SANTOS EN LA FACHADA DEL TEMPLO DE SAN MATEO APOSTOL EN CHALCATZINGO

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Descripción

La fuerza de la palabra y la razón? de la actualidad, la lucha por los espacios colectivos

Marco Tafolla Proyecto, Etnografía de las Regiones Indígenas de México al Inicio del Milenio

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esde hace siglos, de alguna manera se ha celebrado la fiesta de Ascensión en la comunidad de Xoxocotla. Creo más bien que se trata de una fiesta en la que se manifiestan las expresiones de la cultura regional que han compartido de diferentes maneras los pueblos nahuas del estado de Morelos. La celebración se preparaba con un protocolo de respeto muy grande. Un sentido ritual exigente que ponderaba la importancia del momento en el cual, la gente se comunicaba con la tierra y el cielo, dos personajes principales en el plano del mundo. Había una especie de negociación, o de búsqueda de equilibrio para tener buen temporal. Hacer las cosas en el momento preciso y como deben ser, podría garantizar las buenas lluvias y dar la nueva noticia del inicio de las siembras. Se hacen los Xochimamastles, se preparan las ofrendas, se cambia el agua de los bules que se toma prestada en la poza que le corresponde a la comunidad de Xoxocotla dentro de la cueva de Coatepec y se alistan para la danza de las ramas que acompañará al niño boyero y la yunta representada por los toritos pirotécnicos que pasean por las calles del pueblo en el sentido contrario a las manecillas del reloj hasta llegar a la iglesia, donde el pueblo hace sentir el peso y la vigencia de los valores más profundos de la cultura nahua. Aún es posible escuchar a los viejos contar sus historias en la entrada de la cueva mientras esperan a que la oración se lleve a cabo dentro de ella y tenga el efecto esperado dentro del vientre materno que representa y que se comparten tres pueblos colindantes: Xoxocotla, Alpuyeca y Atlacholoaya. A ver al lado femenino del mundo asisten los hombres por la mañana, que se preparan para poder asistir a esta cita de la cual, depende la vida, incluida la del pueblo. A ver el lado masculino del mundo, van las mujeres por la tarde, después de que han regresado los que fueron a la cueva de Coatepec con el bule de agua que piden a la tierra. Ponen la ofrendan principalmente las mujeres y hacen guardia junto con la gente que acompañan la peregrinación en el montículo de la Santa Cruz que se encuentra en la carretera a Zacatepec, por el rumbo conocido como Tlaixpan, posiblemente porque es la tierra que está al frente, según el nacimiento del sol. Ahí hay un espacio donde ser reúne la gente desde hace siglos a entregar la ofrenda que contiene mole verde sin sal, chocolate sin azúcar, tamales nejos, alcohol, flores, los xochimamastles medianos, copal, ceras, una veladora y el bule con agua que han traído los encargados que fueron a la cueva. Se entiende, que se hace una ofrenda para que llueva bien, para que el viento sea bueno, que no fallen las nubes para tener buenas cosechas y por lo tanto habrá comida, salud, bienestar para todos. El pueblo puede construir su felicidad y mantiene una relación sana con su entrono. Y eso se hace en un espacio que no es de nadie, es de todos. Se cuida por

todos. Hay una forma de apreciarlo y valorarlo que responde a una necesidad colectiva. Sin embargo, la idea de la propiedad privada, ha ido poco a poco dando pasos hacia la segmentación, no solo de los vienes materiales, si no también de los patrimonios intangibles. Hay veces en que parece que no hay esperanzas, pues los marcos legales no reconocen los derechos colectivos, y pueden hacerse cosas por la vía legal, que no sean visibles necesariamente. Eso permite casos de impunidad y da opacidad a los procesos, que en contraparte, no suceden en las acciones colectivas de la comunidad. Así fué como resultó que alguien, maestro de profesión, que creció con la idea estudiar para sacar al pueblo del atrazo en el que ha vivido por mucho tiempo, aceptó comprar el predio que abarca, según los límites establecidos en los documentos legales, casi la totalidad del espacio donde se desarrolla esta ofrenda y la danza de las ramas, sin incluir la Santa Cruz. Pero, la situación se complica, cuando un hijo, con una educación más neoliberal, por los cambios educativos que han sucedido en el país, lo vendió a otra persona que no es del pueblo. Paso seguido, con un terreno a bordo de carretera, se ofreció para construir e instalar una tienda OXXO en ese lugar. Fueron algunos años de debatir respecto a la importancia de este lugar para la colectividad. Se hicieron asambleas, se reunieron a tratar de llegar a un acuerdo y como suele ser que pasa, los papeles de dudosa procedencia para la colectividad, pero legales para las institucionalidad, se otorgó la autorización para establecer dicha tienda de conveniencia. Iniciaron los trabajos de construcción, rascaron la tierra que durante siglos ha sido acariciada por quienes bailan y hacen la ofrenda. Mientras la gran población fue campesina, la Danza de las Ramas era ejecutada por adultos. Ahora, al paso del tiempo, solo los jóvenes y los niños lo hacen. No estoy muy seguro de que sepan porqué, pero si se siente. Alguien dijo que las cosas son inevitables porque tienen papeles. . . . y es verdad. Sucedió que ante la impotencia de hacer las cosas por la vía legal, la gente se citó a reuniones, se presentaron documentos emitidos por la autoridad legal, en la que el maestros había donado a la comunidad el predio en disputa y se acuño el dolor, el coraje, la impotencia que tuvo su camino en la acción. Se acudió a detener la obra con un trascabo se derribaron y se sepultaron los cimientos y castillos de lo que aún, no es una tienda de conveniencia. Y de alguna manera se retomó el espacio que es de todos. Cuentan que en la noche de la víspera de la Fiesta de Ascensión, unos morilleros pasaron a caballo rumbo a Jojutla a vender sus morillos. Uno de ellos ya tenía antojo y vió una tienda abierta, cosa rara, porque ese lugar estaba lejos del pueblo. Así que decidió pasar a comprar un cigarro y le dijo a su compañero que se adelantara, que iba a comprar y lo alcanzaba. Eso hizo, y para él, solo había pasado un instante, cuando entró su compañero y lo sacó a empujones. Al salir le reclamó - ¿Por qué me sacas? ¡Apenas me iban a despachar! Y su amigo le contestó- ¡No! Si ya tienes un año y tu familia te espera. Dicen que se abre un encanto y por ahí entiendo, se habla con la tierra y el cielo. Por eso, en el pueblo de Xoxocotla, no se acepta otra tienda, que ya se ve que, no se puede hablar con nadie.

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Presencias, analogías y definiciones temporales y de procedencia en la Zona Arqueológica El Tlatoani. La Cerámica Plomiza Tohil como marcador del Horizonte Posclásico Temprano

Arqlgo. Raúl F. González Quezada P.A. Berenice García Vázquez

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na de las mediaciones metodológicas en la investigación arqueológica es la de resolver situaciones problemáticas identificatorias relacionadas con la cronología y la procedencia de los materiales arqueológicos. Cuando se usan estrategias técnicas derivadas de las llamadas ciencias duras, se asume que tanto cronología como procedencia se determinan de manera absoluta, y cuando solamente se encuentra el juicio descriptivo e interpretativo del arqueólogo se supone que se trata de una determinación relativa. Por un lado, respecto al orden temporal, las llamadas cronologías relativas se basan fundamentalmente en presencias, ausencias y analogías de materiales arqueológicos recuperados en procesos de recolección de superficie o excavación, así como modelos matemáticos de taxonomía numérica y seriación. La transferencia de estrategias técnicas desde otras ciencias ha permitido a la Arqueología liberarse lentamente de las analogías donde la descripción a simple vista de atributos y características del material arqueológico era el único recurso para establecer cronologías, y contamos con técnicas absolutas de fechamiento desde la técnica desarrollada por Willlard Libby del fechamiento por radiocarbono, disponible desde mediados del siglo pasado, hasta estrategias como la termoluminiscencia, la arqueointensidad magnética absoluta, el paleomagnetismo, la dendrocronología, potasio-argón para elementos de gran antigüedad, el colágeno residual, etc. Por otro lado, los análisis de procedencia cuando se hace desde una perspectiva relativa ha dependido de las analogías formales de los materiales que se comparan al interior de una región y entre ellas, así se han definido áreas culturales, rutas de intercambio, esferas de interacción, procesos tributarios, comercio, etc. Actualmente se cuenta con múltiples estrategias para realizar los análisis de procedencia en términos absolutos, buscando a nivel atómico las huellas de identidad y poder realizar analogías de los materiales arqueológicos en este nivel. Se utilizan fundamentalmente al interior de la llamada espectroscopia atómica, los detectores a través del plasma de acoplamiento inductivo (ICP-MS), la espectroscopia de absorción atómica, la fluorescencia atómica; y dentro de las estrategias derivadas de la Geología, se usa la difracción de rayos X, análisis geoquímicos, el microscopio electrónico de barrido, etc. Sin embargo, en todo caso, la pretensión tradicional sigue siendo en esencia la misma, establecer desde la definición de “tipos diagnósticos”, cómo se configuran las llamadas “áreas culturales”, se logre esto a través de estrategias cronológicas y de procedencia relativas o absolutas. La investigación arqueológica crítica a diferencia de la tradicional, tiene el propósito de explicar la génesis y transformación de los grupos sociales, el orden en el que se organizaron para producir y asegurar su reproducción como sociedad, así como todo el orden político y

Foto1. Variedad de panes corrientes y refinados en un puesto del mercado municipal. Adrián Fuentes Aguirre

cosmovisional inherente en este proceso. La perspectiva crítica es fundamentalmente sostenida desde el descubrimiento del excluido en el proceso histórico y en la práctica histórica también, desde la periferia y la subordinación. El Proyecto de Investigación y Conservación de la Zona Arqueológica El Tlatoani, Tlayacapan, Morelos, ha avanzando en el reconocimiento de situaciones problemáticas identificatorias en la arqueología regional y en general de América Media. Se han comenzado a dilucidar algunos momentos de ocupación, desarrollo y transformación de los grupos que habitaron en época previa a la invasión española en el sitio. Al momento solamente contamos con el avance en el análisis de los materiales arqueológicos cerámicos provenientes de la cima del cerro Tlatoani. De ahí hemos identificado materiales cerámicos cuya cronología relativa nos acerca a momentos desde el Epiclásico hasta el Posclásico Tardío (600-1521 d.n.e.), con mayor énfasis en materiales del Posclásico Temprano (1150-1200 d.n.e.). La esfera de interacción se encuentra centrada fundamentalmente en el Altiplano Central. Para el Posclásico Tardío (1350-1521 d.n.e.) el Altepetl de Tlayacapan era tributario de Totolapan, pueblo que a su vez tributaba a la cabecera sometida por el poder hegemónico de la Tripla Alianza colocada en Huaxtepetl (Oaxtepec). Para el Posclásico Temprano desconocemos el orden político con precisión en el que se encontraba Tlayacapan, pero sabemos que ya habían colonizado las cimas del cerro Tlatoani, donde hemos localizado órdenes arquitectónicos asociados a templos, palacios y quizá también talleres. Tiempo antes, en el occidente del actual estado de Morelos, Xochicalco tras 450 de ocupación llegaba a un colapso donde se vería involucrada la violencia hacia el año 1100 d.n.e. (Alvarado y Garza 2010). En todo caso Tlayacapan sería periferia de órdenes hegemónicos mayores respecto a los órdenes cronológicos que hemos localizado, es decir, se trataba de un orden de los excluidos, de las márgenes sociales del poder. El material cerámico analizado proveniente de la cima del cerro Tlatoani, responde a una porción pequeña del asentamiento total, se trata solamente un porcentaje cercano al 10% del un altepetl que se extiendía sobre la ladera oriental del cerro y cubría más allá del actual centro histórico de Tlayacapan hacia el oriente, norte y suroeste. Los análisis cerámicos nos permiten inferir desde sus formas, la funcionalidad posible y desde ahí, los elementos de la vida cotidiana de los grupos que vivieron en el lugar. Por ejemplo, artefactos cerámicos destinados para contener, transportar, presentar preparar y servir alimentos y bebidas como los cajetes, vasos, copas, jarras, también las ollas, salineras, cucharones, comales, molcajete y más enseres eran destinados para la alimentación diaria; mientras que para los momentos asociados al ritual o incluso al espacio lúdico o terapéutico se recurría a los sahumadores, incensarios, braseros, figurillas, flautas, ocarinas, silbatos, sonajas y otros elementos de carácter litúrgico. La composición de los materiales con que fueron elaborados nos permite inferir momentos productivos, desde el procuramiento de las materias primas, hasta los procesos de elaboración y decoración. Entre los materiales cerámicos identificados hemos localizado fragmentos del Tipo cerámico denominado Tohil Plomizo o Plumbate Tohil, asociado con técnicas relativas y absolutas en otras áreas de América Media hacia el Posclásico Temprano (900-1200 d.C). Este tipo ha sido localizado en un área que abarca desde Panamá, Chichen Itza y hasta Nayarit. El nombre “Plomizo” se le atribuyó por que en un principio se creyó que tenia acabado de superficie de vidriado de plomo, fundamento que fue superado al encontrar que la arcilla contenía aluminio y hierro en proporciones altas y la reducción parcial del cocido dio como resultado una superficie vitrificada. Los colores que presenta la superficie parten del gris, anaranjado, violeta al verde proporcionando un efecto metálico poco común en la cerámica previa a la invasión española. Por lo vistoso y poco común de su apariencia se piensa que el uso de esta variedad cerámica fue

Fragmento de vasija efigie Plomiza Tohil procedente de El Tlatoani, Tlayacapan

domingo 11 de noviembre de 2012 generalmente de ornato, como las vasijas efigies, las miniaturas y las vasijas de una elaboración muy distintiva que eran manejados como bienes suntuarios; a diferencia de la variedad San Juan Plumbate del Clásico Tardío y el Terminal para la zona maya (600–900 d. C) que se utilizó esencialmente para elaborar vasijas más simples, como las vasijas de silueta mixta, tinajas grandes, vasijas de borde evertido, los cilindros y los cuencos. Por medio de unos análisis absolutos de procedencia realizados por medio de Espectrometría de Masa con Plasma de Acoplamiento Inductivo por Medio de Ablación Láser (LA-ICP-MS) aplicados a una muestra de 207 barros provenientes de 132 lugares de la frontera México– Guatemala, se ha encontrado que es probable que la fuente de arcilla con la que se elaboraba la pasta de la variedad Tohil Plomizo, proviene de la inmediación de dos sitios llamados La Primavera e Izapa en los cauces del rio Cahuacan, en lo frontera México-Guatemala y el material con engobe es relacionado con materias primas cercanas más al interior del mismo rio. La pasta del San Juan Plomizo proviene de la desembocadura del rio Naranjo y el material con engobe se encuentra más hacia el cauce del rio entre el sitio La Blanca y la costa. Intentando determinar por métodos absolutos la procedencia de los talleres de este tipo cerámico se han realizado prospecciones por medio de un magnetómetro para detectar variaciones debajo de la superficie de la tierra en el área del sitio de La Blanca en Guatemala, apoyado por un barreno manual para obtener muestras que contuvieran una significativa cantidad de tiestos y desechos de actividades de cocción que evidenciaran hornos de cocción de la cerámica plomiza, pero no se han obtenido resultados fructíferos, situación que expone una discusión vigente si la cerámica plomiza se manufacturó en la zona litoral al este de la región del Soconusco, pero no hay que escatimar que no seria factible que la fuente de materia prima estuviera muy retirada de los hornos de cocción. Más allá de la procedencia lo que interesa concertar es que la variedad Plomiza Tohil se encuentra directamente vinculada con una red de intercambio relacionada con el desarrollo del horizonte llamado Posclásico Temprano, íntimamente vinculado con Tula en el Altiplano Central, hacia el año 900 d.n.e. y su caída colocada hacia 1175 d.n.e. (Davies 1977, 1980; Diehl 1983), lugar que se encontraba en pleno auge y que después de un descenso de la población en el centro y sur de la Cuenca del México, junto con Cholula, se situaron como las dos principales centros de poder. Para este tiempo sucedió el colapso del Clásico maya y Chichen Itzá ascendió como entidad hegemónica al norte de Yucatán, ciudad también relacionada elementos arquitectónicos y sígnicos con Tula. Éste es un período mal comprendido en el actual estado de Morelos, poco sabemos al respecto, en todo el estado solamente se ha intervenido un sitio más de esta temporalidad más allá de pozo de sondeo, Santiago Tepetlapa en Tepoztlán (Giselle Canto comunicación personal 2012). Sabemos que en general para la Cuenca de México se registró una baja poblacional (Smith 1992), quizá derivado de la pugnas por el control de un poder que se colapsaba en los centros del Epiclásico. Tula creció quizá, frente a una ausencia de competencia de otros sitios hegemónicos que colapsaron, como Xochicalco y Cantona. Según Chimalpain, Tula desarrolló nexos cercanos tanto con Culhuacan como con Otompan quizá desde el siglo IX (Prem 1999:57, Evans 2001:90). El vínculo comercial de Tula se desarrolló ampliamente hacia rutas que alcanzaban incluso la zona maya; gran cantidad de ecofactos volcánicos eran enviados hasta la Península de Yucatán desde el Altiplano Central, seguramente controlado por el control tolteca, a través aparentemente de sitios sincrónicos como El Tajín. La obsidiana provendría tanto de Sierra de las Navajas como de Ucareo, aunque también se enviaría ceniza volcánica que serviría como desgrasante de los tipos cerámicos denominados pizarra. El supuesto de la invasión militar tolteca hacia la Península de Yucatán se sostiene menos que la idea de la compartición de signos bélicos asociados al poder hegemónico que compartieron en regiones diferenciadas ambos centros poblacionales (cfr. Kepecs 2007; Cobean, Mastache y Crespo 1981:198) De hecho es altamente improbable que se pueda sostener la definición de la hegemonía tolteca sostenida como un imperio (cfr. Smith y Montiel 2001:269-270), figura avanzada más que a través de la contrastación arqueológica, con elementos integrados desde hipótesis derivadas de fuentes escritas del siglo XVI que ensalzan la “toltequidad” como elemento de retórica política, ésta resultó ser un elemento simbólico del poder pretérito, lectura rápida del discurso mexica, colhua, acolhua. El complejo cerámico asociado a Tula Grande comprende los tipos cerámicos Mazapa Rojo sobre Café, que eventualmente no se elaboraría fundamentalmente en Tula mismo, el Joroba Anaranjado sobre Crema, de los que derivaría aparentemente el Jara Anaranjado Pulido paradigmático de la fase Tollán, Borde Rojo sobre Café, Rebato Rojo Pulido, Manuelito Café Liso, Acta Rojo Pulido, Sillón Inciso, los comales Mendrugo, los braseros Abra Café Burdo, las ollas Soltura Rojo Alisado, Tarea Rojo Pulido, los sahumadores Alicia Calado, las ollas Blanco

543 Levantado; así como las vasijas importadas como la Plomiza Tohil. (Cobean 1990:274-481) En conclusión, la determinación relativa y absoluta tanto de la cronología como de la procedencia de la cerámica Plomiza Tohial en contextos primarios, nos marca que la presencia de ésta en el Tlatoani es efecto de una ocupación durante el Posclásico Temprano. El hecho de que se localice en el área destinada a la gestión político-administrativa y a los talleres en la cima del cerro también nos permite inferir, tal como aparece en otros contextos de América Media, que es una vajilla asociada a la vida cotidiana de la clase hegemónica local. Ahora vemos con precisión que no solamente Tlayacapan como altepetl era marginalidad de todo un sistema mayor de hegemonías regionales, sino que también al interior de éste, el complejo entramado de las contradicciones sociales permitía que una clase tuviera acceso diferencial a bienes que seguramente tendrían un gran valor de intercambio derivado de la lejanía de su procedencia. La situación no sería relevante hasta ahora, sino consideráramos que en toda sociedad clasista, tras la acumulación de poder en unos, frecuentemente está la desacumulación por el otro. Nos aguarda aún contrastar que así sea y el próximo año, con los trabajos actuales de arqueología de superficie donde hemos localizado las habitaciones probables de la clase subalterna en Tlayacapan hacia el Posclásico Temprano, podamos al excavar contrastar si entre su utillaje se localiza también cerámica Plomiza Tohil. Bibliografía Alvarado, Claudia I. y Silvia Garza 2010 El Carácter defensivo de Xochicalco (650-1100 d.C.). Arqueología No. 43:136-154. Cobean, Robert H. 1990 La cerámica de Tula, Hidalgo. Colección Científica, INAH, México. Neff, Hector 2003 Analysis of mesoamerican plumbate pottery surfaces by lasser ablation-inductively coupled plasma-mass espectometry, (LA-ICP-MS). Journal of Archeological Science. Vol. 3, No. 30:21-35. Cobean, Robert H., Alba Guadalupe Mastache y Ana María Crespo 1981 La cronología de la región de Tula. En La Interacción Cultural en México Central. Pp. 187-214. Rattray, Evelyn, Jaime Litvak King y Crespo Díaz (compiladores), UNAM, México. Davies, N. 1977 The Toltecs Until the Fall of Tula. Norman, University of Oklahoma Press. 1980 The Toltec Heritage: from the Fall of Tula to the Rise of Tenochtitlan. Norman, University of Oklahoma Press. Diehl, Richard 1983 Tula: The Toltec Capital of Ancient Mexico. Thames and Hudson, Nueva York. Evans, Susan Toby 2001 Aztec-Period Political Organization in the Teotihuacan Valley. Otumba as a city-state. Ancient Mesoamerica, Vol. 12:89-100. Kepecs, Susan 2007 Chichén Itzá, Tula, and the Epiclassic/Early Postclássic Mesoamerican World System. En Twin Tollans: Chichén Itzá, Tula, and the epiclassic to early postclassic Mesoamerican world. Kowalski y Cynthia Kristan-Graham (Editores). Neff Hector y Ronald L. Bishop 1988 Plumbate origins and development. the Society for American Archeology. American Antiquity. Vol. 53, No. 3:505-522. Neff Hector 2004 Buscando las fabricas del plomizo: Exploraciones geofísicas en el área de La Blanca, costa sur de Guatemala. En XVIII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, pp. 1059-1068, editado por J. P. Laporte, B. Arroyo y H. Mejía. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala. Prem, Hans 1999 Los Reyes de Tollan y Culhuacan. Estudios de Cultura Nahuatl. No. 30:23-70. Smith, Michael E. 1992 Rhythms of change in Postclassic central Mexico: archaeology, ethnohistory, and the Braudelian model. En Archaeology, Annales, and ethnohistory. Pp. 51-74, Knapp, Bernard (editor). Cambridge University Press. Smith, Michael E. y Lisa Montiel 2001 The Archaeological Study of Empires and Imperialism in Pre-Hispanic Central Mexico. Journal of Anthropological Archaeology. No. 20:245-284.

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Mtra. América Malbrán Porto

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Santos en la fachada del Templo de San Mateo Apóstol en Chalcatzingo

E

l poblado de Chalcatzingo está situado en el Municipio de Jantetelco, al oriente del actual estado de Morelos. En el centro del valle del río Tenango o Amatzinac. La población actual es básicamente agrícola y en los últimos años se ha introducido el cultivo de sorgo, aunado a las hortalizas y la caña de azúcar, implantada durante el periodo colonial. Otra de las actividades de la población es la elaboración de artesanías, que surgen a raíz de la fama de sus típicos cuexcomates, que se han difundido a niveles nacionales e internacionales, aunque “la modernidad” ya no requiere almacenar el maíz en este tipo de silos Al llegar a la población destaca en la plaza central la iglesia, que data del siglo XVIII, dedicada a San Mateo Apóstol, santo patrono del pueblo, cuya fiesta se celebra el 21 de septiembre. Junto a esta construcción se encuentra la capilla, más antigua, pues fue construida por los agustinos en el siglo XVI, y está dedicada al Dulce Nombre de Jesús. La fachada de la iglesia está formada por tres cuerpos y tres calles en las que se aprecian siete nichos que albergan imágenes de santos, tres en cada calle lateral y uno en el centro en la parte superior (Fig.1). En el segundo y tercer cuerpo se han distribuido los cuatro evangelistas, San Mateo, a quien se dedicó la iglesia, San Marcos, San Lucas y San Juan, cada uno de ellos sostiene el evangelio en la mano izquierda. Sólo reconocemos a San Marcos del lado izquierdo y a San Lucas del derecho con sus respectivos atributos: el león y el toro (Fig.2). Los otros dos han perdido el símbolo que los identifica. Los cuatro autores de los Evangelios han sido relacionados simbólicamente con los cuatro seres vivientes del Apocalipsis 4,7: “El primer Viviente, como un león; el segundo Viviente, como un novillo; el tercer Viviente tiene un rostro como de hombre; el cuarto viviente es como un águila en vuelo.” Ap 4,7. En la parte central se observan, en alto relieve, dos arcángeles, del lado derecho reconocemos a San Rafael que carga los peces en la mano izquierda y el bastón o bordón de peregrino con Fig.2. Los Evangelistas San Marcos y San Lucas con sus respectivos atributos. Foto América Malbrán Porto

la calabaza en la mano derecha; mientras que del lado izquierdo podemos suponer que se trata del arcángel Miguel ya que tiene la espada desenvainada en la mano derecha. La imagen que remata el nicho superior presenta el mismo problema que otras, ya que no es posible reconocer de qué personaje se trata pues el único elemento que observamos es el libro. El nicho está enmarcado dentro de dos columnas y una trabe, ésta última sostenida por dos pequeñas figuras infantiles o posibles querubines, de los que no podemos apreciar las alas, que están sentados sobre los capiteles de orden corintio de las columnas. Remata la escena una granada con una flor a cada lado, elemento que simboliza en sus granos las perfecciones divinas incontables a lo que se añade la redondez del fruto como expresión de la eternidad divina, y la dulzura del jugo como la del gozo del alma que ama y conoce. En el conjunto de la fachada, así como el interior de la iglesia, se aprecia claramente la mano indígena, que da origen al estilo denominado, por José Moreno Villa, como tequitqui. Es evidente que la fachada de esta iglesia estuvo olvidada por largo tiempo y que recientemente fue “remozada” dándole los colores actuales y unificando todas las figuras, con pintura de aceite. También es probable que más de una de estas imágenes haya perdido la cabeza en algún momento de su historia, como es el caso de San Pedro, ya que en una foto anterior tomada en los años 70’s, podemos apreciar su semblante más alargado y barbado (Fig.3). Es probable que si en este edificio se realizara un cuidadoso trabajo de restauración se pudieran detectar los colores originales de cada escultura, lo que haría más fácil su identificación dentro de la lectura del conjunto iconográfico, de ahí la trascendencia del trabajo realizado por especialistas, que si bien es más lento, siempre busca respetar y conservar la esencia del monumento histórico.

Fig.1. Iglesia de San Mateo Apóstol, en Chalcatzingo. Foto América Malbrán Porto,2012

Fig.3. Dos aspectos de San Pedro. Izquierda foto de Jorge Angulo V. 1971, derecha San Pedro, con su cabeza regordeta. Foto América Malbrán Porto

Órgano de difusión de la comunidad de la Delegación INAH Morelos Consejo Editorial Eduardo Corona Martínez Israel Lazcarro Salgado Luis Miguel Morayta Mendoza Raúl Francisco González Quezada Coordinación editorial de este número: Joanna Morayta Konieczna Diseño y formación: Joanna Morayta Konieczna

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