Rolando Cordera-Álvaro Mutis: tecnocracia vs. poesía (1997)

July 1, 2017 | Autor: L. Cervantes-Ortiz | Categoría: Poesía latinoamericana
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Descripción

ROLANDO CORDERA-ÁLVARO MUTIS: TECNOCRACIA VS. POESÍA Leopoldo Cervantes-Ortiz Sábado, núm. 1022, 3 de mayo de 1997, p. 14. En días pasados, y como parte de una nueva serie de programas “de análisis de la vida cultural actual”, el Canal 22 presentó a Rolando Cordera como flamante entrevistador de figuras nacionales. Ignoro si fue el primer entrevistado, pero al ver a Álvaro Mutis recibir en su casa al conductor de Nexos-TV, una pequeña duda me asaltó: ¿Estará este tecnócrata a la altura de la sabiduría vital del poeta colombiano, monárquico y católico? Y sí, a medida que pasaban los minutos, la duda se fue convirtiendo en certeza: Mutis le dio una lección de vida y de sapiencia poética al economista de Televisión Azteca. No cabe duda que la elección de semejante conductor fue un error por parte de sus amigos de Nexos, que como bien señaló Octavio Paz en su momento, se han montado en el presupuesto de la televisión cultural oficial para darle chamba a sus íntimos. ¿O qué, acaso no barajaron otros nombres de gente atenta y confiable como para entrevistar a alguien del calibre de Mutis? ¿O definitivamente andamos tan mal en eso dde encontrar personas que dialoguen con poetas o escritores de calidad y que estén a su altura? Sólo se puede comparar esta clase de desatinos con los de Televisa al poner a Ricardo Rocha a entrevistar a Carlos Fuentes, creyendo que sólo por haber leído su última novela iba a estar a su nivel para hablar de las relaciones México-Estados Unidos. Esto es lo contrario de lo que lleva a cabo Silvia Lemus (de Fuentes) en el mismo Canal 22 al dialogar con gente famosa, sin verse mal, sobre asuntos de interés. Pero, dejando la bilis a un lado, hay un par de cosas notables a destacar en esta arrastrada que le dio el poeta al tecnócrata: Cordera se vio lento y escaso en ideas, al insistirle a Mutis sobre los valores de la democracia, de la lucha partidista en la arena política. El poeta le objetó duramente su pasión por el énfasis meramente “estadístico” con que el entrevistador defendía a la democracia: su profunda incredulidad respecto de ese sistema político hizo ver muy mal el optimismo acartonado de Cordera. Y es que, si éste conociera de verdad la obra y el pensamiento de Mutis, sabría del desencanto histórico que ha experimentado desde hace muchos años, porque cada vez que tiene oportunidad, señala su amor por la monarquía (española en particular) del que da testimonio esa maravilla de libro que es Crónica regia y alabanza del reino. Brillante y nada magisterial se vio el poeta al confrontar sus apreciaciones acerca de los masivos apoyos (lo que él entiende por democracia) a las dictaduras de nuestro siglo con las tímidas observaciones de su interlocutor. De nada le sirvió a

Cordera su intento por mostrar el lado reaccionario y retardatario de Mutis, mediante sus alusiones a los medios ultramodernos de comunicación y trabajo (fax, internet), los cuales no son para el poeta más que instrumentos de la más terrible desindividualización, algo característico de estos tiempos finiseculares. Por otra parte, al proclamarse católico y señalar que eso no le significa aceptar todo lo que la Iglesia dicta porque, en su opinión, a veces se comporta “como una secta protestante” (en lo cual ciertamente se excede). Mutis tampoco apareció como un mocho rematado ni mucho menos. Cordera enmudeció significativamente cuando se vio incapaz de entrar al clinch en el momento en que su entrevistado señalaba al necesidad de mitificar la vida contemporánea, contra los deseos del ánimo muy modernizador por llevar a cabo lo contrario, es decir, de desarraigar los mitos de la vida cotidiana. Y eso resultó muy natural, porque en estos tiempos la poesía, como la novela y el arte en general, amén de otras manifestaciones de la vida cultural, vienen a llenar ese vacío espiritual que las promesas del progreso y el desarrollo no han podido. Una fe similar a la depositada en la fuerza poética del mito la expresó Mutis al referirse a la cultura del libro que, en su opinión, ha salido airosa de los vaticinios que auguraban su desaparición. Con un diálogo así de ejemplar, cómo olvidar al viejo Borges y su agnosticismo democrático que le hizo definir a la democracia como “esa curiosa perversión de las estadísticas”. La duda se confirmó plenamente: el poeta noqueó claramente al tecnócrata.

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