Ritos de la corte imperial china en la montaña sagrada de Taishan, publicado en 2012 (Memoria Digital del Congreso Internacional de ALADAA, Bogotá, Colombia)

July 28, 2017 | Autor: W. Wiesheu | Categoría: Sacrifice (Anthropology Of Religion), Chinese history (History)
Share Embed


Descripción

Ritos de la corte imperial china en la montaña sagrada de Taishan


Walburga Wiesheu (Escuela Nacional de Antropología
e Historia, México)


En cuanto al Monte Tai, es su pico sagrado Daizong donde un rey
verdadero anuncia el cambio de una familia gobernante [al Cielo]



Hanshu (Libro de Han)


Desde tiempos muy remotos se veneraban en China las fuerzas de la
naturaleza y se divinizaban elementos geográficos como los ríos y las
montañas. Dada su proximidad al cielo, las montañas emanaban poderes
místicos especiales y eran consideradas como lugares extraordinarios en que
residían los dioses o que eran en particular favorables para la
comunicación con las entidades sobrenaturales. Diversos elementos naturales
asociados, como son cuevas misteriosas, formaciones rocosas extrañas,
manantiales o cascadas fomentaban el carácter sagrado de determinadas
montañas con destacados rasgos topográficos, y debido a que sus picos se
encontraban en contacto con las nubes, eran concebidas además como vitales
fuentes de agua, por lo que existía una tradición muy antigua de dirigirles
oraciones para conceder un buen clima y de efectuar peticiones de lluvias,
además de que se buscaba su protección en casos de desastres naturales.
Algunas de las montañas extraordinarias empezaron a gozar de una
veneración especial en el territorio chino. Concebidas a su vez por
Confucio como parangón del orden mundial y fuente de amplios poderes
benéficos, algunas cordilleras o picos eminentes llegaron a ser objeto de
un culto de importancia para el país entero: "Las montañas veneradas a
nivel nacional eran escogidas de manera especial según sus posiciones
geográficas y prominencia histórica, más que por su superioridad formal per
se […] como dicen los chinos, 'una montaña no es necesariamente noble,
incluso cuando es alta'" (Munakata, 1991: 2).
Así es como desde por lo menos el periodo de Zhou Oriental, un
conjunto de montañas quedaron designadas oficialmente como los Cinco Picos
Guardianes (Wuyue 五岳), que representaban a todas las montañas existentes
y que junto con los cuatro ríos sagrados, encarnaban los poderes
terrenales. En el seno de la sistematizada ideología imperial que se
configuró desde la dinastía Han y de acuerdo con un esquema cosmológico
cuatripartita, estas cinco montañas sagradas asimismo se asociaron con los
rumbos cardinales, para de este modo constituir los Picos Sagrados del
Este, Sur, Norte y Oeste así como del Centro, y siendo cado uno encarnado
por su propio dios de la montaña (Lewis, 2007).[1] Por su parte, con el
desarrollo del daoísmo religioso, se plasmó la idea de que en las montañas
residían los santos inmortales, por lo que según los expertos en artes
mágicas (fangshi) que proliferaban en algunas cortes reales de la etapa
imperial temprana, en estos lugares especiales de grandes poderes místicos,
se podía acceder a la inmortalidad, y en efecto dichas cinco montañas
sagradas de importancia nacional quedaron más vinculadas al daoísmo que a
otras tradiciones religiosas de China.
En el contexto de este complejo paisaje ritual y como un aspecto
importante del culto estatal, los Cinco Picos Guardianes se convirtieron en
un destino trascendental de peregrinaciones por parte de emperadores de
dinastías sucesivas que allí les rendían culto con el fin de pedir
longevidad para el linaje gobernante y prosperidad para el país. Estos
parajes sagrados servían entonces como intermediarios entre los niveles
cósmicos del Cielo y la Tierra, y allí diversos emperadores hicieron
patentes su reclamo de la recepción del mandato celestial para gobernar
(Lewis, 2007). Por lo general se esperaba que en su calidad de Hijo del
Cielo, un emperador o un emisario en su representación, visitaría los picos
sagrados del Reino del Medio, o al menos el Monte Tai (Taishan), poco
después de su ascenso al trono o cuando la fundación de una nueva dinastía
estaba asegurada, se podían reportar importantes logros y el país se
encontraba en paz y estaba próspero, para de esta manera rendirle culto a
la montaña divinizada y realizar allí actos rituales especiales en homenaje
al Cielo y la Tierra (Wechsler, 1985; Munakata, 1991; Dott, 1998).
Más allá de los sacrificios estatales ofrecidos a diversas montañas
de importancia nacional y local, los bosques, ríos y pantanos, mismos que
según se refiere en fuentes como el Zhouli (Ritos de Zhou) y el Shanhaijing
(Clásico de las Montañas y los Mares), consistían en ofrendas de animales
singulares, aves, jades y a veces también de alimentos y bebidas (Munakata,
ibid.), aquellos efectuados en el Pico del Este en honor al Cielo y la
Tierra figuraben entre los rituales más apreciados pero también los más
raros de la corte imperial china[2]. Estas ceremonias estatales conocidas
como los sacrificios Fengshan 封禅祀, eran prerrogativa de un gobernante
legítimo y solían formar parte de giras de inspección por los territorios
del país; sólo un emperador podía postrarse ante el Cielo y la Tierra en
dichos actos rituales antiguos a través de los cuales ostentaba sus logros
alcanzados y pedía bendiciones cósmicas para su dinastía y para un gobierno
efectivo (Shaughnessy, 2008), y sólo el Monte Tai era considerado digno
para la realización de estos ritos estatales duales de Feng y Shan
(Bokenkamp, 1996). Según afirma Ching (1997: 29): "En cada caso estos
sacrificios cumplían funciones políticas al anunciar al mundo la
legitimidad de los gobernantes, quienes proclamaron que habrían recibido el
Mandato del Cielo, y también traído paz al mundo".
Por medio de la ceremonia Shan, un emperador rendía culto a la Tierra
en un altar de forma cuadrada en la base del Monte Tai o en colinas
cercanas al mismo, y en la de Feng, llevaba a cabo los sacrificios
correspondientes en un altar o plataforma ritual de forma redonda, ubicado
en la cima de la montaña. De ambas ceremonias, que no siempre se celebraban
juntas, la de Feng en honor al Cielo, era la más significativa. En estos
actos rituales duales un soberano exitoso dirigía mensajes escritos al
Cielo, en los cuales reportaba sus triunfos, agradecía los favores
recibidos y solicitaba la protección divina para su dominio terrenal (Huo,
2007).
El vocablo shan al parecer significa aplanar o nivelar un área para
un altar (Wechsler, 1985) o denotaba el despejar o limpiar un área
específica, quizás para prepararla para un ritual (Ching, 1997). En cambio
el de feng originalmente hacía referencia a un montículo de tierra para
erigir un altar (Ching, ibid.) o de sellar algo, como por ejemplo, sellar
ofrendas (Wechsler, 1985), o en el caso de la ceremonia efectuada en
Taishan, sellar un cofre de piedra que contenía tablillas de jade inscritas
con anuncios al Cielo (Ching, 1997), y lo cual acaso connotaba el sellar un
pacto entre el emperador terrenal y el Cielo o "Soberano en lo Alto"; pero
feng también podría haberse referido a "enfeudamiento" que implicaba el
tomar posesión de una tierra y que en un sentido figurativo marcaba el
reclamo o dominio sobre una área determinada y que por extensión llegaba a
simbolizar la soberanía universal o cósmica (Lewis, 2007).
Taishan, la "Montaña de la Paz" (泰山), o más bien la serie de cumbres
que conforman la cadena montañosa del Pico Guardián del Este en que se
realizaban estas ceremonias imperiales especiales, antaño era llamado
Daizong o Daiyue –epítetos que connotan su calidad de "eminente",
"ancestral" o " venerado"–, al mismo tiempo que guarda el título de
"primera montaña del mundo" o la "primera bajo el cielo." Al tratarse de
una formación geológica estable (New World Encyclopedia, 2011), este monte
sagrado era considerado como un lugar de paz, estabilidad y protección, al
que se refugiaba la población en casos de desastres naturales como
terremotos e inundaciones; de hecho existía la creencia de que cuando
Taishan se mantenía estable entonces también todo el mundo así lo era, o
dicho en términos chinos, los cuatro mares que rodeaban al país no
presentaban ningún peligro.
Esta montaña destacada que podría representar el sitio más antiguo de
veneración ininterrumpida en el mundo (Davidson y Gitlitz, 2000), ostenta
una gran concentración de sobresalientes rasgos naturales y de poderes
sobrenaturales, y en 1987 quedó incorporada en la lista de Patrimonio
Natural y Cultural de la Humanidad de la UNESCO. Se eleva casi de una
manera abrupta en la vasta planicie de Shandong, desde unos 150 m en su
base, a una altura de 1545 m en lo que respecta a su cima más alta
conformada por el Pico del Emperador del Jade (Yuhuangding 玉皇顶), en que
se levanta el templo dedicado a esta máxima deidad del panteón daoísta que
encabeza una corte celestial a semejanza de la burocracia imperial
(Maspero, 2000). Allí mismo se encuentra una marca de la cima señalada por
cinco grandes rocas que de manera simbólica representan el conjunto de las
cinco montañas sagradas.
En cambio, a los pies de la montaña se localiza el Templo del Dios
del Monte Tai (Daimiao), la deidad del propio Pico Sagrado del Este quien
gobierna sobre el nivel terrenal y la humanidad. Se trata de un complejo
arquitectónico establecido desde la dinastía Han que además figura entre
los tres edificios preservados de la China antigua construidos en el estilo
de los palacios imperiales. El centro del complejo está conformado por la
Sala de las Bendiciones Celestiales que alberga un enorme mural titulado
"El Dios del Monte Tai haciendo una gira de inspección", mismo que data del
año de 1009. Desde este templo, en cuyos alrededores se encuentran cipreses
longevos plantados desde la dinastía Han, más de 6000 escalones llevan a lo
largo del camino de ascenso de su Ruta Este –también designada como la Ruta
Imperial– a la Puerta Celestial del Sur, y de allí a los santuarios
ubicados en la cima, entre los que además del Templo del Emperador del
Jade, sobresale el majestuoso complejo dedicado a Bixia 碧霞 –la Soberana
de las Nubes del Amanecer–, hija putativa del Dios del Monte Tai e
importante diosa daoísta a la que se pedían hijos, y sobre todo hijos
varones e incluso "hijos imperiales", es decir, potenciales herederos al
trono real del Imperio Celeste.
En su calidad de Pico del Este, en que sale el sol y donde se cree
que nacen "las mil cosas", y de acuerdo al mapa simbólico del reino, esta
vital montaña sagrada constituida en un lugar cósmico del encuentro entre
Cielo y la Tierra (Munakata, 1991), se encuentra asociada al amanecer, la
creación, la renovación y la primavera, por lo cual también era concebida
como un paraje apropiado para celebrar el comienzo de una nueva línea
dinástica (Bokenkamp, 1996). En su faceta de vinculación al Cielo y el
culto estatal o imperial (Dott, 1998), allí un soberano puso a prueba el
reconocimiento celestial de su gobierno terrenal y de su soberanía
territorial sobre "todo lo que se encuentra bajo el Cielo" o Tianxia,
expresión china que equivale al concepto occidental de imperio y que plasma
la aspiración de un dominio universal. Los sacrificios especiales que
diversos emperadores peregrinos realizaban allí para apuntalar su reclamo
de la soberanía universal eran entonces de una importancia crucial para
garantizar el equilibrio entre las fuerzas cósmicas y los gobernantes
terrenales (Wechsler, 1985).
De acuerdo con el Clásico confuciano del Shujing o Libro de los
Documentos, tales rituales estatales se remontan al emperador legendario
Shun, quien como parte de giras de inspección por el país colocó ofrendas
en los puntos que demarcaban el territorio del país, y en sus Registros
Históricos (Shiji) Sima Qian menciona que en tiempos antiguos 72
emperadores visitaron o peregrinaron al Sagrado Pico del Este, en que
efectuaron ceremonias especiales o realizaron sacrificios oficiales. Empero
dicho primer gran historiador de China quien estaba al servicio de la corte
Han, también anota que en los registros sólo encontró documentados doce
soberanos que realizaron los sacrificios Feng en el Monte Tai y que algunos
de ellos ejecutaron los de Shan en picos pequeños o colinas en los
alrededores de dicha montaña. Su lista de tales soberanos peregrinos
incluye a Fuxi, Shennong, Yan Di, Huangdi, Zhuanxu, Diku, Yao Shun, Yu de
la dinastía Xia, Tang de la dinastía Xia, el Rey Cheng de la de Zhou, es
decir, los emperadores míticos de la Alta Antigüedad y los fundadores de
las tres primeras dinastías reales (Wechsler, 1985; Dott, 1998). Sima Qian
también refiere que la celebración de tales ceremonias había quedado
interrumpida durante miles de años y que se habían perdido los detalles de
su realización.
Existen evidencias arqueológicas de tales rituales de las cortes
reales ya que en 1954 se descubrieron seis vasijas de bronce del periodo de
los Estados Combatientes en la base de Taishan, que de acuerdo con las
inscripciones hechas sobre estos recipientes deben de haber formado parte
de la parafernalia ritual del reino sureño de Chu. Respecto de tales
rituales es probable que originalmente se trataba de sacrificios generales
dedicados a las montañas, ríos y otras entidades divinizadas, pero que
desde la etapa imperial temprana de Qin y Han se deben haber convertido en
ceremonias distintivas en que se plasmó una conexión particular entre el
Cielo y la Tierra, y donde el Monte Tai se constituyó en el eje cósmico de
tales actos imperiales con amplios fines políticos de legitimación del
gobierno imperial y de la apropiación simbólica de la geografía real y
sagrada del país, de modo que con la unificación de China bajo el Primer
Emperador de Qin, no solamente se estandarizó el culto a las principales
montañas y ríos que representaban los rasgos eminentes del territorio
nacional (Lewis, 2007) sino también de manera oficial se revivió o se
instauró esta tradición de rituales estatales consistentes en los
sacrificios Feng y Shan ofrecidos al Cielo y la Tierra y que se llevaban a
cabo en el Sagrado Pico del Este.
Estos rituales probablemente por primera vez se combinaron cuando con
el fin de legitimar su gobierno imperial y para afirmar su soberanía
terrenal e universal (Wechsler, 1985) y como parte de una visita a las
provincias orientales del país, el Primer Emperador de Qin, Qinshihuangdi,
ascendió en su carruaje al Pico del Este[3], en el año de 219 a.C. Desde
las sagradas alturas de la emblemática montaña, proclamó su gran logro de
la unificación del país bajo su dinastía que iniciaría la etapa imperial
temprana de China. Según refieren los registros históricos, allí el Gran
Emperador Universal selló los objetos ofrendados, pero que no reveló los
detalles del acto oficiado, mismo que podrían haber sido inventados por el
propio emperador (Lewis, 2007). Asentó de esta manera el precedente para
las visitas reales sucesivas a la montaña sagrada más importante del
Imperio Celeste y el "Ir a Taishan" adquirió de aquí en adelante el
poderoso significado de obtener posesión sobre el país entero: "Los
sacrificios Feng y Shan realizados en Taishan eran entonces configurados en
una ceremonia religiosa y política momentánea, un potente vehículo
simbólico para expresar la posición suprema del 'hombre único' bajo el
Cielo, así como de su reconocimiento del Mandato del Cielo" (Wechsler,
1985: 174).
Tanto antes como después de subir al Monte Tai, Qinshihuangdi realizó
viajes de inspección por las tierras conquistadas e unificadas, e hizo
inscribir sus triunfos en versos en estelas en las cimas de montañas
importantes y en una roca en el propio Monte Tai. En textos de tales
inscripciones preservadas, el Primer Emperador de China hizo alarde de cómo
sus bendiciones habían sido conferidas a todo lo que: "…'se encuentra
dentro de los 'cuatro mares', 'a cualquier lugar donde brillan el sol y la
luna', 'adonde llegan las huellas humanas', descendiendo incluso a bestias
y plantas ..." (Inscripciones reproducidas en Kern, 2000 y el Shiji de Sima
Qian, apud. Lewis, 2007: 52; Sima Qian en Watson, 1993, pp. 46-48). En una
estela erigida en la colina Liangfu donde ejecutó los sacrificios Shan, el
Emperador presume que: "Las virtudes del Emperador Augusto se preservan y
llevan calma a las cuatro direcciones" y en otra inscripción ostenta que:
"Todo bajo el Cielo es de un solo pensamiento y de una sola voluntad..."
(Sima Qian, ibid., p. 48.).
Sin embargo, en su ensayo sobre los rituales Fengshan contenidos en
los Anales sobre Han en el mismo Shiji, Sima Qian a la vez duda el que
Qinshihuangdi realmente haya realizado los sacrificios Feng en la cima del
Monte Tai, ya que en su apreciación el soberano cruel y déspota no contaba
con la virtud suficiente, y refiere cómo en su descenso de la montaña, el
Primer Emperador de China fue sorprendido por una fuerte tormenta y un
aguacero, por lo que se tuvo que refugiar bajo un árbol al que seguido le
otorgó el título de Pino de Qinto Rango, suceso que el historiador
confuciano interpreta como una señal de la desaprobación del Cielo de su
divino mandato y en el sentido de que la naturaleza se vengó del infame
emperador cuya dinastía caería sólo 12 años más tarde (Dott, 1998)[4].
Por su parte, según a su vez registran las fuentes escritas, el
destacado Emperador Wu de de la dinastía Han (140-87 a.C.) efectuó la
ceremonia Feng cinco veces en el Monte Tai, pero sólo tres veces la de Shan
a los pies de la montaña, celebración de la que tampoco existen pormenores
al haberse también mantenido en secreto; ello puesto que al igual que en el
caso de Qinshihuangdi, es posible que la motivación principal de Wudi al
visitar la montaña sagrada pudiera haber sido la de acercarse a la
inmortalidad ya que, según asimismo anotó Sima Qian, los asesores y magos
de su corte le habían aconsejado que: "El soberano Han también ha de subir
a la montaña y ejecutar los Feng, y una vez realizados, va a transformarse
en inmortal y va a ascender al cielo" (Sima Qian, citado en Dott, 1998:
61).
Después de Wudi, sólo cuatro emperadores más subieron al Monte Tai
para realizar los sacrificios imperiales que ahora sí se encuentran
documentados de una manera más precisa. Han Guang Wudi los efectuó en el
año de 56 d.C. del período de Han Oriental, y Tang Gaozong (reinado 649-
683), en 666, emperador que pudo presumir varias victorias militares además
de que acompañado de un enorme séquito hizo su visita junto con la
Emperatriz Wu Zetian, quien oficiara la ceremonia Shan a los pies de la
montaña, en tanto que el Emperador rindió homenaje al Cielo en su cima; y
en la misma dinastía Tang, el Emperador Xuanzong (r. 713-755) realizó los
sacrificios en el año de 725, mientras que en la dinastía Song del Norte,
fue el emperador Zhenzong quien llevó a cabo el ritual en 1008, año en que
a este devoto daoísta en la capital china le ha "caído sobre la tierra" un
texto sagrado, y aunado a varios señales auspiciosos, sus consejeros
religiosos lo habían convencido para realizar los sacrificios.
Al parecer, al ya no persistir el énfasis anterior en la búsqueda de
la inmortalidad, después de la dinastía Han dichos rituales adquirieron un
carácter más abierto y se enfatizaron los aspectos de anunciar el éxito de
una dinastía y de agradecer al Cielo el apoyo divino otorgado a una casa
real (Chavannes, 1919, apud. Dott, 1998). El Emperador Tang Xuanzong
declaró a este respecto que: "Puesto que [los ritos] que estamos realizando
hoy son todos plegarias por el bien de la gente, hay menos [razón] para
nosotros de desear discreción. Sacaremos las tablillas de jade y las
mostraremos a todos los funcionarios para dar a conocer nuestra intención."
(Wechsler, 1985: 194).
En uno de los recuentos de tales rituales antiguos bastante
excepcionales de las cortes imperiales, Ma Dibo, un funcionario confuciano
menor al servicio del Canciller de las Ceremonias Estatales, quien
participó en los preparativos de los sacrificios realizados por Han Guang
Wudi en el año de 56, resalta que dicho emperador pudo anunciar al Cielo el
reestablecimiento de la dinastía Han, misma que después de una interrupción
de 16 años ahora se encontraba en paz y que a diferencia de Qinshihuangdi y
Wudi quienes al realizar la ceremonia en Taishan añoraban encontrarse con
seres transcendentales que les ayudarían en su aspiración de acceder a la
vida eterna, de aquí en adelante los emperadores podían pasar por alto tal
meta espiritual y simplemente anunciar al Cielo y la Tierra sus logros y
pedirles bendiciones para sus dinastías; este emperador ahora ofició la
ceremonia delante de sus funcionarios que lo acompañaron, grabando sus
anuncios sobre tabillas de jade que después eran guardadas en una caja
sellada con sus insignias oficiales y la cual a su vez se sellaba con un
montoncito de tierra sobre una plataforma ritual (que como mencionamos
arriba, era cuadrada en el caso de la ceremonia Shan en honor a la Tierra,
y redonda en lo tocante al ritual Feng dirigido al Cielo); la tierra
esparcida alrededor de la caja fijada mediante piedras masivas, era
compuesta de los cinco colores que representaban los cuatro rumbos
cardinales y el centro, como para simbolizar al reino entero (Bokenkamp,
1996) a través del esquema cosmológico sistematizado que estaba en la base
de la ideología imperial del Reino del Medio. En la literatura dichos
sacrificios imperiales también se conocían como Yujian Jinni (Tablillas de
Jade y Sellos de Oro), donde la expresión jinni probablemente hacía
referencia al acto de unir las tablillas de jade con un cordón de oro y de
sellarlas en una forma muy elaborada con una mezcla de polvo de arcilla y
oro (Chavannes, 1919 apud. Dott, 1998).[5]
A pesar del carácter menos secreto y más austero que ahora había
adquirido este ritual, y para no obstante mantener un halo de misterio en
torno a esta ceremonia estatal, en su descripción el funcionario confuciano
Ma no dejó de mencionar que como un señalamiento de la complacencia del
Cielo durante el programa ritual efectuado por Guang Wudi[6], el acto se
desarrolló sin incidentes siniestros y anota como sucesos milagrosos el que
en momentos claves de la ceremonia aparecieran en el cielo vapores
propicios que se extendieron al altar en el punto de la conclusión del
acto, aunque según el propio Ma, los demás asistentes al ritual no vieron
que estaban envueltos dentro del vapor blanquecino (Bokenkamp, 1996)[7].
Y es que para la oportuna realización de los sacrificios imperiales
Fengshan en el Monte Tai se evaluaba si en cada caso existían los
requisitos necesarios para efectuarlos. El segundo emperador de la dinastía
Tang, el soberano Taizong (r. 627-650), por ejemplo, estimaba que no era
digno de realizar estos rituales, que finalmente se cancelaron debido a
varios sucesos poco propicios[8] (Huo, 2007). Dicho emperador había
planeado desplazarse a Taishan en tres ocasiones, pero su ministro lo
persuadió posponer su primer viaje debido a que el área de Taishan aún no
se había recuperado por completo de las guerras constantes y los planes
sucesivos de visitar la montaña eran cancelados a causa de inundaciones y
de rebeliones en la frontera; al debatir si se cumplían o no los requisitos
o logros necesarios para la ejecución de los sacrificios imperiales, los
funcionarios de su corte consideraban las condiciones de paz doméstica, la
existencia del control o de conquistas territoriales, la aparición de
portentos u otros diversos señales auspiciosos, cosechas abundantes y en
general, condiciones económicas favorables así como méritos personales y
virtudes demostradas por parte del soberano (Dott, 1998).
Ya el historiador Sima Qian de la dinastía Han había ponderaba el
elemento de suficiente virtud de un soberano como meritorio del rito y se
preguntó por qué algunos emperadores y reyes que en tiempos antiguos habían
recibido el mandato del cielo para gobernar, no habían llevado a cabo estos
sacrificios, para juzgar finalmente que:
"Todos aquellos bendecidos con señales celestiales de ser dignos de
realizar estos ritos acudieron sin falta a la montaña para
efectuarlos, e incluso algunos que no han recibido tales señales los
realizaron. Empero otros, pese a que gozaban del mandato sintieron que
sus méritos aún no eran suficientes, o si bien sus méritos eran
suficientes, sentían que su virtud no había sido plenamente
manifestada a todas las criaturas; o aun cuando su virtud había sido
plenamente manifestada, sentían que no tenían tiempo para realizarlos.
Ésta es la razón porque raramente se realizaban." (Sima Qian, apud.
Dott, 1998:36)[9]


Llegando a los periodos de las dinastías Ming y Qing, si bien el Dios
del Monte Tai estaba incluido en la lista de deidades objeto de rituales
auspiciados por el Estado, ningún emperador Ming visitó la montaña y todas
las oraciones dedicadas a esta deidad eran ofrecidas a través de enviados
especiales, como aquellas que se le dirigían en su calidad de deidad de la
naturaleza para pedirle alivio de sequías, inundaciones y otras calamidades
naturales. El fundador de la dinastía Ming apenas mandó un funcionario en
1377 para anunciar el establecimiento de esta nueva dinastía china, y
debido a la inestabilidad política en los primeros años de su reinado, se
explicaba el hecho de no haber visitado la montaña por sus deberes
apremiantes de garantizar la seguridad del país. La pertenencia de ofrecer
los sacrificios imperiales Fengshan se discutió durante el reinado de
Yongle (1403-1424) quien declinó tal posibilidad; mas ello también ocurrió
en un momento en que se puede ya observar un decline del culto a la Deidad
del Pico del Este y que coincide con una mayor importancia religiosa de la
Soberana de las Nubes del Amanecer (Bixia), figura popular que en la etapa
imperial tardía adquirió una gran fama por sus curaciones milagrosas y la
concesión exitosa de hijos, incluyendo herederos al trono, por lo cual
acudían a ella incluso emperadores y otros miembros de las cortes reales.
(Dott, 1998; Wiesheu, 2011).[10]
Eminentes emperadores como Kangxi (r. 1662-1722), ya en el periodo de
la dinastía Qing, cuyo dominio sobre el territorio Ming no estaba asegurado
cuando se fundó esta última dinastía de China, al año siguiente de haber
vencido a los leales Ming en Taiwán, en 1684 emprendió su primera gira
imperial a ciudades de las regiones meridionales de China; con el fin de
asegurar la sumisión del pueblo chino a la dinastía manchú y de apropiarse
simbólicamente del territorio chino y de su geografía sagrada[11], este
soberano también visitó la montaña cósmica de Taishan, a la que incluso
escaló a pie. La visitó un total de tres veces. Con el fin de dejar un
documento histórico para la posterioridad, hizo retratar su segundo viaje
de 1698, para lo cual encargó al pintor Wang Hui (1632-1717) realizar 12
rollos de seda, como parte de un proyecto oficial iniciado en 1691 y
completado en 1695. El Rollo 3 de estos Cuadros del Viaje al Sur 南巡图,
que se conserva en el Museo de Arte Metropolitano en Nueva York, es de 1393
cm de largo y retrata el viaje de Jinan a Taishan; el rollo pintado sobre
seda culmina en la escena majestuosa del Monte Tai, donde los funcionarios
realizan preparativos para la llegada del emperador a este destacado lugar
simbólico de una gran importancia política y religiosa (Hearn, 1988;
Munakata, 1991; Hindeley, 2009). En la inscripción sobre este mismo Rollo
3, el autor de estas pinturas asentó: "...el espíritu del pico sagrado era
eficaz y auspicioso. Cimas y acantilados se encumbraron en los aires, nubes
y árboles se deslizaron de manera graciosa. Los ancianos de Tai'an cantaron
y bailaron, llenando el camino..." (Wang Hui apud. Dott, 1998: 206).
Empero si bien las fuentes mencionan que en el Monte Tai, el
emperador Kangxi efectuó "rituales"[12] en honor al Dos del Monte Tai y que
hizo lo mismo en el Templo del Emperador de Jade, este soberano manchú no
realizó los sacrificios Fengshan; acaso como demostración de una devoción
más bien personal o para lograr la adhesión de las masas incultas que
peregrinaban a la montaña sagrada para llevar sus peticiones a Bixia o
quizás para pedirle a esta 'Santa Madre de Taishan' éxito y continuidad
para su propio linaje dinástico, en sus actos rituales le dio preferencia a
esta popular deidad femenina de la fertilidad al dedicarle rituales en su
majestuoso templo cerca de la cima de la montaña, en tanto que como todos
los demás visitantes lo acostumbraban, también pernoctó allí para observar
el espectáculo de la salida del sol al día siguiente (Dott, 1998).
De los documentos existentes incluso se puede desprender que los
funcionarios de la corte le habían sugerido a Kangxi aprovechar la
oportunidad del inicio de un nuevo ciclo de sesenta años para proclamar una
nueva consigna de su reinado y para realizar los sacrificios imperiales en
Taishan, pero el emperador Qing rechazó tal sugerencia al calificarlos como
actos rituales arcaicos y ceremonias que a su parecer se habían convertido
en prácticas supersticiosas; en cambio, hizo hincapié en la importancia de
tratar de cumplir de manera exitosa con los deberes estatales cotidianos,
como pudieran ser por ejemplo las tareas de prevención de desastres. En vez
de buscar el apoyo divino para su mandato, este soberano entonces se
inclinó por mostrar una actitud mucho más pragmática en asuntos del buen
gobierno y respecto de las preocupaciones más terrenales de la población
común. Kangxi también argumentó que puesto que tales rituales del pasado se
encontraban poco documentados en los tratados clásicos, éstos no deben de
haber tenido mayor relevancia y quizás ni siquiera formaban parte de los
ritos confucianos originales de la corte imperial, además de que los
emperadores que supuestamente sí los habían realizado, en su opinión tenían
diversos defectos en su actuación política, empezando por Qinshihuangdi,
quien había perseguido y ejecutado a letrados confucianos, había ordenado
la quema de los libros clásicos y quien al igual que el emperador Wudi de
la dinastía Han, obsesionado por conseguir la inmortalidad, había caído en
las manos de expertos en las artes mágicas; por su parte, el emperador Tang
Gaozong se había dejado dominar por su esposa Wu Zetian, mujer que por
cierto figura como la única emperatriz en la historia dinástica de China,
en tanto que Tang Xuanzong sucumbió a los encantos de su concubina
favorita, provocando de esto modo la caída de la otrora gloriosa dinastía
Tang, y finalmente, Song Zhenzong también se rodeaba de asesores religiosos
poco adecuados y sus derrotas militares habían redundado en el repliegue de
la corte Song al sur de China.
Tal actitud crítica de Kangxi en torno a los sacrificios Fengshan está
asentado en su diario oficial: "[La gente] puede ver que aquellas tabillas
de jade y los sellos de oro [de estos rituales] sólo propagaban
fanfarronadas y vanagloria. Por qué estos 72 soberanos [antiguos] siguieron
este camino?!..." (KXQZ 2.1240, apud. Dott, 1998: 219), y en un poema del
emperador con el título de "Escalando al Dai", éste llegó a manifestar que:
"Deseo, con funcionarios cercanos, venerar al gobierno verdadero/ [ya no]
existe necesidad de los sellos de oro y las tablillas de jade" (Kangxi,
1684, apud. Dott, 1998:219).
El nieto de Kangxi, Qianlong (r. 1736-1795) se apresuró a reiterar la
misma actitud escéptica de su abuelo al descalificar los sacrificios
Fengshan como ritos arcaicos que podían haber sido válidos en tiempos
antiguos, además de que acorde a su argumento en la realidad era imposible
cumplir de manera cabal con el mandato celestial ya que el gobernar
constituye un proceso continuo. En parte acompañando a su madre, este
emperador visitó Taishan un total de nueve veces, y de la misma manera en
lugar de realizar los ancestrales sacrificios imperiales, hizo oraciones
directas y rituales más generales en honor a los dioses de la montaña,
quizás con la intención de más bien pedir hijos imperiales para así poder
asegurar la continuidad de su propio linaje dinástico (Dott, 1998). Además
de su tolerancia demostrada hacia las expresiones religiosas de los devotos
iletrados de la Santa Madre de Taishan y como parte de una estrategia
política para ganarse la adhesión de la población china a su proyecto de
nación, decretó la eliminación del "impuesto de incienso" que se había
cobrado desde la dinastía Ming a todos los visitantes y peregrinos que
escalaban la montaña y el cual había constituido una importante fuente de
ingresos para la provincia de Shandong.
De entre sus seis giras de inspección por el territorio chino,
Qianlong hizo retratar su segundo viaje efectuado en el año de 1751 a
regiones en el sur de China, el cual también incluyó una visita al Monte
Tai, en una etapa de pleno esplendor de la corte Qing, en que se puede
observar la consolidación de la dinastía extranjera, una considerable
estabilidad en el país y una gran expansión territorial del Imperio; dichos
rollos pintados sobre seda fueron presentados en ocasión del cumpleaños 60
del emperador (Hindeley, 2009).
Resulta aquí interesante mencionar cuando en el año de 1482 fueron
redescubiertas las tabillas de jade enterradas en los sacrificios Fengshan
efectuados en 1008 por el emperador Song Zhenzong, el soberano Ming en
turno había ordenado volver a enterrarlos en la cima del monte, mas cuando
las mismas fueron redescubiertas en 1747 por Qianlong, este destacado
dinasta manchú simplemente decidió recogerlos para incorporarlos como
trofeos en su magnífica colección de arte (Dott, 1998). Se manifiesta aquí
una actitud mucho más distanciada en torno a tales rituales estatales
presuntamente realizados en tiempos antiguos, empezando por los emperadores
legendarios y los reyes de las primeras dinastías hasta los soberanos de la
etapa imperial temprana. Qianlong recapitula que es imposible saber si en
efecto todos estos soberanos realizaron los sacrificios imperiales en el
Monte Tai, y casi a la manera de una pesquisa arqueológica afirma que ha
buscado los vestigios antiguos en la cima de la montaña, pero que él sólo
se apoya en lo que se puede ver "con los propios ojos" (Qianlong, 1748
apud. Dott, 1998: 221). De todos modos, en su opinión estas ancestrales
prácticas rituales habían quedado desvirtuadas por lo menos desde la
dinastía Tang, de manera que esta cuestión de las Tablillas de Jade y los
Sellos de Oro en definitiva eran ya un asunto del pasado.


Bibliografía

BOKENKAMP, Stephen, "Record of the Feng and Shan Sacrifices", en Donald S.
López, Jr, (ed.) Religions of China in Practice, [Princeton Readings in
Religions], Princeton, Princeton University Press, 1996, pp.251-260.

CHING, Julia, Mysticism and Kingship in China: The Heart of Chinese Wisdom,
Cambridge y New York, Cambridge University Press, 1997.

DAVIDSON, Linda Kay y David M. GITLITZ, "Taishan", en Pilgrimages. From the
Ganges to Graceland, Santa Barbara, ABC-CLIO, Inc., 2000, pp. 621-623.

DOTT, Brian R., Ascending Mount Tai: Social and Cultural Interactions in
Eighteenth Century China, tesis de doctorado, University of Pittsburgh,
1998.

HINDELY, Meredith, "Imperial Scrolls of China", en Humanities, vol. 30,
núm. 6, Noviembre-Diciembre, 2009, pp. 28-35.

HUO, Jianying, "Supreme Mount Tai", en China Today, abril de 2007, pp. 69-
73.

LEWIS, Mark Edward, "8. Religion", The Early Chinese Empires. Qin and Han.
Cambridge y London, The Belknap Press of Harvard University Press, 2007,
pp. 178-205.

MASPERO, Henri, El taoísmo y las religiones chinas, Madrid, Trotta, 2000.

MUNAKATA, Kiyohiko, Sacred Mountains in Chinese Art. An Exhibition
Organized by the Krannert Art Museum at the University of Illinois,
Baltimore, University of Illinois Press, 1991.

SIMA QIAN, Records of the Grand Historian, volumen de la dinastía Qin,
traducido por Burton Watson, Hong Kong y New York, The Chinese University
of Hong Kong/Columbia University Press, 1993.

Les Mémoires Historiques de Se-ma Ts'ien, segundo volumen, traducido y
anotado por Edouard Chavannes, Paris, Adrien Maisonneuve, Librairie
d'Amérique et d'Orient, 1967.

WECHSLER, Howard J., Offerings of Jade and Silk: Ritual and Symbol in the
Legitimation of the T'ang Dynasty, New Haven, Yale University Press, 1985.

WATT, James C.V., "Jade Carving in China from the Tenth to Fourteenth
Centuries", en R. Scott (ed.), Chinese Jades, Colloquies on Art &
Archaeology in Asia No. 18, Percival David Foundation of Chinese Art,
London, SOAS, 1997, pp. 189-204.

SHAUGHNESSY, Edward L., China. El mundo chino. Creencias y rituales.
Creación y descubrimientos, Barcelona, Blume, 2008.

WIESHEU, Walburga, "El culto a la Dama de Jade y Santa Madre de Taishan.
Peregrinación al Pico Sagrado del Este en la etapa imperial tardía de
China", en Walburga Wiesheu, Patricia Fournier y Carlos Mondragón
(coords.), Peregrinaciones ayer y hoy, 2011, en preparación.


Fuentes de Internet

HEARN, Maxwell K., "Recording the Imperial Inspection Tour Scrolls", en
http://afe.easia.columbia.edu., consultado el 12 de abril del 2010.

New World Encyclopedia, "Mount Tai", en
http://www.newworldencyclopedia.org/entry/Mount_Tai, consultado el 22 de
febrero del 2011.












































-----------------------
[1] Estos Cinco Picos Gardianes son: Hengshan del Norte, Hengshan del Sur,
Huashan en el Oeste, Taishan en el Este, y el Songshan en el centro.
[2] El término chino ji que se ha traducido como "sacrificios", al parecer
deriva del signo que representa ofrendas de carne, pero posiblemente
también de bebidas alcohólicas, ofrecidas a un espíritu, práctica que pudo
haber originado del acto de proveer de alimentos a los muertos. Existen
intentos de dividir los sacrificios de la antigüedad china en dos tipos:
aquellos referidos a un culto 'interior' que ocurren dentro del mausoleo de
un ancestro real fallecido, y otros consistentes en un culto 'exterior'
dirigidos a honrar al Soberano en lo Alto o Cielo y un conjunto de deidades
de la naturaleza (Ching, 1997).
[3] Tanto Sima Qian como Ma Dibo en sus registros hacen referencia a tal
camino pero no está claro si éste ya estaba pavimentado (Dott, 1998).
[4] Según anota Sima Qian en sus Anales sobre Qin: "Conforme descendía,
hubo un feroz viento y una tormenta de lluvia, se refugió bajo un árbol por
lo que a éste lo designó como de quinto rango…cuando todos los letrados
confucianos removidos, cuyos consejos no eran escuchados acerca de la
realización del ritual feng, se enteraron que Shihuang se había topado con
viento y lluvia, se burlaron de él..." (citado en Dott, 1998: 39).
[5]Para una ilustración de las tablillas y la caja de jade usadas en los
sacrificios realizados por el emperador Song Zhenzong en el año de 1008,
véase a Watt (1997, p. 191); este autor asimismo menciona que en tiempos de
dicho emperador hubo una gran escasez de jade para poder tallar el 'libro'
de jade y grabar sus tablillas los anuncios y peticiones para los
sacrificios de este mismo año. Tal como puntualiza Dott (1998), tales
mensajes grabados en las tablillas de jade difieren de otro tipo de
ofrendas inscritas sobre soportes como madera o papel que se quemaban como
una forma de su transmisión a las entidades sobrenaturales; además el uso
de un material tan duradero y resistente como el jade para tal fin pudiera
ser un remanente de su asociación a la inmortalidad por la que estaban tan
obsesionados emperadores como Shihuangdi de Qin y Wudi de Han.
[6] Según refiere el funcionario Ma, el propio Emperador después de
concluir de manera exitosa la visita a Taishan, exclamó: "El camino era
empinado y peligroso. Temía que no podía lograr el ascenso, pero no me
cansé. Había funcionarios que estaban expuestos a los elementos durante
toda la noche y sólo tenían agua para beber, pero ninguno se cayó y ninguno
se enfermó: ¿No es ésta la actuación del Cielo? El Monte Tai a menudo tiene
tormentas, pero subimos y bajamos, ofrecimos ofrendas quemadas, y
completamos el rito Feng en la cima de la montaña, y en todo momento el
tiempo era claro y apacible. Nuestros logros deben de haber merecido el que
el Cielo haya podido responder de esta manera!" (Ma Dibo, 56 d.C., en
Bokenkamp (1996, pp. 259-260).
[7] Tal como agrega Bokenkamp (ibid.), en la corte Han había funcionarios
encargados con examinar los cielos en busca de tales anomalías
atmosféricas, y a pesar de los intentos confucianos de este emperador por
desmistificar el rito, su misterio quedó preservado.
[8] CDN?¢Á À Ç
ekêôöúg?¤ÆŠD²Õ€—Š©v¤©µö÷«ñßñÓñÁ¯ÁñÁñÁñÁ ?ñ ñxñ cñÁñ ñ ñxñ ñ ñ ñ)jhü,ìhd 0JOJ
[9]QJ[10]UmHsHh*ÍOJ[11]QJ[12]mHsHhNd@OJ[13]QJ[14]mHsHhü,ìh OJ[15]QJ[16]
mHo(sHhü,ìh OJ[17]QJ[18]mHsH"hü,ìhX[19]Se aluden aquí condiciones
económicas no favorables y la aparición en 632 de un cometa no auspicioso,
además de las realizaciones costosas de proyectos de construcción y de
expediciones militares (Wechsler, 1985; Dott, 1998).
[20] Brian Dott (ibid.) piensa que detrás de la alusión de Sima Qian al
elemento de la suficiente virtud de un soberano se esconde la idea de que
estos sacrificios hasta cierto punto demarcaban el clímax de un gobierno,
pero lo cual en los términos confucianos de los ciclos dinásticos a su vez
implicaba su eventual decline, razón por la que algunos consejeros o
gobernantes también podrían haber optado por no realizar estos rituales
imperiales especiales.
[21] Cabe destacar que el culto a esta popular diosa daoísta de la
fertilidad, conocida también como la Dama de Jade y Señora o Santa Madre de
Taishan, empezó cuando en 1008 el devoto emperador Song Zhenzong se
encontraba en la cima de la montaña para realizar los rituales Fengshan y
descubrió allí en un estanque la estatua desintegrada de una figura
femenina en que este gobernante vio la revelación de una diosa cuya imagen
hizo retratar en una estatua de jade. Véase para más detalles respecto del
desarrollo de este culto a la deidad femenina más importante en el norte de
China en la etapa imperial tardía, la disertación doctoral de Brian Dott
(1998) y un trabajo reciente de la autora del presente escrito (Wiesheu,
2011).
[22] En su ensayo sobre las "Venas del Dragón de Taishan", Kangxi incluso
buscó trazar el origen de esta montaña de mayor potencia numinosa en China,
a las de las cadena de Changbai en su tierra natal.
[23] Dott (ibid.) puntualiza que en los registros oficiales de la vista de
Kangxi a Taishan, tocante a tales rituales efectuados por el emperador, no
se empleó aquí el término de fengshan, sino el de xingli, quizás como una
denominación más amplia relacionada con un culto más general dirigido a la
Dios del Monte Tai y el Emperador de Jade.




-----------------------
1
Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.