Salmos imprecatorios

July 8, 2017 | Autor: Marta Martínez | Categoría: Teologia biblica
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Descripción

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California Christian University

Maestría en Teología AL

“Los Salmos Imprecatorios en la vida cotidiana y su efecto terapéutico”

Lic. Marta Martínez Aguirre

Tutora: Leddiz Yasmin Aparicio Trabajo monográfico de pasaje de curso: Curso: “Teología avanzada del Antiguo Testamento” Ciudad del Plata, San José Uruguay Mayo, 2014

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Contenido Introducción ................................................................................................................. 3 Capítulo 1..................................................................................................................... 7 Salmos imprecatorios o de venganza ....................................................................... 7 Capítulo 2................................................................................................................... 10 Proceso de simbolización y efecto terapéutico ...................................................... 10 Conclusión ................................................................................................................. 13 Bibliografía ................................................................................................................ 14

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Introducción

El sábado a la mañana me levanté temprano, le di de comer a mis gatitos y empecé las tareas del hogar.

Mientras llevaba a cabo éstas, les veía jugar en el terreno de mi casa, son 600 m², de modo que ellos tienen bastante para recorrer y jugar entre los árboles, la quinta y las flores.

Aurora una de las gatitas hacía ya cuatro meses que había dado a luz cuatro hermosos gatitos, de los cuales me quedé con uno y regalé los otros tres a familias de amigos o vecinos de la zona.

El gatito que elegimos quedarnos en casa, recibió el nombre de Sabatino por haber nacido un sábado. Era dulce, juguetón y tan tierno con su mamá. Por las mañanas, me despertaba besándome la frente, trepado al respaldo de mi cama, yo fingía estar dormida para recibir sus caricias en mi frente. Cuando veía que no me despertaba, colocaba una de sus patitas en mi rostro y me lamía las mejillas, si fingía seguir dormida, tironeaba suavemente de mi pelo. Sabatino tenía además de un nombre un apodo, “Julgillo”, cuando se metía en problemas como treparse a un árbol y no podía bajar su madre Aurora corría buscarme para que le diera una mano.

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Él era el más joven de mis gatos, todos

adoptados y elegidos con amor, eran gatos que habían sido abandonados por sus dueños o estaban solitos en la calle. Sabatino era la excepción, él había nacido en casa, su madre era la que yo había adoptado con inmensa ternura pero Sabatino ya desde la

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panza de su mamá era deseado y esperado con anhelo, yo me sentía la “abuela” más radiante del universo.

Aurora era una gatita muy pequeña que un gato grande de la calle la había forzado y la había lastimado, quedando embarazada. La vecina que era su dueña, no podía cuidarla del modo apropiado, así que la pedí en adopción y decidí hacerme cargo de ella. Durante su embarazo le daba leche especial, le alimentaba con alimento balanceado y también incluía en su dieta carne fresca y pescado. De vez en cuando la agasajaba con alguna golosina para gatos.

Cuando llegó el día del parto, ella subió a la cama de María, mi hermana de fe, con la cual comparto la casa, seguramente se sentía asustada y era su forma de pedir ayuda. De modo que me levanté la tomé suavemente y la colocamos en la canasta que le había mandado hacer para ese momento especial.

Así fuimos testigos del nacimiento de cuatro hermosos gatitos. Pero desde un inicio Sabatino fue especial para nosotras. Tenía su hociquito blanco, su pelaje suave de color gris claro y blanco y sus manitos con guantes blancos, con cojinetes rosados y era muy comilón, y acompañaba su hora de la teta con unos ronroneos muy fuertes. Con el paso de los días, se hizo cada vez más nuestro.

Cada domingo al salir para ir a la iglesia, vivía el mismo ritual, él me seguía hasta el frente de la calle e intentaba perseguirme, de modo que yo tenía que dar marcha atrás, lo tomaba entre mis brazos y lo retornaba a la casa, cerrando la ventana para que no me siguiera.

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En forma constante él estaba impregnando todos los rincones de mi existencia, cuando cocinaba se subía a mis piernas, me pedía mimos, cuando leía se acostaba sobre mi Biblia o intentaba comer el cable del ratón de la laptop, cuando oraba de rodillas, él mordisqueaba suavemente mi pelo y me lamía la frente. Sabatino Julgillo era un nuevo despertar en mis días y me llenaba de ternura. Para quien no fue madre, hechos cotidianos como estos eran motivos de alabanza y gratitud hacia Dios que entendía mi vacío.

El sábado 24 de Mayo, María estaba a 23 km de distancia realizando un curso y yo había quedado en la casa haciendo las tareas del hogar. Era una mañana como otras, él corría a mi alrededor y se escondía entre las plantas para que su madre lo buscara. Pero en determinado momento, había desaparecido, al notar su ausencia prolongada empecé a buscarlo con frenesí. Recorrí el terreno, en cada rincón, recorrí las casas de los vecinos y muchos ayudaron en su búsqueda. Al llegar la tarde María llegó sabiendo de su ausencia, ya que nos manteníamos en contacto a través de los celulares. Para ella los 23 km se hicieron interminables, para mí las horas eran una tortura. Antes del anochecer María y un grupo de amigos le encontraron caído en el lado del vecino del fondo, mordido por sus perros.

Cavar su tumba, enterrarlo y despedirlo fue lo peor que tuve que hacer en meses. El dolor me partía el alma, mientras colocaba su cuerpo en la tierra, entoné el estribillo de un viejo canto: “Cuando allá se pase lista, Cuando allá se pase lista, Cuando allá se pase lista;

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A mi nombre yo feliz responderé”. El sacrificio de Jesucristo en el jardín de Getsemaní me vino a la mente, pude entender con mayor claridad sus gotas de sangre cayendo a tierra, atormentado por el dolor del momento que le tocaba vivir. La cruz del Calvario siguió a una serie de escenas dentro de mí, y quedé dormida mientras el llanto me ahogaba.

A las dos de la mañana tuve una crisis de nervios, salí al patio a llorar a gritos mi angustia por la pérdida de mi amado Sabatino e invoqué justicia a mi Señor, no por lo perros y su ataque sino por la indiferencia del vecino que viendo lo sucedido fue incapaz de detenerlos y avisarme para que le llevara al veterinario de la zona.

Entonces recordé la tarea que debía realizar para la maestría y así los salmos de venganza acudían a mi mente convulsionada reclamando justicia divina. Pero al rato, el llanto de Aurora y su roce en mis piernas me llevaron a dejar de llorar a gritos y al acunarla en mis brazos, la paz del Salvador que sobrepasa todo entendimiento me inundó como si al sostenerla también mi Señor me acunara en sus brazos de misericordia.

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Capítulo 1 Salmos imprecatorios o de venganza

Dios mío, ¡rómpeles los dientes! Señor, ¡rómpeles los colmillos a esos leones! Que desaparezcan, como el agua que se escurre; que se sequen, como la hierba del camino; que se deshagan, como el caracol en su baba, ¡como el niño abortado que nunca vio la luz!, que ardan como espinos antes que se den cuenta; que sean arrancados con furia, como hierba verde. El que es fiel se alegrará de verse vengado; ¡empapará sus pies en la sangre del malvado! Y entonces se dirá: “¡Vale la pena ser fiel! ¡Hay un Dios que juzga al mundo! Sal 58:6-11 DHH

Los salmos de venganza, o “imprecatorios, son una invocación de maldición, calamidad, o juicio divino contra los enemigos del orador.

Es un reclamo realizado a Dios para que juzgue los adversarios de uno.

En el libro de los Salmos encontramos unos 30 salmos que tienen elementos “imprecatorios.”

Estos salmos a la luz del Nuevo Testamento, parecen desencajar y es difícil conciliarlos con la ética de amor, la misericordia, la bondad y la paciencia que se encuentra en otras partes de la Biblia.

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En una mirada superficial, estas imprecaciones parecen ir contra corriente frente al modo de proceder de Jesús y sus mandamientos: “También han oído que se dijo: ‘Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.’ Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, y oren por quienes los persiguen”

(Mt. 5:44).

Ahora bien si estos salmos son peticiones de un corazón destrozado y están en la Biblia, ¿poseen el respaldo de Dios?, y más aún ¿es legítimo en el contexto actual, aplicarlos en nuestra vida cotidiana?.

Al escuchar la disertación del Dr. Walter Brueggemann, podemos comprender mejor el sentido de estos reclamos a un Dios de amor.

Él plantea que frente al deseo de venganza podemos tener tres modos de obrar en nuestras vidas:

Expresarlo haciendo justicia por mano propia, lo cual no es digno de un cristiano, Negarlo, pero tarde o temprano dice él que “tiende a salir de otra forma que tú no planeaste, en tu familia o en otro lugar” (Brueggemann, 2012) Podemos “contárselo al terapeuta o entregárselo a Dios” (Brueggemann, 2012).

De estos tres caminos, el último es la forma de entender lo que significan estas imprecaciones a Dios.

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Ellas son la forma de llevar el dolor frente a Dios y decirle que nosotros no podemos, somos humanos, algo se quiebra dentro, se rompe nuestro equilibrio y la ira estalla, entonces la forma de trabajar con ella es expresarla, darle un lugar a través de la palabra.

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Capítulo 2 Proceso de simbolización y efecto terapéutico

En psicología hablamos de simbolización, haciendo referencia a un mecanismo de defensa por el que se usa una imagen mental o un pensamiento consciente como símbolo para disfrazar un pensamiento inconsciente que nos produce un estado de ansiedad.

Utilizamos la simbolización al poner en palabras nuestras emociones: “que se sequen, como la hierba del camino; que se deshagan, como el caracol en su baba” (Salmo 58:8)

El salmista expresa así su tristeza, su petición frente a la injusticia, lleva a Dios su angustia y la simboliza en metáforas.

Según Susana García (García, 2007) psicoanalista uruguaya: “la posibilidad de simbolizar, tomada en el sentido de configuración de la ausencia, implica un entramado psíquico, la existencia de un espacio, de un escenario en donde puedan circular los conflictos, lo prohibido, el amor, el odio, con todo el sufrimiento que conlleva, pero también con la posibilidad de armado de nuevas cadenas significantes, que permiten resignificaciones que generan cambios en la novela sintomal. Pero cuando no se arma este escenario y cuando la pérdida no se puede tolerar, trabajaremos fundamentalmente con las desmentidas, con lo escindido, buscando que se produzca la separación con el otro, de quien están colgados sin poder discriminar entre la necesidad y el odio. Para tolerar el límite, para figurar la pérdida, se requiere de la presencia y el sostén del otro”

Como bien dice García cuando no podemos más con los conflictos, cuando se hace presente en el plano consciente lo prohibido (en este caso desear venganza, sentir ira, odio), el sufrimiento se hace presente y es necesario simbolizar a través de una cadena

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de significantes (las palabras y sus sentidos), y rearmar, resignificar lo traumático, lo perdido, antes que se despliegue la cadena de los síntomas.

El Dr. Walter Brueggemann plantea como segunda opción la negación del deseo de venganza, pero él sabiamente plantea que va a expresarse posteriormente de un modo que no previmos, ni deseamos. Esto es lo que en psicología llamamos “expresar el síntoma”, lo que García, líneas arriba trae como la “novela sintomal”.

Lo he visto en el campo de la clínica, las personas suelen expresar lo negado en forma de síntomas emocionales o físicos, las afecciones alérgicas, la soriasis, el asma, algunos tipos de cáncer de piel, los ataques de pánico, y tantos otros problemas emocionales si no se elaboran salen a la luz, en forma de dolencias. No significa que todas las afecciones sean acumulaciones de ira dentro del alma humana pero sí muchas de ellas, algunas veces son estados emocionales que no se han resuelto a través de la simbolización.

Si bien Freud, con maestría introdujo estos conceptos, mucho antes Dios nos trajo el Bálsamo de Galaad, a través de estos salmos imprecatorios, dado que son así un modo de simbolizar la ira reprimida y de procesar el deseo de aniquilar a quien nos ha dañado o hecho algo injustamente.

De este modo como psicóloga podría decir que los salmos imprecatorios poseen un gran efecto terapéutico, que permiten hacer el proceso de duelo frente a lo perdido, ya sea la vida, la dignidad, la libertad, o todo aquello que afecte el psiquismo y nos lleve a un estado de indefensión donde pedimos a nuestro Padre que obre a fin de sanarnos.

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No significa que deseemos que “el enemigo” sufra, sino que es un pedido legítimo donde nos desnudamos frente a Dios y le confesamos “no puedo más, saca esta rabia de mi alma, no dejes que me contamine y me aleje de ti”.

García trae algo muy importante,

ella dice que necesitamos de una

tercerización, es decir de la presencia de otro que nos ayude a resolver este dolor.

Lo mismo trae el Dr. Brueggemann, al decir que el tercer camino consiste en poder decírselo al terapeuta o entregárselo a Dios.

Así el salmista entrega a Dios ese conflicto dentro de sí, lo deja a los pies de la Cruz y permite que su amor sanador haga efecto. Cuando oramos con los salmos imprecatorios, existe un poder sanador vigente en nuestros días, ya que la ira, el deseo de venganza siguen siendo sentimientos que anidan en nuestro estado caído y es necesario resolver de un modo legítimo a los ojos del Dios del amor.

Antes de dejar que la rabia se apodere de nuestras vidas y nos domine, dejar que sea Dios quien decida qué camino tomar es mostrar que estamos siendo humildes y sobre todo que reconocemos su sabiduría para resolver por nosotros ese proceso de dolor y miseria que nos atraviesa.

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Conclusión Las oraciones imprecatorias en los salmos son, una expresión del deseo de que Dios sane nuestras almas abatidas y nos ayude a resolver los sentimientos de ira y dolor que reclaman justicia. Ellos representan el modo terapéutico y cristiano de proceder, depositando en sus manos nuestras emociones y dejar que Él como un Buen Padre obre según su Santa Justicia.

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Bibliografía Brueggemann, D. W. (26 de Marzo de 2012). Salmos imprecatorios. Recuperado el 26 de Mayo de 2014, de Vimeo: http://vimeo.com/39245081 García, S. (2007). Simbolización y experiencia analítica. Revista Uruguaya de Psicoanálisis , 7-22.

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