Sobre el Porvenir de Nuestras Escuelas - Ejercicio Metafórico

June 12, 2017 | Autor: S. Forero Ortiz | Categoría: Education, Culture, Friedrich Nietzsche, School, Metafora, Ilustración, Escuela, Ilustration, Ilustración, Escuela, Ilustration
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Descripción

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Ética Profesional
Santiago Forero Ortiz. Cód. 20121155051
Sobre el Porvenir de Nuestras Instituciones Educativas – Friedrich Nietzsche.
"Hay animales que aúllan cuando oyen música. Las gentes bien educadas que he conocido reían cuando se hacía referencia ante ellas a las bellezas del espíritu o las cualidades del corazón. Los lobos huyen cuando se enciende el fuego; lo mismo que estas gentes, cuando advertían en alguien una chispa de razón, se alejaban rápidamente como ladrones…"
Fragmento del "Hyperión".
Friedrich Hölderlin.
Reseña.
La capitalización de la cultura, vista como empresa reproductora de la información que sustenta las redes de significados sobre la existencia de nuestras sociedades, ha representado, contemporáneamente, en los contextos de sociabilidad, de micro y macro-escala, una nueva dimensión del conocimiento. Las sociedades fundamentadas en la cultura se configuran de acuerdo a la pertinencia de sus contenidos, contenidos que prometen ser un elemento indispensable en su cohesión y pervivencia, un sustento hacia el futuro, una base para su porvenir. Ciertamente, la cultura representa también, no solamente ese ámbito subjetivo del individuo; también logra entendérsele como una construcción colectiva del pensamiento, que en su mayoría llega a ser, discurso fundamentado en el reconocimiento legítimo de sus participantes y hacedores, reconocimiento mismo de esos contenidos y esos significados particulares que dan múltiples estructuras según la formación social a la que se pertenece.
En este contexto socio-político y cultural, la escuela, inmersa en la estructura de las sociedades como garante de su sostenimiento se presenta a sí misma como un elemento del sistema de formación social, que en primera medida imparte y distribuye esos conocimientos válidamente escogidos. La escuela aparece como un centro de la cultura donde la formación de sus integrantes es dirigida al sostenimiento de las sociedades; es una institución básica primaria donde confluyen saberes y conocimientos exteriores a ella.
Sin embargo, los intereses que rigen las sociedades de conocimiento y la cultura que éstas manejan enmascaran intenciones que no son observables a simple vista; puede afirmarse que la cultura también funciona desde una ética discursiva que se caracteriza por ser selecta, imperante y legítima. Se ha convertido en un instrumento de control público para las masas, donde no sólo basta resaltar las perspectivas del emisor y receptor cultural, sino también las relaciones de poder que medían a estas perspectivas. En un ámbito relacional, los significados impuestos por la cultura suponen canales informativos que permiten manipular y suprimir el pensamiento crítico-subjetivo e individual, homogeneizando a los sujetos bajo la estructura simbólica de la cultura única. Es aquí donde se abre el debate, donde la refutación de las empresas culturales actuales se hace necesaria.

"Sobre el porvenir de nuestras instituciones educativas" es una recopilación de conferencias dictadas Friedrich Nietzsche en 1872, al interior de la Universidad de Basilea. Estas conferencias ofrecen una mirada crítica del momento histórico en el que se sitúa la institución educativa, sus potencialidades y debilidades en cuanto se logra elaborar un abordaje alegórico frente a la presentación y el análisis de los problemas que, según él, deben enfrentar las escuelas pensando en a futuro, teniendo en cuenta su relacionar simbólico-constructivo con la cultura de dicho momento histórico. Nietzsche desarrolla sus ideas a partir de una narración constituida, a manera dialogal y metafórica entre un par de personas, con un hombre mayor, de pensamiento filosófico y su aprendiz.
La interacción y los comentarios que se presentan ofrecen metáforas conceptuales de profundo valor, que permiten establecer conexiones de sentido, analógicamente, frente a la problemática actual que presenta la cultura y la educación, su incidencia sobre la misma, y las nuevas configuraciones que está adoptando la enseñanza, tanto para ese entonces como en la actualidad.
Las metáforas surgen de manera explícita en las conversaciones. Pero el ejercicio analógico al contexto educativo presente y sus dimensiones es dado de manera implícita. Pero antes de resaltar algunas de ellas, desde mi parecer, las más significativas, quisiera dar un esbozo sobre las principales categorías que maneja Nietzsche en su discurso, con el ánimo de dar correspondencia a las alegorías conceptuales que en el texto se presentan.
En primer lugar, la alegoría al genio; surge como un actor y un ideal metafísicos, desde el cual se salvaguarda la invención y la meta-creativa de los antiguos griegos. Es el genio, quien ha sido formado desde su propia voluntad, donde es ésta misma la que guía su conocer. Es el genio, en su figura de sujeto, el que ejerce la cultura desde su autenticidad ontológica y su vínculo real con esa cultura. Es el genio, aquel que vislumbra la idealidad del conocimiento, la transpone en su tiempo prosaico y le otorga un valor individual, en tanto es ese valor mismo, una realización de su pensamiento. Su origen es metafísico, dada su pobre condición dentro de la realidad cultural; se ubica más allá de las construcciones (contradicciones) culturales de su tiempo, porque su pensamiento y obra se ciñe a los antiguos. Pero el genio también es el aquello que caracteriza a los hombres de la auténtica cultura. Es la dimensión contemplativa de la cultura, en la cual no refleja las pasiones del hombre ni sus deseos. Es el ejercicio real de la cultura, donde las pretensiones e intenciones de la masa no tienen lugar. Es la efectiva guía del espíritu hacia el conocimiento verdadero, eterno.
Como segundo, la alegoría a la cultura; la fomentación y difusión de la cultura pretendía ser uno de los alcances universales propuestas por el proceso socio-histórico y político de la Modernidad. Este proyecto surge en Europa, donde la tradición y corriente histórica que determinó a este continente, hizo que grandes pensadores ofrecieran luces a los problemas de su tiempo. La cultura, aquí dicha, se supone vista desde su contraparte, la barbarie, donde se sitúa la condición y la situación del sujeto que no perteneciera o no estuviese inmerso en las dinámicas de las nuevas sociedades. La Cultura Occidental surge como un discurso ético-político fundamentado en la racionalidad del pensamiento, en la verdad de la palabra. Y la escuela se convierte en su brazo fuerte para que el proyecto ilustrado dé a conocer su pensamiento único. Pero la cultura como la conocemos hoy en día no es de ningún modo, similar a la de estos tiempos. La Modernidad tuvo grandes alcances pero también su espíritu se hizo contradictorio, sus lógicas colapsaron parcialmente y sus desarrollos dieron paso a la edad moderna. La cultura moderna es otra cuestión que aquí encuentra detracción y crítica por parte de Nietzsche. Dispone de dos sub-categorías que si bien, tienen una muy amplia mención en el texto, por su condición categorial, logran enmarcarse en dos categorías completamente distintas en relación a la cultura; se habla en primera medida de una auténtica cultura y una pseudo-cultura. Sin embargo, destacan el contenido de las conferencias, la incidencia de dos tendencias presentes en la institución educativa, y de las que son responsables los caminos que ha tomado la cultura; estos caminos encuentran su lucha en tanto que ambos quieren llegar al mismo lugar, simbolizado por la condición imperativa que requieren para realizarse al interior de las sociedades.
En el ámbito colectivo y subjetivo de las sociedades, la auténtica cultura y la pseudo-cultura hallan su lugar de confrontación; ambas querrán mentes dispuestas a escuchar sus principios. Sin embargo el concepto de "masa" anula ambas dimensiones de lo social, subyugándolas a la informidad. Supónese mejor, el contener a la masa bajo el límite de la cultura en proceso de difusión y masificación, dado que tiene mayor alcance, su efecto de cohesión es mayor, y, a su vez, resulta factible su capacidad de control. Ésta sería una correcta definición de pseudo-cultura; una ilusión de control que pretende poseer la auténtica cultura, limitando la autenticidad desde la aprobación colectiva, el sustento simbólico que legitima y ordena el pensamiento de manera única y homogénea. Esto desvirtúa la auténtica cultura, considerando que ésta, no encuentra límites en la caótica organización cognitivo-sensorial de la masa. Ya sin su valor, el estado de la cultura desciende desde esa autenticidad que le caracteriza hacia una miseria cultural, dado que se despoja al conocimiento verdadero (de los antiguos) de su verdadero valor, fundamentado en el compromiso espiritual y el deber ético frente al conocimiento. Sin embargo, la estrategia de la cultura por establecerse valida, supone un recubrimiento de sus dinámicas de falsa imitación cultural. En palabras de Nietzsche, (…) un barniz de cultura moderna con que (…) se ha cubierto este tiempo.
La alegoría a la auténtica cultura merece un apartado más adelante. Para concretizar esta alegoría a la cultura, nuestro autor afirma la existencia de ambas tendencias vistas así; la tendencia difusiva de la cultura y la tendencia diminutiva o de reducción. Tiene por objetivo la primera tendencia la expansión posible de la cultura, en el ámbito de lo físico y lo metafísico; de lo real y lo ideal; de lo divino y lo terreno. Para la segunda, propugnar una cultura idealizada no responde al momento actual, en donde el estado en formación requiere una herramienta que dé estabilidad a sus nacientes ideológicas y políticas, y propone entregar la cultura al estado en la indeterminación de su funcionalidad. Esto representa abandonar la esencialidad de la cultura, vista como la dimensión ontológica del desarrollo individual. Pasada a manos del estado, éste mismo invertirá sus pretensiones, reflejará su fuego y moldeará la cultura, tan cual como hará con sus conciudadanos. Desarrollará la docilidad por sobre la virtud, y ya nada le impedirá no controlar a la sociedad civil, dirigirla desde y hacia sus intereses próximos. La pseudo-cultura democratiza y hace accesible la cultura a la totalidad del pueblo, no sin antes determinando sus contenidos. Democratiza, en el sentido vulgar de quebrar la esfera del ingenio individual, al genio mismo, tanto como sujeto como ideal, que es anulado por ser considerado ajeno a la masa. Nietzsche lo redacta con expresiones como egoísmo selecto, epicureísmo inmoral de la cultura y solitarios de la cultura.
Muchos individuos conciben en sus intereses y sus aspiraciones, a la auténtica cultura, pero en realidad ésta sólo se encuentra al alcance de unos pocos, escogidos, iluminados por la esencia de lo que fue, esencia antigua que contiene las aproximaciones ideales del origen de la modernidad. Grecia se conformó como la única civilización de pensamiento y acción que logró dar una estructura simbólica a su pensamiento, acomodándola en la filosofía. Se hace importante conocer la cultura antigua de los griegos, dado que en estas se dio el cambio del pensamiento concreto al pensamiento abstracto, sincretizándose en el arte, la escultura, la arquitectura, la filosofía, y las letras (filología y poesía). Es la cuna de la auténtica cultura.
Como tercera alegoría, hallamos la alegoría de la barbarie cultural; ésta se representa desde las consecuencias que conlleva la pseudo-cultura. Representa el punto histórico en el que sucumbe la auténtica cultura frente a la pseudo-cultura. El cambio dimensional que se observa aquí, y que diferencia esta metáfora conceptual con el estado de miseria de la cultura, es que la barbarie cultural es practicada por los sujetos informes. La miseria, cabe aclarar, es el estado general de la cultura en tanto se hace instrumento de sujeción y uniformidad pública. Destaca el autor en esta condición de la cultura aspectos como la cultura rápida, entendida desde la capitalización de los individuos en función de fortalecer la economía nacional a través de la cultura del dinero. Al estado le interesa la utilidad de sus empleados, motivados por la ganancia del dinero. Centrar la cultura desde el dinero, y su aceptación por parte de la masa supone una degeneración barbárica del sujeto ilustrado, puesto que sus pasiones vuelven a invadirlo y crean un estado de lucha constante animada por y para el dinero. Las junglas urbanas se constituyen como centros culturales donde la posesión más preciada, aún por sobre la cultura, es el dinero, la ganancia. Se le llama así, con el calificativo de rápida, porque no da lugar al pensamiento reflexivo, al detenimiento crítico.
Su crítica, en este sentido, se basa en la democratización, ya antes vista. Refuta a la pseudo-cultura, entendida así como un elemento común a la masa, donde su verdadero sentido se desdibuja en las retorcidas formas que adopta. No logra encontrar una sólida base en la cual sustentar su condición de calidad cultural, como la autenticidad misma. En su mejor apartado, Nietzsche, lo describe de la mejor manera: la cultura común a todos es precisamente la barbarie. ¡Y es que ya no queda lugar para la creación, para el espíritu, para la motivación! Los esfuerzos del genio se ven ensombrecidos por la vanidad; se pierden en la indisposición del pensamiento. Arden como esa hoguera que ahuyenta los lobos en las noches, pero que en cualquier momento puede desfallecer.
La alegoría del periodismo, cuarta alegoría presentada en este texto, explicita la unión entre las dos tendencias que componen los polos opuestos de la cultura:
"…efectivamente, en el periodismo confluyen las dos tendencias: en él se dan la mano la extensión de la cultura y la reducción de la cultura. El periódico se presenta incluso en lugar de la cultura, y quien abrigue todavía pretensiones culturales, aunque sea como estudioso, se apoya habitualmente en ese viscoso tejido conjuntivo, que establece la articulaciones entre todas las formas de la vida, todas las clases, todas las artes, todas la ciencias, y que es sólido y resistente como suele serlo precisamente el papel de periódico En el periódico culmina la auténtica corriente cultural de nuestra época, del mismo modo que el periodista -esclavo del momento presente- ha llegado a substituir al gran genio, el guía para todas las épocas, el que libera del presente." p. 12-13
Sucede que la pseudo-cultura en su expresión periodística funciona a manera de producción en masa (y para la más) de información. Cultura representativa, interactiva y adictiva que redefine los sujetos sociales a partir de parámetros estéticos (siendo un ejemplo objetivo) y de pensamiento. Las tendencias informativas funcionan de manera fugaz, en tanto que suceden en el tiempo como ciclos informativos, donde su carácter de tendencia, se establece en la inconcreción de sus contenidos.
Además, la figura del genio aparece sustituida por la del periodista, quien no es más que un sujeto de re-conocimiento, que no conocimiento auténtico, donde su producción se limita a mostrar la realidad desde la perspectiva de la pseudo-cultura. Reconocida la figura del periodista y reconocido su discurso, se establece un oligopolio sobre el conocimiento del que participan la falsa cultura del común, promovida por el estado en su interés de uniformizar la condición valida del conocer, y el periodismo como canal que media éstas relaciones entre la cultura y sus sucedáneos. Es la fuente de la pseudo-cultura, en la cual todos sacian su sed de perversión cultural, que se hace evidente en las impresiones que generan la cultura objetiva (revistas, periódicos, novelas, y en nuestros tiempos, televisión, radio e internet) en las jóvenes generaciones, cuyo espíritu es incapaz de discernir entre esa cultura recibida a la cultura propiamente debida. No se consiente acercamiento alguno a la auténtica cultura dada la fluidez y rapidez mediante la cual circulan estos discursos; la seriedad del periodista no se pone en cuestión, dado que es el único emisor de la susodicha cultura. El periodismo tiende a ser despreciativo por el hecho de situarse en el presente, aceptarlo sin dilucidar y re-producirlo sin cuestionar desde una postura crítico-propositiva. Hace víctimas de su poder a quienes lo reconocen como verdad establecida y única.
La quinta es la alegoría a la auténtica cultura o "espíritu alemán" y a la lengua alemana. Se nos plantea que el ejercicio de la autenticidad, vista desde la cultura, toma punto de partida desde la consagración real frente al conocimiento. No sucede lo mismo al hablar de pseudo-cultura, puesto que como se ha venido diciendo, la pseudo-cultura se posiciona en el ámbito de lo neutral, del posicionamiento de la masa, que no distingue de sus puntos de vista al poseer un único modo de comprender la cultura. Esta decisión de consagrarse al conocimiento sólo puede suceder en el plano volitivo de los individuos que se piensan dentro del camino que siguieron los antiguos al develar su mundo. Grecia se considera aquí como la auténtica patria de la cultura y, guardando su esencia, en su sentir y pensar, donde el secreto de la cultura se esconde; las aspiraciones a la auténtica cultura sólo toman lugar en una pequeña esfera de individuos en disposición y decisión de guiar sus vidas por la praxis de la genialidad. Ese espíritu caracterizó a los grandes hombres del pensamiento alemán; sus obras perduran por el hecho de realizarse en el marco dela autenticidad, donde el contenido de sus ideas, se vertió en el ideal griego. La poesía, la lírica, la música, la literatura alemana, se comprenden desde el sentir patrio de sus autores, quienes pertenecían a la patria física alemana y a la patria metafísica griega.
El debido conocimiento del desarrollo del pensamiento alemán por parte de los estudiantes en las escuelas, constituía una base sólida para el robustecimiento de su espíritu alemán. Se considera aquí que el carácter prosaico que caracteriza a la pseudo-cultura se hace evidente no sólo en sus producciones sino en la corrupción del lenguaje evidenciado en los productos que maneja; así pues, un espíritu incapaz de diferir sobre está incorrecta utilización del lenguaje, utilizaría estos códigos, los haría parte de su lingüística, y crearían un impedimento más al momento de compartir la auténtica cultura. Por eso las escuelas deben rescatar el valor de la lengua alemana como la manera mediante la cual, los maestros en su dimensionar pedagógico, lograran visibilizar un entendimiento correcto del pensamiento clásico alemán. La dimensión lingüística compone una parte fundamental de la auténtica cultura, dado que es su medio principal, garante de expresión.
La composición del genio suprime las pretensiones vacuas de libertad del espíritu. Lo hace considerando a la pseudo-cultura como una prisión de significados en las cuales ese espíritu llega a conocerse libre sin estarlo. El dominio del genio funciona como una llave para comprender el estado de dominio que presentan estos hábitos pseudo-culturales y así garantizar una libertad de creación, siguiendo la rigidez de lo virtuoso y lo bello. Recibe el nombre de cultura formal, ese estado de la cultura ya descrito, el estado común que es naturalizado mediante la legitimación de la masa.
Las escuelas modernas han desatendido esta composición de la genialidad en sus alumnos, justificadamente desde la incidencia de la pseudo-cultura en sus contenidos. La auténtica cultura no tiene lugar en su quehacer por el hecho mismo de la supresión de su condición como tal. No existe una figura guía en la escuela que permita develar los caminos hacia la antigüedad. Se hace ciega la manera en la que se imparte la enseñanza, donde no se visibiliza un final a la actividad del maestro.
Nietzsche deja abierta la posibilidad de la participación de la auténtica cultura en las escuelas; el entusiasmo, la innovación y la depuración del espíritu se convierten en las claves máximas para que el maestro y sus estudiantes no caigan en palabras del autor, "en ese fantasma brillante que se hace llamar la civilización y la cultura". Se vislumbra la necesidad de una autentica formación del pueblo alemán, pero no debe considerase esta formación la establecida en las escuelas, como una formación verdadera del pueblo. Precisamente porque es impartida desde los pilares de un estado sujeto a la pseudo-cultura; no es, precisamente de allí, donde mana la auténtica cultura. Ella misma proviene de esa patria metafísica, que define un destino maternal, donde nosotros escogemos, ser o no, hijos suyos.
La necesidad de una cultura auténtica se ve reflejada en la correcta educación, convertida en un hábito. En la siguiente alegoría, se expresarán las fortalezas y debilidades resaltadas por Nietzsche en el ámbito de la institución educativa, representadas por lo que él llama instituto del bachillerato.
La sexta y última es la alegoría a la institución educativa o "escuela moderna"; la necesidad educativa confluye en re-pensar el espacio y el individuo escolar. La escuela debería presentarse como un templo del saber en el cual debería hacerse común la vida de los escasos hombres de auténtica cultura. La cultura se dimensiona el en plano de la obediencia, que no sumisión, donde la obediencia representa el compromiso interior y la fuerza moral reflejada en la ética del conocimiento y la perseverancia se hace evidente desde la autenticidad. El perseverar en un oficio significa y dignifica en la realización interior de quien lo practica, quien se preocupa por hacerlo cada día mejor y nunca desfallece en su empresa. Esto conforma una convicción sobre la acción que es imposible constituir desde los puntos de vista comunes, la opinión, y el desinteresado quehacer pedagógico, limitado a la subsistencia.

Las Metáforas
Nietzsche, en su forma estilística de expresión, utiliza las metáforas para dar una mayor repercusión y profundidad a sus palabras; desde mi consideración personal, la metáfora se convierte en una poderosa herramienta crítica que permite establecer consensos de significación, en tanto que son una posibilidad de comprender y comprenderse en la complejidad que ofrecen los contextos educativos. Las siguientes metáforas logran múltiples elementos que, a mi parecer, denotan la condición actual de la educación y que además ofrecen conclusiones sobre la lectura:
(…) el auténtico problema de la cultura consistiría en educar a cuantos más hombres "corrientes" posibles, en el sentido en que se llama "corriente" a una moneda. Cuantos más numerosos sean dichos hombres corrientes, tanto más feliz será un pueblo." p.10
La comprensión de la capitalización de la cultura se visibiliza en la uniformidad y en el control. La producción en serie de información cultural debe corresponder a una estructura económica de oferta y demanda, donde las empresas culturales, acomodan sus intereses y reflejan sus pretensiones en sus productos culturales, los cuales responden a esa demanda socio-cultural. El hecho de producir información de manera masiva, responde también al hecho de producir y sustentar una subjetividad que otorgue un reconocimiento a dicha empresa. La masificación supone generar contenidos y contextos comunes, corrientes, donde el genio pierde toda su capacidad creadora y sucumbe frente al exceso de información. De aquí que los estados propulsen la producción cultural y sus bases, otorgando legitimidad al discurso que estas producen; garantía de felicidad será la ignorancia, y el pueblo no será formado como se forma a los individuos, desde la forma, sino desde la (s)in-formalidad. Una educación para la masa garantiza la falsa jerarquía natural del reino del intelecto.

(…) "Así, pues, dicho estudioso, exclusivamente especialista, es semejante al obrero de una fábrica, que durante toda su vida no hace otra cosa que determinado tornillo y determinado mango, para determinado utensilio o para determinada máquina, en lo que indudablemente llegará a tener increíble maestría."
La reproducción de la información permite reproducir de igual modo, las relaciones de poder presentes en las sociedades. Gran responsabilidad de que esto siga sucediendo recae sobre la institución escolar y de una manera especial, a la labor del profesional docente. No por seguir el esquema ideológico, se está en función de los requerimientos del sistema; por el contrario, al ser un individuo en capacidad de autonomía del pensamiento, el maestro presenta la oportunidad de generar puntos de quiebre desde su laborar pedagógico, y salir del círculo transmisivo del conocimiento sin fin, sin rumbo. Cosa contraria sucede en la actualidad laboral docente, al establecer cierto conformismo y naturalización de las prácticas educativas que permanecen ajenas a la labor del profesional docente. Es éste mismo parte de la barbarie cultural, al caer en la sumisión de la omisión, donde cree no poder ser agente de cambio y progresiva transformación. Ingresa en una zona de conformidad donde cree que su limitada acción pedagógica se justifica dentro de los requerimientos del sistema educativo; desperdicia gran parte de su potencial y continúa reproduciendo la condición precaria y miserable que, en general, acude a las instituciones educativas a manera de vicio.

(…) "ésa es la desgracia, y ése es el secreto del bachillerato actual. ¿Quién podrá conduciros hasta la patria de la cultura, si vuestros guías están ciegos, aunque se hagan pasar todavía por videntes?
Y continuando la metáfora anterior, hay quienes creen estar en condición de ser crítico-constructivos frente a las dinámicas y acciones relacionales que acontecen en la escuela no sin antes ver, la complejidad por la que atraviesan estas relaciones. El maestro imparte, siendo consiente o no, la pseudo-cultura, y en su discurso, el que lleva de su boca a sus estudiantes, hay trazas de la misma, suponiéndose verdadera y auténtica; usa la figura del maestro dócil para sostener su falsedad.

(…) "Pero esa voz sonaría en vano, ya que, hasta para poder simplemente comprender una maldición y un anatema griegos, hay que poseer ya en cierta medida la naturaleza griega. En cambio, aquéllos son tan bárbaros, que se instalan cómodamente, como es costumbre en ellos, entre esas ruinas: llevan consigo todas sus comodidades y sus manías modernas, y después esconden todo eso entre columnas antiguas y monumentos fúnebres antiguos."
Sobre la comodidad, podría hacerse mención sobre ese conformismo, en tanto que naturalización de la barbarie, el caos cultural, donde la pseudo-cultura bombardea a diario las mentes de los estudiantes, destruyendo las muy firmes columnas del sabio pasado. Sin embargo, y ante la destrucción de la auténtica cultura, el hombre moderno se inmuta y prefiere, antes que construir de nuevo aquella estructura de sabiduría eterna, acomodarse en las mismas, a manera del invasor, que disfruta de su victoria de guerra, aun cuando no queda nada de que disponerse.

(…) "¿Has oído que, según la opinión de Aristóteles, la de ser aplastado por una estatua no es una muerte trágica? Y, sin embargo, ésa es precisamente la muerte que te amenaza. ¿Te sorprendes? Has de saber, entonces, que desde hace siglos los filólogos se afanan -pero hasta ahora con fuerzas insuficientes- para levantar de nuevo la estatua de la antigüedad griega, caída a tierra y aquí desplomada: efectivamente, se trata de un coloso sobre el que esos hombres, semejantes a enanos, intentan trepar. Enormes esfuerzos conjuntados, y todas las palancas de la cultura moderna, se aplican a ese fin: en todas las ocasiones la estatua, apenas alzada de tierra, vuelve a caer, y al precipitarse tritura a los hombres situados debajo de ella."
Los esfuerzos de las pedagogías alternativas han intentado dar un nuevo sentido al proceso de educación; la enseñanza y el aprendizaje constituyen también, no sólo un proyecto con miras pedagógicas sino que también debe contener en su ideal, fuertes bases filosóficas que le sustenten. Sin embargo, los resultados de estos esfuerzos por consolidar una salida al tradicionalismo que lleva consigo a la cultura única, se ven estancados por la falta de genialidad de estos recursos pedagógicos. Logran reconocerse algunas conquistas en el ámbito de lo ideológico y lo dominante dentro de la institución educativa; puede decirse que estos tiempos hacen parte del inicio de una reformulación y re-estructuración político-pedagógica, que de cara al futuro logre nuevas propuestas y nuevas actitudes y aptitudes docentes que evidencien una formación, una ética profesional debidamente ejercida desde la coherente forma de sentir, actuar y pensar.

Por el momento el proyecto de construcción de esta estatua de la educación y la filosofía pasa el terreno de los pedagogos y los maestros. Y sus esfuerzos se verán enfrentados a la incesante contradicción que muestra la pseudo-cultura para que este monumento se alce en pie como fiel muestra de la perseverancia y la constancia de cambio y transformación. Por el momento, quienes sienten el peso de la estatua al caer, sus ruinas dispersas y la desesperanza, son los educandos.

(…) "Así, pues, los institutos pueden ser también ahora lugares en que se siembre la erudición, pero no esa erudición que es únicamente el efecto colateral -natural e involuntario- de una cultura encaminada a los fines más nobles, sino esa erudición que se podría comparar con la hinchazón hipertrófica de un cuerpo no sano."
En tanto que el crecimiento excesivo del conocimiento constituya un acervo de bienes culturales colectivos, debe existir una infraestructura ideológica que la sustente, ya sea desde su calidad por sobre la cantidad o, en un caso más realista, a la inversa. La erudición contiene a la acumulación de datos, mas no de conocimientos. Información que se recopila sin dar una finalidad educativa para la vida. Esto recuerda a las células tumorales que se hallan en dicha condición al perder cierta conformación genética que hace que su función se desvíe. Sucede también, si no se recuerdan los orígenes y el sentido del ser maestro, reflejados en la historia como un testimonio vivo de lo trascendental que llego a ser en su momento la formación educativa en la antigua Grecia, nos comprenderemos a para sí mismos dentro del noble camino del conocer.


"Cuando la filosofía pinta el claroscuro, ya un aspecto de la vida ha envejecido y en la penumbra no se le puede rejuvenecer, sino sólo reconocer: el búho de Minerva inicia su vuelo al caer el crepúsculo."
Filosofía del Derecho.
Georg Wilhelm Friedrich Hegel.



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