Semiótica del acontecimiento: Entre Claude Zilberberg y Gilles Deleuze

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Descripción





Pontificia Universidad Católica del Perú (PCUP) – Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) Lima-Perú. Correo: [email protected] / [email protected] . Ponencia presentada para el Coloquio Internacional de Semiótica 2015 en la Universidad de Lima con participación de Jacques Fontanille y semiotistas peruanos (Oscar Quezada y Desiderio Blanco, entre otros).
Zilberberg, Claude (2006) Semiótica tensiva. Lima: Universidad de Lima, p, 30.
Deleuze, Gilles (2011) La lógica del sentido. 2ª impresión. Barcelona: Paidós, p, 34 (en adelante Ls)
FOUCAULT, Michel (1999) Estrategias de poder. Obras esenciales, Volumen II. Barcelona: Paidós, p, 386
Pese a su seductora figura, la oposición establece una regulación y programación de los elementos más que su liberación sensible, Deleuze parece responder aquí a Greimas: "Consideremos las dos fórmulas, "solo lo que se parece difiere", "solo las diferencias se parecen". Se trata de dos lecturas del mundo en la medida en que una nos invita a pensar la diferencia a partir de una similitud o de una identidad previas, en tanto que la otra nos invita por el contrario a pesar la similitud e incluso la identidad como el producto de una disparidad de fondo" (Ls, p, 304)
"Desde nuestro punto de vista, el concepto de dependencia exige el apoyo de dos categorías auxiliares: el intervalo y la asimetría; el intervalo, dado que un paradigma no opone elementos, como se repite insistentemente: lo que hace es contrastar, disgregar, graduar, en la medida en que demanda una sola cosa: que el término siguiente supere positiva o negativamente al precedente." (Zilberberg, Claude (2006) Semiótica tensiva, Lima: Universidad de Lima, en adelante St)
St, p, 50.
Zilberberg, Claude (2015) La estructura tensiva, Lima: Universidad de Lima, p, 39
"Un agenciamiento es una multiplicidad que comporta muchos términos heterogéneos, y que establece uniones, relaciones entre ellos, a través de edades, de sexos y de reinos – a través de diferentes naturalezas" (Deleuze y Parnet 2013: 79).
Cfr. Deleuze y Guattari 1998: 11-20
Deleuze, Gilles (1998) El Anti Edipo. Capitalismo y esquizofrenia. Traducción: Francisco Monge. Buenos Aires: Paidós, p, 15
"Las estructuras están ligadas a condiciones de homogeneidad, los agenciamientos no" (Deleuze y Parnet 2013: 61)
DELEUZE, Gilles y PARNET, Claire. (2013) Diálogos. 4ª edición. Traducción de José Vásquez. Valencia: Pre-Textos. P, 79
Al respecto de este contagio y endose, los semiotistas peruanos Eduardo Zapata y Juan Biondi atribuyen a sistemas culturales el manejo de la semejanza y la contigüidad, el primero respectivo a la escribalidad y el segundo a la oralidad y electronalidad, el estudio va de la mano con las ontologías presentadas en esta investigación: "Así como en el sistema cultural de la escribalidad la grafía que representaba al sonido posibilitaba objetivar y, entonces, favorecía las asociaciones por semejanza (metáfora), la cultura de la oralidad, que no aprisiona los sonidos y que está signada por el perspectivismo del ello, privilegia más bien las asociaciones por contigüidad (metonimia)." (BIONDI, Juan, MIRO QUEZADA, Silvia y ZAPATA, Eduardo (2010) Derribando muros: periodismo 3.0: oferta y demanda de comunicación en el Perú de hoy. Lima: El Comercio, p, 40).
Sobre el devenir-animal, Cfr. Deleuze y Guattari 2012: 244
Siguiendo con Zapata y Biondi, la metonímia, la proxemia y el indicativo (aquí y ahora) son efectos lingüísticos de los discursos orales y electronales (Cfr Biondi y Zapata 2006). Damos cuenta de la lingüística y semiótica liberada de ambos autores para establecer una relación entre esta forma de producción discursiva con el agenciamiento natural que propone Deleuze no como relación de equidad entre ambos conceptos sino de efecto. Para Deleuze la metáfora y la metonimia son efectos de un discurso indirecto producido por una unidad mínima, a saber, el agenciamiento. La metonímia es un efecto del agenciamiento.
Es por ello que agenciar tiene forma de rizoma no de árbol Chomskiano. Cfr. Deleuze y Guattari 2012: 13
"Un rizoma no cesaría de conectar eslabones semióticos, organizaciones de poder, circunstancias relacionadas con las artes, las ciencias, las luchas sociales. Un eslabón semiótico es como un tubérculo que aglutina actos muy diversos, lingüísticos, pero también perceptivos, mímicos, gestuales, cogitativos: no hay lengua en sí, ni universalidad del lenguaje, tan sólo hay un cúmulo de dialectos, de patois, de argots, de lenguas especiales." (Deleuze y Guattari (2012) Mil mesetas: Capitalismo y esquizofrenia. 10ª edición. Traducción José Vásquez Pérez. Valencia, España: Pre-textos. p, 13)
St, p, 186
Deleuze, Gilles (2009) Francis Bacon. Lógica de la sensación. Traducción: Isidro Herrera. Madrid: Arena, p, 51-61(En adelante FBLs)
FBLs, p, 54
"The term can be differentiated from force in that forces engender the relations that produce bodies, while intensities concern fluctuations or thresholds within bodies." (GENOSKO, Gary, WATSON, Janell & YOUNG, Eugene (2013) The Deleuze & Guattari dictionary. London: Bloomsbury. P, 167)
"Un abismo separaba por los términos contrarios "luminoso" y "oscuro". Con el cuadrado se proponía la negación como una operación fundadora de una pluralidad de opciones, postulando sin embargo alejado del que propine, en cambio explícitamente, que allí pueden encontrase una serie de variaciones que corresponden a grados." (LOPEZ MAGUIÑA, Santiago (2007) El mito como forma simbólica. (en) Revista Lienzo 28. Lima: Universidad de Lima. P, 256)
"De este modo, surge una teoría que se interesa por la evaluación de esta brecha; en vez de decidir que no hay nada entre un polo y otro de una determinada oposición, se decide que hay algo que ello puede ser descrito en los términos tanto de una escala graduada, como de una dirección respecto de esta división en grados (…) la teoría de esta brecha será la base de la tensividad que hace del intervalo su motor principal (…)" (MONDOÑEDO, Marcos (2013) Semiótica del Castellano. Programa de licenciatura para profesores sin título pedagógico en lengua extranjera. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos. P, 75)

Semiótica del acontecimiento: Entre Claude Zilberberg y Gilles Deleuze
Eduardo Yalán Dongo
"Lo cual quiere decir, ante todo, que la semiótica tiene por objeto prioritario la problemática –con frecuencia anacrónica- de lo posible." (Claude Zilberberg)

"El devenir-ilimitado se vuelve el acontecimiento mismo, ideal, incorporal, con todos los trastocamientos que le son propios, del futuro y el pasado, de lo activo y lo pasivo, de la causa y el efecto. El futuro y el pasado, el más y el menos, lo excesivo y lo insuficiente, el ya y el aún-no: pues el acontecimiento infinitamente divisible es siempre los dos a la vez, eternamente lo que acaba de pasar y lo que va a pasar pero nunca lo que pasa (cortar demasiado profundamente y no lo suficiente)." (Gilles Deleuze)

Louis Hjelmslev propone en las observaciones preliminares al libro "El lenguaje", dos periodos que determinan a las ciencias, en este caso, las ciencias del lenguaje (la lingüística); un periodo clásico y un periodo crítico. Los periodos clásicos son aquellos cuya disciplina se encontraba en conformidad (y respeto unánime) a un sistema sólidamente asentado, por otro lado, los periodos críticos, donde los cultivadores de la disciplina se ocupaban del sistema en sí mismo, de la interrogación por la esencia a partir de "nuevos puntos de vista". Seguimos a Hjelmslev en esta consideración, pues la semiótica vive actualmente un periodo crítico después de un letargo de conformidad metodológica que en muchos casos solo nos asentó en el mantenimiento de los fundamentos del discurso. El nuestro, como decíamos, es un periodo crítico, época de reformulación en el campo de la disciplina semiótica continental. El comienzo de una etapa de replanteamiento que no solo supone desempolvar y repensar los presupuestos teóricos que incuestionablemente sustentaban la teoría de la significación sino, la propuesta hacia un nuevo punto de vista.

Desde la pregunta "¿Habría que rehacer la semiótica?" formulada por Eric Landowski hace algunos años atrás se extiende un pedido, una demanda de atención a la emergencia sensible que recorre el mundo inmanente más allá (y más acá) de las lecturas discursivas y las formalizaciones logicistas. Digámoslo de otro modo, la actual, es también época de abandono de las ruinas del fundamento. Ya Foucault nos advertía del peligro de la búsqueda de la instancia fundamental y creadora de los discursos, es decir, la búsqueda por un reconocimiento de la fuente y el origen de estos. ¿Cuál es el problema del fundamento sino, en términos nietzschenos, el de la falta de sentido histórico? El ejemplo de la Roma Cuadrada, la arqueología de Freud que pretende buscar el principio fundamental en la psique humana (que es la culpa universal en el origen del hombre) es para Nietzsche (y Foucault) una falta de sentido histórico y un desmedro a la genealogía que no busca orígenes sino acontecimientos, trastocamientos. De este modo, así como la arquitectura que busca el principio fundamental de la creación, la semiótica se constituyó (constituye) bajo una serie de condiciones que actúan como si fuesen leyes, niveles fundamentales semánticos, platonismos disfrazados de categorías sémicas acabadas y sintaxis dialectizadas que encontramos ahora en las ruinas del fundamento.

Es en este sentido que se explica el surgimiento de la semiótica tensiva, no como un conjunto de ladrillos que seguirán constituyendo y validando la base del sistema arquitectónico semiótico, sino de la búsqueda hacia un nuevo punto de vista, en otras palabras, entendemos a la tensividad como genealogía y producción genético-plástica de los discursos. De este modo, consideramos importante el trabajo de Claude Zilberberg como principal crítico de la semiótica canónica en la medida que su preocupación no se encuentra en el estudio de las categorías acabadas del sistema de significación sino en el devenir y eventualidad plástica como emergencia que tiende hacia el discurso. En otras palabras, la intervención del acontecimiento en la formación significante. La pregunta de Zilberberg tendrá la constancia que le corresponde en toda su obra disolviendo al idealismo en favor de las fuentes materiales y empíricas del sentido: ¿De qué modo el acontecimiento emerge produciendo discurso?

Y sin embargo, el proyecto de Zilberberg, como el mismo lo declara, no carece de compañía. Muy cerca encontramos las pretensiones filosóficas que la orbitan; Cassirer, Merleau-Ponty, Kant y como él mismo sugiere, la relevancia filosófica del francés Gilles Deleuze. Precisamente, es de este último cuyas referencias literales y en muchos casos indirectas, abundan en la obra de Zilberberg; la aparición del valor producto de una diferencia de intensidad, el espacio tensivo como el plano de inmanencia, las relaciones sintácticas entre la intensidad y extensidad, el devenir negativo de la intensidad ante la aparición del discurso, la interdependencia de las relaciones concesivas y, no menos importante, una semiótica del evento que alimenta todas las características antes señaladas. Si bien la aparición de Deleuze en la semiótica contemporánea es cada vez más numerosa en los debates actuales (sobre la inmanencia, las reflexiones sobre estética, el concepto de intensidad asociado al de Différence, los modos de existencia, etc.), es en la semiótica de Zilberberg donde se puede encontrar su desborde. Pero no demora la pregunta: ¿Qué tan cercano es Deleuze a la semiótica como para proponer relaciones y préstamos de su filosofía?

Deleuze no es ajeno a los problemas de la semiótica e incluso escribió directamente sobre ella en pasajes no escuetos de "Diferencia y repetición" "La lógica del sentido" "Proust y los signos" "Crítica y Clínica" "¿Qué es la filosofía?", "Imagen-tiempo: estudios sobre el cine 2" y, principalmente, los dos tomos de "Capitalismo y esquizofrenia" escritos conjuntamente con Felix Guattari. Del mismo modo, retomó a Hjelmslev al que llamaba el "geólogo spinozista" o "príncipe taciturno descendiente de Hamlet", debatió con Metz en favor de Peirce en la imagen tiempo, Compartió con Barthes y sobre todo vivió en una época de consolidación de la semiótica estructuralista de los 60, 70 y 80tas.

Ahora bien, lo de Deleuze es poco bienvenido para una semiótica continental ya que se erige en su filosofía una "máquina de batalla" frente a los conceptos fundamentales y fundacionales de la semiótica generativa. Esto desde ya es una tarea polémica pero a la que podemos ingresar entendiendo el enemigo al que se enfrenta: el pensamiento dogmático (de la representación) que enmarca a la historia de la filosofía (y al pensamiento mismo) y, como queremos verlo en este caso, al pensamiento semiótico. Podríamos atrevernos a encontrar una síntesis del pensamiento semiótico en los siguientes gráficos.



El primer dibujo es de la hormiga león, es un ejemplo propio, esto no lo da Deleuze. La hormiga León, dice la enciclopedia: "Es una larva, que vive en suelos arenosos y excava un hoyo en forma de embudo en cuyo fondo se esconde, dejando sobresalir sólo sus mandíbulas. Los insectos pequeños caen en esta fosa y no pueden salir debido a las paredes de arena suelta, de manera que son comidos por la hormiga león", es básicamente lo que sucede con el fundamento semiótico, que trata de interpretar todos los signos hacia el centro trascendental, Deleuze propone el esquema en cenital, visto desde arriba. Veamos la figura de la derecha. Incluso un accidente será interpretado dentro de la probabilidad, como bien lo señala Landowksi, tanto matemática como mítica; frente a un temblor el sujeto permanece en su programación y puede rezar para contener lo imprevisto, mantener sus creencias. Ahora bien, para la semiótica incluso el sin sentido se somete a la maquina binaria. No es de extrañar que Foucault nos llamará "Los tristes técnicos del deseo: los psicoanalistas y los semiólogos que registran cada signo y cada síntoma, y a quienes les gustaría reducir la organización múltiple del deseo a la ley binaria de la estructura y la carencia."

Entonces bien, Deleuze vs la identidad semántica (semas), contra la analogía semisimbólica y la semejanza de las categorías, contra la oposición del fundamento semántico, Deleuze contra el cuerpo propio y contra la inmanencia rígida reducida al texto. Deleuze el pragmático y el filósofo del acontecimiento. ¿Qué podemos tomar entonces de un filósofo que usa el martillo para golpear al fundamento en vez de seguir construyendo el castillo? Pero nuevamente, se trata siempre, como sugería Hjelmslev de un punto de vista, hacia una semiótica del acontecimiento. Comencemos con Deleuze ¿Qué critica el filósofo del fundamento generativo semiótico? Proponemos siete puntos de la crítica, la llamaremos la ontología negativa del signo:
La carencia: Aliquid stat pro aliquo
La identidad semántica
La oposición
La semejanza en el signo
La analogía de los signos
El cuerpo propio
La inmanencia de Algo (texto).
Es decir, el fundamento define al signo como representante de algo que no se encuentra, este signo encuentra su identidad indeformable en los semas cuya relación sintáctica era la oposición que permitía la semejanza entre ambos términos y posibilitaba la analogía semisimbolica: A es a B como X es a Y. Todo este proceso es sostenido en un cuerpo propio, centrado, como plano de la inmanencia de la semiosis. Estos seis puntos se enfrentan término a término con principios reguladores en Deleuze: la ley de la carencia contra el agenciamiento, la semejanza frente a una disparidad intensiva, la identidad contra el concepto plástico de fuerza, la oposición frente a la multiplicidad, la analogía contra el devenir nomádico, el cuerpo propio frente al cuerpo sin órganos y la inmanencia a un cuerpo o a un texto frente a la inmanencia como una vida. Para Deleuze, la definición de signo en la tradición y en el pensamiento dogmático se encuentra marcada por una escasez y carencia que determinan e infectan incluso la propia estructura y el sistema de la significación articulada. De este modo, la ontología del signo nace negativa desde la definición de signo y llega a su plenitud en la sintaxis dialéctica de la oposición.

La oposición funciona como una limitación que opera por sobre la diferencia y se realiza como un "juego de superficie" que forma a su vez un mundo de monotonía, animado, motivado y puesto en marcha a través de lo negativo. La diferencia, para Deleuze no es una oposición ni mucho menos una oposición de figura-fondo próxima a la Gestalt, (Oposición entre el rayo y el cielo) sino una diferencia de intensidad que se expresa cualitativamente en signos que a su vez se colocan (y colocan al sujeto) en relación con el afuera y en conexión con otros signos. Zilberberg se encuentra en cierta comunidad con esta crítica a la oposición. En el ensayo "Observaciones sobre la profundidad del tiempo" Zilberberg arremete contra los semas en la semiótica greimasiana ya que, a diferencia de Hjelmslev, los semas no son deformables por la extensidad (tiempo y espacio) y la intensidad (tempo y tonicidad). Las estructuras no son "lógico semánticas" sino "tímico semánticas", es decir, a modo deleuziano, el concepto se anima por la intensidad. Es a partir de aquí que se entiende la operación mayor del análisis semiótico que para Zilberberg recae ahora sobre una dependencia cuyo apoyo se encuentra en el intervalo y la asimetría y no sobre una oposición de categorías acabadas, dice Zilberberg: "La relación prima sobre los términos". Finalmente, la presencia de la relación plástica de la intensidad con la extensidad no como fundamentos universales sino como principios genéticos de trastrocamiento del discurso. Es aquí que adviene la importancia del acontecimiento, del evento, dentro de la semiótica de Zilberberg; "La semiótica del evento no es una semiótica de la oposición, sino una semiótica de la interdependencia, de la solidaridad y de la inconciliación que le está asociada" El desconocimiento del evento o el acontecimiento se dibuja como una fuerza antigua, más antigua que la misma semiótica, encontrándose en el aparecer violento y la turbación. Zilberberg planea sobre el acontecimiento como algo distinguible del estado, si en uno se manifiesta lo inesperado, lo no anticipable, la pura emergencia violenta de la intensidad que descentra todo fundamento, el estado, por otro lado, organiza en estratos el sistema, define de a pocos lo no definible y va asignándole órganos al cuerpo y un territorio provisional de significación. Zilberberg propone el siguiente esquema tensivo:


1
Evento (Acontecimiento)



afectividad
[intensidad]



Estado (Órganos)
0
0 1
legibilidad
[extensidad]



Pero si la intensidad, es decir, el acontecimiento, es indeterminado e indefinible lo que importa a la semiótica es la manifestación para un sujeto turbado, en este sentido, Zilberberg propone tres parejas de "modos semióticos" que dan cuenta de las condiciones que permiten el surgimiento del acontecer, (i) El modo de eficiencia (ii) el modo de existencia (iii) el modo de junción. En primer lugar, el modo de eficiencia que propone la alternancia desde la fractura de lo determinado, del "sobrevenir"[survenir] al "llegar a" [parvenir], del puro acontecer del evento al ser del sistema. Por otro lado, el modo de existencia concerniente a la tensión entre mira y captación, la primera relacionada al "llegar a" mientras que la captación presentada como un padecer, una pérdida de identidad y un ser captado, una pasividad. Finalmente, el modo de junción presentado como un sobrevenir adicional que se instala en el campo de presencia como concesivo. Lo concesivo resulta de una revancha; del hecho respecto al derecho, del acontecimiento, dentro de su repentinidad inesperada, al sistema lógico formal del sentido. Presentamos el siguiente cuadro que articula lo antes mencionado:


Modo de eficiencia


"sobrevenir"

"llegar a"



operador


concesión

implicación

modo de
existencia


captación

mira



Temporalidad

retrospectiva

prospectiva

Modo de presencia

Potencialización

Actualización

vivencia


espera

asombro


De este modo, se presenta en lo concesivo una crítica compartida con Deleuze, la crítica al pensamiento implicativo, no para disolverlo sino para combatir su imperialismo que desde la Diánoia platónica ha conducido a la definición de la razón en tanto implicación deductiva. De este modo aparece la complementariedad y el problema del cuadrado semiótico, el problema de la implicación y el motor dialectico de la producción de sentido y su recorrido hipotético-deductivo; Si decimos, por ejemplo: "Esa chica es poco femenina" y actualizamos una posición en el cuadrado semiótico, que va de lo /femenino/ a lo /no femenino/. ¿Eso implica lo /masculino/? Lo concesivo es la junción, la asociación imposible, imprevista y relacionada. Extendamos este proceso de conjugaciones a lo que Deleuze denomina "agenciamiento":

En las primeras páginas de "El Anti-Edipo" Deleuze y Guattari describen el proceso del deseo como principio inmanente y maquínico, máquinas que empalman y se conectan con otras máquinas en una suerte de producción de producción natural. Los autores afirman "Las máquinas deseantes son máquinas binarias, de regla binaria o de régimen asociativo; una máquina siempre va acoplada a otra." (Deleuze y Guattari). Pero este binarismo no es estructural-homogéneo (/vida/ :: /muerte/), ni biunívoco, ni lingüístico, ni mucho menos lógico-negativo, sino de carácter afirmativo, polivoco, relacional que asocia y alía signos heterogéneos y dependientes: hombre-hombre, boca-micrófono, mujer-animal, boca-bebida, boca-seno, mano-pantalla, ojo-letra, etc:

"Lo importante no son las filiaciones, sino las alianzas y las aleaciones; ni tampoco las herencias o las descendencias, sino los contagios [las cursiva son nuestras], las epidemias, el viento. Los brujos lo saben muy bien." (Deleuze y Parnet)

Las relaciones, como precisamos, no son estructurales, con lo cual se rechaza su carácter semejante y homogéneo, sino más bien prevalecen las relaciones de endose por contigüidad y contagio entre signos. Deleuze y Zilberberg propone la figura del brujo y la magia para simbolizar un devenir que no implica una correspondencia en las relaciones, pronósticos y construcciones mágicas vaciadas de semejanza, identificación e imitación, por ejemplo, en el devenir hombre-animal; el hombre no imita a un animal, el hombre realmente es un animal. Agenciar es devenir semióticamente apartándose por ello de la filiación (al ser imaginaria), de la imitación (al ser determinada por la semejanza) y de la correspondencia (al estar determinada por el referente) de los signos agenciados, sino permanece al orden de la alianza, de lo contiguo y de la propagación de los signos. Se introduce por tanto conexiones que no remiten necesariamente a rasgos lingüísticos (árbol) sino a eslabones semióticos de cualquier naturaleza (políticos, biológicos, económicos, etc) formando una variedad determinada de regímenes de signos y estados de cosas, formado una semiótica rizomatica.

Ahora bien, sobre este acontecimiento se entretejen un sin número de problemas a resolver ¿Qué sucede entonces con el sujeto? En el capítulo "La centralidad del evento" del libro la "Semiótica tensiva", Zilberberg plantea el problema sin comprometerse del todo: "El sujeto que se instala en un orden razonado, programado y compartido del llegar a, dueño de sus expectativas especializadas, se ve arrojado de las vías que le son propias y sumergido en su devastación, en eso que Valéry llama, como Focillon, lo "brusco". Ahora bien, frente a esta unidad del cuerpo y frente a este ego semiótico es donde Deleuze articula e introduce el Cuerpo sin órganos (CsO), ligado a este decentramiento del sujeto libre de organismo y representación. El cuerpo sin órganos es un cuerpo intenso, intensivo que no carece de órganos, como se suele creer, sino que hace acontecer los órganos a su vez que es determinado por las ondas de fuerza y la variación de la intensidad. En "Francis Bacon: La Lógica de la sensación" se presenta al organismo (la representación) como una bloque que aprisiona la vida sometiéndola, de modo que un cuerpo con organismo remitiría a la representación construyendo la propia dirección de los signos. De este modo, el CsO es el resultado de la afección del signo-acontecimiento, es el sujeto mutante en devenir, descentrado y dislocado del cual no se puede seguir una línea sino adecuarse al mismo cambio de dirección de sus fuerzas. En este sentido, el signo - acontecimiento que violenta convierte al sujeto no en una constitución (hacer-ser) sino en un sujeto larvario, un cuerpo deforme libre de la significación. No dientes, no estómago, no intestino, no ano, no vientre, el CsO no se desprende de los órganos sino del organismo ya que al ser matriz de intensidades y órgano indeterminado que producirá nuevas relaciones y agenciamientos y por tanto acontecimientos orgánicos, los órganos del cuerpo a este nivel acontecen según la fuerza encontrada. Es bajo este sentido que el CsO se define por su carácter temporal y provisional (de órganos determinados), directo y más o menos inmediato. La máquina, es decir, el agenciamiento, el discurso, no funciona más que estropeándose. No hay palabra, ni idea, significante, sujeto de enunciación o concepto que se presente como unidad real mínima, sino solo agenciamientos que producen la realización de enunciados y signos de la maquina abstracta (plano de composición) y sus virtualidades intensivas. Pero nuevamente, no se trata de eliminar el proceso implicativo de la semiótica sino criticar su imperialismo deductivo alimentado por el fundamento estático del método, la alternancia no es exclusivo a un proceso sino en el devenir de la [implicación y la concesión] en relación de regido y regente, respectivamente.

Ahora bien, para terminar, proponemos una discusión respectiva a la condición del acontecimiento, a saber, la intensidad. Todo acontecimiento libera líneas de fuga, intensidades que descomponen, como hemos visto, el sistema. Dentro de la comunidad presentada en esta ponencia entre la semiótica y la filosofía, entre Zilberberg y Deleuze no solo se presenta cierta armonía metaestable sino también una posibilidad metodológica que es preciso notar, una posible critica deleuziana al concepto de intensidad. La intensidad es definida por Deleuze como una diferencia, un continuo de variaciones que compone un rizoma y una cualidad y que es trabajada comúnmente como término alterno al concepto fuerza. De este modo, las intensidades (flujo, movilidad de las singularidades) pueblan el campo de inmanencia produciendo fenómenos y signos (relámpago o rayo) resultados de la comunicación de series heterogéneas. Si bien este punto de vista arremete contra las categorías acabadas y fundamentales del estructuralismo, permitió desarrollar una singular mutación de la semiótica. Zilberberg y Deleuze, como el primero así lo confirma, son herederos de Kant respecto a la intensidad que, en el texto de la Crítica a la razón pura "Anticipaciones de la percepción" indica que la intensidad es la materia sensible que es la realidad del fenómeno y es un grado. Kant pensaba que el grado estaba en la materia de la sensación mientras que Zilberberg y Deleuze lo reservan a la forma de la sensación (lo que conocemos, la manifestación), pese a esta comunidad, la semiótica tensiva no se ha liberado aún de otra característica de la intensidad kantiana, la intensidad vista como cualidad que "llena vacios", de hecho Kant pensaba que la intensidad, la materia de la sensación llenaba el tiempo y el espacio. En el plano semiótico, Deleuze diría que debemos liberar de su carácter negativo, es decir, la intensidad no sirve soloa para "animar" las oposiciones sígnicas: entre Luminoso-Oscuro, no-luminoso-no-oscuro, no-oscuro-luminoso y no-luminoso-oscuro existe un "abismo", por lo que la intensidad en muchos casos es presentada en un rol ornamental, dedicándose solo a llenar estos vacíos y estas brechas de los polos negativos principales. La reflexión deleuziana señala lo contrario a esta interpretación; la intensidad no es una precondición ni un grado que solo se encarga de llenar los vacios-brechas (a la kantiana), ni mucho menos se encuentra al servicio de la negación, más bien, es una emergencia genética y plástica, no una fundamentación sino un continuum no orientado que atraviesa lo indiferenciado y lo diferenciado: luminoso-oscuro, frio-caliente, bueno-malo, no son comienzo y fin de la intensidad sino resultados, mesetas y esquicias que acaecen al medio de su penetración e irrupción ¿Qué importan pues los significados para la intensidad? ¿Qué importa el conjunto significante en el acontecimiento?







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