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CVC. Rinconete. Cultura y tradiciones. Señales que anunciarán el fin del mundo: pequeña guía turísticofolclórica, por José Luis Garrosa Gude.
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Miércoles, 22 de agosto de 2012 BUSCAR EN RINCONETE
CULTURA Y TRADICIONES
Señales que anunciarán el fin del mundo: pequeña guía turísticofolclórica Por José Luis Garrosa Gude
Julio Llamazares, reconocido sobre todo por la originalidad de la producción poética de sus inicios y por su renovadora narrativa, es también autor de algunos de los mejores libros de viajes de nuestra última literatura. Uno de estos volúmenes, dedicados casi siempre al paisaje y al paisanaje de los rincones ibéricos más remotos y olvidados, es Las rosas de piedra, publicado en 2008, y en él Llamazares narra su recorrido por las catedrales de la mitad norte de España. El ameno estilo del escritor leonés combina con acierto la exposición de datos históricos y artísticos de los edificios visitados con sinceras impresiones y opiniones del viajero y con la transcripción de una buena porción de las anécdotas que salpicaron la ruta. El autor se sirvió a menudo, como él mismo revela, de las guías y de los folletos de información que las propias catedrales ponen a disposición de sus visitantes para conocer los datos más interesantes de las mismas. De este modo, en la catedral de Calahorra utilizó un folleto que le proporcionó don Arturo, su párroco, y que describe en detalle el templo. Así, en el tímpano de la portada del muro norte, llamada de San Jerónimo, se observa a la Virgen y al Niño rodeados por otras dos figuras: Para unos, está claro, son los patronos de Calahorra, San Emeterio y San Celedonio, mientras otros opinan que se trata de dos doctores de la Iglesia, uno de ellos San Jerónimo. Lo cual explicaría el nombre de la portada, que es el del santo orador, según señala el folleto de don Arturo, que califica esta puerta como la mejor del templo. Aunque lo mejor de ella lo cuenta también aquél y es la leyenda que dice que, cuando al personaje de la izquierda, que lleva un pan en la mano, se le caiga de ésta al suelo, es que vendrá el fin del mundo.
Pero no es esta la primera vez que Julio Llamazares nos pone sobre la pista de algún elemento catedralicio con la inquietante virtud de anunciar el final de los tiempos. Unas páginas más atrás, enumera los múltiples objetos de interés que cobija y atesora la catedral de Pamplona y entre ellos se encuentra el Cristo de Juan Bazcardo, del que la leyenda dice que, cuando el pelo le llegue a tocar el pecho, tendrá lugar el Apocalipsis…
¿Nos encontramos ante elementos privativos del folclore hispánico? La respuesta es, claro está, un rotundo no, puesto que encontramos creencias paralelas en otras tradiciones populares que iremos desgranando a continuación. La ciudad de Roma acoge dos buenas muestras de estas tradiciones. En la primera, una profecía atribuida a Beda el Venerable, se dice que mientras exista el Coliseo existirá Roma y que cuando caiga el Coliseo también caerá Roma y, a continuación, acabará el mundo. Esta leyenda es muy semejante a la recogida por Pablo Diácono en su Historia Langobardorum, según la cual el futuro de los longobardos estaba asegurado mientras se mantuviese en pie la basílica erigida en Monza por la reina Teodolinda y dedicada a san Juan Bautista. La otra superstición romana surge en torno a la estatua de bronce de Marco Aurelio, en el Campidoglio, durante siglos considerada erróneamente como una representación del emperador Constantino. En sus orígenes, la escultura estaba recubierta por una capa dorada que se fue perdiendo con el paso del tiempo. El vulgo romano lo interpretaba al revés y pensaba que la estatua se estaba convirtiendo en oro y que, cuando la transformación se hubiera completado, llegaría el fin del mundo. Otro paralelismo lo encontramos en la entrada de la catedral de Cracovia, donde se exponen, suspendidos de unas cadenas, unos restos que la tradición atribuye al dragón que moraba en la colina de Wawel. En realidad, son huesos de mamut y de ballena y, de nuevo, anunciarán el ocaso del mundo cuando se desprendan y caigan al suelo. También algunos elementos naturales fueron tenidos por indicadores del fin de los tiempos en el imaginario popular. Un buen ejemplo de esto lo constituía la columna rocosa Skarreklit, que se alzaba frente a las costas de Jutlandia, en el distrito danés de Han Herred y cuya caída, según la leyenda, anunciaría el temido final. A pesar de ello, el funesto presagio no se ha cumplido, ya que una tormenta derribó la roca en 1978 sin que se produjeran las temibles consecuencias anunciadas. Existen, pues, bastantes razones para el optimismo, pues una de las predicciones, por fortuna, no se ha verificado y para las otras parece que aún nos queda tiempo. No obstante, convendría salvaguardar nuestro patrimonio El Instituto Cervantes utiliza cookies propias y de terceros para facilitar, mejorar y optimizar la experiencia del usuario, por motivos de seguridad, y para conocer sus hábitos de navegación. natural y artístico y mantenernos alerta, además de imitar, por si acaso, a Julio Recuerde que, al utilizar sus servicios, acepta su aviso legal y su política de cookies.
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CVC. Rinconete. Cultura y tradiciones. Señales que anunciarán el fin del mundo: pequeña guía turísticofolclórica, por José Luis Garrosa Gude. Llamazares, quien describe así las precauciones con las que se alejó de la catedral riojana: el viajero desaparece por las escalinatas que llevan hacia la parte alta. Aunque, antes de irse, sigiloso, se aproxima a la puerta que da al norte para asegurarse de que San Jerónimo, o quien sea el que lo lleva, sigue teniendo el pan en la mano y de que, por tanto, esta noche al menos tampoco será el fin del mundo.
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