Salustio: La conjuración de Catilina

Share Embed


Descripción

Salustio La conjuración de Catilina

Paola Petri Ortiz 2º Historia + Historia del Arte Historiografía

ÍNDICE
 1. Introducción

3

2. Contexto

3

3. Biografía

4

4. Pensamiento 4.1. Concepción de la humanidad

6

4.2. Pensamiento político

8

5. Salustio como historiador 5.1. Concepción de la Historia

10

5.2. Método histórico

12

5.3. Fuentes

13

5.4. Influencias

14

5.5. Repercusión

17

6. Obras 6.1. Guerra de Jugurta (Bellum Iugurthinum)

19

6.2. Historias (Historiae)

20

7. La conjuración de Catilina (De Catilinae coniuratione) 7.1. Hechos históricos

21

7.2. Personajes

22

7.3. Estilo

23

8. Conclusión

24

Bibliografía

26

!2

1. INTRODUCCIÓN Salustio es uno de los historiadores romanos más conocidos. Le tocó vivir en un contexto caracterizado por las turbulencias políticas, en las que él mismo se vio envuelto en el desarrollo de sus actividades públicas. Quizá por ello tiene una opinión bastante pesimista sobre la sociedad de su tiempo, que ve como el resultado de una degeneración moral que va cada vez peor. En su obra histórica esto es decisivo, para él la causa fundamental de todos los males que relata reside en última instancia en la falta de moralidad. Veremos qué consecuencias tiene esto, entre otros aspectos referidos a su labor como historiador: qué es para él la Historia, cómo es su forma de trabajar, dónde reúne sus fuentes. Por otro lado, no podemos tomar a Salustio como una figura aislada: se inserta en una determinada corriente historiográfica con unos que le precedieron y otros que le sucederán en muchos de sus planteamientos.

Dentro de su producción nos centraremos en su primera obra, La conjuración de Catilina. No solo le dedicaremos un apartado más extenso que a las demás para explicar la realidad histórica y su reflejo en dicha obra, sino que la mayoría de los ejemplos y citas a los que hagamos referencia a lo largo de este trabajo procederán de ella.

2. CONTEXTO Salustio vivió durante el agitado período del ocaso de la República romana. En el año 70 a.C. fueron cónsules Cneo Pompeyo Magno y Marco Licinio Craso, que se convirtieron en los hombres más poderosos e influyentes del momento. Poco a poco comienza a destacar otra personalidad, Cayo Julio César: es designado cuestor en el 69, edil curul en el 65, pontifex maximus en el 63 y pretor en el 62 1 . Finalmente, en el 59 es elegido cónsul. Pompeyo, Craso y César forman una alianza conocida como el Primer Triunvirato. Después fue enviado a la Galia como procónsul, donde luchó para someter a las tribus en la Guerra de las Galias (58-51). Al mismo tiempo, en Roma sus enemigos políticos conspiran contra él, entre ellos Pompeyo, que ahora teme que César adquiera demasiado poder. Craso muere en el 53. En el 49 César, desobedeciendo las órdenes senatoriales, cruza el Rubicón con su ejército, lo que supone el estallido de la Segunda Guerra Civil de la República de Roma. Derrota a Pompeyo en la Batalla de Farsalia (48) y se hace nombrar dictador vitalicio. César fue el gran protector de Salustio, por lo que nuestro autor estuvo inmenso en todos estos acontecimientos políticos. En el 44 es asesinado por Bruto y Casio, lo que dio lugar a

1

SYME, R. Sallust. University of California Press, 1964. p. 19. !3

nuevos enfrentamientos sangrientos hasta que en el 43 Marco Antonio, César Octaviano (el futuro Augusto) y Marco Emilio Lépido firman una alianza, el Segundo Triunvirato. Para entonces Salustio se ha retirado ya de la vida pública. En sus escritos se lamenta de la decadencia y ruina de la República, pero no llegará a ver su caída definitiva, con la Batalla de Accio en el 31, que llevó a que Augusto se convirtiera en el primer emperador en el 27.

3. BIOGRAFÍA Cayo Salustio Crispo nació hacia el 86 a.C. en la ciudad sabina de Amiterno, en el seno de una familia acomodada aunque sin relevancia política o cultural en el pasado. Hemos de recordar que los sabinos habían apoyado mayoritariamente al partido de Mario durante la Guerra Social, y sufrieron grandes abusos cuando los aliados de Sila se hicieron con el poder en la zona; quizás esto explica la aversión de Salustio hacia el régimen silano y hacia los nobles. Fue educado en Roma con el maestro ateniense Ateyo Filólogo, que era retórico y gramático. Este influiría posteriormente en el estilo de escritura de Salustio, alejado de todo ornamento superfluo. También es probable que entrara en contacto con el círculo del neopitagórico Nigidio Figulo, visto con sospecha en la urbe, de modo que incluso se enfrentó a dos acusaciones de sacrilegio, aunque quedó absuelto 2. Apenas tenemos información sobre los inicios de su carrera. Se piensa que en los años 60 se introdujo en las actividades de la milicia, lo que justificaría que después César le confiara funciones militares. En este sentido, acompañaría a Pompeyo en su campaña en Asia Menor. Parece ser que fue cuestor en el 55, contando con el apoyo de Craso. Se rumorea que por este tiempo cometió adulterio con Fausta, hija de Sila y esposa de Tito Anio Papiano Milón; fue descubierto y azotado, y tuvo que pagar una multa . La muerte de Craso en el 53 le lleva a abandonar este partido, decantándose definitivamente por el partido democrático de César.

En cualquier caso, su primer cargo político importante fue el de tribuno de la plebe en el 52, junto a Q. Pompeyo Rufo y T. Munacio Planco. A principios de este año Publio Clodio Pulcro fue asesinado por hombres de la banda de Milón, el que había sido su gran enemigo político. Cicerón será el abogado de Milón. Algunos tribunos, Salustio entre ellos, incitaron a las bandas de Roma partidarias de Clodio a salir a la calle y causar revueltas, hasta que el caos fue controlado por Pompeyo, elegido cónsul sine collega. Todo el colegio de tribunos fue enjuiciado por estos sucesos,

2

SALUSTIO. Historias. Ediciones clásicas, Madrid, 2006. p. 11. !4

con excepción de Salustio, lo que hace pensar en que ya por entonces gozase del favor directo de Julio César, aunque quizá fuera el propio Pompeyo quien le favoreciera en esta ocasión.

En el 50 fue expulsado del Senado bajo la acusación de inmoralidad por parte de los censores; aunque quizá respondiese más bien a motivos políticos, pues el censor Apio Claudio Pulcro se mostró abiertamente del lado de los optimates frente a los populares 3 . De todos modos, César logró que fuera elegido cuestor en el 49 y readmitido en el Senado en el 48. Sus vidas estuvieron íntimamente ligadas. Participó en la guerra civil contra Pompeyo: César le encargó comandar una legión en el Ilírico para acudir en ayuda de su legado Cayo Antonio, que había sido capturado en Curicta. Fue un fracaso, pues tanto sus tropas como las de su compañero Minucio Basilio sufrieron una grave derrota a manos de los comandantes pompeyanos Octavio y Libón, como nos relata Orosio 4 .

En el 47, como pretor, fue enviado a Campania para sofocar un motín de las legiones X y XII, que se negaban a partir al norte de África. De nuevo falló, y de hecho estuvo a punto de morir en el intento. Cuando estaba volviendo a Roma para informar de lo sucedido, los amotinados le persiguieron y asesinaron a otros de los enviados, entre ellos a dos senadores, como informa Dión Casio 5. El propio César tuvo que acudir para acabar con el problema.

Pese a todo, le acompañó en la campaña de África, donde sí que obtuvo un pequeño éxito, pues consiguió los suministros necesarios con la toma de los almacenes pompeyanos de la isla de Cercina. Tras la Batalla de Tapso en el 46, Numidia se convirtió en una nueva provincia romana, Africa Nova, y César nombró a Salustio gobernador como procónsul cum imperio, con tres legiones bajo su mando 6. Allí reunió una gran fortuna, al parecer por una despótica presión fiscal sobre la población y empleando medios ilícitos, tal y como nos dice Dión Casio:

3

SANTOS YANGUAS, N. “Salustio en el marco socio-político de su época y de su obra: algunos

datos biográficos”, Memorias de Historia Antigua, nº 19-20, 1998-1999. p. 38. 4

Cfr. OROSIO. Historias. Libro VI, 15, 8.

5

Cfr. DIÓN CASIO. Historia romana. Libro XLII, 52.

6

GONZÁLEZ ROJAS, P. “Cayo Salustio Crispo, o de la defensa de la Historia”, Intus-legere

historia, vol. 7, nº 2, 2013. p. 13. !5

“Encomendó a Salustio gobernarlos de palabra, pero de hecho saquearles. Este, sin duda, recibió muchos sobornos y llevó a cabo rapiñas” 7.

A su vuelta a Roma en el 45 fue acusado de malversación y corrupción por el Senado, aplicando la ley de repetundis que el propio César había decretado durante su consulado en el 59. Paradójicamente, salió indemne gracias a César, quizá porque este mismo hubiera también obtenido riquezas por las tretas de Salustio, aunque es posible que solo quisiera alejar la deshonra que una condena por estos cargos podía acarrear sobre su partido. Tras el asesinato de su protector en los idus de marzo del 44, comprendió que su cursus honorum había llegado a su fin y se retiró de la vida política para dedicarse a la Historia. Gracias a sus mencionadas riquezas, pudo comprar la villa de César junto a Tívoli y una magnífica finca en el norte de Roma, entre el Pincio y el Quirinal, cuyos jardines reciben el nombre de horti Sallustiani. Esta será después residencia de emperadores romanos (Vespasiano, Nerva). No podemos descartar que continuará influyendo en la política romana desde la sombra, organizando reuniones con destacadas personalidades como Marco Antonio, Publio Ventidio, Varrón o Asinio Polión. En este sentido, podríamos entender su matrimonio con Terencia, divorciada unos años antes de Cicerón, como una alianza para multiplicar su peso político en otros círculos más allá de los cesarianos. Murió en el 36 o 35 a.C., dejando a su sobrino Salustio como heredero.

4. PENSAMIENTO 4.1. Concepción de la humanidad Salustio tiene una imagen negativa de la condición humana. Considera que la gran mayoría de los hombres están llenos de defectos, lo cual en última instancia es lo que ha llevado a la ruina de la sociedad y del Estado. No hay posibilidad de mejorar, de salir de esta situación, porque a estos ni siquiera les preocupa su conducta ni son conscientes de su propia bajeza. Para Salustio: “muchos mortales, dados a su vientre y al dormir, ignorantes y sin educación han pasado por la vida como viajeros; para estos, contra lo natural, fue el cuerpo placer y el alma una carga. Yo, por mi parte, su vida y su muerte las estimo en lo mismo, porque de una y otra se guarda silencio” 8.

7

DIÓN CASIO. Op. cit. Libro XLIII, 9, 2-3.

8

SALUSTIO. La conjuración de Catilina. II, 8. !6

De todos los defectos que de aquí se derivan, va a atacar especialmente algunos a lo largo de su obra, asignándoselos a personajes o entes concretos para ejemplarizarlos. Para empezar, la volubilidad, como en el caso de la plebe, que primero es decididamente partidaria de la conjura de Catilina pero más tarde exalta a Cicerón, no por verdaderos ideales, sino porque ven que es lo mejor para sus propios intereses 9. También critica la irreflexión, y lamenta que se confunda el éxito con la sabiduría: “Después de culminar una empresa tan importante sin pérdida alguna de los suyos, Mario, grande y preclaro antes, comenzó a ser considerado más grande y más preclaro. To das sus decisiones no bien planeadas eran atribuidas a su valor” 10 . Otro problema es el de la envidia, que supone un peligro para aquellos que destacan, los cuales se ven por tanto siempre preocupados 11.

Pero sin duda el peor de los defectos para Salustio es la avaricia, el ansia de dinero. La actitud moralizante del historiador a este respecto resulta sorprendente teniendo en cuenta su trayectoria personal; ya hemos visto como se enriqueció sin escrúpulos y de forma notoria en la provincia que gobernaba. Con todo, es un tema recurrente en sus escritos. Quizá precisamente sabe de sus efectos por la experiencia personal. Es muy descriptivo el siguiente pasaje: “La avaricia consiste en el deseo de dinero, que no ha deseado ningún sabio; como impregnada de un veneno ponzoñoso, enerva cuerpo y espíritu varoniles, es siempre ilimitada e insaciable y no mengua ni con la abundancia ni con la escasez”

12 .

Asociados a la avaricia aparecen la lujuria y todos los vicios

derivados de la búsqueda desenfrenada de placer.

Por otro lado, Salustio cree que el ambiente tiene una influencia decisiva en el comportamiento de los hombres

13.

Por eso, antes de presentar las acciones deplorables de Catilina, dedica una larga

disgresión a hablar sobre la progresiva corrupción de la república romana y la penosa situación actual de la ciudad. En cierto modo, Catilina no es sino un producto de su tiempo.

9

SALUSTIO. La conjuración de Catilina. XLVIII, 1.

10

SALUSTIO. Guerra de Jugurta. 92, 1-2.

11

Ibídem. 55, 4.

12

SALUSTIO. La conjuración de Catilina. XI, 3.

13

SCHMIDT, R. H. “Sallust’s Catiline: History or political pamphlet?”. Tesis de maestría. Loyola

University Chicago, 1964. p. 68. !7

4.2. Pensamiento político En líneas generales, podemos describir a Salustio como un vir popularis, partidario de los homines novi (él mismo entraría en esta categoría) frente a los nobles, y seguidor acérrimo de César, su protector hasta el final, gracias al cual pudo desarrollar su carrera política pese a todos sus fracasos y acusaciones. Estas tendencias se reflejan en su obra literaria, lo que según algunos autores — como Mommsen y, sobre todo, E. Schwartz—, llega a descalificarle como historiador, pues sería incapaz de ser objetivo. No obstante, tras la Primera Guerra Mundial han surgido otros estudiosos que reivindican el valor de Salustio 14 : Funaioli, Arnaldi, Drexler, O. Seel y especialmente Werner Schur, que en 1934 publica Sallust ais Historiker. Salustio es “objetivo” en el sentido de que no se deja llevar por una crítica fácil y superficial, sino que reflexiona sobre las causas profundas de los acontecimientos, y solo tras una seria labor expone sus conclusiones.

Salustio considera que los primeros tiempos de la República romana constituyeron una “edad dorada”, de hombres virtuosos, lo que se reflejaba en un gobierno virtuoso. La victoria sobre Cartago marcaría el punto de inflexión a partir del cual vino la decadencia, marcada sobre todo por una degradación moral, que se encuentra en el punto más bajo en su época 15. Con el asentamiento del poder romano las formas de vida se relajaron, y la búsqueda de la gloria —siempre templada por la justicia y la bondad— dio paso a la avaricia, que es la puerta de todos los males, y cada uno solo se preocupaba de aumentar su propia riqueza a costa de los demás, sin preocuparse de ser virtuosos. Esto se fue extendiendo y llegó a los gobernantes, que se convirtieron en opresores. Se refiere en concreto a la dictadura de Sila, cuyo aspecto más lamentable es que llevó esta depravación de costumbres al ejército: la disciplina se relajó y se permitió a los soldados cometer todo tipo de barbaridades contra los vencidos, en lugar de mostrarse justos y clementes. Estos comenzaron entonces a dedicarse a la rapiña para enriquecerse. Salustio no condena el expansionismo romano por medio de la conquista militar (como han querido ver E. Bickerman o R. Syme), pero sí que la motivación de las tropas sea la avaricia.

14

HIDALGO DE LA VEGA, M. J. “Algunos aspectos del pensamiento político de Salustio”, Studia

historica. Historia antigua, nº 2-3, 1984-1985. p. 103. 15

Cfr. SALUSTIO. La conjuración de Catilina. VI-XIII. !8

En definitiva, la clave para un buen gobierno reside sobre todo en la moralidad

16,

antes que en

ninguna otra cualidad administrativa o estratégica. Sin unos estándares morales elevados el Estado está abocado a la violencia continua y el hundimiento. Pero la corrupción de los gobernantes no es un fenómeno aislado, sino que deriva y depende de la de los gobernados. Son los ciudadanos en su conjunto los que han dejado de lado la antigua virtus y los valores morales, y esto se refleja también en las estructuras de autoridad. En el fondo, cualquiera de los que acusan a los gobernantes y se rebelan contra ellos querría estar en su puesto para conseguir riquezas y poder. Nadie mira más allá de sus propios intereses, sin importar los demás. Así es imposible buscar el bien común.

Por otra parte, si bien Salustio se adscribió al partido de los populares y no hay razón para pensar que realmente no se interesase por la causa del pueblo de Roma, también muestra su desprecio por la plebe en cuanto masa fácilmente manipulable, sin unas ideas sólidas, y siempre dispuesta a crear jaleo en las calles. De hecho, de esto se servían aquellos que querían llegar al poder saltándose los procesos legales. Seducían a la plebe con promesas de riqueza para todos y la agitaban con discursos violentos contra sus adversarios políticos. Más que atender los intereses populares, hacían que estos coincidieran con los suyos personales. Así vemos que hace Catilina, y también el propio Salustio durante su tribunado. Con todo, lo que sí está claro es que se erige en defensor de la plebe frente a la nobilitas, aunque esta lucha social nunca debe realizarse por la fuerza, sino dentro de los márgenes constitucionales. Así lo expresa, por ejemplo, en el discurso que pone en boca del tribuno de la plebe C. Memmio: “Alguien me dirá: ‘¿Qué propones tú, por tanto?’ Castigar a aquellos que han traicionado a la república, no por la fuerza y la violencia, cosa que aunque ellos se merecen sufrirla, no es digno de vosotros hacerla, sino con juicios y la delación del propio Jugurta.” 17

En cuanto a la apuesta de Salustio por los homines novi, se ve sobre todo en la Guerra de Jugurta, donde alaba la figura de Cayo Mario. Este procedía de una familia acomodada del territorio itálico de Arpiño. Fue avanzando en su carrera política hasta alcanzar el consulado, algo inédito, pues hasta entonces era un cargo que solo podía ostentar la aristocracia. Por eso, para Salustio Mario es un

16

SCHMIDT, R. H. Op. cit. p. 63.

17

SALUSTIO. Guerra de Jugurta. 31, 18. !9

ejemplo de la importancia del mérito sobre el linaje. En su discurso

18

pone de manifiesto en

reiteradas ocasiones la diferencia entre los nobles, que solo están en posiciones elevadas por sus redes familiares pero no saben lo que es el trabajo y carecen de experiencia, de modo que resultan inútiles para liderar tropas, y él mismo, que ha llegado donde está con su propio esfuerzo y está mucho más capacitado para su cargo.

5. SALUSTIO COMO HISTORIADOR 5.1. Concepción de la Historia En los prólogos de sus monografías históricas, Salustio explica su decisión de dedicarse a esta labor, y lo que para él significa y conlleva. Tras una vida consagrada a la política, ahora se ve obligado a retirarse, pero desea seguir sirviendo a la República, y cree que como mejor puede hacerlo desde su nueva situación es convirtiéndose en historiador.

Podría haberse dedicado a disfrutar de sus riquezas y llevar una vida relajada en su finca, pero considera que tiene una responsabilidad que cumplir con la República y por ello opta por lo que podríamos llamar un otium cum dignitatem 19. En efecto, para nuestro autor escribir historia es una tarea de suma importancia, que supone ante todo un servicio a la sociedad, al mismo nivel que la política. Precisamente en el contexto de degradación moral en el que se encuentra, es su deber recordar las glorias pasadas de Roma y los ejemplos de los hombres virtuosos que la hicieron grande, para proponer a los que ahora ostentan el poder modelos de imitación y suscitar en ellos el anhelo de recuperar estas cimas morales y reconstruir los valores.

Además, el historiador tiene la trascendental misión de transmitir a la posteridad los logros de su nación, y de cómo lo haga dependerá el juicio que se tenga sobre ellos. Pone el ejemplo de la Antigua Grecia y sus historiadores, que han sabido propagar una imagen esplendorosa: “Las hazañas de los atenienses, a mi juicio, fueron bastante grandes y magníficas, pero algo menos sin embargo de lo que dice la fama. Pero como nacieron allí escritores geniales, por todo el orbe terráqueo los hechos de los atenienses se celebran como los más grandes. Así el mérito de los que obraron se valora en cuanto lograron exaltarlo con sus palabras preclaros ingenios” 20. Es decir, de 18

Ibídem. 85.

19

GONZÁLEZ ROJAS, P. Op. cit. p. 15.

20

SALUSTIO. La conjuración de Catilina. VIII, 2-4. !10

nada sirve que los hombres lleven a cabo muchas acciones heroicas si no tienen a alguien que las encomie en sus escritos, porque entonces no serán recordados. No obstante, lo que al final realizará en su obra va más allá de todo esto. En realidad, son pocos los héroes puros que presenta, limitándose más bien a recordar con nostalgia un pasado más bien impersonal e idílico.

También tiene una motivación de ambición personal: persigue la gloria, no quiere ser olvidado tras su muerte sino que ambiciona perpetuarse a través de su obra: “En definitiva, pues, a mí me parece que vive y disfruta solo el que, dedicado a alguna actividad, busca la fama de una acción preclara o de una buena conducta” 21.

La Historia para Salustio no consiste en la mera narración de una serie de acontecimientos, sino sobre todo en la explicación de los mismos, si es necesario interrumpiendo el discurso para analizar en profundidad las causas que han llevado a esa situación. Se embarca así en la búsqueda de la verdad

22,

desecha contentarse con las causas superficiales y en su lugar se remonta hasta donde

haga falta para encontrar las raíces. Ello permite a su vez extraer enseñanzas de cara al futuro, para reconducir la sociedad y evitar que se repitan los errores históricos.

En la Historia tienen cabida las interpretaciones y juicios morales. Salustio no es aséptico en sus narraciones, sino que ataca sin piedad las bajezas morales tanto de la sociedad romana en su conjunto como de los personajes a los que desea presentar como enemigos. No cree que la Historia esté determinada por una serie de leyes inevitables, sino más bien que son los hombres los que la van creando con sus comportamientos. Los factores morales y psicológicos son claves para entender la sucesión de los hechos

23.

Él mismo, ya lo hemos dicho, tuvo un comportamiento moral

cuestionable que probablemente no superaría su propio juicio, pero cuando escribe historia no tiene en cuenta esto: no intenta justificarse, sino que presenta lo que considera correcto, aun a costa de exponerse.

21

SALUSTIO. La conjuración de Catilina. II, 9.

22

SANTOS YANGUAS, N. “Estilo literario y significado histórico de Salustio”, Memorias de

Historia Antigua, nº 21-22, 2000-2001. p. 39. 23

VON ALBRECHT, M. A History of Roman Literature. From Livius Andronicus to Boethius. E. J.

Brill, Leiden, 1997. p. 449. !11

Desde aquí podemos entender su autoproclamación de imparcialidad. No se trata de que no juzgue a nadie, sino de que no parte de un sesgo previo, de favoritismos o inclinaciones, sino que primero ha experimentado, ha estudiado y ha analizado, y es por ello que es capaz de formarse un juicio crítico. Con todo, hemos visto ya que esta percepción es matizable. Las circunstancias personales de Salustio realmente tienen un eco en su obra que no podemos obviar. Paralelamente, podemos subrayar que nuestro historiador cuenta con toda la experiencia personal que ha ido adquiriendo a lo largo de su carrera política y militar. En este sentido, puede recordarnos a Polibio, quien consideraba que esto era imprescindible para escribir historia y condenaba a aquellos que solo habían leído documentos, pero nunca se habían enfrentado a las situaciones de la vida real que describen. Cuando critica la corrupción del ambiente político de Roma, habla con conocimiento de causa, pues él mismo ha estado inmerso en él y ha podido ver cómo todos a su alrededor cometían las mismas injusticias y pecaban de los mismos vicios. Esto da mayor veracidad y sustento a sus juicios.

Nuestro autor es consciente de la doble dificultad que entraña su tarea 24 . En primer lugar, porque las palabras del historiador tienen que estar a la altura de los hechos que relatan, lo que requiere un gran cuidado tanto de la forma como del contenido de la obra. Y en segundo lugar, porque se enfrenta al juicio de los hombres, que no siempre están dispuestos a creer lo que se narra, cuando no les conviene. Pueden achacar al historiador tanto un exceso de crítica, creyendo que está siendo subjetivo y tiene ojeriza contra alguien, como de alabanza, y esto es por envidia, ya que el problema es que no quieren aceptar que alguien pueda realizar acciones verdaderamente buenas cuando ellos en su vida practican lo contrario.

5.2. Método histórico Podemos apreciar una evolución en los métodos y técnicas de Salustio entre sus obras

25.

En La

conjuración de Catilina, en cierto modo carece todavía de una mentalidad histórica. Esto se comprueba en su análisis de las causas. Concentra todo el peso en la decadencia moral, a la que dedica largos párrafos, pero apenas tiene en cuenta otras razones más prácticas, de índole económica o social. Es loable, como ya se ha mencionado, su esfuerzo por dilucidar las verdaderas raíces de los sucesos, pero no se entiende que un historiador pueda prescindir de una descripción

24

Cfr. SALUSTIO. La conjuración de Catilina. III, 2.

25

BAYET, J. Literatura latina. Editorial Ariel, Barcelona, 1981. p. 188. !12

más sistemática de otras causas inmediatas. Se muestra más bien como un filósofo de la Historia. Además, las cronologías que aporta han sido en buena medida desmentidas por los investigadores actuales, que ven en ellas inconcordancias y errores, lo que —tratándose de sucesos bastante recientes respecto al momento en que los escribió— demuestra que no se preocupó por verificar los datos. Esto nos hace desconfiar del resto de sus informaciones, hasta qué punto son o no rigurosas. Asimismo, su objetividad queda en entredicho al ocultar detalles como la más que posible implicación de César apoyando la conspiración.

En cambio, en la Guerra de Jugurta ha perfeccionado sus procedimientos. El análisis de las causas es más amplio y ahonda en los problemas sociales. Es también más imparcial, y por ejemplo a pesar de que admira a Mario no duda en poner de relieve sus defectos y fallos cuando los hay (exceso de ambición, demagogia). Es en general más consciente de su responsabilidad como historiador, ha interiorizado lo que ya había plasmado en el prólogo del Catilina y que hemos comentado anteriormente.

Una nota distintiva del método salustiano es el análisis psicológico. El lector acaba por conocer perfectamente a los personajes protagonistas, su trasfondo, sus creencias, sus motivaciones, su forma de ser; lo que piensan y lo que hacen, cómo lo primero se plasma en lo segundo o las posibles contradicciones entre los dos planos. Si estuviésemos ante una obra de ficción, hablaríamos de que el autor crea personajes redondos. En este caso, Salustio trata de gente real, y por ello manifiesta una elevada capacidad de reflexión interpersonal. Al mismo tiempo, trata de la psicología colectiva, generalizando sobre los grupos sociales (plebs, nobilitas) o la República romana en su conjunto. Esta doble perspectiva nos permite una comprensión íntegra de aquello que nos está narrando.

5.3. Fuentes Por desgracia, aunque hoy en día resultaría impensable para cualquier historiador serio, los de la Antigüedad no presentan una bibliografía o una relación de las fuentes utilizadas. No obstante, una lectura detallada permite extraer algunas de ellas. Respecto a La conjuración de Catilina, se trata de un suceso reciente, de hecho ocurrió en vida de Salustio. Aunque no da la impresión de que él fuera testigo directo de los acontecimientos, conoció muy de cerca a implicados directos, que le contarían su testimonio, como Craso y César (aunque ambos habían muerto ya cuando Salustio comenzó a escribir su obra, así que tendría que tirar de su memoria). De hecho, llega a expresarse así: “Al !13

mismo Craso le oí yo después decir que aquella afrenta tan grave se la había inferido Cicerón” 26. Incluso trató con algunos del bando de los conjurados, como Lucio Calpurnio Bestia. Otras veces menciona rumores que ha escuchado, sin precisar más. Pero también consultó la documentación disponible: registros senatoriales (por ejemplo, los discursos pronunciados ante el Senado), cartas y fuentes literarias, destacando los escritos de Cicerón. A pesar de la enemistad entre ambos, y del papel menor que Salustio adjudica a Cicerón en la trama, a diferencia de lo que se da a entender en las Catilinarias, es seguro que se sirvió de estos discursos. Otros discursos ciceronianos significativos para esta obra son el In Toga Candida, el discurso en defensa de Licinio Murena y el Pro Sulla. En cuanto a las cartas, Salustio dice transcribir exactamente el contenido de tres: una de Cayo Manlio a Marcio Rex (XXXIII), otra de Catilina a Quinto Cátulo (XXXV) y otra de Léntulo a Catilina (XLIV, 5).

Las fuentes para escribir la Guerra de Jugurta 27 las encontró tanto en otros historiadores romanos (especialmente Cornelio Sisenna) como en el escritor griego Posidonio (ca. 135-51). Consultaría asimismo las memorias de algunos de los que combatieron en la guerra, como Publio Rutilio Rufo o Sila. Se duda si llegó a leer los discursos originales, que en aquel tiempo aún se conservaban, pues todos los que pone en boca de los diferentes personajes son de su propia invención. Mandó traducir unos libros que pertenecieron al rey Hiempsal II de Numidia e incluso se piensa que también viajaría a África para ampliar sus informaciones (quizá ya hubiera obtenido algunas durante su gobierno en Africa Nova). Por otro lado, hay que decir que Salustio cuenta con un equipo personal para recopilar los materiales necesarios para su investigación: se trata de un grupo de esclavos educados, a los que convierte en libertos 28.

5.4. Influencias A partir del siglo II a.C., la civilización romana había entrado en un proceso de helenización, a partir de la conquista del Mediterráneo oriental y los contactos con la cultura griega, la cual admiraban e imitaban. Por eso en la formación literaria de Salustio entraron diversos autores griegos, como los oradores Isócrates, Licurgo y Demóstenes. Asimismo, se ve influido por el pensamiento filosófico de Posidonio. 26

SALUSTIO. La conjuración de Catilina. XLVIII, 9.

27

VON ALBRECHT, M. Op. cit. p. 436.

28

BAYET, J. Op. cit. p. 188. !14

Sin embargo, su gran modelo es el historiador griego Tucídides. En primer lugar, por el hecho de escribir monografías históricas. En él se inspira por una parte su estilo: detallismo en las narraciones, empleo de arcaísmos, vocabulario afectado, construcción artificial. Pero también su concepción negativa del hombre, cuya naturaleza es de por sí egoísta, y busca sus intereses propios sobre el bien común. Para Tucídides, esto se manifiesta en contextos de caos y guerra, cuando no se imponen las leyes (por ejemplo en Corcira 29); en cambio según Salustio ya se está viendo esto en los tiempos de paz. Dentro de este ambiente surgen no obstante ciertas figuras excepcionales que con su integridad y su inteligencia son capaces de manejar la situación y poner cordura: por un lado tendríamos a Pericles, por otro a Catón o a César.

Ambos historiadores comparten la idea de que la época dorada ya pasó y su patria se encuentra en decadencia, sea Atenas o Roma. Incluso podríamos comparar la descripción de los síntomas y el desarrollo de la peste

30

con la “enfermedad” que está asolando la República romana, es decir los

vicios derivados de la avaricia: “Estos vicios primero crecían poco a poco, y se castigaban de vez en cuando; pero después, cuando el contagio lo invadió todo como una epidemia, se transformó la ciudad y el poder se hizo, de justo y provechoso que era, cruel e intolerable”

31 .

Los efectos son

comparables en uno y otro caso: una plaga que hace que la ciudad muera desde dentro, sin necesidad de que sea atacada por enemigos externos.

A los dos les preocupa la cuestión del lenguaje

32 ,

la pérdida y cambio de significado de las

palabras. En momentos de depravación, cuando desaparecen las directrices morales, lo bueno pasa a ser malo y lo malo pasa a ser bueno. La transformación de los matices del lenguaje es un espejo del cambio de paradigma en el pensamiento de los hombres. Podemos comparar los dos siguientes fragmentos. Dice Salustio que, tras la victoria sobre Cartago: “se llamaba a alguien buen o mal ciudadano, no en virtud de los méritos contraídos para con el Estado, puesto que todo el mundo estaba por igual corrompido, sino que se consideraba persona de bien al que era más rico y más 29

Cfr. TUCÍDIDES. Historia de la Guerra del Peloponeso. Libro III, 84, 2.

30

Ibídem. Libro II, 49-51.

31

SALUSTIO. La conjuración de Catilina. X, 6.

32

WHITEHOUSE, J. A. “The prefaces of Sallust and the historiography of disillusionment”, Iris,

vol. 23, 2010. pp. 7-8. !15

poderoso para cometer injusticia, porque defendía la situación vigente” 33 . De igual modo, Salustio señala entre los efectos morales de la guerra civil que: “Cambiaron incluso el significado normal de las palabras en relación con los hechos, para adecuarlas a su interpretación de los mismos. La audacia irreflexiva pasó a ser considerada valor fundado en la lealtad al partido, la vacilación prudente se consideró cobardía disfrazada, la moderación, máscara para encubrir la falta de hombría, y la inteligencia capaz de entenderlo todo incapacidad total para la acción; la precipitación alocada se asoció a la condición viril, y el tomar precauciones con vistas a la seguridad se tuvo por un bonito pretexto para eludir el peligro” 34 .

Otros elementos son propios de la tradición romana, como la brevedad y concisión o el empleo de la sátira moral. Si queremos ir a historiadores romanos concretos, tendríamos que citar a Lucio Celio Antípatro, que desarrolló el género monográfico en Roma, frente a las historias generales, más habituales. De Sempronio Aselio tomaría la idea de estudiar las causas de los sucesos más allá de una exposición ordenada de los mismos. Pero, sobre todo, destaca Catón el Viejo. Al igual que nuestro autor, Catón realiza en sus obras una crítica contra las costumbres relajadas e inmorales de la sociedad romana de su época, a las que contrapone las antiguas virtudes. Aunque para él el punto que marca la decadencia es doble, no solo la Segunda Guerra Púnica sino también la victoria sobre Filipo V de Macedonia en el 195 a.C. A partir de estos acontecimientos se habrían exportado a la República las perniciosas costumbres de África y Grecia. Centra su crítica en la aristocracia. Salustio copiará además en varios puntos su estilo y lenguaje, que en parte por ello resulta arcaizante.

También adopta recursos de la oratoria. De hecho, los discursos son una parte importante de su obra, y no son transcripciones literales, sino frutos de su propia inventiva que pone en boca de los distintos personajes para mostrar su pensamiento y el de estos. En este sentido tendríamos que volver a remontarnos a Tucídides 35, que seguía el mismo procedimiento.

33

SALUSTIO. Historias. XII.

34

TUCÍDIDES. Op. cit. Libro III, 82, 4.

35 ANDRÉ,

J. M. y HUS, A. La historia en Roma. Siglo veintiuno editores, Madrid, 1983. p. 67. !16

5.5. Repercusión En su época Salustio fue objeto de una gran polémica. Debido su activa implicación en el pasado en la vida política, era alguien conocido por todos y odiado por muchos. Además, en sus obras vierte juicios sobre personajes coetáneos o recientemente fallecidos, lo cual evidentemente podía dañar sensibilidades. Podemos poner el ejemplo de Leneo, liberto de Pompeyo, que ofendido por los insultos vertidos contra su antiguo amo por parte de Salustio, le atacó mediante una dura sátira en la que le acusaba de plagiar a Catón. La nobilitas romana, que sale bastante mal parada en la obra de Salustio, fue muy crítica con él como persona, político e historiador. Por último, existe una Invectiva in Sallustium que se atribuye a Cicerón, supuestamente pronunciada en el Senado en el año 54, pero hoy en día se piensa que es falsa. No obstante, también entre sus contemporáneos algunos le apoyaron y admiraron, como Ventidio o L. Ateio Prtestato.

Uno de los primeros historiadores romanos en los que podemos apreciar la impronta salustiana es Tito Livio (59 a.C. -17 d.C.), aunque en combinación con la herencia de Cicerón. El orador Séneca el Viejo (54 a.C. - 39 d.C.) considera que Salustio ha superado a su modelo, Tucídides

36.

Quintiliano (ca. 35-95) alaba a Salustio en su obra en repetidas ocasiones, presentándole como paradigma de los historiadores junto a Tito Livio, por los cuales los romanos no tienen nada que envidiar a los griegos: “Mas no ceden en la historia los latinos a los griegos, ni tengo reparo en contraponer a Salustio al Tucídides, y no lleve a mal Herodoto que le iguale Tito Livio” 37. Así pues, podríamos decir que Salustio consiguió cumplir algo que ya hemos mencionado: que las hazañas de Roma se recordasen igual que las de Atenas gracias a los buenos historiadores. Con todo, este mismo autor desaconseja a los alumnos de retórica imitar el estilo salustiano, por su excesiva brevedad. No es que menosprecie esta manera de expresarse, sino que la considera adecuada para la historia pero no para la oratoria. El poeta Marcial (40-104) le considera el más importante historiador romano: “Aquí estará, según consideran las mentes de los entendidos, el primero en la historiografía romana: Crispo [Cayo Salustio Crispo]” 38.

Tácito (ca. 55-120) es sin duda el historiador en el que la influencia de Salustio es más determinante. Ofrece una visión desencantada de la Roma del Principado, muy similar a la de 36

Cfr. SÉNECA EL VIEJO. Controversias. Libro IX, 24, 13.

37

QUINTILIANO. Instituciones oratorias. Libro X, 1, 101.

38

MARCIAL. Epigramas. Libro XIV, 191. !17

nuestro historiador. Su discurso está impregnado de un pesimismo existencial. Cree que la avaricia de poder forma parte de la naturaleza humana, pero permaneció más o menos reprimido durante las primeras épocas, en la formación de Roma; cuando esta asentó su grandeza, estalló, y se extendió entre la gente y los gobernantes 39. Eso sí, desde su punto de vista, la decadencia ha continuado, y a él le han tocado vivir unos tiempos aún peores que los de Salustio, pues con la llegada al poder de César Augusto y el inicio de la Roma imperial se esfumó definitivamente toda esperanza. Augusto se aprovechó del relativismo moral imperante, donde el único valor era la riqueza —y mejor si era obtenida sin esfuerzo—, para acabar con las libertades y satisfacer su propia codicia de poder. Veámoslo: “Tras seducir al ejército con recompensas, al pueblo con repartos de trigo, a todos con las delicias de la paz, se fue elevando paulatinamente; empezó a tomar para sí las prerrogativas del senado, de las magistraturas, de las leyes, sin que nadie se le opusiera […] los que restaban de los nobles se veían enaltecidos con riquezas y honores en la misma medida en que se mostraban dispuestos a servirle, y encumbrados con la nueva situación preferían la seguridad presente al problemático pasado” 40.

En el siglo II Salustio triunfa entre todo tipo de escritores. Aulo Gelio fue también un gran admirador de nuestro escritor, y de él tomó los recursos para su estilo arcaizante. El maestro de retórica Tito Casticio, uno de los más importantes de la Roma de la época, también tenía una opinión muy positiva de él. Frontón recomienda su lectura. En definitiva, más allá de las diferencias en cuanto a procedimientos o estilo, toda la historiografía romana a partir de Salustio mantendrá la idea básica de encontrarse en una época de decadencia moral, que contraponen a una edad dorada en los inicios de la República. Otra constante que se mantendrá es el interés por el análisis psicológico de los protagonistas de los acontecimientos.

Los autores cristianos de la Antigüedad tardía no olvidan a Salustio. A pesar de su dudosa moralidad personal, les agradaba el análisis moral que realiza en sus escritos; asimismo, consideran que sus informaciones son fiables, y también valoran su manera de narrar. Ya en el siglo V, San Agustín le define como “historiador tan verídico como sabio” 39

Cfr. TÁCITO. Historias. Libro II, 38.

40

TÁCITO. Anales. Libro I, 2.

41

SAN AGUSTÍN. La Ciudad de Dios. Libro I, 5.

41.

En su obra encontramos reminiscencias del

!18

estilo característico de la prosa salustiana. Por último, San Isidoro, ya adentrándonos en el siglo VII, dice de él que es un “autor de gran credibilidad” 42 .

6. OBRAS Tres son las obras en las que la autoría de Salustio es indiscutida: La conjuración de Catilina, Guerra de Jugurta e Historias. A la primera dedicaremos un apartado específico más adelante. Tanto esta como la segunda han llegado completas hasta nosotros, en cambio las Historias solo se conservan de forma fragmentaria y su estructura hace suponer que nuestro autor murió antes de finalizarla. Por otro lado, existen otros textos cuya atribución a Salustio ha sido objeto de un debate historiográfico y hoy en día se tiende a pensar que no son suyos. Los más importantes serían las Epistulae ad Caesarem senem y la Invectiva in Ciceronem.

6.1. Guerra de Jugurta (Bellum Iugurthinum) Se considera que es su segundo trabajo, escrito entre los años 42 y 39 aproximadamente. Mantiene una estructura muy parecida a la de La conjuración de Catilina, aunque la extensión es mayor, y se aprecia una evolución en cuanto a la manera de narrar. El argumento gira en torno a un conflicto bélico ocurrido entre los años 111 y 105 a.C., por tanto más alejado en el tiempo. En ella los romanos se enfrentaron a Jugurta, rey de Numidia. El anterior rey, Micipsa, se había mostrado como un fiel aliado de Roma y había suministrado en repetidas ocasiones grano, elefantes y contingentes militares. Roma tenía importantes intereses comerciales en el país, y en varias ciudades se habían asentado numerosos grupos de comerciantes. Por ello tuvo que intervenir ante los conflictos dinásticos que se suscitaron a la muerte de Micipsa en el 118 a.C. Él pretendía que sus dos hijos naturales, Hiempsal y Adherbal, y su sobrino e hijo adoptivo Jugurta compartieran el reino. Sin embargo, Jugurta quería ejercer el poder en solitario y ordenó el asesinato de los otros dos. Consiguió la muerte de Hiempsal, pero Adherbal escapó y fue a Roma, donde pidió ayuda ante el Senado. Esto mismo hizo Jugurta. El Senado decidió realizar un nuevo reparto del reino entre ambos, pero Jugurta no respetó el acuerdo. Roma no intervino ante esto, pues las comisiones fueron sucesivamente sobornadas por Jugurta. En el 111 este acorraló a Adherbal en Cirta, le asesinó y llevó a cabo una masacre en la ciudad, donde residían muchos ciudadanos romanos e itálicos. Ante esto, la presión del pueblo forzó al Senado a emprender una guerra, que finalmente se saldará con la victoria romana.

42

SAN ISIDORO. Etimologías. Libro XIII, 21, 10. !19

Para Salustio lo más relevante no es el desarrollo militar de la guerra, sino el análisis de los propios problemas internos de Roma, incidiendo de nuevo en la degradación moral. Ensalza a Mario como un homes novus que contra todo pronóstico consigue llegar al consulado, no por su origen sino por sus propios méritos. Esto es lo que quiere Salustio para el gobierno de Roma. La aristocracia en cambio sale muy mal parada, se la acusa de avaricia y corrupción

43,

de dejarse sobornar y de

mostrarse incompetente a la hora de manejar la situación, pues no han seguido una verdadera carrera militar, solo ocupan los puestos de mando por su nacimiento. No obstante, una diferencia con respecto a La conjuración de Catilina es que en esta segunda obra Salustio presenta retratos psicológicos más completos, no caracteriza a los personajes como enteramente buenos o malos, sino que juzga equilibradamente sus cualidades y defectos. Así, el héroe Mario aparece también como ambicioso y demagogo, de modo que al final destaca más la figura de Metelo, un noble.

6.2. Historias (Historiae) Se trata de su última obra, comenzada hacia el año 39. Consta de cinco libros que abarcan la primera mitad del siglo I a.C., por tanto constituirían el nexo de unión temporal entre sus dos monografías. Los fragmentos conservados concretamente hacen referencia al período comprendido entre el 78 y el 67. Constituyen un conjunto de alrededor de 500, reunidos a partir de diversos manuscritos y papiros, así como de citas posteriores de eruditos y gramáticos. Tan solo nos han llegado íntegros cuatro discursos (el de Marco Lépido al populus en contra de Sila; el de Marco Filipo hacia el Senado; el de Gayo Aurelio Cota hacia el Senado y el de Licinio Macro hacia la plebe) y dos cartas (la de Pompeyo al Senado y la de Mitrídates hacia el rey persa Ársaces). Salustio incide sobre los mismos aspectos que hemos comentado hasta ahora

44,

juzgando duramente la

dictadura de Sila y apreciando el intento de reconstrucción de las libertades tras la misma, aunque considera que esto finalmente fracasó con el ascenso de Pompeyo. En este hilo se van insertando los demás sucesos: la rebelión de Lépido, la guerra sertoriana, la política doméstica romana de la década de los 70, la conquista de Asia, la guerra contra Mitrídates del Ponto, la amenaza pirática en el Mediterráneo, etc.

43

MELLOR, R. The Roman Historians. Routledge, Londres, 1999. p. 38.

44

GONZÁLEZ ROJAS, P. Op. cit. p. 19. !20

7. LA CONJURACIÓN DE CATILINA (DE CATILINAE CONIURATIONE) Respecto a su cronología, probablemente Salustio empezó a componerla nada más retirarse de la vida pública, en el 44 a.C. Se discute si fue publicada antes o después del 43, año de la muerte de Cicerón, el último protagonista superviviente de los acontecimientos. Parece más plausible que se publicara después, aunque no más tarde del 41 a.C. Estaríamos en los comienzos del Segundo Triunvirato, y algunos estudiosos han querido ver en la obra ciertas alusiones críticas hacia el mismo.

7.1. Hechos históricos Además de Salustio, las fuentes principales son las Catilinarias de Cicerón y las Vidas de los Doce Césares de Suetonio. Los sucesos relatados tienen lugar entre el 66 y el 62 a.C. En el 66, Lucio Sergio Catilina intentó presentar su candidatura al consulado, pero no pudo porque fue acusado de concusión por sus actividades como propretor en África. Urde entonces lo que se ha denominado como “primera conspiración”. El plan era asesinar el 1 de enero del 65 a los cónsules Lucio Cotta y Lucio Torcuato, para que les relevasen el propio Catilina y su aliado Publio Autronio. Esta conjura se descubrió y tuvo que ser retrasada al 5 de febrero; en esta ocasión se planeaba además el asesinato de la mayor parte de los senadores. Pero Catilina dio la señal demasiado pronto, cuando todavía no había suficientes hombres armados, y todo quedó frustrado.

En las elecciones al consulado del 64 Catilina es derrotado por Gayo Antonio y Cicerón, sobre todo a causa de que el Senado se había enterado de las intenciones conspiratorias de Catilina gracias a Fulvia, la mujer de Quinto Curio. Se dedica durante un año a hostigar a Cicerón, y en el 63 presenta por tercera vez su candidatura como cónsul. Cuando nuevamente no lo consigue, decide reunir un ejército con ayuda de Cayo Manlio, reclutando a todos los descontentos con el sistema político y que aspiran a conseguir riquezas fáciles. Se intenta el asesinato de Cicerón y el incendio de Roma, pero ambas cosas son descubiertas y evitadas. Se suceden una serie de operaciones. En la noche del 2 al 3 de diciembre se corta el paso en el puente Mulvio al conjurado Volturcio y a los embajadores de los alóbroges, quienes habían fingido estar de parte de Catilina pero en realidad actuaban como espías para Cicerón. Se detiene a Léntulo, Cetego, Estatilio, Gabinio y Cepario. El día 5, el Senado se reúne para decidir qué castigo sufrirán. Tras los discursos de Catón y César, se inclinan por la pena de muerte, que se aplica ese mismo día. La batalla final tiene lugar en enero del 62, cerca de Pistoria, y se salda con la muerte de Catilina y la derrota de su ejército. !21

7.2. Personajes A lo largo de la obra desfilan un gran número de personajes, de muchos de los cuales Salustio nos da al menos una pincelada sobre su personalidad y su vida. Pero sin duda algunos se perfilan como los principales. Para empezar, Catilina, el causante de toda la acción. Catilina es vilipendiado desde el principio por su falta de moralidad, su avaricia y su sed de poder a toda costa. Para Salustio es el producto arquetípico de la depravación de la sociedad romana de la que tanto nos habla. Su conducta es en todo momento reprobable, aunque en sus discursos quiere dar a entender lo contrario, porque habla de manera engañosa. Eso sí, en el combate final lucha con valentía.

Cicerón, el cónsul, pasa a un segundo plano, lo que contrasta con el punto de vista que se nos ofrece en las Catilinarias. Aunque es quien detiene la conjuración, desempeña un papel más bien pasivo y eventual. El hecho de que se entere de las estratagemas contra él y consiga evitarlas solo gracias a una mujer no le deja en un puesto muy honroso. Hemos de recordar el enfrentamiento entre ambos autores en el campo de la política, e igualmente en el del estilo. Salustio otorga a Catón y César el verdadero protagonismo heroico, frente a Cicerón. Sus discursos contrapuestos ante el Senado sobre el destino de los conjurados constituyen el punto culminante de la obra. Al igual que hacía Tucídides, Salustio ha redactado él mismo los discursos. Ambos quedan equilibrados como hombres virtuosos, aunque finalmente triunfará la propuesta de Catón, que de hecho por los argumentos esgrimidos es la que parece compartir el propio Salustio 45.

Merece la pena analizar los retratos de las tres mujeres que intervienen en esta obra. El más extenso es el de Sempronia 46, una de las aliadas de Catilina. En este caso Salustio hace algo excepcional, no se limita como en otras ocasiones a enumerar sus muchos crímenes y defectos, sino que esta lista está equilibrada con sus cualidades y virtudes. Reúne en su persona lo mejor y lo peor que podía tener una mujer romana 47. Quizá Salustio hace esto precisamente para subrayar la parte negativa, su degradación, y asimismo para alertar del peligro que suponen este tipo de mujeres. Podríamos definirla como una “mujer fatal”. Sempronia se contrapone a Fulvia. De ella no se nos dice gran

45

MELLOR, R. Op. cit. p. 37.

46

SALUSTIO. La conjuración de Catilina. XXV.

47

POSADAS, J. L. “Las mujeres en la narración y la acción de César, los cesarianos y Salustio”,

Studia historica. Historia antigua, nº 29, 2011. p. 268. !22

cosa, solo sabemos que es una mujer noble y que vivía amancebada con Quinto Curio

48.

No

obstante, se describe ella misma por sus acciones. Su papel como informante secreta es fundamental, ya que permite al Senado enterarse de los planes de Catilina y frustrarlos. Salustio quiere dejar claro que sin Fulvia, Cicerón no hubiese tenido nada que hacer. Por último, tenemos a Aurelia Orestila, la esposa de Catilina. Su retrato no solo es tremendamente negativo, presentándola como una criminal sin escrúpulos, sino que de hecho Salustio da a entender que fue la verdadera causante de la conjuración, pues el sentimiento de culpa que torturaba a Catilina por haber asesinado a su propio hijo lo empujó a la locura 49.

7.3. Estilo Por lo general el estilo de Salustio es sencillo, con una narración concisa y a veces incluso seca, muchos autores consideran la brevitas como la característica más destacada de su obra. Para ello, sin faltar a la corrección gramatical, se sirve de recursos

50

como la elipsis, la eliminación de

palabras superfluas, la utilización de las frases nominales, del infinitivo de narración y de frases separadas para evitar la complejidad sintáctica. Pero cuando le interesa resaltar algo no le importa recrearse un poco más en los pormenores artísticos, sobre todo en reflexiones personales, retratos psicológicos y discursos 51. Así pues, apreciamos diferencias estilísticas entre la simple sucesión de acontecimientos y la expresión de sus pensamientos, donde concentra el peso literario.

Salustio emplea un lenguaje ligeramente arcaizante, siguiendo a Tucídides e inspirándose en Catón el Viejo. Su sintaxis combina formas propias de la antigua lengua latina con construcciones tomadas del griego. Esto cobra un sentido más profundo si tenemos en cuenta la nostalgia de nuestro escritor por los tiempos antiguos de Roma, y el desprecio por su propia época. Al igual que reivindica la moral tradicional, opta por recuperar el lenguaje de aquellos hombres virtuosos de antaño.

Otro rasgo destacado del estilo de Salustio es la inconcinnitas, que alude a la variedad, la irregularidad, incluso la desarmonía en la expresión. Lo podemos ver en el empleo de recursos como el hipérbaton, y otros muchos, entre ellos los que cita Santos Yanguas: “los cambios bruscos 48

SALUSTIO. La conjuración de Catilina. XXIII, 3.

49

Ibídem. XV, 2-5.

50

SANTOS YANGUAS, N. Op. cit. (2000-2001). p. 36.

51

BAYET, J. Op. cit. p. 194. !23

de sujeto en una misma frase, el quebrantamiento del esquema de las construcciones, la unión de epítetos a los sustantivos, la variación de las formas pronominales y verbales de primera y segunda personas, la introducción de manera distinta y alternada de complementos del mismo orden” 52. En resumen, Salustio se nos descubre no solo como un gran historiador, sino como un maestro de la prosa latina. Forma y contenido se complementan mutuamente en su obra.

Por otra parte, podemos estudiar aquellos recursos que le sirven para dar ciertos toques de humor a la narración, normalmente con una intención crítica. En primer lugar tenemos la ironía

53 ,

dar a

entender lo contrario de lo que se dice para reforzar un argumento, probando que lo contrario (la literalidad de las palabras pronunciadas) resulta absurdo. Lo podemos ver en el discurso de Catón. Cuando afirma “estimo que debéis tener compasión —al fin y al cabo muchachillos que han delinquido por ambición— y debéis liberarlos hasta armados” 54, es evidente que él defiende justo lo opuesto, pero de este modo hace verse ridículos a quienes abogan por la posición de César. Otro recurso es la hipérbole, la exageración, con el fin de dar a entender hasta qué punto ha llegado un determinado comportamiento o situación. Así, para que entendamos cuán malvado era Catilina, dice de él que “si no se presentaba de momento ocasión de hacer mal, no por eso dejaba de acechar y matar a inocentes como culpables; naturalmente, para que manos y alma no se anquilosasen en el ocio, sin otro motivo era más malo y sanguinario”

55 .

En cuanto a la paradoja, es especialmente

evidente y trágica en las palabras conclusivas de la obra. Catilina ha sido derrotado, pero es una victoria agridulce, porque ha habido muchas muertes. Por eso no hay una gran celebración, sino que “por todo el ejército se repartían variamente la alegría, el dolor, el duelo o la satisfacción” 56.

8. CONCLUSIÓN Salustio es un escritor polifacético. Ciertamente la primera y principal faceta con la que nos encontramos es la de historiador. Sin embargo, es también un sociólogo, que realiza un lúcido análisis de la sociedad de su época; un politólogo, que expone sus opiniones sobre diversas personalidades públicas y propone un sistema basado en la meritocracia y no en los privilegios por 52

SANTOS YANGUAS, N. Op. cit. (2000-2001). p. 37.

53

CASCÓN DORADO, A. “Salustio y su ironía”, Revista de Estudios Latinos, nº 10, 2010. p. 65.

54

SALUSTIO. La conjuración de Catilina. LII, 25-26.

55

Ibídem. XVI, 3.

56

Ibídem. LXI, 9. !24

nacimiento, defendiendo a los homines novi frente a la nobilitas; un antropólogo y un psicólogo, que analiza la naturaleza humana en general y su concreción en cada personaje concreto; un orador, capaz de crear discursos convincentes e inspiradores; un literato, experto en el manejo de las posibilidades de la lengua latina. Su relevancia para la historiografía radica precisamente en haber sido capaz de armonizar todos estos aspectos en sus obras y transmitirlo a los autores posteriores. Todo ello, por supuesto, aparte del valor intrínseco de sus textos como documentos históricos para conocer los acontecimientos narrados, sus causas, desarrollo y consecuencias.

!25

BIBLIOGRAFÍA Fuentes clásicas DIÓN CASIO. Historia romana. Editorial Gredos, Madrid, 2004. Edición de Domingo Plácido Suárez. MARCIAL. Epigramas. Editorial Gredos, Madrid, 2001. Edición de Juan Fernández Valverde y Antonio Ramírez de Verger. OROSIO. Historias. Editorial Gredos, Madrid, 1982. Edición de Eustaquio Sánchez Salor. QUINTILIANO. Instituciones oratorias. Imprenta de Perlado Páez y Compañía (Sucesores de Hernando), Madrid, 1916. Edición de Ignacio Rodríguez y Pedro Santander. SALUSTIO. Historias. Ediciones clásicas, Madrid, 2006. Edición de Juan Luis Posadas. —La conjuración de Catilina. Editorial Gredos, Madrid, 1982. Edición de Manuel C. Díaz y Díaz. —La conjuración de Catilina. Guerra de Jugurta. Fragmentos de las Historias; PSEUDO SALUSTIO. Cartas a César. Invectiva contra Cicerón; PSEUDO CICERÓN. Invectiva contra Salustio. Editorial Gredos, Madrid, 1997. Edición de Bartolomé Segura Ramos. —La conjuración de Catilina. Guerra de Jugurta. Ediciones Akal, Madrid, 2001. Edición de Avelina Carrera de la Red. SAN AGUSTÍN. La ciudad de Dios. Traducción de José Cayetano Díaz de Beyral. Disponible en: https://es.wikisource.org/wiki/La_ciudad_de_Dios [Fecha de última consulta: 06/03/2016]. SAN ISIDORO. Etimologías. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2004. Edición de José Oroz Reta, Manuel A. Marcos Casquero y Manuel C. Díaz y Díaz. SÉNECA EL VIEJO. Controversias. Editorial Gredos, Madrid, 2005. Edición de Ignacio Javier Adiego Lajara, Esther Artigas Álvarez y Alejandra de Riquer Permanyer. TÁCITO. Anales. Editorial Gredos, Madrid, 1979. Edición de José L. Moralejo. —Historias. Imprenta Real, Madrid, 1794. Edición de Don Carlos Coloma. TUCÍDIDES. Historia de la Guerra del Peloponeso. Editorial Gredos, Madrid, 1990. Edición de Julio Calonge Ruiz y Juan José Torres Esbarranch.

Fuentes contemporáneas ALFONSI, L. “Da Sallustio a Tacito”, Aevum, nº 42, 1968. pp. 474-475. ALLEN, W. “Sallust’s political career”, Studies in philology, vol. 51, nº 1, 1954. pp. 1-14. — “The unity of the Sallustian Corpus”, Classical Journal, nº 61, 1966. pp. 268-269. ANDRÉ, J. M. y HUS, A. La historia en Roma. Siglo veintiuno editores, Madrid, 1983. !26

BATSTONE, W. W. “The antithesis of virtue. Sallust’s synkrisis and the crisis of the Late Republic”, Classical Antiquity, vol. 7, nº 1. pp. 1-29. BAYET, J. Literatura latina. Editorial Ariel, Barcelona, 1981. BOLAFFI, E. Sallustio e la sua fortuna nei secoli. Perrella, Roma, 1949. BÜCHNER, K. “Zur synkrisis Cato-Caesar in Sallusts Catilina”, Grazer Beiträge, nº 5, 1976. pp 37-57. CAGNETTA, M. “Il Sallustio di Agostino”, Quaderni di storia, nº 11, 1985. pp. 151-160. CANFORA, L. “Il programma di Sallustio”, Belfagor, nº 27, 1972. pp. 137-148. CASCÓN DORADO, A. “Salustio y su ironía”, Revista de Estudios Latinos, nº 10, 2010. pp. 63-82. CIRUELO, J. Salustio: política e historiografía. Editorial Ariel, Barcelona, 1973. CONLEY, D. F. “The stages of Rome’s decline in Sallust’s historical theory”, Hermes, nº 109, 1981. pp. 379-382. DANGEL, J. “Dogmatisme et art du dialogue dans les discours des Historiens latins: formes grammaticales et moyens de persuasion”, Revue de Philologie, nº 62, 1988. pp. 41-67. DESMOULEZ, A. “Cicéron et l’ambition littéraire de Salluste”, Latomus, nº 37, 1978. pp. 25-46. EARL, D. The political thought of Sallust. Cambridge University Press, Cambridge, 1961. — “The early career of Sallust”, Historia: Zeitschrift für Alte Geschichte, vol. 15, nº 3, 1966. pp. 302-311. GONZÁLEZ ROJAS, P. “Cayo Salustio Crispo, o de la defensa de la Historia”, Intus-legere historia, vol. 7, nº 2, 2013. pp. 7-21. GRANT, M. Greek and Roman historians. Information and misinformation. Routledge, Londres, 1995. GRUEN, E. The last generation of the Roman Republic. University of California Press, Berkeley, 1974. HIDALGO DE LA VEGA, M. J. “Algunos aspectos del pensamiento político de Salustio”, Studia historica. Historia antigua, nº 2-3, 1984-1985. pp. 103-118. KLINZ, A. “Sallust als Geschichtsdenker”, Gymnasium, nº 85, 1978. pp. 511-526. KOESTERMANN, E. “Das problem des römischen Dekadenz bei Sallust und Tacitus”, Aufstieg und Niedergang der römischen Welt, nº 1.3, 1973. pp. 781-810. LA PENNA, A. Sallustio e la “rivoluzione” romana. Feltrinelli Editore, Milán, 1968. — Aspetti del pensiero storico latino: politica e cultura in Roma antica classica e nella tradizione classica moderna. G. Einaudi, Turín, 1978. !27

LANCIOTTI, S. “Nota sulla recente critica sallustiana”, Giorale italiano di filologia, vol. 24, 1972. pp. 427-441. LUQUE FRÍAS, M. El pensamiento político de Cicerón y Salustio. Su legado histórico en la cultura occidental. Editorial Comares, Granada, 2005. MAS, S. Pensamiento romano. Una historia de la filosofía en Roma. Tirant lo Blanch, Valencia, 2006. MCCONAGHY, M. L. S. “Sallust and the literary portrayal of character”. Tesis doctoral. Washington University, 1973. MELLOR, R. The Roman Historians. Routledge, Londres, 1999. NEUMEISTER, C. “Neue Tendenzen und Ergebnisse der Sallustforschung (1961-1981)”, Gymnasium, nº 93, 1986. pp. 51-68. ORLANDI, T. “Sallustio e Varrone in Agostino, De civitate Dei I-VII”, La parola del passato: rivista di studi antichi, nº 23, 1968. pp. 19-44. OTÓN SOBRINO, E. “Creencia y estilo en Salustio, I”, Cuadernos de filología clásica: estudios latinos, vol. 22, nº 2, 2002. pp. 363-389. PASOLI, E. “Indirizzi e programmi di storici romani”, Pan, nº 4, 1976. pp. 7-19. PERROCHAT, P. “Salluste et Thucydide”, Revue des Études Latines, nº 25, 1947. pp. 90-121. POSADAS, J. L. “Las mujeres en la narración y la acción de César, los cesarianos y Salustio”, Studia historica. Historia antigua, nº 29, 2011. pp. 251-276. — “Mujeres en Salustio: estudio prosopo-historiográfico”, Gerión, vol. 29, nº 1, 2011. pp. 169-182. — “Catón el joven y Salustio”, Florentia Iliberritana, nº 26, 2015. pp. 121-130. RAMÍREZ DE VERGER, A. “Sobre el estilo periódico en Salustio”, Habis, nº 12, 1981. pp. 99-106. RAMSEY, J. T. Sallust’s Bellum Catilinae. American Philological Association, Oxford University Press, Oxford, 2007. REDDÉ, M. “Rhétorique et histoire chez Thucydide et Salluste”, Caesarodunum, nº 15, 1980. pp. 11-17. RENEHAN, R. “Further toughts on a Sallustian literary device”, The Ancient World, nº 31/2, 2000, pp. 144-147. RICHARD, J. C. “Salluste témoin et juge de son temps”, Revue des Études Latines, nº 48, 1970. pp. 48-57. RODRÍGUEZ MAYORGAS, A. “La figura del historiador en la República Romana”, Studia historica. Historia antigua, nº 29, 2011. pp. 65-95. !28

SANTOS YANGUAS, N. “Salustio en el marco socio-político de su época y de su obra: algunos datos biográficos”, Memorias de Historia Antigua, nº 19-20, 1998-1999. pp. 25-60. — “Estilo literario y significado histórico de Salustio”, Memorias de Historia Antigua, nº 21-22, 2000-2001. pp. 31-49. SCHMIDT, R. H. “Sallust’s Catiline: History or political pamphlet?”. Tesis de maestría. Loyola University Chicago, 1964. SCHWARTZ, E. “Die berichte ueber die Catilinarische verschwoerung”, Hermes, vol. 32, nº 3, 1897. pp. 554-608. SKLENÁR, R. “La république des signes: Caesar, Cato, and the language of Sallustian morality”, Transactions of the American Philological Association, vol. 128, 1998, p. 205-220. SMITH, D. K. “The styles of Sallust and Livy. Defining terms”, The Classical Bulletin, nº 61, 1985. pp. 79-83. SMITH, H. “Factio, factiones and nobilitas in Sallust”, Classica et Medievalia, nº 29, 1968. pp. 187-196. SYME, R. Sallust. University of California Press, 1964. TANNENBARUM, R. F. “What Caesar said: rethoric and history in Sallust’s Coniuratio Catilinae 51”, en WELCH, K. E. y HILLARD, T. W. Roman crossings: theory and practice in the Roman Republic, Classical Press of Wales, Swansea, 2005. TIFFOU, E. “Biographie de Salluste”, Cahier des Études Anciennes, nº 7, 1977, pp. 91-138. VON ALBRECHT, M. A History of Roman Literature. From Livius Andronicus to Boethius. E. J. Brill, Leiden, 1997. WHITEHOUSE, J. A. “The prefaces of Sallust and the historiography of disillusionment”, Iris, vol. 23, 2010. pp. 2-9.

Recursos web Salustio. Instituto de Estudios Clásicos sobre la Sociedad y la Política "Lucio Anneo Séneca”. Universidad Carlos III de Madrid. Disponible en: http://portal.uc3m.es/portal/page/portal/ inst_lucio_anneo_seneca/educacion/proy_apolo/autores_clas_grecolat/salustio [Fecha de última consulta: 28/02/2016]

!29

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.