Siguiendo huellas en el monte: Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi

Share Embed


Descripción

SIGUIENDO HUELLAS EN EL MONTE • MONITOREO PARTICIPATIVO DE FAUNA Y CACERÍA EN EL MADIDI •

Horacio Lorini Rodríguez 2006

SIGUIENDO HUELLAS EN EL MONTE MONITOREO PARTICIPATIVO DE FAUNA Y CACERÍA EN EL MADIDI Horacio Lorini Rodríguez 2006

Primera edición: Depósito Legal: Diseño y diagramación: Editores:

Agosto 2006 Molina&Asociados Conservación Internacional-Bolivia Calacoto, Calle 13 Nº 8008 Telf.: 2797700 • Fax: 2114228 La Paz - Bolivia Web: www.conservation.org.bo E-mail: [email protected]

Fotos portada: 1 2 3 4

Fotos interior: Mapas y tablas:

5

1. © Horacio Lorini 2. © Horacio Lorini 3. © Pere Comas 4. © Pere Comas 5. © Pere Comas

© Pere Comas © Horacio Lorini © Horacio Lorini

Índice 1. Introducción ....................................................................................................................1 2. El Tigre y San Miguel ....................................................................................................5 El Tigre ..........................................................................................................................5 Historia.........................................................................................................................5 Población ......................................................................................................................6 Fisiografía .....................................................................................................................6 Relación de la comunidad con el bosque...........................................................................7 San Miguel .......................................................................................................................9 Historia.........................................................................................................................9 Población ....................................................................................................................10 Fisiografía ...................................................................................................................10 Relación de la comunidad con el bosque.........................................................................10 3. La fauna de San Miguel y El Tigre .................................................................................15 Diseño experimental .......................................................................................................15 Mapeo.........................................................................................................................16 Estimaciones de abundancia relativa .............................................................................16 Estimaciones de densidad..............................................................................................19 Resultados y discusiones..................................................................................................19 Abundancia y riqueza de fauna ....................................................................................19 Comparaciones de abundancia relativa entre las áreas de muestreo...................................20 Estimaciones de densidad..............................................................................................31 Variación mensual en las abundancias de fauna .............................................................33 4. La flora de San Miguel y El Tigre...................................................................................37 Métodos .........................................................................................................................37 Resultados ......................................................................................................................38 Abundancia y riqueza ..................................................................................................38

Similitud florística .......................................................................................................38 Fenología.....................................................................................................................38 Fenología de las especies más importantes .......................................................................40 5. Caza, pesca y recolección..............................................................................................49 Auto-monitoreo de caza y pesca ......................................................................................49 Consumo y aporte proteico ............................................................................................50 Ciclo anual de extracción de fauna ................................................................................53 Sostenibilidad de la cacería...........................................................................................54 Producción anual.........................................................................................................55 Área de cacería y cosecha anual .....................................................................................56 Sostenibilidad de la caza actual ....................................................................................57 Aporte económico de la cacería ......................................................................................58 Recolección de material vegetal......................................................................................59 6. Consideraciones finales ..................................................................................................61 Bibliografía.....................................................................................................................65

1. Introducción a flora y fauna silvestre constituyen una fuente real y potencial de ingresos para las personas. Históricamente, el bosque ha sustentado la vida de comunidades indígenas, proporcionándoles herramientas, material de construcción, medicinas y, sobre todo, alimento.

L

La fauna silvestre representa el recurso de mayor importancia para la alimentación y sin duda tiene un valor de uso para las comunidades amazónicas. Provee el mayor aporte proteico a su dieta y, simultáneamente, un ahorro monetario que las independiza de comprar carne de animales domésticos. El valor monetario que representa el consumo de carne de monte en el neotrópico es poco conocido y difícil de estimar, pues el consumo varía de una comunidad a otra y depende del estado de conservación del bosque y de las costumbres de cada comunidad (Tabla 1). A pesar de ello, el Tratado de Cooperación Amazónica (1995) efectuó una aproximación conservadora y preliminar al valor económico de la fauna silvestre en la Cuenca Amazónica, tomando en cuenta el número de habitantes y el promedio de consumo anual de carne de monte de la población indígena (71.500 ton/año) y colona (103.400 ton/año), concluyó que el valor del consumo de fauna silvestre era de 174,9 millones de dólares, los cuales no son cuantificados por los gobiernos amazónicos, pero tampoco por estudios sobre la economía familiar de las comunidades. Comunidades indígenas y campesinas del trópico boliviano reparten la mayor parte de su tiempo en actividades agrícolas y la caza de fauna silvestre. Aunque algunos autores afirman que los indígenas desarrollan a través de las generaciones, una cierta habilidad para leer las

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

señales de su ambiente, la creencia de que son cazadores conservacionistas natos carece de fundamento (TCA 1995). Alvard (1994) sugiere que la observación sobre un aparente equilibrio entre los pueblos indígenas y el ambiente está basada más en impresiones subjetivas que en datos objetivos. Actualmente, gran parte de la cacería que se produce en bosques tropicales no es sostenible (Ojasti 2000) y, lamentablemente, las antiguas tradiciones de cacería ya no existen en muchas áreas neotropicales, donde patrones nuevos de desarrollo están modificando el paisaje físico y humano. Debido a ello, la calidad del ambiente sufre una caída general, que se traduce en la disminución de los recursos faunísticos, y la pérdida del acceso del que antes se gozaba a materiales de construcción y medicinas tradicionales. Muchas comunidades del norte de La Paz, trabajaron en actividades eventuales que no les reportaron beneficios a largo plazo. La sobreexplotación de recursos naturales efectuada por ciertas familias, provocó la pérdida de especies maderables y de fauna silvestre en los bosques cercanos. Hoy, éstas comunidades se encuentran en la misma situación económica que la de hace 30 años, y probablemente con un ecosistema en peores condiciones. En este trabajo se determinó la calidad del ecosistema adyacente a una comunidad, en función a su uso, y a las presiones ejercidas sobre él, según sea la importancia del bosque desde el punto de vista indígena y campesino. A través del monitoreo de fauna y de cacería se brinda información sobre cuánto utilizan comunidades del bosque y cuánto tiene el mismo para ofrecerles. Conociendo estos aspectos, las comunidades podrán tomar

1

Tabla 1. Aporte nutricional de la carne silvestre en la dieta de diferentes comunidades indígenas amazónicas Grupo indígena

País

Consumo diario gramos de carne (gramos de proteína)

Fuente

Sirionó Jívaro Ye’kwana Siona Secoya Shipibo Campa Kaigang Trio Yanomamo Yanomamo Sharanahuea PROMEDIO MEDIANA

Bolivia Perú Venezuela Ecuador Perú Perú Brasil Suriname Venezuela Brasil Perú

278 (55,6) 278 (55,6) 143 (28,6) 326 (65,2) 47 (9,4) 651 (13,0) 95 (19,0) 130 (26,0) 143 (28,6) 2,282 (45,6) 273 (54,6) 195,6 (39,6) 205 (41)

Townsend 1995 Ross 1978 Hames 1980 Vickers 1980 Bergman 1974 Gavíria 1980-81 Henry 1964 Lenselink 1972 Hames 1980 Saffiro y Saffiro 1982 Siskind 1973

Fuente: Tratado de Cooperación Amazónica 1995

decisiones más acertadas acerca del manejo que deben darle a sus recursos.

ANTECEDENTES El Componente de Manejo de Fauna formó parte del proyecto de Manejo de Recursos Naturales en el Corredor Vilcabamba – Amboró (primera fase), ejecutado por las oficinas de Conservación Internacional (CI) de Bolivia y Perú. Fue financiado por un innovador mecanismo de distribución de fondos denominado “Fondo de Alianzas para Ecosistemas Críticos” (CEPF, por sus siglas en inglés), que promovió el intercambio de información entre los actores del “corredor de conservación” que se pretende consolidar entre la serranía de Vilcabamba en Perú y el Parque Nacional Amboró de Bolivia. El proyecto se inició en junio del año 2001, con una etapa de prospección que duró seis meses. En este tiempo se puso en práctica una metodología participativa de gestión, de modo que se visitaron 27 comunidades preseleccionadas. El proceso de preselección incorporó criterios técnicos definidos por el proyecto, cómo criterios de priorización sugeridos por áreas protegidas y gobiernos municipales de la zona (Lorini 2002a). En cada comunidad visitada se organizaron reuniones comunales, en las cuales se actualizaron los diagnósticos comunales efectuados por otras instituciones, se consultó las necesidades de la comunidad y se detalló las líneas de trabajo y apoyo de CI. En caso de encontrar coincidencias entre los objetivos de las comunidades y los de CI, la comunidad pasaba a formar parte de un pequeño grupo de comunidades preseleccionadas. De esta manera,

2

se identificaron seis comunidades elegibles para el proyecto: San Miguel, San Juan de Pocoata, Yurubamba, Tomoyo, Alto Colorado y Tacuaral. Por razones logísticas, se decidió intervenir en las comunidades de San Miguel, Alto Colorado, San Juan de Pocoata, Tomoyo y Yurubamba. En realidad, estas tres últimas se encuentran agrupadas en un mismo polígono de colonización y al concluir este proyecto, las mismas decidieron identificarse bajo un mismo nombre: El Tigre. En las comunidades seleccionadas, se inició un proceso informativo y de motivación a través de reuniones y talleres. Se solicitó a los participantes evaluar los talleres, todos los cuales fueron calificados positivamente (Lorini 2002a). A pesar de ello, y por decisión del Corregidor de Alto Colorado, esta comunidad decidió abstenerse de participar del monitoreo posterior.

Foto 1. “Primer Taller de Manejo de Fauna” en El Tigre.

Introducción

Desde abril 2003, el Componente de Manejo de Fauna ingresó a una segunda fase de financiamiento, ejecutada por el Centro para la Conservación de la Biodiversidad (CBC) de CI, la cual concluyó en abril del 2004.

Foto 2. Comunarios de San Miguel explicando su mapa de zonificación comunal durante el “Primer Taller de Manejo de Fauna” en San Miguel.

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

3

2. El Tigre y San Miguel El Tigre y San Miguel fueron las comunidades seleccionadas por el Componente de Manejo de Fauna como resultado de una etapa de prospección que el Proyecto de Manejo de Recursos Naturales efectuó en el Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Madidi, la Reserva de la Biósfera y Tierra Comunitaria de Origen Pilón Lajas, y sus áreas de influencia (Lorini 2002a). Estas comunidades manifestaron su interés por registrar sus actividades de cacería y conocer el estado de sus poblaciones de animales de caza (especies cinegéticas). Pero, además, fueron seleccionadas tomando en cuenta una serie de criterios técnicos y logísticos, así como las recomendaciones de las áreas protegidas, los municipios y otras ONG con experiencia previa en la zona. En este capítulo se detallan algunos datos socio-culturales de ambas comunidades, resaltando su relación y conocimientos en torno a la fauna silvestre y el bosque. Mayores detalles sobre su organización, economía e historia se pueden encontrar en los diagnósticos rurales participativos en los que se basa esta sección (CIPTA & WCS 2001, CARE & WCS 2002). Una información más pormenorizada sobre la fauna, flora y su aprovechamiento se desarrolla en los capítulos posteriores.

EL TIGRE El Tigre es un núcleo de colonización que aglutina familias quechuas provenientes de los municipios de Pocoata y Ravelo, de Potosí y Chuquisaca. Están ubicadas en el Polígono 2 del cantón de Ixiamas, un área saneada por el INRA y destinada a la colonización. El Polígono 2 se encuentra en la zona del Alto Madidi, sección noreste del Parque Nacional Madidi. Colinda al norte con polígonos de vocación forestal de dos agrupaciones sociales

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

del lugar (ASL), al sur y al oeste con el Polígono 3, que corresponde al área de amortiguamiento del Parque Nacional Madidi, y al este con propiedades privadas. Las tres comunidades están aglutinadas en un área “urbanizada” conocida como El Tigre, distante 63 kilómetros de Ixiamas.

Historia El Programa de Asentamientos Humanos del INRA comenzó el proceso de colonización del norte de La Paz ejecutando el saneamiento simple de 170.018 ha del cantón Ixiamas al norte de La Paz (Pacheco 2001). Una vez saneados y delimitados los polígonos, comenzó una etapa de difusión de las ventajas de la migración en comunidades. Cuando el INRA llegó a las comunidades de Pocoata, Yurubamba y Tomoyo, en Potosí y Chuquisaca, elaboró una lista de las familias que colonizarían el Polígono 5 de Ixiamas, comprometiendo la participación de 138. En noviembre del año 1999, un camión transportó a un grupo pequeño de varones que debía ocuparse de habilitar el área donde se asentaría la comunidad. Rumores acerca de las malas condiciones topográficas del Polígono 5 motivaron a los colonizadores a solicitar su cambio de residencia al Polígono 2, que era mucho más distante pero reunía condiciones “más aptas para la agricultura”. El nuevo polígono tenía una superficie de 6.205 ha y podía abastecer a los colonizadores anotados. El estudio y la certificación de la Capacidad de Uso Mayor de la Tierra establecían que el Polígono 2 podía ser utilizado en actividades productivas agropecuarias integrales, como la agroforestería silvopastoril, con asistencia técnica.

5

Los colonos llegaron con un par de guías locales que les enseñaron las bondades del bosque: Les mostraron los palos ideales para levantar sus viviendas, las palmas para techar y la fauna que normalmente se consume en la región. El tiempo era corto como para recibir más información. INRA consiguió apoyo del Programa Mundial de Alimentos (PMA-DRIPAD-PAIS) para el suministro de alimentos por un año, herramientas menores y semillas de hortalizas para los beneficiarios. Se logró también el apoyo técnico de la organización no gubernamental PAHS y el apoyo económico del Fondo de Desarrollo Campesino (FDC) para el financiamiento de las actividades productivas agroforestales iniciales. Lamentablemente, el cambio en la estructura y organización de los fondos en general (FIS, FNDR, FONAMA), y del FDC en particular, además de los cambios en las líneas de financiamiento, discontinuaron el apoyo de la ONG PAHS. Paralelamente, el proyecto BIRD de Conservación Internacional Bolivia inició el monitoreo de cacería y pesca, y un plan de chaqueos que permitiría utilizar las especies maderables que los comunarios pensaban tumbar para habilitar sus chacos. Aunque en realidad estas actividades fueron complementarias, pues el proyecto estaba orientado principalmente a detectar posibles amenazas sobre el Parque Nacional Madidi; sin embargo, sentaron las bases para que CI pudiera continuar trabajando en la zona. El Polígono 2 fue dotado como propiedad comunal en beneficio de “El Tigre”. Sin embargo, dadas las diferencias culturales de las tres comunidades que constituían este grupo, y los consecuentes conflictos internos, se decidió parcelar el polígono, primero en tres áreas (para las tres comunidades) y luego a escala individual, en contra de la planificación establecida por el INRA. Por esta razón, y por las constantes emigraciones de comunarios que volvieron a sus sitios de origen, hasta el año 2004, el INRA aún no había otorgado títulos de propiedad a la comunidad.

Población Es difícil precisar el número de personas que tienen como residencia permanente El Tigre, pues las migraciones hacia y desde la comunidad son permanentes. La mayor parte de las emigraciones se realizan por períodos cortos,

6

Foto 3. Niños de la comunidad El Tigre.

en los que familias enteras retornan a sus comunidades de origen para participar de la siembra y la cosecha, o cuando los varones salen de la comunidad para trabajar como jornaleros. Otra porción importante de emigrantes está compuesta por familias que, desanimadas por las enfermedades tropicales (principalmente la leishmaniasis), abandonan permanentemente la colonización. De igual manera, El Tigre recibe nuevos inmigrantes que generalmente pertenecen al Movimiento Sin Tierra (MST). Una muy pequeña cantidad de estos nuevos colonos permanece en la región. Por ejemplo, en 2003 llegaron más de 20 familias del MST a la colonización; después de que la comunidad las aceptó y delimitó sus terrenos, ellas se dedicaron a tumbar el monte y habilitar nuevas áreas para chacos; sin embargo, al cabo de apenas dos meses se habían ido todas excepto una. Al iniciarse este estudio, El Tigre contaba con 103 familias: 30 de Tomoyo, 48 de Pocoata y 25 de Yurubamba. Al finalizar, se estimaba que había siete familias en Tomoyo, 12 en Yurubamba y 40 en Pocoata. Podría decirse, con cierta confianza, que actualmente viven allí entre 60 y 80 familias, siendo el número promedio de miembros por familia de cuatro.

Fisiografía El Tigre se encuentra en la unidad fisiográfica de pie de monte y llanura aluvial antigua o llanura boscosa, con pendientes generales de 1 a 2% hacia el noreste. La precipitación media anual es de 2.100 mm, y la temperatura media anual de 26 ºC. Los suelos presentan texturas franco arcillosas (franco arcilloso arenoso y limoso). La estructura de esta unidad se clasifica como granular

El Tigre y San Miguel

mediana. Son suelos profundos de 60 a 120 cm con moderada pedregosidad y cementación. Las condiciones de humedad y drenaje son favorables para diversos tipos de actividad, principalmente por la humedad del suelo (INRA 1999). La vegetación está constituida por un bosque alto denso perennifolio, de tipo bosque húmedo tropical. El dosel superior alcanza los 40 m, y un segundo estrato es de 18 a 23 m aproximadamente. El sotobosque es ralo y está conformado por especies forestales en proceso de regeneración natural. Las especies maderables finas, como mara, roble y cedro, han sido casi exterminadas por la acción de las empresas madereras.

indígenas, pero son muy capaces de asimilar nuevos conocimientos sobre el bosque y aprender a manejar adecuadamente sus recursos. Por tradición, los quechuas son agricultores y los colonos de este origen tienden a transformar el bosque en áreas de cultivo. Los habitantes de Yurubamba y Tomoyo tienen esta concepción muy arraigada, así que son más resistentes a experimentar con el manejo integral del bosque. San Juan de Pocoata fue más receptivo a la visión de Conservación Internacional en torno al bosque y participó activamente en el proyecto de Manejo de Recursos Naturales. Con esta comunidad, se elaboró dos perfiles de proyecto para la construcción de una carpintería y un pequeño albergue para turistas.

Relación de la comunidad con el bosque Normalmente se atribuye a las comunidades emigrantes de los ecosistemas alto-andinos un conocimiento pobre del bosque. Esta apreciación no es del todo cierta, ya que a lo largo de la historia, aymaras y quechuas –pueblos migrantes por excelencia– han dejado rastros de su cultura en diferentes ecosistemas de Bolivia. En El Tigre encontramos que una cantidad importante de varones tuvo experiencias previas con ecosistemas boscosos, pues la mayoría trabajó temporalmente en el Chapare y en Santa Cruz. De hecho, estas experiencias previas fueron las que motivaron a estas personas a colonizar el norte tropical de La Paz. Por esto es más adecuado decir que los colonos no tienen el nivel de conocimiento adquirido por los

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

Usos de la fauna Al iniciar el proyecto, se determinó que los habitantes de El Tigre tenían conocimiento de 40 especies de vertebrados, de los cuales catalogaron a 22 como alimento, y a dos como materia prima para artesanías. Esta información fue ofrecida por los comunarios durante el Primer Taller de Manejo de Fauna en El Tigre. Sin embargo, al concluir el monitoreo de cacería y pesca, se evidenció la utilización de 36 especies, de las cuales: 18 eran mamíferos, 10 peces, 5 aves, y 3 reptiles (Tabla 2). Pero, además, dos grupos de insectos se utilizan con fines medicinales (Hymenoptera: Apidae y Homoptera: Cicadidae). También tiene un destino medicinal una especie de vertebrado (Boa constrictor).

7

Tabla 2. Animales considerados útiles por El Tigre, antes y despúes del monitoreo de caza y pesca Especie Mamíferos Anta Conejo Guazo Jochi colorado Jochi pintao Leoncito Maneche Marimono Pejiche Percuespín Puma Taitetú Tatú Tatú 15 kilos Tejón Tigre Tropero Urina Aves Mutún Pato Pava roncadora Perdiz Loro Reptiles Boa Lagarto Peta o tortuga Peces Bagre Bentón Blanquillo Mocotocoro Pacú Raya Sábalo Sardina Sobo Surubí

Usos conocidos antes de iniciar el monitoreo de caza Alimento Alimento Artesanía (tambores) Alimento Alimento

Alimento Alimento Artesanía

Alimento Alimento Alimento

Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento No especificado Alimento Alimento

Alimento Alimento Alimento

Alimento Alimento Alimento

Parte que se utiliza

Carne Carne Carne Cuero Carne Carne

Alimento

Carne Carne Carne Uñas Carne Carne Carne Carne Carne Carne Carne Piel Carne Carne

Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento

Carne Carne Carne Carne Carne

Medicina Alimento Alimento

Grasa Cola Carne

Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Medicina

Carne Carne Carne Carne Carne Aceite Carne Carne

Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Adorno

Alimento

Alimento Alimento Alimento Alimento

Usos de la flora Los formularios de registro de la recolección de plantas mostraron que El Tigre utiliza 63 especies vegetales de la zona. Durante la etapa de monitoreo, fueron recolectadas 750 plantas, de las cuales se usan 697 (o sus partes): 377 plantas (54%) son empleadas en la construcción, 122 (17,5%) como leña, 66 (9,5%) como medicina, 61 (8,8%) en la artesanía, 58 (8,3%) en la alimentación, y el resto en otros usos menores.

8

Usos registrados durante el monitoreo de caza

Carne

La recolección la efectúa sobre todo el jefe de cada familia (así ocurre en el 71,8% de los casos). A continuación vienen los hijos, responsables del 19,5% de las recolecciones, la madre (7,8%) y finalmente las hijas (1%). Esto corrobora la apreciación de que los hombres poseen mayor conocimiento del bosque que las mujeres.

El Tigre y San Miguel

SAN MIGUEL San Miguel es una comunidad ubicada en el extremo sur de la TCO Tacana. Su área de uso comunal se sobrepone en parte con el Parque Nacional Madidi, con el cual colinda hacia el sur y el oeste; hacia el este limita con la Reserva Pilón Lajas y al norte con la comunidad de Villa Alcira. La comunidad se encuentra rodeada por la Serranía del Bala y el río Beni, en una pequeña hoyada que comparte con Villa Alcira. En el área comunal de San Miguel se encuentra el Estrecho del Bala, un recurso de importancia estratégica para el país, que fue objeto de debate entre organizaciones ambientalistas y promotores de una represa hidroeléctrica que inundaría grandes áreas de la Reserva Pilón Lajas y el Parque Nacional Madidi. San Miguel es una comunidad indígena. Su área comunal tiene una extensión de 2.569 ha, y su área de manejo de recursos alcanza las 7.771 ha. Dista a siete kilómetros de la localidad de San Buenaventura, pero sólo se puede llegar a través del río Beni, en 30 minutos en deslizador con motor fuera de borda y en 50 si se usa un peque-peque.

Historia Los primeros pobladores de San Miguel llegaron hace más de cien años. Varios venían de Apolo, para trabajar en la quina. Posteriormente, nuevas familias de Tumupasa, Alto Beni, San José de Uchupiamonas y Apolo llegaron a la comunidad para asentarse permanentemente. La primera comunidad se ubicó en la segunda loma de la Serranía del Bala. Los primeros pobladores escogieron este lugar para no estar en una zona de bajío, pero poco después se trasladaron porque no había agua cerca. La segunda comunidad se construyó en la tercera loma de la Serranía del Bala, cercana a un ojo de agua de donde se abastecían por canaletas de hoja de palma. Hacia 1970, la comunidad decidió cambiar una vez más de localización, hasta el lugar donde hoy se encuentra, a orillas del río Beni. Desde siempre existió una buena relación con la gente tacana de Tumupasa, que se reforzó a partir de 1965, cuando los pobladores de San Miguel hicieron prestación vial para limpiar el camino de acceso a este poblado.

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

Según cuentan los comunarios, la presencia de animales silvestres cerca de la comunidad y en sus áreas de cacería tradicional (ríos Tuichi, Iridia, Hondo y Beni) fue afectada por la llegada de las empresas petroleras. Entre 1975 y 1978 trabajó en la zona la empresa petrolera Andina, que abrió brechas con dinamita y un pozo cerca al río Hondo. En el año 1983 llegó la empresa petrolera CGG, que abrió brechas de prospección explotando cargas de dinamita en el monte cercano a la comunidad, espantando así a los animales, sobre todo a los grupos de troperos (Tayassu pecari) que circulaban por ahí. Las acciones de la petrolera llegaron hasta el filo de la serranía. Esta empresa trabajó por un año y medio en la zona y contrató algunas personas de la comunidad. Hacia 1990 se inició el auge de la extracción forestal en la región, lo que agravó aún más la situación de los animales, pues tanto los empresarios como los cuartoneros alimentaron a sus trabajadores con carne de monte. Los hombres de la comunidad también participaron en las actividades madereras, y como cazadores para los grupos de cuartoneros. Por su cercanía a los pueblos de San Buenaventura y Rurrenabaque, San Miguel también comercializa en ellos una parte de la cacería que logra hacer. Aunque en el presente esta actividad está prohibida por resoluciones de la misma comunidad, todavía existen algunas familias que ocasionalmente venden carne de monte en la feria de Rurrenabaque, o por encargo. También en 1990, la comunidad, que originalmente incluía dos poblados en ambas bandas del río Beni, se dividió en dos, cada una a un lado. Una de las comunidades (la de dentro de la Reserva Pilón Lajas) se denominó Real Beni, y la otra conservó el nombre de San Miguel. La población de San Miguel no ha sufrido procesos de migración definitiva, aunque a partir de 1975 algunas familias con mayores recursos empezaron a enviar a sus hijos mayores a estudiar a Rurrenabaque. Esta tendencia se ha venido consolidando con el tiempo, y aunque los pobladores afirman su deseo de permanecer en la comunidad, muchos tienen viviendas propias o alquilan cuartos en Rurrenabaque para poder acompañar a los hijos que estudian en esa localidad.

9

Población

sencia de materia orgánica. La comunidad los usa para el cultivo de yuca. El segundo tipo de suelo tiene bastante materia orgánica, y por esto es el mejor para la agricultura; allí se cultiva arroz y maíz, El tercer tipo de suelo, que se encuentra en la playa del río, tiene grano grueso sin presencia de materia orgánica y sirve para los cultivos de maní y frijol.

Según el censo levantado por el CIPTA en agosto del 2000, la comunidad de San Miguel cuenta con 33 viviendas, de las cuales 31 (93,9%) albergan a una familia nuclear (pareja e hijos) y dos (6,1%) a un par de familias que viven juntas. Esto hace un total de 35 familias. El tamaño promedio de los hogares es de 5,97 miembros. La comunidad tiene 197 habitantes, de los cuales 111 (56,3%) son hombres y 86 (43,7%) son mujeres. La distribución de la población según sexo y edad se presenta en la Figura 1.

En el área de uso de los recursos, los suelos tienen mayor variabilidad. Se distinguen, además de los tres tipos de suelos anteriormente descritos, los siguientes: arcilloso, arcillo-arenoso y arenoso. Estos suelos se extienden desde la Serranía del Mamuqui hasta las orillas del río Beni. Los del primer tipo, que se caracterizan por ser muy pobres en nutrientes, son entre amarillos y colorados (por la presencia de óxido de hierro), y también negros, a causa del aluminio. Esta composición química los vuelve tóxicos; además, tienen un alto contenido de humedad con drenaje deficiente. Constituyen los suelos menos aptos para la agricultura, y lo correcto es mantener la vegetación que ha crecido sobre ellos. Por otra parte, los suelos arcillo-arenosos poseen muy poca materia orgánica y un drenaje semi-deficiente, y también tienen óxido de hierro y aluminio. Tampoco son suelos aptos para la agricultura. En cambio, los suelos areno-arcillosos tienen más materia orgánica que los otros, menos presencia de óxido de hierro y aluminio y mejor drenaje; por eso son aptos para el cultivo de la yuca.

Fisiografía El bosque de San Miguel pertenece a las siguientes unidades fisiográficas: bosque muy húmedo de pie de monte, bosque ribereño y bosque de serranía. Está ubicado entre los 250 y los 400 metros sobre el nivel del mar; el área comunal se encuentra entre los 227 y los 340 metros. Presenta una topografía con ondulaciones, que van desde la parte alta de la Serranía del Bala hasta la orilla del Río Beni, con pendientes de hasta el 60% (60 centímetros cada kilómetro) y barrancos prácticamente verticales. En el área de uso de recursos, el espacio entre los arroyos que corren de oeste a este varía entre 250 y 600 metros, y existen profundas quebradas en las orillas, con depósitos areno-limosos, poco permeables en algunas zonas. El área comunal presenta tres tipos de suelos: arenolimoso, limo-arenoso y arenoso. Estos suelos se encuentran en los lados occidental y central del área, y en las proximidades del río Beni, respectivamente. El primer tipo de suelo se caracteriza por ser pobre y con poca pre-

Relación de la comunidad con el bosque El bosque ha sustentado la vida de San Miguel desde siempre, proveyendo la alimentación, y contribuyendo

70 ó más 60-64 50-54 40-44 30-34 20-24 10-14 0-4 30

20

10

0

10

20

30

Fig. 1. San Miguel: distribución de la población según sexo.

10

El Tigre y San Miguel

a la salud y la economía de varias generaciones. La mayor parte de los comunarios posee un gran conocimiento sobre el bosque, tiene facilidad para reconocer las plantas y los animales, y las diversas formas de utilizarlos. Sin embargo, su relación con el monte ha cambiado en el último tiempo.

Foto 4. Niños de la comunidad San Miguel.

Los comunarios manifiestan que la creación del Parque Nacional Madidi el año 1995 cambió de manera abrupta su relación con el bosque, pues les impidió frecuentar las áreas que utilizaban. Es cierto que los límites del Parque fueron establecidos sobre las áreas tradicionales de caza, pesca y recolección (principalmente de jatata) de San Miguel, entre el arroyo Iridia y el río Tuichi, el arroyo Aguapolo y la ladera sur de la Serranía del Bala; pero es más probable que los cambios en la disposición de los recursos se hubieran dado con anterioridad a la creación del Parque y los comunarios no lo hubieran notado. Una evidencia de esto es el menor conocimiento sobre el bosque que tienen los jóvenes. La cercanía de San Miguel a Rurrenabaque y San Buenaventura contribuyó en gran medida a esto, pues San Miguel siempre participó, a su manera, en las tendencias modernizadoras de estas localidades. En la actualidad, los habitantes han relegado el uso del bosque a un segundo plano. Durante la realización de su diagnóstico rural participativo (CIPTA & WCS 2001), diez familias encuestadas señalaron que la actividad más importante para ellos era la agricultura, seguida de la cría de animales domésticos, la cacería, la pesca, la venta de fuerza de trabajo y, finalmente, el aprovechamiento forestal.

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

Usos de la fauna San Miguel utiliza 74 especies de vertebrados, de los cuales 30 son peces, 25 mamíferos, 13 aves y seis reptiles. 60 especies son utilizadas para la alimentación, 17 con fines artesanales y 15 son de uso medicinal. La mayor parte de las especies son destinadas exclusivamente a la alimentación (48), mientras ocho y cuatro especies son destinadas exclusivamente para uso artesanal y medicinal. Esto quiere decir que el 19% de las especies recibe usos múltiples (Tabla 3). Entre la fauna que se aprovecha de forma medicinal, hay especies que sirven para el mal de corazón (pico de tucán), para la tuberculosis (carne de carachupa), para la tos (como la manteca de tejon, el aceite de carachupa, el aceite de tigre y el aceite de raya), para las várices (como el aceite de marimono), y las que se utilizan durante el parto (aceite de pucarara). Los usos artesanales que se le da a la fauna son la elaboración de billeteras, carteras, cinturones, agarrapelos, tambores, flautas y plumeros. A diferencia de lo que ocurre en la comunidad de El Tigre, el conocimiento de las mujeres de San Miguel sobre la fauna es tan bueno como el de los hombres, e inclusive ellas recuerdan algunos usos de la fauna que los varones han olvidado. (Otros detalles sobre la cacería serán proporcionados más adelante).

Usos de la flora San Miguel utiliza una variedad muy amplia de plantas. Es difícil para los comunarios recordar los usos que se dan a todas ellas, y por ello una lista elaborada en base a una encuesta sería incompleta. Es normalmente en el bosque, durante un recorrido guiado, que los comunarios recuerdan los nombres y usos de todas las especies que conocen. De manera general se sabe que los hombres adultos cosechan 17 especies maderables; las mujeres los acompañan en la cosecha de otras cuatro especies, y todos participan en la de una más. Por otra parte, la familia entera participa en la cosecha de 16 especies de frutas del monte, mientras que exclusivamente hombres y niños cosechan siete especies (lúcuma, palma real, cacao, guapomó, huevo de michi, majillo y marfil). 15 especies medicinales forestales son aprovechadas exclusivamente por los

11

hombres, cinco son aprovechadas por todos, tres son aprovechadas por hombres y mujeres y una por hombres y niños. El recojo de leña es una actividad en la que participa toda la familia; la recolección de materiales de

construcción es una tarea de los hombres adultos y niños, con las mujeres participando en la cosecha de hojas para techado; finalmente, una especie es usada por los hombres para la curtiembre.

Tabla 3. Animales considerados útiles para San Miguel Especie Mamíferos Anta Ardilla Carachupa Chichilo Gato gris Guazo Hormiguero Jochi colorado Jochi pintao Leoncito Lobo de río Maneche Marimono

Melero Oso bandera Perico Silbador Taitetú Tatú Tatú 15 kilos Tejón Tigre Tigrecillo Tropero Wichi Aves Águila Loro Mutun Perdíz Paraba Pato marrón Pava guaracachi Pava roncadora Sucha Tojo Torcaza Tucán

Yacami

12

Usos

Parte que se utiliza

Alimento Alimento Artesanal Alimento Medicinal Alimento Artesanal Alimento Artesanal Medicinal Alimento Alimento Artesanal Alimento Artesanal Alimento Medicinal Artesanal Artesanal Alimento Artesanal Alimento Artesanal Alimento Artesanal Alimento Alimento Alimento Medicinal Medicinal Artesanal Artesanal Alimento Artesanal Artesanal

Carne y aceite Carne y aceite Cuero Carne Grasa Carne Cuero Carne Cuero Hiel Carne Carne Cuero Carne Cuero Carne y aceite Aceite Huesos Cuero Carne Cuero Carne Cuero Carne y aceite Cuero Carne Carne Carne y aceite Grasa Grasa Cuero Cuero Carne y aceite Cuero Cuero

Artesanal Alimento Alimento Medicinal Alimento Artesanal Alimento Alimento Alimento Alimento Medicinal Alimento Alimento Alimento Medicinal Artesanal Alimento

Uñas Carne Carne Garra y molleja Carne Pico y plumas Carne Carne Carne Carne Sangre Carne Carne Carne Pico y lengua Pico y plumas Carne

El Tigre y San Miguel

Especie Reptiles Caimán Lagarto Peni Peta Peta de agua Pucarara Peces Azulejo Bagre Belea Bentón Blanquillo Cachorro Cebra Coronel Curuvina Chanana Dorado Esteban Ganso Griso Mamuri Mumuyu Pacú Palometa Pintado Piraiba Raya Ruta Sábalo Sardina Seferino Surubí Tachaca Tahualla Tambaqui Tujuno

Usos

Parte que se utiliza

Medicinal Alimento Medicinal Medicinal Artesanal Alimento Medicinal Alimento Medicinal

Grasa y dientes Carne y aceite Grasa Grasa y cuero Cuero Carne, aceite y huevos Grasa Carne Grasa

Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Medicinal Alimento Alimento Alimento Medicinal Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento Alimento

Carne Carne y aceite Carne Carne Carne Carne Carne Carne Carne Carne Carne Carne Carne Carne Carne Carne Carne Huesos descompuestos Carne Carne Carne Aceite Carne Carne Carne Carne Carne Carne Carne Carne Carne Carne y aceite

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

13

3. La fauna de San Miguel y El Tigre San Miguel y El Tigre se encuentran en una de las áreas más biodiversas del planeta, donde los Andes Tropicales se encuentran con la Amazonia. Los datos sobre la diversidad del Parque Nacional Madidi así lo demuestran: se ha registrado 4.739 especies de plantas superiores y 1.370 especies de vertebrados, sin contar los 619 vertebrados de presencia probable. Existen 867 especies confirmadas de aves (además de 291 probables), 156 especies de mamíferos (además de 27 probables), 84 especies de anfibios (y 88 probables), 71 especies de reptiles (además de 109 probables), y 192 especies de peces (así como 104 probables). El interés de este estudio fue caracterizar la fauna que tiene importancia para las comunidades participantes. Durante los talleres de motivación se elaboró una lista de las especies de interés cinegético y turístico, desde el punto de vista de los comunarios. El criterio cinegético de selección fue fundamental para poder conocer el impacto de la cacería y establecer futuros planes de manejo de fauna; mientras que el criterio turístico fue de especial interés para las comunidades, pues deseaban saber cuál era el estado de las poblaciones de animales que podían atraer a los turistas. San Miguel actualmente opera un albergue eco-turístico en su área comunal, que fue implementado con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Conservación Internacional y CARE. El Tigre, por su parte, manifestó interés en trabajar en este ámbito desde que los representantes del proyecto visitaron la población durante la fase de prospección; éste fue uno de los motivos que empujaron a sus habitantes a trabajar con CI y profundizar su conocimiento en torno al bosque.

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

En este capítulo se expone la metodología usada y los resultados obtenidos en la caracterización de la fauna de interés comunal.

DISEÑO EXPERIMENTAL Muchos estudios en el Neotrópico utilizaron modelos de sostenibilidad de la caza que determinan la productividad de la fauna en las áreas de cacería, así como la tasa de cosecha derivada de la cacería (Vickers 1991, Bodmer 1994, Townsend 1995, Alvard et al. 1997). Estos análisis mostraron que algunas especies estaban siendo sobre-cazadas, por lo que pronosticaron que desaparecerían del área de caza con el tiempo. Sin embargo, esto no ocurrió. Novaro et al. (1999) revisaron estos estudios, concluyendo que la razón por la que estas especies no desaparecían era que todas las comunidades estudiadas se encontraban cerca de un área natural con baja o nula presión de caza. Así que propusieron que los estudios de sostenibilidad deberían considerar estas áreas fuente en estimaciones de densidad. Siguiendo estas recomendaciones, nos propusimos la caracterización de la fauna de interés en las áreas de cacería de las comunidades (áreas sumidero), pero también en las que podrían abastecerlas de animales por inmigración (áreas fuente). Este diseño nos permitió efectuar comparaciones sobre la abundancia relativa en las áreas con alta y baja presión de caza, y desarrollar una metodología sencilla de monitoreo de la fauna para uso de las comunidades. La única condición necesaria para efectuar estas comparaciones es que uno y otro hábitat sean similares (Robin-

15

son & Bodmer 1999). En el siguiente capítulo se detalla cuánto lo son las áreas comparadas.

TE = (# individuos registrados para la especie i/esfuerzo de muestreo) x 10

Las densidades obtenidas en las áreas sin presión de caza, además, permiten establecer la productividad máxima de la fauna, utilizando el modelo de producción desarrollado por Robinson & Redford (1991).

El interés de este estudio es estimar abundancias relativas en el bosque adyacente a las comunidades (con presión de cacería) y compararlas con los valores esperados en las unidades control (baja o nula presión de caza) del mismo tipo de bosque. Las áreas con presión de cacería llevan el mismo nombre de las comunidades: San Miguel y El Tigre; mientras sus áreas control fueron denominadas Tuichi y Candelaria, respectivamente. La cantidad de animales registrada en cada área (abundancia relativa) fue comparada con la del resto de las áreas estudiadas y se determinó si la presencia de animales de caza variaba en función del estado actual del bosque o la presión de cacería. Para ello se corrió un análisis de varianza (ANOVA) bifactorial con el programa STATISTICA 4.0.

Mapeo En cada comunidad seleccionada se identificó el área de bosque bajo presión de caza y un área control de bosque con baja o nula presión de caza. Para ello, se efectuó un mapeo de las zonas de cacería con la ayuda de un GPS y la guía de los comunarios. Esta información fue procesada, luego, en La Paz, mediante un sistema de información geográfica (SIG) que usó el programa ERDAS. Los puntos de cacería y sendas fueron estudiados con un análisis radial de distancias y del vecino más cercano, extrapolando los recorridos promedio de los cazadores fuera de las sendas a un área de cacería alrededor de las mismas (Mapa 1 y 2).

Estimaciones de abundancia relativa La abundancia es un atributo poblacional de singular importancia para el manejo de fauna, pues revela las variaciones en los números poblacionales de las especies (dinámica poblacional), asigna cuotas de cosecha o temporadas de caza en los planes de manejo, y permite establecer las capacidades de carga de un ecosistema (Ojasti 2000). La estimación de la abundancia relativa constituye el primer paso en la cuantificación de la abundancia. No por esto es un dato de escasa utilidad; por el contrario, la mayoría de las decisiones de manejo se fundamentan en índices de abundancia relativa (Ojasti 2000). Un índice de abundancia relativa señala el número promedio de individuos o sus rastros detectados por unidad de esfuerzo muestral. En esencia se trata de un índice de densidad, y permiten detectar la variación en el tiempo y el espacio con un costo inferior a la estimación de la densidad (Ojasti 2000). Los estimadores de abundancia que se utilizaron para comparar el estado de conservación de la fauna en lugares con y sin cacería fue el de la tasa de encuentro. La formula general, estandarizada para 10 kilómetros de recorrido es:

16

Observaciones directas Para el registro de fauna por observaciones directas se utilizó el método de las transectas lineales (Eberhardt 1978, Anderson et al. 1979, Burnham et al. 1980, Buckland et al. 1993). Este método se basa en el conteo de animales durante caminatas de registro sobre transectas de un largo conocido. En nuestro caso, cada transecta se extendía a lo largo de 1 km y fue dispuesta aleatoriamente en las áreas de cacería y control de cada comunidad. La única condición para la apertura de sendas fue la de evitar barrancos, para lo cual se efectuó un recorrido previo, registrando la localización de los lugares explorados con la ayuda de un GPS. Aún así, algunas sendas de registro (2, 3 y 5) fueron establecidas en pendientes demasiado pronunciadas, lo que dificultó el trabajo de campo (Mapas 1 y 2). Siguiendo las recomedaciones de Anderson et al. (1979) y Buckland et al. (1993), las transectas fueron completamente rectas, no fueron delineadas sobre caminos o sendas preestablecidas, y ninguna atravesó transversalmente a la otra. Para obtener un diseño ortogonal, que asegure un esfuerzo de muestreo igual para todas las áreas de estudio, se abrió una cantidad similar de sendas en todas ellas. Por la topografía de San Miguel (quebradas profundas y barrancos) fue imposible la apertura de sendas mayores a 1 km que cumplieran las recomendaciones ya descritas.

La fauna de San Miguel y El Tigre

Mapa 1. Áreas de muestreo y sendas de registro en San Miguel.

Mapa 2. Áreas de muestreo y sendas de registro en El Tigre.

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

17

Registros indirectos

En cada senda de monitoreo se efectuaron dos recorridos al día. El primero se iniciaba entre las 6:30 y 7:00 am, mientras el segundo entre las 6:30 y 7:00 pm El ritmo de caminata era lento (~0,5 km/h) pues se efectuaban paradas frecuentes, pero cortas, tratando de detectar visualmente y acústicamente a los animales. En 2002, las caminatas fueron realizadas por el autor de este informe y un equipo de monitoreo local, que constaba de cinco personas en San Miguel y seis en El Tigre; sin embargo, en cada caminata de registro solo participaban dos personas junto con el consultor, para minimizar el ruido. Al iniciarse el año 2003, se evaluó al equipo comunal de monitoreo de forma teórico-práctica (Lorini 2003), lo que probó la capacidad de algunos comunarios para efectuar el registro de fauna independientemente. Gracias a ello, el muestreo fue ampliado: mientras el consultor efectuaba el registro en alguna senda, el resto del equipo hacía lo mismo en las otras.

Los métodos indirectos para detectar la presencia de mamíferos se basan en la detección de rastros que dejan éstos en sus diferentes actividades diarias, de ahí, que no existe la necesidad de observar directamente al animal (Aranda 1996). La premisa principal es que la cantidad de rastros de una población en el campo es proporcional a su densidad (Ojasti 2000). Para el registro indirecto de mamíferos terrestres se instaló en cada área de registro 60 estaciones (o “huelleros”), dispuestas de 20 en 20, a lo largo de cada transecta. Cada estación estaba separada por 50 metros de la anterior y ocupaba un metro cuadrado de superficie deshierbada, removida y nivelada. Su operabilidad era verificada a través de una marca que debía mantenerse hasta la siguiente revisión, esto es, doce horas después. Si la marca se borraba, el huellero se consideraba inactivo y no entraba en los cómputos de registro (RíosUzeda 2001); esto por lo siguiente: si por ejemplo se producía una fuerte lluvia que hubiera podido borrar la marca de verificación, probablemente habría borrado también las otras huellas, por lo que computar este huellero nos habría llevado a subestimar alguna población.

Al detectar un animal, el grupo de observadores se detenía, marcaba su ubicación y la del animal (Fig. 2). Los datos registrados fueron: la distancia del animal respecto al eje de la transecta o distancia perpendicular (x), y la distancia del observador en relación al punto de la senda en el que caía la proyección recta de la posición del animal (p). La distancia radial medía la distancia entre el observador y el individuo avistado (Bodmer et al. 1994, Ojasti 2000). Otros datos tomados en cada avistamiento eran la posición del observador sobre la senda, y las características de la estructura poblacional de cada especie, como la clase de edad a la que pertenecía el individuo observado y, en algunos casos, el sexo.

Los huelleros eran revisados dos veces al día y reparados en caso de haberse salido de sus condiciones adecuadas de operación por alguna lluvia o por un exceso de sequedad. Cuando se encontraba alguna huella, ésta era calcada en acetatos, utilizando para ello un marcador indeleble de punta fina; se anotaba la fecha, la hora, el lugar, el número de huellero y la especie a la que pertenecían X

p r

Senda de registro

Fig. 2. Medición de la distancia radial “r” (observador-animal) y perpendicular “x” (senda-animal) en el método de transecta lineal (según Ojasti 2000).

18

La fauna de San Miguel y El Tigre

las huellas. Este registro, además de generar una base de datos gráfica de la fauna terrestre, facilitó la identificación de las especies y los individuos (Simonetti & Huareco 1999). Con este ejercicio, los comunarios adquirieron mayor destreza en la identificación de huellas.

ran que 30 réplicas podrían ser el mínimo aceptable. En realidad, el análisis puede efectuarse con un número menor de réplicas, pero se pierde confiabilidad en los datos, pues se incrementa el coeficiente de variación. Verner (1985) apunta que muchos estudios fueron desarrollados con tamaños de muestra muy bajos (n=10), pero que prácticamente no aportan ninguna información relacionada con la densidad. Los análisis de densidad efectuados en este estudio fueron asistidos por el programa DISTANCE 4.0, que es la versión electrónica del método (Buckland et al. 1993).

RESULTADOS Y DISCUSIONES Abundancia y riqueza de fauna

Foto 5. Calcando huellas impresas en huelleros de El Tigre.

Estimaciones de densidad Para la estimación de la densidad se utilizó las distancias perpendiculares registradas durante las caminatas de observación directa, y el análisis de distancias desarrollado por Buckland et al. (1993): distance sampling. La adopción casi universal de este método, y el análisis estadístico de las fuentes de variación, le dan validez (Robinson & Bodmer 1999), pues no sólo permite estimar la densidad, sino también los límites de confianza del valor estimado y las probabilidades asociadas a él. El criterio más importante que usa distance sampling es la función de detectabilidad de cada especie, es decir, la facilidad para detectar cierta especie en el campo (su conspicuidad) en función de la distribución de las distancias perpendiculares obtenidas durante el registro en las transectas. Distance sampling basa sus análisis en una serie de supuestos que deben ser cumplidos para la correcta estimación de la densidad. El más importante y difícil de cumplir es el que se relaciona con el tamaño de la muestra. Cuanto mayor es el número de veces que se avistan individuos de cierta especie (obteniendo más mediciones de la distancia perpendicular), la estimación se hace más robusta. Idealmente, se deberían obtener entre 60 y 80 réplicas por especie, pero el análisis puede correrse aceptablemente con 40 réplicas. Burnham et al. (1980) conside-

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

La abundancia y la riqueza son los atributos más importantes de una zona, en lo que se refiere a su diversidad biológica. La riqueza depende de cuántas especies diferentes hay en un lugar, mientras que la abundancia expresa la cantidad de individuos que se registran en una misma zona. Para este estudio, la abundancia es el conteo de animales de caza (especies cinegéticas) en un sitio, mientras que la riqueza es la cantidad de animales y plantas diferentes que han podido ser identificados en éste. De marzo a diciembre de 2002 se efectuaron cinco jornadas de registro. El registro mensual fue discontinuo debido a problemas logísticos, tales como daños en el vehículo que estaba en uso, incertidumbre sobre la continuidad del proyecto y problemas de salud del autor, que contrajo leishmaniasis en la comunidad de El Tigre. Entre junio de 2003 y marzo de 2004 el monitoreo fue más continuo, y se efectuaron diez jornadas de registro. La información sobre el esfuerzo de muestreo en cada área de registro se presenta en la Tabla 4. Entre marzo de 2002 y marzo de 2004 se caminó 742 kilómetros para registrar fauna por observación directa. Además, con los trayectos de vuelta, los registros de fenología, y el pasar de una senda y de un área de registro a las otras, se recorrió una distancia mayor. Las observaciones logradas sirvieron para elaborar una lista de especies de cada lugar (riqueza), con los horarios de actividad de cada especie. Estos registros no entraron al análisis de abundancia, pues sería imposible parear el esfuerzo de muestreo a fin de hacerlo comparativo.

19

Tabla 4. Esfuerzo de muestreo empleado en las áreas de registro rea de registro

Distancia total recorrida (km)

Tiempo total empleado (horas:minutos)

Total de huelleros activos (huelleros/d a)

Tuichi San Miguel Candelaria El Tigre TOTAL

204 197 165 176 742

352:52 328:23 315:23 347:22 1344:00

3.290 3.159 2.705 2.994 12.148

El total de animales registrados y la forma en que fueron detectados se detalla en la Tabla 5. En la misma se marcan también las especies que son cazadas por las comunidades de El Tigre y San Miguel. Debe notarse que, en las áreas control de ambas comunidades, fueron registradas alrededor del 80% de las especies consideradas útiles. Lo mismo ocurrió en el área de caza de El Tigre, mientras que en el área de cacería de San Miguel se registró un porcentaje menor (61%). Debido a la dificultad de caracterizar las huellas de las perdices, estas fueron agrupadas; lo mismo se hizo con dos especies de carachupas (Didelphis marsupialis y D. albiventris). También es posible que algunas huellas de Mazama americana correspondan a M. gouazoubira; y algunas de Dasyprocta punctata a Myoprocta pratti. No fue avistado ningún ejemplar de D. albiventris y solo se observó en una oportunidad a M. gouazoubira (observación efectuada por el equipo comunal). Lo contrario sucedió con Myoprocta pratti, la cual no se encontraba registrada en la lista oficial del Parque Nacional Madidi y fue identificada con certeza en el área de Candelaria. Para la identificación de las huellas de este ejemplar no contamos con ninguna referencia gráfica (Aranda 1981, Aranda 1996, Simoneti & Huareco 2000, Tarifa et al. 2001), pero la observación detallada de sus patas y la posterior impresión de sus huellas –que son similares a las de Dasyprocta punctata, aunque de menor tamaño– en los huelleros donde esta especies fue avistada, nos hace sospechar que haya sido registrada por el conteo de huellas como D. punctata. Además de Myoprocta pratti, se confirmó la presencia de Coendu prehensilis y de Odocoileus peruvianus. Un cadáver sirvió de evidencia de la presencia de C. prehensilis y se registró huellas de un espécimen de venado de cola blanca en el lugar donde fue avistada la especie.

20

Comparaciones de abundancia relativa entre las áreas de muestreo La medida que se utilizó en este caso fue la de tasas de encuentro, que constituye una herramienta útil para el monitoreo a largo plazo y permite la comparación entre diferentes áreas (Wallace 1999). Para las observaciones directas, esta medida fue proyectada para 10 km de recorrido. Se procedió a este cálculo con fines comparativos, pues otros estudios de la zona (Gómez et al. 2001, RíosUzeda 2001) usan también una tasa para 10 km Los recorridos se efectuaron por las transectas de muestreo. Una premisa del método, es efectuar las caminatas en los horarios de mayor actividad o visibilidad de las especies (Ojasti 2000). El pre-muestreo determinó que las primeras horas de la mañana y las primeras horas de la noche eran los horarios de mayor actividad para la mayor parte de las especies, aunque no todas manifestaron este patrón de actividad a lo largo del estudio. Con el fin de contribuir al diseño de futuros estudios, y para la planificación adecuada de la guía de turistas en los proyectos eco-turísticos de San Miguel y El Tigre, se elaboraron gráficas con el horario de actividad de cada especie (Fig. 3 – 8). Los patrones de actividad diaria que presentaron las diferentes especies nos permitieron calcular la tasa de encuentro real. Como las caminatas de registro se efectuaban durante el día y la noche, algunas especies de hábitos estrictamente diurnos o nocturnos podrían haber sido subestimadas. Por ello, se consideró los encuentros diurnos y nocturnos por separado, para el cálculo de la abundancia relativa de estas especies. El mismo criterio se utilizó luego para los cálculos de la densidad (siguiente sección).

La fauna de San Miguel y El Tigre

Tabla 5. Especies registradas a través de observaciones directas, o huellas y otros registros indirectos, en las cuatro áreas de monitoreo. (O = observaciones en sendas y horario de registro; o = observaciones fuera de registro; H = huellas registradas en huelleros, h = huellas fuera de las áreas de registro; c = cadáveres; r = ruidos) Nombre común Mamíferos de interés Acuchi Anta*** Ardilla colorada* Ardilla gris Capibara Carachupa* Carachupa chica Carachupa de agua Chichilos* Conejo** Gato montés Guazo*** Hormiguero* Hurón Jochi colorao*** Jochi con cola Jochi pintao*** Leoncitos*** Lobito de rio* Lucashi Maneches*** Mapache Margay Marimono*** Melero* Mono nocturno Olingo Oso bandera* Pejiche** Perico* Perrito de monte Puerco espín** Puma** Silbador* Taitetus*** Tatú*** Tatú 15 kilos*** Tejón*** Tigre*** Tigrecillo* Tropero*** Urina** Venado cola blanca Wichi* Yaguarundi* Zorrino Zorro Zorro negro

Nombre científico

Myoprocta pratti Tapirus terrestris Sciurus spadiceus Sciurus ignitus Hydrochaeris hydrochaeris Didelphis spp. Metachirus nudicaudatus Chironectes minimus Saimiri boliviensis Sylvilagus brasiliensis Indeterminado Mazama americana Tamandua tetradactyla Galictis vittata Dasyprocta punctata Dinomys branickii Cuniculus paca Saguinus fuscicollis Lontra longicaudis Callicebus aureipalatti Alouatta sara Procyon cancrivorus Leopardus wiedii Ateles chamek Eira barbara Aotus sp. Bassaricyon alleni Myrmecophaga tridactyla Priodontes maximus Bradypus variegatus Speothos venaticus Coendu prehensilis Puma concolor Cebus libidinosus Pecari tajacu Dasypus novemcinctus Dasypus kappleri Nasua nasua Panthera onca Leopardus pardalis Tayassu pecari Mazama gouazoubira Odocoileus peruvianus Potos flavus Puma yagouaroundi Conepatus chinga Cerdocyon thous Atelocynus microtis Subtotal (48)

Tuichi (Área control)

San Miguel (Área de cacería)

Candelaria (Área control)

El Tigre (Área de cacería)

Hh OoH

Hh O

o OoHh O O

OHh OH O

oh O

O

Oo H OHh Oh H OH

OH O H o

OH OH H OH

H OoH H H OH

OH O h

OH O

OH O

Oor H H Oo OH O

O H H

H OH

c oHh O OoHh OH OoHh O oHh H OoHh

OH O H H O H H Hh OH O Hh OH O

O H

O

h H 35

H

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

O r oH OH Oo OH O o H H Hh oH Oo OH OH OH oH Hh OH OoHh O OH H

27

OoH oH 40

OH O O OoH OH OoH OH OH H OH O o O Or H H Oo OH O O H H Hh oH O OH OH OH oH oHh H

H Oo oH H H OoH 40

21

Nombre com n Aves de inter s Águila harpía* Águila tijera* Condor real Loro cenizo*** Mutun*** Paraba amarilla* Paraba escarlata Paraba rojo-azul* Pato roncador*** Pava campanilla Pava guaracachi* Pava roncadora*** Pava lira Perdices*** Sucha* Sucha* Tucán* Yacami* Reptiles de inter s Boa** Galapago* Lagarto*** Peta*** Pucarara*

Nombre cient fico

Harpia harpyja Elanoides forficatus Sarcoramphus papa Amazona sp. Mitu tuberosa Ara ararauna Ara macao Ara chloroptera Neochen jubata Aburria pipile Ortalis guttata Penelope jacquacu Eurypyga helias Cathartes spp. Coragyps atratus Ramphastos cuvieri Psophia leucoptera Subtotal (18) Boa constrictor Podocnemis unifilis Caiman yacare Geochelone denticulata Lachesis muta Subtotal (5)

Total de especies observadas Total de especies registradas por huellas Especies registradas de uso comunal Individuos registrados por observaciones (Dentro del horario y las sendas de registro)

Tuichi (Área control)

San Miguel (Área de cacería)

Candelaria (Área control)

El Tigre (Área de cacería)

o

o o

o

o o Oo H O O o o OH o OH o o O OH 15

o o H

O

OH OH o o O 9

O OH O O O

OH O O

Oo

O

OH o OH o o O OH 15

OH OH o o O OH 12 o

oc o O 3 40 30 40 (82%) 711

o oH

o OoH

OoH

2 26 22 30 (61%) 181

2 48 32 22 (84%) 755

2 44 33 21 (81%) 578

* Las especies marcadas con un asterisco son cazadas por comunarios de San Miguel; ** con dos asteriscos por comunarios de El Tigre, y *** con tres asteriscos por ambas comunidades. La nomenclatura científica para mamíferos está en acuerdo con la última checklist de Bolivia (Salazar-Bravo et al. 2003); la de aves de acuerdo a Clements & Shany (2001), y la de reptiles según Gonzáles & Reichle (2003). Otras aves y reptiles observados no fueron identificados adecuadamente.

El análisis de abundancias por tasas de encuentro (Tabla 6 y Tabla 7) muestra que el área en mejor estado de conservación es el área control de El Tigre, pues es el lugar donde se registran las TE más altas para la mayoría de las especies y donde la apreciación general muestra un mejor estado de las poblaciones. El Tigre y el área del Tuichi, por su parte, muestran un estado de conservación similar, siendo San Miguel el área de menor calidad en relación a la fauna de interés. Las tasas de encuentro obtenidas por el registro por huellas corroboran la información y las observaciones efectuadas en las cuatro áreas de estudio. El ecosistema de menor calidad en términos de fauna cinegética es el área de cacería de San Miguel. Los valores más bajos en riqueza y abundancia relativa fueron registrados en esta zona, notándose especialmente la

22

ausencia de algunos primates (marimonos, silbadores, chichilos y lucashis). Un análisis comparativo con estimadores obtenidos en áreas cercanas (Gómez et.al 2001), muestra en general mayores tasas de encuentro para las especies registradas en este estudio (excepto Sciurus spp. y Callicebus sp.) Esto puede estar explicado por el especial cuidado que se tuvo en la limpieza de las sendas y en el registro de fauna. Gracias a que fueron retiradas de las sendas todas las hojas secas y otros generadores de ruido, las caminatas para los registros diurnos y nocturnos fueron muy silenciosas. Una forma sencilla de visualizar la abundancia es con gráficas de abundancia-dominancia (Fig. 9-12). Esta metodología fue trabajada con el equipo de comuna-

La fauna de San Miguel y El Tigre

250

7 6

150

4 3

100

2

Esfuerzo de muestreo

Avistamientos por especie

200 5

50 1 0 0:00

2:24

4:48

7:12

9:36

12:00 14:24 16:48 19:12 21:36

0 0:00

Hora Hormiguero

Pejiche

Perezoso

Tatú 15k

Oso bandera

Esfuerzo

Tatú

Fig. 3. Horarios de actividad para especies del orden Xenarthra.

rios, que la utilizaron para exponer los resultados obtenidos por este proyecto a sus comunidades. Comparando la abundancia de cada especie en el área control y el área bajo presión de cacería, los comunarios del equipo de monitoreo determinaron qué especies “faltaban” cerca de la comunidad y cuales “sobraban”. Esto es fácil de ver en las gráficas de abundancia-dominancia, pues las especies que “faltan” se muestran con una abundancia menor en relación al área control. Además, puesto que las especies están ordenadas de forma decreciente según su abundancia en el área control, se puede ver

cómo la dominancia de algunas especies varía por la presión de caza a la que están sometidas. Puesto que existe una marcada dominancia de pocas especies, y para una mejor visualización de las diferencias de abundancia de las especies raras, los valores fueron transformados usando el logaritmo de las tasas de encuentro más uno (log (TE+1)). Una baja tasa de encuentros con los animales registrados por observación directa no solo indica una baja densidad poblacional, sino también una actitud de escape

250

8 7

5

150

4 100

3

Esfuerzo de muestreo

Avistamientos por especie

200 6

2 50 1 0 0:00

2:24

4:48

7:12

9:36

0 12:00 14:24 16:48 19:12 21:36 0:00 Hora Lucachi Maneches

Chichilos

Leoncitos

Marimonos

Mono nocturno

Silbadores

Esfuerzo

Fig. 4. Horarios de actividad para especies del orden Primates.

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

23

12

250

11 200

9 8

150

7 6 5

100

4

Esfuerzo de muestreo

Avistamientos por especie

10

3 50

2 1 0 0:00

2:24

4:48

7:12

9:36

0 0:00

12:00 14:24 16:48 19:12 21:36 Hora

Gato montés Wichi Tigre

Margay Zorro Yaguarundi

Melero Zorro negro Tigrecillo

Tejones Puma Esfuerzo

Fig. 5. Horarios de actividad para especies del orden Carnívora.

de la fauna o su dificultad para ser observada. Por ello, este resultado debe ser comparado con la tasa de encuentro obtenida mediante registros indirectos (huellas).

Las gráficas de abundancia-dominancia mostraron diferencias claras entre el área de cacería de San Miguel y su área control (Tuichi), mientras en El Tigre las diferencias fueron menos evidentes. Para determinar si estas diferencias eran estadísticamente significativas, se utilizó un análisis de varianza (ANOVA) bifactorial, pesando las variables de cacería y lugar. El objeto del análisis fue determinar si la abundancia de fauna estaba condicionada por características intrínsecas de la zona de estudio, o si era la cacería la que principal-

Las tasas de encuentro demostraron ser estables y buenos estimadores de la abundancia relativa. Los valores variaron ligeramente a medida que se incrementaba el esfuerzo muestral, pero las posiciones de dominancia de las especies se mantuvieron; las variaciones no las sacaron de los grupos de especies dominantes o raras.

7

250

6

150

4 3

100

2

Esfuerzo de muestreo

Avistamientos por especie

200 5

50 1 0 0:00

2:24 Anta Troperos

4:48

7:12

9:36

12:00 14:24 16:48 19:12 21:36 Hora

Guazo Venado cola blanca

Taitetus Urina

0 0:00

Esfuerzo

Fig. 6. Horarios de actividad para especies del orden Artiodactyla y Perissodactyla.

24

La fauna de San Miguel y El Tigre

8

250

7

5

150

4 100

3

Esfuerzo de muestreo

Avistamientos por especie

200 6

2 50 1 0 0:00

2:24

4:48

7:12

9:36

12:00 14:24 16:48 19:12 21:36

0 0:00

Hora Acuchi

Ardilla roja

Ardilla gris

Capibaras

Conejo

Jochi colorado

Jochi pintao

Esfuerzo

Fig. 7. Horarios de actividad para especies del orden Rodentia y Lagomorpha.

El ANOVA bifactorial mostró que el efecto del lugar determina una menor abundancia de fauna en general para las áreas de San Miguel (F= 27,50, P30). En el bosque tropical, esto demanda un gran esfuerzo de muestreo, dada la abundancia y densidad de plantas. Rabinowitz (1997) dice que uno de los inconvenientes más grandes del uso de estimaciones de densidad es que ellas son inexactas allí donde el hábitat es ubérrimo y la visibilidad limitada. Lastimosamente, los modelos más precisos para determinar la productividad de un ecosistema dependen de la correcta estimación de la densidad, por lo que no es

31

posible eludir un arduo esfuerzo de muestreo. Varios estudios en el Neotrópico han utilizado estimaciones de densidades utilizando la distancia promedio a la que se observan las diferentes especies y obteniendo un área promedio de muestreo, al multiplicar el ancho de senda por la distancia total recorrida (i.e. Guinart 1997, Loja 2001). Aunque estos estimadores son más fáciles de obtener, no es recomendable su aplicación, pues son índices con una base matemática débil, no efectúan cálculos de probabilidad, y no permiten la obtención de límites de confianza en torno a la cifra estimada. En esta sección se presentan las densidades obtenidas para las comunidades de San Miguel y El Tigre, con total conciencia de la importancia que tiene su correcta estimación para los cálculos de sostenibilidad de la caza (Capítulo 5). Los cálculos fueron asistidos por el programa DISTANCE 4.0, y se tomó en cuenta las recomendaciones de diseño y premisas sugeridas por Buckland et al. (1993) para la correcta estimación de la densidad. Siguiendo las recomendaciones de Novaro et al. (1999), las densidades fueron calculadas conside-

rando las observaciones efectuadas tanto en el área de cacería (área sumidero) como en el área control (área fuente) de cada comunidad. La condicionante más importante para limitar nuestros cálculos de densidad fue la de contar con un número de muestras cercano o superior a 30 para cada especie. En la Tabla 10 se detallan los estimados obtenidos por este estudio para seis especies en el área de El Tigre y cuatro especies en el área de San Miguel. Los estimados para Mitu tuberosa en El Tigre y Cuniculus paca para ambas comunidades deben ser tomados como referenciales, pues no cumplieron con el tamaño mínimo de muestra, y algunos presentan un alto coeficiente de variación. Comparando las densidades obtenidas en este estudio con otros desarrollados en el Neotrópico (Tabla 10), notamos que los valores obtenidos para todos los primates son generalmente superiores a los obtenidos en otros países, pero se encuentran dentro de las estimaciones obtenidas en otras áreas de Bolivia. Para el resto de

Tabla 10. Comparación de densidades (individuos/km2) obtenidas en este estudio y en otras áreas del Neo-trópico Especie

Densidades (Límites de confianza) El Tigre

Marimonos

Ateles chamek Leoncitos

Saguinus fuscicollis

104,92

5,43

(34,5-82,6)

(SD=8,8)

(65-168)

(2,7-10,7)

38,8

26,9 1

2,2 8

89

(21-73)

(SD=32,6) 9,018

3312

Aotus spp. Potos flavus

Jochi pintao

Cuniculus paca

Resultados de otros estudios en el neotrópico

53,4

Wichi

Mazama americana

San Miguel 11,31

Mono nocturno

Guazo

Densidades (Estimador de la dispersión)

21,5

13,61

(12,1-38,2)

(SD=4,6)

19,4

24,4 1

(12,4-30,4)

(SD=25,9)

3

10,51

(1,9-4,5)

(SD=13,1)

7*

11,4*

27,51

(4-12,5)

(4,3-30,7)

(SD=27,9)

3,4

19,71

Jochi colorado

Dasyprocta punctata

(2,2-5,2)

(SD=21,0)

Pava roncadora

7,1

8,6

9,8 8

Penelope jaquacu

(4,5-11,3)

(5-14,9)

Pava mutun

Mitu tuberosa

5,3*

12,326

32,14

26,4-63,45

3,610

3311

0,0413

1,814

4,26

16-267

4,58 2,746

1,858

14,36

88

3,68

7,815

21,616

6,517

(9-28)

(5-8)

(± 0,33)

2 18

(1,9-14,8)

Los datos de San Miguel y El Tigre, resaltados con asterisco, deben ser considerados como referenciales, pues fueron obtenidos con un número de réplicas menor a 30 (18-23). Fuentes: 1: Promedio para el Neotrópico (Robinson & Redford 1986); 2: Bosque de Serranía Chalalán - Parque Nacional Madidi (Palomeque 2001); 3: Bosque de llanura y barbecho en Chalalán – Parque Nacional Madidi (Palomeque 2001); 4: Lago CaimánParque Noel Kempff Mercado (Wallace 1998); 5: Estación Biológica del Beni (Tarifa 1998); 6: TCO Tacana (WCS-Bolivia 2004a); 7: Parque Nacional Manu-Perú (Symington 1988); 8: Tambopata – Perú (Loja 2001); 9: Río Pure-Colombia (Defler 2003); 10: Ixiamas (Freeze et al. 1982); 11: Norte de Bolivia (Pook & Pook 1981); 12: Estimaciones de Aotus vociferans en tierras bajas del Perú (Aquino & Encarnación 1986); 13: Guinart 1997; 14: Bodmer (1989); 15: Tikal-Guatemala (Cant 1977); 16: El CauraVenezuela (Silva & Strahl 1991); 17: Canaima-Venezuela (Silva & Strahl 1991); 18: Datos de Mitu tomentosa en El Caura-Venezuela (Silva & Strahl 1991).

32

La fauna de San Miguel y El Tigre

las especies, los valores de densidad son cercanos a los obtenidos en otras áreas de estudio, excepto los promedios neotropicales calculados por Robinson & Redford (1986), que son mayores. En realidad estos promedios fueron obtenidos a través de la revisión bibliográfica, y los autores señalan que la diversidad de metodologías empleadas para la obtención de densidades causan las elevadas desviaciones estándar que se observan para cada promedio. Esto confirma la necesidad de emplear un método robusto para la estimación de densidades, y el cuidado que se debe tener con los cálculos de sostenibilidad de la cacería que se basan en ellas.

De esto se concluye que la elaboración inicial de un Plan de Manejo de Fauna demanda una elevada inversión de tiempo y esfuerzo, aunque una vez obtenidas las tasas de cosecha y las variaciones temporales de la fauna el registro ya no tiene que ser tan riguroso, y puede reducirse a controles periódicos durante meses representativos.

Variación mensual en las abundancias de fauna Varios estudios demuestran que la abundancia de animales cambia según las variaciones del ambiente (Coley 1990, Foster 1990, Leigh & Windsor 1990, Rusell 1990). Las fluctuaciones normalmente incluyen períodos favorables y críticos, en los que hay plétora de recursos o, en cambio, los individuos compiten por una cantidad limitada de ellos.

Últimamente, el método de transectas lineales ha sido cuestionado por su difícil aplicación en bosques tropicales y por los costos que exige el cumplimiento de sus premisas; sin embargo, es la herramienta más útil que tenemos a disposición en este momento, y la de mejor desarrollo matemático. La alternativa del manejo comunal de la abundancia fue planteada en este estudio a través del monitoreo de la abundancia relativa en las áreas con alta y baja presión de caza; sin embargo, para obtener cuotas de cosecha reales, es necesario profundizar en la estimación de las densidades de todas las especies cinegéticas. Para llegar a este nivel, es necesario realizar registros por un tiempo de entre tres y cinco años (aunque, claro, paralelamente se podría monitorear las variaciones en los estimadores de densidad ya obtenidos, y determinar la confiabilidad con la que trabaja distance sampling).

El monitoreo de fauna ha permitido establecer algunas de estas variaciones en las poblaciones animales de las áreas de estudio. Se ha observado que las más altas tasas de encuentro con un grupo importante de especies se registraron durante agosto y septiembre, la época más seca del año; un segundo pico se observó en la época de producción de frutos (Capítulo 4). Este pico de actividad se encontró principalmente en el grupo de los Xenarthra (Fig 14), los roedores (Fig 18), algunas aves (Fig 19) y algunos primates (Fig 15). Para los carnívoros no se determinó ningún patrón general (Fig. 16), como tampoco para el grupo de los ungulados (Fig 17).

1,4

Tasa de encuentro (10 km)

1,2 1,0 0,8 0,6 0,4 0,2 0,0

Feb

Mar

Hormiguero

Abr

May

Oso bandera

Jun

Jul Meses Pejiche

Ago

Sep

Perezoso

Oct Tatu

Nov

Dic Tatu 15k

Fig. 14. Abundancia mensual de algunas especies del orden Xenarthra.

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

33

Tasa de encuentro (10 km)

25

20

15

10

5

0

Feb

Mar

Abr

Chichilos Marimonos

May

Jun

Jul Meses

Leoncitos Nocturno

Ago

Sep

Oct

Lucashis Silbadores

Nov

Dic

Maneches

Fig. 15. Abundancia mensual de algunas especies del orden Primates.

1,2

Tasa de encuentro (10 km)

1,0 0,8 0,6 0,4 0,2 0,0

Feb

Mar Margay Wichi

Abr

May

Jun Melero Zorro

Jul Meses

Ago

Sep

Tejones Zorro negro

Oct

Nov

Dic

Tigrecillo

Fig. 16. Abundancia mensual de algunas especies del orden Carnívora.

34

La fauna de San Miguel y El Tigre

12

Tasa de encuentro (10 km)

10 8 6 4 2 0

Feb

Mar

Anta

Abr

May

Guazo

Jun

Jul Meses

Taitetú

Ago

Sep

Troperos

Oct

Nov

Urina

Dic Venado

Fig. 17. Abundancia mensual de algunas especies del orden Artiodactyla y Perisodactyla.

2,0

Tasa de encuentro (10 km)

1,8 1,6 1,4 1,2 1,0 0,8 0,6 0,4 0,2 0,0

Feb

Mar

Ardilla colorada

Abr

May

Jun

Ardilla gris

Jul Meses Conejo

Ago

Sep

Oct

Jochi colorado

Nov

Dic

Jochi pintao

Fig. 18. Abundancia mensual de algunas especies del orden Rodentia y Lagomorpha.

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

35

6

Tasa de encuentro (10 km)

5 4 3 2 1 0

Feb

Mar

Mutun

Abr

May

Jun

Jul Meses

Pava campanilla

Ago

Sep

Oct

Pava roncadora

Nov

Dic Yacami

Fig. 19. Abundancia mensual de algunas especies del grupo de las aves.

36

La fauna de San Miguel y El Tigre

4. La flora de San Miguel y El Tigre La variable fundamental del concepto “oferta de recursos para la fauna” es la existencia frutos, hojas y flores, pues a partir del consumo de éstos por parte de los herbívoros, se construyen las relaciones tróficas del resto de la fauna. Aunque existen otros factores del medio que condicionan la abundancia de animales, es probable que la oferta de recursos alimenticios juegue el papel más importante. El Componente de Manejo de Fauna efectuó una caracterización de la flora en las áreas comunales de San Miguel y El Tigre, con el propósito de determinar la oferta de recursos para la fauna. Una caracterización más certera de la diversidad florística la proporcionarán los estudios que el Herbario Nacional de Bolivia (HNB) está efectuando en la zona. Presentamos esta sección después de haber expuesto las estimaciones de abundancia de fauna, porque corroboran algunas afirmaciones efectuadas más arriba.

MÉTODOS Para determinar la oferta de recursos para la fauna en los lugares de muestreo, se registraron todas las plantas con DAP > 10 cm Se estableció una banda de 5 m de ancho por 1.000 m de largo sobre algunas sendas de registro de fauna (sendas 1-8). Cada planta se registró y marcó con una placa numerada de aluminio. Si la especie era común se la identificaba en el campo, con el equipo comunal de monitoreo de fauna. El conocimiento empírico de las comunidades es valioso y permitió una rápida determinación de las especies. Las especies raras o poco comunes tuvieron que ser colectadas para su posterior identificación por parte del HNB.

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

La colección se realizó con un pico de loro que permitió acceder a las ramas altas, pues se intentaba trabajar siempre con ramas provistas de flores o frutos. Cuando las ramas eran muy altas, incluso para la herramienta señalada, se colectaba hojas del suelo y otros restos de la planta. Las muestras fueron lavadas con alcohol y prensadas en seco para evitar su putrefacción. La identificación de gabinete se efectuó en el HNB y algunas de las muestras pasaron a formar parte de la colección de éste. Esta actividad fue desarrollada por Janira Urrelo, consultora botánica que registró la flora presente en las sendas de muestreo y preparó un informe detallado para el Proyecto de Manejo de Recursos Naturales en el Corredor Vilcabamba-Amboró (Lorini 2002b). Una vez identificadas y plaqueadas las plantas de las sendas, el equipo de monitoreo efectuó registros mensuales del estado reproductivo de cada planta (fenología). Este registro fue cualitativo; se anotó si las plantas estaban estériles, con brotes florales, en flor o fruteando. Los datos de diversidad florística nos permitieron hacer correlaciones de Spearman y Kendall con atributos de la fauna (Capítulo 3) y comparaciones de similitud entre las cuatro áreas de muestreo. Para lo último, se utilizó el porcentaje de similitud de Renkonen (cit. en Krebs 1989), expresado por la siguiente fórmula: P= ∑ minimo (Pi, P2i) Donde: Pi = Porcentaje de la especie i en la comunidad 1 P2i = Porcentaje de la especie i en la comunidad 2

37

RESULTADOS

cada zona, sino también la abundancia y la dominancia de cada especie.

Abundancia y riqueza Los valores más importantes son los de las comparaciones entre las áreas de cacería y control de cada comunidad. La Tabla 13 muestra que las áreas comparadas de San Miguel son 78% similares, mientras que las de El Tigre son similares en un 65%. Esto prueba que las áreas de caza y control de ambas comunidades son comparables, e incluso, en cuanto a las especies, muy similares (Ramiro López y Clea Paz, comunicación personal 2004).

Para la caracterización vegetal se empleó una doble clasificación. La primera se desarrolló en el campo, con la ayuda de comunarios de la zona, con los cuales se determinó los nombres comunes de las plantas que se encontraba sobre las transectas. En las áreas de San Miguel participaron Simón Puro, Ignacio Supa y Julio Cartagena; en El Tigre, Nicolás Cartagena, de origen tacana, quien trabajaba con el Proyecto de Manejo de Recursos Naturales como extensionista. La segunda identificación de plantas se efectuó en el HNB, y a menudo se encontró más de un nombre científico para un mismo nombre común. A pesar de que este proceso fue minucioso, muchas especies no pudieron ser reconocidas y sólo se pudo llegar a los niveles de la familia o del género.

Fenología El alimento está usualmente disperso en el espacio y presenta cambios estacionales drásticos de calidad y cantidad (Ojasti 2000). La productividad de hojas, flores y frutos afecta directamente a las especies folívoras, frugívoras y omnívoras, determinando variaciones en su conducta, su dieta y, por tanto, en la estructura demográfica (Coley 1990, Leigh & Windsor 1990, Wallace 1998). Sus efectos pueden ser migraciones estacionales, incremento de la tasa de reproducción (Rusell 1990) y reducción de las poblaciones por efecto de la hambruna y la mayor exposición a los depredadores (Foster 1990).

En la Tabla 11 se presenta los valores de diversidad de las cuatro áreas de muestreo. Estos datos muestran que el área de El Tigre es más diversa; sin embargo, para los fines de este estudio, las especies de importancia son aquellas que alimentan a la fauna, por lo que el área control de San Miguel resulta más favorable (mayor producción de frutos).

Mientras que la frugivoría es fundamental en la ecología alimentaria de los bosques tropicales, la producción de frutos representa una fracción reducida de la producción primaria total de estos ecosistemas (Ojasti 2000). Los resultados obtenidos para las cuatro áreas de registro corroboran esta afirmación, pues la producción de todas las áreas de registro en ningún caso involucró a más del 26% de los individuos monitoreados. De hecho, la proporción de individuos que produce frutos mensualmente no supera el 16% (en promedio) del total de los individuos que potencialmente podrían ser considerados como recurso para la fauna (Tabla 14).

En la Tabla 12 se muestran todas las especies consideradas como recurso para la fauna, sobre las cuales se determinó la oferta de frutos. Las figuras 20, 21, 22 y 23 resumen la riqueza y la abundancia-dominancia de cada especie.

Similitud florística Como ya dijimos, es necesidad establecer la similitud de los hábitat que se quiere comparar estadísticamente. Para eso se efectuó un análisis de la similitud florística de las áreas de muestreo, utilizando el porcentaje de similitud de Renkonen, que no sólo compara la riqueza de

Tabla 11. Diversidad de plantas con DAP>10 cm encontradas sobre las sendas de muestreo Diversidad total de plantas

Tuichi San Miguel Candelaria El Tigre

38

Diversidad de plantas que alimentan a la fauna

Riqueza

Abundancia

Riqueza

Abundancia

99 120 137 113

478 465 429 519

33 30 50 36

294 258 219 261

La flora de San Miguel y El Tigre

Tabla 12. Especies frutales con DAP>10 cm consideradas recursos para la fauna Nombre científico

Allophyllus cf. punctatus Anaxagoera sp. Astrocaryum murumuru Attalea phalerata Brosimun lactecens Calycophyllum spruceanum Cecropia polystachia Clarisia racemosa Dendropanax cf. arboreus Duguetia cf. spixiana Euterpe precatoria Ficus sp.1 Ficus sp.2 Ficus sp.3 Ficus sp.4 Ficus sp.5 Ficus sp.6 Ficus sp.7 Guarea sp.1 Hura crepitans Indet. Indet. Indet. Indet. 1 Indet. 1 Indet. 3 Indet. 7 Indet. 10 Indet. 9 Inga sp.1 Inga sp.2 Inga sp.3 Inga sp.4 Iriartea deltoidea Ixora sp. Jacaratia spinosa Leonia crassa Marila sp.1 Nectandra sp. Oenocarpus bataua Palicourea sp. Pausandra cf. triane Pentaplaris davidsmith Perebea sp. Poulsenia armata Pourouma minor Pourouma sp. Pouteria torta Protium sp.1 Pseudolmedia laevigata Pseudolmedia laevis Pseudolmedia macrophylla Pseudolmedia sp. Pseudolmedia sp.2 Rheedia achachairu Rheedia cf. acuminata Rollinia cf. mucosa Salacia impressifolia Sloanea eichleri Socratea exorrhiza Symphonia globulifera Theobroma cacao Virola flexuosa

Nombre común Coloradillo 4 Chonta Motacú Quechu Guayabochi Ambaibo Mururé Chirimoilla primitiva Asaí Bibosi Leche leche 2 Bibosillo Mata palo Sapallito Bibosi negro Coloradillo 3 Ochoó Chirimoilla 2 Babaína 3 Babaína 2 Coloradillo Ajo ajo Cedrillo Punero Mata Nui Ajo ajo Pacay Pacay cola de mono Pacay colorado Copa Babaína Papaillo Huevo de mono Coloradillo 2 Laurel Majo

Punero Chamane Ambaibillo Ambaibillo Lucuma Yua Nui pequeño Nui 1 Nui 2 Nui Nui peludo Achachairu Camururu Chirimoilla 1 Chuchuhuasa Cachichira Pachuba Juruqui Cacao Gabú macho

Familia Sapind. Annon. Arecac. Arecac. Mor. Rub. Mor. Mor. Aral. Annon. Arecac. Mor. Mor. Mor. Mor. Mor. Mor. Mor. Meliac. Euph. Annon. Laur. Mor. Indet. 1 Meliac. Indet. 3 Indet. 7 Indet. 10 Meliac. Leg/Mim Leg/Mim Leg/Mim Leg/Mim Arecac. Rub. Caric. Viol. Gutt. Laur. Arecac. Rub. Euph. Malv. Mor. Mor. Mor. Mor. Sapot. Burs. Mor. Mor. Mor. Mor. Mor. Gutt. Gutt. Annon. Hippo. Elaeo. Arecac. Gutt. Sterc. Myrist.

Fuente: Esta lista fue elaborada por el equipo comunal que participó durante el plaqueo y fue corroborada y complementada por la lista elaborada por Flores et al. (2002).

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

39

Tabla 13. Similitud florística entre las cuatro áreas de muestreo (Índice de Renkonen) Tuichi San Miguel Candelaria

San Miguel 78%

La Tabla 14 muestra que la oferta de frutos en las áreas de San Miguel parece mayor que la de las áreas de El Tigre. Una prueba de student para establecer la significación de estas diferencias mostró que la oferta mensual de frutos en las áreas de San Miguel era significativamente mayor a la registrada en las áreas de El Tigre (t= 3,40, p= 0,002, N= 36). Se verificó también, que las áreas de cacería y de control de San Miguel no mostraban diferencias significativas en cuanto a la producción de frutos (t= 0,439, p= 0,67, N= 18). Tampoco se observó esta diferencia entre las áreas de cacería y de control de El Tigre (t= 1,44, p= 0,17, N= 18). El monitoreo de fenología para el grupo de las especies consumidas por la fauna se presenta de manera gráfica a continuación (Figuras 24-27).

Fenología de las especies más importantes Durante el análisis y la elaboración de las gráficas de monitoreo de fenología, notamos la influencia de las cinco especies dominantes de cada zona sobre la oferta de frutos. Las figuras 28, 29, 30 y 31, muestran el efecto de la especie dominante de cada lugar sobre la fenología de toda la comunidad. Al comparar las gráficas de fenología por especie, con las gráficas de fenología para toda la comunidad, se puede notar el efecto de la especie más dominante sobre la producción general. En las áreas de San Miguel y en el área de cacería de El Tigre, la dominancia de Iriartea deltoidea determina los picos de producción de frutos para toda la zona, cuando la mayoría de sus individuos se encuentran fruteando. Para el área control de El Tigre, se observó el mismo efecto, pero producido por Leonia

40

Candelaria 34% 43%

El Tigre 61% 64% 65%

crassa, que es la tercera especie más dominante de la comunidad. Esto demuestra que no basta cuantificar la cantidad de árboles frutales de una zona para establecer la oferta, y que los análisis de oferta deben ser abordados con mayor profundidad. La disponibilidad de recursos determina la presencia y variación, en densidad y diversidad, de la fauna silvestre (Smythe et al. 1990). La disponibilidad indica la cantidad de alimento al alcance efectivo de un cierto tipo de animal por unidad de área (Ojasti 2000). Una aproximación más general hace una cuantificación de la existencia de alimentos en la zona. Este estudio se limitó a lo primero. Se empleó una forma aproximada de evaluar la disponibilidad, registrando periódicamente la fracción o número de árboles que fructifican (Gautier-Hion & Michalaud 1989, McCoy et al. 1990). Para lograr una aproximación más cercana a las interacciones de frugivoria entre plantas y animales es necesario diseñar un estudio que cuantifique la producción de biomasa de frutos por los árboles, que determine cuántos de ellos se encuentran disponibles para el gremio de los frugívoros arborícolas y cuántos llegan hasta el suelo para consumo de los frugívoros terrestres. La tasa de caída de los frutos, que equivale a la producción al alcance de los frugívoros terrestres, se estima por medio de colectores o trampas de semillas, ubicadas en el sotobosque (Smythe 1970, Foster 1982, Harlow 1984, Terborg et al. 1986, Danields 1987, Bodmer 1990). Esta metodología demanda un esfuerzo de muestreo sustancial y no habría sido práctico desarrollarla paralelamente a las que ya estábamos ejecutando durante este estudio. Para ello será necesaria una investigación exclusiva.

La flora de San Miguel y El Tigre

Abundancia 0 2

4 6 8 10 12 14 16 18 20 22 24 26 28 30 32 34 36 38 40 42 44 46 48 50 52 54 56 58 60 62 64 66 68 70 72 74 76 78 80 82 84 86 88

Especies

Iriartea deltoidea Astrocaryum murumuru Socratea exorrhiza Pentaplaris davidsmith Pseudolmedia sp. Euterpe precatoria Otova parviflora Nectandra sp. Lunamia parviflora Mouriri sp. Clarisia racemosa Guarea quidonia Ixora sp. Matisia sp. Pourouma minor Rinorea viridifolia Theobroma cacao Duquetia cf. spixiana Hasseltia floribunda Hueronima sp. Oenocarpus bataua Brosimun lactecens Poulsenia armata Protium sp. 1 Quinna sp. Apeiba sp. Protium sagotianum Terminalia sp. Triplaris sp. Attalea phalerata Indet. Inga sp. 2 Licania sp. 2 Rheedia achachairu Cecropia polustachia Duguetia cf. quitarensis Ficus sp. 1 Indet. Indet. 1 Indet. 8 Pouteria torta Theobroma sp. 1 Aniba canelilla Bixa sp. Ceiba pentandra Ficus sp. 2 Hura crepitans Indet. Indet. 2 Indet. 3 Indet. 9 Leonia crassa Micropholis quuanensis Ochroma puramidale Psycotria sp. Tapirira quianensis Acacia cf. alomerosa Acalypha cf. benensis Alibertia cf. curviflora Anaxagoera sp. Brosimun sp. 2 Chorisia sp. 1 Chorisia sp. 2 Clarisia sp. 1 Copaifera reticulata Ficus sp. 6 Ficus sp. 3 Ficus sp. 4 Guatteria sp Heisteria sp. Helicostulis sp. Hymenaea courbaril Indet. Indet. Indet. Indet. Indet. 8 Inga sp. 1 Jacaratia spinosa Matisia cordata Miconia sp. Mouriri cf. murtifolia Protium sp. 2 Protium sp. 3 Rheedia cf. acuminata Salacia impressifolia Sirapuna cf. decipiens Sloanea eichleri Sloanea sp. 1 Sorocea cf- brinquittii Tetragastris sp. Urera sp. Virola cf. calophulla Vochysia cirtrifoliaz

Fig. 20. Plantas con DAP>10 cm registradas en el área control de San Miguel. Las plantas frutales consumidas por la fauna se resaltan en negrilla.

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

41

Abundancia 0

2

4

6

8

10 12 14 16 18 20 22 24 26 28 30 32 34 36 38 40 42 44 46 48 50 52 54 56 58 60 62 64

Especies

Iriartea deltoidea Pseudolmedia sp. Socratea exorrhiza Euterpe precatoria Cecropia polystachia Nectandra sp. Pentaplaris davidsmith Pseudolmedia laevis Rinorea viridifolia Mouriri sp. Otoba parviflora Brosimun lactecens Astrocaruum murumuru Duguetia cf. quitarensis Indet. Inga sp. 1 Curatella cf. americana Inga sp. 2 Pseudolmedia macrophulla Theobroma cacao Attalea Phalerata Ficus sp. 2 Hasseltia floribunda Indet. Indet. Indet. 1 Jacaratia spinosa Lunania parviflora Ochroma puramidale Alibertia sp. Helicostulis sp. Poulsenia armata Pourouma sp. Rheedia sp. Clarisia racemosa Guarea quidonia Hura crepitans Indet. 4 Indet. 5 Stryphnodendron sp. Bixa sp. Calycophyllum Cedrela adorata Indet. 6 Licania sp. 1 Marila sp. 1 Micropholis quuanensis Psycotria sp. Quinna sp. Rinoreocarpus ulei Sloanea eichleri Tapura cf. acreana Triplaris setosa Urera sp. Acacia cf. glomerosa Bauhinia sp. Brosimun sp. 2 Brosimun sp. Ceiba pentandra Chorisia sp. 1 Dendropanax cf. arboreus Ficus sp. 1 Ficus sp. 7 Heisteria sp. Heliocarpus americanus Hymenaea courbaril Indet. Indet. Indet. Indet. Indet. Indet. Indet. Indet. Indet. Indet. 1 Indet. 3 Ixora cf. peruvina Jacaranda copaia Lacunaria sp. 1 Miconia cf. chrysophylla Miconia sp. Mouriri cf. murtilloides Mouriri sp. 2 Perebea sp. Pouteria torta Sapium cf. marmieri Tetragastris altissima Trichilia sp. Trichilia maynaciana Trichilia sp. Virola flexuosa Vochysia citrifolia Vochysia sp. 1 Vochysia sp. 1

Fig. 21. Plantas con DAP>10 cm registradas en el área de caza de San Miguel. Las plantas frutales consumidas por la fauna se resaltan en negrilla.

42

La flora de San Miguel y El Tigre

Abundancia 0

2

4

6

8

10

12

14

16

18

20

22

24

26

28

30

Especies

Pourouma sp. Pouteria torta Leonia crassa Matisia cordata Indet. Otova parviflora Indet. Inga sp. 1 Brosimun lactecens Indet. 1 Pseudolmedia sp. Iriartea deltoidea Ficus sp. 2 Quinna sp. Indet. Iruanthera cf. iuruensis Pentaplaris davidsmith Pouteria sp. Rinoreocarpus ulei Acacia cf. alomerosa Guarea pausandra Guarea sp. 1 Indet. 2 Lindackeria paludosa Siparuna decipiens Cecropia polystachia Indet. Indet. Jacaratia spinosa Pausandra cf. triane Swartzia iorori Apeiba sp. Hura crepitans Ixora sp. Lunania parviflora Nectandra sp. Pourouma minor Brosimun sp. 2 Ficus sp. 1 Guarea guidonia Indet. Indet. Indet. Neea sp. Pseudolmedia sp. 2 Quararibaea cf. wittii Socratea exorrhiza Xulonia sp. Allophyllus cf. punctatus Riva sp. Clarisia racemosa Hyeronima sp. Indet. Indet. Indet. Inga sp. 2 Micropholis quuanensis Poulsenia armata Pseudolmedia laevigata Pseudolmedia laevis Pseudolmedia macrophulla Rollinia cf. mucosa Theobroma cacao Triplaris setosa Acalunha cf. benensis Alibertia cf. curviflora Alseis sp. Euterpe precatoria Ficus sp. 5 Ficus sp. 3 Guarea sp. 2 Indet. Indet. Indet. Indet. Indet. Indet. Indet. Indet. Indet. Indet. Indet. 3 Indet. 7 Inga cf. capitata Inga sp. 3 Ixora sp. 2 Jacaranda copaia Matisia cf. malacocalux Mouriri cf. murtifolia Naucloersis krukovii Psucotria sp. Rinorea lindeniana Rinorea viridifolia Ronoreacarnus cf. ulei Scweilera cf. andina Siparuna cf. bifida Siparuna sp. Symphonia alobulifera Tetragastris altissima Urera sp. Virola cf. calophylla Virola flexuosa Ziziphus cf. cinnamomun

Fig. 22. Plantas con DAP>10 cm registradas en el área control de El Tigre. Plantas frutales consumidas por la fauna se resaltan en negrilla.

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

43

Densidad 0

2

4

6

8

10

12

14

16

18

20

22

24

26

28

30

32

34

36

38

40

42

44

46

48

50

Especies

Iriartea deltoidea Leonia crassa Pentaplaris davidsmith Pourouma sp. Pseudolmedia sp. Octoba parviflora Pouteria torta Matisia cordata Quinna sp. Rinorea viridifolia Pseudolmedia macrophylla Indet. Brosimun lactences Indet. Guarea guidonia Indet. Socratea exorrhiza Indet. Indet. 2 Theobroma cacao Trichilia sp. Hura crepitans Apeiba sp. Ixora sp. 2 Indet. 1 Nectandra sp. Oenocarpus mapora Euterpe precatoria Ficus sp. 2 Galipea longiflora Micropholis gayanensis Protium saqotianum Rheedia cf. acuminata Cecropia polystachia Indet. Indet. Indet. Indet 9 Ixora sp. Siparuna decipiens Brosimun sp. 2 Calycophyllum Clarisia racemosa Didymopanax sp. Indet. Indet. Indet. Indet. Inga sp. 1 Inga sp. 2 Marila sp. 1 Palicourea sp. Poulsenia armata Pouteria sp. Rinoreocarpus ulei Rinoreocarpus ulei Swartzia jorori Tapiria guianensis Tetragastris altissima Amaioua sp. Anaxaqoera sp. Aniba sp. 1 Ceiba sp. Croton cf. tessmanii Ficus sp. 1 Guarea kunthiana Hasseltia floribunda Helicostylis cf. tomentosa Indet. Indet. Indet. Indet. Indet. Indet. Indet. Indet. Indet. 7 Inga sp. 4 Jacaratia spinosa Micropholis sp. Naucleopsis sp. 1 Quararibaea cf. wittii Sapindus sp. 1 Sloanea cf. guianensis Terminalia sp. Triplaris setosa Triplaris sp. Virola flexuosa

Fig. 23. Plantas con DAP>10 cm registradas en el área de cacería de El Tigre. Plantas frutales consumidas por la fauna se resaltan en negrilla.

44

La flora de San Miguel y El Tigre

Tabla 14. Proporción efectiva de árboles fruteando mensualmente riqueza de especies frutales consumidas por la fauna

abundancia de plantas que producen frutos para el consumo de la fauna

promedio mensual de árboles produciendo frutos para el consumo de la fauna

proporción efectiva de indivíduos con frutos cada mes

33 30 50 36

294 258 219 261

47,6 45,3 16,9 27,5

294 258 219 261

Tuichi San Miguel Candelaria El Tigre

100% 90% 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0%

Jul

Ago

Sep

Oct

Nov

Dic

Feb

Mar

May

Mes En fruto

En flor

Con brotes

Estériles

Fig. 24. Fenología de las plantas que consume la fauna en el área del Tuichi.

100% 90% 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0%

Jul

Ago

Sep

Oct

Nov

Dic

Feb

Mar

May

Mes En fruto

En flor

Con brotes

Estériles

Fig. 25. Fenología de las plantas que consume la fauna en el área de San Miguel.

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

45

100% 90% 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% Jul

Ago

Sep

Oct

Nov

Dic

Feb

Mar

May

Mes En fruto

En flor

Con brotes

Estériles

Fig. 26. Fenología de las plantas que consume la fauna en el área de Candelaria.

100% 90% 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% Jul

Ago

Sep

Oct

Nov

Dic

Feb

Mar

May

Mes En fruto

En flor

Con brotes

Estériles

Fig. 27. Fenología de las plantas que consume la fauna en el área de El Tigre.

46

La flora de San Miguel y El Tigre

40

Individuos con frutos

35 30 25 20 15 10 5 0

Jul

Ago

Sep

Oct

Iriartea deltoidea Pentaplaris davidsmith

Nov Meses

Dic

Feb

Astrocaryum murumuru Pseudolmedia sp.

Mar

May

Socratea exorrhiza

Fig. 28. Fenología de las cinco especies frutales dominantes en el Tuichi (59% de la oferta).

30

Individuos con frutos

25 20 15 10 5 0

Jul

Ago

Sep

Iriartea deltoidea Euterpe precatoria

Oct

Nov Meses

Dic

Pseudolmedia sp. Cecropia polystachia

Feb

Mar

May

Socratea exorrhiza

Fig. 29. Fenología de las cinco especies frutales dominantes en San Miguel (55% de la oferta).

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

47

16

Individuos con frutos

14 12 10 8 6 4 2 0

Jul

Pourouma sp.

Ago

Sep

Pouteria torta

Oct

Nov Meses

Dic

Leonia crassa

Feb Inga sp.1

Mar

May

Brosimun lactecens

Fig. 30. Fenología de las cinco especies frutales dominantes en Candelaria (44% de la oferta).

35

Individuos con frutos

30 25 20 15 10 5 0

Jul

Ago

Sep

Oct

Nov Meses

Iriartea deltoidea

Leonia crassa

Pourouma sp.

Pseudolmedia sp.

Dic

Feb

Mar

May

Pentaplaris davidsmith

Fig. 31. Fenología de las cinco especies frutales dominantes en El Tigre (55% de la oferta).

48

La flora de San Miguel y El Tigre

5. Caza, pesca y recolección La cacería, así como la recolección de frutos, leña y otros recursos del bosque, forma parte de la economía de subsistencia de las comunidades amazónicas. La intensidad con la que cada grupo practica estas actividades influye en la cantidad de recursos que cada comunidad consume (Townsend 1996). Por ejemplo, ciertos grupos étnicos dependen casi exclusivamente del pescado para obtener proteínas (Beckerman 1980, Stocks 1983), mientras otros dependen casi exclusivamente de la cacería (Yost & Kelly 1983, Stearman 1989-1990, Vickers 1991). La caza, a su vez, puede ser desarrollada de diferentes maneras, de acuerdo a las costumbres y conocimientos de cada comunidad. Según el Tratado de Cooperación Amazónica (1995), los indígenas dependen más de la carne de monte que los campesinos, y aprovechan una mayor variedad de especies. Este capítulo muestra la importancia relativa de la caza, pesca y recolección para las comunidades de El Tigre, y de la cacería para San Miguel. Como el resto del documento, se concentra principalmente en la fauna terrestre y concretamente en las especies cinegéticas. Los datos de pesca y recolección son en realidad complementarios y se los presenta en función de los de cacería.

res de motivación en San Miguel y El Tigre, en el que los comunarios sugirieron los parámetros que eran de su interés, y debatieron sobre cuál podía ser la forma más sencilla de registrarlos. Por ejemplo, en la comunidad de El Tigre, los comunarios indicaron cuáles eran las especies de fauna que les interesaba monitorear, incluyendo las abejas cuya miel recolectan, y solicitaron que los formularios sean diseñados con ilustraciones claras de la fauna (pues algunas especies no las conocían por su nombre común, sino por su aspecto). De esta manera, se elaboró un formulario de registro de fácil llenado para cada comunidad, aunque al final solo las comunidades de El Tigre los usaron. El monitoreo de caza y pesca en San Miguel fue desarrollado por la Wildlife Conservation Society (WCS) a través de su Programa para los Paisajes Vivientes. Esta situación fue promovida por la misma comunidad de San Miguel, que al mismo tiempo que solicitó el apoyo de CI para monitorear su cacería, hizo lo mismo con WCS. Esto llevó a las dos instituciones a establecer un cronograma conjunto, por el que CI debía ocuparse del monitoreo de fauna en el bosque y WCS del de la caza y pesca. Por tanto, los datos de San Miguel que se presentan en esta sección pertenecen al monitoreo de WCSLiving Landscapes Program.

AUTO-MONITOREO DE CAZA Y PESCA El auto-monitoreo consiste en un seguimiento de los cambios a través del tiempo, en el que participan los involucrados en ellos. En este caso, el auto-monitoreo de caza y pesca fue realizado por los mismos cazadores y pescadores de San Miguel y El Tigre. Para que la información proporcionada fuera uniforme, se diseñó un formulario de registro (véase los Anexos) durante los talle-

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

En El Tigre, los formularios fueron proporcionados mensualmente a las familias interesadas en trabajar con el Componente de Manejo de Fauna, confiando en la veracidad de la información que declaraban. Para lograr calidad en la información, sin embargo, fue necesario que los comunarios comprendieran su utilidad, de modo que se apropiaran del auto-monitoreo. Los talleres en

49

los que se intentó comprender cada tema fueron de suma importancia para lograr este objetivo. Entre marzo del 2002 y marzo del 2004 participaron 69 familias de El Tigre en el auto-monitoreo de caza, pesca y recolección. De este grupo, solo seis familias llenaron sus formularios permanentemente, durante los 512 días habilitados para el monitoreo (150 días en 2002 y 362 días entre marzo del 2003 y marzo del 2004); las demás fueron constantes durante la gestión 2002, pero poco a poco perdieron motivación y dejaron de registrar responsablemente la información. De esta manera, el monitoreo alcanzó 7.950 días efectivos de registro, que representan un promedio de 115 días de monitoreo por cazador. En San Miguel participaron 15 cazadores durante el 2003 y 16 durante el 2004. El período de registro para los dos años fue de seis meses durante el 2003 (de julio a diciembre) y de nueve meses en el 2003 (de enero a septiembre). No se cuenta con datos del tiempo efectivo (días) utilizado por cazador, pero se asume que todos ellos consideraron todos los días de cada mes como días potenciales de cacería. De esta manera, el número de días efectivos de registro por cazador es de 184 para el 2002 y de 273 para el año 2004 (457 en total).

Consumo y aporte proteico Los resultados del auto-monitoreo en ambas comunidades (Tabla 15), muestran que El Tigre aprovechó 19 especies de su bosque, mientras San Miguel utilizó 17. La especie más cazada en El Tigre fue la peta de tierra (Geochelone denticulata), y esto se debe a que su adquisición no requiere de armas de fuego: la mayoría de los especimenes fueron cazados manualmente o con machete. En San Miguel, la especie más abatida fue Nasua nasua (tejones). A pesar de ello, se debe notar que el aporte en biomasa de mayor importancia no lo dieron las tortugas en El Tigre o los tejones en San Miguel, sino los ungulados: Tapirus terrestris, Mazama americana y Tayassu pecari, en ese orden, representaron el mayor aporte nutricional en términos de biomasa para ambas comunidades (Tabla 15 y figuras 32 y 33). Una vez calculada la biomasa consumida por ambos grupos de cazadores durante todo el lapso de registro, se extrapolaron los cálculos para un año de aprovecha-

50

miento. Para ello, se utilizaron los días efectivos de registro por cazador y se efectuó un cálculo de consumo por familia, asumiendo que la cosecha efectuada por cada cazador representa el consumo de su unidad familiar. De esta manera, se calculó un consumo diario de 211 g/familia en El Tigre, y de 99 g/familia en San Miguel. Tomando en cuenta los datos del capítulo 2 respecto al tamaño promedio de la familia, tenemos que el consumo por persona para El Tigre es de 52,7 g/día, y para San Miguel de 16,6 g/día. Al comparar estos valores con los promedios de consumo de los grupos amazónicos, encontramos resaltante el bajo consumo de San Miguel respecto a otras comunidades indígenas. Según el Tratado de Cooperación Amazónica (1995), los indígenas de la Cuenca Amazónica consumen en promedio una ración de 185 g/persona/día. Por su parte, Ojasti (1993) determinó un consumo de 186 (28-525) g/persona/día para 14 comunidades indígenas, y de 72 (6-299) g/pers/día en 10 asentamientos campesinos. En una comunidad indígena sirionó del Ibiato del Beni, Townsend (2001) estimó un consumo diario de 143 g/persona/día. Todos estos valores son superiores a los obtenidos en San Miguel y El Tigre. La Organización Mundial de la Salud recomienda el consumo de 0,75 g de proteína por kilo de peso (cit. en Pamplona 1993). Para una persona de 65 kg., el consumo diario de proteína debería ser de 48,75 gramos. La FAO-WHO considera que un rango aceptable para una persona de este peso va entre los 37 y los 62 g/día (cit. en Townsend 1996). Según Leung & Flores (1961) la carne silvestre contiene en promedio un 20% de su peso en proteínas. Entonces, el aporte proteico de la fauna silvestre en El Tigre sería de 10,54 g/día y de 3,32 g/día en San Miguel. Ambos valores se encuentran muy por debajo de los recomendados por la FAO y la OMS, pero además, son inferiores a los consumidos por otras comunidades indígenas sudamericanas (39,6 g). (Tabla 1). El bajo consumo de carne silvestre en San Miguel puede ser explicado desde una perspectiva optimista y desde otra pesimista. Desde la primera, se debe tomar en cuenta que San Miguel es una comunidad interesada en el ecoturismo; por tanto, los bajos valores de

Caza, pesca y recolección

Tabla 15. Animales cazados, su peso promedio y la biomasa consumida en San Miguel y El Tigre Cacería de el tigre

Cacería de San Miguel (datos WCS)

Cacería total Peso promedio Biomasa consumida % en peso del total Cacería total Peso promedio Biomasa consumida % en peso del total (kg) (kg) de la cacería (kg) (kg) de la cacería Anta Tapirus terrestris

9

68,3

615,0

36,6

3

61,9

185,7

25,6

Boa Boa constrictor

1

28,0

28,0

1,7

Conejo Sylvilagus brasiliensis

3

2,3

6,8

0,4

Guazo Mazama americana

17

16,4

278,2

16,6

11

13,1

144,1

19,9

Jochi colorado Dasyprocta punctata

2

3,0

6,0

0,4

2

2,7

5,4

0,7

13

6,8

89,0

5,3

9

4,5

40,5

5,6

Lagarto Caiman sp.

5

5,0

25,0

1,5

Leoncito Saguinus fuscicollis

1

0,4

0,4

0,0

Loro Amazona spp.

2

2,0

4,0

0,2

Maneche Alouatta sara

1

10,0

10,0

0,6

6

3,5

21,0

2,9

Marimono Ateles chamek

6

6,5

39,0

2,3

3

4,5

13,5

1,9

2

2,2

4,4

0,6

1

2,1

2,1

0,3

1

1,2

1,2

0,2

2

1,0

2,0

0,3

7

3,5

24,5

3,4

3

4,6’

13,8

1,9

Jochi pintao Cuniculus paca

Mono silbador Cebus libidinosus Mutún Mitu tuberosa

5

2,4

12,0

0,7

Pato Neochen sp.

2

1,6

3,3

0,2

Pava roncadora Penelope jacquacu

3

1,5

4,5

0,3

Perdíz chica

3

1,5

4,5

0,3

24

3,9

94,6

5,6

Perdíz grande Peta de tierra Geochelone denticulata Peta de agua Podocnemis unifilis Puercoespín Coendu prehensilis

4,3

4,3

0,3

Puma Puma concolor

1

18,5

18,5

1,1

Taitetú Pecari tajacu

1

11,7

46,7

2,8

9

10,7

96,3

13,3

Tatú Dasypus novemcinctus

4

4,0

12,0

0,7

2

3,5

7,0

1,0

Tatú 15k Dasypus kappleri

3

12,0

12,0

0,7

Tejón Nasua nasua

1

3,3

3,3

0,2

13

3,0

39,0

5,4

Tigre Panthera onca

1

28,0

28,0

1,7

Tropero Tayassu pecari

1

17,6

158,5

9,4

9

13,0

117,0

16,1

Urina Mazama gouazoubira

9

20,6

103,0

6,1

Wichi Potos flavus

5

3

2,4

7,2

1,0

No identificados

7

74,0

Total de animales cazados

130

1680,3

86

724,7

Extrapolado a un año

412

5325,3

69

578,8

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

4,4

51

200

14 Biomasa consumida

Biomasa consumida (kg)

12

Animales abatidos

160

10

140 120

8

100 6

80 60

4

40 2

Pava roncadora

Tatú

Mutún

Perdíz grande

Mono silbador

Jochi colorado

Wichi

Peta de agua

Marimono

Anta

Maneche

Peta

Tropero

Taitetú

Jochi pintao

Guazo

Tejón

20 0

Cantidad de animales abatidos

180

0

Especies cazadas

Fig. 32. Especies cazadas en San Miguel, sus cantidades y su aporte en biomasa.

consumo de carne de monte podrían estar relacionados con una toma de conciencia respecto a las consecuencias de la cacería. De hecho, existe una Resolución Comunal para limitar la cacería y permitir que los animales se reproduzcan. La Resolución indica que cada familia puede efectuar solamente una salida de caza al mes. Fue establecida a mediados del año 2002, coincidiendo con el inicio del proyecto eco-turístico de la comunidad.

La perspectiva pesimista de la baja cosecha de San Miguel parte de los datos presentados en el Capítulo 3. El área de cacería de San Miguel es la menos diversa y abundante en fauna; la cantidad de registros equivale a una tercera parte de las que se lograron en las otras áreas de estudio. Por tanto, es muy probable que la causa sea la baja oferta de fauna en el área de cacería de San Miguel. Algunas opiniones de los comunarios corroboran esta perspectiva, pues aseguran que dejaron de cazar porque

30

700 Animales abatidos

25

500 20 400 15 300 10

200 100

5

0

0

Peta Guazo Jochi pintao Anta Tropero No identificados Marimono Urina Lagarto Mutún Taitetú Tatú Conejo Pava roncadora Perdíz chica Jochi colorado Loro Pato Boa Tigre Puma Tatú 15k Maneche Puercoespín Tejón Leoncito

Biomasa consumida (kg)

600

Cantidad de animales abatidos

Biomasa consumida

Especies cazadas

Fig. 33. Especies cazadas en El Tigre, sus cantidades y su aporte en biomasa.

52

Caza, pesca y recolección

la cacería les demandaba demasiado esfuerzo y normalmente era infructuosa (Simón Puro comunicación personal 2003).

liar de 31,66 g/día y una ración personal de 7,92 g/día. Considerando que la carne de pescado hace un aporte proteico promedio del 20% (Pamplona 1993), tenemos que la ración diaria adiciona 1,58 gramos de proteína a la dieta de cada colono. Sumando este aporte al de la caza se tiene 12,1 g/pers./día de proteínas de origen animal consumidas, una cifra todavía baja.

El consumo de carne de monte por parte de las familias de El Tigre es más cercano al de otras comunidades campesinas, pero, aún así, proporciona un aporte proteico inferior al recomendado. Otras comunidades colonas compensan esta deficiencia a través del consumo de carne doméstica, pero este no es el caso El Tigre, donde son pocas las familias que consumen pollo (y no lo hacen frecuentemente). Tampoco se cría otros animales de granja, salvo algunas experiencias aisladas de tratar de criar ovejas que un par de familias trajeron desde sus tierras de origen.

Como la situación geográfica de San Miguel es diferente (la comunidad se encuentra bordeada por el río Beni) el aporte proteico de la pesca podría ser tan importante como el de la cacería. Sin embargo, actualmente no lo es. Lastimosamente, la sobre-pesca que se efectúa aguas abajo interrumpe la migración natural de los peces y determina una baja calidad de pesca a la altura de San Miguel.

La cría de aves y ganado vacuno está más extendida en San Miguel que en El Tigre; por eso, muchos comunarios han remplazado la cacería por el consumo de pollo y, en menor medida, de carne de vaca.

Ciclo anual de extracción de fauna En la Figura 34 se presentan las cantidades y la calidad de la cacería registrada por El Tigre. En marzo, abril, mayo y junio ésta se incrementa, y también hay un segundo pico, de menor intensidad, entre octubre y noviembre. Este segundo pico ocurre en los meses de mayor cacería de los Siriono de Ibiato (Townsend 1996); en cambio, la cacería entre marzo y junio parece ser un hábito de los cazadores del norte de La Paz. Ellos afirman que durante este tiempo, y especialmente en mayo, “los animales están gordos y son fáciles de cazar”. Esta opinión se refiere sobre todo a los marimonos (Ateles

# de animales cazados

La fuente proteica alternativa de carácter natural es la pesca. El monitoreo de pesca en El Tigre estuvo enfocado precisamente a cuantificar su importancia en relación a la cacería. Dado que no existen grandes ríos cerca del asentamiento de El Tigre, y el río Madidi queda a más de 12 horas de caminata, se encontró que el grupo de pescadores participantes y sus familias consumió 251,7 kg de pescado. Esto representa un consumo fami-

24 22 20 18 16 14 12 10 8 6 4 2 0

Feb

Mar

Anta Jochi pintao Loro Pato Puercoespín Tatú 15k Tigre

Abr

May

Jun

Jul

Boa Jochi colorado Maneche Pava Puma Tejón

Ago

Sep

Conejo Lagarto Marimono Perdíz Taitetú Tropero

Oct

Nov

Dic

Guazo Leoncito Mutun Peta Tatú Urina

Fig 34. Cantidad y calidad de los animales cazados mensualmente en El Tigre.

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

53

que hemos presentado permitirá hablar de la viabilidad de las especies, pero no todavía de la sostenibilidad del aprovechamiento de la fauna, considerado como una actividad en sí misma. Esta depende, lógicamente, de la conservación de los ecosistemas en los que vive, y esto, a su vez, constituye una responsabilidad directa de las comunidades de San Miguel y El Tigre, que son las administradoras del bosque que ocupan.

chamek), de los que se dice que su gordura no les permite desplazarse ágilmente por los árboles. Esta creencia parece ser más importante que las variaciones mensuales reales de la abundancia de fauna, pues durante este trabajo se determinó más abundancia (y en especial de los marimonos) en septiembre (Capítulo 3). En la Figura 35 se muestra la importancia relativa de la caza, la pesca y la recolección de material vegetal en el tiempo invertido por los comunarios. La actividad que se efectúa con mayor frecuencia es la recolección, seguida de la pesca; mientras que la actividad menos frecuente es la cacería. A pesar de ello, en El Tigre el mayor aporte proteico proviene de la cacería (Fig. 36).

Por eso, durante los talleres de motivación se efectuó un ejercicio para promover la conservación de los bosques (el hogar de la fauna cinegética). Se pidió a los comunarios que dibujaran mapas de sus comunidades y zonificaran su territorio según el manejo de la fauna en los siguientes diez años. En cada comunidad se elaboraron entre cuatro y seis mapas que fueron debatidos durante los talleres. Al finalizar cada taller, se recomendó a las comunidades discutir internamente estos mapas y decidir comunalmente cuál de ellos, o qué combinación, podría adecuarse de manera más precisa con los planes comunitarios. Lastimosamente, el ejercicio fue olvidado poco después, y no se llegó a mejorar la organización del espacio. Es más, en El Tigre se sucedieron conflictos internos que derivaron en la parcelación de la propiedad comunal por parte de las familias. Por cierto, la propiedad individual inviabiliza el éxito de cualquier plan de manejo de fauna y de cualquier otro plan de manejo del bosque (como los planes forestales, eco-turísticos, etc.) Esto deberá ser

También se obtuvo datos sobre el uso y los atributos poblacionales de las especies cazadas. Los formularios mostraron que el 45% de las especies cazadas fueron hembras y el 55% machos; que el 41% de las especies registradas fueron adultos, 52% jóvenes y 7% crías; que el 99% de las especies cazadas fueron destinadas para alimentación y solo una boa se mató con fines medicinales.

Sostenibilidad de la cacería El concepto de sostenibilidad remite a un aprovechamiento que no reduce el futuro uso potencial, y no perjudica la viabilidad a largo plazo de las especies utilizadas, ni del ecosistema que las sostiene. La información

100% 90%

Inversión de esfuerzo

80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% Mar

Abr

May

Jun

Ago

Sep

Oct

Nov

Meses Caza

Pesca

Recolección

Fig. 35. Importancia relativa de la caza, la pesca y la recolección de plantas.

54

Caza, pesca y recolección

100%

Aporte proteico

80%

60%

40%

20%

0% Mar

Abr

May

Jun Pesca

Jul

Ago

Sep

Oct

Nov

Caza

Fig. 36. Aporte de biomasa derivado de la caza y la pesca en El Tigre.

tomado en cuenta por El Tigre en el futuro, si sus habitantes desean obtener beneficios del bosque. En cuanto a la viabilidad de las especies, para determinarla se requiere la estimación de la producción y la cosecha. Se trata de saber cuánto produce el bosque y cuánto utilizan las comunidades de esa producción.

realidad, todos los modelos desarrollados al presente son aproximaciones generales y no cálculos precisos de la sostenibilidad. Los valores provenientes de un modelo específico pueden indicar la sostenibilidad de una cosecha determinada, pero no son lo suficientemente precisos como para establecer cuotas o tasas de cosecha definitivas (Robinson & Bodmer 1999). En este sentido, es recomendable ser conservador y considerar un margen de error en las recomendaciones de una cosecha sostenible. Gracias a distance sampling, se estimó la densidad de la fauna, con límites de confianza en torno a la cifra estimada. Estos valores nos permitieron calcular un rango de productividad del bosque. A continuación, se relacionó la producción cazada con la estimación inferior y la superior de la productividad.

Foto 6. Grupo de San Miguel mapeando y zonificando su comunidad.

Una aproximación conservadora para determinar la cosecha debe tomar los valores inferiores de densidad y productividad, a fin de asegurarse que no habrá ningún riesgo de dañar gravemente a las especies.

Producción anual Robinson & Bodmer (1999) efectuaron una revisión de los modelos de sostenibilidad disponibles para ecosistemas tropicales, apuntando que algunos fueron desarrollados de acuerdo al conocimiento (más completo) de las poblaciones silvestres de áreas templadas, y que otros seguían construyéndose según un proceso adaptativo por el cual se monitoreaban los efectos del manejo. En

Siguiendo huellas en el monte • Monitoreo participativo de fauna y cacería en el Madidi •

La producción de cada especie fue estimada a través de dos modelos generales: • Modelo de cosecha (Bodmer 1994): Usa estimados de producción que son derivados de la productividad reproductiva y de la densidad poblacional. La productividad reproductiva se determina por los datos

55

de actividad reproductiva de las hembras y usa información sobre el tamaño de las camadas y sobre la productividad reproductiva bruta (número de crías/número total de hembras examinadas). Para la estimación de la productividad, es necesario conocer la densidad e idealmente, la relación de sexos (o utilizar la proporción 1:1). Se estima a través de la fórmula: P = (0,5 d) x (Y x g) Donde: d = Densidad (multiplicada por 0,5 asumiendo que la mitad son hembras) y = Número total de crias/número total de hembras g = Número promedio de gestación por año • Modelo de producción (Robinson & Redford 1991): Permite una aproximación general a la producción mediante el cálculo de la producción máxima posible de una población en función de su densidad (Pmax(d)), en base a la estimación de la tasa máxima de incremento poblacional (rmax) y la tasa máxima de multiplicación de la población (?max). La fórmula es: Pmax(d) = (d x λmax) - d Donde: d = Densidad

Área de cacería y cosecha anual En el mes de diciembre del 2001 se inició el mapeo de las áreas de cacería de las comunidades de El Tigre y San Miguel. Se recorrió las sendas de cacería con la guía de los cazadores. Se georeferenció los recorridos con la ayuda de un GPS. En los meses siguientes se continuó con el registro de nuevas sendas y lugares utilizados para la caza. Toda esta información fue procesada a través de un SIG (ERDAS) en las oficinas de CI en La Paz, con lo que se

obtuvo dos mapas con la ubicación y extensión del área de cacería de cada comunidad. El propósito era determinar un área, a fin de poder establecer una tasa de cosecha, calculada como el número de individuos cazados por unidad de área. De esta manera, la cosecha representaría la cantidad de individuos cosechados por kilómetro cuadrado y podría ser comparada con los datos de producción anual. El análisis espacial determinó que el área de cacería de San Miguel era cinco veces mayor que la de El Tigre (Tabla 16) y que los cazadores de la comunidad de San Miguel recorren una distancia media mayor con relación a los comunarios de El Tigre. De igual manera, la distancia máxima que deben recorrer desde la comunidad de San Miguel para acceder a una presa es mayor que la que recorren los cazadores de El Tigre. Por su historia, era de suponer que la comunidad de San Miguel empleara un área mayor de uso del bosque. La cantidad de sendas cercanas a esta comunidad es notablemente mayor a la que se observa en El Tigre, y la técnica de caza que utilizan sus habitantes es mucho más elaborada que la de la comunidad colona. Los cazadores de San Miguel, pueden alejarse hasta 600 m de la senda y retornar a la misma sin perderse; en cambio, los comunarios de El Tigre raras veces se alejan de la senda principal (< 50 m) Godoy (comunicación personal 2001) estimó una superficie máxima de uso de 3 km de radio para comunidades T’simane del río Maniqui. Por la ubicación de San Miguel, sus habitantes no pueden utilizar radialmente el bosque, pues se encuentran limitados por el río Beni y tienen prohibido cazar en el área de Real Beni, la comunidad de la otra banda. Tal vez por ello la distancia máxima que debe recorrer un comunario de San Miguel supera los cuatro kilómetros y medio. Se debe notar, que las distancias aquí presentadas corresponden a un análisis lineal y que, en el campo, son por tanto superiores.

Tabla 16. Área comunal, área de cacería y distancias de caminata para actividades de cacería en San Miguel y El Tigre San Miguel Área comunal y de uso de los recursos Área de cacería Distancia media de caminata durante la cacería Distancia máxima de caminata durante la cacería Número de puntos GPS

56

km2

62,05 12,47 km2 2.260 m (±1 201 m) 4.711 m 5

El Tigre 77,71 km2 2,80 km2 1.678 m (± 1 089 m) 3.883 m 53

Caza, pesca y recolección

Con los datos del área de caza, se estableció la cosecha anual por kilómetro cuadrado para las especies cuya densidad se estimó (Capítulo 3), extrapolando, antes, los datos de cacería por especie de un año.

• 60% de la producción de especies de vida muy corta, aquellas cuya última edad de reproducción es menor a cinco años. • 40% de la producción de especies de vida corta, cuya última edad de reproducción fuera de entre cinco y diez años.

Sostenibilidad de la caza actual Los modelos de cosecha descritos anteriormente permiten estimar la sostenibilidad de la caza, determinando cuál es el porcentaje de la producción que se cosecha. Dado que los modelos no consideran la mortalidad prereproductiva ni la mortalidad en adultos, Robinson & Redford (1991) recomiendan usar el tiempo de vida de cada especie como un índice del número de animales que podrían haber muerto naturalmente (en ausencia de cacería). Ellos sugieren que con especies de vida muy corta, la mortalidad natural es alta y que la cosecha por humanos puede tomar una porción importante de la población sin el riesgo de reducir la población creciente. De esta manera, los humanos podrían tomar una porción del:

• 20% de la producción de especies de vida larga, cuya última edad de reproducción es mayor a los diez años. Entonces, el cálculo de la sostenibilidad se estima comparando el porcentaje de la producción de una especie que está siendo cazada y el porcentaje de la producción que sugieren Robinson & Redford (1991). Si el porcentaje de la cosecha es superior al 60, 40 ó 20% de la producción de la especie (dependiendo su tiempo de vida), la cacería es insostenible. En la Tabla 17 se resumen los análisis de sostenibilidad efectuados para algunas especies de San Miguel y El

Tabla 17. Sostenibilidad de la cacería en El Tigre y San Miguel, calculada mediante la densidad de ciertas especies y sus límites de confianza, la productividad, la cosecha anual por kilómetro cuadrado y el máximo potencial de cosecha para cada especie Especie

Densidad (Indv/km2)

Porcentaje de la Productividad Cosecha anual en el Cosecha anual en toda rea de cacer a el rea comunal producci n cosechada (Indv/km2) 2 2 (Indv/km ) (Indv/km ) en el rea de cacer a

Porcentaje de la producci n cosechada en toda el rea comunal

M ximo potencial de cosecha (%)

EL TIGRE 53,4 (34,5 - 82,6)

7,261 (4,7 - 11,2)

6,80

0,31

93,6 (144,9 - 60,5)

4,2 (6,5 – 2,7)

20

Leoncitos Saguinus fuscicollis

38,8 (21 - 73)

6,612 (3,6 - 12,4)

1,13

0,05

17,1 (31,7 - 9,1)

0,8 (1,4 - 0,4)

60

Guazo Mazama americana

3 (1,9 – 4,5)

1,001 (0,6 - 1,5)

19,27

0,87

1927 (3041 - 1285)

87,0 (137,3 - 58,0)

40

Jochi pintao Cuniculus paca

7* (4,0 – 12,5)

2,101 (1,2 - 3,8)

14,74

0,66

701 (1228 - 393)

31,7 (55,4 – 17,7)

20

Pava mutun Mitu tuberosa

5,3* (1,9 – 14,8)

5,961 (2,1 - 16,7)

5,67

0,26

95,0 (265,2 - 34,0)

4,3 (12,0 - 1,5)

40

Pava roncadora Penelope jaquacu

7,1 (4,5 – 11,3)

7,991 (5,1 - 12,7)

3,40

0,15

42,6 (67,2 – 26,8)

1,9 (3,0 – 1,2)

40

Wichi Potos flavus

19,4 (12,4 - 30,4)

4,072 (2,6 - 6,4)

0,19

0,03

4,7 (7,4 - 3,0)

0,8 (1,2 - 0,5)

20

Jochi pintao Cuniculus paca

11,4* (4,3 – 30,7)

3,421 (1,3 - 9,2)

0,58

0,09

16,9 (44,7 - 6,3)

2,7 (7,2 – 1,0)

20

Jochi colorado Dasyprocta punctata

3,4 (2,2 – 5,2)

1,481 (1,0 - 2,3)

0,13

0,02

8,7 (13,4 – 5,7)

1,4 (2,1 – 0,9)

40

Pava roncadora Penelope jaquacu

8,6 (5,0 – 14,9)

9,681 (5,6 - 16,8)

0,06

0,01

0,7 (1,1 - 0,4)

0,1 (0,2 - 0,1)

40

Marimonos Ateles chamek

SAN MIGUEL

Los datos resaltados en negrilla indican sobre-cacería, pues son mayores al máximo potencial de cosecha (última columna). Los datos de productividad resaltados con el superíndice 1 fueron obtenidos con el modelo de cosecha de Bodmer (1994), mientras que los resaltados con 2 corresponden a la productividad máxima y fueron obtenidos a través del modelo de producción de Robinson & Redford (1991). El máximo potencial de caza (o cosecha) depende del tiempo de vida reproductiva de cada especie. Los cálculos para las especies resaltadas con asterisco deben ser considerados como referenciales, pues no se basan en estimaciones de densidad robustas (n
Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.