Rusia y occidente: el conflicto en Ucrania

September 4, 2017 | Autor: Kassandra Castro | Categoría: Ucrania, RUSIA Y EL CONFLICTO EN UCRANIA
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Descripción



Rusia y occidente: el conflicto en Ucrania

Kassandra García Castro


INDICE
Introducción
1
"La Crisis de Crimea"
La entrada de Rusia al conflicto.

3
"El gas, el trigo y los mercados financieros"
Intereses económicos en Europa.
4
"De la cuestión nuclear y militar"
Armas nucleares y el peligro de un conflicto regional.
7
"Las implicaciones geopolíticas"
Contención, Distensión y el nuevo Imperio Ruso.



11
Los objetivos nacionales de Rusia y el round II.
14
Conclusión
16
Bibliografía
17



Introducción

*¿Qué tan importantes son para Rusia los intereses económicos, militares y geopolíticos en Ucrania y cuáles son sus consecuencias para Occidente?

La crisis en Ucrania representó un gran golpe a la estabilidad Occidental. De la relativa paz conseguida a través de años de guerras, nuevamente las potencias occidentales se vieron amenazadas por un conflicto de escala global ante la reacción de Rusia en las regiones del este de Ucrania, frente al desequilibrio político de la nación ucraniana. Los intereses que Rusia intenta proteger en esa zona son un tema a considerar para la construcción de acuerdos y un sistema de contrapesos para la seguridad y la paz de Europa y el mundo.

A finales de 2013, una serie de medidas políticas y económicas auspiciadas por el Presidente de Ucrania Víktor Yanukovich y que pretendían ser aprobadas por la Rada Suprema (Parlamento ucraniano) desataron una serie de inconformidades por parte de las comunidades a favor de una política para la integración con Rusia, en la parte sur y oriental de Ucrania donde la población étnicamente rusa es mayoría. De esta manera, el presidente Yanukovich se vio obligado a cancelar tales acuerdos, entre los que se hallaban un Acuerdo de Asociación y un Acuerdo de Libre Comercio con la Unión Europea, en aras de propiciar la inclusión de esta nación en tal unión aduanal. El escenario se tornó aún más complicado toda vez que esta decisión provocó la reacción de grupos nacionalistas, europeístas y conservadores de la oposición política ucrania, que en su conjunto se les conoce como Euromaidàn (literalmente, Europlaza), quienes salieron a manifestarse en contra del gobierno encabezado por el Partido de las Regiones. Esto impulsó a los nacionalistas ucranianos pro europeos a una confrontación directa con el gobierno nacional y con los nacionalistas separatistas prorrusos, en un escenario político de ingobernabilidad en el país y de radicalización de las acciones en las que hubo connatos de guerra civil por las confrontaciones armadas y muertes de manifestantes en el este de Ucrania. La entrada de Rusia a este conflicto en defensa de sus intereses puede ser fácilmente explicada por Pere Villanova, quien sobre la seguridad de los países señala: "En primer lugar, cambios en el sistema internacional han dejado en manos de los estados la responsabilidad sobre el orden regional. El regionalismo empezó a cobrar relevancia a causa de la 'regionalización' de la seguridad internacional, cuando finalizó el período de Guerra Fría, y las grandes potencias se vieron libres de la responsabilidad de desarrollar una función global y de utilizar los conflictos regionales como parte de una competición política". De esta manera, los intereses rusos en Ucrania y hacia adentro de la Unión Europea en general se enmarcan en un conjunto de valoraciones políticas, económicas y militares cuyos objetivos son el de incrementar la presencia internacional de los grandes capitales rusos y de plus valorizar la hegemonía política de Rusia en el Este de Europa y en la región Asia Pacífico, con mecanismos parecidos a los utilizados en la Guerra Fría.

La Crisis de Crimea. La entrada de Rusia al conflicto.
Al estallar la crisis del Euromaidàn a principios del 2014, Yanukovich fue incapaz de gobernar el país, pues prácticamente todo el país estaba colapsado en disturbios: la zona occidental era víctima de protestas y disturbios por los bloques de derecha proeuropeos, mientras que las zonas del oriente y sur, adjuntos al Mar Negro y a la frontera con Rusia, ya estaban en vías pugnar por una integración incluso territorial con este país. De esta manera el presidente ucraniano renuncia en febrero y se exilia en Rusia. Posterior a este momento es cuando empiezan a organizarse protestas prorrusas separatistas, quienes a través de referéndums declaran la independencia de ciertas ciudades como Sebastopol y Crimea. Esta última significó un gran problema para el gobierno federal ucraniano ya que la votación estuvo abrumadoramente a favor de la anexión a la Federación Rusa, lo cual el nuevo gobierno recientemente elegido no podía permitir. En medio de estas tensiones, empezó a crecer el número de tropas rusas en la región (aunque ya existía un número considerable dentro de ella, desde los tiempos del Imperio Ruso y hasta en la ex Unión Soviética) que estaban instaladas en el puerto de Sebastopol en el Mar Negro. Este suceso conllevó a la confrontación diplomática directa entre ambas naciones, ya que Ucrania reclamaba la presencia militar innecesaria en la zona y argumentaba que Rusia estaba provocando una tensión entre los ciudadano. Por otro lado, los rusos explicaban que la movilización de tropas era en un legítimo derecho de protección a la integridad de los ciudadanos rusos en Crimea. Para este punto, tanto Rusia como Occidente se vieron implicados en tensiones, pues Estados Unidos y la Unión Europea a través de la OTAN, la ONU y la OSCE presionaron a los rusos a abandonar todas las operaciones políticas, económicas y militares en Crimea, así como en otras regiones de Ucrania como las ciudades de Luhansk y Donetsk. A través de estos acontecimientos, muchos especialistas temían la posibilidad de que hubiera un conflicto de escala regional enfrentando a las facciones que apoyaban a Rusia y los separatistas contra el gobierno nacional ucraniano y sus aliados que veían una oportunidad para agregar a la Unión Europea los mercados ucranianos y la necesidad que los Estados Unidos en estabilizar la zona para beneficio de las actividades económicas. Sin embargo, para Boris Kagarlitsky, una intervención militar rusa lejos de solucionar el conflicto agravaría aún más la situación en el Este de Europa: "La economía rusa depende en gran medida de la tubería de gas que pasa por Ucrania. Las economías de muchos países de la Unión Europea, por no hablar de Ucrania, también dependen de este oleoducto que funciona sin interrupción. Por supuesto, "nuestros" oligarcas deben defender las inversiones realizadas en las empresas ucranianas, pero una acción militar sería exacerbaría aún más los problemas en vez de resolverlos. El cinismo y la avaricia de nuestros gobernantes de hoy en día son la mejor garantía de que no habrá una gran guerra". Para Vladimir Putin, la garantía de que no haya una guerra es la garantía de que su gobierno siga siendo apoyado por la mayoría de sus aliados internos y las potencias extranjeras, por lo que precipitar la expansión de la guerra civil en el Este no parece ser uno de sus objetivos más inmediatos, a pesar del riesgo que corre de desafiar cierta hegemonía occidental en Europa. De esta forma, la realidad rusa en Ucrania es mucho más compleja de entender que una simple amenaza de seguridad, por lo que se analizará en 3 principales vertientes.

El gas, el trigo y los mercados financieros. Intereses económicos en Europa.
Hablar de Rusia en términos europeos es hablar de uno de los mayores proveedores de gas natural y petroquímicos en la UE. La fragilidad en la que se ha mantenido la Unión en los años posteriores a la gran crisis de 2008 pone en entredicho su capacidad para superar un boicot económico y la suspensión de este servicio a la misma, aunque claro está que para los rusos es un tema también conflictivo pues sus ingresos dependen en gran medida de la venta de estos recursos a Europa. Por otro lado, Ucrania representa para el mundo uno de los mayores exportadores de trigo y maíz, commodities muy necesarios para la sana estabilidad de los mercados agrícolas europeos. Por otro lado, ni al presidente Putin, cuya moneda y el desenvolvimiento de su economía hacia impactos recesivos es un punto débil, ni a la Unión Europea en su conjunto les conviene desestabilizar de manera dramática los mercados financieros pues esto produciría una crisis del tamaño asiático de 1997 en donde el efecto dominó dejaría en muy mal estado a las de por sí ya maltrechas economías europeas. En este sentido, tal y como afirma Marcelo Justo de la BBC, Putin y su gabinete parecen estar jugando una "partida de Póquer" con la cuestión ucraniana, donde han puesto sobre la mesa sus mejores cartas en un escenario inexplicadamente explosivo en relación a poca amenaza que representaba meses atrás: "La Unión Europea está en una situación muy frágil y lo que menos necesita es que haya presiones inflacionarias asociadas a los precios de los alimentos como sucedió antes del estallido financiero de 2008. Una perturbación de los suministros de gas a Europa sería igualmente preocupante. Y ni siquiera tiene que suceder algo. Basta con que exista la amenaza. Si la crisis se profundiza el impacto sería global". El fantasma de la presencia rusa en Crimea por ejemplo ha demostrado ser un verdadero dolor de cabeza para los intereses occidentales encabezados por Estados Unidos y Alemania, el primero porque Europa representa su mercado de consumo más grande y el segundo porque es un amplio consumidor de gas ruso y el soporte industrial de muchos Estados europeos. Es impensable que ninguno de los actores quiera tener que tomar partido por una guerra focalizada en el Este, pero es obvio que se muestran reticentes a abandonar sus posturas favorables con lo que respecta al conflicto ucraniano.
En lo que respecta al interés de Rusia por mantener dentro de su magnetismo económico a Ucrania, significa una cuidadosa política de negociación de intereses de los capitales, cuyo resultado no es otro que el de la protección de las empresas rusas frente a un escenario de confrontación con occidente. La apertura y la defensa de nuevos mercados comerciales para Gazprom y Rosneft es un punto medio en la balanza de intereses que empuja a los rusos a luchar contra la hegemonía de Occidente en el sentido de que los mercados europeos son muy importantes para las haciendas de ambos bandos. La competitividad empresarial trasnacional no deja de ser el centro de atención en este conflicto. Para Rusia, Ucrania es un gran mercado estratégico por la cercanía a sus fronteras, por el hecho de que los gasoductos que van hacia Europa cruzan por este país y porque Ucrania junto con Alemania son sus consumidores principales. Por ello, que Ucrania esté buscando una alianza económica con la UE representa un duro golpe para los grandes consorcios petroquímicos rusos, entretanto The New York Times agrega: "En la última temporada de abastecimiento en 2013, Ucrania consiguió 5 mil millones de metros cúbicos de la Unión Europea y se espera llegar a 10 mil millones de metros cúbicos en esta temporada. Mientras tanto, Kiev está llevando a cabo un acuerdo con una empresa estadounidense, Excelerate Energy, lo que podría dar a Ucrania otros 5 mil millones de metros cúbicos extras. Estas nuevas fuentes de gas importado, combinados con un mayor enfoque en la eficiencia energética y el desarrollo de suministros nacionales de gas de esquisto, pondrían la cuota de mercado de Gazprom en una curva descendente acelerada" . Las opciones del Kremlin en Moscú se ven constreñidas en tanto que la Unión Europea, Ucrania y Estados Unidos afinan mecanismos para aislar al imperialismo ruso y corroboran sus alianzas para depender menos de este gigante energético. Quizás para Estados Unidos este hecho sea una maravilla al otorgarle nuevos mercados a sus enormes reservas de gas recién descubiertas, o quizás incluso sea una oportunidad para Occidente para vencer la larga tradición autoritaria oriental en aras de un mundo democrático y libre. De la ex Unión Soviética podríamos rescatar entonces aquella idea marxista de que a derechos iguales decide la fuerza. Sin embargo, hoy la balanza está totalmente desequilibrada.

De la cuestión nuclear y militar. Armas nucleares y el peligro de un conflicto regional.
Sin duda uno de los tópicos cruciales de esta nueva tensión en el Este es el tema militar. Crimea no era un bastión importante para las empresas rusas como para adentrarse en un conflicto con Occidente, pero sí lo era en materia de inteligencia militar geoestratégica. El acceso al Mar Negro para Rusia era una cuestión vital para su supervivencia como potencia militar de la región, pues le da una oportunidad para una mayor incursión en los asuntos de Europa, Medio Oriente y el Mar Mediterráneo, como ya lo está demostrando en Siria, Irak e incluso la propia Ucrania. En este país se ha implicado en un grave conflicto de dos frentes, pues se le responsabiliza de proveer recursos y logística a los separatistas prorrusos y por otro lado ser el causante de agresiones militares directas como el caso del vuelo Malasya Airlines 17 o las constantes denuncias a la violación de derechos humanos y muertes de civiles en las regiones de Donetsk, Luhansk y el Dombas en general. Aunque muchas opiniones descartan una confrontación militar al menos en el futuro más cercano, es preocupante el hecho de que los rusos preserven una política imperial en torno al Este de Europa, situación que nos remonta y nos estanca de nuevo a los escenarios de la Guerra Fría. Ucrania parece hoy retomar el papel que en su momento poseía la Alemania dividida, y las viejas instituciones internacionales como la ONU y la OTAN recobran su importancia en el plano global. La estrategia hoy en permanecer inamovible en relación con su homóloga en el pasado, es decir, se basa en el desarrollo de disuasión a través de las armas y las operaciones militares, ante el temor de una Destrucción Mutua Asegurada, obligan a las potencias a "atacarse" mediante los férreos discursos de sus dirigentes, bajo confrontaciones no directas entre los implicados y bajo la demostración de fuerza militar propagandística. Ucrania carece de un muro como el de Berlín, salvo aquel muro mental que muchos actores políticos se empeñan por levantar en torno a esta situación, pero como el Premio Nobel de la Paz y ex líder soviético Mijaíl Gorbachov afirma lo que está haciendo Occidente no es construir un muro sino cavar su propia zanja en Ucrania. En este contexto se rompen los acuerdos que se tomaron tras la caída de la Unión Soviética, en relación a la paz de Europa y al status del Este europeo: "Para entender las tensas relaciones entre Rusia y la OTAN hay que remontarse al final de la Guerra Fría. A cambio de aceptar la entrada de la Alemania reunificada en la Alianza, a Rusia se le prometió verbalmente que la OTAN no se ampliaría hacia el Este. Pero en 1999, los miembros fundadores de la Alianza del Atlántico Norte acogieron a tres antiguos miembros del Pacto de Varsovia: Polonia, República Checa y Hungría. En 2004, la OTAN llegó a la frontera rusa con la incorporación de Bulgaria, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia y los tres Estados Bálticos. En 2009, llegó el turno de Albania y Croacia. Como los ucranianos, los aliados temen que se produzcan otras anexiones de regiones rusófonas". La ampliación de uno y otro bando es el resultado de un necesario choque de fuerzas entre ambos producto de los intereses imperialistas de uno y otro, al atraer a su esfera de influencia a los países de la era post-soviética. Aunque Occidente hizo lo propio con bastante éxito en los años posteriores a la Guerra Fría, era de esperarse que la bomba de tiempo tendría que estallar en cualquier momento. Tal parece que el momento ha llegado hoy. De esta manera, la UE y la OTAN proyectan en Letonia, Lituania y Estonia como aquellos países que son intocables para la Occidente, mientras que Rusia hace en Ucrania lo propio. Mientras la escalada de violencia militar no se propague a esos países del Báltico, y mientras Ucrania no se cierna completamente dentro de una verdadera invasión militar colonial rusa, la relativa paz de Europa no será minada en términos globales.
Además, persiste el miedo que las potencias no han abandonado a las armas nucleares, lo cual se ha extrapolado de manera tajante en estos meses. Rusia es la segunda potencia nuclear del mundo, dato conveniente para las acciones que cuidadosamente deben emprender sus opositores. El aplastamiento de Ucrania podría darse en cualquier momento si así se desease, pues las fuerzas armadas de este país son minúsculas y las armas de destrucción masiva fueron entregadas a Rusia hace más de una década. Pero ello no sucederá en el entendido de que nadie quiere ir a la guerra, sino continuar la estrategia de distensión: "A la postre, Ucrania vive hoy mutilada y bajo la doble amenaza de una invasión rusa y de una contienda civil. Quizá algún estratega allí haya recordado ahora la máxima del general Pierre-Marie Gallois, padre del programa francés de desarrollo de armas disuasorias: «La guerra es abominable, por eso defiendo la proliferación nuclear»". El desarme nuclear de Ucrania le cuesta hoy el carecer de medidas de coerción más efectivas que la solicitud de ayuda a sus aliados occidentales, por lo que para Rusia le es más fácil pasar por encima de una nación nominalmente inofensiva. Si bien es cierto que Kiev es incapaz de soportar los costos económicos y políticos de poseer armamento nuclear, el no tenerlo le ha ocasionado hasta ahora la pérdida real y relativa de su zona suroriental. La presencia de armas nucleares en la zona aleja el peligro de una guerra de un tamaño mayor al de la guerra civil ucraniana, para suerte de las autoridades rusas y europeas, tal y como sucede por ejemplo en las tensiones entre India y Pakistán, las armas nucleares aparecen como un elemento disuasorio de guerras mucho más efectivos que los acuerdos económicos o los tratados de paz.
En ese sentido es donde radica uno de los mayores peligros para Occidente en este problema. Para Estados Unidos debe ser sensiblemente peligroso que nuevas naciones se sumen al ya no tan exclusivo club de potencias nucleares, o que las que ya las tienen y que ellos catalogan como enemigos aumenten de esa manera su arsenal nuclear. De esta manera, las nuevas potencias nucleares terminarán por desarmar la hegemonía global estadounidense, convirtiéndose como Rusia en actores regionales de peso que desafíen las decisiones norteamericanas y extiendan su área de influencia a países menos adelantados en este tema. Ucrania en especial podría volcar esta amenaza a todas las potencias occidentales. Aunque ya no las posee, Ucrania tiene en su haber numerosos técnicos heredados también de esa época nuclear, y aún persisten las empresas que se dedicaban a ese rubro en específico, como explica Thomas Peter: "Según ha trascendido, representantes de Yuzhnoe entablaron en Turquía "conversaciones secretas con socios potenciales" mientras que en Dniepropetrovsk avanzan negociaciones oficiales con representantes de China. Esto no debe preocupar a Rusia, pero sí a Estados Unidos. Ucrania está al borde de la bancarrota y transferirá su tecnología de misiles al que acepte pagar más. Los especialistas ucranianos, que han quedado sin trabajo, tienen todo el derecho moral de vender sus conocimientos sea a China, Irán o Corea del Norte, y no hay duda de que cobrarán buen dinero". Hoy más que nunca la integridad del sistema internacional de países puede ser socavada por la amenaza nuclear. Los contrapesos regionales pueden ser desplazados fácilmente por las potencias nucleares emergentes, incluso sin poseer la bomba atómica. El Imperio del Mal, como llaman los Estados Unidos colectivamente a sus enemigos declarados, podrían convertirse en una seria amenaza en cuestión de meses si dicha tecnología pasara a sus manos, por lo que Occidente debería tener cuidado en torno al desenlace de este suceso. Una amenaza nuclear reiterativa en nuestros días puede devolvernos a la paranoia de la Guerra Fría, tal como ya lo hacen naciones como Irán o Corea del Norte, usando sus herramientas propagandísticas y militares para minar la confianza en la dinámica democrática de la mayoría de los países de Occidente. La respuesta del mismo no debe ser sino tanto más firme como objetiva, aunque la guerra no sea una condición deseada por ningún país.

Las implicaciones geopolíticas . Contención, Distensión y el nuevo Imperio Ruso.
Aunque la Guerra Fría dejó muchos temas pendientes por resolver, en poco tiempo Rusia representó un serio problema para Europa y Estados Unidos, a pesar de que había quedado exhausta a través del siglo XX y la década de los noventas fue especialmente dura en el tema económico. La anexión de Crimea es sólo un pequeño punto clave dentro de la política expansionista que Vladimir Putin normalmente ha ido aplicando en este nuevo siglo. Quizá Chechenia, Georgia y Osetia del Sur sean los ejemplos más representativos de esta política exterior rusa bastante agresiva con respecto a su zona exterior más próxima. Aunque dicha doctrina de Putin se ha relajado un poco en su tercer mandato, las medidas militares y políticas que se han tomado a su alrededor no dejan de ser amenazantes para la seguridad y la paz de la región. El Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, explica que la pérdida de Ucrania para Rusia puede representar un desafío al mundo occidental libre y democrático, contrastado con la política imperial y autoritaria rusa: "Quienes se sienten desmoralizados con la construcción de la Unión Europea deberían ir a Ucrania; verían cómo este proyecto concita una enorme ilusión en muchos millones de ucranios que ven en la Europa unida la única garantía de supervivencia de la soberanía y la libertad que conquistaron con la gesta del Maidán contra el Gobierno corrupto de Yanukóvich y que hoy amenaza la Rusia de Putin, empeñado en la reconstitución del imperio soviético (aunque no se llame así). Verían también la serenidad estoica que muestra una sociedad invadida por una potencia extranjera, que se ha apoderado ya de la quinta parte de su territorio, y cuyas fronteras orientales, donde mueren a diario más voluntarios de los que indican las estadísticas oficiales, siguen transgrediendo centenares de blindados y millares de soldados rusos". La opción de Kiev de unirse económicamente en mayor medida con la UE, ha hecho quebrar los planes geopolíticos que Moscú en manos de Putin estaban construyendo, por lo que la intervención en el conflicto de Crimea no era más que esperarse debido a la peligrosidad de dejar el problema al aire. La expansión de la influencia rusa en el Este retoma nuevas fuerzas para recuperar los territorios que la OTAN le ha "arrebatado", situación comprensible en el entendido que la población de esta región comprende un número considerable de personas que hablan ruso, viven de acuerdo a las costumbres rusas e incluso étnicamente son rusos, panorama que se vive Crimea por ejemplo. Aunque Rusia en la era Putin se ha retraído bastante en términos democráticos, se esperaba que los Estados aleñados en donde ejerce su influencia hicieran lo propio, como sucede en Ucrania, donde la corrupción de los dirigentes políticos es similar al comportamiento de la oligarquía rusa y varios integrantes del Kremlin, y donde el capitalismo de amigos daña bastante a las instituciones democráticas. Estados Unidos pretende entonces establecer una zona de exclusión donde los rusos sean incapaces de ejercer su influencia política, tal y como sucede en los países Bálticos, donde ha afirmado su irresuelta pretensión de defender ante cualquier amenaza a sus aliados europeos. Sin embargo, una de las críticas más recurrentes a la OTAN y a los Estados Unidos es la reticencia que muestran a la hora de atender el conflicto en Ucrania, argumentando que para Estados Unidos carece de una importancia geopolítica tan exclusiva como lo sería para Alemania. Muchos temen que este escenario se parezca al sucedido inmediatamente después de la Guerra Fría en Yugoslavia, pues en sí también puede catalogarse como un conflicto étnico: "Lo que pasó en Yugoslavia fue… un monumento a la indiferencia y a la negativa de Occidente para intervenir lo suficientemente temprano o decisivamente suficiente para prevenir el exterminio étnico en una parte del mundo que no tenía-o que se había dicho que no tenía- un vital interés". Aunque USA ha tardado en imponer sanciones económicas, declaraciones de las autoridades del Kremlin-Putin incluido- parecen tomar con poca seriedad dichas medidas en las que se incluyen bloqueos, congelación de cuentas, boicots y embargos comerciales a ciudadanos rusos. Esto demuestra en parte la tibieza de muchas medidas que Estados Unidos se ha negado a ampliar debido a la naturaleza del conflicto, en un país bastante alejado de su epicentro político europeo y que no le despierta ningún interés inmediato de agregarlo a la lista de miembros de la OTAN.
Por otro lado, la incursión de Rusia en el Mar Negro es otra avanzada en el área geopolítica. Esto le da mayor plus valor a su flota emplazada en el puerto de Sebastopol, cuyo fácil acceso al Mar Mediterráneo es punto clave para las operaciones comerciales (petroleras sobre todo) que se tienen hacia Europa y Asia, y en la Europa Continental le permite desafiar los planes norteamericanos de emplazar un escudo antimisiles en esa región, punto sensible para la seguridad de Rusia. Las viejas estrategias de distensión de la Guerra Fría no parecen tener sentido en estos tiempos, pues los rivales del bloque occidental son de los más heterogéneos y poseen intereses muy diversos, que no encajan con la política de presión y disuasión norteamericana.
Por último, y con un sentido más urgente, este nuevo enfrentamiento de las dos visiones políticas más enraizadas en materia de relaciones internacionales, hacen recordar como refiere Alexander Motyl las tesis célebremente publicadas por el realista George Kennan en el Artículo X, donde expuso las limitaciones directas de la entonces Unión Soviética y que el autor considera completamente aplicables a la Rusia de nuestra época: "Y eso, por supuesto, significa contención. En términos actuales, la primera línea de contención son los Estados no rusos en el camino potencial de expansión rusa. Visto desde esta perspectiva, una Ucrania dividida ocupa el mismo papel en la estrategia de contención de hoy como una Alemania dividida hizo en la de ayer. Por lo tanto, Ucrania debe ser el destinatario de asistencia financiera, política y militar similar a la de entonces. Finlandia, Suecia, Estonia, Letonia, Lituania y Moldavia -así como, posiblemente, Bielorrusia y Kazajstán- también deben figurar como puntos donde la contrafuerza, en forma de asistencia militar mejorada, tendrá que ser aplicado. El objetivo en todos estos casos no es para hacer retroceder al poder ruso, pero es para detener su penetración en los estados post-soviéticos no rusos". La política de contención que en su momento Truman estableció para intentar detener los planes imperialistas soviéticos, bien podría convertirse en una opción para el Presidente Obama en tanto que esta aísle territorialmente hacia Oriente a Rusia, región donde ya está plenamente establecida y es su terreno natural de acción, para que las repúblicas postsoviéticas no tengan una amenaza seria a su soberanía tocándole la puerta cada vez que un nuevo país del Este se encuentre en problemas con los rusos. Quizá se podrá ver entonces en esta región una Cortina de Acero, pero esta vez, diseñada a lo Occidental.

Los objetivos nacionales de Rusia y el round II.
Regresar de la penuria económica al escenario internacional ha representado para Rusia desafiar la hegemonía de los Estados Unidos y sus instituciones legitimadoras, rompiendo las paces no acordadas desde la caída de la Unión Soviética y continuando un Fin de la Historia que nunca llegó en medio de un planeta azorado también por los problemas en Medio Oriente, las tensiones en China y el Pacífico y las ambiciones imperiales de Putin en América Latina, todo esto añadido a una economía mundial que está al borde de una recesión y una crisis que amenaza con quebrar desde los cimientos el Nuevo Orden Mundial capitalista, aunque esas no sean exactamente las pretensiones del Kremlin y la oligarquía del capital que los soporta. Una vez más, las ideas postsoviéticas acerca del Western Lifestyle se enmarcan en los objetivos nacionales de una Rusia cuyo poderío energético y militar parecen sustentar su política imperial que amenaza con apoderarse de las tres cuartas partes de la población mundial como ya lo hizo su antepasado socialista. Aunque en esta etapa de la historia internacional la confrontación con Occidente carece de fundamentos ideológicos (si es que alguna vez los hubo en el pasado), esta se asemeja aún más como una lucha encarnizada por los mercados comerciales mediante los bastiones geopolíticos que otorguen esos mercados. China y Rusia parecen hacer lo propio cuando antagonizan con medidas financieras la posibilidad de una amenaza estadounidense mediante el FMI o el Banco Mundial. Y es que Occidente y el mundo libre no pueden jactarse de una superioridad simplista de su situación frente a sus tradicionales rivales orientales, pues el escenario del nuevo milenio no da pie a tales explicaciones. La cuestión hoy es revisar qué tanto Rusia puede empujar a las naciones a un Round II de la Guerra Fría, entretanto que el peligro aumenta dado que el viejo y antiguo enemigo comunista soviético pudo llevar junto con los norteamericanos al mundo a su destrucción, mientras que los rusos heredan todo ese poderío militar nuclear y económico, y siguen manteniendo esas deficiencias políticas y autoritarias como sus vecinos chinos, pueden en tiempos actuales orillar a las naciones a nuevos actos de demostración de fuerza y poder puro que los realistas políticos afirman como naturales en el desarrollo de las relaciones internacionales. Qué tanto puede hacer Estados Unidos y sus aliados occidentales para evitar el resquebrajamiento del orden internacional creado después de la Segunda Guerra Mundial y afianzado después en vísperas del fin de la Guerra Fría, pueden ser las condicionantes en el futuro inmediato de la conducta de Rusia frente a Occidente. Mientras tanto, el mundo seguirá conmocionado al menos hasta que el balance de fuerzas internacionales regrese a su estatus anterior o hasta la ruptura de la hegemonía estadounidense, escenario cuyo desenlace probablemente nos arroje a un mundo multipolar bastante peligroso en las experiencias previas a las 2 grandes guerras mundiales, peor aún donde el Realpolitik es la corriente dominante.



Conclusiones.
La Rusia post-soviética representa hoy por hoy una seria amenaza a la hegemonía global estadounidense y al establishment occidental, en términos económicos, geopolíticos y militares. Su alianza con otros gigantes económicos como China, la interacción con nuevos territorios cuyo valor geopolítico es innegable como América Latina y el incremento en su capacidad militar actualmente en donde el gobierno de Obama pretendía alejarse de los temas bélicos se combinan en un escenario poco favorable para la seguridad de Europa y del mundo. La super-economía de guerra de los Estados Unidos está buscando nuevos escenarios para desarrollarse, mientras que el complejo militar-industrial norteamericano planea extenderse hacia los nuevos mercados liberados de la antigua URSS, entre ellos el de Ucrania. Rusia en los próximos años pretende incrementar su posición en mayor número de lugares posibles, una vez recuperado de las crisis económicas por las que ha pasado, y demuestra ser un gran desafío militar para los E.U. al incrementar su gasto en armas y ejército casi en 60% para el 2016 en contraparte a la disminución del gasto efectivo militar de Estados Unidos para el mismo periodo. Los E.U. están empujando al mundo hacia un nuevo contexto producto de las contradicciones internas del mismo sistema que ha creado, puesto que la meta final de los grandes capitales de los norteamericanos es la apropiación de todo el mundo bajo una hegemonía única, que proteja sus intereses, y que ve con rechazo el surgimiento de oposiciones hacia el libre intercambio económico y a la democracia sui generis que los Estados Unidos han intentado implantar por todo el planeta. Aunque una confrontación directa está descartada en estos momentos como en el pasado, la paranoia de una nueva Guerra Fría y los peligros que esto acarrea sigue presente en las ideas de muchos países del mundo.

Bibliografía
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