Ruiz Zapatero, G. (2017): Historias generales de la Arqueología: génesis, desarrollo y perspectivas de futuro. En 150 Años de Historia de la Arqueología: Teoría y método de una disciplina. Madrid, MAN- SEHA-MAR: 31-58.

May 20, 2017 | Autor: G. Ruiz Zapatero | Categoría: Archaeology, History of Archaeology
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Historias generales de la Arqueología I.2. HISTORIAS GENERALES

HISTORIAS GENERALES DE LA ARQUEOLOGÍA: GÉNESIS, DESARROLLO Y PERSPECTIVAS DE FUTURO Gonzalo Ruiz Zapatero1

"La falta de curiosidad o inapetencia por las culturas ajenas es, a mi entender, un índice de decadencia y pasividad, porque la cultura afectada por este síndrome se convierte en mero objeto de contemplación…" (Juan Goytisolo)

INTRODUCCIÓN. LA IMPORTANCIA DE LAS HISTORIAS GENERALES DE LA ARQUEOLOGÍA La Arqueología es hoy una disciplina académica bien desarrollada que estudia la materialidad social del pasado, con un cuerpo teórico plural, una gran variedad de métodos de investigación y una conciencia histórica de su propio desarrollo (Renfrew y Bahn 2012). Es la historia de la Arqueología la que proporciona esa mirada hacia dentro y hacia fuera de la disciplina (Moro Abadía 2012). Pero esa conciencia crítica de su desenvolvimiento histórico no es muy larga (Murray y Evans 2008). Los arqueólogos solo hemos prestado atención e interés muy tardíamente en la historia de nuestra disciplina al proceso de construcción disciplinar (Trigger 1989, Schnapp 1993). Si al menos las raíces de la Arqueología moderna tienen 150 años o algo más, la verdadera reflexión historiográfica es fruto de apenas las últimas tres décadas (Bahn 2014a, Murray 2014). La arqueología ha sido una disciplina un tanto indisciplinada, al menos en lo que se refiere a historiar su construcción, a formalizar su propia historia. Algo que, como veremos, inició muy tardíamente (Trigger 1994). Pero conocer la propia historia disciplinar permite también pensar historiográficamente, si damos por buena mi adaptación de las famosas palabras de Pierre Vilar (2004). Y es que pensar historiográficamente significa varias cosas relevantes: 1) Es considerar de forma arqueológica - como si fueran artefactos - los conocimientos producidos, 2) Es ampliar nuestra mirada para comprender mejor la arqueología y poder “mirar más lejos”, 3) Es desarrollar sensibilidad para acercarse a 1

Univ. Complutense. [email protected]

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Gonzalo Ruiz Zapatero distintas tradiciones arqueológicas en su historia y actividad actual y entender su rica diversidad, 4) Es descubrir los contextos ideológicos, sociales y políticos en los que se ha producido la arqueología para movernos dentro de una arqueología no-inocente, y por último, 5) es contemplar cualquier aspecto de la teoría, los métodos y la práctica arqueológica en su devenir histórico para comprender mejor su situación actual. Desde mediados del s. XIX los primeros ensayos generales para historiar la arqueología fueron los de Glyn Daniel, publicados entre 1950 y comienzos de los años 1980 (Daniel 1950, 1968, 1978, 1981a). En esta primera etapa la historia de la arqueología fue presentista, internalista y fuertemente eurocentrista (Moro Abadía 2007). Por tanto, una historia de la arqueología con poca empatía hacia los contextos de cada época y con casi nulo interés por todo aquello que no fuera estrictamente disciplinar (Moro Abadía 2010). A finales de los años 1980 y comienzos de la década de 1990 se produce un cambio importante que rompe el canon anterior: la publicación del libro de B. Trigger A History of archaeological thought (1989) y la fundación de la única revista especializada, Bulletin of the History of Archaeology (1991). Por un lado, Trigger abrió el camino para una historia crítica de la disciplina, más allá de las crónicas de hallazgos, arqueólogos famosos y publicaciones señeras; y por otro, la nueva revista especializada inauguró simbólicamente el nuevo estatus de la historia de la arqueología: un campo disciplinar con entidad propia. En los últimos veinte años ese estatus no ha hecho más que crecer en muchos aspectos, ligado a la irrupción de la arqueología pública, que ha permitido ampliar los horizontes de la historia de la arqueología (Murray 2012). La historia de la arqueología importa, y mucho (Murray 2002) (Fig. 1).

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Historias generales de la Arqueología

Fig. 1. La historia de la arqueología es una subdisciplina que requiere muchos materiales de construcción, una gran diversidad de fuentes, para la construcción de un edificio único bien fundamentado.

El gran valor de la historia de la arqueología es que no podemos comprender la arqueología de hoy sin un conocimiento profundo de sus inicios y las ideas que la moldearon (Fagan 2005), porque a fin de cuentas el pasado está en presente (Schlanger 2004). En definitiva, la arqueología persiguiendo a las gentes del pasado, para producir conocimiento histórico que sirva a las gentes del presente es una empresa global que necesita sus propias raíces para comprender su práctica actual y los retos y vías de futuro. La empresa más ambiciosa planteada hoy es una arqueología que integre junto a los restos materiales, las lenguas y los estudios de ADN de todas las gentes del pasado (Renfrew y Bahn 2014). La Grand Narrative, en palabras de Renfrew (2014: 240), que ha empezado a construirse y será la agenda segura para las próximas décadas. Para ello conocer el camino

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Gonzalo Ruiz Zapatero recorrido desde sus primeros balbuceos resulta imprescindible. Se trata de reconocer la historia general de la arqueología como conciencia crítica de nuestra disciplina y memoria profunda de sus fundamentos básicos. Quizás la más valiosa enseñanza de las historias de la arqueología que han surgido en los últimos 15 años sea que nunca hasta ahora habíamos podido contemplar la unidad y diversidad de la arqueología a una escala tan grande (Murray 2001). Y esa contemplación tiene mucho que crecer todavía… ¿estamos en cierto modo en una fase pionera todavía? Por otro lado, la fragmentación espacial de los estudios arqueológicos ha llevado inherente un interés limitado sobre su historia, generalmente sobre marcos nacionales y dentro de la perspectiva histórico-cultural que ha dominado tradicionalmente la Arqueología. Por eso una historiografía global y general de la Arqueología como disciplina de alcance mundial debe ser una aspiración central que proporcione base crítica para una Arqueología más inclusiva, más abierta y con conciencia de su propio proceso formativo (Murray 2002). Con todo hay que reconocer que su éxito reciente, su consolidación académica como sub-campo especializado y su contribución a las visiones generales y debates de la arqueología contemporánea ha descansado en las tradiciones nacionales de Reino Unido, Francia, Alemania y EE.UU fundamentalmente. Pero así es como se ha configurado una nueva historia de la arqueología con un programa investigador común (Moro Abadía 2012). Aunque como el sub-campo permanece pequeño y fragmentado no han surgido hasta hoy “escuelas” o tradiciones diferenciadas (Moshenska 2014: 2), en cierto modo un reflejo de su madurez muy reciente. En los últimos años, ante el impresionante y diversificado crecimiento de la historia de la arqueología, su creciente interés dentro y fuera de la disciplina y la rápida expansión del número y diversidad de sus practicantes (Moro y Huth 2013), quizás la mejor afirmación sea decir que “la historia de la arqueología no es nunca solo historia de la arqueología” (Moshenska 2013: 247). La historia de la arqueología abre un fascinante abanico de posibilidades, sugerencias y contactos fructíferos con otras disciplinas. Y la historia de la arqueología debe importar a todos los arqueólogos independientemente de su campo de especialización por dos razones fundamentales (Moshenska 2013: 248). La primera porque ayuda a comprender los contextos intelectuales, institucionales y profesionales en que trabajamos los arqueólogos y nos proporciona así confianza y criterios para la práctica y la segunda, por su interés inherente a la disciplina: si amamos la arqueología su historia nos resulta, simplemente, parte integral de su fascinante atractivo.

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Historias generales de la Arqueología Como bien ha señalado Moshenska (2013: 250) cualquier arqueología se enriquece con la apreciación amplia y crítica de su historia y para los arqueólogos su estudio pueden aumentar por igual la comprensión y la pasión por el campo en que trabajamos. La historia de la arqueología tiene que estar activamente implicada en el presente porque, en palabras de T. Murray, es un arma para luchar por una arqueología mejor y porque su ignorancia impide apreciar a los propios arqueólogos la herramienta poderosa que puede llegar a ser (Lucas 2007: 159-160). Aquí, pretendo analizar ese proceso de construcción de historias generales a lo largo de 65 años desde las obras seminales de Daniel (1950 y al último libro de P. Bahn (2014). Considerando para ello cuatro cuestiones principales: 1) la articulación temática de las obras; 2) la tradición arqueológica de los autores; 3) su especialización dentro de la arqueología; y 4) la ambición espacial de las síntesis.

EXCAVAR TEXTOS Una de la definiciones de Arqueología más sencilla, clara y comprensible es la de Clive Gamble (2001:

): “la arqueología es simplemente el estudio del pasado a través de

sus restos materiales […] la arqueología trata básicamente de tres cosas: la basura del pasado, los paisajes donde se arrojó y lo que hacemos con todo ello”. “Lo que hacemos con todo ello” es impreciso pero incluye, por supuesto, los propios textos producidos por todos los arqueólogos. Es más los textos publicados son, genuinamente, los escombros más representativos que dejamos los arqueólogos. Es cierto que dejamos también, museos, colecciones, yacimientos excavados, sitios presentados al público, monumentos restaurados, videos y documentales, páginas web, blogs y otras documentaciones que queden para el futuro de todas nuestras intervenciones en el registro arqueológico. Pero los textos ofrecen, sin duda alguna, la evidencia más profunda, completa y reveladora del pensamiento, la teoría, la metodología y la práctica de lo que a largo de la historia hemos realizado los arqueólogos. Por tanto, si los textos son los escombros más importantes que dejamos los arqueólogos resulta evidente que su estudio, análisis, contextualización e interpretación es fundamental. Y para hacerlo, de alguna forma, hay que excavar los propios textos, hay que excavar papeles (Gómez Pantoja 2004). Pero no sólo papeles de archivos y colecciones, en el caso de las historias generales de la arqueología, además, lo que se puede estudiar es como se ha fijado por escrito la memoria de la disciplina en su nivel más alto y totalizador. Una suerte de

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Gonzalo Ruiz Zapatero conciencia histórica de la arqueología. En este nivel superior la construcción de la memoria disciplinar es una historiografía en construcción. En construcción porque, entre otras cosas, como acabamos de ver la historia critica general de la arqueología lleva poco más de 25 años realizándose. Hay muchos otros niveles de estudio de la historia de la arqueología (Fig.

) que se ocupan de múltiples aspectos, cada vez más, como este

congreso ha intentado recoger. Aunque por supuesto, la historia de la arqueología no puede limitarse a la autopsia de las obras arqueológicas, sino que ha de examinar con la mayor objetividad posible el entorno social, político y cultural en que se han producido dichas obras (Maier 2007: 79). Empleando una metáfora muy arqueológica podemos excavar textos. Y con una arqueología de los textos no me refiero ni a la propuesta postprocesual bien conocida ya, “archaeology as text” (Hodder 1986, Tilley 1990), ni a la relación de la arqueología con los textos escritos (Kersel 2014, Moreland 2001), aspecto muy interesante para lo que aquí se trata y que ha llevado a la reciente aparición de una nueva revista Archaeology and Texts (https://archaeologytext.cas2.lehigh.edu) que pretende ser un foro para la integración de restos materiales y documentos escritos. Aquí me refiero a un contexto más amplio. Al igual que en los registros de la tierra, en los que los materiales arqueológicos han sufrido alteraciones y transformaciones y ciertos materiales no han dejado huella alguna, los textos de los arqueólogos contienen mucha información acerca de las ideas, actitudes, paradigmas, conocimientos, métodos, influencias recibidas por sus autores, aunque ciertamente no todo está conservado en los textos escritos. También aquí hay alteraciones el filtro subjetivo y personal de cada autor - y elementos que aún formando parte de cómo se escribieron los textos no están directamente conservados en los mismos (Fig. 2).

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Historias generales de la Arqueología

Fig. 2. Excavar textos para representar las ideas, conceptos y categorías de la historia de la arqueología. Una historia de la arqueología explorando los artefactos librescos.

La excavación de las historias generales de la arqueología puede realizar una recuperación de cómo se ha hecho, pensado y contado la percepción del pasado de la disciplina. De alguna manera es una historia de la arqueología como artefacto libresco. Así entendida la historia general de la arqueología forma parte medular de la teoría arqueológica (Murray 2013). Constituye la base imprescindible para pensar teoría arqueológica. Las propias visiones de cómo se ha narrado la historia de la arqueología ofrecen materiales para comprender la configuración de la disciplina. Y siguiendo con el símil de arqueología de campo no basta con una prospección de superficie, de la superficie de los textos, hacen falta sondeos estratigráficos que exploren los niveles profundos de la escritura hasta la base geológica. La recuperación de toda la información que encierran los textos es una auténtica arqueología del conocimiento arqueológico. Otro aspecto es fundamental, no sólo las historias generales tienen esa naturaleza de memoria disciplinar y autopercepción sino que se convierten en algo eminentemente práctico y así en la actualidad “la historia de la arqueología ya no es vista como una mera crónica de, o como un comentario de lo que hacen los arqueólogos, sino que se convierte en una parte esencial de la práctica arqueológica” (Trigger 2007: 14). La historia de la arqueología en tanto que memoria profunda de la disciplina constituye una herramienta

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Gonzalo Ruiz Zapatero imprescindible para una buena práctica arqueológica. La superación de la historia de la arqueología como descripción erudita implica su uso para informar críticamente el trabajo de campo. La mirada historiográfica amplia tiene, debe tener siempre también, una aplicación eminentemente práctica. La historia de la arqueología tiene que servir para comprender la práctica arqueológica actual. En otras palabras, excavar textos para excavar mejor los registros arqueológicos y así representar mejor el pasado.

EL DESPLIEGUE DE LAS HISTORIAS GENERALES DE LA ARQUEOLOGÍA La arqueología, como señalé más arriba, tiene una larga historia que desde una perspectiva moderna puede reducirse a los últimos 150 ó 200 años (Bahn 1996, Christenson 1989, Gran-Aymerich 2001,) pero con la nueva conceptualización y revalorización del Anticuarismo – ¿o sería mejor llamarlo Neo-anticuarismo? - podría extenderse algunos siglos atrás (Schnapp 2014, Murray 2014: 189-201). Pero la escritura reflexiva de esa historia es muy reciente. Como se ha producido en las últimas décadas el despliegue de historias generales de la arqueología constituye una excelente oportunidad para reflexionar sobre la madurez de la disciplina. Porque en mi opinión, ese despliegue es consustancial al extraordinario desarrollo de la arqueología a finales del siglo XX y comienzos del XXI.

Los precedentes La idea que estableció Glyn Daniel (1950, 1978) - y ha tenido durante décadas crédito total - era que los Anticuaristas fueron un conjunto de aficionados y diletantes y que los primeros arqueólogos modernos marcaron una ruptura nítida con ellos, dando el salto a la ciencia arqueológica. Conocimiento no científico frente a conocimiento científico, mito y tradición frente a ciencia. Pero hoy sabemos que no existió ese Rubicón entre la tradición anticuarista y los primeros arqueólogos (Schnapp 2002). Y no solo eso sino que más bien hubo una línea continuista, una amplia noción de continuidad, desde los primeros estudiosos - anteriores desde luego al siglo XVIII como bien demostró Schnapp (1993) - y los arqueólogos del siglo XIX (Murray 2014: 189). Además, en los últimos años se está produciendo una formidable expansión del concepto de Anticuarismo, tanto en el tiempo como en el espacio (Schnapp 2013). Y se quiere extender su estudio a muy distintas sociedades incluyendo las ágrafas, con la perspectiva de construir un Anticuarismo Mundial con una visión comparativa (Schnapp 2014), aunque ese concepto tenga, por

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Historias generales de la Arqueología ahora, una validez cuestionable (Ayarzagüena y Mora 2004, Evans 2014: 3). En cualquier caso, el libro de Schnapp (2014) constituye el primer intento de explorar de forma comparativa el anticuarismo en una perspectiva mundial, desde sus raíces en el Antiguo Próximo Oriente, su florecimiento a comienzos de la Edad Moderna en Europa y el Este de Asia hasta sus manifestaciones en las sociedades ágrafas del Pacífico. Schnapp ha desvelado la universalidad del Anticuarismo y sentado las bases para explorar muchos caminos hoy todavía ignotos. Se trata de una suerte de arqueología de la arqueología, de rastreo de las visiones premodernas de la disciplina (Bahn 2014b). Y como señala Evans (2014) así se ha conseguido reconocer prácticas indígenas de pueblos extraeuropeos pero siguen despreciadas las de los outsiders (no-académicos), los coleccionistas e investigadores fuera de la norma ortodoxa en contextos occidentales. Como experiencia resultan tan respetables como las extraeuropeas. Y sin duda merecen ser un foco de atención e investigación futura. La implicación de la gente con el patrimonio material del pasado se tradujo en comportamientos, actitudes y actuaciones muy dispares y en la creación de recursos y medios para explorar las memorias sociales colectivas a través de restos, objetos y monumentos. El estudio de todo eso tiene un apasionante futuro por delante. La conclusión inmediata es que las historias de la arqueología están ya obligadas a arrancar de un Neoanticuarismo con raíces temporales profundas y extendido por casi todas las sociedades de la Tierra. Aunque se puedan citar algunos estudios alemanes a principios del siglo XX que intentan una primera aproximación a la historia de la arqueología hay que señalar que lo hicieron muy sesgadamente. Así Michaelis (1906), quizás el primer intento académico, se ocupó principalmente de la arqueología clásica y llevó su relato desde la época napoleónica hasta fines del s. XIX. Aunque otras obras (Oppeln von-Bronikowski 1931) se extendieron hasta su propio presente, lo que sus autores consideraban arqueología era algo realmente limitado. Los estudios historiográficos del británico Daniel, el primero de todos ellos aparecido en 1950 y los últimos ya a comienzos de la década de 1980, son los que realmente construyeron lo que podría denominarse la Fase Formativa o Pionera de la Historia de la Arqueología. En cierto modo incluso crearon el canon tradicional de la historia de la arqueología. El gran éxito que tuvieron los libros de Daniel y sus numerosas traducciones a otros idiomas y la percepción de que la historia de la arqueología no dejaba

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Gonzalo Ruiz Zapatero de ser un tema menor hicieron que se inhibieran nuevos estudios. Aunque sus libros han sido juzgados como una simple crónica de hallazgos, sitios, arqueólogos famosos y poco más la realidad es mucho más rica: hay ideas, reflexiones y observaciones que van mucho más allá de esa pretendida crónica elemental. A pesar de su fuerte sesgo anglosajón la obra historiográfica de Glyn Daniel creó el primer canon de una historia de la arqueología mundial, aunque esta fuera incompleta y construyó la base necesaria para los cambios que se operarían en la década siguiente. En el prefacio a uno de sus libros más celebrado Daniel (1967) sostenía que “ningún arqueólogo competente interesado en la historia de la arqueología estaría de acuerdo con su selección [de datos]”, añadiendo que lo recogido, tanto en el ámbito espacial como el temático, era fruto de lo que personalmente había considerado importante y significativo en los orígenes y crecimiento de la arqueología. Por ello resulta evidente, como veremos más adelante, que las síntesis de historia de la arqueología han dependido de dos factores fundamentales: la tradición arqueológica de los autores, siempre ligados directa o indirectamente a mainstreams, grandes tradiciones (Neustupny 1997-98) y sus especializaciones dentro de la arqueología, en esta caso con notoria ventaja para los prehistoriadores que han demostrado siempre más afán globalizador, más interés por encima de los muros de su especialidad y más aprecio por la teoría arqueológica (fig. 3).

Fig. 3. Diagrama cronológico del despliegue de la historia de la arqueología con los rasgos más significativos.

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Daniel (1967) dejó bien claro que “el estado de la arqueología no puede divorciarse de su estado pasado”. Y añadía que, aunque la arqueología estudie el pasado en el presente, los arqueólogos no deberían olvidar nunca que el presente está enturbiado y condicionado por la arqueología del pasado y que la arqueología académica actual será una de las muchas arqueologías pasadas en el curso de una década o poco más. Eso debería relativizar las miradas suficientes y displicentes hacia las posiciones de nuestros colegas en el pasado tanto remoto como próximo y dotarlas de más empatía y más comprensión hacia cada momento y contexto histórico.

La gran inflexión: A history of Archaeological Thought (1989) Que todavía a comienzos de los años 1980 la historia de la arqueología no había alcanzado un reconocimiento como sub-campo de investigación lo prueba que apenas se puedan citar nuevas monografías; las síntesis de Daniel continuaban llenando un aspecto que se consideraba quedaba así suficientemente tratado (Daniel 1981a, 1981b). Da la impresión de que, al fin y al cabo, no dejaba de ser una cuestión menor. La situación cambió drásticamente con la aparición del libro del canadiense Bruce Trigger A History of Archaeological Thought (1989). Este libro abrió el camino de una historia crítica de la arqueología (Moro 2010). Su autor es uno de los pocos arqueólogos que han influido muy notablemente en la arqueología mundial (Klejn 2008). Su objetivo central fue estudiar la génesis y desarrollo de las ideas arqueológicas en la tradición anglosajona, aunque fue muy consciente del valor y riqueza de otras tradiciones como bien quedaría demostrado en la segunda edición de su obra (Trigger 2006).

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Gonzalo Ruiz Zapatero

Fig. 4. Análisis comparativo de los distintos temas/capítulos y extensión, en páginas, de los libros de G. Daniel (1967 y 1975) y el libro de Trigger (1989). Obsérvese como el enfoque descriptivo y eurocentrista de los libros de Daniel es sustituido por un análisis que privilegia las ideas y las grandes aproximaciones teóricas, en el caso de Trigger, con un mayor equilibrio en la extensión dedicada a cada capítulo.

La historia de la arqueología dejaba la aproximación de crónica de hallazgos y arqueólogos famosos para ser una poderosa historia crítica de cómo se ha desarrollado el pensamiento arqueológico, como la disciplina ha construido su naturaleza esencial. Aunque la obra no era estrictamente completa de todas las arqueologías de todos los países sí era el intento más ambicioso y casi completo (Schlanger 2007). Años más tarde con la segunda edición corregida y significativamente aumentada (Trigger 2006), esta vez sí era como el ruso Leo Klejn (2007) ha destacado - la primera obra completa del pensamiento arqueológico. Escrita por el más informado y sabio arqueólogo de cuantos se han acercado a la titánica tarea de sintetizar, personalmente, una historiografía de la arqueología mundial. Y su aproximación fue la primera externalista en la historia de la disciplina, dentro de un “contexto intelectual total” en palabras de Gordon Willey (1991: 106). En mi opinión sigue siendo a día de hoy la mejor historia intelectual de la arqueología escrita por un solo autor, a reservas de considerar alguna otra que no puedo valorar (Klejn 2011). La estructura del libro podría resumirse en un esquema tripartito sencillo: una introducción, con dos capítulos dedicados a la relevancia de arqueología y el Anticuarismo; una parte

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Historias generales de la Arqueología central, con cinco capítulos que abordan el inicio de la arqueología científica, la arqueología histórico-cultural, la arqueología soviética, el funcionalismo y la New Archaeology, y un epílogo con dos temas: la exploración de la diversidad y los contextos sociales de la arqueología (Fig. 4). Las primeras palabras del prefacio de Trigger (1989: XV) eran para reconocer que su estudio era un producto combinado de “aprendizaje libresco, experiencia arqueológica y tradición oral” y concluía señalando que - como la historia de la arqueología no era un tema nuevo - para escribir un ensayo general había que estar sobre los hombros de sus predecesores. Sus 37 páginas de bibliografía bien seleccionada lo acreditan sobradamente. A History of Archaeological Thought fue percibido desde su misma aparición como un libro excepcional que marcaba un punto de inflexión en la manera de contar la historia de la disciplina, como bien revelan las numerosas y elogiosas recensiones escritas por algunos de los más grandes arqueólogos sobre el tema (Willey 1991) o que iban a serlo muy pronto (Murray 1991) (Fig. 5).

Fig. 5. Las grandes narrativas de la historia de la arqueología se han hecho “a hombros de gigantes”, desde la obra pionera de Gordon Childe (dibujo de http://www.scienceshumaines.com/vere-gordon-childe-18921957-la-revolution-neolithique_fr_34467.html y fotografías según diferentes autores).

Por otra parte, la fundación del Bulletin of the History of Archaeology en la universidad australiana de La Trobe en 1991 - hoy todavía la única revista especializada

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Gonzalo Ruiz Zapatero sobre el tema -, simboliza la creación de una Historiografía crítica en la coyuntura de finales de los años 1980 y comienzos de los 1990. En su primer editorial la revista anunciaba que la investigación sobre historia de la arqueología crecería en el futuro y que el Bulletin od the History of Archaeology quería ser una parte integral del desarrollo de ese interés. Así ha sido, especialmente en los últimos 13 años con la sabia dirección del Prof. Tim Murray. Un cuarto de siglo después la revista es el mejor frente donde seguir la creciente diversidad y continua búsqueda de nuevas vías en la historia de la arqueología.

Los desarrollos recientes Los últimos 25 años han sido cruciales para la consolidación de la historia general de la arqueología como un sub-campo o especialidad, tanto desde el punto de vista cualitativo como cuantitativo (Moro y Huth 2013). Resulta interesante comparar la situación actual con la reflejada en el número monográfico de World Archaeology sobre las tradiciones regionales de investigación arqueológica a escala mundial (Trigger y Glover 1981-82). Los estudios de historia de la arqueología han crecido y ganado consideración y aprecio dentro y fuera de la academia. Bastan para demostrarlo los siguientes indicadores: 1) la visibilidad ganada en las mejores revistas internacionales de arqueología, incluyendo dossiers o números monográficos (Antiquity 2002, Complutum 2013) y la fundación y creciente importancia del Bulletin of the History of Archaeology, 2) la creación de series propias sobre historia de la arqueología, como Oxford Studies in the History of Archaeology (Oxford University Press, 2006), 3) la creación de redes temáticas como Histories of Archaeology Research Network (HARN) en 2008 con más de 150 miembros repartidos por todo el mundo [https://harngroup.wordpress.com/], la red del Institute of Archaeology del UCL de Londres (https://twitter.com/HistofArchatIoA) o el proyecto europeo AREA (Schlanger 2002), 4) la presencia constante de Sesiones sobre Historia de la Arqueología en los congresos y reuniones de arqueología más multitudinarios: Conferencias de la EAA (http://e-a-a.org/conferences.htm), del American Institute of Archaeology,

https://www.archaeological.org/events/conferences),

del

World

Archaeological Congress (http://worldarch.org/events/) o más recientemente la UISPP (http://www.burgos2014uispp.com/), 5) el crecimiento de asignaturas sobre historia de la arqueología de grados y másteres en las universidades más prestigiosas. Pero toda esta vitalidad de la nueva historiografía arqueológica corresponde muy mayoritariamente a la arqueología anglosajona - en este caso británica, estadounidense y

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Historias generales de la Arqueología australiana específicamente - que es la que manda y establece las agendas en todos los ámbitos. Y con un predominio aplastante. Por eso cualquier propuesta de las minorities, las pequeñas tradiciones arqueológicas en el sentido de Neustupny (1997-98), resulta importante porque supone una mirada desde otro ángulo, desde la periferia de la historia de la arqueología, aunque se limiten a etapas y/o fenómenos breves (Paddayya 1990). Así el libro del italiano Alessandro Guidi (1988) Storia della Paletnologia construye una lúcida mirada a la historia de la Prehistoria con acertados juicios sobre la arqueología anglosajona, reivindicando el valor del análisis desde fuera de la tradición dominante. Por su parte E. Grand Aymerich (2001) elaboró una síntesis de la arqueología moderna desde la Revolución Francesa a la Segunda Guerra Mundial desde una perspectiva francesa y prestando atención a la Arqueología Clásica. Especialidad que siempre ha sido la gran marginada de los estudios anglosajones, salvo honrosas excepciones (Dyson 2006). Dentro de la misma historiografía francesa A. Schnapp publicó en 1993 su gran libro La conquête du passé, un gran paso adelante en la historiografía arqueológica mundial porque rescató todas las ideas y conceptos sobre el pasado material desde la perspectiva del Anticuarismo pero extendiendo su mirada hasta la propia Antigüedad. Perspectiva que ha ido ganando interés (Schnapp 2014) y que sin duda lo seguirá haciendo en el futuro. Pero todas estas interesantes aportaciones no invalidan la realidad del peso de la tradición anglosajona. En 1996 de la mano del británico P. Bahn veía la luz un volumen sobre Archaeology dentro de la prestigiosa serie Cambridge Illustrated History. Con más de una docena de especialistas, mayoritariamente anglosajones, abordaba la historia de la arqueología en ocho grandes capítulos. Una historia que ha sido probablemente la historia de la arqueología estándar más completa y valiosa hasta hace muy poco tiempo. Muy bien ilustrada es un compendio que recoge el canon abierto por B. Trigger (1989). Como bien señaló el gran crítico literario H. Bloom (2012) las historias de una disciplina tienen, entre otros méritos, el de desvelar la influencia del canon, es decir identificar y evaluar quienes han sido los grandes que han influenciado poderosamente la disciplina. Tarea que, me atrevo a decir, está todavía en construcción en el caso de la arqueología. Desde finales del siglo pasado el australiano T. Murray ha sido probablemente quien más esfuerzo, empeño y talento ha puesto en la historiografía arqueológica. Ha dirigido dos ambiciosos proyectos. Por un lado, una extensa Encyclopedia of Archaeology (1999-2001) en tres volúmenes, que constituye una base documental extraordinaria sobre

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Gonzalo Ruiz Zapatero arqueólogos y descubrimientos, en la que por cierto sólo hay dos entradas españolas: Juan Vilanova y un apunte de historia de la arqueología en España. Por otro lado, Milestones in Archaeology (2006), un estudio de más de 600 páginas que es, en cierto modo, una continuación de la anterior Encyclopedia, pero con tres largos ensayos que sintetizan la historia de la arqueología antes del s. XIX, durante éste siglo y a lo largo del siglo XX. La publicación de esas obras ha supuesto un ingente trabajo: textos con alrededor de un millón de palabras y la colaboración de cientos de especialistas. Otros trabajos conjuntos (Murray y Evans 2008) y una reciente recopilación de sus mejores artículos y capítulos de libro (Murray 2014) expresan bien la importancia de su investigación en la historia de la arqueología. Una obra digna de consideración, como todas las suyas, es la de B. M. Fagan A Brief History of Archaeology (2005) redactada como un buen manual de universidad norteamericana, con todas las referencias bibliográficas en inglés. No aspira a más pero tampoco a menos y destaca algo fundamental: la arqueología es una empresa global. El peso creciente de la tradición española en este ámbito puede verse en las generaciones más jóvenes que han tenido que salir para buscar puestos en universidades anglosajonas. Como M. Díaz-Andreu (2002), con una ya larga trayectoria en el campo de la historiografía arqueológica, que ha abordado una historia mundial de la arqueología en el s. XIX (Díaz-Andreu, 2007) con una perspectiva fuertemente externalista y una curiosidad por todas las tradiciones arqueológicas. Otro caso es el de O. Moro con interesantes

aportaciones

de

historiografía

moderna

(2007,2010,

2012)

y

fundamentalmente un buen libro sobre historia crítica de la arqueología que contó con prólogo de B. Trigger (Moro 2007) y está siendo bastante influyente en la arqueología española. La perspectiva de arqueología clásica ha sido cubierta por un texto divulgativo de J. García Sánchez (2014). La historia general de la arqueología interesa a la academia española y cuenta con estas generaciones jóvenes que tienen verdadera proyección internacional. Por cierto, la mejor aproximación para mí de la historia de la arqueología clásica que cuenta con aceptables estudios (de Grummond 1996) es el libro de Dyson (2006), In Pursuit of Ancient Pasts, al menos el que más se esfuerza por contextualizar dicha especialidad en una perspectiva generalista y mundial.

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Historias generales de la Arqueología LAS

TRADICIONES

CONTEMPORÁNEAS

DE

HISTORIAS

DE

LA

ARQUEOLOGÍA ¿Cuáles son las tradiciones que marcan hoy la agenda de las historias generales de la arqueología? En primer lugar la tradición arqueológica anglosajona, que engloba las tradiciones británica (Bahn 2014), estadounidense (Kehoe 1998, Stiebing 1994, Patterson 1995, Willey y Sabloff 1993), canadiense (Trigger 2006) y australiana (Murray 2014). Es la mainstream indiscutible y la única que es capaz de mantener perspectivas verdaderamente mundiales, aunque con algunas limitaciones. En segundo lugar la tradición francesa es una mainstream de segundo nivel pero con esfuerzos muy notables por presentar una alternativa a la tradición anglosajona (Demoule 2015, Fenet y Lubtchansky 2015, Hurel 2007). Y en tercer lugar habría que considerar lo que llamo una mainstream emergente, con una herencia anglosajona pero con vitalidad para intentar un camino propio: la tradición historiográfica de India (Paddaya 2013) Fig. 6).

Fig. 6. Diagrama de las tradiciones contemporáneas en la historia de la arqueología.

Por debajo cabría considerar minorities con voz propia como las

tradiciones

italiana (Barbanera 1998, Guidi 2012) y española (Arce y Olmos 1991, Díaz- Andreu 2002, 2007, Maier 2007, Moro 2007). Y por supuesto las tradiciones escandinavas (KlindtJensen 1975) y centroeuropeas (Gramsch y Sommer 2012, Sklenár 1987). En general, salvo excepciones que se han hecho de alguna manera desde la tradición anglosajona

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Gonzalo Ruiz Zapatero (Díaz-Andreu 2007), difícilmente se rebasa el ámbito europeo con algunas referencias a la historiografía anglosajona. La realidad es que la tradición historiográfica anglosajona mandó y manda, al menos por ahora, en la agenda de las historias generales de la arqueología. Y en cualquier caso, habría que admitir que historiar la arqueología desde principios o mediados del s. XIX en una perspectiva verdaderamente mundial, me atrevería a decir, solo puede hacerse desde esa mainstream. Otra cosa es que desde las otras tradiciones historiográficas citadas podamos tener, por un lado, una visión más matizada y crítica y por otro lado, una panorámica más completa e inclusiva. De cualquier forma sería interesante acercarnos a analizar cómo se veía el panorama internacional desde cada tradición, estaríamos hablando de explorar las percepciones que existían dentro de cada una de las grandes tradiciones. Y en esa tarea se me antoja fundamental un estudio minucioso de cuáles fueron las grandes obras de referencia que inspiraron las historias de la disciplina construidas en cada país. O dicho en otras palabras, desvelar las redes de influencias invisibles que han conformado la manera de escribir la historia de la arqueología en las diferentes historiografías nacionales (Fig. 7).

Fig. 7. La historia de la arqueología mundial como último peldaño de la construcción disciplinar de la arqueología.

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Historias generales de la Arqueología Desde mi punto de vista la historia general de la arqueología es el tercer peldaño básico en la construcción disciplinar de la arqueología. El primer peldaño, el paso del Anticuarismo a la arqueología moderna, fue la excavación estratigráfica. Con la excavación estratigráfica - auxiliada por el método tipológico - emerge la arqueología moderna (ca. 1870), que desde las primeras excavaciones europeas se irá extendiendo por los distintos continentes. Ya lo afirmó Daniel (1967) con toda rotundidad: “sin excavación no puede haber desarrollo sistemático de la Arqueología. El desarrollo de la excavación es, de alguna manera, la historia del desarrollo de la disciplina”. El segundo peldaño fue la construcción de una arqueología prehistórica mundial (Clarke 1967, Marciniak y Coles 2010), es decir la posibilidad de crear pasados sincrónicos sobre todo el planeta. Algo muy real desde la década de 1970. Detrás de la excavación estratigráfica y la Prehistoria mundial creo que el tercer peldaño es la creación de una historia de la arqueología igualmente mundial. Proceso en el que estamos desde hace dos décadas y que sigue en construcción. La síntesis más reciente es la P. Bahn (2014) que ha coordinado un elenco de especialistas para cubrir una introducción sintética a la historia mundial de la arqueología. A pesar de un esfuerzo por contar expertos de cada área/tradición los angloamericanos dominan: con seis británicos, tres estadounidenses más una australiana. Al lado, encontramos una alemana que se ocupa del Extremo Oriente, un ruso que lo hace sobre Rusia y dos sudamericanos para cubrir América Central y del Sur. Diez frente a cuatro. La cuestión es si al lado de la fragmentación geográfica para aproximar las diferentes historias hay también algo de colonialismo intelectual, dejando claro que la arqueología anglosajona es la que tiene la capacidad y fuerza para abordar un proyecto como este. Si hacemos una analogía con la Arqueología prehistórica como crónica de la expansión de los humanos modernos sobre todo el planeta hasta su conquista total (Gamble 1994 y 2013), la historia de la arqueología sería a su vez la crónica de su historización extendiéndose por todos los continentes del globo (Fig. 8). Los libros de Daniel recogían básicamente la historia de la arqueología en Europa y Norteamérica con algunas referencias concretas a otros puntos del mundo. Progresivamente en obras posteriores fueron incorporándose otras áreas geográficas a la historia general de la arqueología, con la construcción de nuevas historias regionales. Proceso que ha culminado con la síntesis de Bahn (2014) que representa la conquista - aunque sea parcial e incompleta – de la memoria de la arqueología en todo el mundo (Fig. 8).

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Gonzalo Ruiz Zapatero

Fig. 8. La Prehistoria como proceso de colonización del globo y la historia de la arqueología como proceso de incorporación de todos los continentes (el proceso de colonización prehistórica adaptado de Gamble 1994 y 2013).

Por último, quiero destacar como las historias generales de la arqueología del último medio siglo han ampliado paulatinamente su campo disciplinar en el tiempo y el espacio. Las síntesis de Daniel se centraban en los grandes acontecimientos y figuras de la arqueología occidental en poco más de los últimos 200 años. Pero el libro de Trigger (1989) amplió notablemente la temática de la historia de la arqueología centrándose en las grandes ideas, conceptos y teorías, así como en tradiciones previamente ignoradas como la rusa. Por su parte la obra de Schnapp (1993) extendió el tiempo de estudio más allá del Anticuarismo hasta la antigüedad clásica y además incorporo tradiciones no-europeas. Finalmente la síntesis de Bahn (2014) formaliza la ampliación espacial recogiendo todas las historias regionales, como teselas del gran mosaico mundial de la historia de la arqueología. Todo lo anterior tuvo un efecto importante, la historia de la arqueología ha ido asentándose en aquellas tradiciones arqueológicas que tenían una historiográfica (Fig. 9).

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escasa conciencia

Historias generales de la Arqueología

Fig. 9. Las historias generales de la arqueología como una expansión del campo disciplinar en el tiempo y el espacio

PREPARAR EL FUTURO Mi impresión es que la historia de la arqueología de Bahn (2014) representa bien la fase actual, en la que parece imposible mantener historias mundiales de un solo autor y se apuesta por una aproximación regional-temática, grandes áreas/tradiciones arqueológicas, tratadas por especialistas de esos ámbitos. Esto supone una visión más profunda y completa que las aproximaciones anteriores en las que como hemos visto predominaron los estudios temáticos y/o descriptivos de cada tradición. El reto de futuro es cuando seremos capaces de pasar a análisis holísticos y temáticos que desborden las fronteras de las tradiciones historiográficas en una visión unitaria. Que eso lo pueda hacer un solo especialista me parece que será extremadamente difícil. Con todo, no habría que perder de vista que las síntesis de un solo experto, al modo de como lo hicieron Daniel y Trigger, tienen un valor muy especial por cuanto significan análisis globales de una sola cabeza pensante. Que ciertamente tendrán la limitación de no llegar a todas las fuentes disponibles pero también la ventaja de una mirada única y casi omnisciente que sea capaz de descubrir enfoques, caminos y relaciones ocultas para la mayoría; con lo que eso supone para avanzar hacia una historia verdaderamente global de la arqueología. Por otra parte, las arqueologías locales del futuro como señala Renfrew (2014: 242) reconocerán que la perspectiva adoptada dependerá del punto de vista de los

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Gonzalo Ruiz Zapatero analistas y así surgirán diferentes visiones escritas en diferentes lenguas y desde distintas perspectivas. En los últimos años la historia de la arqueología ha multiplicado notoriamente su presencia en todos los ámbitos de la disciplina. Contamos con una vasta enciclopedia que ha ampliado extraordinariamente biografías de arqueólogos y arqueólogas e historias nacionales de la arqueología (Murray 1999-2001), mostrando simultáneamente la unidad y diversidad de la disciplina; foros internacionales como el Bulletin of the History of Archaeology y redes temáticas que muestran formas nuevas colaborativas al tiempo que descubren lo mucho que queda por investigar (History of Archaeology Research Network (HARN) y el proyecto Archives of European Archaeology). Es como si todo el esfuerzo se dirigiera hacia la ampliación de datos y conocimientos historiográficos y ciertamente todo ello es importante y muy necesario, pero no lo es menos reflexionar y escribir sobre el valor de la historia de la arqueología como conciencia crítica de la disciplina y su capacidad para (re)pensar los propios fundamentos de la arqueología. En ese sentido un próximo número de World Archaeology (previsto para 2017) quiere abordar dos temas cruciales: por una parte, el papel de la historia de la arqueología de cara a la creación de teoría arqueológica y por otra, su relevancia en la discusión de epistemología y filosofía de la arqueología. En la metáfora de la pirámide del ruso Guliaev (1993) de la teoría arqueológica significa relacionar las cámaras subterráneas - la historia de la arqueología con su cúspide, la epistemología y la filosofía de la ciencia. La importancia de una amplia perspectiva historiográfica del conocimiento arqueológico reside en aceptar que las actuales ortodoxias arqueológicas tienen sus propias historias y que, en definitiva, el conocimiento arqueológico es contingente (Murray 2014: 10). Por tanto lo reconocido y asumido hoy contiene las semillas de alternativas futuras que serán diferentes, y resultado de los desarrollos actuales; no hay nada natural ni que pueda ser naturalizado. Resulta fundamental comprender que la vasta y profunda genealogía de todos los conceptos y métodos de la arqueología contemporánea es la única vía para lograr una práctica e investigación crítica, racional y reflexiva. Y las historias generales de la disciplina pueden ayudar de forma muy eficaz a esa tarea. La historiografía arqueológica es fundamentalmente la comprensión de la producción, diseminación y aceptación de los conocimientos arqueológicos. Y sus objetivos de futuro, siguiendo en buena medida las impresiones de Murray (2014: 11-12), discurrirán, muy probablemente, en estas direcciones:

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Historias generales de la Arqueología 1) continuación del crecimiento y ampliación de los corpora de datos, es decir la recuperación formal de información sobre todos los desarrollos de la arqueología a nivel mundial. Empezando por lo local, pero aspirando a una mirada global. 2) constitución de una línea valorativa – un espacio de posibilidades en palabras de Murray (2014: 10) - para entender la construcción y evaluación de teoría arqueológica. Sin historiografía difícilmente puede haber teoría. 3) elaboración de conocimiento historiográfico sobre temas polémicos contemporáneos como la arqueología de los pueblos primero, la destrucción de patrimonio arqueológico en conflictos bélicos o la devolución de piezas arqueológicas obtenidas durante los tiempos coloniales. 4) fundamentación como referente de cómo se construye, justifica y acepta el conocimiento arqueológico dentro de la disciplina y también fuera de la academia. Su transmisión, como los recientes estudios de recepción y representación del pasado (Moser 2015). En otras palabras, establecer un contexto socio-cultural del canon arqueológico de cada momento y explorar su influencia entre los propios expertos y los distintos públicos de la arqueología. Y por último, 5) construcción de una plataforma para conocer la diversidad de tradiciones arqueológicas y abogar por el conocimiento y aprecio mutuo como garantía de una disciplina sólida, unida en su diversidad y capaz de llevar la historia material de la Humanidad a todas las audiencias y pueblos del mundo. Lo que implica que comprender la diversidad de la arqueología es al mismo tiempo percibir su unidad (Murray 2006: xxii). Si las cosas son así, entonces la historia de la arqueología ocupará, tal y como le corresponde, la centralidad de la indagación arqueológica. Porque como admirablemente dijo hace ya años Colin Renfrew (1996: vii, el subrayado es mío): “La historia de la arqueología es, por lo tanto, una historia compleja una historia que trata no sólo de descubrimientos y de nuevas técnicas de investigación sino también de nuevos paradigmas interpretativos. Y si estamos moldeados por nuestro pasado, también en un sentido muy real, creamos – a través de la práctica arqueológica – ese pasado para nosotros mismos. La historia de la arqueología es la historia de la autoconciencia”. Esa historia sigue en construcción y nuestra autoconciencia continúa creciendo.

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