REVISTA CIENTÍFICA ELECTRÓNICA DE PSICOLOGÍA ICSa-UAEH EDUCACIÓN PARA LA SALUD DESDE UNA VISIÓN INTEGRAL DE LA SALUD MENTAL: TENDENCIAS, FACTORES DE RIESGO, Y RE-EDUCACIÓN

June 7, 2017 | Autor: M. Solano Pérez | Categoría: Educación para la salud, Salud Mental
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EDUCACIÓN PARA LA SALUD DESDE UNA VISIÓN INTEGRAL DE LA SALUD MENTAL: TENDENCIAS, FACTORES DE RIESGO, Y RE-EDUCACIÓN Guevara Cabrera Maricela, López Martínez Ma. Angélica, Nava Chapa Graciela, Solano Pérez Claudia Teresa, Vera Guzmán Sergio Grupo de Investigación Multidisciplinario: Promoción y Educación para la Salud de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo Resumen Derivado de la integración de un grupo multidisciplinario de investigadores de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, donde convergen las disciplinas de Educación, Odontología, Psicología, Medicina General, Medicina Interna, Salud Pública, se llevó a cabo una breve revisión documental de investigaciones existentes acerca de la Salud Mental, con el objetivo de conocer cuáles son los factores de riesgo que se presentan con mayor frecuencia en este ámbito, así como la vinculación que aquellos pueden tener con la educación para la salud. El grupo multidisciplinario, que si bien realiza investigaciones en diversos campos de la salud, en esta ocasión ha elegido el campo de acción de la Salud Mental y sus diversos enfoques, puesto que considera al sujeto como un ser influenciado por diferentes representaciones psicosociales, como lo expresa Goncalves-Camara, determinadas por variables sociales, políticas, culturales, ambientales y económicas, y que pueden intervenir en el estado de armonía o de desequilibro del cuerpo-mente-emociones (entorno interno), en contacto con las relaciones interpersonales, las relaciones sociales y el medio ambiente (entorno externo). Ello demuestra el valor preventivo de la salud mental para una vida integral, enfatizando la influencia de la genética, así como la interrelación armoniosa del entorno familiar y ambiental, que en conjunto desempeñan un

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papel significativo en la compleja fórmula bioquímica de la mente y del organismo humano. (Goncalves-Camara, 2007) Introducción Actualmente en México como en otros países, no se dispone de servicios para la atención de la salud mental, y en caso de existir, están orientados al tratamiento farmacológico y no así a una detección temprana para prevenir dichas alteraciones. Esto hace evidente la imperiosa necesidad de buscar alternativas terapéuticas apropiadas, no farmacológicas, que sean más seguras, eficaces y de fácil acceso para el usuario, que le permitan un mejor bienestar dependiendo de la situación clínica en la que se encuentre, además de alternativas que permitan el desarrollo de un equipo interdisciplinario capaz de brindar al individuo un acompañamiento adecuando, donde se respete su identidad, personalidad, características y conducta. Lo anteriormente expuesto conforma las razones que motivaron al Grupo de Investigación de Educación para la Salud, para llevar a cabo una revisión documental de investigaciones en el ámbito de la psicología, vinculados con factores de riesgo así como su interacción con la salud pública y la educación para la salud. Para ello, se identificaron a distintos trabajos con diferentes líneas de investigación como la atención integral de la salud mental, predictores de conductas sexuales, factores de riesgo en adolescentes, el papel del psicólogo y la capacitación del trabajador de la salud, la prevención y la promoción de la salud mental, entre otros, que le permitieron al grupo de trabajo realizar un análisis de las estructuras sociales que intervienen en este ámbito, así como la identificación de los factores de riesgo que han sido observados por distintos autores competentes. 57

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En años recientes, la promoción de la salud ha ido tomando auge a partir de sucesos como el crecimiento de las poblaciones de las ciudades, los fenómenos migratorios, la variación en los patrones epidemiológicos, la globalización que ahora impacta directamente en el flujo de la información sobre la salud a nivel mundial, así como el aumento en diversos padecimientos. De igual forma, se sustenta en las condiciones no sólo clínicas, sino sociales, psicológicas y económicas que han afectado la labor de los sistemas de salud. Psicológicamente hablando, también se ha observado un movimiento evolutivo en este rubro, ya que de considerar, en épocas pasadas, como primordial a la psicología clínica con una tendencia curativa, ahora la psicología retoma el concepto de salud de la OMS2, para hacer énfasis en el “bienestar biopsicosocial”. De esta manera, toma relevancia la Psicología de la Salud, cuyo interés reside en priorizar la promoción de la misma y la prevención de enfermedades, cabe decir, no sólo mentales, sino de servirse de la psicología para prevenir todo tipo de enfermedades. En este sentido, la Psicología de la Salud propone un soporte epistemológico y práctico para las intervenciones psicológicas más allá de la clínica1. Así mismo, la actual comprensión de la importancia de la salud comunitaria, ha dado pie a que en regiones de Latinoamérica como Brasil, surjan nuevas profesiones, tal es el caso de el agente comunitario. Estos son algunos de los aspectos que dan pauta a los criterios de salud que hoy se demandan1. Aún más allá, la interacción de los psicólogos dentro del campo de acción de la salud pública promueve su aportación en el nivel primario de atención al paciente, lo que representaría un intento por satisfacer esa demanda profesional; sin embargo, aún pesa el nacimiento eminentemente clínico de la psicología, cuyo carácter curativo desborda el preventivo. Esto permite visualizar que el contexto actual de la salud pública exige que la prevención avance hacia niveles

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optimizados, a través de interacciones multidisciplinarias que converjan en un enfoque integral de la salud1. El presente documento pretende contextualizar el papel del psicólogo, en vinculación con otros profesionales de la salud, con respecto al usuario de los servicios en ese campo y de acuerdo con los tres niveles atención en salud, tomando en cuenta aspectos como la promoción y la prevención de enfermedades; además de reconocer las tendencias actuales sobre la psicología. Esto nos lleva a la interacción entre la psicología de la salud y la salud pública, reconociendo factores de riesgo presentes en algunos grupos específicos de población, hasta llegar a una visión integral de la salud mental1. GENERALIDADES ¿Qué

es

la

educación

para

la

salud?

La

UnitedStatesComittesonHealthTerminology define la Educación para la Salud (EpS) como "Un proceso de orden intelectual, psicológico y social que comprende actividades destinadas a incrementar la aptitud de los individuos a tomar decisiones (con conocimiento de causa) que afectan a su bienestar personal, familiar y social" Este proceso, inspirado en principios científicos, facilita el aprendizaje y el cambio de comportamiento tanto a nivel del personal de salud como de los consumidores”. En el campo de la Educación para la Salud y específicamente en el de factores de riesgo, en los que incurre tanto la población sana como la que presenta alguna patología, tienen un lugar importante las estrategias educativas que impactan en la salud de todos las personas y sobre todo en la identificación y disminución de los “factores de riesgo”, en los que incurren ellas mismas, con afectación a su salud3.

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De igual manera, las conductas de riesgo han sido discutidas históricamente desde distintos enfoques, algunos de los cuales consideraban como riesgo a las personas o grupos más susceptibles de enfrentar problemas físicos o sociales, debido a un tipo de conducta que no era aceptada social o legalmente4.

Sin embargo, aspectos como las epidemias, fueron tomando proporciones tan grandes que se hizo necesario hablar de conductas de riesgo y no más de grupos de riesgo. Todas las personas sin excepción, estaban sujetas a ser contaminadas, bastando, para eso, un único comportamiento que envolviera una situación de riesgo 4,5. El proceso “salud-enfermedad” En el mismo trabajo de investigación, García Moratalla menciona que el proceso “salud-enfermedad” es considerado como una construcción de las relaciones sociales del individuo con la sociedad. Se entiende desde éste punto de vista, a la enfermedad física o mental, como una alteración paradigmática que puede causar muertes, por ejemplo la bulimia, el consumo de sustancias psicoactivas, la anorexia, la psicosis, el suicidio, el asesinato, el secuestro, el desplazamiento y la extorsión, que pueden ser una manifestación de la alteración en la salud mental18. Entre las distintas consecuencias que puede generar la enfermedad mental se encuentran: sensación de desamparo, rabia, agresividad, pesadillas, desapego afectivo, alteraciones del sueño, evasión de responsabilidades, pérdida de interés, falta de motivación. Igualmente existen variables que intervienen en este proceso salud-enfermedad como: Historia.- La historia del sujeto nos permite comprender por qué su manera de actuar y de vivir condiciona su manera de enfermar o ser sano física y mentalmente y ser feliz. 60

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Cultura.- Cambios de conducta, como el sedentarismo y algunas patologías derivadas de esa cultura, con distinto acceso a la calidad de vida. Esto, condicionando la terminología de acuerdo a la clase social a que hiciera referencia, por ejemplo, enfermedad mental y la obesidad en las clases altas; la locura y la desnutrición en las clases bajas18.

El modelo político económico neoliberal actual.- En este modelo se nota una transformación en la que el ser humano, la salud, la educación y el alimento son considerados como mercancía, haciendo predominar la lógica de poder; con ello pone al individuo a elegir entre ser violento o no, comer rico o sano y a múltiples referencias de consumismo para estar a la moda y obtener lo que se quiera rápido y barato en un concepto de pseudo abundancia permanente, formando un individuo deshumanizado18. TENDENCIAS SOBRE LA SALUD MENTAL La Psicología de la Salud y el papel del Psicólogo en la salud De acuerdo con Pérez-Lovelle6, “la Psicología de la Salud es la suma de las contribuciones educacionales, científicas y profesionales de la disciplina psicológica a la promoción y el mantenimiento de la salud, la prevención y el tratamiento de las enfermedades, la identificación de la etiología y el diagnóstico de los factores asociados a la salud, la enfermedad, u otras disfunciones asociadas, así como al análisis y ayuda al sistema de salud y formación de la política sanitaria”6. Así mismo, dentro del nivel de Atención Primaria de la Salud (APS), las intervenciones se enfocarían en la salud general del individuo dentro de sus colectivos sociales, dando prioridad a la promoción de la salud y la prevención de enfermedades; en el nivel secundario, es decir, de la Atención Secundaria de

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Salud (ASS), tienen cabida las intervenciones especializadas, cuyo objetivo principal es la Salud Mental, campo en el que actúan los psicólogos clínicos. Finalmente, en el nivel terciario, de la Atención Terciaria de la Salud (ATS), se desarrollan las interacciones en los hospitales, así como las investigaciones epidemiológicas1. Lo anterior enmarca algunas connotaciones: incluida la promoción de la salud y la prevención de enfermedades como campo de desarrollo del Psicólogo de la Salud, así como también la compatibilidad existente entre las acciones de salud con la propuesta de trabajo del psicólogo en la Salud Pública1. La falta de acuerdo entre los conceptos de promoción de la salud y prevención de la enfermedad, han provocado confusión al momento de la interacción entre los diversos profesionistas de la salud, lo que complica el entendimiento y sobre todo la toma de acciones cuando se trata de atender al usuario de los servicios de salud. He aquí algunas acotaciones al respecto1. Aunque existen diversas acepciones, es común considerar a la Promoción de la Salud en general, como “el conjunto de actuaciones volcadas a la protección, mantenimiento y mejoría de la salud, y a nivel operativo, al conjunto de actuaciones (centradas en el individuo y/o en la comunidad) relacionadas con el diseño, elaboración, aplicación y evaluación de programas y actividades volcadas a la educación, protección, mantenimiento y mejoría de la salud (de los individuos, grupos o comunidades)” 7. Un punto de notable importancia destaca al asociar a la educación con la promoción de la salud, pues como afirman algunos autores8, “promover la salud significa educar, es decir, instaurar en la población un comportamiento que haya demostrado ser realmente efectivo para una salud óptima, lo cual requiere formar nuevas conductas, modificar actitudes, fortalecer motivos especiales y fomentar creencias favorables mediante relaciones funcionales: formulaciones 62

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verbales, campañas, desempeños, efectivos, trabajo en grupo, intermediación en centros laborales, intersectoralidad, etc., que propicien la condición de salud, y que además definan cómo esos comportamientos se han de instaurar”8. La experiencia indica que las acciones de promoción deban ser anteriores a las acciones preventivas, ya que éstas deben de pensarse con base en un perfil epidemiológico de la comunidad o del grupo específico al que se desea intervenir; la principal característica con que cuentan, es su facilidad para proponer y facilitar las acciones antes de que aparezcan las enfermedades. Por ello su compromiso es mejorar el potencial de salud sociogeológico de las comunidades. En cuanto a la Prevención de enfermedades, toda vez que el psicólogo de la salud ha realizado la promoción de la salud, deberá enfocarse hacia la prevención de enfermedades en los diversos niveles de atención sanitaria. De acuerdo con diversos autores9, “con la prevención se pretende disminuir la incidencia de enfermedades y su prevalencia mediante el acotamiento del período de duración de la enfermedad o la disminución de secuelas y complicaciones” 9. En pocas palabras, cuando disminuye la incidencia de enfermedades, se considera prevención primaria; se tratará de prevención secundaria cuando disminuya la prevalencia; y en cuanto se disminuyan las secuelas y complicaciones de las enfermedades, se tratará de prevención terciaria. Algunas de las posibilidades de asistencia psicológica en los tres niveles de atención sanitaria incluyen: prevención e intervención primaria, secundaria y terciarias. Como inicio, dentro de la prevención e intervención primarias, la prevención primaria debe estar directamente relacionada y condicionada a la promoción de la salud; sus acciones van dirigidas a los planes de educación para la salud (que podrán aportar contenidos de otras áreas de aplicación de la

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psicología: psicología del trabajo, psicología social, psicología comunitaria, psicología educacional)1. El objetivo es desarrollar prácticas de prevención que se prolonguen o se utilicen durante toda la vida. Por ende, la prevención primaria deberá hacerse antes de que se encuentre un problema concreto, utilizándose como guía de accione el conocimiento epidemiológico previo del colectivo que va a ser intervenido. En segundo lugar, respecto a la intervención primaria, tenemos que se trata de la intervención directa sobre una queja detectada en un individuo o en un colectivo. Es la actuación primera ante la presencia de un problema que deberá ser identificado y orientado10. La intervención primaria del psicólogo en el equipo de salud, aunque desempeñe un papel específico, deberá apuntar hacia unas prácticas interdisciplinarias y multi-profesionales, es decir, todo el trabajo necesita ser comprendido, planeado y ejecutado en equipos multi-disciplinarios. Se trata de incrementar cada vez más la mirada del proceso salud-enfermedad-cuidado vida-muerte como un fenómeno comunitario que se revela en las personas individualmente1. Por ello, para trabajar en este nivel de atención de salud, el psicólogo necesita un conocimiento más amplio de epidemiología, políticas sociales, antropología de la salud, sociología de la salud etc. A nivel de APS/UBS las intervenciones del psicólogo deberán priorizar la salud general y no la salud mental. A este nivel, la salud de un individuo en su colectivo social deberá considerarse como un todo y comprendida desde los distintos contextos biológico, psicológico, social, antropológico etc1. Para atender a estas acciones de salud el psicólogo deberá tener un perfil profesional que contemple los conocimientos teóricos y técnicos de psicología (clínica, comunitaria y social), epidemiología, salud comunitaria, políticas

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sociales, políticas públicas de salud, indicadores del desarrollo humano (IDH), además de una amplia gama de conocimientos1. Entre los principales temas de salud comunitaria para tomar acción, se encuentran: la prevención de trastornos alimenticios, del abuso de drogas legales

o

ilegales,

el

desarrollo

de

estilo

de

vida

saludable,

evitar

comportamientos de riesgo, la prevención de la violencia (urbana, de género, del tráfico,

etc.);

desarrollo

de

programas

sobre

sexualidad;

programas

particularmente volcados a la salud de los mayores, frente al envejecimiento de la población, etc11. En el mismo sentido, para la prevención e intervención secundarias, la prevención secundaria se lleva a cabo en los centros de especialidades y tiene como objetivo acompañar al paciente ayudándole en el seguimiento de su tratamiento, sea físico o psicológico, para prevenir el agravamiento de la dolencia. Los psicólogos de la salud que intervienen positivamente en este nivel echan mano del conocimiento producido a través de las investigaciones de las causas y factores asociados a la falta de adhesión al tratamiento. Conocer bien las características que llevan asociadas la falta de adhesión a determinados tratamientos facilita la formulación de programas preventivos además de utilizar las diversas actividades para prevenir comportamientos que refuerzan la dificultad del seguimiento. Ahora bien, en lo que toca a la intervención secundaria, la principal intervención se realiza en las asistencias especializadas, es decir, a atención a los problemas de salud mental tiene aquí su lugar apropiado para padecimientos más específicos. La intervención secundaria1 es el campo tradicionalmente más conocido y desarrollado tanto de la psicología como de las especialidades médicas en general. En términos de la psicología, posee un fundamento teórico/práctico bien 65

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sedimentado en la psicología clínica, es decir, es el campo en el cual se utilizan las técnicas más tradicionalmente desarrolladas de la psicoterapia. Y finalmente, la prevención e intervención terciarias, incluyen en primer lugar a la prevención de tercer nivel, la cual está relacionada con la asistencia a los problemas de alta complejidad derivados de los otros niveles de atención (1º y 2º), y con las investigaciones de salud. En general se hace en los hospitales pero también puede hacerse en los centros de especialidades1. La prevención terciaria incluye el seguimiento de pacientes en tratamiento clínico, quirúrgico, quimioterápico y radioterápico. De acuerdo con algunos autores “las intervenciones quirúrgicas son situaciones estresantes que suelen tener efectos negativos en el funcionamiento psicológico del enfermo, originando respuestas de ansiedad, depresivas, trastornos del sueño, de la alimentación, entre otras”12. Así que, la preparación para las cirugías es una actividad muy corriente en las asistencias a los adultos.

Es “la información proporcionada antes de la operación que, además de modificar respuestas cognitivas, puede producir cambios en las respuestas psicofisiológicas”12. Las técnicas de reducción o afrontamiento de la ansiedad son también muy utilizados en estas situaciones. Con los niños también se utilizan las informaciones preparatorias. Yamamoto y Cunha13, en una investigación sobre las acciones de los psicólogos en hospitales, describen como actividades propias de la labor del psicólogo hospitalario: la preparación de los pacientes para readaptarlos a la nueva situación después del diagnostico de cáncer, SIDA u otros. El objetivo de estas actuaciones es ayudar a que estos pacientes desarrollen una nueva expectativa de vida con otros valores que le den el soporte para afrontar la nueva realidad en consecuencia de la dolencia. 66

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Las acciones junto a las familias de los pacientes son una importante intervención preventiva, es decir, promover la orientación y la preparación de los familiares, de modo que disminuyan los impactos de la noticia de la enfermedad y facilite la adaptación del grupo familiar. El trabajo con las familias es esencial sobretodo en los casos en los que las enfermedades no son conocidas por las familias13. Considerando la importancia del papel de la familia en la recuperación de los enfermos, el trabajo desarrollado junto a ella enmarca de forma positiva la condición general del paciente. Y con respecto a la intervención de tercer nivel, en el ámbito de la psicología de la salud, tiene en la investigación una de sus más importantes actividades. El psicólogo de la salud investiga los factores biopsicosociales que intervienen en la etiología de los problemas de salud, analizando cómo el entorno sociocultural afecta a la salud-enfermedad-vida-muerte, en consecuencia de los estilos de vida1.

Así mismo, la cuantificación del riesgo (o factor de riesgo), constituye un elemento fundamental en la formulación de políticas sanitarias14. En cuanto al objeto de investigación de la Psicología de la Salud, ésta hace hincapié en la promoción de la salud y en la prevención de la enfermedad como forma de intervención, cuidando especialmente los aspectos metodológicos y analizando las variables desencadenantes del problema desde los tres sistemas que son responsables de la génesis de los mismos: biológico, psicológico y social. Su objetivo es, por lo tanto, identificar qué comportamientos son saludables y especialmente qué comportamientos son precursores de la salud12. Visión actual de la salud mental Conocer dónde estamos nos ayuda a saber hacia dónde queremos ir, aunque, también es importante retomar qué ha sucedido para llegar hasta el punto en el 67

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que nos encontramos, y en este apartado, con la finalidad de dar un bosquejo sobre la visión actual de la Salud Mental, primeramente se expondrá la línea histórica que ha marcado este ámbito de la Psicología. En España durante el 2007, la autora García Moratalla, encontró que entre 1960 y 1970, los primeros directores del NIMH (NationalInstitute of Mental Health) eran psiquiatras formados en salud, por lo que el desarrollo de las investigaciones preventivas estaba orientado al estudio de las patologías de la sociedad; las mayores estrategias preventivas de la época eran la educación y la ingeniería social. Considerando que la prevención era confusa y descoordinada, se crea un centro en el cual la prevención primaria era su actividad principal15. Para la década de los ochenta, los estudios estaban dirigidos hacia la biología, neurología y genética de los trastornos mentales. Las revisiones sobre la investigación preventiva concluían que: una investigación preventiva científica cuidadosa para una perspectiva de desarrollo debe buscar e identificar factores de riesgo y conducir estudios de intervención controlados para reducir estos riesgos.

Sin embargo, no se incluía la promoción en salud mental como parte de la estrategia principal de la prevención, y además la identificación de los factores de riesgo se realizaba a nivel genético, bioquímico y físico ignorando factores ambientales15. En 1999, el NationalAdvisory Mental Health Council a través del Workgroupon Mental

DisordersPreventionResearch:

«PrioritiesforPreventionResearch

al

NIMH» propone una definición de investigación preventiva más amplia a través de tres dominios mayores (pre-intervención, intervención y servicios de sistemas preventivos) 15.

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El reconocimiento de una necesidad mayor de recursos, el estímulo para programas de prevención que promuevan la salud mental y el bienestar, y las sugerencias de cambios en las normas comunitarias y sistemas de apoyo para obtener más beneficios, fueron las herramientas que impulsaron estrategias universales de prevención primaria y promoción de la salud15. Sin embargo, este modelo de prevención fracasó debido a la implantación de intervenciones a gran escala. Miller y Shinn15 enumeran algunos otros problemas como: la escasa capacidad de las organizaciones y comunidades para implantar los programas de prevención basados en la evidencia, y la escasa importancia que se da al grado de congruencia entre los valores de la comunidad y los programas. Se puede decir que la prevención primaria y promoción de la salud mental se encuentra en este punto desde entonces. Los esfuerzos iniciales de la prevención primaria van dirigidos a identificar los factores de riesgo y orientar los objetivos a advertir sobre los trastornos; pero, el énfasis sigue centrado en las acciones preventivas a escala individual15. Aunque es poco lo que se ha investigado sobre el procedimiento y los efectos de las políticas de salud pública en la prevención, resalta el mérito de la prevención primaria como estrategia de cambio en la población. La mayoría de los estudios necesitan recoger información a largo plazo; una pequeña parte de ellos hace un seguimiento pero no suele ser superior a un año. Además los resultados del seguimiento no permiten obtener conclusiones firmes sobre el impacto a largo plazo de dichas intervenciones15. Así mismo, es importante señalar que la prevención, antes de la década de los ochenta, estaba dirigida principalmente hacia los factores sociales que condicionan el enfermar. Con el cambio de perspectiva en el que predominan los aspectos biologicistas y la globalización, se encontró como poco propicia esta perspectiva comunitaria y social, dando pauta con ello a una visión de la 69

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prevención centrada principalmente en los factores de riesgo biológicos y genéticos de las enfermedades mentales y, por tanto, centrada en el individuo15. Entre los investigadores, hay quienes han abogado por una perspectiva social de la prevención dirigida a cambios ambientales y su influencia en las condiciones individuales para la salud, lo que hace necesario una responsabilidad compartida entre investigadores y políticos con un balance equitativo de las necesidades de ambos15. Algunos más, defienden las estrategias preventivas dirigidas al bienestar para disminuir los trastornos mentales, ya que tales estrategias consistirían en construir el bienestar desde un inicio temprano y promover condiciones que lo mantengan y lo mejoren, con el objetivo no sólo de disminuir trastornos mentales sino también de solidificar el bienestar psicológico. Otros más, abogan por un enfoque social en el cual, los programas más efectivos no sólo disminuirían riesgos y adversidades sino que construirían refuerzos, competencias y factores protectores en distintos niveles: individual, familiar y grupal, además de las organizaciones, instituciones y poblaciones. Además, la prevención, en su sentido de información sobre la salud, enfermedad y riesgos abolibles, es extendida y considerada importante, e implica la idea de que las personas son responsables de su salud, con el objetivo último de motivarlas para tener un cuidado mayor de sí mismas, (lo cual incluye una responsabilidad personal) que llega a ser vista como una necesidad y que podría conllevar una forma de «víctima culpable». Por tanto, el poder de cambio individual como significativo para el desarrollo posterior de enfermedades, debería no ser tan exagerado en los programas de promoción de la salud15. En esta parte cabe resaltar que, para que la prevención y promoción de la salud auguren un buen futuro, es necesario un nuevo giro que reconduzca la trayectoria hasta ahora trazada y que permita modelar y/o cambiar muchas de 70

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las características que definen hoy en día la prevención. Por ello es importante promover el entendimiento comunitario acerca de la naturaleza de la salud mental y del trastorno mental, fomentando una mayor conciencia tanto de la comprensión de la etiología de los trastornos mentales como del foco de intervención15. De igual modo, los objetivos y propuestas de los programas preventivos deben estar claramente definidos, priorizados o modificados basándose en el asesoramiento del riesgo individual, incluyendo una mayor diversidad que incorpore la heterogeneidad de los individuos dentro de la investigación de las distintas poblaciones a estudiar. Los programas ya instaurados deberían ser identificados, estudiados más detenidamente para validar su efectividad y diseminarlos con la posibilidad de ser modificados para que puedan aplicarse en nuevos campos15. Un aspecto sumamente importante se refiere a la necesidad de que haya una colaboración interdisciplinar entre los diversos campos científicos (clínicos, investigadores, políticos, servicios sociales, educadores, etc.), e incluso, una cooperación internacional que permita la coordinación y conocimiento de los programas preventivos implantados en los diversos países, para que con ello facilite la replicación de programas específicos en distintos grupos, comunidades y poblaciones. Es primordial la acción conjunta entre los equipos de salud mental y de atención primaria para el desarrollo y la implantación de los programas preventivos. Los programas de promoción y prevención primaria de salud mental deberían implantarse desde la atención primaria y actuar como primer filtro para las enfermedades mentales. La posibilidad de generar este tipo de políticas de salud pública implica el diseño, aplicación y evaluación de un conjunto de estrategias sin olvidar que es una tarea compleja y ardua, y que requiere de la participación

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de equipos ínter y multidisciplinares enfocados a la prevención y promoción en salud mental15. FACTORES DE RIESGO EN UN GRUPO ESPECÍFICO DE POBLACIÓN Predictores de conductas sexuales de riesgo entre adolescentes. En Brasil en el año 2007 se realizó una investigación en Porto Alegre por Goncalves (Goncalves et. al.), donde encontraron que históricamente las conductas de riesgo fueron discutidas por distintos enfoques que se consideraban como riesgo a las personas o grupos que eran más susceptibles de enfrentar problemas físicos o sociales, debido a un tipo de conducta que no era aceptada social o legalmente4. Sin embargo, la epidemia fue tomando proporciones tan grandes que se hizo necesario hablar de conductas de riesgo y no más de grupos de riesgo. Todas las personas sin excepción, estaban sujetas a ser contaminadas, bastando, para eso, un único comportamiento que envolviera una situación de riesgo4, 5. En el campo de riesgo sexual, una conducta sexual de riesgo sería la exposición del individuo a una situación que pueda ocasionar daños a su salud o a la salud de

otra

persona,

especialmente

la

posibilidad

de

contaminación

por

enfermedades sexualmente transmisibles como el SIDA4. Con relación a los adolescentes se observa un aumento anual importante de la infección por VIH. En América Latina, la Organización Panamericana de la Salud estima que mitad de los nuevos datos sobre la infección por VIH se dan a personas con edad inferior a 25 años. En los Estado Unidos los mayores índices de contaminación por VIH están en los jóvenes con edades entre 17 y19 años, en su mayoría varones4.

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La adolescencia, de acuerdo con Jessor4, es un período crucial para la salud, porque constituye una etapa donde existe un impulso natural a la experimentación de una gama amplia de nuevas actividades que pueden conducir a un alto riesgo para la salud. Las actitudes positivas de hablar sobre prevención en el comportamiento sexual, la autoeficacia percibida, la norma subjetiva, el auto concepto positivo y la conciencia del riesgo de contaminación por ETS/SIDA, así como la importancia del condón en la prevención. Sin embargo, los adolescentes minimizan los posibles efectos negativos derivado de las prácticas de actividades que representes riesgo de la salud, no muestran sentirse más vulnerables que una persona adulta a los daños derivados y actividades que encierren riesgo. Benthin4 en un estudio sobre percepción de riesgo en una muestra de 41 estudiantes de una escuela superior de los EEUU relacionaron 30 actividades clasificadas como de alto riesgo para la salud, siendo los dos principales tipos de riesgos percibidos en éste ámbito fueron el embarazo y las infecciones de transmisión sexual. Existe los riesgos para la salud física, que pueden ser consecuencia del comportamiento sexual sin protección, y los riesgos para el bienestar psicológico. Este último estaría marcado por las consecuencias negativas del comportamiento, desde los factores que motivan la realización hasta el posible arrepentimiento posterior. De esta forma se hace importante estudiar, además de la prevalencia de las enfermedades de orden sexual entre los adolescentes, también los factores relacionados a los contextos de vida de los jóvenes envueltos en la realización de ese tipo de conductas de riesgo4.

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Conductas de riesgo en una muestra de adolescentes chilenos y mexicanos: un estudio comparativo. En un estudio transversal realizado por investigadores chilenos y mexicanos3, entre octubre del 2005 y junio del 2006, en las ciudades de Santiago de Chile y Toluca, con una muestra de 815 jóvenes chilenos y de 753 mexicanos, entre los 10 y los 21 años de edad, se encontró que en el marco de los cambios propios de la transición epidemiológica y social de nuestra era, el perfil de morbilidad y mortalidad en los adolescentes está delineado por esos factores, debido a que la mayoría de los problemas de salud de este grupo de edad son consecuencia de conductas de riesgo (abuso de sustancias lícitas e ilícitas, sedentarismo, malos hábitos de alimentación, inicio temprano de la actividad sexual, etc.) 3. En ese mismo trabajo, los autores hacen referencia a Blum3 al explicar que los resultados

de

éstas

conductas

“traen

como

resultado

enfermedades

metabólicas, enfermedades de transmisión sexual, accidentes de tránsito, depresión y suicidio”3,16,17. De manera preponderante, los autores mencionan el papel fundamental de la familia en el perfil de los adolescentes. En el estudio se considera a la familia como un sistema integrador multigeneracional, cuya estructura debe ser fija, estable y a la vez flexible. Para los autores, se trata de un núcleo social que debe sustentar y proteger a sus miembros de fuerzas externas, dando un sentido de pertinencia a sus miembros, para considerarse como una estructura funcional. Por lo tanto, al no existir el cumplimiento de éstas funciones se le considera disfunción familiar3. Huitrón y Denova citan a Blum y otros autores3,16,17, en distintos momentos y publicaciones, al decir que la disfunción familiar se asocia a una mayor prevalencia de problemas de salud mental en los adolescentes, con alteración de su rendimiento académico, deserción escolar, violencia y adicciones.

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Los investigadores Huitrón y Denova3 utilizaron cuestionarios para obtener información demográfica, escolar, familiar, económica, de funcionalidad, de antecedentes, hábitos y la salud de los jóvenes que integraron la muestra, que al mismo tiempo les permitió evaluar conductas de riesgo en todos ellos, como conductas sexuales, consumo de sustancias lícitas e ilícitas, inactividad física, hábitos de alimentación. Por otro lado, el estudio que realizaron también les permitió detectar problemas de salud emocional y sobre todo, explorar la estructura familiar de los adolescentes que integraban la muestra del estudio, así como la percepción de ellos mismos sobre el funcionamiento, grado de comunicación, cohesión y dinámica de sus propias familias3. Sobre el análisis de las respuestas emitidas por los jóvenes, se identifica una marcada vinculación de la propia percepción sobre la disfuncionalidad de sus familias con consumo de sustancias tóxicas, síntomas emocionales negativos, actividad sexual de riesgo, inactividad física y malos hábitos alimenticios, todos ellos traducidos en factores de riesgo contra su propia salud3. Cabe mencionar, que entre los aspectos que los adolescentes consideran como disfuncionales en la operatividad de sus familias se encuentran la ausencia de comunicación o cohesión entre los miembros, ausencia o escaso tiempo para compartir con la familia, ausencia de recursos o fuentes de apoyo ante la presencia de dificultades y una mala organización familiar. Entre las sustancias tóxicas que se identificaron como objeto de consumo por parte de los adolescentes, se hacen notar: tabaco, alcohol, marihuana, inhalantes, cocaína y tranquilizantes y en cuanto a las características emocionales expresadas por ellos mismos, como un reflejo, tanto de la disfunción familiar como del consumo de las anteriores, los investigadores han identificado:

mal

humor;

tristeza;

aburrimiento;

ansiedad/nerviosismo;

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irritabilidad; inestabilidad emocional; dificultad para controlar su conducta, entre otros3. Uno de los resultados obtenidos, específicamente en el estudio de Huitrón y Denova3, es que las prevalencias de consumo de tabaco, alcohol, marihuana, cocaína y tranquilizantes, fue mayor en los adolescentes chilenos que en los mexicanos; sin embargo, la prevalencia de consumo de inhalantes fue mayor en los mexicanos. En el mismo estudio, al relacionar el funcionamiento familiar con las variables de síntomas emocionales que refieren los adolescentes, se muestra que los chilenos muestran mayor incidencia (2.4), en presentar algunos como tristeza, desesperación, ansiedad e inestabilidad, en comparación con los adolescentes mexicanos (1.5)3. Igualmente, otro de los datos que identificaron Huitrón y Denova3, fue que los adolescentes estudiados que perciben a sus familias como disfuncionales mostraron 2 veces más riesgo de iniciar su vida sexual a edades más tempranas en comparación con los adolescentes que perciben su hogar como funcional. Los autores explican que este inicio temprano pone en riesgo al adolescente por exponerle a infecciones de transmisión sexual, ya que aún no han completado el proceso de conformación de identidad personal y por otro lado no están psicológicamente maduros para establecer una relación de pareja estable3. Por tanto, la conclusión de dichos autores enfatiza que la disfuncionalidad familiar es un factor determinante ante la presencia de múltiples factores de riesgo en la salud de los adolescentes, dando como probables causales: que los padres desconozcan las actividades de los hijos, la ausencia o falta de definición de reglas en la casa, ausencia de rituales familiares y de actividades conjuntas y participación en sus procesos educativos, entre otras.

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Para finalizar, el estudio de Huitrón y Denova3 enfatiza “la necesidad de implementar programas y políticas de salud y educación dirigidas a profesionales de salud y educación y a la comunidad en general.” UN PASO HACIA LA RE-EDUCACIÓN Visión integral de la salud mental

La atención integral a la salud mental (AISM) debe considerar al sujeto influenciado

por

diferentes

representaciones

psicosociales

que

son

determinadas por múltiples variables sociales, políticas, culturales, ambientales y económicas, y que pueden intervenir en el estado de armonía o de desequilibrio del cuerpo-mente-emociones (entorno interno), interrelacionado con las relaciones interpersonales, las relaciones sociales y el medio ambiente (entorno externo). Dicho estado puede ser el de transformación positiva, lo que incita a un buen desarrollo humano integral, sostenible, diverso, equitativo y justo como una sensación negativa que puede retardar el desarrollo local, regional y nacional18. La salud mental implanta también las características de las relaciones interpersonales y sociales en que cada sujeto se asienta, se construye y se desarrolla en forma integral y sostenible, en un proceso que debe articular los aspectos humanos, sociales políticos, económicos y ambientales18. En el contexto de Colombia se plantea un panorama empírico de la promoción de la salud mental y de la prevención de las alteraciones mentales, así como su servicio de atención y rehabilitación integral. La atención óptima de la salud mental con aspectos de gestión de calidad total en los servicios de atención en salud debe analizarse y acordarse por parte de un equipo interdisciplinario que acompañe a un ser humano con nombre y apellido, respetando su identidad, personalidad, características y conductas18. 77

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Durante una reunión en Tampere18 la Conferencia Europea sobre la Promoción de la Salud Mental y la inserción social, destacó la importancia de la Salud Mental y la necesidad de actuaciones en el ámbito de la atención primaria, mediante la promoción de la salud mental, impulsando el intercambio de buenas prácticas saludables y estimulando y respaldando la promoción y la investigación acerca de los trastornos y las enfermedades mentales.

Desde hace algunos años18, la mesa de Políticas Públicas en Salud Mental, la Universidad de Antioquia, la Facultad Nacional de Salud Pública y la Dirección Seccional de Salud de Antioquia, Colombia, han estudiado proyectos de gestión de políticas públicas en salud, en el marco de saberes y contextos. Entre los aspectos señalados, resaltan los conceptos de salud mental de múltiples actores involucrados, las problemáticas que han de estudiarse, la legislación en salud, y en salud mental, la financiación en la atención en salud mental, las experiencias múltiples en la solución a los problemas de salud mental, los intereses de los actores y las limitaciones para la solución de los problemas y contextos: geográficos, étnicos, políticos, económicos, estabilidad social, de género, etáreos, cultural, conflicto social y armado, delincuencia, inequidad e injusticia18. Por otra parte, el Servicio de atención integral a las alteraciones mentales en Colombia no está considerado en el Plan Obligatorio de salud subsidiado (POS). Este cubre en la mayoría de los casos, psicofármacos expresamente autorizados en el manual de medicamentos y terapéutica. Excluye el tratamiento con psicoterapia individual, psicoanálisis y psicoterapia prolongada18. Entre los principales indicadores indirectos de enfermedad mental encontramos la pobreza y la violencia, que se reflejan en las personas sin recursos de las áreas urbanas marginales y rurales, en los trabajadores con muy pocas 78

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garantías laborales y de pensión, en la mujeres y niños sin educación y en aquellos que viven en las calles, en quienes se advierten índices mucho más altos de enfermedad mental y que están en desventaja económica para acceder a los servicios de atención integral18. De acuerdo con datos epidemiológicos señalados en esta investigación, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado que la falta de buena salud mental en las primeras etapas de la vida puede conducir a trastornos mentales con consecuencias a largo plazo. En el informe acerca de la enfermedades mentales en el mundo 2001, la OMS reporta que el 40% de los países no disponen de una política bien definida de salud mental, en aproximadamente 33% de los países no funciona ningún programa de salud mental, menos aún política alguna, y 32% no han establecido ninguna política concreta en materia de sustancias psicoactivas18. Así mismo, la Conferencia Europea sobre la Promoción de la Salud Mental invita a considerar la incorporación de actividades sobre la salud mental, a desarrollar y a poner en práctica, como parte del sistema comunitario, un apartado para la salud mental, a analizar el impacto de las actividades comunicarías en estos aspectos, en los ámbitos de la educación, la juventud, los asuntos sociales y el empleo, además de considerar la necesidad de elaborar una propuesta sobre promoción de la salud mental18. En el mismo sentido, y teniendo como marco el día mundial de la Salud Mental durante el 2003, la compañía Doyma online, expuso el tema: “trastornos emocionales y conductuales de niños y adolescentes” el cual se concentró en los efectos del trauma y la violencia sobre el bienestar mental y emocional de los jóvenes. Al respecto, la “Federación Mundial de la Salud Mental” estima que 20% de los niños y adolescentes del mundo sufren alguna enfermedad mental debilitante18. Conceptualización de la Salud Mental desde lo psicosocial 79

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La salud mental no se puede separar de los factores sociales, étnicos, culturales, ambientales, económicos y políticos relacionados con los fenómenos salud enfermedad. En Colombia, los esfuerzos colectivos no han sido suficientes, ya que desde hace 40 años es una región que se encuentra “en guerra” lo que representa

graves

repercusiones

psicológicas

(angustias

y

ansiedades

extremas), conocidas hoy como trastorno de estrés postraumático (TEPT) 18. Este importante padecimiento puede desarrollarse en una persona que en forma directa o indirecta ha padecido, ha presenciado y ha sido testigo de eventos físicos o psicológicamente alarmantes, como muerte, amenaza de muerte o a la integridad física o psicológica de una persona, allegado o familiar. Dichos eventos pueden causar potentes sentimientos sugestivos de ira, venganza, intenso miedo, impotencia y horror, existen factores de riesgo para ser más vulnerables a este TEPT, trauma en la niñez, (violencia intrafamiliar, abuso sexual), predisposición genética a personalidades paranoides, bajo nivel de educación, abuso de substancias psicoactivas, cambios de vida bruscos y falta o inadecuada red de soporte social18. En México, esta problemática también se encuentra presente, y queda enmarcada en las modificaciones a la Ley General de Salud, del año próximo pasado, que en su artículo séptimo fracción IX expresa: Fomentar la educación en materia de nutrición, y estimular la actividad física y la práctica del deporte19; asimismo en la fracción X se promueven las actitudes solidarias en los individuos y toma de conciencia sobre la preservación de la salud, ejercicio responsable de la sexualidad, planificación familiar y paternidad responsable, propiciar rechazo a los vicios y adicciones, fomentando el conocimiento, causa, riesgo y consecuencias19. Propuesta para la atención integral de la salud mental.

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Par mejorar la atención de la salud mental y dar una adecuada atención integral a las diversas alteraciones mentales, se deben superar múltiples dificultades relacionadas con las entidades gubernamentales, a las instituciones prestadoras de salud, el usuario y los profesionales sanitarios tales como18: Comprender la complejidad de la salud mental, entendida como las potencialidades y capacidades con que cuenta una persona para construirse a sí misma y para interactuar en sociedad. Aumentar la conciencia acerca de que la salud mental comienza por las relaciones sociales, para poder acompañar y apoyar a las víctimas de enfermedad mental, con el fin de motivarlos por el progreso, el desarrollo integral sostenible y el bienestar de su comunidad. Responder a la pregunta de si se están considerando todas las variables que influyen en la salud mental. Por todo lo anterior, se hace evidente la necesidad que existe de disminuir la brecha entre lo que se puede hacer teórico-práctico, investigando las variables que influyen en una óptima salud mental. Ejemplo ¿Cómo impacta la violencia actual en el comportamiento y en las relaciones sociales? ¿Cómo impacta el tipo de alimentación a la comunidad? ¿Cuáles son sus mitos, sus fantasías, creencias y realidades que afectan su salud mental? ¿Cómo la cultura crea maneras de vivir de ser saludables o de enfermar, con la intención de superar esta miseria?18 La motivación interactúa con otras alternativas para satisfacer y regular las necesidades básicas de la persona, dirigir las relaciones sociales interpersonales y mantener la organización del yo, para rehacer su potencia en sus diferentes intervenciones culturales, sociales y políticas de modo muy útil. Buscar armonía familiar, social, intelectual, desarrollo integral sostenible, y espiritual18.

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Algunas recomendaciones incluirán: a) desarrollar planes, programas y proyectos dirigidos a promover la terapéutica integral, dirigida a mejorar el desarrollo humano integral, sostenible, diverso, equitativo y justo, que involucre al grupo familiar y el entorno ambiental del sujeto, para contribuir de una manera más profunda a la solución de las alteraciones mentales; b) fomentar la promoción de la salud mental, con carácter urgente, desde la atención primaria en salud, con enfoque familiar. Conformando un equipo interdisciplinario para llegar a acuerdos de la terapia individualizada óptima, lo que permitirá crear un nuevo modelo de atención en la salud mental. HACIA UNA VISIÓN INTEGRAL DE LA EDUCACIÓN PARA LA SALUD EN LA SALUD MENTAL Conclusiones En el marco de los cambios propios de la transición epidemiológica y social de nuestra era, el perfil de morbilidad y mortalidad en la población en general ha promovido un enfoque más amplio del concepto de salud, como la globalidad dinámica de bienestar físico, psíquico y social, con la participación activa de cada individuo, a través del apoyo de profesionales de la salud, en términos de acciones educativas que les permitan disminuir los factores y comportamientos de riesgo. En ese sentido, se han identificado grupos de edad que muestran diferentes patrones de morbilidad y por ello requieren de enfoque, manejo y atención diferente. Es así que en los adolescentes la atención está delineada por determinados factores, debido a que la mayoría de los problemas de salud de este grupo de edad son consecuencia de conductas de riesgo como el abuso de sustancias lícitas e ilícitas, sedentarismo, malos hábitos de alimentación, inicio temprano de la actividad sexual, entre otros.

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Como fue planteado a lo largo de esta revisión, la incidencia de algunas enfermedades metabólicas, enfermedades de transmisión sexual, accidentes de tránsito

y algunos

problemas

emocionales

como

depresión,

ansiedad,

irritabilidad y tristeza en los adolescentes, se deben a la recurrencia de hábitos que se traducen en factores de riesgo para su salud. Algunos autores3 asocian estos factores con la percepción de los adolescentes de las disfunciones identificadas en sus propias familias, como una de las principales causas de las conductas de riesgo observadas en ellos. Surge ahora el planteamiento de una reflexión desde la necesidad de acercarnos a la realidad de la Salud Mental, con una perspectiva holística del ser humano en todos sus aspectos, bio-psicosociales, culturales, laborales y del modelo global político-económico. Una experiencia positiva o negativa se procesa y se almacena en el sistema nervioso central, la información almacenada en éste influye en la forma de pensar y de actuar, positiva o negativa del sujeto y tiene impacto en su salud mental18. Por esta razón, se invita a reflexionar y plantear estrategias asociadas con la promoción de la salud mental, la prevención de las enfermedades mentales y su atención y rehabilitación de manera integral. El propósito de esto es proyectar la necesidad de pensar interdisciplinariamente, en función de las características del sujeto. Finalmente, cabe mencionar que las complejas dificultades de la atención en salud mental, y su superación requiere de la responsabilidad, el compromiso y la voluntad política y social de todos los actores inmersos en poblaciones grandes o pequeñas, cuyas características específicas no se pueden cambiar de un día para otro. Para ello, es necesario concientizar y propiciar las condiciones favorables, a partir de acciones como: contribuir con nuestro saber articulado al de otros profesionales comprometidos en la construcción de un nuevo futuro para el país; 83

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llamar la atención de las autoridades competentes sobre su responsabilidad en un estado social de derecho, de satisfacer las necesidades básicas de los ciudadanos; e impulsar el acompañamiento a la familia en formación educándola en la responsabilidad de la dimensión y la trascendencia de planear y concebir una nueva vida. Siguiendo estas líneas, dichas acciones deben incluir un proceso en el cual predomine el amor y los valores universales, una familia afectuosa, con adecuada armonía entre su cuerpo, mente y emociones, que le brinde una buena interrelación social, con su medio ambiente y consigo mismo, lo que a su vez puede minimizar sus alteraciones mentales. En conclusión, la vida, la salud, el bienestar y el desarrollo humano integral, sostenible y diverso, funcionan y evolucionan armoniosamente si se cultivan las dimensiones de las relaciones sociales, culturales, espirituales, intelectuales, económicas, familiares y políticas, por una salud mental y física del individuo como sujeto, a través de estrategias de Educación para la Salud.

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