\"Rodrigo Sánchez de Arévalo, un humanista pionero en educación\", Calamus Renascens (Homenaje póstumo a Guillermo Montes Cala. I) 15 (2014 [2017]) 193-206

May 20, 2017 | Autor: A. López Fonseca | Categoría: Medieval Studies, Renaissance Humanism, Humanism
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Descripción

REVISTA DE HUMANISMO Y TRADICIÓN CLÁSICA

15 HOMENAJE PÓSTUMO AL PROFESOR JOSÉ GUILLERMO MONTES CALA. I

ALCAÑIZ 2014

ENTIDADES PATROCINADORAS

© INSTITUTO DE ESTUDIOS HUMANÍSTICOS ISSN: 1576-3471 D. L.: M-17.064.2000 Imprenta: Kadmos - Salamanca

Biblid [1576-3471 (2014) 15; 193-206]

RODRIGO SÁNCHEZ DE ARÉVALO, UN HUMANISTA PIONERO EN EDUCACIÓN

Antonio López Fonseca Universidad Complutense de Madrid Este trabajo se centra en la figura de Rodrigo Sánchez de Arévalo, personaje fronterizo entre la Edad Media y el incipiente humanismo. Tras unas notas biográficas, se propone un acercamiento a la visión que de la educación tiene el obispo, así como a los precedentes humanísticos, para finalmente analizar la datación, estructura y fuentes del Breuis tractatus de arte, diciplina et modo alendi et erudiendi filios, pueros et iuuenes. Palabras clave: Arévalo; Humanismo; Educación. This paper deals with Rodrigo Sánchez de Arévalo, who lived in the period between the Middle Ages and the beginning of Humanism. After some biographical details, we initially look at his ideas on education and their humanistic antecedents, and then we focus on the dating, structure and sources of his work entitled Breuis tractatus de arte, diciplina et modo alendi et erudiendi filios, pueros et iuuenes. Keywords: Arévalo; Humanism; Education.

* Dirección para correspondencia: Dr. D. Antonio López Fonseca, Departamento de Filología Latina, Facultad de Filología (A-327 dcha.), Universidad Complutense, Plaza Menéndez Pelayo s/n, 28040 Madrid. Dirección de correo electrónico: [email protected] El presente trabajo se inserta en el Proyecto de Investigación “Estudio sobre la transmisión, conservación y difusión del legado clásico en el medievo hispánico (ss. XIII-XV) (III)” (FFI 2011-23805), cuyo investigador principal es el Dr. Tomás González Rolán. 193

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Antonio López Fonseca

1. El humanismo de Arévalo, entre España e Italia Puede afirmarse, sin miedo a equivocarse o exagerar, que el siglo XV es el momento de la Historia en el que tiene lugar la antesala de lo que hoy conocemos como mundo moderno con todas sus implicaciones, tanto positivas como negativas. Es más, parece ser Enrique de Villena, en 1417, el introductor del término “moderno” en el romance castellano, y ello con una serie de connotaciones elogiosas hacia todo aquello a lo que va referido el cambio, la novedad, en franco contraste con la mentalidad medieval imperante hasta el momento. Será esto, quizás, el gusto por la novedad, una de las características propias del siglo XV y del Renacimiento en general. Ahora bien, la paradoja de este movimiento cultural estará en que para lograr ese cambio, esa novedad, las miradas no se dirigen al futuro, sino al pasado, a la Antigüedad clásica. Uno de los hombres que holló ese apasionante período fronterizo fue el obispo español Rodrigo Sánchez de Arévalo (1401-1470), que jugó un importante papel en la historia de la Castilla del XV. Historiador, pedagogo, embajador, teólogo, filósofo, orador, obispo, alcaide de Sant’Angelo, vio en primera persona algunos de los más grandes acontecimientos de la época, como el Concilio de Basilea, trabajó de manera fiel para dos reyes castellanos (Juan II y su sucesor Enrique IV) y bajo cinco papas (Eugenio IV, Nicolás V, Calixto III, Pío II y Pablo II). Se trata, pues, de una de las figuras históricas más relevantes del primer siglo del Renacimiento, olvidado, sin embargo, durante muchos años solamente porque sus escritos latinos no alcanzaron la perfección formal de los de sus coetáneos italianos.1 A la luz de sus escritos se puede observar que Arévalo poseía una muy sólida formación escolástica recibida en Salamanca, además de un espíritu bastante conservador y tradicional que le llevó a sostener posturas tan poco modernas como la apología de la guerra (De pace et bello), frente a las nuevas corrientes humanísticas que propugnaban un cierto pacifismo; o como la atribución al Papa de la plenitud de potestad universal, esto es, su consideración de monarca absoluto dentro de la Iglesia y además juez de los principados temporales, frente a la concepción más democrática de los conciliaristas que pretendía poner límites al pontificado. Por lo que respecta a los nuevos estudios, los studia humanitatis, parece que formó parte de la facción antihumanista que bajo Pablo II puso el grito en el cielo ante el peligro que para la instrucción de la juventud podía traer la lectura de los autores paganos. Así, en su obra De remediis afflictae ecclesiae militantis, escrita durante su estancia en el Castillo 1

Para la figura de Arévalo, cf. J. M. Laboa, Rodrigo Sánchez de Arévalo, alcaide de Sant’Angelo (Madrid, 1973) y, para una actualización profunda sobre el autor y sus obras, el reciente trabajo A. López Fonseca – J. M. Ruiz Vila, “Rodrigo Sánchez de Arévalo: un ensayo bibliográfico”, TEMPVS, 37 (2015), 41-63. 194

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Rodrigo Sánchez de Arévalo

de Sant’Angelo en la última parte de su vida, sostiene que los niños y jóvenes, en vez de empaparse en la ley de Dios a través de las Sagradas Escrituras y los libros canónicos, vuelven sus ojos hacia las fábulas y mitos antiguos y no dejan de leer las ficciones poéticas y los libros de los gentiles. Pero no es menos cierto que en esa misma obra contempla también la posibilidad de leer a los autores clásicos y aprovecharlos, eso sí, después de conocer las Sagradas Escrituras. Tradicionalmente se ha pensado que el paso que dio el Papa de encarcelar a los humanistas y el trato que con ellos tuvo en su calidad de alcaide de la prisión papal pudo suponer un fogonazo de luz que le hiciera descubrir las bondades de los studia humanitatis y un cambio de posición respecto a los autores clásicos.2 No obstante, parece que esta actitud abierta a la formación y a la utilización de los clásicos viene de atrás y que ya incluso en el Breuis tractatus de arte, disciplina et modo alendi et erudiendi filios, pueros et iuuenes,3 escrito antes de su estancia en Roma, está anunciada. Una forma sencilla de verificarlo es comprobar el abundantísimo uso de fuentes en toda su producción, fuentes entre las que se cuentan, además de las cristianas, un buen número de autores clásicos.4 Rodrigo Sánchez de Arévalo, personaje fronterizo, vive un momento en el que una nueva concepción del mundo se abre tras el tránsito medieval. Ambos aspectos se entremezclan de tal manera en su vida y obra que resulta difícil decir a qué período pertenece. Posiblemente a ninguno de los dos de forma plena. Frente a los humanistas declarados, representa un pequeño anclaje en el pasado; frente a los más tradicionales y escolásticos, le hace guiños a la 2 Cf. T. González Rolán – J. M. Baños Baños – A. López Fonseca – J. M. Ruiz Vila, Rodrigo Sánchez de Arévalo. Epistolario completo (Madrid, 2016). 3 Seguimos la edición de esta obra realizada por J. M. Ruiz Vila – V. Calvo Fernández, “El primer tratado de pedagogía del Humanismo español. Introducción, edición crítica y traducción del Brevis tractatus de arte, disciplina et modo alendi et erudiendi filios, pueros et iuvenes (ca. 1453) de Rodrigo Sánchez de Arévalo”, Hesperia, 3 (2000), 35-82. Cf. también los trabajos de A. García Masegosa, “El De eruditione puerorum de Rodrigo Sánchez de Arévalo”, en M. Pérez González (ed.), Congreso Internacional sobre Humanismo y Renacimiento (León, 1998), I, 363-370; A. García Masegosa, “Sobre la educación de los hijos de Rodrigo Sánchez de Arévalo”, Sarmiento, 4 (2000), 231-263; y L. Velázquez Campo – P. Arias Fernández, Rodrigo Sánchez de Arévalo. Tratado sobre técnica, método y manera de criar a los hijos, niños y jóvenes (1453), Introducción, estudio y notas de L. Velázquez Campo, Traducción de P. Arias Fernández (Pamplona, 1999). 4 Pueden consultarse, para el uso de las fuentes en la producción de Arévalo, A. López Fonseca – J. M. Ruiz Vila, Rodrigo Sánchez de Arévalo. Deberes y funciones de generales, capitanes y gobernadores, Introducción, edición crítica y traducción (Madrid, 2011), pp. 3157; J. M. Ruiz Vila, Rodrigo Sánchez de Arévalo. Espejo de la vida humana, Introducción, edición crítica y traducción (Madrid, 2012), pp. 67-75; y A. López Fonseca – J. M. Ruiz Vila, Rodrigo Sánchez de Arévalo. Discursos al servicio de la Corona de Castilla, Introducción, edición crítica y traducción (Madrid, 2013), pp. 25-28.

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nueva era. En nuestra opinión, don Rodrigo responde bastante bien a lo que entendemos por un “humanista”, o cuando menos “prehumanista”, que encaja perfectamente en la corte de Juan II, precursora del Renacimiento español, por más que autores como Karl Kohut5 vean en nuestro autor rasgos “antihumanísticos”. Lo cierto es que está a medio camino entre lo nuevo y lo viejo, o mejor, tradicional. Arévalo continúa basándose en las Sagradas Escrituras, los Padres de la Iglesia (Isidoro, Agustín, Bernardo, Juan Crisóstomo, Gregorio, Jerónimo) y Aristóteles, pero comienza a citar con profusión autores clásicos, sobre todo historiadores (Salustio, Tácito, Valerio Máximo, Livio). No obstante, lo más destacado de su actitud es el hecho de que recurra especialmente a Petrarca, poeta laureatus, y acudiendo al italiano rescate “sus” autores preferidos, a saber, Agustín, Cicerón y Séneca. En Arévalo vemos un intento de hacer concordar las dimensiones filosóficas clásica y cristiana, y ese intento de conciliación entre humanismo y cristianismo le hará, por ejemplo, ensalzar a los antiguos que han tratado de la retórica llamándoles “autores casi divinos” (“paene diuinos uiros”) en su intercambio epistolar con los humanistas presos. Es decir, sin renunciar a sus convicciones cristianas, muestra admiración por la cultura y erudición humanísticas, que enlazaba la cultura pagana con la cristiana a través, precisamente, de los Padres de la Iglesia, porque ellos citaban a los clásicos. Parece también evidente que la formación de don Rodrigo en el entorno de Alfonso de Cartagena desde muy joven le proveyó de unos medios y unos recursos con los que adquirió cierta familiaridad con las aportaciones del humanismo italiano. A su vez, su estancia en Roma le permitió un contacto directo y mucho más amplio con ellas.

2. Arévalo y la educación De entre su abundantísima producción destaca, para el tema que nos ocupa, el Breuis tractatus de arte, diciplina et modo alendi et erudiendi filios, pueros et iuuenes, compuesto en torno a 1453, el más antiguo tratado de pedagogía del humanismo en la península y con una amplia repercusión en el pensamiento moral y pedagógico posterior (por ejemplo en el De liberis educandis libellus de Antonio de Nebrija, de 1509). La moda de mejorar la educación de los niños estuvo en boga durante el Renacimiento, lo que refleja que Arévalo era un hombre con visión de futuro dispuesto a superar la educación tradicional recibida en Salamanca que le 5 Cf. K. Kohut, “Sánchez de Arévalo (1404-1470) frente al humanismo italiano”, en A. M. Gordon – E. M. Rugg (ed.), Actas del Sexto Congreso Internacional de Hispanistas (Toronto, 1980), pp. 431-434.

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Rodrigo Sánchez de Arévalo

había anclado al pasado.6 Al final del Medievo se produjo una proliferación de textos de contenido “educativo” que pretendían ofrecer las pautas para asegurar una adecuada instrucción de los jóvenes que, por su nacimiento, estaban destinados a ocupar una posición preeminente; asimismo, estos textos también enumeraban las virtudes y cualidades que debían concurrir en aquellos, así como los vicios y defectos de que debían huir, señalando, por tanto, modelos de conducta. Entre esos textos no podían faltar los relativos a los príncipes, que determinaron el nacimiento de un nuevo género, el Speculum Principum, género que gozó de múltiples cultivadores, también en la Castilla del XV, entre ellos Rodrigo Sánchez de Arévalo y su Vergel de los príncipes, escrito entre 1456 y 1457, en los años iniciales del reinado de Enrique IV, o Alonso Ortiz y su Diálogo sobre la educación del príncipe don Juan, de la década de los noventa.7 Esta obra de Arévalo, en romance y no en latín, es uno de los tres títulos que tradicionalmente se consideran de carácter educativo dentro de la producción del obispo, junto con el Speculum uite humane y el tratadito del que ahora nos ocupamos. Según Laboa,8 por ejemplo, las tres obras estarían consagradas a la educación, aunque en planos diferentes: el De arte estaría dedicado a los padres, el Vergel a la educación del príncipe y el Speculum serviría de modelo a toda la sociedad. Pero hay que decir que el Vergel no es, en sentido estricto, una obra de carácter educativo, por más que algunos de sus contenidos puedan apuntar en esa dirección. No encontramos en él un conjunto de consejos según el modelo clásico tradicional de los tratados de educación de príncipes, sino una disertación eminentemente retórica, probablemente para halagar al monarca en dos de sus aficiones favoritas: la caza y la música. Por su parte, el Speculum (1468) sí tiene a primera vista una función eminentemente pedagógica. Se presentan las ventajas e inconvenientes de cada profesión, tanto del ámbito seglar como eclesiástico, para ayudarnos en la elección de un modo de vida. Pero esta obra, como ha demostrado el profesor Ruiz Vila,9 va más allá de un manual práctico de intenciones pedagógicas y se aproxima más a los escritos consolatorios de 6

Cf. los trabajos de B. Delgado Criado (dir.), Historia de la educación en España y América. Vol 1. La educación en la Hispania antigua y medieval (Madrid, 1992); A. Rucquoi, “Education et société dans la Péninsule ibérique médiévale”, Histoire de l’Education, 69 (1996), 3-36; y A. Rucquoi, “El deber de saber: la tradición docente en la Edad Media castellana”, en O. Mazín Gómez (ed.), México en el mundo hispánico (Zamora [México], 2000), pp. 309-329, para la educación en el final de la Edad Media y el comienzo del Renacimiento. 7 Cf. los trabajos de M. Penna, Prosistas castellanos del siglo XV (Madrid, 1959) [Vergel I, 311-341] y M.ª P. Rábade Obradó, “La educación del príncipe en el siglo XV: del Vergel de los príncipes al Diálogo sobre la educación del príncipe Don Juan”, Res publica, 18 (2007), 163-178. 8 Laboa, Rodrigo Sánchez de Arévalo, alcaide, pp. 279-280. 9 Ruiz Vila, Rodrigo Sánchez de Arévalo. Espejo, pp. 18-22. 197

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inspiración cristiana que a un manual docente, en la idea de que la miseria intrínseca a la naturaleza humana terminará por afectar al hombre, sea cual sea la decisión que tome, ya que no hay estado alguno de la vida, temporal o espiritual, que escape de la maldad ínsita al ser humano. No olvidemos que esta obra está escrita durante su etapa de alcaide, unos años muy duros, y que está construida a partir de un aspecto autobiográfico, hecho que supera con creces los límites de la literatura medieval y la inserta de lleno en las corrientes humanísticas italianas. Pero podríamos ir más allá de estos tres títulos que tradicionalmente se han considerado educativos. Pues ¿qué es la Compendiosa historia Hispanica sino el intento de presentar de forma resumida la historia de España para aquellos que no la conocen? ¿Qué son las cartas dirigidas a los humanistas en prisión sino una mezcla de consolación y suma de consejos con ciertos trazos, digamos, “educativos” (y que pueden recordarnos en algo al epistolario de Séneca)? Más aún, ¿qué es el tratado hasta no hace mucho, y antes de nuestra edición completa,10 conocido simplemente como De castellanis, que parecía apuntar a una autobiografía de Arévalo como carcelero, sino en realidad un tratado completo de polemología, como indica su título real: De officio et munere ducis, capitanei et castellani? Hay, pues, una vena “pedagógica”, una tendencia formativa en Arévalo que destila por buena parte de su producción, si bien no se puede afirmar que se trate de obras educativas, denominación que debe reservarse al Breuis tractatus de arte, diciplina et modo alendi et erudiendi filios, pueros et iuuenes. No espere el lector, no obstante, encontrar un programa de estudios para la formación del joven, sino más bien un planteamiento general con algunas sugerencias de muy hondo calado, entre las cuales, sin duda, destaca la idea de que hay que dejar al joven elegir en virtud de sus capacidades e inclinaciones, idea que puede resultarnos hoy normal pero que tenía unos fortísimos tintes de novedad en ese momento. Esta obra supone una auténtica isla en la producción educativa de Arévalo, y también en las aportaciones sobre este tema en la España de su época, si bien no se pueden extraer datos sobre la situación de la enseñanza en España, excepción hecha del tópico del escaso cuidado con que eran elegidos los preceptores por las familias nobles. Rodrigo Sánchez de Arévalo está convencido de la gran importancia de la educación, no solo como desarrollo de las capacidades individuales, sino también por la repercusión social de los actos de los hombres. Podemos afirmar que para él la educación es un auténtico legado. Para ello, insistirá en la importancia de elegir a un preceptor que reúna las mejores condiciones 10

López Fonseca – Ruiz Vila, Rodrigo Sánchez de Arévalo. Deberes. 198

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Rodrigo Sánchez de Arévalo

para educar al niño y poderle orientar profesionalmente atendiendo a sus cualidades, para lo cual será necesaria la colaboración con los padres. Acerquémonos en primer lugar a lo que consideramos la línea guía del ideario educativo del obispo, que a la postre es su gran aportación, una aportación de naturaleza claramente humanística, a saber, la atención a la recte eligendi ratio. En el capítulo noveno del De arte, escrito en torno a 1453, antes de su establecimiento en Roma, narra Arévalo la siguiente anécdota: E contrario ibidem narrat [sc. Aristoteles] de filio regis Indiae, cum creuisset et rex eum in scientiis instruere niteretur, eum ad diuersa loca studiorum misit atque doctoribus regni commisit, tamen non profuit patris diligentia, nec sapientum continuus labor in puerum, ut naturam pueri inclinare ualerent, quin immo ad artem fabrilem se semper applicabat, nec a fabris discedebat. Rex igitur, plurimum turbatus, ex consilio sapientum puero dedit arbitrium artem eligere, quam malet. Qui, cum per omnes artes diuersa officia, studia et exercitia illius amplissimae ciuitatis duceretur, ad nullum illorum libenter aspexit, sed continuo inter fabros repertus est. Cognouerunt igitur sapientes fabrili officio natura ipsa aptum esse. In eo igitur mysterio tam mirificus artifex euaxit, ut nullus in regno par inueniretur, praesertim in machinis, bombardis munitionibusque, et innumeris armorumque generibus conficiendis et disponendis, quae omnia plurimum ad res bellicas conferre uidentur, unde tam excellens magister extitit, ut longe magis patris regno profuit ex illo artificio, quam aut si scientiis doctissimus aut uir bellicis actionibus et exercitiis clarissimus euasisset11 (AREV. discipl.9).

Pues bien, esta misma anécdota vuelve a aparecer en el Speculum, escrito quince años después, al final de su vida, aunque ahora se atribuye curiosamente a Estrabón y al rey de Egipto: 11 “Cuenta, por otra parte, el propio Aristóteles lo que le pasó al hijo del rey de la India: cuando creció y su padre el rey intentó instruirle en las ciencias, lo envió a diversos lugares para estudiar y lo confió a los más sabios del reino. No obstante, no daba fruto el afán de su padre, ni el continuo esfuerzo de los sabios con el niño para intentar conducir su natural. Es más, él ponía siempre toda la aplicación en el arte de la fragua y no se separaba de los artesanos. Entonces el rey, muy desconcertado, por consejo de los sabios, dio al niño la libertad de elegir el arte que prefiriera. Él, que había pasado por todas las artes, oficios, estudios y ejercicios a lo largo y ancho de su gran ciudad, no mostró interés por ninguno de ellos, sino que enseguida fue hallado otra vez entre los artesanos. Entonces los sabios se dieron cuenta de que la naturaleza le había hecho apto para ese oficio de la fragua. El resultado de este enigma fue un artífice tan magnífico que no se encontró otro igual en todo el reino, especialmente en la fabricación de máquinas de guerra, bombas y fortificaciones, y en la elaboración y diseño de innumerables tipos de armas o de todo lo relativo a la guerra. Es así que se convirtió en un maestro excelente, y con aquel oficio fue de mucho mayor provecho para el reino de su padre que si hubiera llegado a ser el hombre más sabio en las ciencias o el más brillante en la táctica y en la instrucción militar”.

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Legisti apud Strabonem regi Egypti filium natum esse quem nullo studio trahi posse. Ad artes militares ferunt uel scientificas, sed inclinabatur natura ipsa ad artem fabrilem uidebatque libenter fabros et ad eos, cum poterat, declinabat. Idque rex conspiciens, de sapientum consilio, eum suo arbitrio reliquit. Qui tam famosus in arte fabrili euasit et tam egregia machinarum et ferramentorum presidia patri attulit, ut longe plus ei ex illa arte quam ex militia profuerit12 (AREV.spec.1.23.121-129).

La idea común está en el “puero dedit arbitrium artem eligere” (“dio al niño la libertad de elegir el arte que prefiriera”), del tratado, y el “eum suo arbitrio reliquit” (“lo dejó a su libre albedrío”), del Speculum, idea que se anuncia de forma concreta en el prólogo de la obra (AREV.spec.prol.39-42): “Cum enim humanus animus non modo bonum simpliciter sed, teste Aristotele, summum bonum naturali conamine appetere uideatur, nihil certe deesse uidetur nisi recte eligendi ratio”.13 Este hecho es absolutamente fundamental para Arévalo, porque, no en vano, “es de lo más inútil el trabajo que se hace contra la disposición natural”: Superuacuus est igitur labor contra naturalem inclinationem, unde grauiter errant parentes, quorum quidam filios corpore graciles aut membris laesos ad scientias tradunt, robustos uero corpore et fortes ad res bellicas aliasque fortia exercitia exhibent, nec abunde colligunt naturalem inclinationem, quam ex corporum magnitudine aut prauitate, laesione uel deformitate, nec ad uirtutes animorum attendentes14 (AREV.discipl.9).

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“Has leído en Estrabón que el rey de Egipto tuvo un hijo que no encontraba motivación alguna en nada. Lo intentan encaminar al ejército y a los trabajos intelectuales, pero se inclinaba por su ser natural al oficio de la fragua y contemplaba con agrado a los artesanos y, cuando podía, se iba con ellos. El rey, tras observarlo, le dejó a su libre albedrío por consejo de los sabios. Se hizo tan famoso en el arte de la fragua y le ofreció a su padre máquinas de defensa y artefactos tan excelentes, que le fue muchísimo más provechoso desde este arte que desde el ejército”. 13 “Como parece que el alma humana no busca solo el bien, sino que, según Aristóteles, busca lo mejor de forma instintiva, se deduce que no le hace falta más que el sentido común para elegir bien”. 14 “Es de lo más inútil el trabajo que se hace contra la disposición natural, y se equivocan mucho aquellos padres que arrastran a sus hijos de cuerpo grácil o de brazos débiles a las ciencias, pero mandan a la guerra y a otros ejercicios que requieren fuerza a los de cuerpo robusto y fuerte, y no se paran a pensar en la disposición natural, prestando solo atención a la corpulencia o endeblez del cuerpo, a su debilidad o deformidad, y no a las virtudes del alma”. 200

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3. Precedentes humanísticos No podemos afirmar que el Breuis tractatus sea el primer tratado de pedagogía del humanismo pues en la fecha en la que fue escrito, en torno a 1453, Sánchez de Arévalo ya contaba con varios precedentes dentro del humanismo italiano: • De ingenuis moribus et liberalibus adulescentiae studiis liber de Pier Paolo Vergerio (1402-1403), obra que supone una vuelta a la educación griega (lectura, educación física y música). • De liberorum educatione et cura (=capítulo 8 del libro II del De re uxoria [1416]) de Francesco Barbaro. • Vittorino da Feltre (†1446) y su escuela Ca’ Gioiosa o Casa de la alegría, fundada en 1423, que recupera la idea romana de la escuela como ludus. Al remitirse al mundo clásico, en especial a la cultura griega, veía el fundamento de la necesidad de la actividad física en el hecho de que no era posible la perfección sin la belleza del cuerpo. • De studiis et litteris (1422-1429, ¿1424?) de Leonardo Bruni, tratado dedicado a una mujer. No se trata de un programa de educación sino de una selección de autores para que lean los estudiantes (resalta menos la retórica y más los autores religiosos, quizás por ser su destinataria una mujer). Los autores antiguos se presentan como fuente de sabiduría. • De educatione liberorum clarisque eorum moribus (1444) de Maffeo Vegio. • De liberorum educatione (1450) de Eneas Silvio Piccolomini, que también defiende en su primera parte, más breve, la educación física, mientras que en la segunda parte se ocupa de la educación religiosa y ofrece un completo programa de lectura y estudio (retórica e historia principalmente). Tiene como fuentes fundamentales a Quintiliano y Juan de Salisbury. Estos tratados existen como reacción de los humanistas a la educación escolástica, consecuencia lógica del rechazo de la literatura del momento a los autores de la escolástica iniciado por Petrarca. Frente a esta educación, eminentemente práctica (formación de doctores, abogados), la humanística incide en el deber moral que debe llevar a los alumnos a convertirse en líderes de sus ciudades, para lo cual lo mejor es recurrir a la lectura de los clásicos latinos y griegos. Se busca la formación de hombres libres, de ahí la expresión artes liberales, la que se practica de forma libre, no para vivir de ella. 201

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Vergerio, Bruni, Piccolomini y Guarino son los tratados más influyentes en la pedagogía de la época y posterior, y entre las fuentes de todos ellos destacan el De institutione oratoria de Quintiliano, la traducción latina de la homilía XXII Ad adolescentes de legendis libris gentilium (  ) de Basilio el Grande realizada por Leonardo Bruni d’Arezzo para Coluccio Salutati en 1401, que supone el argumento decisivo a favor de los que esgrimían la lectura de los clásicos paganos para la formación de adolescentes, y la traducción latina del pseudoplutarco De liberis educandis hecha por Guarino da Verona en 1411.

4. El Breuis tractatus: datación, estructura y fuentes Se trata de una carta dedicada a Alfonsus de Faucibus, identificado por Keniston,15 su primer editor, como Alfonso González de la Hoz, consejero del príncipe, el futuro Enrique IV, así como amigo y confidente de Juan Pacheco, Marqués de Villena, al que Arévalo menciona también en el propio texto. Su finalidad es la educación de su hijo Esteban: “uerbum incidit de ingenuis moribus et laudandis Stephani filii tui, adolescentis utique doctissimi” (“salió el tema de las costumbres honestas y dignas de alabanza de tu joven y muy instruido hijo Esteban”) (AREV.discipl.prol.). A pesar de figurar en el índice de obras del periodo romano que el autor inserta en el último capítulo de la Compendiosa historia Hispanica, el tratadito no fue escrito en Roma durante sus últimos años de vida, sino mucho antes, aunque, quizás, en esta última etapa hiciera una nueva copia del texto original. Podemos establecer como términos ante quem non marzo de 1448 (ese año fue readmitido en la Iglesia tras su excomunión en 1447 para ocupar el deanato de la Catedral de León, cargo que él mismo afirma tener cuando escribió el tratadito) y post quem non 1454 (está dirigida a Enrique IV que sube al trono de Castilla en 1454, y se dirige a él como príncipe).16 La estructura de la obra, que se abre con un extenso prólogo y se cierra con un brevísimo epílogo, es la siguiente: I. De procreatione filiorum (no se debe unir al varón con mujeres vulgares). II. De temperantia et sobrietate pauperum (no se debe engendrar en plena embriaguez; los hijos heredan las virtudes de los progenitores, al igual que los vicios). 15

Cf. H. Keniston, “A Fifteenth-Century Treatise on Education by Bishop Rodericus Zamorensis”, Bulletin Hispanique, 32 (1930), 193-217. 16 Cf. Ruiz Vila – Calvo Fernández, “El primer tratado”, pp. 44-45. 202

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III. De alimentis puerorum (es preferible la lactancia materna y, si no es posible, hay que buscar nodrizas jóvenes y sanas que no hayan amamantado y, además, que sean de buenas costumbres, pues, siguiendo a Jerónimo de Estridón, al mamar el niño recibe las características de la nodriza). IV. De idoneitate preceptorum (también el preceptor, siguiendo nuevamente a Jerónimo, debe tener una vida adecuada y saber enseñar). V. In quibus principalibus uersatur preceptorum officium (el preceptor debe observar el natural del niño, si es obtuso, lento, de fino ingenio, pues dependiendo de ello aplicará severidad, indulgencia o moderación). VI. In quibus instruendi sunt pueri in etate infantile (hay que instruir en las bonae litterae y en unos estudios dignos; la costumbre hará el resto). VII. De disciplina et seueritate erga filios in secunda eorum etate puerile (aunque se pueda, y se deba, castigar a los hijos, es preferible no hacerlo y se debe evitar la negligencia a la hora de corregir antes que la severidad para castigar. Hay que ejercitar a los jóvenes en el deporte pues esa edad tiende a los placeres y deseos carnales). VIII. De disciplina et incrementis iuuenum in tertia adolescentie etate (los adolescentes deben cultivar el silencio, la continencia y el respeto). IX. Quod iuuenes ad illa conari debent ad que illos melius natura disponit (la aptitud natural de cada adolescente le predispone para acciones diversas, idea ya presente en Aristóteles, pero se requiere también del estudio y el conocimiento para perfeccionarse). Como se desprende de esta breve presentación, no se trata de un manual de educación como el de Bruni, un conjunto de lecturas recomendadas, ni como el de Piccolomini, que enseña a leer a los niños, sino más bien de unas indicaciones de carácter muy general de cara a formar la personalidad de niños y adolescentes. Ahora bien, desde su primera edición se ha considerado como el primer tratado de pedagogía del humanismo castellano, lo cual no dejar de ser cierto visto que es cincuenta años anterior al tratado de Nebrija, considerado hasta entonces como el pionero. Pero, ¿de dónde ha tomado Arévalo su teoría pedagógica? Lo primero que llama la atención es que Quintiliano no se cuenta entre las fuentes, quizá por su reciente descubrimiento (1416, Poggio Bracciolini). Sí se cita a Aristóteles (Ethica Nicomachea y Oeconomica), Plutarco (sin mencionar 203

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la obra), Cicerón (Tusculanae y De officiis), Séneca (Controuersiae), Valerio Máximo, Jerónimo (Epistula 107, De institutione filias, e In Isaiam), Ambrosio (De officiis), Gregorio (Epistulae). El caso de Plutarco es especial porque solo aparece citado en dos ocasiones y en ninguna de ellas se cita el título de la obra, aunque en realidad se trata del   , atribuido en el Renacimiento a Plutarco y traducido al latín por Guarino en 1411 como De liberis educandis. Arévalo ha tomado de este trabajo el prólogo, los capítulos 1 a 6 y algunas ideas del 7. Keniston17 fue el primero en detectar la fuente para los capítulos 1 a 7, si bien aseguraba que el prólogo y el epílogo eran originales de Arévalo, pero los profesores González Rolán y Saquero Suárez-Somonte18 confirmaron que el prólogo tampoco era original en su mayor parte, sino que está tomado del proemio a la traducción del texto de Plutarco que Guarino dedicó a Angelo Corbinelli. Para el resto de la obra puede afirmarse que en el epílogo retoma algunos conceptos que ya circulaban en los tratados humanísticos, en concreto en el De ingenuis moribus et liberalibus adulescentiae studiis liber, de Pier Paolo Vergerio. Esto sería un nuevo aldabonazo a la idea que aquí se defiende de que la obra de Arévalo es ya portadora de valores humanísticos y lo convierten en precursor del humanismo en Castilla. Veamos, para concluir y sustentar la argumentación, a modo de ejemplo, algunos paralelos entre Vergerio y Arévalo en la siguiente tabla: 1. La educación no puede ser una, sino que debe adaptarse a la naturaleza de cada uno. 2. Hay que actuar en todos los casos, bien ayudando al que tiene capacidades, bien corrigiendo al que da problemas, pero nunca caer en el abandono y dejar a los jóvenes a su suerte. 3. La dedicación al ejercicio físico es una forma de controlar la natural inclinación a los placeres carnales (concepto griego de la educación tomado de Plutarco, cap.11.1). 4. No se debe dar de comer a los jóvenes en exceso, pues eso deriva en el vicio. 5. Hay que estudiar en primer lugar la religión.

17

Keniston, “A Fifteenth-Century”. T. González Rolán – P. Saquero Suárez-Somonte, “La primera huella de Plutarco latinizado en la Castilla de mediados del siglo XV: el tratado pedagógico de Rodrigo Sánchez de Arévalo”, Revista de Estudios Latinos, 7 (2007), 131-152. 18

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Rodrigo Sánchez de Arévalo

6. Hay que ser moderado en los castigos (Plutarco considera el castigo físico propio de los esclavos [12.1] y aconseja que el niño aprenda mediante la palabra; Arévalo defiende el castigo, pero matiza). Pier Paolo Vergerio (ingen.)

Rodrigo Sánchez de Arévalo (discipl.)

1 Iuxta igitur has animaduersiones erit adhibenda doctrina et boni quidem mores asciscendi, mali uero aut minuendi aut prorsus errandicandi sunt. [ingen. §14]

Premissa igitur, etsi breuia documenta, quisquis prouidus et diligens pater ut sapiens preceptor attenderit (…) quorum natura ipsa uel officii necessitudine curam gerere noscitur. [discipl. epil.]

2 qui boni sunt usu praeceptisque confirmandi erunt et iuuandi; qui uero mali atque illaudabiles, corrigendi. [ingen. §11]

si mediocris saltem indolis et docilitas fuerint, uirtutibus et legitimis artibus instructos conficiet; uel si obscura duraque plurimum ingenia habuerint, acutiora atque politiora reddent. [discipl. epil.]

3 Adulescentia libidinibus aestuat [ingen. §15] Semper in aliquo honesto membrorum aut animi labore detineantur; otium enim ad libidines et ad omnem intemperantiam pronos efficit. [ingen. §16]

Erit ergo genitoris summa prouidentia ut filios in hac etate constitutos in castitate et labore constringant quoniam illa etas facilis est ad libidines et concupiscentias (…) Denique laboribus exercendi sunt. [discipl.7]

4 Nam superfluus cibus ac potus et somni Non igitur lasciue sunt nutriendi quia ex abundantiores ex consuetudine magis hoc facile post labuntur in diuersa atque sunt, non quo uariis habitudinibus corpo- dissoluta mala. [discipl.7] rum plus minusue deberi ex his rebus negem, sed quod in omnibus hominibus natura paucis adiumentis contenta sit si necessitatem spectemus, si uoluptatem, nihil illi possit uideri satis. [ingen. §17] 5 Ante omnia uero decet bene institutum adulescentem rei diuinae curam respectumque non neglegere eaque opinione imbui ab ineunte aetate. [ingen. §19]

Commouendi sunt qui in hac adolescentie etate gaudent ut in diuinis mandatis continuo gradiantur et diuina precepta discant et custodiant quod correcta atque perfecta erit uia illorum. [discipl.8]

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6 Sed etsi comminationes et uerbera metuant, magis autem si dedecus atque ignominiam unde nascitur uerecundia quae est in ea aetate signum optimum [ingen. §17]

Ea seueritas moderanda est prout factorum qualitas exigere uidetur. Si passim exercetur, plurimum nocumento est. Moderanda est seueritas ad filios, etiam suspectos. [discipl.7]

Omnino danda erit opera ne pueri propter litterarum disciplinam grauiter et acriter uerberentur; habet enim ea res seruile quidam [Guarino, De ordine docendi et studendi, §11]

Dejemos que ponga fin a estas reflexiones sobre la educación el propio Cicerón con un texto (Tusc. 2,13) citado por Arévalo, junto con otros de Séneca, Ambrosio, Valerio Máximo y Jerónimo, al comienzo del capítulo noveno (discipl. 9), en un pasaje que muestra con claridad ese espíritu humanístico (o cuando menos prehumanístico) que recorría el pensamiento del obispo, que apoyaba sus argumentaciones no solo en los autores cristianos, sino también en los clásicos: “ut ager quamuis fertilis sine cultura fructuosus esse non potest, sic sine doctrina animus” (“igual que un campo, por fértil que sea, no puede producir fruto si no se cultiva, así le pasa al alma sin enseñanza”). Recibido: 08/11/2015 Aceptado: 14/12/2015

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ÍNDICE Págs. LIMINAR José M.ª Maestre Maestre, Homenaje póstumo al profesor José Guillermo Montes Cala.......................................................................................... Ángel Urbán Fernández – Joaquín Salinas D’Anglada, Fotografía del Prof. Dr. D. José Guillermo Montes Cala................................................ Rafael J. Gallé Cejudo – M.ª de la Paz Fernández Montañez, Currículum científico del profesor José Guillermo Montes Cala.................................... Jesús Fernández Palacios, Para Guillermo..............................................

7 13 15 37

ARTÍCULOS AYUSO GARCÍA, MANUEL: La forma textual de las ediciones incunables de Marciano Capela: modelos, relaciones e influencia en la tradición impresa del inicio del s. XVI..................................

41

BAEZA-ANGULO, EULOGIO: El exordivm del Ibis ovidiano en la traducción al castellano de Diego Mexía de Fernangil...................

81

DÍEZ YÁÑEZ, MARÍA: Aristotelianism and Alfonso de Cartagena (ca. 1385-1456). Ethical and Political Theory for the Administration of a Kingdom: Liberality, Magnificence and Magnanimity............

95

FALQUE, EMMA: Los prólogos en la historiografía latina medieval: la Historia Compostelana y el Liber Eliensis........................................

121

FLORISTÁN, JOSÉ M.: Dos memoriales inéditos de Manuel Glinzunio (1582)..........................................................................

137

GIL FERNÁNDEZ, LUIS: Tres cartas de Roberto Sherley.................

153

JIMÉNEZ DEL CASTILLO, JUAN CARLOS: El tópico del concilium deorum en la Austriaca siue Naumachia de Francisco de Pedrosa....

171

359

Índice

Págs. LÓPEZ FONSECA, ANTONIO: Rodrigo Sánchez de Arévalo, un humanista pionero en educación...................................................

193

LÓPEZ-MUÑOZ, MANUEL: Bartolomé de Alcázar (1648-1721) y la retórica......................................................................................

207

PASCUAL BAREA, JOAQUÍN: El epigrama de Fernando Bravo a Santa Helena en la justa hispalense de junio de 1555....................

229

PINO CAMPOS, LUIS MIGUEL: Telégono y Edipo en la obra sobre el parricidio de Juan de Solórzano.................................................

243

RODRÍGUEZ HERRERA, GREGORIO: Las Gnomai en las In Hesiodum Annotationes de Georg Henisch: entre el progymnasma y el florilegio....................................................................................

257

RUIZ ARZALLUZ, IÑIGO: La Vita Terrentii de Petrarca en el Fons memorabilium universi de Bandini.................................................

279

SALAS SALGADO, FRANCISCO: Presencia clásica en la biblioteca de la familia Martínez de Escobar: una primera aproximación.......

299

SÁNCHEZ SALOR, EUSTAQUIO: Estructura binaria de la oración. De Platón al siglo XVIII................................................................

327

360

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