Seminario de Investigación en Movimientos Sociales

September 22, 2017 | Autor: Gomer Betancor | Categoría: Social Movements, Acción Colectiva, Movimientos sociales
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Descripción

Seminario de Investigación en Movimientos Sociales. Sesión I

Para la primera sesión del Seminario se había acordado empezar por las teorías más tradicionales desde la segunda mitad del Siglo XX y, sobre todo, hacer un repaso a las principales dimensiones de estudio que han delimitado su marco de estudio, esto es: las oportunidades políticas, las estructuras de movilización y los marcos para la acción colectiva. Para ello se ha empezado por la introducción

del ya clásico libro de

McAdam, McCarthy y Zald, por el compendio de Tilly sobre movimientos sociales en la historia y por el celebrado texto de Diani sobre el concepto de movimiento social

Resumen

de

“Oportunidades,

estructuras

de

movilización

y

procesos

enmarcadores…” (McAdam, McCarthy y Zald) Contextualización El libro “Movimientos sociales: perspectivas comparadas” se remonta a su edición inglesa originaria de 1996, traducida y publicada en castellano en 1999 por Istmo. Hay que tener en cuenta pues que los estudios de casos y comparados en los que se basan llegan hasta mediados de los años noventa del pasado siglo, por lo que data de hace casi veinte años. Ello, en un campo de estudio como los movimientos sociales, que en los últimos lustros ha venido experimentando un empuje tanto empírico como teórico considerable, hace que se necesiten nuevas obras con ánimo integrador y comparativo similar, como Dinámica de la Contienda Política (Dinamics of contention, 2001). McAdam, McCarthy y Zald son profesores de sociología en Estados Unidos, lo cual se nota en su teorización (véase la introducción y el primer capítulo, por ejemplo, donde los casos y ejemplos aluden a Norteamérica). Estos autores, coordinadores del libro de movimientos sociales en perspectiva comparada, plantean la necesidad de sacar una obra en la que se sienten las bases de una perspectiva colaborativa y comparada de las tres principales dimensión en el estudio de los movimientos sociales que hasta ese momento (década de los ochenta aproximadamente) se venían estudiando por separado: las oportunidades políticas, las estructuras de movilización y los procesos enmarcadores.

Oportunidades políticas Este enfoque ha sido dominante hasta la fecha e incluso hasta hoy y alude a la relevancia del sistema político y las oportunidades que pueden surgir cuando hay cambios en éste para el surgimiento y la incidencia de los movimientos sociales. A partir de una dimensión comparada que ofrece distintos estudios de caso (primero en EEUU) y después también Europa, “se aprecia un interés común hacia el estudio de la interacción entre movimientos sociales y política institucionalizada” (McAdam et al., 1999: 23), en consonancia a lo que se ha planteado. El matiz que le ha dado los trabajos europeos es haber analizado también las diferencias en la estructura y la evolución de los movimientos desde un enfoque comparado, lo cual ha bebido también del enfoque de la movilización de recursos. Desde la perspectiva comparada a partir de los estudios de casos resaltan la importancia de ver cómo se desarrollan los movimientos sociales de diferentes partes del mundo (occidental) a partir de los cambios en la estructura de la oportunidad política de cada contexto (estatal, local…). De modo que, según estos autores, “la estructura de las oportunidades políticas determinada por los rasgos estables y volátiles de un sistema político dado sigue ejerciendo una gran influencia sobre el desarrollo de los movimientos sociales” (McAdam et al., 1999: 23). La diferencia entre la fase de surgimiento y la de desarrollo de un movimiento social es que una vez el movimiento haya surgido y tenga cierta regularidad, éste se convierte en un actor central en la contienda política.

Estructuras de movilización Con el enfoque de la movilización de recursos entramos en uno de sus conceptos centrales: las estructuras de movilización. Este concepto alude a “los canales colectivos tanto formales como informales, a través de los cuales la gente puede movilizarse e implicarse en la acción colectiva” (McAdam et al., 1999: 24), aludiendo principalmente a la dinámica organizacional interna de los movimientos sociales que puede condicionar su acción y evolución en el tiempo.

Los estudios basados en la movilización de recursos separan analíticamente los movimientos sociales de las organizaciones formales, algo que va a ser criticado por parte del enfoque del proceso político, que va a equiparar analíticamente y tomarlos conjuntamente para analizar su incidencia en la contienda política. Volviendo al enfoque de la movilización de recursos, los autores señalan que en los últimos años algunos de los temas más interesantes de estudiar dentro de este enfoque son los siguientes: “1) el análisis comparado de las infraestructuras organizativas que permite comprender mejor los patrones históricos de movilización (…); 2) la determinación de la relación existente entre forma organizativa y tipo de movimiento; 3) la comprobación de la influencia que sobre los movimientos pueden ejercer, tanto las estructuras estatales como el tipo de “cultura organizativa” en un país dado” (McAdam et al., 1999: 25-26). Como se ha bocetado, la noción de estructuras de movilización alude a la estructura organizativa de un movimiento social, donde lo relevante suele ser si hay una estructura desarrollada lo suficiente como para poner en marcha un movimiento social. En este sentido, los autores señalan de la importancia de los movimientos sociales formales, que son los que contribuyen a fijar el ritmo y los resultados del conflicto al tener un carácter más fijo y menos sometido a las variaciones del proceso político. Un desafío a estos planteamientos son los movimientos surgidos en Europa tras la crisis como el 15M, que a pesar de no tener organizaciones formales (o Movimientos Sociales Organizados – MSO- como llaman ellos) han podido mantener durante años la capacidad de movilización e incidencia en la contienda política. Asimismo, los autores puntualizan que “los movimientos sociales surgen como respuesta a oportunidades para la acción colectiva que el medio ofrece, pero su desarrollo se ve firmemente determinado por sus propias acciones” (McAdam et al., 1999: 39).

Procesos enmarcadores Los autores conciben al framing o procesos enmarcadores como un elemento mediador, habiendo unas estructuras de movilización formadas y en un contexto de apertura de las oportunidades políticas, que facilita compartir significados de una situación de agravio

social que identifique a la gente con los agravios definidos y les lleve a la acción colectiva. Esta dimensión de estudio en el campo de los movimientos sociales surgió con cierto retraso y en parte debido a las críticas de sobredimensionar las oportunidades y las estructuras de movilización. Así, desde la escuela americana autores como Snow, Benford o Gusfield, a partir de la teoría de marcos de Goffman, contribuyeron a desarrollar este enfoque con la noción de procesos enmarcadores. Siguiendo a los autores, conciben el concepto como “los esfuerzos estratégicos conscientes realizados por grupos de personas en orden a forjar formas compartidas de considerar el mundo y a sí mismas que legitimen y muevan a la acción colectiva” (McAdam et al., 1999: 27). En la escuela europea también había autores que señalaban la relevancia de la dimensión cultural, los significados y la identidad a la hora de explicar la acción colectiva, como Melucci o Touraine. De modo que un enfoque como este que resalta que las ideas se construyan socialmente y sean compartidas para explicar la acción colectiva y el desarrollo de los movimientos sociales es crucial. Los autores también señalan que, complementariamente, cuando están los movimientos consolidados con organizaciones formales y haya oportunidad de actuación, los procesos enmarcadores pueden ser más exitosos. Asimismo, el contexto de creación de marcos es diferente, con respecto al oponente (principalmente el Estado) al inicio de un movimiento que cuando ya ha madurado. Al principio las instituciones políticas receptoras de la protesta pueden no prestarle atención, pero esa actitud puede cambiar en función a la fuerza que vaya cogiendo el movimiento. Es algo que se vio con la evolución del 15M. “Cuando esto ocurre, los esfuerzos de creación de marcos tienden a convertirse en auténticas batallas libradas entre los actores que afectan al movimiento, el Estado y cualquier contra-movimiento que pudiera haber surgido” (McAdam et al., 1999: 41). Estas batallas se van a librar en los medios de comunicación, auténticos amplificadores de las demandas de los movimientos y del proceso político (no sin posicionamientos), por lo que la creación de marcos dependerá en parte del caso y posicionamiento de los medios para con el movimiento.

La perspectiva comparada en el estudio de los movimientos sociales Con esta introducción y esta obra en general los autores pretender sentar bases para la realización de estudios comparados en movimientos sociales, revoluciones y acción colectiva de forma que se puedan llegar a mínimas generalizaciones sobre el objeto de estudio. Señalan la utilización explícita del concepto de oportunidades políticas en la perspectiva comparada como forma de enriquecer el concepto y el propio enfoque del proceso político. De forma que “los especialistas han comenzado a comparar entre sí los movimientos que se originan en los distintos países, intentando explicar las diferencias que se perciben en las dimensiones, forma u organización”, partiendo claro del enfoque del proceso político. De forma que hay muchos trabajos que han explicado las diferencias en la incidencia (éxito/fracaso) de movimientos sociales en función al sistema político de varios países, como los trabajos de Kriesi (1992) en la comparación del movimiento ecologista en diferentes países de Europa. Otros trabaos han comparado las diferentes formas de movilización en diferentes contextos, haciendo intentos de comprender las diferencias entre diferentes países sobre la ubicación y cercanía institucional de los movimientos, la influencia del sistema político en la estructura movimientista y el efecto de la propia estructura organizativa sobre la evolución (supervivencia o desaparición) de un movimiento concreto (McAdam et al., 1999: 43). En el caso de los procesos enmarcadores se hace una llamada a la perspectiva comparada porque en ese momento no se había identificado ningún estudio comparado. Los autores invitan a la realización de trabajos comparativos detectando hasta cinco posibles temas de estudio dentro de este enfoque, a saber: 1) el bagaje cultural a disposición de los contestatarios (contracultura…); 2) las diferentes estrategias enmarcadas de los grupos; 3) la lucha que se genera entre el movimiento y sus adversarios (Estado y contra movimientos); 4) el papel de los medios de comunicación en las batallas de creación de marcos; 5) “el impacto cultural que el movimiento pueda tener al modificar elementos culturales que constituyeron su razón de ser” (McAdam et al., 1999: 44).

Los autores finalizan este capítulo introductorio con declaración de buenas intenciones de animar a “esbozar una perspectiva analítica amplia” y lanzando el reto a los especialistas en movimientos sociales de “identificar las relaciones existentes entre nuestros tres factores”. No obstante, el propio libro carece de un intento global de integrar estos tres factores o dimensiones en cada estudio de caso y, aún menos, entre los diferentes movimientos de diferentes contextos geográficos y temporales.

Resumen de los capítulos 6-7 de “Los movimientos sociales, desde sus orígenes a Facebook (1768-2008)” (Tilly y Wood) Contextualización Para contextualizar la obra hay que señalar que la primera edición de Los movimientos sociales y llegaba hasta 2004. La segunda edición, que hoy comentamos, llega hasta 2008, año de su fallecimiento. Fue concluida por una joven colega, Lesley J. Wood, de la Universidad de York. La propuesta de ampliar el período de estudio, con el reloj en tiempo de descuento, está relacionada con la vitalidad de los actuales movimientos sociales y su creciente importancia en las discusiones globales. Los años noventa fueron la década de la “globalización por arriba” pero también de la “globalización por abajo”: una fuerte interrelación entre actores locales y transnacionales cuyo impacto en las políticas nacionales, regionales e internacionales apenas comienza a evaluarse. Es este un primer análisis que realiza el autor en función de establecer las causas del aparecimiento de los movimientos sociales como forma política a partir del siglo XVIII, hasta su consolidación en forma y contenido en el siglo XXI. Dicho análisis estará sustentado bajo la tesis de situar al movimiento social desde una perspectiva histórica, es decir, estará encaminado a establecer las relaciones y el contexto histórico-político que dio origen a este tipo de manifestaciones y su vigencia y expansión en la actualidad en los sistemas democráticos occidentales. Dicho enfoque histórico, enfatiza el autor, permite identificar las transformaciones significativas de los movimientos sociales en cuanto a perspectivas, posibilidad de transformación de un fenómeno social, legitimidad y objeto de los movimientos. De otro lado demuestra las cambiantes condiciones políticas marcadas por las continuas

transformaciones y conflictos sociales, causas de la fragmentación del orden establecido.

Capítulo 6 Los autores analizan la relación de interdependencia que proponen entre democratización y movimientos sociales, planteando la tesis general de que, según las pautas detectadas en sus análisis de los tres últimos siglos, es la democratización lo que promueve de forma general el surgimiento y desarrollo amplio de los movimientos sociales, y no al contrario. En su sociología histórica de los movimientos sociales, esta idea la detecta como un patrón histórico e historiográfico que se manifiesta visiblemente desde el siglo XIX hasta la actualidad “el mapa de los movimientos sociales consolidados se solapa en muchos casos con el de las instituciones democráticas” (Tilly y Wood, 2011: 245). Aunque establece matices sobre esta tendencia, la convierte en una suerte de causalidad. Los autores se hacen tres preguntas para estructurar su planteamiento: 1) qué es lo que provoca esta alta correspondencia; 2) como influye la democratización en el desarrollo de los movimientos sociales; y 3) de qué forma promueven o minan éstos la democracia. En este sentido, definen a la democracia como un tipo específico de régimen político en el que hay un determinado “conjunto de relaciones entre un gobierno y las personas sujetas a jurisdicción de ese gobierno. Las relaciones (…) consisten en una serie de derechos y obligaciones mutuas, del gobierno para con las personas y de las personas para con el gobierno”. De forma que la diferencia entre la democracia y otros regímenes políticos (dictaduras, regímenes autoritarios etc.) reside en que “la democracia establece un imperio de la ley harto general y fiable” (Tilly y Wood, 2011: 248). De forma similar, la democratización vendría a ser “la creación de un régimen relativamente amplio, igual y categórico, que ofrece protección y que se rige por unas consultas mutuamente vinculantes” (Tilly y Wood, 2011: 249). Paralelamente, para que haya democracia debe haber una ciudadanía, consistente “en una serie de derechos y obligaciones mutuas que vinculan a los agentes gubernamentales con categorías enteras

de gente sometida a la autoridad del gobierno”, con independencia del sexo, raza, etnia o religión (Tilly y Wood, 2011: 249). Al problematizar el objeto de estudio, los autores plantean una secuencia que suele seguir en los procesos de democratización analizados a lo largo de la historia: 1. Democratización escasa, donde no existen los movimientos sociales 2. Democratización incipiente, donde hay campañas, repertorios y acciones públicas de protesta pero sin haber una combinación de ellas 3. Más democratización: “combinaciones del movimiento social en algunos sectores (…) sin un acceso generalizado por parte de otros grupos agraviados a las herramientas del movimiento social” 4. Democratización extensiva: disponibilidad generalizada de los programas, repertorios y acciones WUNC (siglas de valor, unidad, número y compromiso) 5. Democratización internacional incipiente De forma que, apreciando esta secuencia planteada por Tilly y Wood, “en los procesos de democratización, las similitudes suelen ser el preludio de combinaciones, las combinaciones concretas el preludio de la disponibilidad plena de los movimientos sociales y la disponibilidad en el seno de regímenes nacionales el preludio de la internacionalización. También sostiene que la disponibilidad y la internacionalización solamente se producen en aquellos regímenes que cuentan con unas prácticas y unas instituciones democráticas consolidadas” (Tilly y Wood, 2011: 254). Lo que no está tan claro es que la internacionalización de la democracia se haya estado dando en los últimos años, ya que en muchas zonas ha habido retrocesos democráticos. Y en los países que los ha habido (estados occidentales principalmente), este proceso está reduciendo la eficacia de los movimientos sociales a escala local y estatal ya que fomenta el alcance de los grupos que pueden colaborar a escala internacional pero reduce la eficacia de los movimientos locales al estar internacionalizadas cada vez más las esferas de poder.

Se hacen la pregunta de por qué se produce la democratización. Identifican cuatro procesos sociales que sientan las bases para que se den las condiciones políticas hacia una democratización: 1. “Aumento en el número absoluto de gente que puede participar en la política pública o en las relaciones entre estas personas (…) 2. Equiparación de los recursos y de los contactos entre estas personas 3. Aislamiento de la política pública de las desigualdades sociales existentes 4. Integración en la política pública de las redes de confianza interpersonales” (Tilly y Wood, 2011: 255-256). Todos estos factores o procesos fomentan los procesos de democratización, sobre todo si se dan simultáneamente. Empezando por el primero, el aumento de los ciudadanos que pueden participar minan el poder de las elites y puede generar una oposición cohesionada a un sistema autoritario que abra espacios políticos. Si se reduce la desigualdad de recursos entre la clase dirigente y los miembros de una sociedad se fomenta la competición política y la posibilidad de formar coaliciones de oposición al gobierno, promoviendo por ejemplo la creación de nuevos derechos o concesiones políticas a los opositores. En el aislamiento de la política pública sobre componentes sociales establecen el matiz de que para que haya democracia real no debe haber barreras que fomenten por ejemplo los votos secretos o la coaliciones que quieren restringir derechos, lo cual también incluye la creación de unidades políticas y distritos electorales heterogéneos. Por último, si hay redes de confianza interpersonal se desintegran redes clientelares previas, se forman compromisos que vinculan a agentes gubernamentales y a los ciudadanos, y la instauración de compromisos similares entre los actores políticos de ese régimen y los miembros de la sociedad. De forma que los procesos que promueven la democratización también promueven el desarrollo de los movimientos sociales. Realizan también la contextualización espacio-temporal de que “con sus formas específicas de asociación, reuniones públicas, manifestaciones y demás, los movimientos sociales aparecieron en las distintas tradiciones como productos históricos

de su época y de su lugar” (Tilly y Wood, 2011: 266). En este sentido, detectan varios elementos que han ayudado a que la democratización fomente los movimientos sociales: -formación de unas relaciones más regulares y categóricas entre los gobiernos y sus habitantes -ampliación de derechos y obligaciones en la política pública -equiparación de derechos y obligaciones en la política pública -aumento de las consultas vinculantes relacionadas con cambios en la política gubernamental -ampliación de la protección a las personas contra la actuación arbitraria de decisiones gubernamentales -creación de instituciones complementarias que fomenten la participación ciudadana. Los autores también reformulan la pregunta de investigación y se preguntan cuando hay relación (causal) entre el impacto de los movimientos sociales y los procesos de democratización. Revisando procesos pasados, señalan que “en la medida en que el activismo del movimiento social fomentó la aparición de unos actores políticos colectivos reconocidos aunque autónomos que implicaban a unos miembros socialmente heterogéneos que integraban sus propias redes de confianza diferenciadas, sus efectos democratizadores se dispararon” (Tilly y Wood, 2011: 274). Realmente los movimientos sociales suelen ser temáticos, identitarios o impulsores de coaliciones de cuestiones relativamente concretas. En ese contexto es complicado que se creen las condiciones amplias que requieren los procesos de democratización. No obstante, la acumulación de varias campañas de los movimientos sociales si que lo fomenta.

Capítulo 7. El futuro de los movimientos sociales Los autores se preguntan en este capítulo sobre el futuro de los movimientos sociales, quedándose en el contexto de 2008 donde todavía coleaban las protestas transnacionales

del movimiento por una globalización alternativa. Intentan realizar alguna predicción de andar por casa basándose en las principales tesis del libro, que son las siguientes: -Desde su aparición en el siglo XVIII, los movimientos sociales no solo han progresado gracias a sus actividades individuales, sino gracias también a campañas interactivas -Los movimientos sociales combinan tres tipos de reivindicaciones: programáticas, identitarias y de posición -La importancia relativa de las reivindicaciones programáticas, identitarias o sobre posición varía significativamente entre un movimiento social y otro -La democratización fomenta los movimientos sociales -Los movimientos sociales afirman la soberanía popular -Enmarcados en un contexto determinado, hay proceso imitativos y comunicación que facilitan la adopción de prácticas de movimientos sociales en otros contextos relacionados Finalmente, los autores se preguntan por el futuro de los movimientos sociales. Las combinaciones de futuros posibles son muy variadas. Pueden ir en una dirección del auge al declive y de lo local a lo global. Las predicciones más plausibles proponen trayectorias separadas de los movimientos dependiendo de su escala: por ejemplo, expansión en lo internacional y al tiempo una contracción en lo local. Los movimientos también podrían desaparecer. Para Tilly y Wood existirían cuatro escenarios posibles: primero, la internacionalización, que implicaría un aumento en el sesgo elitista en cuanto a la participación en los movimientos, y que ven como lenta, menos generalizada y menos global de lo que auguran los entusiastas de la tecnología, pero con visos de no detenerse durante varias décadas. Segundo, el declive de la democracia, que ven como incierto puesto que hay un cierto grado de declive en las principales democracias pero también una democratización en países donde no había, como China. Tercero, la profesionalización, que implica probablemente que los profesionales, las ONG y los acuerdos con las autoridades Una crítica puede dirigirse a la manera como los autores se aproximan a la historia. Por un lado está la crítica del anacronismo. Así, se proponen hacer la historia de un fenómeno definido por los rasgos que adopta en el presente, como una combinación de

campañas, repertorios y demostraciones de WUNC. Al ser un concepto analítico, no producto de la experiencia y el lenguaje de los actores en su temporalidad histórica, corre el riesgo de ser anacrónico. Aunque en el lenguaje político la categoría de movimiento social empezó a usarse con regularidad, tanto por los actores participantes como por los estudiosos, a mediados del siglo XIX, los autores no tienen problema en hablar de movimientos desde fines del XVIII. No sería más que un problema nominal si no tuviera como consecuencia excluir de la categoría de movimientos sociales una diversidad de fenómenos que en la historiografía se han abordado como tales, pero que no cumplen con los “requisitos” de erigirse en combinaciones de campañas, repertorios y demostraciones de WUNC. Por esta razón y por otro lado, está la crítica de que la aproximación a la historia no sólo se torna por momentos anacrónica, sino además eurocéntrica y occidentalista cuanto menos. El libro sostiene que el movimiento social se originó en la Gran Bretaña dieciochesca, de donde se esparció por todo el mundo, desconociendo fenómenos, que incluso podrían englobarse con su categoría de movimiento social, como la revolución de Los Comuneros o las de Túpac Amaru y Túpac Katari, que tuvieron lugar a fines del siglo XVIII en Suramérica, por no hablar de otras partes del mundo.

Resumen de “The concept of social movement” (Diani) Este artículo revisa y contrasta sistemáticamente las definiciones de movimiento social formulados por algunos de los autores más influyentes en el campo. Los movimientos sociales se definen como redes de interacciones informales entre una pluralidad de individuos, grupos y / u organizaciones, que participan en los conflictos políticos o culturales, sobre la base de identidades colectivas compartidas. Se debate que el concepto es lo suficientemente perfilado como para diferenciar los movimientos sociales de conceptos relacionados, como los grupos de interés, partidos políticos, eventos de protesta y coaliciones; para identificar así un área específica de investigación y teorización de la investigación del movimiento social.

Red de interacción informal

Un movimiento social es una red de interacciones informales entre una pluralidad de individuos, grupos y / u organizaciones

Las creencias compartidas y solidaridad Los límites de una red de movimientos sociales se definen por la identidad colectiva específica compartida por los actores involucrados en la interacción

La acción colectiva en conflictos sociales Los movimientos sociales son actores que están involucrados en conflictos políticos y / o culturales, destinados a promover u oponerse a un cambio social, ya sea a nivel sistémico o no sistémico.

Acción que se produce principalmente fuera de la esfera institucional y los procedimientos de rutina de la vida social Definición global (a partir de todas las dimensiones): Un movimiento social es una red de interacciones informales entre una pluralidad de individuos, grupos y / u organizaciones, que participan en un conflicto político o cultural, sobre la base de una identidad colectiva compartida, y promueven acciones que se producen fuera de la esfera institucional. Expuesto esto, se observa que el autor propone una síntesis en torno a cuatro ejes, que recorre en el primer apartado de su artículo. Toma como referencia similitudes entre las propuestas/perspectivas de los representantes de las principales corrientes en el estudio de los MMSS desde los 60 (perspectiva del comportamiento colectivo, Turner & Killian; la movilización de recursos, Zald & McCarthy; la perspectiva del proceso político, Charles Tilly; y el enfoque de los NMS, Touraine, Melucci)

En las conclusiones plantea una pregunta interesante: Cómo un conflicto aislado puede llevar a la emergencia de un movimiento social. Para ello proponer poner el énfasis o la atención en las redes sociales y los procesos de construcción de significado, haciendo

explícito su propio enfoque que posteriormente perfila de redes sociales con un fuerte componente identitario.

Explicita que uno de los objetivos del artículo es sentar las bases de una definición integrada de movimiento social que esclarezca el concepto y que no se use de forma ambigua para otros procesos o acciones de protesta más singulares o diferentes, o que no contengan estos componentes que desglosa. Reta la idea que el estudio de los movimientos sociales implique el estudio de los nuevos conflictos sociales, ya que el concepto expuesto implica que los conflictos pueden surgir en ausencia de movimientos sociales que sean catalizadores de los mismos. En este sentido, enfatiza que los propios conflictos pueden ser tema propio de investigación, donde se podría poner el foco también en los procesos de construcción de las redes sociales que pueden dar lugar a un movimiento de protesta. También sostiene, en contraposición a lo que van a sostener luego McAdam, Tarrow y Tilly, que hay que diferenciar el análisis de los movimientos sociales al análisis de otros procesos y fenómenos socio-políticos, ya que implican estrategias de investigación diferentes.

BIBLIOGRAFÍA Diani (1992): “The concept of social movement”, en The Sociological Review, vol. 40, 1. Kriesi, H. P. (1992). “El contexto político de los Nuevos Movimientos Sociales en Europa Occidental”. En Benedicto, J. y Reinares, F. (Eds.): Las transformaciones de político. Madrid: Alianza. McAdam, D., McCarthy, J. y Zald, M. (1999). Movimientos sociales: perspectivas comparadas. Madrid: Itsmo. McAdam et al. (1999): “Oportunidades, estructuras de movilización y procesos enmarcadores: hacia una perspectiva sintética y comparada de los movimientos sociales”, en McAdam, D., McCarthy, J. y Zald, M. (1999): Movimientos sociales: perspectivas comparadas. Madrid: Itsmo.

McAdam, D., Tarrow, S. y Tilly, Ch. (2005): Dinámica de la contienda política. Barcelona: Hacer. Tarrow, S. (2013) [1997]: El poder en movimiento. Madrid: Alianza Editorial. Tarrow, S. (2011): El nuevo activismo transnacional. Barcelona: Hacer. Tilly, Ch. y Wood, L. (2011): Los movimientos sociales, desde sus orígenes a Facebook (1768-2008). Madrid: Crítica.

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