Si Tomo la Ballesta, ¡Vive el Cielo...! Los Movimientos Sociales en los Días de la Cólera.

June 14, 2017 | Autor: Leopoldo Moscoso | Categoría: Political Sociology, Social Theory, Political Philosophy
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Descripción

Si tomo la ballesta~i Vive el cielo ... ! Los movimientos sociales en los días de la cólera Leopoldo A. Moscoso

«Aunque, llegados a este punto, Marte, rompió una lanza a favor de la ira diciendo: "que alguna vez, o mejor dicho, la mayoría de las veces, la ira es una virtud de lo más necesaria, ya que favorece la ley, da fuerza a la verdad y al juicio, agudiza el ingenio y abre el camino hacia tantas otras egregias virtudes de las que no entienden las almas tranquilas". A lo cual Júpiter repuso que, "en tal caso, y de este modo, con las que es virtud, subsista y coexista entre éstas a las que se hace propicia; aunque jamás se acerque al cielo, sin que vaya precedida del celo, con la lámpara de la razón"» l.

Fin del consenso No parece razonable que la única forma de ira permitida por nuestros códigos morales sea la cólera de Dios. Antes de encontrar la muerte, ell? de febrero 1600, en el romano Campo di Fiori, Gior-

I Giordano BRUNO, Spaccio delta Bestia Triunfante, proposto da Giove, effettuato dal consiglia, rivelata da Mercurio, recitato da Safia, udita da Saulino, registrata dal Nalana (París, 1634), Milán, G. Daelli e Comp. Editori, 1863, pp. 188-189.

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dano Bruno había dejado escrita esta reivindicación de la ira justa. Podemos leerla en su Spaccio delta Bestia Triunfante, obra publicada en París muchos años después de que el filósofo muriera en el cadalso romano. Lejos de abandonada al albur de la influencia exclusiva de Saturno, Bruno asignó a la ira justa un cometido gnoseológico, afirmando que la ira permite comprender el mundo de otra forma, y fue el primero de entre nuestros modernos en desafiar el axioma cristiano de la conexión entre la ira y la eternidad. Ello implica no sólo negar a Dios la preferencia en lo que a la ira atañe, sino reconocer que, sobre los escombros con los que la ciencia europea habría de sepultar a Dios y a la capacidad de lo eterno para absorber la ira, es posible desatar una tempestad de origen exclusivamente humano, alimentada por la avidez de unos y el resentimiento de otros, que no reconocerá ninguna contabilidad ultramundana que pueda desactivar el deseo de los hombres de hacer justicia en primera persona 2• La ira deum era, en todo caso, una vieja conocida; uno de esos dispositivos de reducción de la complejidad cognoscitiva que son las religiones. El lado oscuro del Dios del Antiguo Testamento incluye la crueldad, la destrucción, la ira y el celosamente impuesto mandato de exclusividad a sus fieles. Aunque sus causas puedan escapar a la com·prensión humana, la ira de Dios, de intensidad y duración indeterminada, se encuentra siempre justificada (no pocos rabinos emplearon la culpabilidad de su propio pueblo como una explicación del horror al que el pueblo judío fue sometido durante el Holocausto del pasado siglo). Los dioses homéricos se indignan con los hombres por su atrevimiento al rebelarse contra la muerte, pero la cólera divina en el Antiguo Testamento no exige sólo una conducta, sino la creencia: es la falta de fe la que indigna a Dios, como se puede ver en las murmuraciones sobre la larga travesía del desierto en el Libro de los Números. y la ira episódica de Dios, desatada por los incumplimientos de su pueblo, anuncia también la que da lugar al eschaton del juicio final. Dios tiene la contabilidad de las ofensas e injusticias en una especie de archivo de la ira. La catástrofe, el Apocalipsis, que representa el triunfo teológico de la ira de Dios 3 , precederá a la restauración de la

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Peter SLOTERDIJK,Ira y Tiempo. Ensayo Psicopolítico,

Madrid,

Siruela,

2010. 3 Remo BODEI,Ira. La Passione Furente, Bolonia, 11Mulino, 2011, p. 46. Del mismo autor, sobre lo mismo, Geometria delle Passioni: Paura, Speranza, Felicita (Filosofía e Uso Politico), Milán, Feltrinelli, 2003.

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justicia, pero el día de Dios que los profetas anuncian en el Antiguo Testamento (Isaías) es también el día del terror y de la ira. El monopolio sacerdotal de la interpretación de la ira divina es utilizado luego por las castas dominantes como una herramienta de sujeción de sus propios pueblos. Sucede con los sacerdotes judíos después del exilio babilónico, igual que sucede hoy con los intérpretes laicos organizados en partidos que reclaman el monopolio de la interpretación de la cólera popular. En nuestros días, cuando pensamos en la conexión entre la indignación y la furia, aún resuenan las palabras de nuestros primeros modernos, que siguen recogiendo la tensión entre el elogio y la condena de la ira. Mientras que Ariosto advierte contra el espíritu de venganza de quienes, cegados por el odio, corren a hacer leña del árbol caíd04, Frondoso, exclama indignado «[s]i tomo la ballesta, ¡vive el cielo que no la ponga en el hombro!» 5 , porque Laurencia, heroína de Fuente Ovejuna, tacha de cobardes y afeminados a todos los hombres de la villa que no han emprendido la rebelión contra sus opresores 6• Medio siglo antes, hacia 1546, unjovencísimo Etienne de la Boétie se había preguntado en su Ensayo sobre la Servidumbre Voluntaria, por las causas que conducen a los pueblos a permanecer en la obediencia a los tiranos «tragapueblos» que los subyugan. La Boétie sugiere que el olvido de la libertad, la ignorancia y el miedo son las causas que separan a los pueblos del momento en el que éstos dicen «¡se acabó!». Pero, en ocasiones, la humanidad dice basta. No nos interesa tanto el episodio en sí como la secuencia que paso a examinar. Primer estadio: moralizar la desgracia. Históricamente, la pregunta se Deus bonum, unde malum? fue dando paso al reconocimiento de que nada hay de moral ni en la naturaleza ni en la historia. Rescatar, por consiguiente, la culpa y la responsabilidad resulta clave para la reconstrucción del principio de acción. Hazaña de la modernidad fue

4 «Or quella turba d'ira e d'odio pregnaj con fatti e con mal dir cerca vendetta;/ com'e in proverbio, /ognun corre a far legna /all'arbore che il vento in terra getta», en el Canto XXXVII, estrofa 106, de Ludovico ARIOSTO,Orlando Furioso, Turín, Einaudi,1998. 5 Félix LOPE DE VEGA, Fuente Ovejuna, Acto 1, Escena IV. 6 «Poneos ruecas en la cinta. ¿Para qué os ceñís estoques? Vive Dios, que he de trazar que solas mujeres cobren la honra de estos tiranos, la sangre de estos traidores, y que os han de tirar piedras, hilanderas, maricones, amujerados, cobardes, y que mañana os adornen nuestras tocas y basquiñas, sol imanes y colores!», Fuente Ovejuna, Acto 111,escena 1.

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la de reparar (pues antes de ese hallazgo, la voluntad de Dios y la providencia ocupaban todo aquel espacio) en que si la naturaleza no es moral (y no lo es), la sociedad y la historia podrían no serIo tampoco. Hay mucho más que providencia en el trágico destino de los hombres. Éste podría tener un rostro moral. Las desgracias suelen ser impredecibles: producen sorpresa, provocan un derrumbe de los estados de reconocimiento del sujeto, y generan incertidumbre porque devastan esas zonas de la experiencia en las que se encuentra todo aquello que el sujeto «da por descontado». Esas certidumbres son las que permiten al sujeto dar sentido a sus acciones en el mundo, de modo que la «desesperación» ante la desgracia puede verse como una manifestación particular de la sensación que el sujeto tiene de no poder hacer nada que tenga sentido. Para poder volver a actuar significativamente sobre la realidad, el sujeto de la acción habrá que generar nuevos estados de reconocimiento y reinterpretar el mundo tratando de adquirir otro conocimiento sobre él. Es posible tratar de conocerlo «más» o «mejor», o bien intentar conocerlo «de otro modo». Esta reinterpretación, generalmente social, implica un cambio en las definiciones de lo inevitable. Se trataría de entender moralmente el sufrimiento: «people must perceive the deprivation and disorganization they experience as both wrong and subject to redress» 7 • Segundo estadio: la sospecha. La desgracia podría ser vista también como injusticia. Si ha de superar el derrumbe de un estado de reconocimiento, lo que el sujeto deberá combatir es, precisamente, este sentido de inevitabilidad. Para hacerlo tiene, ante todo, que «dar otro nombre» a los acontecimientos. La sospecha sirve bien a tal propósito. Por medio de la sospecha, las desgracias pueden convertirse en injusticias. El principio de atribución de responsabilidad funciona aquí retrospectivamente. Después del acontecimiento generador de incertidumbre, el participante puede actuar como observador y explicar lo ocurrido a través de las intenciones de otros. Puede atribuir responsabilidades a otros actores, cuyo «carácter», intereses, e intenciones habrá de definir hipotéticamente. Podrá decir que ha habido una «conjura». Cuando un hombre busca culpables, generalmente los encuentra.

7 Frances Fox P¡VEN y Richard A. CLOWARD, Poor People's Movements. they Succeed, How they Fail, Nueva York, Vintage Books, 1979, p. 12.

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Tercer estadio: rescatar el principio de responsabilidad. Éste implica que los actores pueden explicar sus propias acciones pasadas intencionalmente, pero, frente a la incertidumbre, este principio puede operar prospectivamente también8. A través de la propia acción en situaciones que el sujeto percibe como fatídicas, éste puede al menos rescatar y recomponer un principio fundamental de la acción: la certeza sobre el «carácter» del actor. Independientemente del desenlace, al mostrar que se tiene un «carácter», el actor se presentará como un sujeto «íntegro», «digno», a quien habremos de reconocer el derecho a una existencia autónoma, no tutelada, en el seno de una comunidad moral en la que cada miembro puede formular juicios morales y dar cuenta de su conducta en términos de esos juicios y de sus propias intenciones. En lugar de explicar sus acciones diciendo quién es, el actor dice quién es por medio de sus acciones9• Cuarto estadio: el misterioso despertar de la conciencia. La injusticia tiene sentido. A los ojos del actor, es más coherente que el desorden. Permite dotar de objetivos a la acción. Cuando éste decide dar el nombre de injusticia a sus desgracias, el actor ha de adoptar una actitud distinta de la resignación. Si quiere tener algo que hacer, habrá de adoptar la actitud del que se rebela contra una realidad definida como inevitable. La injusticia, hemos visto, implica la idea de conspiración o conjura, y las conjuras pueden explicar los acontecimientos. Por sí solas, sin embargo, no proporcionan guía alguna para la acción mientras no nos remitan a una noción implícita de culpabilidad. Los culpables de nuestras desgracias son aquellos que se encuentran detrás de las causas de éstas. La inculpación restablece el principio de acción. Es cierto que no todas nuestras desgracias tienen necesanamente que estar originadas en el poder de algún otro agente. Todas ellas, sin embargo, pueden tener alguna relación con el poder de otros. Lo que hace posible la recomposición del principio de acción no es nuestra certeza sobre las responsabilidades ajenas, sino nuestra capacidad para sospechar de

8 Erwing GOFFMANcitaba en 1967 (. El efecto cardinal de la reinterpretación es el victimado. La víctima es la creación cardinal del relato político, y el relato político es el ejemplo más acabado de la plasticidad de las definiciones del

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Remo BODEI, Ira ..., op. cit., p. 9. Elias CANETTI, Masa y Poder, Madrid, Alianza Editorial, 1983. Stuart W ALlON, Humanidad ..., op. cit., p. 75.

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mundo producidas en y por la acción social. En la urdimbre narrativa, desempeña un papel central la imposibilidad de adoptar de manera simultánea todas las perspectivas: ya que, potencialmente, somos todos víctimas y verdugos, existe la posibilidad de que los accidentes o los desastres sean vistos desde cualquiera de las perspectivas posibles. Por ello la indignación es más eficaz cuando el indignado y el blanco de sus iras comparten la definición moral de la situación. No suele ocurrir: las organizaciones no tienen principios, y los bandidos recurren a ese mecanismo de neutralización que en la vida pública llamamos ideología. En contra de la ira, la indignación, la agresividad y la cólera, Plutarco repite, en su De Cohibenda Ira, un conocido modelo senequista: el filósofo prescribe distanciamiento, razonabilidad, dilación en la respuesta, proporcionalidad, austeridad ... El modelo ha dado de sí: la indignación parece diferir del resentimiento, o de la ira que no ha encontrado forma alguna de ser expresada, y a veces se entrecruza con la envidia (originada en un real o imaginario agravio comparativo) con la que tiende a fermentar en silencio. Pero la indignación es igualmente distinta del odio. A éste hay que alimentarlo voluntariamente, es frío y su contabilidad se establece sobre el largo plazo. El odio -ademáspuede cohabitar con el miedo, mientras que la ira desconoce las razones que recomiendan la prudencia 28. La manifestación de la ira siempre oculta alguna forma de odio, de ahí que cuando el odio alimenta los desórdenes públicos, ello produce un alivio temporal entre los revoltosos. El dirigente deberá estar atento a los ciclos de indignación originados en la corrupción de la casta: ciertamente, si el corrupto responsable de la situación de los miserables permanece en su cargo tras las protestas mientras que los policías y jueces encarcelan a los manifestantes, la ira y el rencor se acumularán 29. No es lo mismo ver las emociones como una parte de la herencia genética que verlas como algo cultural mente adquirido. El primer enfoque es propio de la biología evolucionista y la neurobiología y se en-

28 Remo BODEl, Ira .... op. cit., p. 8. El filósofo Baruch SPINOZAse esfuerza por delimitar la ira de la venganza: «El esfuerzo por inferir un mal a quien odiamos se llama ira; el esfuerzo, en cambio, por devolver el mal a nosotros inferido se llama venganza» (cfr. Ética Demostrada Según el Orden Geométrico. IlI, proposición § 40, escolio 2); de modo que , Zona Abierta, 69 (1994), pp. 51-120.

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de cobarde memorialismo que rehúsa enfrentarse al futuro con un proyecto. No cabe proyecto alguno sin haber cuidado antes de ese ser que somos. El espanto con el que el ángel de la historia de Paul Klee contempla el pasado requiere de una terapia. Nuestras certidumbres acerca de la conexión entre el olvido y la vida tal vez deban dejar paso a la conciencia de la conexión entre el olvido y el mal.

JOSÉ ÁLVAREZ JUNCO, RAFAEL CRUZ, FLORENCIA PEYROU, ET AL.

EL HISTORIADOR CONSCIENTE Homenaje a Manuel Pérez Ledesma

UAM Ediciones Marcial Pons Historia 2015

Ilustración de cubierta: Relojes gemelos, de Pedro Morales Elipe, 2000. Óleo sobre lienzo, 46 x 55 cm. Fotografía del autor.

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