Revista de Estudios y cultura 070. Artículo \"De Obrero a Artesano\"

Share Embed


Descripción

FUNDACIÓN 1 DE MAYO

70 • ABRIL 2015

REVISTA estudios y cultura Repensar el trabajo, renovar el sindicalismo Jorge Aragón | El debate sobre la recuperación económica y el empleo en España Alessandro Gentile | Hacia un nuevo pacto para los ciudadanos precarios Francisco Trillo | Representar a los trabajadores exige redefinir las relaciones entre trabajo y ciudadanía Ramón Alós | Algunos apuntes sobre la renovación del sindicalismo Jordi Ribo Flos | Sindicalismo y trabajo autónomo Begoña Marugán Pintos | El reto de la igualdad. Una propuesta al quehacer sindical Albert Recio | Sindicalismo, trabajo, sostenibilidad SUMARIO • Ramón Górriz y José Babiano | 125 aniversario del 1º de Mayo. 5º aniversario de las políticas de austeridad en Europa. • Mireia Morán | De obrero a artesano. • Ricard Ibarra Ollé | Archiveros sin Fronteras: Solidaridad archivística al servicio de la memoria histórica y los derechos humanos • Susana Alba | El problema de los super-millonarios

• Pedro Martínez Montávez (arabista): ‘Se seguirán produciendo grandes disturbios sociales, grandes protestas mientras no se conquisten las libertades’

REVISTA ‘ESTUDIOS y CULTURA’ | Consejo de Redacción: José Babiano, Ramón Baeza, Jesús Cruces, Bruno Estrada, Ana Fernández Asperilla, Pepe Gálvez, Amaia Otaegui, Félix Ovejero, Carmen Rivas, Fernando Rocha y Juan Vargas. Fundación 1º de Mayo. Centro Sindical de Estudios de CCOO. C/ Longares,6. 28022 Madrid. Tel.: 913640601. Fax: 913640838 | www.1mayo.ccoo.es | [email protected]. ISSN: 1989-4724

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 2

Javier Doz | Presidente de la Fundación 1º de Mayo

Primero de Mayo, renovación del sindicalismo, alternativas por los derechos, las libertades y la igualdad...

S

e cumplen 125 años de la primera celebración restaurar la fortaleza de la negociación colectiva, del Primero de Mayo en España. Un año ansubir los salarios y el salario mínimo (800 euros), tes, el Congreso Obrero Socialista, celebrado establecer una prestación de ingresos mínimos a en París, decidió fundar la 2ª Internacional y prolos desempleados (y promover una ILP para ello), clamar el 1º de Mayo como Día Internacional de una reforma fiscal integral que restaure la progrelos Trabajadores, en homenaje a los “mártires de sividad y la suficiencia, un conjunto de actuaciones Chicago”, los trabajadores muertos en la calle por necesarias para cambiar el modelo productivo, etc. la policía o ejecutados más tarde tras una farsa de En lo inmediato se anuncia el compromiso para juicio, por participar en la huelga general, promover una campaña por el iniciada el 1º de mayo de 1886, en de- n n n fortalecimiento de la negociafensa de la jornada de ocho horas. Sobre ción colectiva, el empleo de caeste aniversario nos hablan, en este nú- Un fuerte carácter lidad y el aumento real de los mero, Ramón Górriz, José Babiano y Mi- reivindicativo tiene para salarios. En el plano europeo, CC OO y UGT este 1º de rela Morán. destacaría la necesidad de volNunca han dejado de tener las jorna- Mayo. Del manifiesto ver a impulsar la campaña por das del 1º de Mayo un carácter reivindi- conjunto surge un claro el Plan de inversiones de la CES cativo, excepto las celebradas para cele- mensaje a los gobiernos (2% del PIB anual, durante diez brar los “grandes avances” en el bienestar y patronales españoles y años para salir de la crisis y conde los trabajadores por las dictaduras de europeos: con las solidar un desarrollo sostenible) diverso signo. Un fuerte carácter reivin- políticas de austeridad frente a los muy insuficientes y dicativo tiene para CC OO y UGT este 1º no salimos de la crisis. todavía inconcretos contenidos de Mayo. Del manifiesto conjunto surge del Plan Juncker, la urgencia de un claro mensaje a los gobiernos y patronales esuna política integral sobre las migraciones, y la pañoles y europeos: con las políticas de austeridad armonización fiscal en paralelo a un plan efectivo no salimos de la crisis. Éstas sólo han producido contra el fraude fiscal y los paraísos fiscales. paro, precariedad laboral, aumento de la pobreza La génesis de la Gran Recesión y su gestión por y la desigualdad y un retroceso de las libertades y parte de las élites políticas y económicas ha puesto derechos fundamentales y de la calidad de nuestra de manifiesto con total claridad lo insostenible democracia. Los ataques afectan a libertades tan que resulta el modelo neoliberal de la globalización básicas como las de reunión, manifestación y exy de la construcción de la Unión Europea. La lucha sempiterna de los primeros de mayo por la libertad presión (Ley de Seguridad Ciudadana); o al derey la igualdad tiene, hoy más que nunca, como obcho de huelga, en este caso a través de una utilizajetivo la construcción de un nuevo orden econóción masiva, desconocida hasta el estallido de la mico y político internacional mucho más justo y crisis, del artículo 315.3 del Código Penal, que ha democrático producido 300 procesados con peticiones de hasta “Repensar el trabajo, renovar el sindicalismo” ocho años de cárcel, como la que penden sobre es el lema del tema del mes de este nº 70 de Estulos miembros del Comité de empresa de AIRBUS dios y Cultura. Bajo la coordinación de Fernando de Getafe. Rocha, publicamos artículos de Jorge Aragón, El Manifiesto contiene una propuesta reivindiAlessandro Gentile, Francisco Trillo, Ramón Alós, cativa de largo alcance, especialmente útil en este Jordi Ribó, Begoña Marugán y Albert Recio. Son año electoral. Dentro de nuestras fronteras destainteresantes aportaciones, desde diversos enfocan las exigencias de derogar la reforma laboral,

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 3

ques, a una cuestión que está ocupando una atendrid, el Ateneo 1º de Mayo, personalidades y reción creciente de numerosos sindicalistas y acapresentantes de organizaciones de los campos de démicos dentro y fuera de nuestras fronteras. la justicia, la cultura, el deporte, la comunicación, Desde luego lo está en CC OO, con diversas iniciala universidad, la defensa de los derechos humanos tivas y unas indicaciones muy claras, internas y y el sindicalismo, expondrán sus opiniones en un públicas, realizadas por Ignacio Fernández Toxo acto que tiene como título “Por las libertades y los en los últimos tiempos, y ya con algunas realizaderechos. Frente al Autoritarismo”. También cociones concretas (medidas de transparencia, cónoceremos el testimonio de algunas personas didigo ético, racionalización del funcionamiento orrectamente afectadas por la regresión política auganizativo, etc.). toritaria que vive España. El propósito del acto es La superposición de la gran crisis financiera y poner de manifiesto cómo están siendo atacados, económica con los profundos cambios acaecidos limitados o erosionados, derechos y libertades funa nivel mundial en el mundo del trabajo en las úldamentales, entre ellos el derecho de huelga y las timas décadas colocan al sindicalismo en un grave libertades de expresión, información y manifesdilema, que algunos consideran existación. n n n tencial: o acomodarse al persistente deEn el acto se distribuirá un maclive o acometer profundos cambios en nifiesto cuyo fin es promover una “Una salida progresista el modo de relacionarse con los trabaamplia campaña social y política, para la crisis. Otro jadores y las trabajadoras, en la orgade denuncia del autoritarismo y modelo económico y nización y en la práctica sindicales. en defensa de las libertades y los social”. El libro es el Por una parte, hay que comprender derechos fundamentales, con dos fruto de un prolongado bien el significado y las consecuencias objetivos concretos: la derogación trabajo de colaboración para el trabajo, las relaciones sociales del artículo 315.3 del Código Pede la Fundación 1º de de producción y la actividad sindical de nal y de la Ley de Seguridad CiuMayo con las los cambios derivados de la globalizadadana. fundaciones Alternativas ción y la revolución de las tecnologías El 4 de abril (12 horas, salón de y Largo Caballero. de la información y la comunicación, actos del CES, calle Huertas 73) en un contexto de crisis ecológica, camse presentará el libro: “Una salida bios demográfico y movimientos migratorios e inprogresista para la crisis. Otro modelo económico certidumbres geopolíticas. Comprender, para say social”. El libro es el fruto de un prolongado traber trabajar mejor en un contexto muy diferente bajo de colaboración de la Fundación 1º de Mayo del que surgió de la 2ª Guerra Mundial. Pero, por con las fundaciones Alternativas y Largo Caballero. otro lado, hay que enfrentarse con toda la fuerza En el acto, además de los principales responsables sindical y el máximo de alianzas sociales y políticas de las fundaciones sindicales, hablarán Nicolás posibles al modelo neoliberal –económico y de reSartorius (Alternativas), Ignacio Fernández Toxo, parto del poder político– del capitalismo, para Cándido Méndez y los redactores del texto, los construir un nuevo modelo económico y social baeconomistas Bruno Estrada y Santiago Díaz de sado en la primacía de la igualdad, la solidaridad Sarralde. y la democracia. Este trabajo parte de una rigurosa crítica a las Esta denuncia del comportamiento de las élites políticas de austeridad, reformas/recortes estrucpolíticas y económicas en la gestión de la crisis, y turales y devaluación interna impuestas por las la aspiración a un nuevo modelo económico y soautoridades europeas a toda la UE y, en particular, cial basado en la democracia, la igualdad y la jusa nuestro país, y que tan nefastas consecuencias ticia social, con la presentación de alternativas ha tenido en términos de empleo, pobreza, despara alcanzarlo, son la sustancia de dos imporigualdad y deterioro de la democracia. A partir de esta crítica, el libro plantea una alternativa, artitantes actos que organiza la Fundación 1º de Mayo culada entre España y Europa, para salir de la crisis en los próximos días. con un crecimiento sostenible e inclusivo y con un El 23 de abril (19 horas, en Lope de Vega 38, 2ª cambio de modelo productivo del que forme parte planta, sala las Trece Rosas), en colaboración con el del modelo de distribución de la riqueza. 3 nuestra fundación hermana de la Unión de Ma-

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 4

Ramón Górriz | Secretario confederal de Acción Sindical de CCOO José Babiano | Director del Area de Historia, Archivo y Biblioteca. Fundación 1º de Mayo

125 aniversario del 1º de Mayo. 5º aniversario de las políticas de austeridad en Europa

C

omo es bien conocido el 1 de Mayo tiene un doble origen, aunque en ambos casos, vinculados a la lucha del movimiento obrero por la jornada de ocho horas. De un lado, el 1 de Mayo se remonta a los disturbios de Haymarket, en 1886 en Chicago, cuando a raíz de una provocación policial fueron detenidos, juzgados y condenados seis dirigentes obreros locales. Fue un juicio farsa, carente de las más mínimas garantías jurídicas. No tenía otro objetivo que proporcionar un escarmiento a un combativo movimiento obrero local. Un movimiento inmerso en una oleada de huelgas destinadas a lograr la reducción de unas jornadas de trabajo agotadoras por su duración. Sin embargo, este hecho luctuoso dio lugar a uno de los principales mitos del movimiento obrero, como son los «mártires de Chicago» y el 1 de Mayo. Pero junto a este origen americano, la celebración del 1 de Mayo cuenta con un origen europeo. Este segundo origen se sitúa en uno de los dos congresos obreros, de carácter internacional, que se celebraron en París de forma simultánea en julio de 1889; es decir, en el centenario de la Revolución Francesa. Uno de estos congresos reunió a los principales dirigentes marxistas de Europa. Muchos de ellos habían conocido el exilio y la cárcel. En él se aprobó una breve resolución llamando a un día de manifestaciones y paros a favor de la jornada de 8 horas para el 1 de mayo de 1890. Si no era posible, debido a las prohibiciones de las autoridades de cada país, se convocarían manifestaciones el domingo más próximo a ese día, como ocurriría en España. La fecha elegida, obviamente, hacía referencia a la tragedia de Chicago y a su memoria. La convocatoria no tenía vocación de permanencia. Sin embargo, el éxito de las primeras manifestaciones y del resto de acciones de protesta, llevadas a cabo en 1890, empujó a los sucesivos congresos obreros nacionales e internacionales a

E

l éxito de las primeras manifestaciones y del resto de acciones de protesta, llevadas a cabo en 1890, empujó a los sucesivos congresos obreros nacionales e internacionales a repetir la convocatoria. Y no sólo eso, sino que se extendió hacia el Este de Europa, Asia y América Latina a lo largo del primer tercio del siglo XX.

repetir la convocatoria. Y no sólo eso, sino que se extendió hacia el Este de Europa, Asia y América Latina a lo largo del primer tercio del siglo XX. Fue en ese periodo en el que aparecieron como nueva corriente del movimiento obrero los co-

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 5

munistas, que también adoptaron el 1 de Mayo como jornada internacional de lucha. El impacto había sido tal, que el jefe de la Iglesia católica difundió en 1891 la encíclica «Rerum Novarum», que es el documento que da origen al llamado catolicismo social. Dicho de otro modo, una especie de versión católica de «El manifiesto comunista», para tratar de neutralizar la pujanza del movimiento obrero. No fue la única tentativa en este sentido. El 1 de Mayo de 1955, Pio XII instituyó la fiesta de San José Obrero, un intento de rivalizar con un 1 de Mayo obrero global. En la medida en que se extendió y consolidó, el 1 de Mayo cobró una dimensión ritual muy fuerte, en el sentido de constituir una actividad pública celebrada regularmente y ajustándose siempre a una serie de pautas. Por ejemplo, en España hasta la Guerra Civil la jornada comenzaba con una asamblea-mitin en un teatro o al aire libre. A continuación la comitiva obrera tomaba la calle, dirigiéndose en manifestación para entregar el pliego de reivindicaciones aprobadas en la asamblea a la autoridad correspondiente (el presidente del gobierno o de las cortes en el caso de Madrid, el gobernador civil en las distintas capitales de provincia o el alcalde en otras ciudades). Durante el trayecto, las sociedades de oficio ondeaban sus banderas rojas y estandartes. Igualmente, bandas de música amenizaban la marcha entonando la «Internacional», la «Marsellesa» y otra serie de himnos populares y del trabajo. La música dotaba a la marcha de un aire mezcla de solemnidad y festividad. El resto del día se completaba con una «jira» campestre en la que los trabajadores –así, en masculino, dada la composición social y la cultura del primer obrerismo- y sus familias gozaban de la comida y del tiempo primaveral. La jornada concluía con una velada cultural en el ateneo obrero o en la casa del pueblo, donde se representaba alguna pieza de teatro social. La velada podía incluir asimismo un recital poético o la actuación de un

E

l franquismo dentro de su programa de persecución y dura represión contra el movimiento obrero, arrasó con sus formas culturales e incluso trató de eliminar su lenguaje –los trabajadores pasaron a denominarse en la jerga franquista «productores»–. orfeón aficionado, perteneciente a la propia casa del pueblo o al ateneo obrero. Este ritual cumplía varias funciones. En primer lugar, la salida a la calle, exhibiendo los símbolos propios, como la bandera roja, o entonando las canciones e himnos del repertorio obrero, constituía un acto desafiante, de demostración de fuerza. Al mismo tiempo servía como momento de renovación anual de los ideales de emancipación. Una renovación que tenía lugar en el contexto metafórico de la llegada de la primavera y de la renovación de la vida en la naturaleza. El ritual también ejercía como mecanismo de reconocimiento entre iguales, de reforzamiento de la identidad propia de un mundo que, hasta cierto punto, no dejaba de ser una «contra-sociedad» alternativa a la sociedad burguesa, con sus partidos y sindicatos, sus casas del pueblo y ateneos, sus cooperativas, sus grupos de ocio, etcétera. En

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 6

suma, el reforzamiento de la identidad de clase. El franquismo dentro de su programa de persecución y dura represión contra el movimiento obrero, arrasó con sus formas culturales e incluso trató de eliminar su lenguaje –los trabajadores pasaron a denominarse en la jerga franquista «productores»- Cuando en los años sesenta del siglo XX el movimiento resurgió de nuevo, esencialmente a través de las Comisiones Obreras, sus formas culturales habían mutado y sus rituales, represión franquista mediante, aparecieron simplificados con respecto al pasado. Así ocurrió con el 1 de Mayo. Durante 125 años el 1 de Mayo viene siendo un termómetro de la situación del movimiento obrero en un doble sentido. Por un lado da cuenta del estado de sus propias filas, en contextos políticos, sociales y económicos muy diversos. Por otro, nos permite observar las demandas y reivindicaciones concretas, expresadas año tras año. En ese sentido, el capitalismo de la globalización y las políticas neoliberales constituyen la penúltima prueba. Esto significa que el movimiento obrero se enfrenta en Occidente a la pérdida de los derechos del trabajo, producto de la ruptura del pacto social keynesiano por parte de las élites económicas y políticas. Dicho de otro modo, ha de hacer frente a la precariedad laboral y social, entendida ésta como modo de gestión capitalista de la mano de obra. Mientras tanto, en el mundo postcolonial, se registra la violación sistemática de los derechos humanos de las personas empleadas en las industrias deslocalizadas. De tal suerte que con frecuencia ni siquiera gozan del derecho a la sindicalización y a menudo pagan con su libertad y con su vida el intento de ejercer ese elemental derecho. Este 1 de Mayo, no sólo es el 125 aniversario de su primera celebración. Coincide además con el quinto aniversario, en mayo de 2010, de la reunión de los ministros de finanzas de la Zona Euro en la que se decidió llevar adelante los programas de austeridad en Europa. Este fenómeno marca

profundamente este nuevo 1 de Mayo en varios sentidos. En primer lugar, la dimensión internacional de la jornada apela a la solidaridad incondicional con el pueblo griego. Si consigue aflojar la soga de austeridad con que Bruselas y Berlín rodean su cuello, no sólo los trabajadores griegos, sino los del sur de Europa en su conjunto daremos un gigante paso adelante. La jornada exige asimismo una acción resuelta

E

ste 1 de Mayo, no sólo es el 125 aniversario de su primera celebración. Coincide además con el quinto aniversario, en mayo de 2010, de la reunión de los ministros de finanzas de la Zona Euro en la que se decidió llevar adelante los programas de austeridad en Europa. contre las políticas del gobierno español en varios sentidos. En primer lugar, para rescatar a las personas que carecen de empleo, mediante la implementación de una renta básica de inserción. En segundo lugar, para reforzar la negociación colectiva y los convenios, como el mejor instrumento para defender el salario y las condiciones de trabajo en los sectores de actividad y en las empresas; y ello, especialmente tras la Reforma Laboral de 2012. En tercer lugar, para fundir la jaula de hierro de la represión que el gobierno ha forjado alrededor del movimiento obrero y de la sociedad civil, mediante la reforma del Código Penal y la llamada «Ley Mordaza». No ignoramos que esta legislación no pretende sino criminalizar y castigar la resistencia a las políticas de austeridad, tal como pone de manifiesto el hecho de que alrededor de 300 trabajadores están pendientes de ingresar en prisión por ejercer el derecho de huelga. Un derecho que, por cierto, incluye la participación en piquetes informativos. 3

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 7

Mireia Morán

De obrero a artesano

N

o resulta una novedad que las festividades paganas de origen latino o celta fuesen eliminadas del calendario y sustituidas por ritos cristianos. Todo ello se inició con el ascenso del cristianismo durante el siglo IV, en el mismo momento que se iniciaba el colapso del Imperio Romano. Era una forma de asimilar las tradiciones del pasado a las nuevas anulando su connotación. La fiesta del trabajo del Primero de Mayo fue proclamada como festividad tras el Congreso de la Internacional Socialista de París en el año 1889 y, resultando incómoda para algunos regímenes políticos, su celebración se inició un año más tarde. Se estableció de manera internacional, considerándose una jornada de lucha reivindicativa. Un rito simbólico de movilización, testimonio de clase, una autoafirmación de manera anual. La celebración aglutinaba un cortejo popular y público, con el que se buscaba demostrar la fuerza y la unión de la clase trabajadora, esperanza de un futuro mejor. En España, tras la primera celebración en el año 1890, sólo se aprobaron mítines y reuniones

en locales privados y hasta 1903 los trabajadores no volvieron a tener autorización para ocupar el espacio público; desde 1923 y durante toda la dictadura de Primo de Rivera estas celebraciones fueron totalmente ilegales debido a lo que representaban. Se vuelve a implantar de nuevo en 1931, celebrándose durante los años de la II República, que se identificaba como una república de trabajadores, considerada una cita de unión y fraternidad de los obreros, una fiesta popular reflejo de la lu-

E

n España, tras la primera celebración en el año 1890, sólo se aprobaron mítines y reuniones en locales privados y hasta 1903 los trabajadores no volvieron a tener autorización para ocupar el espacio público; desde 1923 y durante toda la dictadura de Primo de Rivera estas celebraciones fueron totalmente ilegales

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 8

cha de clases. Durante la Guerra Civil, y siguiendo las tesis de Primo de Rivera, el 13 de Abril de 1937 el bando insurgente lo suprime por decreto; se cambió la fecha al 18 de Julio y se denominó Fiesta de exaltación del trabajo, ya que la significación del primero de Mayo podría dar lugar a los movimientos subversivos. Se conmemora la reconstrucción de la Nación, no la lucha de la clase obrera, y se adoptan medidas represivas para eliminar el concepto de la fiesta en la memoria colectiva. No fue hasta 1955 cuando Pío XII reintrodujo la celebración en el calendario oficial de la iglesia, buscando que la festividad tuviera un carácter religioso similar y una iconografía aproximada a lo que había significado anteriormente el 1º de Mayo; se estableció el festejo de San José artesano como patrón de los trabajadores, en ocasiones también se le llamó San José obrero, pero tenía unas connotaciones demasiado rebeldes, tendiéndose a evitar. De manera que se canonizó una fecha que hasta el momento había sido una celebración exclusiva de los trabajadores, donde expresaban sus reivindicaciones y sus anhelos. El pueblo deja de ser el protagonista y se desliga del marxismo internacional en favor de la exaltación religiosa, pero manteniéndose como fiesta abonable y no recuperable para los trabajadores ya que, durante el franquismo y hasta entonces, había sido un día laborable. De modo inteligente se elige la figura de José artesano, como modelo de trabajador manual, humilde, ejemplar padre de familia, con carencias y dificultades laborales, figura como la de cualquier trabajador. Durante los años sesenta continúan convulsionando los grupos reivindicativos que no habían conseguido ser silenciados por el régimen: empiezan de nuevo a resurgir las movilizaciones de los obreros durante el 1º de Mayo. En el norte de la península, zona beligerante, se producen movilizaciones y huelgas, llegándose a declarar en alguna ocasión el estado de excepción para blo-

quear la conflictividad laboral y las voces contrarias. Comienza a surgir desde grupos como la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), movimientos de base católica y algunos sacerdotes, el apoyo a la defensa de los intereses de los trabajadores. Poco a poco se estructura de manera más organizada el movimiento obrero y se produce un acercamiento a los obreros no católicos, muchos de ellos comunistas, que pondrán en mar-

S

e vuelve a implantar de nuevo en 1931, celebrándose durante los años de la II República, que se identificaba como una república de trabajadores, considerada una cita de unión y fraternidad de los obreros, una fiesta popular reflejo de la lucha de clases.

cha comisiones a través de las cuales reclaman y negocian sus derechos con los patrones, estas serán las futuras Comisiones Obreras, de ahí su nombre. Con toda esta confraternidad entre las personas, la celebración de San José artesano empieza a tener connotaciones mucho más combativas. Con la muerte del dictador y el empoderamiento de los trabajadores, estos se animan a recuperar entre otras metas la libertad de expresión y la de libre asociación. Durante la transición a la democracia y los años posteriores, paulatinamente se recupera el significado que tenía la celebración del primero de Mayo, mediante la oposición al franquismo, la fraternidad y solidaridad obrera y, sobre todo, mediante las demostraciones sindicales. ¡Qué viva la lucha de la clase obrera!. 3

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 9

Especial: Repensar el trabajo, renovar el sindicalismo FERNANDO ROCHA | Coordinador de Estudios y Proyectos de la Fundación 1º de Mayo

L

os efectos económicos y sociales de la “Gran Recesión”, así como las consecuencias de las políticas adoptadas para hacer frente a la misma –sobre todo, a partir del “giro de la austeridad”en 2010– están alterando significativamente buena parte de los elementos clásicos de referencia del movimiento sindical europeo. La crisis ha puesto en evidencia asimismo la magnitud de algunas debilidades estructurales del sindicalismo, asociadas al desarrollo en las últimas décadas de cambios profundos en el mundo del trabajo, y que plantean serios retos a la acción sindical en general (entre las cuales, no es la menor la dificultad de encuadrar dicha acción en las estructuras organizativas vigentes).

A ello se suman además los impactos derivados de otras tendencias de fondo que también están afectando de forma sustancial a la organización de la vida social, tales como las incertidumbres del entorno geopolítico, los cambios demográficos, la crisis de los cuidados, o las consecuencias derivadas de la crisis ecológica. En este marco se plantea el presente monográfico, cuyo objetivo es aportar elementos de reflexión al debate actual sobre la renovación del sindicalismo. Un debate sin duda condicionado por la urgencia de las tareas a corto plazo derivadas de la grave coyuntura actual, pero en cualquier caso inaplazable si el movimiento sindical quiere seguir desempeñando en el futuro un papel re-

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 10

levante en la lucha a favor de la justicia social y de una vida digna para todas y todos. El artículo de Jorge Aragón aborda la discusión sobre la recuperación económica en España, apuntando algunos factores externos e internos, coyunturales y estructurales que están influyendo en las características de la misma.

L

a crisis ha puesto en evidencia asimismo la magnitud de algunas debilidades estructurales del sindicalismo, asociadas al desarrollo en las últimas décadas de cambios profundos en el mundo del trabajo.

Alessandro Gentile analiza la precariedad, un fenómeno que ha cobrado una creciente dimensión en las últimas décadas –tanto en términos cuantitativos y cualitativos– y que desborda actualmente el ámbito estrictamente laboral afectando también a las condiciones de vida de los trabajadores y a su posibilidad de ejercer plenamente sus derechos de ciudadanía. Francisco Trillo sitúa su reflexión en torno a los desafíos para la acción sindical en el contexto de las reformas legales impulsadas por los poderes públicos en los últimos años, que han alterado sustancialmente las bases sobre las que clásicamente se asentaba la representación de los trabajadores

El texto de Ramón Alos aborda asimismo el debate actual sobre la renovación del sindicalismo, tomando como referencia algunos de los principales cambios estructurales en el mundo del trabajo que tienen una indudable incidencia en la acción colectiva. Jordi Ribó trata una cuestión específica que ha cobrado una creciente importancia en los últimos años, como es el fenómeno del trabajo autónomo y las posibilidades de intervención sindical en este campo El artículo de Begoña Marugán aborda el reto de la igualdad de género como un principio irrenunciable del quehacer sindical, planteando su enfoque desde una perspectiva compleja que sitúa la mejora de las condiciones de vida y trabajo de las personas como un objetivo prioritario. El monográfico se cierra con un texto de Albert Recio, donde aborda los retos de un escenario cada vez más condicionado por las restricciones y límites ecológicos, desde el agotamiento de los recursos energéticos fósiles, hasta los efectos del cambio climático. Un debate controvertido dentro del movimiento sindical, pero al mismo tiempo ineludible en toda reflexión sobre los retos futuros que se plantean al mundo del trabajo. 3

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 11

Repensar el trabajo, renovar el sindicalismo

Jorge Aragón | Representante de CCOO en el Consejo Económico y Social

El debate sobre la recuperación económica y el empleo en España

L

os datos de la evolución reciente de la economía española apuntan a que se ha dejado atrás la segunda recesión desde que se inició la crisis y que se ha vuelto tasas de crecimiento y del empleo. El PIB en 2014 registró un aumento medio del 1,4% -frente a la caída del -1,2% en 2013- y del 2,0% en el último trimestre. El aumento del empleo fue del 1,2% en la media del año -frente a una caída del -2,8% en 2013- y del 2,5% en el cuatro trimestre. El desempleo se redujo en 478 mil personas (-8,1%) debido no solo a la creación neta de empleo sino también a la caída de la población activa. La tasa de paro se situó en el 23,7% a final del año y el número total de personas desempleadas en 5,5 millones de personas. Una cifra que conviene tener presente a la hora de valorar los buenos resultados agregados de 2014 y que hace evidente la necesidad de situar la creación de empleo como un objetivo central de las distintas políticas económicas. En este cambio de tendencia del ciclo económico abre el debate sobre la solidez o fragilidad de la incipiente recuperación y de la mejora en la capacidad de creación de empleo de la economía española. No me parece relevante entrar en predicciones de coyuntura sobre todo si, como es mi caso, no se tiene una bola de cristal con garantía de resultados, pero sí apuntar algunos factores externos e internos, coyunturales y estructurales, que están influyendo en ella, partiendo de una idea sabiamente acuñada: podemos estar saliendo de la recesión pero no de la crisis. Las políticas de austeridad como causa de la recesión y la descohesión europea Antes de entrar en el cuerpo central de estas reflexiones merece apuntar una evidencia de especial relevancia. Si se comparan las fases recientes del ciclo económico en los Estados Unidos, la Unión Europea y España se puede observar como la primera no ha tenido una segunda recesión a

pesar de ser el origen de la crisis, o si se prefiere, según la terminología en boga, en EE.UU. tuvo forma de V mientras que en la UE (y en España) fue de W. Esta comparación del perfil cíclico entre ambas regiones confirma que el segundo periodo recesivo fue autoinfligido por las políticas de austericidio que se aplicaron en Europa. Una dramática constatación que quizás explique el relativo relajamiento reciente en la exigencia de políticas de ajuste (como ha ocurrido con Francia, Italia o

S

i se comparan las fases recientes del ciclo económico en los Estados Unidos, la Unión Europea y España se puede observar como la primera no ha tenido una segunda recesión a pesar de ser el origen de la crisis. Bégica), la orientación expansiva de la política monetaria del Banco Central Europeo o el anuncio del Plan Juncker para el impulso de la inversión, aunque con significativas dudas sobre su plasmación y efectos reales, rememorando el estéril y evanescente Pacto por el Crecimiento y el Empleo de junio de 2012. También, se puede observar cómo esta segunda recesión ha sido mucho más intensa en el caso de España (al igual que en Grecia, Portugal, Italia, entre otros) que en la media de los países de la zona euro, señalando una creciente divergencia entre los distintos países miembro relacionada con los niveles de endeudamiento y, sobre todo, con los efectos de las políticas de recortes del gasto público y que puede poner en peligro el futuro de la propia construcción europea. Los factores externos de la recuperación Valorar la reciente recuperación de la actividad y el empleo requiere tener en cuenta los factores ex-

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 12

Evolución del PIB (% s/año anterior)

Fuente: Eurostat ternos positivos y negativos que han influido en ella. Entre los factores externos positivos, la relativa suavización de las políticas de ajuste antes comentada, el anuncio y posteriormente puesta en práctica de una política monetaria muy expansiva del BCE que se ha traducido en un reducción de los tipos básicos de interés hasta situarlos próximos a cero e incluso negativos, la reducción de la prima de riesgo entre los países europeos y a la depreciación de euro frente al dólar. Todas estas medidas han tenido un efecto muy positivo en la evolución de la economía española, tanto en relación con los pagos de su elevada deuda externa como en el comportamiento de sus exportaciones. Paralelamente, el encarecimiento de la factura de importación de hidrocarburos -nominados básicamente de dólares- por la depreciación del euro frente al dólar y de la que es fuertemente dependiente la economía española se ha visto más que compensada por la caída del precio del petróleo que se ha reducido en más de 50% en los últimos meses. De estos factores positivos cabe concluir algunas reflexiones para el futuro. La responsabilidad de las políticas de austeridad en la segunda recesión y los efectos de su cierta relajación en la incipiente recuperación señalan claramente que el empleo está estrechamente relacionado -pero no exclusi-

vamente- con las políticas que se adoptan en el ámbito de la Unión Europea. A tener en cuenta, porque a pesar de la relativa reorientación comentada no significa que se esté abandonando la obsesión con las medidas de desregulación de los mercados de trabajo, defendidas bajo el eufemismo de la flexibilidad, como subrayan las declaraciones de Draghi (BCE) o Juncker (Comisión europea)1. En relación con la reducción del precio del petróleo nada han tenido que ver las políticas adoptadas en Europa o en España y se debería evitar considerarla como tendencia estable a medio plazo, lo que debería llamar a profundizar en el compromiso por un modelo energético sostenible. Pero, igualmente, es necesario tener en cuenta la existencia de factores externos negativos que pueden influir en el futuro corto y medio plazo y que señalan un escenario de marcada incertidumbre en la recuperación. En el contexto económico internacional, es necesario apuntar la ralentización de las economías de los países emergentes, afectados por la reducción del precio del petróleo en países exportadores como Brasil y otros países latinoamericanos o Rusia, o los efectos negativos del anuncio del aumento de los tipos de interés en EEUU, y la política de ralentización del creci-

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 13

miento en China por motivos internos pero que tiene un creciente peso en la evolución de la economía mundial. Factores de inestabilidad que se pueden agravar teniendo en cuenta que se han inyectado enormes volúmenes de liquidez en los mercados de capitales -especialmente por EEUU y más tardíamente por la UE- altamente volátiles y sin apenas regulación a nivel internacional, y cuya evolución es difícil de prever, entre otras cosas porque no existen antecedentes históricos de un proceso de estas características. También, es preciso tener en cuenta las graves consecuencias que puede tener una inadecuada renegociación de la deuda griega y de las que deberían ser conscientes gobiernos como el español. Finalmente, el escenario geopolítico está marcado por conflictos que afectan directamente a las economías europeas. Desde el conflicto en Ucrania con Rusia a los conflictos en Oriente próximo y medio que dibujan el permanente conflicto entre Israel y Palestina, el efímero fin de la primavera árabe con guerras en Libia o Siria, la aparición del Estado Islamista y su papel desestabilizador en un amplio territorio. Un escenario de guerras y alianzas “líquidas” –parafraseando a Zygmunt Bauman– y de incertidumbre. Una recuperación basada en la devaluación salarial y la precariedad laboral Como hemos analizado al principio de estas páginas, la recuperación de la economía española se está manifestando con una mayor intensidad que en otros países europeos como indican los datos de coyuntura de crecimiento y empleo comentados, y las previsiones para 2015 y 20162. Aunque una amplia mayoría de analistas subrayan la importancia de los factores externos antes comentados es evidente que existen factores internos que influyen en este mejor comportamiento, entre otros el intenso proceso de saneamiento del sistema financiero -que resultó no ser uno de los más sólidos del mundo- y que ha conllevado la desaparición de las Cajas de Ahorro y está suponiendo un alto coste para la ciudadanía española. Pero merece centrar este análisis en el debate sobre la influencia de las reformas laborales de 2010 y 2012 en el aumento de la capacidad de generar empleo en relación a la actividad económica (elasticidad o umbral de empleo/PIB). Previamente es obligado hacer una anotación

sobre los análisis de coyuntura, que deberían considerar los efectos rebote o goma elástica. Cuanto más intensa haya sido la recesión en un país, mayor será la tendencia a crecer en el corto plazo en un cambio de tendencia (y viceversa) entre otras razones porque se suelen basar en comparaciones interanuales en series temporales. Analizando factores más estructurales, si se con-

L

a recuperación de la economía española se está manifestando con una mayor intensidad que en otros países europeos como indican los datos de coyuntura de crecimiento y empleo, y las previsiones para 2015 y 2016. firmara esta reducción del umbral de creación de empleo de la economía española surge una nueva pregunta. ¿Habrá promovido una tendencia estable en el largo plazo o simplemente habrá incrementado la tendencia a mayores fluctuaciones, al alza y a la baja, del ciclo económico y de empleo? Pan para hoy y hambre para mañana. No es un debate teórico, conviene recordar que tiene sus raíces en la reforma del Estatuto de los Trabajadores en 1984 llevada a cabo por el gobierno de Felipe González para fomentar la contratación temporal como vía para aumentar la capacidad de generación de empleo. El resultado en el corto plazo se demostró cierto, el ratio empleo en relación al PIB aumentó en las etapas de expansión, pero también la destrucción de empleo mostró una mayor intensidad en etapas de estancamiento y recesión. En el largo plazo poco había cambiado aunque sí la calidad del empleo, la temporalidad y la llamada “dualidad” se instauró en el mercado de trabajo español para no irse (aunque dijeron que las medidas eran temporales). Y conviene recordar la argumentación central de aquella reforma: mejor tener un trabajo temporal que estar en paro. Hoy la tasa de paro es de más del 23% y la tasa de temporalidad del 24%. Y en este debate no deberían caber maniobras de maquillaje, como las propuestas por los defensores del contrato único con indemnización por despido progresiva según su duración –por cierto, con

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 14

una indemnización menor que la actual- porque solo estarían encubriendo estadísticamente la precariedad de muchos contratos laborales bajo una atractiva denominación supuestamente igualitaria. Algunos datos de coyuntura apuntan en este sentido. El empleo aumentó en el cuarto trimestre de 2014 (EPA) en un 2,5% en tasa interanual y el empleo asalariado lo hizo en el 2,8%, pero mientras los contratos indefinidos lo hicieron en un 2% los temporales aumentaron en el 5,3%. Además, atendiendo a la jornada de los contratos, los de jornada completa se incrementaron en un 2,7% mientras que los de tiempo parcial (en su gran mayoría no deseados) aumentaron un 3,1%. La ocupación de las personas con estudios bajos decreció un -5,3% mientras que la de estudios intermedios aumentó en un 3,3% y la de estudios altos un 4%. Datos que merece contrastar, aunque tengan metodologías diferentes, con la evolución de los afiliados a la Seguridad Social en diciembre de 2014 sobre 2013 por grupos de cotización. El número de cotizantes aumentó un 2,8%, sobre todo en el grupo de mayores de 18 años no cualificados que creció un 5,9% seguido

del grupo de ingenieros y licenciados 3,1%. Una tendencia que vuelve a incidir en los problemas de subempleo y sobrecualificación que algunos consideran relacionados con el excesivo número de jóvenes con educación superior y otros con la baja calidad, en términos de valor añadido y productividad de los puestos de trabajo que se crean. Un debate con implicaciones sociales muy profundas Paralelamente, la salida de personas en situación de desempleo a la ocupación se está concentrando de aquellas con periodos de paro más reducido, lo que lleva al aumento del desempleo de larga duración que ha pasado del 58,4% de media sobre el total de desempleados en 2013 al 61,8% en 2104, apuntando al creciente riesgo de que se convierta en estructural, al tiempo que se reduce la cobertura de la prestación por desempleo. La devaluación salarial, la productividad y la innovación Estas tendencias tienen su correlato en la significativa reducción de los salarios que se ha producido desde el inicio de la crisis. Según los datos de la Estadística de salarios de la Agencia Tribu-

Evolución de empleo. Tasa de variación interanual (%)

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 15

taria el salario medio en 2013 ha sido el más bajo de las últimas dos décadas, y mientras los perceptores de salarios (no confundir con el empleo de la EPA) se han reducido el 13,5% desde 2007 a 2013, la masa salarial lo ha hecho en el 19,6% y con un aumento significativo de la desigualdad entre los salarios más altos y los más bajos. En 2014 esta tendencia parece haberse suavizado ligeramente con la creación de empleo, aunque los costes laborales unitarios se redujeron un -0,4%, igual porcentaje que en el año anterior. Más allá del debate sobre el imprescindible papel de los salarios en la recuperación de la demanda interna merece apuntar dos temas de especial interés. Por una parte, la reducción de la tasa de cobertura de la negociación colectiva apuntada por la mayoría de los analistas3 -aunque la ruptura de la serie estadística impide una comparación sólida- posiblemente se esté produciendo en los ámbitos de negociación en los que los trabajadores tienen un menor poder de negociación. Un efecto de la reforma laboral que puede tener una incidencia importante en la evolución futura del reparto de la renta en un contexto de recuperación y que, más allá de las negociaciones de las tarifas salariales, impulsaría una creciente desigualdad de carácter estructural. Paralelamente, la mejora en el crecimiento económico parece estar asociada a un cierto estancamiento de la productividad aparente del factor trabajo, que supondría un significativo cambio respecto a los intensos aumentos pasivos de la productividad en los años de la crisis –debidos a la destrucción de empleo- y que supondría volver a un modelo laboral en el que la competitividad de las empresas se basarían en bajos salarios e inestabilidad en el empleo. Un modelo que han apoyado las recientes reformas laborales que tienden a reproducir una de las mayores debilidades estructurales de la economía española, la escasa capacidad de innovación y la elevada dependencia tecnológica del exterior, dificultado el fomento de actividades con un mayor valor añadido y la inserción en las cadenas de valor con mayor contenido tecnológico. La estrategia de competir vía precios frente a la competencia vía innovación es un factor explicativo fundamental de la escasa capacidad de generación de empleo que ha caracte-

rizado la historia de la economía española y a la baja calidad del empleo. La capacidad de generar empleo de una economía depende, entre otros factores, de la conformación de su estructura y especialización productiva, de las características de sus mercados de producto –mayor o menor competencia- de su

L

a salida de personas en situación de desempleo a la ocupación se está concentrando de aquellas con periodos de paro más reducido, lo que lleva al aumento del desempleo de larga duración que ha pasado del 58,4% de media sobre el total de desempleados en 2013 al 61,8% en 2104.

estructura empresarial, de los procesos de inversión y de su capacidad de innovación. Las reformas laborales no crean ni destruyen empleo en el largo plazo, solo lo transforman, y las realizadas en la crisis parecen apuntalar una recuperación en precario. El tiempo dirá, aunque convendría impedirlo. 3 NOTAS: 1 Unemployment in the euro area. Speech by Mario Draghi, President of the ECB, Annual central bank symposium in Jackson Hole, 22 August 2014. Disponible en: https://www.ecb.europa.eu/press/key/date/2014/h tml/sp140822.en.html; Jean-Claude Juncker in close cooperation with Donald Tusk, Jeroen Dijsselbloem and Mario Draghi (2015): Preparing for Next Steps on Better Economic Governance in the Euro Area Analytical Note. Informal European Council, 12, February. Disponible en: http://ec.europa.eu/priorities/docs/analytical_note_en.pdf 2 Ver entre otros los informes de coyuntura del Banco de España, Funcas, La Caixa o BBVA. 3 Ver CRUZ VILLALON, J. y otros autores (2014): La incidencia de la reforma laboral de 2012 sobre la estructura de la negociación colectiva. CCNCC. Disponible en: http://www.empleo.gob.es/es/sec_trabajo/ccncc/descargas/Estudio_CCNCC_Estructura_NC_Cruz_Villalon_Dic2014.pdf

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 16

Repensar el trabajo, renovar el sindicalismo

Alessandro Gentile | Departamento de Psicología y Sociología. Facultad de Ciencias Sociales y del Trabajo. Universidad de Zaragoza.

Hacia un nuevo pacto para los ciudadanos precarios “Sólo cuando los miembros de la sociedad viven los cambios estructurales como problemáticos para su subsistencia y sienten amenazada su propia identidad social, solamente entonces se puede hablar de crisis” (Jurgen Habermas, Legitimation Crisis, 1975)

L

a evolución del capitalismo en las sociedades modernas hasta la actualidad ha sido marcada por la contraposición entre economía y sociedad. En su ensayo más conocido, The Great Transformation (1944), Karl Polanyi explica que el mercado tiende siempre a expandirse mediante efectos destructivos sobre la sociedad, mientras que ésta activa unos mecanismos de protección para controlar tal expansión. La ciudadanía es uno de los mecanismos que la sociedad implementa para mitigar las desigualdades generadas por el mercado. Según Thomas Marshall, citando su texto célebre Citizenship and Social Class (1949), la ciudadanía es un concepto no económico porque define la posición de una persona con independencia del valor relativo de su contribución al proceso mercantil. Los individuos tienen reconocidas su plena pertenencia a una comunidad en la medida en que dispongan de iguales derechos y deberes, libertades y restricciones, responsabilidades y poderes. A los fines analíticos, la ciudadanía comprende tres tipos de derechos: 1) los derechos civiles, referidos a las libertades individuales, a la libertad de palabra y de conciencia, y a la garantía de recibir un trato igualitario ante la ley; 2) los derechos políticos, que suponen la posibilidad de participar en el ejercicio del poder público como integrante de una comunidad y titular legítimo de la autoridad que de ésta emana; 3) los derechos sociales, que favorecen la consecución de unos estándares vitales básicos conforme a las condiciones prevalecientes en la sociedad. Alrededor de este concepto se estructuran las democracias occidentales y sus intentos para preservar la co-

hesión social equilibrando la relación entre economía y sociedad. Desde el segundo posguerra mundial hasta la primera mitad de los años setenta del siglo pasado el modelo de referencia para la integración social ha sido el pleno empleo asalariado de tipo industrial. Este modelo era el resultado del pacto de solidaridad consensuado entre los actores sociales (sindicatos) y los actores económicos (empresas y patronal) después del conflicto bélico para re-

L

os individuos tienen reconocidas su plena pertenencia a una comunidad en la medida en que dispongan de iguales derechos y deberes, libertades y restricciones, responsabilidades y poderes. solver las tensiones ideológicas y los enfrentamientos clasistas que habían alimentado el odio fratricida y alterado las pautas de acumulación capitalista. El compromiso institucional que se logró en aquel momento se mantuvo durante tres décadas. Los empresarios reafirmaron la subordinación formal del trabajador, tutelaron la propiedad exclusiva de los medios de producción y se aseguraron el crecimiento económico como objetivo prioritario e inalterable. Los representantes de los trabajadores negociaron con los empresarios unos mecanismos colectivos a través de los cuales poder redistribuir los recursos económicos que,

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 17

funcionando como salarios indirectos, aumentaban su seguridad y su bienestar. El aumento de los salarios se ajusta al incremento de la productividad, según un círculo virtuoso de beneficios recíprocos entre empleados y empleadores. Se fomentaba la estabilización laboral (empleo vitalicio y a tiempo completo) y el desarrollo profesional de los trabajadores en unas mismas empresas, reforzando su integración y su identidad colectiva. El Estado de Bienestar se construyó como sistema de garantía ciudadana para la inclusión social y la redistribución de la riqueza: las ventajas del mercado se conciliaban con una mejora del nivel de vida de los trabajadores, mientras que el Estado era garante imparcial de los acuerdos pactados. A partir de la década de los setenta, el modelo fordista y los sistemas de bienestar keynesianos han empezado a ser reemplazados por unas configuraciones socio-económicas inéditas que propiciaron nuevas formas de trabajar, de producir, de consumir y de vivir. La metamorfosis del capitalismo ha sido paradigmática: se ha pasado de una economía industrial a otra de tipo post-industrial, centrada en los procesos de terciarización, globalización y tecnologización. En este contexto de complejidad y de competencia crecientes, las empresas para rentabilizar sus negocios han empezado a transferir del ámbito

A

partir de la década de los setenta, el modelo fordista y los sistemas de bienestar keynesianos han empezado a ser reemplazados por unas configuraciones socioeconómicas inéditas que propiciaron nuevas formas de trabajar, de producir, de consumir y de vivir.

económico al ámbito societario los riesgos que ellas mismas asumían en el mercado. Esta estrategia les ha permitido ser competitivos en el mercado pero ha alterado, una vez más, los equilibrios entre economía y sociedad: los beneficios empresariales han continuado siendo privados, mientras que las externalidades negativas de las dinámicas productivas, comerciales y financieras se han colectivizado. El individualismo, el utilitarismo y el beneficio privado –principios rectores de la lógica mercantil– han hecho brecha en el sistema de bienestar minando el concepto de ciudadanía que fundamentaba la integración en la sociedad asalariada, cuestionando su sostenibilidad y razón de ser. Las empresas y los capitalistas denunciaron que las medidas de garantía social gastaban demasiados

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 18

recursos, hacían estallar el déficit nacional y paralizaban la iniciativa emprendedora, que no podía desarrollarse libremente por el excesivo proteccionismo del trabajo. El llamamiento a un “Estado mínimo” y a la desregulación de las relaciones laborales se ha impuesto como una nueva ortodoxia. En los últimos treinta años este planteamiento se ha consolidado en toda Europa. Hoy en día la liberalización de las relaciones laborales exige una adaptabilidad completa de la mano de obra a las fluctuaciones de las demandas del mercado. De manera cada vez más habitual las empresas mantienen un grupo reducido de trabajadores estables (core business) para planificar y controlar el proceso productivo, contratando a unidades complementarias (peripheral workers) que prestan sus servicios de forma transitoria. La organización flexible de la mano de obra es la herramienta más importante para que las empresas puedan ser eficaces y eficientes, a costa de reducir sus plantillas, rebajar los costes laborales unitarios y disminuir la seguridad del empleo. El coste de los ajustes del factor trabajo recae sobre los empleados, en forma de desprotección (salida del sistema de tutelas anexas al empleo) y de ingresos perdidos (o a cargo del sector público asistencial y de las políticas pasivas). En virtud de tales estrategias de reestructuración, se acentúa la segmentación de la clase trabajadora y la fragmentación de los itinerarios laborales, con el aumento de nuevas desigualdades: a la tradicional división entre empleados y desempleados se añade la división entre trabajadores fijos (insiders, a tiempo indefinido y de plantilla) y trabajadores temporales (outsiders, a tiempo determinado y flexibles), con acceso a derechos, niveles de retribuciones y posibilidades de carrera que se ubican en dos polos contrapuestos. Las reformas laborales que aumentan la flexibilidad tienen dos consecuencias: reducen progresivamente el número de parados provocados por el cambio de modelo productivo y por la creciente participación al mercado de trabajo de nuevos colectivos (jóvenes, mujeres e inmigrantes) y fomenta la oferta de empleos de corta duración y menos tutelados. Asistimos entonces a una reducción notable del número de los insiders, a la vez que crecen las diferencias de los trabajadores ante la ley. Con la flexibilización tienden a eliminarse los costes de antigüedad y otros beneficios que tienen

los trabajadores fijos como, por ejemplo, las pagas extraordinarias, las recompensas extra-salariales, la movilidad ascendente dentro de una misma empresa o el mayor grado de protección frente a situaciones de infortunio (enfermedad y desempleo). Además, en las modalidades flexibles de empleo no se prevé ningún compromiso reciproco entre empleador y empleado para estabilizar la contratación. Con el impulso dado al paradigma de la activación desde las instituciones de gobierno (a nivel local, nacional y europeo) en los

C

on la flexibilización tienden a eliminarse los costes de antigüedad y otros beneficios que tienen los trabajadores fijos como, por ejemplo, las pagas extraordinarias, las recompensas extrasalariales, la movilidad ascendente dentro de una misma empresa o el mayor grado de protección frente a situaciones de infortunio (enfermedad y desempleo).

últimos años se insiste reiteradamente a los trabajadores que sean más responsables de su permanencia en el mercado laboral, en la condición de ocupados o como recursos empleables. La competitividad de la empresa llega a permear a la sociedad en su conjunto, siendo la preocupación prioritaria de todos los trabajadores y volviéndose de vital importancia para los outsiders que quieran permanecer en el sistema social y productivo. La ofensiva del mercado se intensifica sobre todo durante los ciclos económicos negativos. Esta circunstancia, aparentemente paradójica, tiene sentido si observamos los cambios acontecidos en las relaciones de poder entre economía y sociedad en la primera mitad de los años noventa y desde el comienzo de la crisis de 2008: cuanto más discrecional se vuelve la gestión de los recursos humanos, tanto más sistémica se hace la incertidumbre y se sacrifican las tutelas (sociales, contractuales y salariales) que los trabajadores habían conquistado en la fase alcista de negociación. El mercado aprovecha la crisis para ahondar en la precarización del empleo. Una vez acabadas

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 19

las coyunturas de inestabilidad, los cambios legislativos y estructurales implementados para aumentar la flexibilidad se vuelven permanentes. En este escenario, desde las ciencias sociales y el lenguaje común se asimila la flexibilidad laboral a la precariedad para describir el malestar de quienes desempeñan trabajos de baja consistencia en términos de continuidad temporal, salario, promoción profesional, satisfacción personal y protección social. La precariedad atañe también a las condiciones de vida de los trabajadores y a su posibilidad de ejercer plenamente sus derechos de ciudadanía: el empleo ya no es garantía de bienestar e integración social, la dispersión salarial aumenta la polarización social (ricos más ricos y pobres más pobres) y se reanudan con fuerza las tensiones sociales referidas a la desigualdad y a los riesgos de exclusión que el Estado de Bienestar había logrado controlar. En el 2000 el politólogo Luis Moreno denominaba como “ciudadanos precarios” aquella masa heterogénea de individuos que quedaba expuesta a los riesgos de marginación social en la Europa del inicio del tercer milenio por efecto de la inestabilidad del mercado globalizado. Después de quince años, los ciudadanos precarios siguen pagando el coste humano y social más alto de esta inestabilidad, pero conforman un colectivo más plural y más amplio. En la actualidad los ciudadanos precarios tienen sobre todo rostros de jóvenes que se acercan por primera vez al mercado de trabajo, de mujeres que reivindican su participación laboral formal, de inmigrantes que demandan empleo para mejorar las condiciones de vida que tenían en sus países de origen, y también de adultos con bajas cualificaciones que necesitan una formación mayor y continuada durante su vida activa para evitar el paro de larga duración. A pesar de su diversidad, los integrantes de estos colectivos comparten el malestar por el itinerario laboral que dibujan: entran y salen con frecuencia de la situación de ocupados, con fases prolongadas de paro discontinuo y no voluntario; disponen de rentas salariales bajas e intermitentes que les limita las capacidades de gasto, consumo y ahorro; no consiguen controlar sus condiciones de empleo, sobre todo por lo que concierne a sus horarios laborales, ya que disponen de escasas posibilidades para conciliar la vida laboral con la

E

n la actualidad los ciudadanos precarios tienen sobre todo rostros de jóvenes que se acercan por primera vez al mercado de trabajo, de mujeres que reivindican su participación laboral formal, de inmigrantes que demandan empleo para mejorar las condiciones de vida que tenían en sus países de origen, y también de adultos con bajas cualificaciones.

vida familiar y están constantemente abocados a la búsqueda de nuevas ocasiones de trabajo; a menudo les resulta imposible desarrollar una carrera ordenada y acorde con la propia titulación formativa, hasta el punto de no poder definir ni mantener una identidad profesional fuerte y univoca; les resulta muy complicado acumular prestaciones de protección social dentro de los esquemas públicos de seguros y con frecuencia necesitan ayudas asistenciales, por vía formal o informal (familias y redes de apoyo). Todo ello redunda en un debilitamiento de su bienestar y de la sostenibilidad de sus trayectorias de emancipación, autonomía e independencia.

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 20

La vivencia prolongada de la precariedad deja “cicatrices” notables que van marcando la biografía de estos ciudadanos, afectando negativamente no solo su renta, su disponibilidad patrimonial y sus derechos sociales, sino también su bienestar emocional. Para ellos es inevitable lidiar con la incertidumbre y la inseguridad, habiendo incorporado la flexibilidad en su personalidad y estilo de vida, y esto les provoca desilusión, desánimo y un estrés continuo, tal como vaticinaba el sociólogo Richard Sennett a finales de los años noventa. En España, la gran mayoría de jóvenes, mujeres e inmigrantes conviven con la precariedad a diario. Se trata de categorías sociales que han empezado a participar en el mundo del trabajo con mayor intensidad justo cuando la ofensiva del mercado se hacía más dura: cada unos con su especificidad ha buscado (y sigue buscando) en el empleo las credenciales para formar parte de la sociedad asalariada en el momento en que el empleo mismo y el entorno institucional que la definía, ya no son los de antes. Sus trabajos han sido condicionados por una lógica mercantil que no resolvía sus peticiones de integración socio-laboral, sino más bien aprovechaba su vulnerabilidad social de partida para amortiguar los riesgos sistémicos de la economía. El discurso sobre la inexperiencia y la falta de preparación de los jóvenes, el sexismo conservador contra las mujeres, y las discriminaciones raciales o por el origen extranjero constituyen la cartera de prejuicios que la sociedad asalariada no ha logrado resolver y que el capitalismo liberal ha utilizado para introducir la flexibilidad y sacar beneficios de ella, despreocupándose de los posibles efectos colaterales de la precariedad. De hecho, la expansión de esta lacra se ha manifestado con el empeoramiento de las condiciones de vida de estos colectivos, que han sido los primeros destinatarios de las fórmulas flexibles de empleo. La desregulación de las relaciones laborales ha favorecido su inserción en el mercado de trabajo, pero no ha mejorado su estatus de ciudadanos de plenos derechos. La flexibilidad se ha ensayado con los jóvenes,

las mujeres y los inmigrantes para luego extender la lógica mercantil a la gestión de todos los trabajadores, tal como está ocurriendo desde el 2008. El mercado, en su nueva versión de capitalismo financiero, entendía satisfacer sus aspiraciones de crecimiento y al mismo tiempo romper la unidad en la clase trabajadora. Ambos objetivos se están logrando hoy en día: por un lado, el nivel de los salarios ha dejado de vincularse proporcionalmente a la productividad, de manera que la renta de capital está ganando posiciones sobre

L

a flexibilidad se ha ensayado con los jóvenes, las mujeres y los inmigrantes para luego extender la lógica mercantil a la gestión de todos los trabajadores, tal como está ocurriendo desde el 2008. la renta de trabajo; por el otro, los sindicatos tienen dificultad en representar a los precarios porque no saben plantear una contro-ofensiva frente al mercado a partir de los derechos de ciudadanía. Para ello, es prioritario eliminar las diferencias tanto entre los trabajadores (rompiendo la dualidad laboral) como entre los ciudadanos (depurándonos de los prejuicios sociales). Esto supone una apuesta decisiva por el respeto de los derechos civiles, políticos y sociales que están desvinculados de la condición laboral de un individuo. Entender este punto es crucial para construir una alternativa más allá del interés meramente económico. La negociación colectiva será efectiva si perseguirá esta línea estratégica de cara a una convivencia más justa para todos, en igualdad de condiciones y oportunidades. Solamente así se podrá reequilibrar la contraposición entre sociedad y economía, tal como se consiguió en la historia reciente. En caso contrario, las desigualdades fomentadas por la lógica mercantil en el seno de la sociedad acabarán hundiendo la sociedad misma, o como mínimo la privarán de cualquier fundamento democrático. 3

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 21

Repensar el trabajo, renovar el sindicalismo

Francisco Trillo | Profesor Contratado Doctor. Facultad de Derecho y CC Sociales. Universidad Castilla La Mancha

Representar a los trabajadores exige redefinir las relaciones entre trabajo y ciudadanía1

L

a representación de los intereses generales de las trabajadoras y los trabajadores ha tenido lugar, durante el período de relaciones laborales democráticas, a través exclusivamente de la acción del sindicalismo. La representación política de los trabajadores ha resultado infrecuente, y en tantas ocasiones contraria a los trabajadores. Ello no ha evitado, sin embargo, una fuerte intervencionismo del poder público en el ámbito de las relaciones laborales desarrollada en torno a la idea-fuerza de que la riqueza de unos pocos beneficia a todos (Bauman, 2014). O lo que es lo mismo, se ha asistido a una representación política en la que la dialéctica entre capital y trabajo se ha pretendido resolver a través de una preponderancia social y económica del empresario –y de la empresa- como pieza clave del bienestar social. El efecto más destacable de esta intervención ha consistido en la invisibilización de los principales rasgos que caracterizan el trabajo por cuenta ajena: asimetría de poder, desigualdad y conflicto permanente de intereses entre empresarios y trabajadores. Esta particular representación política del trabajo ha promovido una revolución cultural (neoliberal) consistente, por un lado, en la intangibilidad del empresario y, por otro, en la aceptación, a modo de mal menor, de la degradación del trabajo. Esta labor re-educativa desarrollada en comunión entre poder público y poder privado ha sido completada a través de una ampliación del contenido de la libertad de empresa y de los poderes empresariales más allá de lo constitucionalmente tolerable. Lo cual ha horadado las bases constitucionales del trabajo y con ello la función, el significado y la relevancia social del sujeto colectivo de representación de los intereses generales de los trabajadores (Baylos, 2013). De este modo, la tutela de los trabajadores ha sido empotrada artificialmente hacia un proceso de dislocación

desde lo colectivo hacia lo individual, donde la voluntad de las partes de la relación laboral como ámbito ideal de regulación se ha visto fagocitada por la decisión unilateral del empresario. El contexto actual de crisis no ha supuesto un cambio radical en los procesos descritos hasta aquí, sino más bien un acelerador e intensificador de los mismos. Pese a ello, las constantes dificultades y falta de reconocimiento con las que se ha topado la acción sindical desde la irrupción de la crisis ha producido como efecto más inmediato y peligroso un cierto abatimiento del sindicalismo

E

sta labor re-educativa desarrollada en comunión entre poder público y poder privado ha sido completada a través de una ampliación del contenido de la libertad de empresa y de los poderes empresariales más allá de lo constitucionalmente tolerable.

confederal, que en algunas ocasiones se ha traducido en análisis de coyuntura que se agotan en señalar los factores exógenos que han intervenido en la pérdida de protagonismo del sindicalismo confederal en la tutela de los trabajadores. En paralelo a estos análisis, sin embargo, existen declaraciones sindicales que entienden que de no producirse una verdadera regeneración del sindicalismo confederal éste podría asistir a su desaparición (http://www.ccoo.es/comunes/recursos/1/pub89304_Gaceta_Sindical_%28Edicion_ especial_n_137%29__Toxo_presenta_el_10_Co ngreso_de_CCOO.pdf). Compartiendo esta visión, trataremos de ofrecer algunas claves para

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 22

un análisis que pueda acompañar tan importante tarea de transformación. En este trabajo se hará referencia a tres procesos concretos en los que precisamente el poder público ha intervenido alterando sustancialmente las bases sobre las que clásicamente se asentaba la acción de representación de los trabajadores y a los que posteriormente la acción sindical no ha sabido –o podido- reaccionar con cierto éxito: a) el de fragmentación y aislamiento progresivo de los trabajadores; b) el de descomposición del lugar de trabajo como espacio de referencia de la representación y c) aquel relativo a los instrumentos de acción colectiva. Fragmentación y aislamiento del trabajador En primer lugar cabe hacer referencia a aquel proceso por el cual el trabajador se ha visto progresivamente aislado desde el punto de vista de la posibilidad de socializar tanto sus derechos laborales como sus reivindicaciones dentro y fuera del trabajo, asistiendo como consecuencia de ello a lo que se ha denominado la descolectivización del trabajador (Castillo et alii, 2013). Ha sido éste un proceso que ha tenido su origen y desarrollo en la preocupación creciente por la vertiente económica/economicista del trabajo: el empleo. Las dificultades de alcanzar una sociedad del pleno empleo derivadas estrictamente del modelo de crecimiento económico han sido desde siempre respondidas bajo un artificial antagonismo entre condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores y creación de empleo. O lo que es lo mismo, la preocupación por la creación de empleo ha sido deslocalizada progresivamente del modelo productivo hacia los confines de la regulación del trabajo para hacer del Derecho del Trabajo una suerte de laboratorio desde el que experimentar espuriamente con las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores bajo el pretexto de la creación de empleo que, por lo demás, ha comportado una inusitada capacidad empresarial de disposición unilateral de la “fuerza de trabajo” (Aparicio, 2011). El modo en que se ha operado tal proceso ha tenido que ver con la creencia, jamás demostrada, de que la categorización de trabajadores en torno a estatutos jurídicos degradados consentiría la inserción en el empleo de determinados colectivos

L

as dificultades de alcanzar una sociedad del pleno empleo derivadas estrictamente del modelo de crecimiento económico han sido desde siempre respondidas bajo un artificial antagonismo entre condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores y creación de empleo. previamente seleccionados a los que se ha asignado una dificultad extraordinaria de acceso al empleo: jóvenes, mujeres, migrantes... El resultado final, acelerado e intensificado por la actuación de la actual crisis, ha arrojado la consolidación de un fenómeno por el cual los trabajadores no escapan de la pobreza incluso estando en posesión de uno o más empleos (trabajadores pobres), alterando de esta forma aquella premisa que advertía que “quien no trabajo no tiene, pero ante todo no es” (Romagnoli, 2000). La renovación del sindicalismo confederal, a este respecto, parecería estar necesitada entonces de una mirada más atenta que rechace de forma contundente la estratificación ad infinitum de los trabajadores como vía de acceso al empleo, tratando de ofrecer una alternativa que unifique las

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 23

“diferentes categorías de trabajadores” en torno a un estatuto que tome en consideración tanto las transiciones del empleo al desempleo como las diferentes formas jurídicas en las que el trabajador se puede encontrar como consecuencia de la calificación otorgada por el empresario a la relación de trabajo (trabajo subordinado o trabajo autónomo, con especial atención al trabajo autónomo dependiente económicamente). En última instancia, se trataría de identificar un elenco de derechos y deberes, a modo de suelo mínimo (D´Antona, 1995), atribuibles a los trabajadores que no tome como referencia situaciones tan coyunturales y vacías de significado como el carácter temporal o indefinido de la relación obligatoria, sino más bien la posesión de saberes, competencias y habilidades de los trabajadores en relación con necesidades productivas co-determinadas entre asociaciones empresariales y organizaciones sindicales (López Bulla, 2014). Descomposición del lugar de trabajo como espacio de referencia de la representación de los trabajadores Otro de los retos que enfrenta el sindicalismo confederal tiene que ver con la determinación del espacio en el cual trabar y desarrollar la acción colectiva. Diversos factores han de ser tomados en consideración de cara a afrontar esta difícil tarea, aunque por motivos obvios solo se hará referencia a aquellos que entendemos más relevantes. El primero de ellos tiene que ver con la atomización de los lugares de trabajo como consecuencia de una transformación radical del proceso material de producción. La empresa no se concibe más como un espacio de reunión de trabajadores con diferentes saberes que de forma conjunta y contemporánea prestan trabajo con el fin de producir un determinado bien o servicio, sino que dicha producción aparece realizada a través de diversas relaciones mercantiles entre empresas en distintos tiempos y localizaciones. Esta situación, en ocasiones, se encuentra acompañada de una ulterior distinción entre trabajadores según una supuesta relevancia de éstos en el seno del concreto proceso de producción: core y periferia. Lo cual provoca una acción colectiva fragmentaria que deriva en la determinación de estrategias colectivas contrarias a los propios intereses del conjunto de trabajadores que participan en un mismo

proceso productivo. Cabe llamar la atención, pues, sobre dos aspectos relevantes para la determinación del lugar sobre el que desplegar la acción colectiva de representación. Uno, la necesaria labor del sindicalismo de socializar y conectar a los trabajadores que participan en la producción de un mismo bien o servicio, pese a su adscripción contractual a una u otra empresa. Dos, el re-pensamiento de la forma en la que sindicalismo confederal ha tendido a articularse en federaciones en relación con una “neta” división entre sectores económicos y productivos. El otro factor que se quiere poner de manifiesto en este momento guarda relación con la representación de los intereses de los trabajadores en

L

a empresa no se concibe más como un espacio de reunión de trabajadores con diferentes saberes que de forma conjunta y contemporánea prestan trabajo con el fin de producir un determinado bien o servicio, sino que dicha producción aparece realizada a través de diversas relaciones mercantiles entre empresas en distintos tiempos y localizaciones.

un contexto de desempleo masivo, donde en ocasiones se suele producir una renuncia tácita a la representación de los trabajadores sin empleo. Y ello, pese a que los intereses en juego de unos y otros trabajadores parecen converger en términos de acceso a una ciudadanía lo más plena posible. Esta situación de convergencia en las aspiraciones finales de los trabajadores desborda la distinción de éstos en torno al empleo, llevando ineluctablemente al sindicalismo confederal a compartir espacios de acción colectiva con otros sujetos, movimientos sociales, vecinales, etc. Esta relación entre el sindicalismo confederal y movimientos sociales presenta como virtud poner constantemente en relación condiciones de trabajo y de vida, sin que las primeras puedan escapar de su única finalidad, la mejora de las segundas. A este respecto cabe llamar la atención sobre el trabajo realizado en el área pública a través de la denominada Cumbre Social que, en última instancia,

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 24

además de implicar una alianza estratégica entre organizaciones de diferentes proveniencias, ha sacado a la acción sindical, en el ámbito del sector público, de una práctica bastante cuestionable a caballo entre la promoción de mini-corporativismos y la función de las organizaciones sindicales como meras empresas de servicios en relación con aquellos intereses laborales de carácter estrictamente patrimonial (promoción, estabilización, mejoras salariales, etc). Principios e instrumentos de la acción colectiva Con carácter previo al análisis de los instrumentos de acción colectiva cabe interrogarse, si quiera brevemente, sobre los principios que pudieran servir de criterios para la “correcta” determinación de aquéllos. O lo que es lo mismo, debemos indagar sobre las relaciones entre representantes y representados en un contexto donde las formas clásicas o tradicionales de representación están siendo repudiadas de forma generalizada por la ciudadanía. En el ámbito sindical, dichas relaciones entre representantes y representados se han llenado de contenido a través fundamentalmente de la adhesión del afiliado al proyecto sindical resultante de los diferentes procesos congresuales. Pero también, dichas relaciones entre representantes y representados se ven reforzadas periódicamente por la participación de los afiliados en las convocatorias realizadas por las propias organizaciones sindicales ante determinadas situaciones de conflicto. Dicho “modelo” de representación ha comportado una selección de los representados entre aquellos trabajadores afiliados. Esto es, las relaciones entre representantes y representados se ha ido enredando sobre el tronco de los afiliados no dando entrada en ocasiones estratégicas al resto de trabajadores. Más allá de la valoración que nos pueda merecer dicha actitud, cargada de tantos matices que desbordaría la extensión de este trabajo, conviene señalar cómo dichas dinámicas de representación han experimentado un cambio cualitativo tendente a la ampliación del campo subjetivo de la representación sindical, abriendo espacios a trabajadores no afiliados pero simpatizantes de una u otra opción sindical. Además, los momentos de participación se han visto incrementados alcan-

D

ebemos indagar sobre las relaciones entre representantes y representados en un contexto donde las formas clásicas o tradicionales de representación están siendo repudiadas de forma generalizada por la ciudadanía.

zando materias cuya decisión quedaba normalmente reservada exclusivamente a los trabajadores afiliados. No obstante este aperturismo, sigue existiendo una reivindicación para mejorar un supuesto carácter opaco y poco participativo de las organizaciones sindicales. Sin duda, en este sentido, sería necesaria la introducción de canales de participación que vayan más allá de los propios órganos de representación, máxime cuando la participación se refiera a materias que trasciendan los conflictos concretos de los lugares de trabajo. En el ámbito de los instrumentos de acción colectiva, negociación colectiva y huelga, hay muchas materias que investigar y poner en relación, pero no todas se encuentran al alcance del sindicalismo. En lo que a la negociación colectiva se refiere

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 25

existe desde hace tiempo una necesidad de avanzar cualitativamente en los contenidos de la misma, descartando aquellas tratativas que se basan exclusivamente en la media hora de reducción del tiempo de trabajo o en la cantidad de salario incrementado, que en la situación actual, por lo demás, consiste en explicar a los trabajadores que no se ha incrementado tanto el tiempo de trabajo o no se ha perdido tanto salario como cabría es-

L

a negociación colectiva debe convertirse en un auténtico instrumento de determinación de las necesidades de la organización de la producción en relación con los fines que se persiguen perar de las posiciones iniciales de las que partió la negociación. En este sentido, la negociación colectiva debe convertirse en un auténtico instrumento de determinación de las necesidades de la organización de la producción en relación con los fines que se persiguen. Esto obligaría a cambiar la forma y aproximación del trabajo sindical en la empresa, exigiendo una alta participación de los trabajadores en la elaboración de las propuestas sindicales, haciendo desechar aquella idea de una labor sindical que tiene como función la de amortiguar los efectos perjudiciales de las posiciones empresariales. En este sentido, el trabajo sindical realizado en el sector público, enseñanza y sanidad, resultan bastante esperanzadores porque han conseguido poner en el centro del debate los objetivos que se persiguen con las reivindicaciones y los medios que se necesitan para ello, incluidas por supuesto las condiciones de trabajo y empleo. En lo que a la huelga atañe, ésta debería entenderse como la forma en la se proporciona visibilización al conflicto. Analizada desde este prisma, el contenido de la huelga podría –y debería- en-

riquecerse con formas diversas distintas de la abstención al trabajo. Ello no quiere decir que la abstención al trabajo como ejercicio del derecho de huelga deba desecharse, ya que seguramente en determinadas actividades continuará siendo más impactante no trabajar que cualquier otra forma de expresión del conflicto. Sin embargo, en otras actividades, como la del que suscribe estas líneas, no ir a trabajar pasa completamente desapercibido. En este sentido, propuestas que den forma a la huelga, como en el ámbito universitario lo han sido la impartición de clases en la calle, deberían ser saludadas con alegría sin caer en una defensa numantina de las formas clásicas del conflicto. 3

NOTAS 1 El título de este trabajo toma inspiración en la obra de U. ROMAGNOLI, “Redefinir las relaciones entre trabajo y ciudadanía: el pensamiento de Massimo D`Antona”, RDS, nº 9 (2000). BIBLIOGRAFíA: — Aparicio Tovar, J., “Continuidad de una política de empleo flexibilizadora en la reforma laboral de 2010”, en (Baylos Grau, Coordinador), Garantías de empleo y derechos laborales en la Ley 35/2010 de Reforma Laboral. Bomarzo, Albacete, 2011. — Bauman, Z., ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos? Paidós Estado y Sociedad, 1ª edición, Barcelona, 2014. — Baylos Grau, A., “La desconstitucioanlización del trabajo en la reforma laboral de 2012”. Revista de Derecho Social, nº 61 (2013), pp. 19-42. — D`Antona M., “Limiti costituzionali alla disponibilità del tipo contrattuale nel diritto del lavoro”. Argomenti di diritto del lavoro, 1995, pp. 68 ss. — López Bulla, J. L., “La parábola del sindicato”, en Metiendo bulla (http://lopezbulla.blogspot.com.es/), consultado el 5 de marzo de 2015. — Romagnoli, U., “Redefinir las relaciones entre trabajo y ciudadanía”. Revista de Derecho Social, nº 9 (2000), pp. 9-22.

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 26

Repensar el trabajo, renovar el sindicalismo

Ramón Alós | Universidad Autónoma de Barcelona

Algunos apuntes sobre la renovación del sindicalismo

¿

Qué impulsa a los trabajadores a actuar colectivamente? Existe un amplio acuerdo en que compartir agravios en la empresa y al mismo tiempo compartir expectativas de mejora son los fundamentos de la acción colectiva. Desde esta perspectiva no basta que se den en la empresa situaciones de injusticia, de incumplimiento de derechos básicos por parte de la dirección, de carencia de condiciones laborales mínimamente dignas. Es necesario además compartir estas situaciones, identificarse con compañeros de trabajo en unas mismas o similares condiciones de empleo; y es necesario asimismo compartir la percepción de un horizonte de posibles mejoras fruto de la acción conjunta. Podría decirse que la acción sindical encuentra un espacio para su desarrollo cuando en un centro de trabajo o empresa se dan estas condiciones. Sin embargo hay otro aspecto que enturbia el planteamiento precedente: los costes de la acción colectiva, hoy fundamentalmente centrados en la amenaza de despido o de no renovación de contrato. Cuando estas amenazas son una posibilidad real, el coste personal de participar en una acción colectiva se dispara, lo que explica que el trabajador afectado opte por no participar. Aunque hay diferencias entre unos casos y otros, así hay que entender también que muchos trabajadores fijos se alejen del compromiso colectivo ante la posibilidad de que la dirección de la empresa les cierre las posibilidades de promoción profesional. En mi opinión este conjunto de aspectos son fundamentales para entender hoy cuáles son las posibilidades y los límites de la acción colectiva sindical. De entrada permite constatar que el centro de trabajo que hemos llamado fordista ha sido un espacio en general con condiciones propicias para la acción sindical: empleo estable, situaciones de empleo ampliamente compartidas, posibilidades de mejora,… Pero desde hace ya unas pocas

décadas asistimos a unos cambios profundos en la organización y gestión de las empresas que reducen drásticamente estos espacios. Sin que en absoluto hayan desaparecido, puede decirse que los centros de trabajo asimilables al fordista se reducen a determinados ámbitos del sector público y de empresas con centros de trabajo de dimensiones medianas o grandes. A lo largo de las últimas tres décadas son muchas y a menudo muy profundas las transformaciones en la organización y en la gestión de las empresas, con sus repercu-

S

in que en absoluto hayan desaparecido, puede decirse que los centros de trabajo asimilables al fordista se reducen a determinados ámbitos del sector público y de empresas con centros de trabajo de dimensiones medianas o grandes.

siones en el empleo. Cambios todos ellos que tienen su indudable incidencia en las posibilidades de la acción colectiva. Por mi parte destacaría cinco grandes cambios que afectan en el sentido antes apuntado: • La precariedad en el empleo, en términos no sólo de salario y horarios, también de seguridad en el mismo. Más allá de los trabajadores que tienen serias dificultades de acceder a un empleo, muchos otros alternan hoy episodios de empleo con el paro, o bien acceden a empleos de breve y muy breve duración, empleos con condiciones degradantes e insalubres, y que en muchos casos no les permiten ni siquiera llevar una vida mínimamente digna, menos aún desarrollar una profesión. Desde la perspectiva de un trabajador precario, sin centro de trabajo o sin profesión de referencia, las posibilidades de mejorar su situa-

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 27

ción, o de salir de la precariedad, dependen, más allá de cambios legislativos, más de sus recursos individuales que de la acción colectiva; su participación le supone elevados riesgos y ningún beneficio cuando cambie de empresa o de oficio. Aunque no siempre la contratación temporal se puede identificar a empleo precario, permite una aproximación a su dimensión; aún cabría añadir a todas aquellas personas que trabajan a tiempo parcial de modo involuntario, trabajadores informales y falsos autónomos. De ahí que pueda estimarse, muy aproximadamente, que más de uno de cada tres trabajadores hoy en España trabaja o accede a empleos bajo estas condiciones, sobre todo jóvenes, inmigrantes y más mujeres que hombres. • La extensión del empleo en pequeñas y muy pequeñas empresas, en centros de trabajo dispersos, a menudo resultado de complejos procesos de subcontratación. Las relaciones de empleo en este tipo de empresas siguen casuísticas muy variadas. En algunos casos el contacto diario con el patrón o el responsable sitúa la confianza en el centro de las relaciones de empleo: estar bien en el empleo o mejorar en el mismo depende básicamente de la confianza que cada trabajador consiga de su empresario o responsable. La acción colectiva en estos pequeños centros de trabajo familiares puede suponer romper las relaciones de confianza. En otros casos la pequeña empresa es asimilable a una tiranía en la que el trabajador se halla sujeto a las arbitrariedades del empresario o responsable; entre ellas sanciones, maltrato, modificación de condiciones de empleo o despido. Las pequeñas dimensiones de estos centros de trabajo y el miedo a las consecuencias en forma de represalia empresarial suelen inhibir la acción colectiva. Aún en otros casos el trabajador desconoce quién es su empresario: empresas ficticias, nombres y hombres de paja, o desmembración de una actividad empresarial en múltiples empresas o “razones sociales” con lo que los empresarios consiguen vincular la contratación laboral a una entidad jurídica y las actividades que le dan rendimiento a otras. Se estima que en España casi un 40% de los asalariados está en un centro de trabajo que no llega a diez trabajadores, la gran mayoría sin representación sindical. • En las relaciones de empleo tradicionales el trabajador depende del empresario que le con-

L

as relaciones de empleo en este tipo de empresas [pequeñas o muy pequeñas] siguen casuísticas muy variadas. En algunos casos el contacto diario con el patrón o el responsable sitúa la confianza en el centro de las relaciones de empleo: estar bien en el empleo o mejorar en el mismo depende básicamente de la confianza que cada trabajador consiga de su empresario o responsable.

trata. Hoy en muchos empleos se dan lo que se llama relaciones triangulares; esto es, el trabajador es contratado por una empresa pero de hecho presta sus servicios para otra. Este es el caso de quienes trabajan en empresas de trabajo temporal, pero también en las llamadas empresas de servicios integrales que practican un cierto prestamismo laboral. Debido a ello hoy resulta bastante habitual que en un mismo centro de trabajo estén empleados trabajadores adscritos a más de una empresa, lo que evidentemente dificulta la acción colectiva; una dificultad que se acrecienta cuando dichos trabajadores disponen del para-

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 28

guas de distintos convenios colectivos, incluso de distintas federaciones sindicales o de sindicatos. En otros casos el trabajador contratado por una empresa debe trabajar, no bajo la observancia y requerimientos de su empresario, sino de terceros, como pueden ser otros trabajadores, otros empresarios, o de clientes y usuarios. Sobre todo en estos últimos supuestos al trabajador se le requieren además de conocimientos profesionales otro tipo de habilidades y valores más subjetivos, emotivos y éticos, asociados a la prestación de un buen trato y servicio. Y suele ser habitual que el trabajador se halle atrapado entre las exigencias de mantener un flujo intenso de trabajo por parte de los responsables de su empresa y la realización de un buen trabajo que le requieren los usuarios. Como aproximación a la extensión de este último supuesto, la Encuesta de Calidad de Vida en el Trabajo de 2004 constataba que para un 33% de los trabajadores su ritmo de trabajo estaba determinado siempre por el público o clientes. • Se han extendido nuevas formas de gestión empresarial, habitualmente llamadas de gestión de recursos humanos, con amplio eco en escuelas de negocios y consultorías. Estas persiguen de modos diversos que el trabajador asuma como propios los objetivos de la empresa, se implique en la misma, se auto responsabilice y ofrezca una disponibilidad muy amplia sino total; en definitiva, que el trabajador se identifique, o mejor se entregue en horarios y tareas, en cuerpo y mente, a la empresa, que sea emprendedor en la misma. Son aspectos que las empresas refuerzan aduciendo que debido a la competencia el empleo depende de la implicación y entrega de cada trabajador. Estos modos de gestión empresarial refuerzan las relaciones individuales en las empresas con premios y sanciones y reconocimientos individuales, a menudo poco objetivables. ¿Cómo establecer baremos objetivados y compartidos sobre la entrega, la implicación, la responsabilidad, la disponibilidad, la emprendeduría? En la medida en que un trabajador asume que su empleo depende de este tipo de reconocimiento individualizado, aleja las posibilidades de compartir con sus compañeros de trabajo y, por tanto, de ejercer la acción colectiva. • Las relaciones laborales tradicionales se han construido en el marco de cada estado nación; en su horizonte se legisla, intervienen los sindicatos

y se desarrolla la negociación colectiva. La globalización supone un cambio radical de horizonte. Hoy muchas empresas toman decisiones en el nuevo marco global, mientras la legislación, el sindicalismo y la negociación colectiva siguen básicamente anclados en el ámbito de cada estado. Esta disfunción permite a las empresas recurrir a amenazas de traslados, de cierres, de perder un mercado o un producto si no se reducen costes salariales, etc. Como consecuencia, los sindicatos

S

e han extendido nuevas formas de gestión empresarial, habitualmente llamadas de gestión de recursos humanos, con amplio eco en escuelas de negocios y consultorías. Estas persiguen de modos diversos que el trabajador asuma como propios los objetivos de la empresa, se implique en la misma, se auto responsabilice y ofrezca una disponibilidad muy amplia sino total

y la negociación colectiva pierden capacidad de regulación de las condiciones de empleo. Una situación que se agudiza en la medida en que no sólo no se configura una gobernanza política supranacional, sino que las políticas neoliberales de primacía del mercado y de las corporaciones financieras y empresariales limitan las funciones garantistas del estado. Los cambios apuntados suponen retos para las organizaciones sindicales, que de algún modo deben adaptar sus estrategias, discursos, organización y recursos. Es importante tener presente, además, que dichos cambios son procesos no marginales; por el contrario, han entrado con fuerza y se extienden progresivamente. Son cambios que no se limitan a España, sino que en modo diverso son generales. Y afectan de modo muy en particular a los jóvenes, que debido a ello adquieren una relación con el empleo sustancialmente distinta a la de las generaciones adultas. Como resultado de todo ello en una mayoría de países la afiliación sindical se viene reduciendo desde hace ya algunos años, en algunos desde hace ya tres décadas. Se reduce, asimismo, la ca-

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 29

pacidad de representación sindical y la capacidad regulatoria de la negociación colectiva. Es conocido que en España, pese a que “oficialmente” la cobertura de la negociación colectiva se sitúa en torno al 80%, apenas uno de cada tres trabajadores reconoce que sus condiciones de empleo dependen de la misma (Encuesta de Calidad de Vida en el Trabajo de 2010). Muchos sindicatos a nivel internacional son conscientes de las dificultades que les suponen los cambios arriba referidos y otros aquí no relatados. Pero la mayoría de los retos tienen dimensiones de largo recorrido, con implicaciones, por tanto, no pequeñas y nada fáciles de afrontar. En términos generales creo que puede decirse que los sindicatos deben partir de sus fortalezas, su organización y representación actual, para asumir innovaciones que les permitan afrontar con éxito los cambios necesarios. Ante todo creo que sería erróneo pensar en unas mismas soluciones con validez universal, pues los puntos de partida y contextos no son los mismos. También, ante la realidad plural del mundo laboral, deberá pensarse en formas organizativas y de representación diversas, no uniformes; en otras palabras, las formas de representación de un colectivo de trabajadores estables de un gran centro de trabajo no coincidirán con las de trabajadores con empleo precario y cambiante, o con las de trabajadores adscritos a diversas empresas y que prestan sus servicios en un mismo espacio como es una gran superficie. Es necesario, además, combinar intereses individuales y la pluralidad de intereses presentes hoy en el mundo del trabajo con la capacidad de generar solidaridad e identidades colectivas. Con este fin la negociación colectiva debería adquirir formas más flexibles y a la vez integradoras, que permitieran regular procedimientos que den garantías a preferencias individuales o grupales y que refuercen las capacidades de los trabajadores en aquellos aspectos de las relaciones de empleo personales o diferenciadas. Si uno de los retos del sindicalismo es construir identidades y solidaridad colectivas a partir de asumir que los agravios en el empleo son compartidos y al mismo tiempo compartir expectativas de mejora, identidades y solidaridad colectivas ya no siempre se pueden construir a partir del centro de trabajo. El centro de trabajo, incluso el

A

nte la realidad plural del mundo laboral, deberá pensarse en formas organizativas y de representación diversas, no uniformes; las formas de representación de un colectivo de trabajadores estables de un gran centro de trabajo no coincidirán con las de trabajadores con empleo precario, o con las de trabajadores adscritos a diversas empresas y que prestan sus servicios en un mismo espacio como es una gran superficie.

oficio, deja de ser referencia para aquellos trabajadores que cambian a menudo de empleo. Es en este sentido que unos objetivos de dignificación del empleo, de su humanización, de autonomía, de capacidad de decisión y desarrollo profesional frente a la imposición, al autoritarismo empresarial o del mercado y a la precariedad y degradación del empleo y las crecientes desigualdades y pobreza, son hoy aspectos claves que pueden ser compartidos en la construcción de una nueva visión del empleo y de la sociedad, para aunar nuevas identidades y objetivos. En algunos casos estos objetivos se construirán en el centro de trabajo,

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 30

en otros desde ámbitos locales, de proximidad o comunidad. En este aspecto en mi opinión el sindicalismo no debe limitarse a las empresas o centros de trabajo. Con ello me refiero a que la identidad sindical no puede siempre basarse en la lucha por la mejora de las condiciones de empleo en el centro de trabajo y desde el centro de trabajo; debe ampliarse en la mejora de cualquier tipo de empleo allí donde esté. Y su interlocutor ya no es sólo el empresario, que sigue siendo de mucho el principal; también lo son los usuarios, clientes, y la sociedad en general. Con la complejidad añadida de que las relaciones con estos últimos o con la sociedad adquieren unas peculiaridades y formas que poco tienen que ver con las características que definen desde hace años las relaciones con los empresarios; que, por cierto, también han ganado en amorfismo. En este contexto es importante tener presente que valores u objetivos como los de justicia social, de servicios sociales eficientes, de prestaciones sociales, de una economía al servicio de las personas, de derechos humanos, del derecho a la salud, el valor de la ética, etc., no son exclusivos del sindicalismo. En base a ellos el sindicalismo debe confluir, generar sinergias, con otras organizaciones, entidades y movimientos, de naturaleza distinta, estrechar lazos y compartir luchas, cada uno desde su protagonismo y naturaleza. También se deben tener presente las limitaciones que comporta el estado-nación en el que siguen sustentándose hoy los sindicatos. En el mundo globalizado de la empresa y el empleo, el horizonte del estado-nación, aunque no puede olvidarse, no puede ser el que defina y oriente la acción sindical, pues se corre el riesgo de generar conflictos entre corporativismos nacionales, cuyas consecuencias llevan a una escalada a la baja en las condiciones de empleo y salarios. Este es ciertamente un reto nada fácil como lo muestra la experiencia europea, pero más necesario que nunca ante la crisis económica internacional y las políticas de austeridad. La mayoría de sindicatos han ido adoptando cambios en su estructura organizativa para su adaptación a los nuevos contextos. Desde hace

algunos años se han introducido cambios que han facilitado la incorporación de mujeres en la actividad sindical; también cambios tendentes a la reducción de estructuras federativas. Pero posiblemente sea necesario replantearse otro tipo de cambios, que refuercen también las estructuras locales, más descentralizadas, dotándolas de recursos para que dispongan de capacidad de intervención, desde la proximidad, en aquellos es-

S

e deben tener presente las limitaciones que comporta el estado-nación en el que siguen sustentándose hoy los sindicatos. En el mundo globalizado de la empresa y el empleo, el horizonte del estado-nación, aunque no puede olvidarse, no puede ser el que defina y oriente la acción sindical, pues se corre el riesgo de generar conflictos entre corporativismos nacionales pacios de concentración de pequeñas empresas, de empleo precario, o en los espacios o establecimientos donde conviven trabajadores adscritos a una pluralidad de empresas. En muchos sindicatos se plantea hoy la necesidad de profundizar en los procedimientos democráticos de participación y toma de decisiones. Profundizar en estos términos, dar más protagonismo a los trabajadores y a los afiliados suele relacionarse con una cierta recuperación del sindicalismo. Esto puede ser particularmente importante en los países del sur de Europa, como España, en los que por motivos históricos, posiblemente como consecuencia de la represión política de años anteriores, predominan estructuras sindicales más centralizadas. Finalmente, quisiera resaltar la relevancia que adquieren las nuevas formas de comunicación con afiliados, trabajadores y la opinión pública. Ello es substancial no sólo para dar visibilidad, y por tanto credibilidad, a lo que se hace desde diversas partes. También para compartir experiencias, valores, objetivos y luchas; en definitiva, para generar identidades y solidaridad colectivas y el convencimiento de que otro mundo es posible. 3

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 31

Repensar el trabajo, renovar el sindicalismo

Jordi Ribo Flos | Coordinador de Economía Social y Autoempleo. Secretaría de Políticas Públicas y Protección Social. CS CCOO

Sindicalismo y trabajo autónomo

E

l trabajador o trabajadora autónomo es una figura que no es nueva en el mundo laboral. De hecho han existido artesanos, comerciantes, artistas, escritores y en todos los colectivos relacionados con el mundo del trabajo que han optado por desarrollar una tarea independiente. Las razones también son variadas, algunos por vocación y otros por necesidad. Lo cierto es que quien opta por una actitud vital, ya sea forzada o no, de independencia en el mundo del trabajo, es decir, no ser un asalariado o no ser un patrono al uso, se coloca en una especie de limbo en cuanto a sus condiciones concretas; es decir, los avances que conquista el movimiento obrero organizado no se reflejan en su situación material, pero en cambio sí le afectan todos los movimientos que el mundo económico y de las relaciones mercantilcomerciales se suceden. Esta situación de desventaja, y por tanto llena de riesgos hacen que este colectivo no sólo sea sindicalizable, sino que su relación con el sindicalismo de clase y confederal debe producirse y estrecharse. Durante nuestro pasado más reciente se han producido dos fenómenos que han desembocado en un crecimiento del trabajo autónomo: la descentralización productiva de ciertas actividades en las empresas han expulsado trabajo asalariado hacia el trabajo autónomo; y las dificultades en encontrar empleo por parte de muchas personas, ya sea población joven o mayor que tiene dificultades insuperables en encontrar un empleo. Ello ha hecho incrementar el número de afiliados al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos de la Seguridad Social. Las problemáticas de este sector de nuestra economía son muy variadas y no afectan de la misma manera. Los sectores más productivos están sufriendo esta crisis de una forma singular, porque muchos pequeños negocios, comercios así como actividades relacionadas con la construcción o la

instalación de todo tipo de equipos relacionados con la construcción o la industria se han visto muy tocados. Estos problemas no les afectan por ejemplo a los más de 600.000 socios de sociedades o a los más de 300.000 miembros de órganos de administración de sociedades. Entre estos dos sectores suman casi un millón de personas afiliadas a la Seguridad Social en el Régimen Especial.

D

urante nuestro pasado más reciente se han producido dos fenómenos que han desembocado en un crecimiento del trabajo autónomo: la descentralización productiva de ciertas actividades en las empresas han expulsado trabajo asalariado hacia el trabajo autónomo; y las dificultades en encontrar empleo por parte de muchas personas

La primera cuestión que se plantea es la siguiente: no todos los trabajadores incluídos en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos son objeto de sindicalización o de asociación al sindicalismo de clase y confederal, en función de su actividad y condición material. De los tres millones cien mil autónomos registrados y cotizantes a la Seguridad Social, cerca de dos millones son autónomos propiamente dichos, de los que más de un millón y medio no tienen asalariados. Este es en principio el universo al que se dirige CCOO. Nuestros estatutos recogen la posibilidad de que estos trabajadores se afilien al sindicato y pasan a formar parte del sector al que estén asignados. La segunda cuestión es la dificultad en organizar tan abigarrado y multicolor colectivo. Hemos tenido algunas experiencias que no han cuajado en afiliación por razones diversas, pero que básica-

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 32

mente han tropezado en el siguiente obstáculo: el sector de trabajadores autónomos no idenfica al sindicalismo como un instrumento que le sirva para defender sus intereses, pero tampoco identifica a las distintas asociaciones. Su adscripción fundamental es a la gestoría que le atiende profesionalmente, y si ésta se asociacia a alguna Federación es algo de que el autónomo ni siquiera tiene conciencia de que ocurra. La tercera cuestión es el tipo de lenguaje y relación que se puede establecer con el trabajador autónomo: los autónomos no utilizan el mismo lenguaje que los trabajadores asalariados, no identifican las mismas prioridades y no tienen las mismas inquietudes.Tienen una percepción distinta con relación a los temas de fiscalidad, política impositiva, prestaciones sociales, etc. Ciertas expresiones como la de “falso autónomo”, no les gustan y les hieren Además, una cierta fama de defraudadores que vienen arrastrando porque las obligaciones fiscales a veces no se corresponden con lo que realmente ingresan no les ayuda en absoluto. La cuarta cuestión es que el autónomo necesita de una serie de servicios y atenciones de los que habitualmente no se dispone en los sindicatos de clase y confederales. Los temas relacionados como fiscalidad, mecanismos de acceso al crédito y financiamiento, viabilidad de su actividad y relación con las distintas administraciones son campos que habitualmente no se tocan al no disponer de una masa crítica suficiente. La problemática general hoy de los trabajadores autónomos en líneas generales la podemos resumir en estos puntos: Fiscalidad: El aumento del IVA al 21% en general, así como no poder declarar en función de lo realmente cobrado y mantener el sistema de módulos empuja a gran parte del colectivo a sumergir su actividad, sobre todo porque la actividad económica, aunque no se esté técnicamente en recesión, no sale de la crisis a pesar de lo que nos puedan decir desde algunas instituciones económicas y desde los distintos gobiernos. Impagados-Morosidad: Hoy se sigue pagando a una media de más de 50 días, comenzando por las propias administraciones públicas, siguiendo por algunas grandes empresas que amenazan a quien no acepte plazos superiores a los 60 días con no contratar sus servicios o comprar sus productos.

D

e los tres millones cien mil autónomos registrados y cotizantes a la Seguridad Social, cerca de dos millones son autónomos propiamente dichos, de los que más de un millón y medio no tienen asalariados. Ëste es en principio el universo al que se dirige CCOO.

Falta de orientaciones: A pesar de la famosa ley de emprendedores, a pesar de las supuestas ventillas abiertas a los autónomos, en pocos lugares se les forma para que puedan ser autosuficientes y con plenas competencias; por ejemplo, no se les forma adecuadamente sobre la necesidad de tener una actividad planificada previamente, presupuestada, previos los estudios de mercado correspondientes. No se trata de llenar papeles, se trata de plasmar los proyectos por escrito, para controlarlos y evaluarlos. Financiación: No es posible comenzar una actividad económica a base de subvenciones, lo que se necesita es que el crédito fluya y que el ICO juegue un papel cualitativamente distinto, convirtiéndose en una institución pública de crédito para las pymes y autónomos.

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 33

Formación profesional: Se necesita una oferta de formación adecuada a las necesidades y peculiaridades de los autónomos, así como la forma de financiar estas actividades. CCOO organiza cursos de formación para este sector, que hasta ahora no ha reunido a todas las personas que necesitan ser formadas. A estos problemas podemos sumar los precios astronómicos que los alquileres tienen en algunos centros de ciudades importantes y el encarecimiento de los servicios a las empresas, como temáticas que también son motivo de preocupación. El Gobierno del Partido Popular habló con mucha ligereza sobre la figura del llamado emprendedor, hasta el punto de cargarle, de forma maliciosa, la responsabilidad de sacar a este país de la crisis. Este Gobierno parece ignorar varios temas: — El carácter de esta crisis, que no es como las que hemos conocido en nuestra historia reciente es financiero, no de producción, y por lo tanto sin cambios estructurales que tienen que ver con generación de tejido industrial y de servicios renovado, donde la I+D+I juegue un papel más importante, donde lo que se rescate sea la economía productiva y que el objetivo central es plantear ya un cambio de modelo productivo, que rompa con la tentación de generar nuevas burbujas, que lo que harán es sumirnos otra vez en una situación muy mala y con un segundo rescate a la vista, que no sería como el primero. — El estado ha jugado y debe jugar en estos casos un papel de motor, siendo la inversión privada y las grandes empresas aquellas que, además del estado, deben tirar del carro de la recuperación. — La reforma laboral ha empobrecido a los trabajadores de este país, ha situado mediante los contratos a tiempo parcial a varios centenares de miles bajo los umbrales de pobreza. Además ha disminuído salarios, condiciones de trabajo y convenios: resumen, sin demanda interna no hay reecuperación posible. El restablecimiento de condiciones y derechos se hace necesario para poder generar actividad económica. El Gobierno, enalteciendo a los emprendedores y sacando legislación que básicamente es política de escaparate, lo que hace es rehuir su responsabilidad y domesticar a ciertas organizaciones “amigas”. Las víctimas de la crisis son los trabajadores y sectores populares vinculados a la acti-

vidad económica. No es una problemática de emprendimiento, es un problema de modelo económico eficiente y sostenible. Vamos a dedicar atención hacia la figura del Trabajador Autónomo Dependiente (TRADE), aquel autónomo que dedica un 75% de su facturación a un solo cliente. Esta figura que se creó como una situación intermedia entre el autónomo puro y duro y el asalariado, seguramente para facilitar externalizaciones, tiene la posibilidad de recurrir a la autoridad laboral para que se le reconozca su condición. La extrema debilidad de

E

l Gobierno, enalteciendo a los emprendedores y sacando legislación que básicamente es política de escaparate, lo que hace es rehuir su responsabilidad y domesticar a ciertas organizaciones “amigas”. su posición ante los patronos-contratantes es de tal calibre que, de una estimación que se hizo hace al menos cuatro años, de que podía haber entre 250.000 y 300.000 trabajadores autónomos que podían tener derecho a ser reconocidos como TRADEs, a fecha 31 de Diciembre de 2014 sólo había registrados 9.045 trabajadores autónomos dependientes. CCOO en estos últimos tiempos no hemos ignorado esta situación, y aquí tenemos muestras de un cierto trabajo pionero, en Catalunya y en Castilla-León sobre todo, y también en la Confederación porque se era consciente de que había que contar con este colectivo, a pesar de sus problemas de dispersión, aislamiento y profunda división. Se ha realizado un trabajo de acercamiento al colectivo y fruto del mismo se logró un acuerdo de asociación con una de las asociaciones más importantes y representativas en el estado español, la Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores – UATAE, que fue firmado el 30 de Octubre de 2013 por la Secretaria General de UATAE María José Landáburu Carracedo y el Secretario General de la CS CCOO Ignacio Fernández Toxo. Este acuerdo compromete a los firmantes en la defensa del colectivo

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 34

de autónomos, la mejora de su protección social y un tratamiento fiscal adecuado a los ingresos, entre otras materias. Por tanto UATAE y CCOO iniciamos un camino en común, con paso seguro y firme en un terreno plagado de dificultades. La crisis, la situación de estancamiento no son buenos marcos para avanzar, pero necesariamente obligan a los sectores progresistas a ponerse de acuerdo y elaborar estrategias comunes. Pero CCOO tenemos un trabajo propio hacia el sector del trabajo autónomo que no podemos ni ignorar ni desdeñar. Más allá de la necesaria atención hacia nuestra afiliación, que es modesta pero que se mantiene a pesar de las dificultades, más allá incluso de los servicios que les podemos ofrecer via on-line a través de nuestra web www.autonomosdeccoo.es , lo cierto es que tenemos un desafío ante nosotros, y es que los trabajadores autónomos tengan también en CCOO y en el tipo de sindicalismo que queremos ejercer, una de sus referencias. Una de las barreras que debemos franquear es la de la distancia entre los asalariados y los autónomos. Cada vez tenemos más autónomos trabajando en un mismo centro de trabajo, compartiendo tareas, conviviendo con los asalariados: pues bien, nuestras organizaciones en las empresas deben considerar a este colectivo también como personas a tener en cuenta, a defender y a organizar. No podemos levantar entre los asalariados y los autónomos más barreras de las que ya existen. A través, por ejemplo, de preceptos legales como la Ley de Prevención de Riesgos Laborales que habla en su artículo 24 de la coordinación de actividades preventivas entre varias empresas o autónomos, podemos penetrar en su realidad, darles atención, asesoramiento y defensa; nada nos lo impide y esa es una de las formas de romper con la segmentación de la clase. La Representación Legal de los Trabajadores tiene

derecho a conocer los contratos, también los de los TRADEs si están en la empresa. Nada nos impide interesarnos por su situación y defenderlos. Estas son tareas que debemos realizar, el rescate de conceptos como la solidaridad, si no va más allá de las palabras no sirve de nada y es un valor que en la práctica decae. Otro tema, del cual hemos hablado poco en este trabajo es el de las laboralidades encubiertas (falsos autónomos). Ese es un tema que hay que tratarlo en el orden de restablecimiento de derechos

C

ada vez tenemos más autónomos trabajando en un mismo centro de trabajo, compartiendo tareas, conviviendo con los asalariados: pues bien, nuestras organizaciones en las empresas deben considerar a este colectivo también como personas a tener en cuenta, a defender y a organizar.

y dignificación de estos trabajadores. El objetivo sindical en este caso debe ser traerlos al trabajo asalariado mediante las medidas de acción sindical que correspondan. En definitiva, tenemos mucha tarea por delante, y es una tarea de todos, desde la Confederación hasta la sección sindical. La relación por tanto entre sindicalismo y trabajo autónomo pasa por el conocimiento, la organización y la intervención sindical adecuada. Los objetivos para nosotros están claros:dignificación del colectivo que pasa por una mayor cobertura social con cotización adecuada, garantías de percepción económica combatiendo la morosidad, una política fiscal en función de los ingresos y mejora del marco legislativo. 3

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 35

Repensar el trabajo, renovar el sindicalismo

Begoña Marugán Pintos | Adjunta de la Secretaría de la FSC-CCOO y Profesora de la Universidad Carlos III de Madrid.

El reto de la igualdad. Una propuesta al quehacer sindical Mujeres “inactivas” Según las cifras del Padrón, en España hay 46.771.341 de personas, de estas un 49,2% son hombres y un 50,8% son mujeres (INE;2015), por lo que no cabe hablar ni de colectivo, ni de minorías, ni de sexo menos representado para referirse a la población femenina. Este dato se reduce a 38.523.400 (EPA;2015) al centrar la atención en la población de más de 16 años (48,7% de ella hombres y 51,2% mujeres). También en este grupo de población se vuelve a encontrar un mayor número de mujeres. El problema no es cuantitativo y entonces: ¿dónde están las mujeres siendo demográficamente mayoría? Las cifras que ofrece la EPA son concluyentes al respeto: Las mujeres suponen el 46,2% de la población activa y el 58,8% de la población inactiva. Por tanto, se encuentra aquí la primera diferencia, puesto que a pesar de haber una menor población masculina, ésta juega un papel destacado en el ámbito de la actividad, mientras las mujeres aparecen del lado de la inactividad. Este diagnóstico dicotómico ofrece una descripción segmentada por sexos de la sociedad, pero además, esto ocurre en la sociedad capitalista actual donde la actividad tiene un alto valor y se sanciona la inactividad; hecho que reproduce y perpetúa la discriminación. La falta de neutralidad del lenguaje y su papel en la construcción social es más palpable al observar que de las 9.104.800 mujeres clasificadas como inactivas, 3.450.400 se dedican a laborales del hogar (frente a 365.600 hombres). ¿Supone esto acaso que las amas de casa son parásitos que se dedican a ejercer su ocio haciendo “labores del hogar”, o simplemente, se trata de que lo que se hace en el hogar no tiene ningún valor frente a lo que se hace en el espacio público? El feminismo lleva años denunciando que “las amas de casa trabajan todo el día y luego les dicen

personas inactivas”. Obviamente hay que hacer una nueva clasificación estadística que contabilice las tareas del hogar como actividad. Resulta interesante conocer por qué razón las mujeres “inactivas” lo son. El motivo por el que el 7,35 % de las mujeres que forman parte de la población inactiva no trabaja ni busca empleo es el de “cuidar niños o adultos enfermos, personas con discapacidad o mayores” y el 21,99% no busca

L

a falta de neutralidad del lenguaje y su papel en la construcción social es más palpable al observar que de las 9.104.800 mujeres clasificadas como inactivas, 3.450.400 se dedican a laborales del hogar (frente a 365.600 hombres). empleo por “otras responsabilidades familiares o personales”; unos porcentajes que en el caso de los varones eran del 0,38% y 1,76%, respectivamente (Instituto de la Mujer;2013). La crisis y la reducción de oferta de empleo masculino está provocando una lenta y sostenida disminución de los porcentajes de mujeres “ inactivas”, pero parece no darse la incorporación de los varones a estas tareas, como se tuvo ocasión de conocer mediante una investigación cualitativa sobre los efectos de la crisis en la mujeres madrileñas a través de entrevistas a orientadoras socio-laborales (Marugán y Díez;2014). Por otra parte, la Encuesta Nacional de Salud 2011-2012, indicaba que el 49,36% de las mujeres entrevistadas en 2011-2012 que convivía con alguna persona con limitaciones o discapacidad para cuidarse por sí misma se ocupaba en solitario de su cuidado, siendo dicho porcentaje del 16,62% en el caso de los varones.

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 36

Las cifras son elocuentes. Las mujeres se dedican a algo tan importante en la sociedad como cuidar a los demás y de modo especial a aquellas personas que más lo necesitan y sin embargo, se ha producido una invisibilidad de los cuidados y una desvalorización de las labores del hogar. La explicación de este fenómeno reside en la concepción ilustrada en la que el centro del universo es el “individuo champiñón”. La cultura actual ha heredado, con poco cuestionamiento, la concepción ilustrada de la existencia del individuo autónomo, libre, activo, siempre dispuesto para el mercado (y para el sexo). Un individuo que se ha dicho universal cuando en lo único que se estaba pensando era en el hombre blanco, burgués, varón, adulto y hetorosexual (BBVA-h) capaz de salir cada mañana listo y dispuesto para el mercado de trabajo, desayunado, con sus ropa planchada, sano, cívico y emocionalmente equilibrado. Como si estos individuos no hubieran necesitado alguien que les enseñara a hablar, a comer, a soportar la frustración, le cuidara en sus enfermedades o les quietara los mocos en sus gripes. Pero desgraciadamente en el mundo capitalista heteropatriarcal a aquellas personas que más han hecho porque los individuos sean adultos libres y en cierto modo –porque la autonomía solo la ofrece la interdependencia autónomos resulta que se les considera inactivas. Al observar el mundo dividido en población activa e inactiva se encuentra la primer diferencia y también uno de los mayores elementos de discriminación “porque la modernidad, los derechos de ciudadanía, están íntimamente ligados con el empleo” (Marugán,2012:238). Pero, para seguir profundizando se puede atender a la dicotomía público/doméstico. En principio, y en la medida que un número importante de mujeres han accedido al mercado de trabajo, no tendría por qué haber diferencias entre unos y otras y sin embargo, otra vez los datos son concluyentes. Las mujeres no sólo tienen peores condiciones de empleo, sino que también las tienen de trabajo. Mujeres “activas”1 Aunque desgraciadamente en la situación de crisis sistémica se observa una tendencia hacia la igualdad en la precariedad, dentro de la misma, las mujeres se llevan la peor parte: con una tasa de

L

a cultura actual ha heredado, con poco cuestionamiento, la concepción ilustrada de la existencia del individuo autónomo, libre, activo, siempre dispuesto para el mercado (y para el sexo). actividad 12 puntos inferior, la tasa de paro femenina (24,74%) es mayor que la masculina (22,8%), del conjunto de las ocupadas, 26,3% desempeña trabajos a tiempo parcial frente al 8% de los varones y la brecha salarial está lejos de reducirse. El salario de las mujeres supone el 77,5% del salario de los hombres y el 16% de las mujeres ganaba, en 2011, menos del SMI, frente a un 6,8% de los hombres. Todo ello además produce el fenómeno de re-precarización en las prestaciones. Más del 70% de las pensiones que cobran las mujeres están por debajo del SMI y son ellas las que mayoritariamente han de sobrevivir con la renta mínima de inserción. Estos pocos datos estadísticos muestran la discriminación en las condiciones de empleo, pero también hay discriminaciones en las condiciones de trabajo.

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 37

El mercado laboral se caracteriza por la segmentación horizontal. En torno al 50% de las mujeres ocupadas se concentran en sólo 6 ocupaciones diferentes (empleadas domésticas y personal de limpieza, servicios personales, dependientes de comercio y restauración, sanidad y educación). En muchas de ellas se perpetúa el papel tradicional de cuidadoras de personas dependientes y responsables de las tareas del hogar. Y además perdura la segmentación vertical, ya que las mujeres se concentran en categorías profesionales inferiores (CES; 2012). Cuando se piensan las diferencias existentes se acaba concluyendo que es en la división sexual en la que reside el origen de las diferencias. Desde la sociología del trabajo autoras como Teresa Torns (2005) concluye que los problemas laborales de las mujeres no pueden encontrar solución si no se atiende a las responsabilidades otorgadas a las mujeres en el ámbito doméstico. Es en la dictadura de género, a la que aludiera Mª Jesús Izquierdo (2002), -que adscribe a los hombres a lo productivo y a las mujeres a lo reproductivoen la que reside la discriminación. Cuando, por una parte, el feminismo ha demostrado que entre lo productivo y reproductivo hay un continuum y no puede existir el uno sin el otro. Para que pueda darse producción debe haber personas socializadas, atendidas y cuidadas en el ámbito de la reproducción –asignada socialmente a las mujeres–. Pero además, el problema no está tan solo en la división de espacios y de roles dentro de los mismos, sino en la interpretación valorativa que la sociedad hace de esos espacios. La adscripción de las mujeres al hogar y la familia y su labor de cuidados, lejos de aportarle beneficio alguno, derivado de su importancia, le aporta un sin número de desventajas. Según el Boletín Estadístico, de marzo de 2013, del Instituto de la Mujer, “la mayor parte de las personas entrevistadas en la Encuesta Nacional de Salud 2011-2012 que convivía con menores de 15 años, señaló que compartía el cuidado de los mismos con otra persona, aunque resulta llamativa la diferencia en las respuestas según sexo: el 64,59% de las mujeres dijo que compartía el cuidado de los y las menores con otra persona, mientras que dio esa respuesta el 96,37% de los hombres. El 33% de las mujeres asumía el cuidado de los y las menores en solitario, siendo dicho por-

E

l problema no está tan solo en la división de espacios y de roles dentro de los mismos, sino en la interpretación valorativa que la sociedad hace de esos espacios. La adscripción de las mujeres al hogar y la familia y su labor de cuidados, lejos de aportarle beneficio alguno, derivado de su importancia, le aporta un sin número de desventajas. centaje del 2,19% en el caso de los varones encuestados”2. Y según la Encuesta de Empleo del Tiempo (2009-2010), el porcentaje de mujeres que empleaba tiempo en el cuidado del hogar y de la familia era del 91,9% y destinaban una media de 4 horas 29 minutos diarios (el 74,7% de los hombres destinaba 2 horas 32 minutos). No sólo la maternidad, elemento esencial de reproducción de la especie, es sancionada por la patronal, sino por toda la sociedad, entendiendo la misma como una decisión personal, ajena a cualquier planteamiento colectivo y político. Y así, algo tan vital y que afecta a la demografía se interpreta como personal y no político, las mujeres

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 38

se ven y se sienten obligadas a cuidar y a atender a sus hijas e hijos muchas veces en solitario y “pagando” por ello un elevado coste profesional. Tras siglos de discriminaciones laborales, conseguir la igualdad no es fácil, y menos hoy día donde las medidas adoptadas por el gobierno multiplican las desigualdades sociales y pretenden meter a las mujeres en casa. Sin embargo, la cuestión es más profunda y mientras el Estado y el mercado de trabajo no entienden que se enfrenta a una cuestión política y que los cuidados de los y las menores, de la población anciana y de las personas que necesitan atenciones es un deber colectivo ineludible la discriminación no disminuirá. Para actuar proactivamene se puede empezar por una toma de conciencia sindical. La posible actuación sindical3 Los sindicatos pueden y deben luchar contra las discriminaciones laborales femeninas, pero éstas, como ya se ha visto tienen mayoritariamente su origen en el desigual reparto de tareas domésticas y de cuidados familiares. En este sentido, a la vista de que las medidas adoptadas en el empleo no bastan y se invita a reflexionar sobre la necesidad de aprender de las enseñanzas feministas y abrir el objeto de atención sindical del empleo al trabajo. El trabajo es toda actividad humana útil para un fin preestablecido, existiendo diferentes tipos (por beneficios y/o remunerado, doméstico, voluntario, político, comunitario, etc.). Sin embargo, se ha producido un efecto metonímico y socialmente se denomina como trabajo a uno sólo de sus tipos: el asalariado. El origen de esta metonimia reside en el pacto social de postguerra, base de la creación de los Estados de bienestar y del sindicalisme actual, que consagró la norma de empleo y otorgó derechos a los trabajadores –entendiendo como tales a los asalariados-. Desde entonces se piensa que el trabajo es solamente el trabajo retribuido y que se ha olvidado que hay otros trabajos no retribuidos que también son Trabajos y que no generan derechos. La norma social de empleo tomó la parte (el empleo) por el todo (el trabajo) y desde entonces se otorgaron derechos de ciudadanía a las personas asalariadas, olvidando que existían otros tra-

N

o sólo la maternidad, elemento esencial de reproducción de la especie, es sancionada por la patronal, sino por toda la sociedad, entendiendo la misma como una decisión personal, ajena a cualquier planteamiento colectivo y político. bajos –sobre todo los domésticos y de cuidados– que realizaban las mujeres. De este modo las mujeres, a pesar de su importante aportación social, se vieron privadas de los derechos sociales de ciudadanía. Durante años, en consonancia con este planteamiento, los sindicatos se ha ocupado del empleo, pero el modelo fordista del obrero industrial masculino se ha acabado y el mercado laboral se caracteriza por la feminización del trabajo, por tanto ¿no empieza a ser hora de que el sindicalismo ante: las dificultades de las empleadas, el desigual reparto de la carga de trabajo (asalariado y no asalariado) y la crisis de cuidados se ocupe de todo el trabajo? Uno de esos trabajos sin reconocimiento social es el doméstico, por el que las amas de casa no

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 39

reciben ni una triste pensión de jubilación. Las empleadas de hogar, prácticamente todas mujeres, que tienen un Estatuto Especial de Empleadas de Hogar diferente al resto del personal asalariado. Cuando la crisis actual ha puesto de manifiesto que uno de los principales problemes es que cada vez hay más personas mayoresa las que cuidar y menos servicios estatales y personas que puedan cuidarles, no atender el trabajo de cuidaos puede limitar las posibilidades que tienen los sindicatos en esta encrucijada de necesaria transformación. Apostar por los cuidados significaría implicarse en la continuidad de la vida de las comunidades y los paises. La lógica de la obtención del máximo beneficio, que es la que se impone en la actualidad, choca frontalmente con la de la sostenibilidad del planeta, de los pueblos y de las personas. No sólo se trata de una cuestión de justicia con las mujeres y de reparto de trabajos, responsabilidades y derechos entre los sexos, sino también de un posicionamiento político de confrontación con el capital al cambiar la lógica del mercado por la de la sostenibilidad de la vida. Y para mayor abundamiento permitiría colaborar sinergicamente con el movimiento feminista y el ecologista en la difícil tarea de conseguir la igualdad. Si los sindicatos pretenden seguir siendo organizaciones socio políticas de mejora de las condiciones de vida de la gente no lo pueden olvidar. 3

NOTAS 1 En este epígrafe y el siguiente se reproducen algunos párrafos del artículo “En la encrucijadas del neoliberalismo patriarcal”, publicado en el Diario Público, dentro del Debate de Espacio Público “Los sindicatos en tiempos neoliberales”. (http://www.espacio-publico.com/los-sindicatos-en-tiemposneoliberales#comment-1537)

http://www.inmujer.gob.es/estadisticas/boletinEstadistico/docs/Boletin3Marzo2013.pdf 3 En este apartado se reproducen algunos fragmentos del artículo “la necesidad de defender todo el trabajo y apostar por la sostenibilidad de la vida”, Monográfico: Sindicatos: ¿Y ahora qué?, de The Economy Journal (2014). ( http://www.theeconomyjournal.com/es/sindicatos.php). 2

BIBLIOGRAFíA — Centro Económico y Social, (2012) “Informe sobre la situación socio laboral de las mujeres en España”, Revista Cauces, Vol 19, Cuadernos del Centro Económico y Social, 58- 72 — Encuesta de Población Activa (2015). Instituto Nacional de Estadística — Encuesta de Empleo del Tiempo (2009-2010). Instituto Nacional de Estadística. — Encuesta Nacional de Salud. 2011-2012, Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad e Instituto Nacional de Estadística — Izquierdo Benito, M J, (2002), “Sistema sexo-género», Emakunde. Eusko Jaurlaritza/Gobierno Vasco http://www.fongdcam.org/manuales/genero/datos/docs/1_ARTICULOS_Y_DOCUMENTOS_DE_R EFERENCIA/A_CONCEPTOS_BASICOS/Marco_Tc o_de_la_Igualdad__Sist__sexo_genero.pdf — Marugán, B.(2012), “De las diferencias entre mujeres y hombres a la distinción entre las distintas situaciones socio laborales de las mujeres” en Cáceres Zapatero y Lucas Marín (ed), Crisis y cambio en la sociedad contemporánea, editorial Fragua, Madrid, pp: 231- 248. — Marugán, B. Y Díaz, M.J, (2014): “Apuntes sobre los efectos y las estrategias de las madrileñas ante la crisis”, III Jornadas Internacionales de Sociología de la Asociación Madrileña de Sociología: Los desafíos sociales del siglo XXI, 12 y 13 de noviembre de 2014. — Padrón, Instituto Nacional de Estadística — Torns Martín, M. T (2005), “De la imposible conciliación a los permanentes malos arreglos”, Cuadernos de relaciones laborales, Vol. 23, Nº 1, 2005, págs. 15-33

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 40

Repensar el trabajo, renovar el sindicalismo

Albert Recio | Universidad Autónoma de Barcelona

Sindicalismo, trabajo, sostenibilidad

I l movimiento sindical tiene un cierto litigio con el movimiento ecologista. Mientras que en general el primero se sitúa en una senda productivista, suele apostar por políticas de crecimiento económico y por pelear la distribución de la renta, el movimiento ecologista ha puesto en evidencia las limitaciones naturales que pesan sobre la expansión de la actividad productiva y de forma creciente se postula favorable a políticas de decrecimiento o estabilización de la actividad productiva. No se trata de una mera disidencia intelectual sino que afecta a cuestiones muy concretas de la política, por ejemplo hace unas semanas ha sido imposible consensuar un acuerdo sobre la lucha contra la contaminación en Barcelona (un gravísimo problema ambiental y de salud) porque los sindicatos han mostrado su temor a que una política agresiva contra el automóvil privado (el principal causante de la contaminación junto a las emisiones de los cruceros que atracan en el puerto) puede poner en peligro muchos empleos en Catalunya. El ejemplo es bueno para indicar que estamos ante un dilema importante que sólo puede superarse con una formulación política que plantee el problema de forma diferente y permita superar un desencuentro peligroso.

E

II Hace años que los científicos naturales están aportando evidencias que los problemas ecológicos que enfrenta la humanidad son de escala creciente y amenazan con graves efectos potenciales. Cambio climático, pico del petróleo, desertización, etc. apuntan a un futuro donde existen serias posibilidades de un colapso importante del modelo productivo y social. Para quienes este diagnóstico les puede parecer exagerado vale la pena recordar la incapacidad que han mostrado las organiza-

ciones económicas dominantes (tanto académicas como políticas) para entender los peligros sistémicos que se estaban generando en el sistema económico mundial. Una incapacidad que se ha saldado con una crisis económica de consecuencias dramáticas. Una incapacidad que es aún mayor para integrar en el análisis y la política económica los problemas medioambientales que

H

ace años que los científicos naturales están aportando evidencias que los problemas ecológicos que enfrenta la humanidad son de escala creciente y amenazan con graves efectos potenciales. Cambio climático, pico del petróleo, desertización, etc. apuntan a un futuro donde existen serias posibilidades de un colapso importante del modelo productivo y social.

están en la base de toda civilización humana. Confiar en los modelos actuales de gestión económica para hacer frente a estos problemas es como dejar el pilotaje de una nave espacial a alguien que sólo ha aprendido a conducir una bicicleta o, a lo sumo, un automóvil. Como ya se ha puesto en evidencia existe un aspecto común en la gestión que el capitalismo hace tanto de la naturaleza como de la vida humana. En ambos casos la lógica de la rentabilidad privada trata de eludir todos los costes y limitaciones que le genera una gestión social responsable. El período neoliberal se caracteriza por un reforzamiento de estas tendencias depredadoras del sistema. Algo claramente visible por lo que hace a la fuerza de trabajo (la combinación de fle-

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 41

xibilidad laboral y recortes en las políticas de bienestar tienen su contrapartida en un claro empeoramiento de las condiciones de vida de una parte creciente de la población) y son también patentes en el plano ambiental a pesar de coincidir en el tiempo con un crecimiento de la conciencia ecológica. En gran parte el movimiento obrero organizado ha confiado en la política del crecimiento sostenido porque sigue manteniendo los esquemas analíticos que se impusieron al final de la Segunda Guerra Mundial. Y que en sus puntos básicos suponían que tenía lugar un pacto social por medio del cual el capital mantenía en lo sustancial su poder sobre la organización productiva y a cambio se garantizaban condiciones laborales dignas, un marco institucional que garantizaba rentas y bienestar más allá de la vida laboral y la posibilidad de participación en las ganancias generadas por el crecimiento de la productividad. Se trata sin embargo de un pacto que empezó a quebrarse con la crisis de los setenta, la implantación de políticas neoliberales y que en la crisis actual ha experimentado una mayor radicalización ante la evidente ausencia de una propuesta alternativa y una fuerza social capaz de implementarla. El viejo pacto social está quebrado por la combinación de muchas dinámicas: globalización, financiarización, cambios en la política económica y la gestión de los servicios públicos... que han supuesto un cierto retorno al viejo capitalismo liberal, de lo que es buena muestra la arquitectura institucional de la Unión Europea. Hay un punto en común en la forma que adopta tanto la crisis ecológica como la crisis social del modelo de empleo. En ambos casos no se presenta como un fenómeno radical, de una sola vez, sino que va desarrollándose por episodios locales, a menudo imperceptibles en el conjunto hasta que el proceso resulta inevitable. Este es el caso de la crisis ecológica que se percibe por la sucesión de catástrofes locales que impiden tomar una conciencia global. Y la crisis del sistema de relaciones laborales sigue también esta misma pauta de reformas parciales que coexisten con fórmulas de participación de la época anterior que permiten sostener la ilusión de que se trata de una situación reversible con pequeños retoques. Pero cuando levantamos la mirada y tratamos de hacer un balance de conjunto parece evidente que ya se han

E

n gran parte el movimiento obrero organizado ha confiado en la política del crecimiento sostenido porque sigue manteniendo los esquemas analíticos que se impusieron al final de la Segunda Guerra Mundial.

producido cambios radicales en ambas direcciones, en la acumulación de problemas ambientales y en la erosión de un marco de relaciones laborales que garantice condiciones de vida y trabajo dignas a todo el mundo. Y esto sólo limitando nuestra mirada a los países del núcleo capitalista, en la periferia nunca han existido relaciones laborales y sociales dignas para la mayoría y el deterioro ambiental muestra sus mayores estragos. Hay otro campo en el que ambas cuestiones también son convergentes. Tanto la crisis ambiental como la crisis del mundo del trabajo sólo tienen una posible resolución en clave igualitaria. La lucha del movimiento obrero es esencialmente una lucha igualitaria por posibilitar que todo el mundo alcance unas condiciones de trabajo y vida comunes, por reducir las diferencias insoportables que generan las dinámicas del capitalismo, por

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 42

acotar los espacios de poder del capital. En el caso del ecologismo este igualitarismo nace tanto de su objetivo estratégico- la necesidad de preservar unas condiciones ambientales comunes para toda la humanidad presente y las generaciones futuras- como del creciente convencimiento de que sólo una sociedad igualitaria puede ser una sociedad sostenible. Un convencimiento basado en que son las dinámicas de pulsión del “consumo posicional” y los modelos de vida que emanan de los sectores más ricos los principales impulsores y los legitimadores de formas de vida y producción totalmente insostenibles. En parte también porque la aceptación de muchas personas para trabajar produciendo bienes indeseables, dañinos para la salud y el medio ambiente, insostenibles es el resultado de su ausencia de poder económico y de su dependencia de las decisiones de empleo que toman otros por ellos. En suma que sólo una sociedad igualitaria, no sólo en términos de renta sino de poder económico puede garantizar que se adoptarán decisiones productivas sensatas en lo ambiental y lo social. III En toda sociedad humana el trabajo ha constituido una actividad esencial para su supervivencia y su reproducción. Pero en cada sociedad la visión que se ha tenido del trabajo ha estado afectada por las estructuras sociales imperantes. En las sociedades precapitalistas el trabajo era básicamente la actividad que realizaban las clases subsidiarias, fundamentalmente los campesinos, los artesanos y los sirvientes domésticos. Las actividades de las élites eran otra cosa, actividades “superiores” (siempre el rango de las actividades se establece por las élites). El capitalismo alteró esta visión en un doble sentido: por una parte al separar la esfera doméstica de la esfera mercantil pasó a considerar no trabajo todas aquellas actividades realizadas en la primera. De otra la actividad de las clases dominantes pasó a ser considerada trabajo, en gran parte debido al hecho que en el capitalismo la clase dirigente (o al menos su fracción central, fundamentalmente masculina) se involucraba directamente en la organización cotidiana de la producción. Se convertía en cierta medida en una clase “trabajadora”. Gran parte del pensamiento económico dominante y también gran parte del propio movimiento sindical sigue tomando esta

concepción del trabajo como punto de referencia central. El trabajo excluye el trabajo doméstico, el trabajo es lo que se hace en el mercado. Y todos los que realizan una actividad en el mismo pueden considerarse trabajadores. De hecho se ha ido un paso más allá en la forma de pensar la actividad laboral. La aceptación del capitalismo como un marco social naturalizado ha conducido a la consideración que la creación de empleo es un objetivo esencial de cualquier sociedad deseable y que lo único que debe plantearse es que este empleo se produzca en condi-

L

a cantidad de trabajo debe ajustarse al volumen de necesidades y a las tecnologías disponibles. De hecho esto es lo que seguimos haciendo en el plano de la actividad doméstica, aumentamos nuestro trabajo cuando hay que cuidar a personas, cuando hay una actividad especial

ciones aceptables en términos de salarios, jornada, salud, dignidad humana etc. Con ello se pierden de vista dos cuestiones esenciales. La primera es que el trabajo no es en sí mismo un objetivo social, es una actividad que debe realizarse para obtener los bienes y servicios necesarios para llevar una vida satisfactoria. No tiene sentido trabajar porque sí, cuando una sociedad satisface sus necesidades con menos tiempo no hace falta trabajar más. La cantidad de trabajo debe ajustarse al volumen de necesidades y a las tecnologías disponibles. De hecho esto es lo que seguimos haciendo en el plano de la actividad doméstica, aumentamos nuestro trabajo cuando hay que cuidar a personas, cuando hay una actividad especial (por ejemplo el día que invitamos a alguien a comer a casa) y la reducimos cuando no hay tantas cosas que hacer. La segunda es que se deja al capital, a sus detentadores la libertad de decidir el contenido y los fines de la actividad productiva. De una producción orientada por las necesidades y objetivos de la mayoría pasamos a una actividad basada en la rentabilidad privada lo que provoca tanto una sobreproducción de bienes de dudosa necesidad social como una subproducción de

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 43

bienes básicos para gente pobre, y una tendencia general a expandir la producción más allá de unos límites deseables. En la aceptación de este estado de cosas se encuentran muchos de los desencuentros entre sindicalismo y ecologismo, puesto que en un mundo donde la mayoría de la población no tiene el control de los mecanismos que permiten ajustar el empleo a las necesidades, las demandas ecologistas son vistas como restricciones a la producción que derivan en restricciones al empleo (y por tanto en miseria para muchos). IV La lucha por el trabajo digno que ha constituido la base del movimiento sindical no sólo está confrontada al doble desafío que representan la crisis ecológica de un lado y la ofensiva neoliberal del otro. Está además afectada por los propios cambios que ha experimentado la vida laboral en el capitalismo, las transformaciones sociales que el mismo ha generado y sus efectos sobre la concepción del trabajo que motiva las vidas de mucha gente. En el capitalismo tradicional había una clara diferenciación entre una minoría capitalista cuya actividad productiva se centraba en las tareas de dirección y el resto del mundo de asalariados, que se percibían a si mismos como clase trabajadora (por más que una parte importante de la población femenina realizaba su actividad laboral en el ámbito doméstico o, bastante habitualmente, se insertaba en parte en la actividad mercantil- trabajo a domicilio, actividades informales a tiempo parcial). Fuera queda el, durante bastantes años, el importante campo de los autoempleados, especialmente agricultores independientes (que ocasionalmente podían convertirse en asalariados temporales), comerciantes o artesanos. Y la lógica de la acción sindical se concentraba en tratar acotar el campo de poder empresarial (por ejemplo mediante la regulación de la jornada laboral) y en mejorar salarios y condiciones de vida. Las desigualdades de clase se traducían también en diferencias en el plano educativo y las formas de vida (Hobsbawm por ejemplo ha mostrado que la vida extra-laboral de la clase obrera masculina británica podía resumirse en “pub y futbol”). Hoy está pintura es bastante más compleja. Si bien el segmento de no asalariados se ha reducido, la configuración de los asalariados no puede en-

tenderse una clase social homogénea. Un cambio que ha sido en parte producido por el propio desarrollo capitalista- creación de las grandes empresas que requieren de un enorme ejército social destinado a realizar las actividades de dirección y control que anteriormente realizaban directamente los propietarios capitalistas; mercantilización creciente de actividades que antes eran exclusivas de las élites o estaban en la periferia del sistema- y en parte resultado del propio éxito de las luchas obreras en conseguir el acceso a la educación, en extender los servicios públicos. Cambios que han alterado de nuevo la visión del trabajo. Simplificando hoy podemos considerar que en el seno de las clases asalariadas coexisten, cuando menos, tres concepciones del trabajo diferentes.

L

a lucha por el trabajo digno que ha constituido la base del movimiento sindical no sólo está confrontada al doble desafío que representan la crisis ecológica de un lado y la ofensiva neoliberal del otro. Está además afectada por los propios cambios que ha experimentado la vida laboral en el capitalismo, las transformaciones sociales que el mismo ha generado

Una es la versión tradicional, el trabajo como una actividad inevitable, como una carga que hay que regular en duración y condiciones. Otra la que se desarrolla a partir de la extensión de la educación, la creación de una cultura de la carrera profesional (no sólo en ámbitos técnicos, el deporte es por ejemplo un gran creador de mitos vitales). Se trata de una cultura donde el éxito profesional se antepone a cualquier otra consideración social y este éxito profesional conlleva una aceptación acrítica del trabajo como un medio para la misma (como decía hace en una entrevista a eldiario.es un triunfador en el mundo del software “la vida en Silicon Valley es trabajar y trabajar”). Se trata de una configuración del trabajo que se desarrolla en la esfera educativa y genera individuos que perciben la vida como competencia y rehúyen la vieja lógica obrera de tratar de acotar la actividad laboral y el

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 44

poder del capital. Es además un mundo que tiende también a ignorar todas las determinaciones que provienen del trabajo domestico y la lógica de los cuidados, un mundo de valores muy masculinos (por más que también hay mujeres involucradas). La tercera opción es la del trabajo como una actividad de complemento, fundamentalmente de ingresos, respecto a la actividad principal. Una visión en la que coinciden tanto personas cuya vida gira básicamente fuera del mundo mercantil (no sólo amas de casa, también personas que participan de formas de vida hasta cierto punto anticapitalistas) con miembros del segundo bloque que participan, sobre todo en su fase de formación, de actividades remuneradas que perciben como un expediente de paso. Lo que tienen en común estos sectores es que su vivencia del mundo laboral tampoco conduce a tratar de cambiar las normas de juego en las que se desarrolla. El fraccionamiento que he tratado de describir no sólo afecta a las actitudes frente al sindicalismo y las acciones para ampliar el espacio de los derechos laborales. Genera también una visión normativa sobre el empleo que tiene un enorme impacto social. La economía convencional, la principal ideología legitimadora del capitalismo, ha dotado de un importante arsenal de instrumentos ideológicos para naturalizar las desigualdades, en forma de teoría del capital humano y la asociación de cualificación con educación formal. No se trata tanto de reconocer que para cada actividad laboral se requiere un proceso formativo específico cuyos poseedores están en condiciones de realizar mejor una determinada actividad, sino de justificar una verdadera jerarquía social que sitúa a los detentadores de un determinado nivel educativo en un plano de superioridad respecto al resto. La cultura de la carrera profesional no afecta sólo a la forma como la gente se relaciona con el capital y su propia vida sino también como se relaciona con el resto de trabajadores. Y ello tiene un doble efecto. El más importante desde el punto de vista de la clase obrera es que ha generado una devaluación del reconocimiento social de la mayoría de trabajos manuales, una devaluación que ha favorecido todas las prácticas laborales neoliberales. Y de otra que provoca una evaluación de la utilidad social más centrada en quién hace qué en lugar del valor social que realmente tiene cada actividad.

Por clarificar hoy la mayor parte de actividades que realiza la gente común, que en la práctica requieren el dominio de saberes, la experiencia, la dedicación esmerada (algo que vale para actividades como la limpieza, los cuidados personales, la cocina, la construcción y un largo etc.) se consideran “descualificados” y con ello se legitiman las malas condiciones de empleo y un cierto “estigma” a quien las realiza. Y al mismo tiempo nunca se produce ni una evaluación de la verdadera dificultad de las actividades “cualificadas” ni mucho menos de su verdadera utilidad social. Entre ellas hay muchas dedicadas a producir bienes social y ecológicamente innecesarios, otras

L

a economía convencional, la principal ideología legitimadora del capitalismo, ha dotado de un importante arsenal de instrumentos ideológicos para naturalizar las desigualdades, en forma de teoría del capital humano y la asociación de cualificación con educación formal.

directamente orientadas a mantener el control social (publicistas, creadores de opinión...) y otras incluso directamente productoras de males sociales (desde el diseño y difusión de armas sofisticadas hasta el inmenso ejército de técnicos dedicado a facilitar el capitalismo especulativo). Es imposible pensar en un mundo social y ecológicamente responsable sin luchar en el plano de las prácticas, las estructuras y los valores que legitiman un modelo social pensado solo para la reproducción del capital. En el plano más concreto de la acción sindical la lucha por defender una vida laboral acotada, digna, bien engarzada con el resto de la vida social va a ser imposible si no se cuestionan las bases que producen estas fragmentadas y jerarquizadas culturas del trabajo. IV Es evidente que las cuestiones que he planteado tienen una enorme dificultad para el sindicalismo, puesto que requieren vías de intervención que a menudo están fuera de sus capacidades reales de acción. Pero por otra parte parece evidente que

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 45

la amplitud de los cambios que se han producido en la última fase de desarrollo del capitalismo y la persistencia y empuje de las políticas antisindicales ponen en peligro la persistencia del sindicalismo tradicional y amenazan con relegarlo a un espacio muy reducido de la vida social. Por esto considero que la única opción viable pasa por articular la acción sindical en un plano más amplio de movimientos y de acciones políticas tendentes a bloquear las derivas cada vez más insoportables del capitalismo actual y a hacer emerger un marco institucional global más amable con las personas y la naturaleza. No es una cosa totalmente nueva. La propia existencia del sindicalismo ha dependido siempre de alianzas con corrientes políticas que han garantizado las condiciones básicas para su actuación. Ahora las necesidades de cambio son mayores que nunca porque exigen no sólo un reconocimiento de derechos sino también una reorientación de toda la actividad económica. En este contexto hay alguna cuestión que el sindicalismo puede realizar porque tiene una larga experiencia. Es la lucha por restablecer un marco social igualitario. Hay dos campos básicos de actuación en este sentido. Uno es el de restablecer el reconocimiento social del trabajo “manual” discutiendo a fondo (y hay buenos argumentos) toda la cuestión de la productividad y sobre todo la del valor social de los empleos “descualificados”. El otro es el de discutir los derechos capitalistas en el uso de la fuerza de trabajo, todo lo que emana de la cuestión de la “flexibilidad laboral” de la que se deriva un enorme deterioro de las condiciones laborales. Antes de conseguir victorias en estos campos hay que construir hegemonía social y esta requiere de buenos argumentos. Y en este campo tenemos dos buenas líneas de construcción. Una es la que curiosamente puede inferirse a partir de la lectura de un liberal como Adam Smith, para quien los salarios debían compensar las ventajas y desventajas netas del trabajo. O sea que la cualificación es sólo una parte de la cuestión, la dureza, la temporalidad, el prestigio social etc. también cuentan y por esto hay que “compensar” los empleos que están en la cola de la escala social, los que nadie quiere hacer. La otra es la de exigir una evaluación correcta de las ventajas y costes

sociales que genera la flexibilidad, sus muchos impactos sobre el bienestar colectivo. Una reestructuración ecológica requiere sin duda un cambio profundo en la estructura productiva que afecta a los empleos. Y este ha sido el mayor punto de desencuentro con el sindicalismo. Pero la defensa del empleo existente se ha mostrado casi siempre débil frente a las políticas de reestructuración productiva que provoca la dinámica capitalista. Defender un sector indeseable

U

na reestructuración ecológica requiere sin duda un cambio profundo en la estructura productiva que afecta a los empleos. Y este ha sido el mayor punto de desencuentro con el sindicalismo. Pero la defensa del empleo existente se ha mostrado casi siempre débil frente a las políticas de reestructuración productiva que provoca la dinámica capitalista.

no garantiza que el empleo vaya a ser estable (hace unos años en Catalunya hubo una importante movilización sindical en defensa de una regulación favorable al sector de la moto que acabo siendo atendida, pero a los pocos años los fabricantes decidieron cerrar y hoy el sector es totalmente marginal). Más bien una política propositiva que incluya cambios en el sentido de la sostenibilidad y que pueden plantearse como reducción de unos empleos, creación de otros, políticas de jornada laboral y políticas diseñadas para, en el caso que sea necesario facilitar la transición entre unos empleos y otros tienen más posibilidades de éxito que la mera defensa de lo existente. Requiere entrar a cuestionar una de las prerrogativas del capital, pero hoy esto ya constituye una necesidad esencial si queremos evitar la continuidad del desastre. Y este solo lo puede evitar una alianza social de las fuerzas y movimientos que plantean que la actividad económica debe ser un medio para el bienestar, no un objetivo en sí misma que beneficia a una minoría. 3

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 46

CONVERSACIONES

PEDRO MARTÍNEZ MONTÁVEZ ARABISTA, CATEDRÁTICO EMÉRITO DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID

‘Se seguirán produciendo grandes disturbios sociales, grandes protestas mientras no se conquisten las libertades’ Carmen Rivas

L

a situación de inestabilidad y guerras abiertas que afecta a países del otro lado del Mediterráneo y, en particular la inestabilidad que viven buena parte de los países árabes son los asuntos de los que hemos hablado con Pedro Martínez Montávez, una de las personas con más conocimientos e información contrastada en torno a lo que sucede en esa zona del mundo y, en particular, en lo que se refiere al Conflicto del Próximo Oriente. Tras licenciarse en Historia y Filología Semítica se decantó por los estudios árabes modernos por su contacto directo con los países árabes, pues recién licenciado en Historia, consiguió una beca para ampliar su formación en el Centro de Estudios Marroquíes de Tetuán (Marruecos) donde permaneció el curso 1955-56. Entre febrero de 1957 y junio de 1962 residió en Egipto, en donde primero fue profesor y después director del Centro Cultural Hispánico de El Cairo y director de la Sección de Español de la Escuela Superior de lenguas de la prestigiosa Universidad cairota de ‘Aym Chams. El Cairo le marcó para toda la vida e hizo que el atractivo de lo actual, de lo vivo, se infiltrara en su ser. Él mismo ha dicho: “allí conocí una lengua, conocí un pueblo, conocí una manera de ser, y empecé a intentar conocer a los árabes; y esa es una aventura apasionante, tan apasionante que no la he terminado y soy consciente de que no la voy a terminar a lo largo de mi vida”. En 1970 obtuvo la cátedra de Lengua y Litera-

E

l Occidente nunca ha tenido una visión panorámica del mundo árabe, nunca se ha ocupado de los procesos, siempre ha visto sólo los instantes. Es curios esto porque cuando el occidente se mira así mismo, estudia los procesos para explicarse el instante, eso no lo hace cuando estudia el mundo árabe.

tura Árabes de la Universidad de Sevilla, lo que le puso de nuevo en contacto con su tierra natal y su cultura andaluza. En 1972 opositó con éxito a la cátedra de Lengua y Literatura Árabes en la Universidad Autónoma de Madrid, donde ha permanecido hasta su jubilación en el 2002. Ese año fue nombrado profesor emérito, puesto que desempeñó hasta cumplir los 74 años. Decenas de libros, cientos de artículos, innumerables tesis dirigidas, multitud de congresos, seminarios, conferencias y viajes, realizados a in-

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 47

vitación y demanda de prestigiosas universidades e instituciones de todo el mundo, nos hablan de que es uno de los arabistas contemporáneos más influyentes y reputados. Su trabajo se ha centrado en el campo del pensamiento y la literatura árabe contemporánea, terreno en el que ha sido precursor dentro del arabismo español. Pedro Martínez Montávez ha sido crucial para dar a conocer al público hispanohablante a autores como Naguib Mahfuz, Nizar Qabbani, Mahmud Darwish y otros muchos. Carmen Rivas. Oriente Próximo y el Norte de África son puntos de interés político, religioso y cultural. Lo que se ha dado en llamar “primavera árabe”, la guerra de Siria, la situación de inestabilidad y de revueltas de países como Libia, Egipto, Yemen, Túnez…países muy próximos por razones geográficas y culturales, nos llevan a intentar conocer y entender, al menos, algunas de las claves de lo que está ocurriendo. Usted es una referencia en este campo del conocimiento y la persona a mi juicio más documentada para explicarnos lo que está ocurriendo y sus causas. Pedro Martínez Montávez. En primer lugar, habitualmente cuando hablamos del llamado mundo árabe, que es una denominación occidental, yo creo que cometemos varios errores de base, que luego se reflejan en los presuntos análisis que hacemos. Uno de ellos es pensar que lo que podemos denominar también crisis del mundo árabe es muy reciente. No. Es todo lo contrario. El mundo árabe que podemos llamar contemporáneo, es decir aproximadamente de los dos últimos siglos más o menos, si se caracteriza por algo es por que se encuentra en una sucesión de crisis constantes interminables. El llamado mundo árabe está en crisis, no exagero, desde el paso del siglo XVIII al siglo XIX. El occidente nunca ha tenido una visión panorámica del mundo árabe, nunca se ha ocupado de los procesos, siempre ha visto sólo los instantes. Es curios esto porque cuando el occidente se mira así mismo, estudia los procesos para explicarse el instante, eso no lo hace cuando estudia el mundo árabe y no lo hace porque no lo estudia, es decir reacciona a lo que ocurre en lo inmediato pero no lo estudia. Si lo ves desde el proceso, esa panorámica empieza a tener perspectivas diferentes. Al menos, hay que

pensar que dentro de esa cadena de crisis acumuladas, a mediados del siglo XX se produce algo que es fundamental para intentar comprender lo ocurrido después en esa zona. La creación del Estado de Israel es un hecho fundamental. Entre otras cosas porque con la creación del Estado de Israel que se debió, entre otras cosas, al remordimiento que occidente tenía ante el holocausto y las constantes y crueles persecuciones que habían sufrido los judíos, pues pagaron el pato gente que no había intervenido en ello. Y esto hay que tenerlo muy claro.

E

l mundo contemporáneo se ha ido ordenando como una serie de estados nación, que muchas veces no correspondían ni a sus fronteras, ni a su cultura y que han ido fracasando uno tras otro. Ningún régimen instalado en esos estados naciones ha tenido una consolidación suficiente.

Carmen Rivas. Han pasado más de 60 años desde la creación del Estado de Israel, la situación no es la misma de entonces, son muchos los acontecimientos acaecidos y los hechos que se han desarrollado en la zona. Otros hitos han marcado el pasado y van a tener importantes repercusiones en el presente y futuro de la zona. Pedro Martínez Montávez. Otro momento fundamental para el desarrollo de todo este proceso hay que situarlo en la los años 70. A lo largo de esa década, inmediatamente después de que los países árabes perdieran frente a Israel la llamada “guerra de los 6 días”. Esa derrota tuvo consecuencias funestas par las tesis panarabistas. Es decir, supuso el fracaso de las tesis nacionalistas árabes en su conjunto, no las de cada país en concreto, sino del panarabismo con el fracaso evidente de su formulación más concreta que fue el Naserismo. También sufrieron esa derrota lo que podemos llamar las tentativas del socialismo árabe. Y fruto del agotamiento de los planteamientos panarabistas y socialistas y como contra peso a ese declinar y ese agotamiento, renacieron

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 48

y cogieron nueva revitalización las teoría islamistas. Carmen Rivas. Me llama la atención que en los países árabes las vertientes más radicales del Islam estén protagonizando unas situaciones de violencia que, les han permitido el control de algunas zonas de Iraq y Siria, con un coste muy alto para su población civil y también para la estabilidad política y social. En alguna ocasión usted ha dicho que Siria es el corazón de esa zona del mundo. Me gustaría que nos explicase el contexto de esa afirmación. Pedro Martínez Montávez. El mundo contemporáneo se ha ido ordenando como una serie de estados nación, que muchas veces no correspondían ni a sus fronteras, ni a su cultura y que han ido fracasando uno tras otro. Ningún régimen instalado en esos estados naciones ha tenido una consolidación suficiente. Dentro de esos estados naciones el que suponía una quiebra mayor con las situaciones anteriores y con las aspiraciones que en determinado momento se tuvieron, fue precisamente Siria. Si miramos el mapa advertimos que el mapa del próximo oriente está absolutamente dislocado política y administrativamente, las fronteras son en su mayoría artificiales y la mayor amputación, posiblemente, de lo que podía haber sido una visión arábiga de la zona fue la que tuvo como origen a Siria. Siria fue empequeñecida dentro de esa visión panarábica. A todo esto hay que añadir que el próximo oriente es lo que la mayoría de los politólogos estadounidenses llaman un cinturón de quiebra, es decir, una zona sacudida tanto por posibilidades de fragmentación interna como de actuación externa. Es una zona en la que confluye, como en muy pocas otras zonas del planeta, las posibilidades de fragmentarización internas con la actuación de los agentes externos. Esos agentes externos que durante toda la época colonialista actuaron a las claras han sido sustituidos por agentes, tendencias, compromisos, pactos, alianzas neocolonialistas que han tenido una influencia inmediata en toda la zona mucho más soterrada no solamente polí-

L

o que podemos llamar la visión islámica de la sociedad pone el papel de la mujer clarísimamente en lo que podemos denominar la esfera de lo privado. Y lo público es lo del hombre.

tica, sino claramente económica y cultural. Todo esto ha ido propiciando a lo largo de los años que el próximo Oriente, sea el lugar matriz de los conflictos. No como consecuencia de la incapacidad política y de las constantes derrotas a las que se han visto sometidos sino como consecuencia también de su incapacidad para habilitar formulas de ejercicio de las libertades públicas. No se debe a un vacío de cultura como creemos nosotros, sino a un vacío de libertad. Países donde no han funcionado mecanismos de igualdad social, donde no han funcionado mecanismos de representación política, sindical, social. Gobiernos que no estaban políticamente suficientemente legitimados y que no estaban capacitados para desarrollar una labor política medianamente aceptable, naturalmente tenían que ir propiciando el clima de inseguridad, de protesta social. Lo que se ha venido aquí llamando la primavera árabe, que ha sido de momento el último estallido de esta situación y cuyos orígenes no conocemos suficientemente todavía, no ha sido nada más que la penúltima demostración hasta ahora de algo que se venía acumulando desde hace muchísimo tiempo. Uno de los últimos libros que publiqué, que recogía artículos

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 49

publicados en la prensa durante los últimos diez años lo titulé: Pretensiones occidentales, carencias árabes. Pues ese título es verdad. Occidente no ha renunciado ni mucho menos a estar no solo presente allí, sino a intervenir y dirigir y los árabes en conjunto son absolutamente incapaces de buscar mecanismos, por una parte de reacción, por otra parte de solidaridad interarábiga y de secularización de la sociedad. Carmen Rivas. Hablando de secularización, parece que lo que ocurre va precisamente en sentido contrario. Aunque aparentemente recibimos mucha información, me parece que carecemos de datos y conocimientos suficientes para entender como y por qué surge el estado islámico, de que ideología se nutren, como se organizan. Datos necesarios para hacernos una composición de lugar…. Pedro Martínez Montávez. No sabemos exactamente de donde vienen. Lo que si podemos es habilitar algunas explicaciones parciales que traten de explicar porqué ha surgido esta, en principio alternativa. Tengo claras algunas cosas. Uno de los motivos principales por los cuales se han ido aglutinando estas fuerzas islamistas, extremistas, ha sido la desdichada política estadounidense en la zona. Estados Unidos no ha hecho nada más que acumular error tras error en la esa parte del mundo. A mi me ha parecido siempre sorprendente, por que yo nunca he aceptado esa idea que se ha tenido durante mucho tiempo de que la administración estadounidense era ignorante de lo que pasaba en la zona, todo lo contrario. Entonces, si no ignoraban, si conocían la zona y tenían suficiente información porqué han cometido esos errores, es una paradoja, es algo inexplicable. Carmen Rivas. La presencia de Estados Unidos en la zona ha sido continúa y, generalmente muy activa, con intervenciones contundentes, invasiones, apoyos discutibles, en fin una política muy beligerante y de “aquí estoy yo” que comienza en Afganistán. Pedro Martínez Montávez. Desde la errónea intervención en Afganistán y la más errónea in-

tervención en Iraq que se sucedió en varias etapas no han hecho nada más que acumular errores y yo me pregunto ¿Porqué la administración estadounidense ha cometido esos errores cuando tenían suficiente información y conocían suficientemente el terreno sobre el que actuaban. Al mismo tiempo tengo otra cosa clara y es que el llamado mundo árabe no puede vivir sin habilitarse mecanismo de libertades públicas, las sociedades y los pueblos árabes no pueden seguir

D

urante mucho tiempo hemos tenido una visión del mundo árabe que era monolítica y de pronto nos hemos dado cuenta que no. Y los que nos parecía un todo resulta que tiene muchas partes diversas, que es heterogéneo y dentro de esto convergen en muchas cosas y divergen en muchas otras.

sometidas a un régimen de aparente organización social en donde las expresiones de libertad son prácticamente inexistentes y meramente formales, nada más. Carmen Rivas. Si hablamos de libertades, tenemos que hablar de la mujer en los países árabes. Algunos datos e informaciones indican que la situación de la mujer en esa zona del mundo ha sufrido un claro retroceso y que el mayor peso de la religión en la organización social parece favorecer la exclusión e infravaloración de las mujeres. Pedro Martínez Montávez. En conjunto, con los regimenes genéricamente llamados panarabistas y socialistas, es evidente que, en ese concepto de secularización parcial, las mujeres fueron ocupando espacios de actuación pública mucho mayores que los que tenían anteriormente. No es menos evidente que al fracasar esas tendencias secularizantes propiciadas, sobre todo, por los regimenes de cuño panarabistas y socialistas, más o menos flexibles y,ocupado ese espacio por tendencias islamistas, es también evidente que con la mujer se han vuelto a formulas de actuación social que están mucho más en consonancia con

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 50

las situaciones tradicionales anteriores. Lo que podemos llamar la visión islámica de la sociedad pone el papel de la mujer clarísimamente en lo que podemos denominar la esfera de lo privado. Y lo público es lo del hombre. Se seguirán produciendo grandes disturbios sociales, grandes protestas mientras no se conquisten las libertades Durante mucho tiempo hemos tenido una visión del mundo árabe que era monolítica y de pronto nos hemos dado cuenta que no. Y los que nos parecía un todo resulta que tiene muchas partes diversas, que es heterogéneo y dentro de esto convergen en muchas cosas y divergen en muchas otras. Aquello en lo que divergen son los intereses materiales, en los mecanismos de seguridad. Convergen en las cuestiones espirituales, por ejemplo, la lengua, por eso cualquier planteamiento antiárabe niega la existencia de la lengua árabe. En eso coinciden en lo espiritual, en la cultura acumulada. Es un mundo profundamente heterogéneo. Algo que se está tratando de provocar en el próximo oriente es una reordenación de la zona, una formula de recomposición en la cual, lo que podemos llamar la arabidad, va a salir perdiendo, los agentes locales, regionales que son fundamentalmente cuatro: la arabidad, la iranidad, la turquidad y la israelidad están presentes desde hace tiempo. Algo que se pretende desde fuera es que ninguno de esos principios sean predominantes, se trataría de que haya una nueva balanza de poderes. Dentro de esa balanza, la arabidad va a salir perdiendo si no sabe organizarse y parece que no sabe organizarse. La disputa se va a establecer entre las otras tres. Y eso es lo que se está viviendo en la actualidad. También tengo clara otra cosa. Casi me atrevería a afirmar que los próximos acontecimientos más importantes se van a producir en la península arábica. La situación de Iraq, Siria, Jordania, Líbano, Egipto y yo me atrevo a pensar que el escenario de las concentraciones, la situación en la que están los Emiratos Árabes Unidos, el cambio que se ha producido en la línea sucesoria de Arabia Saudí, es la península arábica y a lo mejor ese es el último escenario de la tragedia.

E

l peligro mayor que tiene el Estado Islámico es para los propios musulmanes y esto viene a empeorar la situación de los enfrentamientos confesionales entre los dos mundos interpretativos del Islam. El peligro mayor que tiene el Estado Islámico es para los propios musulmanes y esto viene a empeorar la situación de los enfrentamientos confesionales entre los dos mundos interpretativos del Islam. Carmen Rivas. En todo esto, donde queda Palestina, sus reivindicaciones, su pueblo, su tierra, sus derechos. Pedro Martínez Montávez. Curiosamente, los disturbios que ha habido en el mundo árabe no han favorecido la causa Palestina. Los atentados islamistas tampoco favorecen el hecho palestino. A Palestina eso no le favorece nada. Una reivindicación que siempre ha sido una petición absolutamente justa, como han sido los derechos del pueblo palestino pues está peor que hace unos años. ¿Qué está ganando el proyecto palestino con todo esto? Yo creo que va perdiendo posibilidades. Como dice un periodista: palestina ha dejado de ser noticia, ya no vende, no es noticia de primera página. 3

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 51

Ricard Ibarra Ollé | Presidente de Archiveros sin Fronteras

Archiveros sin Fronteras: Solidaridad archivística al servicio de la memoria histórica y los derechos humanos

L

a Organización no Gubernamental Archiveros sin Fronteras (AsF) se constituyó en Barcelona en el año 1998, con el propósito de acometer proyectos solidarios en el ámbito de los archivos y del patrimonio documental en general. En el plano profesional, la constitución y la actividad de AsF es, sin duda, un componente de normalización de la profesión de archivero, de forma que, igualmente a otras profesiones más conocidas y reconocidas que realizan meritorias tareas de solidaridad internacional, los archiveros puedan aportar también su grano de arena. En este sentido, es evidente el papel clave del patrimonio documental como testimonio de la memoria histórica y la identidad de los pueblos y de las instituciones, entidades y personas que los conforman y, en la vertiente mas social, a menudo como prueba de las vulneraciones de los derechos básicos de los ciudadanos, un aspecto en el que los archivos desempeñan un papel fundamental. Por otra parte, la correcta gestión de los archivos públicos permite conseguir una mejora en la organización administrativa de las instituciones, factor clave para garantizar los derechos de los ciudadanos, ya sea respecto al acceso a la información que les atañe o a la necesaria transparencia que las administraciones deben aportar; por tanto, la relación entre buen gobierno y eficacia archivística es estrecha, aunque aún hoy sea todavía un factor a mejorar. Los principios que inspiran a AsF son los de cooperación y solidaridad en todo aquello que afecta a la gestión documental y los archivos, en este sentido, trabajamos con las instituciones y entidades que tienen su patrimonio documental en peligro por causas ajenas a su voluntad, como pueden ser los países que han sufrido desastres naturales, conflictos bélicos o en los cuales sus ciudadanos hayan sido perseguidos por su ideología o creencias.

L

a correcta gestión de los archivos públicos permite conseguir una mejora en la organización administrativa de las instituciones, factor clave para garantizar los derechos de los ciudadanos, ya sea respecto al acceso a la información que les atañe o a la necesaria transparencia La dimensión internacional de la entidad se concreta en la existencia a día de hoy de asociaciones de Archiveros sin Fronteras en un total de 12 países, además de España: Argentina, Bolivia,

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 52

Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Estados Unidos, Francia, México, Peru, Uruguay y Noruega. AsF ha participado y participa en diversos proyectos que tienen en el tratamiento archivistico el principal componente para la defensa de los derechos humanos; por citar algunos, podríamos mencionar el Proyecto de recuperación y acceso a los archivos de regímenes represivos de Latinoamérica, un trabajo iniciado en 2005, que fue presentado en sociedad en junio de 2012, y que ha dado lugar a una web en donde se centraliza la información que aportan las diferentes organizaciónes de Archiveros sin Fronteras de Latinoamérica; o también el apoyo al archivo Nacional Saharaui, un elemento clave en el mantenimiento de la identidad nacional del pueblo saharaui. Igualmente, se está apoyando el trabajo del Archivo Histórico de la Policía Nacional de Guatemala, hallado en 2005, que está permitiendo encontrar abundante información de personas desaparecidas y sobre la función represora de este cuerpo de seguridad guatemalteco, en colaboración con el ejército, sobre la población civil. AsF forma parte del Consejo Consultivo Internacional, un organismo que vela por la integridad del fondo del archivo y apoya su trabajo, al mismo tiempo que realiza difusión de la importancia del archivo como testimonio de las atrocidades cometidas por los regimenes dictatoriales en Guatemala, y aporta material de tratamiento archivístico en la medida de sus posibilidades. También se está trabajando en la organización y el tratamiento de los archivos de los “Casals Catalans”, que permite conocer y preservar la memoria histórica de la emigración catalana a América, así como el exilio provocado por la Guerra Civil. En España, AsF ha organizado diversas Jornadas: La protección del patrimonio documental en el ámbito de la cooperación internacional (2001) Archivos y Derechos Democráticos (2003), Archivos y Desarrollo (2005) Los Cooperantes, el

eje de la cooperación (2007) Cooperar formando, formando cooperantes (2010), Archivos, identidad y exilio (2012) y el Congreso Internacional Archivos y Derechos humanos: el acceso y la desclasificación de los documentos (2008). Está actividad se inscribe en la dinámica de realizar difusión sobre la importancia del papel de los archivos, especialmente para sensibilizar a la so-

E

l derecho a la información debe ser un valor de primer orden en cualquier sociedad democrática y los archivos deben ser el mecanismo sobre el que se asiente este derecho

ciedad sobre esta estrecha relación con la defensa de los derechos humanos y colabora con la Plataforma para la Comisión de la Verdad, en sintonía con los criterios de justicia y transparencia que guía su actividad. Asimismo, AsF colabora en España con la Plataforma para la Comisión de la Verdad, un organismo que persigue, entre otros objetivos, el acceso y la desclasificación de documentos de la guerra civil y la posguerra, hoy aún catalogados de reservados, para poder determinar posibles responsabilidades de vulneración de los derechos humanos y disponer en cualquier caso de una memoria histórica correctamente documentada. Ciertamente, el derecho a la información debe ser un valor de primer orden en cualquier sociedad democrática y los archivos deben ser el mecanismo sobre el que se asiente este derecho, por ello resulta de plena actualidad aquella frase que se inculcaba a los estudiantes de archivística, allá por los años 90: la calidad democrática de una sociedad se mide por el funcionamiento de sus archivos. Entonces lo veíamos claro, hoy, todavía mas. 3

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 53

Susana Alba | Fundación 1º de Mayo

El problema de los super-millonarios LINDA McQUAIG & NEIL BROOKS: El problema de los super-millonarios: cómo se han apropiado del mundo los super-ricos y cómo podemos recuperarlo. Madrid, Capitán Swing, 2014, 299 págs.

Digamos de entrada que El problema de los super-millonarios es un libro altamente recomendable en los tiempos que estamos viviendo. Su lectura ayuda a comprender, más si cabe, las políticas llevadas a cabo en los últimos siete años y las consecuencias que su aplicación están provocando en nuestra sociedad. Cuando después de décadas se había conseguido reducir la desigualdad con una mayor redistribución de la riqueza y la educación, las viejas conquistas están desapareciendo, especialmente en nuestro país, según los datos e informes realizados por diversos organismos de probada solvencia. McQuaig y Brooks a partir de los casos de EE.UU. y Gran Bretaña, analizan los devastadores resultados que para el conjunto de la sociedad han tenido las políticas noliberales implementadas a partir de la década de los años ochenta del siglo pasado. Políticas que han provocado una enorme brecha social sin precedentes, entre las personas con más renta y las que tienen menos. Hecho significativo si atendemos, como bien señalan, a que se venía de una época -1940-1980- en la que las desigualdades se habían reducido, provocando sociedades más igualitarias, prósperas y de gran bienestar social. Los autores presentan un mundo catastrófico como resultado de una serie de iniciativas de causa-efecto que han ocasionado el enriquecimiento desmedido de unos pocos, en detrimento del conjunto de las sociedades del mundo occi-

dental. Afirman que el hecho de ser muy rico provoca la concentración del poder político en sus manos; es decir genera plutocracia. Esto supone una amenaza para el sistema político democrático y en última instancia la destrucción de la vida humana, ya que los lobbies de empresas de combustibles fósiles, en defensa de sus intereses económicos, están propiciando el cambio climático desoyendo todos los informes científicos sobre las desoladoras consecuencias que tiene el calentamiento para la vida del planeta.

L

os autores presentan un mundo catastrófico como resultado de una serie de iniciativas de causaefecto que han ocasionado el enriquecimiento desmedido de unos pocos, en detrimento del conjunto de las sociedades del mundo occidental.

Demuestran asimismo que el reparto equitativo de la renta es posible como bien hicieron, tras la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos y Gran Bretaña con el establecimiento del New Deal, la creación del estado del bienestar británico de Beveridge y su sistema de seguridad social, así como

NÚM: 70 • ABRIL 2015 • 54

la puesta en marcha de las políticas económicas inspiradas en las teorías de Keynes. En ambos países la mayor prosperidad económica tuvo lugar cuando las sociedades fueron más igualitarias. Es decir, cuando los más desfavorecidos contaban con la protección del estado y éste garantizaba unos servicios mínimos para todos haciendo que la economía se moviese, creara bienes y empleo y, por lo tanto, hubiese consumo y emprendimiento. Por otra parte, en el libro se señala que la desigualdad no es vista como una amenaza, ni se le otorga la importancia que se concede a la pobreza. Sin embargo, la desigualdad crea sociedades paralizadas, temerosas y mudas, incapaces de reaccionar por el miedo a perder lo poco que poseen. Los datos que se nos ofrecen demuestran que los países con sociedades más igualitarias y con mayor bienestar social, son aquellos que presentan los más sólidos sistemas democráticos y cuentan con un sistema fiscal vigoroso que garantiza los servicios a todos sus ciudadanos. Países con una fuerte clase media valoran más la educación, tienen mejores sistemas de gobernanza, con un mayor compromiso político y las administraciones funcionan mejor. Hoy los países nórdicos son los que más se ajustan a este modelo, al conservar niveles altos de protección social, un sistema fiscal elevado y sociedades más igualitarias. Con ello se destierra la idea de los partidos conservadores que afirman que los programas sociales financiados con los impuestos resultan ineficaces y de alto coste. Se critica asimismo en el libro el enriquecimiento desmedido por puro egoísmo sin que revierta en la sociedad, que es la que con su sacrificio ha generado las inmensas fortunas. Por eso se cuestiona la idea, muchas veces esgrimida por los ricos, de la meritocracia como base del enriquecimiento. Y ello porque las más de las veces procede de la pura especulación y no del talento. Son también los cambios legales y políticos que re-

cortan los derechos laborales y sociales, así como la legislación favorable a las empresas y a las finanzas los que dan lugar a la fortuna de unos pocos. No porque la hayan creado, sino porque se la han arrebatado al resto de la sociedad. En este punto, McQuaig y Brooks ponen como ejemplo el cambio en la regulación bancaria de la década de los años setenta y ochenta que dio lugar a la posterior crisis financiera de 2008. En efecto, pues con las nuevas reglas de juego cuando las inversiones temerarias resultaron exitosas los bancos se quedaron con los beneficios. Sin embargo, cuando salieron mal, las pérdidas fueron asumidas por los contribuyentes, con la intervención del Estado. Esta intervención estatal que ha castigado a la sociedad en su conjunto, ha de ser reparadora, según nuestros autores, mediante una redistribución de los nuevos beneficios. Esto significa un sistema tributario más progresivo, con subidas de impuestos a los más ricos. Porque, según creen firmemente, una mejor redistribución de la riqueza entre la sociedad hace que ésta tenga un mayor control sobre los procesos democráticos. De tal modo que facilita la promulgación de leyes favorables a los trabajadores que, por añadidura, reducen las desigualdades. Aunque El problema de los super-millonarios presenta un panorama algo sombrío, también ofrece posibles vías para salir de la crisis en la que permanecen las sociedades occidentales. Entre tanto, se ha producido la victoria de Syriza en Gracia, las políticas de gasto público de Obama, así como las primeras voces clamando en Europa soluciones distintas a la estricta austeridad. En España la izquierda se encuentra en un proceso de reconfiguración. ¿Quiere esto decir que algo en la sociedad occidental en general y en la española en particular empieza a cambiar? ¿Se confirma una mayor participación y exigencia por parte de la sociedad hasta el punto de querer tomar las riendas de su destino, sin plegarse a los intereses de unos pocos? 3

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.