Sahagún y el lugar de los muertos: imágenes del Mictlan

June 6, 2017 | Autor: Ignacio de la Garza | Categoría: Historia, Mitologia, Mesoamerican Studies, Culturas Populares
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Descripción

Sahagún y el lugar de los muertos: imágenes del Mictlan Ignacio de la Garza Gálvez

El franciscano fray Bernardino de Sahagún fue quien mejor sistematizó los conocimientos sobre las creencias en el Más Allá de los nahuas. Por medio de sus informantes, el fraile supo y consignó en el apéndice a su libro tercero “que las ánimas de los difuntos iban a una de tres partes” 1: Mictlan, “el lugar de los muertos”, Tlalocan, “el lugar de Tlaloc” y Tonatiuh ichan, “la casa del Sol”. A través de su obra, nos da a entender que los individuos irían a alguno de dichos lugares dependiendo la manera en la que murieran. Así, si se moría en la guerra o por sacrificio o siendo mujer, en el primer parto, se iría a morar en la casa del Sol; si el deceso estaba relacionado con alguna enfermedad “acuática”, es decir, provocada por los dioses de la lluvia, o se moría fulminado por un rayo, o ahogado, la persona era elegida por el dios Tlaloc para ir a morar a su lado; finalmente, todos aquellos que no eran llamados por Tlaloc o por el Sol, irían al Mictlan2. A primera vista no parece haber ningún problema con la información brindada por el fraile. Sin embargo, al revisar su obra, nos vamos encontrando con ciertas elementos que nos llevan a dudar de su manera de organizar a los Más Allá. Primero, encontramos un sitio el cuál no es mencionado en el apéndice del libro III, en el cual habla de los lugares al que van los difuntos. Este sitio es el tonacaquauhtitlan, “árbol de nuestro sustento”, al que van los niños pequeños que mueren antes del destete. Ahí, los pequeños son alimentados por los frutos de un árbol esperando una nueva oportunidad de nacer3. Por otro lado, podemos apreciar que la casa del Sol se encuentra dividida en una parte oriental, en la cual habitan los hombres, y otra parte occidental, en la que habitan las mujeres. Asimismo, los difuntos parecen estar en comunicación: las mujeres escoltan al Sol hasta el ocaso, donde lo entregan a

1 Fray Bernardino de Sahagún. Historia general de las Cosas de la Nueva España. México: Porrúa, 1999. Apéndice de LIB III, p. 205 2 Fray Bernardino de Sahagún. Historia general de las Cosas de la Nueva España. México: Porrúa, 1999. Apéndice de LIB III, pp. 205- 209 3 Fray Bernardino de Sahagún. Historia general de las Cosas de la Nueva España. México: Porrúa, 1999. LIB VI, Cap. XXI, p. 357

los mictecah, “la gente del lugar de los muertos”, quienes lo escoltan a través del inframundo4. También, encontramos un problema con la palabra “ánima” que utiliza para designar a aquello que va a otro plano de existencia después del deceso. La concepción indígena sobre entidades anímicas no se corresponde con la concepción occidental de “ánima” o “alma”, lo cual nos lleva a plantearnos la pregunta sobre ¿qué es lo que viaja al Más Allá?. En la concepción nahua ¿había una o varias entidades anímicas? y, tras revisar los rituales funerarios descritos tanto por Sahagún como por autores como el dominico Diego Durán, en los cuales el cuerpo del difunto juega un papel central, ¿cuál era la importancia del cuerpo? Cotejando la información de Sahagún con otras fuentes, como códices, cantares, relatos como la Historia de los mexicanos por sus pinturas, obras de otros cronistas como Durán, vamos percibiendo como la imagen que nos “dibujó” Sahagún sobre el Más Allá va perdiendo su forma. Los sitios parecen mezclarse, confundirse y mantener una comunicación entre ellos y con el mundo de los vivos. Así, vemos como el Tlalocan descrito en la Historia de los mexicanos por sus pinturas se ve replicado en la Tollan gobernada por Quetzalcoatl en la obra de Sahagún. Encontramos en cantares como la guerra puede ser el Mictlan5, así como el territorio enemigo6. Este trabajo estará enfocado particularmente al Mictlan, “el lugar de los muertos”. Procederé revisando lo que Sahagún menciona sobre este sitio. La “imagen” que proporciona Sahagún servirá como base para revisar imágenes de códices y cantares. En algunas partes, será necesario recurrir a otras fuentes para completar dicha imagen. el objetivo será revisar la correspondencia que existe entre el trabajo escrito de Sahagún y las imágenes plasmadas por la tradición indígena, incluidas aquellas a 4 Fray Bernardino de Sahagún. Historia general de las Cosas de la Nueva España. México: Porrúa, 1999. LIB VI, Cap. XIX, p. 381 5 Por ejemplo, véase “XV Teçoçomoctli ic motecpac (Así se entronizó Tezozomoctli)” en Miguel León Portilla, (ed.). Cantares Mexicanos México. UNAM, 2011, V. II, TI, p. 106-107 6 Hernando de Alvarado Tezozomoc. Crónica mexicana. Edición de Gonzálo Díaz Migoyo y Germán Vázquez Chamorro. Madrid, Historia 16, 1997, p. 491, en http://books.northwestern.edu/viewer.html?id=inu:inu-mntb-0006271807-bk

las que nos remiten algunos cantares.

Mictlan, lugar de oscuridad al que todos iremos

Sahagún comienza su descripción sobre el Mictlan mencionando quiénes eran los que tenían este sitio como destino después de la muerte, los dioses que lo presidían y resaltando que era un lugar oscuro del cual no se volvería a salir:

Lo que dijeron y supieron los naturales antiguos y señores de esta tierra, de los difuntos que se morían, es: que las ánimas de los difuntos iban a una de tres partes: la una es el infierno, donde estaba y vivía un diablo que se decía Mictlantecutli, y por otro nombre Tzontémoc, y una diosa que se decía Mictecacíhuatl que era mujer de Mictlantecutli; y las ánimas de los difuntos que iban al infierno, son los que morían de enfermedad, ahora fuesen señores o principales, o gente baja, y el día que alguno se moría, varón o mujer o muchacho, decían al difunto echado en la cama, antes que lo enterrase: [...]. al presente ya os llevó el dios que se llama Mictlantecutli, y por otro nombre Aculnahuácatl o Tzontémoc, y la diosa que se dice Mictecacíhuatl, ya os puso por su asiento, porque todos nosotros iremos allá, y aquel lugar es para todos y es muy ancho, y no habrá más memoria de vos; y ya os fuisteis al lugar obscurísimo que no tiene luz, ni ventanas, ni habéis más de volver ni salir de allí, ni tampoco más habéis de tener cuidado y solicitud de vuestra vuelta. 7

Las representaciones de Mictlantecuhtli son numerosas. Podemos verlo junto a Quetzalcoatl, remitiéndonos al mito de la creación de la humanidad por medio de los huesos que estaban en el Mictlan. Vemos en otras imágenes a las deidades de la muerte devorando a los hombres o a individuos siendo devorados por la tierra mientras que caen de cabeza, aludiendo a uno de los nombres del señor 7 Fray Bernardino de Sahagún. Historia general de las Cosas de la Nueva España. México: Porrúa, 1999. Apéndice de LIB III, Cap. I, p. 205

del lugar de los muertos: Tzontemoc, “el que desciende de cabeza”:8

En los cantares, podemos notar una inquietud sobre el Mictlan, en el cual los individuos irán a destruirse. Así como lo menciona Sahagún, aparece la idea sobre un destino común a todos, un lugar al que “iremos a perdernos los hombres”: Yn can no iuqui quetzaliztli ticxamania

Así como haces pedazos a las obsidianas preciosas,

can no iuhquin tlacuilolli ticpopoloa

así como borras las pinturas,

ixquich ompa yahui

así todos marchan allá,

çan no ye Mictlan can tocepanpoliuhyan

al Mictlan,

8 Fray Bernardino de Sahagún. Historia general de las Cosas de la Nueva España. México: Porrúa, 1999. Apéndice de LIB III, Cap. I, p. 205

a nuestro lugar común de perdernos.

tle ypan titechmati Ycelteotl

¿En qué nos tienes, Dios único?

yhhuin tiyolli

¿Así vivimos?

yhuin ye topolihuian

¿Así ya en el lugar de nuestra perdición,

can tonpopolihuitihui timacehualti

allá iremos a perdernos los hombres?

cannelpa tonyazque9

¿A dónde habremos de ir?

También, existe la alusión a que ahí tiene su morada Dios: Oc xoconyocoyacan xiquilnamiquican in

Pensadlo, acordaos de Quenonamican,

Quenonamican

allá es su casa, a donde en verdad ya nos vamos,

ompa ye ichan aya nelli ye tonayahui

allá donde se es descarnado.

yn ompa Ximoa

Sólo somos gente del pueblo,

çan timacehualti

así lo que nos hace vivir irá ante Él,

anca toyolia ixpan ye onyaz

ha de conocer sólo a Dios.

quiximatiz çan yehuan Dios.10

Si bien en este último canto es evidente la influencia cristiana, podemos suponer que, en la mentalidad indígena, lo importante era la presencia de un dios. Si consideramos que el Mictlan fue identificado por algunos religiosos con el infierno cristiano, el afirmar que en dicho sitio se encontraba Dios hubiera resultado cuando menos escandaloso para ser una composición de algún ferviente católico. En una oración dedicada a Tezcatlipoca registrada por Sahagún en su libro VI de su Historia general de las cosas de la Nueva España, se enfatiza la idea del Mictlan como lugar oscuro al que

9 Miguel León Portilla (ed.). Cantares Mexicanos México. UNAM, 2011, V. II, TI, p. 146-149 10 Miguel León Portilla (ed.). Cantares Mexicanos México. UNAM, 2011, V. II, TI, p. 164-165

todos irían: Señor nuestro: ya V.M. Sabe como es muerto N., ya lo habéis puesto debajo de vuestros pies, ya está en su recogimiento, ya es ido por el camino que todos hemos de ir y a la casa donde hemos de morar, casa de perpetuas tinieblas, donde ni hay ventana ni luz alguna; ya está en el reposo donde nadie le desasosegará. 11

También aparece en un discurso dirigido a la mujer embarazada: “[...].Por ventura merecemos, o merecerían nuestros padres que ya son pasados de este mundo, y nuestro señor los ha quitado de sobre la tierra y les ha puesto en el lugar de la obscuridad, que no tiene ventana ni por donde le entre luz; [...]”12. La oscuridad es un elemento básico del Mictlan. Se ve reflejado no sólo en la ausencia de luz, pero también en la falta de certeza que se tiene sobre el destino después de la muerte, sobre la existencia póstuma y si acaso podrá haber un reencuentro con los ancestros ya difuntos. La reacción ante tales dudas genera tristeza: yca nichoca

Por esto lloro,

ayac onteca

nadie se ocupa de los demás,

techicnocauhque, tlalticpac

nos dejaron huérfanos en la tierra.

can yhcac yn ohtli Mictlan

Sólo se yergue el camino de la Región de la muerte,

yn Temoayan ca Ximohuayan,

el camino al Mictlan,

cuix oc nelli nemohua Quenonamican

al Temoayan, al Ximoayan.

cuix ontlaneltoca toyollo

¿Acaso en verdad aún se vive en Quenonamican?

çan topco petlaacalco ontetlatia

¿Acaso lo cree nuestro corazón?

onquequimiloa Ypalnemohuani

Sólo en arca, en cofre esconde a la gente,

cuix oncan niquimitaz

la envuelve, el Dador de la vida.

11 Fray Bernardino de Sahagún. Historia general de las Cosas de la Nueva España. México: Porrúa, 1999. LIB VI, Cap. V, p. 308 12 Fray Bernardino de Sahagún. Historia general de las Cosas de la Nueva España. México: Porrúa, 1999. LIB VI, Cap. XXIV, p. 368

ymixco nontlachiaz nonan nota

¿Acaso allá los veré,

in cuix nechalmacazque incuic

su rostro contemplaré, de mi madre, de mi padre?

intlatol nocontemohua

¿Acaso vendrán a darme su canto, su palabra, que yo echo

ayacon teca

de menos?

techicnocauhque.13

Nadie se ocupa de los demás, nos dejaron huérfanos

Tanto las representaciones de un lugar oscuro como de deidades relacionadas con la muerte aparecen también en las imagenes, en las cuales podemos ver cuartos oscuros al interior de la tierra, representada como un reptil que devora, o a Mictlantecuhtli sentado, a veces a espalda con otro personaje, pero rodeado de huesos y oscuridad, e incluso llegamos a encontrar parejas que recuerdan al señor y la señora del lugar de los muertos, en un ambiente oscuro.

13 Miguel León Portilla (ed.). Cantares Mexicanos México. UNAM, 2011, V. II, TI, p. 144-147

Los pasos del Mictlan

A partir de la descripción de Sahagún, nos enteramos que existen una serie de pruebas o pasos en el recorrido a través del Mictlan:

[luego de amortajar al difunto, le colocaban mantas, papeles y le daban agua y luego le decían]: Veis aquí con que habéis de pasar en medio de dos sierras que están encontrándose una con otra; y más le daban al difunto otros papeles, diciéndole: Veis aquí con que habéis de pasar el camino donde está una culebra guardando el camino. Y más daban otros papeles diciendo: Veis aquí con que habéis de pasar a donde está la lagartija verde, que se dice xochitonal; y más decían al difunto: Veis aquí con que habéis de pasar ocho páramos; y más daban otros papeles diciendo: Veis aquí con que habéis de pasar ocho collados; y más decían al difunto: Veis aquí con que habéis de pasar el viento de navajas, que se llama itzehecayan, porque el viento era tan recio que llevaba las piedras y pedazos de navajas. [...]14

14 Fray Bernardino de Sahagún. Historia general de las Cosas de la Nueva España. México: Porrúa, 1999. Apéndice de LIB III, Cap. I, p. 206

Estos pasos pueden ser comparados con aquellos que menciona el Códice Vaticano A 3738: Tlalticpac, “sobre la tierra” Apano huaya [Apanohuayan], “donde se cruza el agua” Tepetl monamicyan [Tepetl monamiquian], “donde la montaña se encuentra” Yztepetl [Iztepetl], “Cerro de obsidiana” Yee hecaya [Itzehecayan] “lugar del viento de obsidiana” Pacuecue Tlacayá [Pancuecue tlacayan], “donde los hombres revolotean como banderas” Temimina loya [Temiminaloyan], “donde se le echan flechas a la gente” Teocoylqualoya [Teyolocualoyan], “Donde son comidos los corazones” yzmictlan Apochcaloca [Itzmictlan apochcalocan], “lugar de los muertos por obsidiana donde esta la casa que humea agua”15

Los sitios no coinciden, pero encontramos elementos en ocasiones equivalentes, en otras diferentes y en otros distintos. Vemos que la información del Códice Vaticano A se encuentra, en este caso, más ordenada, en tanto que Sahagún menciona un recorrido más que los lugares en sí. Bien podría ser que los informantes del franciscano describían la travesía más que el lugar. Serían los peligros y retos en los que se centraría la descripción, más que el nombre o el lugar en sí mismo. Por otra parte, sin afirmar que los sitios mencionados por Sahagún aparecen en el códice Borgia, si podemos notar ciertos elementos por él mencionados, por ejemplo, la oscuridad imperante, 15 Códice Vaticano A 3738, fol. 2r en http://www.famsi.org/research/graz/vaticanus3773/index.html consultado en noviembre 23, 2015

figuras con la máscara del dios del viento moviéndose en distintas direcciones, alrededor de una vasija antropomorfizada, sobre la cual hay un individuo esquelético, alrededor de los cuales hay algunas banderas. Insisto, sin afirmar que esta imagen representa algún lugar en especial, si podemos encontrar estos elementos relacionados con el viento, que bien podrían referir al itzehecayan, “lugar de viento de obsidiana” o, más cercanos aún, a “el lugar donde los hombres revolotean como banderas”.

Cuartos oscuros en medio de pedernales enmarcando a Oscuridad, “vientos” y banderas

un personaje con cabezas de obsidiana

Otra lámina del Códice Borgia nos muestra un cuadro dividido en nueve partes por lo que parecen ser navajas de pedernal, en cuyo centro se encuentra un ser con garras, pintado de blanco con rayas rojas y, por cabeza, dos navajas de pedernal. A su alrededor vemos seres que salen de las bocas de navajones que tiene en sus coyunturas y otros personajes que han sido decapitados. Los “cuartos” que rodean el centro se encuentran en oscuridad, con curiosos personajes en su interior. La imagen contiene muchos de los elementos mencionados por Sahagún, nuevamente sin poder afirmarse que corresponde específicamente a alguno de los sitios dichos. Por un lado, así como el

franciscano menciona 8 páramos y ocho collados, encontramos que es el número de cuartos que rodean al centro. Las cabezas de navaja del personaje del centro, que parecen haber destrozado a alguno que otro personaje, podrían corresponder al lugar en el que dos montañas se entrechocan. Por último, las navajas que rodean la escena, sin corresponder al viento de obsidiana, si corresponden a su sentido cortante, de ir destrozando a quien por ahí pasara. Por si fuera poco, el personaje del centro recuerda a algunas imágenes de Tlaltecuhtli, la diosa de la tierra, “la cual estaba llena por todas las coyunturas de ojos y bocas, con las que mordía, como bestia salvaje”16.

Tlaltecuhtli

Tal vez, la parte del recorrido al Mictlan mejor representada en códices es el final:

Y más, hacían al difunto llevar consigo un perrito de pelo bermejo, y al pescuezo le ponían hilo flojo de algodón; decían que los difuntos nadaban encima del perrillo cuando pasaban un río que se nombra Chiconauhuapan; y en llegando los difuntos ante el diablo que se dice Mictlantecutli ofrecíanle y presentábanle los papeles que llevaban, y manojos de teas y cañas de perfumes, e hilo flojo de algodón y otro hilo colorado, y una manta y un

16 Historia de los mexicanos, en Angel Ma. Garibay K. Teogonía e historia de los mexicanos. Tres opúsculo del Siglo XVI. México; Porrúa (Sepan cuantos...), 2005, pp. 91-116, p. 108

maxtli y las naguas y camisas y todo hato de mujer difunto que dejaban en el mundo todo lo tenían envuelto desde que se moría. [...] y así en este lugar del infierno que se llama Chiconaumictlan, se acababan y fenecían los difuntos.17

El difunto y el perro en el Mictlan

Las imágenes son bastante claras al respecto. Los elementos mencionados por Sahagún se encuentran presentes. El perro y el difunto se encuentran donde Mictlantecuhtli tiene su trono o su templo e, incluso, el can parece estar entregando una ofrenda al dios del lugar de los muertos. Para terminar esta parte, hay que mencionar que bien podría ser que, en el caso de los informantes de Sahagún, nos encontramos con elementos que podrían encontrarse presentes a lo largo del Mictlan o del recorrido a este sitio y no ser precisamente un paso o una prueba solamente. Serían más bien, una parte del paisaje, por decirlo de alguna manera.

17 Fray Bernardino de Sahagún. Historia general de las Cosas de la Nueva España. México: Porrúa, 1999. Apéndice de LIB III, Cap. I, p. 206-207

En el Mictlan

En una de las imágenes anteriores vemos que un flujo de excremento va hacia Mictlantecuhtli. Este es otro elemento también mencionado por Sahagún:

Todo lo que no es comido en la tierra es comido allá en el Mictlan, y se decía que no se comía nada más, y había gran carencia en el Mictlan”. Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl comían pies, manos y un fétido estofado de escarabajo; beben pus usando cráneos como vasos. Los tamales apestan a escarabajos malolientes; se comen corazones y hierbas espinosas.18

El Mictlan es un lugar de inversión donde la podredumbre es devorada. Una posible razón para esto podría quedar explicado por un pasaje contenido en el Codice Magliabechiano: Este demonio [Quetzalcóatl] […] dizen q(ue) hizo vna gran fealdad nefanda q(ue) […] estando lavandose tocando con sus manos el mienbro viril. hecho de si la simiente. y la arronjo ençima de vna piedra. y alli naçio el morçielago al qual enbiaron los dioses q(ue) mordiese a vna diosa q(ue) ellos llamauan Suchiq(ue)çal q(ue) quiere dezir Rosa. q(ue) le cortase de vn bocado lo que tiene dentro del mienbro femineo y eestando [sic: estando] ella durmiendo lo corto y lo traxo delante de los dioses y lo lauaron y del agua q(ue) dello deRamaron salieron Rosas q(ue) no huelen bien. y despues el mismo morçielago llevo aq(ue)lla Rosa al mictlan tecutli y alla lo lauo otra vez. y del agua q(ue) dello salio salieron Rosas olorosas […]. y ansi tienen que las Rosas olorosas vinieron del otro mundo. de casa de este ydolo que ellos llaman mictlan tecutl19

18 Bernardino de Sahagún. Primeros Memoriales. Paleografía y traducción de Thelma D. Sullivan. University of Oklahoma Press, 1997, p. 177

Mictlan resulta un lugar donde lo podrido resulta purificado, limpiado 20. El entorno mismo pareciera estar hecho para destruir a quien pasa por ahí, para ir desgarrando, cortando y despedazando a los difuntos que por ahí pasan. Baste recordar los lugares o pasos que menciona Sahagún, cuya imagen puede quedar complementada con las menciones que hace en sus Primeros memoriales. En estos, nos dice que que “los cuchillos de obsidiana son llevados por el viento”, así como la arena, los árboles y los pedernales. Existen plantas, pero estas son espinosas, cactus, agaves y arbustos espinosos. Nuevamente, algunos elementos se corresponden con algunas imágenes en los códices, en las que podemos ver este paisaje hostil.

En Mictlan encontramos vegetación espinosa.

Como podemos ver en la imágen, en un templo formado por huesos, nos encontramos con lo que podría ser un búho. Esto tendría sentido, ya que el Oactli era emisario de Mictlantecuhtli, “y que se llamaba Yaotequihua, ' que quiere decir mensajero del dios del infierno que andaba a llamar a los que le

19 Codex Magliabechiano fol. 61 v en http://www.famsi.org/research/graz/magliabechiano/img_page124.html 20 Johansson K., Patrick, “Escatología y muerte en el mundo náhuatl precolombino”, en Estudios de Cultura Náhuatl, México; UNAM: Instituto de Investigaciones Históricas; núm. 31, 2000, p. 166-196

mandaban'”21. Se decía que su canto anunciaba la muerte22. Volviendo a la idea de la destrucción de los individuos en el Mictlan, nos encontramos con el término Ximoayan, “donde se hace u ocurre el descarnamiento”23. Dicho sitio, es mencionado frecuentemente en los cantares: Tlaocolxochiyxayoticaya

Con lágrimas de tristes flores,

ic nichuipana in nocuic nicuicani

así dispongo mis cantos, yo cantor.

niquimilnamiqui in tepilhuan,

Recuerdo a los príncipes,

in teintoque,

a los que están hechos pedazos,

in tlaco'titoque

los que con trabajos se esfuerzan

in campa in Ximohuaya

allá en Ximoayan,

in otecuctico

los que vinieron a hacerse señores,

yn otlatocatico in tlallia icpac

los que vinieron a ejercer el mando en la tierra,

in quetzalhuahuac iuhtoque

los que como plumas de quetzal se ajan,

in chalchuiuhteintoque in tepilhuan

los que como jades se quiebran, los príncipes.

in ma oc ymixpan

Ojalá que ante ellos,

in ma oc oquittani;

ojalá que pudieran haber visto

yn ye itto in tlalticpac

cómo se percibe en la tierra

iximachoca in Tloque in Nahuaque.24

el conocimiento del Dueño del cerca y del junto.

Es debido a este término que encontramos constantemente en las imágenes elementos óseos o seres que parecen estar siendo descarnados. Sin embargo, es un término en el que Sahagún no parece prestar demasiada atención, aún cuando menciona que las ofrendas colocadas a los difuntos era para 21 Fray Bernardino de Sahagún. Historia general de las Cosas de la Nueva España. México: Porrúa, 1999. LIB V, Cap. V, p. 273 22 Diego Durán. Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme. México, CONACULTA, 2002. 2T, TI, p 198-199; Sahagún.Historia general de las Cosas de la Nueva España. México: Porrúa, 1999., LIB. V, Capítulo II 23 Miguel León Portilla (ed.). Cantares Mexicanos México, UNAM, 2011, V. II, TI 24 Miguel León Portilla (ed.). Cantares Mexicanos México, UNAM, 2011, V. II, TI, p. 54-55

protegerlos. Después de todo ¿por qué necesitaría protección un difunto?25 Por otra parte, podemos suponer que los huesos se conservarían a pesar de esta destrucción a la que el cuerpo del difunto era sometida: fue en el Mictlan donde Quetzalcoatl obtendría los huesos de las humanidades anteriores para poder crear a una nueva humanidad. 26

Quetzalcoatl y Mictlantecuhtli

25 Sobre el descarnamiento, Ximoayan, y lo que depararía el Mictlan al difunto hay numerosas obras a las que me remito, por no ser este el espacio para profundizar en el tema: Michel Graulich, “L'au-dela cyclique des anciens mexicains”, en La antropología americanistas en la actualidad. Homenaje a Raphael Girard. México, Editores Mexicanos, 1980, T.I, p. 253270; Mitos y rituales del México Antiguo. Madrid, Ediciones Istmo, 1990. Patrick Johansson, “Escatología y muerte en el mundo náhuatl precolombino”, en Estudios de Cultura Náhuatl, México; UNAM: Instituto de Investigaciones Históricas; núm. 31, 2000, p. 166-1961; “La muerte en la cosmovisión náhuatl prehispánica. Consideraciones heurísticas y epistemológicas ”, en Estudios de cultura náhuatl. México: UNAM-IIH, no. 43, enero-junio de 2012, p. 47-93; “Tiempo y muerte en el mundo prehispánico”, en Guedea, Virginia (Coord.). El historiador frente a la historia. El tiempo en Mesoamérica. México: UNAM, 2004, p. 109-148.Alfredo López Austin. Cuerpo humano e ideología. Las concepciones de los antiguos nahuas. México: Universidad Nacional Autónoma de México – Instituto de Investigaciones Antropológicas; 2008; Tamoanchan y Tlalocan. México, FCE, 1994, 261 p., il. Nathalie Ragot. Les au-delàs aztèques. Paris Monographs in American Arqueology 7, 2000. 26 Miguel León-Portilla. La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes. México: Universidad Nacional Autónoma de México: Instituto de Investigaciones Históricas, 1974, 411 p., p. 183-184

Conclusiones

Al revisar lo que nos menciona Sahagún sobre el Mictlan, encontramos que, si bien no logra reconstruir en su totalidad la concepción que se tenía sobre el lugar de los muertos, si nos permite acercarnos a diversos elementos de dicho sitio, los cuales encontraremos presentes en la iconografía y en los cantares. Gracias a las aportaciones del franciscano podemos acercarnos más a lo que podría haber significado para los grupos nahuas prehispánicos dichas representaciones. Al comparar con otras fuentes, como el Códice Vaticano A 3738 podemos notar que existen algunas diferencias en lo que reporta el documento y lo que menciona Sahagún. Podemos considerar varias posibilidades: que uno u otro están equivocados, que ambos están equivocados o que pueden complementarse. A mi parecer, lo consignado por Sahagún no es una geografía del Mictlan sino aquellos elementos que se encontraría el difunto, sin especificar una ubicación precisa para cada uno ni un nombre. Sahagún y sus informantes describen, no nombran. Es más, en la obra del franciscano podemos notar la incertidumbre que rodea al lugar, lo oscuro que resulta para los vivos. Esta idea se ve reforzada en los cantares, generando tristeza entre los vivos. Por otra parte, también podemos notar que existen elementos que no se corresponden con otras fuentes. Nada nos menciona Sahagún acerca de la presencia de huesos en el Mictlan, aún cuando es un elemento muy presente en la iconografía. Si bien la obra de Sahagún nos brinda nuestra fuente más extensa sobre el lugar de los muertos, hay que tomarla con precaución. Por un lado, notamos que contiene elementos presentes en otras fuentes, tanto coloniales como aquellas que podríamos considerar con una tradición más cercana a la tradición indígena, como son los códices y cantares. La concepción de los nahuas sobre el Más Allá es bastante compleja y, muchas veces, el seguir a alguno autor al pie de la letra en lo que a estas nociones toca puede distorsionar (aún más) nuestro conocimiento sobre el pensamiento entre los indígenas al

momento de la invasión europea.

Obras consultadas

Códice Borgia en http://www.famsi.org/research/graz/borgia/index.html Códice Laud en http://www.famsi.org/research/graz/laud/index.html Codex Magliabechiano en http://www.famsi.org/research/graz/magliabechiano/index.html Códice Vaticano A 3738, fol. 2r en http://www.famsi.org/research/graz/vaticanus3773/index.html consultado en noviembre 23, 2015 Durán, Diego. Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme. México, CONACULTA, 2002. 2T Graulich, Michel, “L'au-dela cyclique des anciens mexicains”, en La antropología americanistas en la actualidad. Homenaje a Raphael Girard. México, Editores Mexicanos, 1980, T.I, p. 253-270 - Mitos y rituales del México Antiguo. Madrid, Ediciones Istmo, 1990. Historia de los mexicanos, Angel Ma. Garibay K. Teogonía e historia de los mexicanos. Tres opúsculo del Siglo XVI. México; Porrúa (Sepan cuantos...), 2005, pp. 91-116 Johansson K., Patrick, “Escatología y muerte en el mundo náhuatl precolombino”, en Estudios de Cultura Náhuatl, México; UNAM: Instituto de Investigaciones Históricas; núm. 31, 2000, p. 166-196 - “La muerte en la cosmovisión náhuatl prehispánica. Consideraciones heurísticas y epistemológicas ”, en Estudios de cultura náhuatl. México: UNAM-IIH, no. 43, enero-junio de 2012, p. 47-93 - “Tiempo y muerte en el mundo prehispánico”, en Guedea, Virginia (Coord.). El historiador frente a la historia. El tiempo en Mesoamérica. México: UNAM, 2004, p. 109-148. León Portilla, Miguel (ed.). Cantares Mexicanos México. UNAM, 2011.

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