Revolución y Reacomodo. La posinsurgencia en El Salvador (resumen en espanol)

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Revolución y reacomodo. La posinsurgencia en El Salvador Ralph Sprenkels Tesis de doctorado, Universidad Utrecht, 2014

Resumen La década de los setenta marcó una época convulsiva en América Latina, dominada por la confrontación entre dictaduras militares —respaldadas por los Estados Unidos— y una variedad de impetuosos grupos revolucionarios. En esos años, en El Salvador se sentaron las bases de uno de los más fuertes y mejor organizados movimientos guerrilleros del continente. Este movimiento se consolidó políticamente en 1980, cuando cinco diferentes organizaciones revolucionarias se unieron en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Posteriormente, el Frente libró una guerra de 11 años contra el Ejército salvadoreño que culminó en un empate militar y negociaciones de paz. Los Acuerdos de Paz, firmados en 1992, iniciaron una fase de reforma democrática. El ejército guerrillero se desmovilizó y el FMLN se convirtió en partido político. Mientras el partido de gobierno (Arena, de derecha) ganó las diferentes elecciones en esos primeros años de paz, el FMLN pronto se consolidó como el principal partido de oposición. A partir de 1997, el FMLN obtuvo varias municipalidades importantes. En 2009, el FMLN ganó la elección presidencial y se convirtió en el primer partido de izquierda en llegar al Gobierno en la historia del país. Este estudio presenta un amplio análisis retrospectivo de la insurgencia salvadoreña y su legado político. Documenta los muchos y variados cambios y ajustes que se han producido en el movimiento revolucionario salvadoreño desde su surgimiento, a principio de los años setenta. Se enfoca de manera particular en el desarrollo del FMLN durante las décadas posinsurgentes, después de 1992. Por medio de una revisión detallada de la política interna del movimiento, el estudio demuestra cómo y porqué las relaciones insurgentes creadas durante la guerra continuaron siendo relevantes para los ex participantes del Frente en el período de la posguerra. Indica cómo el fin de la guerra trajo consigo cambios drásticos para el movimiento revolucionario, aunque estos no necesariamente marcaran un nuevo comienzo. En la nueva fase, los ex insurgentes conservaron las relaciones y los imaginarios construidos en la etapa insurgente, y buscaron diferentes caminos para adaptarse a las nuevas circunstancias, tanto de manera individual como colectiva. Los que participaron en este proceso de adaptación contaban con diferentes 1

cualidades y oportunidades que facilitaban o dificultaban su movilidad social, política y económica. Como demuestra el estudio con abundante documentación, el relativo éxito posguerra del FMLN como partido político no evitó la exacerbación de las disputas internas y el crecimiento de la desilusión política entre los veteranos. El marco teórico del estudio, presentado en el capítulo 2, enfatiza la necesidad de incorporar, en la investigación académica sobre movimientos insurgentes y sus legados, la noción de la historia social, algo de lo que carece la mayoría de los estudios académicos disponibles. Los estudios realizados sobre la transición salvadoreña son un ejemplo de ello. Siguiendo las prácticas dominantes en la literatura académica sobre construcción de paz y transiciones democráticas, la transformación posguerra del movimiento insurgente salvadoreño ha sido analizada principalmente en términos de “reintegración” (de ex combatientes) o “institucionalización” (del movimiento como partido político). En realidad, estos estudios no aportan muchos elementos para entender el desarrollo interno del movimiento en los términos que fue descrito brevemente arriba. Los endebles fundamentos teóricos de la literatura que se ocupa de la “reintegración” posguerra constituyen el principal inconveniente de la primera línea de investigación. Como concepto científico, la idea de la reintegración ayuda poco para entender y teorizar los ajustes y reacomodos que tienen lugar en un movimiento insurgente durante el período de transición posguerra. La limitación más importante de la segunda línea de investigación, la de transición hacia la institucionalización, es que tiende a enfocarse en la herencia del movimiento insurgente exclusivamente en términos del desarrollo del partido político, sin tomar en cuenta otras herencias organizacionales de la organización insurgente. Como alternativa, y basándose en el trabajo de Bourdieu y otros, el presente estudio propone una conceptualización de la posinsurgencia como un campo social; definiéndola como un espacio de relaciones, construido históricamente por agentes sociales previamente conectados por su participación en la insurgencia. En sus esfuerzos por derrocar al régimen, los insurgentes suelen construir algo más que un ejército guerrillero; como lo demuestran los estudios a profundidad, construyen amplias redes, alianzas y bases de apoyo, haciendo uso de diferentes modalidades organizacionales y formas de gobernanza, conectando así diferentes grupos e individuos en una amalgama de roles. Una perspectiva detallada e histórica sobre los movimientos insurgentes debe hacer hincapié en cómo la insurgencia se basa en, y a la vez da forma a, diversas relaciones interpersonales. Dicha perspectiva invita también a pensar cómo las relaciones gestadas pueden seguir siendo relevantes al finalizar la guerra. Para reflexionar sobre el desarrollo de la posinsurgencia como un campo social, este estudio recurre a ideas en torno al desarrollo longitudinal de los colectivos políticos, tales como las expresadas en las investigaciones sobre la formación de élites y movimientos sociales. Estas 2

perspectivas teóricas apuntan a que la transición del movimiento insurgente hacia el nuevo contexto de posguerra provocará una variedad de respuestas de individuos y subgrupos, dando paso a reacomodos en las relaciones internas y externas del movimiento. Como ex participante del movimiento revolucionario, el investigador pudo imprimirle al estudio un sentido de familiaridad con el movimiento y sus espacios sociales y políticos. Su experiencia previa ayudó a desarrollar una estrategia de investigación a diferentes niveles y con diversos puntos de entrada en las relaciones políticas posinsurgentes. Esta estrategia se acerca a diferentes localidades y aspectos del movimiento, interconectados unos con otros. Los estudios de caso incluyen a grupos de veteranos del FMLN y a comunidades rurales que deben su existencia al movimiento guerrillero, y brindan mucha atención a las perspectivas de los participantes de bajo rango y mandos medios. A lo largo del estudio, el desarrollo longitudinal de las relaciones posinsurgentes ocupa un lugar central, echando mano de antecedentes históricos relevantes y de trabajo etnográfico en torno a las trayectorias de vida de una variedad de participantes en el movimiento. El capítulo 3, titulado “A relational account of El Salvador’s insurgency”, provee una visión histórica del movimiento revolucionario desde 1970 hasta 1992, con particular énfasis en la historia social del movimiento. Mucho se ha escrito acerca del conflicto armado salvadoreño (en un principio, entendido como una revolución, y después, como guerra civil), pero poco sobre el propio movimiento insurgente, particularmente sobre el desarrollo interno de las organizaciones político-militares (OPM) que integraron el FMLN. En su momento, los factores que obstaculizaron la investigación académica fueron la preocupación por la seguridad de los que estaban involucrados en el movimiento y las formas en que las preferencias políticas de los académicos se reflejaban en sus trabajos sobre el conflicto salvadoreño. Por medio de una revisión de los esfuerzos organizativos, las relaciones internas y las conexiones clandestinas de las OPM, el capítulo 3 ofrece una perspectiva novedosa acerca del desarrollo del movimiento revolucionario salvadoreño desde su origen hasta los Acuerdos de Paz. Esta perspectiva enfatiza la crucial importancia del sistema de cuadros y de la cultura política de la militancia en el desarrollo de las OPM, y llama la atención sobre la amplia diversificación y especialización de las labores políticas y militares dentro del movimiento político en el transcurso de la década de los ochenta, y cómo esto impactó las relaciones internas del FMLN. Por ejemplo, además de la construcción de un ejército guerrillero polifacético, el Frente puso en marcha una sofisticada y extensa estructura de apoyo internacional. La brutal represión militar desatada entre 1980 y 1982 llevó a la desmovilización de las estructuras insurgentes en los centros urbanos de El Salvador. Al mismo tiempo, las OPM lograron construir importantes estructuras de apoyo afuera de El Salvador; por ejemplo, en Managua y en la Ciudad de México. A inicios de 1984, las OPM 3

reanudaron la organización política clandestina en las ciudades, a fin de construir un nuevo frente político-social relacionado íntimamente con las estructuras internacionales. Las OPM tuvieron éxito en la creación de muchas nuevas organizaciones sociales y en incrementar su influencia sobre instituciones como sindicatos, organizaciones no gubernamentales y universidades. El mapeo detallado del frente cívico-político, presentado en el capítulo 3, evidencia el alcance de la infraestructura política-social establecida por la insurgencia salvadoreña; un impresionante aparato que las OPM conservaron en el período de postguerra. Sin embargo, a pesar de estos logros, el legado de las OPM también incluyó un significativo desgaste y deterioro interno debido a diversos conflictos internos y a un descontento acumulado por los abusos cometidos durante la guerra. El capítulo 4, “Post-insurgent reconversion”, analiza cómo el movimiento revolucionario salvadoreño sobrellevó los primeros años de la transición posguerra. Para las OPM, adaptarse al escenario de la paz requirió diversas transformaciones tanto a nivel militar y político como socio-económico. Estas diferentes dimensiones de la transformación posinsurgente han sido tratadas de manera desigual y fragmentada en los estudios sobre la transición en El Salvador. Por lo tanto, el capítulo ofrece una revisión integral de los ajustes más importantes en los diferentes segmentos o subgrupos del movimiento en los primeros años de la paz. Las transformaciones revisadas incluyen el proceso de desmovilización de los ex combatientes; la reconversión de las OPM en diferentes partidos políticos (el FMLN ha sido uno de varios partidos políticos surgidos de la insurgencia); la transformación de las diversas organizaciones sociales ligadas a la izquierda insurgente; y los cambios en las repoblaciones rurales establecidas por los insurgentes. Así, el capítulo ofrece una visión de los diversos procesos de reacomodo al interior de las cinco OPM en el contexto de la transición y explora las diferentes maneras en que procesos de reconversión aparentemente separados –tales como la desmovilización y la institucionalización del partido político–se interrelacionan. Los siguientes capítulos están dedicados a tres estudios etnográficos; cada uno de los tres casos tratados proporciona entradas distintas pero complementarias al campo social de la posinsurgencia de El Salvador. El capítulo 5, “Chalatenango’s insurgent repopulations revisited”, ofrece una retrospectiva etnográfica del desarrollo de las comunidades insurgentes en Chalatenango. Esto incluye una reconstrucción detallada de la historia social de una comunidad en particular, la Ignacio Ellacuría. Las historias previamente censuradas sobre los lazos específicos entre los repobladores y las OPM aportan elementos clave para ubicar el desarrollo de la repoblación en el contexto del movimiento insurgente. Así, el capítulo 5 ayuda a comprender el grado en que la afiliación insurgente se encontraba en el corazón mismo del proyecto de las repoblaciones durante la guerra y cómo este proyecto conectaba con los objetivos más amplios de los guerrilleros. 4

Después de la guerra, los líderes insurgentes (los antiguos cuadros de las OPM) se convirtieron en, o continuaron siendo, los líderes locales en las comunidades repobladas. Para ejercer su liderazgo, echaron mano de las relaciones políticas, las identidades, las habilidades y los discursos revolucionarios desarrollados durante la guerra. Mientras tanto, se generó en las comunidades un fuerte movimiento migratorio hacia Estados Unidos y una creciente desigualdad socioeconómica. Dos décadas después de la guerra, poco quedaba de las antiguas promesas igualitarias del movimiento revolucionario. Sin embargo, las relaciones previamente establecidas durante la guerra continuaron siendo sumamente relevantes para la trayectoria socio-política y económica de las comunidades repobladas vinculadas a la antigua guerrilla. Tal como lo demuestra el capítulo 5, dos décadas después de la guerra la vida cotidiana en estas comunidades transcurría en un complejo limbo entre la revolución, el neoliberalismo y el clientelismo. El capítulo 6, “Guerrilla fighters and postwar life trajectories”, establece un punto de entrada al campo social de la posinsurgencia totalmente diferente al del apartado anterior. Con la ayuda de fotografías de unidades guerrilleras, tomadas entre 1981 y principios de los años noventa, el capítulo reconstruye etnográficamente lo que pasó con los guerrilleros que aparecen en las fotos a lo largo de las siguientes décadas. Combinando la investigación sobre trayectorias de vida con la técnica etnográfica photo elicitation, se establece un diálogo entre las vidas cotidianas de los ex guerrilleros y sus reflexiones sobre la herencia de la lucha de la cual fueron parte. A la vez, las fotografías generan una muestra cuantitativa de trayectorias de vida de los ex guerrilleros que arroja luces sobre sus diferentes estrategias de supervivencia en tiempos de paz. El capítulo muestra que, para su subsistencia, muchos ex guerrilleros siguieron dependiendo de las oportunidades socio-económicas vinculadas a su antigua afiliación insurgente. En las dos décadas de la posguerra, los ex combatientes utilizaron los contactos de las OPM para obtener un empleo o como una especie de red informal de seguridad social. Luego de que, como consecuencia de los Acuerdos de Paz, se desmantelaran parcialmente las estructuras y mecanismos de control interno de las OPM, las relaciones internas pasaron de ser rígidas y jerárquicas a integrar una amalgama de relaciones interpersonales e institucionales, generalmente más personalizadas y menos formales en su naturaleza. La continuada relevancia socio-económica de las redes de las OPM no significó que la mayoría de los ex combatientes estuviera satisfecha con su nueva posición social en la posinsurgencia: si ellos habían puesto la mayor cuota de sacrificio durante la guerra, ¿por qué hasta el momento recibían solo una pequeña parte de los frutos del poder obtenidos por el FMLN? Este sentimiento jugó un rol importante en el surgimiento del movimiento de veteranos, un tema tratado en el capítulo 7. Este, titulado “FMLN veterans’ politics”, 5

está basado en la metodología etnográfica de observación participante, aplicada a diferentes organizaciones de ex guerrilleros. Las actividades de los grupos de veteranos estaban fuertemente permeadas de discursos revolucionarios. Sin embargo, los resultados del trabajo de campo muestran que en la práctica dieron prioridad a la búsqueda de beneficios estatales. En esta afán, los grupos de veteranos competían arduamente entre sí. El capítulo 7 identifica la importancia de la movilización de las antiguas relaciones insurgentes en la arena política de la posguerra. También demuestra cómo las prácticas clientelistas impregnaban las relaciones políticas en la posinsurgencia. Los tres estudios de caso indican que el triunfo electoral del FMLN en 2009 se tradujo en nuevas oportunidades para apuntalar las identidades insurgentes. En el caso de la comunidad Ignacio Ellacuría, el triunfo motivó a su junta directiva a impulsar una gestión política para cambiar el nombre legal topográfico del lugar al ‘nombre insurgente’ que había adoptado durante la guerra. Para varios de los ex guerrilleros que aparecen en las fotos de las unidades guerrilleras, la presidencia de Mauricio Funes significó nuevas oportunidades de empleo, ya que varios antiguos camaradas ascendieron a importantes posiciones en el Gobierno. Para los integrantes de las organizaciones de veteranos, el triunfo condujo a una nueva etapa de intensa organización y movilización política basada en las identidades insurgentes. El objetivo concreto e inmediato de estos esfuerzos fue gestionar formas de acceso privilegiado a los recursos estatales. En términos generales, los reacomodos posinsurgentes no llevaron a la disolución de las relaciones que los integrantes de las OPM habían construido a lo largo de los años. Más bien se dio una serie de cambios en la gestión de estas relaciones; cambios que a su vez generaron reclamos y conflictos. Las experiencias de la posinsurgencia no borraron los imaginarios políticos históricos del movimiento, sino más bien los complementaron con las paradojas de la cada vez más pronunciada desigualdad interna en el movimiento y de la desilusión. La posinsurgencia implicó grandes ajustes en el carácter y el significado de las relaciones guerrilleras heredadas, pero generalmente no hubo desconexión con estas. Al movimiento posinsurgente más bien le tocó arrastrar un doble peso: el de su historia previa y el de la adaptación de posguerra. La tensión entre los discursos revolucionarios y las realidades sociopolíticas del movimiento se notó particularmente en prácticas sectarias y de clientelismo político a su interior y en los diferentes imaginarios políticos que acompañaron estas prácticas. Este estudio concluye que, al final de la segunda década de la posguerra, la experiencia de la insurgencia continuó marcando profundamente al panorama político salvadoreño. Las afiliaciones previas marcaron las trayectorias de vida posguerra de muchos ex guerrilleros. A nivel local, la insurgencia generó cambios duraderos en los patrones de los asentamientos y en las relaciones de propiedad y de 6

poder a nivel local. En el área urbana, las afiliaciones insurgentes siguieron permeando las realidades políticas e institucionales de importantes entidades e instancias. Los ex guerrilleros se convirtieron en efectivos competidores por el poder en diferentes arenas políticas e institucionales. Entre tanto, las posiciones de poder adquiridas durante la guerra continuaron jugando un papel importante en la dinámica interna del movimiento. Después de la guerra, las redes, las relaciones y los imaginarios políticos generados durante la insurgencia jugaron un papel crucial en la configuración de la política salvadoreña. El movimiento revolucionario demostró tener importantes brechas internas: las identidades sectarias de las OPM; las diferencias entre participantes rurales y urbanos, entre la tropa y los mandos; las diferentes interpretaciones sobre cuál debía de ser la agenda de los revolucionarios en la postguerra. Las disputas sobre la herencia política de la insurgencia se convirtieron en el principal foco de conflicto entre estos diferentes grupos. Un hilo común en las disputas fue que los grupos de ex guerrilleros insistían en el derecho a ascender políticamente argumentando que se lo habían ganado por su participación y su sacrificio durante la guerra. Esto último ayuda a explicar la paradoja que aparece a lo largo de este estudio: pese a que muchos ex guerrilleros criticaban la extensión de las prácticas clientelistas y sectarias en la democracia salvadoreña, ellos mismos las habían interiorizado. Las disputas en torno a la reconversión de las relaciones internas jugaron un papel clave en el desarrollo del antiguo movimiento insurgente a lo largo de la posguerra, y en la política posguerra de El Salvador en general. Este hallazgo tiene relevancia para el estudio de las transiciones posinsurgentes en otros países, pues muestra la necesidad de mirar más allá de los aspectos estrictamente militares y políticos, e incluir los vinculados a la historia social del movimiento insurgente. Asimismo, desafía a los investigadores sociales a considerar las múltiples formas en que las redes insurgentes pueden reconvertirse para adaptarse a las circunstancias de la paz y cómo tales reconversiones podrían impactar a las sociedades de posguerra. En el caso de El Salvador, las relaciones interpersonales creadas en el movimiento insurgente bien podrían constituir uno de sus legados más perdurables.

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