Sobre la escritura de biografías: el método de José Antonio Amaya

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Descripción

Sobre la escritura de biografías: el método de José Antonio Amaya Por debajo de la historia, la memoria y el olvido. Bajo la memoria y el olvido, la vida. Pero escribir la vida es otra historia. –Paul Ricoeur

La escritura de biografías ha tenido sus defensores y opositores. La biografía se ha convertido en un género disputado que implica la inmersión del historiador para recuperar algo particular de una vida que ha dejado de ser. Así, la ayuda de la ficción para el trabajo biográfico ha sido inevitable en la medida en que resulta imposible reproducir la riqueza y la complejidad de la vida.1 Como Gilberto Loaiza2 señalaba es evidente que ahora hay una saturación de formas de escritura concentradas en la singularidad del individuo o en las intimidades del yo. Una situación que definitivamente ha traído a la mesa el papel de los individuos en los procesos históricos. La biografía, para Loaiza, ha sido concebida recientemente como una etapa en la evolución historiográfica contemporánea. Esta ha sido asociada con una manera de abordar la libertad y la transcendencia de los sujetos a lo largo de los distintos procesos históricos, ha sido presentada también como un cuerpo argumentativo bien documentado que, ante todo, se preocupa por entender la relación entre el individuo y los sistemas normativos generales.3 Biografías ha habido de todo tipo, sobre héroes, reyes y presidentes. Hagiografías de personas que por sus altas bondades quedaron inmortalizados por la santidad y piedad de sus vidas. Biografías ha habido también sobre estrellas del rock y del espectáculo. Pero en el contexto de Colombia, a parte de las recientes biografías de políticos y víctimas de un conflicto que no ha terminado, han primado las biografías de todos aquellos que sacudieron los cimientos monárquicos y construyeron, no sin mucho esfuerzo, la patria, la República de Colombia. Aunque no deja de resultar un pesar el hecho de que toda la historia que se produzca en el país se enmarque en la construcción del estado-nación y aflore, por ejemplo, el «espíritu nacional» como explicación primera del ajetreado clima político del siglo XIX., existen algunos esfuerzos que, en mi opinión, combaten el patriotismo y los aires independentistas como momentos exclusivos y casi únicos en la historia política e intelectual del siglo XIX. ¿Cómo lo hacen? Rompiendo, precisamente, con las localidades nacionales y siguiendo trayectorias de personajes, que si bien pertenecían a un lugar geográfico y político en particular, se movieron más allá de los límites “nacionales”. Tal es el ejercicio que realiza Iván Jaksic con la biografía de Andrés Bello4, y también el trabajo de José Antonio Amaya5 con la biografía de Enrique Umaña Barragán. Presentar este último será el objetivo de mi reseña.

François Dosse. La apuesta biográfica. Escribir una vida. Valencia: Publicacions de la Universitat de València, 2007, 55. Gilberto Loaiza. “El recurso biográfico”. En: Historia crítica, no. 27, 2005, 4. 3 Loaiza. “El recurso biográfico”. 10 4 Iván Jaksic. Andres Bello: La pasión por el orden. Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 2001. 5 Doctor en Historia por l'École des Hautes Études en Sciences Sociales de París. Es Sociólogo por la Universidad Nacional de Colombia. Profesor Asociado de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Investiga la Historia de las Ciencias Naturales en el Nuevo Reino de Granada de la segunda mitad del s. XVIII y los métodos en Historia. 1 2

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Para muchas personas en el pasado pensar en política no era pensar necesariamente en una nación-estado. Pensar en política significaba pensar en imperio-estado6: una formación que tanto sus oponentes como sus promotores tenían como substrato común. En ese sentido, escribir la historia de Enrique Umaña Barragán, “científico de primer orden, abogado de causas nobles, prócer y enemigo declarado de la dictadura española”7 no puede reducirse a explorar “la vida de entrega a su país y a su familia” como erradamente lo afirma la editorial del presente libro. Por el contrario, para José Antonio Amaya, definitivamente tiene que ver con hacer una nueva lectura sobre “un destino que supo navegar con prudencia en las aguas revueltas que conducen de la Colonia a la República.”8 Esto es, distinguir entre dos momentos, 1794 y el 20 de julio de 1810 que, narrados por la historiografía tradicional, comprometen a quienes se involucraron en el primero con el despliegue de las gestas independentistas del segundo. Parte de la historiografía independentista ha tenido la dificultad de diferenciar entre los malestares que se gestaron en la noche de los pasquines sediciosos en 1794 y aquellos que se desplegaron hacía 1810. Para muchos historiadores ambos acontecimientos constituyen una muestra evidente de la inconformidad de los criollos frente al gobierno español. Sin embargo, hacer conexiones “evidentes” entre ambos procesos pueden conducir a dejar de lado circunstancias particulares que se enmarcaban en cada contexto, como por ejemplo, para el primero, el despliegue de la ilustración, las noticias que llegaban de Francia y Estados Unidos, así como lo que significó para algunos criollos hacer de la prisión en España una oportunidad para estudiar en el exterior. Desde algunas reflexiones de François Dosse, el arte del biógrafo es concebido por su capacidad para diferenciar, individualizar, incluso aquellas personalidades que la historia ha reunido. Desestabilizar las certezas y las fronteras de las agendas disciplinarias puede hacer del género biográfico, según Dosse, un lugar privilegiado que reintroduce el problema del sujeto de conocimiento en el campo del saber.9 Así, investigar la transformación política de Umaña es imperante para la investigación de Amaya, quien pretende ofrecer una lectura alterna sobre “esos otros criollos” que fueron fieles a la monarquía y que tenían sus razones para hacerlo. Amaya se vale de un acervo documental amplio en donde consulta fuentes como pasaportes, partidas de diversos tipos, entre otros documentos que necesariamente no tienen una relación obvia con los itinerarios de la conciencia política de Umaña, pero que leídas con otra perspectiva le sirven para rastrear los múltiples contextos en los que Umaña se vio envuelto y cómo este se movió en ellos.

Frederick Cooper. Colonialism in Question. Theory, Knowledge, History. Berkley and Los Angeles: University of California Press, 2005. 7 Editorial Maremágnum. Contraportada. Enrique Umaña Barragán, 2014. 8 J. A. Amaya. “Enrique Umaña Barragán (1771-1854): Su conversión de presunto sedicioso...”. En: Revista Historia de la Educación Latinoamericana, vol. 16, 2014. 9 Dosse. La apuesta biográfica…, 68. 6

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Aunque Amaya en la biografía no hace explícito sus objetivos y el criterio de elecciones que hace sobre fuentes, episodios de la vida de biografiado, argumentos principales, entre otros, a través de su trayectoria investigativa sí es posible establecer una proximidad entre Amaya y el personaje elegido en función de sus investigaciones, de su sensibilidad y de sus compromisos. 10 El autor ha dedicado gran parte de sus investigaciones al estudio de la ciencia y de sus protagonistas en el Nuevo Reino de Granada. Ya desde varios años venía siguiendo las trayectorias de Umaña y sus transformaciones en el campo de la política y la ciencia. Esto tiene que ver con una mención que hace Dosse sobre la escogencia de un personaje en particular. Él se pregunta y le pregunta al biógrafo por qué vale la pena la vida de este personaje.11 Lo anterior tiene que ver con un propósito doble por parte de Amaya. Por un lado, escoger un personaje que pueda mostrar una experiencia paria (de las múltiples que ha habido) de un actor político de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, señalando sus transformaciones y contradicciones. Por otro lado, escoger un personaje que permita develar los múltiples contextos y urgencias de una época determinada. Junto a lo anterior, Dosse señala que el biógrafo nunca debe apartarse demasiado del protagonista de la biografía, no debe abrir el campo hasta hacerlo desaparecer en el paisaje del fondo.12 Sin embargo, siempre que no perdamos de vista que la biografía es algo fabricado resultante de una interacción, se abre la puerta a la posibilidad de leer una sociedad por medio de este recurso. Para Dosse, puede servir para hacer más inteligible un sistema social.13 El caso de Umaña arroja luces sobre la relación contradictoria de algunos “próceres” con el Estado absolutista, señalando también la diferencia y las zonas intermedias de 1794 y de 1810. En la biografía que escribe Amaya se hace una lectura de un Umaña que sacó provecho de la ruta hacia la “nueva república”, no sin antes haber sido encarcelado por sus conductas sediciosas. El autor logra mostrar en Umaña fracturas y complejidades en las trayectorias que este recorrió hasta convertirse en un destacado científico, atravesando muchas dificultades y “Entre las investigaciones precedentes del autor y en colaboración relacionadas con Enrique Umaña Barragán (EUB), a partir de ahora en las siguientes notas, pueden citarse: José Antonio Amaya, “El Ilustrado santafereño Enrique Umaña Barragán”, en La Familia Umaña, eds. Mauricio Umaña Blanche y Luis Fernando Osorio Umaña (en proceso de publicación); José Antonio Amaya y Diego Armando Varila, “Importancia del procesamiento archivístico de los expedientes del Consejo de Guerra. Caso: Enrique Umaña (1771-1854) (Santafé, Nuevo Reino de Granada, 1816)”, ponencia leída en las XII Jornadas Archivísticas organizadas por la Universidad de Guanajuato y la Red Nacional de Archivos de Instituciones de Educación Superior (RENAIES), Guanajuato, 13- 15 junio, 2012; Mutis al natural: ciencia y arte en el Nuevo Reino de Granada / Museo Nacional de Colombia, Bogotá, diciembre 2008 – marzo 2009; textos escritos en colaboración con Miguel Ángel Puig-Samper; ed. Ángela Santamaría Delgado (Bogotá: Museo Nacional de Colombia, 2009); “Cuestionamientos internos e impugnaciones desde el flanco militar a la Expedición Botánica”, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, no. 31 (2004): 75-118; La traduction espagnole inédite du “Tableau du règne végétal” de Ventenat. Ponencia presentada en el 118° Congrès national de sociétés historiques et scientifiques (Pau, 25- 29 octubre, 1993). Les naturalistes français en Amérique du Sud, XVIe-XIXe siècles, ed. por Yves Laissus (París: Ediciones del CTHS, 1995), 167182; “Enrique Umaña Barragán”, en José María Espinosa. Abanderado del arte y de la patria, catálogo de la exposición abierta en el Museo Nacional de Colombia, Bogotá, 19 octubre, 1994 – 29 enero, 1995; fotografías Julio César Flórez et al. Bogotá, Museo Nacional de Colombia, 1994; Diana Obregón Torres, ed., “Una Flora para el Nuevo Reyno. Las relaciones de Mutis y sus colaboradores con la botánica madrileña (1790-1808)”, en Culturas científicas y saberes locales (Santafé de Bogotá: CES, Universidad Nacional de Colombia, 2000), 103-159. Memorias del Tercer Coloquio del Programa Universitario de Investigación (PUI) sobre Ciencia, Tecnología y Cultura.” Ver: Amaya. “Enrique Umaña Barragán (1771-1854)…”, 66 (notal al pie 4). 11 Dosse. La apuesta biográfica…, 95. 12 Dosse. La apuesta biográfica…, 56. 13 Dosse. La apuesta biográfica…, 248. 10

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aprovechando otras tantas oportunidades. Una de las afirmaciones de Amaya sostiene que el despliegue de la vida de Umaña puede leerse como diferentes juegos de rebeldía de alguien que tenía obligaciones ineludibles con el mantenimiento del patrimonio de su familia, en ese sentido, muchos de los episodios que protagonizaría serían intentos de cambiar su destino.14 Bajo los postulados de Dosse, la biografía debe seguir el orden cronológico que permita mantener la atención del lector que persigue un futuro que desvela progresivamente la intriga.15 Así, precisamente la biografía de Umaña está compuesta por dieciocho apartes que enfatizan el periodo de la vida de Umaña desde su nacimiento hasta 1808, año en que fue nombrado corregidor de Zipaquirá e inicio otra etapa, alejado del trabajo científico que realizó en la Expedición Botánica. Una de las primeras secciones contiene datos biográficos, información sobre sus abuelos, quienes fueron mercaderes de Tunja, el nacimiento de sus padres y tíos. También se encuentra la partida de su nacimiento con fecha del 16 de julio de 1771. En este aparte se muestra el patrimonio de su familia, representado en una casa en las Nieves, una estancia en Bojacá y una hacienda en el Tequendama. En las menciones que Amaya hace sobre estos lugares profundiza sobre las características físicas del Tequendama y lo que significaban para personajes como Alejandro de Humboldt. Este era representado como “la más alta cascada del globo”, “iris de hermosos y brillantes colores”, “un nuevo mundo en donde se conoce la necesidad de filosofar”.16 A partir de ahí, Amaya se concentrará en los años de estudiante de Umaña en Hispanoamérica y posteriormente en los estudios que logra realizar en Europa luego de estar detenido en Cádiz, finalmente señala algunas funciones que Umaña desempeñó a su regreso. El objetivo de Amaya se enmarca en la iniciativa de desmitificar la leyenda hecha en nombre de la verdad histórica sobre los “próceres” y protagonistas de la independencia.17 En ese sentido, su investigación, más que descubrir un tipo ideal, trata de sacar a luz los conflictos, las múltiples posibilidades de actuar o padecer por las que Amaya pasó a lo largo de su vida. 18 Desde la propuesta de Giovanni Levi la biografía permite la pregunta acerca de la libertad de elección tomada entre las varias posibles en un contexto normativo incoherente. “Ningún sistema normativo está suficientemente estructurado para eliminar cualquier posibilidad de elección consciente, de manipulación o de interpretación de las reglas de negociación”.19 Lo anterior conduce la pregunta por el tipo de racionalidad puesta en práctica por los actores de la historia.

Amaya. “Enrique Umaña Barragán (1771-1854)…”, 66. Dosse. La apuesta biográfica…, 56. 16 J. A. Amaya. Enrique Umaña Barragán. Ciencia y política en la Nueva Granada. Bogotá: Editorial Maremágnum, 2014. 17 Dosse. La apuesta biográfica…, 99. 18 Dosse. La apuesta biográfica…, 258. 19 Giovanni Levi. Los usos de la biografía. Tomado de Annales ESe, núm. 6, noviembre de 1989, pp. 1333. Traducción de Araceli Rodríguez Tomp. 14 15

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Biografías como la de Umaña, escrita bajo el lente de Amaya, permite definir las bases de una racionalidad limitada y selectiva, e investigar la interrelación entre el grupo y el individuo estableciendo una correlación entre la experiencia común y el espacio de libertad del individuo. Lo anterior se encuentra profundamente relacionado con las nuevas reflexiones por las que el recurso biográfico se ha visto renovado. Para Dosse el hecho de considerar al hombre como fundamentalmente plural, atravesado por sus diversas pertenencias, modifica la manera de abordar el género biográfico. Así, la pluralización de las identidades ha permitido una serie de renovación de las biografías de los líderes políticos.20 Según Dosse, el biógrafo cree interesarse por una persona, pero lo que aborda realmente es una identificación colectiva. De esta manera, debe tener en cuenta esta especificidad y eso debería llevarle a observar más de cerca el juego de competencia política al escribir una biografía ante todo política. Ya que el hombre político se entrega a la fabricación de una imagen pública, y esta es la que cuenta por encima de todo. En ese sentido, una biografía que se preocupe por abordar la arista política debe ser sumamente sensible a la relación entre el individuo y sus múltiples contextos ideológicos. La tensión propia de la identidad política, aspecto que analiza Amaya en la transformación de patriota a realista en Umaña, tiene que ver con que en esta encuentra la dificultad de hallar fases de equilibrio estables en el personaje. Sin embargo, esta le permite recuperar el fascinante carácter imprevisible de la trayectoria personal. En palabras de Gilberto Loaiza “La mirada concentrada en individuos determinados parte de concebir que el individuo elegido condensa, resume o caracteriza una época; que da sentido sobre el comportamiento de un grupo de personas; que ese microcosmos puede ofrecernos una relación con el macrocosmos; que la pequeña historia de ese pequeño átomo nos remite a la gran historia de procesos que envolvieron a ese individuo.”21 Así, aunque los individuos sostengan un discurso singular, entre ellos forman también redes de sociabilidad que deben ser tomadas en cuenta por el investigador. La microhistoria ha permitido reactivar el género biográfico. Los estudios actuales se caracterizan por una variación focal del análisis, un cambio constante de escala que permite sacar a la luz significaciones distintas de las figuras biografiadas. Aflora entonces la percepción de la unidad por la singularidad y, al mismo tiempo, la pluralidad de las identidades, de los sentidos de una vida. Para Dosse, más que narrar una vida, el relato biográfico narra una interacción presente utilizando como intermediaria una vida.22 Así, lo singular contiene lo general, que puede ser comprendido a través de una figura en particular. En otras palabras, la biografía permite acceder a la universalidad a través de la singularidad

Dosse. La apuesta biográfica…, 314 – 316. Loaiza. “El recurso biográfico”, 10. 22 Dosse. La apuesta biográfica…, 248. 20 21

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El texto de Amaya se puede leer desde algunas líneas transversales. La más importante es la relación entre ciencia y política. Esto tiene que ver con que Amaya construye una biografía que trasciende el individuo y resalta no solo los acontecimientos históricos, sino también la historia intelectual y política, dando lugar a un haz de experiencias posibles de la época. Desde la vida de Umaña se iluminan, en parte, las complejidades de las independencias americanas. La triada: individuo, política, y ciencia nos permite ver las conexiones, discontinuidades, rupturas y transformaciones que se inscribieron en un momento determinado a través de la franja de una experiencia humana. Partiendo de esta reflexión, otro de los apartes que construye Amaya sintetiza la inserción de Umaña en la vida intelectual del Nuevo Reino de Granada desde su admisión al Colegio del Rosario, una institución que significaba la forma más alta de legitimación el ámbito educativo. Umaña permaneció diez años en el Rosario. Allí, las clases de matemáticas tenían el nombre también de filosofía natural o nueva filosofía. Amaya muestra que a esta se le atribuían los más revolucionarios pensamientos, pues enseñaba física, mecánica y astronomía. Esto permitió que la enseñanza en el Rosario se distinguiera y significó un avance irreversible en la modernización de la educación colonial.23 En 1788 se graduó Umaña Barragán como Bachiller en Filosofía. Umaña era el primogénito del matrimonio constituido por Ignacio Umaña Sanabria con Isabel Barragán Gaitán. Juana María de Sanabria y Cuervo, su abuela, al momento de suscribir su testamento declaró que no sabía firmar. Amaya utiliza esta referencia no solo para enunciar lo que le fue dejado por parte de sus abuelos a Umaña, sino para ilustrar cómo en la generación de la abuela, es decir, los neogranadinos nacidos con vísperas de la Ilustración, el analfabetismo en nada comprometía la adhesión de la matrona en la cultura, a la que ella identificaba con su principal promotora, la Iglesia católica.24 En este contexto, otros sectores de la población femenina, como las monjas, se contaban entre las mujeres más cultas, siendo semi-analfabetas en su mayoría. El testamento de doña Juana María designaba a Umaña como miembro de la familia destinado a la formación sacerdotal. Esto le correspondía en principio por ser el mayor, también lo eximia del matrimonio y de la administración del patrimonio. Se buscaba formarlo en las más altas funciones eclesiásticas. Sin embargo, cuando Umaña Barragán se encontró con la tertulia de Nariño, sus horizontes cambiaron. Allí, descubrió un grupo de hombres jóvenes que dominaban el francés y frecuentaban las redes de comercio del libro. Su adhesión a los ideales de Filadelfia y la Revolución francesa eran sus formas de protesta contra el rey. Los miembros del círculo veían en las ciencias naturales uno de los fundamentos para la formación del individuo. El concepto de ciudadanía de Francisco Antonio Zea se fundamentaba en la educación en la nueva filosofía. Con esto, muchos de los miembros se atrevían a cuestionar

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Amaya. Enrique Umaña Barragán..., 25. Amaya. Enrique Umaña Barragán..., 32.

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la falta de cátedras universitarias en ciencias naturales. La falta de apoyo por parte de las autoridades virreinales para la reforma educativa de 1774 advertían el fracaso de Moreno y Escandón y del propio Mutis para reformar la educación. Esto le abrió campo a las críticas, por parte de los miembros de la tertulia de Nariño, a la administración del virrey José de Ezpeleta y Galdiano. Para Amaya, en toda esta situación se percibe un vacío de Estado que los criollos intentaron llenar a través de la formación de bibliotecas personales, el estudio autodidacta y el comercio intelectual entre amigos. En ese sentido, afirma Amaya que la universidad desempeñó un papel más aglutinador que formador. Para 1792, año en que testó la abuela, Umaña tenía estudios en derecho canónico a los 21 años. Así, optando por el derecho, dejo la vocación sacerdotal e ingresó a la tertulia de Nariño. Allí, estuvo expuesto a una serie de prácticas incorporadas a la sociabilidad, la disciplina autodidacta, el culto al libro, la oposición al sistema educativo colonial y una postura crítica frente al absolutismo. En 1794, Nariño y sus compañeros fueron acusados de traición a la corona por traducir, imprimir e intentar difundir la Declaración de los Derechos del Hombre. Ese mismo año, Umaña, Zea, S. Mutis, Cabal, entre otros, fueron apresados y llevados a Cádiz, allí permanecieron hasta 1799. Para Amaya, con el destierro se perfiló la posibilidad de que los neogranadinos se beneficiaran de una influencia cultural imprevista en Europa. Según el autor, nada indica con anterioridad a 1794 que los Umaña, los Cabal o los Mutis hubiesen imaginado viajes de estudio a Europa para sus hijos. Según Amaya, los problemas por los que estaba pasando la política interior española coincidieron con los ecos de la Revolución Francesa. El gobierno de Madrid estaba entre la represión que buscaba evitar el contacto de la monarquía con las ideas revolucionarias y las medidas favorables de la ilustración. Durante su cautiverio en Cádiz, Zea, Cabal y S. Mutis asistieron a algunos cursos del Real Colegio de Cirugía, donde J. C. Mutis había estudiado medicina entre 1749 y 1757. La situación de Umaña y de sus compañeros se arregló cuando Francia y España firmaron el Tratado de Basilea. El embajador francés aprovechó la coyuntura para intervenir en favor de su amigo Louis de Rieux, quien había sido preso la noche de los pasquines de Nariño. Con su liberación no tenía sentido el cautiverio de los neogranadinos. Liberados, se dirigieron a Aranjuez donde se presentaron frente al rey Carlos IV quien se comprometió a compensarlos por los agravios cometidos. Así, Umaña con el apoyo del rey se proponía a formarse como naturalista en Madrid y París, también esperaba concluir sus estudios en jurisprudencia. En Madrid, Umaña diversificó su formación de abogado participando en un curso de mineralogía en el Real Gabinete de Historia Natural. Según Amaya, la petición de Umaña sugiere un gesto de rebeldía ya que tras cinco años de ausencia, Umaña no tenía prisa de regresar a Santafé ni de retomar sus responsabilidades familiares, como la administración de la hacienda del Tequendama. Amaya también contextualiza los estudios de Umaña con los estudios

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de química de Jorge Tadeo Lozano anteriores a este. Por esa misma época José María Cabal también se estaba formando como botánico y químico. Para Amaya, tras la muerte del Superintendente de Minas del Reino, la carrera de estos tres naturalistas tendría un papel central en los saberes de la Expedición Botánica y en el mundo científico de la República en la década de 1820. En ese mismo contexto Umaña pidió ante el rey recibir su título de abogado. En 1800 se aprobó su solicitud y Umaña se convirtió en el primer criollo en sustentar una tesis doctoral ante el Consejo de Indias. Este mismo año quedó habilitado para litigar en calidad jurisconsulto del propio Consejo y de todas las audiencias, tribunales, y juzgados de los reinos y provincias de Nueva España, Perú y Nueva Granada. Para Amaya, este título adquirido a los 29 años de Umaña le permitió, entre otras cosas, entrar a la adultez. Sin embargo, a poco tiempo de recibir su título Umaña le comunicó al rey que su verdadera vocación se encontraba en la historia natural. Esto se juntaba con los planes de J. C. Mutis para apoyar el traslado de Zea, S. Mutis, Cabal y Umaña a París para que completaran sus estudios en ciencias naturales. Así, en el caso de Umaña, la Corona le extendió un pasaporte para que se trasladara a París junto con una pensión de mil pesos fuertes. En París, Umaña estableció relaciones con científicos e instituciones del mundo de la historia natural. Allí también Zea elaboró un Proyecto de reorganización de la Expedición Botánica, que quedó listo entre 1801 y 1803, en este Umaña figuraba como responsable de la sección de mineralogía. Para Amaya, la propuesta de reformar la Expedición era uno de los aspectos de una reflexión más amplia acerca de cómo la nación española y sus colonias iban a encarar los efectos de la naciente revolución industrial. Con tales consideraciones se buscaba incrementar la productividad de la agricultura y los beneficios del comercio mediante la introducción de las ciencias, en particular de la química. Bajo el nuevo orden, la Expedición se presentaría como una escuela experimental ocupada del establecimiento de la historia natural, con buenos profesores para reanimar el comercio. Para Amaya, no es exagerado afirmar que el Proyecto de Zea se define como un plan de reforma económica y social, más que como la loable aspiración de renovar la Expedición. La asesoría descentralizada y fundada en lo práctico eran los objetivos principales de Zea. El proyecto nunca se llevó a cabo ya que Zea fue nombrado segundo profesor del Real Jardín. Según Amaya, esta aproximación permite hacerse una idea de la experiencia académica de Umaña en París. También expone, hasta cierto punto, los compromisos científicos y educativos con el Nuevo Reino y con la política científica monárquica. En palabras del autor, Umaña formaba parte de una generación que estaba llamada a preceder a Mutis.25 Así, se desplazaban de la política a la ciencia los ideales y esfuerzos de Umaña, quien ahora esperaba integrarse al real servicio con el objetivo de fundar la sección de mineralogía de la Expedición. 25

Amaya. Enrique Umaña Barragán..., 77.

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De regreso al Nuevo Reino, el gobierno español le concedió a Umaña una importante gratificación de quince mil reales vellón con el objeto de que creara una colección de mineralogía. A mediados de 1802, Umaña desembarcó con una colección de libros que impactó en los círculos locales. Habiéndose instalado, Umaña se vinculó a la Expedición Botánica. Con la presencia de los Mutis, de Caldas, de Lozano y Umaña, quedaron diversificados los saberes de la Expedición y representadas las ciencias naturales principales (zoología, botánica y mineralogía), junto a la astronomía, la física y la geografía. Para Amaya, es importante entender la coyuntura en la que Umaña se vinculó a la Expedición. A finales de 1802 se había concluido en Santafé el Plan razonado de un cuerpo militar de ingenieros mineralógicos. En este, los militares se hallaban empeñados en crear una infraestructura oficial paralela con sede en la capital, con una biblioteca, un gabinete de historia natural abierto a todo el público, un laboratorio químico, entre otros. Según Amaya, el Plan puede identificarse como una propuesta de origen local. Su finalidad era crear un cuerpo militar de ingenieros mineralógicos destinado a estimular un comercio “ventajoso y útil” con España mediante la protección de la moneda. Los militares se proponían controlar la propiedad y la explotación de las minas, alegando que los propietarios de estas debían cederle espacio al conocimiento científico y técnico para su mayor provecho. Sin embargo, los militares excluían del Plan a todo civil así fuese formado en historia natural. Como anota Amaya, en este proyecto se propone una relativa descentralización de las ciencias en contraste con la vocación centralista de la Expedición de Mutis. Con Umaña, convertido en un crítico miembro de la Expedición, Mutis consiguió un aliado para hacerle frente a la propuesta militar. En efecto, Umaña para ese momento ostentaba de varios diplomas obtenidos en Madrid y París, era corresponsal del Muséum national d’histoire naturelle, tenía una gran colección de libros de minería y también minerales. Era reconocido en todo en Santafé y esto hacía que la propuesta militar perdiera sus oportunidades. La fortuna de la familia de Umaña le permitió vincularse en calidad de “voluntario” a la Expedición. Así, se propuso formar la mineralogía del Nuevo Reino. Al mismo tiempo J. C. Mutis trabajaba en la Flora, Caldas en el mapa del virreinato y J. T. Lozano en la Flora Cundinamarquesa. Como miembro de la Expedición, Umaña intercambió en varias ocasiones correspondencia con científicos como Étienne Pierre Ventenant y René Just Hauy, miembros del Instituto de Francia. Las colecciones que Umaña les enviaba sobre sus investigaciones en el Nuevo Reino fueron publicadas en París. Desde la perspectiva de Amaya, Umaña tuvo una estrecha relación con Ventenant, en términos de colector-autor, los envíos de este a Ventenant traducen su deseo de ser integrado al Institut National de France. La formación y experiencia de Umaña indujeron al Cabildo Secular de Santafé a presentarlo ante la Corona para la fundación y dirección de una escuela de mineralogía en esta ciudad. El Cabildo se refería a una escuela y no a un cuerpo militar, lo que sugiere según Amaya,

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que optaron por la propuesta de un miembro de la Expedición. Esta escuela se hacía necesaria, en los argumentos del Cabildo, por las abundantes minas existentes en el Nuevo Reino y porque no existía allí nadie que pudiese sacarle provecho. En estas condiciones, Umaña era postulado para desempeñar uno de los cargos científicos de mayor responsabilidad en el Nuevo Reino. Hacía 1808, Umaña fue nombrado corregidor de Zipaquirá. Para Amaya, este evento finaliza el periodo biografiado de Umaña, ya que debido a este nombramiento, Umaña empieza un nuevo periodo de su vida. La investigación de Amaya recorre unos treinta y cinco años que se extienden desde el nacimiento de Umaña en 1771 hasta el final de su carrera científica en 1810. Umaña se mantuvo leal al gobierno español sobre todo cuando los borbones habían tomado el control. A pesar de los agravios sufridos, la Corona lo había cubierto de compensaciones y honores, brindándole la oportunidad de construir una carrera científica impensable para cualquier criollo. Así que mucho le debía al rey, Umaña esperaba que la invasión francesa fuese temporal para así poderle demostrar su fidelidad a la Corono y a América.26 Cuando el Virrey Antonio Amar y Borbón se encontraba en el poder acusó a muchos corregidores de patriotas y los destituyó. Pero Umaña permaneció en su puesto defendiendo la causa española contra los franceses. Umaña, convertido en corregidor representaba por un lado, un gobierno en transición (representando la Junta Central que gobernará hasta 1811) y por otro, posponía sus obligaciones con la administración de la hacienda del Tequendama. Para Amaya, Umaña terminó acumulando en Europa muchas experiencias invaluables que mantuvieron y ampliaron el patrimonio de su familia. Pero lo esencial es que allí en prisión transformó su conciencia política y sacó provecho de la coyuntura del momento. Estudió en Madrid y parís y presenció la invasión de los Borbones. Así la Independencia para él, según Amaya, “sería un juego de niños”.27 Con su investigación, Amaya ha querido poner en tela de juicio una lectura rápida de la participación política y científica de criollos como Umaña, quienes erróneamente han sido leídos como el sustrato de los primeros brotes independentistas. Con esto, Amaya expone que en la memoria de la Independencia no solo pueden recordarse aquellos criollos que se sublevaron, marginando a quienes se mantuvieron fieles a la organización monárquica. Amaya considera que el principio organizador de la vida de Umaña no es otro que su condición de primogénito de don Ignacio Umaña Sanabria, propietario de la hacienda de Tequendama, en la Sabana de Bogotá. La vocación de Umaña por el sacerdocio, sus tratos con Nariño, su entusiasmo con la Revolución Francesa, la Independencia de Estados Unidos, su participación en la noche de los pasquines sediciosos, y su protagónico papel en el desarrollo de la mineralogía del Reino pueden considerarse como juegos de rebeldía, desaciertos políticos y científicos de alguien que

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Amaya. “Enrique Umaña Barragán (1771-1854)…”, 74. Amaya. “Enrique Umaña Barragán (1771-1854)…”, 76.

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tenía obligaciones ineludibles con el mantenimiento y consolidación del patrimonio de su familia.28 Para Amaya, el deseo de Umaña por reorganizar el Estado y su anhelo por consagrarle la vida a la historia natural no fueron otra cosa que intentos fallidos de escapar de su destino. Por varias, razones identificar a Umaña como un republicano impide ver el tortuoso itinerario de su conciencia política durante la mutación de la Colonia a la República, y conduce a una negación de las experiencias espontáneas, estimando que en cualquier momento de su vida, Umaña fue siempre republicano. La investigación que Amaya construye con el acceso a un acervo documental amplio, a la documentación proporcionada por sus herederos, al lado de un aparato teórico interpretativo, que definitivamente se inscribe en lo que Dosse llama la biografía hermenéutica, acompañada de un conjunto de hipótesis y de decisiones sobre la mezcla de narración y explicación en la organización del relato y sobre todo, la conciencia de la continua tensión entre contexto normativo y libertad individual, hacen de su texto una biografía que explica mucho más que la vida de Enrique Umaña Barragán. Como lo señaló Loaiza, y como se puede leer a través de Amaya, el recurso de la biografía toma al individuo como se toma una aguja con hilo para zurcir un vestido y quizás se haya vuelto más importante el vestido elaborado que la aguja misma y, quizás también, la maestría del asunto consista en hacer buen uso de la aguja y del hilo.29

Referencias Amaya, J. A. “Enrique Umaña Barragán (1771-1854): Su conversión de presunto sedicioso...”. En: Revista Historia de la Educación Latinoamericana, vol. 16, 2014. ______________ Enrique Umaña Barragán. Ciencia y política en la Nueva Granada. Bogotá: Editorial Maremágnum, 2014. Cooper, F. Colonialism in Question. Theory, Knowledge, History. Berkley and Los Angeles: University of California Press, 2005. Dosse, F. La apuesta biográfica. Escribir una vida. Valencia: Publicacions de la Universitat de València, 2007, 55. Levi, G. Los usos de la biografía. Tomado de Annales ESe, núm. 6, noviembre de 1989, pp. 1333. Traducción de Araceli Rodríguez Tomp. Loaiza, G. “El recurso biográfico”. En: Historia crítica, no. 27, 2005.

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Amaya. “Enrique Umaña Barragán (1771-1854)…”, 66. Loaiza. “El recurso biográfico”, 12.

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