Revolucionarios, pacíficos y bandidos. Justicia y ley dentro del zapatismo: 1914-1915

May 31, 2017 | Autor: Augusto Motte | Categoría: Zapatismo, Emiliano Zapata, Ejército Libertador del Sur
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Descripción



Francisco Pineda Gómez, La irrupción zapatista, México, Ediciones Era, 1997, p. 192-193.
Salvador Rueda Smithers, "Hacia una relectura del Plan de Ayala" en Edgar Castro Zapata y Francisco Pineda Gómez (Comps.), A cien años del Plan de Ayala, México, Ediciones Era – Fundación Zapata y los herederos de la revolución A.C., 2013, p. 31.
Alan Knight, La Revolución Mexicana, México, Fondo de Cultura Económica, 2010, p. 467.
John Womack, Zapata y la Revolución Mexicana, 13 ed, México, Siglo XXI, 1984, p. 117.
ibidem, p. 128.
ibidem
Rueda, op cit, p. 43
ibidem, p. 42
Laura Espejel López, El Cuartel General Zapatista: 1914-1915, Documentos del Fondo Emiliano Zapata del Archivo General de la Nación, v. 1, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, p. 23. (colección fuentes).
ibidem, p. 24.
Laura Espejel, Salvador Rueda Smithers, El programa político zapatista, México, Seminario de movimientos campesinos del siglo XX, Dirección de Estudios Históricos – Instituto Nacional de Antropología e Historia, s. a, p. 9.
ibidem, p. 5.
El coronel Vides Barona solicita a Emiliano Zapata que se llame la atención a los Coroneles Modesto Rangel y Severo Vargas, 30 de octubre de 1914, Archivo General de la Nación, caja.1, exp. 22, f. 71
El general Everardo González comunica a Manuel Palafox la aprehensión y fusilamiento de un hombre del general Jesús Cázares, quien asesinó a un pacífico, Chalco, 15 de enero de 1915, Archivo General de la Nación, caja. 4, exp. 1., f.39
Rueda, op cit, p. 38.
Genaro Portillo pide garantías a Emiliano Zapata para que cesen los abusos contra él y su familia, 6 de noviembre de 1914, Archivo General de la Nación, caja. 2, exp. 1, fs. 41-42, Franciso Reyes, presidente del Pueblo de Cuijingo Edo. de Méx, se queja ante Emiliano Zapata de atropellos de jefes revolucionarios, 23 de octubre de 1914, ibidem, caja 1, exp. 22, fs. 38-39, Guadalupe Figueroa denuncia al soldado Pedro Balbuena por asesinato, 2 de febrero de 1915, ibidem, caja 4, exp. 2, f. 182, Jesús Sánchez y cuatro firmantes más denuncian robo de ganado por el coronel Julio Pineda, 6 de febrero de 1915, ibidem, caja 5, exp. 1, f. 19
Emiliano Zapata pide al general Francisco V. Pacheco llamar al orden a las tropas del coronel Julián gallegos, quienes cometen saqueos en el Distrito Federal, 19 de febrero de 1915, Archivo General de la Nación, caja 5, exp. 3, f. 118,
Juan Carlos Vélez Rendón, Expresiones de desacato y malestar en un entorno de guerra. Autonomía y protesta civil en el sur y centro de México. 1913-1917, Universidad de Antioquia – El Colegio de México, Historia Mexicana, V. LXIII, Núm, 1, 2013, p. 230.
Felipe Avila, "Los conflictos internos del zapatismo", en Horacio Crespo (Coord), Historia de Morelos. Tierra, Gente, Tiempos del sur, México, Congreso del Estado de Morelos – UAEM, 2011, p. 341
Samuel Brunk, The Sad Situation of Civilians and Soldiers: The Banditry of Zapatismo in The Mexican Revolution, The American Historical Review, v. 101, No. 2, abril 1996, p. 350


Revolucionarios, pacíficos y bandidos.
Justicia y Ley dentro del Zapatismo: 1914-1915



Autor: Portillo Motte Óscar Augusto



Licenciatura en Historia



Universidad Nacional Autónoma de México
Facultad de Filosofía y Letras
Colegio de Historia



México, Ciudad de México



Correo electrónico: [email protected]

















RESUMEN.

La presente ponencia se enfocará en explicar las funciones administrativas del Zapatismo para combatir el bandolerismo y la delincuencia dentro de sus filas, entre los años 1914-1915; fecha en la cual, el movimiento suriano pudo instaurar un gobierno con bases revolucionarias en el estado de Morelos, asumiendo así, el papel de aparato de control estatal dentro de su área de influencia. Todo esto como parte de su política interna, la cual estaba dirigida por el Cuartel General Zapatista y tenía la función de administrar los distintos asuntos en lo relativo al curso de la revolución y satisfacer las necesidades de la población civil. De esta manera, nuestro objetivo es comprender la relación entre ambas partes, sobre todo en el aspecto de la justicia y la ley, elementos fundamentales de la política al interior, y que sirvieron como instrumentos de legitimación del poder para asegurar el apoyo de los pacíficos en medio de un entorno de guerra.
La ponencia expuesta se deriva de la revisión del fondo Emiliano Zapata, contenido en el Archivo General de la Nación; además del análisis a estudios de distintos especialistas en la materia, tales como Salvador Rueda Smithers, Felipe Ávila, Laura Espejel, Samuel Brunk y Francisco Pineda Gómez, historiadores quienes a partir del descubrimiento de nuevas fuentes del zapatismo, se han dedicado a problematizar distintos aspectos sobre la revolución del sur, acercándose por medio de la historia social y cultural al movimiento.

Palabras clave: zapatismo, justicia, ley, abusos.

























Revolucionarios, pacíficos y bandidos.
Justicia y Ley dentro del Zapatismo: 1914-1915

Introducción.
La ponencia que presentaré a continuación tiene como objetivo mostrar un panorama inicial sobre la relación del ejército zapatista con la población civil del estado de Morelos, durante los años 1914-1915, etapa en la que el movimiento revolucionario del sur tuvo una notable influencia y control dentro de ese territorio; un periodo conocido por la historiografía como La Comuna de Morelos. Sobre esta línea temporal explicaremos cuales eran las políticas rectoras de disciplina y orden impuestas por el Cuartel General, para combatir un problema que surgió desde el inicio de la revolución en Morelos en 1911, que fue el bandolerismo y los crímenes perpetrados por el ejército rebelde contra la población civil, primero contra las elites representantes del régimen porfirista y posteriormente contra los pacíficos, después de la caída del régimen hacendario en 1914. A partir del estudio de los documentos emitidos por el Cuartel General, podremos vislumbrar inicialmente ésta problemática, la cual constituyó un grave dilema de carácter político para el movimiento zapatista, en donde la legitimidad de la causa estaba en juego debido a los constantes atropellos de las fuerzas rebeldes contra los pacíficos, cuestión que Emiliano Zapata y los distintos secretarios del Cuartel trataron de mitigar y combatir.
La pertinencia de este tipo de estudios radica en comprender cuales eran las dinámicas en las que el zapatismo trataba de imponer orden y disciplina dentro de sus tropas, con el objetivo de ganar adeptos a la lucha revolucionaria y asegurar el bien de la causa. De manera que este trabajo sirva en un futuro para comprender la visión que tuvieron los estratos sociales más bajos sobre el movimiento zapatista, y así, poder recuperar la experiencia de todos aquellos individuos que se mantuvieron al margen de la revolución, quedando en medio de la guerra, en donde la violencia generada por ambos bandos –zapatistas y constitucionalistas-, los obligó a transferir sus lealtades y recursos, con el único de fin de sobrevivir a la guerra civil desatada en 1914.
El presente trabajo expone en primera instancia los motivos por los cuales los revolucionarios promulgaron el Plan de Ayala, el cual fungió como objetivo legitimador de la lucha que emprenderían contra el gobierno mexicano, posteriormente el aparato de justicia y ley emanado de este documento, y los procedimientos bajo los cuales se castigaba a los soldados que cometían abusos, finalmente se presentarán algunos casos para ejemplificar cuales eran los procedimientos en los que las poblaciones pedían garantías a Zapata para evitar atropellos, y como este último, trataba de llamar al orden a sus generales para preservar el orden y la legitimidad de la causa.

Desarrollo

Para la historiografía de la Revolución Mexicana el movimiento zapatista ha constituido un parteaguas para el estudio de los movimientos campesinos en la época contemporánea, principalmente por el carácter agrario y social de su lucha; la cual, logró aglutinar a miles de trabajadores del campo y la ciudad en torno a las demandas proclamadas por el Plan de Ayala de 1911. Este documento, es sin duda, una pieza clave para entender el entramado ideológico y social de la revolución encabezada por Emiliano Zapata entre 1911 y 1919. El Plan Libertador de los Hijos del Estado de Morelos afiliados al Ejército Insurgente que defiende el Plan de San Luis –como también se le conoce- fue elaborado en un contexto poco alentador para el movimiento suriano, debido a que en los meses anteriores, cuando los campesinos de Morelos se levantaron bajo las promesas agraristas del artículo tercero del Plan de San Luis, los episodios de violencia encabezados por los rebeldes sureños, se vieron dirigidos contra las élites representantes del régimen porfirista.
Esto conllevó a una dura campaña de desprestigio contra el zapatismo, encabezada principalmente por los sectores conservadores locales y la prensa de la Ciudad de México, en donde se tildaba a los surianos como bandidos y criminales, a pesar de haber ayudado al derrocamiento del sistema porfiriano en la zona centro del país. Esta ofensiva mediática conllevó a replantear los objetivos de la lucha campesina, para despojarse de todos aquellos calificativos que cuestionaban el carácter de su insurrección, y ver cumplidas las promesas burladas por el otrora cabeza del movimiento armado en México, Francisco I. Madero. Es así que a finales de noviembre de 1911 se promulga el ya citado Plan de Ayala.
El Plan de Ayala, además de contener las directrices ideológicas de la lucha contra el gobierno mexicano, poseía dentro de su corpus un estricto código de valores, basado en los usos y costumbres de la sociedad campesina del centro de México; dentro de sus líneas podemos encontrar además del objetivo legitimador y propagandístico, pieza clave de su promulgación, un fuerte vínculo para con la sociedad campesina del estado de Morelos. Es así que este documento, dotado de fuertes elementos de modernidad en su contenido ideológico, fue la bandera de un grupo de hombres armados en derredor de un fin común, la reivindicación agraria. A partir de esto –tal y como lo menciona Salvador Rueda- el zapatismo se descubre como un grupo preocupado por cuidar el orden social, promoviendo la justicia como propósito de la revolución, dejando ver entre claro el objeto que legitimaba su causa, en pro de los sectores menos favorecidos de la sociedad mexicana, mediante la directriz de un proyecto político y social formado en derredor de las necesidades históricas del campesinado.
Parecería que a partir de 1911 la lucha zapatista se llevaría a cabo bajo los preceptos éticos y morales impuestos por el Plan de Ayala, pero caso contrario resultó ser, debido al colapso e ineficacia de nuevos mecanismo del control, por lo que la anarquía y la destrucción se difundieron rápidamente por el estado de Morelos, principalmente en aquellas zonas donde el zapatismo tenía poco control e influencia, propiciando así, el surgimiento de cuadrillas de bandidos. Esta razón puso rápidamente en jaque al primer jefe de la revolución Emiliano Zapata y a la Junta Revolucionaria, por lo que rápidamente se dieron a la tarea de emitir manifiestos encaminados a persuadir a los jefes rebeldes locales, para exterminar a los bandoleros que tomaban el nombre de la revolución para cometer una serie de atropellos contra la población civil.
John Womack menciona que quizá uno de los objetivos por los cuales los zapatistas estipularon como parte central de su política interna, el restablecimiento de garantías para los pueblos, campos y caminos, fue evitar la competencia con grupos de forajidos en lo tocante a la venta de protección a las haciendas, muchas de las cuales no habían sido tocadas por la revolución hasta ese momento, principalmente por los recursos económicos que se podían extraer de ellas. Esto podría ser considerado como uno de los motivos principales, además de tener en cuenta que dichos medios de producción, pasarían a manos de los campesinos para cuando la revolución terminara, es por eso que Zapata advirtió a sus oficiales en su manifiesto del 25 de diciembre de 1911, el orden y la disciplina de las tropas a su cargo, para conseguir más adictos a la lucha que estaban emprendiendo. Es así que desde los meses que siguieron a la promulgación del Plan de Ayala, la obtención de haberes y pertrechos del ejército zapatista provenía principalmente del pueblo que lo sostenía.
De esta manera el bandolerismo era considerado por el zapatismo como un acto de disolución social, practica que era contraria a las leyes e ideales estipulados por el grupo revolucionario del sur, por lo que no fueron tolerantes con la delincuencia y en ocasiones, la justicia llegó a caer sobre los hombres que traicionaban dichos preceptos. En lo que concierne al aparato de justicia interno, Salvador Rueda menciona que los procedimientos penales seguían los lineamientos acostumbrados de la jurisdicción liberal del siglo XIX, prosiguiendo de la siguiente forma: consignación escrita de la queja, citatorio de los involucrados, careos, declaraciones en acta levantada, investigación, diligencias y resolución del problema. Muchos de los documentos que conciernen a este aparato de justicia del zapatismo, afortunadamente se encuentran compilados en los archivos, en donde podemos observar que a partir de la creación del Cuartel General Zapatista, a finales de 1913, la organización del Ejército Libertador del Sur se profesionalizó, centralizando así la autoridad bajo la cual los distintos jefes locales y autoridades civiles debían someterse, esto agilizó de cierta manera el control de las tropas en el área de influencia zapatista.
El Cuartel General tal y como se puede observar en los archivos, tenía la función de un órgano de gobierno, legislando las necesidades que surgían dentro de las comunidades y los grupos guerrilleros, imprimiendo dirección y organización al movimiento revolucionario, por lo que muchos de los documentos que conciernen a la disciplina de la tropa, se encuentran mejor organizados a partir del año de 1914, fecha en la cual el zapatismo ayudó a derrocar junto con las fuerzas del norte al gobierno de Victoriano Huerta. Para los años de 1914-1915, el zapatismo ya constituía una fuerza política que mantenía bajo su mando el estado de Morelos y algunos territorios de los estados circunvecinos, por lo que pudo aplicar eficazmente un control sobre las decisiones que se tomaban bajo su territorio, es decir, controlaba la producción de las haciendas que no habían sido destruidas en años anteriores, obteniendo ganancias que se destinaban principalmente para continuar con la guerra, instauración de autoridades civiles en los puestos de gobierno, ayuda y pensiones para los huérfanos y viudas de la revolución.
Con esto podemos entender que durante los años en los que el zapatismo controló el estado de Morelos, continuaba persiguiéndose la misma línea bajo la cual había sido promulgado el Plan de Ayala, a pesar del panorama nacional, en donde la ruptura con el Constitucionalismo, provocó nuevamente inestabilidad entre los grupos revolucionarios; aún con todo esto, el zapatismo continuó con la administración de los asuntos políticos, económicos y sociales que constituían parte de su política interna.
Laura Espejel menciona que esta denominada política interna funcionaba en relación con los intereses primordiales de las comunidades, las cuales eran gestoras de la fuerza armada y pilares primordiales de la lucha; por eso mismo, era parte imprescindible de la agenda zapatista mantener buenas relaciones con los denominados pacíficos, principalmente para consolidar la ayuda recíproca entre ambas partes. Como se puede observar, buena parte de la legitimidad que gozaba el zapatismo provenía de esta cuestión, pues como grupo revolucionario esas eran principalmente sus tareas para con la población; además, como parte importante de esta administración al interior del estado de Morelos, se encontraba la justicia, elemento primordial de las relaciones entre ambas partes, pues la revolución del sur representó la autoridad en su territorio durante los meses en los que el gobierno de la Convención pudo mantenerse, antes de la derrota ante el Constitucionalismo.
Cuidar el prestigio de la causa resultaba imprescindible, por lo que se precisaba mantener un estricto control sobre el ejército, con el objetivo de cuidar y mantener la imagen del verdadero revolucionario; cuestión que resultó ser bastante compleja, debido a que no muchos efectivos del Ejército Libertador del Sur seguían al pie de la letra los preceptos del Plan de Ayala, ni de los distintos manifiestos encauzados a preservar el orden y la disciplina.
Dentro de los archivos del Ejército Libertador del Sur salen a la luz decenas de documentos que nos muestran cual era la cotidianidad que se vivía dentro de la zona zapatista, en donde las tropas revolucionarias abusaban de las poblaciones que encontraban a su paso, a pesar del intento de Zapata y sus principales jefes por contener los abusos contra los pacíficos. En una carta del 30 de octubre de 1914, el coronel Vides Barona comunica al general en jefe, llamar la atención de los hombres del general Modesto Rangel, quienes cometieron una serie de abusos en el pueblo de Chiltepec, Edo, de México, en donde quemaron y robaron cultivos, asaltaron casas e injuriaron a la población. Ante esta situación, se le pide a Zapata intervenir en nombre del pueblo, con el objetivo de que Rangel y sus hombres no cometan abusos ni mancillen la honra de la revolución.
En otras situaciones, el secretario del Cuartel General o el mismo Zapata, exigen la reparación del daño o que se presente al culpable ante las autoridades revolucionarias, las cuales, a través de un juez militar, se encargarían de dictaminar la sentencia contra los abusivos. Por medio de estas cartas provenientes desde las distintas plazas ocupadas por el Ejército Libertador del Sur, se le hacía saber a la cabeza rectora del movimiento cual era la situación de esas localidades y la forma en la que debían actuar ante este tipo de sucesos. La forma de proceder para este tipo de circunstancias, como bien ya se ha mencionado, era el traslado del prisionero, el cual recibía sentencia en base a la gravedad del delito cometido; pero lo cierto es, que en ocasiones la justicia llegaba por parte de los jefes guerrilleros, quienes no esperaban que la sentencia al criminal fuera dictada por el Cuartel General y actuaban por cuenta propia; el castigo para el delito de homicidio era la muerte, y para lo menos graves encarcelamiento o castigo físico.
Muchos de los desmanes cometidos por los elementos del ejército zapatista provocaron un fuerte conflicto en las comunidades, sobre todo en el aspecto de la recaudación de haberes y pertrechos, por lo que la situación de esas plazas era insostenible debido al constante acoso y abusos cometidos por los revolucionarios contra la vida y las propiedades de los pacíficos. Ante estos hechos las autoridades civiles y pobladores notificaban a Emiliano Zapata de las acciones cometidas por la tropa contra sus intereses, merece la pena resaltar que entre las quejas más constantes se encontraban los asesinatos, extorsiones, robo con violencia de forraje, alcohol, cultivos, ganado y abuso sexual. Ante estas situaciones que complicaban la existencia de los pacíficos, las peticiones exigiendo garantías, justicia y protección para las comunidades no se hicieron esperar. Un ejemplo de ello, son las solicitudes enviadas desde diversos puntos ocupados por el ejército rebelde en donde se denuncian distintos hechos violentos cometidos por los zapatistas contra la población civil, ejemplo de ello es la carta enviada por Genaro Portillo desde Puente de Ixtla, Morelos:
Señor General, Emiliano Zapata, jefe Supremo de la Revolución de la República
Presente.

GENARO PORTILLO, vecino de la Villa de Puente de Ixtla, ante usted con todo respeto vengo á exponer:

Que anoche como á las ocho de ella, se presentó á mi casa habitación, donde tengo establecido un pequeño Tendajón; el soldado Benjamín López, -- que pertenece a la sección del coronel Trinidad Peralta, de las fuerzas que comanda, por aquella zona, el señor coronel Saavedra, dicho soldado con palabras obcenas y altaneras habló a mi esposa Magdalena Pérez, exigiéndole la venta de copas de alcohol, y porque á ello se negó, procedió contra ella dándole de guantadas en el rostro, y al darme cuenta de tal procedimiento y al estar yo dentro de la casa, salí á pedir auxilio á las autoridades á quienes en esa hora me fué difícil encontrar: en ese tiempo yo perdía sin ningún éxito, llegaron otros soldados de la misma Sección y se llevaron de mi casa para el Cuartel á mi citada esposa, con el fin de violarla a todo placer con los instintos que abriga la gente que carece de sentimiento decorosos: mi referida esposa se quejó para ante el Señor Coronel Peralta, mediando en ello las súplicas de un niño de la edad de siente años, lo que bastó para dejarla en libertad.
Señor General: Usted es nuestro protector concediéndonos garantías en nuestras personas, hogares é intereses, para que vivamos con libertad gozando de entera pacificación y por lo mismo vengo ante la reconocida justificación de Usted á pedirle con encarecimiento, se digne decretar nó se sigan cometiendo abusos y vejaciones de tal naturaleza conmigo y mi familia, pues es bien triste y de lamentar que un esposo presencie ó llegue á su conocimiento se cometan actos impúdicos con su esposa. En mi humilde concepto creo no le será á Usted enojosa mi queja desde el momento en que disfruto de la garantía de ser libre para quejarme en la actualidad, así mismo entiendo que antes de hoy no se nos atendía en justicia, porque no eramos oídos por ninguna de las autoridades pasadas.

Libertad justicia y Ley
6 de noviembre de 1914, Puente de Ixtla, Morelos.

Génaro Portillo [Rúbrica]

Ante estas situaciones el Cuartel General expedía garantías para los quejosos y encomendaba a los jefes locales el control de sus tropas, con el objetivo de prevenir futuros desmanes y así asegurar el futuro de la causa. Incluso los mismos líderes locales, enviaban a Zapata solicitudes para aprehender a elementos que cometían abusos contra sus compañeros de armas. Estos militares denunciaban constantemente el desconocimiento de la causa por sus correligionarios, ya que los mismos se dedicaban a aterrorizar a las poblaciones que encontraban a su paso, cometiendo saqueos y los crímenes anteriormente mencionados, cuestión que obligó a la cabeza rectora del movimiento a emitir llamados al orden hacia sus subalternos, por citar un ejemplo, tenemos el mensaje de Emiliano Zapata dirigido al general Francisco V. Pacheco en donde le pide:

Esta superioridad tiene conocimiento de los constantes saqueos que á llevado a cabo el coronel Julian Gallegos y su tropa, pidiendo mencionarle el saqueo de una tienda de abarrotes y de una zapatería en San Angel.
Como estos abusos constituyen una gran responsabilidad para el coronel Julián Gallegos, recomiendo a usted se sirva llamarlo al orden con energía para que ponga remedio a estos abusos, y nó permita que su gente cometa estos atentados; pues usted bien sabe que estos abusos desprestigian nó solamente a usted, sino a la revolución en general, y esto, de ninguna manera debemos permitirlo, lo que hago saber a usted para su conocimiento y gobierno.

Reforma, Libertad, Justicia y Ley.

Cuernavaca, febrero de 1915
Por el general Emiliano Zapata, jefe supremo del Ejército Libertador.
[Rúbrica]

A pesar de todas estas indicaciones merecedoras de sanciones para los soldados abusivos, la justicia pocas veces llegó para aquellos civiles que fueron victimas de acciones depredatorias, ya que la única sanción que se daba en muchos casos a los bandidos, era el llamado al orden y a la disciplina impuestos por el Plan de Ayala; cuestión que a la larga iría provocando incertidumbre, inseguridad, desconfianza y malestar de la población civil hacia el ejército zapatista, sobre todo a partir del año de 1915, cuando los recursos comenzaron a escasear y se libraba la guerra contra el constitucionalismo. Cabe la pena mencionar que muchos de estos delitos, se practicaban bajo total impunidad y solapamiento de algunos jefes rebeldes hacia sus subalternos, cuestión con la que el Cuartel General no podía lidiar del todo. Sobre ésta problemática, Felipe Ávila explica que quizá una de las causas que propiciaron el encubrimiento de estas prácticas delictivas, fue la red de lealtades y complicidad forjada dentro del ejército rebelde, la cual provocó una intensa competencia por los recursos materiales cada vez más escasos, aumentando así, las rivalidades dentro del mismo bando, obstaculizando la eficacia por llevar a los abusivos ante las autoridades, cuestión que fue base para una serie de problemas y contradicciones dentro del movimiento.
Esta lucha por la sobrevivencia como hemos visto, se vio reflejada en una dinámica de prestamos forzosos por los zapatistas y resistencia por parte de las comunidades que sostenían al movimiento, pero también es importante hablar de las motivaciones de estos individuos para actuar de esta manera contra las poblaciones que habían jurado defender. Es claro que muchos de ellos, motivados por un deseo de venganza y remuneración económica, se unieron al movimiento desde un principio, ya que la violencia emanada por la revolución era el vehículo perfecto para satisfacer sus necesidades más inmediatas, a expensas de la sobrevivencia de otros individuos, que después del año de 1914 con la desaparición del régimen hacendario, serían los campesinos del estado de Morelos. Otro factor que quizá podría considerarse, es el sentimiento de que Emiliano Zapata y su programa no les proveía las recompensas necesarias, por esta razón el bandidaje proliferó en muchas zonas alejadas del centro de mando, sobre todo cuando dichos individuos desconocían la causa y sólo se dedicaban a aterrorizar a las poblaciones. Pero quizá el motivo que más resalta y más se ha hecho notar, es que a partir de la desaparición de los aparatos de control estatales impuestos por el régimen porfirista y el monopolio de la violencia controlado por el Ejército Libertador del Sur a partir del año de 1914, provocó que muchos de los alzados se sintieran con la legitimidad de efectuar todos estos abusos contra los pacíficos, sobre todo en el aspecto de recolectar haberes para continuar con la revolución, en donde salieron a la luz una serie de patologías destructivas encaminadas a acciones violentas, cuestión que como hemos visto provocó una serie de conflictos y tensiones al interior del aparato estatal impuesto por el zapatismo en su área de influencia.








Conclusiones.
En conclusión, a partir de las ideas expuestas en este breve ensayo, podemos tener una idea a partir de las fuentes consultadas, sobre cual era la situación en la que vivieron las poblaciones que estuvieron bajo el área de influencia del zapatismo durante los años 1914-1915. Si bien, esto no constituye un trabajo completo, los resultados obtenidos hasta el momento nos pueden ayudar a vislumbrar cual era la relación del movimiento zapatista con los pacíficos; un nexo que como hemos visto tuvo sus altibajos, consecuencia de los constantes abusos perpetrados por miembros del Ejército Libertador, los cuales generaron una violencia endémica que partía inicialmente de la escasez de recursos para continuar con la revolución. Esto sin duda es pieza clave para comprender el desarrollo de la lucha del zapatismo en los años posteriores a 1915, en donde la legitimidad del movimiento no decayó del todo, pero como consecuencia de la insuficiencia de haberes para continuar con la causa, fue casi imposible para el zapatismo mantener una zona de control fija ante los embates del ejército Constitucionalista.
Sin duda esta clase de trabajos nos pueden ayudar a comprender cual era la cotidianidad que vivían las comunidades y sus habitantes en un entorno de guerra, en donde la violencia se hacía presente en cada momento; es así que para tener una visión más completa del movimiento zapatista, es necesario echar mano de los testimonios de todos aquellos hombres y mujeres que se mantuvieron al margen o participaron en la revolución, con la intención de tener un panorama más amplio que nos permita acercarnos de manera objetiva al día a día de un movimiento social como lo fue la revolución mexicana. Es así que mediante el estudio de los archivos zapatistas y la historia oral, podemos tener una aproximación más a fondo sobre las contradicciones que surgieron dentro del zapatismo, las cuales no se basaban en un antagonismo de clase, sino en la lucha por la sobrevivencia de las clases subalternas, las cuales, ante la inseguridad sobre su propia vida y sus intereses materiales, forjaron una resistencia que afectó las relaciones entre ambas partes, a pesar de los intentos del Zapata y sus principales jefes por conducir la revolución por el camino del orden y la justicia.


Bibliografía.
Ávila, Felipe "Los conflictos internos del zapatismo", en Horacio Crespo (Coord.), Historia de Morelos. Tierra, Gente, Tiempos del sur, México, Congreso del Estado de Morelos – UAEM, 2011.
Brunk, Samuel, The Sad Situation of Civilians and Soldiers: The Banditry of Zapatismo in The Mexican Revolution, The American Historical Review, v. 101, No. 2, abril 1996.
Espejel, Laura, Salvador Rueda Smithers, El programa político zapatista, México, Seminario de movimientos campesinos del siglo XX, Dirección de Estudios Históricos – Instituto Nacional de Antropología e Historia, s.a.
-----------------------, El Cuartel General Zapatista: 1914-1915, Documentos del Fondo Emiliano Zapata del Archivo General de la Nación, v. 1, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, (colección fuentes).
Knight, Alan, La Revolución Mexicana, México, Fondo de Cultura Económica, 2010.
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