SEMIOTICA Y SEMIOSIS DE LA IMAGEN Y EL TEXTO

September 12, 2017 | Autor: Rafael Bello Diaz | Categoría: Semiotica
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Descripción

"Todo lo que está ante la mente como percibido, imaginado, supuesto, rechazado, etc. tiene tres clases de elementos y no más" Peirce
"El destinador es el que hace hacer, es decir que ejerce un hacer que tiende a provocar el hacer del sujeto" Greimas
"En la semiótica hallamos diversas finalidades todas ellas tienen que ver con el lenguaje y los signos" Lambert
"En sus rasgos más característicos al igual que el individuo, la sociedad depende en su naturaleza y para continuar existiendo, de los signos especialmente de los signos que el lenguaje hace posible" Morris
"Los limites de mi mundo son los límites de mi lenguaje" Wittgenstein
"Lo visible es el conjunto de imágenes que el ojo crea al mirar" Ledesma"
"El mundo de las imágenes se divide en dos dominios: el dominio de las imágenes como representaciones visuales y el dominio material de las imágenes en nuestra mente" Santaella
"Las palabras expresadas por la voz no son más que la imagen de las modificaciones del alma y la escritura no es otra cosa que la imagen de las palabras que la voz expresa" Aristóteles
"Hacer aprender significa más profundamente, atribuir al enseñando las cualificaciones que lo harán un receptor competente en relación a los objetos cognitivos que le son transmitidos" Fabri
"La semiología es el conjunto de conocimientos y técnicas que permiten distinguir dónde se encuentran los signos, definir lo que los instituye como signos, conocer sus vínculos y las leyes de su encadenamiento" Foucault
"Por semiosis entiendo una acción, una influencia que sea o suponga una cooperación de tres sujetos, como por ejemplo un signo, su objeto y su interpretante, influencia tri-relativa que en ningún caso puede acabar en una acción entre parejas" Ec


SEMIOTICA Y SEMIOSIS DE LA IMAGEN Y EL TEXTO
Por Dr. Rafael Bello Díaz
Universidad Católica Santo Domingo

La definición más breve de la semiótica es: el estudio de los signos o la teoría de los signos; por tanto en un sentido semiótico, los signos incluyen palabras, imágenes, sonidos, gestos y objetos. El termino de Saussure semiología, se emplea algunas veces para referirse a la tradición saussuriana, en tanto el termino semiótica en ocasiones se refiere a la tradición peirciana. En la actualidad empleamos el término semiótica en el mismo sentido que todos usan.
La semiótica se afirma como una investigación sobre el lenguaje humano, funcional o artístico. La lingüística es el estudio científico del lenguaje humano. Mientras la lingüística persigue un mayor conocimiento de la lengua, la semiótica intenta fijarla como medio de expresión para la ciencia o filosofía, o intenta analizarla como sistema de signos, paralelo a los demás sistemas simbólicos que la cultura va creando en su desenvolvimiento histórico.
La acción humana hace posible que los objetos naturales o culturales se conviertan en signos siguiendo una ley cultural: la semantización universal. Esto es debido a que la dimensión ontológica de los objetos recibe un valor añadido: el significar, dimensión semiótica que no modifica la anterior, sólo la enriquece. Por lo que las condiciones en las que la cultura va creando hacen posible que todo pueda ser articulado en un lenguaje, pues todo es susceptible de ser utilizado por el hombre como un signo y colocarlo en relación con hechos históricos y es allí donde encontramos el papel de la historicidad como rasgo distintivo de los signos humanos. El hombre adquiere así una función semiótica.
La teoría de los signos fue bautizada como semiología por Saussure y después por varios estudiosos del lenguaje. El termino entro en contradicción con la palabra semiótica utilizada con anterioridad. Ya en el siglo XVII John Locke expresó una doctrina de los signos denominada semiotiké y Johann Lambert en 1764 escribió un tratado que en parte incluía la semiótica. Pero el estatuto científico de una disciplina de los signos solo se planteo en el siglo XX con los estudios sistemáticos de Saussure y Peirce. Ferdinand de Saussure reivindicó el derecho a una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social la denominó semiología (del griego semeion, signo). Esta nos enseña en qué consisten los signos y qué leyes los regulan. La lingüística es solo una parte de la ciencia general de los signos o sea de la semiología…..PAGINA 8 LA DANZA
La semiótica es una metodología porque puede explicar la génesis (producción) y la eficacia (interpretación) de cualquier clase de significado que una ciencia le atribuya a cualquier fenómeno.
La semiótica también es conocida como la teoría de los signos y plantea el funcionamiento del pensamiento del ser humano estudiando todo el proceso cognitivo. Una definición más amplia de la semiótica: es el estudio de los signos, los significados y los significantes. Los semióticos estudian cómo se hacen los significados. Las preocupaciones centrales de la semiótica son la relación entre un signo y su significado y la manera en que los signos son combinados para formar códigos. La disciplina se divide en tres ramas: la semántica o el significado de los signos, o sea la relación de los signos con lo que representan. La sintáctica o sintaxis o las relaciones entre signos y la pragmática: o sea la forma en que los signos son utilizados e interpretados
La semiótica establece y trata de las respuestas a la interrogante de cómo el ser humano conoce el mundo que lo rodea, cómo lo interpreta, cómo genera conocimiento y cómo lo transmite. Se conocen dos autores como los primeros en establecer el planteamiento de esta línea de investigación. Se trata de lingüista suizo Ferdinand de Saussure y el norteamericano Charles Sanders Peirce. Para Saussure la definición o significado comienza a partir de la existencia del signo; el signo es una unidad dual de significado y significante. La relación entre significado y significante se establece sobre la lengua; es decir un sistema de signos y reglas para utilizar dichos signos cuya característica principal recae en su fonetismo y su capacidad de ser ligada a signos gráficos que finalmente representan la sonoridad de los signos de la lengua.

De los presocráticos a los estoicos
Durante la mayor parte de la historia de la filosofía el problema en torno al signo es fundamentalmente de naturaleza lógica. Sin embargo la imposible diferenciación entre ontología y lógica hace inevitable la aparición de matices ontológicos y con el tiempo la cuestión adquiere naturaleza epistemológica. Para la filosofía, se ha tratado de un problema eminentemente lógico. Por tanto no ha de extrañar que hasta el siglo XVIII la semiótica no dejara de ser lógica en sentido amplio. El problema de los signos y de la significación es el problema del logos. Parafraseando a Heidegger "logos" significa fundamentalmente: habla y hablar quiere decir "hacer patente", permitir ver algo. El logo permite ver algo, aquello de que se habla, y lo permite ver al que habla o a los que hablan unos con otros. La manera más concreta de llevar a cabo el permitir ver que es el/ habla tiene el carácter de proferir sonidos: el logos es además sonidos o voces en que siempre se avista algo. Aparece en el logos, en cuanto sonido, el carácter mediador tan propio del signo. El logos puede significar también percepción racional y razón. Logos puede significar también aquello de que se dice algo en cuanto se ha vuelto visible en su relación a algo, tomándolo en su ser relato, cobre logos la significación de relación y proporción.
Adquiere así el logos lo que es su nota más característica y lo que ha permitido su polivalencia: su carácter bifronte. Posee una cara interior y una cara exterior. La indisolubilidad de la unión entre las dos caras hace del logos, razón y lenguaje, es decir discurso razonado y razonable. Manifiesta también su carácter de síntesis apofántica, porque permite ver algo en su estar con algo, porque permite ver algo como algo. Acercándonos a los distintos autores griegos, está el problema de la verdad o la falsedad. Porque el logos es un permitir ver, por ello puede ser verdadero o falso. El logo permite descubrir, develar, sacar de su ocultamiento al ente de que se habla. Por la misma razón, ser falso, quiere decir, estar encubierto.
Con Heráclito tenemos un carácter dialéctico de la significación. El concepto de logos en Heráclito ha de ser interpretado, siempre en sentido ontológico, como relacionado con la proporción y la medida pero también como constitutivo real de las cosas. En el primer sentido es la razón que todo lo gobierna, como la causa última de todas las transformaciones. "Todas las cosas acontecen según el logos". "Todo se hace por necesidad". De esta manera la utilización de signos, el significar es presentado por Heráclito como la superación dialéctica del decir en cuanto hacer patente o visible y el ocultar. El signo oculta lo que significa porque está o aparece en su lugar pero al mismo tiempo lo manifiesta por la palabra. Quizás por el convencimiento heracliteano de la posibilidad de conocer la verdadera naturaleza de las cosas si se saben interpretar los signos.
En el Crátilo de Platón, la primera parte del dialogo está dedicada a contradecir las tesis de Hermógenes. Sócrates trata de demostrarle que las cosas tienen una naturaleza independiente de nosotros y que existe la posibilidad de describir y hablar falsamente de ellas. Pues no todos los nombres son exactos por convención. De esta manera Sócrates parece adherirse a las teorías naturalistas de Crátilo. Sócrates intenta demostrar esta tesis y recurre a un gran número de etimologías. La base común a todos es la idea heracliteana del continuo fluir. Así de los nombres secundarios o compuestos se pasa a los primarios o simples, pero llegados a este punto, las dificultades obligan a descender hasta las silabas y los fonemas. Antes sin embargo se han sentado las bases de la exactitud de los nombres, es decir, de su concordancia con la realidad. Por otra parte la exactitud debe consistir con una mímesis: el nombre debe ser la imitación de la esencia mediante las silabas y letras. El lenguaje es un arte imitativo.
La teoría de la mímesis termina por poner en evidencia las contradicciones de las tesis naturalistas. La etimología de los nombres primitivos y el examen de los fonemas y las silabas conducen a resultados contradictorios. Los nombres que deben ser como retratos de las cosas, pueden ser aplicados de manera errónea, pueden ser inexactos o falsos. De esta manera Sócrates que se opone a las dos tesis, descalifica al lenguaje como medio de acceso a la realidad. La naturaleza de las cosas puede ser conocida sin necesidad de recurrir a los nombres. No existe tampoco en Parménides una teoría de lenguaje y sin embargo también se ha envuelto en la controversia naturalismo-convencionalismo. Los textos de Parménides refieren "todas las cosas son meros nombres que los mortales pusieron convencidos de que son verdaderos nacer y morir, ser y no-ser, cambio de lugar y variación de color resplandeciente", esas cosas son los objetos de los sentidos que no tienen existencia sustancial y son como los meros nombres. La comparación entre los objetos de los sentidos y los nombres es posible justamente porque ambos son puras apariencias. La sofistica preocupada por los problemas pragmáticos del lenguaje acaba con el naturalismo por razones distintas a las de Platón. La concepción de un logos divino, de un sentido compartido por todos, es sustituida por una actitud en la que el lenguaje es ante todo un instrumento útil que es causa y efecto de su fuerza social. En este aspecto hay un acuerdo entre Sócrates (Platón) y un sofista radical como Gorgias. Para Gorgias el acceso al ser es imposible con lenguaje y sin él; no podemos conocerlo de ninguna manera. El lenguaje en estos casos no es más que un pretexto para la investigación de problemas epistemológicos y ontológicos.

Platón y Aristóteles
Antes de Aristóteles, la lógica tuvo un desarrollo asistemático. Los problemas lógicos debieron estar ligados a las discusiones jurídicas y a los problemas suscitados por los enredos del habla cotidiana. Las discusiones promovidas por los sofistas contribuyeron a llamar la atención sobre la problemática lingüística planteada por la argumentación. Dominar el arte del razonamiento debía suponer un cierto conocimiento teórico. La tradición megárica fundada por Euclides corrobora también la existencia de preocupaciones lógicas anteriores a Aristóteles. El problema central de estas preocupaciones lógicas debió ser el de la verdad y la falsedad. Entre las preocupaciones lógicas que Platón plantea en los diálogos, sobre todo en el Teeteto y el Sofista, nos encontramos con esta cuestión. En el Teeteto los interlocutores se acercan a él como derivación del problema epistemológico de la definición del conocimiento verdadero. Aparentemente el juicio falso es imposible en cuanto implicaría la confusión de una cosa con otra. Para aclarar la cuestión Sócrates hace una descripción del proceso de pensamiento. El pensamiento es como una conversación que entabla el alma consigo misma, formulando preguntas y contestándolas. De esta manera se llega a una conclusión y saliendo de la duda llega a la formulación de una opinión o juicio. Así la opinión o juicio es un habla, un diálogo interior y no en voz alta sino con uno mismo y en silencio. Pensamiento y discurso son semejantes; la única diferencia consiste en que el pensamiento es interior y sin sonido hablado. Puede haber falsedad en la expresión lingüística y por derivación en el pensamiento.
La mayor definición de los temas lógicos en la obra aristotélica nos permite encontrar cuestiones que afectan al signo y a la significación. Son los capítulos del "De Interpretatione" el lugar en el que encontramos alusiones más directas a su concepción del signo y de la semiosis. El De Interpretatione, comienza así: "primero hace falta establecer qué es el nombre y qué es el verbo, luego qué es la negación, la afirmación, el enunciado y la oración". Pero para llegar a definir estos conceptos Aristóteles considera necesario el esclarecimiento de una cuestión sobre el signo lingüístico y manifiesta: "los sonidos vocales son los símbolos de las afecciones del alma y la letras lo son de los sonidos vocales; y así como la escritura no es la misma para todos, tampoco los sonidos vocales son los mismos. Pero aquello de lo que estos son primariamente signos, las afecciones del alma, son las mismas para todos, y aquellos de la que éstas son imágenes, las cosas reales, son también las mismas". Nos encontramos en este texto, no sólo la primera definición del proceso semiósico, sino también uno de los dos puntos de referencia el otro será san Agustín, de las teorías semióticas medievales a partir de Boecio.
El uso del término signo interpretado como signo lingüístico no es el único en la obra aristotélica. En los Primeros Analíticos y en la Retórica, al estudiar las características propias de los entimemas, nos dice Aristóteles que las proposiciones que integran estos razonamientos son de dos tipos. El primer tipo se denomina proposición verosímil o probable y al segundo signo. Lo verosímil o probable es lo que no siempre se da, aunque de ordinario se dé. El termino signo es aplicado a aquellas proposiciones que pretenden ser demostrativas. Aristóteles justifica ese uso de la manera siguiente: "la cosa cuya existencia o producción lleva en sí la existencia de otra cosa, ya fuere anterior, ya posterior, es lo que se llama signo, que indica que la otra cosa ha ocurrido o existe". Las teorías aristotélicas del signo, han tenido amplia influencia, el De Interpretatione, será referencia obligada para cualquier lógico medieval que hable del signo lingüístico.

La teoría estoica del signo
La primera teoría semiótica propiamente dicha, la de los estoicos, está relacionada con el problema de la verdad y falsedad. Este es el contexto en el que Sexto Empírico la sitúa en Adversus Mathematicos VIII. Probablemente este puede ser el origen de la distinción entre significante y significado. Esta problemática queda concentrada en la dialéctica o lógica estoica de las proposiciones. La misma división de la dialéctica en dos partes, la que trata de los significados y de los significantes. En el proceso de significación o de semiosis, hay para los estoicos tres cosas relacionadas entre sí: lo que significa o significante, el significado y lo que existe, es decir el objeto. El significante es el sonido o signo propiamente dicho. El tercer elemento es la cosa, el objeto, el acontecimiento, el hecho. El segundo factor es el significado.
La fantasía es en una primera aproximación, una etapa de conocimiento situado entre el sentido y el entendimiento. Según Diógenes toma ese nombre por su semejanza con las figuras que el sello imprime en la cera. Más adelante nos dice que hay que distinguir entre fantasía y fantasma, pues este último es una visión del entendimiento como las que se tiene durante el sueño. En cambio la fantasía es una impresión que se hace del alma. Las fantasías pueden ser de diversas clases. En primer lugar sensibles o no sensibles. Las primeras son producidas por lo que se percibe por los órganos de los sentidos; las segundas por la inteligencia. Desde otro punto de vista pueden ser racionales o irracionales.

San Agustín: una teoría unitaria de los signos
San Agustín ha sido el pensador que con más dedicación recoge la preocupación estoica por los temas relacionados con lo que hoy denominamos semiótica y filosofía del lenguaje. Los textos que san Agustín dedica al signo y al lenguaje están distribuidos por toda su obra. Su definición de signo más conocida la encontramos en el de De Doctrina Christiana: "signum est enin res, praeter speciem quam ingerit sensibus, aliud aliquid ex se fasciens in cogitationem venire". El signo es algo material que como tal es conocido por los sentidos pero una vez en el entendimiento tienen el poder de provocar la presencia de algo que no es él mismo. El signo se define por su función mediadora o presentadora. Queda claro que las definiciones agustinianas que el signo ha de ser algo material, por lo que se reduce ya el ámbito de las realidades que pueden ser signos. Por tanto la palabra a la que san Agustín concede la primacía entre todos los signos humanos tiene dos elementos: el sonido y la significación. El sonido es ese algo material del que hablaba en las definiciones. Pero si el sonido no tiene significación, no hay signo. Existe signo cuando hay significación. En un proceso de significación lingüística se distinguen cuatro elementos: verbum, dicibile, dictio y res. Verbum es la palabra en sí misma considerada como voz articulada, pero sin otra relación que no sea ella misma. El dicibile es algo que proviene de la palabra, pero no se capta con los oídos, sino con la mente. Dictio es una palabra, una voz articulada que se pronuncia no para referirse a sí misma, sino para significar algo. Es decir se trata de de una entidad que engloba a la palabra (verbum) y a su significado (dicibile). Dictio se opone a verbum en cuanto ésta sirve para mencionar y aquella se usa. La cosa (res) es definida por oposición a las otras tres: es lo que queda. Siempre que san Agustín habla del signo lo hace en función del signo por excelencia: la palabra, el verbum. La palabra es una vox articulata, que además tiene un valor, una fuerza que la distingue: la significación. Sólo entonces la palabra es signo.

San Agustín y los estoicos
La teoría semiótica de san Agustín contiene los elementos fundamentales de la teoría estoica. En el primero de los elementos, el signo o sonido significante, los estoicos subrayaron más terminológicamente que san Agustín el aspecto significante del signo. San Agustín ha insistido más en la distinción entre el sonido articulado y las palabras inanes, que no tienen significado. También los estoicos la establecen al hablar de lexis. En cuanto al segundo elemento, el significado es indudable que el concepto de dicibile tiene elementos comunes con el lekton. El aspecto lingüístico aparece más destacado en el lekton que se aproxima más a la dictio. El dicibile es una posibilidad de ser dicho que no tiene porque realizarse. Su existencia no depende de su relación con una palabra sino de los objetos sensibles. Para que algo funcione como signo es necesario que el intérprete conozca que es un signo, es decir, que descubre de qué cosa es signo.

Los escolásticos
Es Boecio quien transmite a la filosofía de la edad media junto a uno de los principales problemas de este período el de los universales, el problema de la significación. En sus comentarios al De Interpretatione, Boecio hace referencia a la significación de los verbos y los nombres. Se refiere también a los tipos de oraciones: habladas, escritas y mentales. Las habladas son signos de las concepciones del alma y las escritas de las habladas.

Lengua
La lengua tiene como objetivos, comunicar información e ideas y para esto se basa en sonidos pronunciados y reconocidos por ciertos grupos sociales. Dichos sonidos pueden escribirse, es decir, pueden tener una dimensión grafica pero finalmente nos darán a conocer un grupo de sonidos que a su vez remiten a un significado específico. Pierce, a su vez considera a la semiótica una actividad, es decir una doctrina de la naturaleza esencial de las variedades fundamentales de cualquier clase posible de semiosis (por semiosis se entiende una acción que suponga la cooperación entre tres conceptos: un signo, un objeto y un interpretante. Para Umberto Eco la semiótica estudia todo aquello que puede ser utilizado para representar a algo de la realidad aunque se tratara de imágenes, sonidos o gestos.
El lenguaje es un hojaldre muy complejo de elementos y signos con un valor muy distinto. Lo cual nos lleva a visualizar una contraposición semiótica: la que se hace entre analógico y digital. De acuerdo a la vulgata semiológica lo analógico corresponde a las cosas que se parecen a sus referentes, mientras lo digital tiene que ver con todo lo que está caracterizado con cierta discontinuidad que no es verificable fácilmente en el mundo real. La analogía se basa en lo continuo y lo digital en lo discontinuo. Por lo tanto el lenguaje verbal se sitúa en el lado de lo discontinuo, mientras que la imagen y la música en el analógico. El lenguaje habla simultáneamente con dos sistemas de signos, uno digital y otro analógico, siendo el lenguaje a la vez analógico y digital.

Semiótica
La semiótica es un concepto que tiende a identificarse con otros términos como: semiología, epistemología, semántica, sintaxis y pragmática. La principal diferencia entre la epistemología y la semiótica es que la epistemología tiene como objeto de estudio, la creación de conocimiento mientras que la semiótica, aunque estudia la generación de conocimientos lo hace a través de la generación de signos o símbolos que lo transmite. La semiótica, la semántica, la sintaxis y la pragmática tienen como objeto de estudio, el significado, pero mientras la semántica se especializa en qué significan las palabras, la sintaxis describe la relación formal ente los signos mientras que a pragmática se refiere a la relación entre el signo y los intérpretes y la semiótica se dedica a analizar cómo es que las palabas o signos transmiten sus significados. El rango de estudios de a semiótica abarca desde el arte, la antropología y los medios de comunicación.

Semiótica
El proceso de comunicación se verifica solo cuando existe un código. Un código es un sistema de significación que reúne entidades presentes y entidades ausentes siempre que una cosa materialmente se presenta a la percepción del destinatario representa otra cosa a partir de las reglas subyacentes hay significación. El acto perceptivo del destinatario y su comportamiento interpretativo no son condiciones para la relación de significación: basta con que el código establezca una correspondencia entre lo que representa y lo representado (correspondencia válida para cualquier destinatario posible). Un sistema de significación es una construcción semiótica autónoma que posee modalidades de existencia abstracta. En cambio cualquier proceso de comunicación entre seres humanos presupone un sistema de significación como condición propia necesaria. En consecuencia s posible establecer una semiótica de la significación que sea independiente de una semiótica de la comunicación. Pero es imposible establecer una semiótica de la comunicación independiente de una semiótica de la significación; en los procesos culturales estos dos fenómenos van ligados.

Semiótica y semiosis
Teoría de los signos: el proceso en el que algo funciona como signo se denomina semiosis. Es una tradición que se remonta a los griegos. Este proceso implica varios factores: lo que actúa como signo aquello a que el signo alude y el efecto que produce en determinado interprete en virtud del cual la cosa en cuestión es un signo para él. Estos tres componentes de la semiosis pueden denominarse: el vehículo sígnico, el designatum y el interpretante. El intérprete podría considerarse un cuarto factor. La semiosis es en consecuencia una consideración mediada. Los mediadores son vehículos sígnico, las consideraciones son interpretantes, los agentes del proceso son los intérpretes, y lo que se toma en consideración son los designata. Los términos signo, designatum, interpretante, e intérprete, se implican mutuamente, puesto que sólo son formas de referirse a los aspectos del proceso de semiosis.
Los objetos no necesitan ser referidos por signos, pero no hay designata menos que se produzca esa referencia. Algo es un signo, si y solo si, algún interprete lo considera signo de algo. La consideración de algo es un interpretante sólo en la medida en que es evocado por algo que funciona como un signo. Un objeto es un intérprete solo si mediatamente toma en consideración algo.
Las propiedades que conlleva ser un signo, un designatum, un intérprete o un interpretante son propiedades relacionadas que las cosas asumen en el proceso funcional de semiosis. En consecuencia la semiótica no se ocupa del estudio de un tipo de objeto particular, sino del estudio de los objetos ordinarios en la medida en que participan en la semiosis. Un signo de un objeto puede en un extremo teórico dirigir al intérprete del signo sobre el objeto, mientras que en el otro extremo permitiría al intérprete tomar en consideración todas las características de objeto en cuestión en ausencia del propio objeto. Existe un continuo sígnico potencial en el que pueden expresarse todos los grados de semiosis en relación a cada objeto, de forma que la cuestión de cuál es el designatum de un signo en una situación cualquiera se convierte en la cuestión de cuáles son las características del objeto que se toman en consideración en virtud de la presencia de el vehículo sígnico.
Un signo debe tener un designatum. Habida cuenta de que designatum es un término semiótico no puede haber designata sin semiosis, aunque pueden existir objetos sin que exista semiosis. El designatum de un signo es el tipo de objeto para el que dicho signo es pertinente. De esta manera todo signo tiene un designatum pero que no todo signo alude a algo realmente existente. Por lo tanto cuando aquello a que se alude existe como algo referido al objeto de referencia, hablamos de denotatum. Si bien todo signo tiene un designatum, no todo signo tiene un denotatum. Un designatum no es otra cosa sino un tipo de objeto o conjunto de objetos, y un conjunto puede contar con muchos miembros, con uno solo o con ninguno. Los denotata son los miembros del conjunto.


Dimensiones de semiosis
En términos de los tres correlatos de la relación triádica de semiosis, como son: vehículo sígnico, designatum e intérprete, pueden abstraerse una serie de relaciones diádicas. Esta relación recibe el nombre de dimensión semántica de la semiosis. El estudio de esta dimensión se denomina semántica. El objeto de estudio puede ser la relación de los signos con los intérpretes. La relación resultante se denomina dimensión pragmática de la semiosis. El estudio de esta dimensión recibe el nombre de pragmática. Puesto que la mayoría de los signos están relacionados con otros signos, puesto que muchos casos de aparentes signos aislados resultan nos ser tales puesto que todos los signos están en relación en potencia sino en acto con otros signos, se establece una tercera dimensión de la semiosis que se denomina dimensión sintáctica de la semiosis y su estudio recibe el nombre de sintaxis.
Un signo puede no tener relaciones sintácticas con otro signo con lo que su implicación real se vuelve nula, o bien puede tener una implicación pero sin embargo no denotar objeto alguno, o también tener alguna implicación pero no contar con algún intérprete real y por ello carecer de expresión (como en las palabras en una lengua muerta). La semiótica como ciencia utiliza signos especiales para determinar determinados hechos acerca de los signos, es un lenguaje para hablar de signos. La semiótica cuenta con tres ramas subordinadas: sintáctica, semántica y pragmática que se ocupan de las dimensiones sintáctica, semántica y pragmática de la semiosis.

El proceso del signo: la semiosis
La semiosis constituye el proceso en el cual los signos son utilizados. En la semiosis se crea el sentido de una relación entre dos sujetos; en este proceso puede intervenir tanto signos verbales como no verbales, codificados o circunstanciales. Semiosis es el proceso en el que algo funciona como signo. De esta manera para que algo sea signo tiene que significar y para que signifique debe haber un sujeto que lo emita como signo o lo interprete como tal por lo que todo proceso semiótico requiere de esta bilateralidad o reciprocidad.
Desde los griegos este proceso encerraba cuatro factores: el vehículo sígnico, que designa lo que no está presente. El designatum, aquello a lo que el signo alude. El interpretante, disposición del agente para interpretar el signo, y el intérprete, el agente del proceso para el cual algo es un signo. También está la tridimensionalidad de la semiótica: el análisis sintáctico, el análisis semántico y el análisis pragmático del signo. La sintaxis es de carácter lógico y trata de la teoría formal del lenguaje. Sin el ámbito sintáctico no es posible disponer de un lenguaje ya que no es habitual llamar lenguaje a un solo signo. Un lenguaje desde la perspectiva semiótica es un sistema de signos interconectados.
La dimensión de la semántica trata de la relación de los signos con sus designata y los objetos que pueden denotar o que denotan. Un signo representa no es un objeto en sí. La semántica requiere para su rigurosidad un desarrollo elevado de la sintaxis, ya que para hablar de los signos y de los objetos que representan o designan se necesita del lenguaje de la sintaxis y el lenguaje objetual. La semántica requiere de la sintaxis pero puede prescindir de la pragmática. Por tanto la semántica se ocupa de las correlaciones entre signos y situaciones denotables mediante signos. La pragmática se ocupa de la relación de los signos con sus intérpretes o usuarios. Abordar a la pragmática presupone la sintaxis y a la semántica porque se requiere tener conocimiento de la relación de los signos ente sí y con aquellas cosas a las que remiten sus intérpretes. La pragmática aclara que el objeto propio de la semiótica no es el signo, sino el signo en situación, no es el producto objetivado en una forma, sino todo el proceso de producción que lo crea y en el que se integra para tener sentido.
El signo es el efecto de un proceso semiósico: el de la semiosis y no una entidad estabilizada. Por tanto el signo es una realidad pragmática no un objeto para la ciencia. Las esferas de la semiosis y por tanto de la semántica se requieren para dimensionar de manera integral al signo, en el ámbito que sea.

Lenguaje
El término lenguaje como la mayoría de términos que tienen que ver con signos es ambiguo puesto que su caracterización puede hacerse en función de diferentes dimensiones. No es posible disponer de un lenguaje si el conjunto de signos carece de dimensión sintáctica puesto que no es habitual denominar lenguaje un único signo. Inclusive un signo aislado es potencialmente un signo lingüístico. Además un signo aislado tiene ciertas relaciones consigo mismo y por tanto una dimensión sintáctica. Un lenguaje como sistema de signos interconectados tiene una estructura sintáctica de tal clase que de entre sus combinaciones permisibles de signos algunas funcionan como afirmaciones y como vehículos sígnicos que pueden ser comunes a una serie de intérpretes.
De la misma manera que un signo individual se caracteriza mediante su relación con los restantes signos, con los objetos y con sus usuarios, un lenguaje se caracteriza a su vez cuando se enumeran sus reglas que llamaremos sintácticas, semánticas y pragmáticas, que gobiernan los vehículos sígnico. En consecuencia, los conjuntos de signos tienden a convertirse en sistemas de signos. Esto es verdadero para los signos perceptuales, los gestos, tonos musicales, pintura, habla y escritura.


El lenguaje: objeto científico
El lenguaje humano es un modo específico de la realidad cultural. La justificación de las ciencias naturales y sus métodos fue anterior a la justificación de los métodos y las ciencias de la cultura, que desde el siglo XIX se señalan limites a la manera de formular las leyes que descubre (lingüística matemática, semiótica). La escuela naturalista partió del apriori de que el lenguaje no es un objeto cultural sino natural y que el método que su análisis exige es el mismo que ya está justificado como científico para las ciencias naturales. La observación posterior, el análisis empírico, demostrara que las relaciones de la lengua y su comportamiento la sitúan entre los objetos creados por el ser humano: es histórica, actúa como estructura dinámica y sus elementos se organizan de manera sistemática en razón de sus categorías de signos.
Las leyes que rigen las relaciones en la lengua son tan objetivas en su cumplimiento como las leyes de la naturaleza, pero sólo se llega a ellas con un rigor máximo en la observación de sus manifestaciones fenoménicas. La exactitud y la objetividad se pueden comprobar en los estudios de índole histórica que en los descriptivos y en el nivel fonético a nivel semántico. La diferenciación de las ciencias naturales y culturales se establece en un plano material por los objetos que estudian y en un plano formal por el método distinto que exigen. El criterio que sirve para distinguir los objetos naturales de los objetos propios de las ciencias de la cultura, es decir de los objetos creados por el hombre consiste en algo que se añade a lo natural y que entraña positiva significación humana. Las realidades naturales se transforman en bienes de cultura o realidades culturales. Los objetos naturales no poseen valor humano alguno y cumplen su ciclo sin una acción directa del hombre sobre ellos, que los transforme en valiosos. El objeto de las ciencias del espíritu, ciencias culturales o ciencia históricas lo constituye la realidad histórico-social o realidad histórico-social-humana.
Los objetos de la cultura quedan definidos por: creación humana y son objetivización del espíritu. El mundo de la realidad cultural está constituido por los hechos humanos que poseen una dimensión objetiva. El lenguaje es una realidad cultural especifica un hecho humano. El lenguaje objetivado fuera del hombre sirve de forma a obras literarias y en cuanto permanece en el hombre le proporciona posibilidades expresivas (competences) que realiza cuando le conviene (performance). La lengua es un patrimonio de la sociedad y de los individuos y reciben a través de ella una cultura determinada y en un nivel determinado. La lengua en su totalidad se va construyendo socialmente excepto cuando se constituye en obra literaria. Las creaciones humanas tienen dos componentes reales que denominamos: forma material, materia y espíritu. La cultura es incorporación de valores o espíritu a los objetos sensibles, lo que exige un sustrato objetivante (sustrato material) y otro sustrato objetivable, la creación interior, la forma espiritual. Por lo que se distingue en el lenguaje una parte material, el sonido articulado y una parte espiritual que transforma el sonido en un sistema de relaciones utilizado como código de expresión y comunicación.
El lenguaje fonético es el sistema de signos que han utilizado los pueblos históricos. De esta manera los sonidos vigentes en un determinado sistema se transforman en hechos culturales por la intencionalidad con que se utilizan. Por tanto los sonidos en cuanto hechos naturales forman series con todas las posibilidades de articulación del aparato fonador humano en cuanto constituyen un sistema lingüístico y adoptan los caracteres fundamentales de todos los hechos humanos, culturales e históricos. La lengua puede manifestarse como un hecho cultural en el que se diferencian teóricamente una parte material y una parte de valor intencional que convierte unos cuantos sonidos en un sistema, en un hecho cultural. La lingüística como ciencia del lenguaje es una ciencia cultural porque su objeto lo es. El carácter cultural de su objeto diferencia a la lingüística de las ciencias naturales pero no de la filosofía cuyo objeto puede ser común. Una ciencia s natural o cultural por su objeto de estudio.


Sintaxis
La sintaxis considerada como el estudio de las relaciones sintácticas de los signos entre sí, haciendo, abstracción de las relaciones de los signos con los objetos o con los intérpretes, es la más desarrollada de todas las ramas de la semiótica. Los griegos hicieron de la matemática en forma de sistema deductivo axiomático una temprana presentación. Estos sistemas formales constituían un material cuya consideración desarrollaba la sintaxis. La sintaxis lógica omite lo que se ha denominado dimensiones semántica y pragmática de la semiosis para concentrarse en la estructura lógico gramatical del lenguaje es decir en la dimensión sintáctica de la semiosis. En este tipo de consideración un lenguaje se transforma en un conjunto de cosas relacionadas en función de dos tipos de reglas: las reglas de formación que determina las combinaciones independientes y permisibles de los elementos del conjunto que reciben el nombre de oraciones y las reglas de transformación que determinan las oraciones que pueden obtenerse a partir de otras oraciones. Estas reglas se agrupan como reglas sintácticas. En consecuencia la sintaxis es la consideración de signos y de combinaciones sígnicas en la medida en que unos y otras están sujetos a reglas sintácticas. La sintaxis no se interesa por las propiedades individuales de los vehículos sígnicos.
La sintaxis es más fácil de desarrollar que sus campos coordinados en especial cuando se trata de signos escritos. Estudiar las relaciones de los signos entre sí, o bien caracterizar lo que sucede en un intérprete cuando funciona un signo. En la medida en que un solo signo puede denotar únicamente un solo objeto éste tiene estatus de un índice, pudiendo denotar una pluralidad de cosas (como el término hombre) y puede combinarse de diversas formas con signos que explican o restringen el alcance de su aplicación. Estos tres tipos de signos pueden denominarse signos indéxicos, signos caracterizadores y signos universales. Los signos pueden diferir según el grado con que determinan expectativas concretas. Los signos universales son importantes pues posibilitan el hablar en general de los designata de signos sin tener que especificar el signo o designatum. Sin embargo todos los sistemas formales muestran una diferenciación de dos tipos de signos correspondientes a los signos indéxicos y a los signos caracterizadores. Toda oración contiene un signo dominante y ciertos especificadores y cada uno de ambos términos es relativo al otro. Una oración susceptible de ser verdadera y falsa implica signos indéxicos, un signo caracterizador dominante y algunos signos que muestren la relación de los signos caracterizadores e indéxicos entre sí y con respeto a los elementos de su propia clase. De esta manera la formula general de una oración de este tipo es: "signo dominante caracterizador (especificadores de caracterización) signos indéxicos".
Las pausas, la entonación, el énfasis contribuyen a realizar funciones en el lenguaje hablado. Los signos de puntuación, los acentos, los paréntesis, las cursivas, el cuerpo o tamaño de las letras son ayudas semejantes en las lenguas escritas e impresas. Estos signos realizan dentro de un lenguaje, una función pragmática pero el término paréntesis y sus implicaciones se dan en el metalenguaje. La sintaxis admite la existencia de clases de signos como constantes individuales y variables, y constantes y variables predicativas que constituyen correlatos formales de diversos tipos de signos indéxicos y caracterizadores. Los operadores corresponden a especificadores de clases, los puntos, corchetes, paréntesis son recursos existentes en el lenguaje para indicar reacciones entre signos.

Semántica

La dimensión semántica de la semiosis
La semántica se ocupa de la relación de los signos con sus designata y con los objetos que pueden denotar o que denota. La semántica presupone la sintaxis pero prescinde de la pragmática ya se ocupe de signos simples o de signos complejos, limitándose la semántica a la dimensión semántica de la semiosis. Dentro de la semiótica la regla semántica designa una regla que determina en qué condiciones un signo es aplicable a un objeto, tales reglas establecen correlaciones entre signos y situaciones denotables mediante signos. Un signo denota aquello que se afirma es una regla semántica, mientras que la regla en si establece las condiciones de designación y determina el designatum que es la clase o tipo de denotata. Por tanto además de las reglas sintácticas la caracterización de un lenguaje requiere el establecimiento de las reglas semánticas que gobiernan los vehículos sígnicos por separado y en combinación. Las reglas para el uso de los vehículos sígnicos no se formulan ordinariamente por los usuarios de un lenguaje, pues estos son más hábitos de conducta que otra cosa por lo que sólo se dan ciertas combinaciones de signos y sólo ciertas combinaciones se derivan de otras y sólo ciertos signos se aplican a ciertas situaciones.
Un signo tiene una dimensión semántica en la medida en que existen reglas semánticas que determinan su aplicabilidad a ciertas condiciones. El propio vehículo sígnico es simplemente un objeto. La regla semántica para un signo indéxico es bien simple el signo designa en cualquier momento aquello que se señala. Por lo general un signo indéxico designa aquello hacia lo que dirige la atención. Un signo indéxico no caracteriza lo que denota y no ha de ser similar a lo que denota. Un signo caracterizador sí que caracteriza lo que puede denotar, un signo de este tipo puede lograr ese resultado mostrando en sí mismo las propiedades que un objeto debe tener para ser denotado por éste, en éste caso el signo caracterizador es un icono, si no sucede así el signo caracterizador puede denominarse un símbolo. Una fotografía, un modelo y un diagrama químico son íconos. La palabra fotografía, los elementos químicos son símbolos. La regla semántica para el uso de iconos establece que éstos denotan aquellos objetos que tienen las características que ellos mismos poseen. La diferencia entre índices, iconos y símbolos se expresa por los diferentes tipos de reglas semánticas. La regla semántica para el uso de una oración significa referirse a las reglas semánticas de los vehículos sígnicos que la componen. Una oración es un signo complejo a los efectos de que el designatum del componente indéxico es también un designatum del componente que es un signo caracterizador. El designatum de una oración es el designatum de un signo indéxico en tanto que designatum de un signo caracterizador. Las cosas pueden considerarse como designata de los signos indéxicos, las propiedades como los designata de signos caracterizadores de una posición, las relaciones como los designata de signos caracterizadores de dos posiciones, los hechos como designata de oraciones y las entidades como designata de los signos. El designatum de un signo son las cosas que el signo puede denotar. En consecuencia designatum es un término claramente semiótico.

La semántica lingüística
La idea tradicional de la lengua como repertorio de significaciones y significantes, no fue superada hasta después que Saussure expusiera su concepción de la lengua como sistema de relaciones entre los signos, que aplicada al nivel fonético dio lugar a la fonología. El objeto de la semántica, el léxico seguía observándose como una suma de términos de doble dimensión. Era importante lograr un método científico para el estudio científico de un objeto de esta naturaleza. Los sonidos, los morfemas y la distribución son datos objetivos sobre los cuales cabe aplicar un método inductivo; ls significados se manifiestan como hechos que no se repiten, dificultando la construcción de ciencia sobre ellos. Además el lenguaje como forma, es el objeto indiscutible de la lingüística. Únicamente los cambios de significado admiten una objetivización a través de formas lingüísticas en distintos textos. La concepción del vocabulario como repertorio de voces con significado, s sustituida por la idea del léxico como estructura. Cada término no se observará solamente como signo de una cosa o de un concepto, sino como parte de un conjunto de signos que suponen una visión del mundo especifica en cada lengua.
La idea de los campos semánticos como estructuras cerradas va adquiriendo cada vez mayor relieve como solución a los problemas planteados en torno al objeto de la semántica. El campo semántico se presenta como una organización de significados, estructurada dinámicamente, cada uno de los cuales se desenvuelve en el ámbito que le permiten los demás. Las unidades de significación libres (las palabras) se sitúan en una distribución paralela a la que la fonología ha descubierto para los fonemas. Estas son entidades con unos rasgos positivos e identificables por su valor negativo y opositivo respecto a las demás de su mismo campo. En la década de los sesenta los estudios semánticos en el campo de la lingüística han intentado superar el anatema de Hjelmslev y encontrar elementos estructurales para el análisis científico de los valores semánticos. Se trató de buscar las unidades básicas y mínimas de significación. Los conceptos de rasgos pertinentes de significado, de oposición semántica, paralelos a los establecidos y garantizados como válidos en el nivel fonético van siendo definidos como bases de una estructuración de los valores semánticos. Se ha propuesto que se tome como unidad básica del contenido, paralela al fonema, el semantema que define como conjunto de rasgos distintivos del contenido; sus variantes podían denominarse aloxema, de la misma forma que a las variantes del fonema: alófonos. Greimas propone el nombre de sema para las unidades mínimas de contenido. Un sema es un rango semántico mínimo. Un conjunto de semas que adquiere forma libre es un semema. Los rasgos comunes a varios sememas constituyen un archisemema, que adquieren forma libre (archilexema). Una vez que se admite que los campos conceptuales pueden ser reducidos a sistemas lexicales delimitados por oposiciones distintivas inmediatas e independientes de toda relación asociativa se comprueba que los tipos que ofrecen las oposiciones semánticas son paralelos a los tipos que ofrecía la oposición fonológica, morfológica o sintáctica.
El valor semántico es anterior a todos los otros valores de la lengua, si nos limitamos a las ciencias lingüísticas se comprueba que el estudio e identificación de las unidades fonéticas se lleva a cabo siempre sobre formas de significado. Por tanto el valor semántico se considera razón de ser de los valores fonéticos, morfológicos o sintácticos. Esta consideración puede ser explícita o implícita o negada incluso de manera formal.





Las relaciones semánticas signo-signo: metalenguajes
Una dimensión especial de las relaciones sujeto-signo la constituyen los metalenguajes. Por lo general el sujeto se refiere con el signo lingüístico a un objeto extralingüístico (signo-denotatum), en algunos casos el denotatum queda fuera de la relación y el signo lingüístico se detiene en el mismo signo. El contenido del signo en esos usos es el mismo signo. La dimensión de verdad o falsedad de una expresión puede encontrarse no sólo en las relaciones de la función expresiva, o de la función significativa, sino también en las relaciones que el signo establece consigo mismo. Las relaciones signo-signo tienen una inmediata valoración sintáctica y tienen una dimensión semántica, en cuanto remiten a sí mismas o a los denotata. Por tanto el metalenguaje se define como el lenguaje sobre los signos, el lenguaje que prescinde de la referencia a los objetos. El metalenguaje es frecuente en lingüística y filosofía. Se puede hablar de un metalenguaje fonético y fonológico. El análisis de los metalenguajes atañe directamente a la semántica lógica, y está en relación inmediata con la categoría verdad/error.

Pragmática
El término pragmática (pragmatics) fue introducido por Charles Sanders Peirce en 1878 en un artículo titulado "How to make our ideas clear", Planteando que para desarrollar el significado de los pensamiento necesitamos determinar qué conducta está propenso a producir puesto que esa conducta es para nosotros su única significación. Para lograr una perfecta claridad de nuestros pensamientos sobre un objeto necesitamos considerar qué efectos concebibles de un tipo práctico puede envolver un determinado objeto de nuestra concepción, qué sensaciones debemos de esperar de éste y qué reacciones debemos preparar. La pragmática se ha entendido como el estudio de los efectos prácticos que permiten pensar, reconocer, extraer los elementos, las notas esenciales de los conceptos.


Pragmática de la Comunicación Literaria
La pragmática constituye el tercer componente de una triada, cuyos otros dos son la sintaxis y la semántica. El conjunto de estos tres componentes constituye una teoría lingüística o una teoría semiótica del lenguaje. La pragmática trata esencialmente del lenguaje natural. De esta manera la sintaxis es el estudio de qué y cómo se dice o expresa (algo): la semántica el estudio de qué se quiere decir (al decir algo), y la pragmática, el estudio de que se hace (al decir algo). La pragmática es aquella parte del estudio del lenguaje que centra su atención en la acción. El término clave es el acto del habla, que es el acto llevado a cabo cuando un hablante produce un enunciado en una lengua natural en un tipo específico de situación comunicativa. Tal situación recibe el nombre de contexto. La pragmática se ocupa de la formulación de las reglas según las cuales un acto verbal es apropiado en relación con un contexto. Las acciones son objetos denominados intencionales, esto es objetos basados en la asignación de una interpretación a una expresión observable.
La pragmática del lenguaje natural, especifica qué propiedades específicas adicionales del contexto deben satisfacerse para que la enunciación sea considerada como un acto de habla apropiado. Las condiciones de propiedad de los actos de habla se dan en términos de propiedades de los participantes en el acto de habla, es decir del hablante y del oyente. La pragmática es lingüística si especifica en qué medida los actos del habla en algunos contextos están en relación con estructuras gramáticas específicas del enunciado. De modo parecido a cómo las oraciones se combinan en secuencias y pueden constituir un discurso o texto, los actos del habla pueden aparecer en secuencias, como monólogos o conversaciones. Igual que las secuencias de oraciones (textos), tales secuencias de actos de habla deben satisfacer condiciones combinatorias: los actos de habla deben estar conectados entre sí y satisfacer otras condiciones de coherencia para ser considerados como un acto (complejo) de comunicación racional.



La dimensión pragmática de la semiosis
Por pragmática se entiende la ciencia de la relación de los signos con sus intérpretes. Aristóteles en De interpretaciones, habla de las palabras como convencionales de pensamientos que todos los hombres tienen en común, sus palabras contienen la base de la teoría que se convirtió en tradicional: el intérprete del signo es la mente. El intérprete es un pensamiento o un concepto. La relación de un vehículo sígnico con su designatum supone la consideración real en la conducta del intérprete de una clase de cosas en virtud de la respuesta a vehículo sígnico y lo que ha de tomarse en consideración son designata. La regla semántica tiene como correlato en la dimensión pragmática el hábito del intérprete de utilizar el vehículo sígnico en determinadas circunstancias. Las reglas de formación y de transformación corresponden a las combinaciones y transiciones reales de signos que el intérprete emplea.
Desde la perspectiva de la pragmática una estructura lingüística es un sistema de conducta: lo que corresponde a las aportaciones sígnicas son las relaciones entre respuestas sígnicas con las respuestas sígnicas más inclusivas de lo que constituyen segmentos. Los signos indéxicos presenten en una combinación sígnica centran la atención del intérprete en partes del entorno. El signo caracterizador dominante determina una respuesta generala esas partes. Desde esta perspectiva los signos son verdaderos en la medida en que determinen las expectativas de sus usuarios. En una presentación sistemática de la semiótica, la pragmática presupone tanto la sintaxis como la semántica, pues tratar de manera adecuada la relación de los signos con sus intérpretes requiere conocimiento de la relación de los signos entre sí. El hecho de que la dimensión pragmática se convierta en un designatum no significa que el interpretante de un signo sea un designatum de ese signo particular. La semántica no se ocupa de todas las relaciones de signos con objetos sino como una ciencia semiótica de la relación de los signos con sus designata; la pragmática al ocuparse de otra relación de los signos no puede situarse dentro de la semántica.
Las reglas sintácticas determinan las relaciones sígnicas entre vehículos sígnicos. Las reglas semánticas correlacionan vehículos sígnicos con otros objetos. Las reglas pragmáticas expresan las condiciones en los intérpretes bajo las que un vehículo sígnico es un signo. Un lenguaje puede expresarse de la siguiente manera: un lenguaje en el sentido semiótico total del término es un conjunto cualquiera de vehículos sígnicos intersubjetivos cuya usabilidad está determinada por reglas sintácticas, semánticas y pragmáticas. En términos pragmáticos un signo lingüístico se utiliza en combinación con otros signos por los miembros de un grupo social, en consecuencia un lenguaje es un sistema social de signos que media las respuestas de los miembros de una comunidad entre sí y respecto de su entorno. Por lo tanto comprender un lenguaje significa por tanto emplear sólo aquellas combinaciones y transformaciones de signos que no están prohibidas por los usos y costumbres del grupo social. Comprender o utilizar correctamente un lenguaje significa segur las reglas de uso en esa comunidad social, como son las sintácticas, semánticas y pragmáticas.
El gesto es un fenómeno primario a partir del cual emerge el lenguaje en un sentido humano, especialmente el gesto vocal. El signo gestual difiere de los signos no gestuales porque el vehículo sígnico constituye una fase temprana de un acto social y el designatum una fase posterior.


Pragmática de la lingüística del texto
La lingüística del texto se desarrollo ante la necesidad de dar cuenta de los fenómenos lingüísticos para los cuales las gramáticas oracionales no podían proporcionar explicaciones adecuadas. La lingüística textual se fue consolidando en torno al texto, unidad de delimitación compleja y de extensión variable. El texto como dominio natural de una teoría del lenguaje y de una unidad lingüística básica. Esta consideración plena del texto es resultado del encuentro entre lingüística del texto y pragmática. La lingüística del texto que procede de la gramática generativa transformacional y del estructuralismo lingüístico, reúne además otras aportaciones, y se encuentran entre la retorica y la poética clásica sus antecedentes. El instrumental teórico generalista sirvió de marco y medio para el desarrollo de los primeros intentos de gramáticas textuales y definiciones de la unidad textual en tanto unidad que unidad semántica global.
En relación a la pragmática, el sentido etimológico de la palabra, del griego: acción, ejecución, actuar, realizar, queda recogido en la pragmática como estudio del lenguaje, en tanto que acción: qué se hace al decir algo, o cómo hacer las cosas con palabras. La consideración del lenguaje en el contexto implica el acercamiento en lo social de lenguaje. Al dar cuenta la pragmática de la dimensión social y comunicativa del lenguaje. La pragmática literaria supone el tratamiento de la obra literaria, del texto literario como un acto de habla de características especiales, el acto de comunicación literaria. El estudio desde presupuestos pragmáticos de la literatura apunta como criterios a la hora de definir la literariedad de la obra de arte verbal una convención de uso de naturaleza social.
Mientras la pragmática da cuenta de la dimensión social y comunicativa del lenguaje, la lingüística del texto puesto que se ocupa del lenguaje, el lenguaje en textos, ha de atender también al lenguaje en tanto que comunicación, esto es al texto como unidad comunicativa. Con la incorporación de la pragmática a la lingüística ésta amplia sus horizontes: lo lingüístico y lo extralingüístico o pragmático se unen en el nivel textual adquiriendo una dimensión semiótica. La profundización en el estudio de la pragmática del texto es determinada por la necesidad de resolver un problema básico que se le plantea a la lingüística textual: la clasificación tipológica del texto. Es a partir de la incorporación de la pragmática a la lingüística el momento en que la lingüística textual puede establecer vínculos con otras disciplinas que trabajan con textos.
La textualidad es el modo universal y social de llevar a cabo la comunicación lingüística siendo los textos las realizaciones concretas de la textualidad, es decir porciones enunciadas de signos del lenguaje que funcionan comunicativamente y por tanto textos-en-función. La teoría del texto tiene que analizar el lenguaje en el contexto socio comunicativo y el lenguaje en textos.



Pragmática, semiótica, palabras y cosas
El análisis de los signos indica que es posible percibir la existencia de corpus formalizados de expresión que obedecen a condiciones pragmáticas irreductibles a constantes estructurales evitando así la pretensión de asumir el lenguaje en lo que toca a su sistema interno. Del continuun del lenguaje se distinguen variedades autónomas o normalizadas y variedades heterogéneas cuya naturaleza es determinable en la correspondencia de las enunciaciones y el campo social. Se denomina hipótesis de descripción axiomática de los regímenes de signos a la posibilidad de caracterizar las enunciaciones colectivas acudiendo a funciones semióticas y sus formas de expresión. La correlación entre expresiones y contenidos se debe a que son elementos funtivos de la función signo, también denominada función semiótica. Lo importante es poder reconocer la retícula de las relaciones múltiples y mutables por las que los signos resultan de la formación de corpus de expresiones y contenidos asociados según diversos contextos. Por tanto los regímenes de signos deben ser evaluados en su existencia social. La descripción pragmática de los regímenes de signos se preocupa por la naturaleza social de las cosas dichas; en el contexto de los regímenes de signos la idea se mantiene desde la perspectiva a la tesis según la cual los signos son siempre signos de algo se le puede anteponer la tesis de que los signos son entidades relativas a la conexión entre las formas de expresión y las formas de contenido.
La lengua es un sistema de signos; denominamos regímenes de signos a toda formalización de expresión específica, al menos en el caso que la expresión es lingüística. Los signos se definen por su función. Los signos sirven para denotar o designar. Para establecer cómo los signos denotan o designan, tenemos que el lenguaje puede analizarse en partes elementales que son portadoras de significaciones: raíces, elementos derivacionales, o elementos flexionales. Implicando que el análisis tiende a tratar con entidades de grados superiores de abstracción mediante las cuales se transfiere el problema de la significación a la función sígnica de elementos básicos. Ahora bien, sobre los signos se podría decir que no son significantes o designantes sino que son funciones colocadas entre las expresiones y los contenidos. Por tanto los signos contraen la función de presuposición reciproca entre las expresiones y los contenidos. Las expresiones y los contenidos son funtivos o elementos que hacen parte de tal o cual función.
Los signos son funciones cuyos componentes son los funtivos de expresión y de contenido en solidaridad. Por tanto no se discute de dos cosas unidas por los signos sino de distintos puntos de vista que perciben las expresiones y contenidos con referencia a una misma función sígnica. Los signos son entidades unívocas que contraen diferentes funtivos bajo la misma determinación. El punto es que no se pueden considerar las expresiones sin la presencia simultánea de los contenidos encontrada bajo la función de signo. Hjelmslev enfatizaba en que los contenidos nacen de las apreciaciones sobre las cosas en el sentido de la calificación social presente en las significaciones asignadas por las comunidades de habla concretas, Es la pragmática por tanto, el análisis de los regímenes de signos tiene que ver con la descripción de las funciones de signo en sistemas de formulaciones con fines de expresión. En consecuencia el interés por el análisis de los regímenes de signos desde la visión hjelmsleviana viene del particular modo en que puede desintegrarse la separación entre las palabras y las cosas en cuanto sustancias de naturaleza radicalmente distinta, así se muestra que los signos se definen en la solidaridad entre lo dicho y el contenido en una presuposición que llega hasta las más íntimas unidades del lenguaje.
Las expresiones son siempre de contenidos correlativos, las expresiones son expresiones de contenido y viceversa. El contenido es contenido de tal o cual expresión. Signo es la unidad que consta de unas formas de expresión y unas formas de contenido establecidas con la función de correlaciones que vienen del conjunto en el que se reúnen. Si se ha establecido que las lenguas son sistemas de signos es para indicar que pueden percibirse diversas formulaciones en las expresiones en los contenidos asociados. Por tanto los regímenes de signos constituyen semióticas. Es posible describir las funciones de los signos entendiendo que se inscriben en reglas de articulación. La función de signo se estructura de diversas maneras según se presente la relación entre sus componentes funtivos de expresión y contenido. Por tanto la hipótesis es: la distinción entre las formas de expresión y las formas de contenido y su interacción en la función de signo pertenece a la organización de los sistemas semióticos.
La evaluación de los regímenes de signo nuca excluye el espacio pragmático complementario en el que se traducen bajo la forma de acontecimientos incorporales. La presentación de los regímenes de signo significante y postsignificante se resume en el intento de asilar las características pragmáticas por las que en tal o cual semiótica se constituyen combinaciones de expresión. La pragmática además de dejar ver la individualización de regímenes de signos deja percibir la potencia de repetición entendiendo que no se trata nunca de que tal o cual sea equiparable exactamente a tal otro. La descripción pragmática de los signos se dirige a establecer las regulares conexiones entre formas de expresión. La pragmática se ocupa de las derivaciones de unos regímenes en otros en lo que compete a las reglas de formación por las que unas formas de expresión renuevan sus lazos con otras en agrupaciones singulares.
Uso pragmático de los signos
Cuando un signo es producido por un intérprete se emplea como medio de obtener información acerca del intérprete, la perspectiva de partida es la de un proceso de semiosis superior, el de la pragmática descriptiva. Cualquier signo puede ser examinado en función de las condiciones psicológicas, biológicas y sociológicas de su uso. El signo empresa pero no denota su propio interpretante.


Significado
Cualquier término de la sintaxis, la semántica y la pragmática es un término semiótico. Sólo son semióticos aquellos términos que no pueden definirse aisladamente en ninguno de los diversos campos componentes. En el sentido estricto: signo, lenguaje, semiótica, semiosis, sintaxis, verdad, conocimiento son términos semióticos. El análisis sígnico es la determinación de las dimensiones sintáctica, semántica y pragmática de los procesos específicos de semiosis. Es la determinación de las reglas de uso de determinados vehículos sígnicos. El análisis sígnico (la semiótica descriptiva) puede proseguirse de acuerdo con los procedimientos admitidos del quehacer científico.
Ciertos aspectos de la generalidad de los signos han atraído mucho la atención. Hay una distinción entre sinsigno y legisigno: un sinsigno es un algo particular que funciona como signo, mientas que un legisigno es una ley que funciona como signo. En un caso determinado de semiosis en el que digamos casa, funciona como vehículo sígnico, este sinsigno o este ejemplo particular de semiosis no es idéntico al legisigno casa. ¿Qué es en consecuencia un legisigno y donde ha de encontrarse en la semiosis lo universal? La respuesta debe ser que existe un elemento de universalidad o generalidad. En un proceso determinado de semiosis diversos vehículos sígnicos pueden sustituir al vehículo sígnico original sin que surja ningún cambio relevante. Por lo tanto decir que un vehículo sígnico es general, significa decir que forma parte de una clase de objetos que tienen la propiedad necesaria para despertar expectativas, combinarse de forma específica con otros vehículos sígnicos y denotar ciertos objetos. En cualquier caso de semiosis el vehículo sígnico es un particular definido: un sinsigno. Su universalidad, el que sea un legisigno consiste en que es uno de los elementos de una clase de objetos capaz de realizar la misma función sígnica.
Otro componente en la dimensión semántica, tenemos que el desiderátum de un signo es la clase de objetos que un signo puede denotar en virtud de su regla semántica. La regla puede permitir que el signo se aplique sólo a un objeto a muchos pero o a todos. Universalidad o generalidad de objetos es un término semántico y hablar como s la universalidad fuera un objeto del lenguaje objetual, que designa entidades universales, significa enunciar oraciones pseudo-objetuales de tipo cuasi-semántico. Es necesario distinguir dentro de la universalidad propia de la semiosis unos cinco tipos de universalidad o generalidad: la generalidad del vehículo sígnico, de la forma, la generalidad de denotación, del interpretante y la generalidad social. Cada uno de estos tipos de generalidad puede expresarse sólo dentro de la semiótica. La generalidad es un concepto relacional pues todas las ramas de la semiótica investigan sólo relaciones. Por lo tanto si vemos la interrelación de las ciencias semióticas con la sintaxis, semántica o pragmática, o sea estas disciplinas dentro de la semióticas tenemos que la semiótica en la medida que es algo más que estas disciplinas, se ocupa de sus interrelaciones y esto la hace a través del carácter unitario de la semiosis que estas disciplinas ignoran individualmente. Sintaxis no es un término dentro de la sintaxis sino que es un término semiótico y lo mismo puede decirse de la semántica y pragmática. La sintaxis habla de las reglas de formación y transformación, regla es un término pragmático. La semántica alude sólo a los signos como objetos que designan, pero no existe una relación de ese tipo sin reglas de uso semántico y esto supone la noción de intérprete.
La pragmática sólo se ocupa de los signos interpretados, pero intérprete e interpretante no pueden definirse sin utilizar vehículo sígnico y designatum. De forma que todos estos términos son semióticos. Las reglas que gobiernan los vehículos sígnicos del lenguaje objeto de estudio han de ser comprendidas, y comprensión es un término pragmático. Por tanto los lenguajes de la sintaxis, semántica y pragmática tienen tres dimensiones: designan algún aspecto de la semiosis, tienen una estructura formal y tienen un aspecto pragmático. La sintaxis, la semántica y la pragmática son componentes de una ciencia semiótica única, pero se trata de componentes mutuamente irreductibles.
La semiótica proporciona una base para la comprensión de las formas de la actividad humana y para su interrelación, puesto que todas las actividades y relaciones se reflejan en los signos que median estas actividades.


Pragmática de la imagen en publicidad
El estudio pragmático de la publicidad establece las reglas que se utilizan en cada texto según su contexto. El contexto pragmática es uno de los componentes de la teoría semiótica del lenguaje, los otros son sintaxis y semántica. El texto sirve de marco al relato. El relato en publicidad serán las diversas estrategias de ficción de la representación publicitaria. Mientras la sintaxis especifica las reglas que ayudan a construir una expresión. La semántica estudia las reglas que hacen que esta expresión cobre significado y se interprete de acuerdo a una situación específica. La pragmática formula las reglas de la expresión según su contexto. La pragmática de la publicidad estudia la relación entre los signos de ésta y sus usuarios; estudia el discurso publicitario como un acto locutorio así como las condiciones necesarias para la interacción del habla.
La imagen fija en publicidad presenta características especiales. Si trabajamos con una imagen fija compuesta por diferentes textos, cabe preguntarnos ¿qué es una imagen? El código icónico establece las relaciones entre un signo gráfico como vehículo y un significado perceptivo codificado. La relación se establece entre una unidad pertinente de un sistema semiótico dependiendo de la codificación previa de la experiencia perceptiva. Una pragmática de los actos del habla toma en consideración los procesos cognoscitivos que permiten la recepción de un texto en un contexto específico.
La iconografía publicitaria se compone de una multiplicidad de textos que se transgreden entre sí. La composición de la imagen publicitaria remite a un espacio cuyos límites corresponden a las exigencias mínimas del género. La multiplicidad de signos: gráficos, icónicos, cromáticos, se transgreden en este espacio en función de la imagen y del mensaje. La figura retórica es la que permite la interrelación de todos los signos que componen el espacio de la imagen. El texto está compuesto a través de una serie de relaciones estructurales que conocemos como morfosintácticas.
En la composición del anuncio publicitario se amalgaman distintas tecnologías que se complementan, como: fotografía, dibujo, pintura, escritura tipográfica, fotocomposición e impresión. Todas estas técnicas transforman las señales que componen el anuncio publicitario. En consecuencia una imagen publicitaria se compone de una multiplicidad de textos provenientes de la interrelación de los diferentes actores de la institución.

Definiciones de signos
Según el enfoque peirceiano: un signo o representamen es algo que representa para alguien algo en algún aspecto o capacidad (…) el signo representa algo, su objeto. Representa ese objeto, no en todas sus peculiaridades, sino en relación a una especie, de ideas, que a veces he llamado el fundamento del representamen.

Clases de signos
Hay tres clases de signos.
Semejanzas o iconos. Sirven para transmitir ideas de las cosas que representan, simplemente imitándolas.
Indicaciones o índices: muestran algo sobre las cosas por estar físicamente conectados con ellas.
Símbolos o signos generales: han sido asociados con sus significados por el uso. Tales son la mayor parte de las palabras, frases, discursos, libros y bibliotecas.


Transmisión de significado
Para Peirce un signo funciona como un proceso continuo de incesante cambio. El signo por sí mismo no es nada (objeto, imagen, palabra) y su función comunicativa se produce por el proceso de significación en el que interviene el pensamiento, la cognición del que lee o ve el signo y finaliza su interpretación.

El signo tiene una naturaleza triádica, se compone de tres aspectos que se relacionan como un proceso:
Un representamen (lo que denominamos el signo).
Un fundamento u objeto semiótico. Aquello que representa el signo, es decir el referente y con el cual está relacionado el representamen. Tiene una relación de dependencia y un significado otorgado de manera arbitraria por la sociedad.
Un interpretante. O sea un significado o interpretación del representamen a través de su correlación con el objeto semiótico.
Es el lector, espectador o receptor quien finalmente construye el significado del signo y ese significado o interpretante puede ser diferente para distintas personas aun cuando el asigno o representamen y el referente o fundamento sean el mismo.


Sistemas de signos y códigos
El signo es el elemento esencial sobre el que se articulan los procesos comunicacionales. Los signos generalmente no se usan ni aparecen por si solos, sino adquieren su funcionabilidad y especificidad en virtud de su articulación en sistema de signos, denominados sistemas semióticos.


Sistema semiótico
Según Guiraud se denomina así a todo conjunto de signos entre los cuales se pueden establecer relaciones. Este sistema de signos es arbitrario y convencional. Por lo tanto un sistema semiótico es un conjunto de signos estables y constantes. El conjunto de signos que participan en un sistema dado y sus relaciones es lo que denominados código.
Existen sistemas se signos en virtud de su función y del contexto de utilización. El conjunto de todos los sistemas de signos humanos o códigos pueden dividirse en tres grupos atendiendo a sus funciones:
Sistemas de signos estéticos: hacen posible la expresión subjetiva, la comunicación emotiva sobre el mundo, la naturaleza y los seres humanos.
Sistemas de signos sociales: son utilizados como fórmulas de comportamiento en el marco de las relaciones sociales entre los hombres.
Sistemas de signos lógicos: proporcionan una explicación descripción y pronóstico del entorno desde un punto de vista racional. Podían entenderse como signos técnicos.


El Signo como Concepto
Peirce considera que un signo o representamen es algo que para alguien representa o está en lugar de algo bajo algún aspecto. Se dirige a alguien, crea en la mente de esa persona un signo equivalente. Este signo creado es el interpretante del primer signo. El signo esta en lugar de algo, su objeto. En esta primera definición del signo se plantea también la lógica que sigue su construcción teórica: la lógica triádica. La primera de estas triadas la conforman: el signo, el interpretante y el objeto, siendo la significación el resultado de la interacción de los tres elementos. Por consiguiente un signo o representamen es aquello que está primero en relación con un segundo, su objeto, el cual tiene la capacidad de determinar un tercero, el interpretante que asume la misma relación triádica con el objeto. Siendo la semiosis como la acción o influencia que envuelve una cooperación entre tres elementos: un signo, su objeto y su interpretante.
Esta primera relación entre el representamen, el objeto y el interpretante define las tres ramas semióticas, la primera la gramática especulativa o gramática pura la cual determina lo que tiene que ser verdadero del representamen utilizado por cualquier inteligencia científica pudiendo encarar cualquier significado. La segunda es la lógica apropiada que es la ciencia formal de las condiciones de verdad de una representación. La tercera es la retórica pura cuya tarea es determinar las leyes por medio de las cuales un signo da nacimiento a otro signo. La gramática pura estudia la relación de los signos con la abstracción, la lógica pura es la encargada de estudiar la relación de los signos con los objetos y la retórica pura estudia la relación de los signos con los interpretantes. Esta primera división de la semiótica es una división epistemológica. Es importante considerar que el signo (representamen), el objeto y el interpretante describen relaciones o funciones sígnicas y no objetos cosas o categorías fijas.
De esta manera las tres categorías de la semiótica nacen de la relación entre el representamen, el objeto y el interpretante, y cada una de estas divisiones genera por sí misma tres divisiones que no corresponden a tipos exclusivos se signos, sino a diferentes rasgos del signo mediante las cuales representa al objeto (fundamento), al representamen y al interpretante. A estas divisiones del signo Peirce las denomina tricotomías de acuerdo con:
El signo en sí mismo como mera cualidad de una ley general
La relación del signo con su objeto
De acuerdo a la relación de un signo con su interpretante
Cada una de estas tres divisiones genera por sí misma una división más generando lo que se denomina clases de signos. Por consiguiente de la primera división resultan el qualisigno, el sinsigno y el legisigno. De acuerdo a la segunda división: el icono, índice y símbolo y de acuerdo a la tercera tricotomía el signo es dividido en rema, decisigno y argumento.
En la construcción del signo un objeto dinámico se pone en relación con un representamen -lo que lo representa-, de acuerdo con alguna correspondencia que es el fundamento; este fundamento selecciona alguna parte de el denominado el objeto inmediato. La posibilidad de reunir en relación al objeto inmediato y al representamen que se da gracias al interpretante. El interpretante inmediato es el interpretante que se revela en la correcta comprensión del signo mismo que se conoce como significado del signo. Es la abstracción lo que se denomina sentido. El interpretante dinámico es el efecto real que el signo, en tanto signo, determina un evento real. El interpretante final se refiere a la manera en que el signo tiende a representarse a sí mismo para relacionarse con su objeto. En consecuencia un signo no puede ser entendido como la suma de elementos (intérprete, objeto, representamen) sino como una unidad simultanea.


Funciones del signo
Dos son sus funciones fundamentales: la expresiva y la significativa. Esto prescindiendo de la función pragmática o interpretación social del lenguaje. La significación de un término presenta dos caras, una que alude a un contenido subjetivo, un estado de ánimo y otra de carácter objetivo, haciendo referencia al objeto. Tomando en cuenta la expresividad dividimos el análisis semántico en dos apartado: relaciones semánticas sujeto-signo y relaciones semánticas signo-objeto.
En las relaciones semánticas sujeto-signo: en el lenguaje natural, hablado y escrito queda manifiesto al valor significativo adquiriendo manifestación formal mediante recursos fonéticos, sintácticos o de distribución: la entonación el énfasis, la repetición de un término, el orden de los elementos en la frase o la discordancia. La expresión de un estado de ánimo se suma a la significación de los términos. La expresión actúa simultáneamente a la significación. El significado total se obtiene por la suma de los valores objetivos y subjetivos. La lengua natural dispone de un repertorio de interjecciones de las que ha eliminado el valor significativo y las ha reducido a un valor puramente expresivo. En el lenguaje literario la lirica busca también los casos límites de expresividad. El lector interpreta los signos a través del valor social que les es común.
La interpretación adecuada del significado se inicia en el aspecto expresivo del lenguaje y de ahí el interés de la semiótica por estos valores. El signo tiene una determinada intención y una determinada extensión según el sujeto que lo use. Si se precisa la intensión de una palabra, se hace con un criterio temporal, espacial y personal: la intensión de un término se fija para un tiempo determinado, en una zona lingüística determinada y un sujeto concreto. El sujeto permite una clasificación de las palabras en cuanto a su valor designativo o extensivo en clases: particulares egocéntricos, aquellas palabras cuyo significado varía a medida que el sujeto se mueve o cambia (sujeto de lengua). Palabras indicativas o de significación ostensiva, son palabras que sirve de signo a objetos cuya presencia puede actualizarse ante el sujeto. Quedan excluidas todas aquellas notas de significación incompatibles semánticamente con los rasgos mínimos, estos no necesitan expresión puesto que están en cualquier uso.
La función del sujeto respecto a la intensión es precisamente la de señalar los limites individuales a la clase y ampliar la significación mínima con las notas individuales. Palabras lógicas, son todas las demás palabras. El sujeto en este caso no modifica sus valores extensivos o intensivos. La labor del sujeto ante este tipo de palabras consiste en establecer las relaciones mentales necesarias para que formen parte de un lenguaje actualizado y significativo. Son las palabras generales, algunos sustantivos, los adverbios de negación y afirmación y las conjunciones. En consecuencia la semántica debe contar con las relaciones sujeto-signo, además de las relaciones signo-objeto.

Primera tríada: signo, objeto e interpretante
El establecimiento de este criterio busca identificar los conceptos que intervienen en el modelo. Los conceptos no pueden funcionar como primeridad o segundidad sino como terceridad. La primeridad de un signo corresponde únicamente a su representación a una cualidad, por lo que un concepto necesita de esa cualidad de representación pero no puede ser únicamente primeridad sino que requiere de una relación con el fundamento del objeto al que representa. Con la segundidad aparece el espacio teórico, fundamento de todo concepto; pero es con la terceridad como se termina de construir un concepto, pues éste es puesto en relación con otros conceptos con los que comparte un mismo marco de referencia, es decir un marco teórico o sistema de referencias. De esta forma este primer elemento busca identificar los conceptos a partir de su construcción dejando atrás a aquellos que representen cualidades (primeridad) de objetos determinados (segundidad).
Una vez reconocidos los conceptos interesa identificar la forma en que cada autor los relaciona para construir el modelo. De las múltiples categorizaciones de las relaciones conceptuales, las dos más importantes son la semiótica reconstructiva y la semiótica sistémica, esto con la finalidad de establecer relaciones a nivel conceptual entre los modelos. La semiótica reconstructiva es aquella que parte de signos como unidades nucleares hacia sistemas más generales, por medio de la relación entre éstos. La semiótica sistémica no se detiene en signos aislados sino que ve sistemas en toda su complejidad.


Modo de ser: primeridad, segundidad y terceridad
Este criterio corresponde al segundo momento de análisis en cada una de las fases de la investigación. Los modos de ser correspondientes a la organización de la semiótica peirceana implican la identificación de tres modos y cuya síntesis se organiza al nivel de la terceridad.





Semiosis social
La semiótica reconstructiva corresponde a la matriz saussureana, mientras la que se abre al mundo sistémico es la semítica de matriz peirceana. La lengua presenta la característica de no ofrecer entidades perceptibles de manera inmediata, sin que se pueda dudar de que existan, además es el juego de estas unidades lo que constituye la lengua. Por otra parte existe una problemática entre conceptos fundamentales como: abstracto, concreto y material. La distinción abstracto/concreto pertenece al orden de lo social y de lo mental, pudiéndose argumentar que la distinción se localiza en el interior de la lengua. Mientras que el término material sólo puede ser aplicado a eventos singulares. El punto clave es el paso de la complejidad a la simplicidad representado en el paso material de algo material y complejo a algo simple y concreto. De esta forma es la unidad de sentido la que otorga unidad a los actos por los cuales el sujeto reconoce las unidades significantes de la lengua realizadas en una cadena sintagmática. Para Saussure todo el mecanismo de la lengua depende del principio de la linealidad.
Si los fenómenos de la primeridad existen, en tanto posibles y los fenómenos de la terceridad existen en tanto expresan por medio de leyes una tendencia real a la realización, los de la segundidad corresponden a los existentes en bruto, a los eventos singulares, a los hechos. Todo sistema significante concreto es una composición compleja de las tres dimensiones distinguidas por Peirce: (cualidad, hecho, ley). Es el objeto quien determina el signo, determinando este último al interpretante. Si el envío referencial va del signo al objeto, el enlace causal que lo determina va en sentido inverso, del objeto al signo. Por tanto dado que ni un primero ni un segundo pueden determinar terceros la terceridad del signo en sí mismo, cuando es el único tercero no le puede venir de los otros componentes, de esta manera en la relación triádica que es un signo, es el signo el que determina los otros dos componentes (el objeto y el interpretante). Si se considera a la semiosis misma como el engendramiento de los signos, entonces un signo es determinado por su objeto y por tanto la semiosis está en relación con la primeridad y la segundidad como fenómenos. El universo de la semiosis es desde este punto de vista un universo cerrado. Este cierre no impide afirmar que los signos producen efectos en la realidad. Sin semiosis no habría real ni existentes, porque son las mismas leyes de los signos las que llevan a postular que en el mundo hay cosas que no son signos. El signo en efector remite a su objeto, lo representa, pero lo hace siempre de una manera determinada.


Significado y significante
El significado y significante son dentro de la terminología saussuriana los componentes del signo. Signo se inserta en una serie de términos afines y desemejantes: señal, indicio, ícono, símbolo, alegoría son rivales del signo. Un elemento común a todos estos términos: todos remiten a una relación entre dos relata, este rasgo no podía distinguir ningún término de la serie: para encontrar una variación de sentido es necesario recurrir a otros rasgos que se presentan bajo la forma de una alternativa (presencia/ausencia) de esta manera tenemos:
La relación implica o no implica la representación psíquica de uno de los relata
La relación implica o no una analogía entre los relata
El nexo entre los dos relata (estímulo y respuesta) es inmediato o no lo es
Los relata coinciden exactamente o al contrario uno de ellos desborda al otro
La relación implica o no implica una relación existencial con el que lo utiliza
De acuerdo a estos rasgo sean estos positivo o negativos, marcados o no marcados cada termino se diferencia de sus vecinos. En lingüística el concepto de signo no genera competencia entre términos vecinos. Hasta que Saussure encontró los términos significante y significado el concepto de signo había sido ambiguo.
El signo pues está compuesto por un significante y un significado. El plano de los significantes constituye el plano de la expresión y el de los significados el plano del contenido. Cada plano conforma dos strata: la forma y la sustancia. La forma es lo que puede ser descrito exhaustiva y con coherencia o criterios epistemológicos, por la lingüística, sin recurrir a premisas extralingüísticas. La sustancia es el conjunto de los aspectos de los fenómenos lingüísticos que no pueden ser descritos sin recurrir a premisas extralingüísticas. Como estos strata se localizan en el plano de la expresión y el contenido, vamos a disponer de:
Una sustancia de la expresión
Una forma de la expresión, constituida por regla paradigmáticas y sintácticas
Una sustancia de contenido
Una forma de contenido, como la organización formal de los significados entre sí por ausencia o presencia de la marca semántica
El signo semiológico está compuesto también por un significante y un significado. Muchos sistemas semiológicos (objetos, gestos, imágenes) tienen una sustancia de la expresión cuyo ser no se encuentra en la significación. (El color rojo de un semáforo es una orden de circulación en el código vial). Estos signos semiológicos de origen utilitarios se denominan funcional, o funciones-signos. Esta función-signo tiene un valor antropológico por ser la unidad misma donde se anudan las relaciones de la técnica y del significante.
En el caso del significado, este no es una cosa sino una representación psíquica de una cosa. Saussure ha señalado la naturaleza psíquica del significado al denominarlo concepto. El significado no puede ser definido más que en el interior del proceso de significación, es ese algo que el que emplea el signo entiende por él. El significado es uno de los dos relata del signo.
En lo concerniente a los significados lingüísticos se pueden establecer dos tipos de clasificaciones de los significados: el primero es externo recurre al contenido positivo de los conceptos. La lingüística estructural no ha edificado todavía una semántica o sea, una clasificación de las formas del significado verbal.
La naturaleza del significante requiere las mismas observaciones que la del significado. La diferencia es que el significado es un mediador, la materia le es necesaria, y por otra parte en semiología el significado puede ser también reemplazado por cierta materia, la de las palabras. Esta materialidad de las palabras obliga a distinguir materia y sustancia: la sustancia puede ser inmaterial, como el caso de sustancia del contenido. Entonces puede decirse que la sustancia del significante es siempre material (sonido, objeto, imágenes). En semiología conviene reunir todos los signos en la medida en que son producidos por una sola y una misma materia bajo el concepto de signo típico: el signo verbal, el signo gráfico, el signo icónico el signo gestual, que constituyen cada uno un signo típico. La clasificación de los significantes es la estructuración propiamente dicha del sistema.

Significación
En relación a la significación, el signo es un segmento (bi-faz) de sonoridad y visualidad. La significación puede entonces concebirse como un proceso. Es el acto que une el significante y el significado, acto cuyo producto es un signo. La significación o semiosis no une entes unilaterales, no aproxima dos términos, debido a que el significante y el significado son término y relación. En la visión saussuriana el signo se presenta demostrativamente como una extensión vertical de una situación profunda: en la lengua el significado está detrás del significante y no puede ser alcanzado sino a través de él por más que estas metáforas carezcan de la naturaleza dialéctica de la significación.

Estructuras significantes
Un producto comunicativo no se define como un signo único sino como un conjunto de signos propios de un sistema dado que se relacionan entre sí en función de un código. Este conjunto se construye sobre una estructura semiótica que se configura sobre diferentes dimensiones o planos relacionados e interdependientes mediante su función semiótica: ámbito del significante (plano de la expresión y plano del contenido) y ámbito del significado (plano de la forma y plano de la sustancia). En todo lenguaje se pueden considerar dos planos de significación: la expresión y el contenido. Ambos sin inseparables de la función del signo y están en relación de interdependencia. Un mensaje conlleva su significado articulando dos niveles: su construcción material que es la expresión (significante) y aquello que transmite que es el contenido (significado). Tanto el plano de la expresión como el plano del contenido se subdividen en dos dimensiones significantes: forma y sustancia. De esta manera una misma forma de contenido puede tener diferentes formas de expresión y una misma sustancia de contenido puede tener distintas formas de contenido.
De esta manera la sustancia del contenido es la parte objetiva de mensaje (el referente, aquello a lo que el signo se refiere). La forma del contenido: que se presenta como representación del referente. La sustancia de la expresión: es la expresión gráfica o fónica del contenido. La forma de la expresión: es el modo en que se actualiza la sustancia de la expresión: Es el modo en que finalmente se produce una forma visual, gráfica o sonora.

Denotación y Connotación
El concepto de denotación se define por la dimensión de su literalidad respecto al referente mientras que la connotación consiste en el valor simbólico que se añade al signo. En el lenguaje la connotación se define por la construcción de la frase, por el uso de las puntuaciones, por el contexto. En la lengua hablada la connotación produce significado a través de los elementos de comunicación no verbal. En los signos visuales la connotación se produce por los valores culturales con los que cargan los elementos morfológicos de la imagen y por la composición de la imagen y por los valores culturales que se añaden a los elementos figurativos. El proceso de significación de la comunicación está marcado por el eje denotación/connotación.
Por consiguiente el análisis connotativo y denotativo, significa el estudio o la reflexión sobre los niveles literales y secundarios que pueden tener los sistemas de signos. De esta manera se analizan los niveles de representación, los niveles de significado y las ordenes de significación. En semiótica la connotación y denotación son términos que describen relaciones entre el significante y el significado y la distinción analítica se realiza entre los dos tipos de significados.


Sintagma y Sistema
Para Saussure las relaciones que unen los términos lingüísticos se desarrollan en dos planos y cada uno genera sus propios valores. Estos dos planos corresponden a dos formas de la actividad mental. El primero es el de los sintagmas; el sintagma es una combinación de signos que tiene como base la extensión; en el lenguaje articulado esta extensión es lineal e irreversible. Dos elementos no pueden ser pronunciados al mismo tiempo (re-tira, contra todos, la vida humana). Por lo que cada término adquiere su valor por su oposición a lo que precede y a lo que sigue: en la cadena de palabras los términos están unidos in praesentia; la actividad analítica que se aplica al sintagma es la segmentación. El segundo plano es el de las asociaciones, en el plano sintagmático, las unidades que tienen entre si algo en común se asocian en la memoria y constituyen de esa manera grupos. En cada serie a diferencia de lo que sucede en el nivel del sintagma, los términos están unidos in absentia, siendo la actividad analística que se aplica a las asociaciones la clasificación. El plano sintagmático y el plano asociativo se encuentran en una estrecha relación. El plano asociativo también se denomina plano paradigmático y plano sistemático.

El Sintagma
El habla es de naturaleza sintagmática pues además de las amplitudes de la fonación, se define como una combinación de signos, o recurrentes: la oración hablada es la representación misma del sintagma. El sintagma está muy próximo al habla. En consecuencia el sintagma se encuentra en forma encadenada, como el flujo del habla. El sentido no puede nacer más que de una articulación, o sea de una capa significante y de la masa significada: el lenguaje en cierta medida lo que divide lo real. Frente a todo sintagma existe un problema analítico: el sintagma es continuo (fluido, encadenado) pero sólo puede vehicular sentido si él mismo es articulado. La definición misma del sintagma implica el hecho de que esté constituido por una sustancia que tiene que ser segmentada. El sintagma bajo su forma de habla se presenta como un texto sin fin. En lingüística la segmentación del texto sin fin se realiza mediante la prueba de conmutación. Esta prueba consiste en introducir artificialmente una modificación en el plano de la expresión (significantes) y observar si esta modificación provoca una modificación correlativa en el plano del contenido (significados).
La prueba de conmutación permite aislar las unidades significantes de las que esta entretejido el sintagma, preparando la clasificación de esas unidades en paradigmas. Esta prueba proporciona en principio unidades significativas o sea fragmentos de sintagma, siendo todavía unidades sintagmáticas. En lingüística las pruebas de conmutación ofrecen un primer tipo de unidades: las unidades significativas, dotadas cada una de un aspecto significante y de un aspecto significado (los monemas, palabras compuestas de lexemas y de morfemas). Pero en razón de la doble articulación del lenguaje humano, una segunda prueba de conmutación que versa sobre los monemas, permite aparecer un segundo tipo de unidades: las unidades distintivas (los fonemas).
Un sintagma es un apartado, puede ser una línea o un párrafo. Los sintagmas se van relacionando entre sí a lo largo de la cadena. El análisis sintagmático es una técnica estructuralista que busca establecer la superficie del texto y la relación entre sus partes o los conjuntos de ellas entre sí.

Argumentación y figuras retóricas

La retorica, instrumento de trabajo semiótico
Desde sus orígenes la finalidad asignada a la retorica s la persuasión, un aspecto fundamental en que la retórica y la publicidad coinciden. La retórica organiza la elaboración del discurso en cinco pasos:
Inventio: búsqueda de materiales y argumentos adecuados para hacer plausible el tema. Elección de los signos más eficaces que propongan el sistema propio de un medio determinado. Corresponde al pre diseño de mensaje, a la ideación del mismo.
Dispositio: organización de los materiales expresivos en una estructura coherente y eficaz. Construcción del discurso, del mensaje en función de un código que va a conocer el receptor.
Elocutio: formulación verbal del discurso. Consiste en la elaboración misma del mensaje. Es la producción física de la expresión.
Memoria: memorización del discurso.
Pronunciato: técnicas del orador, técnicas de la presentación verbal del discurso.
Retórica, semiótica y comunicación
La retorica es una disciplina del lenguaje, su origen estuvo vinculado a una etapa de la historia griega. Se le vinculo a la asamblea, la defensa de la propiedad y el derecho público; la retórica se asocia a la efectividad y persuasión en espacios públicos, o dentro de prácticas de comunicación social donde la macro operación retórica es fundamental. Hoy en día el término retórica se acepta para el análisis de la realidad social y los discursos sociales. La retorica posee varios niveles que van desde el técnico, didáctico, antropológico, hasta el ético y epistemológico ola relación entre retorica y conocimiento en el sentido de cómo el discurso crea un tipo particular de conocimiento. El texto se entiende como una realidad abierta que responde a una quaestio; se inscribe en continuidades y situaciones de comunicación en las que está presente la dimensión argumentativa. Por consiguiente la retórica se convierte en definición de lo literario en términos de un texto que es menos autónomo que contexto en sí mismo. La retórica nos deja ver una dimensión fundamental del lenguaje: su comunicabilidad que denotativamente significa efectividad.
Ver la retórica con una visión particular y semiótica supone comprenderla como una semiosis: un conjunto de signos, relaciones, funciones y efectos que tiene en sus usuarios. Eco señala qué códigos retóricos incluyen una convencionalización de soluciones textuales o icónicas que se convierten en modelos y normas. Aquí lo retórico significa lo efectivo para transmitir un mensaje y producir un efecto dentro de un contexto. Lo retórico no opera en los mensajes textuales solo, que interviene otro tipo de codificaciones como opera en cuanto al vehículo y la dimensión material del signo y los códigos perceptivos. Un aspecto utilizado por la semiótica para referirse a la retórica consiste en una reflexión sobre las figuras o tropos, lo que permite reflexionar en torno al lenguaje figurado en contraste al lenguaje literal como puramente denotativo. El lenguaje figurativo es parte del proceso para mantener un sistema cultural, es un código que remite a cómo las cosas se representan más de lo que es representado. Utilizar un tropo permite que un enunciado forme parte un sistema más complejo de asociaciones.
Dentro de la reflexión semiótica, la metáfora y la metonimia han sido las figuras centrales en su estudio con modos semióticos de comunicación y constituyen mecanismos para la comprensión de la vida social. Como en el paradigma y el sintagma, los tropos orquestan relaciones de significantes y significados en el discurso. Un tropo desde una metáfora es visto como un signo formado desde el significante de uno y el significado de otro. Desde el punto de vista semiótico, la metáfora incluye un significado actuando como significante de otro significado; pues la esencia de la metáfora es comprender una cosa en términos de otra. Mientras la metáfora se basa en la falta de relación, la metonimia es una figura que implica el uso de un significado que está en lugar de otro significado con el cual se encuentra relacionado. Las metonimias se fundamentan en relaciones indexicales mediante la sustitución de un efecto por su causa.
Mientras un término metafórico se conecta bajo el principio de similitud, la metonimia se basa en la contigüidad. La indexicalidad de la metonimia sugiere que existe una conexión directa con la realidad en contaste a la iconicidad o simbolismo de la metáfora. El modo metonímico tiene un primer plano en la prosa mientras el modo metafórico en la poesía. La ironía es un tropo importante que se considera junto a los anteriores y la sinécdoque cuatro de los tropos principales. Como en la metáfora, el significante del signo irónico parece significar una cosa pero en realidad significa algo muy diferente. Lo que significa la oposición entre lo que se refiere y lo que se dice se basa en una oposición binaria. En el discurso oral la ironía puede identificarse mediante las inflexiones de voz que demarcan la entonación sarcástica.
La ironía se define como un concepto polisémico de amplias fronteras y de un comportamiento discursivo diverso. En el siglo XIX se concibió como una expresión de la conciencia de la subjetividad absoluta, ante la cual todas las cosas carecen de importancia. La ironía ha tenido numerosas aplicaciones, tanto en la elocuencia, poesía, periodismo, crónica, narrativa y dramaturgia. La ironía no actúa sola, pues se conecta con el humor, sarcasmo, hipérbole y la parodia.

Argumentación: persuadir y convencer
Un texto argumentativo tiene como objetivo principal expresar opiniones con el fin de persuadir al receptor. En publicidad y relaciones públicas los mensajes son fundamentalmente argumentativos y su objetivo es lograr que el sujeto receptor se posicione a favor de una idea determinada. El discurso argumentativo es un trabajo semiótico complejo en el que entran en juego un conjunto de sistemas de códigos y subcódigos relacionados e interdependientes que trabajan para la transmisión de un significado

Tipos de signos
La semiótica tiene como elementos básicos al significado que es la abstracción que define y delimita a algo en la realidad y el signo que será aquel elemento que al entrar en contacto con el interprete transmitirá la abstracción de a realidad. El proceso es conocido como semiosis.
SEMIOSIS-INTERPRETANTE-SIGNO-OBJETO-REPRESENTANTEM
Existen cuatro formas de signos: el símbolo, el icono, la señal y el signo.




El símbolo
Es un tipo de signo que además de contener un plano de la realidad específica, tiene direccionalidad y tonalidad definida por la cultura y la historia de la comunidad en particular en la que se presenta pues evoca valores y sentimientos representando ideas abstractas de una manera metafórica y alegórica. El significado de los símbolos se le atribuye a la comunidad y la temporalidad en la que vivir es completamente convencional. Si pensamos en la figura del círculo, solo es una figura geométrica que tiene propiedades intrínsecas. Al convertirla en un símbolo se le añaden características diferentes como la eternidad que no tiene una relación directa con las propiedades o características del círculo sin que se le completen de acuerdo con la ideología y la filosofía de la sociedad que lo hace.
Una de las dimensiones fundamentales de los textos literarios en cuanto a la elaboración del sentido, es la simbólica. Los símbolos son esas unidades que poseen una capacidad de energía significativa que migran de una época y un contexto a otro. La llave de este mundo y el medio de participar en él, es el símbolo. El símbolo nunca pertenece a un corte sincrónico sino que atraviesa la cultura desde el pasado hacia el futuro. De esta manera la memoria del símbolo en relación a la memoria cultural siempre es más antigua que la memoria en su contexto no simbólico y posee mayor estabilidad, por tanto el símbolo actuará siempre como un mensajero de otros vectores culturales.
Todo símbolo debe analizarse en el espacio de la cultura. La cultura es la totalidad de la información no hereditaria y el modo de su organización y su conservación. Por lo que la cultura es un entramado de sistemas semióticos formados históricamente. Ahora bien, metodológicamente se puede afirmar que el símbolo es un caso límite del conocimiento indirecto. La palabra símbolo proviene de las raíces griegas syn (junto) y ballo (tirar). Un símbolo es etimológicamente, una unión que conecta dos elementos dispares en nuestra mente. El símbolo concilia y armoniza las orillas de la naturaleza humana. De alguna manera el símbolo alude tanto a la parte afectiva como a la parte cognoscitiva del hombre, las une, las junta, las conecta, como es su labor hacer: la de conectar, es un conector, es un mediador. Una cualidad esencial del símbolo es su inconclusión. Cuando se interpretan símbolos es necesario asumir que se trata de una entidad ambigua por definición. Por tanto el símbolo s una estructura de doble sentido, que posee un momento semántico y otro no semántico. El momento semántico está representado por la relación entre el sentido literal y el sentido figurativo de una expresión metafórica. En relación al sentido literal: el excedente de sentido es el residuo de la interpretación literal. Los símbolos se caracterizan por su tendencia a la redundancia.

Símbolos y arquetipos
Se da el nombre de arquetipo a la imagen típica o recurrente. Jung distingue entre los contenidos de lo inconsciente personal que son los denominados complejos de carga afectiva y los contenidos de lo inconsciente colectivo que son los denominados arquetipos. Existe una naturaleza del arquetipo como modelo simbólico en las profundidades del inconsciente colectivo y del que podemos distinguir reflejos individuales. En consecuencia el arquetipo representa un contenido inconsciente, que al conciencializarse cambia de acuerdo con cada consciencia individual. Los arquetipos son símbolos paradigmáticos: (arché, que significa primitivo, y tipos: marca, estampa, modelo). Ambos elementos, símbolo y arquetipo se anclan en la memoria de la cultura, y ambos comparten las mismas notas: ambigüedad, antigüedad, repetitividad, pregnancia e iconicidad.

El símbolo en el imaginarium
Es importante señalar que metodológicamente que los símbolos, arquetipos y mitos son las formas de expresión del imaginarium social y que por esto están conformados como imágenes. El cumulo de imágenes conforma el imaginario que es la expresión de la percepción de la realidad cultural. Lo imaginario recurre a lo simbólico para elaborarse y simultáneamente, el simbolismo presupone la potencia imaginaria que permite la percepción de nuevos sentidos. Una representación es una imagen que se ubica en el universo simbólico del imaginarium. Las imágenes simbólicas se elaboran como un ejercicio de la imaginación y se ligan a la representación a través de los datos sensibles que las constituyen. Todo símbolo forma parte de la memoria cultural, de la memoria colectiva. En la memoria colectiva se expresa el continuum viviente de una tradición específica.
El símbolo existe antes del discurso dado: procede de la profundidad de la memoria de la cultura, resurge en la memoria del sujeto discursivo y se encarna en el nuevo texto. Los símbolos se despliegan siempre en un espacio social y en un espacio discursivo.

El icono
El icono es un tipo de signo que imita o se parece al significado. El icono tiene que ser similar o poseer alguna de las características del modelo original; por su propia naturaleza el icono envuelve un cierto grado de convencionalidad pues establece rasgos que una sociedad ha dado por hecho que representa al modelo de la realidad.

Iconicidad del símbolo
Todo símbolo tiende a una relación icónica en su modo de representar el contenido expresado. Icono palabra del griego eikon: imagen, semejanza, parecido. Es una relación que mantiene una relación de semejanza con el objeto representado. La noción de icono revitalizada por los estudios semiológicos, implica una tradición ya que forma parte de la retórica y la gramática clásica y se relaciona con la literatura alegórico-simbólica de la edad media y el Renacimiento. El icono se da cuando existe semejanza parcial entre el representante y el representado, es decir cuando existe una relación de semejanza entre la estructura relacional del icono y la estructura relacional del objeto representado. La parte perceptible del símbolo es la que nos lleva a la otra, desconocida. El límite en que ambas se conectan es de naturaleza icónica. La iconicidad es una forma de semiosis que se construye sobre el eje de las semejanzas de significación. Peirce explica el icono cuando existe una similitud topológica entre un significante y su denotado.
La iconización designa la última etapa de la figurativización del discurso, en la que se distinguen dos fases: la figuración propiamente dicha, y la iconización que la encargarse de las figuras ya constituidas, las dota de atributos particularizantes. En consecuencia todo símbolo contiene un gesto icónico y una naturaleza analógica, ya que la iconicidad es una representación analógica, de una cosa con base en sus cualidades, de modo que requiere buscar sus semejanzas (cualitativas) y ser consciente de las diferencias, también cualitativas. La lectura analógica es la propia de los símbolos. La analogía es el razonamiento basado en la existencia de atributos semejantes cosas diferentes. Esta palabra viene del griego: análogos (proporcionar) y significa semejanza en ciertos aspectos en cosas distintas: griego, analogía, correspondencia, proporción matemática, y de análogos: proporcional. En la interpretación de símbolos, la lectura analógica permite la apreciación de las relaciones entre el sentido manifiesto o simbolizante y el sentido latente o simbolizado.
En relación al símbolo y al mito tenemos que: los mitos son un fenómeno analógico. Nacen en la intersección de dos redes de efectos: los efectos en la conciencia de las relaciones de los hombres entre sí y la naturaleza y los efectos del pensamiento sobre esos datos de representación. Metodológicamente es importante conocer que los símbolos pueden o no aparecer en el contexto de un mito; pero todo mito habla un lenguaje simbólico. Un mito es un sistema dinámico de símbolos, arquetipos y esquemas. Es un sistema dinámico que bajo el impulso de un esquema, se constituye en relato. El mito es el modo más antiguo de conceptualización de la realidad y posee una dimensión cognitiva. Es siempre un relato que se expresa en lenguaje simbólico

Iconografía: estudio del arte
La iconografía es la rama de la historia del arte que se ocupa del asunto o significación de las obras de arte en contraposición a su forma


El signo
Las implicaciones del lenguaje en su aspecto verbal abarca un gran sistema formado por los signos lingüísticos, es decir por palabras. El signo lingüístico es el elemento básico de la lengua; el signo icónico por su parte lo es para el lenguaje visual que genera respuestas inmediatas a estímulos visuales concretos y objetivos. Un signo puede ser cualquier elemento que actuando como estímulo recuerda algo, es en consecuencia la unión indisoluble de un significante y un significado.
El significante puede ser: un gesto, un sabor, algo suave, duro, áspero, pequeño, grande, en fin, una gamma infinita de posibilidades, siempre asociado a un significado o imagen mental que aparece cuando se percibe el estimulo.

El signo lingüístico
El signo lingüístico es una conformación de sonidos compuestos por fonemas que se escuchan cuando se pronuncia una palabra; y el significado la idea que se forma en la mente al escuchar dicho sonido sensitivamente. Por tanto la relación entre el significante y el significado es simbólica pues es el resultado de un acuerdo entre los usuarios de una lengua hablada. Por tanto los lenguajes verbal y visual son interdependientes.
Las palabras tienen una función dentro de la estructura lingüística y adquieren significados definidos cuando se integran a un contexto. Los signos visuales definen su sentido cuando se integran también a un contexto. El signo lingüístico es esencialmente lineal debido a que el habla se desarrolla en el tiempo a diferencia de las imágenes que se configuran en el espacio. La linealidad del signo lingüístico permite ordenar linealmente las palabras una tras otra en el discurso por lo que está asociada una línea. Sin embargo cuando hablamos de los signos visuales para constituirse en imágenes coherentes tienen que poseer una unidad espacial que es determinada por la conducta de cada uno de sus componentes en conjunto no por separado. De esta manera las unidades ópticas adquieren sus cualidades en relación tanto con el fondo más próximo que las circunda en una superficie gráfica como con la estructura total de un determinado soporte como elementos contenedor, es por eso que las imágenes visuales son globales.
Por tanto la linealidad del signo lingüístico puede darse verticalmente que conocemos como paradigma u horizontalmente que denominamos sintagma. El paradigma: es la cadena vertical de signos asociados por una relación de semejanza entre sus significantes o entre sus significados. El sintagma es la articulación lineal horizontal de signos a partir de ciertas normas de distribución, orden y dependencia dentro de una frase, enunciado, texto y pensamiento tipográfico. Dentro del paradigma los signos se oponen por su número o género y se relacionan con otros de su misma categoría sintáctica. Dentro del sintagma las palabas adquieren coherencia verbal porque contrastan entre sí. El perceptor del mensaje lo ve o lo escucha como un conjunto organizado, pero no descompone ni analiza el mensaje, percibe el conjunto que se le transmite. En cuanto al perceptor de imágenes su función no es desarticular mensajes sino captarlos percibe los objetos y las formas.
El signo lingüístico puede unir un concepto y una imagen acústica y los dos elementos están conectados en nuestro cerebro por un vínculo de asociación. Una imagen acústica es una imagen sensorial. Existen cuatro principios básicos del signo: arbitrariedad, linealidad, discreción y convencionalidad.
Arbitrariedad
Es el vínculo que une el significado con el significante.
Linealidad
El signo es lineal porque el significante se desenvuelve sucesivamente en el tiempo, es uno después de otro, en unidades discretas sucesivas que se producen linealmente en el tiempo. En la escrituraria es tiempo es sustituido por el espacio y se conserva este carácter lineal.
Discreción
La lengua es una estructura de elementos discretos es decir independientes entre sí y delimitados unos de otros.

Objeto, diseño y semiótica
El objeto constituye un reto para la teoría semiótica. La aplicación teórica representa la existencia de etapas que coinciden con el desarrollo de la teoría semiótica y se ha observado un dialogo interdisciplinario entre los sectores que conforman el campo de los objetos y su diseño. Se establecen diferentes etapas seguidas por la semiótica desde su conformación como disciplina: así tenemos la constituida por los estudios precursores en la cual se definen las bases para un diálogo interdisciplinario. La fase pre semiótica en la cual instrumentos no propiamente semióticos posibilitan los primeros acercamientos al estudio del objeto como tal en el ámbito social y de su significado.
La etapa translinguística que coincide con el traslado de los modelos lingüísticos al estudio del objeto, buscando las analogías que lo consideran capaz de constituir un lenguaje estructurado debido a su posibilidad de comunicar. La etapa semiótica propiamente dicha, que coincide con la profesionalización de la disciplina y de los modelos que se consolidan. En consecuencia, un primer momento concentra las etapas de los precursores, la presemiótica y la translinguística mientras en un segundo momento la atención se concentra en la etapa semiótica.

El aspecto comunicativo de los objetos
Se puede establecer como factor necesario para una fase pre semiótica la presencia de elementos que plantean al objeto desde una perspectiva comunicativa: el objeto comunica y se comunica a través de los objetos. Por tanto es necesario observar la relación de dicha comunicación en un plano social mediante el cual los objetos mantienen una estrecha relación con la preservación y la transmisión de un imaginarium colectivo que caracteriza una esfera semiósica. Desde la etapa pre semiótica se considera el objeto como un mediador social y proponer un ciclo vital que se describe en su estrecha unión con el ser humano para explicar la relación que los objetos desarrollan con las personas. El objeto translinguístico, en su relación con el lenguaje es observado como una unión complementaria en la que el primero no puede prescindir del segundo. El objeto requiere la función mediadora del lenguaje para tener acceso al significado. Según la visión barthesiana, el objeto es capaz de connotar hacia diversas direcciones, proviniendo de ahí su riqueza polisémica. Se observan además dos coordenadas que estudian la dimensión semántica del objeto: la simbólica y la de clasificación. La primera se refiere a una profundidad metafórica porque todo objeto posee un significado, la segunda se refiere a la taxonomía necesaria que toda la sociedad impone a los objetos en su uso cotidiano.

El objeto como parte de un sistema
Un objeto se encuentra en el interior de un sistema y ahí participa junto al individuo en el mismo. De la intersección entre sistema e individuo resulta la tenencia del objeto por parte de éste. El punto de partida se encuentra en una tipologización necesaria, es decir los criterios de clasificación que traducen las necesidades que se quieren satisfacer mediante el objeto y su valor connotado, comúnmente predomina el criterio de su función reflejando un sistema jerarquizado y estructurado de significados que muestran las estructuras mentales compartidas socialmente.

Los objetos y sus funciones denotadas y connotadas
Umberto Eco considera a la cultura como un fenómeno esencialmente comunicativo y permite definir como signos todo aquello que la conforma. Los pasos que siguen se dirigen a una tipologización de los objetos de uso que derivan del corpus construido a partir de los estudios realizados al signo arquitectónico. La tipologización es posible gracias a la presencia de un código que permite identificar una función denotada, primaria y una función connotada, secundaria. Un objeto de uso al momento de trasladarse de una esfera semiósica a otra es susceptible de las siguientes lecturas (arquitectónicas): en la primera se pierde el sentido de una función primaria pero quedan las funciones secundarias en una medida racional (es el caso del Partenón que pierde su función de templo pero permite identificar a la sensibilidad griega y su cosmogonía mediante un conocimiento y reconocimiento de tipo filológico).
En el segundo caso la función primaria permanece y se pierden las funciones secundarias (en una lámpara antigua de aceite que se enciende solo para recrear un ambiente nostálgico). En la tercera lectura se pierde la función primaria y casi todas las funciones secundarias. Estas últimas son reemplazadas por subcódigos que la enriquecen (en una cuna de red de pescadores artesanal, que caracteriza una comunidad rural y que se utiliza colgada del techo como frutero). En este caso ocurre una transposición que convierte a la función primaria en funciones secundarias. Las funciones secundarias se deforman con nuevos códigos de enriquecimiento (plancha de carbón que se transforma en un sostenedor de libros).

Objeto, signo y código
A partir de los años 70 la atención de la semiótica se desplazó del concepto de signo y se concentró en el texto, en sus estructuras jerárquicas y en los procesos de significación que de él derivan. El concepto de texto evoluciona ampliando su definición lo que repercuten un ensanchamiento de las posibilidades de aplicación del estudio de los objetos. El objeto de análisis peculiar de la semiótica es la descripción de las condiciones de producción del sentido, así los objetos de diseño entendidos en dichos términos se colocan en el interior de ésta perspectiva. El objeto en cuanto generador continuo de significación, se mueve desde las áreas tradicionales.

Una semiótica de los objetos
En relación al objeto de diseño, tenemos que el estudio del objeto es importante porque éste implica un proceso de producción y un contexto cultural específico que motiva su creación. Una semiótica del diseño debe considerar tres posibilidades fundamentales: la innovación, el restyling y la evolución tecnológica. El comportamiento del mercado ha generado una contraposición: por una parte un objeto artesanal cuya característica principal es una menor masificación en el consumo y por otra, el objeto de masa que se caracteriza por su accesibilidad generalizada.


Semiótica Social
En el desarrollo del niño como ser social, la lengua desempeña la función más importante. El lenguaje es el canal principal por donde se le transmiten los modelos de vida que le permiten aprender la actuación como miembros de una sociedad, y la adopción de una cultura. Esto sucede de manera indirecta mediante la experiencia acumulada de numerosos hechos, en los que su conducta es guiada y regulada, desarrollando relaciones personales de todo tipo y todo esto tiene lugar mediante la lengua. Son los usos cotidianos del lenguaje los que sirven para transmitir al niño las cualidades más esenciales de la sociedad y la naturaleza del ser social. La existencia del lenguaje implica la existencia del ser social.
El estudio de la lengua como conocimiento, es un intento por develar lo que sucede en el intelecto del individuo. ¿Qué mecanismos del cerebro operan al hablar y entender? Un elemento importante respecto al habla y la comprensión de la lengua radica en que siempre se producen en un contexto, no solamente conocemos nuestra lengua materna como un sistema abstracto de signos vocales, sino que la conocemos en el sentido de saber cómo utilizarla, cómo comunicarnos con otras personas: conocemos cómo comportarnos lingüísticamente. La capacidad de hablar y entender son ingredientes en la vida del ser social. Los niños crecen y su lenguaje crece con ellos, a la edad de dos años y medio o menos, el niño ha dominado el sistema lingüístico del adulto, la estructura esta allí. El niño pasará el resto de su vida adulta dominado el lenguaje adulto.



Significado y texto
El texto es la forma lingüística de interacción social, es una progresión continua de significados que se combinan tanto simultáneamente como en sucesión. Los significados son la selección hecha por el hablante entre las opciones que constituyen el potencial de significado; texto es la realización de ese potencial de significado. El proceso de elección semántica. Las selecciones de significado tienen diferentes opciones funcionales y se proyectan las unas sobre las otras en el trayecto de su realización como estructura lexicogramatical.
Un texto se halla encapsulado en un contexto de situación. El contexto de situación de cualquier texto es un caso de contexto social. El tipo de situación no es un inventario de escenas y sonidos sino una estructura semiótica, es la matriz ecológica constitutiva del texto. La estructura semiótica de la situación la constituyen tres variables socio semióticas: campo, tenor y modo. Estas representan en forma sistemática la actividad en la cual el texto tiene función significativa (campo), la posición y las relaciones de papel involucradas (tenor) y los canales modales y retóricos simbólicos que se adoptan (modo). Los componentes semióticos de la situación (campo, tenor y modo) están vinculados a los componentes funcionales de la semántica (ideacional, interpersonal y textual): el campo al componente ideacional, representando la función de contenido del lenguaje, con el hablante como observador; el tenor al componente interpersonal, representando la función de participación del lenguaje, con el hablante como intruso; y el modo al componente textual, representando la función de pertinencia del lenguaje, sin la cual las otras dos no se realizan. Existe una tendencia a que el campo de acción social esté codificado lingüísticamente en forma de significados ideacionales, las relaciones de papeles en forma de significados interpersonales y el modo simbólico en forma de significados textuales.

Semiótica y el Arte
Semiótica es el nombre con el que se ha designado un cuerpo teórico con el que se trata de explicar el funcionamiento de los signos y estos son unidades de sentido que al encontrase en el lugar de lo que designan, significan algo para alguien en determinadas circunstancias. La literatura ocupó un lugar importante en los estudios semióticos de principios de siglo debido a la naturaleza de sus signos (signo lingüístico) y al lenguaje de los medios de su expresión (lengua y habla). El legado del formalismo ruso y el análisis lingüístico del estructuralismo saussuriano se convirtieron en los modos de análisis semiótico para el análisis semiótico de la literatura, el cine e incluso la pintura. Según la teoría semiótica de Peirce, la conciencia tiene tres elementos: la conciencia singular o simple, la conciencia dual la conciencia plural o sintética. La conciencia singular es la conciencia de todo lo inmediato, y lo inmediato se hace presente de forma dinámica mediante cualidades, las cuales no están formuladas a partir del lenguaje. En ese sentido la cualidad de lo inmediato es múltiple y solo es perceptible por medio de la sensación. La conciencia dual implica un objeto y un sujeto. A diferencia de la conciencia singular que es la unidad indivisible del objeto y el sujeto. La conciencia dual enfrenta a uno y a otro, sin saber que los distingue. La conciencia ¿dual solo afirma que son dos, pero no señala en qué consiste la distinción, dejando al sujeto en una especie de duda.
Estas dudas o carencias quedan resueltas en la conciencia sintética o plural que es la del aprendizaje pues en esta conciencia el sujeto percibe y da sentido al objeto, abandonando la simple sensación (conciencia singular), dejando atrás la conciencia misma de la sensación (conciencia dual) para internarse en la percepción de algo (conciencia plural), o sea en la posibilidad de dotar de sentido a algo percibido. En consecuencia la teoría semiótica de Peirce, y su enfoque sobre el signo parten de un planteo sobre la conciencia porque el signo, no puede entenderse sin comprender las formas en que la conciencia percíbela realidad. La semiótica es para Peirce un método de conocimiento basado en la transformación de la sensación en percepción. En consecuencia para percibir o dotar de sentido la realidad, es necesario enfrentarse a la cualidad de esa realidad, aislarla para determinarla y expresarla mediante un tercero que media entre la cualidad y el objeto, el sujeto y su expresión. El signo propiamente dicho es la expresión es decir lo que media entre el objeto y el sujeto, pero este signo es cambiante, pues depende de la percepción del sujeto que a su vez pasa por varias fases y además es tríadico, pues consta de tres elementos (representamen, objeto e interpretante). La naturaleza fluida del signo de Peirce se explica mediante tres categorías: primeridad, segundidad y terceridad.
Al crear obras de are el artista se enfrenta a la primeridad o a la cosa en sí misma, a lo inmediato, múltiple e indescriptible que es el reino de la posibilidad, es decir el lugar donde todo es posible, donde lo mismo puede ser, uno que lo otro. La posibilidad está en la primeridad, que es lo primero, lo indivisible. La posibilidad indica un algo sin desarrollar, indeterminado. La obra de arte antes de ser tal es posibilidad; en tanto posible la obra de arte es indistinción de manera que el artista para regular tal caos e indistinción debe insertarse en la terceridad, en el orden de lo simbólico definiendo así el proceso de creación. De esta manera la inserción o infiltración de lo posible en lo simbólico gesta y crea conocimiento nuevo, pues produce la obra. Es decir cuando el artista se encuentra en contacto con lo posible la única posibilidad que tiene de formular lo posible o de concretar su idea es dándole forma a través del simbolismo existente debiendo descomponerlo. En este proceso de descomposición del simbolismo existente, el artista modifica las leyes y reglas del simbolismo anterior para así poder inscribir su idea en un nuevo simbolismo. Dicho simbolismo que no es nuevo en su totalidad sino que nace de la descomposición del simbolismo preexistente, en ese sentido el proceso de creación es definido como el proceso donde lo posible se infiltra en lo simbólico.

Estética y semiótica del arte
Los problemas del signo y de la significación son importantes ya que cada contenido psíquico que sobrepasa los límites de la conciencia individual adquiriendo el carácter de signo. La ciencia sobre el signo tiene que ser elaborada en toda su amplitud. La obra artística no puede ser identificada ni con el estado de ánimo de su autor ni con ninguno de los estados de ánimo que evoca en los sujetos que la perciben: cada estado subjetivo de la conciencia tiene algo de individual que lo hace indescriptible e incomunicable, mientras que la obra artística está destinada a servir de intermediario entre su autor y la colectividad. Queda todavía la cosa que representa la obra artística en el mundo sensorial y que es accesible a la percepción de todos sin distinción alguna. La obra-cosa funciona como símbolo exterior al que le corresponde en la consciencia colectiva, una significación determinada caracterizada por lo que tienen en común los estados subjetivos de la consciencia evocados por la obra-cosa en los miembros de una colectividad seleccionada.
Los elementos subjetivos pueden ser también objetivados pero sólo mientras su calidad esté determinada por el núcleo central que se encuentra en la conciencia colectiva. Por tanto los componentes subjetivos del estado psíquico del sujeto receptor adquieren un carácter objetivamente semiológico. El signo es un hecho sensorial que se refiere a otra realidad a la que debe evocar. Existen signos que no se refieren a una realidad diferente, no obstante el signo significa algo que se deduce del hecho de que tiene que ser comprendido tanto por el que lo emite como por el que lo recibe. La obra artística como cualquier otro signo, puede tener una relación indirecta con la cosa que designa, sin dejar de referirse a esa cosa. Del carácter semiológico del arte se desprende que la obra artística no debe ser utilizada nunca como documento histórico sin explicación previa de su valor documental. Por consiguiente el estudio objetivo del fenómeno artístico tiene que juzgar la obra de arte como un signo que está constituido por el símbolo sensorial, creados por el artista, por la significación u objeto estético que se encuentra en la consciencia colectiva y por la relación respecto a la cosa designada.
En la semióloga del arte, al lado de su función de signo autónomo, la obra artística tiene una función más, la función de signo comunicativo, y es que una obra artística no funciona solamente en tanto que artística sino también como palabra que expresa el estado de ánimo, la idea y el sentimiento. Existen artes en las que esta función comunicativa es evidente (la poesía, la escultura, la pintura) y otras en las que aparece oculta (el baile) o incluso invisible (música, arquitectura). Cada componente de la obra de arte contiene su propio valor comunicativo, independiente del tema. Toda la estructura de la obra artística funciona como significación e incluso como significación comunicativa. La obra artística tiene dos significaciones semiológicas: la autónoma y la comunicativa, de las cuales la segunda está reservada a las artes que tienen un tema. En la evolución de estas artes se manifiesta la antinomia dialéctica entre la función del signo autónomo y la función de signo comunicativo.
El problema del signo es uno de los problemas fundamentales de las ciencias del espíritu que trabajan con materias que tienen un carácter manifestó de signos. La obra artística posee el carácter de un signo. Existe como un objetivo estético que se encuentra en la consciencia individual de su autor. La obra-cosa sensorial es respecto a este objeto inmaterial, sólo un símbolo exterior. Toda obra de arte es un signo autónomo constituido por: la obra-cosa que funciona como símbolo sensorial; el objeto estético que se encuentra en la consciencia colectiva; la relación respecto a la cosa designada. Las artes temáticas, con contenido cuentan con otra función semiológica: la comunicativa. Las dos funciones semiológicas, la comunicativa y la autónoma que existen en las artes temáticas, forman una de las antinomias dialécticas fundamentales.


Primeridad y abducción
El método abductivo de Peirce consiste en hacer conjeturas sobre algo, ya sea razonada, intuitiva o a través de una interrogación. La abducción capacita al ser humano para la investigación porque le permite preguntarse por el objeto, además le posibilita formular hipótesis que posteriormente debe comprobar. El método abductivo es un modo de conocer que se basa en lo sensorial. En el caso del arte al ser el proceso de creación un encuentro del artista con la primeridad, teniendo en cuenta que la primeridad es posibilidad dicho encuentro tiene que haberse constituido por medio de la hipótesis. El conocimiento que el artista pueda desplegar en torno a su obra, no puede estar fundamentado que en la creencia del artista, es decir está orientada desde su sensorialidad. El conocimiento que un artista tiene sobre lo que será su obra durante el proceso de creación es un conocimiento aproximativo fundamentado en creencias o hábitos que lo orientan. En ese sentido el artista no conoce el objeto (la obra), pues el artista conoce al objeto mediante la puesta en marcha de los procesos de aproximaciones y pruebas de las infinitas posibilidades del objeto siendo ese conocimiento aproximativo, inconcluso e hipotético el que le otorga forma de arte al objeto, o sea el que lo transforma en objeto de arte.

La comunicación estética
Es un tipo de comunicación mediada de tipo intrapersonal. Es una comunicación que ocurre al interior del individuo por medio de la obra de arte. En los procesos creativos la comunicación estética tiene lugar a partir de dos dimensiones diferentes: la dimensión de la creación o proceso de creación del arte y la dimensión de la recepción. La primera involucra al artista y la segunda al público. En relación a la creación estética, la creación es un acto de lo nuevo y lo nuevo siempre surge de la posibilidad. No hay posibilidad en lo dado. Por eso el proceso de creación es un proceso que gesta lo nuevo, que crea conocimiento nuevo y se lleva a cabo mediante la abducción que es el único modo de conocer lo nuevo a partir de lo no conocido. En el proceso de creación artística el artista capta sensorialmente una cualidad del objeto gestando así una instancia del conocimiento sobre éste en tanto se configura como posibilidad de algo. La primeridad se manifiesta como la primera instancia del conocer lo que hasta el momento del contacto mismo había resultado desconocido del todo. La obra de arte logra su aprehensión por el público solamente en términos de su existencia en una realidad física y simbólica propia. El signo de segundidad es un fenómeno al que el público se enfrenta, aun sin poseer herramientas para descodificarlo, pero es un objeto que solo puede eludir si lo ignora. De no ignorarlo el público se enfrenta a tres posibilidades parta conocerlo: apropiarlo, leerlo y consumirlo. Tanto en la primera posibilidad como en la segunda, el público parte de lo que conoce dominando así cognitivamente al objeto. La experiencia estética se define como una experiencia donde el acto de sospechar e imaginar forman parte del proceso cognitivo que despliega el público receptor y lector de la obra de arte.

La semiótica como teoría de la comunicación
La comunicación existe cuando alguna cosa se transporta de un sitio a otro. Esta transformación se da si lo que se transporta contiene algún tipo de información. Este algo está formado por lo que se denomina mensaje. El mensaje por su parte sólo existe cuando se materializa en algún tipo de signo el cual debe a su vez estar codificado de algún modo, además la información materializada necesita un canal. Es clara la concepción de Peirce sobre la semiosis como modelo de comunicación abstracto en su conocido dictum de que todo pensamiento se debe considerar como dialógico en su forma y que se dé entre dos o más personas diferentes, quizás disimulado; y que se dé en el pensamiento de una sola persona. En consecuencia objeto-signo-interpretante son las tres partes en las que se transforma el emisor-mensaje-intérprete, en el momento en que esta triada es llevada a su esencia lógica. El signo como término técnico se deriva de la noción menos elaborada del enunciado o mensaje y la noción de interpretante se trata de un refinamiento lógico de la noción de interpretación.
En relación al enunciado y el signo: Peirce empezó por un modelo que por sí mismo sugiere una definición reducida: el modelo de conversación entre dos hablantes de la misma lengua. Mediante la ayuda de movimientos labiales y gestos, cada uno interpreta la secuencia de sonidos articulados por el otro hablante. De esta manera las palabras, frases, oraciones, sintagmas, discursos y las conversaciones extensas se convierten en signos. Así un signo puede ser una parte constituyente de un signo más complejo y todas las partes que constituyen un signo complejo son a su vez signos. Por tanto la acción que realiza un signo es tripartita implicando al objeto y al interpretante. En relación al intérprete y el interpretante, Peirce ha convertido en una batería conceptual que consta de nueve niveles del interpretante (inmediato, dinámico y sus subdivisiones: emocional, energético y lógico). Este último y sus subdivisiones (conjeturas, definiciones, hábitos y cambios de hábitos) y el interpretante final. En relación al emisor y el objeto. Tenemos que el emisor de un signo de cualquier fenómeno interpretable es la realidad en sí misma. El emisor da cuerpo a un habla que no viene de sí mismo, pero viene de contextos más amplios que lo engloban.
Si nos referimos a la triada como construcción abstracta, debemos comprender que el signo es cualquier cosa que esté determinada por alguna otra cosa, la cual denominamos su objeto, y así determina un efecto sobre una persona. A partir de esta definición algunos aspectos de esta triada deben ser remarcados: el signo está determinado por el objeto; el objeto causa al signo, pero el signo representa al objeto y es por esto que es un signo; el signo solamente puede representar al objeto parcialmente y lo puede representar de una manera falsa. Representar al objeto significa que el signo es capaz de afectar a la mente, produciendo un cierto efecto en ella, a este efecto se le denomina el interpretante del signo; el interpretante estará inmediatamente determinado por el signo y mediatamente por el objeto, esto es el objeto también determina al interpretante mediante el signo.



La semiótica de la cultura
En esta semiótica se pueden reconocer algunos postulados: Una cultura puede ser analizada como un conjunto de textos y lenguajes que sirven de vehículos al conjunto de las significaciones que circulan y funcionan en un determinado ámbito social. Se tiene a la lingüística como referente para el análisis. El análisis semiótico es un mecanismo que permite descubrir los sentidos subyacentes en un texto cualquiera, inventariar sus unidades léxicas que forman sus estructuras significativas, descubrir las reglas de combinación de sus unidades y establecer los sentidos que son capaces de producir. Otra semiótica de la cultura es el estudio de la correlación funcional de diferentes formas de signos. Un elemento central es la existencia y configuración de códigos. Las categorías de paradigma y sintagma pueden ser útiles en semiología de la cultura para analizar conductas culturales. En la cultura todo es significativo pues toda cultura está estructurada como un sistema semiótico cuyos textos remiten a un continuum de sentido que hace funcionar una gama de lenguajes cuyas reglas son de índole análoga a la de las gramáticas que subyacen a las textualidades de las lenguas naturales.
El marco semiótico de la cultura y la comunicación
En los años setenta Umberto Eco formuló tres hipótesis fundamentales sobre la cultura, la significación y la comunicación en el marco de la explicitación de los límites naturales de la investigación semiótica. La propuesta basada en que la cultura es un fenómeno de significación y de comunicación tiene como consecuencia la humanidad y sociedad. Por tanto el conjunto de la vida social puede verse como un proceso semiótico o como un sistema de sistemas semióticos. Por tanto las hipótesis referidas a saber: la cultura por entero debe estudiarse como fenómeno semiótico; todos los aspectos de la cultura pueden estudiarse como contenidos de una actividad semiótica; la cultura es sólo comunicación y la cultura no es otra cosa que un sistema de significaciones estructuradas.
La primera hipótesis expresa que la vía para el estudio de la cultura es la semiótica, mientras que la segunda hipótesis implica tan sólo una forma de aproximación al fenómeno de la cultura. La tercera hipótesis implica a la semiótica no como forma de aproximación sino como forma de estructuración y configuración de la cultura. El desarrollo posterior de la semiótica de Eco son los códigos y la producción de signos. El código asocia un vehículo-del-signo con su significado o sentido; es decir un signo es alguna cosa que determina que otra diferente se refiera a un objeto al que ella misma se refiere en el mismo sentido, de forma que el interpretante se convierte a su vez en un signo y así hasta el infinitum. La cultura divide el campo de la experiencia humana en sistemas de rasgos pertinentes, así las unidades culturales en su calidad de unidades semánticas no son sólo objetos sino medios de significación y están rodeadas por una teoría general de la significación. Por lo tanto una unidad cultural no solamente mantiene una relación opositiva de carácter semántico con otras unidades culturales, sino que además está envuelta en una cadena compuesta por referencias continuas a otras unidades que pertenecen a campos semánticos diferentes, por lo que una unidad cultural representa algo diferente, es decir un signo.
Lotman propone una dinámica del sistema semiótico basada en seis pares de conceptos que funcionan como elementos correlacionales, estableciendo relaciones que ordenan al sistema semiótico. Los pares sistémico/ extrasistémico; unívoco/ambivalente; núcleo; /periferia; descrito/no descrito; necesario/superfluo y modelo dinámico/lenguaje poético, establecen el comportamiento y la configuración de los elementos que intervengan en un fenómeno semiótico determinado. Por ejemplo, el par sistémico/extrasistémico hace explicita una dificultad de los sistemas semióticos: debido a que una de las fuentes del dinamismo de las estructuras semióticas es el constante arrastre de elementos extrasistémicos a la órbita de la sistematicidad y la simultánea expulsión de lo sistémico al dominio de la extrasistematicidad, las dimensiones sistémica y extra sistémica se convierten en funciones independientes. Las posibilidades de entender algo como extrasistémico se guían de acuerdo con: la utilización de metalenguajes o auto descripciones del propio sistema; al concepto de inexistencia; a lo alosemiótico o perteneciente a otros sistema semiótico.
En consecuencia lo unívoco y lo ambivalente funcionan como pares de orden estructural de acuerdo a la lógica del momento temporal del discurso y a su función de veracidad. Es importante señalar que todos estos pares se suceden de forma conjunta durante un proceso semiótico. Por último en el par modelo dinámico y lenguaje poético se encarna una consideración importante. El primero se relaciona a las lenguas artificiales del tipo más simple, mientras que el segundo recibe una realización máxima en los lenguajes del arte, lo que define dos tipos de sistemas semióticos: los orientados a la transmisión de información primaria y los orientados a la información secundaria.

Modelo comunicativo de matriz semiótica
Lotman plantea que en el sistema de las comunicaciones humanas existen dos rutas: en la primera la información está dada de antemano y se traslada de un ser humano a otro mediante un código constante dentro de los límites de todo el acto de comunicación. En la segunda se trata del incremento de la información, de su transformación y su reformulación en otras categorías, al tiempo que se introducen nuevos códigos: el que recibe y el que trasmite coinciden en una sola persona. El trabajo fundamental de la cultura consiste en organizar estructuralmente al mundo que rodea al ser humano. La cultura es generadora de estructuralidad. Una semiótica de la comunicación implica un estudio semántico sobre la comunicación y sus procesos, no un punto de vista comunicativo con perspectiva semiótica. La comunicación como elemento de articulación en la teoría semiótica permite un análisis de los procesos de producción de sentido en todos los niveles de la estructura social y manifestaciones culturales, es decir de todo que funciones como signo, como texto o como función semiótica.

Semiótica del Espectáculo
La expresión artística forma parte inseparable de la vida social de las personas. El arte pues se presenta como un vínculo activo de re-presentación entre los individuos. El teatro es una de las manifestaciones artísticas más auténticas: es la vida y el drama humano que se originan en las relaciones humanas. La propuesta semiótica es una vía para comprender los diversos procesos de significación que constituyen el elemento cultural y entre ellos la manifestación artística. La lingüística ha encaminado esfuerzos para comprender el fenómeno del lenguaje en términos del habla y la lengua. En la representación teatral, todo es signo, tanto la palabra como los sistemas de significación no lingüísticos, comunican un sentido.
Así dentro de los elementos teóricos del teatro tenemos el movimiento: la kinésica en sentido estricto, es el estudio de los movimientos, es un análisis de las mímicas, de los gestos y de la danza. En relación al vestuario: la indumentaria no es nada más que el segundo término de una relación que debe en todo momento unir el sentido de la obra a su exterioridad, según la visión barthesiana. En relación al maquillaje: el maquillaje teatral tiene por objeto hacer resaltar el valor del rostro del actor que aparece e ciertas condiciones de luz y junto con la mímica contribuye a la fisonomía del personaje. En tanto la mímica por lo movimientos de los músculos de la cara crea signos móviles mientras el maquillaje forma signos de carácter más duraderos. En relación a la escenografía: la escenografía corresponde a todas las partes externas de una producción que sólo tiene valor en la medida en que incrementen la expresividad de la acción dramática de la actuación. En relación a la iluminación: es un fenómeno físico que en el teatro puede ser variada en los puntos más diversos ya sea en intensidad o en color. La luz sobre los objetos o sobre un personaje contribuye a dar relieve a una interpretación. En relación a los efectos sonoros: estos están integrados por el conjunto de sonidos que se ejecutan entre bastidores para acompañar la acción y justificar pasajes del texto.

Mímica, gesto y movimiento
En relación a los signos visuales: la mímica del rostro es el sistema de signos kinésicos más relacionados con la expresión verbal. Cuando acompaña a la palabra, la mímica la torna expresiva o en caso contrario de atenuarla. Este signo expresivo llega en ocasiones a reemplazar la palabra. Existen varias clases de signos mímicos: emocionales (sorpresa, cólera, placer), corporales agradables o desagradables y los musculares (esfuerzo). En el arte del espectáculo teatral la mímica es una convención de signos intencionales que denotan un sentido preciso, por tanto los efectos de la alegría, cólera, rabia, sorpresa, miedo, sueño, duda, susto o desesperación son signos socialmente reconocibles. El gesto es el medio más rico de los elementos que comunican los pensamientos después de las palabras y su forma escrituraria.



Maquillaje, peinado y traje
La apariencia exterior del actor corresponde varios signos como: el maquillaje, el peinado y el traje. Estos microsistemas de signos son objetos caracterizadores que determinan con precisión las características que actúan sobre el autor para crear un personaje tipo. Así el maquillaje tiene por objeto resaltar el valor del rostro del actor que aparece en escena en ciertas condiciones de luz, y que junto con la mímica contribuye a dar la fisonomía del personaje. Dentro del sistema de signos del maquillaje se encuentra la máscara como sistema de significación que puede formar parte del vestuario y desde el punto de vista funcional, puede formar parte de la mímica. El peinado es un sistema autónomo de signos que representa un papel a diferencia del maquillaje y del vestuario. El último de los sistemas externos del autor es el traje, la vestimenta pone de manifiesto una gran variedad de signos artificiales.
En la sígnica visual colocada fuera del autor, tenemos el aspecto del espacio escénico, donde los signos ofrecen el lugar donde transcurren las más variadas situaciones. A esta categoría pertenecen tres sistemas de signos: los accesorios, el decorado y la iluminación. Los accesorios: constituyen un sistema autónomo de signos. Se los sitúa entre el traje y el decorado porque muchos casos fronterizos se aproximan a uno u otro. En relación al decorado tenemos que: su tarea primordial es un sistema de signos que puede denominarse aparato escénico o escenografía y consiste en representar el lugar. En relación a la iluminación: ésta tiene por función, la delimitación del lugar o espacio escénico. Aísla o pone en relieve a un actor o a un accesorio con respecto a su entorno y amplia o modifica el valor de los demás sistemas de signos: el gesto, la mímica, el traje y el decorado.
En la sígnica auditiva fuera del autor: tenemos la música. Según el autor, el teatro se sirve de la música para subrayar, ampliar, contradecir y reemplazar los demás sistemas de signos. La música en la representación es utilizada para provocar o revivir acciones diversas. Ciertos tipos de música se utilizan para delimitar el espacio y el tiempo de los actores dentro del escenario. Desde el punto de vista semiótico, la música debe abordarse desde sus elementos constitutivos (ritmo, armonía y melodía).

El sonido
El último de los sistemas no lingüísticos propuestos es el sonido. Son efectos sonoros no articulados producidos fuera del autor

Semiología del Teatro
El método de análisis semiótico, en el caso del teatro, es el que centra su atención en la organización interna de sistemas significantes que componen el texto y el espectáculo, en la dinámica del proceso de significación y de instauración del sentido, por la acción de los practicantes del teatro y del público.
Con respecto a su aplicación a los estudios teatrales, la semiótica como método consciente de sí mismo, se remonta a los años 30. Al Círculo de Praga, la escuela checa, sus máximos representantes son: Veltrusky, Mukarovski, Honzl, Zich y Bogatyrev. Cabe destacar la presencia en Checoslovaquia de una figura del arte y el lenguaje Román Jakobson, y además la escuela polaca con Román Ingarden.
La semiología del teatro, tal como hoy la conocemos, se inicia en los países centroeuropeos: Polonia y Checoslovaquia. Entre las dos guerras, más concretamente en los años del 1930. Se iniciara primer con la sintaxis, a la que seguirá la semántica y medio siglo después la pragmática adquiere un mayor desarrollo. La semiología es el estudio de los signos, de todos los signos, frente a la lingüística cuyo objeto queda limitado a los signos verbales. La semiología dramática es el estudio de los signos del teatro: en el texto (signos verbales) y en la representación (signos verbales y no verbales), frente a otros géneros literarios que utilizan sólo la palabra. El teatro utiliza en su expresión signos de varios sistemas semiológicos. El signo dramático no se vincula a ningún significado estable y se integra con dinamismo y ductilidad en sentido general que en cada momento adquieren los otros signos escénicos, verbales y no verbales. El arte es autónomo como organización semiótica, existen leyes generales que permiten integrar el arte en la historia y en la evolución de la cultura. El teatro es un sistema artístico que integra un conjunto de artes que renuncian a su propia autonomía para funcionar como una estructura artística nueva.
En relación al teatro como un hecho semiológico, tenemos que la obra dramática es un texto literario escrito para ser representado. Por el hecho de estar escrito puede ser leído y por el hecho de estar escrito para ser representado contiene las indicaciones para su puesta en escena. Para esto la semiótica de la escena distingue en la obra dramática (texto dramático) dos aspectos: el texto literario y el texto espectacular. El primero está constituido por el diálogo, las acotaciones, el paratexto, o sea todo cuanto tiene valor literario. Generalmente el texto literario está formado por el diálogo ya que las otras partes del texto tienen un carácter técnico y van dirigidas a un lector concreto: el director y son indicaciones para la puesta en escena. El texto espectacular está formado por todas las indicaciones que permiten la puesta en escena; están recogidas en las acotaciones y también en las didascalias del dialogo. El dialogo es también un hecho espectacular en cuanto se realiza sobre la escena. Texto literario y texto espectacular son aspectos o modos de considerar el texto dramático que se lee en su totalidad y se representa en su totalidad. Su diferencia está en el proceso de comunicación que cumplen: lectura y representación. El autor es responsable del texto dramático en su totalidad, literario y espectacular que como obra acabada permanece y e expresión de una creación literaria y de una teatralidad. En el otro extremo del proceso, el lector es responsable de la lectura de todo lo que el texto le ofrece: historia, personajes, cronotopo y representación virtual; el director es responsable de la puesta en escena o representación que es su lectura del texto espectacular.
Los textos tanto el literario como el espectacular están fijados por el autor: son hechos que se refieren a origen, al proceso semiótico expresivo (crítica autorial); La lectura y la representación se refieren a la finalidad del texto, son la ultima parte del proceso comunicativo y son polivalentes, admitiendo varias lecturas y representaciones. La polivalencia semántica en el texto dramático se explica por la movilidad del signo teatral. El análisis semiótico tiene como presupuesto que el sentido de la obra dramática se logra con la concurrencia de signos de diferentes sistemas que intervienen en el proceso de comunicación, desde su fijación por el autor en el texto escrito a su interpretación en la lectura y en la representación.
La semiología dramática partiendo desde la semiología general trasciende la oposición interno/externo y se ocupa directamente del análisis del teatro como proceso de comunicación. La semiología como método de análisis de las obras de arte, establece sus propios presupuestos: el arte es un hecho semiológico, es decir un producto humano significante. La obra artística crea sus referencias; el signo artístico es por naturaleza polivalente no estando vinculado a un significado estable y por lo tanto no es codificable.


Los signos en la escena
Kowsan señala hasta 13 sistemas de signos en la representación, que clasifica en signos en el autor y signos externos al autor; signos visuales y signos auditivos; signos en el tiempo y signos en el espacio. Todos ellos localizados en cinco ámbitos: en el texto oral (palabra, tono); en la expresión corporal (mímica, gesto, movimiento); en la apariencia externa del actor (maquillaje, peinado, vestuario); en el espacio escénico (accesorio, decorado, iluminación); y efectos sonoros no articulados (música, efectos sonoros). Otros posibles criterios son: la voluntad del sujeto que los emite (autor, actor, director, dramaturgo); la intercambiabilidad de los signos de diferentes sistemas, su ambigüedad, la posibilidad de la expresión simultánea sobre la escena de algunos signos de diferentes sistemas, frente a la sucesivilidad que impone el signo verbal los problemas de percepción e interpretación del signo dramático.

Texto y Representación
La primera contradicción dialéctica que se desprende del arte teatral radica en la oposición teatro-representación. La semiología del teatro ha de considerar al conjunto del discurso teatral como lugar íntegramente significante. Se puede aplicar al discurso teatral la definición que Metz propone para el discurso cinematográfico. Confusiones múltiples determinan actitudes reductoras del hecho real. La primera actitud posible se encuentra en la clásica postura intelectual que privilegia al texto no viendo en la representación otra cosa que la expresión y traducción del texto literario. Desde esta perspectiva la tarea del director de escena sería la de traducir a otra lengua un texto procurando serle fiel al máximo. Esta actitud supone la idea de equivalencia semántica entre el texto escrito y su representación. Esta equivalencia corre el riesgo de ser una ilusión: el conjunto de los signos visuales, auditivos y musicales, tiene un sentido que va más allá del conjunto textual. La actitud que privilegia al texto literario como primordial del hecho teatral se identifica con la ilusión de una coincidencia entre el conjunto de los signos del teatro y el de los signos representados. El teatro en su esencia reside en la ceremonia que los comediantes ofician frente a los espectadores; el texto seria solo uno de los elementos de la representación.
En relación a los instrumentos de análisis diferenciados, tenemos que no es posible examinar con los mismos instrumentos los signos textuales y los signos no verbales de la representación: la sintaxis (textual) y la proxémica, que constituyen dos aproximaciones diferentes al hecho teatral. La confusión anida en el interior de la noción de teatralidad, como lo define Barthes, nos encontramos ante una verdadera polifonía informacional, eso es la teatralidad: un espesor de signos. Cualquier semiología debería ser una semiología de la representación, recordemos que: el texto de teatro está presente en el interior de la representación, bajo forma de voz, de foné. Tiene una doble existencia, precediendo a la representación. De un escrito novelesco puede partir un trabajo de transformación textual, análoga y de sentido inverso al que supone construir la fabula de la pieza como una especie de relato novelesco haciendo abstracción de su teatralidad. En la escritura teatral y en sus presupuestos existe algo que es preciso captar, ese algo debe darse en la adaptación teatral de un texto poético o novelesco.



Diálogos y didascalias
En un texto de teatro podemos observar dos componentes distintos: el diálogo y las didascalias, escénicas o administrativas. La relación textual diálogos-didascalias varía según la época de la historia del teatro, las didascalias. Pero no se puede concluir que los textos sin acotaciones carezcan de didascalias, puesto que didascalias son también los nombres de los personajes; las indicaciones de lugar responden a dos preguntas: quién y dónde; las didascalias designan el contexto de la comunicación, determinan una pragmática, es decir las condiciones concretas del uso de la palabra. Por tanto las didascalias textuales pueden preparar la práctica de la representación. En el diálogo habla ese ser de papel que se denomina personaje, que es distinto del autor; en las didascalias es el propio autor quien: nombra a los personajes y atribuye a cada uno de ellos, un lugar para hablar y una porción del discurso. Indica los gestos y las acciones de los personajes independientemente de todo discurso. Es esta una distinción que permite ver cómo el autor no se dice en el teatro sino que escribe para que otro hable en su lugar y no solamente otros sino una colección de otros en una serie intercambiable de palabras. El texto de teatro no podrá ser nunca descifrado pues los aspectos subjetivos están remitidos a otros locutores. El primer rasgo distintivo de la escritura teatral es el de no ser nunca subjetiva. Ahora las didascalias son la parte contextual del texto y pueden ser reducidas a un espacio mínimo.
El texto de teatro posee un determinado número de características: su materia de expresión es lingüística; se dice diacrónicamente y su lectura es lineal, en contraste con el carácter polisémico de los signos de la representación. El texto literario, supone una lectura según el orden del tiempo, mientras que la percepción de lo representado supone en el espectador la organización espacio-temporal de signos múltiples y simultáneos. El trabajo sobre el texto supone la transformación en texto de los signos no lingüísticos.

El signo en el teatro
El texto teatral puede ser analizado como cualquier otro objeto lingüístico de acuerdo a: las reglas de la lingüística; el proceso de comunicación, ya que posee un emisor. La representación teatral constituye un sistema de signos de naturaleza diversa que pone de manifiesto un proceso de comunicación en el que concurren una serie de emisores, mensajes y un receptor múltiple, presente en un mismo lugar. La identidad de códigos de ida y vuelta no es condición indispensable en la comunicación. Según Saussure el signo es un elemento significante compuesto por dos partes indisociables. Las dos partes del signo son el significante Se y el significado So. El signo lingüístico se caracteriza por su arbitrariedad, es decir por la ausencia de relación visible y por la falta de parecido entre el significante y el referente. Otra de su característica es la linearidad que explica que los signos lingüísticos son descodificados en un orden cronológico. El tercer elementos de la triada del signo es el referente, el elemento al que reenvía el signo en el proceso de la comunicación.

Los signos no verbales
Prieto distingue entre signos no intencionales que se denominan indicios y signos intencionales denominados señales. Los indicios y las señales pueden ser verbales y no verbales. En el terreno de la representación todos los signos son en principio señales ya que teóricamente todos son intencionales. La terminología de Peirce clasifica los signos en: indicios, iconos y símbolos: el indicio se encuentra en relación de contigüidad con el objeto al que remite. El icono mantiene una relación de semejanza con el objeto denotado. Es evidente que todo signo es a un tiempo indicio y símbolo: el negro color de luto en occidente, en Asia el color de luto es blanco. El icono funciona como efecto de lo real y como estimulo.
La representación está constituida por un conjunto de signos verbales y no verbales, el mensaje verbal figura en el interior del sistema de la representación con su materia de expresión propia comportando dos especies de signos: los signos lingüísticos y los signos acústicos (voz, expresión, ritmo, tono, timbre). El mensaje verbal se encuentra denotado según dos códigos: lingüístico y acústico. A estos se unen otros códigos, mediante los cuales pueden ser descodificados los signos no verbales (los códigos visuales, musicales y proxémicos). En la representación todo mensaje teatral exige para ser decodificado, una multitud de códigos. Todo sistema de signos puede ser leído según dos ejes: el eje de las sustituciones, o eje paradigmático y el eje de las combinaciones, o eje sintagmático. Por lo que en cada instante de la representación podemos sustituir un signo por otro que forme parte del mismo paradigma.
El eje sintagmático comprende el encadenamiento de la serie de signos. El apilamiento vertical de los signos simultáneos en la representación (signos verbales, gestuales y auditivos) permite un juego flexible sobre los ejes paradigmáticos y sintagmáticos. El apilamiento de los signos permite el contrapunto, por lo tanto: la noción de signo pierde su precisión y no se puede destacar un signo mínimo. Todo signo teatral incluso el menos indicial o icónico es susceptible de resemantización.

Denotación y connotación
La mayor dificultad en el análisis del signo teatral se encuentra en su polisemia. Nos encontramos frente a una polisemia ligada al proceso de constitución del sentido, junto al sentido principal denominado denotativo, todo signo, verbal o no verbal, conlleva otras significaciones.

El modelo actancial en el teatro
Es posible iniciar el estudio de un texto por el análisis del discurso. Que una fabula constituye una abstracción y no una estructura lo prueba una constatación simple: una misma fabula puede dar origen a textos dramáticos de formulaciones diversas. Desde el momento en que nos encontramos con estructuras que sobrepasan los límites de la frase o sea estructuras transfrásticas nos colocamos más allá de la lingüística clásica; nos situamos en el plano del contenido (forma y sustancia del contenido) es decir en los dominios de la semántica. Es importante para adaptar a la escrituraria teatral el modelo actancial y las funciones del relato pasar por determinadas adaptaciones. La primera diligencia de todo análisis semiológico consiste en la determinación de unidades. La unidad básica de toda actividad teatral es el comediante o su partitura, por tanto la unidad básica del texto teatral es el personaje.
Greimas establece una serie de unidades jerarquizadas y articuladas: actante, actor, rol y personaje. En este punto el análisis actancial se muestra como un instrumento útil para la lectura del teatro. El modelo actancial no es una forma, es una sintaxis capaz de generar un número infinito de posibilidades textuales. Greimas con su semántica estructural nos muestra cómo se construye un modelo básico tomando como unidades a los actantes. Por lo que conviene no confundir al actante con el personaje. De hecho, un actante puede ser: una abstracción o un personaje colectivo, o la agrupación de personajes. Además un personaje puede asumir de manera simultánea o sucesiva funciones actanciales diferentes. O bien puede darse un actante fuera de la escena con tal de que su presencia quede patente en el discurso de otros sujetos de la enunciación o locutores, es decir para ser actante no es preciso ser sujeto de la enunciación.
El modelo actancial es ante todo extrapolación de una estructura sintáctica. Un actante se identifica con un elemento lexicalizado o no, que asume en la frase básica del relato una función sintáctica. Así nos encontramos con el sujeto y el objeto, el destinatario, el oponente y el ayudante; el destinador o remitente tiene una función gramatical de menor visibilidad. La pareja básica de todo relato dramático es la pareja sujeto-objeto. El sujeto se une al objeto de su deseo por una flecha que indica el sentido de su búsqueda. La dificultad mayor esta en determinar textualmente cuál es el sujeto principal de la acción. La determinación del sujeto sólo puede realizarse en relación con la acción y en correlación con el objeto. No existe un sujeto autónomo en el texto sino un eje sujeto-objeto. Por tanto es sujeto de un texto literario aquello o aquel en torno a cuyo deseo se organiza la acción es decir el modelo actancial. Es sujeto pues el actante que puede ser tomado como sujeto de la frase actancial. El análisis actancial nos hace escapar al peligro de psicologizar a los actantes y a sus relaciones, pero además nos ayuda a ver en el sistema de los actantes un conjunto cuyos elementos son interdependientes.


Códigos en el hecho teatral
El texto contiene su propia representación y es posible efectuar la aprehensión y sistematización de los elementos de hecho teatral analizando el texto escrito. Tadeusz Kowsan ha elaborado un modelo de codificación teatral. Trece son los códigos que Kowsan propone agrupados según los criterios: texto pronunciado, expresión corporal, apariencias externas del autor, aspecto del espacio escénico y efectos sonoros no articulados. Tomando en cuenta el carácter visual de los códigos y su necesidad de apoyarse en el actor para su manifestación, determina cuatro elementos de códigos: de signos auditivos que llegan al espectador a través del actor, de signos visuales que se perciben fuera del actor y de signos auditivos ajenos al actor. El primer criterio de diferenciación de códigos es el de: verbal/ no verbal. Con esto obtenemos un primer código, el lingüístico que se opone a todos los demás, no lingüísticos-no verbales como conjunto y no a cada uno de los no lingüísticos por separa do.
En el código verbal lingüístico tenemos: el diálogo, se considera como especifico del género dramático por su predominio si comparamos su funcionabilidad con la que cumple en los demás géneros literarios. La acción, Honzl sostiene que la acción es la esencia del teatro, serán en definitiva los actores quienes interpretando los personajes nos den cuenta de la acción, concebida ya en el texto. Los personajes, en un análisis semiótico deben interesar la caracterización funcional de los personajes más que su estudio como entes literarios de ficción, deben determinarse las relaciones que cada uno de ellos mantiene con los demás de la obra. Las acotaciones, además de la funcionalidad asignada en relación con el personaje tienen otras, desde la narrativa de algunos textos dramáticos con relación a los elementos teatrales: el decorado, los gestos, los efectos lumínicos y el sonido, dirigiendo la puesta en escena.
En relación a los códigos no verbales-no lingüísticos, tenemos que en estos códigos la situación es diferente a la del lingüístico. El código complementario de los personajes está formado por el conjunto de recursos y de elementos auxiliares cuya característica es que completan el ser y el hacer de los personajes. Comprende los siguientes subcódigos: el paralingüístico, que agrupa los recursos paraverbales de que el actor se sirve en escena para completar el significado del diálogo teatral (tono, inflexiones de la voz, énfasis acentual, silencio). El subcódigo kinésico-proxémico, compuesto por elementos ya no verbales que sirven al actor para completar la creación de su personaje (gestos, movimientos, distancias mantenidas en escena por actores); y los elementos de aspecto, formado por aquellos elementos que sirvan para configurar el aspecto exterior del actor según el personaje (maquillaje, peinado y vestidos teatrales).
En relación al código complementario del diálogo, es caracterizado por la materialidad de sus elementos que tienen como función además de servir a la acción, completar la significación del diálogo teatral. Los subcódigos son: del decorado de elementos significantes, son materiales separados del actor y sirven de contexto al dialogo y como ubicación de la acción en un lugar y momento determinado. De los objetos teatrales conformado por elementos también materiales pero que pueden ser caracterizados como movibles y desplazables. El código complementario de la acción, se compone de los elementos cuya función es tanto situar la acción en un espacio determinado como intensificarla. Frente al código se caracteriza porque sus elementos no son verbales, y frente al código por la inmaterialidad de los mismos que pueden agruparse en los subcódigos: de la luz, caracterizado por la percepción visual de sus elementos que marcan la diferencia entre los mundos de la escena y del patio de butacas. De la música y otro ruidos, cuyos elementos frente a los del subcódigo anterior son de percepción auditiva y de carácter no verbal. La música (melodía, armonía) suele intensificar como significante segundo la acción, puede informar sobre un tiempo o espacio determinados (ritmo, momento de éxito). Los ruidos, no melódicos y no armónicos cumplen funciones semejantes a los de la música.
En relación al código complementario del código verbal-lingüístico, en general, en él consideramos incluidos aquellos elementos que se relacionan con el código verbal en su generalidad y no en algún aspecto particular. En el nivel sintáctico se ha propuesto el estudio descriptivo de los elementos constituyentes del hecho teatral caracterizados como no humanos partiendo del texto y si es posible de la representación. Se distinguen dos grupos de elementos: los portadores del rasgo verbal-lingüístico y los pertenecientes a los códigos no verbales. Igualmente se someten los elementos del código verbal a una doble consideración: diegética y mimética. Se entiende por funcionalidad diegética, a la que dichos elementos cumplen como específicamente teatrales, como sustentadoras de la dramaticidad de la obra. El enfoque diegético procede a describir y relacionar los elementos aislables en el diálogo, la acción y las acotaciones, siguiendo los presupuestos y la terminología metodológica elaborada por los investigadores del análisis estructural del relato para la narrativa, determinado las funciones y su tipología, precisando las secuencias como agrupación de funciones y las relaciones que mantienen en la obra analizada.
En el mimético se trata de ir más allá de la funcionalidad literario-poética de los elementos descritos y relacionados diegéticamente y determinar la funcionalidad dramática concreta que desempeñan. Por tanto antes de la determinación de las funciones diegéticas se procede a la secuenciación de la obra teatral en escenas o situaciones dramáticas, tomadas como un concepto instrumental para la división lógica del texto y la descripción de las funciones sintácticas. Los personajes también pueden ser objeto de este doble enfoque. Diegéticamente se los considera como actantes o actuantes, de acuerdo a su participación en la acción y de esta manera someter así el mundo de los personajes a la estructura paradigmática: sujeto/objeto, destinador/destinatario y adyuvante/oponente. En el enfoque mimético se analiza el personaje en relación con el concepto de situación dramática, determinando las presencias que tenga en escenas así como su presencia-participación en las escenas de mayor intensidad dramática. Siempre el protagonista (sujeto) destacará cuantitativamente y cualitativamente.
En el nivel semántico, procede analizar la significación de los elementos descritos así como su relación con el mundo diferenciado y el estudio de las relaciones del espacio y el tiempo representados con el espacio y el tiempo referenciados, es decir el estudio de las relaciones signo-objeto. En el nivel pragmático debe darse cabida a todos los llamados componentes humanos del hecho teatral.


Símbolo y arte
El símbolo es un elemento unificador del resultado de percibir visualmente y crea la construcción mental de síntesis de una estructura formal que en el caso del arte va a ser: la belleza. En el arte hasta los símbolos mas abstractos parten de algo que tiene que ver son la realidad visual que actúa sobre la sensibilidad estética, por tanto sentimos y creamos unos ideales con los que medimos todo a nuestro paso. El ser humano tiene una gran capacidad de adaptación y poco a poco se acostumbra a lo evidente, así generaciones han sido confeccionando diferentes cuadros de valores acerca de todo aquello que ha causado curiosidad y necesidad. El arte decía Aristóteles completa lo que la naturaleza no puede terminar; la belleza es una experiencia mental y para el artista comienza por sus capacidades de percibir visualmente lo físico. Tanto naturaleza y arte muestran lo que el ser humano ha denominado proceso de comunicación. El problema de las formas nació hace dos mil años con el de la belleza. Platón veía en las figuras geométricas la idea de la belleza absoluta. Desde entonces el arte se vuelve antropomórfico pero no como imitación y representación de esa forma, y por consiguiente extrae de la figura humana un sistema de medidas para componer. Vitrubio en el siglo I va a ser quien defienda y aplique tales reglas a las columnas arquitectónicas y propone la figura humana en escala modular (el hombre de Vitrubio), identificando la figura del ser humano con las formas geométricas más regulares y básicas. Estos gráficos definen arte, geografía y estética de las proporciones humanas. En consecuencia la percepción de ciertas relaciones formales encerradas en formas naturales o de creación artística pueda producir emociones y afectos cautivando al observador, esto hace que actuemos en sentido estético, con lo cual las relaciones formales se convierten en relaciones armoniosas. Cuando los clásicos tomaron el cuerpo humano como referencia iniciaron toda una filosofía sobre composición haciendo de esta idea una metáfora. Se sirven de la figura humana como un modelo geométrico que funciona por dotarlo de reglas, no solamente para ser utilizado como proporción sino como esquema geométrico integrado en el de la síntesis de la naturaleza, el cuadrado y el círculo son normas en esta comparación. Fue Vitrubio el inspirador del esquema que inscribe al hombre en estas figuras: el cuerpo del hombre se inscribe de ese modo en un círculo. Su centro es centro real, anatómico, el ombligo, y sus extremidades no solo son simétricas en el sentido simple de derecha/izquierda, sino guardan proporción equivalente con ese centro natural. El cuerpo del hombre se inscribe pues de pie y con los brazos en cruz, en un cuadrado. Así el círculo y el cuadrado, figuras geométricas regulares y simples son a su vez simetrías privilegiadas por el cuerpo humano, obra suprema.
Continuando con Vitrubio este continúa con el tema de la composición denominada compositio y precisa la utilización de un lenguaje y gramática. Esa gramática se basaba en lo que lo griegos consideraban simetría, esta indicaba al artista cómo se debe componer. Según su origen su traducción más correcta y conociendo su relación con la medición y mensurabilidad, esta sería con medida (si metrón se refiere a medida, la partícula syn equivale a con) y supone en conjunto es decir conjunto o juegos de medidas. En conclusión un sistema o juegos de medidas significaban según los griegos una simetría. La simetría se considero el reflejo de la belleza absoluta dependiendo de la realidad, se entiende mediante la razón guiada por la sensibilidad. La euritmia es el reflejo de la belleza ideal y depende de la percepción de la realidad llegando a través de los sentidos de la visión y la audición.
Los artistas griegos se dividieron en el curso de la historia en dos grupos, los partidarios de la simetría y los de la euritmia. Los artistas posteriores establecieron las relaciones que son hermosas a los sentidos. Los primeros aceptaron solo la belleza absoluta, divina y supersensorial de la simetría. Las ares visuales siguieron el camino de la euritmia y la corriente ilusionista


Semiología del Arte

El arte como hecho sígnico
La obra de arte es al mismo tiempo: signo, estructura y valor. El signo es una realidad sensible que remite a otra realidad la cual debe evocar. A la pregunta cuál es esa otra realidad representada por la obra artística, se podría afirmar que la obra de arte es un signo autónomo caracterizado sólo por el hecho de ser intermediario entre los miembros de una colectividad. El signo siempre apunta a algo como se desprende del hecho de que debe ser comprendido por el emisor que por el receptor. Como todo signo la obra artística puede tener una relación indirecta con la cosa designada. El estudio objetivo del fenómeno arte debe contemplar la obra artística como un signo compuesto por un símbolo sensible creado por el artista; un significado u objeto estético, depositado en la conciencia colectiva y una relación con la cosa designada.
El arte es un bosquejo de una problemática compleja y encontramos en él más problemas puntuales. En cambio se sostiene el planteamiento general, la dialéctica de la doble función sígnica: autónoma y comunicativa. El arte enfoca la problemática desde el genus proximun propuesto, el signo. La denominación poética vuelve a lo específico del arte, a la función estética.
La semiología praguense que inicio como hibridación de la semiología saussureana con varios aportes fenomenológicos, culminó su ciclo clásico al entroncar la fenomenología funcional buhleriana con la herencia formalista: a las funciones comunicativas, de tipo expresiva, representativa y apelativa, agregándose como su negación dialéctica, la función estética. En este contexto, el significante y el significado se encuentran en un estado de equilibrio inestable debido a que su relación interna en el signo, se desplaza adaptándose a las exigencias de la situación concreta. El significante y el significado se deslizan sobre la pantalla de la realidad y cada uno desborda los parámetros que le tiene asignados su pareja en el sistema de la lengua: el significante busca desempeñar otras funciones referenciales de las que tiene asignadas y el significado busca expresarse también por otros medios que su signo correspondiente, incrementando así su esfera de sinonimia, haciéndose sinónimo con más signos distintos. Estirados entre el sistema y la referencia, entre el uso literal y figurado, entre la homonimia y la sinonimia, el significante y el significado, acoplados en el signo operan entre dos campos y fuerzas asimétricos. Por tanto varias expresiones pueden tener la misma significación pero distintos objetos o distintas significaciones y el mismo objeto.

Semiótica y Poesía
La relación del lenguaje poético con la realidad es una relación de ficción, pero no de una ficción que se juzgue como falsa. La cuestión de la verdad o la falsedad no tiene sentido en el caso de la obra literaria. Sin embargo aun en la obra literaria la relación con la realidad puede ser de diversa índole. La relación con la realidad puede presentar en la obra literaria, los más variados juegos y matices: mezcla de elementos fabulosos con elementos realistas, varias interpretaciones diferentes de los hechos para crear una realidad múltiple. En relación al estilo directo de la obra épica. Se expresa algo que es enunciado comunicativo para el personaje hablante y para su oyente, pero para el lector de la obra el enunciado está en otro plano, el literario, lo mismo que el personaje que lo pronunció. Desde el punto de vista del personaje, el enunciado puede ser verdadero o falso, desde el punto de vista del lector esta verdad o falsedad juega un papel en la construcción de la obra. Al mencionar la relación entre el lenguaje poético y la realidad o sobre la cuestión de la verdad y la falsedad en la obra literaria, un segundo punto es: dilucidación de la función propia y la esencia del lenguaje poético
Recapitulando sobre la construcción de las manifestaciones lingüísticas, tenemos: plano de los símbolos fónicos, plano lexical, plano morfológico, plano sintáctico, plano de las relaciones lógicas, realidad de los objetos intencionales, realidad trascendente. Por tanto en la realidad lingüista hay que distinguir dos clases de realidad. La relación con la realidad trascendente puede quedar en un estado potencial. Al unir proposiciones mediante una relación solamente lógica, desplazamos el control de la relación con la realidad trascendente a las proposiciones que están en los extremos de la cadena: las premisas básicas y la conclusión final. La relación con la realidad trascendente es siempre individual. La relación con la realidad intencional es otra. Mientras que la relación con la realidad trascendente sólo comienza en la línea entre el sujeto y el predicado, la relación con la realidad intencional existe ya con cada palabra o sea con las unidades léxicas básicas. El objeto intencional tiene carácter social, no empieza a existir hasta ser reconocido por la colectividad.
Para discutir sobre el autotelismo en el lenguaje poético, debemos considerar la construcción de la enunciación comunicativa: la manera de expresión está determinada por lo que se expresa. Esto está contenido sobre todo en el significado que es el más cercano a la realidad trascedente, mientras que los demás componentes de la manifestación lingüística (fonemas, rasgos gramaticales, nexos sintácticos) se relacionan con la realidad sólo a través del significado. Se encuentra más próximo a la realidad trascendente la frase completa que el significado de una palabra, y más que la frase completa la significación de todo el contexto. Solo cuando ha concluido el contexto se fija la referencia de todas las partes subordinadas. Por lo que el aspecto más cercano a la realidad es la significación global del contexto que denominamos tema o contenido.
En el lenguaje poético la relación con la realidad trascendente está debilitada y con esto cambia la jerarquía al interior de la manifestación lingüística. El tema deja de ser el componente privilegiado. Por tanto el tema en la obra literaria es paralelo a los demás componentes, es igualmente importante que ellos pero no más dominante. En la manifestación comunicativa el lenguaje es un medio, en la expresión poética el objetivo. Aquí tenemos el autotelismo del lenguaje poético. El autotelismo tiene que ver con el debilitamiento de la relación del arte literario con la realidad trascendente, mientras que la relación con la realidad intencional se acentúa. La diferencia entre la expresión comunicativa y la autotélica no es tan tajante como para cortar la relación entre estas. El arte literario ejerce influencia sobre la realidad gracias al hecho de estar libre del vínculo con un sólo punto determinado de la realidad trascendente lo cual le permite ganar una validez simbólica. Dado el contacto y la interpenetración del aspecto semántico del lenguaje con la realidad intencional, el lenguaje poético tiene la posibilidad de influir directamente en la realidad intencional que vive en la conciencia de la colectividad.
La razón por la cual en la poesía se dirige la atención hacia los elementos lingüísticos es que en la poesía hay ritmo, y este ritmo está montado sobre elementos lingüísticos. Dados los nexos entre el ritmo y la construcción de la obra poética, dicho logro significa transformar la lengua y la realidad intencional relacionada con la lengua. Sobre el nexo de la realidad intencional con el lenguaje tenemos que al lado de los valores visibles, conscientes y sistematizados que son medibles, existen valores invisibles y difusos que están adheridos a las cosas y palabras y son una cualidad de las mismas, en tanto significado. Los valores visibles son más fáciles de transformar que los difusos, porque es posible captarlos y verlos en sus conexiones. Sobre estos valores difusos se puede influir de diversas maneras, pero la más eficaz es el arte. Las uniones de palabras corresponden a lo que se denominan objetos intencionales, y teniendo en cuenta que tal unión de palabras se puede sustituir por una sola palabra, resulta que también las palabras singulares son objetos intencionales. Al pasar de la unión de palabras a frases completas ya no se toca sólo el plano intencional sino también el plano trascendente. En el lenguaje poético el nexo con el plano trascendente está debilitado y es plurisignificativo y aun en la unión del sujeto con el predicado en el lenguaje poético se enfatiza su proyección sobre el plano de la realidad intencional. La enunciación comunicativa se acepta como regla general que los valores difusos contenidos en la lengua coinciden con los valores contenidos en la realidad intencional que es válida para el hablante y el oyente. En el lenguaje poético la situación es diferente, por el contrario hay una tendencia constante a que el conjunto de valores contenido en forma latente en el lenguaje sea diferente del conjunto de valores que permea la realidad intencional. En consecuencia el lenguaje poético está orientado a la revalorización de los valores y se sirve sobre todo del ritmo, que no es un adorno exterior de la poesía.
La diferencia entre la manifestación comunicativa y autotélica no es tan tajante como para cortar la relación entre estas. Existen formas literarias que oscilan en el límite: las formas prosarias. Un hecho importante para la prosa es que en ella no hay ritmo, esto es ritmo como impulso métrico independiente y continuamente restablecido que mantenga unida la armazón de la obra y ser su eje. La diferencia entre el verso y la prosa artística consiste en que el eje del verso es el ritmo mientras que el de la prosa es el tema. Una posibilidad es que el acto de referencia comunicativo no exista sólo tangencialmente en la obra sino que funcione como parte de ella y que diferentes partes de la obra tengan diferentes clases de referentes. En otros momentos la oscilación entre el acto de referencia comunicativo y el poético puede atravesar toda la obra, renovándose continuamente.
La discusión de la esencia de la poesía en términos de interpretación de signos constituye un nuevo enfoque hacia la comprensión de lo que es la poesía. Lo que se ha llamado el hecho poético aparece cada vez como un fenómeno complejo en el que intervienen muchos factores. Existen algunos métodos semiológicos ensayados en el estudio de la poesía. Su carácter semiológico se cifra en que parten del modelo del signo propuesto por Saussure o las establecidas por Hjelmslev (expresión y contenido, forma y sustancia). El poema según la teoría del signo estético de Svend Johansen, es la manifestación de un signo connotativo complejo es decir el signo de una semiótica o sistema de producción de sentido (literatura) cuya sustancia de la expresión es el sistema de la lengua natural. La literatura es una semiótica que significa más que la lengua común en la que se basa; aprovecha los planos del signo lingüístico (sustancia del contenido, sustancia de la expresión y forma de la expresión) para crear sentidos que son propiamente literarios. La rima, la aliteración, la paronomasia, constituyen usos estéticos de los sonidos (semiótica denotativa). Estas formas de expresión estética tendrán un contenido estético cuando en el contexto del poema (signo connotativo complejo) sean objeto de una experiencia, una interpretación o una reacción espontanea de carácter no lingüístico. Los efectos del ritmo, las libertades sintácticas o las preferencias por ciertos asuntos son ejemplos de formas de expresión estéticas que s basan en distintos planos del lenguaje.
La semiótica de la poesía fundada en el modelo glosemático, es que el poema es un signo complejo en cuyo contexto encuentran su explicación los rasgos estilísticos propios de la poesía (estilemas modernos o figuras de estilo tradicionales). En los medios de creación de sentido en poesía que parten del significante y se fundan en el sintagma todo lo que tiene que ver con la iteración fónica es importante y en primer lugar los fenómenos métricos. Basados en la función sugestiva del significante se encuentran los hechos que tienen que ver con el simbolismo fónico: onomatopeya o las funciones simbólicas de los hechos métricos. En lo que se refiere al significado la función sugestiva está ilustrada por el símbolo, la metáfora y la alegoría. En poesía el significado suele ordenarse sintagmáticamente en ruptura con el orden lógico, metonímico, frecuente en la prosa. En poesía la sustancia de expresión grafica es utilizada como artefacto significativo en los caligramas con valor icónico (semejanza entre la forma del signo y el objeto); la disposición de las palabras en un verso puede tener un parecido con el significado. Características generales de las teorías semióticas de la poesía son su relación con la lingüística y su limitación al texto o al código que rige los mecanismos textuales de creación de sentido. Característica esencial de los signos artísticos es que no son convencionales como en la lengua natural, sino que tienen un carácter icónico pues están construidos según el principio de una dependencia entre la expresión y el contenido. Se semantiza, se carga de significado todo. Todo funciona como signo, como elementos del signo acabado que es el texto.
El texto artístico y poético se construye según dos ejes: el paradigmático y el sintagmático. Estos dos ejes son paralelos y se explican a partir de las dos operaciones que realiza quien produce una frase en una lengua natural. Elige de un conjunto de elementos, de un paradigma, uno, que emplea en la construcción lingüística. Combina las palabras en sintagmas, en cadenas ajustadas a las relaciones semánticas y gramaticales. El texto artístico tiende a hacer una proyección del paradigma en el sintagma, es decir una proyección de los elementos equivalentes en la manifestación textual. La consecuencia es que se repiten elementos semejantes, y esto es lo que se llama ritmo. Así el texto artístico se construye sobre la base de dos tipos de relaciones: la cooposicion de elementos equivalentes repetitivos y la coposición de elementos vecinos (no equivalentes). Todos los elementos del texto se hacen equivalentes. Es el principio de la repetición del ritmo. Junto al ritmo está la oposición de elementos vecinos.
La semiótica del texto poético estudia el eje paradigmático y el sintagmático. La lingüística inspira el estudio de la poesía y la semiótica poética utiliza como conceptos los de signo (forma, sustancia, expresión y contenido), paradigma y sintagma, denotación y connotación. El modelo del signo lingüístico sirve de marco de organización de los estudios de la poesía en los que se distingue un plano de la expresión y un plano del contenido o un significante y un significado como ejes de todo el análisis. La poesía se caracteriza como semiótica o sistema semiótico, por ser el poema un signo complejo en el que se da un isomorfismo, entre significante y significado o expresión y contenido. El signo poético está motivado, es icónico, establece una semejanza entre el signo y la cosa designada lo que significa; y por eso a todo en poesía se le busca un significado.
A la sintaxis de la semiótica poética, que estudia la relación de los signos entre sí, se adscriben investigaciones que ilustran el principio de estética de la poesía que consiste en comprobar cómo en la poesía se tiende al acercamiento de unidades, sean semánticas (paralelismos, metáforas) o eufónicas (rima o aliteración). Se trata del principio de repetición del ritmo. En poesía la organización de los signos tiende a la repetición ya que esta repetición sea significativa. En general todos los hechos de estilo son clasificables en la sintaxis poética: paronomasia, isotopías fonéticas, enumeraciones, paralelismos, isotopías de contenidos, metáforas, estos son algunos de los procedimientos semióticos de interés para la sintaxis poética. Como un hecho de sintaxis poética, hay que considerar la métrica. El verso supone la imposición en el texto de un esquema fijo en el que todos los elementos lingüísticos son susceptibles de sufrir transformaciones.

Semántica y pragmática de los textos poéticos
El clásico manual de Tomachevsky explica aquello de lo cual se habla, o tema, como la estructura constituida por la unidad de significados de los diversos elementos de la obra, puede hablarse del tema de toda la obra o de temas de las distintas partes, pero para que una construcción verbal constituya una obra unitaria debe tener un tena unificador que se concrete en el desarrollo de toda la obra. Lo más cercano a una exposición global del contenido del poema es la paráfrasis, la cual consiste en el resumen puramente conceptual o semántico del poema. El tema de un poema es una idea o sentimiento universal; en consecuencia decir que el tema es aquello de lo que habla el poema desemboca igualmente en la paráfrasis. Ahora bien, modernamente se entiende como motivo aquello a través de los que el poeta dice lo que dice.
Por consiguiente, el poema quiere decir algo y para esto utiliza distintos medios (sintácticos, prosódicos) entre los que se encuentran las unidades de contenido denominados temas o motivos. De esta manera la unidad de lo que el poeta pretende decir, o sea el espacio en el que convergen todos los elementos poemáticos, no pueden ser de orden semántico sino pragmático. Pero como tipo de enunciación, un poema antes de hablar sobre algo, habla para algo. Podemos distinguir entre tema objeto y forma del poema: el objeto del poema, es la zona de realidad poéticamente conocida que el poema revela. El tema es el enunciado genérico de esa realidad que aun así enunciada, puede seguir estando encubierta. El tema no determina la forma. En cambio entre ésta y el objeto existe un condicionamiento dialéctico. El tema es por sí solo poéticamente inerte. El tema es intencional: se busca, se propone o se impone. El objeto es sobreintencional: se encuentra, pues es la zona de realidad que la palabra inventa o halla. Por tanto la forma final del poema viene dada por el objeto y no por el tema. Los elementos de contenido constituyen momentos del texto que están al servicio de la intención pragmática, la única capaz de dar unidad al sentido del poema.


La denominación poética y función estética del lenguaje
Por denominación poética se entiende toda denominación que se halla en un texto con función estética predominante, no sólo la denominación figurada. La denominación figurada trasciende los límites de la poesía pues se encuentra también en el lenguaje comunicativo y no solamente en forma de tropos lexicalizados, sino en forma de figuras de creación espontaneas y emotivas. El enunciado poético no tiene que tender a la evocación de una imagen plástica. Si una frase se considera comunicación, la atención del receptor se centra sobre la relación entre la denominación y la realidad referida. La denominación poética es determinada en primer término, no tanto por su relación con la realidad referida, cuanto por el modo de inserción en el contexto. Esto explica que una palabra característica de cierta obra poética, al ser sacados de su contexto trae consigo la atmosfera semántica de la obra.
La inserción íntima de la denominación poética en el contexto permite explicar la tendencia del lenguaje poético a la denominación figurada y a las figuras nuevas no automatizadas. Un desplazamiento radical del significado léxico sólo es posible si el contexto indica la realidad para cuya denominación se emplea la palabra-figura dada: el contexto le impone al lector el significado otorgado a la palabra por la decisión individual y única del poeta. La importancia del contexto para la construcción semántica del enunciado poético se deprende del hecho de que muchos de los procedimientos estilísticos empleados por la poesía sirven para establecer relaciones semánticas mutuas entre las palabras.
La composición interna del signo lingüístico es diferente en el lenguaje poético que en el enunciado comunicativo. El debilitamiento de la relación directa con la realidad convierte la denominación en un procedimiento poético. El valor de la denominación poética está dado tan sólo por el papel que ésta desempeña en la construcción semántica de la obra. En relación al esquema de Bühler de las funciones básicas del signo lingüístico, tales funciones derivadas de la esencia del lenguaje son: la representativa, la expresiva y la apelativa. La situación es muy diferente en el análisis de la enunciación poética, apareciendo una cuarta función, esta función está en contraposición a todas las demás por cuanto enfoca la atención sobre la construcción misma del signo lingüístico, mientras que las tres funciones ya mencionadas están dirigidas a instancias extralingüísticas y a objetivos que trascienden el signo lingüístico. La cuarta función saca el lenguaje de una conexión directa con la vida práctica. Esta función se denomina función estética y con relación a ella todas las demás se pueden denominar funciones prácticas. La concentración de la función estética sobre el signo es consecuencia directa de la autonomía propia de los fenómenos estéticos.
Ninguna actividad práctica está del todo desprovista de la función estética, pues esta función está presente, al menos potencialmente en cada acto humano. Cada semejanza fonética llamativa entre las palabras, cada inversión inesperada del orden de las palabras es capaz de producir un placer estético. La función estética es omnipresente, por tanto la lingüística no puede negarle un lugar entre las funciones básicas del lenguaje. La denominación emotiva y la denominación poética hacen énfasis en el momento de la selección, colocando así en el centro de la atención el acto de denominación realizado por el sujeto. En el lenguaje emotivo la denominación es expresión del estado anímico del sujeto-emisor: el oyente realiza conjeturas sobre la sinceridad de los sentimientos expresados, sobre el alcance de los elementos volitivos contenidos en el mensaje. En el lenguaje poético por el contrario, la atención se centra en el signo mismo.
La denominación poética que es subjetiva en comparación con la denominación intelectual, es objetiva en comparación con la denominación emotiva y no coincide con ninguna de las dos. La denominación poética siempre es un signo autónomo. Por consiguiente la denominación poética se diferencia de la denominación comunicativa por el hecho de que su relación con la realidad se halla debilitada en beneficio de su inserción semántica en el contexto.

La semiótica de la imagen
Para que una percepción visual sea el objeto de estudio de una semiótica se requiere que cumpla con un conjunto de condiciones necesarias para su caracterización como signo. De tal manera que al incluirla en una semiótica se le atribuya la cualidad de suscitar en una mente la posibilidad de que se la considere como sustituyente de otra forma que no es la que se está percibiendo.
La semiótica de la imagen es el estudio del signo icónico y los procesos de sentido-significación a partir de la imagen. El estudio de la imagen y las comunicaciones visuales va mas allá de lo estrictamente pictórico o visual, como pueden ser los análisis de colores, formas, iconos y la composición dando paso a los elementos históricos, sociales y antropológicos que conforman la semiótica de la imagen. Hay que ver la semiótica de la imagen dentro de una semiótica de lo visual, existiendo diversos tipos de imágenes en dispositivos manuales, electrónicos, estáticos y dinámicos. Lo visual supera el ámbito de la producción de la imagen. Al ser la imagen un componente de la cultura y la vida social.



Semiótica del retrato fotográfico
El retrato fotográfico es una estructura semiótica cuyo objetivo fundamental es la presentación y consagración de la identidad social. El retrato es una de las formas más conocidas universalmente, a pesar de que Daguerre se inicio por la fotografía urbana, fue el retrato el que estableció esta nueva forma de captar imágenes de la realidad. El retrato fotográfico que fue inspirado en el retrato pictórico tuvo sobre éste la reproductibilidad, la inmediatez de su presentación y una mayor fidelidad a lo real. El concepto de presentación se refiere a la actitud y postura corporal y es posible clasificarla en pose, espontaneidad, no pose y mixta. El concepto de jerarquía se refiere a un principio organizador de las relaciones entre los actores fotografiados.
La retratística pictórica clásica ha legado magníficos ejemplos en los que se recogen habilidades y elaboraciones sublimes por pintores extraordinarios. El retrato fotográfico tiene como predecesores principales al retrato pictórico y antiguamente al acuñamiento de monedas. En el retrato pictórico el esfuerzo del artista también debía representar el mundo interior y la personalidad del retratado, estos aspiraban a que se representase su personalidad de manera positiva y aceptable para los patrones de la época. El precedente del retrato fotográfico es el retrato pintado, que a principios del siglo XVI fue elevado a la perfección por los maestros del Renacimiento. Los retratos encargados exigían un impregnado de nobleza, gracia y autoridad, obligando a los artistas a hacer concesiones a su vanidad. Hasta el siglo XIX con sus transformaciones sociales, para entonces el retrato fotográfico ya había empezado a sustituir al pictórico.
Los retratos tomados por un mismo fotógrafo traducen una cierta identidad. El fotógrafo busca la identidad de su modelo y trata de lograr una expresión propia. El retrato es un género pictórico que está compuesto con arreglo a un sistema de convenciones que cambian lentamente a lo largo del tiempo. Las poses y los gestos de los modelos y los accesorios u objetos representados, siguen un esquema y están cargados de un significado simbólico. El retrato es una forma simbólica. En el portrait el rostro se ofrece a la presencia de otros; la subjetividad del aspecto se manifiesta socialmente y se sujeta a una composición. A pesar de que el retrato es la fotografía de un sujeto que abarca desde su rostro hasta la mitad del pecho, es en el rostro donde el retrato se centra con más fuerza ya que en l se concentra una parte sustancial de las expresiones corporales. Siendo los ojos lo más importante, no en vano la regla de oro de la fotografía de retratos es enfocar a estos.
Un retrato es una fotografía de una persona, más concretamente, del rostro, pero generalmente tiene connotaciones más profundas. Una de las características formales más comunes en el retrato es la verticalidad. En efecto favorece una percepción de altura y de allí una semiótica compuesta por semas como dignidad/ superioridad/ y dominio. El formato horizontal del retrato es poco frecuente. La semiótica de la mirada debe tomar en cuenta que el salto de la vista a la mirada es un acto simbólico. Toda mirada configura y da nueva figuración. En consecuencia, el discurso retratístico ha sido uno de los mas cultivados por la fotografía, se trata de un género discursivo visual, caracterizado por una rígida pose y un ambiente cerrado, excluyente, que tiene dos rasgos semióticos dominantes. De particular interés en el retrato es la morfología del rostro, de importancia en la organización del retrato pues constituye un significante principal en la semiosis retratística. La morfología de los ojos cumple un papel importante ya que constituye un micro complejo semiótico donde se articulan: ojos, cejas, pestañas y párpados. Esta articulación esta contextualizada por el resto de los elementos faciales: orejas, nariz y boca. Así mismo en la morfología del rostro es relevante la direccionalidad visual, que puede apuntar hacia el frente, hacia alguno de los lados, hacia abajo o hacia arriba.
Un elemento importante en la retratística es el perfil del rostro, heredado de las representaciones reales en monedas y medallas. En la categoría de retratos inventada en Francia por Disdéri en el año de 1854, se incluye la utilización del retrato en las denominadas tarjetas de visitas, conocidas como carte de visite, un recurso de presentación, memoria e identificación utilizada en la segunda mitad del siglo XIX. Las tarjetas de visita cuyo antecedente serian las la llamadas calling cards y cuyo consecuente la fotografía estereoscópica. El rasgo semiótico fundamental del retrato, es la pose, una estructura semiótica que se sostiene sobre las nociones de inmovilidad y atemporalidad, lo que separa al personaje de las dinámicas de la realdad, del movimiento y el tiempo. La pose es fundamentalmente una elaboración comunicativa producto de un trabajo semiótico; es una codificación corporal intencional. Como elemento semiótico constitutivo del retrato, se observa también la pose aparecer en forma dominante en la fotografía de modas.

Semiótica del Video
Videar una práctica es ya en sí mismo una práctica. Los registros en video de actividades se han utilizado para explorar, analizar, supervisar o corregir conductas, en campos como las ciencias sociales. Una ventaja de esta técnica es que se puede volver sobre el material registrado y construir objetos diversos de análisis. El video parte de una imagen que se narra y describe para el análisis, de esta amanera el texto se convierte en imagen para el lector. Se trata de una actividad sin propósito de simbolizar. Las imágenes en una pantalla se transforman para el observador. El video desde el punto de vista de interacción semiótica, presenta en primer lugar la cámara que fija un punto predeterminado por el investigador-observador; por tanto la cámara registra los cuerpos performantes en un espacio-tiempo establecido por el diseño del registro originando una ventana de información. Este dispositivo fija la mirada del observador en el encuadre previsto.
El observador semiótico escucha la naturaleza sin interrogarla como es el caso del observador experimental. Se trata de un observador interpretante que selecciona información y replica modos de organizarla de manera semiótica por una parte y desde el musement, es un fenomenólogo-analizante. La tarea es hacer articulable y comunicable las imágenes del video. Las conclusiones a que dará origen el análisis del video son sobre algo que representa una práctica que la sustituye para hacerla manifiesta a través del proceso de observación semiótica. El observador interpretante se presenta a una tarea en el tiempo cero con una posición ontológica que lo sitúa en las preguntas acerca de la realidad y la relación sujeto-objeto. El observador del video es un deseante de interpretación que en el tiempo uno construirá datos, los esquematizará para operar con imágenes mentales y el efecto de realidad que producen, luego comparará su diseño de realidad con la imagen en la pantalla resultando en un proceso sumativo.
Por otra parte el observador en tiempo dos, está expuesto al análisis de las mismas formas transformadas en: transcripciones, diagramas, cuadros. La descripción formal de estas imágenes es un acto posterior a la escena misma y el observador interpretante recoge las posibidades de significación. El observador interpretante toma el modelo hermenéutico y modeliza a través de una actividad cognitiva que incluye un telos, la información de la imagen de del video de modo que quede transformado en un objeto de praxis en un ambiente de significados. Este observador interpretante percibe imágenes en movimiento y sonidos de una interacción humana. Esto activa los circuitos cerebrales destinados a reeditar el estado cerebral de quien tenemos en frente. De esta manera el observador interpretante irá a buscar modelos de análisis y formas que disminuyan la incertidumbre del significado de los actos que está observando en la pantalla. El observador interpretante toma un objeto y lo transforma mediante tres competencias: la fuerza de eyección del objeto hacia el futuro semántico-sintáctico; la fuerza deíctica, es decir los limites descriptivos dados tanto por la capacidad perceptiva del observador interpretante como por la memoria asociativa de la cultura donde se produce el proceso. El observador interpretante advierte un estado de presemiosis mediante una cascada de elementos semióticos, este observador buscara entonces modelos de análisis y formas continentes que disminuyan la incertidumbre del significado de los actos observados en la pantalla. Además este observador en los modelos: observa, analiza, selecciona, y replica.
De acuerdo a las características del observador, el observador interpretante es un dispositivo perceptual, selectivo y reflexivo. El observador perceptivo: es aquel que se acopla a las imágenes del video activando sus memorias perceptivas personales, las cuales se encuentran procedimentalizadas a través de la experiencia. El observador selectivo: es aquel que realiza un proceso de selección de datos del video activando sus hábitos cognitivos y procedimientos de configuración. El observador reflexivo: es aquél que realiza una integración coherente, mediante la utilización de memorias culturales de procedimientos reflexivos de manera epistemológicas.
En la práctica videada lo que se observa es el sentido en acción en la imagen de la pantalla y s el observador quien debe acoplarse a la imagen y desde ésta extraer sentido. La practica videada corresponde a un espacio de acoplamiento entre un ser vivo y un objeto natural semiotizado. A esta subjetividad el ser trae sus memorias semánticas y sintácticas y enfoca positivamente o negativamente al objeto otorgándole el valor patémico correspondiente a la memoria semiótica de la comunidad.

La descripción de la imagen del video
En el video describir la imagen es un acto de inclusión del observador. El video se presenta en un plano de expresión constituido por imágenes y audio que va sufriendo un proceso transformacional a través del análisis con los instrumentos semióticos como: las coordenadas tensivas, las grillas del recorrido generativo, las oposiciones duales: tipo figuras, forma, significado, significante. Expresión-contenido, denotación-connotación, y las isotropías. Además del esquema narrativo, el esquema actancional. Las posiciones de los sujetos de la enunciación y las dimensiones tríadicas. En relación a los resultados de los procesos descriptivos de la imagen, son diferentes las unidades de sentido que corresponden a fotosentidos, o sea fotogramas del momento del proceso. Configurar un objeto de estudio estabiliza un análisis formativo. Es un proceso de corte-conexión-contención, produciéndose el corte cuando hay giros realizados en la imagen del video que se hacen identificables al observador. La conexión es un proceso que busca asociar, organizar y comparar de manera geométrica, matemática, lógica, probabilística o topográfica la información. Desde allí serán contenidas por algoritmos que las sostienen con sus membranas de supuestos teóricos coherentes.
Las descripciones de videos son un espacio semiótico donde pueden converger prácticas hermenéuticas, como producirse saltos innovadores. De esta manera si la teoría mira al fenómeno lo más probable es que el fenómeno corresponda a la teoría. Se presenta un proceso de construcción-deconstrucción del sentido, por lo que la práctica es transformada en imagen, la imagen en texto cuando es descrita y éste en el objeto de estudio. En consecuencia la relación que se establece entre el observador y los que ejercen la práctica en el video, s la construcción del objeto.

Semiótica de la publicidad
En los años 80 se originó la semiótica de la publicidad a raíz de la publicación de diversos trabajos que explicaban la conducta del consumidor en función de su identidad cultural. El público ahora se guía por los intangibles y en lugar de obtener productos, compra símbolos. En consecuencia el análisis semiótico constituye una herramienta eficaz como metodología de trabajo. Actualmente el fenómeno de la hipercompetitividad hace necesario que un producto o servicio este dotado de elementos semióticos. La semiótica al intervenir en publicidad y marketing se dota de mayores capacidades para advertir mejor las condiciones de producción y comprensión del sentido; descifrando el significado y los valores de las marcas. Un aporte de la semiótica radica en orientar sobre las cualidades de forma, color, volumen y tipografía con el fin de asegurar que los productos de diseño signifiquen de manera acertada. El objetivo del análisis semiótico de la publicidad es identificar el desarrollo de los códigos de comunicación de la marca propia y de la competencia de acuerdo a las tendencias que actúan de manera sincrónica en la sociedad. Por medio de la decodificación semiótica de los mensajes se consigue claridad sobre aquello que queda velado en una investigación tradicional: los significados, motivaciones y conductas de consumo. Es de rigor estudiar la naturaleza semiótica de la marca como ente productor de significados sin olvidar que un deseo inscripto en el orden simbólico nunca podrá ser satisfecho. Esto se debe a que todo símbolo es la marca y señal de una ausencia. Ausencia que origina la demanda incesante de productos y servicios.



La identidad de la marca
Una marca igual que todo significante, es aquello que las otras no son y es perceptible a través de su identidad; es decir no hay más identidad que en la diferencia. La composición semiótica instaura el nivel de construcción de significados con los que la marca confronta la transacción de sentido con el intérprete-consumidor. Los tres niveles que componen el análisis son los siguientes:
Nivel profundo o axiológico. Momento de producción de significados: aquí se encuentran valores básicos que fundamentan la identidad de una marca, otorgándole sentido y durabilidad
Nivel emergente o narrativo. Momento de transmisión de significados: aquí los valores básicos adoptan la forma de relatos o narraciones. Este nivel proporciona a los valores de la marca habitualmente implícitos, una forma descriptiva, explicita.
Nivel de superficie o discursivo. Internalización de significados. En este nivel el publicista establece el sentido que la marca deberá tener para el consumidor. Los conceptos se transforman en personajes determinados y las organizaciones narrativas se enriquecen con elementos concretos. Esto permite una relación afectiva con la marca.


Semiótica Tipográfica
El lenguaje publicitario es un lenguaje de tonos victoriosos. Se habla determinando. Se sugiere persuadiendo. Se afirma demostrando. Se enuncia anunciando. De la existencia a la esencia, de la esencia a la insistencia. Altas represas del lenguaje de la publicidad en las cuales se contiene un tono emocional y un eco resonante de la razón. El poder de términos imperativos y las sutilezas indicativas, armonías casadas con ritmos; sentimientos e ideas.
En relación a los textos publicitarios, tenemos que el objetivo de estos mensajes reside en la recuperación de los efectos simbólicos a través de signos convencionales y arbitrarios. La armonía sintética de ambos códigos se explaya en los textos publicitarios cuando el contenido informativo invade no solo la forma de expresión sintáctica sino que invade la forma sensorial en su configuración global suscitando expectación. En esta continua creación y recreación despierta una sugestiva retorica: la organización espacial sobre el plano, la sintaxis del enunciado y la sintaxis de los elementos gráficos, su representación, su espectación, sus limitaciones en relación a la percepción humana: el lenguaje visual.
La tipografía es el arte de usar tipos con eficiencia. Un sintagma nominal nos lo descubre: arte eficaz.

Semiótica de la comunicación
La semiótica como disciplina científica cuenta con tres áreas de trabajo: el signo, los códigos y los contextos. Estos elementos son esenciales para articular un sistema semiótico.
El signo, es el concepto más esencial del trabajo semiótico. Signo es todo objeto perceptible que de alguna manera remite o nos conduce a otro objeto, idea. En consecuencia la semiótica se encarga de estudiar las diversas formas de esta remisión. El signo se entiende como un objeto que nos comunica algo sobre otro, que puede ser materia o inmaterial, existente o inexistente. El signo es un objeto material pero remite a otro objeto distinto. Todo signo es la representación de algo. Ese algo no está allí, el signo lo representa pero no es ese algo. La representación siempre es una construcción o una ficción; no es la cosa representada aunque se la comprenda como tal. Construido por el autor para el lector, el objeto mensaje es un texto formado por un conjunto relacionado o un sistema de un repertorio de signos que se rige por reglas o códigos.
El código o sistemas de códigos, es un segundo concepto esencial de la semiótica. El código es el conjunto de signos específicos y las relaciones que pueden darse respecto a diversas realidades. Las reglas del alfabeto y gramaticales constituyen el código de una lengua. Este códigos e debe compartir por el emisor y receptor para que el significado se transmita de uno al otro. Existe multitud de códigos: lingüísticos, visuales, auditivos. El texto representa una realidad, una idea, una imaginación o un concepto. Los signos que lo forman son los que significan esa realidad, idea o concepto.
Los contextos. El tercer concepto esencial del proceso semiótico es el del contexto. Entendemos el contexto por el conjunto de la influencia de la escena sociocultural en la que esos códigos y signos operan. En consecuencia el significado de un signo depende del código según el cual actúa pero además depende de de las convenciones sociales y culturales vigentes.

Dimensiones de la semiótica
Por dimensiones se entiende los distintos enfoques de estudio desde los que se puede desarrollar una práctica semiótica. Desde el punto de vista del lenguaje la semiótica se compone de tres subdisciplinas:
Semiótica sintáctica: (sintaxis del texto) se encarga del estudio de las relaciones entre los signos entre sí.
Semiótica semántica: tiene a cargo las relaciones entre los signos y sus significados.
Semiótica pragmática (desde el enfoque de la praxis, práctica) referente a las relaciones entre los signos con los sujetos que los utilizan. Estudia el empleo de los signos por los seres humanos en sus diferentes maneras de relacionarse y comunicarse.
Desde el punto de vista de la situación que analiza, se pueden plantear las diferentes dimensiones de estudio semiótico.
Semiótica de la comunicación: considera a la realidad significante como un proceso de comunicación entre un emisor y un receptor. Emisor y receptor deben compartir el mismo código.
Semiótica de la significación: considera a la realidad significante como un proceso de significación. Al margen de toda eventual función comunicacional.
Semiótica discursiva: estudia los mensajes y discursos como realidades significantes que están constituidas por una serie de elementos relacionados con determinados criterios de importancia. El mensaje publicitario o persuasivo constituye un ejemplo.
Semiótica narrativa: se centra en un tipo específico de discurso, el discurso narrativo o relato. Un relato es un discurso que expone una historia. El mensaje se entiende como una unidad en la cual existe una representación de sucesos que se verifican en un devenir espacio-tiempo.


Semiología y Teología
El lenguaje es el medio de expresión más comprehensivo y diferenciado del hombre; los sonidos naturales generan una serie de fonemas. Los fonemas se concrecionan en forma fónicas convirtiéndose en las piedras sillares de los vocablos. Las formas fónicas se hayan unidas con determinados objetos con su presencia o con su ausencia.
La palabra tiene una función separadora por una parte y por otra una función unitiva entre la conciencia y el objeto; conserva una función de signo. Designa algo contraponiendo el signo lingüístico al objeto e interpretando a este como signo. En consecuencia la semiótica es la disciplina que se ocupa de la función de los signos del lenguaje en particular.
Utilizamos los signos para formar conceptos y proposiciones, estos pertenecen a un lenguaje escrito u oral que consta de palabras o de símbolos semejantes a estas. Este proceso funcional de los signos lingüísticos se denomina semiosis, por lo tanto la semiótica es la ciencia el proceso lingüístico de los signos. Nuestro lenguaje no reproduce directamente lo existente; no expresamos lo existente tal como es sino tal como nosotros lo pensamos.
La semiótica es por tanto una ciencia analítica. Analizar significa descomponer en partes constitutivas, es la antítesis a lo no-analítico, que significa aprehender el objeto en su totalidad. El análisis del lenguaje es la aplicación del método analítico al problema del lenguaje. Las diferentes funciones para el análisis del lenguaje son: clasificadora, terapéutica, demostrativa y heurística.
Continua..

Análisis del Discurso






















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