Romanos y visigodos en el valle del Duero (siglos V-VIII), “Lancia”, 6, 2004-2005 [2006], pp. 191-209.

June 19, 2017 | Autor: Alexandra Chavarria | Categoría: Early Medieval Archaeology, Medieval rural settlement
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Descripción

Lancia 6, (2004-2005): 187-204

ROMANOS Y VISIGODOS EN EL VALLE DEL DUERO (SIGLOS V-VIII)l ALEXANDRA eRAv ARRÍA ARNAU

En los últimos años el conocimiento de la Antigüedad tardía ha experimentado un espectacular desarrollo. Investigaciones recientes han permitido delinear un cuadro bastante preciso del proceso de transformación de las ciudades y del territorio rural en el Imperio romano a partir de las reformas de época dioclecianea (a finales del siglo I1I) y hasta el siglo VI. Los cambios en la topografía urbana, en gran parte provocados por la emergencia y consolidación de la Iglesia, por el asentamiento de nuevas poblaciones, por los cambios en la organización y explotación del territorio rural y por las mutaciones en las rutas y productos comerciales, son algunos de los problemas fundamentales en los que se ha centrado la investigación para comprender cómo se produce la desintegración del mundo romano y su substitución por los nuevos reinos bárbaros, en Hispania por el reino visigodo". No menos fundamentales, aunque no tan estudiadas estudiadas, son las características y evolución de la sociedad tardoantigua y, en particular, de las elites dirigentes a partir del siglo V. Militarización, barbarización, cristianización y ruralización se han considerado rasgos característicos de la sociedad en esta época aunque son escasos los estudios que intenten verificar, desde un punto de vista arqueológico, la veracidad de estos tópicos. Ello se debe, en gran parte, a que a partir de mediados del siglo V las residencias de las aristocracias tardoantiguas -elemento que en épocas previas había constituido un documento fundamental para comprender el sistema de vida, actividades, cultura y posición social de sus propietarios- se hacen muy difíciles de localizar arqueológicamente o, en otras palabras, desaparece cualquier vestigio de presencia aristocrática en los restos arquitectónicos de posible uso doméstico de los siglos VI-VII. En el campo se produjo, a partir del siglo V, el abandono de las grandes residencias aristocráticas (las villas) lo que plantea una serie de interrogantes importantes en relación al devenir de las aristocracias tradicionales, a la organización de la propiedad rural después del final de las villas, a las mutaciones experimentadas por los patrones de poblamiento y al papel desempeñado por la población alóctonaen estos cambios. En el presente trabajo me propongo profundizar en el análisis de estos temas en el territorio de la Meseta norte en el periodo que va desde el [mal de las villas hasta inicios del siglo VIII. La elección de esta zona no es casual. En el.valle del Duero se encuentran algunas de las villas más impresionantes que se construyeron en Hispania durante la época tardoantigua lo que implica una serie de consideraciones relativas a la identidad de sus propietarios. Esta misma zona constituyó después uno de los lugares en los que, según las necrópolis, se asentó una parte de la población visigoda que desde [males del siglo V penetró y se estableció en la Península ibérica. Este análisis se puede además llevar a cabo gracias a una

I Este trabajo fue realizado gracias a una beca postdoctoral del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (2003-2005). Agradezco las críticas y sugerencias realizadas por J. Arce, G. P. Brogiolo, S. Castellanos, J. Escalona, I. Martín Viso, G. Ripoll y A. VigilEscalera a quien debo también interesantes informaciones inéditas. 2 Véase ahora la monumental síntesis de Wickham 2005. Para Hispania cf un status questlonis en Arce, 2005a.

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importante actividad arqueológica llevada a cabo en el norte peninsular en los últimos años, especialmente significativa por 10 que respecta al poblamiento rural de los siglos VI y VII 3 • EL POBLAMIENTO RURAL EN LOS SIGLOS IV Y V El valle del Duero se caracteriza por ser una zona mayoritariamente rural con poca densidad de nucleos urbanos ya desde la época romana", Durante los siglos IV y V gracias a la construcción de fortificaciones (Termes o Uxama), de complejos residenciales monumentales suburbanos (Cauca) o de edificios de culto (Termes), sabemos que algunas ciudades de la Meseta norte gozaban de una notable vitalidad, aunque muestran también signos de degradación evidente en el abandono de infraestructuras públicas o la reutilización funeraria de algunos espacios urbanos'. A partir del siglo VI y gracias a la emergencia de Toletum como centro religioso y político, algunas áreas de la Meseta podrían haber adquirido una mayor relevancia con un importante desarrollo de algunos núcleos urbanos como Pallantia o, en la Meseta sur, la fundación de Recopolis", El poblamiento rural disperso A pesar de que las formas de ocupación rural mejor conocidas y más características del valle del Duero son las grandes villas, las cartas arqueológicas y algunos estudios de tipo microregional demuestran como éstas no fueron el único tipo de estructura presente en el territorio en época tardoantigua. En relación a los grandes complejos aristocráticos rurales existían granjas de dimensiones más modestas y edificios ligados a actividades productivas, reflejo de pequeñas propiedades o bien de establecimientos rurales vinculados a las villas7 . En algunas zonas (como el sector nororiental de la Meseta norte) las grandes villas incluso brillan por su ausencia y el territorio parece organizado en explotaciones más modestas", Muchos edificios ubicados en relación con la red viaria identificados como villas podrían constituir en realidad mansiones o stationes, puntos de apoyo en la red viaria o/y centros de acumulación y comercialización de los excedentes agrarios. A día de hoy, sin embargo, este tipo de estructuras son todavía poco conocidas arqueológicamente. Aunque su origen se sitúa generalmente en época altoimperial es entre finales del siglo III, durante el siglo IV y hasta mediados del V, cuándo se produce la reestructuración en clave monumental de numerosas villas existentes en el valle del Duero. Estas residencias se caracterizan por sus dimensiones y monumentalidad arquitectónica, con un impresionante desarrollo de las áreas de representación (comedores, salas de audiencia o conjuntos termales) y por su riqueza decorativa". Entre los conjuntos más notables cabe señalar las villas de Cuevas de Soria (Soria), Los Quintanares (Soria), Almenara de Adaja (Valladolid) o Aguilafuente (Segovia) dotadas de monumentales sectores de recepción, los conjuntos termales de Quintanilla de la Cueza o Dueñas (de las que todavía no sé ha excavado la pars urbana) o yacimientos como Las Calaveras (Valladolid), Los Casares (Segovia), Palazuelos de Eresma (Segovia) o Aldealhama (Salamanca) conocidas sólo parcialmente o a través de prospección aérea. Un capítulo aparte merece la villa de La Olmeda en Saldaña (Palencia)10. Se trata de un edificio residencial de grandes dimensiones de planta cuadrangular y torres angulares organizado en tomo a un amplio peristilo. El balneum, monumental, constituye un edificio independiente aunque conectado con la villa por el lado oeste. Gran parte del área residencial estaba pavimentada con mosaicos geométricos o

3 Destacar los trabajos de investigadores como P.C. Díaz, E. Ariño, T: Mañanes, I. Martín Viso, L. R. Menéndez Bueyes, S. Castellanos, 1. Escalona, A. Morillo, A. Lecanda, entre otros. Sin olvidar las estimulantes reflexiones que P. de Palol dedicó a la evolución de este territorio (Palol, 1977). 4 Sobre la organización administrativa de esta zona véase Díaz 1994. 5 Sobre estas transformaciones véase la síntesis de Abásolo, 1999. Para Coca cf. C. Pérez González y J. F. Blanco García, 2000. Una síntesis reciente sobre las transformacíones experimentadas por las ciudades hispánicas durante la antigüedad tardía en Gurt, 20012002. 6 Rípoll, Velázquez, 2000; Martin, 2003: 205-277 (Toledo); Olmo, 2000 (Recopolis). 7 Así por ejemplo en los alrededores de la villa de La Olmeda y a dístancias comprendidas entre 3 y 10 km del edificio residencial se han documentado un importante número de edificios con distintas funciones (hábitat, hornos, dependencias rústicas) que podrían ser identíficados corno establecimientos rurales de carácter secundario en los que residirían los rustici dependientes de la propiedad (Nozal Calvo, 1995). 8 Me refiero, en particular, a la región de Lara en la cuenca alta del Arlanza objeto de análisis en Escalona Monge, 2002: 33-72 (épocas romana, tardo antigua y visigoda). 9 En general para las víllas en Hispania sigue siendo útil el catalogo de Gorges 1979. Un análisis de las características arquitectónicas de las víllas tardoantiguas cf. Chavarria, 2005 y Chavarria, 2006. Véanse ahora además las contribuciones al volumen Chavarría, Arce, Brogiolo, 2006. 10 Palol, Cortés, 1974 (informe de las excavaciones); Nozal, Cortés, Abásolo, 2000 (balneum).

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con motivos florales, mientras que la principal estancia de recepción, ubicada en el eje del lado este del peristilo, poseía un mosaico figurado (Ulises en Skiros y escena cinegética) con una rica cenefa en la que destacan una serie de retratos de personajes masculinos y femeninos dentro de medallones colgantes". En estos retratos algunos investigadores han visto a la familia propietaria de la residencia aunque también podría tratarse de retratos imperiales utilizados para dar relevancia y prestigio a la estancia (a la manera de los bustos de emperadores hallados en algunas villas) o porque tal vez la villa era una propiedad imperial. Del alto rango y las conexiones con Roma del propietario de este edificio dejan constancia los dos contorniati, uno con la representación de Nerón y otro de Teodosio, hallados durante las excavacíones'", Hoy en día se sabe que estos medallones de bronce habrían sido producidos en talleres controlados por familias aristocráticas desde mediados del siglo IV (356-358), quizás como consecuencia de la interrupción de la producción de medallones imperiales. Se supone que eran utilizados por las elites senatoriales como un sistema propagandístico durante la celebración de espectáculos de anfiteatro y circo para evidenciar su poder y prestigio social. Se trata pues de piezas que circulaban en restringidos medios aristocráticos. En la Península ibérica han sido hallados sólo dos de estos objetos, ambos en la villa de La Olmeda. El porqué del extraordinario desarrollo que experimenta la arquitectura residencial rural no hay que buscarlo -como se ha hecho tradicionalmente- en las destrucciones y el clima de inseguridad atribuidas a las últimas décadas del siglo III y que habrían provocado un éxodo de la población urbana al campo convertido en principal foco de inversión de los propietarios. Las líneas de investigación actuales tienden a matizar esta visión y se inclinan por considerar que, más que de un abandono de los centros urbanos, se debería hablar de reestructuraciones de carácter administrativo que derivaron en cambios en los cargos y en los intereses de las elites que dejan de invertir sus beneficios en las estructuras urbanas y los orientan hacia la construcción y embellecimiento de edificios de culto cristiano, hacia la construcción de fortificaciones, y de sus propias residencias urbanas y rurales'". En el caso de la Meseta norte, donde la dualidad campo-ciudad dificilmente puede ser aplicada dada la escasez de núcleos urbanos relevantes, la monumentalización de algunas villas se explica mejor por la existencia, en esta zona, de amplios latifundios. Estas propiedades estarían en manos de aristocracías provinciales y también posiblemente de elites senatoriales y de individuos ligados a la administración del Imperio. Creo que de otro modo se hace difícil explicar en pleno valle del Duero las características "palaciales" de algunas de estas residencias. En este contexto resulta sugestiva la hipótesis propuesta por C. Femández Ochoa y A. Morillo, sobre la importancia que adquiere el noroeste hispánico a partir de Diocleciano para la administración del Imperio al convertirse en centro de recaudación de la annona militaris destinada a los ejércitos del limes'". Una reestructuración de este tipo podría haber dado lugar a que aristocracias ligadas a la administración realizaran grandes inversiones en la Meseta norte impulsando el desarrollo de bastos latifundios cerealísticos así como la construcción de villas monumentales. Este proceso llegará a su ápice durante la segunda mitad del siglo IV con la ascensión de la familia Teodosiana (originaria de esta zona) y de sus sucesores. Villas y necrópolis En estrecha relación con estas grandes propiedades se encuentran las llamadas "necrópolis del Duero", cementerios rurales ubicados a veces en las proximidades de algunas villas, otras en relación a castra'", La inexistencia de grandes diferencias entre las distintas sepulturas y la tipología de los depósitos funerarios, compuestos por cerámicas de producción local, vidrios, algún recipiente de bronce e instrumental de hierro para el trabajo agrícola o ganadero, el trabajo de la madera o del metal y armas destinadas a la caza (puntas de lanza y cuchillos tipo Simancas) parecen poder vinucular estos conjuntos con individuos pertenencientes a comunidades campesinas. La cronología de estos cementerios coincide con el momento de expansión de las grandes villas, a las que a veces (como en el caso de las necrópolis de La Olmeda) aparecen estrechamente vinculadas topográficamente". Ambos elementos llevan a sugerir

11 En último lugar sobre esta cenefa cfr. Kiilerich, 2001 quien identifica los retratos de los medallones como posibles componentes de la familia propietaria de la villa. 1. Arce propone, en cambio, identificarlos como retratos imperiales (cf. Arce, 2003). 12 Publicados en Campo, 1991: 39-41. Las obras de referencia sobre estos medallones son Alfoldi, 1942-1943 y Mittag, 1999. 13 Ellis 1991 y ahora Sfameni, 2006. . 14 Femández Ochoa, Morillo Cerdán, 2002 o Femández Ochoa, Morillo Cerdán, 2005 (entre otros trabajos). 15 Sobre estos cementerios véase Fuentes Domínguez, 1989, con toda la discusión historiográfica, catálogo e interpretación. 16 Por el momento ha sido sólo publicada la necrópolis norte Abásolo, Cortés, Pérez Rodríguez-Aragón 1997. Un análisis de las necrópolis de La Olmeda en relación a las transformaciones que experimenta esta villa en Chavarría, 200 l.

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que tales cementerios correspondan a los campesinos y otra población dependiente de estos enormes latifundios que vivía de modo disperso por la propiedad o en núcleos de hábitat más extensos como vici o castra. Se trata probablemente de estos campesinos los que, en momentos de peligro, podían ser reunidos en ejércitos privados como los que acompañaron a Dídimo y Veriniano, familiares del emperador Honorio, en su lucha contra Constantino III a inicios del siglo V 17. Teniendo en cuenta que tras la derrota de Dídimo y Veriniano el general Geroncio permitió a sus tropas devastar los campi pallantini se puede pensar que las tropas de los vencidos (miembros de la familia imperial) se encontrasen en el valle del Duero. Es interesante notar cómo la ocupación de estas necrópolis se inicia hacia mediados del siglo IV, en el momento de mayor esplendor de las villas, y continúa durante el siglo V y el VI, a veces incluso el VII cuando las grandes villas de esta zona habían ya sido abandonadas. La continuidad de uso de las necrópolis sugiere pues la supervivencia de las propiedades incluso tras el abandono de las villas que pudieron ser, en algunos casos reocupadas, por tales comunidades campesinas, aunque no sabemos si por consentimiento del propietario delfundus o porque el propietario había ya desaparecido. Castra y castella Aunque la investigación arqueológica sobre los asentamientos en altura tardoantiguos en España se encuentra todavía en una fase preliminar, se percibe como en algunas zonas de la Península ibérica, yen particular en la Meseta norte, las aglomeraciones fortificadas en altura (en los textos como castra y castella) pudieron tener un papel significativo en la, evolución del poblamiento tardoantiguo y altomedieval'f. Por Hidacio sabemos que en el siglo V estos castella eran uno de los principales tipos de asentamiento donde habitaban los hispanos en el siglo V, al menos en esta zona'", Del parrochiale suevum se puede deducir que eran un elemento importante en la organización eclesiástica'", y de hecho, algunos castra se convirtieron en sedes episcopales (Auca en el siglo VI)21, mientras que la lectura de algunas pizarras visigodas permite intuir cómo este tipo de asentamiento formaba parte, tal vez, de la organización fiscal del reino 22 • En la documentación hagiográfica las menciones a asentamientos de altura relacionados con los segmentos de poder locales son muy frecuentes'". En el 711, castra y vici eran, según la Crónica de Albelda, los principales tipos de asentamientos en el territorio a los que se trasladaron las aristocracias visigodas una vez completados los pactos con los árabes'", Entre los castra estudiados más recientemente se puede citar el de Cristo de San Esteban (Muelas de Pan, Zamora), ubicado sobre una elevación de 4,25 hectáreas, situada en la orilla izquierda del río Esla25. Las excavaciones, realizadas entre 1989 y 1993, han descubierto un asentamiento de origen protohistórico reocupado en época tardoantigua cuando es fortificado con una muralla construida con grandes bloques de piedra irregulares y material reutilizado romano, dispuestos sin argamasa. En su interior fueron hallados varios edificios construidos con piedra. Los materiales (TSHT, DSP y cerámica común), recipientes de metal, objetos de indumentaria personal, puntas de flecha, lanza y cuchillos tipo Simancas apuntan hacia una cultura muy similar a la de las necrópolis del Duero y a una datación comprendida entre fmales del siglo IV y el VII . El castrum de Tedeja, objeto de intervenciones desde 1992, se encuentra en el desfiladero de la Horadada, comunicación natural entre la Bureba burgalense al sur y las Merindades, al norte, en la

17 Sozomeno,

Historia ecclesiastica IX, 11,4; Zósimo, Historia Nova VI, 4. Amplio análisis del episodio en Arce, 2005b: 41-47. Sobre este tipo de poblamiento y su evolución en época tardoantigua en el norte peninsular han trabajado últimamente Martin Viso, 2000; Escalona, 2002: 52-55; 70-71 YCastellanos, Martín-Vise, 2005. Habian ya señalado la importancia de los castra, entre otros, Avello Álvarez, 1983; Abásolo 1999: 95. Contra Arce, 2005b: 234-243 quien opina que los términos castrum y caste/lum se refieren (al menos en el siglo V) a villas fortificadas. 19 (Chronica, 49, 17). 20 Extenso análisis de este documento en Díaz, 1998. 21 Sabemos que fue sede episcopal al menos desde el 585 cuando su obispo, Asterio, participó en el III Concilio de Toledo (Vives, 1963: 31). Sobre los restos materiales de este castrum, fortificado en época tardoantigua, véase García Merino, 1975: 226; TIR-K30: 213. 22 Se trata de la pizarra n. 20 hallada en Pelayos (Salamanca) y datable en el siglo VII: - - - - - -/ P suscepimus [pe]r [castros]/is per numeros VI/suscepimos d[u]os/castros JI te m[- - -Ji s[- - -l/suscepimus per castros tres [- - -?]/suscepimus/per castr[os - - ]/suscep[imus]/ per c[astros - - -]/- - - - - - el texto de esta pizarra sugiere algún tipo de pago, quizás de carácter fiscal (Velázquez, 2001: p. 28). Sobre la relación entre impuestos y castra cf. Martín Viso (e.p.) 23 Castellanos, 2004: 94-101 (con referencias textuales y ejemplos arqueológicos). 24 Post yero idem septem tempora inter illos missi discurrunt, et sic super pactumfirmum et verbum inmutauile descenderunt, ut et homnis civitas frangerent et castris et vicis habitarent (Crónica de Albelda, XIV), 25 Domínguez Bolaños, 1997; Larren et alii, 2003: 279-281. 18

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provincia de Burgos'", El asentamiento ocupa una extensión no inferior a los 20.000 metros cuadrados y estaba protegido por una estructura defensiva constituida por un foso, una contraescarpa reforzada con mampostería a hueso o trabada con tierra, una terraza y la muralla. Ésta, de dos metros de ancho (2 '70 con el paso de ronda) está construida con dos forros de mampostería y un relleno interno y estaba reforzada con torres semicirculares. Los sondeos realizados en el interior del asentamiento no han localizado todavía estructuras arquitectónicas significativas. Gracias a loa materiales arqueológicos recuperados (terra sigillata, cerámica gris de tradición paleocristiana y una punta de lanza con paralelos en Molte Cíldá y Taniñe) y sobre todo a las fechas obtenidas por C l 4 se ha podido establecer con bastante seguridad la secuencia evolutiva del castrum": Su origen se sitúa en el siglo III cuando existiría una simple turris cuadrangular que fue incorporada a una fortificación más compleja en el siglo V. El asentamiento permanece ocupado sin solución de continuidad durante toda la época visigoda y hasta época condal. Menos clara es la cronología y secuencia del castrum de La Yecla en Santo Domingo de Silos (BurgoS)28. Se trata de un asentamiento fortificado del que se conoce parte de la muralla (que reforzaba las defensas naturales), tres edificios de habitación donde han aparecido instrumentos metálicos, cerámica de cocina y TSHT, y una necrópolis de época visigoda instalada en el interior del asentamiento posiblemente en relación a un edificio de cult0 29. Fuera de las murallas ha sido hallado un basurero del que provienen numerosos instrumentos de hierro, un molino de mano y monedas del siglo IV mientras que en las grietas del versante del castrum se han documentado indicios de ocupación así como numerosos instrumentos de hierro y cerámica. Los materiales proporcionan un periodo de ocupación comprendido entre el siglo V y la primera mitad del VI, aunque la presencia de una necrópolis de los siglos VII-VIII evidencia, posiblemente, una ocupación más amplia'". También un edificio de culto ha sido localizado en el castrum del Cerro de la Cabeza de Navasangil (Solosancho, Á vila) iglesia que, según sus investigadores, se fecharía en el siglo VI aunque fue reconstruida en el siglo sucesiv031• De enorme interés resulta la mención de "materiales de construcción muy vistosos, algunos importados de lugares de cierta distancia, así como elementos muebles de calidad" aunque no se especifica a qué tipo de materiales se refiere. Del castrum, excavado en los años 1970 por E. Pérez Herrero, se conoce la muralla y varios edificios en piedra de posible uso habitacíonal'". Los materiales proporcionan una datación de entre los siglos V y VII para su ocupación, mientras que el abandono fue marcado por un íncendío'", Aparte de la presencia de fortificaciones, en algunos casos de habitaciones o de edificios de culto, los hallazgos materiales y la existencia de necrópolis, poco se sabe sobre la organización interna y la función de estos y otros asentamientos en altura ya que raramente han sido excavados en extensión. Se intuye cómo, al igual que los castella documentados en la Gallia meridional y en el norte de Italia", estos asentamientos tenían características morfológicas y funcionales muy diversas: desde pequeños lugares fortificados con una función principalmente militar, a núcleos más amplios sede de comunidades rurales, 35 a asentamientos "aristocráticos" en altura . Su cronología es también heterogenea. Muchos tienen un origen prerromano y fueron fueron abandonados a favor de los asentamientos en llanos durante los primeros siglos de nuestra era produciéndose un hiato en su ocupación hasta el siglo V. Otros revelan signos de frecuentación durante toda la época romana. En cuanto a su abandono en algunos casos se fecha hacia el siglo VIII, en otros perduran hasta la baja edad media.

Lecanda, 2002 (con bibliografia precedente). Lecanda, 2002: 688. 28 Las excavaciones en González Salas, 1945. Una síntesis crítica en Escalona, 2002: 53-54, 70-71. 29 Escalona, 2002: 71. 30 Una opinión distinta en Escalona, 2002: 70 para quien "los indicios de hábitat de época visigoda en Yecla son poco convincentes". 31 Fabián García, 1997-1998: 271. 32 Fabián García, 1997-1998: 276-277. 33 Larrén Izquierdo, 1989. 34 Una clasificación de los castra provenzales en Schneider, 2004. Para Italia septentrional cf. Brogiolo, Gelichi, 1996; Cagnana, 2001. Una síntesis sobre el fenómeno de los castella tardoantiguos en Brogiolo, Chavarría 2005 (capítulo 5). 35 Abásolo distingue entre "poblados amurallados" (Las Merchanas, Lumbrales, La Nuez de Abajo, Taniñe o Suellacabras) y "castillos roqueros" con una función de atalaya y defensa (Tudanca, Siero, Ordejón) (Abásolo, 1999: 95). Escalona diferencia, en el este de la provincia de Burgos, castra de carácter comunitario (como Gorrnaz o El Castillo de Ura), asentamientos con una función meramente militar y estratégica (como La Muela y Peñadobe en Quintalara) y high status sites como el castro de La Yecla, en Santo Domingo de Silos (Escalona, 2002: 53-54). 26

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Villas, cabañas y necrópolis Los conflictos políticos que tuvieron lugar durante la primera mitad del siglo V en la Península Ibérica (primero la guerra civil entre los partidarios de Honorio y el usurpador Constantino III, luego la penetración de Suevos, Vándalos y Alanos y las sucesivas luchas de éstos contra las tropas visigodasj" no han dejado huellas destacables en el registro arqueológico. Las excavaciones más recientes realizadas en algunas villas y un análisis crítico de las excavaciones antiguas permiten desmentir las noticias relativas a los niveles de destrucción del siglo V mencionados en los trabajos de los años 1960 y 197037 • Pero es indudable que estos conflictos marcaron, junto con la general desintegración de las estructuras económicas, administrativas y sociales romanas que se produce a lo largo del siglo V, el inicio del final de un sistema que había caracterizado al territorio del Imperio durante más de cinco siglos. Los datos disponibles sobre las villas del valle del Duero muestran cómo la mayor parte de villas dejo de ser objeto de inversiones significativas a partir de inicios de siglo V y, en muchas, los materiales revelan el abandono de los edificios a fmales de ese siglo. El análisis del material numismático realizado por M. Campo en La Olmeda (unas 750 monedas de las que se han identificado 500 ejemplares pertenecientes al siglo IV e inicios del V d.C.) indica una ocupación del yacimiento durante -como mínimo- toda la primera mitad del siglo V. A partir de ese momento la práctica desaparición en los hallazgos se considera consecuencia de la reducción en la emisión de moneda y del cierre de los circuitos monetarios y por tanto es inútil realizar consideraciones sobre la continuidad o no en la ocupación de la villa a partir de la presencia o no de monedas. Los datos aportados por el estudio del material cerámico señalan, en cambio, una ocupación hasta mediados del siglo V momento en que se fecha un interesante conjunto de cerámicas locales derivadas de las sigillatas paleocristianas gálicas con decoración estampada realizada a punzón"; En algunas villas ha sido documentada cerámica de cronologías posteriores pero su presencia no es por fuerza indicativa de la supervivencia de la villa como residencia aristocrática. Como se verifica en otras zonas de la Península ibérica, el fmal de las villas no significó el abandono defmitivo de estos edificios. Las noticias relativas a reocupaciones "marginales" en las villas en forma de muros de compartimentación, cabañas, hogares, hornos, basureros, silos, etc. son frecuentes'", De la villa de Los Quintanares (Soria) se dice que "finalmente, abandonada, fue refugio de gentes que se albergaron pobremente en sus muros',4o. En La Olmeda (Palencia) se documentaron "unos muros muy bastos y malos colocados encima del pavimento de la cacería" en el ángulo noroeste de la principal estancia de recepción del edificio". En la villa de Aldealhama (Salamanca) la fotografia aérea muestra compartimentaciones en los corredores del peristilo y se intuye una reutilización funeraria de algunas zonas de este edificio42. En la villa de Prado (Valladolid) se hace referencia a una reocupación de la residencia tras su abandono evidenciada en la presencia de hoyos basureros y amontonamientos de escombros con material cerámico tardí0 43• Sólo la villa de Baños de Valdearados (Burgos), posiblemente monumentalizada a mediados del siglo V (datación estratigráfica de un mosaicoj'", presenta abundante cerámica que podría indicar una continuidad hasta la primera mitad del siglo VI. En el siglo VI la mayoría de villas monumentales de la Meseta norte había sido abandonada o presentaba un aspecto muy lejano al de su período de esplendor en los siglos IV y V. Por el momento es imposible asegurar si las compartimentaciones, hábitats en materiales perecederos, hogares, y basureros reflejan la continuidad de uso de estos edificios por parte de una elite propietaria que vive en condiciones mucho más austeras a las de sus predecesores o si bien constituyen un indicio de reocupación marginal por parte de otros individuos y, por lo tanto, no pueden ser tomados como evidencia de continuidad.

Un análisis de todos estos acontecimientos en Arce, 2005b. En las villas de Los Quintanares (Rioseco de Soria, Soria) (Ortego, 1977); Los Villares (Santervas del Burgo, Soria) (Ortego, 1965) o Prado (Valladolid) (CMEXI, p. 48). 38 Nozal y Puertas, 1995. 39 Chavarria, 2004a, e.p. El mismo fenómeno que se produce en otras provincias del occidente del Imperio como se observa en numerosos trabajos: Ripoll, Arce, 2001; Lewit, 2003; Lewit, 2005; Chavarria 2004b y Brogiolo, Chavarria 2005 (capítulo 4) entre otros. 40 Ortego,1977: 292. 41 Palol y Cortés, 1974: 19, lámina L. 42 Ariño Gil, Riera i Mora, Rodríguez Hemández, 2002: 306. ~Sánchez, 1997:726. 44 Argente Oliver, 1979 (villa); CME XII (mosaicos); Caballero Zoreda, Argente Oliver, 1975 (cerámica). 36 37

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Romanos y visigodos en el valle del Duero (siglos V- VIII)

El abandono de las enormes villas de la Meseta norte durante el siglo V no fue provocado por las invasiones sino que fue consecuencia de la desarticulación de la administración romana en esta zona a la que las villas, como se ha sugerido, estaban íntimamente relacíonadasf POBLAMIENTO RURAL EN ÉPOCA VISIGODA (SIGLOS VI-VII) Visigodos y villas La llegada de los visigodos no parece haber supuesto un cambio dramático en la estructura del poblamiento rural de la zona en examen. Las transformaciones y abandonos de las villas y la reocupación de los asentamientos de altura forman parte de un largo proceso que comienza a inicios del siglo V y continúa durante los siglos sucesivos. La documentación arqueológica y, en particular, las necrópolis revelan cómo la Meseta norte fue sede del asentamiento de una parte'" de la población visigoda que penetró en Hispania a partir de la segunda mitad del siglo V47• El asentamiento de población visigoda en esta zona se explica probablemente por la existencia de grandes propiedades otrora pertenecientes al emperador y a importantes familias aristocráticas que pasaron probablemente a manos de las élites y del fisco visigodo en el momento de su asentamiento en Hispania. Esta afirmación se basa no sólo en lo que sabemos de la Meseta en época tardoantigua y que ya hemos expuesto anteriormente, sino también en numerosos indicios en los. textos que permiten intuir cómo la aristocracia visigoda poseía numerosos intereses en el valle del Duer0 48. No tenemos datos sobre el modo en que estos individuos se instalaron en el territorio. Es muy probable que, como otras zonas del Imperio, algunos visigodos reutilizasen las residencias romanas que ya existían en el territorio, aunque es imposible diferenciarla de las reocupaciones realizadas por la población hispanorromana. Del uso de las villas por parte de la población visigoda habla únicamente por ahora en la reutilización de algunos conjuntos arquitectónicos como espacio funerario. El ejemplo mejor conocido es el de la villa de Aguilafuente (Segovia) sobre cuyas ruinas se descubrieron 198 sepulturas de fosa simple, fosa revestida con losas y excepcionalmente cubierta con lajas de pizarra, ataúd de madera y parihuelas. Numerosas sepulturas tenía depósito funerario compuesto por objetos de adorno personal de adscripción visigoda y, en algún caso, cerámica, pero sólo se ha publicado un conjunto". Se apunta una cronología inicial para la reutilización en el segundo tercio del siglo VI y una perduración hasta el siglo VII. La tumba publicada se hallaba en la esquina noroeste de la habitación 1 y conservaba un depósito funerario compuesto por 1 pendiente, 48 cuentas de pasta vítrea y ámbar, tres engarces de bronce, 1 broche de cinturón de hebilla arriñonada y placa rectangular y dos grandes fibulas de técnica trilaminar. Las excavaciones son antiguas y publicadas de modo escueto

En otras zonas de la Península en cambio como por ejemplo el valle del Ebro una mayor perduración de las estructuras romanas ya fuera a nivel administrativo como del poder de las aristocracias tradicionales pudo favorecer una continuidad mayor del sistema de las villas como demuestra la datación tardía de sus mosaicos (pita Mercé, 1969). 46 Es evidente que la población visigoda no ocupó exclusivamente estas tierras sino que tanto la arqueología como las fuentes textuales revelan cómo la población visigoda ocupó también los núcleos urbanos y otras áreas de la Península. 47 Sobre las características de estas necrópolis véanse los numerosos trabajos que G. Ripoll ha escrito sobre el tema (1989, 1998, 2000 entre otros). En las últimas décadas se ha discutido enormemente sobre el carácter de la población de estas necrópolis (¿población campesina o militares?) e incluso se ha llegado a negar el carácter visigodo de los inhumados (desde los trabajos de Dominguez Monedero, 1986 a y b). Esta reacción a las propuestas tradicionalistas en boga hasta los años '80 se inscribe por otra parte en una tendencia historiográfica ampliamente consolidada en las últimas décadas y en la que se defienden (a partir de una base de carácter histórico y no arqueológico) conceptos relativos a la continuidad del mundo romano y al pacífico asentamiento de las poblaciones germánicas que se encontraban, según esta interpretación, profundamente romanizadas. La identificación de grupos no romanos a partir de los tipos de sepulturas, los ajuares o sus carácteres antropológicos no es posible lógicamente para estos investigadores. Independientemente del significado de estos ajuares (étnico, social, ideológica) y del volumen de los mismos en el conjunto de los cementerios, el carácter alóctono de necrópolis como Herrera del Pisuerga, Duraron o El Carpio de Tajo me parece poco discutible. En cuanto al carácter de los inhumados (militares o campesinos) estoy de acuerdo con P. Díaz cuando sugiere que podría tratarse de una "falsa disyuntiva" puesto que al tratarse de un asentamiento con intencionalidad de perduración la ocupación agrícola y militar debió de ser simultánea (Díaz, 1994: 466-467). 48 P. Díaz señala por ejemplo cómo a pesar de que la administración visigoda mantuvo a grandes lineas la organización territoríal romana incorporó las tierras de la Meseta norte (otrora pertenecientes a la Tarraconense y tal vez a la Gallaecia) a la provincia Carthaginense para ejercer en ellas desde Toledo un control más directo. Recuerda además cómo Chindasvinto se hizo proclamar en Pampalica (Burgos), que Wamba fue elegido rey en Gerticos tterritorium de Salamanca) y que la iglesia dedicada a San Juan por Recesvinto estaba también en la Meseta norte (cfr. infra), indicio todo ello de que tales monarcas poseían tierras en la zona (Díaz, 1994:471). 49 Lucas y Viñas, 1977b.

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aunque algunas referencias parecen indicar que en conexión con la necrópolis pudo existir un hábitat y tal vez un edificio de culto. Sus investigadores se refieren a la presencia de cerámica gris "casi negra con decoración estampillada" y de cerámica común que suponen "muy tardía" así como de un capitel "cuyas características delatan un estilo que no puede ser anterior al siglo VII',5o. También en el sector residencial de la villa de Palazuelos de Eresma (Segovia) se instaló una necrópolis aparentemente de tipo visigodo a juzgar por la noticia relativa al hallazgo en 1991 de un cementerio una de cuyas tumbas presentaba "un ajuar típico completo't", El carácter de urgencia de la intervención arqueológica y lo limitado de la misma (se excavaron solo tres sepulturas) impide pronunciarse sobre la extensión e identificación cultural de los inhumados. Es muy posible que las estructuras sobre las que se instala la gran necrópolis visigoda de Duratón (correspondientes a numerosos muros y una gran exedra) correspondan también a una villa52. La información relativa a estos yacimientos es demasiado vaga para establecer una secuencia cronológica relativa a las villas y a las necrópolis que se asientan sobre ellas. Es probable que las tumbas indiquen la presencia de un hábitat muy cercano (en la misma villa o en sus inmediatas proximidades) y que la, hasta ahora incapacidad para reconocerlo, sea debida a las características de estas estructuras habitacionales construidas en materiales perecederos53. Los poblados visigodos Aldeas o poblados construidos prevalentemente con materiales perecederos empiezan a documentarse en algunas zonas de la Meseta gracias a la actividad de la arqueología de gestión. La Cárcava de la Peladera (Hontoria, Segovia) o Las Escorralizas- Camino de Quiñones (Morales de Toro, Zamoraj" son algunos de estos poblados constituidos por cabañas semienterradas de pequeñas dimensiones acompañadas de silos, hogares, hornos y pozos. El estudio de los materiales cerámicos permite datarlos entre el siglo V (La Cárcava de la Peladera), VI (Las Escorralizas), y el VII (La Cárcava de la Peladera, Las Escorralizas). Aunque fuera de nuestra área de estudio conviene señalar también el poblado de Gózquez (San Martin de la Vega, Madrid) 55, donde excavaciones en extensión han documentado un extenso poblado con numerosos fondos de cabaña de planta rectangular u oval y edificios con bases en piedra y alzados de madera. No es posible determinar qué tipo de población habitaba en estos asentamientos. Aunque se han relacionado con comunidades aldeanas de campesinos independientes surgidos tras el fmal de las villas 56 los análisis paleobotánicos yarqueozoológicos realizados por M. Vigil-Escalera en Gózquez revelan que su economía (basada en la cerealicultura, el cultivo de olivares y la crianza de équidos) y la existencia de numerosos pozos hidráulicos, apunta a una "organización económica ajena", dependiente, posiblemente, de una aristocracia residente en los núcleos urbanos 57. Estos estudios pondrían de manifiesto cómo, al menos en algunos casos, estos poblados estarían habitados por campesinos dependientes que trabajarían para las aristocracias propietarias que existían en época visigoda'", En ninguno de estos poblados han aparecido materiales que permitan identificar a sus ocupantes como alóctonos. Sólo en Gózquez se insinúa una presencia visigoda a partir de la tipología de algunas cabañas (Grubenháuser de planta cuadrangularj'" aunque las actuales tendencias historiográficas relativas al proceso de etnogénesis y a la profunda romanización de los visigodos en el momento de su asentamiento, hacen problemático pronunciarse en favor de una identificación étnica para estos hábitats.

Lucas y Viñas, 1977a: 250 Municio González, 1994: 312. 52 Molinero Pérez, 1948: 18. 53 Esto es al menos lo que se desprende de algunos yacimientos excavados en otras áreas del Imperio donde los cementerios altomedievales (alóctonos o autóctonos) instalados en villas tardoantiguas suelen estar acompañados de estructuras de hábitat marginal (cf. Brogiolo, Chavarría 2005, capitulos 4 y 6). 54 Descripción de estos asentamientos en Azkárate, Quirós 200l. Los materiales cerámicos en Larrén el alii 2003: 28\-283. 55 Vigil Escalera, 2000 y 2003a. 56 Azkárate, Quirós 200 \. 57 Vigil Escalera, 2003b. Refiriéndose a estos mismos poblados S. Castellanos, 2004: 86 opina que "no debieron de quedar al margen de la ofensiva aristocrática". 58 Un amplio análisis sobre las características de estas aristocracias propietarias y sobre la organización de sus propiedades a partir de los testimonios recogidos en la documentación hagiográfica en Castellanos, 2004. También Wickham defiende la presencia de una élite propietaria visigoda a partir de los textos legislatívos, hagiográficos y en las pizarras (Wickham, 2005: 219-232). 59 Vigil Escalera, 2000. 50

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A estas aldeas cabe añadir la mayor parte de castra de fundación tardoantigua que continuaron ocupados hasta como mínimo el siglo VII y que parecen constituir el principal tipo de asentamiento donde habitaba la población en esta época. El poblamiento disperso, sin embargo, no desaparece. Las reutilizaciones habitacionales que se documentan en algunas villas y la aparición de nuevos asentamientos aislados, como los que aparecen el siglo VII en la periferia de algunas villas de la comarca de La Armuña (Salamanca), revelan la supervivencia de un poblamiento disperso que convive con las aglomeraciones en llano y en altura'", Hábitats dispersos de cierta entidad debían de ser las uillulae a las que se refieren algunos textos contemporáneos a partir del siglo VI6 1• Así las VSPE se refieren a las uillulae destruidas por un desbordamiento del río Guadiana'f, mientras que en la Regula Fructuosi se invita a los monjes a renunciar a sus riquezas y a sus uillulae63• Es este tipo de estructuras la que se utiliza como base para la construcción de edificios de culto rurales según indican autores como I1defonso de Toledo, quien funda un monasterio femenino in Deibisensii uillula 64, Félix de Toledo, al referirse a un monasterio sancti Felicis, quod est Cabensi in uillula65 o el rey Wamba quien crea una sede episcopal en el monasterio que existía en la uillula de Aquis'". La documentación arqueológica relativa a las construcciones rurales de época visigoda es, como hemos visto, prácticamente inexistente, lo que impide determinar las características formales de estos edificios. Sin embargo la noticia relativa a la residencia rural del rey Recesvinto en Gérticos (año 672), calificada como uillula en la Historia Wambae, puede indicar que se trataba todavía de edificios de ímportancia'", Los vestigios materiales relativos a estas residencias aristocráticas rurales de época visigoda son, por el momento, casi nulos, reduciéndose (si se acepta su datación visigoda) a la villa de Pla de Nadal (Valencia). Iglesias y aristocracias en época visigoda

La evidencia más consistente de la pervivencia de una aristocracia propietaria en la Meseta está constituida por los edificios de culto rurales. A diferencia de otras zonas de la Península como el levante, la Bética o Extremadura (donde numerosas iglesias existen ya en el siglo VI) las iglesias rurales en la Meseta norte aparecen en un momento más tardío y raramente, como sucede en otras zonas, en conexión con villas tardoantiguas. Uno de los pocos yacimientos donde podría existir una conexión entre villa e iglesia es el de Las Calaveras (Renedo de Esgueva, Valladolid) donde campañas de prospección aérea han documentado una villa y a 700 m de distancia lo que parece una enorme basílica rural de 30 x 25 m con absides contrapuestos y tal vez baptisterio'", Aunque obviamente cabe sólo esperar a los resultados de futuras excavaciones para determinar su cronología y la relación con la villa, parece que los materiales de superficie indiquen una datación entorno al siglo VI. Es a partir del siglo VI, y sobretodo en el siglo VII cuando la Meseta experimentó, como otras zonas de la Península, una intensa actividad de construcción de iglesias, incentivada principalmente por las clases aristocráticas. Los concilios se refieren a menudo a la construcción de iglesias por parte de laicos (canon 5 del 11 Concilio de Braga del 572, 1 del IX Concilio de Toledo del 655, 1 del III Concilio de Zaragoza del 691), aunque la referencia más elocuente se recoge en el canon 19 del Concilio de Merida (666) donde se hace referencia a las multae ecclesiae constitutae, quae a fidelibus factae. El análisis de estos documentos permite intuir, no sólo una intensa actividad constructiva por parte de las aristocracias

Ariño Gil, Rodríguez Hernández, .1997; Ariño Gil, Riera i Mora, Rodríguez Hemández 2002. Sobre el vocablo ui/lula cf. Isla Frez, 2001. También el término domus pudo referirse a una residencia aristocrática en el campo según se desprende de la mención a la domus del senador Honorio en la Vida de San Emiliano (VSE XVII, 24). Amplio análisis de éste y otros pasajes de la Vita Sancti Aemiliani en Castellanos, 1998. En particular sobre la domus de Honorio en Parpalines Castellanos, 1998: 41-49. 62 VSPE II, 28. 63 Fructuoso de Braga, Regula monaehorum, VI. 64 Julián de Toledo, Beati Ildefonsi Elogium. 65 Félix de Toledo, Saneti Iuliani toletani episeopi Vita seu Elogium. 66 Canon V del XII Concilio de Toledo XII. 67 Julián de Toledo, Historia Wambae, III, 37-39: Gerebantur enim ista in uil/ula, eui antiquitas Gertieos nomen dedit, qae fere eentum uiginti milibus ab urbe regia distans in Salamanrieensi territorio sita esto En la Crónica de Alfonso III, 1 (versión Rotense), p. 114 se refiere a la misma residencia como uilla: Recesuindus Gotorum rex ab urbe Toleto egrediens in uillam propiam uenit, eui nomen erat Gerticos.... 68 Regueras Grande, del Olmo, 1997. 60

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de época visigoda, sino también sus esfuerzos por controlar estas fundaciones desde un punto de vista organizativo y económic0 69. Aunque el estudio de las iglesias altomedievales de esta zona resulta complicado, debido a la dificultad que existe para fechar muchos de los edificios70, creo que vale la pena analizar algunos ejemplos, teniendo en cuenta que las hipótesis que planteo respecto a su función y significado pueden ser igualmente válidas para el siglo VII o para el siglo sucesivo. Entre las iglesias con una cronología bien establecida, grácias a documentación epigráfica, se encuentra la de Santa Maria de Mijangos (La Merindad de Cuesta Urria, Burgos)", fechada a finales del siglo VI-inicios del VII a partir del epígrafe que se refiere a la consagración del edificio por parte del obispo Asterio, firmante de las actas del III Concilio de Toledo (589) en época del rey Recaredo (586601)72. Se trata de una iglesia de 20 x 8,5 m, cabecera tripartita plana, contraábside y pórtico en el lado meridional. El interior de la cabecera tripartita estaba sobreelevado con respecto a la nave y en sus tres compartimentos se han documentado las improntas para la colocación de altares. Alrededor de la iglesia se localiza un área funeraria con sarcófagos y tumbas de lajas. La cronología proporcionada por el epígrafe fundacional está confirmada por el material cerámico y los análisis de C I4 efectuados. En el texto no se hace referencia a quién fue el fundador del edificio por lo que no podemos asegurar que se trate de una fundación privada aunque sus dimensiones, la presencia de sepulturas privilegiadas y la ausencia de instalaciones bautismales parecen apuntar que se trataba de una iglesia funeraria patrocinada por un noble de la zona. Poco se conoce del contexto habitacional relacionado con esta iglesia. Las prospecciones han documentado la existencia de varios edificios pero los datos son demasiado escasos para proponer una eventual identificación. Otro edificio de este tipo es la iglesia de la Asuncion en San Vicente del Valle (Burgos)73 donde las excavaciones, realizadas en 1990 y 1993, han documentada una iglesia primitiva con ábside cuadrangular, una única nave y, al menos, una sepultura privilegiada en la parte oeste de la nave en eje con el altar. La técnica constructiva y algunos hallazgos cerámicos (pocos, hay que reconocerlo) conduce a sus investigadores a datar el edificio en época visigoda, hacia finales del siglo VI o ya en el VII. Una fundación con más que probable carácter aristocrático es la.conocida iglesia de Quintanilla de las Viñas (Burgosj", Aunque sus características planimétricas y extraordinario aparato decorativo son bien conocidas vale la pena recordar (con relación a su cronología) la presencia de una sepultura privilegiada a los pies de la nave norte dentro de la cual se encontraba un jarrito en bronce del siglo V1I7S, datación que coincide con la del tenante de altar documentado en el interior del edificio y la abundante cerámica "claramente visigótica" hallada durante las excavaciones ". La iglesia fue construida en relación con un establecimiento rural de notables dimensiones (para lo que son los parámetros del territorio de Lara, el núcleo urbano más próximo) que podría haber pertenecido a una importante familia de Lara, según indica la documentación epigráfica romana 77. Una inscripción realizada en uno de los capiteles sobre los que se apoyaba el arco triunfal de acceso al ábside y, tal vez también un anagrama que aparece en la decoración externa de la iglesia, apuntan a que la iglesia fue construida por Flammola", probablemente una noble local. A finales del siglo IX sus descendientes convertirán la iglesia funeraria en un monasterio femenino 79. La construcción de iglesias por parte de las élites altomedievales es un fenómeno habitual en otras áreas de Europa durante los siglos VII y VIII. En áreas como la Gallia merovingia o la Italia longobarda se ha podido establecer como las aristocracias fundaban, en el interior de sus propiedades rurales, iglesias y monasterios concebidos principalmente como espacios funerarios privilegiados y como elemento de

Sobre este punto véase Díaz, 2003: 139 y Castellanos, 2005: 145-161 (en ambos casos a partir del análisis de las fuentes textuales). 70 Cf. el debate en Caballero, Mateos, 2000. 71 Lecanda,2000:184-194. 72 consacratus est / oo.) (Io)cus s(an)c(ta)e Mariae. / .oo) (P)ontifice Astería. / .oo) sub di(e) pri(die) non(a)s M(a)ias / oo.) XVI (glo)riosi dom(ini) n(o)s(tr)i Recca(redi) (Lecanda 1994). 73 Aparicio Bastardo, de la Fuente, 1996. 74 Iñiguez Almech, 1955: 79-89; Andres Ordax, Abásolo Álvarez, 1980; Escalona, 2002: 67-70. 75 El jarrita de bronce en Iñiguez Almerch, 1955: 89, fig. 108. 76 Según Iñiguez Almech, 1955: 79-89. 77 Escalona, 2002: 272-273. 78 (Croce) OC EXIGVVUM EXIGVA OFF(ert) D(e)O FLAMMOLA VOTVM (lectura da Andres Ordax, Abásolo 1980: 39-40). El mismo nombre se propone leer en el anagrama de la decoración externa (Andres Ordax, Abásolo, 1980: 40). 79 Amplia argumentación en Escalona, 2002: 266-268.

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ostentación y conmemoración del status de la familia constructora'", Lo mismo sucedía en la Hispania visigoda donde las Iglesias funerarias, dotadas frequentemente con reliquias, fueron utilizadas por las aristocracias como sistema para afirmar su prestigio e identidad en el territorio. Un sistema utilizado también por la monarquía visigoda según revela la noticia del monasterio que el rey Chindasvinto construyó en San Román de Hornija, concebido, según la continuatio de la Historia Gothorum, para que en él fueran sepelidos él mismo y Reciberga, la esposa de Recesvinto'". La ausencia de excavaciones en extensión en los alrededores de estas iglesias impide verificar la presencia de complejos habitacionales asociados a estos edificios que puedan ser identificados como las residencias aristocráticas (¿las uillulae?) en las que tal vez residieran de modo temporal los nobles y reyes que hicieron construir tales edificios de cuIto. LA ORGANIZACIÓN DE LA PROPIEDAD RURAL EN ÉPOCA VISIGODA La considerable presencia de visigodos en el territorio (documentados a través de las necrópolis) y algunas referencias en la documentación legislativa parecen apuntar a que la tierra en la Hispania de época visigoda estaba repartida entre romanos y visigodos'é. Textos relativos a los últimos años del reino visigodo se refieren a la existencia de propiedades significativas como las que todavía conservaban los hijos de Vitiza o el noble Teodomiro. Más difícil es establecer si cuando llegaron los árabes la nobleza visigoda tenía ya un marcado carácter rural o si, por el contrario, habitaba todavía en los núcleos urbanos'i'. La Crónica de Abelda podría confirmar esta última posibilidad cuando señala cómo, una vez realizados los pactos, los vencidos abandonaron las ciudades y se establecieron en las zonas rurales'". Por lo que se refiere a la organización de las propiedades en época visigoda, la documentación textual apunta a una importante continuidad de prácticas respecto a la Antigüedad tardía, tanto en 10 que se refiere a la organización del trabajo'" como en la utilización de la renta como principal canal de captación del excedente agrícola'", Testimonio de un sistema de explotación de grandes propiedades mediante campesinos dependientes son las llamadas "pizarras visigodas" halladas sobretodo en la zona occidental de la Meseta y particularmente en las provincias de Salamanca, Ávila y Valladolíd'", Entre las pizarras que tienen una relación directa con el mundo agrícola (vectigalia), algunas (5, 10, 45, 46-48, 54, 93, etc.) enumeran nombres de personas seguidos de cantidades de productos expresadas en modios y sestarios. En otros casos los nombres desaparecen y se indican sólo las cantidadesss. En algunas piezas (45,46,47, 125), los nombres están acompañados de la expresión in afio cuso o cusso, término que 1. Velázquez relaciona con cursus, sinónimo de praedium, fracción de una propiedad por cuyo uso se pagaban determinadas rentas. Estas pizarras constiuirían pues pagos en especie (cereales) por parte de campesinos dependientes al propietario de las tierras en las que vivían y trabaiaban'", No faltan tampoco referencias de pagos por el uso de animales pertenecientes al dominus (exprendit Ioannis ad kaballos mod(ios) XXXIII) o por angarias: (- - -Juit Ioannis in angarias mod(ios) LX.. (pizarra 5).

soSobre este tipo de iglesias-mausoleo en otras áreas de la Europa altomedieval véanse entre otros (para área merovingia) Colardelle 1983; Bohrne 1996 y (para la Italia longobarda) Brogiolo 2002 y La Rocca 2005. SI La referencia en Velázquez, Hernando, 2000: 303. Del edificio se conservan únicamente algunos elementos de escultura altomedieval (Arbeiter, Noack Haley 1999: 258-261), pero es probable que en esta iglesia se encontrase una inscripción idéntica (si no la misma) a aquélla que hoy se conserva en la iglesia de San Juan de Baños (Palencia). Sobre la la posibilidad de que este famoso epígrafe provenga en realidad de San Román de Hornija se pronuncian (con mucha cautela) Velázquez, Hernando, 2000. S2 1. V. XI, 8-9: De divisione terrarumfacta inter Gothum atque Romanum) y las leyes relativas a las terrae consortis (X 1,6 o X 1,7oX,I,9). S3 Véanse, sobre esta última fase del reino visigodo, las oportunas reflexiones de Manzano, 2000: 408-409. ll4 Texto citado supra. as Una excelente síntesis sobre el modo en que estaban organizadas y se explotaban las propiedades tardoantiguas en Vera, 1998 así como los capítulos que Wíckham (2005) dedica a estas cuestiones. S6 Véase ahora Castellanos, 2005: 45-146 donde analiza el tema a partír de las referencias en la documentación hagiográfica híspánica. S7 La edición y estudio de estos documentos en Velázquez 1989 y 2001. El análisis más reciente (y exhaustivo) en Martín Viso e.p. sa Se trata de las pizarras de tipo "Lerilla" de las que se han documentado una enorme cantidad de ejemplares. S9 Interpretación ya avanzada por sus primeros investigadores (Gómez Moreno, 1966; Díaz y Díaz, 1966 o Wickham, 2005: 223225). Una nueva propuesta en Martín Viso (e.p.) quien las interpreta como pagos de impuestos.

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Una de las pizarras más elocuentes es la número 54 hallada en Diego Álvaro (Ávila) y datada entre finales del siglo VI o inicios del VII90 • Se trata de una notitia en la que se ordena a un tal Simplicio entregar seis sestarios de grano junto con sus corderos, una cerda y una vaca a cambio de ospitalidad así como 25 modios de cereal. En la segunda parte de la pizarra es Matracio quien debe entregar sus terneras a la corte del dominus Valentino. El texto se refiere en este caso directamenten al derecho de hospitio según el cual una persona (en este caso Simplicio y Matracio) gozaban del usufructo de una tierra a cambio de un pago (en este caso animales y cereal) al dominus de la propiedad. Aunque evidentemente estos extraordinarios documentos merecerían por sí solos un estudio exhaustivo'", creo que esta rápida presentación evidencia la naturaleza de las pizarras como verdaderos documentos de contabilidad de algunas propiedades de época visigoda. Las referencias a la dependencia entre campesinos y domin i, a los pagos de angariae, a contratos de hospitio revelan la existencia de propiedades significativas herederas del sistema tardoantiguo. Mucho más difícil es saber cómo era el centro administrativo de estas propiedades. Quizas la palabra corte, que aparece en la pizarra 54, podría referirse a uno o a parte de los lugares donde se desarrollaban operaciones como el pago de rentas'". Sin embargo en el trabajo de I. Martín Viso se observa cómo una parte importante de las pizarras proviene de aglomeraciones de hábitat, ya sea en llano (como el poblado hallado en el lugar de El Chorrillo en Diego Álvaro) o en altura (castra de LerilIa o Navasangil), dato que le sirve para apoyar su tesis sobre la relación de las pizarras con comunidades campesinas autónomas. Pero también podría indicar que los campesinos dependientes (como por otra parte ya sucedía en época tardoantigua) vivían en aldeas y castra distintos respecto a sus domint", CONCLUSIONES

La información que aporta documentación (arqueología, fuentes escritas y epigráficas) ofrece, al menos para algunas zonas de la Meseta septentrional, un panorama de gran continuidad por lo que se refiere al sistema de explotación de las grandes propiedades rurales. Numerosos hallazgos relativos a formas de habitación dispersa (reocupación de villas o nuevos asentamientos) y aglomeraciones (aldeas y castra) revelan cómo el campo continuó, en época visigoda, densamente poblado. Es muy posible que la desarticulación de algunos latifundios diera lugar a la organización de la población rural en comunidades campesinas autónomas que, por otra parte, nunca dejaron de existir durante la época romana". Sin embargo la documentación textual de los siglos VI y VII muestra que las aristocracias y el sistema de rentas continuaron bien presentes en el mundo rural aunque esta aristocracia sea prácticamente invisible en el registro arqueológico. El contraste entre las huellas materiales de las aristocracias tardoantiguas y aquéllas relativas a las élites visigodas evidencian la efectiva desaparición de las aristocracias tradicionales, causada por un general empobrecimiento de esta clase social y por la general desestructuración de las estructuras administrativas, económicas y sociales del Imperio y de su substitución o absorción por parte de las nuevas élites visigodas y de la jerarquía eclesiástica La menor visibilidad arqueológica de estos individuos en el campo revela cómo las elites de época visigoda habitaban en la ciudad (lo que es evidente en el caso de los obispos o del personal vinculado a la administración) y/o que esta gente vivía de modo mucho menos lujoso porque las condiciones económicas eran distintas respecto al pasado. Este empobrecimiento fue debido a que las propiedades ya no estaban orientadas hacia la producción intensiva dirigida a la comercialización del excedente agrícola. En época visigoda el modelo predominante era la economía extensiva dentro de la cual la creciente importancia de la ganadería revela mutaciones fundamentales en las estrategias económicas de los propietarios posiblemente a causa de la desaparición del sistema anonarío'". Esta transformación podría encontrar un reflejo en los estudios realizados en la comarca de la Armuña (Salamanca) donde los análisis polínicos revelan importantes mutaciones en el paisaje rural (siglos V-VII) con una intensificación de la desforestación y una degradación del contexto vegetal, cambios que se interpretan como consecuencia de P. Notitia I(n) qua ordenatu est quos [- - -]1Consignemus Simplicio, id est, VI ses+[- - -] ICum agnus suus det scroua una, uacca una! Hospitio, Matratium qu-eusrn p'a'riat in cortel Domni sui Valentini, uitulas duas./Triticu modios XXV. Velázquez, 2001: 7374; comentario en Velázquez, 1989: 608-609. 91 Ahora en Martín Viso (e.p.) 92 Según las fuentes medievales consultadas por P. Galetti con curte se indica: "lo spazio antistante, retrostante o che circondava la dimora" (Galetti, 1997: 45, 57). 93 Como se intuye también en la historia relativa a la propiedad de Nancto de las VSPE (Chavarría 2004c). 94 Azkárate, Quirós, 2001; Escalona, 2002 o Martin Viso (e.p.) quienes se refieren a un territorio dominado por comunidades aldeanas autónomas. 95 Wickham, 1999. 90

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una significativa disminución de la actividad agrícola y de un fuerte desarrollo de la ganadería extensiva que se convierte en la principal actividad económica de esta zona'", Las únicas inversiones de relieve efectuadas por las elites en sus propiedades son las iglesias, en muchos casos con función funeraria, convertidas en principal elemento de autorepresentación de estos personajes. No hay que descartar tampoco que algunos possessores se hubieran trasladado a partir del siglo V a los numerosos asentamientos de altura documentados en esta zona, invirtiendo en sus fortificaciones, edificios de culto y de hábitat y que por 10 tanto sus residencias se encuentren en el ámbito de algunos castra todavía hoy poco conocidos arqueológicamente.

Tendencia que se oberva además en otras zonas de la Península ibérica (Ariño Gil, Gurt i Esparraguera, Palet Martínez, 2004: 187-199).

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Alexandra Chavarria Arnau

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