Sentidos de lo (in)finito (Poemario)

September 10, 2017 | Autor: Nicolas Panotto | Categoría: Poesía
Share Embed


Descripción

SENTIDOS DE LO (IN)FINITO POESÍA

Nicolás Panotto

HEBEL

2

SENTIDOS DE LO (IN)FINITO POESÍA

Nicolás Panotto

HEBEL Ediciones Arte-Santa | Poesía 3

SENTIDOS DE LO (IN)FINITO | POESÍA © Nicolás Panotto, 2014. © HEBEL Ediciones Colección Arte-Sana|Poesía Santiago de Chile, 2014. Edición & Diseño: Luis Cruz-Villalobos. www.benditapoesia.webs.com

4

PRELUDIO

5

6

Como suele suceder con los poemas que escribo, sus inspiraciones son siempre fortuitas y contingentes. Nunca hay cálculo previo. Es puro devenir, sin silenciamiento. Honestidad rabiosa y descontrolada. Descarga. Vómito. Y allí queda. Por supuesto que lo fortuito siempre tiene un punto de partida. Una emoción, una vivencia, una sorpresa. Algo que emerge inesperadamente por un cruce imprevisto. Por ello, al menos en mi, la poesía es encarnación del puro límite. Es decir, de lo finito inherente a la vida. En estas tramas se mezclan narrativas de momentos muy concretos. Palabras arrojadas sin pensar, en segundos que se hacen eternos. Intentos de descubrir cómo se mira el mundo desde estas nuevas claves, que distan de ser abstractas; por el contrario, son puro color, piel y creación libre. Ello fue lo que descubrí al compilar estos relatos que han sido escrito hace ya un tiempo. Son vivencias de piel. Palabras y crónicas que brotan desde sensaciones incontables. Por eso, en esta obra, el cuerpo, las estéticas, la contemplación de imágenes y momentos, tienen un lugar central. O sea, los sentidos. Pero son itinerarios, viajes, caminos transitados por lugares poco conocidos, que en su abrazo hacen notar lo extranjero que somos con nosotros mismos. Por ello, tanto los sentidos como lo más concreto en el tiempo y espacio que vivimos, poseen una proyección incomprensible, un misterio innato, una trascendencia explosiva. Es decir, son infinitos. Nicolás Panotto Buenos Aires Junio 2014

7

8

SENTIDOS

9

10

Silencio y sentido

Vivir en fe es vivir del silencio. Alimentarse del misterio y procurar la caricia de lo desconocido. Mantener los ojos cerrados aunque nunca por completo. Caminar en la niebla confusa de ese mirar entreabierto entre la curiosidad, el temor y la ansiedad. La palabra final la tiene el cuerpo. ¿Con qué se topará? ¿Dónde pisará? ¿Qué sentirá? Y allí, sólo allí, cambia el curso. Los pasos siguen los sentidos El sentido son los mismos pasos.

11

Tuyo, sombra del porvenir. Me tomas, me tocas, me escupes. Me abrazas y lloras conmigo. Ámame, como nunca me he amado. En el silencio, sin gritos ni palabras Sin formas, ni cálculos, ni esquelas Sólo en la pasión del sentido.

12

Sensaciones

Tan lejos, tan cerca Ir y venir. Va, esquiva y deviene Lo profundo y lo abnegado. Distancias y distorsiones. Lo que nunca llega pasa delante de mi rostro burlándose con su roce suave.

13

El fondo eterno Gris como la niebla espesa. Mi espalda gime Lo insoportable aún está por venir. Gritos que ahuyentan fantasmas Los espectros saludan sonrientes. El miedo y la furia “Solo vos tenés la culpa”. El pasado toma fuerte con su puño Presiona la sangre y sus senderos. La piel se abre, se quiebra su ternura Abre paso a la luz y a la lluvia.

14

Correr

Corro Transpiro Se acelera el corazón. Respiración agitada Viento, frío, calor. Se abre el portal del alma junto a los poros de la piel. Me siento en el aire y miro todo de arriba. Salto y voy más allá. Vértigo, expectativa y temor. ¡Grito! Todo resuena en el eco. Continúo corriendo Sigo avanzando. Experiencia de una milésima de segundos que se hace eterna en el deseo.

15

Brisa

Por la mañana, se abre el umbral. La brisa y la caricia se confunden en la contemplación de aquel lejano mundo donde se dibujan torbellinos, soles y monstruos. En la brisa, la piel. Un imperceptible roce Sensual, profundo y perturbador. Nos habla: “aquí estoy, aquí estás” La brisa me encuentra y yo me encuentro en ella. Es la frontera invisible que demarca la presencia de universos paralelos. 16

Cierro los ojos. Sólo la brisa y su abrazo susurrando suave a mi oído los misterios insondables del alma. Brisa que cobra fuerza en el vacío. En su movimiento canta, gime y vomita. Lastima cual braza encendida pero cura en la estela de su regazo. Brisa desde la ventana abierta Apertura a la hondura del ser. Me dejo llevar en sus brazos junto a las fantasías de lo inconmensurable.

17

Colores

Colores, en sus trazos y matices Se entrelazan en los puros. Esencias que no son más que híbridos. Colores que no esconden lo oscuro del fondo Sino que lo absorben para reírse de él. La demasía de los tonos. Colores, fuerza divina Nada ni nadie puede frenar su sorpresa. Hacen de la línea un nuevo mundo. Colores, violentos en sus mezclas. Apabullan en su espontaneidad creadora Miedo y temblor por los escasos blancos. Colores, vivos y muertos Ambas en una misma pincelada Devienen en seres únicos. Colores, quiero más colores. Pinten mi alma, mi piel y mis ojos. Entre el brillo, lo nuevo y lo inacabado. 18

Alturas

Altura e infinito, Nada más que viento. El soplo del universo Y la pequeñez del ahí. Las formas blancas, azules y celestes mundos que se crean más allá del torbellino. Juegan, revolotean e invitan Haciéndose ver en su desnudez única y fortuita. Altura de las alturas Allí vamos, pisoteando lo que creemos ganado. Saltos imposibles en el sueño de lo posible Nos llevan, nos traen, nos arrastran. La altura del todo y de la nada Más cerca, la arrogancia de lo que no fui. A lo lejos, la cruda realidad de lo que falta llegar. Peregrino que se pregunta por los tiempos.

19

Jardín de encuentros entre nubes plateadas Aquellos, nosotros, yo, otras y otros Una trama que va, vuelve, viene De nuevo nos lleva. Racimo de fantasías en la soledad de los dibujos Cruel abrazo de paraísos que hunden en su fulgor Llego y miro: angustia y perennidad. Allí vuelo, sueño, camino, soy.

20

Amar

Amor es un sustantivo vacío que el amar trata de llenar con su presencia, moviéndose, moviéndonos, sin rumbos ni brújulas en la acción misma del riesgo. El amor deja de lado la clausura de su a priori tras las locuras del amar. Sus palabras son sólo un esbozo borroso de lo que el cuerpo dibuja con sus poros. Amor: interrogante de imposible respuesta. Amar es anticiparse a decir 21

para que los enigmas buscados tomen la forma del contacto deseado. El amor promete el sinsabor de lo imposible. Pero amar es caminar sin garantías, vivir en el miedo de la pérdida para aprender a aferrarse y cuidar lo más preciado. El amor se obsesiona con la posesión mientras amar es dejar ir. Dejarse llevar para seguir amando, soltar la mano y permitir que las lágrimas abran el camino. Amor, palabra sin sujeto. Amar sin amarse trampa mortal, carente de cordura que fagocita sin piedad la cercanía. El amor reside en lo abstracto del corazón. Amar es poner el cuerpo y sentir con las tripas, quedarse sin aliento y revuelto frente a la sorpresa y la fantasía hecha realidad.

22

Sol

Sale el sol (y la vida sigue) Se siente su calor (y los poros arden) La vista se aclara (y la realidad se muestra en su crueldad) El sol alumbra en todas partes (pero yo sólo me atrevo a verlo desde aquí) ¡Anhelo conocer su infinitud! (pero tengo pánico de lo que encuentre en el camino) Su resplandor me guía (¿pero cuál de todos los caminos debo tomar?)

23

Imposible confundirse: allí está el horizonte (pero entre tantas preguntas al final no llego; mejor me quedo) Claridad y convicción: ¡para eso está el sol! (pero no, al final me enredo en la contradicción) ¿Acaso el sol no es un refulgir lejano? ¿No es una presencia cercana? ¿Está conmigo pero se siente remoto?

24

Luna

Te miro a lo lejos Tu brillo y tu fulgor Te hablo y espero me contestes Para atender mis mas profundos enigmas. ¿Me responderás algún día? ¿Seré capaz de escucharte? ¿Estaré listo? Luna tan lejana Luna tan presente Eres la marca de la oscuridad El sello de la desorientación. Unes los rostros con tu belleza Pero traes a la realidad la crudeza de las distancias Somos uno y somos vacío. Nos engañas. En tus formas irreconocibles Se dibuja la sonrisa de la ironía. Atenta y vigilante allí en lo remoto

25

Riéndote de nuestras maniobras absurdas. Luna, que todo lo sabes En ti deseo entenderme Escúchame, mírame, háblame. Furibundo misterio de tu silencio. Sigo contemplando, allá a lo lejos Tu presencia desespera Contemplo tu belleza Y con ella, la ilusión de lo que nunca sabré de ti.

26

Imagen y sombra

Una sola imagen Destello de presencia Fugaz y movediza Colores, contrastes y silencios. Lo finito e infinito Todo se paraliza entre medio Mirada concentrada Advenediza y tan real. Vemos y no vemos La sorpresa de lo que desaparece Lo eterno y único Allí, de paso, desvaneciéndose. Mirada foránea de lo que no veo a mi lado Esa imagen mía, que destella formas y colores La veo, se escapa, pero queda en su sombra Ocupa un lugar para dejarlo vacío.

27

Destello de una noche

Un solo destello basta Para el deseo y la desesperación Un pequeño relámpago pasajero Como espera de una vida entera. Una pequeña luz, en una noche silenciosa Un momento, una eternidad Segundos que se hacen décadas El fin deseado al alcance de mi mano. ¿Pero cómo…? Una luz, mucha esperanza Utopía enceguecedora Sabores solitarios En busca de su compañía perfecta. Ella, vida, mi vida Viene y va como péndulo incontrolable

28

Su presencia ensordecedora Me habita, me desnuda. Única, cercana y lejana Me toma, me suelta La dejo y llega la locura Vida, plena, como aquel sueño: única.

29

Imágenes

Fugaces segundos que van y vienen Recuerdos, memorias y desencuentros Se entremezcla la ilusión y el olvido Confusión entre lo vivido y lo deseado. Sueños flotan por el aire Atrapados en una red tejida de contingencias. Intento posarme en ellos Pero se desvanecen tras el roce de la piel rasgada. Metáforas de senderos sombríos Entre la ceguera de la niebla

30

Lo encandilante de la fantasía Y la luz que asoma de la fisura. Dibujar desde el juego de contrastes Grises, relieves, mamarrachos y paisajes. Imágenes de origen desconocido y devenires inimaginables Cubren momentáneamente la locura de lo real que no existe.

31

Constelaciones

El silencio Un recuerdo La respuesta sin pregunta Sólo sé que sucedió. Un roce Dolor punzante Caídas eternas Déjà vu. Esa mirada Consternación Tan solo era un abrazo Y la vi correr. Restos Soledades y presencias Busco la gracia Las marcas permanecen. Pequeños pedazos Lugares y horizontes Todo se dispersa Pero vuelve al origen.

32

Diviso Descubro Luces y tinieblas Todo transita con la corriente.

33

Silencio

El silencio es una masa espesa Donde los pasos son olvidados Y retumban cual relámpago Las huellas del gigante invisible. La soledad y la muchedumbre Luchan a sangre fría Para ganar la batalla de lo incierto Cuyo trofeo no es más que el desconcierto. La Verdad se impone de frente Se esconde tras la fugaz mirada Revolotea como un fantasma. No existe. Callar para gritar desconsoladamente Dejando salir el aliento a muerte Cerrar los ojos. Dormir. El reposo no es eterno. El silencio y el abismo Figuras mellizas frente al mismo espejo Jardín de juego de almas perdidas Nadie gana. Sólo se busca. 34

(IN)FINITO

35

36

Mientras

Uno vive y va muriendo Uno muere y aprende a vivir Respiros y ahogos Mientras, el viento sopla. Hay cosas qué cambiar Hay cosas que no cambian Hay deseos que nunca se cumplen Mientras, aparecen las sorpresas. ¿Cuándo sucederá? ¿Cuándo acabará? ¿Cómo continuará? Mientras, el tiempo pasa. “Mientras”: paréntesis trágico Lapsus eterno de lo imposible Espera asesina de sueños Pasadizo de la epifanía.

37

Lo lejano y lo cercano

Lejanía, encarnación del asombro Sentido de inmortalidad Horizonte de fantasías y paraísos La muerte allí pierde su poder. La ventana abierta como un portal hacia lo imposible dibuja interminables formas líneas entreveradas y colores infinitos Nada cae, todo deviene en belleza. Pero no hay lejanía sin cercanía. Es allí, en lo minúsculo, el locus del acontecimiento No hay uno solo, son incontables. Pero el momento es allí. Inclinar la mirada y ver la imperfecta superficie Las demarcaciones creadas y arruinadas por la mano La mugre acumulada por el tiempo y que, paradójicamente, llega desde lejos.

38

Allí estamos, allí está, allí están. Los marcos y las suciedades Los otros, los espectros, las compañías Todos, nadie, yo, el silencio y las millones de voces.

39

Lo cotidiano

Ver la bajada del sol Sentir la caricia de sus dedos La piel absorbe la brisa En el soplo de los movimientos. Resuenan las notas El vibrar de cada cuerda. Esa guitarra vieja y desgastada Desesperada por imbuirse una vez más en lo desconocido. En la humareda de la pipa el mundo se detiene Disfrutando la dulzura del aroma

40

Soñando con las miles de formas que emanan Ensuciando los dedos con la inevitable ceniza. Las letras y las voces se entrecruzan Hacen de su locura un tejido multicolor La coherencia se hace trizas Y con cada pedazo se crean nuevos rompecabezas. Y el día pasa entre el refulgir y las sombras Las compañías y las ausencias Las despedidas y las bienvenidas Lo cotidiano nos abraza, nos presiona, nos advierte.

41

Esos días

Esos días que no quieren ser un día Ceder la frontera de las horas Traspasar el tiempo Evadir el cálculo. Trascender como el misterio divino Yendo, viniendo, volviendo Como un relámpago imaginario Que ilumina recovecos desconocidos. Maldito reloj, segundero escandaloso Penetras mis párpados y oídos Gritándome: “’¡aquí estás!” Hoy, así, como esos días. Desear el abrazo y la caricia Anhelar la distancia y la soledad Profundidades, llanuras y alturas Todo se mezcla en el fluir de las venas.

42

Imaginar, suspirar y dejarse llevar Extender las alas y volar El poder ilimitable de la piel Como la fe que nunca se apalabra. Esos días que el silencio pide a gritos devenir La calma, la paz, la intriga, el miedo Todo es parte del lapso Un segundo, un día, el todo y el vacío.

43

Si…

Si ver es soñar Si sentir es sufrir Si amar es morir Si soñar es fantasía Si sufrir es plenitud Si morir es resucitar Si la fantasía es lo real Si la plenitud es ilusión Si resucitar es caminar Si lo real es oscuridad Si la ilusión es un abrazo Si caminar es retroceder Si la oscuridad es el paraíso Si un abrazo es llanto Si retroceder es avanzar Si la vida es…

44

De la ilusión

Las ilusiones son fantasmas más que fantasías. Sombras de presencias ausentes que representan la densidad de la intersección entre quimeras, deseos e historias pasadas y presentes, como un collage tejido con el hilo de la experiencia y la punzante aguja del devenir. Perdemos el tiempo pensando en su irrealidad. La gran mentira de la visión perfecta, final y madura, que termina ahogándose en las profundidades del horizonte. Ellas se ríen de nosotros, como ese hermano que ironiza con nuestra arrogancia, abrazándonos a carcajadas y haciéndonos dar cuenta, finalmente, dónde estamos parados. Allí están, como siempre. Huir o ignorarlas sólo alimenta el espectro que hace morada en nuestro cuerpo, el cual nos susurra mentiras sobre paraísos inexistentes y muta como una enfermedad que nos fagocita desde adentro, ofreciéndonos una imagen deforme de seguridad y claridad desde un espejo desgastado, en cuyas manchas la luz se transforma en resignación.

45

Así somos: seres que sobrellevamos ilusiones -a veces como una carga, otras como una bendición- y sobrevivimos con ellas, como marcas de diversas formas, tiempos y profundidades. No podemos esconderlas. No podemos huir. En ellas emergen los inevitables pastiches entre el pesimismo y la utopía, dando lugar a extraños y oscuros encuentros con su irreconocible figura. Decir a secas que parten de los deseos incumplidos sería muy fácil. Ellos también son, por momentos, presencias que creemos propias cuando en realidad provienen del infinito desconocido por nuestra finitud. Pero cuando no lo son, cuando podemos discernir desde la plena honestidad al mirarlos de frente, se transforman de sueños artificiales a posibles caminos, cuyo destino final desconocemos pero que, al menos, los abrazamos como una compañía en ese devenir que vamos construyendo, conociendo y arriesgando día a día, con sus cargas, sus disfrutes, sus senderos zigzagueantes, sus visiones difusas y sus aventuras. Las ilusiones: siempre presentes y siempre difusas. Las amamos y las odiamos. Las entendemos y las rechazamos. Pero allí están, cumpliendo su misión: hacernos recordar que la vida continúa sólo si aprendemos a ver los abismos al lado de la cornisa por la que caminamos haciendo equilibrio, como una fuente de historias para contar, mezclar, pintar y dibujar de nuevo.

46

Un mundo con más poesía

Necesitamos un mundo con más poesía. Ver la vida como una ecuación irresuelta a partir de las miles de combinaciones que construyen sus eternas narrativas, que emergen desde los sentimientos que se mezclan en el desorden inevitable de lo que sentimos día a día. Necesitamos más poesía, como aquella dimensión que envuelve nuestros razonamientos, nuestros movimientos, nuestras elucubraciones teóricas y nuestras locuras, desde la incontrolable voz de la piel que nunca se calla y que intentamos silenciar todo el tiempo, sin lograrlo. Necesitamos de la poesía, de las expresiones desordenadas pero profundas, que van más allá de toda lógica impuesta pero que nos muestran tal como somos, honestos y honestas con el alma, con nuestras contradicciones, pasiones, flaquezas y odios. Necesitamos de la ironía, el irrespeto y la falta de pudor de la poesía para amigarnos con la muerte que nos rodea, y caminar sabiendo que la fragilidad es la 47

más fiel compañera que puede guiarnos por la belleza de esos caminos repletos de hojas de otoño que no cesan de caer por su caducidad, pero que son el reflejo más puro de la transformación. Necesitamos de la poesía como ese ejercicio que nos permite volar hacia lo menos imaginado y lo más ridículo, para crear nuevos mundos, nuevas utopías, nuevas maneras de ver lo más cercano desde lo lejano y desconocido.

48

Crónicas de Bolivia

La Paz I

Las nubes cubren esas montañas rocosas, cuyas formas son incontables. Entre sus idas y vueltas, puntas y huecos, se traslucen los colores, variados y dispares, de la creación humana, que intentan encontrar lugar y aposento en medio de esos caminos mezclados, que van y vienen. A veces los rayos del sol atraviesan la densidad de ese cielo caído, resaltando la luminosidad de estas formas erigidas con el esfuerzo de las manos callosas. En otros momentos se esconden, haciendo del mundo conocido una penumbra donde todo se apaga y desaparece. Pero allí están, a pesar de todo: las formas, los colores, las mezclas, los senderos.

49

La Paz II

La ciudad despierta un día más. Inevitable: una mezcla entre rutina y sorpresa. Cada quien busca su camino. Muchas veces no queda más que esperar que se forme ese estrecho vericueto que permita el paso. Cosa fortuita lograrlo: maniobras arriesgadas, esperar el momento indicado para que el espacio necesario del volantazo aparezca, insistir –muchas veces a viva voz, no siempre cordialmente- para que quien está delante tome su lugar y así uno pueda ubicarse en el que le corresponde. Qué paradoja: buscar el camino propio, creándolo (¿ex nihilo?) desde el sendero que ya existe (ah, no… ex materia), plagado de otros viajeros que se encuentran con la misma misión. Los deseos, los deberes, los sueños, el pasado, el camino, los otros, los encuentros… en una misma mañana. Y así vamos..

50

Coroico I

Vueltas, vueltas, y más vueltas. Alturas, vistas, nubarrones y bajadas. El cemento queda atrás; aparecen las rocas. Piedras en el camino. El esfuerzo (y sí, también la molestia) para llegar a lo más alto. Allí residen la soledad junto a las profundidades –que representan una milésima parte de lo conocido-, envueltas en un manto que los acoge como un paño donde se pintan obras maravillosas: el silencio. Es allí donde las maquinarias de la enfermiza lógica de la mente se acallan para dar lugar al misterio del estar allí, sosegados, contemplando y sintiendo cómo los trazos tienen la libertad de ir dibujando paisajes escondidos tras la locura de la historia.

51

Coroico II

Las alturas y el silencio. Las nubes aún bajas, al punto que esconden mi propio cuerpo. Lo lejano parece ser lo más claro. Su belleza se nota a lo lejos, y la falta de claridad en sus detalles despierta la imaginación sobre lo que verdaderamente es (en realidad, “lo que es” y “lo que imaginamos que es” van siempre juntas). Pero allá está: a una larga distancia, tras caminos rocosos y escabrosos. Parecen senderos eternos, inacabables. Pero no hay nada de sorpresa en eso, ¿no? Estoy aquí, en un minúsculo punto del universo, donde los imaginarios sobre lo más majestuoso se presentan frente a la estrechez de mi vista. Esa grandeza y profundidad –debo confesarlo- a veces me asustan. Nos abren el sentido de la vida, pero también nos confrontan al misterio de las mil posibilidades desconocidas del camino (el mío). ¿Cuál será la correcta? Sólo al caminarlos se sabrá. Pero en eso no nos confundamos: no hay nada de heroísmo y romántico al respecto. La evasión, los retrocesos, la comodidad, el miedo, son los fantasmas constantes asomados tras los arbustos de lo cotidiano. Puedo quedar allí, parado, mirándolos. O puedo avanzar asumiendo que inevitablemente rasguñarán mi piel tras el paso. Dolor, belleza, caminos, fantasías y paraísos: una de las incontables recetas de la vida.

52

Coroico III

Hoy sale el sol. Resaltan los colores. Se ilumina el camino. La lejanía es un poco más clara, aunque ello es sólo una sensación ya que las nubes amenazantes – inclusive la lluvia repentina- siguen allá, a lo lejos, frente a mis ojos. ¿Qué cambió? La sensación de mi piel allí donde estoy. El roce de los rayos de sol y la dilatación de mis pupilas frente a las tonalidades de las flores, los árboles y el cielo que están frente a mi (y que estaban ayer también, pero escondidos bajo los grises espesos). Las cosas a mi alrededor no se mueven mucho. Yo tampoco lo hago. Pero hay ciertos detalles, como movimientos de la brisa y aleteos de mariposas, que hacen sentir algo distinto, en ese momento, allí donde estoy. Como se suele decir: “algo es algo, ¿no?” Pero no es poco, sin duda. Uno no se mueve. Pero hay cosas, pequeñas y sentidas, que reflejan una realidad con vida, con traslados, inclusive cuando uno no puede discernirlo ni puede acompañarlo. No lo podemos controlar todo. No debemos impulsarnos si no sabemos hacia dónde. Impacientes somos para salir a buscar. ¿Por qué no nos dejamos llevar por lo que se presenta, con esa luz y belleza, con sus contrastes y contradicciones, con sus misterios e incógnitas, allí, donde estamos? Algo es algo…

53

Coroico IV

Siempre me han gustado las galerías, especialmente las que tienen columnas con forma de arco. Además de contemplar su belleza estética, de pequeño jugada con la perspectiva que crea el esconderse por detrás del muro y ver a lo lejos, hasta donde llegara mi vista. Delante de mí podía ver las fisuras que el tiempo creaba en las paredes, así como el desgaste de la pintura. Pero a lo lejos, se encontraban esas siluetas de formas interminables, de tonos parejos y perfectos, como una pintura hecha con sumo cuidado y detalle. También, me atraía ver el proceso entre la sombra de mi lugar y la luz incandescente del fondo. Ahora, hoy, otra vez: observar las grietas de lo inmediato, de ese lugar, mi lugar, sintiendo la confusa forma colorida y resplandeciente que se gesta a la distancia. Parece un sendero interminable. Demasiados obstáculos en su paso. Pero hace frío, aquí, bajo la sombra del tejado y la frescura de las baldosas. Mi corazón palpita más rápido. Ansiedad. Mi piel comienza a clamar. Allí, a pocos metros, está el sol y la brisa. ¿Cuántos pasos serán? ¿Allí, allá, o más allá? No lo sé. Pero aquí está frío y hay sombra.

54

La Paz III

La ciudad amanece nuevamente con sus contrastes característicos. Sol y niebla. Alturas cubiertas y planicies coloridas. Ya es mi último día aquí y comienzo a sentir la melancolía de dejar de ver estos paisajes que tanto me atraviesan. Vivir contemplando las alturas y los bajos, los cambios de clima, las tonalidades y las vueltas, hacen ver la vida de una manera completamente distinta. Uno asume las subidas y las bajadas, la importancia de la contemplación de la lejanía como un horizonte de esperanza e inspiración. Asumir los vericuetos, enfrentar la aventura de los senderos cambiantes y zigzagueantes. Aunque los bajos, los cerros y las elevaciones dan lugar a las contradicciones y las desigualdades. Todo allí, en el mismo lugar, despertando sentimientos de ira, lucha y resignación al mismo tiempo. Todo en el mismo lugar, el mismo día, la misma mañana, el mismo camino.

55

La Paz IV

Cae la tarde. Los rayos del sol juegan con las nubes creando seres majestuosos y mundos fantásticos. Las casas de la ciudad parecen mirar hacia arriba y contemplar el espectáculo. Otra vez, los contrastes: las luces y las tinieblas, la lejanía y mi lugar, el horizonte incierto y la esperanza de lo bello. Veo ese resplandor de fondo y deseo saltar con todas mis fuerzas hacia el otro lado. Si no se puede saltar, tal vez podría correr, así descargaría mis ansiedades, ¿no? En fin, pura fantasía, lo sé. Por ahora, ésta es mi visión. No es poco, creo; no sé. La oscuridad hasta allá es mucha. Ahora, aquí, es donde estoy. Extrañaré las alturas. Veremos cómo me reciben las planicies, donde debo reacomodar las sensaciones regaladas por las llanuras.

56

Crónicas de Uruguay

Solymar I

Las dunas desfilan con su tez suave y ese color uniforme que en su sola presencia impactan la vista, más allá de la resolana que rebota sobre ellas. Esa forma, esas curvas, esa complacencia, se dibuja tras un fuerte viento de costa que me va transformando en una parte más del paisaje, a llenar de arena cada fracción de mi cuerpo. Pero la belleza del silencio y el deleite empalagoso de la vista nos hacen seguir avanzando, esquinados y con marcha firme, a pesar de sentir cómo los granos pelean con su paso veloz, lastimando a golpe insistente. A lo lejos, un árbol cuya inclinación parece demostrar la lucha contra el incansable viento. No sólo el de ese día. Ni el del mes anterior. Ni el del año pasado. Sino el de mucho tiempo. Demasiado. El de toda su existencia. Quién sabe cuánto… Su contextura no parece incólume. Todo lo contrario. Pocas ramas son las que se sostienen. Y las que persisten, sólo quedan

57

como signo de ese histórico y constante vendaval que las ha empujado y presionado sin cesar, seguramente sin que ellas lo deseen. Allí está. Sólo. Agobiado, pero firme. Tal vez con alguna compañía lejana. Pero se encuentra en su lugar, haciéndole frente a los avatares de las tormentas, los vientos y las arenas revueltas. Sus raíces deben ser fuertes para mantenerlo de pie. Eso habrá llevado tiempo y resistencia. La naturaleza también habla. Ella no es fortuita. Se hace necesario el deseo que produzca tal fuerza radical para estar en el lugar donde se quiere, con el costo que conlleve y con las marcas inevitables de la lucha.

58

Solymar II

El horizonte nos invita a perseguirlo cual niños curiosos por llegar al lugar del juego. En el camino, inmensidad de obstáculos. Muchos de ellos imperceptibles por el espesor de la maleza en el sendero. A veces, finalmente, no llegamos. Lo profundo, lo lejano, nos deslumbra con su misterio, pero nos devuelve esa pulsión de goce en la belleza que nos deja ver a lo lejos, desde donde estamos. Para ello están los horizontes: no sólo para demarcar universos que nunca conoceremos (¿existirán, finalmente, tales fronteras o son sólo ilusiones?) sino también para proyectar nuestra fantasía, pero no sólo sobre lo que hay más allá sino allí mismo, delante de nuestros ojos, en la apertura que zanja su lejanía y que nos permite ver paraísos entre medio: paisajes, luces y oscuridades. Pero tras la travesía, siempre hay parajes. Nunca estamos a la deriva de la nada (¿hay, finalmente, “siempre nada”?) Posadas. Lugares de descanso. Nuestro cuerpo y nuestros afectos, en su finitud y necesidad de caricia, no pueden soportar el ímpetu del vacío sin compañía.

59

Y así, todo esto combinado, nos demarca el paso: la belleza que nos abre la distancia, el temor que nos provoca la incertidumbre del camino hacia lo desconocido, el consuelo de los roces y la presencia del vacío, cuya estampa nos abre camino y a su vez se hace insoportable por momentos, aunque lo sobrellevamos con todo lo antedicho: avanzando, dando pasos, dejándose tocar, reconociendo la finitud y estando esperanzados en el porvenir.

60

Solymar III

Vida y muerte. Seco y húmedo. Luz y sombras. Cerca y lejos. Los contrastes de siempre. Todos ellos conjugados en un momento y lugar únicos: en ese preciso y minúsculo espacio donde estamos parados, sentados, mirando. Allí, todo eso, frente al mar y su braveza, con sus restos y dibujos, con lo que dejó y lo que parece traer, todo a la vista, penetrando mis pupilas y atravesando mis sentidos. El camino sobre la arena va dejando huellas que demarcan el paso que se extiende, sin rumbo fijo. Pero en cada uno se crea una imagen, una foto, que muestra ese pequeño espacio en el universo, pero a su vez refleja la inmensidad de contrastes, contradicciones, oposiciones, realidades, bellezas y oscuridades presentes como espectros en movimiento. Vamos leyendo esas señales, intentando discernir lo que nos produce. Y aquello que surge de ese ejercicio corporal, dermatológico y mental, es aún algo nuevo, algo distinto, diverso, diferente. Hay contrastes, contradicciones, oposiciones. Pero allí vamos, en medio de los espacios-entre, haciéndonos lugar sobre las innumerables bifurcaciones que se

61

aparecen en ese solo pestañar, donde la existencia se nos revela como epifanía en una grandiosa pero aún microscópica expresión.

62

Solymar IV

La naturaleza tiene sus propios espejos. A través de ellos abre la vista a su inherente inmensidad. No sólo son reflejos del cielo infinito sobre las aguas. Esas imágenes se hacen parte del mismo paisaje. Lo lejano y lo cercano se fusionan en una bella acuarela. Lo que está frente a nosotros toma formas disímiles en ese espejismo, dibujos que nos elevan a fantasear trazos impensables con aquello que tenemos delante nuestro y que aparecen como objetos inamovibles. “Lo natural”: expresión tan mal usada, si la hay. Detenida en lo inamovible de leyes inexistentes, cuando ella no es más que plena ebullición de vida, de novedad, de cambio, de sorpresa. Así como el agua frente a mi, muchas veces sueño con poder zambullirme en las profundidades de esas fantasías que, como el pequeño estanque en el lugar donde poso, están presentes, delante de mis ojos, aunque no las vea. Ellas no son espectros. Uno puede mojarse las plantas de los pies y sentir su temperatura (que aunque fría inicialmente, se va haciendo cálida al pasar los minutos) Llegan al cuerpo, lo mueven, lo hacen sentir.

63

Son las aguas del deseo, presentes como honduras, como fantasías, como distorsiones, como reflejos, como espejos que exponen lo que no podemos ver a simple vista, pero que está allí, llevando a un más allá los contornos que nos rodean.

64

Atlántida

Veo la bajada del sol. La luz va disminuyendo desde el encandilamiento hacia las penumbras. Al perderse en el horizonte inmóvil, ya no vale la pena seguir observando. Sólo se hará cada vez más oscuro. Lo luminoso desaparece y carcome la noche. Mejor, mirar a otro lado, hacia las lámparas del cemento que intentan disipar la inseguridad del sendero oculto. Pero allí sentado, levanto la mirada tras un refulgir en el cielo. Los rayos del sol se muestran nuevamente, casi con la misma fuerza, desde su escondite. Se toman de las nubes y sus dibujos, aprovechan el firmamento y todas sus posibles combinaciones y tonos. Pienso en los lugares. Desde dónde decidimos darnos al mundo y a nosotros mismos. El deslumbramiento obnubila, confunde, nubla la vista. El sol y el atardecer: lo que todos prefieren ver. A veces mejor esconderse (¿de quién? ¿de qué?) para que emerjan otros tonos, otras formas, dibujos nuevos. Simplemente, dejar ser lo que acontece tras movernos y ver la belleza que puede surgir sin percatarnos. Toda una (a)puesta…

65

Solymar V

Las costas son interminables. Sus paisajes se transforman tras el paso, desde el llano hasta los profundos acantilados. Por momentos los senderos son fáciles de recorrer. Por otros, hace falta detenerse, observar y aplicar un poco de ingenio para saltar los charcos o esquivar los pozos. De todas formas, las huellas quedan y dejan su rastro. Miramos hacia atrás y allí están, mostrándonos de dónde venimos. Pueden servirnos de guía, aunque algunas de ellas se borran por el viento o el agua que irrumpe desde las olas. También se cruzan con otras, pertenecientes a acompañantes conocidos o invisibles. Pero igual, allí están. Sólo el tiempo las borra, aunque quedan en nuestra memoria. Puede ser que se mantengan en ese lugar imaginado o real. Pero cómo continuarán, eso ya depende de hacia dónde vayamos. Y sobre todo: son la marca de que estamos vivos, caminando, avanzando o parando, observando y soñando.

66

67

68

69

SENTIDOS DE LO (IN)FINITO POESÍA

NICOLÁS PANOTTO Argentino, Licenciado en Teología (ISEDET), Maestrando en Antropología Social y Doctorando en Ciencias Sociales (FLACSO). Miembro de la Directiva continental de la Fraternidad Teológica Latinoamericana. Director general de GEMRIP.

HEBEL 70

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.