Rodríguez - La reformulación de la noción del gobierno de sí: aportes del psicoanálisis a la teoría crítica

June 15, 2017 | Autor: Revista Actio | Categoría: Critical Theory, Personal and Moral Autonomy, Moral Philosophy, Moral and Political Philosophy
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Maite Rodríguez Apólito

La reformulación de la noción de gobierno de sí: aportes del psicoanálisis a la teoría crítica Maite Rodríguez Apólito Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación – UDELAR. [email protected]

Introducción La noción de autonomía en el pensamiento filosófico (tanto en sentido moral como en el sentido personal) implicó asociaciones a conceptos muy diversos. En su sentido estrictamente kantiano la autonomía se asoció a la imparcialidad, a la capacidad de adoptar una perspectiva humana amplia a la hora de legislarse moralmente. A su vez, dentro del liberalismo, la autonomía se identificó con la autodeterminación, es decir, con la ausencia de impedimentos externos o de presiones para desarrollar la propia vida. Finalmente, el ideal de autenticidad que se sostuvo en la modernidad asoció la autonomía con cierta forma de ser “genuina” del individuo, con su capacidad de guiarse por reglas que no representasen una traición a lo que el sujeto es realmente. Los tres niveles de significación han sido problematizados luego de la crítica a la concepción clásica del sujeto. En primer lugar, ha sido desestabilizador de estas nociones, debido al atomismo que a primera vista parece atravesar los tres estratos de significación, el aporte de teorías intersubjetivas de la construcción de la identidad y la persona. Pero fundamentalmente pueden señalarse dos movimientos de pensamiento que hicieron entrar en crisis la noción clásica de sujeto humano: el psicoanálisis y la crítica del sujeto en términos de la filosofía del lenguaje (especialmente la llevada adelante por el segundo Wittgenstein). (Honneth, 2009, pp. 275-276). El desafío parece ser contestar cómo se puede reconocer, al mismo tiempo, que el sujeto construye su identidad intersubjetivamente, que incluso adquiere el lenguaje que le permite reflexionar sobre sí mismo y dialogar consigo mismo gracias a un contexto y, aún así, hablar de autonomía o de Revista ACTIO nº 17 – diciembre 2015

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La reformulación de la noción de gobierno de sí libertad para desarrollar un modo de vida “genuinamente propio”. A lo último se le agrega, además, el problema de que el psicoanálisis supone renunciar a la transparencia del individuo con sí mismo que parecía asociarse con el ideal de autenticidad. ¿Queda entonces lugar para un individuo auténtico? ¿Qué forma toma la autonomía intersubjetivamente mediada? En este trabajo se tratará especialmente el último sentido de autonomía mencionado en el primer parágrafo: el de gobierno de sí (self-government). Los dos primeros (la autonomía como imparcialidad y la autonomía como ausencia de impedimentos) pueden llegar a ser entendidos en un sentido no problemático luego de los hallazgos psicoanalíticos y de propuestas de construcción del sentido de tipo wittgensteniano.1 El gobierno de sí, sin embargo, parece intuitivamente ir contra todo lo que ahora se sabe sobre el sujeto: postular la transparencia consigo mismo no parece más posible, hablar de una identidad única que permita jerarquizar deseos y preferencias resulta muy complejo (en contextos postmodernos se ha llegado a hablar incluso de “una pluralización intrapsíquica de los sujetos” (Honneth, 2009, p. 337) y la creación ex nihilo (sin necesidad de otros) de la propia personalidad y los propios proyectos tampoco se sostiene en este marco. Sin embargo, Axel Honneth, en diálogo con el psicoanálisis, propone reconstruir el gobierno de sí como ideal normativo para que sea coherente con lo que el sujeto es. Ya que no pueden negarse las críticas al sujeto moderno que apuntan a su descentramiento, lo importante es qué otras conclusiones, para la filosofía moral, deben deducirse de estos ataques a la noción de subjetividad tal como la entendíamos. (Honneth, 2009, p. 277). Parece fundamental reconocer que en la filosofía moral pueden existir idealizaciones de sujeto inadecuadas con lo que el sujeto es y, como la moral debe aportar a la conducción de la vida de individuos reales, reconstruir filosóficamente2 esa idealización incorporando aportes del psicoanálisis es un camino ineludible. A exponer esta reconstrucción y a señalar, donde fuera 1

Por ejemplo, según Honneth el sentido clásico no es problemático pues lo que se exige al postular la imparcialidad no puede trasladarse al sujeto concreto. El autor cree que la exigencia de no estar influido por particularidades o causalidades empíricas habla sólo de “la cualidad de los juicios a los que correspondería el predicado de “morales””, juicios que se distinguen por “estar formados en autonomía” (Honneth, 2009, p. 280) Honneth coincide con Hill en que el problema surge cuando se trata de proyectar este ideal de imparcialidad a la vida de las personas concretas, a su cotidianeidad: la imparcialidad no exige que nos guiemos en el día a día por principios abstractos sino que describe la posición del legislador moral. (Hill, 1991, p. 45) El segundo sentido (la autonomía como derecho) tampoco resultaría problemático en tanto “la evaluación concreta del poder de disposición que los sujetos ejercen sobre sí mismos no influye en la idea que desde Kant se ha hecho natural de que a todos les corresponde en términos morales el mismo derecho a la autodeterminación” (Honneth, 2009, p. 281) 2 Me parece importante aclarar que esta discusión asume que estamos parados del lado filosófico del espectro. Sobre todo porque al discutirse los aportes de la psicología a la filosofía moral no se reduce la moralidad a lo superyoico y porque al reconstruir los argumentos de Honneth los presupuestos psicológicos se presentarán de forma breve con el fin de centrarme en las consecuencias para la filosofía de la agencia. Revista ACTIO nº 17 – diciembre 2015

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Maite Rodríguez Apólito pertinente, algunas conexiones con la tradición hermenéutica apunta este trabajo.

La noción de gobierno de sí Si bien en la introducción ya se ha sugerido lo que el gobierno de sí implica parece importante explicitar, con más precisión, este término. En primer lugar, vale la aclaración de que se está frente a un sentido personalista de entender la autonomía, es decir: la autonomía no se aborda desde una perspectiva moral (como la supuesta en marcos kantianos) sino que se vincula con la capacidad de una persona de vivir adhiriendo a una concepción del bien. Honneth sigue a Thomas Hill al identificar el gobierno de sí como el tercer estrato de significación de la noción de autonomía a lo largo de la historia europea de las ideas3 y lo señala como un ideal normativo que apunta a una “capacidad empírica de los sujetos concretos de determinar su vida en su totalidad de manera libre y sin ser forzados” (Honneth, 2009, p. 281). En Thomas Hill, el ideal de gobierno de sí aparece definido (en este caso por la negativa) como sigue: “People are no self-governing, in a sense, when their responses to problems are blind, dictated by neurotic impulses of which they are unaware, shaped by prejudices at odds with the noble sentiments they think are moving them. When we make decisions like this we are divided against ourselves” (Hill, 1991, p. 50).

Hill sugiere que, según este ideal, al tomar decisiones morales importantes, deben evitarse todos aquellos prejuicios que distorsionen la percepción o que “fracturen” el yo. Debe el sujeto motivarse por guías genuinas de la decisión. (Hill, 1991, p. 51) Es decir, en la lectura de Hill el ideal de gobierno de sí implica una actividad reflexiva que asume la capacidad de identificar todos nuestros deseos o preferencias, evaluar cuáles son dignos de ser guías de la acción y cuáles no, cuáles son auténticamente nuestros y cuáles representarían una traición a nuestra identidad, etc.La consideración anterior hace muy sencillo entender por qué para Honneth este sentido de la autonomía es problemático. El gobierno de sí no habla de la autonomía simplemente en términos de derechos, le exige más al individuo: presupone una madurez psíquica para, a partir de una imagen de sí mismo que subordina el resto de las decisiones, evaluar necesidades,

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Esta clasificación en tres estratos de significación de la autonomía se presentó en la introducción.

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La reformulación de la noción de gobierno de sí preferencias y organizar la propia biografía de manera original. (Honneth, 2009, p. 281). Es decir, el problema con esta forma de entender la autonomía es que supone los dos blancos predilectos de la crítica a la noción clásica de sujeto: la transparencia del individuo consigo mismo y la intencionalidad del sentido en el lenguaje. El primer presupuesto es quizá el más sencillo de percibir, el segundo requiere más explicación. Sobre el primer presupuesto, si bien es bien claro por qué el psicoanálisis, con su descubrimiento de motivos de acción inconscientes y de una parte del individuo que permanece siempre a sus espaldas, hace imposible la transparencia, puede tal vez agregarse otra consideración. El gobierno de sí se pone en aprietos sobre todo porque los mecanismos de defensa en la teoría psicoanalítica rigen también al ser humano “normal”, a la personalidad intacta. Tal como lo detalla Honneth en el pasaje que sigue, el desafío será entender cómo puede ser libre la voluntad del sujeto sano: “De esta normalización de la represión se deriva para Freud la consecuencia de que tampoco la personalidad intacta está libre de las limitaciones que le están impuestas con mucha mayor intensidad al sujeto psíquicamente enfermo: como el neurótico, sólo que muy por debajo del límite del sufrimiento, el individuo sano está expuesto a la intervención de deseos inconscientes que (…) eventualmente lo compelen a expresiones involuntarias. En el centro de las consecuencias que conlleva esta ‘limitación funcional del yo’, Freud coloca la amenaza de la libre voluntad humana” (Honneth, 2009b, p. 150)

El segundo presupuesto (la intencionalidad del sentido en el lenguaje) no es tan obvio. La construcción de la propia biografía, y el descubrimiento de la propia “identidad” en esa biografía, se hacen dialogando con uno mismo y creando narrativas que hablen de la propia historia. Pensar en una identidad “auténtica” (en el sentido de una noción de uno mismo lo más original posible) se asoció también en la tradición con una independencia de un contexto condicionante. Esto es: a la hora de definir la propia identidad, los planes vitales y lo que es definitorio o no de la persona, se recomendaba la mayor lejanía posible de valores, preferencias y expectativas de otros. Ahora bien, detrás de la recomendación de aislación recién presentada, yace el presupuesto de que el sujeto, para realizar ese diálogo y reconstrucción narrativa, cuenta con herramientas lingüísticas que él mismo dota de sentido intencionalmente, sin ayudas o contaminaciones externas. Para una reconstrucción biográfica de estas características, en definitiva, se necesita un

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Maite Rodríguez Apólito lenguaje que no dependa, a la hora de la significación, de nada más que las propias intenciones. Para Honneth, luego sobre todo de la noción wittgensteniana del significado como uso, inmerso en juegos de lenguaje intersubjetivos, este ideal de creación de uno mismo ex nihilo se torna irrealizable. Si aún cuando se dialoga en solitario con uno mismo, intentando dejar de lado todo lo que es accidental y exterior a uno, deben usarse palabras que exceden la propia intención, que están cargadas socialmente, que implican no sólo descripciones de estados internos sino también evaluaciones (y condiciones de posibilidad de los estados que nombran), entonces el sujeto no es tan dueño del acontecer de su mundo interno. Ahora bien, una vez que se descartan la transparencia y la posibilidad de dialogar con uno mismo en solitario y sin influencias de otros, ¿queda lugar para la autonomía como gobierno de sí?, ¿tiene sentido continuar sosteniendo un ideal de “autenticidad”? Honneth piensa que sí, que este ideal no debe ser desechado, todo lo contrario, debe ser conservado pero reformulado en términos de lo que el sujeto realmente es. Las exigencias normativas para con el individuo tienen que ser realizables por individuos reales. A través de la reconstrucción del sujeto en términos de la teoría de la intersubjetividad esa falta de transparencia del individuo consigo mismo (su parte inconsciente, digamos) no es problemática para un sujeto que se gobierna, sino que es motor y disparador de la individuación. A su vez, puede hablarse de identidad aunque no sea de la forma atómica y estática que se ha ido desprendiendo de la noción clásica. Por último, nuestra dependencia genética de los otros para la construcción de la identidad no significa que el sujeto no tenga posibilidad de libertad ninguna y deba, por lo tanto, renunciar por irrealizable o inútil a la autorreflexión supuesta por el gobierno de sí. Esta reformulación supondrá, también, un reconocimiento al psicoanálisis. Para Honneth el psicoanálisis no ha envejecido, mantiene su vigencia en nociones como la coherencia narrativa de la vida (única forma posible de recuperar la propia voluntad y de ser realmente libre) y gracias a la reinterpretación de la teoría de la relación de objeto hecha por Winnicott.

Reformulación del ideal de “gobierno de sí” y nuevas concepciones de la identidad y la autenticidad.

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La reformulación de la noción de gobierno de sí En Honneth, la reformulación de la noción de gobierno de sí, es sólo posible en el marco de una teoría intersubjetiva de la formación de la persona. Para ello el autor se basa, fundamentalmente, en la psicología social de Herbert Mead y en la doctrina psicoanalítica de Donald Winnicott. Explicar detalladamente ambas teorías excedería los límites de este trabajo, por lo que se resumirán aquellos postulados de las teorías de Mead y Winnicott que son base para la reconstrucción que se pretende. En primer lugar, en Mead, el conocimiento que el sujeto tiene de sí mismo se adquiere gracias a la internalización de la mirada de los otros, interacción social mediante. El sujeto sólo puede percibirse de una manera descentrada, como objeto, y esto lo aprende gracias a los espectadores de su comportamiento. Aprende las reacciones, las expectativas, etc.- que el otro tiene al mirarlo y las incorpora para mirarse a sí mismo, para tener las reacciones que despertó en el otro frente a los mismos estímulos. (Honneth, 1995, p.74) Como resume Honneth: “Para Mead no cabe duda de que el sujeto individual no puede lograr una identidad consciente sino sólo trasladándose a la perspectiva excéntrica de otro representado de manera simbólica, desde la cual aprende a mirar a sí mismo y su actuar como participante de interacción: el concepto de “me” que representa la imagen que yo tengo de mí desde la perspectiva de mis contrapartes de comunicación debe aclarar de modo terminológico que el individuo no puede representarse a sí mismo en la conciencia sino en posición de objeto” (Honneth, 2009, p. 283).

Es decir, la auto-percepción del sujeto siempre se da gracias a un otro, así sea un otro simbólico (una vez que, gracias a la interacción con otros reales, se internaliza su mirada). El “me” como única perspectiva posible del sí mismo se opondrá al “yo”, la fuente de esas acciones que la mirada percibe (Honneth, 1995, p. 74). El “yo” no es conocido por el sujeto de forma consciente, por no admitir mirada “desde fuera”, pero se manifiesta acompañando constantemente (como experiencias afectivas de aprobación o desaprobación) los comportamientos conscientes, las expectativas sociales, etc.- Como generador de conflicto vuelve visible mi subjetividad más allá de la mirada de los otros y, gracias a este conflicto, es posible la individuación: “De este cambio de aflujo inconsciente y realización de vivencias consciente y mediada lingüísticamente surge en cada individuo la tensión que lo empuja hacia un proceso de individuación; porque éste, para corresponder a las Revista ACTIO nº 17 – diciembre 2015

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Maite Rodríguez Apólito exigencias afectivamente representadas de su inconsciente, tiene que tratar de extender su margen de acción social con las fuerza de la conciencia de tal forma que pueda representarse de manera intersubjetiva como personalidad singular” (Honneth, 2009, p. 284).

La parte del individuo que permanece siempre a sus espaldas, que no es para sí transparente, no sólo no es un impedimento para la formación de la identidad sino que es fundamental en ese proceso. Un ideal de transparencia sería un desconocimiento radical de la constitución misma de la identidad. Ahora bien, también es pertinente preguntar, siguiendo a Honneth, si esta “dilución comunicativa” (Ibíd., p. 339) de las fuentes con las que el sujeto se construye es compatible con el psicoanálisis. La multiplicación de relaciones sociales, el mayor contacto con otras opciones de vida posibles que ya no respetan muchas veces una construcción definitiva y lineal de la propia vida, han hecho depender la evolución del yo de otros factores que no pueden resumirse en los trabajos de síntesis del yo para dominar una realidad asociada únicamente con los imperativos del trabajo y la vida familiar con división del trabajo. (Ibíd., p. 339). Honneth cree que el psicoanálisis tiene mucho que aportar para la mejor comprensión de esta “pluralidad intrapsíquica” (Ibíd., p. 337) de los sujetos. Más allá de los descubrimientos en psicología social hechos por Herbert Mead es en la teoría de Winnicott donde el psicoanálisis tiene, propiamente, herramientas para dar cuenta, al mismo tiempo, de la dependencia intersubjetiva y la individuación sin perder de vista, además, una realidad cada vez más cambiante y pluriforme. A su vez, dentro de esta teoría se hallan componentes normativos, ideas de la “madurez” psíquica, que nos van acercando a un ideal de gobierno de sí articulable con la falta de transparencia radical, con la dependencia intersubjetiva y con la personalidad siempre abierta y en construcción. Para todo esto, gracias a la teoría de relación de objeto, el psicoanálisis tiene respuesta, según Honneth: “[…] el ideal de personalidad se ha desplazado dentro del psicoanálisis a consecuencia de los conocimientos de la teoría de la relación de objeto: el estado de madurez del sujeto ya no se mide por las capacidades de controlar las necesidades y el entorno, es decir, por la fortaleza del yo en general, sino por las capacidades de apertura hacia las múltiples caras de la persona propia (…) entonces tendrá que considerarse como maduro y totalmente desarrollado el sujeto que puede desenvolver su potencial de capacidad para el diálogo interior y de dilución comunicativa de su relación consigo mismo de tal forma que en su interior provee atención al mayor número de voces provenientes de las más diversas relaciones de Revista ACTIO nº 17 – diciembre 2015

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La reformulación de la noción de gobierno de sí interacción. En pocas palabras, la meta de la viveza interior y de la riqueza intrapsíquica ha tomado el lugar que en el psicoanálisis anterior había ocupado la idea de la fortaleza del yo” (Ibíd., p. 358).

Aunque, como sostiene Winnicott, sea gracias a los otros que se adquiere la noción de identidad (como algo distinto del entorno que nos rodea) e incluso gracias otros se organizan las propias pulsiones, aún así se deja lugar para la individuación, y por lo tanto para una noción como la de gobierno de sí. Esta capacidad de diálogo intrapsíquico con la que se asocia el gobierno de sí, será ahora vista como la madurez suficiente para tolerar la tensión entre la fusión simbiótica con los otros y la delimitación del yo. (Ibíd., p. 350). Estamos frente a un gran potencial del psicoanálisis, gracias a la teoría de la relación de objeto para poder explicar un ideal de gobierno de sí construido intersubjetivamente pero con fuerza normativa al interior de cada sujeto (pues habla también de un modo “sano”, genuino, de socializarse y a la vez construir la propia individualidad. Se está finalmente en condiciones de presentar una noción gobierno de sí que incorpora elementos de la teoría intersubjetiva de Herbert Mead y de la teoría de relación de objeto de Winnicott. En primer lugar, puede pensarse en un ideal normativo asociado con el gobierno de sí que no viole los “descubrimientos” sobre el sujeto hechos por la psicología social: se trata de poder articular lingüísticamente esos impulsos que acompañaban a la vida consciente del individuo (manifestaciones del “yo”) e incorporarlos a la propia identidad. Podrán pasar a integrar el “me” en la medida de que puedan ser reconocidos por una alteridad (no todos los impulsos, lógicamente, superan este test). La transparencia que se suponía necesaria en las concepciones clásicas de sujeto se reformula y da paso a lo que Honneth llama apertura creativa a la “capacidad de articulación lingüística” (Ibíd., p. 286). Ser fiel a las propias preferencias y necesidades será sólo posible para aquel sujeto que constantemente esté atento a los impulsos e incomodidades que tienen lugar en la vida cotidiana y al momento de tomar decisiones importantes, de forma tal que puede convertirlos en material para la reflexión. Es decir, el gobierno de sí continúa asociándose a una idea de reflexión, ponderación, balance, pero de una forma realista con lo que el sujeto es: se incluye la atención a lo aún no articulado lingüísticamente. A su vez, como este es un proceso dinámico y abierto, la propia identidad tampoco podrá ser vista de manera monolítica: la identidad del sujeto cambia, su percepción de sí mismo cambia. La consistencia biográfica que también se asociaba al gobierno de sí no puede concebirse más como una Revista ACTIO nº 17 – diciembre 2015

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Maite Rodríguez Apólito reflexión subordinada a un “ser genuino único” que permite jerarquizar los deseos y preferencias. (Ibíd., p. 288) Honneth cree que el gobierno de sí asociado a ese descubrimiento de quien yo realmente soy (como algo concluido y que se decide de una vez y para siempre) puede reformularse en términos de una “coherencia narrativa de la vida” (Ibíd., p. 286) que como ideal normativo le pide al sujeto ser capaz de presentar los distintos fragmentos de su historia unidos por un nexo coherente, reflexión mediante. Es decir, se mantiene aquí también el ideal de ponderación y valoración del que tiene que ser capaz un sujeto autónomo pero, la subordinación reflexiva, se hace en función a una identidad dinámica pero justificable en sus cambios por valores, por un sentido de proyección de la vida, etc. Además de servir como reconstrucción del escenario en que algunos deseos fueron desalojados del inconsciente, el ejercicio narrativo hace aparecer una “otra historia” de la que estamos hablando constantemente pero sin saberlo. (Stein, 2008, p. 249). Esa otra historia que se va revelando es la que exige la apertura creativa para su incorporación, tal como ya se mencionó más arriba. La construcción narrativa tiene, además, una importancia crucial para la libertad. Como se había dicho antes en este trabajo gracias a la teoría de la relación de objeto el psicoanálisis tiene una herramienta poderosa para explicar el hecho de que nos construimos intersubjetivamente y, al mismo tiempo, aportar ideales normativos de lo que es una psique madura. La apropiación de la libertad se da sólo vía la recuperación de la propia historia, que permitiría explicar y llegar a articular qué deseos pueden haber sido desalojados al inconsciente por ser una amenaza del amor del de la persona de referencia (Honneth, 2009b, p. 150). Sólo mediante una reelaboración crítica de la historia, por medio del trabajo del recuerdo y una atención interesada para con uno mismo, puede el sujeto alcanzar una voluntad lo más libre posible explicándose a sí mismo la razón de sus deseos extraños, de asociaciones de ideas desconcertantes, etc. (Ibíd., p. 153). La alteridad tuvo un rol central en la formación de la persona pero, aún así, el individuo puede dialogar consigo mismo y conseguir, sobre todo, manejar la angustia y la tensión implicadas en cualquier relación con otro: “[…] debemos aprender a aceptar en lo afectivo mismo el hecho de que el miedo a perder a la persona querida nos obligó una vez a reprimir un deseo peligroso; y sólo la admisión emocional de ese miedo es lo que nos permite aceptar con posterioridad el aislamiento producido como algo querido por nosotros y recuperarlo, en consecuencia, como algo propio. (…) La relación del ser humano consigo mismo –podría ser la síntesis de lo que Freud ha Revista ACTIO nº 17 – diciembre 2015

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La reformulación de la noción de gobierno de sí comprendido magníficamente- consiste en el proceso de apropiarse de su voluntad mediante la admisión afectiva de la angustia. (Ibíd., p. 158).

Conclusiones El ideal de gobierno de sí (una de las caras de la autonomía personal) no debe ser abandonado por la filosofía moral sino reformulado de forma tal de asumir la dependencia de los otros, por ser condición de posibilidad de la formación de la personalidad y de la individuación, pero sin caer en una determinación del contexto y de las relaciones sobre el individuo. A la hora de establecer de lo que el sujeto es capaz quedan aún formas posibles del autoconocimiento, de la autorreflexión y de la autolegislación. Es posible incluso ser auténtico en un sentido no atómico. Esta idealización descentrada de la persona incidirá directamente en aquellas teorías que incorporen tal idealización. En la filosofía política, por ejemplo, al suponerse un sujeto vulnerable a un contexto, necesitado de otros para su formación, mucho más versátil en cuanto a las formas de racionalidad necesarias (no estamos frente al típico egoísta racional maximizador de sus preferencias del liberalismo clásico sino que se tiene un sujeto que reflexiona sobre un ideal de la vida buena y sobre el rol de los otros en el logro de ese ideal) son otras las condiciones de justicia a las que deberá apuntarse. La Teoría del Reconocimiento de Honneth y sus postulados sobre la infraestructura necesaria para la autonomía individual (esferas de reconocimiento mediante) es un ejemplo en este sentido. Además, en el campo de la bioética por ejemplo, comprender que el gobierno de sí requiere un análisis amplio y delicado, no sólo sobre la capacidad de juzgar del individuo, sino sobre su estado emocional y sus vínculos personales, parece sumamente útil para discutir cuestiones como el derecho a una muerte digna en pacientes terminales, la decisión de abortar, etc.4 En definitiva, si bien se habla siempre de que la psicología no debe alejarse de la filosofía a la hora de ser crítica con los conceptos que trabaja, también es 4

Pienso sobre todo en análisis sobre la autonomía “relacional” hecho Catriona Mackenzie. La autora muestra, mediante el análisis de dos casos de mujeres que prefieren morir a continuar con tratamientos médicos que no aportaban soluciones compatibles con la vida que deseaban para ellas, cómo la autonomía personal no podía juzgarse en estos casos sólo por la capacidad del agente de elegir valores de acuerdo a ideales sustantivos de la vida, sino que también debía evaluar la actitud para consigo mismo del agente (que combina componentes personales y relacionales) para asegurar que no se adhería reflexivamente a algo que era resultado de presiones sociales o fallas en la autocomprensión. Esta visión, además, lejos de conducir a paternalismos, obliga al compromiso con la autonomía a nivel personal, institucional y social. Ver (Mackenzie, 2008) Revista ACTIO nº 17 – diciembre 2015

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Maite Rodríguez Apólito necesario que la reflexión filosófica sobre la persona se enriquezca con aportes esenciales hechos desde el psicoanálisis.

Bibliografía GUIGNON, CHARLES B. (1993), Authenticity, moral values, and psychotherapy. En: Cambridge Companion to Heidegger. Nueva York: Cambridge University Press. MACKENZIE, CATRIONA (2008), “Relational autonomy, Normative Authority and Perfectionism”. En: Journal of Social Phiosophy, Vol. 39 N°4, pp. 512-533. HILL, THOMAS (1991), Autonomy and self respect. Cambridge: Cambridge University Press. HONNETH, AXEL (1995), The struggle for recognition: the moral grammar of social conflicts. Cambridge: MIT Press. _______ (2009), Crítica del agravio moral. Buenos Aires: Fondo de cultura económica, Universidad Metropolitana. _______ (2009b), Patologías de la razón: historia y actualidad de la Teoría Crítica. Buenos Aires: Katz editores. STEIN, ERNILDO (2008), Diferença e Metafísica Ensaios sobre a Desconstrução. Ijuí: Editoria Unijuí.

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