REVOLUCIÓN MUNDIAL ANTICRISTIANA… Y CONTRARREVOLUCIÓN

July 25, 2017 | Autor: Stephanus T | Categoría: Historical Theology, French Revolution, Counter-Revolution in France
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Descripción

REVOLUCIÓN MUNDIAL ANTICRISTIANA… Y CONTRARREVOLUCIÓN Por J.L.E. Trento CRISTIANISMO VS. CRISTIANDAD Cristiandad no es la religión ni la Iglesia, sino la plasmación de los principios cristianos en la comunidad política, en sus leyes y en la sociedad. La Cristiandad existió verdaderamente y surge en concreto tras el declive del paganismo grecorromano. Alcanza su cima en el siglo XIII, pero desde ese entonces y por distintos motivos —entre otros, la “peste negra”, el enfrentamiento entre güelfos y gibelinos y el Gran Cisma de Occidente— entra en decadencia. El punto de inflexión que acelera la decadencia es la Reforma religiosa (ss. XVI y XVII), en el que a su vez comienza a surgir el liberalismo. Con la Ilustración (s. XVIII), el liberalismo pasa adelante y relega la Cristiandad a vestigios que, poco a poco, hasta el día de hoy, son arrancados. Es ésta la Revolución (de “re volver”, dar vuelta, invertir), que es una, que es mundial y que es anticristiana. ETAPAS REVOLUCIÓN: 1° Revolución Religiosa-Política (“la Reforma”), que también influye, en la práctica, en los países nominalmente católicos como Francia, Italia, España, Portugal, Polonia, etc. 2° Revolución Ideológica-Política (“Revolución Francesa”), que, primero a través de los Clubs de Pensamiento y, luego, por medio de las bayonetas de Napoleón, extiende por todo el mundo sus errores (Libertad, Igualdad, Fraternidad, que son “tres mentiras y tres blasfemias”, Donoso Cortés); llegando, incluso, a los países anglosajones. 3° Revolución Atea-Política (“Revolución Rusa”), que esparce sus errores alimentados por el resentimiento y la envidia, llevando al extremo el trilema de la Francesada, en una suerte de parodia satánica de la libertad de los hijos de Dios, la igualdad de dignidad del hombre en cuanto imagen y semejanza de Dios, y la fraternidad cristiana en cuanto hijos adoptivos del Padre por Jesucristo. ¿4°? Revolución Social (“Revolución Cultural”), surgida de la lógica del capitalismo de la Postguerra para convertir a la persona humana en un sujeto económico adeudado, inquilino, consumidor y asalariado, que vive para trabajar y consumir. Se busca la destrucción de la familia tradicional expulsando a la mujer al mercado laboral, a los hijos a la escuela masificante y a los ancianos a la eutanasia. Las fuerzas de la moda, surgidas de usinas del márketing y la publicidad generadoras de “deseos”, convierten a la sociedad, a las personas, a los bienes en fenómenos superficiales, de consumo instantáneo, de relaciones fugaces, etc. CARAS REVOLUCIÓN: + Faz intelectual – prepara el terreno + Faz política-social – toma posesión del terreno y, al mismo tiempo, realimenta a la faz intelectual para futuros “avances”. Típicamente la izquierda “avanza” y la derecha “consolida”, en un mecanismo de continuo péndulo. La derecha, el conservadorismo, es “conservador de la Revolución” (Jaime Balmes).

El caso paradigmático de este mecanismo es el de los primeros ministros británicos William Pitt (padre) y William Pitt (hijo); el primero, liberal; y el segundo, conservador. El conservador “de segunda generación” ocupa la posición del liberal “de primera generación”. REVOLUCIÓN INTELECTUAL REVOLUCIÓN POLÍTICA-SOCIAL Santo Tomás de Aquino – Escolástica – Alta Edad Media: sociedad estamentaria y Cosmovisión Teocéntrica orgánica; Universidades como unidad del saber; Foralismo y Parlamentos representativos de intereses y no de ideologías; Corporaciones y ciudades libres Okham – Nominalismo: Rompe la unidad del Baja Edad Media: Güelfos vs. Gibelinos; Cisma saber entre Teología y Filosofía de Occidente; Guerras Civiles (Cien Años, de las Rosas, de Italia, etc.); surgimiento de la burguesía con su propio “ethos” Humanismo – Erasmo – Maquiavelo – Bodino Renacimiento: Relajación de las costumbres; – Antropocentrismo: Rompe la unidad entre Mundanización del clero; Atracción por lo Teología-Filosofía y la vida práctica (artes, pagano; Experimentación y exploración sin política, ciencias, exploraciones, etc.) consecuencias morales Protestantismo – Lutero – Calvino Reforma: Guerras de religión; Iglesias nacionales; Relativismo religioso Isabel I de Inglaterra consolida la Reforma y la hace sin vuelta atrás (Hilaire Belloc), asistiendo a los protestantes europeos de distintas denominaciones (en Escandinavia, Holanda, Escocia, Alemania y Francia) y combatiendo a España en cuanto principal baluarte de la vieja Cristiandad. Londres se convierte en capital del Protestantismo y esparce por el mundo no sólo sus ideas religiosas sino, lo que es más importante, sus ideas políticas, sociales y económicas (surgimiento del capitalismo). Racionalismo – Descartes – Pascal – Spinoza – Edad Moderna: Absolutismo; Primer Leibniz – Hobbes – Locke: Rompe la unidad Colonialismo; Guerra de los Treinta Años entre Filosofía y razón, limitando la Filosofía a la mera lógica y confinando la Teología a algo místico y a-científico Iluminismo – Voltaire – Enciclopedia – Baja Edad Moderna: Despotismo ilustrado Rousseau – Hume – Adam Smith – Deísmo – (Francia, Prusia, Rusia, Austria, España, Italia); Masonería Primera Revolución Industrial Con la Revolución Inglesa (1640-1660 y 1688), la monarquía queda como un elemento decorativo y la política es compartida por Tories y Whigs, que se suceden en el poder de manera pendular, pero siempre corriéndose hacia la izquierda con cada generación que pasa. Se consolidan las riquezas plutocráticas, desaparecen las viejas familias aristocráticas, la burguesía dirige los destinos de la nación, la moneda queda sujeta a la especulación financiera… Con la Revolución Francesa (1789-1805), ya no se lucha por tomar el poder sino por conquistar las mentes y los corazones de la gente mediante las ideologías. La realidad ya no se impone y la Ley Positiva no se inspira en el Orden Natural, sino que la Ley surge de una difusa “voluntad general” interpretada por los ideólogos que conforman “partidos políticos” sin verdadera representatividad. Los parlamentos se convierten en el verdadero gobierno donde no se discuten intereses sino “ideas”. Todo está sujeto a discusión y se pueden crear leyes “de la

nada” (sin sustento tradicional) para legislar sobre cualquier materia por muy ridícula que sea. Napoleón (1805-1815) representa, no sólo con su genio militar sino por sobre todo con su Código Civil, la consolidación definitiva de la Revolución triunfante. El Congreso de Viena, instrumentado por Metternich, no significa una verdadera “restauración” sino el mero ordenamiento político de los “avances” revolucionarios. 1815-1914: La Revolución, mediante guerras limitadas pero de características mundiales, gana espacios cada vez mayores, acorralando a las cada vez más diezmadas fuerzas contrarrevolucionarias hasta que las arranca de la tierra y fulmina la Cristiandad poco antes del estallido de la Primera Guerra Mundial. REVOLUCIÓN VERSUS CONTRARREVOLUCIÓN (1815-1914) Guerras Miguelistas en Portugal – las fuerzas de Dom Miguel que eran en un comienzo victoriosas son derrotadas con ayuda británica y de voluntarios internacionales. Portugal, separada para siempre de Brasil, comienza su decadencia inexorable.

Guerras Carlistas en España – los reyes legítimos de la dinastía carlista intentan en distintas oportunidades hacerse con el poder siendo derrotados por una coalición de liberales de todo el mundo. Los liberales se empeñan con saña en la destrucción de la “Christianitas minoris” que era aún España. Desamortizaciones, persecución abierta de la religión, propaganda liberal…

Miguelistas – algunos voluntarios carlistas y legitimistas

Realistas / Carlistas – voluntarios legitimistas, alemanes, portugueses, ex zuavos pontificios

“Revoluciones burguesas” – Deponen a los “ultras”, luego al propio Carlos X, siendo reemplazado por el “rey liberal” Luis Felipe. También derrocado poco después por la II República, hasta que toma el poder Luis Napoleón Bonaparte y funda el II Imperio, el “Imperio liberal”. Tras la Guerra Franco-Prusiana, se da inicio a la III República. El legitimismo queda reducido a casi nada. Legitimistas “Ultras” – refugiados carlistas, reaccionarios belgas

Alemania dividida en infinidad de pequeños principados con sólo dos potencias que se disputan su control: la protestante y militarizada Prusia, y la nominalmente católica aunque decadente Austria. Prusia resulta victoriosa contra Francia e impone el II Reich, expulsando a Austria que se transforma en el Imperio AustroHúngaro.

Gran Bretaña consolida su capitalismo mediante el control de los mares, la urbanización e industrialización forzada de sus ciudades, el colonialismo mundial político (Imperio) y económico. Se proyecta culturalmente en los EE.UU.

“Ultramontanos” / Federalistas / Liguistas / Social católicos – refugiados carlistas, ex zuavos

“Recusantes” ingleses / Irlandeses nacionalistas / Conversos “de Oxford” (newmanianos)

La Revolución Anticristiana es Mundial. En todos estos conflictos hay legiones de voluntarios extranjeros liberales, apoyos de la banca internacional, mercenarios, etc. Eventualmente, se conforman las “Internacionales”, la “azul” o liberal, la “roja” o socialista y la “negra” o anarquista. Si bien se enfrentan entre ellas, cuando se trata de oponerse a cualquier intento de restauración tradicionalista, se unen contra el enemigo común. La Contrarrevolución intenta también agruparse internacionalmente aunque sin demasiada coordinación. Será algo más voluntario. Se consideran a sí mismos, “cruzados” y combaten en Portugal a favor de Dom Miguel, en España apoyando a los sucesivos reyes carlistas y, sobre todo, en Italia en las tropas pontificias en general y en los famosos Zuavos Pontificios en particular. Eventualmente, hacia fin del siglo XIX y comienzos del XX, se da una “Internacional Blanca” más o menos organizada con dificultad por oposiciones del clero de los distintos países y, en algún caso, de la misma Santa Sede (León XIII) que pretende mantener buenas relaciones o, al menos, tolerancia de parte de los regímenes usurpadores. Hay cientos de ejemplos notables de estos “últimos cruzados” que expusieron su patrimonio y su vida por la Santa Causa de la Tradición en sus países y en el extranjero. José Borges – Hijo de un general carlista junto a quien combate en Cataluña, donde éste encuentra la muerte. Terminada la I Carlistada, se refugia junto a sus hombres en Francia. No acepta la amnistía y levanta partidas guerrilleras nuevamente en Cataluña. Carlos VII lo llama a Francia para preparar una nueva ofensiva. Allí recibe la oferta de ayudar a los Reyes de las Dos Sicilias, cercados por una coalición liberal internacional que apoya a los insurgentes de Garibaldi. Llega tarde ya caído el reino y se une a las guerrillas de “brigantes” en Calabria, donde fue conocido popularmente como “el Anti Garibaldi”. Cuando intentaba regresar a Roma, es interceptado por bersalieros piamonteses que lo fusilan junto con sus 17 hombres, la mayoría de ellos antiguos voluntarios carlistas. Athanase de Charette de la Contrie – Sobrino nieto del famoso general vandeano. No queriendo jurar al rey constitucional Luis Felipe (que había destronado a Carlos X en 1830), estudia en la Academia Militar de Turín (Reino de Saboya). Cuando descubre las políticas anti pontificias de los piamonteses, renuncia e ingresa en el Ejército del Gran Ducado de Toscana, cuñado del Conde de Chambord (nieto de Carlos X y heredero legítimo del trono de Francia). En 1860 viaja a Roma junto con sus hermanos para defender al Papa. Éste lo nombra jefe de la 1° Compañía de Tiradores Voluntarios Franco-Belgas. Combate en la heroica batalla de Castelfidardo, resultando herido. Decide no aceptar la baja y mantenerse al servicio del Santo Padre, siendo designado Jefe del Batallón de Tiradores Voluntarios Franco-Belgas. Con su unidad es absorbido en el Cuerpo de Zuavos Pontificios, en el que se destacará heroicamente. Será su 2° Jefe y, a partir de 1870, su Jefe. Tras la caída de Roma y queriendo ayudar a su patria contra el invasor prusiano, negoció con el premier francés el empleo de los Zuavos adjuntos a la Legión Extranjera y con su propia bandera, la del Sagrado Corazón, para no jurar la tricolor republicana. Los zuavos franceses conforman la Legión de Voluntarios del Oeste, comandada por Charette, y se destacan en la vanguardia en las principales batallas. Terminada la guerra, se le ofrece pasar al Ejército Francés conservando todos sus rangos y honores, pero los zuavos declinan la oferta para no faltar a su juramento con el Papa. Los zuavos se reunirán anualmente durante décadas para entrenarse en caso de que el Sumo Pontífice los volviese a convocar. El famosísimo General de Charette será

electo diputado por el Partido Legitimista en varias oportunidades aunque, en señal de protesta, jamás ocupará su banca en la Asamblea Nacional. Y se dedicó a administrar los campos de la familia en la Francia Atlántica. Estaba casado con una descendiente de los Reyes Estuardo de Gran Bretaña. Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este – Hermano menor de Carlos VII, rey “de jure” de España en el exilio. A pesar de su jerarquía, decide enrolarse como simple soldado raso en el Cuerpo de Zuavos Pontificios. Se entrena como el que más y hace amigos con el más humilde de sus compañeros. Participa en la defensa de Roma y luego, es licenciado por el Papa. Se pone a las órdenes de su hermano, y éste lo nombra Comandante de Cataluña y Aragón durante la III Carlistada. Terminada la misma, patrocina la Liga Internacional contra el Duelo por pedido del Papa. Preside también las reuniones de la Liga Antimasónica de la que era miembro. Tras la muerte de su sobrino Don Jaime, hereda la legitimidad del trono de las Españas y convoca a integristas (nocedalistas) y tradicionalistas (mellistas) a reunirse en la Comunión Tradicionalista Carlista. Decide la participación de los tercios de requetés en el Alzamiento de 1936 contra la República Española y su orgía de persecuciones anticatólicas, pero muere poco después en un accidente automovilístico. Edwin von Kalckreuth – Descendiente de la antigua familia de barones de Kalkreuth (Silesia, hoy Karczowka, Polonia). Su abuelo, oficial del Ejército Prusiano, había sido creado Conde, título que Edwin heredó. Converso al catolicismo, decide pasar a Roma en ayuda del Papa. Allí se entera de la caída del Reino de las Dos Sicilias y se pone a las órdenes de su rey en el exilio. Pasa a los Abruzos, desde donde realizará operaciones de guerrilla con notable éxito contra los piamonteses. El “Conte Edwino”, como era conocido, será condenado como “brigante” (bandido) a morir apenas fuese atrapado. Traicionado, es capturado, torturado y, luego, fusilado. Giovanni Lepri di Rota – Hijo del Marqués de Rota y de una descendiente de los Emperadores de Bizancio. Los Lepri habían sido nobles de Milán y, mudados a Roma en el siglo XVII, alcanzarían los mayores honores al servicio de los Papas. Con sólo 19 años, ingresa en la Guardia Noble Pontificia y será capitán de los Dragones Pontificios. Combate en la célebre batalla de Castelfidardo contra tropas numerosísimas del Rey de Cerdeña. Codo a codo con los Zuavos y otras fuerzas papales, los Dragones Pontificios, del que será comandante, defienden Roma de las fuerzas del neo-Reino de Italia. Caída la ciudad santa, el beato Pío IX lo designa Comandante General de la Guardia Palatina. Louis Veuillot – De una familia muy humilde de la Provincia y habiendo abandonado la escuela, trabaja como cadete en un bufete de abogados del hermano del poeta Delavigne. Éste y sus amigos notan la capacidad intelectual del adolescente y comienzan a enseñarle literatura, historia y filosofía. Alentado por sus mentores, envía colaboraciones a los más importantes diarios y periódicos parisinos. En 1838 un amigo lo invita a acompañarlo a Roma para visitar las viejas ruinas. Allí, Veuillot, durante la Semana Santa, se convierte al catolicismo y hace votos de aplicar sus habilidades como escritor y polemista al servicio de Dios y de la Iglesia. Regresa a París y comienza a publicar sobre su viaje a Roma y otras peregrinaciones que realizó en aquel tiempo. El famoso patrólogo, el P. Migne lo invita a colaborar en el periódico L’Univers que se encontraba al borde de la quiebra. Desde sus columnas se convierte en un formidable polemista y apologeta, que es atacado virulentamente por toda la prensa. La defensa de la Iglesia le costará multas y hasta la cárcel. Publica las encíclicas papales sin contar con aval del gobierno y L’Univers resulta

censurado. Los legitimistas galicanos y los católicos liberales lo atacan duramente por “ultramontano”. Se convierte en vocero de la causa del Papa contra el “Rey de Italia” y la negligencia de todos los gobiernos supuestamente católicos que silencian estos atropellos. Publica las decisiones del Concilio Vaticano I y defiende brillantemente la declaración dogmática de la infalibilidad papal, incluso contra boletines y periódicos “católicos”. Sus artículos polémicos son traducidos y publicados en todo el mundo de manera más o menos clandestina, para escándalo de liberales y socialistas. Deriva finalmente en el tradicionalismo y apoya públicamente al Conde de Chambord, legítimo heredero al trono de Francia. Fallece poco después, pero su obra y correspondencia es hecha pública por su hermano menor Eugène Veuillot quien continúa con la publicación del periódico hasta su muerte. Myles O’Reilly – Descendía de los antiguos dueños del castillo de Knockabbey, en Irlanda. Su padre fue uno de los primeros parlamentarios católicos (los católicos fueron emancipados políticamente recién en 1829) y lo acompañó en sus giras por Europa. En Roma recibió la confirmación del propio Papa. Fue uno de los primeros graduados católicos de la Universidad de Londres desde la Reforma. En Roma se graduó como Doctor en Leyes. De regreso en Irlanda, se unió a la milicia del Condado de Louth. Fue amigo y colaborador del Cardenal Newman en su proyecto para la organización de una universidad católica en Dublín, lo que finalmente se frustró. Marcha al Vaticano en apoyo del Papa y es puesto al frente de la Legión de Voluntarios Irlandeses de San Patricio. Estuvo en las batallas de Perugia y de Spoleto. Residió un tiempo en Bruselas y desde allí ayudó a resolver la disputa entre la Universidad de Lovaina y el seminario irlandés de Maynooth. Regresó a Irlanda donde fue electo parlamentario por el Condado de Longford, cargo que ocupó por casi 20 años. El Rey de Gran Bretaña le ofreció el cargo de Subsecretario de Asuntos Irlandeses pero se negó a ocupar la cartera, aunque aceptó ser Comisionado Asistente de Educación Media. Recopiló una historia de las persecuciones contra los católicos en Irlanda. CONSOLIDACIÓN DE LA REVOLUCIÓN: PRIMERA Y SEGUNDA GUERRA MUNDIAL -

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La I Guerra Mundial significa el triunfo del nacionalismo y, por lo tanto, el fin de la Cristiandad (hasta los reyes de Gran Bretaña deben cambiar su apellido alemán por uno inglés). Con la Revolución Rusa de 1917, el socialismo se plantea como una alternativa real. La doctrina de la “guerra total” significa también el fin de la caballerosidad como ideal. El artesanado llega a su fin con la producción masiva. Y la introducción a gran escala de la mujer en el mundo laboral pone fin al orden familiar tradicional. En el Período de Entreguerras tienen lugar los últimos vestigios de “reacción” contrarrevolucionaria, de manera más o menos genuina, más o menos defectuosa: Maurras en Francia, Dolfuss en Austria, Salazar en Portugal, Degrelle en Bélgica, De Valera en Irlanda, Mussolini en Italia, Codreanu en Rumania, etc. La II Guerra Mundial resulta en la urbanización total, las grandes autopistas y el fin de los pueblos rurales. La moda efímera, anual, dicta la vida de las personas. La democracia se convierte en un ideal cuasi religioso que busca meterse en todos los ámbitos de la vida. Se plantan las semillas para la ¿4°? etapa de la Revolución Mundial Anticristiana: la Revolución Cultural.

El P. Castellani señalaba en Los papeles de Benjamín Benavides y en otras obras el verdadero misterio que entraña la derrota sistemática de las fuerzas de la contrarrevolución a manos de sus enemigos y el aparente silencio de Dios en estos últimos siglos, y cómo esta aparente contradicción lo impulsó a estudiar Teología de la Historia. En su Carta sobre la Acción Francesa, Jack Tollers inquiere las causas de estas “derrotas” y detecta algunas notas como la impaciencia, el entusiasmo, el activismo, el entusiasmo, el voluntarismo… Faltó mayor contemplación del misterio y entrega de la voluntad en manos de Aquél que puede verdaderamente ayudar. En última instancia, se explica por el “misterio de iniquidad” que ya está actuando, como dice San Pablo (2 Tes. 2,7), y que es retenido (¿o era retenido?) únicamente por el llamado “katejón” que cada vez está más debilitado.

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