Rituales funerarios religiosos, apoyo y consuelo en los duelos

July 8, 2017 | Autor: Laura Yoffe | Categoría: Rituales funerarios, Apoyo Social Y Religioso En El Duelo
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Descripción

Rituales funerarios religiosos, apoyo y consuelo en los duelos Yoffe, L. (2015) *

Publicado en Revista Remanso N 18 . Bogotá: Corporación Nacional e Internacional de Funerarias Remanso, pp 90 - 107.

*Laura

Yoffe

Lic en Psicología (UBA). PhD en Psicología (UP). Psicóloga clínica especializada en duelos. Psicoterapeuta corporal en Biosíntesis. Integrante de la Red International Foundation for Biosynthesis. Docente invitada en la Diplomatura en Psicología Transpersonal (Universidad Abierta Interamericana) y en Seminario de Psicooncología (Universidad del Salvador),Buenos Aires, Argentina. Email: [email protected]

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Introducción La Psicologia Social Transcultural, surgida como disciplina en la década de 1950, define a la cultura como aquello constituído por una historia pasada (recordada u oral), una religión organizada dominante donde las creencias y las actividades (rituales, tabúes, ritos, ceremonias) dan sentido y legitimidad a la misma. La cultura incluye los valores y las tradiciones a las cuales se suscriben las personas y los modos en que cada subgrupo cultural los perpetúa. Uno de los constituyentes más importantes de cada cultura es la religión entendida como un tipo de compromiso compartido con algo más importante que el individuo y la familia, que provee racionalidad a la sociedad y brinda un conjunto de imperativos morales sin los cuales las sociedades perderían su principal fuente de seguridad (Parkes, Laungani y Young , 2000),. La muerte es uno de los temas centrales que el ser humano debe enfrentar y encontrar respuesta. Cada cultura, frente a la pérdida de un ser querido, define quién tiene derecho u obligación de estar de duelo, quién es el deudo principal, qué derechos y obligaciones tienen los familiares del fallecido, qué tipos de emociones y conductas se pueden sentir y expresar, cuáles son las que se deben controlar estableciendo formas de ejercer el control social de las emociones en los duelos. La experiencia de duelo puede ser universal, pero las respuestas a las pérdidas tienen grandes variaciones al ser influenciadas por factores tales como: las relaciones y expectativas familiares, las redes sociales, la religión y la cultura. Las pérdidas por muerte son situaciones difíciles para las personas a lo largo de todo el mundo; por lo cual, la tristeza, las lágrimas, la rabia, la desorganización personal, el lamento, la angustia, la depresión, la dificultad de comprometerse en actividades cotidianas son situaciones normales de los deudos frente al fenómeno de la pérdida de un ser querido (Rosemblatt, 2007). La muerte de un familiar (padre, madre, hermano/a, marido o esposa, hijo/a), se encuentra entre los sucesos vitales negativos, críticos o traumáticos de quienes atraviesan un duelo. Dicha situación puede afectar salud física como la salud emocional y mental del deudo al producir un aumento del estrés y del 2

sentimiento de vulnerabilidad fisica y emocional que podría conducir al desarrollo de alteraciones de los sistemas endócrino, inmunológico, cardiovascular y del metabolismo en particular, así como el surgimiento de enfermedades particulares (Peralin et al.,1981) . Cada cultura moldea métodos de afrontamiento y de atribución de sentidos y significados a las diversas situaciones de la vida y de la muerte. Los distintos credos religiosos proponen funerales, prácticas y rituales de duelo, formas de recordación de la persona fallecida, así como modos de apoyo religioso y espiritual para que los deudos puedan expresar su dolor, mitigar su pena y reunirse en comunidad para no sufrir tanto la soledad ni la tristeza por la pérdida del ser amado. Cada religión inmersa dentro de una cultura propone una gran diversidad de modos de afrontamiento de la muerte y pérdida de un ser querido (Pargament,1997; Yoffe, 2012). los duelos son situaciones de crisis vitales a partir de las cuales los sujetos podrán salir fortalecidos y su salud podrá mantenerse y mejorarse según las estrategias de afrontamiento que se utilicen para enfrentar el duelo (Folkman, 2007; Pargament, 1997; Stroebe & Stroebe,1994). Rituales funerarios religiosos Los rituales funerarios religiosos pueden ser creados o realizados en el espacio sagrado de un cementerio, al lado de una tumba o en los lugares particulares que los deudos elijan para concretar la despedida simbólica del ser querido fallecido (Durkheim,1912; Pargament,1997; Aries, 2001; Gorer,1995). Los rituales tienen funciones interpersonales, en particular, las de re-establecer el vínculo social y disminuir la soledad. Los ritos ayudan a la persona a ir hacia otros, a romper la sensación de extrañamiento, de separación de los demás y la auto-absorción que desatan los hechos emocionales intensos (Janoff-Bulman, 1992). La participación en rituales funerarios posibilita el ingreso de los familiares en su nuevo status social como “deudos”, ayudándolos en su tránsito hacia las diversas etapas del duelo, que permitirán la aceptación de la pérdida (Pargament,1997; Yoffe, 2012/2014). Desde la perspectiva religiosa, los ritos de pasaje se dirigen al difunto como también a los sobrevivientes, ya que éstos últimos son introducidos al rol de 3

deudos y son asistidos y acompañados en su duelo para ser reintegrados a la comunidad El difunto es incorporado a un reino trascendente a través de ritos de transición de la vida a la muerte. Los rituales llevados a cabo a posteriori de la muerte del ser querido señalan lo sagrado del suceso y la separación del difunto de su comunidad. La ceremonia del entierro marca la transición entre la vida y lo que viene después de ésta y confronta a los deudos con el hecho de la pérdida. También los alienta a aceptar dicho suceso y los cambios que implica. El funeral hace que los deudos enfrenten la realidad de la muerte del ser querido, buscando evitar que sigan actuando como si la misma no hubiera acontecido. Al mismo tiempo, los ayuda a manejar la sensación de shock y la tristeza inicial surgida a causa del fallecimiento del familiar (Pargament,1997). La participación en rituales mortuorios colabora en el logro de bienestar a través de la búsqueda espiritual que permite la conexión de los individuos religiosos con una fuerza superior a éstos. Asimismo, la atribución de sentido permite controlar la ansiedad existencial ante la muerte (Malinowski,1948).Frente al sentimiento de tristeza por la pérdida de un ser querido, los rituales funerarios suelen crear una sensación de unión, de consenso y de acuerdo entre quienes participan, según las distintas creencias sociales y religiosas a las que adhieren los deudos. Los rituales mortuorios religiosos utilizan rezos que refuerzan las creencias religiosas, promoviendo estados de tranquilidad, confianza y sentido de la vida en los deudos (Levin,1994). La participación en rituales funerarios posibilita el ingreso de los familiares en su nuevo status social como “deudos”, ayudándolos en su tránsito hacia las diversas etapas que permitirán la aceptación de la pérdida y la salida del duelo (Pargament,1997; Yoffe, 2012,2014). Apoyo social en el duelo Paéz y Vergara (2000) destacan la importancia dada desde el campo de la Psicología Social Transcultural al apoyo social como un factor fundamental en la elaboración de los duelos. El apoyo social implica la existencia o la disponibilidad de personas en quienes podemos confiar, que nos hacen saber que les importamos, que nos valoran y nos quieren. Asimismo, promueve la

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capacidad de sobreponerse a frustraciones y duros desafíos; ya que una red social provee a la persona de elementos socio-psicológicos que mantienen su salud mental y emocional (Fernández, Ubillos, Zubieta y Páez, 2001a). Desde la psicología social de la salud, Páez y Vergara (2000), señalan la importancia del apoyo social como un factor fundamental en el afrontamiento de los duelos. Los rituales producen un aumento del bienestar y de la afectividad positiva debido a que el apoyo social y la presencia de los otros refuerzan la autoestima y disminuyen el estrés causado por la pérdida sufrida (Campos, Paéz y otros,2004). Stylianos y Vachon (1988), demuestran que el apoyo social brindado colabora para que el duelo no se torne en crónico o patológico, porque un déficit en el apoyo social de quien ha perdido a un ser querido podría hacer que éste se demore o que su salud psicofísica disminuya. El apoyo social parece tener dos elementos básicos: a) la percepción de que hay un número suficiente de otros disponibles a quienes uno puede acudir en momentos de necesidad; y b)un grado o nivel de satisfacción con el apoyo disponible. La satisfacción con el apoyo percibido como con el apoyo disponible puede estar influenciado por diferentes factores de personalidad tales como: la autoestima y la sensación de control que cada uno tenga sobre el medio. Algunas experiencias previas y/o la propia personalidad podrán influenciar a cada persona para que perciba o considere que el apoyo disponible es satisfactorio o insatisfactorio (Fernández, Ubillos, Zubieta y Páez, 2001a). Para Rosemblatt (1999), el apoyo social es útil en el sentido de aportar distracción a la persona en duelo, al ayudarla a salir de las profundidades de su depresión, haciéndolo sentir sentimientos positivos que pueden provenir de la ayuda de los demás. El apoyo social protege de los efectos del estrés de la vida cotidiana; también brinda la sensación de amistad o de compañerismo que protege de la sensaciones de vacío y desesperación asociadas a la soledad (Stylianos & Vachon,1999). La calidad del apoyo social que las personas en proceso de duelo reciben puede tener efectos para la salida del mismo y para la adaptación a dicha situación. Se han realizado estudios sobre la relación entre un suceso de vida 5

estresante como la pérdida por muerte de un ser querido y el apoyo social como modo de promoción y mantenimiento de la salud física y mental (Aldwin,1990; Ferraro et al., 1984; Stroebe & Stroebe,1983; Thompson et al.,1984). Barreto y Soler (2007), destacan la importancia de disponer de familiares y de amigos que escuchen empáticamente, sin reprimir el llanto o las expresiones de frustración; ya que todo esto produce un efecto positivo en la salud, evitando que la falta de apoyo social sea un importante factor de riesgo en el duelo. Lefcourt y colaboradores (1984), afirman que una fuerte red de apoyo social permite mitigar y controlar el impacto del estrés. Los grupos de autoayuda, el apoyo de familiares y amigos, de miembros de una congregación religiosa ayudan a mantener la salud fisica y emocional. Al hablar de apoyo social, Fitzpatrick (1986) y Krause (1985) se refieren al tipo de apoyo social comunitario formal que se asocia al bienestar psicológico y a la salud física. Dakof y Taylor (1990) señalan que el hecho de que el apoyo sea o no considerado como beneficioso depende de la naturaleza de la relación entre quien recibe el apoyo y quien provee el sostén. La falta de contacto y de apoyo social de los sujetos actúa como un factor directo de facilitación de síntomas, debido a que estas carencias exacerban los efectos que pueden tener los sucesos de vida negativos. El efecto de aislamiento puede reflejarse en una falta de recordatorios sociales que –al apelar a los recuerdos y a la esperanza- son el material en bruto del trabajo de duelo (Rosemblatt, 1999).Muchas veces, los miembros de redes sociales se sienten frustrados y retiran su apoyo antes de que incluso la persona en duelo pueda comenzar a beneficiarse de recibir dicho sostén (Schilling,1987).

Apoyo religioso espiritual Los distintos credos religiosos proponen funerales, prácticas y rituales de duelo, formas de recordación de la persona fallecida, modos de apoyo religioso espiritual para que los deudos puedan expresar su dolor, mitigar su pena y reunirse en comunidad para no sufrir tanto la soledad y la tristeza por la pérdida de su ser querido (Pargament,1997; Yoffe, 2012,2014). 6

El apoyo religioso brindado por clérigos de distintos credos hacia los deudos es un tipo de apoyo formal de parte de la institución religiosa. En cambio, el apoyo que brindan los pares de una congregación religiosa a los integrantes de la misma puede ser visto como un tipo de apoyo informal. Existen estudios empíricos sobre la ayuda de los representantes y/o líderes de las congregaciones religiosas así como sobre la importancia del apoyo brindado por el grupo religioso en situaciones de duelos por muerte de neonatos o de pérdidas de embarazos (Stinton, Lasker et al., 1992). Las congregaciones religiosas suelen contribuir a la prevención al proveer recursos para que los adultos puedan afrontar las pérdidas por muerte de seres queridos. “El apoyo de la congregación de pares religiosos aparece como un tipo de apoyo espiritual que deriva de la fe compartida, como de los distintos tipos de apoyo que el grupo religioso brinda a sus miembros en momentos de crisis vitales o de situaciones de estrés” (Rosemblatt ,1999; p. 109). Los clérigos de los distintos credos suelen estar entrenados en prácticas y habilidades específicas para ayudar a los deudos a afrontar la pérdida de sus seres queridos. Tanto sacerdotes, como pastores, rabinos y maestros tibetanos o lamas suelen asumir actitudes y conductas activas: yendo a ver a enfermos moribundos como a sus familiares y deudos, visitándolos en su hogar o en los hospitales, ofreciendo su presencia y palabras de consuelo a quienes están enfermos como a los que han perdido a un ser querido. De este modo, suelen intervenir de un modo más rápido y directo que los profesionales de la salud mental (Pargament, 1997; Yoffe, 2006, 2012). Los representantes de credos religiosos cuentan con una preparación especial y con conocimientos específicos sobre rituales, textos sagrados, palabras y modos de consuelo hacia quienes atraviesan situaciones de crisis personal, social o natural según el momento, la edad y la situación vital de quienes los necesiten. De todos modos, no debe confundirse el rol del clérigo con el del profesional de la salud mental (psicólogo, psiquiatra, trabajador social, médico, enfermero), ya que- aunque los clérigos cuentan con formación pastoral adecuada a partir de su formación y entrenamiento, no es lo mismo su tarea que la labor que desarrolla los psicólogos, médicos o psiquiatras con personas en 7

duelo. Estos últimos se han formado y han sido entrenados para poder manejar situaciones relacionadas con la salud física y/o psicológica, así como para poder enfrentar distintos tipos de patología mental y/o física de sus pacientes, como también diversidad de patologías sociales, familiares y/o comunitarias (Oden, 1983). Según Pargament (1997), los clérigos no son profesionales de la salud. Un “buen pastor” funciona más como un guía filosófico, un consejero psicológico y como un agente de cambio social, sin perder de vista la sabiduría de la religión y del credo al que pertenece. El autor destaca los programas formales de muchas agrupaciones religiosas que brindan ayuda a quienes atraviesan duelos por muerte de seres queridos. De este modo, los deudos tienen la posibilidad de contar con pares espirituales y/o con la presencia de algún experto (el representante de su congregación religiosa) a quienes pueden solicitar ayuda o consejos en los momentos de enfermedad de un ser querido, o cuando tienen que enfrentar la pérdida de un familiar. Jaramillo (2001), afirma que los espacios sociales que brindan las instituciones religiosas (iglesias, templos, parroquias, sinagogas) pueden ayudar a quienes atraviesan situaciones negativas para que puedan salir del aislamiento a partir del consuelo y del acompañamiento, desde la comprensión que los pares espirituales brindan a quienes atraviesan situaciones de algún tipo de pérdida laboral, enfermedad propia o de un familiar, muerte, pérdida y duelo de un ser querido. Para Yalom (2008), los pares religiosos son como “buenos amigos” que pueden ofrecer apoyo y comprensión, ser confidentes a partir del amor y la preocupación que sienten hacia los deudos.

Rituales funerarios religiosos, apoyo y consuelo Catolicismo El catolicismo romano existe en muchas partes del mundo, pero sus prácticas funerarias difieren grandemente porque han sido adaptadas a las costumbres de las comunidades locales y nacionales. Las prácticas católicas difieren porque han

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sido adaptadas en cada país a las costumbres locales y nacionales (Cleary, 1998). El Servicio de Velorio católico se realiza generalmente en la funeraria el día antes de la Liturgia Exequial. Consiste en un servicio de oración basado en las Escrituras, tal como dispone en el Ritual de Exequias Cristianas. En dicho ritual se incluyen plegarias y oraciones individuales y un servicio a cargo del sacerdote, que puede realizarse tanto en una casa velatoria como en una iglesia. Luego del fallecimiento del ser querido, familiares y amistades se reúnen en la iglesia parroquial para llevar a cabo el Ritual de Exequias Cristianas donde participan en la celebración de la Eucaristía en beneficio del difunto, y también se dan las gracias por su vida en la fe. La familia participa cantando, respondiendo durante los himnos en la Misa, ayudando en la vestidura del féretro, seleccionando lecturas de las Escrituras, sirviendo como lectores o ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión. Dado que la homilía es parte de la liturgia, se habla de los misterios de la muerte y de la resurrección a través de la lectura de las Escrituras, que sólo puede ser ofrecida por el sacerdote o el diácono. Al terminar la oración después de la Comunión, uno o dos miembros de la familia y/o algunos amigos del ser querido fallecido podrán pronunciar palabras en recuerdo del difunto escritas de antemano que serán leídas en el momento indicado (Diócesis de San Diego, 2007). La misa de cuerpo presente suele realizarse dentro de la iglesia del cementerio en forma previa al entierro. Dentro del contexto de este servicio de oración, los familiares y amigos pueden compartir testimonios y memorias breves en torno a la fe del difunto. Un sacerdote de la parroquia dirige el servicio. El padre Ignacio Pérez del Viso refiere: “En ocasiones, los familiares llaman al sacerdote para que acuda a un sanatorio, a la casa del enfermo o al velorio, una vez que la persona ha fallecido. En esas situaciones, el sacerdote suele leer partes de la Biblia y hacer un pequeño comentario posterior. Luego, suele decir algunas oraciones e incluir intenciones y plegarias de los presentes en las que se pide a Dios que reciba en su reino a quien ya ha fallecido.” (Pérez del Viso, 2006. Comunicación personal a la autora).

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Monseñor Cote (2006), señala que la última parte del Ritual de Exequias Cristianas se celebra en el lugar donde se habrá de enterrar al difunto; por lo regular, en el suelo consagrado de un cementerio. Los fieles proclaman su fe en la resurrección, tanto para sí mismos como para el difunto. El servicio consta de una breve oración, de la lectura Bíblica y de oraciones de intercesión. Un sacerdote, diácono u otro ministro de la parroquia dirige la oración. Los servicios funerarios se celebran bajo el espíritu de esperanza que debe reinar en medio de la tristeza y el dolor por la pérdida. El responso por los muertos suele incluir rezos y plegarias que estimulan la adaptación a situaciones especificas de acuerdo a si el fallecido fue un anciano, un adulto o un menor de edad y si éste fue o no bautizado (si era un bebé recién nacido). Se busca que las palabras del responso enfaticen el trabajo de la Creación de Dios; y no los logros del individuo en la vida terrenal. Ante la muerte, la Iglesia proclama que Dios creó a cada individuo para la vida eterna. Los cristianos se deben regocijar en la convicción de que Jesucristo- mediante su muerte y resurrección- alcanzó para todos la vida eterna (Cote, 2006). En las prácticas funerarias católicas, el responso por los muertos representa el factor principal de las mismas. Los católicos, incluso los sacerdotes, son libres de participar en cualquier servicio fúnebre, incluso de personas desconocidas. Anteriormente, no se permitía que los que habían cometido suicidio fueran enterrados del mismo modo que los demás creyentes. Actualmente, se interpreta que los suicidas trataron de huir de un patético dolor y de un insoportable sufrimiento del cual no habían podido escapar. La Iglesia católica ofrece prácticas funerarias y entierros rituales para los suicidas como modos de brindar confort, alivio y esperanza para los familiares y amigos de éste (Cleary, 1988 ). En la actualidad, se ha vuelto una práctica común que familias católicas opten por cremar a sus seres queridos fallecidos en vez de hacer un entierro del cuerpo. La Iglesia prefiere que el cuerpo del difunto esté presente para los Ritos Exequiales. Cuando se decide cremar el cuerpo, se recomienda que la cremación se lleve a cabo después de la Liturgia Exequial. En ese caso, se celebran la 10

Vigilia, la Liturgia Exequial y el Rito de Sepelio que podrá celebrarse antes o después de la cremación. El catolicismo considera importante brindar asistencia, consuelo y apoyo a los deudos para evitar que éstos caigan en extremos tales como la negación de la muerte del ser querido, la desesperación o estados de desesperanza. Cuando muere un cristiano, no existe mayor consuelo para sus deudos que el proclamar su fe en la resurrección y celebrar la vida de quien ha muerto en el Señor (Cleary,1998). La presencia del sacerdote en el velorio es una forma de consuelo a los familiares que se sienten más unidos en un momento tan difícil. El padre Pérez del Viso (2006), destaca la importancia de la presencia del sacerdote en el velorio como modo de consuelo a los familiares que podrán sentirse más unidos en los momentos difíciles de pérdida de un ser querido. Dicho sacerdote jesuita afirma: “Muchas personas que he acompañado en los momentos previos a la muerte, en velorios, entierros y misas me han dicho después que la asistencia espiritual recibida los había ayudado grandemente. Suele ocurrir que familiares que no se veían o no se llevaban bien, al estar presentes juntos y compartir un espacio en común pueden acercarse a los demás y -al rezar juntos- logran sentir una especie de comunión. Así, pueden rescatar valores importantes y permanentes del difunto y salir y dejar atrás antiguas peleas del pasado.”

Pérez del Viso (2006. Comunicación personal a la autora ).

Los rituales funerarios católicos son espacios de consuelo a los deudos, donde también se dicen oraciones de agradecimiento a Dios por haber podido contado con las personas queridas en vida, y por haber podido compartir juntos parte de esa existencia terrenal. El consuelo no significa inducir a una actitud de resignación ante el hecho de la muerte de un familiar. “Resulta necesario recordar el legado que quien ha muerto deja a quienes los sobreviven. No se debe dejar caer aquello por lo que el difunto trabajó y luchó en su vida: su familia, sus amigos, el país, determinados valores, las obras y el trabajo realizado, entre otros elementos importantes.” (Pérez del Viso, 2006. Comunicación personal a la autora ).

En los rituales funerarios católicos se busca recordar al difunto a partir de señalar el legado que dejó a quienes lo sobreviven. El padre Pérez del Viso(2006) refiere: 11

“En el consuelo a los deudos se pone el acento en la continuidad más que

en la ruptura, en el legado cultural, más que en el testamento de los bienes materiales. Toda persona es digna de “pasar a la historia”, todos aportamos algo al legado de la historia. Si logramos proyectar los eventos de la memoria familiar hacia la historia oficial o hacia la historia simplemente, lograremos una satisfacción mayor recordando a los difuntos”.

Pérez del Viso,2006 (El cielo y el infierno)

Metodismo En el credo metodista, el servicio fúnebre suele hacerse dentro de la capilla de la congregación a la cual solía asistir la persona fallecida o en la capilla del cementerio. El pastor Andiñach (2006), cometa sobre ello: “Ultimamente, en la tradición protestante, cada vez es menos frecuente hacer velorios largos; ya no se estila mucho quedarse toda la noche en el velorio. Es una evolución que tiene que ver con la actitud de aceptar la muerte. En el fondo ¿qué es velar toda la noche? Es querer prolongar el estar con la persona muerta. Pero la persona ya no está”.(Andiñach, 2006.

Comunicación personal a la autora). Dicho clérigo señala algunas diferencias halladas en velorios de personas que tienen práctica religiosa y aquellas que no son practicantes de su fe. En este segundo caso, los deudos suelen desesperarse ante la pérdida, llorar a los gritos, hacer chistes. Esto tiene relación con una falta de fe trabajada y con la falta de esperanza. “Es muy raro que suceda algo así en los sepelios de personas religiosas del credo protestante. Yo no recuerdo situaciones de este tipo en velatorios o entierros de personas que tienen lazo con una iglesia protestante o en aquellas que tienen fe y una práctica que no es sólo intelectual”.(Andiñach,2006.

Comunicación personal a la autora). En el protestantismo metodista, los fieles suelen tener una aproximación a la muerte a partir del desarrollo de su religiosidad y su confianza en que la persona fallecida está en manos de Dios: esto les permite aceptar mejor la pérdida sufrida. El pastor Andiñach (2006) refiere: “Creo que uno llora en un velorio porque ve lo que sabe que le va a pasar en algún momento. Lo que le pasó al otro me permite darme cuenta que eso es lo que me va a pasar a mí. Por supuesto que también se llora por la angustia de sentir que no tenemos más al ser querido fallecido. La angustia

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es por la separación que marca la muerte.”(Andiñach, 2006. Comunicación personal a

la autora). En el Libro de Celebraciones de la Iglesia Evangélica Metodista en América Latina(1989), es posible hallar oraciones que se hacen en el ritual del velorio metodista para consolar a los deudos : “Oh Dios, danos consuelo en nuestra aflicción y acompáñanos en nuestra soledad. Tú que no has hecho en vano la vida y que amas todo lo que has hecho, ilumínanos con la luz de tu favor y danos la paz que hoy necesitemos. Amen”.“Padre nuestro, en este momento de dolor, danos tu fortaleza. En este momento de sufrimiento socórrenos con tu misericordia. Sin ti, nada somos. Sin tu amor, perecemos. Fortalece nuestra fe, afirma con tu palabra nuestra esperanza y danos tu paz. Por Jesucristo nuestro Señor. Amen”

Consejo de Iglesias Evangélicas Metodistas de América latina y Junta de Ministerios Globales de la Iglesia Evangélica Metodista Unida(1989; p.86). En un servicio fúnebre protestante se suele realizar un acto litúrgico dentro de la capilla del cementerio. Luego, deudos y cortejo se dirigen a la tumba donde familiares, allegados y amigos del difunto dicen palabras de reconocimiento del ser querido fallecido. Posteriormente, por lo general, se dice una oración de gratitud espontánea como las siguientes: “Padre misericordioso, te damos gracias por esta vida terrenal que nos has dado, con todas sus alegrías y tristezas, ..Manténnos ahora en nuestra tristeza cerca de ti, haznos recordar que tú, mediante la muerte y resurrección de tu Hijo, sufriste nuestros dolores y nos has hecho renacer a una esperanza viva. Ayúdanos a tener presente que te pertenecemos y que nos has concedido el perdón de nuestros pecados y la vida eterna. En esta fe, te agradecemos por todas las cosas buenas que nos has dado, por la vida de ….,separado/a de nosotros..Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.”

Consejo de Iglesias Evangélicas Metodistas de América latina y Junta de Ministerios Globales de la Iglesia Evangélica Metodista Unida (1989; p.87). Toda la liturgia protestante tiene como fin fortalecer el sentimiento de esperanza y la aceptación de lo sucedido. Suele darse las gracias por haber podido compartir la vida con la persona fallecida: “Señor, te damos gracias por los largos años que hemos compartido con nuestro hermano o nuestra hermana, con nuestra querida mamá o nuestro querido papá.” En la visión del metodismo dar las gracias a

Dios no significa estar alegre ante la pérdida del ser querido. Se dan las gracias 13

por la vida de la persona que se ha ido, y por la oportunidad que han tenido sus familiares de compartir su vida con quien ya no está más. Se suelen evocar buenos momentos que los deudos pasaron junto a su familiar vivo como también algunos momentos difíciles considerados como pruebas que el Señor los ayudó a superar (Andiñach, 2006). En el entierro, se dicen palabras como un “Acto de afirmación de fe y esperanza”. A saber: “La ayuda nos viene del Señor, creador del cielo y de la tierra. El Señor es, con los que le honran, tan tierno como un padre con sus hijos, Pues él sabe de qué estamos hechos, sabe bien que somos polvo. Pero el amor del Señor es eterno para aquellos que le honran, su justicia es infinita por todas las generaciones, Para los que cumplen con su pacto y no se olvidan de obedecer sus mandatos.” (Salmo 124:8; 103:1314,17-18). La liturgia metodista busca fortalecer el espíritu de las personas vivas.

Al colocar el cuerpo en el lugar del descanso se dicen palabras de entrega: “Omnipotente Dios: Te encomendamos a nuestro hermano/a porque confiamos en tu amor y misericordia y creemos en la promesa de la resurrección para vida eterna. Mediante Jesucristo, el Señor de la muerte y de la vida, nuestro Salvador. Amén.”…“Nuestro hermano/a ha vuelto a Dios. Nosotros devolvemos su cuerpo a la tierra y encomendamos su espíritu a Dios, recordando las palabras de nuestro Señor Jesucristo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Amén.”

Consejo de Iglesias Evangélicas Metodistas de América latina y Junta de Ministerios Globales de la Iglesia Evangélica Metodista Unida (1989; p.113) Luego de dejar el cajón en el lugar de descanso se pronuncia una oración de afirmación de la fe y de la esperanza:“Oh Señor, sosténnos a lo largo de este día hasta que las sombras se alarguen y nos digan que la noche ha llegado... Entonces, por tu misericordia, danos tu seguro reposo, santo descanso y al fin, paz; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.” (Consejo de Iglesias Evangélicas Metodistas de América

latina y Junta de Ministerios Globales de la Iglesia Evangélica Metodista Unida ,1989; p.113). El protestantismo metodista considera muy importante que el pastor ayude los deudos en los momentos del comienzo del duelo para que éstos puedan aceptar que la vida continúa. En los actos de sepelios de personas que el pastor no conoce, éste debe preguntarle a los presentes quién fue la persona fallecida y 14

a qué se dedicaba con el fin de ubicarse frente al difunto y a la familia de éste. Así, podrá decir algo que tenga sentido y brinde consuelo a los deudos. Los pastores no niegan la realidad del dolor sufrido, sino estimulan en los deudos el agradecimiento a Dios por la fortaleza que da para atravesar tal situación critica.(Monti, 2004. Comunicación personal a la autora). En relación a ello, el pastor Andiñach (2006) refiere : “En los sepelios me gusta decir algo que tenga sentido para los presentes y que no sea sólo para cumplir con un rito. A veces, algunas personas dicen que el fallecido había sido una mala persona. Entonces¿no merecería una palabra de perdón?´O sus deudos¿no merecerían unas palabras de consuelo? Algunas personas me han dicho: ´Entiérrelo, él no merece nada.´ Pero a los hijos no se les puede decir que su padre fue un malvado - aunque lo haya sido-. El pastor debe consolar a las personas en duelo. Como docentes debemos enseñar a nuestros alumnos - futuros pastores- que no se debe hablar mal ni bien del muerto. Hay un dicho popular que dice: ´uno no va a un velatorio para hablar bien de la persona que falleció.´”

Andiñach,2006 (Comunicación personal a la autora)

Judaísmo En el judaísmo se asevera que Dios le dijo a Adán “Del polvo has venido y al polvo habrás de retornar“(Génesis 3:19).Consecuentemente, el entierro es el único método de disposición del cuerpo muerto aprobado por la tradición judía. De acuerdo a la ley judía (Mishnah) se debe enterrar al muerto un día después de su fallecimiento: esto es un mandamiento y una acción moral (mitzvah). Los códigos de la ley reconocen que a veces no es posible y permiten un retraso para hacer un entierro que permita la llegada algunos deudos. Los funerales no deben ser realizados durante la festividad del Shabbat (día sagrado), ni tampoco en las principales festividades judias de Año Nuevo, Dia del Perdón, etc. Se considera que los que asisten a un funeral cumplen con la acción moral de acompañar al muerto (mitzvah de halvayat ha-met ). En la religión judía un entierro adecuado es considerado como una mitzvá ( acto justo y meritorio)y como tarea sagrada y obligatoria para cada sujeto perteneciente a la comunidad judía (Elkin,1979),.

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Se debe acompañar al muerto hasta su tumba, ya que esta práctica -como la de visitar a los enfermos- son valoradas como acciones muy meritorias dentro de la herencia de las costumbres judías. La Cabalá judía considera muy importante caminar detrás del cajón para acompañarlo en su último camino hasta el entierro. Este acto también tiene un gran valor, ya que toda la comunidad participa brindando su energía, su amor y su luz a los deudos, ayudando así a que el alma del fallecido puede elevarse (Fridman, 2004. Comunicación personal a la autora). En el entierro judio se suele leer una selección de Salmos (comúnmente los Nº 15,23 y 90) y decir una plegaria tradicional de recordación del difunto. El rabino dice la oración conocida como Hesped para despedir al muerto. Esta plegaria es muy importante porque contiene palabras de despedida del muerto (Skorka,2005. Comunicación personal a la autora). El descenso del ataúd a la sepultura deberá realizarse con prontitud y cuidado. Los familiares y amigos ayudarán a llenar la fosa en señal de respeto y cariño, colocando tres paladas de tierra, mientras pronuncian la frase Ki afar atá (Porque polvo eres.).Cuando los presentes comienzan a rellenar la fosa, se echan paladas con la parte posterior al filo lentamente, en forma deliberada. Los deudos acompañan al fallecido en su ingreso a la tierra con la oración del Kaddish (Kripper, 1994).En el caso de una persona judía sin familia, es mandatorio y forma parte de la responsabilidad de los miembros de la comunidad brindar un entierro adecuado. El rabino es una fuente muy importante de acompañamiento, apoyo y consuelo a los deudos en los momentos en que éstos suelen sentir desesperanza, soledad, temor, dolor, angustia por la pérdida de su ser querido. El paradigma de “consolar a los deudos” está tomado del Libro de Job cuando a éste se le unieron sus amistades en su duelo por la muerte de sus hijos: "Entonces se sentaron con él en el suelo durante siete días y siete noches y ninguno pronunció palabra ya que vieron que su tristeza era muy grande " (Job 2:13). La idea que subyace es que “todos somos una gran congregación y estamos conectados a la vida de la comunidad de la sinagoga.” (Skorka,2005. Comunicación personal a la autora ).

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El judaísmo no considera apropiado el consuelo como tal hasta el tercer día posterior al entierro del ser querido fallecido debido al estado de crisis que atraviesan los deudos en los momentos previos y posteriores a la muerte de su familiar. El famoso tratado Etica de los Padres (Pirkei Avot) refiere que no se debe consolar a los deudos cuando éstos están frente al muerto ni durante el funeral: en esos momentos se recomienda callar y no decirle nada a los deudos. Recién después del tercer día es cuando los miembros de la comunidad deberán ir a la Casa del duelo a consolar a quienes han sufrido la pérdida de un ser querido. Los rabinos suelen leer Salmos, recitar oraciones y plegarias y llevar a cabo elegías que evocan el sentimiento natural de tristeza del duelo. Para ello, utilizan palabras que buscan inspirar coraje y aliento con la intención de ayudar a los deudos a sobrellevar la dolorosa muerte y el vacío por la pérdida del ser amado (Skorka,2005. Comunicación personal a la autora ). Desde hace dos mil años, los rabinos dicen que en los momentos de duelo no se debe dejar solos a los deudos. Por eso, desde la antigüedad se forma un grupo de hombres de la comunidad judía (minyan) que se une a los deudos para rezar junto a éstos. El rabino suele acompañarlos en las plegarias y en su dolor. Es común hacer una apreciación de la persona fallecida recitando la plegaria Moley Rachamim en la que se pide a Dios que el alma de la persona fallecida sea cobijada bajo las alas del Creador (Skorka,2005. Comunicación personal a la autora ). En el Judaísmo no se pueden realizar rituales funerarios durante el Shabbat ni en los dias de las festividades judías. Los deudos deben evitar estar de duelo durante esos días, aunque se permite recitar la plegaria del Kaddish. Una persona no judia puede ser enterrada en un cementerio judío, pero los símbolos y la persona que oficia el servicio deberá ser judia. El movimiento judío conservador considera la oración del Kaddish como una exaltación de la vida. El rabino Skorka (2005) manifiesta: “Se debe decir la plegaria del Kaddish como modo de honrar al ser querido fallecido porque esta plegaria es santificada, consagrada en nombre Dios o de la paz de la tierra.” Esta plegaria es parte esencial del ritual del duelo

judío. Originalmente solía ser recitada por el hijo varón en ocasión de la muerte de su padre o su madre. En la actualidad, también se la dedica a otros familiares y 17

en los movimientos judío conservador y reformista se autoriza que las mujeres la reciten. El movimiento judío ortodoxo considera que el Kaddish sólo puede ser recitada por un minyan (grupo formado por un mínimo de diez varones), por ello, no autoriza a las mujeres a decirla. El rabino Kripper (1994), destaca las oraciones de consuelo que buscan reconectar al deudo con la vida y con lo imperecedero de la existencia humana. La intención es que los deudos puedan centrase en el presente de su vida actual. A continuación, se citan oraciones de recordación de los difuntos: “Oh Padre misericordioso, en cuyas manos están las almas de los vivos y de los muertos, consagramos en este hora sagrada a la memoria de nuestros seres queridos que han sido llamados a morada eterna…Con sus corazones apenados, los hijos recuerdan a sus amados padre que Tu has separado del escenario de sus obras terrenas y has llamado hacia Ti…Oh Dios. Recuerda la fe y la comprensión, las luchas y los sueños, las pruebas y las penas, los temores y las alegrías que compartieron hasta que la muerte los separó. Mas los lazos que unieron sus almas nunca serán separados…Podamos permanecer siempre fieles a su confianza, leales a sus preceptos y responder a la herencia que nos han legado.” Consejo Mundial de Sinagogas (Seminario Rabínico Latinoamericano,1972, p.323)

En el credo judío, el duelo tiene un sentido positivo al revalorizar la vida (Chai), y buscar ayudar a los deudos a comprometerse nuevamente con su vida personal. Los rabinos tratan de incentivarlos a que expresen su dolor y tristeza por la pérdida sufrida, y a conectarse con sus sentimientos de esperanza de que podrán salir del duelo, reconectándose con la vida a partir del armado de proyectos nuevos. El rabino Skorka (2005) destaca: “Desde el punto de vista del análisis de la conducta humana- los rituales judíos tienen un significado muy profundo como el de ayudar constantemente a que los deudos superen el dolor por la pérdida sufrida. Se define un tiempo diferente para el llanto y otro para el duelo al marcar que “de aquí en más, de alguna u otra forma deberás superar el dolor, manteniendo la herida, pero siguiendo adelante con la vida”.(Skorka,2005. Comunicación personal a la

autora ). El judaísmo prohíbe la cremación, por lo cual no está permitida realizarla en ningún cementerio judío. Actualmente, se realizan cremaciones de personas judías en cementerios privados; pero ningún rabino oficial puede decir rezos en tal 18

tipo de práctica funeraria. La prohibición de la cremación tiene que ver con el respeto por el cuerpo que albergó el alma. Luego de la muerte de la persona se deberá devolver el cuerpo a la tierra del mejor modo posible (Skorka,2005. Comunicación personal a la autora). Aunque el movimiento judío reformista permite la cremación del cuerpo, se llevan a cabo pocas cremaciones, aún de personas pertenecientes a la rama de dicho movimiento (Butterfass ,1998). En Argentina, sólo se hacen cremaciones de personas judias en cementerios privados, pero ningún rabino oficial puede decir rezos en dicho servicio porque la ley judía prohíbe la cremación.(Forni, Mallimaci y Cárdenas, 2003).

Budismo tibetano El Budismo trata que la persona religiosa pueda generar un espacio donde hacer prácticas que faciliten el “buen morir” del ser querido. La maestra argentina Lama Rinchen (2005), afirma: “En la sociedad actual, se suele tener poco respeto hacia el velorio. Antes, dicho ritual solía ser un espacio íntimo de oración y de recogimiento en el que se buscaba resaltar lo mejor de la vida del ser querido fallecido. Actualmente, la gente banaliza la ceremonia del velorio. Pero desde la tradición espiritual, el velorio tiene el propósito de ser el soporte de los deudos.” El credo budista tibetano

plantea la necesidad de cuidar el ambiente y las personas que están presentes en el velorio deben guardar respeto a través del silencio, que es muy positivo tanto para los deudos como para el difunto. En el espacio sagrado del velorio es necesario cuidar que nadie fuma ni beba al lado del ataúd, y que las personas no hablen de cualquier cosa ni se rían (Lama Rinchen, 2005. Comunicación a la autora). Los practicantes de budismo buscan cerrar las puertas del cuarto donde se encuentra el cajón del difunto (ya sea en la casa de sepelios o en la del familiar), con el fin de que el grupo espiritual pueda reunirse y hacer plegarias por el ser querido fallecido. De este modo, los pares espirituales acompañan a los deudos en sus prácticas y en su recogimiento. Estar en silencio crea un ámbito de mayor respeto y consuelo hacia quienes han perdido a un familiar.

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La práctica funeraria habitual del budismo es la cremación, que implica el reconocimiento de la destrucción del físico. De este modo, en este credo no hay lugar para la doctrina de la “resurrección de la carne” El budismo no considera que la cremación sea más positiva que el entierro, aunque haya surgido en la India donde se siguen las tradiciones hinduistas que consideran que es mejor cremar el cuerpo y arrojarlo a ríos como el Ganges (Parrinder, 1982). En Argentina, la cremación no suele ser una práctica común, aunque algunos practicantes budistas -en vez de enterrar a sus familiares- decidan hacerla. Los practicantes de budismo tibetano, a posteriori de la cremación, buscarán llevar las cenizas del cuerpo del difunto a un lugar al cual le hubiera gustado ir, o a un sitio significativo para el deudo donde arrojará las cenizas al viento, al mar, o a la tierra, según su propia decisión. Dado que la mayoría de los practicantes budistas de Argentina provienen de familias católicas, cristianas o judias, en el momento de la muerte de un ser querido suelen decidirse por los ritos funerarios del credo al cual pertenecía su familiar fallecido, lo que implica una actitud de respeto por el credo de origen familiar, más allá del proceso de conversión religiosa o espiritual que el practicante budista haya llevado a cabo (Lama Rinchen, 2005. Comunicación a la autora). Mientras se lleva a cabo la cremación, los practicantes budistas realizan prácticas espirituales especificas con visualización de mandalas y deidades a las que invocan, con recitado de mantras que dicen a solas o acompañados por pares de su comunidad espiritual (Sangha). El cuerpo del difunto es visualizado como la representación de todo el karma negativo y de las oscuridades mentales acumuladas por éste en su vida actual y en vidas pasadas. Mientras el cadáver arde, el practicante debe imaginar que el karma de éste es consumido, trasmutado y transformado en sabiduría. Después de la cremación, se dedicarán buenas intenciones para que el difunto alcance un buen renacimiento. Más tarde se podrá proceder a llevar las cenizas y esparcirlas en un lugar significativo para los deudos (Lama Rinchen, 2005. Comunicación personal a la autora). El Budismo Tibetano considera importante contar con la presencia de un maestro espiritual (lama) que buscará ayudar a quienes han muerto recitando plegarias y dándoles instrucciones de textos sagrados funerarios. Los practicantes 20

que han sufrido la pérdida de un ser querido tendrán posibilidades y mayor apertura para hacer actividades espirituales para el difunto y para sí mismos. Podrán aprovechar su situación de duelo para ayudar a quien está muriendo o a

quien ya ha fallecido a partir de las enseñanzas budistas (Dharma), haciendo prácticas especiales que sirvan para ayudar al difunto, prendiendo velas, haciendo plegarias a Buda, haciendo la práctica del Buda Chenrezi (el Buda de la Compasión) por ejemplo, junto a visualizaciones y mantras. Luego, al descansar en esas visualizaciones, podrán acostumbrarse lentamente a la idea de que su familiar ya no está más a su lado. Es función del maestro ayudarlos a practicar en cualquier circunstancia adversa para que puedan integrar ese momento doloroso en su vida cotidiana. Así, lograrán aprender a resolver los problemas que surjan en su duelo (Lama Rinchen, 2005. Comunicación a la autora). Una característica del budismo tibetano es la abundancia de prácticas especiales para ayudar a los difuntos y para consolar a sus familiares y amigos afligidos. En los centros budistas se suelen brindar enseñanzas sobre la muerte, el morir, el acompañamiento a los moribundos y a los difuntos. De este modo, los practicantes budistas cuentan con herramientas, recursos y prácticas espirituales para las situaciones difíciles que deben enfrentar cuando un ser querido está muriendo o ya ha muerto (Lama Rinchen, 2005.Comunicación a la autora). Es muy importante la función del grupo espiritual (Sangha) que brinda apoyo emocional y espiritual a quienes han sufrido la pérdida de un familiar en los momentos significativos anteriores y posteriores a la despedida póstuma de éste. Los

deudos

practicantes

de

budismo

tibetano

pueden

contar

con

el

acompañamiento de miembros de su grupo espiritual en los momentos previos a la muerte como también en las ceremonias funerarias que la familia del difunto decida realizar y a posteriori en el duelo (Zangpo Bodh, 2006.Comunicación con la autora). El lama tibetano Sogyal Rinpoche (2006), señala que entre los tibetanos, lo normal cuando alguien muere, es que sus parientes y amigos se reúnan y busquen una manera de ayudar a los deudos. De este modo, toda la comunidad presta gran apoyo espiritual, emocional y práctico para que la familia del difunto 21

no quede desatendida y sin saber qué hacer. Así, se intenta que los familiares afligidos puedan soportar, aceptar y sobrevivir a la muerte de sus seres queridos fallecidos. “Una manera de consolar a los afligidos es alentarlos a hacer algo por los seres queridos que acaban de morir, viviendo aún más intensamente en favor de ellos después de su muerte, practicando por ellos y confiriendo así a su muerte un sentido más profundo. (Sogyal Rinpoche,2006; p.371).

Comentarios finales La persona que enfrenta la muerte de un ser querido podrá sentirse abrumada por sentimientos de gran tristeza, angustia, miedo, ira, negación, culpa –entre otros- que pueden surgir de su interior. Quienes deseen ayudarlos necesitarán tener paciencia y gran sensibilidad que les permita acompañarlos, escuchándolos en silencio, sin juzgarlos, dejándolos hablar y revelar sus recuerdos más íntimos, aquello referido a las circunstancias dolorosas de la muerte de su familiar, como también a los sentimientos de vacío y soledad surgidos ante la irremediable pérdida del ser amado (Jaramillo, 2001). Aquellos que acompañan a deudos religiosos necesitan dejar que éstos se sienten calladamente, o que hagan plegarias junto al cadáver, sin decirles lo que tienen que hacer. Es importante dejarlos que expresen su amor para que logren despedirse a su manera, de modo que puedan ir aceptando la muerte y el vacío dejado por la pérdida del ser amado (Sogyal Rinpoche, 2006; Yoffe, 2012, 2014). Afrontar un duelo en soledad puede llevar a la intensificación de los sentimientos y a la pesadumbre que suele surgir en los deudos que enfrentan una muerte inesperada y repentina por suicidio, homicidio, accidente, una catástrofe natural, entre otros. Tales tipos de muerte refuerzan la sensación de los sobrevivientes de que no han sido incapaces de ayudar en modo alguno a su familiar fallecido (Jaramillo, 2001; Sogyal Rinpoche, 2006). Los clérigos y maestros espirituales tienen una adecuada formación sobre acompañamiento pastoral que les permite tratar temas delicados como las enfermedades, el dolor, el sufrimiento, la muerte, las dudas de fe, las crisis existenciales, las pérdidas y el duelo. De esta manera, los representantes de 22

los distintos credos pueden brindar apoyo emocional, práctico, religioso y espiritual a quienes atraviesan momentos de crisis vitales o situaciones de estrés como son los duelos por pérdidas de seres queridos (Rosemblatt,1999; Yoffe, 2006,2012 ). El acompañamiento espiritual y el apoyo brindado por pares religiosos y espirituales en los rituales funerarios y en la realización de prácticas religiosas en el duelo son fuentes de alivio y confort que permiten que los deudos se sientan apreciados y valorados a través de manifestaciones de cariño y respeto hacia el difunto y de la expresión de condolencias y consuelo hacia sus deudos (Pargament, 1997; Yoffe, 2006, 2012, 2014). Coincidimos con Barrientos (2005), en cuanto a la importancia de la red de vínculos que proveen las religiones en general, más allá de las diferencias presentes entre cada credo. La presencia de la red en sí misma y la participación del sujeto religioso en ella son fundamentales en el duelo. Probablemente, no se deba poner tanto énfasis en el tipo de religión o credo al que el sujeto religioso adhiere, sino en la disposición de la red de apoyo que brindan a través de pares religiosos, clérigos y maestros espirituales. A esto se suma lo referido respecto del abanico de rituales, prácticas, textos sagrados y modos de acompañamiento y consuelo que ofrecen las religiones en general, y que producen mayor apoyo, mayor compartir social de las emociones y, por tanto, más bienestar en los deudos (Yoffe, 2006,2012, 2014).

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