Reyes magos en América

August 26, 2017 | Autor: Ignacio González | Categoría: Mesoamerican Archaeology, Arqueología, Arqueología De La Arquitectura, América Prehispánica
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Descripción

Reyes Magos en América Estos monarcas resultaron ser unos verdaderos magos. Sus reinos se situaban en los lugares más inhóspitos e intrincados que mortal alguno fuera capaz de habitar. Uno gobernaba en una zona repleta de pantanos engañosos; sólo los experimentados prestidigitadores, con sus habilidades y artimañas sabían guiar a los pobladores por entre esas sendas fangosas. Con el tiempo, inventaron el ganarle a la tierra mediante un sistema de "tierra flotante" denominado chinampa. Otro Señor reinaba en las alturas, muy cerca de las nubes. Allí se generó toda una forma de vida entre agrícola y ceremoniosa, con un panteón muy rico en cuanto a sus deidades. El maravilloso labrado de la piedra permitió la construcción de muros casi perfectos, en los que el junteo de las piezas logró ensambles de una precisión asombrosa, sin necesidad de argamasa o mortero alguno. El tercer reino se situaba en una pequeña isla a la que acudían habitantes de todos los poblados cercanos con el fin de acompañar a los muertos a su última morada. Allí había un taller artesanal que fabricaba un enorme número de pequeñas figurillas de barro que representaban a toda esa sociedad conformante del reino, desde los más altos dignatarios hasta los pequeños señores que ocupaban su lugar como fieles representantes de un noble oficio. Dichas estatuillas formaban parte de las ofrendas mortuorias. Ahora bien, ¿Por qué se convirtieron en magos? En primer lugar, no compartieron ni territorio ni cronología, pues entre cada uno de ellos hubo cientos y hasta miles de kilómetros de distancia y en cuanto a las diferencias en el tiempo, se encontraron éstas, entre uno y otro, desde dos y hasta diez siglos. Entonces, lo mágico ya planteado se produce en la interacción de dichos reyes con dos sucesos trascendentes: el primero es el tiempo presente, pues el legado de estos monarcas ha sido posible gracias a la magnificencia de su labor reinante. El segundo ocurrió hace casi cinco siglos, cuando el papa Julio II decretó, en 1512, a los nativos americanos como descendientes de Adán y Eva y por ende "creyentes" potenciales de Jesucristo. Así que los grandes dignatarios mayas reunidos en torno a la isla Jaina allá por los años 500 a 700 y los tlatoanis mexicas de entre 1370 y 1521, así como los reyes incas de 1438 a 1572, debieron haber sabido adorar a su manera a uno o muchos niños dios, independientemente de la abundancia de inciensos y metales preciosos. Publicado en el libro Relatos y Reliquias en 2010

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