Seminario postgrado Bruno Latour y el problema de la historicidad en los objetos científicos.pdf

May 25, 2017 | Autor: Felipe Vilo Muñoz | Categoría: science and technology studies (STS)
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Descripción

Universidad de Chile Facultad de Filosofía y Humanidades Departamento de Ciencias Históricas

Bruno Latour y el problema de la historicidad en los objetos científicos.

Alumno: Felipe Vilo Muñoz Programa Magister en Historia Email: [email protected] Profesor: Phd. Carlos Sanhueza Cerda Seminario: Practica científica y transferencia de saberes (Programa Magister y Doctorado en Historia)

Santiago, Chile Diciembre de 2013 1

Bruno Latour y el problema de la historicidad en los objetos científicos. Felipe Vilo Muñoz1 La afirmación de que los objetos utilizados por los científicos poseen historia, ha traído como consecuencia un rechazo de los pensadores de la ciencia, quienes lejos de plantearse el reto de construir aperturas o diálogos, han preferido la obstrucción de un camino conjunto, perjudicando así una propuesta saludable acerca de las prácticas científicas. Bruno Latour es sin duda uno de los principales exponentes de esta nueva tendencia, que posee actualmente una antigüedad respetable, pero de la que todavía restan puntos en los cuales es necesario volver a ponernos en perspectiva. Uno de estos alcances se genero en la obra: La Esperanza de Pandora, de 1999. Texto que nos permitirá conocer el vinculo existente entre sujetos – objetos y en segundo lugar comprender el concepto de historicidad que poseen los objetos desarrollados en la práctica científica. Palabras claves: Bruno Latour, Estudios de la ciencia, Objetos, Historicidad. Introducción. El libro: La Esperanza de Pandora de Bruno Latour, no le hace honor a su nombre. Su inicio se encuentra marcado por la sencilla pregunta ¿Cree usted en la realidad? 2 Este cuestionamiento ha generado en el autor un profundo malestar, debido a que este punto pone de manifiesto un malentendido que ha permanecido a lo largo de tres décadas. Los estudios de la ciencia han caracterizado su estudio a través del acercamiento hacia la comunidad científica, sin embargo, los científicos desde una mentalidad ortodoxa han intentado perpetuar la creencia de que la ciencia se encuentra ajena a cualquier intento de clasificación social, barrera que queda manifiesta por él: culto a la ciencia, que Latour no duda en compararlo con una posición cuasi – religiosa 3 . En adelante este postulado ha marcado un debate frente a una cerrada comunidad científica que para el pensador francés simboliza en unos verdaderos: “Guerreros de la ciencia4”.

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Programa Magister en Historia, Universidad de Chile. Latour, B., La Esperanza de Pandora, 1999, Pp. 13. 3 Véase el diagrama que aparece en la página 27 de la obra: La Esperanza de Pandora. 4 Op.cit., Pp. 12. 2

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La excesiva sensibilidad de los llamados guerreros de la ciencia ha manifestado una completa tergiversación de lo que los estudios de la ciencia se proponen. En este sentido Latour jamás ha manifestado un rechazo de la ciencia ni mucho menos ha intentado destruirla5. Al contrario, se ha intentado encontrar un camino paralelo que intente demostrar que los científicos y más detenidamente el trabajo que desarrollan se encuentra aislado de todo vínculo con la sociedad. De este modo el rol que ocupa el científico ha quedado impregnado con una carga de heroísmo ilusorio del cual conocemos a través de los noticieros especializados o de corte sensacionalista. El problema del aislamiento científico ha generado a partir de la década de los 70´ un completo revisionismo, elaborado principalmente desde la escuela de sociología de Edimburgo, denominada en el circulo académico como el “Strong Program”6, que se ha interesado desde una mirada completamente nueva: las “prácticas científicas”7 o dicho de otro modo el conjunto de quehaceres que los científicos desarrollan durante el transcurso de su trabajo, investigación, al interior de un laboratorio o el trabajo de campo. El trabajo que los científicos desarrollan ha derivado en un conjunto de observaciones, que lejos de plantear una aclaración ha complicado aun más el amplio espectro del quehacer científico. En este sentido los estudios de la ciencia se han interesado de sobremanera en el laboratorio como principal estructura física que aglomera a la mayoría de los especialistas. Su estudio a develado de forma inicial que el científico elabora un conjunto de redes las que en primer orden serán establecidas con sus colegas de laboratorio. No obstante también estas redes involucran a personas alejadas de la academia, llegando inclusive a esferas políticas. Los especialistas, de este modo, están cubiertos por una red que altera la práctica científica que alguna vez nos figuramos. Así el científico realiza dos acciones: leer y escribir. Lo que se traduce en escribir artículos de investigación y leer los resultados que otros investigadores han presentado.

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Cfr. Bruno Latour desarrolla ampliamente este alegato durante el primer capítulo de la obra La Esperanza de Pandora, dentro de las páginas 14 – 15. 6 Nieto, M., 1995, Pp. 6. 7 Pimentel, J., 2010, Pp. 420.

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Sin embargo la teoría del “Actor – Red”8 posee su núcleo en la relación que los científicos establecen con los objetos. Todo lo que rodea al científico en su laboratorio, son objetos. Sean instrumentos de medición, elementos del trabajo de campo e inclusive pueden ser los microbios que estudia. La innumerable lista de cosas proporciona al especialista un vínculo estrecho del que es posible decir que se establece, una red en sí misma. Esta relación entre lo humano y no – humano, puede variar constantemente a través del tiempo, variación que alterará de forma lógica tanto al sujeto como al objeto. El movimiento que emerge desde esta temporalidad, ha sido descrito como: historicidad. La que precisa el cambio que presentan sujetos – objetos en un devenir temporal progresivo. Todo este fenómeno en definitiva es el centro que se puede establecer como practica científica. Los objetos de este modo poseen historia. Sin embargo es necesario advertir 9 que para admitir esta tesis es necesario especificar la clase de objetos científicos que estudiamos. De este modo el investigador que se involucre en un tema semejante pueda encontrar con mayor facilidad el elemento de historicidad que poseen los objetos científicos.

En resumen, el proceso descrito en su totalidad se ha denominado como práctica científica. Por desgracia este estudio ha sido silenciado por parte de los guerreros de la ciencia. Para Latour este proceso ha afirmado que la ciencia ha fabricado una verdadera caja negra de la cual no sabemos qué ocurre al interior de ella. La caja de la ciencia, de este modo, debe ser abierta. Pero la llave debemos encontrarla en la compleja composición que presenta el colectivo histórico sujeto – objeto. En resumen el trabajo que a continuación se nos presenta posee dos partes. En primer lugar se profundizará la relación entre humanos y no – humanos. En segundo lugar se describirán ejemplos que permita establecer sus principales características que poseen a través del vínculo con una temporalidad. El vínculo sujeto – objeto.

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Latour, B. 2008, Pp. 25 – 27. Cfr. El tema de la historicidad de los objetos científicos es profundizado en el artículo del profesor Arabatzis. Arabatzis, T. 2001, On the Historicity of Scienti fic Objects Cit., pp. 377 – 379. 9

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La relación entre los “sujetos/objetos” 10 , resulta ser más estrecha de lo que parece. Comprender este vínculo merece detenernos en algunos puntos de importancia. La escena del laboratorio en la cual se nos sitúa el científico goza de una imagen caricaturesca de la que resulta difícil salir. A pesar del bloqueo inicial que nuestra imaginación puede jugarnos, es necesario establecer un pequeño sondeo acerca de lo podríamos observar dentro de ella. Tenemos en primer término una multiplicidad de instrumentos, muchos de los cuales no tenemos idea para que sirvan; pero sí se nos dice, que estos artefactos que rodean al científico se aprecian como extensiones de lo que el especialista intenta desarrollar. En adelante nuestra observación avanza hacia lo que el investigador realiza, en este caso, escribe a través de su computadora los principales resultados de una muestra que se encuentra observando. ¿Qué conclusiones se pueden establecer a partir de una descripción superficial y por supuesto maquillada para el uso de este trabajo? Inicialmente nuestra observación nos ha hecho establecer una división entre lo que el científico realiza y los objetos que posee. Rápidamente hemos de jerarquizar que en primera instancia esta el sujeto y en adelante el objeto. Así hemos figurado mentalmente que la persona que desarrolla una determinada práctica científica se encuentra sobre un espacio solitario en donde aquellos instrumentos que utiliza son extensiones de sí mismo, que lejos de poseer autonomía se moldean al sujeto como partes de su cuerpo. ¡Nada más lejano! a lo que pretendemos exponer. En efecto, este solitario y heroico científico, presenta más que una deuda con el objeto que utiliza. Es decir los instrumentos que el científico posee en su laboratorio de no existir, su tarea se vería imposibilitada de principio a fin. Acaso sin objetos ¿No habría ciencia? En adelante esta posición contraria establece el inicio de esta búsqueda por encontrar el punto de unión que posibilita hablar de un colectivo entre humanos y no – humanos. Si existe un colectivo es porque se coopera entre sí. El grado de vinculación establecido permanece imbricado en base a una unión en la que no existe una jerarquía establecida. El

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Espuny, J., 2002, Pp. 1 – 2.

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objeto en este sentido solo puede justificar su uso si un sujeto lo utiliza. Al mismo tiempo que un humano no puede entender la realidad que estudia sin el objeto que lo acompaña. De este modo la ciencia o lo que hemos entendido de ella es una permanente explicación de la realidad formulada por un colectivo de humanos y no – humanos. Para entender a cabalidad estas nociones es necesario apuntar al segundo capítulo del señalado texto, La Esperanza de Pandora11. En este episodio se aprecia a cuatro sujetos, en este caso un grupo de botánicos y edafólogos, que realizan una expedición adentrándose hacia los confines del exótico Amazonas. Selva de la que conocen solo a través de un libro o un pizarrón. La confusión del equipo interdisciplinario de especialistas es paradójica, el autor nos completa la escena con este singular extracto: “Esta es una situación tan trivial que tendemos a olvidar su novedad: he aquí cuatro científicos cuya mirada es capaz de abarcar dos mapas del mismo paisaje que les rodea”.12 Por supuesto estos mapas que observan lo hacen porque el paisaje de la naturaleza los vuelve ciegos a su trabajo de estudio. En este sentido el objeto crea una versión artificial de la realidad, que permite a Bruno Latour sintetizar: “Sí, los científicos son los amos del mundo, pero únicamente si el mundo llega hasta ellos en forma de inscripciones bidimensionales, combinables y capaces de superponerse. Siempre ha ocurrido lo mismo, desde que Tales se puso al pie de las pirámides”.13 En definitiva la relación que se establece entre sujetos – objetos genera la ciencia que conocemos. La que se manifiesta a través de una construcción artificial, en donde se archivan elementos de la naturaleza que de otro modo el científico no sería capaz de comprender. Bruno Latour ha estudiado la relación sujeto – objeto durante décadas. Quizá no me equivoque si finalice este capítulo diciendo que en el hombre existe una condición limitada, es decir su búsqueda de controlar aquella naturaleza que lo encierra, lo ha llevado a una paradoja de condicionar su autonomía en los objetos que lo rodean. La ironía del hombre

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Véase, Bruno Latour, La Esperanza de Pandora, 1999. Capítulo 2: La referencia circulante. Muestreo de tierra en la selva amazónica. Pp. 38 – 98. 12 Latour, B., 1999, Pp. 43. 13 Ibíd., Pp. 43.

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prevalece, pero este capítulo ha cumplido con su principal cometido. Conocer en mayor detalle la relación entre el sujeto y el objeto. En adelante mantengamos los principales elementos de este apartado, ya que serán nuestras ampolletas que entreguen alguna lumbrera sobre la historicidad que poseen las cosas, en esta vinculación colectiva que establecen entre sí.

Los objetos a través de la historia. El problema acerca de “la historicidad de las cosas, (…) hasta ahora no ha tenido solución satisfactoria”.14 Bajo esta premisa el segundo episodio de este trabajo se desarrollará en base al itinerario trazado por una serie de estudios desarrollados por Bruno Latour. En ellos de algún modo nos acercaremos a las pretensiones que se quieren establecer. La historia de la ciencia se mueve bajo mareas inciertas y se nos aprecia a través de confusos parámetros. La ciencia claramente no ha sido idéntica. Su temporalidad se agota en un desorden que forma la base de un tiempo discontinuo. Esta aclaración es necesaria, para conocer en primera instancia que la ciencia puede apresurar su marcha o disminuirla según determinadas circunstancias15. El prestigioso profesor Fréderic Joliot16, trabajador incansable del respetable College de France, realiza una serie de investigaciones en el reciente conformado CNRS durante el periodo de entreguerras. Su investigación es una de las líderes en lo que podríamos denominar actualmente como la física nuclear. Fuera de todo contexto, el profesor Joliot posee una serie de conexiones que avalan un éxito académico basado en las clases que imparte en la mencionada casa de estudios; En las publicaciones científicas que realiza y por sobre todo en la forma en que se vincula con el aparato político – gubernamental.

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Latour, B., 1995. Pp. 92. Un elemento que la acelera, es sin duda, la guerra; Siendo más específico las guerras mundiales. Las que transformaron nuestra concepción acerca de la tecnología, los medios de comunicación, etc. 16 El detalle de este ejemplo se encuentra en Bruno Lstour, La Esperanza de Pandora, 1999. Capítulo 3: El flujo sanguíneo de la ciencia. Un ejemplo tomado de la inteligencia científica de Jolliot. Pp. 99 – 136. 15

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La ascendente carrera de este singular sujeto no podría ser explicada sin su vinculación con los objetos que lo rodean y posee para obtener el resultado que necesita. “Joliot necesita a los demás, necesita disciplinarlos y convencerlos. No es capaz de lograr su propósito sin ellos, encerrándose a solas, (…) con su firme convicción de estar en lo cierto17”. Las soluciones que el científico desarrolla son en definitiva la construcción de un reactor nuclear. En este desarrollo la ciencia mundial contempla la física nuclear como una verdadera frontera, la que puede llevar a grandes avances y como quedo demostrado a futuro, grandes peligros.

Lejos de la discusión ética sobre el desarme, el contexto que nos ofrece la labor desarrollada por Joliot es sin duda admirable, por una parte hemos a un científico que conforma una cantidad no despreciable de redes que lejos de articularse bajo un esquema científico, se aprecian desde un ámbito social. En este sentido, vemos a un científico que se vincula con una articulación colectiva de humanos como son sus colegas académicos y por otro lado personas que entregan financiamiento a sus programas de investigación. Sin embargo también es posible establecer una conexión con la otra parte de este colectivo: los no – humanos, que en este caso son los instrumentos que ocupa Joliot para desarrollar experimentos y por otro lado los átomos y sus partículas sub – atómicas (neutrones) que de no conocer su existencia, nuestra sola procedencia sería imposible. La materialización del agua pesada, para conseguir el afamado deuterio. Llevo a Joliot a crear experimentos desmedidos para su época, sin embargo aquello era fundamental dado que: “Por sí solo, [Joliot] no podía obligar a sus colegas a creerle. Si pudiera poner en marcha ese reactor, aunque sólo fuera unos segundos, y si pudiese obtener de ese acontecimiento una evidencia lo suficientemente clara (…) entonces Joliot dejaría de estar solo. Con él, tras él, perfectamente alineados, disciplinados y vigilados por sus colaboradores, es posible hacer que se vuelvan visibles los neutrones del reactor18.” De este modo Joliot ponía mucho en riesgo, sin embargo el objeto depositaba una confianza sin precedentes, las pruebas que desarrollo con los neutrones revelaron una cadena de demostraciones que impresionaron a los colegas y al gobierno francés.

Sin embargo este suceso elaborado termino por elevar a los altares al científico y relego en importancia a los objetos. Al mismo tiempo este ejemplo solo nos ha servido para reencontrar 17 18

Latour, B., 1999, Pp. 116. Ibíd., Pp. 116.

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la conocida importancia de los objetos, dentro de un caso histórico. En adelante nuestro segundo ejemplo será un ejercicio mucho más audaz hacia la comprensión del colectivo humano – no humano. Siendo en esta ocasión un episodio que concentrará su atención desde la vinculación entre el científico y objeto estudiado desde un determinado espacio temporal.

La Europa finisecular enfrenta drásticos cambios, que centran su atención hacia la clásica expresión de progreso. La ciencia era sin duda la llamada a abrir las llaves de aquel avance, que al igual que una locomotora debía barrer con aquello que le ponía algún freno.

Louis Pasteur es un arquetipo de este contexto, sin embargo sus investigaciones lo transforman en un sujeto inusual, ya que hacia la mitad del siglo XIX, la química dominaba la escena de las ciencias naturales. Sin embargo, aquel entusiasmo no llego a Pasteur, quien manifiesta un interés hacia el estudio de los microbios ocultos bajo la fermentación de lactosa. El creer en “la presencia de un microorganismo específico para explicar las fermentaciones (…) suponía un paso atrás19”, dentro de la tendencia científica del momento. El inicio de la investigación de Pasteur lo pone en contacto con aquella entidad que “sólo se define por «rasgos mínimos» que aparecen como «manchas de una substancia gris que llega a veces a formar una zona en la superficie de un sedimento»20”. Comienza así la búsqueda, para a encontrar las propiedades que componen a dicho microorganismo, Pasteur iniciará una completa trama de artilugios “por medio de los gestos (filtrar, disolver, añadir), de los ingredientes (levadura de cerveza, licor, creta), de los montajes (grifos, recipientes, estufas, tubos), de los instrumentos de medida (termómetros, balanzas, termostatos) y de los pequeños trucos del oficio (es bueno), la fermentación resulta visible y estable 21 ”. La sustancia que ha estudiado ha mostrado signos evidentes de cambio, su “estadio de variación, la esencia de la fermentación no es nada más que ese mismo despliegue en esas circunstancias, prácticas y locales22”.

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Latour, B., 1995. ¿Tienen historia los objetos? … Pp. 96. Ibíd., Pp. 99. 21 Ibíd., Pp. 100. 22 Ídem. 20

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¿Qué acaba de ocurrir? Estamos ante un proceso de mutación del objeto, pero ha ¿Cambiado solo la cosa? O es que acaso ¿Pasteur también ha cambiado? Sí “Pasteur modifica Su «representación» de la fermentación; también ésta misma, en su propio ser, en su historia, en sus ascendencias y descendencias, modifica sus manifestaciones. Si Pasteur duda, la fermentación también duda23”.

La diferencia que se sostiene entre ambas posiciones no deja de ser interesante. Por un lado el objeto estudiado posee una atemporalidad que sobresale a cualquier propiedad que posee. Dicho de otra forma la fermentación láctica era un proceso que se había manifestado en la naturaleza desde que esta existe, por ende, el descubrimiento de Pasteur es en realidad un redescubrimiento. El cambio se encuentra desde otro punto. En efecto Pasteur realiza una serie de injertos transformando esta sustancia controlada en una nueva que solo a través del vínculo colectivo con el científico pudo ocurrir. Latour nos resume este interesante punto: “el fermento del ácido láctico cambia su historia en contacto con Pasteur y con su laboratorio. Es perfectamente real, pero su realidad histórica le pone al mismo nivel que al investigador (…). El ácido láctico también ha mutado. El fermento ha considerado el empujón que le dio Pasteur como una oportunidad histórica de manifestarse modificando toda su trayectoria24”.

Pasteur y su fermentación cambian de forma constante y de forma irrepetible. El fenómeno/acontecimiento resultante es lo único involuntario que nos aparece. Debido a que la reciprocidad sujeto – objeto obliga a empujar hacia un resultado completamente desconocido. Este vaivén que mueve a este singular colectivo nos lleva hacia un lugar incierto a través del tiempo. Su progresión, cambio y movimiento permanente garantizan nuestra ansiada búsqueda: la historicidad del objeto.

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Ídem. Ibíd., Pp. 103.

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Ejemplos adicionales al expuesto, son infinitos; sin embargo, por el momento es necesario tomar una cierta distancia acerca de lo que se ha mencionado en este capítulo y proponer algunas consideraciones finales que resuman de manera congruente este trabajo.

Conclusiones Los cambios que un objeto posee son producto de la constante relación con el sujeto que se vincula. La investigación desarrollada por Latour acerca del TRF en 1969 nos acerca aun más esta posición: “El resultado de la investigación efectuada hasta 1962 se podría resumir como «el cerebro controla la secreción de TSH». De manera similar, se podría resumir el resultado de la investigación realizada antes de terminar el año 1969 como «El TRF (H) es Piro-Glu-His-Pro-NH2 » 25 .” ¿Qué ocurrió entre 1962 y 1969? La respuesta en parte la hemos circunnavegado a lo largo de este trabajo que nos ha traído un sinfín de argumentaciones. Ordenemos entonces, sus principales ideas. En primer lugar se ha establecido que el sujeto y el objeto poseen una vinculación estrecha, de la que su resultado ha producido un fenómeno del cual ni el uno ni el otro poseen algún grado de control. El orden entonces del cual el científico se entusiasma y reclama como suyo, ha quedado deslegitimado, por una incierta, pero realista configuración de la realidad que nos rodea. Bruno Latour lo menciona como titulo célebre en uno de sus libros: Nunca fuimos modernos y quizá no lo seremos jamás. En segundo orden nuestro problema sobre la historicidad nos ha traído uno que otro dolor de cabeza, no hace falta volver a los puntos mencionados, sino entendemos lo más elemental: “los acontecimientos, si de verdad han de merecer su nombre, en parte no tienen causa. (…) Para que haya historia, hace falta que el fermento - de 1857 - de Pasteur - en Lille sea, en parte, causa sui 26 .” El fenómeno incierto que surge desde la vinculación humano – no humano, ha traído como consecuencia una compleja articulación en la cual el tiempo en el que se desarrollan una y otra vez perpetua un cambio condicionado por las acciones que realiza el colectivo sujeto – objeto.

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Latour, B. 1995., La vida en el laboratorio (…) Pp. 128. Op.cit., Pp. 104 – 105.

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El cambio puede darse en cada instante, en cada lugar de trabajo en el que un científico en este preciso momento mueva su microscopio hacia un determinado microorganismo y decida aplicarle una serie de elementos que alteren su estructura preestablecida. Si el cambio que se produce entre sujetos y objetos es permanente, también debe establecerse que cada modificación es aleatoria ya que dependerá del contexto en donde se encuentre. En resumen si tenemos dos científicos trabajando sobre una misma substancia pero en lugares diferentes, donde los recursos económicos puedan ser distintos, sus resultados y el vinculo que se establezca entre el actor humano y no – humano. Será totalmente diferente. El colectivo configura fenómenos inciertos y que además resultan ser aleatorios, ¿Existe algo más que pueda complicarnos más la historia? Por desgracia sí; La discontinuidad. Ningún fenómeno posee una relación continua, al contrario, lo que menos poseen es un parecido y al mismo tiempo cada acontecimiento resulta ser en términos concretos una invención artificial elaborada por el propio colectivo sujeto – objeto. El que se ha movido por un camino particular, del cual no se sabe adónde pueden ir o llegar. Finalmente los estudios de la ciencia que se realizan poseen una tarea titánica. Demostrar que es posible configurar una racionalidad en la cual humanos y no – humanos coexistan a través del estudio científico. La historia, en este sentido, jugará un papel relevante para intentar superar las barreras que los guerreros de la ciencia se nos han negado hasta el día de hoy de remover. Bibliografía -

Arabatzis, Theodore. On the Historicity of Scienti fic Objects, Erkenntnis, Volume 75, Issue 3, 2011. Pp. 377 – 390. Espuny, Javier. Bruno Latour, Los estudios de la Ciencia y la Comprensión, Revista A parte Rei N°22, Sociedad de Estudios Filosóficos, Madrid, Julio, 2002. Pp. 1 – 16. Latour, Bruno. La esperanza de Pandora, Editorial Gedisa, Barcelona, 1999. Latour, Bruno. La vida en el laboratorio. La construcción de los hechos científicos. Alianza Editorial, Madrid, 1995. Latour, Bruno. ¿Tienen historia los objetos? El encuentro de Pasteur y de Whitehead en un baño de ácido láctico., Revista Isegoría N°12, 1995, Pp. 92 – 109. Latour, Bruno. Reensamblar lo social. Una introducción a la teoría del Actor – Red, Editorial Manantial, Buenos Aires, 2008.

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Nieto, Mauricio. Poder y conocimiento científico: Nuevas tendencias en historiografía de la ciencia. Revista Historia Crítica, Enero – Junio, 1995. Pp. 3 – 14. Pimentel, Juan. ¿Qué es la historia cultural de la ciencia? Revista Arbor, Mayo – Junio, 2010. Pp. 417 – 424.

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