\"Símbolos y falcatas y el mito de las armas de parada\" Stilus 9, 2009, pp. 24-29

Share Embed


Descripción

24

hiems·mmdcclxii·auc STILUS 6, 2009, pp. 24-29

firmainvitada

ARMAMENTO PRERROMANO

Símbolos y falcatas Caballos, lobos, jabalíes y motivos vegetales decoran con profusión las armas ibéricas. Tanta filigrana parece indicar un uso suntuario, pero el profesor Fernando Quesada propone una hipótesis alternativa apoyándose en su conocimiento de la idiosincracia de las sociedades antiguas. Por Fernando Quesada Sanz.

: J.

o Fot ía arc

sG

Lui

Como es bien conocido, la falcata es una espada de doble filo, uno principal y otro secundario, que sirve para cortar de tajo y clavar de punta. Fue arma de infantes más que de jinetes, hecha en hierro con una o varias láminas de hierro soldadas a la calda, a cuya empuñadura se añadían unas cachas de hueso o madera. Se llevaba en una vaina de cuero con refuerzos metálicos, de la que normalmente solo se conservan las anillas y los pasadores para su suspensión mediante un tahalí que pendía del hombro y cruzaba el pecho. De la falcata hay muchas variantes y muchos tamaños, pero centrémonos ahora solo en su decoración. Una falcata se decoraba de muchas maneras, pues toda ella es en cierto modo un objeto de arte. En primer lugar la empuñadura está forjada a manera, bien de cabeza de caballo, bien de cabeza de ave rapaz, modelo este último característico en algunas zonas del Mediterráneo Oriental desde fechas muy antiguas. No es el caso del caballo, pero éste sí era un icono muy característico de la cultura ibérica, donde existe incluso una divinidad protectora de los équidos.

La empuñadura adopta pues una forma zoomorfa, ya tiene plasticidad por sí misma: las cachas, en madera, hueso o asta, quizá en marfil, la cubrirían y mejorarían, ya que estaban labradas para realzar más la cabeza de ave o de caballo insinuada en la lámina férrea que servía de soporte. En ocasiones el remache que sujeta la cacha al alma metálica de la empuñadura se sitúa donde estaría el ojo del animal, y en ese caso se podía clavar un dorado remache de bronce en lugar de en hierro1. La empuñadura puede complicarse mucho añadiendo elementos metálicos más o menos complejos, como en la falcata de Almedinilla que aparece a la izquierda. En la necrópolis de La Serreta de Alcoy (Alicante)2 se ha restaurado recientemente con especial mimo una falcata muy rica que tiene una empuñadura en forma de cabeza de caballo: la genialidad estriba en que el morro del caballo se ha metamorfoseado en la cabeza y fauces de un león que a su vez esta devorando algo... En el otro extremo de la guarda lateral hay otra cabeza de león más pequeña, que también devora otro objeto. Cuando vemos los detalles ampliados, nos damos cuenta de que las fauces están modeladas y damasquinadas, y que

25

INVIERNO·2009

lo que muerden las dos cabezas de león afrontadas es un par de cabezas humanas, el tamaño de las cuales no supera los siete milímetros, que se inspiran en las cabecitas de pasta vítrea de los collares púnicos (ver arriba, figura a). El esquema se repite en una falcata de Illora (Granada) (ver figura b). En otras piezas, como por ejemplo la ya citada procedente de Almedinilla, el artesano quiso imitar la forma de hacer de las anteriores, pero la serie de cabezas de felino devorando cabezas humanas, se ha simplificado y transformado en una barra metálica maciza. Muchas falcatas también presentan decoración en la hoja, como muestra la imagen superior derecha. En primer lugar es decoración la propia serie de acanaladuras más o menos complejas que cubren su superficie. Durante muchos años se ha dicho que su función era la de agravar las heridas en el combate facilitando la entrada de aire en la herida, creando además una mayor posibilidad de infección. Aunque no vamos a entrar en detalles ahora, esto no es así: las acanaladuras aligeran la hoja manteniendo una gran rigidez, y al tiempo decoran3. Cuando veamos una falcata bien conservada, hay que fijarse en el gusto y la elegancia con los que casi siempre se ha cincelado el metal, cómo se ha cortado en caliente para trazar series muy complejas de estrías

y acanaladuras. En ocasiones, además, estaban realzadas por frisos de damasquinados en plata que recorrían toda la hoja, resaltando y realzando más sus líneas. Así pues, decoración en plata y decoración “tallada” en el metal se complementaban. El artesano ibérico estaba pues utilizando el damasquinado en plata como refuerzo y complemento decorativo de las formas previamente cinceladas en la hoja de metal. Hay muchos modelos de acanaladuras, desde los más sencillos a otros bastante complejos que revelan un trabajo bastante cuidadoso por parte del forjador. Sin embargo en otras ocasiones encontramos “chapuzas”, como la de un artesano de Almedinilla que hizo las acanaladuras trazando dos rectas que forman una falsa unión4. Pero en las mejores piezas se trazaron acanaladuras anchas y estrías finas que convergen en un patrón extremadamente detallado y complejo, de una gran elegancia. Cuando hablamos de falcatas decoradas es frecuente pensar solo en términos de fina decoración damasquinada, pero como se indicó en el anterior artículo (ver Stilus 5), no podemos considerar nunca visualmente esta decoración si no es dentro del conjunto de lo que era la pieza, es decir, con su superficie de magnetita negra5, las acanaladuras, la empuñadura, los complicados motivos graba-

NOTAS

1) Sepultura 191 de El Cigarralejo, en

QUESADA, F. (1997): El armamento ibérico. Estudio tipológico, geográfico, funcional, social y simbólico de las armas de la cultura ibérica (siglos VI-I a. C.), Apéndice IV, n. cat. 526; Sepultura 243 Cigarralejo, n. cat. 243; Los Nietos, n. cat. Quesada 5093, etc. También CUADRADO, E., (1989): La panoplia ibérica de El Cigarralejo (Mula, Murcia). Murcia.

2) VV. AA. (2000): La falcata ibérica de la Serreta. Alicante.

3) QUESADA, F. (1988):, “Acanaladuras en las hojas de falcatas ibéricas”, en CuPAUAM 15, pp. 275-300.

4) QUESADA, F., (1997): El armamento ibérico. Lámina IIC.

5) QUESADA, F., (2000): Reseña de J.

Alonso, R. Cerdán e I. Filloi, Nuevas técnicas metalúrgicas de armas de la II Edad del Hierro, en Gladius, XX, págs. 313-317. Ver además COGHLAN, H., (1956-57): “Etruscan and Spanish Swords of Iron” en Sibrium 3, págs. 167-171.

26

hiems·mmdcclxii·auc

dos, desde dientes de lobo a espirales, y motivos de creciente complicación como las hojas de hiedra, trisqueles y motivos zoomorfos como dragones y otros elementos. Por ejemplo, la aparición de hojas de hiedra en la empuñadura podría considerarse como un motivo meramente ornamental, pero si tenemos en cuenta que en todo el Mediterráneo, desde el mundo griego al itálico, es un símbolo de inmortalidad, veremos el sentido de esas hojas de hiedra damasquinadas en plata de otra manera, con una perspectiva más rica. Igual que en el caso de la hiedra, tenemos otros motivos decorativos con los que ocurre exactamente lo mismo, es decir, que son mucho más que motivos ornamentales6. Así, en el extremo de una falcata de Almedinilla (Córdoba), al final de las acanaladuras, mirando hacia la punta, encontramos una cabeza de lobo con las fauces abiertas. El lobo es un animal muy característico de la iconografía ibérica, salvaje, agresivo, símbolo de fuerza. Cuando un guerrero ibérico

Los motivos decorativos de las armas cobran un nuevo sentido a la luz de la simbología de la Antigüedad clavaba su falcata en el vientre de un enemigo, el lobo, animal infernal, también le hería y mordía simbólicamente. No era ya solo el hierro de la espada, era la fuerza infernal que hay en el lobo lo que mataba al rival7. Al igual que en el caso del lobo, el jabalí también tuvo un significado que va más allá de la representación ornamental. En el mundo ibérico tiene un significado funerario y puede hacernos pensar que una falcata decorada con unos jabalíes en la cartela haya sido hecha para la tumba... Pero el jabalí también pudo ser el sobrenombre de la persona que encargó la

pieza, pues en la Antigüedad también había, como en el Medievo, motes que podían aludir a la fuerza, la fiereza o el valor (Corazón de León o Cabeza de Vaca son apodos que todavía resuenan). O tal vez quería ser el propietario tan fiero e impetuoso como el jabalí. Con todo, ¿es necesariamente excluyente que el jabalí fuera en esta espada un motivo ornamental, y además un apodo del propietario, y que además en el momento del entierro tuviera el valor añadido de constituirse en símbolo funerario? Casi con seguridad, no8. El mundo antiguo admite estas combinaciones y muchas más. En otra falcata, procedente de la necrópolis de Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla, Murcia) encontramos grabado, aunque de forma sumaria, un puñal y tres cabezas humanas cortadas que no son perceptibles a simple vista9. Pueden estos elementos reflejar tres victorias sobre tres enemigos a los que se habría decapitado, en un ritual muy frecuente en el Mediterráneo antiguo. O podemos hacer una interpretación menos compleja, y pensar que

Los artesanos itinerantes El artesano metalúrgico era una figura muy especial en el mundo antiguo. Era un personaje de conocimientos misteriosos, que tomaba el mineral opaco, o el metal en bruto, informe, y lo transformaba en objetos lujosos, en armas brillantes. No encajaba muy bien en ningún grupo social y era, en definitiva, un cierto outsider, más cuanto más primitiva es la sociedad que estudiemos. La producción del armamento ibérico era tremendamente artesanal. Se partía de un patrón mental ideal que lógicamente sufría algunas transformaciones en su realización práctica, al carecerse de maquinaria. Este resultado forjado a partir de un esquema mental era tomado por artesanos posteriores para la fabricación de

sus obras, que van a ir variando y divergiendo a partir del modelo original. Por eso el artesano que en una misma generación fabricó espadas, las hacía más o menos grandes, más o menos curvas o tensas, dentro de un patrón general ideal, sin que eso se deba más que al carácter artesanal y personal de la producción. Hay falcatas en un mismo momento cronológico y en un mismo yacimiento que adoptan una gran variedad de formas y tamaños. Una cosa era el herrero forjador del hierro y otra el especialista que realizaba el damasquinado, probablemente siempre o casi siempre personas diferentes. Calculo que, en una estimación conservadora, entre un 20 o un 30% de las falcatas ibéricas tuvieron decoración en

plata. En cuanto al damasquinado en plata pueden distinguirse tentativamente dos estilos decorativos. Uno que denominamos ‘estilo preciso’, donde el artesano es capaz de dibujar una enorme cantidad de información en una superficie diminuta, con trazos rectos y mucha precisión, y donde se distingue perfectamente cada elemento de la decoración; es por otra parte un estilo de tipo geométrico, bastante rígido, preciso y elegante pero sobrio. El segundo estilo lo hemos denominado ‘libre’; es más suelto y mucho más basto, y es donde con mayor flexibilidad se introducen elementos zoomorfos, plantas, cabezas humanas que corresponden a una visión estilística diferente, y probablemente a una capacidad técnica distinta,

27

INVIERNO·2009

el propietario del armas deseaba tener o había tenido muchas victorias, pero es tentador pensar que reflejaba el número exacto de ellas, tres. En el Mediterráneo Oriental hay monumentos, como el de un pilar licio en Xanthos, en el que los siete escudos grabados sobre el fuste se acompañan de un epígrafe en el que se da cuenta de un soldado concreto que abatió siete enemigos en batalla; luego el recuento de víctimas era una costumbre entre los pueblos mediterráneos y no solo entre los celtas10. Por otro lado, suele decirse que la ‘cabeza cortada’es un motivo de tipo celta, pero esto no es así: lo encontramos por todo el Mediterráneo, también en Etruria. En Italia tenemos unos referentes que no hay que buscar en Alemania o el norte de Francia. En otra pieza conservada en el Museo de Lorca (Figura 1) se conserva bien el metal, los cabujones y la plata11. Presenta un motivo geométrico que representa palmetas de cuenco geometrizadas, un motivo orientalizante que circula por el Mediterráneo

inferior. Se trata probablemente de obras de artesanos de habilidad inferior; solo en ocasiones encontramos figuras de animales de trazo preciso, pero la mayor parte de las decoraciones zoomorfas se realizaron en este segundo estilo más suelto e informal. Esta distinción y el análisis detallado de la amplia distribución geográfica de los yacimientos donde han aparecido las armas decoradas con estilo ‘preciso’ y estilo ‘libre’, ha hecho que nos planteemos qué tipos de artesanos pudieron hacer estos damasquinados. Encontramos piezas, como en la Serreta de Alcoy (Alicante) y en Illora (Granada), que son casi idénticas, donde el tipo de trazado y de trabajo indica que si no estamos ante la misma mano (cosa difícil de demostrar), estamos ante la misma concepción y formación estilística, muy próxima en pie-

desde el siglo VI a. C. y que el ibero interpreta estilizándolo y colocándolas en posición alterna. Las representaciones de liras y palmetas enmarcadas por dientes de lobo o por hojas de hiedra son características de las falcatas, siempre en el centro de estas cartelas de la empuñadura y siempre en la misma posición. No es casual que la sintaxis decorativa (la manera en la que el artesano ibero ordena en registros esta decoración de las falcatas) sea casi constante en todo el territorio ibérico, y seguramente tiene un significado que aún no entendemos del todo. Volveremos enseguida sobre ello. Si las hojas de hiedra son uno de los motivos más frecuentes, que aparecen no solo en la empuñadura sino a lo largo de toda la hoja, con un significado asociado a la inmortalidad, tampoco debemos despreciar las granadas o las adormideras que aparecen damasquinadas sobre otras falcatas, frutos cuyas propiedades narcóticas eran bien conocidas en la Antigüedad12.

zas que están muy cercanas en el tiempo, pero que han aparecido separadas por varios centenares de kilómetros. Esto también se observa en la ‘sintaxis decorativa’, en la forma, orden y relaciones internas que rigen la disposición de los elementos y motivos decorativos, y que es bastante rígida en el ‘estilo preciso’. La similitud entre productos tan alejados nos lleva a plantearnos dos alternativas: o bien hubo artesanos que trabajaban en ciudades y en talleres importantes, como Castulo, Ilici, etc.... y distribuían sus piezas en un área bastante grande (talleres ‘ciudadanos’), o por el contrario hubo artesanos itinerantes especializados de alto nivel que viajarían ofreciendo sus servicios de oppidum en oppidum, de ‘corte’ en ‘corte’, y por tanto en su vagabundear irían realizando sus productos en el estilo ‘preciso’

NOTAS

6) QUESADA, F., (2000): “De nuevo en

torno a contenidos simbólicos, decoración y artesanado en la Cultura Ibérica”. En VV. AA. La falcata ibérica de La Serreta. Alicante, págs. 23-30.

7) QUESADA, F., (1997): El armamento ibérico. Fig. 58.4 y Lám. IIIC.

8) QUESADA, F., (1989): Armamento,

guerra y sociedad en la necrópolis ibérica del Cabecico del Tesoro (Murcia, España). BAR International Series, 502, Oxford, págs. 269 y ss. y Fig. 104; El armamento ibérico, op. cit. Lám. IIID.

9) QUESADA, F., (1997): El armamento ibérico. Fig. 60. GARCÍA CANO, J. M., (1997): Las necrópolis ibéricas de Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla, Murcia). I. Murcia, pág. 199.

10) QUESADA, F., (1994): “Lanzas hincadas, Aristóteles y las estelas del Bajo Aragón”. en las Actas del V Congreso Internacional de Estelas Funerarias; de C. de la Casa (ed.); Soria, pág. 363. 11) QUESADA, F., MARTÍNEZ, A., (1995): “Un lote de armas procedente del yacimiento de Carranza (Huéscar de Granada) y la cuestión de las vías de comunicación entre Granada y Murcia”, en Verdolay 7, Homenaje a la Dra. A. María Muñoz, págs. 239-250. 12) QUESADA, F., (2000): “De nuevo en torno...” op. cit., p. 30 y nota 10.

e irían dejando imitadores menos dotados pero de mente más abierta que después harían sus piezas en estilo ‘libre’. En el Mediterráneo está perfectamente documentada desde época homérica la existencia de artesanos itinerantes, que es posible incluso intuir en el mundo tartésico, como en el túmulo de Setefilla. Los paralelos históricos y etnográficos, la existencia de estos dos estilos, los paralelos cercanos entre piezas muy alejadas, y otros datos que no podemos detallar aquí, nos pueden llevar a plantear la existencia de orfebres especialistas que viajarían de un sitio a otro ofreciendo sus servicios: eso explicaría muchos patrones observados en la decoración damasquinada del armamento ibérico, y coincide con observaciones similares realizadas sobre numismática y escultura monumental ibéricas.

28

hiems·mmdcclxii·auc

En los análisis realizados en los recipientes de algunas tumbas etruscas se han encontrado restos de amapolas, de adormideras, que se consumían en los rituales funerarios y fiestas, posiblemente porque su consumo sacaba al ser humano de su estado de racionalidad, trasladándolo a un estado de conciencia agudizada o alterada, y sumergiéndole en el mundo irracional, incluso onírico, algo que estaba más allá de la experiencia humana diaria. Por fin, tenemos incluso un solo ejemplar conservado en el Museo del SIP de Valencia (no se sabe bien si procede de Levante o de Andalucía) en el que se nos muestra una inscripción, un texto escrito incompleto en caracteres ibéricos, en el que figura un nombre y otra palabra, ekiar, que por unos se interpreta como “propiedad de”, otros como un cargo y otros como alusión de tipo fecit, “fulanito lo hizo”, como pieza firmada. Es un tema complejo cuya discusión sigue abierta13. ¿Armas de guerra o ‘de parada’? El cuadro que representa a Carlos V en Mühlberg pintado por Tiziano lo conoce todo el mundo, pero aunque millones conocen y han visto el cuadro, es poca en comparación la gente que acude a la Armería Real de Madrid a ver la armadura real que aparece pintada en ese lienzo. Desde nuestra perspectiva moderna, lo que importa es el cuadro, que pertenece a un arte “mayor”. Pero al opinar así estamos proyectando nuestra mentalidad moderna hacia el pasado. En tiempos de Carlos V tenía más valor (y desde luego era considerablemente más cara en varios órdenes de magnitud) la armadura que el cuadro; y eso que Tiziano era un pintor cotizado. Esta reflexión nos sirve para introducir un nuevo punto: la cuestión de las armas ibéricas decoradas como posibles armas ‘de parada’. Las falcatas que hemos visto tan decoradas, cubiertas de damasquinados son, al decir de algún especialista, armas de parada, armas funerarias o armas de lujo. Yo creo que esto no es así.

El criterio antiguo para definir que un arma fuera o no de parada es que tuviera el tamaño y el filo adecuados, que fuera funcional, no que estuviera ricamente decorada. A lo largo de la historia, y hay decenas de ejemplos, los nobles han marchado al combate con las armas más caras que han podido procurarse. Carlos V en Mühlberg combatió

con la armadura que pintó Tiziano, hay documentación de ello, y al igual que el emperador, los Duques de Alba y muchos otros generales en el Renacimiento. No solamente los hombres, también sus monturas a menudo llevaban armaduras cuidadosamente adornadas con damasquinados, con incrustaciones de oro y plata que en modo alguno detraían de su eficacia defensiva. El argumento empleado a menudo es que “al estar decoradas son armas muy delicadas para que se puedan dañar”. En realidad, el noble que se podía permitir una de estas armaduras se podía permitir eso y más, y por otra parte una abolladura o un golpe de espada era un blasón de honor y no un daño a la pieza14, por tanto no hay problema en que la pieza se estropeara. Primero porque se podía reparar o sustituir si fuera imprescindible, y segundo porque no era un desdoro, sino todo lo contrario. Así, tenemos multitud de armas hasta el Renacimiento que son de batalla, que están decoradas y que no son de parada. Solo en ese momento van a surgir armas y armaduras pensadas para la ostentación, y no para la batalla.

NOTAS

13) QUESADA, F., (1997): El armamento ibérico. págs. 122-123; ARANEGUI, C., DE HOZ, J., (1992): “Una falcata decorada con inscripción ibérica. Juegos gladiatorios y venationes”, en Homenaje a E. Pla Ballester, SIP Trabajos Varios 89, págs. 319-433. 14) En ocasiones incluso se dejaban las abolladuras causadas por impactos de bala de mosquete de ensayo que demostraban la calidad de la coraza ‘a prueba de balas’. 15) JUNKELMANN, M., (2000) “Familia gladiatoria: the heroes of the amphiteatre”, en Gladiators and Caesars, de E. Köhne y C. Ewigleben (eds.). Londres, págs. 31-74, especialmente págs. 38-40. 16) Para las armas persas, MILLER, M. C., (1997): Athens and Persia in the fifth century BC. A study in cultural receptivity. Cambridge, pág. 47; para las griegas, PRICHETT, W.K., (1979): The Greek State at War. Vol. III, págs. 242 y ss. con abundantes ejemplos.

29

INVIERNO·2009

En arqueología surgen a veces modas y una de ellas es pensar que cuando una pieza es lujosa automáticamente tiene que ser simbólica, funeraria y no funcional, y eso, a mi modo de ver, es falaz. Durante mucho tiempo se ha creído que los cascos de gladiador encontrados en Pompeya, porque eran muy pesados y porque estaban ricamente decorados, no eran cascos prácticos; recientemente se ha podido demostrar su funcionalidad15. Hay otros muchos ejemplos en la Antigüedad de armas ricamente decoradas que se llevaban sistemáticamente al combate. Es el caso de las máscaras de caballería romana, como la encontrada en el campo de batalla de la Varusschlacht. Por citar otros ejemplos, los griegos capturaron a lo largo de las Guerras Médicas espadas persas de hierro con empuñaduras de oro y marfil, que por lo demás eran perfectamente funcionales. Del mismo modo, el guerrero griego de la Antigüedad, incluso un curtido veterano como Jenofonte, «marchaba al combate —comenta W. K. Pritchett— con las armas más caras que podía permitirse»16. De hecho, un herido o un prisionero podía llegar a deber su vida al mismo hecho de llevar armas y armaduras muy ricas: ello indicaba su noble condición... e implicaba un posible rescate cuantioso. Si esta circunstancia es bien conocida en el mundo grecorromano, no veo por qué razón no podía ocurrir lo mismo en el mundo ibérico. No quiere esto decir que no hubiera armas sencillas, es solo una cuestión de si el propietario podía costearlas o no. Veíamos en el anterior artículo (ver Stilus 5) como los romanos conocían la debilidad de los iberos por las armas lujosas. Solo cuando encontramos armas en miniatura en un santuario, es decir cuando el objeto es claramente no funcional, podemos asegurar que se trata de un arma votiva, pero viene a ser más la excepción que la regla. Hay, eso sí, algunos tipos concretos de arma decorada que solo son parcialmente funcionales, y que tuvieron otro destino que la batalla. Es el caso de los llamados puñales Monte Bernorio (tipo III) que aparecen en la Meseta

Norte, con una vaina exagerada que se enredaría en cualquier cinturón y resultaría un serio estorbo en batalla. Caso similar es el de determinados puñales ibéricos de hoja triangular extremadamente ancha y muy corta (tipo IIA y IIB), decorados además con numerosos damasquinados, como se muestra en la página anterior. Estas piezas no solo están muy decoradas, incluso y sobre todo en la vaina, sino que son incómodas de llevar a la cintura, estorban, y su hoja o es demasiado pequeña o demasiado ancha para ser militarmente eficaz. El tahalí metálico del puñal bernoriano, cruzado sobre el pecho, y la propia estructura de la vaina, demuestran que el objeto no iba pendiente de la cintura, sino cruzado sobre el pecho, exhibiendo toda su decoración. En este caso, dichos puñales son, como en el Yemen actual, o como entre los sijs de la India, objetos que indican estatus, posición social, rango, pertenencia a una familia libre, y no exactamente un arma de batalla, y que probablemente se llevaban en ocasiones solemnes como asambleas o funerales como símbolo de estatus y no como indicio de posible agresión. La decoración sobre las armas ibéricas, en síntesis, nos ofrece una gran cantidad de información que hace de éstas mucho más que un objeto arqueológico. Fueron piezas dotadas de un riquísimo significado, carga simbólica intemporal y no exclusiva

del mundo ibérico. Recordemos, para acabar, unos versos del Beowulf, poema épico anglosajón arcaico, que refleja bien lo tratado, aunque haya por medio varios siglos: «Toma estos tesoros, tierra, ahora que nadie viviente / puede disfrutarlos. Fueron tuyos, en el principio; / permite que regresen. La guerra y el terror / han aniquilado a mi gente, cegado / sus ojos al placer y a la vida, cerrada / la puerta a toda alegría. Nadie queda / para empuñar esas espadas y pulir esas copas / enjoyadas; nadie guía, nadie sigue. / Esos cascos forjados, adornados con oro, se enmohecerán / y quebrarán; las manos que deberían limpiarlos y pulirlos están / quietas para siempre. Y esas cotas de malla, probadas / en combate, en un tiempo en que las espadas golpeaban / y sus hojas mordían los escudos y a los hombres, / se oxidarán, como los guerreros que las poseyeron. / Ninguno de esos tesoros viajará a tierras distantes, / siguiendo a sus Señores. El brillante sonido / del arpa, el halcón que cruza la sala / sobre sus alas ligeras, el garañón pateando / en el patio... todos muertos, criaturas de todas / las razas, y sus dueños, arrojados a la tumba». ◙

PARA SABER MÁS: • QUESADA, F. (1992): Arma y símbolo: la falcata ibérica. Alicante.

rio”, en III Reunió sobre Economía en el Mon Ibèric, Saguntum Extra 3; Mata C., Pérez G. (eds.).

• QUESADA, F. (1997): El armamento ibérico. Estudio tipológico, geográfico, funcional, social y simbólico de las armas de la cultura ibérica (siglos VI-I a. C.).

• QUESADA, F., ZAMORA, M., REQUENA, F., (2000): “Itinerant smiths in the Iberian Iron Age?”, en Iron, Blacksmiths and Tools. Monographies Instrumentum 12; Feugère, M., Gustin, M. (eds.).

• QUESADA, F. et alii (2000): “¿Artesanos itinerantes en el mundo ibérico? Sobre técnicas y estilos decorativos, especialistas y territo-

• QUESADA, F. y GABALDÓN, M. (2003): El caballo en la antigua Iberia. Madrid.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.