Ritual sobre la muerte y sus contextos arqueológicos en el Antiguo Régimen (siglos XV al XVIII). La necrópolis parroquial de San Martín (Almonaster, Huelva) en VI Encuentro de Arqueología del Suroeste Peninsular, 2013, págs. 2145-2172

September 26, 2017 | Autor: Omar Romero del Osa | Categoría: Arqueologia De La Muerte, Arqueología Post-medieval
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Descripción

VI ENCUENTRO DE ARQUEOLOGÍA DEL SUROESTE PENINSULAR

Ritual sobre la muerte y sus contextos arqueológicos en el Antiguo Régimen (siglos XV al XVIII). La necrópolis parroquial de San Martín (Almonaster, Huelva)

ISBN 978-84-616-6306-4

Omar Romero de la Osa Fernández, Eduardo Romero Bomba y Timoteo Rivera Jiménez

Resumen: La caracterización de la sociedad durante los siglos XV al XVIII permite reconocer los elementos arqueológicos para el análisis del territorio. Al ser unos caracteres circunscritos a un determinado periodo, podemos nombrar a la arqueología de este periodo como Arqueología del Antiguo Régimen. Estos elementos son la casa-palacio señorial, la parroquia y las necrópolis. A este último aspecto dedicamos la presente comunicación en base al estudio de la necrópolis de San Martín (Almonaster la Real, Huelva). La arqueología de la muerte se cierne fundamental para aseverar y caracterizar a una época a través del concepto de materialidad, por la cual no sólo nos circunscribimos al estudio de los lugares de la muerte, es decir, los sepulcros, sino que entendemos el análisis de la muerte a través de los discursos que genera.

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The characterization of the society during the 15 to 18 centuries allows you to recognize the archaeological elements to analyse the territory. This characters are limited to a certain period so we can define this archaeology as Ancient Regime Archaeology. This elements are: the stately house-palace, the parish and the necropolis. We refer to that last respect in this paper on “an Martín’s necropolis (Almonaster la Real, Huelva). The death archaeology is essential to define a time through the concept of materiality. We don't límit our study to death places (tombs), we analyse death through the discussions it generates.

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La Sierra de Aracena estuvo inmersa en una profunda transformación durante la Baja Edad Media. Una estructuración efecto de los procesos de conquista cristiana –tanto portuguesa como castellana- durante el siglo XIII que supuso una organización social y económica diferente a la inmediata anterior almohade y maniobrada a través de la distribución de la propiedad mediante el repartimiento y de un nuevo tipo de economía de base agrícola encaminada hacia formas de producción de cultivos diferentes. Como es lógico, la realidad de partida no será homogénea en el tiempo y sufrirá paulatinos cambios cuando, las rebajas fiscales y facilidades de los repobladores, por un lado, y por otro, la conflictividad –ya fuera bélica o por razzias–, lo permitieran. Durante los siglos XV y XVI la comarca serrana experimentará un aumento demográfico que provocará nuevos cambios en la organización espacial del territorio heredado medieval. Un territorio superpoblado que obligará a la modificación de los usos de la propiedad y de la tierra y a la expansión o reforzamiento de caseríos o montes y aldeas. Un espacio y un territorio que produce cultura material y como tal sensible de ser analizada arqueológicamente.

1. ARQUEOLOGÍA DEL ANTIGUO RÉGIMEN Si la arqueología viene definida por estudiar a las sociedades del pasado mediante las fuentes materiales, buscando el conocimiento científico a través de unas técnicas propias (Gutiérrez 2001; Malpica 2003: 17‐33; Izquierdo 2005; 2008), el papel que juega en el conocimiento del Antiguo Régimen es fundaVI ENCUENTRO DE ARQUEOLOGÍA DEL SUROESTE PENINSULAR PENINSULAR - RITUAL SOBRE LA MUERTE Y SUS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS EN EL ANTIGUO RÉGIMEN (SIGLOS XV AL XVIII) - Omar Romero de la Osa, Eduardo Romero bomba y Timoteo Rivera jiménez

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mental para dilucidar aspectos como la organización espacial, las dinámicas y organización del trabajo, las relaciones de poder respecto a la sociedad, el comercio o aspectos culturales. Ahora bien, ¿cuáles son las características de la sociedad del Antiguo Régimen? Siguiendo a Teófilo F. Ruiz (2002), en primer lugar por los discursos y la materialización de la diferencia. La desigualdad provenía fundamentalmente por la desigualdad económica, y ésta no se materializaba solo por la adscripción a un determinado estamento social, los ricos, fueran nobles o no, disfrutaban de derechos y prebendas fuera del alcance de la base. En segundo lugar, por las identidades generadas por la filiación social, la educación –modales, vestido, dieta u ocupación– y la ortodoxia cristiana que hacían posible identificar al individuo y asegurar su posición dentro de la sociedad. Los ciclos demográficos determinaran la organización del espacio durante el Antiguo Régimen. Durante los siglos XV y XVI se produjo un fuerte aumento demográfico en los principales núcleos poblacionales del territorio de nuestro estudio, esto es, los surgidos al candor de una fortificación, poblamiento desde mediados del siglo XIII a comienzos del siglo XVI. De las poblaciones estudiadas durante el siglo XV, Aroche, Aracena y Cumbres Mayores tuvieron un crecimiento de 356,8%, 351,2%, 369,6% respectivamente (González 1995, II: 61-62). Durante el siglo XVI el ascenso continuó provocando movimientos migratorios ante la falta de trabajo, de esta manera Aracena pasó a tener 1583 vecinos, Cortegana 604, Aroche 535, Encinasola con 614 y Almonaster con 709 vecinos (González 1995, II: 65-66). A excepción de la crisis demográfica del siglo XVII en la que disminuyó la población serrana en un 53%, el ciclo demográfico se define alcista en el siglo XVIII (González 1995, II: 97-106). Un marco de organización del espacio motivado por el aumento demográfico y las bases económicas que producen un orden identitario evolucionado de los siglos XIII y XIV que producen unas transformaciones en el territorio en un periodo determinado –siglos XV-XVIII– sensibles de ser tratadas arqueológicamente y por lo tanto de poderlo denominar como Arqueología del Antiguo Régimen. VI ENCUENTRO DE ARQUEOLOGÍA DEL SUROESTE PENINSULAR PENINSULAR - RITUAL SOBRE LA MUERTE Y SUS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS EN EL ANTIGUO RÉGIMEN (SIGLOS XV AL XVIII) - Omar Romero de la Osa, Eduardo Romero bomba y Timoteo Rivera jiménez

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Ahora bien, ¿qué papel juega la arqueología dentro de una historiografía influenciada casi por completo por la documentación textual? Como advertimos en los párrafos anteriores la caracterización espacial hace referencia a la organización en base a presupuestos jurídicos e institucionales y al de un ecosistema. Las dos primeras categorías son las que tradicionalmente han predominado en la historiografía hasta la introducción del concepto de ecosistema. Este concepto define los límites ecológicos, manifestado en el sistema agrario y de los desplazamientos de grupos que aspiran a nuevos nichos ecológicos y que llevan sus propias tradiciones culturales, un proceso que conlleva un proceso de cambio y de adaptación (García 1985: 11-42). El proceso, pues, que analiza la Arqueología del Antiguo Régimen es el de la transformación y evolución, entre los siglos XV y XVIII, de la organización espacial que supuso los procesos de conquista y repoblación en el siglo XIII por la Corona de Castilla. Transformar, por tanto, significa, heredar una tradición social y explotación agroganadera específicas y su modificación a partir del siglo XV y XVI debido al aumento demográfico –que supuso el poblamiento extramuros- y conlleva un ajuste o modificación desde el punto de vista físico (poblamiento; paisaje), social (régimen de propiedad; régimen de explotación) y administrativo (eclesiástico y civil). La base económica agroganadera de corte tradicional serrana, basada en producción hortofrutícola, viñedos y cereal, tuvo que adaptarse a las actividades ganaderas, industriales (lino, curtiduría de pieles, tala de arbolado y apicultura) y de propietarización de montes públicos mediante la adaptación de la organización del espacio (Pérez-Embid 1986: 245-283). La realidad política pasó a manos privadas en un proceso de un proceso de reseñoralización durante el siglo XVII. El termino de Aracena fue concedido por Felipe IV al Conde Duque de Olivares y el termino de Almonaster pasó al mayorazgo de Pedro Márquez de Avellaneda en 1632. Como es lógico pensar, dichas actividades y relaciones sociales características de una época dejan su huella material, ya sea amojonando las dehesas boyales VI ENCUENTRO DE ARQUEOLOGÍA DEL SUROESTE PENINSULAR PENINSULAR - RITUAL SOBRE LA MUERTE Y SUS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS EN EL ANTIGUO RÉGIMEN (SIGLOS XV AL XVIII) - Omar Romero de la Osa, Eduardo Romero bomba y Timoteo Rivera jiménez

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municipales, parcelando la cada vez usual propiedad privada mediante cercados de piedra, distribuyendo un viario o canalizando el agua para los diferentes usos agropecuarios e industriales (molinos, lagares). Como dicha actividad fue producto de la antropización del territorio, planteamos el estudio en base a las casas-palacios -primero de los mayores hacendados y posterior nobleza- como manifestación del poder, en segundo lugar, de los asentamientos rurales y la parroquia, como aglutinadora social y, en tercer lugar, de las necrópolis como elementos arqueológicos para caracterizar el poblamiento durante el Antiguo Régimen. Esta comunicación ofrece en detalle los resultados del análisis de la necrópolis parroquial de San Martín de Almonaster la Real (Huelva) fruto de una intervención arqueológica motivada por la restauración integral del edificio (Romero de la Osa 2011). Presentada, en primer lugar, la propuesta general de análisis arqueológico durante el Antiguo Régimen, que permite situar los resultados concretos de la investigación, nos proponemos a continuación enmarcar el estudio arqueológico de la muerte y centrarnos en el caso concreto de San Martín, para finalizar, apuntando una serie de conclusiones derivado de nuestro estudio.

2. ARQUEOLOGÍA DE LA MUERTE. El ritual como manifestación externa de una motivación individual o colectiva es llevada por la asociación de personas, por lo tanto, aunque se trate de celebrar la muerte, esta la llevan a cabo, gente en vida. Derivado de ello, el estudio de la muerte, puede generar análisis sobre las mentalidades colectivas, que atañen a la religión, imaginario y las creencias, pero también de aspectos socioeconómicos, manifestados en la cultura material. De esta manera la arqueología de la muerte, no se limita a estudiar las características de los yacimientos sepulcrales o reconstrucción del ritual solamente sino que también considera VI ENCUENTRO DE ARQUEOLOGÍA DEL SUROESTE PENINSULAR PENINSULAR - RITUAL SOBRE LA MUERTE Y SUS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS EN EL ANTIGUO RÉGIMEN (SIGLOS XV AL XVIII) - Omar Romero de la Osa, Eduardo Romero bomba y Timoteo Rivera jiménez

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que las tumbas y las ceremonias funerarias asociadas a ellas constituyen un particular código donde entran en juego símbolos de la sociedad que los entierra (Pou 2011). Los sepulcros, ya sea por su distribución y tipología, bien por los restos humanos y ajuares que conserva, proporcionan diferentes datos para la reconstrucción del Antiguo Régimen tales como, jerarquización social, formas de parentesco, datos demográficos, antropológicos, creencias y aspectos tales como al dieta o la enfermedad (Ibáñez y Moraza 2005; Ibarra 2006a; 2006b). Ahora bien, se trata por parte de la arqueología, de generar conocimiento histórico sobre la sociedad del Antiguo Régimen. El postprocesualismo, centra su análisis del cambio social en la misma sociedad, que a su vez moldeaba a la naturaleza a través de la percepción, los sujetos están condicionados por unas estructuras, pero ellos mismos las conforman con su actuación con la posibilidad de transformarla (Alonso 2009). En la actualidad y desde el postprocesualismo se ensaya el concepto de materialidad de la muerte más que el de cultura material, en tanto reconoce las posibilidades y limitaciones de estudio, al observar la materialización que las sociedades pasadas generaron sobre la muerte, identificando las huellas materiales del tratamiento del cadáver, la materialización de los rituales sepulcrales, las evidencias del ajuar, indicios físicos de la jerarquía, los patrimonios, grupos de edad y la arquitectura de la muerte (Pou 2011). Si la cuestión es la de generar conocimiento histórico durante los siglos XV al XVIII, irremediablemente debemos acudir a la documentación textual, máxime cuando el ritual y ceremonial ha sido motivo de análisis profundo desde la renovación y revalorización de las fuentes notariales (Lara 2000). La documentación textual fue introducida a partir de la década de 1980 y 1990 gracias al desarrollo de la arqueología medieval (Solaun et al. 2009: 501-550). El papel de la arqueología respecto a los textos consistió en la confirmación por parte de la arqueología de la información de los textos. No será hasta los últimos cinco años cuando se revaloricen y realicen estudios de investigación arqueo-lógica con textos, tratándolos como documentación encaminada a dilucidar conocimiento VI ENCUENTRO DE ARQUEOLOGÍA DEL SUROESTE PENINSULAR PENINSULAR - RITUAL SOBRE LA MUERTE Y SUS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS EN EL ANTIGUO RÉGIMEN (SIGLOS XV AL XVIII) - Omar Romero de la Osa, Eduardo Romero bomba y Timoteo Rivera jiménez

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histórico. Para el caso de estudios sobre territorialidad Álvaro Rodríguez (2009) ha analizado el uso de textos en análisis arqueológicos en la Edad Media, estableciendo unas características, a saber: en primer lugar proporcionan información sobre la configuración territorial y política de la época, permitiendo interpretar la evolución territorial y las mutaciones de los espacios que provocarán el aumento de yacimientos arqueológicos; en segundo lugar, aportan datos sobre el nombre y ubicación de numerosos lugares identificables en la toponimia actual; en tercer lugar informan de caracteres básicos de las unidades formadoras del territorio, en nuestro caso asentamientos rurales, aldeas y casas montes; y en cuarto lugar, informan de los procesos sociales que intervienen en la formación del registro arqueológico, que ayudan a entender la funcionalidad y significado histórico como castillo, aldeas o molinos. Una información fundamental para el análisis territorial en el Antiguo Régimen en base especialmente al análisis de documentación como cartas puebla, ordenanzas o haciendas municipales ha sido motivo de estudio por parte de Javier Pérez-Embid (1986; 1996; 1998; 2013). Ahora bien, ante la posibilidad de generar conocimiento histórico a través de documentación arqueológica y textual (Romero de la Osa 2008) debemos abrir igualmente un debate sobre el papel de la documentación textual en arqueología y estudios del territorio. Las carencias de las mismas respecto a la arqueología han sido enumeradas por Álvaro Rodríguez (2009), en primer lugar, porque no describen exactamente cada elemento, ni su evolución y mutaciones, por ejemplo, en las referencias sobre la parroquia de San Martín de Almonaster (Catastro de Ensenada y la Información del cura Tomás López) se dice ser factura muy antigua sin distinguir periodos o fábricas; y, en segundo lugar, existe un número mayor de yacimientos que no aparecen en las fuentes. Para los estudios sobre la muerte en el Antiguo Régimen la situación se complica. Los estudios relacionados con la muerte, mentalidades, rituales y datos socioeconómicos han sido copados casi en exclusividad por el documento VI ENCUENTRO DE ARQUEOLOGÍA DEL SUROESTE PENINSULAR PENINSULAR - RITUAL SOBRE LA MUERTE Y SUS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS EN EL ANTIGUO RÉGIMEN (SIGLOS XV AL XVIII) - Omar Romero de la Osa, Eduardo Romero bomba y Timoteo Rivera jiménez

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notarial, especialmente el testamento. Los testamentos han demostrado presentar algunas lagunas para la comprensión total del hecho sobre la muerte (Lara y González 1986), en primer lugar, porque al tratarse de un formulario, la práctica notarial provoca conflictividad en dilucidar, si las expresiones sobre la condición católica, fue producto de la fe del testador o era fruto de la costumbre notarial, en segundo lugar, a esta condición no ayudaba el que los testigos fueran los aprendices de las notarías y no los familiares o los interesados, ante el grado de analfabetismo de la época, y en tercer lugar, porque el testamento al tener que ser refrendado por un notario, significaba tener que pagar las costas y el papel sellado, un precio, el de la muerte como observamos, no apto para todos los públicos. Ante esta situación el estudio de la muerte en ésta época debe ser reflectado mediante el cotejo de los registros parroquiales sobre muertes y con nueva documentación textual y arqueológica. Nuestro caso de estudio, el registro principal arqueológico, data de finales del siglo XVII hasta comienzos del siglo XIX, siendo significativo, por su volumen en la cultura material, los depósitos del siglo XVIII, una época que se ha querido ver como el declive del ceremonial barroco. Como han demostrado las investigadoras Leonor y María Zozaya (1999; 2007) con una documentación diferente, los recibos de limosna, la disminución de las cláusulas piadosas en los testamentos del XVIII, respecto al XVII, hacen referencia al coste económico que entrañaba y no a una descristianización. El boato en el ceremonial se realiza mediante los albaceas que el testador pone a su servicio para eludir al fisco y realizar las misas y cualesquier premisa piadosa pudiera para demostrar a la sociedad cuan católico era, cuestión harto importante para el periodo que investigamos. Ahora bien lo que la documentación textual no llega es a dilucidar sobre prácticas diferentes y no expuestas en el testamento ni destinadas al gran público, nos referimos, al empleo de monedas desde época bajomedieval y moderna en los cadáveres en manos y boca, que se ha querido ver como prácticas moriscas (López 2010; Martín et al. 2009). VI ENCUENTRO DE ARQUEOLOGÍA DEL SUROESTE PENINSULAR PENINSULAR - RITUAL SOBRE LA MUERTE Y SUS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS EN EL ANTIGUO RÉGIMEN (SIGLOS XV AL XVIII) - Omar Romero de la Osa, Eduardo Romero bomba y Timoteo Rivera jiménez

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3. SIMBOLOGÍA Y RITO. LA IMPORTANCIA DEL ESTUDIO DE LAS PARROQUIAS Y LAS NECRÓPOLIS DURANTE EL ANTIGUO RÉGIMEN La elaboración de sistemas simbólicos se traduce en manifestaciones externas y materiales representada por ritos, en nuestro caso de estudio nos centramos en los ritos sobre la muerte. El ritual de la muerte durante el periodo Antiguo Régimen afectaba tanto al ámbito civil como eclesiástico, de aquí la importancia del estudio social a través de la materialidad arqueológica que supone la parroquia y de las necrópolis asociadas a estas, puesto que en dichos lugares, se ejerció la sociabilidad sobre los muertos, y por ende, de los vivos, a través del ritual. La ritualidad tuvo durante este periodo una triple funcionalidad. Por un lado permitió hacer comprensible el acto de morir, y por otro, sirvió como instrumento estratégico de poder en la regulación de las relaciones entre las personas, la resolución de conflictos y la organización de la cohesión grupal, pues estableció los marcos de pertenencia e identidad de los diferentes estamentos sociales, legitimando el poder y manteniendo la jerarquía de valores. En efecto el ritual de la muerte representó a la sociedad que nos ocupa, el boato característico y reflejado en los testamentos, nos advierte la necesidad de demostrar socialmente, primero la condición social elevada de los testadores y en segundo término la necesidad de demostrarse como católico, las formulas de fe (invocación, protestación, intercesión, considerando y encomendación) de los testamentos. Por último el ritual manifestaba la inadecuación entre el poder establecido y las creencias, permitiendo la disposición de de variantes dentro de la ortodoxia católica, acercándose a símbolos y creencias más populares sobre el más allá. Está claro que la muerte sirvió a la sociedad para legitimar unas relaciones sociales marcadas por la tenencia o no de dinero y de clichés sociales, de esta manera, hombres ricos o segundones en la línea sucesora del linaje se mostraron con la dignidad suficiente de la cúspide social, y de la misma forma, perpetuar VI ENCUENTRO DE ARQUEOLOGÍA DEL SUROESTE PENINSULAR PENINSULAR - RITUAL SOBRE LA MUERTE Y SUS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS EN EL ANTIGUO RÉGIMEN (SIGLOS XV AL XVIII) - Omar Romero de la Osa, Eduardo Romero bomba y Timoteo Rivera jiménez

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unas relaciones estancas de poder. Este sistema de relaciones sociales quedaba representado en las manifestaciones rituales y su materialidad arqueológica en las parroquias, estas aunaban en el mismo recinto, espacio litúrgico y espacio físico (Godoy 1989). Las necrópolis como depositarias materiales de la ritualidad de la muerte, se erigieron en el mismo espacio físico durante este periodo. Acorde a nuestro modelo de análisis territorial del Antiguo Régimen, la organización de Almonaster viene caracterizada por formar parte de la mitra arzobispal sevillana desde 1279. Como apuntábamos al comienzo, la iglesia será uno de los elementos clave, junto con las necrópolis en el estudio territorial, puesto que la significación y organización en parroquias llega más lejos que una única sede de poder y de identificación social. La administración o demarcación eclesiástica de la Diócesis de Sevilla siguió, desde 1261, el sistema de vicarías en lugar del arciprestazgo. La vicaría sirvió como unidad económica y administrativa del territorio, ante la cual agrupaba varias parroquias, tanto urbanas como rurales, que serán reorganizadas y ampliadas durante el siglo XVIII en el Plan de Curatos de 1791 (Rodríguez y Hernández 2012). Almonaster la Real sería, junto con Zufre, las vicarías bajomedievales del territorio, ya que Aroche y Aracena se erigieron como prioratos. La parroquia no era simplemente el centro de la vida religiosa, sino también el centro físico de la vida local y punto de referencia en el sistema de relaciones que caracterizan la época. Será pues el mejor instrumento de sociabilidad al acoger los momentos más significativos de la vida de los serranos como son el bautismo, casamiento, ritos de paso y de madurez y el entierro. Además resultará el espacio físico de la necrópolis desde los siglos XIV-XV a comienzos del XIX. Territorialmente, la importancia de la parroquia fue la de tener mayor presencia física que las sedes del poder civil, la casa-palacio señorial y los concejos, ya que estos se imponían desde una sede centralizada. En casos como los de la vicaría de Aracena en el siglo XVIII, que tuvo sedes parroquiales en 17 de sus aldeas adscritas. VI ENCUENTRO DE ARQUEOLOGÍA DEL SUROESTE PENINSULAR PENINSULAR - RITUAL SOBRE LA MUERTE Y SUS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS EN EL ANTIGUO RÉGIMEN (SIGLOS XV AL XVIII) - Omar Romero de la Osa, Eduardo Romero bomba y Timoteo Rivera jiménez

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Tipológicamente la iglesia parroquial de San Martín (Fig. 1) presenta el cúmulo de reparaciones y ampliaciones. Su sistema de bóvedas de cañón apuntado y las características de la cabecera sustentada con columnas rematadas con motivos vegetales han sido elementos de valor para trasladar a la primera mitad del siglo XIV el inicio del edificio (Falcón 1975). Por otro lado hay otros autores que datan el inicio del edificio en el siglo XV coincidiendo con la expansión extramuros de las villas-fortificadas debido al aumento demográfico y a la pacificación del territorio (Oliver et al. 2004). Durante los siglos XIV y XV se producirá un cambio en la organización espacial de la muerte y de los muertos que desplaza las necrópolis al interior de las iglesias. Dependiendo de las necesidades demográficas, se pueden periodizar tres momentos en estas necrópolis cristianas: uno desde su inicio entre los siglos XIV al XVIII; otro a partir del siglo XVIII, cuando se racionaliza y reordena el espacio, y en último lugar, el siglo XIX con la desaparición de estas necrópolis y con la creación de cementerios de carácter civil apartados de la población (Ibarra 2006a). Esta secuencia en la construcción de la necrópolis podemos rastrearla en la Parroquia de San Martín de Almonaster. El análisis estratigráfico del espacio funerario y la cultura material asociada, nos proporciona una sucesión cronológica de los depósitos en una unidad de tiempo (Romero de la Osa 2011). En nuestro caso, en un sentido macro, la necrópolis alcanzaría enterramientos desde el siglo XV y XVI, y en una visión micro, la necrópolis conserva enterramientos de los siglos XVIII y comienzos del XIX (Fig. 2). Correspondiendo con dos fases, una primera, nos sitúa la necrópolis en el comienzo del edificio como iglesia, entre los siglos XV al XVII, y una segunda fase, a partir de finales siglo XVII, intensificándose a partir de mediados del siglo XVIII, en que se racionaliza el espacio, con la eliminación de los enterramientos anteriores y la realización de calles imaginarias donde poder depositar el cuerpo ya que no se realizó obra alguna de encajonamiento a base de piedras o ladrillos. En cualquier caso, la necrópolis corresponde a la siguiente correlación: tumba-individuonecrópolis.

Fig. 1.— Imagen de la iglesia parroquial de San Martín (Almonaster la Real, Huelva)

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Fig. 2.— Planimetría de enterramientos en la iglesia parroquial de San Martín (Almonaster la Real, Huelva)

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14,25%

Mejor conservación Buen estado Mal estado

46%

16,29%

Fig. 2.— Necrópolis de S. Martín. Conservación de los depósitos funerarios

La excavación de necrópolis de San Martín, motivada por la restauración integral del edificio, exhumó 51 individuos en 50 depósitos y recuperó numerosos restos óseos amortizados y utilizados en la cubrición de los depósitos. Las características de la necrópolis nos circunscribe a un periodo determinado de los siglos XVIII al XIX, pero el estado de conservación de los restos óseos no permiten realizar un estudio paleodemográfico in extenso, pues un 46% de los restos exhumados se encontraban afectados por procesos tafonómicos (Pitarch et al. 1999), un 29% se conservaba en condiciones normales pero afectados por procesos postdeposicionales, en algunos casos severos. Tan solo 25% de los depósitos se conservaban en condiciones óptimas de realizar análisis antropológicos (Fig. 3). Según los métodos antropológicos, han sido el cráneo, la mandíbula y la pelvis los empleados, por sus características, para determinar el sexo y la clasificación por edades. El dimorfismo sexual se manifiesta mejor en la pelvis, ya que ésta, VI ENCUENTRO DE ARQUEOLOGÍA DEL SUROESTE PENINSULAR PENINSULAR - RITUAL SOBRE LA MUERTE Y SUS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS EN EL ANTIGUO RÉGIMEN (SIGLOS XV AL XVIII) - Omar Romero de la Osa, Eduardo Romero bomba y Timoteo Rivera jiménez

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presenta en su edad adulta, un crecimiento y desarrollo de la musculatura diferente relacionada con los fenómenos del embarazo y el parto (Rascón 2003). Basándonos en la selección de los cadáveres exhumados mejor conservados (Fig. 4), podemos determinar, el sexo y su agrupación aproximada de 13 individuos (los depósitos denominados T- 9, 14, 17, 19, 21, 26, 30, 34, 37, 39, 41, 46 y 50). Según, lo cual, definimos un grupo homogéneo entre hombres y mujeres sobresaliendo el grupo de los adultos maduros, es decir, individuos comprendidos entre los 36 a los 49 años frente a los adultos jóvenes (21-35 años). Como observamos la necrópolis de San Martín está delimitada por las coordenadas cronológicas del siglo XVIII y XIX. A continuación procedemos a caracterizar el proceso ritual de la muerte y sus repercusiones de estudio social y religioso, desde la preparación del cadáver hasta la inhumación, pasando por los diferentes rituales.

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Hombre

Mujer

Adulto joven

Adulto maduro Fig. 4.— Necrópolis de S. Martín. Distribución por sexo a partir de esqueletos bien conservados

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3.1. El tratamiento del cadáver El ritual de la muerte comienza en el mismo momento de la muerte con el tratamiento del cadáver y se realizaba en dos momentos. En primer lugar, mediante el preparación del cuerpo inerte, y en segundo lugar por la eliminación del cadáver. Este contexto ritual se puede rastrear arqueológicamente. El cuerpo muerto adquirió una nueva configuración simbólica dentro de los espacios sacralizados. Como es lógico, hay partes rituales no detectables ni por la arqueología ni por los textos, solo los testimonios orales podrán documentar prácticas como el lavado del cadáver (Recio 1998), pues no deja materialidad alguna ni se deja por escrito. Al ser un tratamiento realizado en la intimidad de la casa del difunto es imposible encontrar en las necrópolis objetos materiales como ungüentarios. En cambio, dentro de la preparación del cadáver, durante el periodo estudiado, primero se amortajaba el cuerpo y luego se depositaba en un ataúd de madera. Este ritual fue utilizado como elemento simbólico en la evocación de la muerte en los sermones, para suscitar emociones, miedos y zozobras. En el siglo XVII aún no era muy común enterrarse con ataúd, aunque era costumbre tener uno en las iglesias que se reutilizaba en cada entierro. Sí en cambio se hizo extensible durante el XVIII, en todo caso reservado a los miembros más notables de la sociedad. Una dinámica que parece romper la provincia de Huelva, donde el entierro en ataúd se hizo más común desde el siglo XVII (Lara 2000). El proceso de amortajar lo tenemos bien documentado en la necrópolis de San Martín. La mortaja más común fue la de un paño blanco y posteriormente en el afán de imitar a los seglares, comenzaron a amortajar con los hábitos de órdenes religiosas. En nuestro caso de estudio, las mortajas en forma de sudario han sido documentadas en tres depósitos. En el caso de T1 y T2, corresponden a un mismo depósito pero dividido en dos, en los que a un adulto fue enterrado junto a un subadulto, conservando restos de tejido en ambos cuerpos y de un alfiler. Restos de tejido o paño utilizado como sudario fueron hallados en T-26, se trata de un adulto cuya posición del cuerpo evidencia también haberse amortajado. VI ENCUENTRO DE ARQUEOLOGÍA DEL SUROESTE PENINSULAR PENINSULAR - RITUAL SOBRE LA MUERTE Y SUS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS EN EL ANTIGUO RÉGIMEN (SIGLOS XV AL XVIII) - Omar Romero de la Osa, Eduardo Romero bomba y Timoteo Rivera jiménez

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Arqueológicamente podemos dilucidar si hubo más cuerpos ritualizados con la mortaja tipo sudario. Según el proceso deposicional del cuerpo, con las rodillas juntas y los hombros en una disposición más recogida, junto a la ausencia de cultura material asociada nos indican que el cuerpo ha sido amortajado. Es el caso de los enterramientos T-3, 8, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 21, 24, 27, 28, 30, 34, 35, 36, 37, 39, 42, 43, 45, 46, 49, y 50 (Romero de la Osa, 2011). Ahora bien, junto a la moda de enterrarse con el hábito, la excavación de la necrópolis de San Martín revela el uso de otro tipo de mortaja durante el siglo XVIII, nos referimos a los cuerpos que han sido amortajados con trajes de lujo o a la moda. Los botones y hebillas encontradas no están realizados en materiales lujosos como la plata o el oro, si en bronce, aún así representan un tipo de vestimenta nada usual en el mundo rural (Romero de la Osa 2011). Los botones nos remiten al uso de casacas destinadas a un uso masculino. Aunque solo han sido contextualizados en los enterramientos T-2, 8, 16 y 20 han aparecido descontextualizados ocho botones más. Mientras que los zapatos era de uso indistinto. Sin embargo nos centraremos en las hebillas por cuanto su uso es indistinto. El auge de las hebillas en la moda se produjo en el siglo XVIII. El uso de las hebillas fue en ambos sexos si bien cambiaba la disposición en el cuerpo. Existen dos tipos, las de corbatín y de calzón, exclusivas del hombre, y por otro, las de zapato de uso indistinto, de mayor representación dentro de la moda y casi todo el porcentaje de las halladas en San Martín (Herradón 2008). El uso de la hebilla fue criticado en la época por el uso excesivo de la moda, lo cual nos remite a un tipo de cultura material que nos revierte hacia la materialidad de la jerarquización y necesidad enterrarse con todos los privilegios ostentados en vida. Las hebillas que hemos podido documentar en San Martín son fechables entre 1750 y comienzos del siglo XIX, especialmente el conjunto se reducen a un periodo entre 1760 a 1790 según los fondos consultados en el Museo del Traje. Hay tres tipos de hebillas halladas y todas pertenecen a zapatos, a excepción de las dos hebillas del primer grupo que pertenecen a cinturones. Todas están VI ENCUENTRO DE ARQUEOLOGÍA DEL SUROESTE PENINSULAR PENINSULAR - RITUAL SOBRE LA MUERTE Y SUS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS EN EL ANTIGUO RÉGIMEN (SIGLOS XV AL XVIII) - Omar Romero de la Osa, Eduardo Romero bomba y Timoteo Rivera jiménez

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realizadas en bronce-hierro. El primer grupo son hebillas con marco rectangular convexo, decoradas en sus perfiles con secuencias de líneas inclinadas, sin mecanismo de cierre. A este grupo pertenecen dos hebillas fechables circa 1780 (Herradón 2007a). El segundo grupo son tres hebillas con marco rectangular convexo, formado por cinta de geometrías calada, en el reverso conserva pasador troncopiramidal con dos púas y articulado mediante bisagra (Hernández 2007b). Y un tercer grupo son hebillas con marco oval ligeramente convexo fechables circa 1790. De este tipo se conservan cuatro hebillas y tres fragmentadas (Herradón 2007c). Dentro de materialización del status social también sobresalen objetos de uso puramente femeninos, para nada usuales. De cinco objetos, uno de ellos está realizado en plata y el resto en bronce (Romero de la Osa 2011). Observamos dos grupos: dos anillos y tres pendientes. El anillo de plata corresponde a la T-13, se trata de un anillo circular de 2,02 cm de diámetro coronado con una pieza circular con una cruz labrada. En la T-28 y T-41 encontramos sendos pendientes iguales, de circunferencia de 1,07 cm de diámetro con un broche engarzado. En cuanto a la deposición del cuerpo, esta se realiza, de decúbito supino con las piernas estiradas y los brazos flexionados (Fig. 5). En cuanto a la extensión o lesión de los miembros superiores, la postura mayoritaria es la de los brazos extendidos a lo largo del cuerpo (tipo 1), los brazos cruzados sobre la pelvis (tipos 2 y 4) y por último los dos brazos cruzados sobre el pecho en actitud de oración (tipo 3).

3.2. Indicios materiales de acciones rituales. Ajuar Antes de realizar el rito de la inhumación, el cadáver puede observar una serie de prácticas rituales acordes con el mundo de las supersticiones y la religión popular. Este es un aspecto clave en los estudios sobre la muerte y la sociedad al aportarnos información sobre los discursos. El ritual del entierro servía como

Fig. 5.— Inhumación en decúbito supino de individuo adulto (T-28)

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canal socializador, en el caso que nos ocupa de los notables del territorio, estos que tuvieron que ser los que mayor ostentación de los cargos en vida, reflejaron en su entierro que los discursos oficiales y de la ortodoxia católica eran acatados pero cumplidos a su manera. En otras palabras, los discursos y la propaganda eran acatadas pero entendiéndolas a una manera rural en la que la superstición hacía gala a la hora de su muerte. Del conjunto de la cultura material de San Martín sobresalen los objetos rituales calificables como ajuar. Interpretamos como objeto ritual-ajuar a aquellas pertenencias personales u ofrendas sepulcrales destinadas a una mejor vida al más allá. La muerte, no solo era tratada por la religión oficial. Arqueológicamente hemos podido documentar objetos rituales que muestran prácticas colectivas populares ante la muerte donde se mezclaban sacralización y clericalización, sociabilidad y ritual fúnebre. Así, estos objetos muestran la expresión propia o colectiva individual más cercana a lo que la sociedad entendió la muerte. Los objetos rituales encaminados a saciar las expectativas sobre el más allá y sus supersticiones son de dos tipos, en tela, los escapularios, y en metal y cordón de lino, toda una suerte de rosarios, cruces, medallas. La cronología de estos objetos devocionales, tanto por morfologías y temas iconográficos nos llevan a mediados siglo XVIII y comienzos del XIX (Herradón y Cal 2007; Ortega 2007). Las medallas devocionales (Fig. 6) presentan forma ovalada en tres tamaños, las de mayores dimensiones (3%) tienen 3 x 2 cm y excepto una, están asociadas a rosarios con temas de devoción popular: Virgen de Guadalupe (T-15), y más puramente religiosos: la Santísima Trinidad (T-20) y de la Anunciación (T-43). El resto de medallas presentan dos tamaños e igualmente de forma ovalada, las dimensiones oscilan entre 1,07 x 2 cm a 1,04 x 2 cm. Todas ellas presentan un tema central en el anverso con la Virgen Dolorosa y en el reverso temas de la Cruz, la Anunciación, la crucifixión o representaciones de santos como San Gabriel, de las cuales 9 se han hallado descontextualizadas o no asociadas a VI ENCUENTRO DE ARQUEOLOGÍA DEL SUROESTE PENINSULAR PENINSULAR - RITUAL SOBRE LA MUERTE Y SUS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS EN EL ANTIGUO RÉGIMEN (SIGLOS XV AL XVIII) - Omar Romero de la Osa, Eduardo Romero bomba y Timoteo Rivera jiménez

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Fig. 6.— Medalla devocional

rosarios sino a pequeñas cadenas que podían estar situadas en los píes (T-44), las manos (T-2) o en el cuello (T-8) o en los tres casos a la vez (T-26). El resto de este tipo de medallas se encuentran asociadas a rosarios (T-8, T-15, T-36 y T-43). Los objetos ritual-ajuar también nos aportan datos fundamentales para los estudios sobre la muerte y que no pueden ser detectados de otra forma. La posición de dichos objetos revelará prácticas más íntimas o asociadas a prácticas VI ENCUENTRO DE ARQUEOLOGÍA DEL SUROESTE PENINSULAR PENINSULAR - RITUAL SOBRE LA MUERTE Y SUS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS EN EL ANTIGUO RÉGIMEN (SIGLOS XV AL XVIII) - Omar Romero de la Osa, Eduardo Romero bomba y Timoteo Rivera jiménez

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supersticiosas. Un caso curioso es el de T-41. Anteriormente hemos observado la presencia de un pendiente en el depósito manifiesto de ostentación social. Pero el mismo depósito conservó un escapulario cuyo interior conservaba un juego de pendientes de sección ovalada del que pende un motivo metálico en forma de lágrima y una cruz devocional. La necesidad de conservar los objetos de más valor para llevárselo a la otra vida es manifiesto en este depósito. Por otro lado, el enterramiento 6 (T-6) nos aporta información sobre las prácticas rituales paralelas a la ortodoxia tridentina. Se trata de un sub- adulto que presenta una almohadilla de paja prensada en la cabecera, dos botones de bronce de la mortaja y una pulsera rematada en una cruz, esta se ubicaba en la mandíbula, una práctica realizada con monedas desde los siglos XIV y XV y que se ha querido ver como prácticas asociadas a minorías moriscas. Una vez preparado el cadáver con lo que verdaderamente expuso que le hicieran de viva voz se procedía al entierro propiamente dicho. El rito de la inhumación es el que caracteriza a los entierros católicos, el descanso en la tierra, de donde provenía el cuerpo, cerraba un círculo o ciclo de la vida. Hemos comprobado en la primera parte del ritual mortuorio como se procedía a amortajar y a colocar el cadáver en un ataúd, ahora toca proceder a enterrarlo. Este paso se realizaba en la Iglesia, su colocación puede ser rastreada arqueológicamente también. La tipología de los enterramientos documentados presenta unas características comunes con pocas diferencias (Fig. 7). Todos los enterramientos se realizan en ataúdes de dimensiones variables entre 1,51 a 1,76 cm de longitud en forma trapezoidal, más ancha en los hombros que en los píes, para abaratar su coste, pudiendo estar cubiertas con tapadera o no (tan sólo un 4% de los enterramientos se han documentado restos de tapadera). En todos los casos orientadas siguiendo el eje Este-Oeste con la cabecera al oeste y los píes al Este mirando hacia la Capilla Mayor a excepción de I-28, T-46 y T-48 que tienen al cabecera hacia el Este y los píes al Oeste, mirando hacia la Puerta del Perdón dado su carácter de sacerdote como es tradicional en el mundo cristiano. Dentro

Fig. 7.— Tipología del enterramiento: Ataúd trapezoidal

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X

Y

Z

55 cm

52 cm

24 cm

51 cm

48 cm

21 cm

39 cm

38 cm

10 cm

Tabla 1.— Ejemplos de tres ataúdes de la necrópolis de San Martín

de esta relativa monotonía encontramos pocos detalles. Así aparecen T-1 y T-5 asentados sobre un lecho de piezas de pizarra, tratándose de dos cuerpos de sub-adultos. El sistema de cubrición como advertíamos, tan solo T-10, T-16, T-24 y T-35 tienen tapadera, hecha con tres listones de madera de pino como el mismo ataúd, excepto el depósito T-35 en la que la tapadera era una pieza independiente a base de tres listones de madera de pino que se asentaban en la cabecera y los píes sobre piezas trapezoidales. Las medidas del depósito son: Longitud: 1,74 cm; ancho cabecera: 56 cm; y pies: 34 cm; fondo: 21 cm; sección poligonal: 39 x 38 x 10; sección trapezoidal: 21 x 49 cm. Además el ataúd conservó tiradores cilíndricos huecos en su interior por el que pasaba la cuerda que pendía del ataúd. En la tabla 1 se muestran ejemplos de tres ataúdes de la necrópolis de San Martín.

3.3. Memoria, estratificación y cambio social Una de las cuestiones primordiales en la ritualidad de la muerte era la de estar presente, de esta manera, vivos y muertos convivían en el mismo lugar. Arqueológicamente la materialidad de la memoria se representa en los contextos de la monumentalidad. En este caso la memoria y el recuerdo familiar quedaban monumentalizados en piedra en la colocación de las laudas sepulcrales. Estas podían reflejar el sepulcro individual, colectivo o la memoria de una persona o familia en piedras conmemorativas. Las laudas sepulcrales advierten la materialidad de la estratificación social, pues puede considerar el papel socio-familiar o VI ENCUENTRO DE ARQUEOLOGÍA DEL SUROESTE PENINSULAR PENINSULAR - RITUAL SOBRE LA MUERTE Y SUS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS EN EL ANTIGUO RÉGIMEN (SIGLOS XV AL XVIII) - Omar Romero de la Osa, Eduardo Romero bomba y Timoteo Rivera jiménez

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socio-profesional. Esta utilización monumental de la muerte, sirve muy bien para perpetuar la memoria y las mandas para el más allá del finado, pero también es un medio eficaz de reajuste social, pues un grupo social aprovechará la circunstancia de la muerte para reorientación social. Siendo una constante la sucesión anárquica, aprovechando el espacio disponible, este parece agotado totalmente en el siglo XVIII y de ahí su reordenación (López, 2010). Nuestra hipótesis es que, siendo cierta la colmatación del espacio funerario, éste, durante el siglo XVIII, manifiesta otras necesidades sociales acorde con la caracterización que hemos alusión más arriba. En primer lugar, el estudio estratigráfico, topográfico y la cultura material de los depósitos, nos revela una racionalización del espacio durante el siglo XVIII, pero éste se desborda durante el siglo XIX con la superposición de depósitos lo más cercanas a la capilla mayor, respondiendo a la creencia popular de estar lo más cerca posible de los espacios litúrgicos de la misa y, en segundo lugar, derivado de la importancia social de demostración del poder detentado en vida, creemos oportuno pensar, que pudiéndose agotar el espacio funerario, la reorganización responde más a salvar esa necesidad social por parte del nuevo grupo detentadores del poder económico y social, como así nos demostraría las laudas sepulcrales. El estudio de dichas laudas contrastadas con la documentación notarial realizada durante la intervención arqueológica (Romero de la Osa 2011) demostró que los enterramientos corresponden, en primer lugar, a familiares por debajo de la línea principal, pero que detentaban los resortes del poder como vicarios o Familiares del Santo Oficio y, en segundo lugar, a personas de prestigio y enriquecidas como militares o escribanos. Esto corrobora la teoría de que las necrópolis en el interior de las iglesias estaba destinado sólo a quien pudiera comprar la sepultura, es decir, los que podían testar. La situación de las necrópolis durante el siglo XVII alrededor de las Iglesias dejaba mucho que desear y se tuvo que prohibir trabajar en las inmediaciones y los juegos. Una VI ENCUENTRO DE ARQUEOLOGÍA DEL SUROESTE PENINSULAR PENINSULAR - RITUAL SOBRE LA MUERTE Y SUS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS EN EL ANTIGUO RÉGIMEN (SIGLOS XV AL XVIII) - Omar Romero de la Osa, Eduardo Romero bomba y Timoteo Rivera jiménez

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situación que ha sido documentada arqueológicamente en San Martín con el hallazgo de una baldosa de barro cocido de unas dimensiones 29 x 29 x 5 con un esgrafiado de líneas simulando un tablero (Romero de la Osa 2011).

4. CONCLUSIONES El estudio de la muerte tiene su correlación arqueológica con el análisis de su materialidad del ritual fúnebre. Éste ritual se manifestaba como trasmutación del alma al más allá, superando los miedos y las supersticiones previo paso del Purgatorio, pero también con propósito pedagógico, en primer lugar, para enseñar a las bases sociales, la lección de la diferencia y de la jerarquización, y en segundo lugar, se manifestaba esencial en la construcción de la identidad comunitaria pues se debía demostrar la catolicidad fuera del estrato social que fuera, frente a las minorías religiosas perseguidas (Ruiz 2002). En base a esta premisa, la arqueología permite no solo reconstruir el ritual sobre la muerte sino hacer precisiones sobre la sociedad del Antiguo Régimen. En primer lugar, dilucidando aspectos sobre movilidad social, hombres con dinero o prestigio social, como los escribanos, reordenan y reconducen al grupo social de prestigio caduco y se posicionan, no solo en lugares de prestigio al tener sepultura dentro de la Iglesia sino en los lugares más vistosos y cercanos a la Capilla Mayor. En segundo lugar, la arqueología, rastrea no solo el ritual ortodoxo sino las fallas supersticiosas y de ostentación en que se quería demostrar un determinado grupo social. De esta manera se dejaba patente que la realidad imperante socialmente de sangre, clase y religión podía ser burlada en los rituales íntimos de preparación del cadáver. En tercer lugar, entroncado con esta movilidad social, siempre destinada a los ricos, se observa que el ritual ortodoxo, que se suponía caduco en el siglo XVIII se muestra con la misma energía. VI ENCUENTRO DE ARQUEOLOGÍA DEL SUROESTE PENINSULAR PENINSULAR - RITUAL SOBRE LA MUERTE Y SUS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS EN EL ANTIGUO RÉGIMEN (SIGLOS XV AL XVIII) - Omar Romero de la Osa, Eduardo Romero bomba y Timoteo Rivera jiménez

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Por estas razones podemos afirmar que el estudio de la muerte, es decir, su ritual y sus contextos arqueológicos son fundamentales para un estudio de territorio y social enmarcado en una unidad de tiempo. Caracterizada la sociedad del Antiguo Régimen, hemos dilucidado una metodología de estudio arqueológico en un periodo influenciado por la documentación textual. Hemos advertido los pros y los contras del estudio de la muerte exclusivamente por los testamentos y los elementos del territorio característicos del periodo: casapalacio, la parroquia y las necrópolis, que lejos de ser hitos patrimoniales se muestran fundamentales en tales estudios.

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