San Pedro Tetitlán. Cultura e historia de una comunidad nahua del sureste de Puebla

July 24, 2017 | Autor: Alejandra Gámez | Categoría: Cosmovision, Etnohistoria, Etnografía, Cultura Indigena, Ciclo Ritual, Nahuas Del Sureste De Puebla México
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Descripción

S A N P E DRO TE TIT L Á N Cultura e historia de una comunidad nahua del sureste de Puebla

NÚ M. 4 C OLECC IÓ N D E I NVE S TIG ACIÓ N

S A N P E DRO TE TIT L Á N Cultura e historia de una comunidad nahua del sureste de Puebla Alejandra Gámez Espinosa Angélica Meneses Díaz Guadalupe Rodríguez López Martha Ivett Pérez Pérez

BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA Facultad de Filosofía y Letras CONSEJO NACIONAL DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA

B E N E M É R I TA U N I V E R S I DA D A U TÓ N O M A

DE

PUEBLA

José Alfonso Esparza Ortiz rector René Valdiviezo Sandoval secretario general Ana María Huerta Jaramillo directora de fomento editorial Alejandro Palma Castro director de la facultad de ilosofía y letras Osbaldo Germán Quiroz Romero secretario académico Felipe Ríos Baeza secretario de investigación y estudios de posgrado Fernando Morales Cruzado secretario administrativo José Carlos Blázquez Espinosa coordinador de publicaciones de la FFyL

Primera edición: 2014 ISBN : 978-607-487-793-9 © D. R. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla 4 Sur 104, Centro Histórico, C. P. 72000, Puebla, Pue. Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico

I NTRODU C C I Ó N

Esta publicación forma parte de una colección de trabajos etnográicos e históricos sobre pueblos indígenas del sur del estado de Puebla. Este volumen lo dedicamos a la comunidad nahua de San Pedro Tetitlán, perteneciente al municipio de San José Miahuatlán, el cual se localiza dentro de la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán, región árida de paisajes desérticos con una gran variedad de lora cactácea y fauna endémica. En la misma reserva se ubica el denominado valle de Tehuacán, avenida natural de tierras fértiles y recursos acuíferos en la que se concentra la mayor parte de la población del sureste de Puebla. El valle de Tehuacán es una región con antecedentes históricos milenarios, donde se han encontrado datos muy antiguos acerca de la domesticación del maíz en Mesoamérica. En la actualidad, constituye uno de los polos de desarrollo económico, político y cultural más importantes del estado. Sin embargo, igual que el resto del sur de Puebla, representa una zona de contrastes. La ciudad de Tehuacán concentra gran cantidad de servicios públicos, fuentes de empleo e instituciones educativas en oposición a los municipios y poblaciones indígenas y campesinas colindantes, cuyas características principales son la marginación y la pobreza. Tal es el caso de San Pedro Tetitlán. A excepción de ésta y otras investigaciones que hemos venido realizando durante los últimos años en el Colegio de Antropología Social de la BUAP, no existen trabajos previos sobre esta comunidad nahua, razón por la cual aquí se da a conocer parte de las investigaciones que un

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grupo de docentes y estudiantes de esta institución hemos efectuado en algunas comunidades indígenas sureñas del estado. Si bien es conocida la diversidad cultural que caracteriza al sur poblano, tal reconocimiento no ha sido capaz de generar mayores estudios sobre el tema y continúa la desinformación en torno a los grupos indígenas que allí habitan. El estudio de las culturas nos permite generar propuestas que den cuenta de la riqueza y la pluralidad de expresiones humanas de manera incluyente y respetuosa, así como coadyuvar en la creación de proyectos que impulsen el desarrollo humano y cultural de las sociedades. Por ello, desde hace más de una década, en el Colegio de Antropología Social, y particularmente en el Seminario de Identidad y Región Indígena Campesina, iniciamos una serie de investigaciones sobre los grupos indígenas del sureste del estado, mismas que buscan aportar conocimiento sobre los fenómenos culturales indígenas, pero también proponer, crear, cuestionar, al mismo tiempo que transformar el entorno. La línea de nuestras investigaciones sobre la cultura de las comunidades se ha centrado principalmente en dos aspectos trascendentales de la religión: la cosmovisión y el ritual, que inluyen en la reproducción social y cultural de la población, además de constituir ejes identitarios determinantes en la organización de la vida social de las comunidades. La religión es uno de los fenómenos culturales más ricos y versátiles de los pueblos indios. En ésta se condensan historia, tradición, economía, política, salud, danza, música, visión del mundo, rito, iesta, moral, organización familiar y muchos otros aspectos del corpus cultural y social. Así, consideramos que el estudio de la religión es fundamental e imprescindible para comprender la cultura de una comunidad, ya que constituye un sistema integral, envolvente y totalizador. El interés por realizar investigaciones sobre religión, y especíicamente sobre las cosmovisiones, surge de la compresión de que estos fenómenos sociales son primordiales para entender las manifestaciones y las particularidades de la cultura de los pueblos nativos contem6

poráneos, ya que se trata de construcciones intelectuales, producto de la experiencia histórica de estas sociedades, que involucran no sólo las formas de “ver y de concebir al mundo”, sino que también proporcionan modelos de comportamiento y de relación no únicamente entre los seres humanos, sino con la naturaleza, con las deidades y con el entorno en general, además de incluir aspectos cognitivos y morales, entre muchos otros. Por ello para las ciencias sociales, y en especial para la antropología, resulta esencial el análisis de las cosmovisiones. Es así que, conscientes de la importancia del estudio de la cosmovisión, iniciamos un proyecto de investigación sobre los pueblos indígenas del sur de Puebla, el cual fue avalado y inanciado por Conacyt a partir del año 2010, como parte del programa Ciencia Básica titulado “Cosmovisiones indígenas en el sureste de Puebla: Nuevas coniguraciones en torno al agua, la tierra y el maíz”. La inalidad del mismo radica en aportar elementos para el conocimiento de las especiicidades culturales, contribuir a la compresión de la unidad y la diversidad cultural de los grupos indígenas del estado e indagar sobre las nuevas coniguraciones de su cosmovisión, principalmente en torno a la triada maíz-agua-tierra. Las investigaciones sobre la cosmovisión y la ritualidad indígena nos han llevado a profundizar en los estudios relativos a la importancia del papel que desempeña el maíz como eje estructurante de las cosmovisiones indígenas en México. La relación histórica del maíz con los pueblos indígenas es entrañable e interdependiente; las sociedades prehispánicas domesticaron y modiicaron la planta, al grado de que ésta necesita del ser humano para reproducirse, y éste a su vez depende y encuentra en el maíz la base de la dieta necesaria para su reproducción, no sólo física sino sociocultural. El papel del maíz, como centro de la economía y de la cultura indígena, motiva la necesidad de realizar estudios que registren las actuales coniguraciones de las cosmovisiones indígenas en torno a él, pues fenómenos como la globalización, las políticas neoliberales, la permanente crisis en el campo mexicano y el deterioro ambiental provocan la migración masiva de indígenas, así como su inserción en el 7

mercado laboral, razones que propician el abandono del trabajo agrícola y, con ello, del cultivo del maíz. Ante estas circunstancias resulta necesario conocer cómo se están reelaborando, simbólicamente, las cosmovisiones indígenas en la actualidad. Mediante la publicación de estos trabajos pretendemos difundir los resultados a un público más amplio y, en especial, coadyuvar a la compresión de los procesos históricos, culturales e identitarios de las comunidades indígenas y campesinas de Puebla. El contenido de esta obra en particular se encuentra ordenado por capítulos y apartados que versan sobre el contexto geográico y la localización de la comunidad de San Pedro Tetitlán; sus antecedentes históricos desde la época prehispánica hasta la actualidad; sus aspectos culturales, entre ellos: lengua, vivienda, salud, alimentación, vestimenta y educación; su organización sociopolítica; las características de su economía, y principalmente, las particularidades de sus expresiones religiosas, con especial énfasis en la cosmovisión y la ritualidad, escenarios que consideramos fundamentales para entender la dinámica cultural e identitaria de los grupos humanos. Los datos presentados son producto de largas estancias en la comunidad y de la realización de entrevistas con autoridades civiles y tradicionales, así como con diversos actores sociales, quienes amablemente nos ofrecieron su tiempo para concretar este trabajo. A todos los habitantes de San Pedro Tetitlán y a las autoridades civiles y religiosas les reconocemos y agradecemos su entusiasta participación; por medio de este trabajo esperamos corresponder a su amabilidad y disposición. Agradecemos también al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología por el apoyo y inanciamiento para la realización de esta etnografía; de igual forma, al Colegio de Antropología Social y a la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, por facilitarnos un escenario propicio para el buen desarrollo de nuestras actividades docentes y de investigación. ALEJANDRA GÁMEZ ESPINOSA 8

CO N T E X TO G E O G R Á F I C O R E G I ONAL Y LO C AL

1.1 E L

VA L L E D E

T E H U AC Á N

La comunidad nahua de San Pedro Tetitlán se ubica en el denominado valle de Tehuacán, que se localiza al sureste del estado de Puebla y se extiende hasta el extremo norte del estado de Oaxaca. Este valle corre en dirección norte-noroeste hacia el sur-sureste; lo atraviesa la Sierra Madre de Oaxaca, que regionalmente recibe los nombres de Sierra de Zongolica, en Veracruz; Sierra Mazateca, en Oaxaca; y Sierra Negra en Puebla. Por su parte, los linderos surianos y occidentales están limitados por la parte más norteña de la Mesa del Sur, conocida como Sierra Mixteca o Mixteca Alta, que localmente se denomina Sierra de Zapotitlán. Al noroeste del valle corresponde la Mesa Central, ubicada en la Cuenca de Puebla y conocida como valle Poblano-Tlaxcalteca. La depresión prolongada desde las estribaciones de la Mesa Central hasta la Sierra Madre de Oaxaca y la Mesa del Sur, se denomina cañada Oaxaqueña-Poblana, o valle de Tehuacán, pero el uso de este último nombre se aplica de manera más restringida en la parte sur, dirección hacia la cual, conforme avanza, va estrechándose la depresión intermontana hasta formar la cañada Cuicateca, en el estado de Oaxaca (Byers, 1967, p. 14). Comúnmente se identiica como valle de Tehuacán al extremo sureste del área antes descrita, misma que abarca los territorios comprendidos por los municipios de Tehuacán, San Gabriel Chilac, San

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José Miahuatlán, Zinacatepec, Altepexi y la parte baja de Ajalpan y Coxcatlán (Macip, 2003, p. 172). El Valle de Tehuacán presenta un relieve plano con depresión constante, como ya se mencionó, conforme se avanza hacia el sur-sureste. Sus climas predominantes son seco, muy cálido y seco semicálido con lluvias en verano; sus suelos son fértiles en las partes planas y propicios para la agricultura (Macip, 2003, p. 173). La región cuenta con recursos hidrológicos importantes: el Río Tehuacán, que más tarde se convierte en río Salado, y el río Zicaxtla, mismos que se unen al río Zapotitlán y posteriormente al río Santo Domingo. El valle de Tehuacán forma parte de la cuenca alta del Papaloapan, río hacia el que corren todas las aguas. Dadas las condiciones orográicas e hidrológicas de la zona, el uso del suelo abarca la agricultura de riego en el valle, y la siembra de temporal en las laderas serranas (Macip, 2003, p. 173). El valle de Tehuacán se encuentra bien comunicado, puesto que cruza el área de la autopista México-Oaxaca y la carretera Puebla-Oaxaca; esta última pasa por el centro del mismo y la Cañada Cuicateca, conectando las cabeceras municipales de Tepeaca, Tecamachalco, Tlacotepec de Benito Juárez, Tepanco de López y Tehuacán, en la parte norte del valle, así como Altepexi, Ajalpan, Zinacatepec, Coxcatlán y Teotitlán del Camino, en la parte sur. La principal actividad productiva en esta región se basa en la agricultura; los cultivos más importantes son el maíz elotero, la calabaza, el jitomate y el tomate verde, los cuales tienen como destino las plazas regionales de Tehuacán, Tepeaca, Orizaba, Córdoba, Xalapa y Puebla, principalmente, mientras que la caña de azúcar que crece en Coxcatlán, San José Miahuatlán y Zinacatepec, se orienta al mercado nacional (Macip, 2003, p. 174). Uno de los recursos estratégicos primordiales para la producción agrícola en el valle, es el agua; la evaporación del suelo supera a la precipitación pluvial, por lo que la sustentabilidad de la agricultura requiere de obras hidráulicas, mismas que se han llevado a cabo y se 10

sostienen con recursos propios de los productores locales; es decir, sin el apoyo del Estado. Otra de las actividades económicas importantes radica en la avicultura. Puebla es el segundo estado productor nacional de huevo, y el territorio de Tehuacán, desde Tecamachalco hasta Ajalpan, es donde se concentra esta actividad (Macip, 2003, pp. 179-185). Al sur del valle se localiza la zona de Zapotitlán, considerada subvalle del primero. Se trata de un terreno árido cubierto por matorral xeróilo; este tipo de vegetación parece haber imperado en el valle de Tehuacán desde hace por lo menos diez mil años (Gómez Sosa, 1997, p. 391). En la mayor parte de la depresión donde se ubica el valle de Zapotitlán, el clima es semiárido-semicálido, con poca humedad y escasos recursos acuíferos. La zona forma parte de la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán, en la que abunda una gran variedad de cactus endémicos. En el interior de este subvalle se localiza el municipio de San José Miahuatlán,1 el cual cuenta con diversas localidades, en su mayoría campesinas e indígenas, entre las que destaca San Pedro Tetitlán (INEGI, 2010).

1.2 L A

C O M U N I DA D : U B I C AC I Ó N Y M E D I O A M B I E N T E

1.2.1 Localización Como se ha citado antes, San Pedro Tetitlán es una comunidad de origen nahua que se localiza en el sureste del estado de Puebla, forma parte del municipio de San José Miahuatlán y posee la categoría administrativa de junta auxiliar. Colinda al norte con el municipio de San Gabriel Chilac, al sureste con San José Miahuatlán y al noreste En 1895 fue declarado municipio libre. Sus coordenadas geográicas paralelas son 18º 07’ 18’’, 18º 26’ 00’’, de latitud norte, y los meridianos 97º 19’ 24’’ y 97º 39’ 06’’, de longitud occidental. Tiene una supericie de 484.77 kilómetros cuadrados, que lo ubican en el octavo lugar con respecto a los demás municipios del estado (Los municipios de Puebla, 1988). 1

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con la autopista Cuaucnopalan-Oaxaca, km 7, caseta 77 (CIBCEC, 2003) (véase igura 1). Los límites internos de la junta auxiliar están compuestos por ejidos que abarcan los ríos Calapa, Ajusco y San Luis, así como por tierras comunales, entre las que destacan demarcaciones con comunidades como San Mateo, San José y San Juan Atzingo. Los espacios lindantes se encuentran a cargo de un comité, cuyos servicios son gratuitos de acuerdo con los usos y costumbres.

Figura 1. Mapa de localización de San Pedro Tetitlán, Puebla

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1.2.2 Clima La localidad de San Pedro Tetitlán se ubica dentro de la Reserva de la Biósfera2 Tehuacán-Cuicatlán, sitio que se caracteriza por un alto nivel de biodiversidad y endemismo, razón por la que la protección y la conservación de sus recursos naturales se consideran una prioridad nacional. El ecosistema de la región se cataloga como árido-cálido, con una temperatura media anual mayor a los 22°C; la lluvia se presenta durante los meses de mayo-octubre, mientras que el resto del año el clima predominante es el seco. Los habitantes lo describen como caluroso, con poca vegetación, debido a la escasez de agua, situación que se ha tratado de subsanar por medio de la perforación de pozos profundos comunales subsidiados por proyectos del gobierno del estado.3 En ocasiones se pueden identiicar subclimas fundamentalmente secos, desde el seco muy cálido hasta el más seco de los esteparios (CIBCEC, 2003). 1.2.3 Flora y fauna En San Pedro Tetitlán predomina la lora de tipo semidesértico, sobre todo de matorral xeróilo con vegetación secundaria arbustiva, así como áreas muy reducidas de chaparrales y de selva baja caducifolia (Los municipios de Puebla, 1988). En los alrededores del poblado se pueden observar órganos, cactáceas, una gran cantidad de nopales, mezquite o zazáhuatl, plantas comestibles como la lacaya4 o la pitaya,5 esta última es El Gobierno de México decretó a la zona, el 18 de septiembre de 1998, como Reserva de la Biósfera (Programa de Manejo de Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán, 2013, p. 11). 3 CIBCEC, 2003, en Unidad de microrregiones, 2005. 4 Planta de color verde con forma de quiote; en ocasiones tiene lores de color rojo y su fruto es una tuna verde dulce. 5 Pueden ser de diversos colores: rojas, verdes o blancas, y nacen en las nopaleras. 2

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una de las más consumidas, y la hiotilla.6 Mientras que en los hogares es común encontrar plantas de ornato, entre las que destaca la sábila, utilizada de modo terapéutico como ungüento para desinlamar e inhibir los moretones; sin embargo, con el paso del tiempo la riqueza de la vegetación en el paisaje se ha degradado; de acuerdo con testimonios de los habitantes, esta situación se debe a que los extranjeros suelen recolectar y llevarse diferentes tipos de plantas, en particular los pequeños órganos. Como parte de la fauna se pueden ubicar diversos tipos de reptiles, entre ellos víboras de coralillo o nechua de diversos colores, ya sea con rayas negras o rojas, de diferentes tamaños; su mordedura puede causar la muerte. En contraste con la coralillo se encuentra la llamada masat, descrita por los habitantes como un animal bueno, ya que se cree que cuida a la comunidad; ésta es muy grande y se identiica porque posee una igura en forma de letra “M” en el dorso o en la cabeza. Asimismo, abundan reptiles como las iguanas y las lagartijas, además de otro tipo de animales, como liebres, coyotes, conejos de campo y tlacuaches. También, entre una serie de arácnidos sobresale la presencia de los alacranes, que destacan por ser ponzoñosos; los pobladores comentan que cuando alguien ve un alacrán suele capturarlo hasta que se determine el antídoto para el tipo de veneno que posee y, posteriormente, con la intención de evitar más picaduras, se fumigan los hogares.

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Tuna roja.

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S A N PE D RO TE TI TL Á N Y SU H I S TO R IA

San Pedro Tetitlán es una comunidad mayoritariamente indígena, perteneciente al grupo étnico náhuatl. Los nahuas son uno de los grupos etnolingüísticos más importantes de Mesoamérica; a lo largo de la historia han desempeñado un papel fundamental para entender al México antiguo y al contemporáneo. Por ello, a continuación presentamos un esbozo histórico de la llegada de estos grupos al territorio poblano, su creciente expansión y la fundación de pueblos como San Pedro Tetitlán.

2.1 É P O C A

P R E H I S PÁ N I C A

El sureste de Puebla, región donde se localiza San Pedro Tetitlán, posee una historia milenaria. Según estudios realizados por MacNeish (1964), los primeros habitantes del valle fueron los proto-otomangues, quienes hace siete mil años iniciaron la domesticación de plantas como el chile, amaranto, aguacate, calabaza, izote, nopal, ciruela, maguey, mezquite, etcétera; y para el año 5000 a.n.e. comenzaron a domesticar el maíz y, con ello, a transformar el paisaje natural en uno cultural, lo que posibilitó que los grupos humanos se desarrollaran social, económica y culturalmente, contribuyendo al nacimiento de las grandes civilizaciones mesoamericanas (Gámez, 2003, p. 75). Hacia ese mismo año apareció la vida sedentaria y con ella los primeros poblados (García Cook y Merino, 1989, pp 3-4). Al inalizar el 15

700 d.n.e. algunos grupos otomangues, como los popolocas, ya conocían todas las plantas y los animales domesticados que explotaban los pueblos mesoamericanos a la llegada de los españoles. Los habitantes más antiguos de la región, antecesores de los popolocas, construyeron grandes obras de ingeniería hidráulica desde épocas muy tempranas. El año 700 a.n.e. fue de creación de la presa Mequitongo, primera gran obra de contención realizada durante la etapa prehispánica en México. De igual forma, elaboraron una de las cerámicas más tempranas de Mesoamérica, fechada entre los 2300 y 1500 a.n.e. (García Cook y Merino, 1989, pp. 48-53). El sureste de Puebla siempre se caracterizó por la movilidad de los grupos y el tráico de productos. Existió un corredor natural que conducía de Oaxaca, Veracruz, y el sureste mexicano, hacia el área maya. La región poseía, tal como en la actualidad, una rica variedad de materias primas importantes para cualquier grupo humano, entre ellas abundancia de calizas y presencia de salinas, las cuales se explotaban desde entonces entre Tehuacán y Zapotitlán. La zona representaba un punto estratégico, tanto económico como político. Constituyó así, en diferentes momentos de la época prehispánica y para diferentes grupos mesoamericanos (zapotecos, teotihuacanos, mixtecos, nahuas y mexicas, principalmente), una importante ruta comercial que comunicaba al Altiplano Central con la costa del Golfo y Oaxaca (Gámez, 2003, p. 46). Alrededor del siglo XI, la zona sur de Puebla fue escenario de invasiones y guerras por parte de grupos nahuas, quienes, debido a su posición estratégica y a sus riquezas, lucharon por su posesión. Entre los nuevos grupos que incursionaron se encontraban nonoalcas, tolteca-chichimecas, tlatelolcas y mexicas. Con ello, los popolocas vieron invadido su territorio y conquistadas sus poblaciones. Entonces la estructura político-territorial cambió y se crearon nuevos pueblos y ciudades. Uno de los señoríos establecidos fue el de Tehuacán. El primer grupo nahua en arribar a la región fue el nonoalca, término que proviene del náhuatl: non-tli signiica “mudo”; se les llamó así 16

por hablar náhuatl y ser considerados extranjeros en Tula. En realidad eran hablantes de idiomas chocho-popoloca y mazateco, parcialmente nahuatizados (Jiménez Moreno, 1967, pp.10-20). Los nonoalcas eran concebidos como una minoría especializada en conocimientos astronómicos, arquitectónicos y artísticos, quienes migraron durante el siglo XII a la región sur de Puebla y algunas partes colindantes con Veracruz y Oaxaca, asentándose en lugares como Zongolica, Quiyotepec, Tecolotlán (Veracruz); Zapotitlán, Tehuacán, Coxcatlán, Zoquitlán y Eloxochitlán (Puebla), Teotitlán y amplias zonas de la actual Mazateca oaxaqueña. En la Historia tolteca chichimeca se enumeran 76 lugares que constituían los linderos del territorio conquistado y poblado por ellos (véase igura 2). Al parecer, regresaron a unirse con sus análogos pero no como sus iguales, sino como sus señores y, además, con el dominio de otra lengua, la náhuatl. Los nonoalcas salieron de Tula en 980 d.C. y arribaron a la vasta región previamente mencionada quince años antes que los toltecas de Cholula; es decir, en el año 1153, estableciéndose en el territorio que se extendió hasta las fronteras de la Mixteca (Dahlgren, 1990, p. 84). En la Historia tolteca chichimeca se narra la migración de los nonoalcas, también llamados nonoalca-chichimecas, al partir de Tula: En el año 1 técpatl llegaron a Tollan. De allá de Colhuacatepec partieron los tolteca-chichimeca […] junto con los nonoalca-chichimeca: Xelhuan, Ueuetzin, Quauhtzin, Citlalmacuetzin (Historia tolteca chichimeca, 1989, pp. 132-133).

En su largo peregrinar, los nonoalcas parten de Tula hasta Cuernavaca; en este lugar se desvían hacia el sureste, hasta un lugar denominado Tenpanzacapan (“a la orilla del zacate”). Allí, se menciona, ocurre la subdivisión en tres grupos: los teouaque (“poseedores de la divinidad”), los cozcateca (“los hombres del collar”) y los chalchiuhcalca (“los de la casa de piedra verde”), que también reciben el nombre de tzoncoliuhque. Tenpanzacapan, donde tiene lugar esta división en tres grupos, ha sido 17

algunas veces identiicado con el actual Tecpantzacoalco, localizado en la Sierra Negra y perteneciente al municipio de Ajalpan, Puebla (Hasler, 1997, pp. 219-220). Los teouaque y los cozcateca fundan, respectivamente, Tehuacán y Coxcatlán, en el valle, mientras que los tzoncoliuhque crean el poblado de Tzoconliuhcan, identiicado con el actual Zongolica (Hasler, 1997, p. 220). Los nonoalca-teohuaques erigieron el señorío de Tehuacán, al que pertenecía la zona donde actualmente se ubica la comunidad de San Pedro Tetitlán. En esta región existían en ese entonces muchos pueblos diseminados en los montes y el valle. La llegada de los grupos nahuas dispersó a los hablantes de popoloca y mazateco y contribuyó a la nahuatización de innumerables grupos. Posteriormente, las poblaciones del sureste de Puebla sufrieron la incursión de Texcoco, que buscaba expandir sus dominios. En el siglo XV los mexicas incursionan en el valle de Tehuacán y zonas aledañas, instituyendo un mecanismo de poder centralizado en la producción y el trabajo en gran parte de la región. No obstante, las formas de dominio fueron particulares, según cada caso (Gámez, 2003, p. 46). Tehuacán constituía un lugar de culto, con una larga tradición religiosa, por lo que era considerado un sitio sagrado en donde se preparaba a los mejores sacerdotes de la comarca (Cepeda Cárdenas, 1997, p. 46).

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Figura 2. Mapa de asentamientos chichimecas en el centro-sur de Puebla y partes colindantes de Veracruz, durante la época prehispánica (Historia tolteca-chichimeca, mapa 7, Kirchhoff, 1989, p. 259)

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2.2 L A

C O N Q U I S TA E S PA Ñ O L A

En 1520 los españoles llegaron al sur de Puebla sometiendo cabeceras de señoríos importantes, como Tepeaca, Tecali y Acatzingo, con la ayuda de totonacos, tlaxcaltecas y huejotzincas. Esto sucedió poco antes de la caída de Tenochtitlán, porque la derrota de estas provincias periféricas se consideró necesaria para aislar a la capital mexica de las regiones que, por formar parte del imperio, podrían enviarle refuerzos para luchar contra los españoles (Muñoz Camargo, 1966, p. 238). La estrategia de Cortés en estas provincias consistió en provocar miedo y terror entre la población; para tal cometido, la sometió a crueles matanzas, castigos y torturas (Jäcklein, 1978, p. 131). Como respuesta a esta política de pavor, gobernantes de distintos señoríos, entre ellos los de Tehuacán, Zapotitlán y Coxcatlán, enviaron representantes a la Villa Segura de la Frontera (Tepeaca) para rendirse ante Cortés y ofrecer su lealtad. La Relación de Coxcatlán narra estos acontecimientos relativos a la conquista española en el sureste de Puebla de la siguiente manera: Dijeron que nunca ellos ni sus antepasados fueron conquistados del Marqués del Valle ni de alguno de sus capitanes y soldados, antes sabiendo que el dicho don Hernando Cortés, Marqués del Valle, estaba en la provincia de la ciudad de Tepeaca, veinte leguas de este dicho pueblo de Cuzcatlan, todos los principales o la mayor parte de ellos le fueron a ver y reconocer por señor, llevándole en un cajón de madera gran cantidad de barras de oro y joyas y piedras preciosas, y así reconocieron y tuvieron por señor (Del Paso y Troncoso, 1905, p. 48).

Poco tiempo después de las luchas emprendidas en la región, los indígenas fueron atacados por epidemias de viruela y disentería. Esto provocó una drástica disminución de la población. Las calamidades continuaron hasta inales del siglo XVI. Los Anales de Tecamachalco (1992, pp. 64-65) narran que en 1545 los nativos fueron afectados por una epidemia y que las muertes por enfermedad ascendieron a 40 personas 20

diarias, en su mayoría niños. Esta fuente señala que para 1576 los contagios aquejaron indiscriminadamente a personas de todas las edades, llegando a causar, en momentos de crisis, hasta cien muertes diarias. Sin embargo, no sólo las enfermedades infecciosas ocasionaron la disminución de la población; aunados a esto se encontraban la explotación y los malos tratos a los que los indígenas eran sometidos, así como los movimientos migratorios y los reacomodos de pueblos enteros.

2.3 L A C O L O N I A La cooperación pacíica de algunos pueblos nahuas del sureste de Puebla durante la conquista española, motivó que muchos nobles indígenas fueran recompensados permitiéndoles tener ciertos privilegios, como el de conservar sus súbditos y sus tierras. De igual forma, con los primeros españoles que se establecieron en la región llegaron algunos caciques tlaxcaltecas que recibieron terrenos en reconocimiento por haber ayudado a los españoles (Anónimo, Verdadera relación de los primeros milagros…, s/f). Con la nueva administración colonial, parte del territorio del sureste de Puebla quedó comprendido en la jurisdicción de Tehuacán, que durante los primeros años perteneció al obispado de Tlaxcala y después al de Puebla. En 1520, la jurisdicción mencionada estaba constituida por cuatro unidades políticas principales: Tehuacán (en la que predominaban hablantes de náhuatl y una minoría de popoloca, en el occidente); Zapotitlán (donde sobresalían hablantes de popoloca); Coxcatlán (habitaban principalmente nahuas, con una minoría de hablantes de popoloca y de mazateco) y Zoquitlán (donde preponderaban hablantes de náhuatl y una minoría de mazateco). El actual municipio de San José Miahuatlán quedó incluido entre las unidades políticas de Tehuacán y Coxcatlán (Gerhard, 1986, pp. 270-271). La provincia de Tehuacán incluía una ciudad y 46 pueblos, tenía siete parroquias, tres conventos (El Carmen, San Francisco y San Juan 21

de Dios), 17 haciendas y 23 ranchos; la población aproximada era de 41 641 personas, de las cuales 1340 eran españoles y 36 311 correspondían a grupos nativos, mestizos y otras castas. Como parte de las actividades económicas principales se encontraban la agricultura y la cría de animales, como el ganado cabrío. La jurisdicción era surcada por tres ríos: el Salado (con poca agua, la cual se utilizaba para la producción de sal), el Mazateopan y el Atzala, este último bastante caudaloso (Florescano y Gil Sánchez, 1976, p. 173). Contreras Cruz y Gómez lo describen de la siguiente forma: Para el siglo XVIII la región de Tehuacán pertenecía al obispado de Puebla, que en su mayoría estaba poblada por indígenas y en menor proporción por españoles, mestizos y otras castas. Contaba con 46 pueblos, 17 haciendas y 23 ranchos a su cargo, las haciendas producían 20 000 cargas de maíz, 1 800 de trigo; además, la base de su economía giraba en torno a la producción de azúcar, piloncillo, cebada, frijol y chile, aunado a estas cosechas, también se criaba ganado cabrío (1997, p. 172).

La economía indígena era de subsistencia, basada principalmente en la agricultura de maíz-frijol-calabaza, así como en la cría de ganado cabrío, la elaboración de ropa de lana y el trabajo de palma (tejido de esteras o petates), que se expendían en Puebla y otras partes del país (Commons de la Rosa, 1971, p. 58). Habitualmente, “la población indígena se dedicaba en gran medida al tráico y expendio del petate que llegaba hasta los mercados de Orizaba, Córdoba, Veracruz y Puebla” (Contreras Cruz y Gómez, 1997, p. 172). Este último dato es signiicativo, ya que actualmente una de las actividades económicas y culturales más relevantes en San Pedro Tetitlán radica en la elaboración de objetos de palma. De acuerdo con testimonios de los habitantes, la actividad cestera que hoy los caracteriza, se remonta a muchos años atrás. Los abuelos o ancianos mencionan que es una actividad milenaria que ha pasado de generación en generación. En la actualidad repre-

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senta un medio de subsistencia fundamental para las familias, además de un bien cultural e identitario. 2.3.1 Evangelización A partir de 1524, los frailes franciscanos fundaron los primeros conventos en el territorio que hoy corresponde al estado de Puebla, esenciales para su actividad evangelizadora. En ese año quedan establecidos los de Tlaxcala y Huejotzingo, y durante las décadas de 1540 a 1560 los de Tecamachalco, Quecholac, Tecali, Calpan, Cuautinchán, Zacatlán, Cholula, Huaquechula, Tepeaca y Tehuacán. Asimismo, en 1530 los franciscanos erigieron el convento de Santa María de la Concepción, en Tehuacán, y con él dio inicio también el proceso de evangelización masiva en toda la zona. Es por ello que desde la época prehispánica el asentamiento de Tehuacán es considerado estratégico, y hacia 1550 aparece como una población de importancia en la Relación de los límites del obispado de Tlaxcala, del cual formaba parte (Grajales Porras y Aranda Romero, 1997, p. 188). La jurisdicción colonial en parroquias era llamada indistintamente doctrina, curato, partido y parroquia; se preirió el término doctrina y, más adelante el de curato. Una doctrina integraba a un pueblo principal llamado cabecera de doctrina, donde se localizaban la iglesia y la residencia del clérigo, además de un núcleo de pueblos circundantes llamados visitas. A cada uno de éstos se le asignaba el nombre de un santo cristiano que era añadido a su nombre indígena (Gibson, 1994, p. 106). Las unidades integrales de cabecera-sujeto fácilmente podían transformarse en parroquias; así, las cabeceras indígenas se convertían en cabeceras de doctrinas; y los sujetos e iglesias locales, en visitas. Estas últimas eran pequeñas y sin pretensiones, en comparación con las iglesias de las cabeceras de doctrina (Gibson, 1994, p. 122).

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2.3.2 La encomienda Muchos pueblos nahuas fueron encomendados en la primera época de la Colonia; las encomiendas fueron una de las instituciones que mayormente provocaron consecuencias negativas para las sociedades indígenas. En la primera época de la Colonia se clasiicaron en privadas, políticas y religiosas. Como parte de éstas, las primeras fueron las más importantes, pues establecieron el abuso del poder y la explotación sobre los indígenas. Fungieron como instrumento de autoridad y de terror en contra de los pueblos indios (Gibson, 1994, p. 122). Aunque la encomienda surgió en el siglo XVI en las Antillas y se trasladó a México pocos años después, aquí la institución adquirió otras características, entre ellas la indeinición de sus reglamentos, lo que ocasionó que se formara una aristocracia colonial hereditaria (Gibson, 1994, p. 64). En la Nueva España se constituyeron de diferentes maneras. Una encomienda podía consistir en una sola cabecera con sujetos que poseyeran un linaje tlatoani unitario; podía ser también una cabecera múltiple o varias cabeceras con sujetos que poseyeran distintos linajes; o bien, convertirse en una nueva cabecera, con uno o diversos sujetos herederos de una tradición tlatoani interrumpida, o incluso que no poseyeran ninguna (Gibson, 1994, p. 68). El principio legal de la encomienda consistió en deinirla como una institución benigna para la hispanización de los pueblos indígenas. Su característica principal residía en la consignación oicial de grupos de indígenas a colonizadores españoles privilegiados: los encomenderos, quienes tenían derecho a recibir tributo y trabajo de los indios que les eran asignados. Los indígenas pertenecientes a las encomiendas se consideraban hombres libres; su libertad establecía una distinción legal entre la institución y la esclavitud. La encomienda tampoco confería propiedad sobre la tierra, jurisdicción judicial, dominio o señorío. No se trataba de una propiedad pues la posesión no era heredable, “salvo en la medida en que pudieran permitirlo los términos de donaciones 24

particulares” (Gibson, 1994, p. 63). Una encomienda sin poseedor pasaba a la Corona española o era otorgada a un nuevo encomendero. Tehuacán, al que pertenecía San Pedro Tetitlán, fue repartido entre varios encomenderos. Una parte había vuelto a la Corona en 1534; otra parte correspondió a Antonio Caicedo, quien murió en 1536; otra fue asignada a Alonso del Castillo Maldonado. La mitad de los tributos fueron concedidos al colonialista Juan Ruiz de Alanís, sucedido (antes de 1550) por un hijo de Antonio Ruiz de Castañeda. Pasó a la Corona a la muerte de éste, poco antes de 1578 (Gerhard, 1986, p. 269). Para 1520, el área de Tehuacán correspondía a los límites reclamados por Villa Segura de la Frontera (hoy Tepeaca). 2.3.3 Fundación de la comunidad Sobre la fundación de la comunidad no existen documentos que registren algún dato o fecha precisa (Miguel Gómez Rubio, comunicación personal).7 Sin embargo, por medio de la tradición oral los habitantes mencionan que el pueblo de San Pedro se ubicaba antiguamente en Santa Catarina, localidad que se constituía por dos pueblos que con el paso del tiempo tuvieron conlictos por cuestiones territoriales; dado que uno poseía más tierras que el otro, la ambición de los menos favorecidos los motivó a colocar en la iglesia, durante la celebración de un festejo religioso, un cirio negro envenenado, el cual provocó la muerte de casi toda la población contraria, exceptuando a aquellos que no asistieron a la iesta ni a la iglesia. Debido a ello, los sobrevivientes decidieron fundar otro pueblo, al que denominaron Tetitlán. Al elegir el nuevo sitio de establecimiento se tomó en cuenta la ubicación, pues se dice que en el poblado anterior las viviendas se concentraban atrás de la iglesia y que, al ser ésta una zona baja, cada época de lluvias las casas sufrían inundaciones por el agua proveniente de las laderas de los cerros, razón por la que en esa Entrevista al expresidente de la junta auxiliar Miguel Gómez Rubio, comunicación personal, 10 de junio de 2010. 7

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ocasión decidieron trasladarse a una más alta, que ahora se encuentra frente a la iglesia. Por tal motivo, en la actualidad la mayor parte del asentamiento se concentra en ese lugar. Don Máximo8 (el cronista local) menciona que los primeros pobladores de la comunidad hablaban popoloca y náhuatl, pero que con el paso del tiempo se fue olvidando el primer idioma y se conservó únicamente el segundo. Al respecto, los habitantes comentan que “toda la gente antes hablaba popoloca, no el náhuatl”; “lo habló mi papá, mis tíos, pero ya no nos enseñaron, nos hablaban en nahúatl”.9 Estos testimonios refuerzan las hipótesis —anteriormente señaladas— de algunos estudiosos, quienes plantean que esta región fue habitada durante la época prehispánica por grupos otomangues, y que la llegada de los nahuas en épocas tardías provocó la fundación de pueblos iliales, o bien la nahuatización de pueblos originalmente hablantes de popoloca. Las personas mayores creen que San Pedro Tetitlán se fundó en el siglo XVI, ya que, se dice, existe un documento (del cual se desconoce su paradero) relativo a la fundación de la comunidad durante ese periodo. Sin embargo los pobladores suponen, con base en vestigios arqueológicos localizados en las afueras de la localidad, que sus orígenes se remontan a tiempos muy antiguos, anteriores a la llegada de los españoles. En la actualidad, los restos del pueblo de Santa Catarina se ubican en las cercanías del cerro situado hacia el oeste del asentamiento de San Pedro Tetitlán. Se pueden observar los vestigios de una iglesia que, seguramente, remiten a la primera fundación colonial del poblado. Los relatos, así como los restos arqueológicos de la comunidad de Santa Catarina, se consideran los símbolos más recurrentes de la memoria colectiva para explicar el origen de la población presente. Don Máximo, cronista local, comunicación personal, 9 de octubre de 2007, San Pedro Tetitlán. 9 El náhuatl es considerado por los habitantes como un idioma mezclado con “la castilla, ya no es un idioma natural”. 8

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Figura 3. Primera iglesia del poblado conocido como Santa Catarina (Imagen: facebook, San Pedro Tetitlán, Puebla, abril, 2012. https://www.facebook.com/ sanluistemalacayuca.nguigua?fref=ts)

Mito de fundación Por lo general, cada comunidad posee un mito fundacional con el que se apropia simbólicamente del espacio geográico, al mismo tiempo que justiica su adjudicación instrumental o física. Eliade (1965), por ejemplo, señala que para vivir en el mundo hay que fundarlo y que ningún mundo puede nacer en el “caos” de la homogeneidad y de la relatividad del espacio profano. Así, cuando los habitantes y la naturaleza se circunscriben en una relación diferente, se propicia un momento histórico determinado para la creación y recreación de un rito. De tal suerte que la historia no sólo corresponde a aquellos hechos que se hayan registrado de manera escrita, sino también a lo que se cuenta en el interior de la comunidad. Los mitos son narraciones o discursos orales y anónimos referentes a la irrupción del otro tiempo (el de los dioses) en el tiempo de 27

los hombres, que provocan el origen —principio y fundamento— de algo (López Austin, 1998, p. 51). Son producciones sociales que expresan las creencias y la cosmovisión de un pueblo, pero también su historia, su moral, sus normas, etcétera. Los mitos forman parte de la tradición oral, misma que da cuenta del devenir y acontecer de una sociedad; se puede decir que, como construcción social, abordan asuntos relacionados con la existencia y supervivencia de una comunidad. Las entidades, los animales y los personajes protagonistas del relato son representados por símbolos, y los conlictos de la trama son resueltos mediante actos y poderes sobrenaturales o mágicos. Sobre el mito de fundación de San Pedro, las personas de la comunidad dicen que se relaciona con un pasaje bíblico en el que, se dice, Dios le habla a un apóstol: “tú eres Pedro y sobre esta piedra ediicaré mi iglesia”, aunque los habitantes lo reelaboran de la siguiente manera: “tú eres San Pedro y sobre esta piedra ediicarás mi iglesia” y, precisamente, con la construcción del templo se simboliza el establecimiento del pueblo que lleva el nombre del que se considera su fundador, padre y protector: San Pedro. El lugar donde actualmente se localiza la comunidad posee una gran cantidad de piedras, y la traducción de la palabra “Tetitlán” signiica “lugar de piedras”, haciendo alusión a esta característica física del territorio, que de igual forma se menciona en el mito fundacional.

2.4 L A

ÉPOCA INDEPENDIENTE

En los inicios del periodo independiente, el país se encuentra en un estado de desorganización tanto política como económica. La agricultura experimenta una profunda decadencia, no sólo por la falta de estímulo y de vías de comunicación, sino también por el abandono de los campos por parte de los propietarios que se sentían inseguros, así como por los campesinos, quienes en masa eran llevados a la guerra, por lo que grandes extensiones agrícolas quedaban abandonadas. La 28

ciudad de Tehuacán y los pueblos vecinos experimentaron, durante muchos años, escasez de alimentos, situación que se agravó ante la presencia de las repetidas pestes de viruela y cólera que irrumpieron a lo largo del siglo, causando gran mortandad en la población. Posteriormente empeoró el escenario, como consecuencia de diversos temblores geológicos que propiciaron grandes destrozos en las casas y los ediicios; y por último a causa de la inestabilidad y la lucha política que se prolongaron hasta el poririato (Henao, 1980, p. 85). En el estado de Puebla se establecieron tres bases independentistas: una al norte, en Zacatlán; y dos al sur, una en Izúcar y otra en Tehuacán. Esta última fue elegida por José María Morelos y Pavón para servir de cuartel general. La inluencia insurgente de Tehuacán abarcó a pueblos como Tepeaca, Tecamachalco y Teotitlán del Camino, en Oaxaca; esta zona de predominio destacó por la presencia de jefes locales, quienes participaron activamente. Hacia inales del siglo XIX las comunidades indígenas del Valle de Tehuacán se dedicaban, sobre todo, a las labores del campo. Cuentan los ancianos que la función de las poblaciones radicaba en constituir un núcleo de peones y terrazgueros; también recuerdan cómo eran autosuicientes y manejaban su propio calendario agrícola. No obstante, las relaciones que los hacendados establecían con los pueblos indioscampesinos se basaban en la explotación y el maltrato.

2.5 E L P O R F I R I AT O En 1879, Poririo Díaz, como presidente de la República, inauguró el ferrocarril “de mulitas”, dirección Tehuacán-Esperanza. Más tarde, entre 1891 y 1892, esta línea se traspasó a la empresa “Mexicano del Sur”, que la convirtió en un ferrocarril a vapor. Este cambio trajo consigo una excelente vía de acceso y comunicación entre Tehuacán y

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otras ciudades como Puebla, Tecamachalco, Tepeaca y, posteriormente, Oaxaca (Godoy, 1997, p. 374). Con la inauguración del ferrocarril, Tehuacán mantuvo su único nexo terrestre con el resto del país hasta que se inauguró la carretera a Puebla y Veracruz. Sin embargo, comunidades como San Pedro Tetitlán no se vieron beneiciadas, puesto que esta localidad, como muchas otras de origen indígena del valle de Tehuacán, se encontraba prácticamente incomunicada.

2.6 E L

SIGLO XX

En 1902 la región de Tehuacán contaba con 23 establecimientos industriales; más de la mitad se concentraban en la ciudad cabecera y sobresalían los relacionados con la producción de cigarros y puros, así como de harina de trigo (Godoy, 1997, p. 374). Hacia 1910 predominaba una incipiente industria de agua mineral embotellada, cuyos inicios surgieron en 1906 con el establecimiento de la fábrica San Lorenzo Mineral Company, que vendía su producto en el centro del país promocionando sus propiedades curativas. Según registros, en 1913 el número de fábricas había aumentado, en especial las dedicadas a la producción de cerveza y de gaseosas (Godoy, 1997, p. 375). A pesar del crecimiento industrial, el valle de Tehuacán siguió manteniendo su vocación agrícola. Con el paso del tiempo la región se consolidó como polo de desarrollo, lo que contribuyó a la creación de nuevas vías de acceso hacia comunidades marginadas, como el caso de San Pedro Tetitlán. A mediados del siglo XX, el municipio de Tehuacán se encontraba en segundo lugar a nivel estatal en cuanto al número de establecimientos comerciales; sin embargo, se trataba de empresas con un escaso número de empleados. Para 1970, Tehuacán se convirtió en el segundo polo de crecimiento industrial del estado de Puebla (Barbosa, 1997, p. 331). 30

A partir de esa década el crecimiento de la ciudad y su área de inluencia ha sido una constante, tanto por el número de población como de establecimientos industriales y comerciales, lo cual se ve relejado en la ampliación de la mancha urbana; la agricultura de riego se ha mantenido como una opción viable para la producción de alimentos, pero no ha ocurrido lo mismo con la agricultura de temporal, que cede lugar, cada vez más, a numerosas granjas agrícolas y porcinas que se instalan en las comunidades circundantes a la ciudad de Tehuacán, generando gran cantidad de contaminación. En fechas recientes también se ha incrementado considerablemente la fundación de fábricas maquiladoras de ropa en todo el valle, así como en las comunidades aledañas. Esto ha provocado un uso desmedido del agua en detrimento de la agricultura y de la población, situación que se ve relejada en la localidad de Cuayucatepec y en diversas juntas auxiliares, entre ellas la comunidad nahua de San Pedro Tetitlán. La presencia de talleres de maquila de ropa se ha extendido incluso a la Sierra Negra. La industrialización en el valle de Tehuacán ha marcado y reorganizado a las comunidades campesinas, que consideran encontrarán en la ciudad una oportunidad para minimizar las condiciones de pobreza que viven en el campo.

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E T N OG R A F Í A DE L A C O MUN IDAD

3.1 Patrón de asentamiento La comunidad de San Pedro Tetitlán está ubicada en un terreno plano rodeado de lomeríos; su asentamiento es semidisperso, ya que sólo la parte central posee cierta concentración de ediicios, entre los que se encuentran la presidencia auxiliar, la iglesia, la biblioteca pública, las escuelas, el centro de salud y un pequeño parque, así como algunas casas y tiendas. En el centro se distingue un trazo reticular, de acuerdo con manzanas o cuadras, divididas por calles bien trazadas. Conforme se alejan de esta área, las casas-habitación se ubican de manera espaciada, divididas por grandes solares y tierras de cultivo. 3.1.1 Las calles Las calles relevantes de acceso a la comunidad, entre ellas la principal y algunas centrales, se encuentran pavimentadas con adoquín y cuentan con banquetas; sin embargo, la gran mayoría es de terracería. La presencia de gran cantidad de piedras en las calles motiva que los pobladores crean que antiguamente, mucho antes de que se fundara San Pedro Tetitlán, existían corrientes de agua supericial.

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3.2 S E RV I C I O S De los pobladores, 95% cuenta con servicio de agua potable desde 1978. En la percepción local, se considera que existen dos tipos de agua. Una tiene características “pesadas” para el organismo, porque contiene gran cantidad de sales; ésta sólo se utiliza para bañarse, lavar ropa y trastes. El otro tipo de agua es “más ligera” y proviene de un pozo en funcionamiento que se sitúa a la entrada de la comunidad; se utiliza únicamente para cocinar y para beber. En San Pedro existen cuatro pozos más, pero actualmente no están funcionando; fueron perforados por las autoridades del municipio, el gobierno estatal y los propios habitantes. Del poblado, 90% cuenta con servicio de luz eléctrica desde 1973 y 50% tiene drenaje, mismo que se construyó en el año 2000. La comunidad posee también servicio de recolección de basura, el cual proviene del municipio de San José Miahuatlán. Sólo 2% de las personas tiene acceso al servicio de Internet, que comenzó a funcionar hace aproximadamente tres años y se brinda nada más en un local que cobra diez pesos la hora. También existe un pequeño establecimiento de videojuegos o “maquinitas”, que es muy frecuentado por los niños, mientras que las niñas preieren el Internet, cuyos usuarios oscilan entre distintas edades. En el centro del pueblo, a un costado del kiosco se instala un pequeño mercado o tianguis cada sábado; los comerciantes venden frutas, legumbres, abarrotes, comida preparada, ropa, etcétera. Cada vendedor tiene un lugar asignado; en su mayoría son mujeres, quienes por medio de esta actividad obtienen un ingreso económico para sus familias. Como parte del comercio establecido existen pequeños negocios ubicados en el interior de algunas casas, que suelen ser de comida, especialmente de “antojitos”, y por lo regular abren por las noches, a diferencia de las tortillerías, que ofrecen su servicio durante las mañanas y las tardes.

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San Pedro Tetitlán cuenta con dos accesos o vías de comunicación; la primera a través de la autopista Tehuacán-Oaxaca y la segunda mediante la carretera federal Tehuacán-Ajalpan-San José Miahuatlán. 3.2.1 Transporte Existen líneas de combis y camiones que salen de la ciudad de Tehuacán. La terminal se localiza en la avenida 7 Norte, en el centro. La dirección de la ruta de combis corresponde a Tehuacán-San Gabriel Chilac, y el costo es de siete pesos. En este último lugar salen camiones o combis rumbo a San Pedro. El tiempo de llegada es de aproximadamente 30 minutos. La tarifa de Chilac a San Pedro es de ocho pesos. También hay servicio de taxi en Chilac y tiene un costo de diez pesos. Las combis y el camión rumbo a San Pedro salen cada 20 minutos.

3.3 V I V I E N DA La mayoría de las viviendas en San Pedro Tetitlán constan de un solar o traspatio amplio, aunque en algunas puede ser pequeño. Éste se ocupa para la cría de animales, así como para sembrar pequeños huertos familiares que contienen árboles y diversas plantas frutales o medicinales; en los extremos del solar se suelen colocar los lavaderos y el baño. También es posible observar corrales destinados a animales como chivos (en pequeña escala), guajolotes, cerdos y, en general, un burro. Otro espacio del solar se dispone para almacenar la palma que se utiliza en la elaboración de objetos o recipientes, como los tenates. El tipo de vivienda varía según la posición económica de la familia. Por ello el tamaño, la distribución, la función de las habitaciones y los materiales de construcción corresponden a distintas características. No obstante, ciertos espacios son indispensables. Tal es el caso de las cocinas, construidas con diversos materiales como pueden ser palma, carrizos, adobe, ladrillo, con techo de teja, lámina o concreto. Éstas 35

poseen siempre una ventana o aberturas para que pueda salir el humo que emite el fogón donde cuecen y elaboran las tortillas. Por su parte, los cuartos que sirven como dormitorios pueden tener dos o más divisiones. La mayoría de las familias procura construir su vivienda lo mejor posible, a in de evitar el frío.

Figura 4. Las viviendas construidas con diversos materiales (Imagen: Angélica Meneses, 7 de julio de 2009)

La casa tradicional, elaborada con paredes de carrizo y palma, está siendo sustituida por construcciones de ladrillo y concreto, las cuales imitan estilos urbanos. Algunas otras siguen modelos del sur de los Estados Unidos, como consecuencia de las inluencias adquiridas por integrantes de las familias, que han migrado al vecino país del norte.

3.4 P O B L AC I Ó N

Y LENGUA

El número de habitantes, según cifras oiciales, es de 1508 (INEGI, 2010). Sin embargo, cálculos locales estiman que el total varía entre 300 y 400 pobladores, luctuaciones que se deben al proceso migratorio que en la actualidad enfrenta la comunidad. Como se ha mencionado, la lengua indígena que se habla en San Pedro Tetitlán es el náhuatl. Sólo 150 personas adultas de entre 30 y 50 años lo hablan en su cotidianidad y de manera luida. El resto de la población no lo habla correctamente ni lo entiende en su totalidad; se dice que por lo general lo combinan con el español. Para evitar que la 36

lengua náhuatl se pierda, se puso en marcha un proyecto auspiciado por la SEP estatal y propuesto por la zona 412, con el in de incentivar su uso, sobre todo entre los jóvenes. Para ello se realizó un concurso de poesía y cuento en lengua materna, que se llevó a cabo en la cabecera municipal de San José Miahuatlán. El proceso migratorio y la falta de utilidad que la población, particularmente los jóvenes, encuentra en el aprendizaje del náhuatl, están generando que los padres no quieran enseñar la lengua a sus hijos, lo cual se combina con la falta de interés que los niños y jóvenes demuestran por aprenderlo.

3.5 S A L U D San Pedro Tetitlán cuenta con un pequeño centro de salud que brinda servicios de miércoles a sábado. Su horario de atención es sólo matutino, debido a que el doctor no es oriundo de la comunidad. Ante lo cual, los pobladores maniiestan que el servicio médico debería ser prioritario y estar en función las 24 horas del día. Se dice que “el doctor no está en buena parte del día; sobre todo, falta cuando realiza trámites de entrega de informe de labores”. Anteriormente la clínica atendía por las tardes y contaba con dos enfermeras; hoy el servicio es limitado y deiciente. Estimaciones locales consideran que esto es lamentable, ya que Tetitlán es una población con índices de pobreza y marginación elevados, por lo que requiere de un buen servicio médico que permita a los habitantes acceder a la salud. El centro de salud inició sus actividades a partir de los años 19951996. Para lograr su construcción, los pobladores hicieron una solicitud a la presidencia municipal de San José Miahuatlán, y las gestiones tardaron años. Entre los servicios que brinda la clínica está la orientación sexual a jóvenes y adolescentes de entre 10 y 19 años de edad. El programa se integra por pláticas que se ofrecen en las escuelas, mediante las cuales se proporciona información acerca de planiicación 37

familiar, higiene personal y diversos temas de importancia para los jóvenes y también para los adultos. Asimismo, existe orientación especíica para los adultos. Ambas estrategias, según evaluaciones oiciales, han funcionado, ya que la tasa de natalidad ha disminuido. La orientación médica y sexual para todo tipo de público se programa semanalmente y se da a conocer a los usuarios por medio de una mampara que se localiza a un lado de la clínica, en la cual las personas se anotan para asistir en grupos organizados por rango de edad. 3.5.1 Medicina tradicional Los tetitlenses recurren a los remedios tradicionales con frecuencia, y acuden al médico alópata “cuando la medicina tradicional ha fracasado”, sobre todo en los casos de padecimientos crónicos. Ambos tratamientos suelen combinarse y mantienen un uso habitual y popular entre los habitantes de la comunidad. A principios de la década de los ochenta, todavía la población se mostraba expectante ante la actuación del médico y revelaba desconianza. A su vez, el doctor desconocía muchos aspectos de los remedios tradicionales. Sin embargo, actualmente en Tetitlán hay dos curanderos, los cuales no sólo son consultados por los habitantes oriundos, sino por personas que vienen de otros lugares, como la cabecera municipal de San José Miahuatlán.

3.6 A L I M E N TAC I Ó N La base de la alimentación de los tetitlenses, como la de la mayoría de las comunidades indígenas de México, consiste en el maíz transformado en tortilla y en diversas formas de preparación. Corresponde a las mujeres la responsabilidad de preparar el nixtamal, llevarlo al molino y elaborar las tortillas, base de los alimentos que consumen los pobladores, además de atoles, elotes hervidos o asados y tamales, entre otras variedades de comestibles derivados del maíz. En San Pedro Tetitlán se 38

complementa la dieta, algunas ocasiones, con proteínas provenientes de la carne y el huevo, así como mediante distintas plantas y frutos originarios, como los guajes o las diferentes especies de tunas recolectadas en la región. La alimentación también depende de los ingresos económicos de las unidades domésticas. El tipo de platillos resulta variado, sin embargo, existen alimentos y bebidas imprescindibles en cualquier hogar. Entre la comida tradicional encontramos el mole poblano o el mole de guajolote o de chivo, elaborados principalmente el 28 y 29 de junio en la iesta patronal y el Día de Muertos. Este guiso se complementa con tamales de frijol, preparados en hoja de milpa, y barbacoa. Durante la Semana Santa el platillo típico es el mole de camarón. Algunos de los alimentos que se consumen cotidianamente son: las enchiladas, la carne de puerco, el pollo con chile, la lor de techa, la lor de izote, los quelites, las verdolagas, los frijoles y el arroz, entre otros.

Figura 5. Platillo típico: mole de camarón (Imagen: facebook de San Pedro Tetitlán, febrero de 2012, https://www.facebook.com/sanluistemalacayuca.nguigua?fref=ts)

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En su dieta la población también suele incluir al conejo, mismo que atrapan en los montes; anteriormente también cazaban venados, pero la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) ha prohibido la caza. Por otra parte, igualmente es común la recolección de insectos; entre los que más mencionan están los gusanos, como el localmente denominado telcuahui, cuya ingesta, se sabe, proporciona grandes ventajas alimenticias, así como su recolección, que genera beneicios al medio ambiente; de igual forma contribuye a la transmisión de una práctica y saber ancestral, transmitida históricamente a partir de la tradición oral y de las actividades cotidianas.

Fig. 6. Los gusanos del telcuahui, o cuchamá, en popoloca (Imagen: facebook de San Pedro Tetitlán, 2012. https://www.facebook.com/sanluistemalacayuca.nguigua?fref=ts)

3.7 E D U C AC I Ó N La educación formal es uno de los aspectos más importantes para la comunidad, ya que de acuerdo con sus propios reglamentos estable40

cidos, la educación no es una opción más para los pequeños y jóvenes habitantes de Tetitlán, sino una obligación. Por esta razón se les exige cursar hasta la secundaria, de lo contrario se castigará a los padres con una multa por cada año que no curse el niño (a). A los pequeños parece no molestarles esto, pues según sus testimonios, sienten orgullo al contar con mayores conocimientos que niños de otras comunidades. Asimismo, como parte de las reglas instituidas, si un alumno falta a clases en la primaria, debe pagar una cuota de diez pesos por cada día de inasistencia, situación que genera poco ausentismo. En San Pedro Tetitlán existen planteles educativos de distintos niveles, como preescolar, primaria y telesecundaria. El “Jardín de Niños Vasco de Quiroga, Federal Bilingüe”, fue la última institución educativa en construirse, ya que antes se encontraba en las instalaciones de la primaria. El kínder cuenta con cinco salones, de los cuales tres son para los grupos de 1º, 2º y 3º, uno es utilizado como dirección y el otro se asignó a usos múltiples: para juntas, actividades con los niños, etcétera. La enseñanza no se limita a los conocimientos generales, también se transmiten las tradiciones y las costumbres de la comunidad. Por ejemplo, en el festejo correspondiente al Día de Muertos, se les explica qué es un tenate, por qué debe colocarse en las ofrendas y qué debe llevar. Las clases son impartidas en náhuatl y español, y aunque no todos los niños hablan bien el primer idioma, sí lo entienden. Son muy pocos los que dominan el náhuatl, puesto que los padres ya no obligan a sus hijos a aprenderlo; por ello el idioma nativo se convierte en su segunda lengua, en caso de llegar a ser aprendido. La primaria “Leyes de Reforma, Federal Bilingüe”, incorporada a la SEP, se fundó en septiembre de 1972. Fue la primera entidad educativa a la cual tuvieron acceso los habitantes de la comunidad, y junto con el kínder, que también se encontraba en este inmueble, constituía el único nivel obligatorio. Su sede se encuentra frente al zócalo, junto a la iglesia y la presidencia. Es importante destacar el buen nivel que se le reconoce a la primaria de San Pedro, puesto que en años anteriores sus alumnos han 41

participado en concursos académicos, obteniendo siempre un lugar sobresaliente. Por tal razón, instituciones como la SEP y el banco Bancomer han llegado a otorgar becas de estudio a los niños cuyo desempeño escolar sea sobresaliente. La telesecundaria “Francisco Pérez Salazar” fue construida en 1982 y se ubica a un costado de la primaria. Cuenta con cinco aulas, de las cuales tres se ocupan para cada uno de los grados, otra para el salón de cómputo y la última se utiliza, a la vez, como bodega y biblioteca. A nivel de secundaria, la SEP ya no instituye la enseñanza del náhuatl; por lo tanto, las clases en esta escuela sólo se imparten en español. Esta escuela pertenece a las 60 instituciones educativas de la región, y para el 2007 ocupaba el 5º lugar en nivel académico. Tres veces al año la supervisión escolar de Tehuacán le aplica evaluaciones para determinar cómo se encuentra su instrucción. Tanto en el jardín de niños como en la primaria y en la telesecundaria se llegan a formar comités de padres de familia, quienes se organizan, entre otras cosas, para conseguir los materiales requeridos por las y los maestros, para colectar algún tipo de cooperación necesaria, llevar a cabo los festejos de graduación, o incluso, para la vigilancia de los planteles. Cada comité está integrado por diez padres o madres en una mesa directiva. Los puestos se distribuyen de la siguiente manera: presidente(a), vicepresidente(a), secretario(a), tesorero(a) y seis vocales. Estos cargos son asignados mediante la votación de todo el alumnado, y se renuevan anualmente. Cabe resaltar que San Pedro cuenta con una biblioteca pública, misma que fue solicitada a las autoridades por la población; la encargada es la única persona que posee un cargo público dentro de la comunidad y su sueldo es cubierto por medio de la cooperación de todos los tetitlenses. La gestión de la biblioteca demuestra su interés por la educación de los niños y los jóvenes, característica que enorgullece a los habitantes, lo cual se deja ver en los comentarios vertidos.

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3.8 V I DA

C OT I D I A NA

En San Pedro Tetitlán el tiempo parece transcurrir más lento. La mayoría de los hombres trabaja en las fábricas textiles y, en menor proporción, las mujeres. Por lo regular, ellas se dedican a los quehaceres del hogar, preparan la comida, atienden a los hijos, los alistan para la escuela, etcétera. Aproximadamente a las siete de la mañana se comienza a escuchar una serie de mensajes transmitidos por las autoridades locales, los comerciantes, los maestros o cualquier otra persona, a través de un aparato de sonido, que anuncia productos comestibles como atole, tamales, carne, etcétera, envía felicitaciones de cumpleaños y brinda información relativa a reuniones especíicas, o toda clase de temas vinculados con la comunidad. Temprano, en las mañanas, es común observar a los niños transitar apresuradamente para no llegar tarde a la escuela; algunos de ellos son acompañados por sus mamás, pero la mayoría por sus hermanos mayores, quienes también asisten a clases. Mientras tanto, las madres se quedan en casa realizando labores domésticas, tales como llevar a moler el nixtamal, hacer las tortillas (mismas que comienzan a prepararse desde temprano), guisar, lavar la ropa o alimentar a los animales de traspatio. Por ello, las mujeres que se dedican además a la elaboración de artesanía de palma, deben combinar las actividades propias del hogar con la confección de tenates o el bordado de chaneles. 3.8.1 Tiempo libre En la comunidad, parte del tiempo libre de niños y adolescentes consiste en jugar en los patios o solares y en realizar deportes. Es común la práctica del futbol y del basquetbol, para integrar equipos que suelen competir con las comunidades vecinas en torneos. Los jóvenes, en cambio, dedican su tiempo libre a estar en compañía de amigos, compañeros o novios; a veces juegan en las maquinitas o en el parque. Regularmente salen con sus amigos, aunque en 43

ocasiones pueden ayudar con las labores domésticas. Al parecer, lo que más les gusta es acudir a los bailes cuando se celebra alguna iesta, principalmente la patronal. Las personas adultas que trabajan preieren utilizar su tiempo libre ya sea descansando en sus casas en compañía de la familia o saliendo de paseo a comunidades cercanas. Tanto a hombres como a mujeres les gusta ver programas en la televisión. También es común observar a mujeres de diferentes edades caminando por las calles o en la entrada de sus casas, sentadas en la banqueta elaborando un tenate o bordando un chanel.10 Otras, por ejemplo, acuden al campo o a sus terrenos cercanos a recolectar granadas o guajes para complementar la comida.

3.9 V E S T I M E N TA

TRADICIONAL

La comunidad, al ser un espacio colectivo, se encuentra interconectada con las diversas esferas sociales, al mismo tiempo que impregnada de una serie de elementos tanto tradicionales como globalizados. Esto se ve relejado en el atuendo. La vestimenta en San Pedro no deja de formar parte de una rica tradición, pues aún se conservan muchos estilos y bordados que, pese a presentar cambios en sus decoraciones, su elaboración o sus materiales y sus colores contienen una profunda carga signiicativa. Antes, las abuelitas se hincaban en el suelo apisonado de sus casas y tejían las telas, ellas hacían los diseños inspirándose en animalitos, ahora, para hacer sus diseños, compran bases o modelos (Rogelio Sánchez, San Pedro Tetitlán, febrero, 2012).

Sin embargo, el uso de los trajes tradicionales ya no es muy recurrente. En la actualidad sólo las mujeres mayores utilizan el traje tradicional, El chanel es una prenda usada regularmente por las mujeres jóvenes de Tetitlán. Se introduce por la cabeza y cubre parte del pecho y la espalda.

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que consiste en un vestido, tipo bata, nada ostentoso. Quizá se pueda deducir que el proceso de migración de los habitantes ha inluido en los cambios producidos en la forma de vestir y de pensar. En San Pedro no se ha podido promover de la misma forma, como en la comunidad de San Juan, el uso de la vestimenta original, ya que en esta última localidad incluso se imparten pláticas para que los propios habitantes sean quienes protejan y difundan su cultura (trajes, lengua, tradiciones, costumbres, etcétera). Las prendas más conocidas en Tetitlán son los sarapes, las faldas, las blusas bordadas, las fajas y los rebozos. Los colores utilizados varían según los diferentes diseños que se bordan, pero los principales son: amarillo, azul, rojo, morado, anaranjado y café. “En Chilac, se dice que conservan iguras antiguas que le tejen a los tenates” (doña Carmen, julio de 2011, San Pedro Tetitlán).

3.10 O R G A N I Z AC I Ó N

SOCIAL

La comunidad está estructurada internamente en barrios y colonias y la base fundamental de la organización social la constituye la familia. No obstante, aquélla en San Pedro Tetitlán está establecida mediante acuerdos no escritos, sino dictados por la costumbre y acatados por todos los miembros de la sociedad, cuyos ines radican en mantener el orden comunal, obtener desarrollo o progresos para la localidad y resolver las necesidades de la población. El equilibrio se ha basado en la cosmovisión compartida pues, entre otras cosas, se ha logrado una adaptación con el medio ambiente,11 la cual se releja en la forma

Del cerro extraen diversos productos que utilizan para la construcción de viviendas o de corrales; también algunas hierbas y plantas comestibles o medicinales, así como elementos rituales que emplean en ciertas celebraciones. Cuidar de este espacio geográico forma parte de los rasgos fundamentales que aún conservan de su cultura tradicional, pues mediante los bienes

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de utilizar los recursos naturales, al mismo tiempo que en la diversa ritualidad festiva presente en el transcurso del año. 3.10.1 Familia Para los tetitlenses es muy importante la familia, que en esta comunidad se divide en extensa y nuclear; la del primer tipo se caracteriza por ser numerosa y estar integrada por padres, hijos, hermanos, abuelos, tíos y primos, quienes viven en lugares muy cercanos, separados sólo por un patio o una barda; incluso, en algunas ocasiones sus casas forman una sola calle. Las familias nucleares, por su parte, están compuestas por los padres y los hijos (entre tres y seis). La presencia de varios miembros favorece que el conjunto de individuos, unidos o no por lazos de parentesco, tenga una residencia común y se organice entre sí para satisfacer las necesidades básicas. La gran mayoría de los integrantes de las familias trabaja en las fábricas textiles situadas en el interior de la comunidad o en Tehuacán, y son pocos quienes ayudan a las mujeres en las labores domésticas. Además del trabajo asalariado como obreros en las maquiladoras, los hombres también se desempeñan como albañiles en zonas cercanas como Chilac o San José Miahuatlán; algunos otros son maestros y laboran en el municipio de Tehuacán. Mientras que las mujeres, base de la reproducción y el mantenimiento del grupo familiar, se ocupan del cuidado de los niños, de las labores del hogar, participan en la siembra y recolección del azafrán o siguen reproduciendo la elaboración de artesanía de palma, misma que venden en los mercados locales para contribuir con la economía familiar. Los niños, esenciales dentro de la estructura familiar, asisten a la escuela principalmente por la mañana. Por la tarde ayudan a sus padres en las labores domésticas, las niñas atendiendo a los más pequeños,

proporcionados por el cerro garantizan su supervivencia y contrarrestan los cada vez más comunes cambios de clima.

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lavando o limpiando, mientras los niños hacen mandados o alimentan, limpian y cuidan a los animales de traspatio.

3.11 O R G A N I Z AC I Ó N

POLÍTICA

San Pedro Tetitlán posee la categoría de junta auxiliar del municipio de San José Miahuatlán, cuenta con la autonomía para elegir a sus propias autoridades, a aquellas que los representarán y cuya responsabilidad consiste en el manejo de documentación y en la organización interna necesaria para solucionar los problemas y requerimientos de la comunidad. Los cargos que se ocupan en las juntas auxiliares, al igual que en los municipios, tienen una duración de tres años. El presidente, el secretario, el regidor de educación y los demás puestos no se otorgan mediante el proceso de votación, sino a partir de una asamblea en la que participan únicamente los hombres del pueblo, quienes elegirán a los nuevos funcionarios locales. Esto se debe a que no cuentan con planillas de partidos políticos y a que siguen rigiéndose a partir de usos y costumbres. El plano político es encabezado por los hombres, ya que son ellos quienes, al cumplir la mayoría de edad, comienzan a participar en la toma de decisiones. Es sabido que todos, tarde o temprano, ocuparán alguno de los cargos. En la presidencia se encuentra un libro con el registro de los nombres de los habitantes varones de Tetitlán, por medio del cual pueden consultar quiénes han cumplido la mayoría de edad y deben brindar sus servicios a la comunidad. Así, todos los pobladores se turnarán los distintos cargos, desde los menos apreciados hasta la presidencia del pueblo (Pérez Pérez et al., 2007). Es común que el presidente llegue a desempeñar otras funciones, entre ellas ser juez del registro civil (encargado de avalar nacimientos, defunciones o divorcios, entre otros). El secretario, a su vez, también puede fungir como tesorero o juez de paz (el cual se encarga del concilio entre las partes y levantamientos de cadáver, por mencionar 47

algunas de sus responsabilidades). Asimismo, existen los puestos de regidor de Gobernación, Industria y Comercio y el de síndico de Educación. Además se forman comisiones encargadas de vigilar determinados asuntos, tales como: agua potable, aguas iltrantes, salud, obras públicas, servicios (para solicitar cita con el presidente), agentes subalternos, festejos y caminos. Cada funcionario cuenta con cinco suplentes y goza de un periodo de descanso. Sin embargo, debido a que las diversas maneras de organización se basan en usos y costumbres, quien desempeña un cargo en la comunidad no recibe ninguna retribución monetaria, ya que se considera una obligación ciudadana como tetitlenses. Por ello, deben dividir su tiempo entre las obligaciones que implican el cargo público y sus actividades, trabajos o labores cotidianas, lo cual justiica que no permanezcan todo el día en la presidencia y que sea más común encontrarlos por las noches, cuando regresan del campo. Por otro lado, si algún habitante de Tetitlán rechaza la asignación de algún cargo o falta a juntas relacionadas con problemáticas comunales, recibe un castigo o una multa, cuyo monto establece una comitiva. Por ejemplo, si algún hombre emigró, pero su familia y hogar están en San Pedro, se le sigue considerando miembro de Tetitlán, por lo que también participa en las elecciones para designar a los integrantes de un comité y, en caso de ser escogido, debe regresar al pueblo; si le es imposible, además de pagar la multa tendrá que ocupar el cargo en el siguiente periodo, o de lo contrario pagar a alguien para que ocupe su lugar en las tareas asignadas. Por lo que se reiere a las votaciones municipales, a San Pedro le corresponde la casilla 1713. Pocas veces se efectúan elecciones para diputados, puesto que la comunidad no está muy involucrada en la dinámica electoral y se rige, como ya se mencionó, por usos y costumbres. El IFE, ahora INE, es el encargado de notiicar las participaciones ciudadanas en las diferentes casillas. Además, en los tiempos electorales es muy escasa la propaganda de partidos políticos, como PRI, PAN o PRD; sin embargo, entre éstos, el PAN es el más representativo. 48

3.11.1 Proyectos En San Pedro Tetitlán se han llevado a cabo diversos proyectos propuestos por el gobierno del estado de Puebla. Uno de ellos es el Programa Unidos para Progresar, que se llevó a cabo en 2006. Durante su aplicación se electriicaron dos calles y la comunidad se vio favorecida al exentarse del pago del predial y al recibir 26 000 pesos para cada una de sus instituciones educativas. Otro proyecto importante lo constituyó el Programa de Agropecuaria/Ecología, implementado en 2007, que proporcionó a cada beneiciario la módica cantidad de 2 044 pesos. Así como el Programa de Desarrollo, mediante el cual se asignaron cinco biodigestores12 para baño. Con el propósito de instalarlos se destinaron 600 000 metros de canal, en los que se abrieron gran cantidad de zanjas para ponerlos en funcionamiento. Por otra parte, el 27 de abril de 2008 se inauguró la actual biblioteca. Posteriormente se realizaron gestiones para pavimentar el camino entre San Pedro y Chilac. El proyecto de la carretera federal correspondió a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT); para su realización la comunidad no aportó más allá de 20%. Finalmente, en cuanto al presupuesto otorgado por el gobierno, se reparte entre las diversas juntas auxiliares pertenecientes a Tehuacán, otro monto se destina para la reserva de la biósfera y un último porcentaje es asignado para obras sociales.

Un biodigestor o digestor de desechos orgánicos es un contenedor cerrado, hermético e impermeable dentro del cual se deposita el material orgánico a fermentar (excrementos de animales y humanos o desechos vegetales) en determinada dilución de agua para que, a partir de la fermentación, se produzcan gas metano y fertilizantes orgánicos ricos en nitrógeno, fósforo y potasio y así se disminuya el potencial contaminante de los excrementos.

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3.12 E C O N O M Í A 3.12.1 Trabajo asalariado y migración La importancia de los trabajadores para la economía local es determinante, tanto por los envíos monetarios como por la salida constante de mano de obra y fuerza de trabajo. Esto último se debe a la gran necesidad que los habitantes tienen de obtener un empleo complementario, ya sea en la zona rural o en los centros urbanos. La apertura de la migración laboral temporal provoca que en la comunidad exista una serie de diferencias en cuanto al nivel económico de la población. Gracias a que dentro de Tetitlán hay una oportunidad de trabajo asalariado en las maquilas que comenzaron a establecerse hace catorce años, se puede evitar el desplazamiento masivo de los habitantes; además, éstas se han integrado al sector servicios de las ciudades a nivel regional. Aunque la dinámica actual de la familia tetitlense no ha presentado cambios en el interior de su organización, y si bien existen ciertos patrones generales de tareas por sexo y edad, éstos se van adecuando según las ocupaciones de sus miembros. Hombres y mujeres migran a los centros urbanos en busca de un mejor nivel de vida, o en ocasiones son los jóvenes quienes deciden salir de su comunidad en busca de un mejor nivel educativo y, a su vez, trabajan para poder mantenerse dentro de la dinámica urbana. La mayoría de las familias cuentan con uno o más miembros laborando como asalariados en las fábricas textiles, ya sea en las internas o externas a la comunidad. Sin embargo, esta actividad es considerada complementaria para el grupo doméstico, al igual que la producción artesanal. Las pocas oportunidades laborales para los hombres provocaron que se generara el proceso de migración a lugares como Tehuacán, Veracruz, Puebla, Oaxaca y Estados Unidos. En un principio sólo eran ellos quienes migraban, pero con el paso del tiempo familias completas han salido de la comunidad. Esto ha sido causa de que, tanto en el pasado como en la actualidad, el número de moradores se mantenga, 50

pues la población no ha disminuido ni crecido, ya que el proceso de migración permite que haya un equilibrio. Actualmente el principal destino migratorio es Estados Unidos, gracias a los acuerdos de trabajos temporales, proceso legal que dura seis meses; no obstante, son muy pocos los casos registrados. En el pasado, la migración sólo ocurría a nivel nacional; en el presente es internacional, pero también hay tetitlenses que trabajan cerca de la comunidad y regresan todos los días, u otros que se van más lejos y retornan los ines de semana. Tal es el caso de los que se encuentran laborando en la ciudad de Tehuacán o en localidades aledañas como San José Miahuatlán, Chilac o cerca de la Sierra Negra. 3.12.2 Agricultura El tipo de agricultura que predomina en San Pedro es el de temporal y principalmente se siembran maíz y frijol; para el forraje se cultiva la alfalfa y, en cuanto a hortalizas, se siembran chile, ajo, jitomate y tomate verde. De acuerdo con testimonios de los habitantes, la mayoría de la población cultiva lo mismo y son pocos los beneiciados con regadío, debido a la escasez de agua; de manera que en su totalidad se practica una labranza tradicional carente de innovaciones tecnológicas, empleo de semillas mejoradas o maquinaria motorizada. La pequeña agricultura de temporal se caracteriza por contar con un corto periodo de lluvias, y lo que se obtiene de ésta no es suiciente para cubrir las necesidades alimenticias. En la comunidad de San Pedro la tierra se hereda de bisabuelos a abuelos, de éstos a los padres y así sucesivamente, privilegiando a los varones. Se transiere como herencia de una generación a otra, por eso es cuidada y protegida, ya que además de poseer un valor sentimental, también representa un ingreso económico para las futuras familias.

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3.12.3 Ganadería En la localidad es común el ganado de traspatio bovino, porcino y asnal. No hay animales de mayores dimensiones debido a su alto costo de mantenimiento, pero la mayoría de las familias cuenta con ganado caprino y aves de corral. La cría de aves, sobre todo de guajolotes, se destina al autoconsumo o a la venta y se desarrolla bajo el sistema de solares; su atención corre a cuenta de las mujeres y los niños. La alimentación de las aves consiste en hierbas, insectos, desperdicios domésticos y pequeñas cantidades de maíz. Los animales son vistos como reserva o inversión para las familias, ya que en caso de iestas, enfermedad o muerte, se venden o se consumen. 3.12.4 Industria Esta comunidad posee un incipiente desarrollo en la industria herrera, así como en la alimenticia. La mayor parte de los habitantes que no cultivan aprovechan la oportunidad de trabajar en las maquiladoras instaladas desde varios años atrás, pues anteriormente se tenían que trasladar a comunidades como Chilac para conseguir este tipo de empleos. En 2007 ya existían seis fábricas en la comunidad, las cuales brindaron trabajo a gran parte de la población, tanto masculina como femenina, que comenzaba a insertarse en el mercado laboral al egresar de la telesecundaria. 3.12.5 Comercio El comercio en la comunidad se practica en pequeña escala, sobre todo en tiendas de abarrotes, frutas, legumbres y misceláneas, que se surten en el mercado de Tehuacán. También en establecimientos como tortillerías o puestos de antojitos, ya sea que estos últimos se encuentren en locales o en espacios públicos. A esta actividad sólo pueden acceder aquellas personas que han acumulado cierto capital económico para la 52

inversión necesaria. Los días de plaza son los sábados, que es cuando la gente se abastece de alimentos. Por otra parte, también existen negocios como talleres de reparación automotriz, de bicicletas, de aparatos electrónicos o de acceso a Internet. 3.12.6 Artesanía La artesanía reside en un conjunto de actividades productoras de carácter esencialmente manual, cuyas materias primas son de origen local en su mayoría; son elaboradas por un solo individuo, o bien por una unidad familiar, trasmitidas por tradición de padres a hijos. Sus productos son por lo general anónimos, están destinados a la satisfacción de necesidades concretas y constituyen una expresión representativa de la cultura y referente de la identidad comunal (Gámez, 2008, p. 94). Las identidades de los pueblos se basan, en una primera aproximación, en determinadas selecciones, apropiaciones y usos sociales de coniguraciones características (de comportamientos, rasgos, modelos, gustos, lenguajes) reconocibles y compartidas. A nivel intelectual siempre se requiere de un referente foráneo para ayudar a desprender, visualizar y reconocer lo propio, lo que separa a un nosotros de un ustedes o los otros; la diferencia y la distinción, por un lado, y lo que une, por el otro. Los sentimientos de pertenencia nacen de arraigos en torno a formas de ser y de actuar, aprendidas, recreadas y heredadas formando esas identidades que los grupos comparten, aun sin hacerlo consciente. Este nivel aparece cuando cierta práctica (hábito o costumbre) es observada y comparada con otra, como en el caso de las artesanías (Novelo, 2003, p. 11). Así, las artesanías son resultado de construcciones culturales dinámicas en las que intervienen valores, tradiciones, experiencias de vida, ubicaciones sociales, sentimientos de pertenencia, cosmovisión, arte, organización social y laboral (Novelo, 2003, p. 11). La artesanía integra tradición y modernidad, es una forma de resistencia étnica y deine las relaciones de género, pues en su mayoría son mujeres 53

quienes elaboran estas creaciones. Por ello, mediante su trabajo se delimitan las condicionantes de género, ya que es común considerarlas una extensión de las labores domésticas. 3.12.6.1 El tejido de palma Tetitlán se distingue por ser un pueblo artesanal, en especial dedicado al tejido de palma, por lo que es conocido como “San Pedro de los Tenates”. La importancia de la cestería, además de cumplir con la función de representar un medio de subsistencia económico, principal o secundario, radica en que para muchas comunidades indígenas y campesinas de México signiica una de las primeras manifestaciones de cultura material realizadas por el ser humano, misma que ha sido reproducida históricamente y utilizada tanto para la recolección de frutos como para prácticas rituales. Pese a su importancia, es una de las producciones artesanales menos estudiadas. Esto se debe en gran parte a la rápida degradación de la materia prima con la que está hecha y a la poca importancia que se le otorga. Es evidente que los materiales y los métodos varían de acuerdo con cada área o región geográica. En el caso de Tetitlán, este tipo de artesanías es comercializado, tanto interna como externamente, sobre todo en los mercados regionales. Incluso en temporadas especíicas, como el Día de Muertos, son comunes los pedidos especiales de habitantes de San Gabriel Chilac u otras comunidades, quienes encargan un número determinado de tenates para ofrendarlos a sus seres queridos ya ausentes.

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Figura 7. Mujeres elaborando tenates para el Día de Muertos (Imagen: Martha Ivett Pérez, octubre de 2007)

La materia prima La palma es una materia prima que las mujeres tetitlenses compran en las comunidades aledañas y en la que procuran encontrar ciertas características que les permitan elaborar un buen tenate, entre éstas: calidad, tamaño y color, pues hay palma verdosa o bien de un tono café claro. Son diversos los tipos de palma que se emplean en la producción de la cestería, pero en el caso de los objetos que se tejen en la zona sur, principalmente en San Pedro, se reducen a dos, los mismos que se usan en la región de la Montaña, en el estado de Guerrero, según Mastache y Morett (1982, pp. 10-12), y pertenecen a la familia de las palmáceas y a los géneros Braea y Sobal. El tono original de la palma es el blanco o “macizo”, como ellos le llaman; y el “cojoyo”, que corresponde a

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la palma en tono verdoso, aunque en ocasiones se combinan ambos colores para decorar lo tenates y para hacer iguras. Proceso de producción Los tenates de palma Por lo que se reiere a la producción y la clasiicación de tenates, en la comunidad éstas se han establecido como especialidades femeninas, pues son las mujeres quienes ocupan el papel central, ya que son las encargadas de elaborar la mayor parte del proceso. Aquí, las mujeres tejen los tenates porque tienen la habilidad de tejer con precisión la palma, los hombres sólo realizamos las cuerdas con hilo de maguey, ya que nosotros no podemos manejar la palma, porque si no, el tenate saldría muy apretado y torcido… no serviría (Rafael López, San Pedro Tetitlán, junio 2010).

Como parte del proceso de manufactura de la palma, después de la compra de la materia prima se procede a realizar el secado de la misma en el solar del hogar; posteriormente se continúa con los procedimientos de selección y del rajado en tiras. Después se inicia el tejido, en el que se puede realizar una combinación de palmas verde y blanca, con el propósito de obtener un tenate más ino. Se distribuye la palma en el patio de las casas o en un pequeño espacio a la intemperie, se separa la palma de menor tamaño y la que está fea o echada a perder, para obtener la de mejor calidad y mayor tamaño para la realización de los tenates inos, los cuales son más caros, pues tienen un uso suntuario dentro de la celebración del Día de Muertos, mientras que la palma de menor calidad se utiliza para elaborar los tenates para su uso en la casa. El rajado es la parte donde se ve si nuestro tenate va a ser ino o delgado; con la palma menos bonita se hacen los tenates más sencillos. A

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partir del comienzo del tenate, se continúa con el tejido del cuerpo, aquí es donde la palma se raja, para realizar las iguras del tenate. Se inicia con cintas simples o endosadas, muy similar a como se realiza con los sombreros, después se sigue con la ampliación de la base continuando con el cuerpo, en donde se agregan más rajas de palma para lograr el tamaño y la inura que deseamos en el tenate (Rafael López, San Pedro Tetitlán, junio 2010).

El segundo paso consiste en el recabado o “la rasurada”, cuando se elimina el sobrante de la palma. Posteriormente, el tenate se cuece a vapor, para lo cual se coloca en un bote con una cama de palma en la que se coloca el producto, para evitar que se moje con el agua del fondo. Se pueden poner encimados, según el tamaño, para coser el mayor número posible. Se cubren con un trapo, a in de conservar el vapor y se dejan sólo unos minutos, ya que si se pasan de tiempo, pierden su color.

Figura 8. Cocción de tenates (Imagen: Martha Ivett Pérez, octubre de 2007)

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Finalmente, se les agrega el hilo de ixtle para poder colgarlos. Este trabajo lo realizan los hombres, quienes obtienen la ibra de las pencas de agave, las cuales cortan y tallan hasta extraerles la pulpa. Antiguamente esto se hacía sobre una tabla inclinada o tronco (pacché), apoyado en una horqueta y tallando la hoja con un palo (u-kab-paché), con el cual se hacía presión sobre la tabla (Cortés y Rodríguez, 1999, p. 20). Los hilos pueden ser delgados o gruesos, dependiendo del tamaño del tenate. La manera como actualmente hacen el “ixtle” es con los dedos, y, recargados en sus piernas, con las yemas enrollan los hilos que sacan del maguey y así logran dar forma al mecate. Después del tallado, se secan las pencas al sol y luego se procede a torcer los hilos manualmente. Las ibras son talladas sobre la pierna con la palma de la mano, protegiéndola con una bolsa de plástico o espinillera de cuero. Regularmente lo hacen temprano o muy tarde, cuando el calor ha pasado, para conservar la humedad de la ibra y que ésta no se quiebre (Romanh, 1984, p. 366). De esta manera se obtienen inos cordeles que son usados para manufacturar diversos objetos. Este proceso es una práctica casi exclusiva de las personas mayores, pues comentan que es una técnica dolorosa que necesita de cierta habilidad, ya que es muy compleja, por lo que los jóvenes no la practican. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que en décadas pasadas los propios artesanos efectuaban todo el proceso para obtener la materia prima, incluyendo el torcido, el trenzado y el tejido. Pero en la actualidad se ha generado una división del trabajo y algunos artesanos compran el cordel ya torcido, o bien adquieren el ixtle para trabajarlo en ese estado. Cabe mencionar que sólo una persona de edad ya avanzada en San Pedro es quien realiza aún todo este proceso. Como pudo observarse en el trabajo de campo, los tenates se producen tanto para consumo doméstico como para su comercialización. Por lo tanto, se puede considerar a la comunidad como un pueblo cestero, ya que desde la fundación de la misma su economía se basaba en la producción de tenates.

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Organización para el trabajo y el papel de las mujeres En el interior de la comunidad de San Pedro Tetitlán existe una división del trabajo,13 por lo que las mujeres desde edad muy temprana, entre seis y ocho años, comienzan con el aprendizaje de la elaboración de tenates. En un principio son enseñadas por su madre o abuela a tejer cosas fáciles (comienzan con el tenate blanco, llamado sencillo), y inalizan con la elaboración del tenate ino. Hay que hacer énfasis en que la identidad de género resulta un asunto difícil de evaluar en estas poblaciones rurales artesanas, pues al parecer no presenta complicaciones, ya que las mujeres en el ámbito familiar acatan órdenes, realizan las actividades del hogar, la crianza de los hijos y su tiempo libre lo dedican a la elaboración de la artesanía cestera, mientras los hombres laboran en las maquiladoras ubicadas en la comunidad o trabajan en el exterior de ésta en zonas cercanas como Chilac y San José Miahuatlán. Los roles familiares se reproducen sin que exista un aparente descontrol. En la estructura de la comunidad los cambios ocurren en forma lenta pero progresiva, con cierta eicacia; no ocasionan conlicto alguno. Para comprender mejor esto, a continuación se realizará un breve recorrido histórico con la inalidad de analizar los cambios y cuál ha sido la actitud de hombres y mujeres ante éstos. En San Pedro Tetitlán las mujeres poseen el conocimiento para transformar la materia prima (palma) en objetos que les ayuden a resolver problemas domésticos, laborales, económicos u otros aspectos de la vida cotidiana. No obstante, las artesanas se han especializado en producir objetos de cestería más allá de sus necesidades, con el in de intercambiarlos o venderlos dentro y fuera de la localidad. Ello se debe, en primera instancia, a la división del trabajo interno de la comunidad, que se caracteriza por la labor de las personas en las maquilas y por la

En la antropología económica, los papeles familiares se conocen como división del trabajo, siguiendo a Godelier (1980).

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actividad artesanal, la cual depende de la disponibilidad para adquirir los materiales necesarios. Para las mujeres de edad avanzada, el tejido de palma representa una actividad a la que están acostumbradas y forma parte del quehacer cotidiano. Comúnmente, las mujeres realizan esta labor mientras caminan en las calles o esperan a sus hijos afuera de la escuela, o asisten a alguna reunión. De igual forma, van tejiendo sus tenates mientras se dirigen a la tienda, a visitar a algún familiar o simplemente cuando salen por algún mandado. Como nos comentan: “las mujeres de aquí no pierden el tiempo ni cuando caminan”. Ellas, en su actuar diario, efectúan una artesanía, producto del conocimiento y la destreza acumulada durante cientos de años por sus antepasados, la dominan con gran destreza y en ella plasman su creatividad, su visión estética y su cosmovisión.

Figura 9. Carmela Hernández Pacheco y su mamá, Petra Pacheco Cruz, tejiendo tenates. San Pedro Tetitlán, Puebla (Imagen: Martha Ivett Pérez, noviembre de 2007)

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Si bien la mayoría de los objetos de palma son elaborados por las mujeres, en la producción artesanal se incorpora toda la unidad doméstica. Por un lado, las niñas son las aprendices de las madres; en principio, a ellas se les enseña a tejer cosas fáciles, como el tenate blanco, también llamado “sencillo”, y inalizan su aprendizaje con la elaboración del tenate ino. Los niños sólo participan en los procesos de secado y de selección de palma (aunque en ocasiones esto varía). El hombre se encarga de proveer a la mujer la materia prima y de colocar el hilo a los tenates (proceso descrito con anterioridad). Sin embargo esta actividad, que antiguamente era exclusiva de los hombres, en la actualidad también es realizada por las mujeres. En general, podemos decir que el papel más importante en la producción de cestería de palma ha sido el de las adultas mayores o ancianas, quienes se encargan de transmitir y heredar el conocimiento adquirido a lo largo de toda su vida. Sin duda, el rol de las mujeres y el estatus que ocupan dentro de la producción es el más relevante.

Figura 10. Señor Alejo Hernández colocando el ixtle a los tenates. San Pedro Tetitlán, Puebla (Imagen: Martha Ivett Pérez, noviembre de 2007)

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Por otra parte, la cestería en San Pedro, como en otras regiones cesteras, se limita a un número pequeño de instrumentos, incluyendo la mano de obra, en la que predomina el empleo de manos, pies, boca y uñas para rajar la palma. Entre los objetos usados se encuentran el cuchillo, el mazo de madera para machacar el ixtle ocupado por los hombres, agujas para coser y navajas para cortar y rajar la palma. La comercialización y la economía de subsistencia Una vez terminado el proceso de elaboración, las artesanías cesteras se someten a una compleja comercialización que involucra a la mujer artesana, a uno o varios intermediarios y a compradores de todo tipo, así como a un mercado en constante proceso de cambio. Los objetos pueden ser vendidos en su gran mayoría al menudeo y en pocas ocasiones al mayoreo, ya que obtienen mejores ganancias cuando venden los tenates en pequeña escala. En contadas ocasiones, los productos son entregados a intermediarios, que acaparan la producción de algunas mujeres vendiéndola en diversos mercados fuera de la comunidad: El tenate se elabora todo el año, pero cuando se tiene necesidad, se ofrece a la persona que tenga dinero o a algún pariente, y ya ellos lo venden en Todos Santos, aunque también se ofrece en los mercados (doña Rosario Sánchez, San Pedro Tetitlán, junio de 2010).

En primera instancia, la artesana puede vender su trabajo dentro de la comunidad debido a la importancia que tienen los objetos de cestería en la vida cotidiana de San Pedro Tetitlán. Existe una demanda permanente pero moderada de los mismos, dado el material, que sí es resistente, aunque con el tiempo se degrada. Sin embargo, el mercado local es el que más bajo cotiza estos utensilios. Solamente el Día de Muertos registra una venta mayor, y entonces la acumulación del capital llega a tener gran impacto en la economía familiar, ya que las comunidades cercanas acostumbran colocar la 62

ofrenda dentro de los tenates, los cuales varían de precio dependiendo de su igura y tamaño. Las entrevistas realizadas a las mujeres mostraron que los municipios preferidos para la venta son las localidades vecinas de Chilac y el mercado de Tehuacán, lugares que se caracterizan por el uso del tenate durante el Día de Muertos. En la temporada de Todos Santos se registran casos de artesanas que acuden al mercado de La Purísima, en Tehuacán, para comercializar sus creaciones. Tanto la mujer como la suegra, los hijos y a veces el esposo se alojan durante un par de días en los cuartos y hoteles cercanos al mercado para permanecer esta temporada vendiendo sus artesanías, las cuales elaboran en sus ratos libres a lo largo del año. Mientras dura el proceso de venta, las mujeres son acompañadas por lo general por sus esposos, hermanos o hijos, ya que ellas acostumbran comercializar en el mercado, aunque en determinado momento, por ejemplo, ante una situación de necesidad económica, ofrecen los tenates a sus familiares o conocidos, claro está, ganando menos, pues con la intención de obtener dinero rápidamente los otorgan a un menor precio. En la actualidad, la producción y la venta en la región dependen de diversos factores, entre ellos las modas o inluencias impuestas por la cultura urbana, que asignan un mayor valor y utilidad a los recipientes plásticos, mismos que están sustituyendo poco a poco el uso de los cestos para ciertos ines. 3.12.6.2 Bordado El tejido de hilos de vela es otra actividad artesanal que destaca por su arraigo en la comunidad. Aunque su origen procede de Chilac, ha sido notablemente adoptado por los habitantes de San Pedro, constituyendo otra práctica realizada durante los ratos libres de los creadores. Entre los productos más confeccionados destacan prendas de vestir como blusas, camisas y vestidos, o bolsos y servilletas de tela. 63

El tipo de costura (a mano o en máquina) que se realiza depende de la prenda y el bordado a elaborar. De acuerdo con la calidad de los mismos, se ijarán los costos y la comercialización que se lleve a cabo en las comunidades cercanas, en especial en Chilac; no obstante, a cada prenda se le asigna un precio aproximado de 65 pesos. Los meses de marzo y abril representan la temporada de mayor demanda. Es mucho el tiempo que se dedica para la elaboración de un bordado. Un vestido, por ejemplo, puede tardar una semana en ser confeccionado, debido al tipo de técnica empleada, al tamaño y al diseño; este último puede incorporar lores, iguras de animales de constelaciones, entre otros.

Figura 11. Bordados con iguras de animales y lores en diversos colores (Imagen: Ivette Tecuapetla, 1 de febrero de 2013)

La tela que se ocupa es la popelina, y el hilo suele comprarse principalmente en Chilac o en la ciudad de Tehuacán, por ser las más cercanas. El metro de tela cuesta alrededor de 12 pesos, y el cuarto de hilo, aproximadamente 60 pesos. La ganancia obtenida por la venta de sus productos la invierten en las necesidades del hogar, sobre todo en la alimentación. En ocasiones, los artesanos ocupan mano de obra local para cumplir con pedidos grandes; varias maquiladoras de San Pedro se encargan de vender por docena y pagan a 40 pesos el bordado. Esta actividad artesanal ha propiciado el aprendizaje de nuevas técnicas, a in de lograr una mayor diversidad de modelos, así como diseños contemporáneos. 64

3.12.6.3 Cosmovisión y artesanía La artesanía y el llamado “arte popular” también representan un anclaje de tradiciones y creencias de los pueblos que los producen. Mediante su elaboración, una sociedad forja y comunica parte de su visión del mundo; a partir de colores, diseños, formas o escenas plasmadas en ropas, iguras, pinturas, adornos, cerámica, cestería, entre muchos elementos más, los artesanos expresan creencias en torno a sus deidades, al papel de los géneros, al origen de la humanidad o del universo, al nahualismo, etcétera. Las creaciones, por sus características y contenidos, son elaboradas para muy distintos ines, como puede ser su venta para obtener recursos económicos o bien se realizan como objetos de uso ritual, en cuyo caso pueden ser ofrendadas a deidades, santos o muertos durante ceremonias, rituales y iestas (Gámez, 2008, p. 96). A la cosmovisión, por su parte, la deinimos como “un conjunto de sistemas de creencias,14 representaciones,15 ideas y explicaciones sobre el universo, la naturaleza y el lugar que ocupa el hombre en éste” López Austin (1998) airma que “la creencia está formada por representaciones, pero también por convicciones, sentimientos, valores, tendencias, hábitos, propósitos, preferencias que nos hacen enfrentarnos de manera particular a la naturaleza y a la sociedad, incluyéndonos nosotros mismos como individuos, en una introspección que no puede menos que ubicarnos como sociales y naturales” (p.112). 15 Las representaciones son construcciones colectivas de la realidad social. Éstas conciernen al conocimiento del sentido común que se pone a disposición en la vida cotidiana. Son sistemas de signiicaciones que permiten interpretar el curso de los acontecimientos y las relaciones sociales; expresan la relación que los individuos y los grupos tienen con el mundo y los otros. Están inscritas en el lenguaje y en las prácticas. Son construcciones con base en códigos perceptivos y cognoscitivos complementados con la experiencia histórica, la memoria colectiva y el contexto en que se vive. La representación (valores, ideas y prácticas) sobre el mundo tiene su expresión en los discursos, relatos y las lógicas con los cuales los individuos se interpretan, interpretan al otro, al mundo y, en consecuencia, se representan (Jodelet, 2000, p. 10). 14

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(Gámez, 2012, p. 61). Al ser una expresión cultural, la cosmovisión, al igual que la cultura, diferencia a las sociedades, dota de sentido a la vida colectiva, concede un sentido de pertenencia social, genera formas de vida propias o únicas, cohesiona a los individuos y legitima o deslegitima sus acciones. La cultura siempre es subjetiva y objetivada; es decir, se distingue en dos modalidades, la interior y la exterior. La primera se reiere a las formas simbólicas y estructuras mentales, como las ideas, representaciones o visiones del mundo que poseen los sujetos sociales, mientras la segunda se vincula con los símbolos objetivados signiicados en elementos cotidianos, rituales, artísticos, etcétera (Giménez, 2007, p. 61). En San Pedro Tetitlán, algunos objetos artesanales de palma como los tenates son considerados un bien suntuario y ritual. En las festividades religiosas, entre ellas la iesta del santo patrono, el 28 de junio, durante la misa de celebración se coloca ante la imagen de San Pedro una ofrenda de comestibles acomodados dentro de tenates grandes tejidos especialmente para él, razón por la que los integrantes de la comunidad los consideran inos y los utilizan sólo para ocasiones especiales. En la festividad del Día de Muertos sucede algo similar: las ofrendas dedicadas a los difuntos (que contienen, frutos, pan, lores y velas) son puestas dentro de los tenates elaborados especialmente para la ocasión. Entre los denominados inos existen varios tamaños, colores y diseños. A los muertos adultos se les ofrenda un tenate grande, a los jóvenes se les coloca uno mediano, y a los niños o “angelitos”, uno pequeño o “chiquito”. Los tenates representan para lo tetitlenses un don que demuestra el cariño y el agradecimiento a sus antepasados, así como una forma de relacionarse con ellos. Se cree que colocar dentro de los tenates los alimentos y demás objetos ofrecidos a los difuntos, facilita a estos últimos el llevárselos al lugar o paraíso donde residen. Asimismo, cuando algún familiar fallece se acostumbra enterrarlo con una túnica morada larga. En las manos o al costado de sus brazos colocan siete semillas de maíz de diferente color, y en los pies les ponen unos huaraches de palma, los cuales elaboran al instante. La palma 66

con la que fabrican este calzado se bendijo con anterioridad durante la Semana Santa, por lo que se considera especial y adecuada para los difuntos, quienes, se cree, deben caminar mucho para llegar al otro mundo, razón por la cual sus pies deben estar cubiertos.

3.13 C I C L O

F E S T I VO C Í V I C O - S O C I A L

Entre las festividades cívico-sociales más importantes se encuentran las siguientes: a) El 6 de enero, o día de los Reyes Magos, se realiza una pequeña celebración, la cual es organizada por la presidencia municipal; principalmente se llevan a cabo eventos de entretenimiento, rifas y se regalan juguetes a los niños. b) El 30 de abril se festeja a los niños; es también conocido como el Día del Niño. En el interior de las familias, las madres se esmeran para que sus hijos pasen este día con gran felicidad. Las instituciones educativas, a su vez, organizan festivales donde las madres participan en los bailables y concursos; al término de éstos, se realiza un pequeño convite para los pequeños. Por la tarde, frente al kiosco, el presidente de la comunidad obsequia pequeños regalos a los niños, entre ellos: pelotas de plástico, bolsas de dulces y muñecas, entre otros. c) El 10 de mayo, o Día de las Madres, se celebra sobre todo en los hogares y en las escuelas (preescolar, primaria y telesecundaria); en las dos últimas se realizan festivales en los que participan los niños en bailables dirigidos por los maestros. También se organizan concursos o rifas, los cuales se planean aproximadamente con un mes de anticipación. En la plaza del pueblo se lleva a cabo una ceremonia, en la que se presentan algunos bailables u otros entretenimientos que llevan a cabo los mismos alumnos de las escuelas. Esto implica la organización de las instituciones para decidir o escoger la 67

participación artística de los estudiantes. Por otro lado, la presidencia organiza rifas para las madres, en las que se obsequian licuadoras, planchas, vasijas y otros regalos de uso doméstico. Los festejos a las madres, en el seno de los hogares, consisten en la entrega de regalos (obtenidos en ocasiones por cooperación entre hermanos), como objetos para el hogar, ropa, alhajas y ramos de lores, entre otros, y la realización de una comida, en la cual convive toda la familia con la homenajeada. d) El 20 de junio se festeja a los padres; esta celebración no es muy común en el interior de las familias de la localidad. Es organizada principalmente por las instituciones educativas, que inducen a los estudiantes a realizar algún objeto manual que sirva como regalo al padre del educando. e) El 15 de septiembre se festeja la Independencia de México. En este día las escuelas (el preescolar, la primaria, la secundaria y el bachillerato) llevan a cabo un desile por las principales calles de San Pedro. Todos los estudiantes asisten con uniforme; el evento termina en el centro de la localidad, frente a la presidencia, en donde se obsequian refrescos para las personas que asistieron y después se realiza una comida especial para los funcionarios de la presidencia.

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REL I G I Ó N Y C O SMOV I SI Ó N

La religión es una dimensión de la cultura que se debe comprender como el conjunto de pautas de creencias, valores y comportamientos adquiridos por los miembros de una sociedad (Cantón, 2001, p. 17). Es también un sistema de dogmas y prácticas que favorecen la transmisión de valores primordiales a nuevas generaciones y beneician la reproducción del orden social. La religión es un sistema de creencias y prácticas que se sostienen sobre la base de ideas muy concretas y de fe. Para la antropología, la conducta y la creencia no están aisladas. Por ejemplo, en un ritual de petición de lluvia hay el reconocimiento de que existen deidades del agua, así como la certeza de que, por medio de la actividad ritual (práctica social), tendrá lugar la acción sobrenatural esperada. De esta manera, los sistemas religiosos enlazan tanto a las conductas sociales como a las creencias. Así entonces, concebimos a la religión como cultura, lo cual implica entenderla como un fenómeno social que, de la misma manera que abarca creencias y prácticas, está constituido por instituciones (Broda, 2001, p. 17). Hoy se ha reconocido que los sistemas religiosos de un pueblo no desaparecen, se transforman en nuevas formas y dimensiones múltiples, según los procesos de las sociedades en las que al sincretizarse crean, a partir de lo antiguo, signiicados y funciones nuevas, conservando contenidos preexistentes (Báez-Jorge, 1999, pp. 15-16). “Las religiones ni se extinguen ni regresan, se transforman” (Cantón, 2001, p. 32).

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Toda religión corresponde a fenómenos sincréticos. En el caso de las religiones indígenas-campesinas actuales, éstas iniciaron con la conquista española por medio de la evangelización. Las prácticas y la cosmovisión mesoamericana conluyeron con el catolicismo, creando una tradición religiosa milenaria muy rica y versátil que hoy caracteriza a la cultura indígena-campesina, en cuyas religiones lo mesoamericano, lo colonial y lo contemporáneo conviven en un espacio semántico constantemente actualizado. Esta dinámica uniica la diacronía y resuelve las contradicciones (Bartolomé, 2005, p. 26). En San Pedro Tetitlán la religión predominante es la católica, con 95% de adeptos, seguida en menor escala por la protestante. Los considerados católicos cuentan con una iglesia en el centro de la comunidad, donde efectúan misas dedicadas a diversos santos en fechas especíicas. Algunas de las prácticas religiosas más importantes son las iestas patronales, puesto que condensan el pasado y el presente, el pensamiento y la acción. Las prácticas y las creencias locales se expresan mediante actos como la colocación de “tenatitos” en las manos de los santos, en el interior de la iglesia. Esto demuestra, por un lado, cómo se identiica a los santos con una de las actividades económico-culturales más importantes de los tetitlenses. De esta manera también se sacraliza a la actividad, mientras, por otro lado, se ofrenda a los santos el producto del trabajo de sus hijos objetivado en el tenate de palma.

4.1 C I C L O

F E S T I VO R E L I G I O S O

Una de las características más importantes de las expresiones culturales de los pueblos indígenas y de las sociedades campesinas tradicionales es la forma en la que conciben y organizan su vida religiosa. Entre los elementos más signiicativos de la religión se encuentran las iestas, mismas que permiten la integración social, la reproducción identitaria

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y brindan un espacio para la expresión cultural, en tanto que son parte de la existencia y de las prácticas del grupo (Gámez, 2012, p. 64). Las iestas religiosas comunitarias son manifestaciones sociales, producto de comportamientos culturalmente ijados que tienen lugar en momentos y en espacios determinados, en los que se vive una especie de tiempo de excepción, sin considerarlo contrapuesto a lo cotidiano, en la medida en que constituye un tiempo de trabajo ritual y funciona como una extensión del trabajo socialmente necesario para la reproducción de la comunidad. La festividad permite la reairmación y la cohesión cultural de los participantes. Modela identidades y establece diferencias. Es una manera de proyectar una visión del mundo. Es un espacio de reelaboración simbólica que involucra a la estructura social en su conjunto y que, además, permite hacer una lectura del tipo de relaciones económicas, políticas y sociales que viven los grupos participantes (Gámez, 2012, p. 67). En San Pedro las festividades religiosas tienen un alto impacto, ya que permiten la reproducción cultural y la cohesión social de la comunidad. En la realización de éstas se expresa la visión del mundo que posee la población, además de la importancia que sus miembros asignan a las celebraciones, lo cual se puede vislumbrar cuando se les escucha enunciar frases como la siguiente: “lo primero es estar bien con Dios”. Sin embargo, también existen otro tipo de conmemoraciones cívicas y sociales que igualmente forman parte de los ciclos festivos, por medio de las cuales se instaura un orden sociorreligioso. 4.1.1 Bendición de las semillas y la palma, 2 de febrero El 2 de febrero inicia el ciclo ritual agrario. Este día se efectúa la bendición de semillas, principalmente del maíz y el frijol. Algunos campesinos llevan a la iglesia canastas o tenates que contienen semillas recogidas durante la última cosecha y trozos de palma, para que el sacerdote los bendiga y así proteja la materia prima con la que se realizan los tenates, además de resguardar los objetos y los alimentos. La bendición 71

se realiza durante una misa que se celebra en honor a la Virgen de la Candelaria, conforme lo marca el calendario católico.16 Durante la homilía, el sacerdote enfatiza que esta celebración se reiere a la puriicación de María, de igual forma que a la presentación de Jesús en el templo, iguras cuya misión consiste en iluminar a los ieles. Por medio de este acto se exalta el simbolismo de los cirios y las candelas encendidas en esta jornada. Se cree que los cirios que se bendicen durante la Candelaria tienen mayor iluminación que los comunes, “su brillo es más fuerte y los difuntos lo pueden ver”. Por ello, durante la festividad del Día de Muertos es común que sean los que se utilicen en los altares dedicados a los difuntos, con la inalidad de iluminarles el camino hacia el mundo de los vivos. Como parte integrante de las actividades de este día, también se acostumbra que las personas a quienes les correspondió, por azar, la igurilla del Niño Dios oculto en la rosca de Reyes del 6 de enero, ofrezcan tamales y atole (ambos productos de maíz) en la iglesia, para compartir y convivir con los miembros del pueblo. Igualmente, se acostumbra llevar imágenes del Niño Dios vestidas y ataviadas a bendecir, las cuales fueron “levantadas” del Nacimiento familiar durante la celebración de la Navidad. Por la tarde se celebra otra misa en la que se despide a los mayordomos encargados de las imágenes de la Virgen de Candelaria y de la Virgen de Guadalupe, y en su lugar toman posesión los nuevos cargueros; entonces, el sacerdote nuevamente aprovecha para otorgar la bendición a las semillas e imágenes de los Niños Dios de los feligreses. Una vez concluida la celebración litúrgica, inicia una procesión hacia las viviendas de los nuevos mayordomos de las vírgenes. El objetivo

En la iesta de la Candelaria, según la liturgia católica, se festejan la presentación del Niño Dios y la puriicación de la Virgen María después de los 40 días posteriores al alumbramiento. Es costumbre que en la cuarentena la nueva madre permanezca en su hogar y realice pocas actividades. La celebración se fundamenta en este intervalo de la vida de María (Foster, 1985, p. 292).

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es transportar las imágenes a estos lugares, donde permanecerán por espacio de un año. En San Pedro se acostumbra, en la mayoría de las conmemoraciones que involucran a los santos, llevar a éstos en procesión hacia los campos de cultivo. Se cree que tienen que pasar por los lugares del pueblo para que atestigüen la sequía y atraigan a la lluvia. Aquellos que se sacan en romería con más frecuencia para solicitar lluvias son San Pedro y San Pablo, aunque también es habitual que salga en procesión San Isidro Labrador, identiicado como el santo de los campesinos y el que, se cree, conoce las tierras de cultivo, precisamente por ser labrador, y sabe que “necesitan la lluvia para dar el fruto”.

Figura 12. Santa Catalina con tenates en sus manos (Imagen: Angélica Meneses, 5 julio de 2011)

4.1.2 Semana Santa Se trata de una iesta movible que generalmente se lleva a cabo entre los meses de marzo y abril. Durante ésta, los feligreses acostumbran 73

confesarse y realizar el característico viacrucis. Es tradición que en San Pedro cada calle haga su propio viacrucis y, al inal, por la tarde, se reúnan y todos juntos suban caminando rumbo al Calvario. Para llevar a cabo esta representación, la iglesia proporciona varias imágenes e incensarios, ya que se dice que el sahumerio siempre debe ir delante de cualquier procesión que lleve una escultura religiosa. Los dos últimos días santos, los habitantes acostumbran una penitencia alimenticia absteniéndose de comer carne y tratando de consumir cualquier otra cosa: frijoles, tortitas de haba, verduras, etcétera. El viernes llevan a cabo la representación de las siete caídas de Cristo. Para ello se eligen calles aledañas (cercanas al Calvario) para representar el viacrucis. Desde la última estación de este circuito, la comitiva se dirige en procesión hacia el Calvario. Este espacio y destino inal se ubica sobre un pequeño cerro, el cual se caracteriza por tener una cruz en la cima y un pozo más abajo.17 El sábado, día de la Resurrección, se realiza una misa en la iglesia a las tres de la tarde, a la que acuden muchos devotos. 4.1.3 Fiesta del santo patrón La iesta del santo patrón implica un largo proceso de desarrollo constituido por una serie de actividades y fases, desde su preparación hasta su conclusión. El 28 de junio se considera el “inicio”; por la tarde se llevan a cabo bautizos. El día 29 corresponde a la iesta principal, en la que se festeja a San Pedro, a quien la comunidad debe su nombre; mientras que el 30 de junio es el desenlace del tiempo festivo y se conmemora al segundo apóstol, San Pablo. La celebración más importante del ciclo festivo anual es la dedicada al santo patrón, San Pedro, considerado el padre y fundador de la comunidad, santo que, según la creencia popular, es quien los provee de Este pozo fue resultado de un proyecto conjunto entre el gobierno del estado de Puebla y el apoyo económico de la población. La inalidad consistió en proveer de agua potable a los habitantes de la comunidad.

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sustento y protección. Por medio de esta festividad se reproducen las relaciones de reciprocidad para con la divinidad. Los preparativos de la iesta patronal inician meses antes, cuando se designa a los mayordomos encargados de organizar la celebración. Generalmente se eligen entre 40 y 50 cargueros, los cuales se nombran a partir de una lista de personas pertenecientes a la comunidad y quienes deben ser diferentes cada año. Ellos se reúnen, organizan y se reparten tareas, entre ellas: realizar adornos con diversas plantas, limpiar y adornar la iglesia, comprar cohetes, efectuar el convite para los invitados, el que normalmente consiste en mole de chivo o guajolote, etcétera. Para poder sufragar los gastos de la iesta ijan una cuota, la cual oscila entre 150 y 200 pesos por cada padre de familia. La víspera La iesta comienza el 28 de junio; este día es llamado por los habitantes “la víspera”. Por la tarde-noche se queman fuegos artiiciales con formas y iguras diversas; primero el castillo, después el torito, que es cargado por un hombre, y más tarde la imagen de una “chinola,”18 la cual es cargada preferentemente por una mujer. Al terminar, da inicio un baile popular amenizado por un conjunto musical. Alterna a éste se efectúa la coronación de la reina de la iesta19 y de las princesas, representadas por jóvenes originarias de la comunidad, quienes son elegidas democráticamente un mes antes de la celebración. Concluidos estos actos, a las 12 de la noche los tetitlenses cantan “Las mañanitas” y dedican “porras” a San Pedro, momento a partir del cual comienza la festividad principal. Palabra en náhuatl que, traducida al español, signiica mujer. La reina se elige de entre distintas candidatas. El criterio fundamental para designar a la ganadora reside en quién de ellas logra conseguir la mayor cantidad de dinero recaudado mediante la venta de artículos o antojitos. La nueva reina obtiene como recompensa permanecer al lado del obispo de Tehuacán durante la misa dedicada al santo patrón, que se lleva a cabo el 29 de junio.

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Figura 13. Quema del castillo y los toritos durante la víspera de la iesta patronal (Imagen: www.facebook.com/San-Pedro-Tetitlán-Puebla, febrero de 2012)

El día del santo patrón El 29 de junio se celebra al santo patrón. La mayordomía encargada de la iesta se organiza desde temprana hora para adornar la iglesia. En la entrada colocan arreglos de jiotilla, los cuales tienen la forma de una lor blanca. En el interior del templo, en la parte superior, instalan lienzos de tela roja, y al centro, ramos de lores dentro de tenates, los cuales son elaborados un día antes por un artesano y son colocados a primera hora. La imagen del santo patrón es ubicada en medio del altar, en la parte más alta; y a sus costados, todos los santos que se veneran en la comunidad.

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Figura 14. Fiesta patronal en San Pedro Tetitlán (Imagen: Angélica Meneses, 29 de junio de 2011)

En el transcurso de la mañana se dedican varias misas en honor a San Pedro. Al mediodía inician celebraciones sacramentales, como la realización de la primera comunión de niños; al concluir esta misa, los padrinos de los infantes entregan una ofrenda al santo patrón, que consiste en un gran arreglo de frutas que incluye manzanas, naranjas, uvas, etcétera, colocadas dentro de un “tenate ino”. Acto seguido inicia una procesión, cuya ruta se dirige por un camino pavimentado que rodea el atrio de la iglesia; la comitiva es presidida por la imagen del santo patrón, la cual es cargada por un grupo de hombres. Delante de ésta camina el sacerdote con un conjunto de mujeres que trazan el camino con pétalos de lores; atrás les sigue el resto de la población. Esta romería se realiza con la inalidad de que aquellos niños que no hablan, por motivos de salud o por alguna razón “inexplicable”, se alivien del mal que les aqueja. Al concluir el recorrido, se efectúa el acto mediante el cual un padrino o familiar cercano a un 77

niño mudo abre la boca de éste con las llaves de San Pedro —mismas que son resguardadas por el mayordomo encargado—, simulando que se trata de una puerta. Se cree que al poco tiempo de haber realizado este ritual, los niños afectados logran hablar; incluso a este rito asisten muchas personas que no son originarias de San Pedro Tetitlán. Al anochecer inician los festejos lúdicos, entre ellos el jaripeo, la música en vivo y el baile popular, mismos que tienen un costo de recuperación, que varía según el tipo y la calidad de los eventos.

Figura 15. Inicio de la procesión dedicada al santo patrón (Imagen: Angélica Meneses, 29 de junio de 2011)

La novena Finalmente el 30 de junio se celebra la denominada “novena”, con la cual concluyen las actividades rituales en honor al santo patrón. Este día se dedica una misa a San Pablo, y al terminar se realiza una procesión en el atrio. Para inalizar las actividades, la mayordomía encargada de los festejos lleva a cabo un convite exclusivo para los devotos. En esta temporada en algunas casas suelen prepararse mole y comida es78

pecial, pues los migrantes regresan, los adultos no trabajan y, según cuentan las personas que asisten a los festejos, “hay que llegar con devoción y alegría, ya que si van enojados les puede ocurrir algo malo”. Durante estos días de iesta, se puede observar en el poblado una diversidad de comerciantes ambulantes que vienen de distintas partes de la región y del estado y que se instalan dentro del mercado. Por lo general se trata de pequeños puestos de fruta, antojitos y dulces típicos, entre otros, distribuidos uniformemente. El mercado local se sitúa al costado derecho de la iglesia; al lado izquierdo se disponen diversos juegos mecánicos, como la rueda de la fortuna, carros chocones y el remolino, por citar algunos, los cuales se encuentran con motivo de la iesta en honor a San Pedro. Tanto en el día, pero sobre todo en la noche, las familias acostumbran divertirse en este lugar de esparcimiento, disfrutando de los juegos mecánicos y demás atracciones. Mayordomía El sistema de cargos es una instancia social (parte de la estructura u organización social) sobre la que recae gran parte de las obligaciones institucionales que, en esencia, se relacionan con la vida religiosa de las comunidades. Tradicionalmente se conoce en el interior de las comunidades indígenas campesinas y urbanas20 como “mayordomía”, y reviste particular importancia debido a su complejidad (participación de gran cantidad de personas en una estructura jerárquica), signiicado, función y contenido simbólico. Mediante la “mayordomía” las comunidades organizan su vida religiosa; es decir, establecen sus iestas, los trabajos comunales necesarios para el mantenimiento de las Tradicionalmente, se ha mencionado que es una forma de organización social relacionada con la vida religiosa y que es característica de las sociedades indígenas de carácter rural. Actualmente se ha visto que este tipo de organización no sólo se presenta en comunidades indígenas y campesinas, sino que aparece también en los barrios y colonias de las grandes ciudades de México. A éstas se les ha denominado mayordomías urbanas (Portal, 1996, pp. 25-42).

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iglesias, santuarios y lugares de culto, así como para la defensa de los intereses colectivos. En ella participan hombres, mujeres y niños en diferentes actividades previamente acordadas y reglamentadas, así como la comunidad en general (Gámez, 2012, p. 170). En San Pedro Tetitlán, como en muchas otras comunidades del sur de Puebla, para que las iestas religiosas se realicen es necesaria la cooperación de todo el pueblo. Por ello se elige a un grupo de personas —en su mayoría hombres— o mayordomía, encargada de organizar las iestas. Entre sus muchas tareas sobresale la de garantizar los recursos económicos para sufragar los gastos de los festejos; por tal motivo, este comité solicita la cooperación voluntaria de toda la comunidad. El dinero recaudado se utiliza para el adorno de la iglesia, el baile, los juegos pirotécnicos, etcétera. Existe una mayordomía especial encargada de los festejos a San Pedro, la cual está integrada aproximadamente por 40 o 50 personas, quienes deben efectuar diversas actividades, principalmente una comida para el pueblo. Ellos tienen la obligación de colaborar con mayores recursos que el resto de los tetitlenses. Todos los miembros del grupo religioso “católico” cooperan para la iesta; para ello existe un registro con la lista de contribuyentes; las mujeres aportan 50% y los hombres 100%, aunque no sean casados.

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Figura 16. Estandarte de la mayordomía de San Pedro (Imagen: Angélica Meneses, 29 de septiembre de 2011)

4.1.4 Día de Muertos La iesta dedicada a los muertos, los días 1 y 2 de noviembre, principalmente proviene de una matriz prehispánica. En todas las culturas del México antiguo (mayas, mixtecos, mexicas, etcétera) la muerte ocupaba un lugar muy importante como parte de las creencias y la ritualidad. Los antepasados mexicanos pensaban que el espíritu de los hombres era inmortal; esto es, que existía un sitio a donde iban las almas de los fallecidos. Los nahuas llamaron Mictlán a ese lugar (Matos, 1975, p. 13). Sin embargo, los antecedentes de la iesta del Día de Muertos se pueden encontrar tanto en las creencias de las culturas prehispánicas como en aquellas traídas por los españoles durante la conquista. Las culturas mesoamericanas, entre ellas los nahuas, pensaban que según la forma en que morían iban a uno de los determinados panteones en los que creían. Por ejemplo, si morían ahogados o a causa 81

de enfermedades híbridas, iban al Tlalocan o paraíso de Tláloc; quienes morían sacriicados o perecían en la guerra, en cambio, se convertían en compañeros del sol, igual que las mujeres muertas en el parto. Si un recién nacido moría, era considerado una joya y por ello residía en un lugar llamado Xochatlapan o Chichihualcuauhco, representado por un gran árbol nodriza. Las personas que fallecían por causas naturales iban al Mictlán, el lugar de los muertos. La travesía a éste era muy larga y se hacían acompañar por un perro; al inal del viaje tenían que presentarse ante Mictlantecuhtli y entregarle una ofrenda que consistía en una piedra de jade, para que así esta deidad les permitiera entrar a sus dominios. Los prehispánicos dedicaban diferentes fechas del año a los muertos, en las que realizaban festividades con ofrendas y cantos (Matos, 1975, p. 15). La Conquista destruyó a las civilizaciones prehispánicas y a su estructura religiosa e implantó una nueva religión, el catolicismo. Si bien se devastaron la cultura de las élites y las grandes estructuras estatales, muchas creencias y rituales se siguieron reproduciendo en gran cantidad de comunidades campesinas. Tal es el caso del culto a los muertos, el cual persistió sufriendo un proceso de sincretismo con las costumbres y creencias españolas. Durante el siglo XVI, en España se acostumbraba visitar una vez al año las sepulturas de los seres queridos y colocarles pan, vino y lores. En la celebración de Todos Santos se preparaba una comida especial en recuerdo de los muertos. La creencia de que las almas volvían a la Tierra existió también en algunos pueblos de España. El día en que éstas regresaban, las personas no se acostaban, para que los espíritus pudieran descansar en sus camas (Schefler, 1999, p. 59). Con el desarrollo del cristianismo en la Nueva España se difundió la idea de que, según la conducta demostrada en vida sería el lugar que los esperaba una vez muertos, ya fuera el cielo, el inierno, el purgatorio o el limbo. Estas ideas se sincretizaron con las creencias indígenas y dieron lugar a lo que hoy es la celebración del Día de Muertos. Por su parte, el día de los ieles difuntos fue creado por el papa Gregorio 82

IV en el siglo IX, y desde entonces se celebra en Europa; producto de la evangelización, también se instauró en México durante el siglo XVI. En la actualidad se festeja los días 1 y 2 de noviembre. Esta conmemoración, si bien se festeja en todo el país, en rancherías, pueblos y ciudades, cada lugar presenta especiicidades, mismas que se relejan en cierto tipo de creencias, en la forma de colocar las ofrendas, los materiales y alimentos que se instalan en éstas, los lugares en que se les ubica, la secuencia de actividades que se desarrollan, etcétera. Todo ello responde a los procesos históricos a los que cada localidad y región estuvo sujeta. Recordemos que la conquista y la evangelización española no se desarrollaron en todas las zonas del país de la misma forma, y que el gran territorio que integró la Nueva España era un mosaico de lenguas y culturas muy diverso, lo cual motivó que las tradiciones culturales indígenas se mezclaran con las costumbres españolas, formando una práctica festiva enriquecida y versátil, que hoy se puede observar en la celebración del Día de Muertos. En San Pedro Tetitlán, esta festividad tiene sus propias particularidades. Una de ellas consiste en que todas las ofrendas deben llevar la principal artesanía del lugar, el tenate. Sin embargo, no se trata de los comunes como los que utilizan para sus quehaceres diarios, sino de los denominados “tenates inos”, que se fabrican especialmente para la ocasión cada año, y nunca vuelven a ser utilizados como objetos rituales. Por lo general, después adquieren un uso cotidiano al servir como recipientes para almacenar o guardar cosas o semillas; tal es el caso de la cosecha del azafrán, cuando su cultivo es colocado en los tenates durante la etapa de recolección. La festividad del Día de Muertos, en la comunidad inicia el 28 de octubre, día dedicado a los difuntos que perecieron ahogados o accidentados, mientras el 29 de octubre se recuerda a los niños no bautizados o ahogados, o bien a niños que murieron a causa de alguna enfermedad. Por su parte, el 31 de octubre se les rinde homenaje a aquellas criaturas que fallecieron ya bautizadas; y por último, los días 1 y 2 de noviembre están consagrados a todos los adultos. 83

Las ofrendas La ofrenda se coloca cerca del altar o debajo de éste, sobre una mesa cubierta con un mantel o sobre un petate en el piso. Se adorna con papel de china picado, ya sea blanco, negro, morado o naranja, encima del cual se ponen los alimentos y objetos dedicados a los muertos: comida, veladoras, incienso, bebidas y lores. El conjunto de la ofrenda en San Pedro se caracteriza por estar constituido, a su vez, por pequeñas ofrendas consagradas a cada uno de los difuntos del hogar. Dependiendo del número de difuntos que tenga cada familia, será la cantidad de tenates que deberán colocar. Es decir, se utilizan varios de éstos para llenarlos con los alimentos y demás objetos, uno por cada inado; o también un solo tenate, con su respectiva ofrenda, puede ser dedicado para varios miembros de la misma familia. En su interior depositan frutas como naranjas, plátanos, mandarinas, uvas, etcétera, y para evitar que se maltraten, acomodan las más frágiles en la parte de arriba y hasta el fondo aquellas que resisten más peso. También colocan pan —el tradicional es el denominado “amasado”, pero, además puede haber otro de sabor dulce que lleva azúcar de color rojo encima—, un pequeño ramo de lores de cempoalxóchitl y una cera con el nombre de la persona a quien van destinados el tenate y la ofrenda. Todos los alimentos y objetos que componen las ofrendas los compran en las tiendas de la propia comunidad o en el tianguis de San José, el cual se instala del 27 al 31 de octubre.

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Figura 17. Ofrenda con tenates. Se observan lores, velas y frutas colocadas dentro de cada tenate, destinado ya sea a un difunto o a un grupo especíico de fallecidos. (Imagen: Martha Ivett Pérez Pérez, noviembre de 2007)

En el pasado las ceras que se utilizaban eran austeras, tan sólo de color café; en la actualidad, algunas tienen adornos o iguras como ángeles pequeños y una cruz elaborada con diamantina. Según la concepción de algunos tetitlenses, las ceras sirven para alumbrar el camino de las ánimas hacia los altares, ya que se cree que el lugar de donde vienen está en completa oscuridad, esto de acuerdo con las versiones de los abuelos. Las lores más comunes en las ofrendas son el cempoalxóchitl y la denominada “de pavo”; estas últimas son especiales para los difuntos que perecieron en edad adulta. A los niños muertos se les coloca su ofrenda el 31 de octubre y se les retira el 1 de noviembre; ésta también se pone dentro de tenates, o bien dentro de morrales o canastas pequeñas; incluyen pan, juguetes y lores blancas. El 1 de noviembre a las 12 pm, se instala la ofrenda dedicada a los difuntos mayores, misma que se levanta al día siguiente. Para ella se 85

utilizan tenates medianos o grandes. Por lo regular, las ofrendas de los adultos están compuestas de platillos preparados especialmente, como arroz, tortillas, tamales de frijol, postres de calabaza, mole de guajolote o de chivo (los animales sacriicados para obtener la carne son criados por las familias, aunque en ocasiones los compran). Los alimentos van acompañados de bebidas como agua, refrescos o licor, según fuera el gusto del inado en vida.

Figura 18. Ofrendas para los difuntos en San Pedro Tetitlán, Puebla (Imagen: Martha Ivett Pérez Pérez, 2 de noviembre de 2007)

Los tenates-ofrenda, los platillos, las bebidas, las velas o veladoras y los loreros se ubican en la mesa preparada para tal in. Si el difunto era un familiar muy cercano, se le coloca un lorero “para él solito”; si no era muy allegado a la familia, utilizan loreros compartidos y a veces con las lores combinadas (cempoalxóchitl y las conocidas localmente como “de pavo” o lilis). A las ofrendas “nuevas”, es decir, aquellas que se ponen por primera ocasión, dado que el fallecimiento del ser querido ocurrió en el trans86

curso del año, se les coloca una cera especial adornada en el centro con lores artiiciales y un pequeño cartoncito; en éste se escribe el nombre de la persona inada. Si se trataba de algún infante o persona soltera, las lores deben ser blancas como margaritas o nube; si se trataba de alguien casado, las lores pueden ser de varios colores.

Figura 19. Ceras especiales para la ofrenda del primer año del difunto (Imagen: Martha Ivett Pérez Pérez, noviembre de 2007)

La colocación de las ofrendas Al momento de colocar la ofrenda el copal constituye un elemento esencial, ya que el humo que despide al quemarse consagra el lugar dedicado para recibir a los muertos. En la instalación de los altaresofrendas participa toda la familia. Los protagonistas principales son las mujeres, madres y abuelas, quienes preparan los alimentos, sahúman el espacio, rezan y distribuyen los objetos; los hijos varones se encargan de situar la mesa bajo el altar, las hijas elaboran los arreglos de 87

lores y los papás ayudan a meter la fruta, el pan y las veladoras dentro de los tenates, los ordenan y los distribuyen. Las entradas de las casas se suelen adornar con pequeños ramos de lores de cempoalxóchitl que contienen una fruta, a manera de señal para los difuntos, ya que les indica que en esa casa esperan recibirlos y agasajarlos. Las personas comentan que durante la celebración del Día de Muertos no se deben consumir los alimentos de las ofrendas, porque los difuntos se pueden molestar o volverse visibles ante las personas que cometen esta transgresión. Sin embargo, se airma que si un niño comete este acto no le pasará nada, porque “aún no sabe lo que está mal o bien”; además, se cree que los niños tienen su “almita pura”. Lo ofrendado puede ser consumido por los vivos hasta el 2 de noviembre después del mediodía, hora en la que el alma de los difuntos se ha ido. Mediante la colocación de las ofrendas también se transmite y se reproduce la cultura del grupo. Estos ritos se acompañan con la tradición oral, la cual se revitaliza durante el periodo festivo, de tal manera que durante estas fechas se relatan sucesos que demuestran la cosmovisión del grupo y la actualizan. Una narración simboliza la realidad histórica, ya que un suceso que aconteció realmente en el “mundo humano”, se mitiica al tratar de ser explicado o interpretado. Es decir, con el paso del tiempo, el recuerdo de determinado hecho (en este caso la colocación de las ofrendas) se desvanece en su realidad para transformarse en un suceso maravilloso; así, a lo que aconteció en ese contexto humano se le atribuyen causas y actores sobrenaturales. La siguiente representa una de estas narrativas: Dicen que un señor estaba trabajando y sus hijas le dijeron: “¿qué no vas a poner ofrenda? Ve a traer hojas para hacer tamales”. Entonces, el señor dijo: “qué cosa, va a venir su mamá, no es cierto”, y se fue a trabajar. Estaba trabajando mucho cuando dice que tomó agua y a la hora de voltearse dice que vio una ila de muertos que ya se iba a su tumba, que llevaban puros tenates y algunos dice que estaban tan pesados que ya no los podían cargar;

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entonces él creyó nomás porque vio a su esposa que ahí iba sin su ofrenda, sin nada; tonces, rápido jue a cortar hojas de plátano y le dijo a sus hijas que hagan tamales, que va a venir su mamá; entonces hicieron, dice que pusieron, pero ya se había acabado el día y que como a los ocho días, el señor ya se había muerto (Carmela Hernández Pacheco, San Pedro Tetitlán, noviembre de 2007).

Cuando una persona muere, se acostumbra enterrarla vestida con una túnica color morado y no debe llevar ningún objeto de oro o de metal. El ritual funerario incluye un velorio, en el cual se ora y se ofrecen uno o varios rosarios, para después trasladar el cuerpo al panteón acompañado de un cortejo fúnebre.

Figura 20. Arreglo de lores y frutas colocadas en la entrada de la casa el día 2 de noviembre, para indicar a los muertos que en ese hogar se les espera. (Imagen: Martha Ivett Pérez Pérez, noviembre de 2007)

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El panteón el Día de Muertos El panteón de San Pedro Tetitlán se ubica al poniente del poblado, aproximadamente a cuatro cuadras de distancia del zócalo. El cementerio cuenta con una entrada en forma de arco, hecho de piedra, y un portón con barrotes de hierro; en la parte superior exhibe la fecha 1940, año de su construcción. Algunas personas señalan que antiguamente el panteón se ubicaba frente a la iglesia, pero después fue trasladado al lugar en el que ahora se encuentra el centro de salud y, posteriormente, adonde se localiza en la actualidad. Días antes de la festividad del Día de Muertos se organiza una faena con el propósito de arreglar el panteón, principalmente para desyerbar y limpiar las tumbas. Esta labor se realiza en las tardes de los días sábado y domingo, por los hombres del pueblo; quienes no participan en esta actividad son sancionados con una multa. Para inalizar la celebración, se acostumbra asistir al panteón el 2 de noviembre a despedir a los difuntos. Durante todo el día se puede observar el luir de las personas, quienes llegan a visitar a sus muertos a pie o en camionetas. Todos asisten al camposanto llevando consigo gran parte de los alimentos (guisos, frutas y pan), lores, petates, loreros, veladoras, ceras, pétalos de lores de cempoalxóchitl y tenates que recogieron de las ofrendas del altar familiar. También algunas personas llevan rejas de refrescos o cervezas y trastes con comida para consumir los alimentos en compañía de sus muertos, los que se espera regresen nuevamente al lugar donde ahora residen. Algunos tetitlenses llegan al cementerio desde las cinco de la mañana y permanecen ahí hasta las 12 del día, acompañando y despidiendo a sus difuntos. Con los pétalos de las lores adornan las tumbas de cada uno de sus familiares; colocan además las lores, el petate, los tenates con alimentos, un sahumerio con copal y las ceras; estos últimos son encendidos para iluminar y sacralizar el camino de regreso al lugar de los muertos. En la mayoría de tumbas se pueden observar varias ceras porque cada familia relacionada con el difunto pondrá una; es decir, si 90

un padre falleció y tenía cinco hijos, se colocarán cinco ceras, más las que ponga alguna otra familia que espera también recibir a ese difunto. Es habitual esperar la partida de los muertos después del mediodía; por ello, las personas aguardan a que la mitad de las ceras se consuma y lo restante lo llevan de regreso a casa, para ocuparlo posteriormente en labores cotidianas. En Tetitlán, durante los primeros siete años del fallecimiento de un ser querido se colocan en su tumba tenates que contienen alimentos; no obstante, esta práctica no es obligatoria. Mientras que en las tumbas de los recién fallecidos, que son celebrados y esperados por primera vez, la costumbre sí obliga a que se les ofrenden tenates, pues se cree que ayudan a los “muertitos” a encontrar el camino que los lleva de regreso a casa de sus familiares.

Figura 21. Familia adornando la tumba de su familiar fallecido (Imagen: Martha Ivett Pérez Pérez, 2 de noviembre de 2007)

Mientras se está en el cementerio, un sacerdote oicia misa en memoria de todos los muertos. Otra de las actividades de convivencia social con los difuntos consiste en ofrecerles música. Algunas personas suelen 91

contratar una rondalla (integrada por guitarras, panderos y otros instrumentos) para que interprete melodías especiales en la tumba de su deudo; otros más solicitan rezanderas que oren algunas plegarias a sus seres queridos fallecidos. También es común que ciertas familias entonen a sus muertos canciones en lengua náhuatl.

Figura 22. Tetitlenses orando en la tumba de sus deudos (Imagen: Martha Ivett Pérez Pérez, 2 de noviembre de 2007)

Las tumbas están acomodadas en hileras orientadas de sur a norte, y se forman de acuerdo con el orden cronológico en que fallecieron las personas. En 2007 se registraron aproximadamente 400 tumbas distribuidas en ilas, situadas de norte a sur en forma zigzagueante. Algunas de ellas fueron hechas sólo con tierra, otras con una capa de cemento y una cruz de madera y otras tantas se elaboraron con mármol; estas últimas son más estilizadas y poseen imágenes o esculturas fabricadas con el mismo material. Sus formas varían, desde las que tan sólo poseen una sencilla lápida lisa en forma rectangular, hasta las que cuentan

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con un mausoleo o capilla que en su parte superior ostenta alguna imagen religiosa (cruces, vírgenes, santos o ángeles). Las cruces de madera que se ubican en las tumbas suelen estar adornadas con una guirnalda de lores de tela y listones de varios colores en la parte superior. Las de los niños y jóvenes solteros se distinguen porque los listones son blancos, mientras que las de los adultos tienen listones de color negro, morado o café. Las tumbas de las personas mayores y casadas están colocadas hacia el oriente, mientras que las de los niños y jóvenes solteros se ubican hacia el poniente. Al parecer, la parte más antigua del panteón es la que está junto al arco, donde se encuentran las tumbas más añejas y descuidadas, pues se comenta que esos “muertitos” ya no poseen familia en Tetitlán y por tal motivo no hay quien les dé mantenimiento. Por su ubicación, se puede inferir que al momento de fundarse el camposanto no se exigía orden u orientación especíica. En la actualidad, los entierros están muy regulados y son las autoridades comunales quienes otorgan el lugar que se destinará a la tumba, de acuerdo con la fecha de fallecimiento, en orden cronológico, como se mencionó anteriormente. Tenemos esa costumbre, digamos, en la que el ayuntamiento da un terreno especíico para toda una dinastía, digamos, toda una familia; si no aquí se le va cediendo el espacio, qué se yo, conforme vayan falleciendo, porque nosotros en un tiempo pedíamos, digamos, yo quiero asegurar mi lugar, compro y ahí puede entrar mi esposa, mis hijas qué se yo; no, hasta ahorita, todavía no, sino que está el panteón, pero así se les da el lugar, conforme van falleciendo. Ahorita el derecho de piso es de 30 pesos lo que cobra el ayuntamiento (Mario Pacheco, San Pedro Tetitlán, noviembre de 2007).

El arreglo de las tumbas La festividad del Día de Muertos es un acto de cohesión social y reproducción cultural que involucra a todo el grupo familiar en las diversas actividades. El 2 de noviembre, fecha en la que se acostumbra despedir 93

a los difuntos, después de este periodo ritual, en el que se cree que ellos vinieron al mundo de los vivos a convivir y a reforzar los lazos de unión, toda la familia acude al panteón y participa en el arreglo de las tumbas. Los hombres limpian y desyerban las sepulturas, las mujeres colocan las cosas que trajeron para convivir con sus muertos, mientras que los jóvenes, niños y niñas ayudan a sus madres en el adorno y traslado de objetos (ceras, lores, alimentos, tenates, etcétera). Generalmente, las personas de la tercera edad son quienes supervisan y orientan a la familia en la instalación de las ofrendas. La distribución de los objetos en el panteón tiene un orden establecido; primero se pone un petate de color rojo sobre la tumba; después, una capa de pétalos de lores de cempoalxóchitl; luego, los loreros en dos hileras, a los costados de la sepultura —desde donde está ubicada la cruz—. Sobre el petate se ubican los tenates, que contienen alimentos y ceras —éstas en ocasiones se ponen en candelabros—; debajo de la cruz se colocan algunas veladoras y al inal un sahumerio, el cual se puede colocar en tres posiciones diferentes: debajo de la cruz, en medio de la tumba y al término de ésta. Es costumbre que los sepulcros que tienen más de cuatro años sólo se adornen con una capa de pétalos de lor de cempoalxóchitl, uno o dos loreros y ceras. Una vez que las tumbas están debidamente arregladas para despedir a los muertos, las familias se acomodan y esperan a que las ceras encendidas se consuman; mientras tanto rezan (dirigidos por un rezandero) y despiden a sus difuntos con cantos amenizados por rondallas. Este día, en el cementerio, conviven la alegría y la tristeza, debido a la visita y la partida de los seres queridos. Día de Muertos en la escuela Durante los Días de Muertos también se acostumbra que en las escuelas los estudiantes, sobre todo los de la telesecundaria, monten ofrendas en sus espacios educativos, como parte de las actividades académicas, mismas que pretenden generar la investigación y la reproducción 94

cultural. Para ello se realizan concursos. Sin embargo, es importante mencionar que las ofrendas presentadas contienen algunos elementos simbólicos realizados con materiales exógenos, puesto que los jóvenes tienden a imitar, reproducir o crear nuevos diseños, en los cuales combinan tradiciones distintas.

Figura 23. Ofrenda hecha por alumnos de secundaria dedicada a un excompañero fallecido (Imagen: Martha Ivett Pérez Pérez, noviembre de 2007)

Las ofrendas pueden tener entre cinco y siete niveles; se elaboran con tabiques, rejas de refresco, cajas de cartón o mesas de plástico que se forran con papel de china en color blanco y azul. Encima se colocan los tenates con alimentos, frutas, pan de azúcar roja y de sal, hojaldras, ceras de color amarillo, loreros con cempoalxóchitl y terciopelo, veladoras y adornos de fomi en colores anaranjado y verde en forma de calabazas. Todo esto distribuido principalmente en la mesa central. En ocasiones la ofrenda va presidida por la imagen de un santo o una virgen y puede llevar objetos como calabazas huecas, ataúdes, murciélagos, etcétera, que hacen alusión a elementos del llamado halloween. 95

4.1.5 La Navidad y las posadas En diciembre, una de las festividades más importantes es la Navidad, que se celebra realizando misas y posadas que inician el día 16 y concluyen el 24 del mismo mes. La organización para llevarlas a cabo comienza con cinco meses de anticipación, cuando el grupo encargado realiza un recorrido por todas las casas de la comunidad solicitando cooperación económica. Los organizadores de las posadas se eligen en la presidencia auxiliar, con la ayuda de algunos representantes de la iglesia; a las personas escogidas se les pregunta “si pueden o quieren” hacerse cargo de la responsabilidad. Por tal motivo, los preparativos inician con mucho tiempo de antelación, pues a ellos corresponde preparar comida para todos los habitantes de la comunidad; los recursos económicos que se requieren para sufragar los gastos suman unos diez mil pesos, con los que se compran: refrescos, cervezas, aguinaldos con dulces, galletas de animalitos, cacahuates, frutas y piñatas, entre otros. Para la preparación de la comida, la persona encargada “cuenta con la ayuda de familiares y amigos cercanos” que colaboran en la compra, la elaboración y el llenado de los aguinaldos. Como parte de las relaciones de reciprocidad internas, se acostumbra que la persona responsable debe devolver el apoyo otorgado por otras personas, ayudándolas cuando éstas tengan el compromiso de realizar alguna iesta familiar o comunal. En ocasiones, el mismo encargado también “pone el baile”, aunque esto depende de la persona y de si su condición económica se lo permite. “Para quedar bien ante la comunidad” incluso hay padrinos que contratan hasta dos grupos musicales para la realización de una iesta. En relación con los festejos correspondientes al 24 de diciembre, éstos son efectuados por los grupos organizados de la iglesia, encargados de elegir al “padrino del Niño Dios” y distribuidos en dos mayordomías: la de la Virgen María y la del Señor San José; ambas se encargan de designar al padrino y cooperan cada una con tres mil 96

pesos aproximadamente, para agradecer al mismo por la aceptación de la responsabilidad otorgada. Posteriormente, las dos mayordomías hacen entrega, en casa del padrino, del dinero recaudado, así como de una serie de apoyos en especie para la comida que se ofrecerá, en la que sobresaldrán platillos como las enchiladas, la barbacoa y el mole realizado hasta con diez guajolotes, al igual que una serie de bebidas. Por eso los organizadores aportan rejas de refrescos, cervezas, atole y un tonel de champurrado; este acto es amenizado por una estudiantina sufragada también por las mayordomías. Con todos estos apoyos, el día 24 de diciembre por la noche, el padrino encargado recibirá al Niño Dios en la iglesia, festividad a la que acude toda la población. 4.1.6 Danzas San Pedro Tetitlán se caracteriza por preservar algunas danzas, que suelen presentarse en las celebraciones religiosas. Una de las más relevantes es la denominada “Los vaqueros” que, según apreciaciones de los habitantes ya está siendo olvidada por las nuevas generaciones y enfrenta el constante peligro de desaparecer. Ésta fue recreada alrededor del año 1935 en la comunidad y proviene de San Gabriel Chilac, pero los pobladores de Tetitlán la rescataron cuando ya se estaba olvidando en la vecina localidad. Anteriormente se presentaba cada año en la iesta patronal dedicada a San Pedro, pero la presidencia dejó de apoyar a los danzantes con los vestuarios y accesorios, ya que son muy costosos. El baile dura cuatro horas seguidas y simboliza la convivencia de los indígenas con los españoles. Durante la danza estos diferentes personajes interactúan e intercambian diálogos. Intervienen once personajes, de los cuales ocho son vaqueros, un “negro”, encargado de dar muerte a un torito (hecho de cartón y carrizos y que es el único personaje no humano) en el desarrollo del baile, y el caporal, quien usa un vestido y dirige al grupo. Primero entra en acción “el negro”, después el caporal y al inal los vaqueros, cada uno con diferentes bailes. El personaje del negro se caracteriza 97

por generar chistes y bromas que entretienen a los actores y al público en el transcurso del baile. La coreografía consiste en pequeños brincos mientras, simbólicamente, el toro es sacriicado; después su carne es vendida y repartida. El vestuario de los personajes consta de pantalón con chaparreras de cuero, camisa de manta, huaraches y sombrero. El último año en que la danza de “Los vaqueros” de Tetitlán se presentó en el festival Atlixcáyotl fue el 2002. Don Cenobio, persona reconocida por su dominio de esta danza, comentó que cada vez son menos las personas que conocen la coreografía y aquellos que quieren participar. La música que la acompaña consta de violín; sin embargo, la única persona que tocaba la melodía murió sin transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones (es común que a los jóvenes ya no les interese participar en estas actividades). Por ello, en las últimas presentaciones se requirió del apoyo y acompañamiento de un músico originario de San Gabriel Chilac.

4.2 C O S M OV I S I Ó N El concepto cosmovisión, como ya ha sido mencionado anteriormente, se encuentra estrechamente ligado con las creencias, las percepciones, las representaciones sociales, las ideas, los signiicados, los pensamientos y las explicaciones sobre el mundo y el universo. Toda cosmovisión plantea la instauración del orden de la naturaleza, de la sociedad y del cosmos, lo que legitima ese orden. Los mitos son uno de los ejes centrales de la cosmovisión, en tanto son narraciones que instauran y relatan ese orden, el origen de las deidades, de los pueblos y de las cosas (Gámez, 2008, p. 10). Toda cosmovisión se inscribe en un espacio y en un tiempo determinados; es decir, está sometida a las variables de la historia y de la cultura. Es una construcción histórica y colectiva que no es eterna ni inmutable, sino que se construye y se reconstruye a lo largo del tiempo y enfrenta, por lo mismo, contradicciones internas e incon98

gruencias lógicas (Good, 2001, p. 241). De manera general, se puede airmar que cada sociedad tiene una mirada especíica en torno a su realidad, la que le permite orientarse en el mundo, ordenar su vida social y generar acciones para relacionarse con su medio. La cosmovisión es una construcción cultural coherente, holística, estructurada y estructurante (Gámez, en prensa). En San Pedro Tetitlán existen creencias y representaciones sobre la naturaleza, las entidades y los seres humanos, entre las que destacan las concepciones sobre la palma, los muertos, los cerros, las cuevas y los nahuales. 4.2.1 La palma La palma es una planta —materia prima— fundamental en la economía y la cultura comunal, razón por la que le han sido atribuidos múltiples signiicados y explicaciones. Según la tradición oral, se relata que la costumbre de tejer palma proviene por “herencia de los abuelitos” y que ésta es imprescindible en la vida de los tetitlenses. Por ejemplo, se dice que los sombreros de palma eran y siguen siendo la única protección en los campos de cultivo, labor (la agricultura) que históricamente ha sustentado a las comunidades indígenas. En la vida cotidiana se puede apreciar que el tiempo que las mujeres dedican al tejido de tenates es muy amplio; lo cual se debe a que estos utensilios son ocupados para almacenar y conservar las semillas, sobre todo las de maíz, alimento básico en la dieta de los tetitlenses. Por eso, según su cosmovisión, consideran que, lo mismo que la palma, son otorgados por Dios —por la tierra— y ambos se parecen, ya que cuando los tenates han sido cocidos adquieren el color y el olor del maíz. Los tenates se elaboran en varios tamaños y se usan para transportar y almacenar tortillas, semillas, nixtamal, al igual que para recolectar durante la temporada de cosecha frijol y maíz, principalmente. Se cree que la palma permite la conservación de los alimentos por ser un don de la tierra y, como tal, además los protege.

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4.2.2 Los muertos y la palma En la cosmovisión de los tetitlenses, la muerte —destino ineludible de todo ser humano— tiene un papel central, puesto que signiica la continuación de la existencia en otro mundo. Por ello ha sido ampliamente interpretada y simbolizada, y en San Pedro Tetitlán mantiene un fuerte vínculo con la palma. Las personas reieren que cuando alguien expresa la frase “se petateó”, haciendo alusión a que un individuo ha muerto, se explica la importancia histórica de la palma, ya que antiguamente a los difuntos se les enterraba dentro de un petate tejido con ese material. La creencia fundamental, que motiva la práctica de enterrar a los muertos envueltos en un petate de palma, se sustenta en la idea de que todos los seres humanos deben regresar a las entrañas de la tierra mediante un producto surgido de ésta, como lo es la palma, misma que, según la cosmovisión comunal, es la indicada para acompañar al difunto a su nueva morada, ya que es la única que permite su “trascendencia”. Con el paso del tiempo, de la inluencia del capitalismo y de la cultura occidental en las comunidades indígenas, se ha cambiado la práctica de enterrar a los muertos dentro de un petate y en la actualidad se acude a otros métodos, como lo es el uso de ataúdes de madera. Así lo expresa un habitante: Ahora, en estos tiempos, se entierra a los difuntos en cajas de madera, y no es malo, porque la madera también salió de la tierra como árbol, pero la tradición de San Pedro era de palma. Lo que sí no se puede es de metal (Doña Fernanda Pérez, San Pedro Tetitlán, febrero de 2012).

Sin embargo, el uso del petate, como expresión simbólica de la tierra en el funeral, sigue presente. Actualmente se tejen petates para envolver a los difuntos antes de que llegue el ataúd. Los objetos de palma también son usados en los rituales, en los que se puede observar su gran contenido simbólico. En fechas cercanas a la festividad del Día de Muertos, las mujeres se dedican a elabo100

rar gran variedad de tenates de distintos tamaños, formas y diseños, para ser ofrecidos a los fallecidos en los altares dedicados a ellos: “se teje para los difuntos, por eso se les pone un mecatito, para que puedan llevar su viaje de comida”. Se cuenta que un día un señor se encontraba en el cerro y de repente escuchó murmullos; se escondió para poder ver de qué se trataba y se dio cuenta que había gente entrando a una cueva. Puso mucha atención y notó cómo entre la multitud también iba su madre, a la que no le había puesto ofrenda. El señor, muy triste, se dio cuenta que su mamá llevaba sólo un plato de caldo y, como no lo transportaba en un tenate, se le cayó. Así pues, se marchó triste y con mucha hambre, ya que su ingrato hijo no se acordó de ponerle ofrenda. La importancia de colocar la ofrenda con los implementos necesarios para que los difuntos puedan llevársela, es fundamental. “Si se teje tenate de plástico, aunque se vea bonito por los colores, los difuntos no lo pueden llevar porque ése no entra a la tierra;” por eso se procura que el tenate sea natural. Además, porque los difuntos se guían por las esencias y los olores, pues los muertos no poseen cuerpos, sólo alma; por tal motivo, únicamente consumen el aroma de los alimentos. El tenate cumple una función ritual muy importante, puesto que posee el olor a la semilla de maíz, lo que contribuye a que los difuntos disfruten todavía más sus alimentos. El conjunto de saberes que se transmiten de una generación a otra forma parte del conocimiento milenario de los nahuas de San Pedro Tetitlán y constituye, además, su cosmovisión. La tierra es un referente central de su visión del mundo, base de la producción alimentaria y de la reproducción cultural que, junto con el cuidado de la salud, de la naturaleza, la transmisión del lenguaje, la historia, los mitos y los ritos, las festividades, la memoria colectiva y la convivencia social, entre otros, integra el hacer cotidiano y la especiicidad de los tetitlenses.

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4.2.3 Los cerros y las cuevas El cerro es una igura del paisaje que históricamente ha tenido mucha importancia en la visión del mundo de los pueblos indígenas de México. Las percepciones y creencias, así como las prácticas que realizan en estos lugares, representan uno de los ejes fundamentales de su religión y de su modo de vida. Para la cosmovisión mexica, las montañas simbolizaban grandes contenedores del líquido vital o “vasos de agua”. Éstos conservaban las aguas subterráneas que llenaban el espacio debajo de la Tierra, para ellos el Tlalocan o “paraíso del Dios de la lluvia”; de allí brotaban las fuentes que formaban los ríos, los lagos y el mar. El término que se reiere al pueblo altépetl “agua-cerro” o “cerro lleno de agua”, releja la misma idea. Este simbolismo, dice Johanna Broda, “engloba dentro de un solo concepto la categoría socio-política que es el pueblo y su fundamento ideológico en la cosmovisión” (1996, p. 460). El Dios Tláloc estaba íntimamente relacionado con el concepto del “cerro lleno de agua”. Por ello, Tláloc es considerado un Dios atmosférico de los cerros. Esta característica de la deidad se observa en las pictografías del Códice Borbónico, donde se le muestra sentado dentro de un templo que se sitúa en la cima de un cerro. Esta imagen de la montaña con el templo de Tláloc es la más frecuente en las páginas del códice, lo que indica, según Broda, “su importancia y fue tomado como símbolo de un conjunto de conceptos que formaban el culto de la lluvia y de los cerros en el ritual mexica” (1996, pp. 456, 457). El conocimiento de la naturaleza y del medio ambiente para el desarrollo de las actividades agrícolas y de otro tipo de labores fundamentales para la vida de las sociedades indígenas, como la caza y la recolección, siempre ha estado vinculado con la visión del mundo y la ritualidad indígena. En este escenario, los cerros han tenido un papel central como ejes estructurantes de una cosmovisión y como espacios sagrados en donde se efectúan los rituales agrícolas.

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Esta importancia del cerro como un lugar cargado de profundo simbolismo, se debe al hecho de que en estos espacios se efectúan actividades fundamentales de la cultura. Entendemos al cerro como “espacio social”; es decir, como un espacio “apropiado y signiicado” (Giménez, 2000, pp. 90-91) en el que se inscriben actividades económico-sociales como la agricultura, la caza y la recolección, formas de organización social; se establecen fronteras, redes, tradiciones y costumbres. Por tanto es un lugar, un punto geográico-simbólico, nombrado, valorizado, en donde se entrelazan una serie de actividades, un tejido de representaciones, concepciones y creencias. En San Pedro Tetitlán, los cerros son lugares de los que se obtienen diversos productos utilizados para la construcción de viviendas, vegetales y animales para la alimentación, así como elementos rituales e incluso medicinales, y en ellos se cree que habitan entidades que los resguardan, moran en ellos y son dueñas de lo que ahí existe. Los tetitlenses creen que los cerros encierran otras riquezas, como oro, tesoros y dinero, que son custodiados por seres sobrenaturales, como pequeños niños traviesos y hombres que se convierten en animales y que engañan a la gente. A éstos se les denomina nahuales. En la cosmovisión local los cerros tienen vida, pero la diferencia radica en que “los que habitan en el cerro no son de este mundo”, tampoco las cosas que se sacan de ellos. Todo está encantado, principalmente el oro que ahí se encuentra. El tiempo y el espacio en el cerro son otros, diferentes al del pueblo. En los cerros el tiempo trascurre más lento, un año puede ser un día. Quien ingresa a los lugares que ahí existen, desaparece por largos periodos o puede no salir jamás. Las cuevas en los cerros son concebidas como accesos y representan un útero universal del cual nace no sólo agua virgen, sino el hombre y los seres míticos. Sin embargo, la mayoría de los relatos sobre los cerros y las cuevas tienen sus variantes, ya que se relacionan con seres que se comen o desaparecen a las personas; es decir, cumplen la

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función de espantar o de advertir a los habitantes para que no accedan a esas cavidades, hábitat de los seres no humanos. En ocasiones, en estas oquedades las personas tienen contacto con los seres de los cerros y les piden riquezas a cambio de “su alma”. Se dice que la venden y quedan comprometidos para siempre con esta entidad. Por ejemplo, se cuenta que en una montaña conocida como Tepetroja —que se distingue por tener un pico como punta—, una señora pidió a la entidad del cerro unos chivos. Para ello irmó el trato con sangre, la cual le fue extraída de la lengua con una jeringa. La señora durante mucho tiempo vivió bien, pero cuando murió, todas sus pertenencias desaparecieron. 4.2.4 Los nahuales Como parte de la cosmovisión tetitlense también se cree en la existencia de seres que se convierten en animales, conocidos con el nombre de nahuales, mismos que por lo general provocan daño a las personas a quienes se les aparecen: Hace más de un año, mis hermanos José David y Raúl se quedaron en San José. Ya era de noche y estaba sola; estaba sentada, cuando escuché un rasguño arriba de la teja. La perrita que tengo empezó a ladrar (llorar). Era un animal, como un perro grande, el cual tiene como el poder de hipnotizarte, pero no le debes hablar mal porque si no te viene a ver en la noche nuevamente. Algunas personas dicen que es el nahual. Este animal para transformarse en nahual se revuelca en una cruz y cuando se levanta ya es un animal muy feo; se roba a los totoles y se va hacia la barranca, donde se desaparece (Rosario Altamirano, San Pedro Tetitlán, febrero 2012).

No todos los individuos son capaces de transformarse en animales, sólo algunos poseen estas cualidades y generalmente son conocidos, en el interior de las comunidades, como brujos o personas malas que son capaces de enviar espíritus malvados con la inalidad de perjudi104

car al prójimo (Signorini y Lupo, 1989, p. 291). La complejidad de creencias y prácticas en torno a éstas y otras entidades, nos remite a la cosmovisión mesoamericana, matriz cultural y referente fundamental de la identidad y la reproducción cultural indígena. Relexión inal El grupo étnico mayoritario en el estado de Puebla es el nahua, su presencia desbordante es visible tanto en la llamada Sierra Norte como en el centro del estado (valle Puebla-Tlaxcala) y la región sureste (el valle de Tehuacán y la Sierra Negra). Los nahuas son un grupo étnico muy versátil, con una gran trayectoria histórica y cultural. En el sur de Puebla son también el grupo mayoritario que, junto con otras etnias como la popoloca, la mazateca y la mixteca, conforman una región pluricultural. Las políticas neoliberales implantadas en México y la globalización han modiicado e introducido, de manera más acelerada, nuevas actividades y retos a las comunidades indígenas del sur de Puebla. La microrregión donde se encuentra ubicado el poblado de San Pedro Tetitlán es una zona con escasez de tierras fértiles y de agua para actividades productivas, como es el caso de la agricultura. Si bien el valle de Tehuacán es un área con importantes recursos acuíferos y tierras fértiles, estos recursos los disfrutan las localidades mestizas, la ciudad de Tehuacán y principalmente la industria avícola, refresquera y textil, y no lo hacen muchas comunidades indígenas, como Tetitlán, que carece de agua y tierras fértiles para el desarrollo de la agricultura. Por lo que históricamente estas poblaciones han tenido condiciones económicas precarias, acrecentadas en la actualidad debido a la falta de programas gubernamentales que busquen resolver los problemas de marginación y pobreza a que están sujetos la mayoría de los pueblos indígenas de la región y del país. Todos estos factores han provocado la migración nacional e internacional (fundamentalmente a los Estados Unidos) de

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los habitantes de San Pedro Tetitlán, que se marchan con la idea de mejorar sus condiciones de vida. Las poblaciones y comunidades del sur de Puebla no sólo se han enfrentado a un medio ambiente hostil, caracterizado por climas secos, semidesérticos, con escasez de agua, etcétera, sino también al desinterés de los gobiernos de todos los niveles (municipal, estatal y federal) para mejorar su situación económica, política y social. Esto se releja también en la falta de una legislación que permita a los pueblos indígenas decidir sobre su propio destino y el respeto, ejercicio y reproducción de sus especiicidades culturales. La falta de una legislación acorde a las particularidades de las sociedades indígenas se debe, sin duda, al poco interés de los grupos hegemónicos nacionales por reconocer sus derechos, pero también al desconocimiento de sus diferencias culturales. A través de estas investigaciones buscamos acercarnos a la compresión de su cultura, lo cual permite generar propuestas humanistas que tomen en cuenta la riqueza y pluralidad de las expresiones humanas en un sentido incluyente y respetuoso. En este contexto de desinterés, desigualdad, pobreza y marginación vive la gran mayoría de poblaciones indígenas de la región que, como en el caso de San Pedro Tetitlán, incursionan en el nuevo milenio buscando mecanismos de adaptación a un entorno social, político, económico y cultural adverso. Las comunidades, ante estos nuevos retos, responden a través de estrategias variables, que lejos de conirmar la falta de dinámica en las comunidades indígenas y campesinas, relejan un intenso proceso de transformación, adaptación y de reproducción histórico-cultural.

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Fernanda Pérez, San Pedro Tetitlán, comunicación personal, febrero 2012. Rosario Altamirano, San Pedro Tetitlán, comunicación personal, febrero 2012.

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Í N D I C E DE I MÁG E N E S

Fig. 1. Mapa de localización de San Pedro Tetitlán, Puebla. Fig. 2. Mapa de asentamientos chichimecas en el centro sur de Puebla y partes colindantes de Veracruz, durante la época prehispánica (Historia tolteca-chichimeca, mapa 7 en Paul Kirchhoff, 1989, p. 259). Fig. 3. Primera iglesia del poblado conocido como Santa Catarina (Imagen: facebook, San Pedro Tetitlán, Puebla, abril de 2012). Fig. 4. Las viviendas construidas con diversos materiales. (Imágenes: Angélica Meneses, 7 julio de 2009). Fig. 5. Platillo típico: mole de camarón (Imagen: facebook de San Pedro Tetitlán, febrero de 2012). Fig. 6. Los gusanos del telcuahui, o cuchamá en popoloca (Imagen: facebook de San Pedro Tetitlán, 2012). Fig. 7. Mujeres elaborando tenates para el Día de Muertos (Imagen: Martha Ivett Pérez, octubre de 2007). Fig. 8. Cocción de tenates (Imagen: Martha Ivett Pérez, octubre de 2007). Fig. 9. Carmela Hernández Pacheco y su mamá, Petra Pacheco Cruz, tejiendo tenates (Imagen: Martha Ivett Pérez, noviembre de 2007). Fig. 10. Alejo Hernández colocando el ixtle a los tenates. San Pedro Tetitlán, Puebla (Imagen: Martha Ivett Pérez, noviembre de 2007).

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Fig. 11. Bordados con iguras de animales y lores en diversos colores (Imagen: Ivette Tecuapetla, 1 de febrero de 2013). Fig. 12. Santa Catalina con tenates en sus manos (Imagen: Angélica Meneses, 5 julio de 2011). Fig. 13. Quema del castillo y los toritos durante la víspera de la iesta patronal (Imagen: www.facebook.com/San-Pedro-Tetitlán-Puebla, febrero de 2012). Fig. 14. Fiesta patronal en San Pedro Tetitlán (Imagen: Angélica Meneses, 29 de junio de 2011). Fig. 15. Inicio de la procesión dedicada al santo patrón (Imagen: Angélica Meneses, 29 de junio de 2011). Fig. 16. Estandarte de la mayordomía de San Pedro (Imagen: Angélica Meneses, 29 de junio de 2011). Fig. 17. Ofrenda con tenates. Se observan lores, velas y frutas colocadas dentro de cada tenate destinado, ya sea a un difunto o a un grupo especíico de fallecidos (Imagen: Martha Ivett Pérez Pérez, noviembre de 2007). Fig. 18. Ofrendas para los difuntos en San Pedro Tetitlán, Puebla (Imagen: Martha Ivett Pérez Pérez, 2 de noviembre de 2007). Fig. 19. Ceras especiales para la ofrenda del primer año del difunto (Imagen: Martha Ivett Pérez Pérez, noviembre de 2007). Fig. 20. Arreglo de lores y frutas colocadas en la entrada de la casa el día 2 de noviembre para indicar a los muertos que en ese hogar se les espera (Imagen: Martha Ivett Pérez Pérez, noviembre de 2007). Fig. 21. Familia adornando la tumba de su familiar fallecido (Imágenes: Martha Ivett Pérez Pérez, 2 de noviembre de 2007). Fig. 22. Tetitlenses orando en la tumba de sus deudos (Imágenes: Martha Ivett Pérez Pérez, 2 de noviembre de 2007). Fig. 23. Ofrenda hecha por alumnos de secundaria dedicada a un excompañero fallecido (Imagen: Martha Ivett Pérez Pérez, noviembre de 2007). 116

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Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 1. Contexto geográico regional y local. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 El valle de Tehuacán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 La comunidad: ubicación y medio ambiente . . . . . . . . . . . 11 Localización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Clima. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 Flora y fauna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 2. San Pedro Tetitlán y su historia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 Época Prehispánica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 La conquista española . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 La Colonia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 Evangelización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 La encomienda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24 Fundación de la comunidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25 La época independiente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28 El Poririato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29 El siglo XX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30 3. Etnografía de la comunidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33 Patrón de asentamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33 Las calles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33 Servicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34 Transporte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 Vivienda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 117

Población y lengua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Salud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Medicina tradicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Alimentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Educación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Vida cotidiana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Tiempo libre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Vestimenta tradicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Organización social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Familia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Organización política . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Proyectos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Economía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Trabajo asalariado y migración. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Agricultura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Ganadería . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Industria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Comercio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Artesanía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El tejido de palma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El bordado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cosmovisión y artesanía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Ciclo festivo cívico-social. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4. Religión y cosmovisión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Ciclo festivo religioso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Bendición de las semillas y la palma, 2 de febrero . . . . . Semana Santa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Fiesta del santo patrón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Día de Muertos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La Navidad y las posadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Danzas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Cosmovisión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La palma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118

36 37 38 38 40 43 43 44 45 46 47 49 50 50 51 52 52 52 53 54 63 65 67 69 70 71 73 74 81 96 97 98 99

Los muertos y la palma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los cerros y las cuevas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los nahuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Relexión inal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Otras fuentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Entrevistas realizadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Índice de imágenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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La primera edición de San Pedro Tetitlán. Cultura e historia de una comunidad nahua del sureste de Puebla de Alejandra Gámez Espinosa, Angélica Meneses Díaz, Guadalupe Rodríguez López y Martha Ivett Pérez Pérez, número cuatro de la Colección de Investigación se terminó de imprimir en septiembre de 2014 en los talleres de El Errante Editor, S. A. de C.V., con domicilio en privada Emiliano Zapata 5947, San Baltazar Campeche, Puebla, Pue. Tel.: 404 73 60. El diseño de forros, la composición tipográica y el cuidado de la edición estuvieron a cargo de El Errante editor y las autoras. Corrección de estilo: Ana Luz Minera Castillo y Ruth Rojas. El tiraje consta de 500 ejemplares.

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