Sado sí, sacrificio no

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Descripción

En las últimas semanas, la prohibición de utilizar burkini en las playas francesas generó revuelo en la prensa y en las redes sociales. Casi en paralelo se habían viralizado las imágenes de jugadoras de vóley playa de Egipto con su piel y cabello cubierto y a sus oponentes en bikini durante los partidos de los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro. Con más o menos matices la opinión pública optaba por apoyar todo lo que pareciera ir en defensa de estas mujeres sometidas por el patriarcado islámico. Poco después, la prensa local denunciaba el " horror " y la " pesadilla " que " padecían " monjas de clausura en la provincia argentina de Entre Ríos. Para completar la presencia mediática de las intrincadas relaciones entre religiones, género, sexualidad y política, el arzobispo católico de la Plata Héctor Aguer puso en la agenda el viejo petting y criticó la " cultura fornicaria ". Una ola de indignación se expandió en el ámbito progresista, que quiso mandarlo a la hoguera. Estos sucesos, en apariencia poco conectados, nos permiten, sin embargo, reflexionar sobre algunas ideas fuerza sostenidas por los activismos defensores de los derechos de las mujeres y los derechos sexuales y reproductivos: la que afirma que las mujeres somos dueñas de nuestros cuerpos y la que demanda por un estado laico.
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