\"Ser hispano\" en los Estados Unidos

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Descripción

El Observador – Blog 04-27-2014

«Ser hispano» en los Estados Unidos Se observa que el concepto de «hispano» en los Estados Unidos ofrece unos límites difusos. La mayoría de los ciudadanos creen poder reconocer a un hispano o latino, pero no les resulta fácil explicar cómo. Naturalmente, este supuesto conocimiento puede basarse en simples prejuicios: el cabello moreno y liso, la piel dorada, un apellido español sobre una tarjeta. De nada sirve todo ello en un buen número de casos porque el ser hispano no tiene necesariamente que ver con cuestiones raciales. Los apellidos asimismo pueden llevar a engaño, dada la costumbre de que las mujeres cambien su apellido por el del esposo y dado que hay hispanos que han podido perder tal identidad. Tan solo el acento al hablar inglés parecería un indicador suficientemente válido. Ello supone asumir que el conocimiento de la lengua española como nativa es el factor que conduce a menos equívocos. Frente a la raza o la antroponimia, el idioma sigue siendo un factor determinante en la identificación de los hispanos. Pero las cosas no son tan sencillas. Uno de los dominios donde los hispanos se enfrentan a la cuestión de su identidad es el de los censos. Estos, sin embargo, no quedan exentos de ambigüedad. Como Jennifer Leeman ha explicado en su artículo «Categorizing Latinos in the history of the US Census» (2013), el papel de la lengua en los censos estadounidenses ha estado ligado a las ideologías sobre las razas y las nacionalidades. El conocimiento de una lengua se ha utilizado como índice racial, pero es obvio que lengua y raza no son conceptos biunívocos en el caso de las lenguas internacionales, como el español. Por otro lado, los censos han evolucionado hacia una distinción más clara entre «etnia» y «raza». De hecho, el censo de 2010 preguntó por el «origen hispano, latino o español», pero tuvo que añadir la instrucción específica de que, a efectos del censo, «origen» no equivale a «raza». Esta instrucción se hizo necesaria al comprobar la creciente preferencia de los hispanos por la opción «Otra raza». En el fondo, hay un temor a ser identificado como diferente y a ser objeto de una posible discriminación. El observador considera que la evolución del concepto de «hispano» irá en consonancia con el desarrollo socioeconómico de la población. En este sentido, se puede observar una progresiva integración de los hispanos en diversos ámbitos: en la economía, la comunidad hispana, si fuera un país, ocuparía la 13a posición mundial; en la educación, la matriculación de hispanos en la universidad ha crecido un 20% en apenas diez años; en materia de lengua, se observa un avance en el conocimiento y uso del inglés, sobre todo en la tercera generación, aunque el índice de abandono del español es relativamente lento. El informe especial de The Economist, titulado «From minor to major» (2015), presenta un agudo análisis de todo ello. Esos factores de integración contribuyen a que los hispanos vayan clarificando el panorama de su identidad. Así, «ser hispano» no es una cuestión de raza, definitivamente, ni tampoco de nacionalidad, puesto que la identificación como «estadounidense» también progresa, frente a una primera generación de inmigrantes identificada con sus países de origen. «Ser hispano» aún tiene que ver con la lengua, la lengua del hogar, la lengua del barrio. No se sabe hasta cuándo, pero será así en las próximas décadas. Pero «ser hispano» es principalmente una cuestión de herencia, de valores recibidos, de señas de identidad, incluida la lengua. Las señas de identidad son una arma poderosa, más y más apreciada conforme la globalización avanza. Instituto Cervantes en Harvard

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