). Aunque la intención de Neruda era hacer justamente una paráfrasis, una interpretación, una versión libre; su error consistió en no haber colocado una nota aclaratoria con respecto a su intención legítima. Aprovechándose de esto y estando Neruda en Birmania como cónsul, Vicente Huidobrio, poeta con el cual Neruda estaba enemistado, publica una acusación de plagio en una revista de la cual era director, llamada "Vital". Aquí la comparación de los dos poemas:

Poema 16
En mi cielo al crepúsculo
En mi cielo al crepúsculo eres como una nube
y tu color y forma son como yo los quiero.
Eres mía, eres mía, mujer de labios dulces,
y viven en tu vida mis infinitos sueños.

La lámpara de mi alma te sonrosa los pies,
el agrio vino mío es más dulce en tus labios:
oh segadora de mi canción de atardecer,
cómo te sienten mía mis sueños solitarios!

Eres mía, eres mía, voy gritando en la brisa
de la tarde, y el viento arrastra mi voz viuda.
Cazadora del fondo de mis ojos, tu robo
estanca como el agua tu mirada nocturna.

En la red de mi música estás presa, amor mío,
y mis redes de música son anchas como el cielo.
Mi alma nace a la orilla de tus ojos de luto.
En tus ojos de luto comienza el país del sueño.



Poema 30 de El Jardinero, de Rabindranath Tagore:
Tú eres la nube del crepuscular del cielo de mis fantasías.
Tu color y tu forma son los del anhelo de mi amor.
Eres mía, eres mía y vives en mis sueños infinitos.

Tienes los pies sonrojados del resplandor ansioso de mi corazón.
¡Segadora de mis cantos vespertinos!
Tus labios agridulces saben a vino de dolor.
Eres mía, eres mía y vives en mis sueños solitarios.

Mi pasión sombría ha obscurecido tus ojos,
¡cazadora del fondo de mi mirada!
En la red de mi música te tengo presa, amor mío.
Eres mía, eres mía y vives en mis sueños inmortales.


Como se puede observar, existe en efecto una similitud casi completa. Al omitir la nota aclaratoria, necesaria en estos casos para poder diferenciar entre una paráfrasis y un plagio descarado, Neruda se vio en la posición de reconocer que copió, aunque en principio su intención fue realizar una interpretación o reformulación del poema de Tagore. En las ediciones publicadas posteriormente y a raíz de la acusación de plagio hacia Neruda, se colocó en el "Poema 16" la siguiente aclaración: "Este poema es una paráfrasis del poema 30 del El jardinero de Rabindranath Tagore".
Al respecto del escándalo suscitado, cabe la posibilidad que la omisión de nota aclaratoria haya sido considerada innecesaria por el chileno, y tal vez pensó que el "Poema 16" iba a ser leído como lo que era, una paráfrasis. Es probable que la intención del poeta fuera, en efecto, rendir homenaje a Tagore mediante la interpretación de una de las traducciones de su poema, y que, aún sin la intención maliciosa de llevarse el crédito por el poema, haya sido señalado como un imitador.
Dicen Vivian Abenshushan y Luigi Amara en su ensayo acerca del plagio: "El plagio, el verdadero plagio, […] involucra la suplantación del nombre y el apoderamiento de una obra para, a través de la copia sin elaboración, de la copia no creativa, hacerla pasar como propia." Desde esta perspectiva, lo que Neruda hizo podría considerarse simplemente como una re-interpretación, una re-lectura del poema 30 de Tagore, ciertamente una paráfrasis no explícita.
Aunque en la creación, y a pesar de que ésta sea, naturalmente, producto de lecturas previas y por consiguiente no totalmente original y propia del autor, se debe prestar suma atención, ya que, aunque detectar la intertextualidad o el plagio no sea tarea fácil, siempre se está en riesgo de ser descubierto al utilizar un trozo de literatura que le pertenece a alguien más sin hacer explícito este préstamo. Señalar el uso de material ajeno, ya sea con comillas o con referencias, es siempre de suma importancia en la redacción o creación de un texto literario.







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