Semblanza de un líder: Vasconcelos educador.

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Descripción

Semblanza de un protagonista: José Vasconcelos Por Oscar A. García Solana, 2009. Vasconcelos educador

Hay que reconocer que concebir una biografía de un personaje tan polémico como José María Albino Vasconcelos Calderón, no es tarea fácil. La principal fuente de referencias son sus propios escritos autobiográficos, los que deben ser tomados con cautela porque no fueron escritos como una crónica de acontecimientos, sino como un diario en el que el autor se permite el libre flujo de sus sentimientos, de sus afectos y de sus odios; como es lógico, no es imparcial. Esto es notorio por las opiniones contradictorias que el autor va señalando en diferentes escritos. Aquellos personajes que son ensalzados en una obra, en la siguiente son vituperados de la manera más acre, algunos hasta hechos desaparecer en las sucesivas reediciones. Esto es más patente al final de su vida, cuando la amargura y la frustración alcanzan no sólo a sus “enemigos” sino a todo “el país, en el que no me dejan vivir” como decía cuando se refería a México. Por otro lado, han sido escritos por historiadores, panegiristas y detractores, innumerables volúmenes que nos dejan entrever un poco más de la personalidad mesiánica de Vasconcelos. Sin embargo, queda latente la inquietud e insatisfacción de quien compara estos escritos toda vez que sus escritores no se ponen de acuerdo en algunas ocasiones en cuanto a hechos o a fechas, no siempre hay absoluta concordancia. En donde uno señala que en una fotografía Vasconcelos contaba con 22 años, otro dice que 25; en donde alguien más dice que Vasconcelos obtuvo un nombramiento, otro más lo niega, y así ad nauseam, cada quién con su interpretación personal. Por tanto, es este un acercamiento a la etapa en la que Vasconcelos influye en lo que se refiere al campo educativo de nuestro país, la etapa más rica y más

satisfactoria para él, la etapa en la que su ego es alimentado hasta saciarle, a pesar de no haber sido nunca un especialista o conocedor profundo del tema educativo. Desde el momento en que Vasconcelos comienza a frecuentar los círculos de intelectuales del Ateneo de la Juventud, mucho antes de conocer a Francisco I. Madero, se comienza a vislumbrar la ambición de protagonismo del personaje. Para cuando José Vasconcelos ofrece la conferencia “Don Gabino Barreda y las ideas contemporáneas” el 12 de septiembre de 1910, evento programado por los integrantes del Ateneo con Antonio Caso en la Dirección, Don José todavía no era reconocido como ateneísta en toda forma sino como un novicio en estas lides. Los integrantes del Ateneo eran consolidados literatos, entre otras cosas habían participado con sus escritos en las revistas Savia Moderna y Revista

Moderna; 20 de los 69 ateneístas que los registros históricos señalan formaron parte de la redacción de Savia Moderna, revista que tuvo una corta vida entre marzo y junio de 1906. Antes de esto, los ateneístas eran ya conocidos en el mundillo literarioi. A pesar de su poca afinidad con la "dirección cultista" y el "ambiente literatesco" del Ateneoii, a pesar de que consideraba a los ateneístas “incompletos, con su preocupación de la forma y su falta de garra para vivir"iii, la invitación a participar como conferencista es utilizada por Vasconcelos para catapultarse en el escenario público y político como figura intelectual de altura, esto sí ganado a pulso por sus dotes personales. Cuando Madero estaba de campaña, pasa a conocer a Vasconcelos a su despacho en uno de los pisos del edificio del International Bank y lo invita a participar con él en la lucha por la Presidencia intentando dar fin de una vez por todas con el Porfiriato. Madero reconoce al intelectual con dotes que puede ayudarlo en su peligrosa aventura.

Dice Vasconcelos en su “Ulises Criollo”, de manera un tanto vanidosa, que a él le corresponde el haber redactado el lema de campaña de Madero, el famoso “Sufragio efectivo, no reelección”, aunque la historia registra que ya este lema había sido utilizado por Porfirio Díaz (Plan de la Noria, 1871) cuando luchaba durante su campaña contra Benito Juárez por la elección presidencialiv. Luego de las elecciones de 1910 en las que Porfirio Díaz es reelecto, Madero reclama por el fraude, intenta negociar para obtener la vicepresidencia pero no es escuchado y es encarcelado, para terminar huyendo a los Estados Unidos; Vasconcelos participa en un fallido complot político y huye a su vez de la capital. Los acontecimientos nacionales empujan a Porfirio Díaz a la renuncia y el Presidente interino, Francisco León de la Barra, convoca a nuevas elecciones. Madero ya es Presidente a partir del cinco de noviembre de 1911, invita a Vasconcelos para formar parte de su gabinete pero éste prefiere continuar con su trabajo de abogado, eso sí, ahora convertido en un influyentísimo personaje político. El Ateneo lo nombra su Director, el tercero luego de Antonio Caso y Alfonso Cravioto, nombramiento de conveniencia mutua: los ateneístas sacan partido de la influencia política y económica de su Director y éste tiene un foro para ser escuchado. La presidencia de Madero es efímera, apenas comenzando 1913 Victoriano Huerta lo manda asesinar junto con su vice-presidente, el tabasqueño José Ma. Pino Suarez. Es nombrado Presidente Interino Pedro Lascuráin, pero sólo como un mero formulismo, pues menos de una hora después de su nombramiento renuncia a favor de su recién nombrado Secretario de Gobierno, Victoriano Huerta. Luego de que Huerta es depuesto, es nombrado Interino Francisco Carvajal, para que por medio de una elección llegara a la presidencia Carranza.

Cuando Venustiano Carranza llega al poder, nombra a José Vasconcelos Director de la Escuela Nacional Preparatoria (hay historiadores que dicen que ésta fue la segunda vez que Vasconcelos recibe este nombramiento, la primera vez lo fue durante la presidencia de Madero). Aquí comienza verdaderamente la labor de Vasconcelos en la Educación. Aquí, durante este breve período de tiempo, comienza a vislumbrarse el líder educativo que sería famoso a nivel mundial. El período es breve porque Vasconcelos no coincide ideológicamente con algunos planteamientos de Carranza (Carranza quería que Vasconcelos se pronunciara contra Villa y Zapata pero éste no accedió a ello) y lo critica públicamente, por lo que luego tiene que desterrarse (1916-1919). El episodio tiene tintes de novela. Carranza cesa a Vasconcelos de su cargo como Director e inmediatamente se emite una orden de aprehensión. El “Vasco” es encarcelado pero por la noche escapa descolgándose de la ventana de su celda utilizando unas sábanas anudadas mientras una bella mujer entretiene a los guardias. Vasconcelos huye a Aguascalientes a unirse a los villistasv. Luego de la primera presidencia de Carranza, accede al poder interinamente Eulalio Gutiérrez (1914) y Vasconcelos es puesto a la cabeza del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública. Tres meses estuvo al frente de este Ministerio, pero el trabajo desarrollado comienza a perfilarse hacia la eclosión de un nuevo sistema educativo para el país. Hay que considerar que Vasconcelos accede a este Ministerio de “Justicia” e Instrucción por ser abogado, no por educador, actividad en la que tenía en ese entonces escasa experiencia. En 1914 ocupó la presidencia Roque González Garza, y en 1915 Francisco Lagos Cházaro; Carranza regresa a la capital del país y convoca a un Congreso Constituyente que elaboró la nueva Constitución de 1917 y le eligió como Presidente Constitucional.   Adolfo de la Huerta es presidente interino en 1920, año en que es electo Álvaro Obregón.

El 4 de junio de 1920, Vasconcelos recibe de De la Huerta, durante el interinato, el nombramiento de Rector de la Universidad Nacional de México, máximo nombramiento educativo del país porque la Constitución de 1917 había suprimido el antiguo Ministerio de Justicia e Instrucción Pública. Al frente de la Universidad comienza Vasconcelos la conformación del sistema educativo que lo dará a conocer en todo el país y aún en el extranjero. Diseña el escudo universitario con las cabezas de un águila y de un cóndor andino, tratando de simbolizar la unidad latinoamericana. De igual manera, la frase del cintillo del escudo: “Por mi raza hablará el espíritu” es de su autoría, y lo justifica de manera romántica “pretendiendo significar que despertaba nuestra raza después de la larga noche de opresión”. Años después reconocería que “lo que en realidad quería decir es que Por mi raza hablará el espíritu… santo” (1952)vi. La gran habilidad del Rector fue haberse rodeado de gente capaz que podía llevar adelante los planes de desarrollo educativo del país. Con Antonio Caso, Gómez Robelo, Montenegro, Pellicer, Torres Bodet y algunos más emprende una gira por el país para ganarse el apoyo de las legislaturas locales con el fin de modificar la Constitución del 17 y lograr la creación de una Secretaría del ramo educativovii. El 22 de octubre de 1920 el Congreso de la Unión recibe un documento, la “Exposición de motivos para la creación de una Secretaría de Educación Pública Federal”, signada por Vasconcelos aunque de la autoría de Ezequiel Chávez, en la que, aparte de denostar el carrancismo, va planteando cómo y por qué debe crearse la Secretaría. Se pedían las reformas a los artículos 14 transitorio y fracción XXVII del artículo 73 de la Constitución de 1917 apelando al “reconocimiento del clamor público que pide la federalización de la enseñanza”, “reconociendo el fracaso de la enseñanza a causa de los sistemas que hoy nos rigen”, pidiendo al

Congreso que “se resuelva a reformar sin grandes discusiones previas, con la rapidez que el caso requiere”viii. La nueva Secretaría estaría dividida en el Departamento escolar, el Departamento de bibliotecas y archivo y el Departamento de Bellas Artesix. Cuando Álvaro Obregón es electo Presidente, toma posesión el 1 de diciembre de 1920. El 30 de junio de 1921 se decreta la reforma a la Constitución que faculta la creación de la nueva Secretaría de Educación Pública. Se crea la Secretaría el 25 de septiembre de 1921. El 12 de octubre Vasconcelos es designado Secretario de Educación. Nombra rector de la Universidad a Antonio Caso. Asimismo, nombra como Director de las Escuelas de Verano y de Altos Estudios a Pedro Henríquez Ureña, connotado Ateneísta. La nueva Secretaría contaba con un presupuesto generoso otorgado por el gobierno de Obregón. Se jactaba Vasconcelos de haber podido comenzar a ejercerlo desde antes de que la Secretaría hubiera sido creada formalmente, pero se dolía de que este presupuesto fuera el 7 % del presupuesto de guerra. La situación educativa del país era preocupante, únicamente un cuarto de la población estaba alfabetizada y en la provincia casi la totalidad eran analfabetos. La primera preocupación era alfabetizar, pero ¿cómo romper el círculo vicioso? No se alfabetiza porque no hay alfabetizadores alfabetizados. La única institución dedicada a la educación popular era la Iglesia, pero ésta no iba más allá de sesiones elementales de catecismo. Con todo, se echan a andar las propuestas mesiánicas para “salvar” al país: alfabetización, edición de libros clásicos, apertura de bibliotecas, educación indígena, construcción de un nuevo edificio para la Secretaría; todo lo que el dinero pudiera conseguir se logró pues contaba con el apoyo irrestricto de De la Huerta, Obregón y, paradójicamente, Plutarco Elías Calles.

El ejército de alfabetizadores que Vasconcelos conforma incluye sobre todo a improvisados apenas alfabetizados, por lo que la gran cruzada alfabetizadora no rinde los frutos que se había propuesto. Lo que su mesianismo intentó se quedó corto, y de esto Vasconcelos no habla mucho. La alfabetización fracasó pues comenzó con voluntarios que se cansaron pronto, luego le siguieron los niños de las escuelas primarias, su “ejército infantil” que salían de sus aulas junto con sus maestros para enseñar lo que habían aprendido, un lancasterianismo externo, extramuros. La educación indígena no estaba entendida como lo es ahora, Vasconcelos la entendía como la capacitación en el idioma español para que el indígena “pudiera anexarse” como mexicano. Su egocentrismo es manifiesto a cada momento: “¿Alguno de ustedes ha consumado obra más importante que la que yo realicé en el Ministerio de Educación, y que no porque la hayan destruido los enemigos de México deja de ser la más ilustre del Continente desde que se concluyó el esfuerzo de los misioneros católicos?”. Siendo Ministro (Secretario) emprende un viaje acompañado de sus más cercanos colaboradores a las tierras de Yucatán y Campeche. Al llegar a Yucatán es recibido en el puerto de Progreso por el gobernador Felipe Carrillo Puerto. Sólo tiene críticas mordaces para los yucatecos. De Carrillo Puerto opina que es un ignorante que medio leyó los textos comunistas y que utiliza las consignas comunistas para lucrar y explotar al indio convirtiendo a los integrantes de la Liga de Resistencia en líderes voraces seudorrevolucionarios. De José de la Luz Mena opina, sin señalarlo por su nombre pero describiéndolo exhaustivamente, que se trata de un maestro protestante renegado que lo asediaba promoviendo la escuela Racionalista de Ferrer Guardia, el de Barcelona, ateo que remarcaba el final de sus discursos con un “Viva el diablo,

muera dios”. “Llevan en la cara lo bruto estos profesionales del ateísmo”, le dijo al mismo Carrillo Puerto, al que además calificaba de inculto. Grandes cosas se dicen de José Vasconcelos, siempre a partir de sus propios escritos en los que obviamente señaló sus intenciones, sus deseos de hacer un México mejor, pero que no nos muestran ni sus resultados ni sus exabruptos. No nos muestran al abogado mesiánico que por contar con una gran habilidad para la oratoria consiguió el apoyo de los políticos de turno para su beneficio y desarrollo personales, pero de quienes se distanció con opiniones duras y descorteces cuando así le convino. No nos muestran al pro-nazi que promovió y dirigió en México la revista “Timón”, en la que autores alemanes hacían apología del nazismox. De “Maestro de la Juventud del Continente”, de donde se ha dado en llamársele “Maestro de América”, hay que considerar que sólo tuvo el título, otorgado por estudiantes centro y sudamericanos de Perú, Colombia y Panamá, pero que no está respaldado por su verdadera labor: nunca fue maestro, al menos en América Latina. Lo fue en ocasiones durante sus exilios en los Estados Unidos, el país que decía odiar por lo que se proclamaba antiimperialista, pero al que siempre recurrió cuando lo necesitó. Vasconcelos fue muy hábil, pero siempre un improvisado, tanto como político, filósofo o como educador; no eran estos los campos de su especialidad. Como abogado tenía un prestigio bien ganado. Lo mismo puede decirse de sus habilidades de ensayista; sus escritos autobiográficos tienen el estilo que atrapa, que impulsa a seguir con su lectura, que induce a profundizar en los testimonios que presenta. Por otro lado, su oratoria salpicada de grandilocuencia, de recursos demagógicos, lo clasifican entre los personajes hábiles para las relaciones interpersonales.

Esto, asociado con una personalidad carismática, es lo que le permitió tejer una red de relaciones que a la larga capitalizó a favor de su excepcional ambición. Pero esta ambición lo dejaba ciego ante las situaciones en las que debió demostrar su lealtad a quienes le brindaron todo tipo de ayudas y facilidades. A fin de cuentas, puede llegar a afirmarse que Vasconcelos no fue maderista, ni carrancista, ni callista ni obregonista, fue Vasconcelista con mayúsculas. “He padecido, por tener siempre la razón”xi , señalaba Vasconcelos. REFERENCIAS Bar-Lewan Multstock, Itzhac. (1965). José Vasconcelos, vida y obra. México, Editora Intercontinental, 236 p. Basave Fernández del Valle, A. (1973). La Filosofía de José Vasconcelos. México. Blanco, J.J. (1996). Se llamaba Vasconcelos: una evocación crítica. México. FCE. Curiel, F. (2006). Vasconcelos: Forzado relevo ateneísta. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas. Diario de los Debates de la Cámara de Diputados del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos. XXIX Legislatura. Año 1, T. 1, viernes 22 de octubre de 1920. Págs. 24-30 Martínez, J. L. (1984). El ensayo mexicano moderno, México, FCE. Vasconcelos, J. (1920). Exposición de motivos para la creación de una Secretaría de Educación Pública Federal. Vasconcelos, J. (1998). El desastre. México. Ed. Trillas. Vasconcelos, J. (2006). Ulises Criollo. México. FCE, 3ª Ed.

                                                                                                                        i

   Curiel,  F.  (2006).  “Vasconcelos:  Forzado  relevo  ateneísta”.  Universidad  Nacional  Autónoma  de  México,   Instituto  de  Investigaciones  Históricas.   ii    Vasconcelos,  J.  (1935).  “Ulises  Criollo”.  FCE.  (2006,  3ª  Ed.)   iii    Idem.   iv    A.  Basave  Fernández  del  Valle  (1973).  La  Filosofía  de  José  Vasconcelos.  México.  Pág.  315.   v    Blanco,  J.J.  (1996).  “Se  llamaba  Vasconcelos:  una  evocación  crítica”.  México.  FCE.  Pág.  64.   vi    Blanco,  J.J.  Op.  Cit.  Pág.  90.   vii    Blanco,  J.J.  Op.  Cit.  Pág.  83.   viii    Vasconcelos,  J.  (1920).  Exposición  de  motivos  para  la  creación  de  una  Secretaría  de  Educación  Pública   Federal.   ix    Vasconcelos,  J.  (1920).  Op.  Cit.   x

   Bar-­‐Lewan  Multstock,  Itzhac.  (1965).  José  Vasconcelos,  vida  y  obra.  México,  Editora  Intercontinental.    Martínez,  José  Luis,  (1984).  El  ensayo  Mexicano  Moderno,  México,  FCE,  ,  p.  148.    

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