San Salvador de Jujuy: una, otra, esta ciudad

July 1, 2017 | Autor: A. García Vargas | Categoría: Identidades, Comunicacion y Cultura , sociología de la comunicaciòn, Ciudad y Comunicación
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Descripción

GARCÍA VARGAS, Alejandra (2010): “San Salvador de Jujuy: una, otra, esta ciudad”, en García Vargas (editora): San Salvador de Jujuy como texto. Imágenes y relatos de la ciudad. Jujuy, EDIUNJu.

San Salvador de Jujuy: una, otra, esta ciudad Alejandra García Vargas

La ciudad para el que pasa sin entrar es una, y otra para el que está preso de ella y no sale; una es la ciudad a la que se llega la primera vez, otra la que se deja para no volver; cada una merece un nombre diferente… Ítalo Calvino

En este ensayo exploro diferentes lecturas que definen a San Salvador de Jujuy como excéntrica, ordinaria o única. En el primer apartado, reviso de qué manera la capital jujeña resulta ajena a algunos abordajes de la literatura especializada. Luego, indago en qué medida es sólo una ciudad más dentro de un conjunto extenso de similares características. En tercer término, analizo cómo construyen específicamente la ciudad ciertas narrativas dominantes. Finalmente, propongo interpretar a San Salvador de Jujuy como lo que es: a veces una, a veces otra, pero siempre esta ciudad.

Otra ciudad: San Salvador de Jujuy como texto excéntrico. La teoría urbana ha excluido a muchas ciudades - y a sus habitantes - de sus propias referencias, explicaciones y descripciones acerca de las transformaciones, la potencialidad y el dinamismo que implica vivir en ellas.1 Es así que las figuras, textos e imágenes que permiten acercarnos a San Salvador de Jujuy como ciudad y a sus hombres y mujeres como actores urbanos implican por lo menos dos procesos de reconocimiento que permitan a la capital jujeña dialogar – desde su propia experiencia de articulaciones y tensiones – con otras dinámicas urbanas. El primero resulta especialmente evidente al pensar la ciudad latinoamericana desde la bibliografía producida en los países centrales que se distribuye a escala planetaria. En ese sentido, advierto dos tendencias principales. Una de ellas adscribe automáticamente a los estudios urbanos de Latinoamérica al campo del Desarrollo. En general, esta vinculación se produce mediante la atención a indicadores macroeconómicos2 e ignora otras vías de abordaje, que se consideran 

Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Jujuy. Zukin S., The cultures of Cities, Cornwall, Blackwel, 2005 2 Por ejemplo, Roberts, B., “Globalization and Latin American Cities”, International Journal of Urban and Regional Research (29.1), 2005, pp. 110-23; o bien Altamirano, T. e Hirabayashi, L. R., “The Construction of Regional Identities in Urban Latin America”, en Altamirano, Teófilo e Hirabayashi, Lane Ryo (editores), Migrants, Regional Identities and Latin American Cities, Society for Latin American Anthropology, Publication Series, Vol 13, 1997 1

insuficientes para atender a la urgencia del retraso. En el mismo movimiento, cancela o pospone el tema de la desigualdad, y su dependencia de las formas regionales del desarrollo capitalista. La otra tendencia de la bibliografía mencionada condena a las ciudades latinoamericanas a desaparecer o a jugar forzosamente un papel subsidiario en el tejido de redes pensadas desde países altamente industrializados de Occidente. ¿Qué lugar le cabe a Lima o Buenos Aires, por ejemplo, al interior del circuito de “ciudades globales” que propone Sassen3? Aquí, el procedimiento consiste en tipificar cada ciudad a partir de la selección de una cantidad limitada de indicadores y luego ponerlas en relación unas con otras. El resultado de esas operaciones conlleva la fructífera idea de flujos para pensar lo urbano pero al atender solamente a algunos de estos flujos – sobre todo, a los del capital financiero internacional - excluye radicalmente a las ciudades de nuestro continente, o les reserva un papel secundario. Ambas versiones alimentan la necesidad del primer reconocimiento mencionado: la producción latinoamericana sobre ciudades, lejos de conformarse a un mapeo previamente estandarizado de mundos urbanos homogéneos, subalternos, e imperfectamente relacionados a un tipo único de flujo global, se asienta en una prolongada tradición, y ofrece un amplio abanico de abordajes que va desde piezas salientes del ensayismo4 hasta análisis socioeconómicos5, pasando por una variada gama de etnografías urbanas6 y gran cantidad de aproximaciones semióticas7 , ecológicas8, políticas9 y culturales.10 Es así como puede afirmarse que la producción desde y sobre ciudades latinoamericanas ofrece diferentes perspectivas de lo urbano como clave explicativa de las sociedades de este continente, en escala renovada a partir de los procesos de restauración democrática del último tramo del siglo XX. Ahora bien, al menos en el caso específico de la Argentina, hace falta un proceso de reconocimiento suplementario. El relativo a lo que la producción metropolitana y rioplatense ignora y olvida, o simplifica bajo la adscripción al “tradicionalismo” como clave explicativa de las sociedades del interior del país. Este tipo de operaciones es especialmente intenso en relación con las ciudades, ya 3

Sassen, S., The global city, Princeton y Oxford, Princeton UP, 2001. Sarmiento, D.F., Facundo, Bogotá, Oveja Negra, 1986 (primera edición de 1851); Sarlo, B., Una modernidad periférica. Buenos Aires 1920 y 1930, Buenos Aires, Nueva Visión, 1988. 5 Coraggio, J. L., Política social y economía del trabajo. Alternativas a la política neoliberal para la ciudad; Madrid, UNGS/Miño y Dávila Editores, 1999. 6 Lacarrieu, M., “´A Madonna... yo le hago un monumento´. Los múltiples y diversos usos de la historia en la ciudad de México”, en Alteridades N 8 (16), UAM –Iztapalapa, México, 1988, pp. 43-59; Carman, M., Las trampas de la cultura, Buenos Aires, Paidós, 2006. 7 Silva, A., Imaginarios urbanos. Bogotá y Sao Paulo: cultura y comunicación urbana en América Latina, Bogotá, Tercer Mundo, 1992. García Canclini, N., Imaginarios urbanos, Buenos Aires, EUDEBA, 1999. 8 Cuenya, B. y Herzer, H. (coords.), Fragmentos sociales. Problemas urbanos de la Argentina. Buenos Aires, Siglo XXI, 2004. 9 Svampa, M., Los que ganaron. La vida en los countries y barrios privados, Buenos Aires, Biblos, 2001; Gorelik, A., La grilla y el parque. Espacio público y cultura urbana en Buenos Aires, 1987-1936, Buenos Aires, UNQ, 1998; Sábato, H., “El pluralismo cultural en la Argentina: un balance crítico”. En: Historiografía Argentina. 1958-1988, Buenos Aires, Comité Internacional de Ciencias Históricas/Comité Argentino, 1988. 10 Silvestri, G., El color del río. Historia cultural del Riachuelo, Buenos Aires, UNQ/Prometeo, 2003. 4

que éstas suelen acoplarse a la innovación y la modernidad. Al circunscribir al interior en general y a sus ciudades en particular al vasto e impreciso campo de lo tradicional, se cancela la necesidad de formas específicas de comprensión de sus actores, espacios y relaciones. Desde esta perspectiva, llegar al interior implica un viaje prolongado en el espacio pero también en el tiempo.11 Esta figura del extrañamiento – y la condena al pasado que ella implica – recorre la producción científica (i.e. la idea de “interior tradicional” de la sociología argentina, ejemplarmente el trabajo de Gino Germani12), artística (i.e. la descripción de una ciudad polvorienta y detenida en el tiempo, y hasta el mismo título, de la novela “El lugar perdido” 13) y periodística (i.e. cualquiera de los relatos de partidos de fútbol jugados en el interior y transmitidos en vivo por canales televisivos de distribución nacional y sede en Buenos Aires) . La producción local retoma conflictivamente esta imagen. A veces, la utiliza sin intermediaciones (por ejemplo, en los relatos de gestión urbana municipal vinculados a la idea de desarrollo, que reproducen en su lectura de la relación Buenos Aires-Jujuy las limitaciones señaladas sobre los abordajes teóricos europeos o norteamericanos sobre ciudades latinoamericanas). Otras, la reacomoda a argumentos propios (en la prensa local de la década de 1940 se observa, por ejemplo, de qué modo Buenos Aires es a un tiempo oponente, un “otro” lamentablemente expuesto a peligros y multitudes, pero también medida del gusto, en una ambivalente relación de superioridad y admiración que admite -y solicita- su juicio en materia de distinción14). Y otras, la discute y revierte punto a punto mostrando a esta pequeña ciudad capital de una provincia de frontera en la descripción de su propia e inestable complejidad, volviéndola una poderosa máquina de pensar lo social (como lo hace por ejemplo la obra literaria de Jorge Accame, tanto en sus piezas teatrales Venecia o Chingoil Company como en su novela Forastero15). Pero en todos los casos mencionados, hay apropiaciones y selecciones que le dan un giro propio a la percepción de la ciudad. El segundo reconocimiento que se impone es, entonces, el de aquellos

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En buena medida, las líneas que siguen son fruto de los interesantes aportes de Emanuele Amodio – y nuestra larga conversación sobre “Los pasos perdidos” de Alejo Carpentier - a mi conferencia en el I Encuentro Internacional sobre Comunicación y Cultura “Interculturalidad, globalización y comunicación”, realizado en Cochabamba en 2008 y organizado por Unión Latina, el Centro Cultural Simón Patiño, el Viceministerio para el Desarrollo de Culturas de la República de Bolivia y la OEI. 12 Germani, G., Sociología de la Modernización. Estudios Teóricos, Metodológicos y aplicados a América Latina, Buenos Aires, Paidós, 1969. 13 Huidobro, Norma, “El lugar perdido”, Buenos Aires, Alfaguara/Clarín, 2007 14 Véase García Vargas, A., “Cuerpos a diario. Representaciones del cuerpo en la prensa gráfica jujeña”, en Santamaría, Daniel, Kulemeyer, Jorge; Mirande, Eduarda y otros: Cuerpos, Jujuy, Universidad Nacional de Jujuy–Red de Editoriales de Universidades Nacionales, 2001, pp. 97-108; “Crónicas de fantasmas. Periódicos locales e imaginarios urbanos de San Salvador de Jujuy”, en Revista Cuadernos Nº 24, San Salvador de Jujuy, FHyCS, UNJu, 2004, pp.123144; y “En construcción. Geografías del poder y sentidos del lugar en San Salvador de Jujuy”, en Actas del VII Congreso ALAIC y VIII Congresso Latino-americano de Pesquisadores de Comunicaçao. São Leopoldo, Rio Grande do Sul, Brasil. Universidade do Vale do Rio dos Sinos (UNISINOS) y Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC), 2006. 15 Accame, J., Forastero, Buenos Aires, Sudamericana, 2008; Venecia, Jujuy, Teatro Vivo, 1999; Chingoil Company, Jujuy, Libros del Arco Iris/Banco Credicoop, 1996.

abordajes que son capaces de incluir en la agenda de la producción científica e intelectual sobre ciudades las experiencias no metropolitanas (ni rioplatenses, en el caso de Argentina), por fuera del relato de la tradición homogénea y anquilosada como marca única de su urbanidad. En definitiva, frente a los procesos de simplificación de los fenómenos urbanos no metropolitanos correspondientes a países periféricos que se mencionan en este apartado, puede contestarse que las ciudades poseen significaciones sociales específicas, irreductibles a su tipificación y ordenamiento en una suerte de “tablero de la liga de ciudades”.16

Una ciudad: San Salvador de Jujuy como texto ordinario La figura de ciudades ordinarias que propone Jennifer Robinson17 invita a generar un movimiento post-colonial – alimentado por los recursos del urbanismo comparativo- que vea a todas las ciudades como ordinarias, antes que como categorías jerarquizadas definidas a priori.18 De ese modo, la ciudad sólo resulta significativa si se la considera como un lugar y, al mismo tiempo, si se tensan sus relaciones y articulaciones – histórica y socialmente construidas - con diferentes sitios. También los barrios o áreas de la ciudad resultan significativos sólo en relación con los demás barrios o áreas y con la ciudad en su conjunto, ya que – cómo estos - son producto de una geografía, una historia, una economía, una cultura y una política que se juegan a distintas escalas y nunca están acabadas.19 Es así que si bien el tejido urbano incluye diferentes zonas que lo constituyen, no hay que olvidar que estos sectores no son piezas acabadas si no parte de una continuidad que adquiere contornos tan específicos como variables en diferentes procesos de sistematización. Procesamiento que se da en el análisis científico – que, como rasgo diferencial, utiliza metodologías de tipificación reguladas por el propio campo – pero también en la creación artística, la interpretación humanística y – por supuesto –las propias consideraciones de los actores en sus procesos de espacialización de/en la ciudad. Considerar a las ciudades como ordinarias y reconocer que sólo puede comprendérselas a partir de sus múltiples vinculaciones con diferentes escalas, permite eludir tanto los riesgos colonialistas de jerarquías que condenan a algunas ciudades a la subordinación y el atraso, como la tentación provinciana de abordarlas mediante la clausura de un espacio que se explicaría por sí mismo, sin

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Tal es la imagen que utiliza coloquialmente Robinson para sintetizar el punto. Véase García Vargas, A. y Román Velázquez, P., “Ciudades ordinarias”. Entrevista a Jennifer Robinson, en Población y Sociedad Nº 12/13, San Miguel de Tucumán, Universidad Nacional de Tucumán/Fundación Yocavil, 2006, pp. 203-226. 17 Robinson, J., Ordinary Cities. Between Modernity and Development, Londres, Routledge, 2006 18 Robinson se ocupa fundamentalmente de la polarización entre los estudios dedicados a la “modernidad” urbana para las ciudades de países altamente industrializados y centrales en la dinámica financiera global - y los del “desarrollo” – para las de países no-centrales. En el argumento que venimos desarrollando aquí, en el caso de ciudades del interior hablaríamos de ciudades “tradicionales” y “subdesarrolladas” incluso en su comparación con las más “modernas” y “desarrolladas” capitales nacionales (u otras áreas metropolitanas reconocibles nacionalmente). 19 García Vargas, A., “En construcción…”, op. cit.; y “Geografías…”, op. cit.

controversias. La posición que proponemos permite ver al espacio urbano como una tarea de construcción colectiva, social e histórica, conflictiva y contingente. San Salvador de Jujuy es una ciudad latinoamericana, capital de una provincia argentina de frontera situada en un valle surandino distante 1.600 Km. de Buenos Aires. Algunas dinámicas poblacionales permiten notar cercanías y lejanías vinculadas a la variación del peso relativo de la ciudad capital en relación con la provincia de Jujuy y a los vínculos tensos con la nación. La década de 1990 mostró un proceso de desarticulación profundo20, marcado por la disolución de los rasgos de integración de la provincia de Jujuy a la Argentina, como Estado y como mercado: el levantamiento del Ferrocarril, la privatización de Altos Hornos Zapla, el deterioro de los servicios públicos de salud y educación, son algunos de los hitos salientes de este proceso. Pero me gustaría señalar que la desarticulación profunda descripta por Manzanal se repite a nivel provincial, agudizando tendencias anteriores. Es así que durante la década de 1990, la urbanización de la población y su concentración en la capital provincial muestran un punto culminante de los procesos de drenaje de la población de las zonas altas y del campo en general hacia áreas de desarrollo capitalista más dinámico (que incluyen a San Salvador de Jujuy como destino casi preferencial) descripto por Karasik,21 y de la hipertercerización de la economía señalada por Stumpo22 y Golovanevsky. En mirada retrospectiva, y a partir de los censos nacionales, puede decirse que la mayor parte de la población de Jujuy es urbana y que el mayor número de estos habitantes está en la capital jujeña (ya en el Censo 1991, el conjunto de San Salvador de Jujuy, Palpalá y El Carmen concentran más de la mitad de la población provincial). En relación con el aglomerado San Salvador de Jujuy-Palpalá, Sala señala para el último tramo del siglo XX un leve descenso de la presencia de migrantes limítrofes, que llega a estabilizarse en un 5% de la población total.23 La demógrafa resalta además el envejecimiento y la feminización de esta población. En cuanto a la relación de la dinámica poblacional de la ciudad y su distribución espacial, San Salvador de Jujuy fue fundada el 19 de abril de 1593 entre los ríos Grande y Chico o Xibi-Xibi, y organizada según el modelo de la cuadrícula en damero exacto. Luego, la ciudad crece “desbordando” estos límites a partir de 1915. Si sistematizamos la extensión urbana en las tres áreas 20

Manzanal, M., “La cuestión regional en la Argentina de fin de siglo”, en Realidad Económica 166, Buenos Aires, IADE, 1999. 21 Karasik, G., Etnicidad, cultura y clases sociales. Procesos de formación histórica de la conciencia colectiva en Jujuy, 1970-2003. mimeo, Tesis Doctoral, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Tucumán, 2005. 22 Stumpo, G., “Un modelo de crecimiento para pocos. El proceso de desarrollo de Jujuy entre 1960 y 1985”, en Isla, A. (comp.): Sociedad y articulación en las tierras altas jujeñas. Crisis terminal de un modelo de desarrollo, Buenos Aires, ECIRA/ASAL/MLAL, 1992. 23 Sala, G., “Redistribución espacial y procesos migratorios”, en: Santamaría, D. (comp.), Jujuy. Arqueología, Historia, Economía, Sociedad, Jujuy, CEIC/Cuadernos del duende, 2005.

que surgen si se considera como límites a estos ríos, la información censal señala la consolidación de una tendencia a la concentración de la población en la zona Sur de la ciudad. 24 Si bien los indicadores de bienestar muestran cierta heterogeneidad en cada una de las áreas señaladas, coinciden en ofrecer los números más críticos en la zona Sur y los más privilegiados en el área Norte y el sector central denominado San Salvador de Velazco en el Valle de Jujuy (el área de la fundación), señalando, entonces, una concentración de los indicadores sociales críticos en la zona Sur, en la que se destaca por su magnitud el Barrio Alto Comedero. 25 En resumen, en San Salvador de Jujuy la población y la pobreza tienden a concentrarse hacia el Sudeste del río Chico o Xibi-Xibi. La complejidad de San Salvador de Jujuy se juega en distintas escalas: se trata de una ciudad violentamente excluida – junto a la provincia - del concierto nacional, excluyente a su vez en la dinámica provincial al concentrar la mayor parte de la población de la provincia con el drenaje de la población de las zonas rurales y las ciudades intermedias, en medio de un profundo proceso de polarización social, y al mismo tiempo expuesta a las dinámicas culturales globales vinculadas al turismo y a la provisión de servicios, a partir de la declaración de la Quebrada de Humahuaca como Patrimonio de la Humanidad por parte de UNESCO en 2003.

Esta ciudad: San Salvador de Jujuy como texto único

Las dinámicas sociodemográficas expuestas en el apartado anterior permiten notar ciertas características centrales de la ciudad de Jujuy. Permiten, además, incorporarla a la discusión general como una ciudad ordinaria. Pero las formas que hacen de la ciudad un texto único quizá se debaten tomando elementos de ambas vertientes, y sumándolos a otros nuevos para establecer, en diálogo o conflicto, un sentido de ciudad para San Salvador de Jujuy. Con sentido de ciudad estoy ajustando la idea de “sentido del lugar” expuesta por Gillian Rose a un espacio urbano.26 Rose incorpora este concepto para dar cuenta de cómo los diversos sitios resultan significativos por focalizar la emoción y la razón de las personas. Al mismo tiempo, los “sentidos de lugar” no se agotan en el nivel individual ni en la tramitación local de sus alcances, sino que 24

Una tendencia que crece y se profundiza desde 1980. Para el desarrollo de esta tendencia, véase García Vargas, A., “Visibles e invisibles. Periodistas, ciudadanos y cartógrafos en la construcción simbólica de San Salvador de Jujuy”, en Teruel, A, Lacarrieu, M. y Jerez, O. (comps.) Fronteras, Ciudades y Estados, Córdoba, Alción, 2003. Tomo II, pp. 8586. 25 Véase García Vargas, A., “La desigualdad a la vuelta de la esquina. San Salvador de Jujuy durante la década de 1990”, en Lagos, Marcelo (director): Jujuy bajo el signo neoliberal. San Salvador de Jujuy, EDIUNJu, 2009. Pp. 357399. 26 Rose, G., “Place and identity: a sense of place”, en Massey, D y Jess, P. (editoras): A place in the World? Places, culture and Globalizaton, Oxford, Oxford University Press / Open University (The Shape of the World), 1995, pp. 87132.

están social e históricamente construidos, se procuran simultáneamente en varias escalas y forman parte de un contexto mayor que los vincula con un conjunto de relaciones de poder específico. 27 En San Salvador de Jujuy, la producción de un sentido de ciudad implica adscripciones étnicas, de género y de clase, superpuestas con un uso instrumental del tiempo (el trabajo sobre el pasado y el futuro de la ciudad, vinculándolos a la tradición y a la modernidad) y un reparto ordenado del espacio (con la espacialización de las diferencias se construye una topología social en la que queda establecido quiénes tienen derecho a la ciudad28). Así, el debate por quién se queda con la ciudad (al menos, con sus imágenes más relevantes) se produce a partir de un intenso trabajo de representación en el que se revelan por lo menos tres estrategias fundamentales y estrechamente articuladas: la legitimación de aquellos actores con derecho para producir interpretaciones sobre la ciudad, la espacialización de las relaciones sociales y la construcción o mantenimiento de una tradición histórica. En cuanto al uso instrumental del tiempo, se discute el presente de la ciudad en una particular tensión con el pasado y el futuro. Tanto la recurrente hipótesis de la edad de oro como el deseo de una modernización urbana se elaboran de esta manera. Para el pasado de la ciudad, se construyen tradiciones selectivas que operan en diferentes registros. El dominante, traza una línea que parte de la fundación y atraviesa como nodos principales a diferentes episodios de las guerras de la independencia. En este registro, la idea de origen de la ciudad o de alguna de sus áreas específicas suele invocarse como forma primordial de la identificación con ella, y como garantía tanto para la continuidad de su definición por parte de aquellos actores que se vinculan genealógicamente a este origen (o se adecuan a las pautas que de él emergen), como para la relocalización de quienes resisten o vulneran esa selección. El pasado, de algún modo, define la disputa por el presente y la visión hacia el futuro, con un sentido de “conservación” que liga a la ciudad a lo que se postula como su origen. Así, los argumentos principales en diferentes procesos de patrimonialización de la ciudad de San Salvador de Jujuy giran alrededor de la definición de una “naturaleza esencial” en términos funcionales a la propia posición de quien los lidera.29 El poder emotivo de la tradición suele informar las estrategias que imponen este sentido de ciudad en cada caso.30 27

Las ideas que aquí se trabajan surgen de la tarea de análisis de representaciones provenientes de prensa gráfica local, normativa urbana, planos y mapas de la ciudad que realizo desde 1999. En cada caso, se señalan publicaciones que permiten ampliar o ejemplificar cada punto. 28 En la clásica acepción de Lefebvre. Lefebvre, H., production of space, Oxford, Basil Blackwell, 1991. Traducción de Donald Nicholson-Smith. 29

Jess, P. y Massey, D., “The contestation of place”, en: A place in the World? Places, culture and Globalizaton. Oxford, Oxford University Press/Open University (The Shape of the World), 1995, p.140 30 Para el análisis de casos de patrimonialización que operan en este sentido, véase García Vargas, A, “Traducciones. Multiculturalidad, espacio físico y espacio social en la patrimonialización de San Salvador de Jujuy durante la década de 1990”, en Ponencias 70 años de Periodismo y Comunicación en América Latina, La Plata, Facultad de Periodismo y

Para el futuro, la modernización aparece como un proyecto ambivalente entre expectativa deseada e imaginada sobre otras experiencias urbanas consideradas modélicas - e inevitable pérdida del orden conocido, vinculada ya sea a la mercantilización o a la “invasión” por parte de costumbres anacrónicas de distinto origen. En esta línea, la construcción de un “sentido del lugar” para la ciudad a partir de la década de 1990 se realiza dentro de redes narrativas sobre la economía simbólica sustentadas en la visión del consumo cultural y social y de una división étnica del trabajo31, que a veces se desea y otras se teme. En el registro patrimonialista asociado a estas narrativas, la ciudad aparece como escenario y no como sitio de trabajo.32 Además, se concibe el patrimonio a partir de la materialidad de lo construido y no de la de lo vivido, por lo que las calles son espectáculo y no un sitio para ganarse la vida. Situación que puede verse, por ejemplo, en la discusión por el trabajo callejero que lidera la prensa local.33 Con idénticos fines, el futuro de la ciudad suele asociarse al turismo, que aparece como un actor poderoso, vinculado a su vez con la globalización. En los folletos y afiches que interpelan al turismo o que defienden planes de patrimonialización, el espacio urbano se percibe como una escenografía detenida o como un plano. En ambos casos, la ciudad se muestra lejana y vacía. Como la estrechez de las calles del centro de San Salvador de Jujuy hace que la bulliciosa actividad de quienes las recorren parezca siempre multitudinaria, resulta difícil reconocer a la ciudad en la fijeza desértica de estas imágenes. Los procesos de espacialización, por su parte, se intersectan con las tendencias ya mencionadas. Es así que el sentido de ciudad dominante realiza un recorte espacial que representa metonímicamente al centro de la ciudad, entre los dos ríos que la atraviesan y sobre la cuadrícula fundacional como “la ciudad” en su conjunto, reforzando la relación polar entre el centro y la periferia, y su vinculación con la colonia y algunos sucesos de la guerra de la independencia. 34 Pero además del trazado de límites demarcatorios entre áreas de la ciudad – y su jerarquización diferencial – la identificación con un sentido de ciudad implica la diferenciación de aquello que se percibe como su exterior constitutivo. En el caso de San Salvador de Jujuy, se elige como contraste a otra ciudad de la región (Salta), a otro país (Bolivia) y a otro espacio provincial (el “Norte”, que agrupa en el decir local a Quebrada y Puna).

Comunicación Social, Universidad Nacional de La Plata, 2004; y García Vargas A., Configuraciones discursivas de los espacios públicos urbanos de San Salvador de Jujuy durante la década de 1990, Jujuy, mimeo. 31 Zukin, S. op. cit. 32 Véase García Vargas, A., “Señores, el Mercado es la cara de cada pueblo. El uso de la Banca XIII en relación con el conflicto por la privatización del Mercado Central Municipal de San Salvador de Jujuy”, en Actas de la Tercer Reunión de Antropología del MERCOSUR (III RAM), Posadas, Universidad Nacional de Misiones, 1999. 33 Para un análisis detallado de esta situación, véase el artículo de García Vargas y Bergesio que se incluye en este libro. 34 Véase García Vargas, A., “La iconicidad…”, op. cit.

Salta, la capital de la provincia que brinda el límite físico con la propia nación, se percibe como una ciudad deseable en infraestructura y estilo. En los medios locales, su sistema de transporte, sus políticas de patrimonialización, su cercanía a las formas urbanas que suelen asociarse a la globalización se interpretan como metas para el proyecto propio, y al mismo tiempo, como medida del gusto. Las características deseables de Salta, además, se vinculan a lo que también resulta apreciable en la Nación. Y la ausencia de lo que se percibe como ventajoso en Salta se asigna, por un lado, a la “viveza” de esa provincia que aprovecha sus propios recursos y también los de Jujuy35 y, por el otro, a una privación a la que la ciudad, y la provincia, son sometidas desde la nación.36 Esa idea de privación se explica complementariamente por la figura recurrente de la “bolivianización” de la ciudad. El uso de esta imagen expone una tensión entre la percepción de un “otro interno” peligroso o negativo y una suerte de exterior constitutivo amenazante para Jujuy. En ambas versiones, Bolivia, los bolivianos y las bolivianas operan por oposición, como desvío o como retraso. 37 La idea de “bolivianización” de la ciudad, al mismo tiempo, revela la articulación tensa de la ciudad – y la provincia en su conjunto – con Argentina, y encierra el reclamo por inclusión nacional en igualdad.38 Pero la situación presenta un tercer término: la declaración de la Quebrada de Humahuaca como Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad en 2003 colocó a la provincia en la agenda turística global, y acentuó la tensión de la ciudad con ese espacio. La naturaleza quebradeña (o el Norte, como se nombra localmente a Quebrada y Puna) se ha caracterizado en la tradición dominante como lugar de descanso y contemplación, y hábitat de lo indígena. El “indio permitido”39 jujeño está, pues, en el Norte como un componente natural más, pasible de ser admirado, pero también subordinado. Los medios locales lo construyen con una identidad esencialmente étnica y no conflictiva (que elude disputas de clase, género o nación), habitante de la Quebrada (donde ha de nacer, vivir y morir), de costumbres ancestrales (completamente anacrónicas), patrimonializado y patrimonializable (objeto principal del “turismo étnico”). Si cumple con esas características, merece

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Por ejemplo, al diseñar paquetes turísticos que tienen como destino principal paseos por la jujeña Quebrada de Humahuaca pero contemplan como único sitio de pernocte a la ciudad de Salta. 36 Por eso, por ejemplo, se dice por televisión que “parece que la Argentina termina en el río Las Pavas”. Ese curso de agua marca parte del límite político entre las provincias de Jujuy y Salta. 37 Para más detalles sobre la idea de “bolivianización” de la ciudad, véase García Vargas, A., “Geografías del poder. Comunicación transnacional y estudios interculturales en la periferia globalizada”, en Encuentro Internacional Comunicación y Cultura “Interculturalidad, globalización y comunicación” Memoria. La Paz, Fundación Visión Cultural, 2009, pp. 151-167. 38 Ib. 39 Cfr. Hale, C, “Rethinking indigenous politics in the era of the „indio permitido‟”, en NACLA Report of the Americas, September-October, 2004, pp. 16-37.

ser “protegido”.40 En cambio, su relación con la ciudad se interpreta como amenazante 41 o bien como desvío o retraso.42 Las tres líneas de interpretación del “exterior constitutivo” de la ciudad recién mencionadas se combinan en el desplazamiento de las costumbres andinas hacia una pertenencia nacional, y en la desvalorización de ambas. De ese modo, “coya” y “boliviano” se vuelven sinónimos como epítetos degradantes en el habla local cotidiana. Etnia y nacionalidad se superponen en la misma estrategia de extrañamiento: extranjeros y norteños son invasores del espacio urbano porque pertenecen naturalmente a otro lugar (o a otro tiempo), que además se considera inferior a la nación argentina (y su presente). La doble operación de espacialización e historización que construye un sentido de ciudad dominante para San Salvador de Jujuy, termina legitimando a los mismos actores para decidir en los proyectos estéticos, políticos y sociales para la ciudad. Todo el trabajo de los medios locales sobre este tema se vincula a una idea de tipicidad43 tan instrumental como discriminatoria. Puede reclamarse, con razón, que una enorme cantidad de hombres y mujeres disputan metro a metro, con distinta suerte, su derecho a la ciudad. Por ejemplo, casi diariamente durante la década de 1990 y con gran frecuencia en estos días, diversos grupos de manifestantes reclaman en la ciudad. Dos de las formas principales de la protesta son cortar los puentes que unen el centro con los barrios, y acampar en la plaza Belgrano. Ambas formas de protesta son fuertemente territoriales, e instauran un espacio nuevo que permite el reconocimiento del otro, mediante la alteración del orden de la ciudad. Son modalidades de protesta intensamente relacionadas con la memoria de la ciudad, que tradicionalmente invisibilizó a los actores que quedaban fuera del modelo ideal que propusieron las elites. Los manifestantes que cortan puentes o acampan en la plaza capitalizan en su protesta tanto la espacialización de actores como la tradición histórica selectiva dominantes. Desde la acción, el trabajo de representación vinculado a la contraposición entre centro/periferia o a la importancia del escenario de sucesos históricos vinculados a la fundación colonial o a las guerras de la independencia para caracterizar la ciudad se resignifica, pero ambas líneas siguen operando fuertemente como ejes de ordenamiento espacial de la desigualdad y las diferencias en la ciudad. Es

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García Vargas, A, “Traducciones…”, op.cit. Una operación especialmente intensa en los suplementos y notas conmemorativos de la fundación de la ciudad. Véase García Vargas, A., “Historias de papel. La fundación de San Salvador de Jujuy en la prensa gráfica jujeña. (19431998)”, en Santamaría, D. (comp.), Jujuy. Arqueología, Historia, Economía, Sociedad, Jujuy, Centro de Estudios Indígenas y Coloniales, 2005, pp.484-493. 41

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Por otro lado “el Norte”, y específicamente la Quebrada de Humahuaca, participa de la economía simbólica, ya mencionada para la ciudad, de espectacularización y división étnica del trabajo, con el turismo como principal – y en ocasiones, único - actor de progreso vinculado a la globalización. Véase García Vargas, A, “Configuraciones discursivas…”, op. cit y “Geografías del poder…”, op. cit. 43 Williams, R., Marxismo y literatura. Barcelona, Península, 1997.

por eso que se subvierten en la construcción de otros sentidos de ciudad que reclaman inclusión en un proyecto común, polémico y de final abierto.44

San Salvador de Jujuy: una, otra, esta ciudad

Las dinámicas sociodemográficas y las posiciones teóricas que aquí se han abordado permiten notar cómo se combinan excentricidad y ordinariez para hacer de San Salvador de Jujuy un texto único. Por su parte, los procesos de significación y los mecanismos de configuración clasificatoria no se advierten aquí como suplementos o reflejos de una materialidad previa que los define, sino como parte constituyente de esa materialidad.45 En ese sentido, se considera a los conflictos en los procesos de significación de lo urbano jujeño como parte constitutiva de las articulación de una serie de situaciones sociales de diverso tipo (económicas, políticas, culturales) que se acumulan y condensan en una coyuntura.46 Vivimos en la capital de una provincia de frontera distante 1.600 km. de Buenos Aires, ubicada en un valle surandino. Es así que, en primer lugar, las apreciaciones que aquí pueden hacerse se distancian de aquellas provenientes de países cuyas condiciones de producción académica favorecen la distribución de su teoría o de sus resultados. En segundo lugar, una capital de provincia periférica y pequeña, tensa la relación con la producción académica latinoamericana que tiende a reproducir la desigualdad internacional al interior de sus territorios nacionales y ocuparse de sus capitales o de las ciudades más favorecidas en el desarrollo nacional del capitalismo para dar cuenta de lo social como un todo nacional homogéneo y a aquellos territorios que se escapan de estas características como desvíos o retrasos – generalmente, ocasionados por la adhesión de sus actores a patrones de tipo conservador y tradicional, por incapacidad o conveniencia - . En tercer lugar, las formas de construcción de identificaciones - y particularmente de adscripciones nacionales- en 44

Para un tratamiento más extenso de protestas en la ciudad véase García Vargas, A., “Acción colectiva, visibilidad y espacio público en la construcción de la ciudadanía/Los cortes de puentes de mayo del ´97 en San Salvador de Jujuy”, Revista Latina de Comunicación Social, número 35, La Laguna (Tenerife), noviembre de 2000. 45 Cfr. Laclau, E., Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo, Buenos Aires, Nueva Visión, 1993. Un punto importante de distanciamiento de las valiosas etnografías barriales y los estudios de producción sustentable de ciudad por parte de sectores populares realizados por diferentes proyectos de la Universidad Nacional de Jujuy se produce justamente aquí, ya que esos trabajos tienden a pensar la ciudad como una combinación de materialidad y representación que a veces operan juntas pero siempre desde estatutos y alcances delimitados y previamente establecidos por una base material no discursiva y estable. 46 La coyuntura es, para Grossberg “una descripción de una formación social como fracturada y conflictuada, sobre múltiples ejes, planos y escalas, en búsqueda constante de equilibrios o estabilidades estructurales momentáneos a través de una variedad de prácticas y procesos de lucha y negociación”. La idea de “coyuntura” implica, justamente, focalizar las especificidades históricas sin renunciar a explicar ordenamientos amplios, lo que permite comprenderlas y eludir tanto el provincianismo como la subsunción de lo localizado en dinámicas o modelos explicativos generalizantes. Grossberg, L., “Does cultural studies have futures? Should it? (or what´s the matter with New York?). Cultural Studies, Contexts and Conjunctures”, en Cultural Studies Vol 20 (1), 2006, pp 1-32, traducción mía.

situación de frontera – y de frontera alejada de la capital nacional – brindan especificidad tanto a la migración transfronteriza como a la percepción de articulación tensa con la Nación misma. En cuanto a la definición de un sentido de ciudad hegemónico para San Salvador de Jujuy, resalta su fuerte esencialismo y la consiguiente preeminencia de una perspectiva sobre otras. Como se dijo, el sentido de ciudad predominante se realiza a partir de una vasta serie de operaciones que incluyen la producción (o el sostenimiento) de una tradición, la generación de legitimidad para erigirse en actores o grupos con capacidad para presentarla como válida (a través de pertenencias nacionales, clasificaciones étnicas o vínculos genealógicos que “saltean” intereses de clase o bien de un saber técnico en campos específicos, especialmente la arquitectura) y la jerarquización espacial diferencial de ciertos sectores de la ciudad (mediante la asignación de usos específicos, la valoración excluyente de determinadas áreas y la vinculación de áreas y actores en procesos de “asignación territorial” que luego se naturalizan). Es así que el sentido de ciudad dominante se parece al sentido común y, como él, configura un horizonte de expectativas que es restringido. De ese modo, limita la vida en San Salvador de Jujuy, por ejemplo, al establecer objetivos para el crecimiento, o al discutir las formas – y por ende, los fondos – de la ciudad. Según Massey, considerar al espacio como la esfera de la representación ha causado daño tanto a la representación como al espacio, por la asunción errónea de que ambos son planos, estables, cerrados y muertos.47 La lectura que aquí se ha ensayado no reclama representaciones que operen como “espejos mejores” de lo real. Intenta mostrar, en cambio, que tanto el espacio como la representación están en perpetua construcción porque son dinámicos, inestables, abiertos, vivos. Además, el análisis del sentido de ciudad dominante no indica que haya un engaño que encubre una verdad inaccesible para las mayorías, sino que muestra en qué medida el orden social es construido y sostenido por – y para – intereses específicos. Se pide, entonces, un esfuerzo de imaginación, que logre pensar a la ciudad desde – y hacia – otros horizontes.

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Román Velázquez, P. y García Vargas, A., “‟Hay que traer el espacio a la vida‟ Entrevista a Doreen Massey”, en Revista Signo y Pensamiento Nº 53, Bogotá, Facultad de Comunicación y Lenguaje, Pontificia Universidad Javeriana, julio-diciembre, 2008, pp. 327-343.

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